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1 UNIVERSIDAD LA SALLE DOCTORADO EN EDUCACION DED-006. PEDAGOGÍA DEL APRENDIZAJE. Mi Juego: Las Siete Entradas Necesarias para la Educación del Futuro. (Chifladura Personal) DAVID DUMANI ECHANDI. 1-769-524 SAN JOSÉ. COSTA RICA. 2.011

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UNIVERSIDAD LA SALLE DAVID DUMANI ECHANDI. 1-769-524 SAN JOSÉ. COSTA RICA. DED-006. PEDAGOGÍA DEL APRENDIZAJE. 2.011 1 A manera de calentamiento: Entrada o Inning: División del juego de baseball o softball, que consiste en un turno de ataque y defensa (o viceversa) de cada equipo participante. En el softball, un juego normal dura siete entradas.- Candi Maldonado, comentarista de ESPN. que viene en una caja cuadrada 2 “El baseball: se practica con una bola redonda, y se juega en un diamante.”

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UNIVERSIDAD LA SALLE

DOCTORADO EN EDUCACION

DED-006. PEDAGOGÍA DEL APRENDIZAJE.

Mi Juego: Las Siete Entradas Necesarias

para la Educación del Futuro.

(Chifladura Personal)

DAVID DUMANI ECHANDI. 1-769-524

SAN JOSÉ. COSTA RICA.

2.011

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Mi Juego:

Las Siete Entradas Necesarias para la Educación del Futuro.

“El baseball: se practica con una bola redonda,

que viene en una caja cuadrada

y se juega en un diamante.”

Candi Maldonado, comentarista de ESPN.

A manera de calentamiento:

A inicios del año 2.008, se jugaban las semifinales del Torneo de Softball Femenino de la

Conferencia Atlética NorOeste, del Estado de Oregón, Estados Unidos de América. Se enfrentaban los

Colegios de Oregón Oeste y Washington Central y este último equipo debía ganar ese partido a como diera

lugar, o se acabarían sus opciones de seguir en el Torneo.

Se cerraba la segunda entrada del partido y había dos corredoras embasadas. Sara Tucholsky, la

pequeña jardinera derecha del equipo de Oregón Oeste, toma su turno al bate y ante el asombro de

propias y extrañas, batea un lanzamiento que toma profundidad hacia el jardín central. Tucholsky comienza

a correr hacia la primera base, viendo el batazo que acaba de conectar --y que producirá tres carreras--,

pero perdiendo de vista la base que debe pisar. Dos metros después de pasar sobre la base, la bateadora

Entrada o Inning: División del juego de baseball o softball, que consiste en un turno de ataque y defensa (o viceversa) de cada equipo participante. En el softball, un juego normal dura siete entradas.-

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gira bruscamente para pisar la almohadilla olvidada, pero al hacerlo algo en su pierna se rompe. Cayendo al

suelo con inmenso dolor, Tucholsky se arrastra hasta la base y la toca con sus manos, mientras su batazo se

ha convertido en un cuadrangular… el primero de su vida.

Viendo la situación, el entrenador de Oregón Central entra a conversar con los umpires del partido,

quienes le dicen que hay dos opciones: 1) Si alguien del equipo (jugadoras o entrenadores) toca a Tucholsky,

ella será puesta out de forma inmediata; o, 2) La jugadora podrá ser sustituida por otra, pero su batazo no

será más que un gran sencillo impulsador de dos carreras.

Ante esta situación, Mallory Holtman, quien jugaba como primera base del equipo de Washington

Central –y era su mejor jugadora--, les pregunta a los umpires del

juego si su equipo puede ayudar a Tucholsky a completar el

recorrido. Los umpires se miran entre ellos y llegan a la

conclusión de que el reglamento no dice nada al respecto: habla

de la imposibilidad de asistencia que podrían dar las propias

compañeras del equipo, pero no dice nada de las contrincantes.

Entonces, con apuro Holtman llama a su paradora en cortos,

Liz Wallas, para que entre ambas carguen a Tucholsky y hagan con

ella el recorrido por las bases, deteniéndose en cada una para que su contrincante, con su pierna ilesa, pueda

tocar cada almohadilla y así completar su cuadrangular.

Esa tarde, Washington Central perdió aquel partido por marcador de 4 carreras a 2 y tuvieron que

terminar su participación en el torneo local. Tucholsky fue al médico unos días después y no pudo volver a

Cuadrangular Home Run o batazo de cuatro esquinas: Batazo conectado con gran fuerza, que hace que el bateador – corredor, logre alcanzar las cuatro bases en una sola oportunidad produciendo una carrera.

Umpire: en lengua inglesa, árbitro del encuentro de softball o baseball. Un juego generalmente tiene dos umpires (se denomina Chief Umpire al principal) y profesionalmente se puede llegar hasta a 6 umpires por juego.

Sencillo: Batazo con el cual el bateador – corredor, sin que medie error, logra alcanzar una sola base.

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jugar esa temporada por el rompimiento de sus ligamentos de la rodilla. 1

Básicamente , el Softball tiene los mismos principios que el baseball: dos equipos (que componen un gran sistema y se enfrentan en un

juego auto regulado pero a la vez cooperativo), divididos en 9 o 10 jugadores cada uno (un sistema menor, internamente auto organizado y

evidentemente súper cooperativo), que en un momento son ofensiva y en otro son defensiva (como la concepción dual de la energía) y que

tratan de derrotar a su oponente conforme a una estrategia colectiva (un pensamiento individual y colectivo complejo), mediante la anotación

de una mayor cantidad de vueltas a un diamante (causando un caos entrópico en el oponente), también llamadas carreras, en un tiempo

determinado, el cual no se mide por minutos sino por cantidad de ofensivas y defensivas que tenga cada equipo, también llamadas “entradas”

(duración que es relativa, porque no depende del reloj).

A lo largo de nuestros trabajos en este doctorado, hemos venido argumentando que este juego –como otros muchos más--, puede

servirnos de medio y base para el mayor y mejor aprendizaje de la persona a lo largo de su vida. Por eso, ahora lo que pretendemos es mostrar

cómo, a través del juego, pueden aprenderse los siete saberes necesarios para la educación de futuro. Porque los saberes son siete, como siete

son también, las entradas del partido de softball.

1 Historia tomada de http://blog.oregonlive.com/breakingnews/2008/04/the_best_tale_of_sportsmanship.html

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Primera Entrada: Las cegueras del conocimiento.

El partido comienza. Cada quien asume su posición defensiva y el bateador llega a la caja de bateo. El

umpire canta el “play ball” dando por iniciada la confrontación y de repente caemos en la cuenta de que

nuestra pelota (base fundamental de la energía que emana del deporte, porque todo gira a su alrededor)

está rota. Ante eso, tenemos tres opciones: 1) finalizamos el juego, porque se vuelve imposible de jugar; 2)

reparamos la pelota, envolviéndola en cinta adhesiva para que dure para ese partido; o, 3) procuramos

conseguirnos una nueva pelota con la que podamos jugar nuestro juego en toda su esplendor.

Exactamente eso está pasando con nuestro sistema de aprendizaje: nos hemos dado cuenta que el

conocimiento –o lo que creíamos que conocíamos y por lo tanto, con ello aprendíamos--, está roto: lleno de

errores e ilusiones que en apariencia nos hacen conocer una realidad que más bien ha sido digerida por otros

e inculcada (¿impuesta?) a los demás y cada vez en mayor grado, conforme avanza el acondicionamiento

social humano a través de su crecimiento e integración social.

Así, antes de –entonces-- empezar el aprendizaje, debemos razonar sobre qué queremos aprender o

bien, qué y cómo queremos fomentar que ese aprendizaje se dé. Dicho de otra forma ¿reparamos la pelota,

dejamos de jugar, o conseguimos una nueva? Decidido lo anterior, debemos enfocarnos hacia dónde y hacia

quién va dirigido el aprendizaje y cuál será el provecho que se le pretenda sacar. En ese sentido, es evidente

que lo primero que pensamos es que debemos fomentar el aprendizaje de la especie humana (al menos por

el momento) no solo porque a esa especie pertenecemos, sino que –además y fundamentalmente--, porque

si no nos educamos seriamente, corremos el serio riesgo de extinguirnos como especie, pero llevándonos por

delante a todo lo demás.

Error: En el softball o el baseball, es la jugada defensiva realizable que no llega a hacerse por haber sido malograda por el jugador,

Edgar Morin identifica el error como un problema prioritario y original (Morin y otros. 2.002. p. 26) y en el aprendizaje –entre otros muchos--, identifica los errores de percepción; intelectuales; mentales; de la razón. Todos ellos están enfocados a la forma en cómo adquirimos el conocimiento de lo “real”, que no es otra cosa más que la apreciación subjetiva de esa realidad (Morin. 1.999. p. 5 a 14)

La Ilusión –por otro lado--, sería la esperanza de la adquisición objetiva del conocimiento real.

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Ahora bien ¿qué es importante aprender? La importancia del aprendizaje es subjetiva y radicará en el interés de cada quien como sujeto

independiente, capaz de emocionarse con ese aprendizaje, porque ese conocimiento le es significativo para sí y para su entorno. Nada ganamos

con enseñar memorísticamente una serie de significados, si no logramos provocar significantes y esos significantes, como se dijo, surgirán en el

tanto exista interés y utilidad en el humano, porque “no es posible hoy seguir creando ciudadanos aislados con una visión fragmentada del

mundo que los rodea” (Clark y otros. 1.997. p 19)

El juego, en el tanto y en el cuanto método (Morin y otros. 2.002. p. 17 y 24) que enseña a aprender y a la vez es aprendizaje (Morin y

otros. 2.002. p. 32), estará destinado a provocar un aprendizaje intelectual (racional) sin carga de error o de ilusión (o al menos con una carga

disminuida), porque estará enfocado –entre otras cosas--, al aprendizaje de los significantes individuales desde la niñez (etapa en que el

aprendiente está más en contacto con la Tierra y su realidad física), promoviendo la búsqueda del sentido

individual y colectivo del sujeto aprendiente (Gutiérrez. 1.976. p. 65) mediante el diálogo (a través de la

cooperación y la interacción atlética) y la reivindicación de la hominidad del humano, capaz de tener una serie

de emociones y de emocionarse con y por ellas y de aprender desde y por ellas, porque el humano es una

mezcla de su biología, de su cultura, y de su naturaleza. (Morín y otros. 2.002. p. 73 y Gutiérrez. 1.976. p. 61).

Así, iniciamos eliminando un error fundamental: el conocimiento es objetivo.

Justamente, el saber que se está conociendo es un punto a favor de la propuesta que se hace, porque el

o la aprendiente entenderán que ese conocimiento es útil para sí y para su entorno y no solo una consecuencia

más de la sociedad tecnológica destinada a crear un consumista más. El conocimiento, al adquirir sentido, se

convertirá en un instrumento para el desarrollo personal y no en un instrumento más de la lógica formal (Clark y

otros. 1.997. p. 190.) y esta experiencia se fomentará desde una estructura dinámica que favorezcan las relaciones personales y grupales

(Gutiérrez. 1.976. p.73). Aquí eliminamos otro error: el conocimiento objetivo es necesario.

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Así, se puede pensar que el jugador que comprende y no memoriza su rol en un equipo, entenderá con

mayor facilidad que él o ella deben desempeñar un rol dentro de la sociedad (para su progreso y evolución),

donde es igualmente necesario e importante que los demás y que su actuar debe ser coordinado (sin ser por

ello mecánico) con el sistema y en su beneficio. El conocimiento personal que entonces se adquiere, puede y

debe ser compartido para encontrar significantes sociales más amplios y más complejos que le den nueva vida

y mejor sustento al sistema. Con esto romperemos con lo que hasta hoy ha sido la tónica y la ilusión de nuestra

sociedad y los modelos mentales bajo los cuales se ha basado nuestra propia educación: “…las escuelas

enseñan, y las familias valoran esa enseñanza. Lo que se nos dice ahí se torna en la cultura y vida psicológica

que heredamos a la siguiente generación” (Clark y otros. 1.997. p. 41). Entendiendo esto, y buscando

alternativas de aprendizaje más significativas, podremos comenzar a crear una cultura del entendimiento

planetario y de la salvación de la especie humana y de su entorno.

Pero además, el juego da otros alicientes más en el o la aprendiente: la creación de una realidad propia

y/o colectiva a través de la constante y vívida praxis lúdica, donde la persona se desarrolle como individualidad,

sin dejar de ser parte de la colectividad, como principio hologramático social y de reintroducción del

cognoscente en todo conocimiento (Morin y otros. 2.002. p 38 y 42). Efectivamente, al integrarse la persona a

un juego colectivo –sea cual sea éste--, deberá poner en marcha su creatividad, su esfuerzo (no sólo físico sino

intelectual) y su empeño para obtener y/o mantener el resultado que se busque (sea una victoria a través de

una competencia auto regulada, sea el entretenimiento o el entrenamiento físico), lo que fomentará el

aprendizaje a través de la experiencia, siendo ésta la mejor forma de adquirir el conocimiento al ser

coproductor de la esa realidad y de esa experiencia.

Por eso, tesis anacrónicas, autoritarias y castrantes en donde la escuela únicamente traspase

conocimientos y técnicas al aprendiente (Gutiérrez. 1.976. p. 35) y que recurran al silencio, la solitud, la

Por juego entenderemos toda actividad lúdica destinada a ser medio para el aprendizaje, específicamente el baseball o el softball.

Edgar Morin estableció, que “debemos comprender que, en la búsqueda de la verdad, las actividades auto-observadoras deben ser inseparables de las actividades observadoras, las autocríticas inseparables de las críticas, los procesos reflexivos inseparables de los procesos de objetivación.” (Morin, 1999, p. 13)

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limitación de las palabras, etc., (Clark y otros. 1.997. p 56 a 63) no pueden caber dentro de nuestro esquema,

porque el aprendizaje verdadero y real se da en la acción de la experiencia del que pretende conocer; en la

praxis de su propia vida, y en la emoción que desencadena esa vivencia. La inacción es muerte, porque es

estabilidad y se ejemplifica así: “si un enemigo del espacio tuviera planeado invadir la Tierra, y si su estrategia

fuera prepara a la humanidad para su invasión haciendo que los hijos de los hombres fueran lo más estúpido

posible no encontraría ninguna mejor manera de lograrlo que haciendo que durante varias horas al día

estuvieran callados y sin moverse. Los resultados están absolutamente garantizados.” (Gutiérrez. 1.976. p.42)

Por último, se dará una explotación del aprendizaje en los diferentes estados mente – cuerpo que

existen, pues se llevará al sujeto a estados de conocimiento sensorial a través de la emoción adrenalínica que

la práctica de juegos emocionantes cause, o sea se tratará de despertar la emoción del conocimiento de la

persona y su significación personal a través del juego y a través de la

práctica de un lenguaje total (Gutiérrez. 1.976. p. 92 a 94) que

haga al jugador – aprendiente, partícipe de cada acción del juego. El

sentimiento será uno: el que el aprendiente sienta, lo que le dará

significado propio y real a dicho sentimiento. Esto además tendrá

como consecuencia --como se verá con amplitud posteriormente-- el

desarrollo del pensamiento complejo a través de la estrategia promovida

a partir de la práctica del juego, lo que incidirá en el posterior desarrollo de

estrategias recomendables para el desarrollo personal y social del

individuo (Morin y otros. 2.002. p. 36).

Al final, en el “A manera de Calentamiento” con el que iniciamos: ¿Se vivieron supuestos de

separatividad o por el contrario se desarrollaron vínculos de empatía humana? ¿la lección que aprendieron las

Lenguaje total: método de comunicación que utiliza diferentes recursos (audio – scripto – visual) para la transmisión de la información.

Pensamiento Complejo, a diferencia del pensamiento simplificador que identifica la lógica con el pensamiento, la gobierna y así evita la fragmentación y la desarticulación de los conocimientos adquiridos. (Morin y otros. 2.002. p. 43)

Separatividad: Supuesto del pensamiento occidental basado en la filosofía aristotélica en donde las cosas son una u otra, pero nunca un conjunto de ambas. (Clark y otros. 1.997. p. 88).

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jugadoras y los entrenadores de ambos equipos y los sentimientos causados, se dieron a través del sofrito ya digerido que emanaba de un

maestro (entrenador) o se dio a través de vivencia personal y colectiva de una obra de altruismo deportivo? ¿Cuál aprendizaje perdurará más en

ellas? ¿Cuál conducta (aprendida o vivida) tendrá más valor en términos de educación como personas? Las respuestas a todas luces parecen

obvias desde la misma formulación de cada pregunta y sin embargo, seguimos dándole rienda suelta a los errores y a las ilusiones jugando con

bolas remendadas el juego del aprendizaje sin preocuparnos por conseguir una bola nueva y mejor.

Segunda Entrada: Los Conocimientos Pertinentes.

En nuestra historia de inicio, fue justamente en la segunda entrada cuando Sara Tucholsky --aprovechando un lanzamiento rápido de la

lanzadora contraria--, logra conectar un batazo de cuatro esquinas que le depararía a su equipo 3 de

las 4 carreras con que al final lograrían ganar el partido y acceder a la final estatal de aquel año. A

pesar de que nunca lo había logrado hacer, Sara Tucholsky logró batear un cuadrangular porque

tenía a su favor todo para hacerlo: tenía la técnica; tenía la práctica; tenía la disposición de hacerlo…

pero fundamentalmente pertenecía a un equipo, que le permitía desarrollarse como jugadora y le

dio ese día la oportunidad de pararse en la caja de bateo a golpear la pelota.

En nuestra sociedad sucede lo mismo: todos somos parte de un equipo muy grande –que

llamamos sociedad--, y jugamos para ese equipo – de una u otra forma-- prácticamente desde nuestro

nacimiento. Sin embargo, nuestra participación en ese equipo ha venido a menos, pues la educación

que recibimos nos condiciona a realizar nuestro trabajo en el grupo, sin preocuparnos porque ello

tenga un fin social o de expresión personal o porque rime o pueda rimar con el trabajo de los

demás o bien, porque se desarrolle en el contexto adecuado en que debe ser desarrollado, para el bien de cada uno y el de todos.

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La gran culpable de este absoluto sinsentido vuelve a ser la educación en su forma tradicional, que

desde un punto de vista absolutamente separatista y mediante clases programadas (Gutiérrez. 1.976. p. 53),

ha inculcado en el ser humano que lo preferible es la especialización por la especialización misma,

aniquilando desde la raíz cualquier posibilidad de sentimiento holista o de pensamiento complejo en el

humano (Clark y otros. 1.997. p. 133), pues –conforme al método cartesiano--, lo importante del todo es la

certeza de sus partes, olvidando que Pascal ya había indicado que: “…todas las cosas siendo causadas y

causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas y todas sostenidas por una unión natural e

insensible que liga las más alejadas y las más diferentes, creo imposible conocer del todo y tampoco conocer

del todo sin conocer particularmente las partes.” (Pascal, citado por Morin. 1.999. p. 16)

Ante este tipo de concepción reduccionista y separatista, el juego ofrece soluciones importantes para

tratar el problema del conocimiento pertinente, sobre todo si a nivel curricular se logra integrar el programa

de estudios de las materias formales con las que promuevan la actividad física, creando una

multidimensionalidad en el aprendiente y en los canales de transmisión de la información (Gutiérrez. 1.976.

p. 28). Así, si dejamos de pensar en la Educación Física como la materia que atormenta a aquellos jóvenes que

físicamente no son hábiles y le damos un rol más proactivo dentro del proceso de aprendizaje de la persona,

lograremos que la adquisición de la información relevante (aprendizaje) aumente, porque volveremos a la

persona activa y creadora de su propio conocimiento.

Por otro lado, la concurrencia del joven a un grupo deportivo necesariamente hace que éste

deba integrarse a dicho equipo, desempeñando los roles que le correspondan jugar y conociendo y

comprendiendo el rol que desempeñan los demás, tanto para el desarrollo de estrategias

previamente diseñadas como para el desenvolvimiento óptimo individual y grupal ante situaciones

de incertidumbre. Esto promoverá el diálogo y por lo tanto, el aprendizaje.

Según Morin, René Descartes estableció a lo largo de su obra que el investigador debía proceder en toda búsqueda o investigación a partir de las certezas establecidas de una manera ordenada y no al azar.

No entendemos el diálogo como la sucesión de comentarios y observaciones entre dos o más interlocutores (Clark y otros. 1.997. p 6 y siguientes) sino como la interacción de los jugadores en el campo de juego en procura de un fin común

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Efectivamente, un jugador defensivo deberá estar preparado para resolver una doble jugada, por

ejemplo –cuando está en el cuadro interior--, si su equipo ha estado desarrollando una estrategia colectiva

para ello, pero también deberá estar preparado --si la estrategia no da resultados--, para adoptar la posición

que logre contrarrestar el desorden que en contra de su equipo ha causado el oponente (Morin y otros.

2.002. p. 18). Esto puede darse a través de la inteligencia no condicionada del jugador (Clark y otros. 1.997. p.

46) o bien, a través de la comprensión de la totalidad del juego a la que hacíamos referencia con

anterioridad.

Así, el aprendiente – jugador, también estará en la capacidad de entender y desarrollar valores de

auto organización con su equipo , lo que al final deparará en una mejor y mayor adaptación a su entorno

grupal - social, lo que –aunado al conocimiento del rol de cada compañero de juego--, fomentará no solo el

pensamiento y el juego complejo sino también el entendimiento

de la transdisciplinariedad social, desechando “…la inteligencia

parcelada, compartimentada, mecanicista, disyuntiva,

reduccionista (que) rompe con lo complejo del mundo en

fragmentos separados, fracciona los problemas, separa lo que

está unido, unidimensionaliza lo multidimensional. “ (Morin.

1.999. p. 20)

Y es que hemos venido insistiendo que el conocimiento

separatista hace –entre otras cosas-- que la transdisciplinariedad

resulte en una utopía de difícil o imposible realización, cuando debería ser el ideal al cual aspiremos como

sociedad siempre aprendiente (Gutiérrez. 1.976. p. 19), y no nos hemos dado cuenta que el valor de la

cooperación y del entendimiento de las funciones de cada cual –a efectos de resultar en una integración

Doble Jugada o Double Play: Acción defensiva según la cual, se logra en una sola acción poner a dos corredores fuera de circulación, obteniendo dos outs.

Cuadro interior o infield: Lugar del diamante de juego donde se ubican las bases.

Juego Complejo: Concepción del juego, su contexto y su estrategia que involucra multiplicidad de variantes lógicas o no, interactivas, inter retroactivas, interdepedientes de su partes y de su todo, de solución lógica o no. (adaptado de Morin, 1.999. p. 17). En términos prácticos, el juego complejo no difiere en mucho de la propia vida.

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positiva del conjunto--, nos la puede dar el juego colectivo, que tiene dichos principios como sus raíces fundamentales.

Además, la capacidad de pensar en la totalidad –la participación del jugador está en realidad en función de su equipo y no al revés--, nos

fomenta la inteligencia general y “…entre más poderosa sea la inteligencia general más grande es su facultad para tratar problemas especiales”

(Morin. 1.999. p. 17), o sea le damos al aprendiente la capacidad –al final y desde el juego-- de pensarse en su condición de miembro de una

comunidad mundial, como todo y como parte del todo (Clark y otros. 1.997. p. 95), a partir del desarrollo de las habilidades innatas del propio

joven: su curiosidad y su emoción, como sensaciones altamente estimulantes (Clark y otros. 1.997. p. 42 y 43)

Todo ello estaría acorde –además-- con los tres principios cósmicos básicos que dominan los procesos dinámicos de la materia --donde lo

que se nota son los procesos y no el comportamiento individual de los componentes (Morin y otros. 2.002. p. 58)--, de interdependencia;

atracción y movimiento, donde:

1. Interdependencia: que es el poder espiritual conforme al cual el universo tiene sentido: energía y

materia son lo mismo, o sea a nivel humano mente y cuerpo también lo son, por lo el hombre y su

entorno también resultan ser uno mismo;

2. Atracción: es la fuerza creadora de la relación que vincula al universo y lo mantiene cohesionado, y

a través del juego se pretende que se dé esa cohesión del individuo con su colectividad a través de

las conexiones que el propio juego crea, asemejando la vida misma; y,

3. Movimiento: que establece el equilibrio dinámico del universo y que incorpora la realidad, y el

juego es vida, movimiento y dinamismo constante del jugador a partir de la pelota que significa la

energía de la vida misma del juego (tomado de Clark y otros. 1.997. p. 148, 149 y 156)

Aun así, también el juego dará al aprendiente un estímulo más: si bien es cierto desarrolla su

integración social, también le dará el entendimiento y el valor del auto conocimiento de sus capacidades físicas, psicológicas, de aprendizaje,

etc., esto es, desde la concepción dialógica (Morin y otros. 2.002. p. 41) forjará en el aprendiente los valores propios de su humanidad

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(¿hominidad?) --tal y como se desarrollará con posterioridad--, requisito indispensable de su adaptación

social y desenvolvimiento espiritual, lo que no está sucediendo en la actualidad con la implementación de la

educación mecanicista y separatista a la que hemos venido haciendo referencia.

En todo caso, el juego –como método de aprendizaje--, tiene la ventaja de no ser pétreo y de

reinventarse cada día (Morin y otros. 2.002. p. 31 y 32), como

puede reinventarse y evolucionar el jugador que entrena a fin de

que su estrategia individual o colectiva brinde resultados positivos

o genere nuevas estrategias (porque la estrategia necesita de

control, vigilancia, competencia, iniciativa, decisión y reflexión). El

método aprende, como aprende todo aquel que se emociona por

el juego y que lo vive y lo disfruta: el juego, como el método,

evoluciona en el aprendizaje, porque el juego es dinamismo y el

dinamismo nunca puede ser entrópico.

Y es que es obvio que “…cuando la clase es aburrida, y lo es casi

siempre, lo único que se aprende es a aburrirse. Cuando la única

obligación del alumno es obedecer se aprende de forma inevitable a no buscar el por qué se hace lo que se

hace” (Gutiérrez. 1.976. p 46). Por ello, demos nuevas formas al aprendizaje utilizando métodos que

emocionen y que exploten los verdaderos significantes del aprendiente.

Bajo ningún supuesto se deberá entender la espiritualidad como la reverencia a algún tipo de deidad mitológica, tenga el nombre que tenga. La espiritualidad siempre será la paz y la serenidad interior del humano y su obrar acorde a dicha

paz.

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Tercera Entrada: La condición humana.

Apenas insinuamos con anterioridad (Supra. p. 5) que el ser humano –en su hominidad-- es una

mezcla siempre constante de su biología, de su cultura, de su espiritualidad, de su naturaleza, de su

entorno... En otras palabras, el ser humano es un ser complejo que no

puede desarrollarse como tal únicamente en un solo sentido (sea cual

sea ese sentido), sino que para alcanzar su plenitud debe buscar su libre

y total expresión (o al menos intentarlo) en cada uno de los conceptos

que lo forman y en cada uno de los campos que lo complementan

(Morin. 1.999. p. 29).

Así mismo, hemos venido insistiendo que nuestro sistema

educativo –como expresión intrínseca de nuestro sistema socio –

político – cultural--, no solo responde a criterios separatistas y

reduccionistas que inhiben la complejidad humana y promueve el

desarrollo de una única expresión del ser –cuando más-- (Clark y otros.

1.999. p. 145), o bien piensan en él como una suerte de deidad de

comportamiento mecánico, incapaz de cometer algún error porque su robotización se lo impide. Como

conclusión, se embrutece y se enloquece al humano llevándolo a niveles intolerables de esquizofrenia social,

apartándolo de las relaciones de interdependencia que rigen al humano como parte de un todo mayor.

(Clark y otros. 1.997. p. 27)

Hacia esa robotización esquizofrénica hemos tendido al inculcar el aprendizaje memorístico del

“La complejidad humana no se comprendería separada de estos elementos que la constituyen: todo desarrollo conjunto de las autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y del sentido de pertenencia con la especie humana (Morin. 1.999. p. 26 y 27)”

Pensamos que con base en criterios economicistas de consumo, se inhibe el desarrollo del ser humano en su plenitud, apegados a la fórmula “divide y vencerás”: Un ser humano dividido en su complejidad, es de más fácil y mejor dominación política, social y económica.

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aprendiente, como si del almacenaje de información en un disco duro de computadora se tratara y ahora necesitamos desechar ese paradigma

(Clark y otros. 1.999. p. 157), para tratar de salvar a nuestra especie. Para romper con lo anterior y comenzar realmente a aprender, debemos

dejar de remendar las pelotas de nuestro juego y hacer hasta lo imposible por procurarnos unas nuevas, que nos permitan ir conociendo y

conociéndonos en nuestra grandiosidad: somos humanos complejos y como tales debemos aprender y tener conciencia del pensamiento y la

experiencia total de la humanidad (Clark y otros. 1.999. p. 37 y 38). Concomitantemente debe darse un cambio a

nivel institucional, a partir de la creación de “…relaciones espontáneas entre todos los que integran la estructura

escolar…” (Gutiérrez. 1.976. p. 74) integrando todas las materias con el propósito de obtener un conocimiento

global del aprendiente.

En ese sentido, el juego nos ofrece la posibilidad –a través de lo que podríamos llamar un eros lúdico

(Morin y otros. 2.002. p. 122)-- no sólo de adquirir ese conocimiento de la complejidad y la multiplicidad humana

(Morin. 1.999. p. 28), sino que también nos dará la posibilidad de expresar esa complejidad (porque somos

también homo ludens), adquiriendo nuevos conceptos de la complejidad de la totalidad (Morin y otros. 2.002. p.

71) y de la interacción que con ella vayamos forjando (Teoría de los Sistemas Vivientes. Clark y otros. 1.999. p. 74), porque “...las actividades

lúdicas, de fiesta, de rito no son simples esparcimientos para volver luego a la vida práctica o al trabajo; las creencias en los dioses o en las ideas

no pueden reducirse a ilusiones o supersticiones: éstas tienen raíces que se sumergen en las profundidades antropológicas, se refieren al ser

humano en su naturaleza misma” (Morin. 1.999. p. 29) Recordemos que la educación no tiene como único objetivo la formación de un

profesional: “…incluirá la formación humana; enseñar a los seres humanos a vivir juntos en el mismo planeta a través de la cooperación y la paz.”

(Clark y otros. 1.997. p. 199).

Con ello, el juego también nos forjará en la responsabilidad de hacernos cargo de nosotros mismos como humanos, porque si bien es

cierto formamos parte de un equipo, el equipo logrará su óptimo desempeño a partir del desempeño óptimo de sus partes (sus propios

jugadores, conforme al principio de autonomía/dependencia de Morin y otros. 2.002. p. 41), lo que implicará la propia responsabilidad del

jugador de su preparación física y mental para el juego, como debe estar el sujeto aprendiente preparado para el aprendizaje y las decisiones y

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elecciones que implique su propia vida. (Clark y otros. 1.997. p. 98), lo que se fomentará desde la niñez a través de la interrelación que se vaya

creando entre el menor y su entorno (Clark y otros. 1.999. p. 193) a través de la práctica lúdica.

Ante todo, el juego nos dará la posibilidad de sentirnos humanos (unidos en lo diverso y diversos en nuestra unidad), o sea homínidos

con capacidad de emoción y de aprender de la emoción (somos seres básicamente emocionales y emocionantes), lo que nos situará en un nivel

de seres biológicos que vibramos a nivel atómico gracias a nuestra sinfonía de sentimientos. En esa dirección, el humano entenderá también –

gracias al juego-- que es un ser cósmico cuya vida no es inmóvil o estable, sino que –por el contrario--, adquiriremos la idea de un “…universo

que nace en la irradiación, en el devenir disperso donde actúan de manera complementaria, competente y antagónica: orden, desorden y

organización.” (Morin. 1.999. p. 23) y en donde conforme al efecto mariposa de la Teoría del

Caos “…si todo está conectado, todo individuo representa una diferencia debido a que todo lo

que uno hace afecta todo lo demás.” (Clark y otros. 1.997. p. 96)

Por otro lado –tal y como lo expresamos con anterioridad--, el juego nos enseñará que

tenemos una posición en el mundo y a la vez que somos solo una parte de él (Morin. 1.999. p. 22),

porque si bien es cierto formamos parte de un equipo (sea cual sea la posición o el rol que des-

empeñemos), ese equipo se compone de individualidades (jugadores), por lo que siempre

conservaremos nuestra dualidad individuo – colec- tividad (Clark y otros. 1.997. p. 77), que se

manifestará de forma holográfica, tanto en nosotros como en nuestro conjunto (Morin. 1.999. p. 24)

ya que como somos seres sociales nunca dejaremos de representar dicha dualidad de la misma manera

que la colectividad lo hará con nosotros, como si de un orden implicado se tratara (Clark y otros. 1.997. p. 19).

Eso –al parecer--, fue lo que experimentaron las muchachas de nuestra historia de inicio: más allá de la competencia misma --gracias al

juego de pelota-- cada una de las participantes y de quienes ese día fueron espectadores, vivieron una muestra de solidaridad y de identificación

humana (Morin y otros. 2.002. p. 107) que las hizo comprender –por encima del anhelo por la victoria--, su rol en la sociedad y lo que en ese

momento era realmente importante: alguien de su especie necesitaba ayuda. Esa muestra de cooperación, esfuerzo, valentía y espiritualidad

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17

deportiva, nos debe enseñar que aun tenemos la capacidad de comprender que somos seres individuales básicamente sociales y que por ello

nos debemos protección los unos a los otros (Morin. 1.999. p. 27), y que con obras como esa consolidamos la “…tendencia (humana) a

desarrollar todas sus potencialidades y a desarrollarlas de tal manera que favorezcan su conservación y su enriquecimiento.” (Gutiérrez. 1.976. p.

80).

El juego—por último-- también nos pone de frente ante una realidad mayor: la espiritualidad humana, como fundamento de su plenitud,

porque “…es la base no mental y no intelectual de la vida: la percepción de la verdad” (Clark y otros. 1.999. p. 35). Quien vive el juego tiene el

mismo sentimiento espiritual del músico que interpreta una melodía o del bailarín que

participa en una danza. El jugador que aprende a disfrutar del juego, se vuelve uno solo, pleno

e integrado con su entorno y con su medio, aprendiendo los significantes realmente

importantes para sí, pues “…la vida interna de una persona es la fuente de todo aprendizaje

genuino.” (Clark y otros. 1.999. p. 161). No hay sentimientos fragmentados ni fragmentarios

porque cada jugada, cada acción, cada oportunidad, se convierten en un eslabón más de una

cadena que –en realidad--, no tiene principio ni fin, porque esa cadena significa cada parte del

entorno… jugador incluido (Morin y otros. 2.002. p. 131). Es espiritual en el tanto el juego

apacigua el ánimo y enfoca al jugador en lo realmente importante: el juego mismo independientemente de la personalidad de cada jugador. Por

eso se exacerban los sentimientos de plenitud física, mental y emocional del jugador al participar de él, no importando el resultado porque al

final la competencia es una parte más del juego, que es lo realmente importante. Tengamos en cuenta, que “…todas nuestras ciencias, todas

nuestras artes, toda nuestra filosofía, de hecho, todo nuestro pensamiento (todos nuestros procesos cognitivos) ocurren dentro de los estados

mente – cuerpo…” (Clark y otros. 1.999. p. 169), por lo que si naturalmente podemos incentivar esos estados mente – cuerpo, a través de la

práctica sana del juego, fomentaremos el aprendizaje importante, libre de error y de ilusión (Ver Supra. p.p. 3 a 8).

La condición humana y su complejidad, a través del juego, nos mostrará entonces el camino hacia la importancia de la sincronicidad, o

sea “…el principio del universo que significa interconexión de todos los elementos cósmicos por causalidad, grandes o pequeños, expresados en la

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siguiente frase: ´En el universo existen cuatro grandezas: El hombre es solo una de ellas. E hombre está en

comunión con la Tierra. La Tierra está en comunión con el

cielo. El cielo está en comunión con el Tao. El Tao está en

comunión con cada uno de ellos.” (Clark y otros. 1.997. p.

22).

Cuarta Entrada: La identidad terrenal.

“La vida es solariana: todos sus constituyentes

han sido forjados en un sol y reunidos en un planeta

esputado por el sol; ésta es la transformación de un

destello fotónico resultante de los resplandecientes

torbellinos solares” (Morin. 1.999. p.23). Conforme a lo

anterior, no hay vida que no haya sido producida por un sol (hasta el momento lo que sabemos es que es

nuestro sol); lo que nos da a todos los seres vivientes (conocidos o no) una sola identidad terrenal y cósmica

(Clark y otros. 1.997. p. 150).

Sin embargo, a lo largo de la historia, el hombre (como resultado de una actitud expansionista e

imperialista, basada en una sociedad patriarcal a la cual la educación formal corresponde) ha procurado la

separación indebida de las personas en naciones y nacionalidades, creando diferencias indebidas por y para

las culturas, y disminuyendo con ello a quienes deberían ser sus iguales: el resto de la humanidad.

Conforme ha sido analizado ya en este doctorado, las sociedades matriarcales lejos de buscar la expansión como modo de vida, buscaron las relaciones integradoras con otras regiones, sin que con ello se pretendieran doblegar a sus pares.

Partido Korea – Venezuela. Campeonato

Mundial Femenino de Softball – 2.010

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Lejos de ser sólo beneficiosa, la mundialización alcanzada a través del desarrollo tecnológico de los

medios de transporte (Morin y otros. 2.002. p. 87 a 100) y de la información (Morin. 1.999. p. 31), han

inculcado mayores y peores sentimientos separatistas en el individuo, quien –por muy extraño que parezca--,

se atrinchera en la seguridad de su localismo y desecha la idea de una planetarización como filosofía de vida

(Morin y otros. 2002. P. 136) forzando a la tecnología a desempeñar roles para los cuales no fue creada.

Los nacionalismos chauvinistas se mezclan con los sentimientos xenofóbicos (en una estúpida

transgresión del no yo biológico) y la explotación indiscriminada de los recursos naturales mundiales

(incluido el propio hombre) provocan guerras, especulaciones y conductas agiotistas que terminan por

torturar directa e indirectamente a los más pobres, quienes se convierten únicamente en espectadores de su

propia destrucción, porque se les niega la participación activa dentro de los procesos económicos mundiales

(como si se les negara jugar el juego que ellos mismos aun así juegan), lo que implica que “…el desarrollo

mismo ha creado más problemas de los que ha resuelto y ha conducido a la crisis profunda de civilización que

afecta a las sociedades prósperas de Occidente” (Morin. 1.999. p. 35). Así, la hipótesis Gaia (Clark y otros.

1.997. p. 16 y 152) nos pasa de frente sin que nos fijemos en ella (¿o es que la estamos ignorando a

propósito?) pues estamos absortos en lograr nuestros objetivos individuales, independientemente lo que

cueste eso a nosotros mismos o a los demás.

Es evidente que si pensamos en términos de supervivencia de la especie, necesitamos variar las

concepciones tradicionales de localía y comenzar a pensar en términos de mundialización. “El mundo se

vuelve cada vez más un todo” (Morin. 1.999. p. 33) y el humano debe estar preparado para ello. Parte de esa

preparación justamente se da en el conocimiento y entendimiento de lenguajes universales (Gutiérrez.

1.976. p. 89 y 92) y en ese sentido el juego nos ofrece una posibilidad de buscar esa universalidad del

entendimiento sin necesidad de las palabras, pues para comprenderlo y disfrutarlo no hace falta entender un

Francisco Gutiérrez, reivindica al lenguaje verbal como la expresión que realiza al ser humano (Gutiérrez. 1.976. p. 99) Nosotros no creemos que la verbalidad implique necesariamente realización del ser o su universalización.

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idioma, sino el juego mismo. Esa justamente, es la apertura mental que se requiere para acceder a la

identidad planetaria.

Claro, podremos preguntarnos: ¿para qué nos serviría la práctica de un juego en nuestras

pretensiones de planetarización de la humanidad? Las respuestas resultan tan múltiples como obvias: desde

una concepción absolutamente romántica en cuanto al acercamiento de los pueblos, como desde un punto

de vista absolutamente economicista, a través de los movimientos comerciales que producen las finales de los

campeonatos mundiales –por ejemplo-- de fútbol.

A nivel educativo, la práctica de un deporte nos puede traer beneficios tan variados como las

respuestas anteriores: Por ejemplo, a nivel de concepción global de nosotros como individualidad,

ampliaríamos nuestra conciencia como partes de una totalidad mayor a nuestra propia comunidad llamada

tierra (y sobre la cual debe darse una educación ambiental, según Clark y otros. 1.997. p. 18), pues el hecho

de saber y conocer que en otros lugares también se practica el mismo

deporte que nosotros solemos practicar, nos dará un sentido de inclusión

y de pertenencia (psicología global) con esa totalidad que a su vez será

mundial (Clark y otros. 1.999. p. 79).

El sentimiento de integración al que venimos haciendo referencia

(primera ley de la ecología y principio sistémico u organizacional de

Morin y otros. 2.002. p. 37), justamente puede lograrse al existir un

lenguaje común (juego) y una comunidad de aprendizaje (Clark y otros.

1.997. p. 21) que hace que en cada uno de los aprendientes – jugadores, --

independientemente de su nacionalidad-- se dé “…la información del todo del cual hace parte (porque),

también, ahora, cada individuo recibe o consume las informaciones y las substancias provenientes de todo el

Desde 1.965 y 1.966, se juegan campeonatos mundiales amateurs de softball femenino y masculino, respectivamente. Desde hace 6 años aproximadamente, se organizó el primer campeonato mundial profesional de baseball por la Major League Baseball, con participación de países tan variados como Australia, Italia, China y por supuesto de América. A la fecha se han organizado dos campeonatos mundiales profesionales, ambos ganados por Japón y con cada vez más participación del aficionado y mayor mundialización del evento.

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universo” (Morin. 1.999. p.33) y al universo al que estamos haciendo referencia es al juego que ya no solo se vive en la cancha, sino que se vive

en cualquier lugar físico o no del mundo, a través de las distintas tecnologías existentes.

Por otro lado, la práctica de un juego promoverá –como se ha dicho con anterioridad--, la expresión del jugador y la emoción de éste

para la actividad que desempeña, lo que significa “…la búsqueda de una vida poética dedicada al amor, a la admiración, la pasión y el festejo…”

(Morin. 1.999. p 37), donde el juego se vuelva relevante como actividad también de festejo, que promueva la sensibilidad del humano y su

desarrollo como persona y como ser planetario y nos haga alejarnos de la forma de vida de la humanidad sobre la naturaleza (Clark y otros.

1.997. p. 145), adquiriendo una profunda identidad ecológica para con ella (Morin y otros. 2.002. p. 112).

Es evidente que ello podría requerir al inicio, de la guía de aquellas personas que sirvan como facilitadores del aprendizaje del

aprendiente (entrenadores, maestros o como quiera llamárseles), pues hay que hacer tomar conciencia al joven de su deber planetario de estar

ahí (Clark y otros. 1.997. p. 29), o sea de“…aprender a vivir, a compartir, a comunicarse a comulgar, es aquello que aprendemos en y por las

culturas singulares…” (Morin. 1.999. p. 39), y como aun tenemos un fuerte nudo cultural local que nos ata y nos impide la totalidad de nuestra

expresión y comprensión, se necesitará de la guía que forme el adecuado camino hacia el objetivo de “…la

ampliación de las autonomías individuales a la vez que el crecimiento de las participaciones comunitarias,

desde las participaciones locales hasta las participaciones planetarias” (Morin y otros. 2.002. p. 128).

Es al final de cuentas, promover una educación con conciencia holista real (Clark y otros. 1.997. p.

20), pensada en términos de totalidad sin las barreras idiomáticas que resultan castrantes para el

pensamiento planetario, pues inicia con la apertura mental del aprendiente a nuevas formas de

comunicación, sin la necesidad del uso del lenguaje y más bien, basado en la emoción. ¿Habrían necesitado

de palabras las jugadoras de Washington para entender que su contrincante había conectado un

sorprendente batazo pero no podía completar su hazaña por estar lesionada? ¿Lo habrían comprendido si en vez de haber sido Washington

contra Oregón, hubiera sido Cuba contra Vietnam? Para eso el deporte no tiene palabras, pero si emociones que al final son humanas y la

humanidad es planetaria.

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Quinta Entrada: enfrentar las incertidumbres.

Hemos llegado a la quinta entrada de nuestro partido con una estrategia bien delineada de cómo

debemos superar una serie de obstáculos en el aprendizaje humano, a fin de lograr tener éxito con éste, de

cara a una nueva educación para el futuro de cada persona. Hemos logrado entender que se aprende lo

significante y que esas signi- ficancias tienen sentido

cuando son puestas en fun- cionamiento colectiva y

transdisciplinariamente y no indi- vidualmente. Hemos en-

tendido que las significancias las adquirimos a partir de la

emoción que sentimos al vivirlas, o sea no aprendemos nada

si lo que se nos transmite son lo que para otros son sig-

nificados. Hemos aprendido…

Estamos en ruta hacia una victoria segura y sin em-

bargo el partido no se acaba hasta que se acaba. Efecti-

vamente, en el juego –al igual que en la vida--, estamos

llenos de incertidumbres: de situaciones no planeadas,

no previstas o no esperadas que acontecen constantemen-

te y que son –justamente--, el motor que le da dinamismo a la realidad y que hacen que ésta no sea estable e

inmóvil, porque lo único estable e inmóvil que existe es la muerte.

A pesar de ser claro lo anterior, nuestra sociedad y nuestro sistema educativo siguen tratando de

inculcarnos (como si de una ilusión se tratara) que lo que realmente interesa es que el hombre --como ser

“It ain´t over till it´s over (It´s not over till it´s over)” fue la frase que inmortalizó Peter “Yogi” Berra (catcher de los Yankees y los Mets, ambos de Nueva York y miembro del Salón de la Fama del Baseball profesional de los Estados Unidos de América) para indicar que mientras el partido se esté jugando y no haya terminado, cualquier cosa puede pasar, por lo que no puede darse nada

por sentado.

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supremo de todo lo que es y existe--, debe controlar cada aspecto de la naturaleza y de la realidad (otros humanos incluidos), librando su

existencia individual y colectiva de cualquier tipo de incertidumbre que la pueda trastornar. Sin embargo, la incertidumbre es justamente eso:

imprevisibilidad (Morin. 1.999. p. 41) y como imprevisibles que son, no pueden ser contraladas ni manejadas.

De ahí el error craso de una educación mecánica formal y reduccionista como la que tenemos (legitimada además social y

culturalmente), que atribuye siempre un efecto a una causa anterior, cuando las leyes de la física cuántica (desde inicios del siglo anterior) ya

han roto ese paradigma de la física clásica. Así lo establece el Principio de la Incertidumbre de Prigogine y el Principio de Retroactividad, donde

“...las retroacciones positivas son la ruptura de la regulación del sistema y la ampliación de una determinada tendencia o desviación hacia una

nueva situación incierta. Situación que puede acabar con la misma organización del

sistema.”(Morin y otros. 2.002. p. 39 y 40).

Es en ese sentí- do y para combatir es falacia epistemológica --que se convierte en un

error del aprendizaje (ver Supra p. 3 a 7)--, es que se propone al juego como medio y método de

conocimiento de la per- sona para vivir y a enfrentar las incertidumbres (de acuerdo a la teoría de

la ecología de la acción, explicada por Morin. 1.999. p. 48), haciendo conciencia de que ellas

siempre estarán presen- tes en la vida (y en su juego) y que si bien nos resulta imposible preverlas,

no nos debe resultar in- tolerable vivir con ellas y adaptarnos --si no podemos mitigar sus

efectos—conforme al principio de Cambio – Adaptación, del Sistema Ecológico Planetario (Clark

y otros. 1.997. p. 27). En ese sentido, la educación formal debe volverse sinergética o sea “…con

capacidad para desa- rrollar ideas cuya substancia contenga tal fuerza que se abran camino en

el mundo por sí mismas (provocando) también situaciones estructurales que permiten el

crecimiento personal tanto del educador como del alumno” (Gutiérrez. 1.976. p. 63) Ello estaría acorde con “…una visión donde el universo sea el

juego y lo que está en juego de una dialógica (relación antagónica, competente y complementaria) entre el orden, el desorden y la organización.”

(Morin. 1.999. p. 44) cambiando el paradigma del progreso histórico cierto y constante, tal y como lo hemos vivido (Morin. 1.999. p. 41).

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En la historia con la que empezamos este trabajo, narramos como Sara Tucholsky --con dos

corredoras en base--, conecta un cuadrangular que impulsa 3 de las 4 carreras con que su equipo logra

vencer a su rival de turno y acceder a las finales. Eso no debería provocar mayor asombro hasta que

caemos en la cuenta que ella nunca había alcanzado cuatro esquinas con un solo batazo, ni siquiera en las

prácticas de bateo, lo que nos hace suponer que en contra de ella no existió una estrategia especial que

tratar de impedir un batazo impulsador de semejantes proporciones. Dicho de otra forma, el batazo de

Sara Tucholsky fue la ocurrencia de una incertidumbre para su

equipo rival (y suponemos también una muy grata para ella y su

conjunto).

Y es que en la práctica de una actividad lúdica (como el juego

de pelota que se propone), la incertidumbre siempre estará presente

y será vivida por todos y cada uno de los participantes - jugadores,

porque la gran mayoría de las acciones que se presenten no

necesariamente dependerán siempre de un solo sujeto: al contrario,

el juego –como actividad compleja--, envuelve a una serie de

participantes – cada uno con sus destrezas y habilidades (Clark y

otros. 1.997. p. 97)--, que se enfrentan regladamente entre sí, y que

pretenden –con sus destrezas y habilidades--, vencer al otro en justa

lid (Teoría de los Juegos de Von Neumann, citada por Morin. 1.999. p. 46). Pensemos en el bateador que

se ve sorprendido por un envío veloz de la bola por parte del lanzador cuando esperaba un lanzamiento en

curva, o bien, el bateador zurdo que conecta siempre sus batazos hacia su banda y esta vez lo hizo hacia la

contraria, sorprendiendo a la defensiva de su rival que estaba jugando con él para una doble jugada y así

El lanzador o pitcher, generalmente posee como repertorio una serie variada de lanzamientos que dependerán del efecto o no que con su mano ponga a la pelota. Así, habrá rectas, curvas, cambios de velocidad, lanzamiento de nudillos, etc. La variedad de esos lanzamientos y sus combinaciones, provocan incertidumbre en el bateador, quien deberá estar preparado para conectar cualquiera de ellos en menos de un segundo, que es el tiempo que dura en llegar la bola a su alcance.

Por lo general, el bateador derecho bateara hacia el jardín izquierdo y el bateador zurdo lo hará hacia el derecho: esas son las bandas naturales. Eso provoca que la defensiva de un equipo se mueva conforme al bateador que vaya a batear. Con algunos bateadores (generalmente zurdos) las posiciones defensivas se debe de correr tanto, como para que cada jugador termine desempeñándose en una posición defensiva diferente a la previamente asignada.

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finalizar la entrada.

Ante la ocurrencia de este tipo de situaciones, es evidente que la estrategia defensiva del juego nos ha

fallado (porque la estrategia siempre se plantea conforme al contexto donde nos hallemos, conforme a Morin.

1.999. p. 48), pero como mencionamos con anterioridad (ver Supra. p. 10) gracias a la inteligencia no

condicionada del jugador (en un chispazo de brillantez lúdica) o por la comprensión de la totalidad y la

complejidad del juego (por el entendimiento de sus reglas, de sus técnicas y de sus estrategias), cada jugador

–con base en criterios de auto organización colectiva--, deberá tratar de resolver la incertidumbre acaecida a

fin de que cause el menor desorden en su sistema y o bien sus efectos sean disminuidos (Morin. 1.999. p. 45).

Así podrán ser contrarrestados en la siguiente ofensiva del equipo.

Es claro que el juego y la práctica que con él se desarrolla, preparará al aprendiente para resolver –o

para adecuarse--, a las incertidumbres que constantemente se le plantearán en su diario vivir y es claro

también que el juego le enseñará a diseñar todas aquellas estrategias que sirvan para contrarrestar la

incertidumbre o adecuarse a ella (Morin. 1.999. p. 48) conforme al contexto vivencial en el que el aprendiente

se encuentre ubicado (Clark y otros. 1.997. p. 195).

Ese aprendizaje se realizará de una manera emocionante y no estoica, como la totalidad de las

religiones proponen (Clark y otros. 1.997. p. 39). “Hay que aprender a enfrentar las incertidumbres puesto que

vivimos una época cambiante donde los valores son ambivalentes, donde todo está ligado…” (Morin. 1.999. p.

44). Tratar de preverlas o combatirlas resulta imposible, por lo que debemos pretender tener la claridad

mental y la experiencia para obtener el mejor resultado posible en la incertidumbre (Morin. 1.999. p. 49).

El paradigma emergente propone aprender a vivir en el caos, esto es evitar tener una conducta de control sobre todo y por el contrario, vivir en el dinamismo propio que la vida propone.

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Sexta Entrada: enseñar la comprensión.

Vivimos en la falacia (error e ilusión al mismo tiempo) de que en la era de la tecnología, el

conocimiento y la información, tenemos mayor y mejor grado de comprensión del mundo y sus habitantes.

En la época de las redes sociales, compartimos nuestras vidas

con otros a través de la pantalla de un computador y aun así

aseguramos –con toda autoridad--, que entendemos y

queremos a los demás, cuando ni siquiera los conocemos; en

realidad ni nos interesan, ni nos imaginamos como huelen.

Con la tecnología hemos logrado acortar distancias,

pero en nuestras mentes cada vez nos volvemos más

separatistas con nosotros mismos: el resto de homínidos que

componen la humanidad. Somos racistas, xenofóbicos,

machistas o feministas (y no humanistas). Tratamos de

degradar a nuestro vecino y cada vez tenemos menos amigos.

Nuestras sociedades promueven cíclicamente los disvalores del individualismo, el egoísmo y la

egocentría y nuestras escuelas fomentan –a través de métodos de evaluación y de participación

absolutamente anacrónicos--, la competencia mal sana y hasta el canibalismo estudiantil, donde unos

descuartizan a los otros (y el sistema se los come a todos), a fin de lograr alguna posición de beneficio que

nos depare en un triunfo (¿?) individual, egoísta y egocentrista.

En realidad nos olvidamos de comprendernos a nosotros mismos o a los demás. Con la era

El baseball en los Estados Unidos de América siempre ha sido el entretenimiento por excelencia. Con la entrada de aquel país a la Segunda Guerra Mundial, los torneos profesionales tuvieron que suspenderse, lo que trajo serios problemas económicos a la liga de aquel entonces. Para solucionar dicha adversidad se creó la liga femenina de baseball. Las muchachas demostraron que podían jugar muy bien al deporte y que no eran menos jugadoras con los hombres.

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mecanicista – cartesiana, creemos que comprendemos el mundo porque entendemos cómo funcionan sus partes separadas, pero no nos damos

cuenta que “…comprender significa intelectualmente aprehender en conjunto, com-prehendere, asir en conjunto (el texto y su contexto, las

partes y el todo, lo múltiple y lo individual)” (Morin. 1.999. p. 50).

Una posible forma de abrirnos a la comprensión (y de adecuarnos a los fines de la educación, conforme a Gutiérrez.

1.976. p. 68) nos la puede dar el juego, pues hemos venido insistiendo desde muy atrás, que para jugar hay que entender la

complejidad, o sea el todo y sus partes unidas de forma absoluta e indisoluble, de forma tal que la unidad se vuelva en

multiplicidad y viceversa (Clark y otros. 1.997. p. 76).

Insistimos en que para poder jugar el juego de pelota, se nos hace necesario –aparte de entender el juego mismo--,

saber cómo jugarlo, lo que necesariamente implica no sólo conocer la técnica correspondiente para realizar cada

movimiento, sino también el diálogo (Clark y otros. 1.997. p. 124) y la comprensión del rol de cada una de las partes –

jugadores y cómo encaja dicho rol en el sistema total o lo que se establece en el Principio de Asociación del Sistema Ecológico

planetario (Clark y otros. 1.997. p. 28). Eso también nos hará entender la diversidad, porque los roles que se asignen

dependerán de las habilidades propias de cada quien, siendo que –incluso--, el que en apariencia no tenga

ninguna habilidad podrá desempeñar otros roles más. ¿Será acaso el que no juega un mejor estratega?

¿Entendemos una actitud mecanicista en esto? Bajo ningún concepto. El que comprendamos que aquel

que es más veloz pueda ser un mejor primer bateador que aquel que es más fuerte, no tiene un sentido más allá

que el de la estrategia diseñada a favor del conjunto. Dicho de otra forma, el sistema (equipo) necesita de la

diversidad de sus miembros (jugadores) para su correcto funcionar, y no del egocentrismo de sus partes que

buscan el beneficio propio y no el de la colectividad (Morin. 1.999. p. 52)

Además, el pensar en términos de la comprensión humana nos elimina una serie de fantasmas mentales

(errores) que entorpecen nuestra vida colectiva: tendemos a pensar de los demás en relación a sus incapacidades

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y no justamente de su potencialidad (Clark y otros. 1.997. p. 96). Para remediarlo, la comprensión humana

“…incluye necesariamente un proceso de empatía, de identificación y de proyección. Siempre intersubjetiva,

la compresión necesita apertura, simpatía, generosidad” (Morin. 1.999. p. 51)

La comprensión humana entonces nos llevaría a entender –bajo la más absoluta normalidad--, que

Sara Tucholsky y sus compañeras pudieran practicar un deporte (cualquiera que éste deporte sea) sin que

por ello deban ser tildadas con imágenes descalificadoras

y estereotipadas en cuanto a –por ejemplo--, su cultura, ética

o sexualidad (Morin. 1.999. p. 51). Igualmente, nos debe ha-

cer pensar de ellas, en términos de verdaderas deportistas,

con valores éticos y de integridad personal y colectiva enor-

mes y no necesariamente, simplemente como muje-

res… de manera despectiva. Eso jamás!

La comprensión humana también implica lo con-

trario: no por el hecho de que sean mujeres, entonces debemos pensar en ellas en definiciones de asombro

o incredulidad por practicar un deporte. Hacer semejante relación es entrar en desvalorizaciones y

descalificaciones de género estúpidas que acarrean igualmente incomprensión.

Ahora, si bien es cierto nos hemos valido de la historia de inicio para ejemplificar este apartado, no

por ello debemos quedarnos en la comprensión del humano en términos únicamente de género: podemos

y debemos ampliarlo a términos de cultura, raza, credo y preferencia sexual, entre otros (igualmente juegan

un juego y es el mismo nuestro), porque la humanidad está integrada por la diversidad de sus miembros

(física, cultural, intelectual, etc.), lo que nos hace ya no sólo ser homo sapiens sino –y fundamentalmente--,

“la descalificación por razones de orden moral evita cualquier esfuerzo de inteligencia del objeto descalificado de manera que un juicio moral traduce siempre un rechazo al análisis e incluso al pensamiento” (Rosset, citado por Morin. 1.999. p. 53)

Como dato al pie, en el campeonato de

softball masculino de El Salvador, se

encuentra inscrito un equipo en el que,

para pertenecer, hay que ser hombre

gay.

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homo complexus con valores ecológicos, igualmente complejos (Clark y otros. 1.997. p. 110).

Al final, se pretende que la comprensión que se logre a través del juego, sea una forma de bien

pensar que se desarrolle en las demás actividades del aprendiente (Clark y otros. 1.997, p. 17), entendido

éste como aquel “…que permite aprehender en conjunto el texto y el contexto, el ser y su entorno, lo local y

lo global, lo multidimensional, en resumen lo complejo, es decir las condiciones del comportamiento

humano” (Morin. 1.999. p. 54).

Sétima Entrada: ¿última entrada? la ética del género humano.

Hemos venido diciendo a lo largo de este ensayo (entre otros, ver Supra p. 24),

que nuestra sociedad promueve disvalores ético – morales que ensalzan en la persona el

facilismo, el individualismo y el egoísmo; que nos enseñan y nos promueven como

normales (a veces como deseables) antivalores de localía, xenofobia y racismo y que --

como si de una nueva inquisición cultural se tratara--, nos mandan a cruzadas de

exterminio humano y ecológico con tal de que sostengamos el crecimiento de algunos y el

empobrecimiento de todos, bajo la falsa ilusión de un desarrollo social – económico

progresivo, que alcanza a cada uno de nosotros.

Nos hemos vuelto sin saberlo ni cuestionarlo, marionetas del poder político y de

la burocracia creada para legitimarlo (tecnoburocracia, conforme a Morin. 1.999. p. 62).

En todo caso, ambos se han convertido en mantenedores vitalicios del poder de unos cuantos, porque “…lo

La imagen que se presenta es con fines absolutamente ilustrativos: más de 50 años en el poder únicamente han dado pie para que el hermano del ex gobernante ascienda al poder (manteniendo el statu quo en Cuba), aunque el pueblo se siga muriendo de hambre.

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que importa en todo sistema burocrático es ´cumplir´. En nuestro caso (en cuanto a la educación), cumplir con unos programas, unos horarios,

unos objetivos impuestos, y unos exámenes estereotipados” (Gutiérrez. 1.976. p. 55). Las otras realidades de la burocracia, no son muy

diferentes a la citada.

Nuestra cultura (toda completa) se ha vuelto antiética (¿anticultura?): para poder vivir en ella hemos tenido que sacrificar nuestra

hominidad, base fundamental de nuestra esencia humana y para dar una apariencia de cohesión, nos hemos refugiado en religiones y

moralismos que nos imponen condiciones y requisitos que atentan contra nuestra propia complejidad y que –aun así--, no fomentan para nada

nuestra condición triádica individuo ↔ sociedad ↔ especie (Morin. 1.999. p. 58). Al contrario: un pequeño error en el formulismo que esas

asociaciones antinaturales establecen (o la incertidumbre moral de un acto nuevo), produce irremediablemente el espanto colectivo y el

ostracismo del individuo, con su concomitante calificación (in) moral inmediata.

Si queremos un cambio en ese devenir histórico ↔ cultural ↔ anticultural, debemos apuntar a un cambio de vida no solo en nuestra

sociedad sino también –y fundamentalmente--, en sus individuos (ver Eti-biopedagogía der Aries 33), porque justamente la triada de la que

hablamos antes se produce, coproduce y reproduce holográficamente, manteniendo intacto el

sistema. El statu quo se perpetua en sí mismo a través de sus partes: una manifestación negativa del

orden implicado (ver Supra p. 15). Para que ese cambio se produzca y hagamos “…un hombre sujeto de

su historia, en relación dialógica con el mundo y en actitud de transformarlo por un proceso de

creatividad permanente” (Gutiérrez. 1.976. p. 94), apuntamos a dos ejes que posibiliten el

nacimiento de la conciencia responsable del aprendiente (Clark y otros. 1.997. p. 21): 1) un cambio en

la ética; y, 2) un cambio en el vehículo mediante el cual se transmite esa ética al aprendiente.

1. Cambio en la ética: Estamos acostumbrados a que la ética nos venga en formulismos

escritos en piedra. Inamovibles, inquebrantables e incuestionables por siglos,

independientemente de los avances sociales, científicos, artísticos y culturales. Santificarás

las fiestas (Mandamiento bíblico) pierde sentido –por ejemplo-- cuando para el adolescente cada fin de semana es motivo de fiesta, o

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para el universitario que celebra en una cantina fuera del campus su semana universitaria. Para

corregir dicho error Aries 33 ha venido formulando a lo largo del doctorado la tesis de la Eticaos o

sea, la ética evolutiva, dinámica, vivida y basada en los principios de la teoría del caos, que no tiene

por objetivo la represión moral del individuo sino su libre actuar y su libre expresión, bajo la auto

conciencia y los postulados holísticos (Clark y otros. 1.997.

p 22) –entre otros-- del amor, la cooperación, la

fraternidad, la igualdad, la ecología y el origen cósmico del

ser y de todo lo que lo rodea, como unidad individual

compleja e inter – dependiente (entre otros, Clark y otros.

1.976. p. 23); y,

2. Cambio en el vehículo mediante el cual se transmite la ética al aprendiente: La sociedad --para

poder vivir en ella-- ¿nos inculca ética o se nos inyectan comportamientos éticos intravenosos sin

consentimiento informado previo a modo de vacuna? Las clases de filosofía –impartidas

generalmente por maestros filósofos que entran en trance individual al oírse hablar y se convierten

igualmente en esclavos de la burocracia institucional (Gutiérrez. 1.976. p. 55)--, se vuelven aburridas,

incomprensibles y tediosas. Bailan en el mismo círculo del formulismo bíblico antiguo de los 11

mandamientos y no nos muestran nunca cuál es el verdadero origen del precepto ético impartido. La

ética se convierte en un estudio de pizarrón; en un meta valor incomprensible porque –se repite

nuevamente--, su concepto es pétreo y fundamentalmente, previamente digerido. Ya hemos dicho

hasta la saciedad, que la persona aprende significantes y para aprehenderlos necesita de la praxis. La

praxis podrá adquirirse en la vida diaria (en una sociedad cargada de antivalores que malea al ser) o

bien en el juego (ética deportiva basada en el concepto de fair play) para que sea interiorizada por el

aprendiente y luego se lleve a su praxis y exteriorización social. En síntesis, se propone el eticaos

En la última cena, Jesús se volvió a sus discípulos y dijo: “un mandamiento más os dejo: amaos los unos a los otros como yo os he amado.”

El aprehendizaje se dará aprendiendo, entendiendo, interiorizando y actuando.

Fair Play o juego limpio, propone el

accionar del jugador, basado en

normas escritas y no escritas de

comportamiento debido, justicia y

equidad deportiva, tanto para el juego

mismo, como para el contrincante, el

aficionado y los demás involucrados.

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deportivo como método para el aprendizaje (Morin y otros. 2.002. p. 18)

A través del juego, el aprendiente no sólo adquirirá conocimientos sobre juego limpio y competencia sana: se pretende –como se ha

venido diciendo--, que adquiera valores (al final de cuentas, éticos) de unidad, conjunto y complejidad (Clark y otros. 1.997. p. 158), que lo lleve

a desarrollar una ética del ser humano, “…es decir, una antropo-ética (que) debe considerarse como una ética del bucle de los tres términos

individuo ↔ sociedad ↔ especie, de donde surgen nuestra conciencia y nuestro espíritu propiamente humano” (Morin. 1.999. p. 98), porque al

formar parte de un conjunto, deberá también representar a dicho conjunto (nuevamente, teoría de los hologramas), lo que hará que en él

concurran los principios de retro – alimentación y recursividad y retro - actividad, que forman parte de

la complejidad del individuo y de la sociedad (Morin y otros. 2.002. p. 34).

Esos valores de unidad y conjunto, implicaran también el desarrollo de sentimientos de cooperación,

trabajo conjunto y entendimiento de la transdisciplinariedad, dando con ello paso a la igualdad y a la

comprensión de la especie humana (Morin. 1.999. p. 63), como sustento esencial de la colectividad y

desarrollo del sentimiento humano del aprendiente – jugador, libre de errores como la separación de

géneros, la xenofobia, el racismo, la homofobia, y una larga lista de etcéteras más. Por supuesto, la

misma dialógica interactiva del juego (ganar o perder) implicará la adquisición de la tolerancia de la

persona (como valor fundamental del juego), lo que provocará el respeto a la diversidad de criterios y de opiniones necesarias para el

dinamismo social (Morin y otros. 2.002. p. 70).

Por último y como consecuencia de lo anterior, el jugador que adopte estos principios como modo de vivir su vida, representará

socialmente esos valores éticos en su comunidad (porque adquirirá la conciencia de ser individuo social, de una especie igualmente social) lo que

implicará –necesariamente--, una transformación política de su entorno (cultural, social, política, económica, etc.), que fomente los valores

democráticos, cívicos y participativos de la comunidad (Morin. 1.999. p. 62 y Clark y otros. 1.997. p. 159) y que respondan luego a triadas

mayores de la humanidad: persona ↔ nación ↔ planeta, como seres planetarios y cósmicos que somos (Morin. 1.999. p. 63).

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Cuando un jugador está en el campo no está representando su vida: está viviéndola. Si el juego es la

vida de cada uno ¿lo importante no sería obtener el éxito en el juego, como lo hacemos en la vida? Para

Mallory Holtman y Liz Wallas aquella tarde de 2.008, el juego contra Oregón era como la vida misma de cada

una, porque si se perdía no había posibilidad de seguir compitiendo en el campeonato. Pese a ello y a que sus

vidas se acababan, cargaron en brazos a Sara Tucholsky para que ella recorriera el diamante y realizara la

hazaña que nunca antes había podido hacer. Semejante actitud ética nos hace preguntarnos: ¿Se acabó la

vida de ellas o le dieron vida al juego, que era lo que realmente importaba?

A manera de extra inning.

Con todo lo que hasta ahora hemos hecho y aun no podemos ganar el encuentro: nos ha hecho falta

explicar algo realmente importante en toda esta cuestión. El espectador que vea este partido podrá

erróneamente entender, que éste ha sido dado como una receta de cocina de 7 pasos y que luego de un rato

de cocción podrá obtener una victoria en contra del aprendizaje actual. Esa idea constituiría un error de

pensamiento y una ilusión de aprendizaje que nos haría volver atrás en todo este camino recorrido.

Para realmente tener éxito (o al menos intentar alcanzarlo) con esta propuesta, tenemos que pensar

en este juego como en términos de complejidad, esto es, existe una retro – alimentación, retro – producción

y retro – configuración de cada una de las entradas (saberes) en sí mismas y con las demás, de forma tal que

la primera puede ser la última y la quinta puede ser la segunda, o bien, para entender mejor las cosas, tercera

y sexta deben verse como una sola.

Un partido de baseball se juega a 9 entradas. Un partido de softball se juega a 7. Sin embargo, bajo ningún supuesto el juego puede terminar empatado, por lo que si al final del plazo normal así resulta, deberán jugarse tantas entradas extras o extra innings como sea necesario para desempatarlo y que algún equipo resulte con la victoria.

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Para finalizar –y no menos importante es--, tampoco debe entenderse que las jugadas expuestas en cada entrada (o las mismas

entradas) son las únicas posibles de realizar o de jugar. Eso le restaría el carácter evolutivo al aprendizaje y le inhibiría la incertidumbre a la vida:

sería la consumación de la entropía.

Por eso el aprendizaje (como la vida y el juego) se juegan con una bola redonda, que viene en una caja cuadrada y se practica en un

diamante.

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Cuerpo Técnico (bibliografía): 2

Entrenador: Morin, Edgar (1.999) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Medellín. Colombia. Unesco.

Coach de Primera Base: Gutiérrez, Francisco (1.976) Pedagogía de la comunicación. San José. Costa Rica. Editorial Costa Rica.

Coach de Tercera Base: Clark, Eduard T. y otros (1.997) El destino indivisible de la educación. México. Editorial Pax México, S.A.

Coach de Bateo: Morin, Edgar y otros (2.002) Educar en la era planetaria. Barcelona. España. Editorial Gedisa, S.A.

Coach de Picheo: Briggs, John y otro (1999). Las siete leyes del Caos. Las ventajas de una vida caótica. Barcelona. España. Grijalbo Mondadori, S.A.

2 Por una cuestión de estilo, en esta bibliografía se obvia el orden alfabético de los autores.