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Identidad con banda sonora Más allá de la autonomia La música en valenciano amplía su público y vuelve a ser un catalizador de los jóvenes Páginas 10 y 11 La solución federal El debate sobre el modelo de Estado es un reto y una oportunidad para los valencianos Páginas 2 y 3 jesús císcar 9 d'Octubre 9 d'Octubre Comunidad Valenciana | MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

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16 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 Identidadcon bandasonora

Más alláde laautonomia

La música en valencianoamplía su público yvuelve a ser uncatalizador de los jóvenes

Páginas 10 y 11

La solución federal

El debate sobre elmodelo de Estado es unreto y una oportunidadpara los valencianos

Páginas 2 y 3

jesús císcar

9 d'Octubre9 d'Octubre Comunidad Valenciana| MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

Page 2: 9 d'Octubre - federal.cat / federalista.info · La solución federal ... En la guerra civil, la sublevación anarquista de mayo del 37 fue un último efecto de la disocia- ... El

los recursos financieros. A una autonomíade gasto por parte de las comunidadesautónomas (CC. AA.) debería correspon-der una autonomía de los ingresos provis-tos mediante los impuestos pagados porlos ciudadanos en cada territorio autonó-mico. Todo ello acrecentaría la rendiciónde cuentas en la gobernanza multinivel, ypermitiría a los votantes enjuiciar mejorlas actuaciones públicas por su propio mé-rito y su ámbito territorial de actuación.Se explicitaría, de igual modo, las transfe-rencias entre comunidades ricas y pobresen base a las balanzas fiscales entre lasCC. AA. y los niveles de gobierno, circuns-tancia que mostraría los diversos gradosde solidaridad interterritorial y elimina-ría secretismos y pábulos varios. Además,se reforzaría la naturaleza competitivadel modelo autonómico de federalismoconcurrente y, por ende, se estimularía la

eficiencia en la gestión delos recursos públicos.

El futuro es indetermi-nado y múltiple. Empero,tres escenarios de futurosprobables, posibles y de-seables pueden teorizarsede manera entrelazada:recentralización, rotura yfederalización. Si respectoal primero ya se eviden-cian algunos de sus efec-tos en razón a la crisis de-satada por el crack econó-mico de 2007, los segun-dos no se han hecho espe-rar con la agitación inde-pendentista en el Principa-do. El tercero, calificadocomo “deseable” en base ala vieja idealización kantia-na, es aquel en el que auna mayor capacidad deautogobierno por aquellasComunidades Autónomasque lo desean, se corres-ponda una mayorfederalización de la yaexistente.

En verdad, España for-ma ya parte de la catego-ría de sistemas federalescomo federación emboza-da, la cual deja entreverun desarrollo institucio-nal de acuerdo con un tipode federalismo devolucio-

nista (top-down). Su evolución desde elpacto constitucional de 1978 ha respondi-do a un criterio de mantenerse unido (hol-ding together) y no de juntarse (comingtogether). Del empeño por optimizar lafederalización de la España autonómicadepende la reedición del órdago entre se-paradores y separatistas.

Luis Moreno es profesor de investigación delCSIC (Consejo Superior de Investigaciones Cien-tífica) en el Instituto de Políticas y Bienes Públi-cos (IPP-CCHS).

[email protected]

En contra de lo que sostienen mu-chos nacionalistas, las nacionesno son entes que cabalgan sobrela historia, exhibiendo un conjun-

to de rasgos objetivos que las acompañandesde el fondo de los tiempos. Para losabertzales, desde el Paleolítico; para loscatalanistas, como mínimo desde Guifrèel Pilòs, dando así vida a los “mil años deCatalunya” que aun hoy evoca Mas.

Una interpretación más razonable,consistente en ver las naciones como pro-ductos de procesos históricos, donde porsupuesto cuentan los factores diferencia-les, resulta de valorar las respectivas situa-ciones del País Vasco y de Catalunya. Vas-cos y catalanes hay en ambas vertientesde los Pirineos, y sin embargo la concien-cia política nacionalista de los vascos ycatalanes se encuentra en los territorioshoy encuadrados en el Estado español, yno en los franceses. Lo explicó involunta-riamente Peter Sahlins en su estudio so-bre las identidades en la Cerdanya, comar-ca fascinante para el tema donde las haya,por efecto de su partición entre Francia yEspaña desde la Paz de los Pirineos. Na-rra el episodio de un intelectual catalanis-ta, Cases Carbò, quien hacia 1930 recorrela Cataluña francesa a la busca de senti-miento catalán, con resultados descorazo-nadores. Al final encuentra un payés delVallespir que es la excepción, quien selamenta: “Ustedes sí pueden ser catalanis-tas —le dice a Cases Carbò—; nosotros nopodemos. A diferencia de España, aquí te-nemos escuelas, hospitales, comunicacio-nes, y ustedes no. Tienen la suerte de po-der ser catalanistas”. Los mecanismos deintegración nacional funcionaron enFrancia a partir del golpe dado a la hetero-génea estructura administrativa en 1789,no en España por los estrangulamientosderivados del atraso del país.

En este marco, Cataluña ocupa un lu-gar especial, tanto por la resistencia a lacentralización que se traduce en dos gue-rras, la de 1640-58 y la de 1702-14, comopor ser la pionera en la industrializacióna partir del primer tercio del siglo XIX. Elconflicto con el poder central no es unainvención nacionalista. Se apoyaba enuna tradición política secular, en el senode la Corona de Aragón y sus enfrenta-mientos culminaron con la conquista deBarcelona en 1714, origen de la Diada,una fiesta nacional que no evoca precisa-mente la fraternidad hispano-catalana.La convergencia entre cambio económi-co asentado sobre el textil, inestabilidaddel primer liberalismo y evocación del pa-

sado se reflejó en los levantamientos urba-nos y en el asociacionismo obrero desde1840. Barcelona fue la vanguardia de lamodernización española, pero durante dé-cadas careció de apoyos en el resto de unaEspaña atrasada. El eje Turin-Milán hizoItalia; en España, Cataluña se limitó a be-neficiarse de la adecuación a un mercadodébil. Fue “el proteccionisme que imposàun dia Catalunya”, en palabras de Cambó.No se trató de un fracaso histórico, sinode un desfase, observable en la política yen la inviabilidad de las organizaciones yde las dinámicas políticas que hubiesenrequerido una articulación, desde los par-tidos hasta los sindicatos de masas (laUGT y el PSOE fracasaron en Cataluña, laCNT fue ante todo catalana). En la guerracivil, la sublevación anarquista de mayodel 37 fue un último efecto de la disocia-ción, que pareció ser superada bajo pri-macía catalana en el tardofranquismo,con fracaso final (ejemplo, PSUC/PCE, ac-titud del PSC ante la OTAN). Prevalecía enCataluña una especie de alienación políti-ca respecto de los problemas del Estado.

El catalanismo fue la expresión políti-ca del desfase, y también la actualización

conservadora de una personalidad históri-ca. De forma mayoritaria, su fórmula fueuna integración diferencial en el Estadoespañol, en apariencia no conflictiva, le-jos del caso vasco. Avanzó la construcciónnacional catalana, sustentada no sin opo-siciones en la normalización lingüística,dando lugar a un subsistema político don-de las coincidencias entre nacionalistas,socialistas y excomunistas fueron am-plias. El independentismo no prosperaba.Bajo la superficie, sin embargo, el nacio-nalismo cultural, a partir del sistema edu-cativo y de la acción de intelectuales quie-nes, aun sin etiqueta nacionalista, fueroncreando un distanciamiento entre una Ca-talunya concebida como portadora de to-das las esencias y una España contempla-da siempre con los rasgos negativos queapuntara el precursor Almirall en Lo cata-lanisme. La conciencia de pertenecer alEstado español se hizo muy débil entre la

juventud. Todo sobre el telón de fondo delmalestar por la creencia de que Catalun-ya era “expoliada”.

La ocurrencia de Maragall y Zapaterode promover un nuevo Estatuto fue el de-tonador. Actuaron como aprendices debrujo, al creer posible que un cheque enblanco les daría el predominio electoral.El resultado fue un proyecto basado en labilateralidad, con un preámbulo donde laúnica nación era Catalunya. El resto delepisodio es conocido. El desenlace, con lasentencia del TC, generalizó una frustra-ción donde se mezclaban la recusacióndel Estado y la exaltación de la nacióncatalana. Del Som una naciò de 2010 alindependentismo de la Diada hubo soloun paso.

El concierto económico vasco estuvoen la base de la radicalización catalanista,en busca de un infundado “pacto fiscal”,cuya frustración ha servido para justifi-car la puesta en marcha de “la transiciónnacional”. Son las dos caras de Jano, yaque en Euskadi es la existencia del con-cierto lo que obliga al PNV a ajustar su“soberanismo” a la realidad. Esto explicala aparente paradoja de que un catalanis-mo de reputado sesgo pragmático hayatomado la delantera respecto de un nacio-nalismo vasco que en sus dos ramas esdeudor del maniqueísmo antiespañol queconstituyera el núcleo del ideario de sufundador, Sabino Arana. El nacionalismovasco surgió como una religión políticadel odio, la cual, desde sus primeras mani-festaciones anticipa el culto a la violenciapolítica que culmina en ETA. Pero al mis-mo tiempo, de Sabino a Arzalluz, la inspi-ración de la Compañía de Jesús está siem-pre presente, tanto en el sentido de la dis-ciplina como en el criterio de que el abso-lutismo de los principios es conciliablecon la flexibilidad en el uso de los medios:vale entrar con “el enemigo”, pero salirconsigo mismo.

No hay dos almas en el nacionalismovasco, ya que la dimensión teleológicacoincide en los dos hermanos adversa-rios, así como la visión idealizada del paísy del euskera, con “el pueblo vasco” porsujeto indestructible frente la agresióndel “enemigo”. Difieren los caminos paraalcanzar el fin, uno trazado a partir de lavertiente bélica de Sabino, otro partiendode reconocer, como el propio fundadordesde 1898, que era preciso vincularse alos intereses económicos de una burgue-sía patriótica.

Todo ello sobre el telón de fondo delfracaso del Estado de las autonomías, ca-rente de la articulación propia del federa-lismo, y no solo por el Senado, y el descon-cierto colectivo generado por la crisis. Sinolvidar que el PP es lo que es y el PSOEcarece hoy de la dimensión nacionalizado-ra que en su día exigió Indalecio Prieto.Como la URSS en 1991, la “nación de na-ciones” corre el riesgo de fragmentarse.

Antonio Elorza es catedrático de CienciasPolíticas en la Universidad Complutense de Ma-drid

pluralidad nacional. Como bien explica elprofesor Ramón Máiz, es también una vi-sión, una voluntad para que el sistemafuncione de una determinada manera.Un estado federal no son solo leyes e insti-tuciones, implica también la voluntad dehacerlas funcionar y operarlas como algocomún y propio.

John Kenneth Galbraith sostenía quebuena parte de nuestras dificultades paragestionar el futuro residían en que pensa-mos el siglo XX con conceptos del sigloXIX. Hoy, en pleno siglo XXI, el desfase seha agravado. Carecemos incluso de nom-bre para muchas de las cosas que estánpasando. Eso que volvemos a llamar elviejo problema territorial de España tienemucha causa en la propia ranciedad delos conceptos manejados.

La soberanía ya no es lo que era. Fren-

te a la vieja visión jerárquica y verticalque envara constituciones como la espa-ñola, viajamos por el camino hacia unaEuropa horizontal, transversal y multicén-trica donde el poder se comparte y lasdecisiones resultan de procesos cooperati-vos. El poder nace del pacto y el acuerdoentre las naciones y ciudadanías federa-das, no reside en una nación, un sobera-no, un parlamento, ni siquiera un Pueblo.La soberanía se conforma en la voluntadde llegar a acuerdos y funcionar por me-dio de la cooperación entre iguales.

El gobierno tampoco es lo que era.Frente a la vieja idea de un centro demando y control, se abre paso la demandade sistemas implementados a través delun gobierno multinivel que funciona porcoordinación no jerárquica, maximiza laautonomía política y aprovecha las opor-

tunidades de integración de las diferentesnaciones en el objetivo común. Un gobier-no compartido con voluntad de cooperar,respetar el autogobierno y construir unavisión común. Un gobierno multinivelcon incentivos para la lealtad y la volun-tad federal para evitar que el ejecutivocentral erosione el poder de los estadosfederados, o que éstos jueguen al oportu-nismo, la deslealtad, o la no cooperación.

Ni siquiera la nación es lo que era. Ennuestro presente de identidades pluralesy compartidas, se intuye unareconfiguración democrática y pluralistade la idea de nación como unidad en ladiversidad. Las naciones no están ahí fue-ra. Las naciones se construyen permanen-temente en un proceso abierto y plural.Somos testigos del abandono de la ecua-ción estado=nación, para ser sustituida

por nuevos espacios construidos sobre lavoluntad de conformar un destino comúny acomodarse en un proceso cooperativodonde todos los actores salen ganando.

El estado federal no se cierra, carecede techo. No es un instrumento, o unamáquina. Es un sistema orgánico vivo yflexible que se integra y aprende en unentorno cambiante. Un estado federal soninstituciones, reglas e intereses, pero tam-bién un conjunto de ideas y creenciascompartidas, una cultura federal que de-be renovarse continuamente, porque alestado federal le guía la voluntad de cam-biar y adaptarse a un mundo que no parade moverse, por mucho que se lo prohíbala ley.

Antón Losada es profesor de Ciencia Políticaen la Universidad de Santiago.

ANTONIOELORZA

España en cuestión

El conflicto de Catalunyacon el poder central no esun invento nacionalista,se apoya en una tradición

Como la URSS en1991 la “nación denaciones” corre elriesgo de fragmentarse

EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 15

La solución federal

E spaña inauguraba el segundo pe-riodo democrático de todo el si-glo XX con una nueva Constitu-ción. En afirmación de Alain G.

Gagnon, España pasaba de ser una formade “Estado impuesto” a otra forma de “Es-tado negociado”. Una Constitución que sequiso abierta, inacabada, para que el proce-so democrático fuera eligiendo los posi-bles caminos y de la que luego se ha hechouna de las posibles interpretaciones quede ella cabían. El camino seguido, entrelos muchos posibles, ha sido el de ir cons-truyendo un Estado Autonómico sobre labase de acuerdos que casi siempre hanobedecido a la composición de las CortesGenerales. Sin embargo, parece que el de-

sarrollo de la Constitución de 1978 nos hadevuelto a la estación de salida.

El Estado Autonómico está muy lejosde ser un auténtico Estado federal y noexiste cultura federal. Coincido con Mi-quel Caminal cuando afirma que el EstadoAutonómico, pese a que es un éxito, nodeja de ser un “semimodelo” que respondea la voluntad de actores políticos que sa-bían de dónde querían salir pero que nosaben bien dónde quieren ir, dando comoresultado un “hibrido” procedente de uncruce entre sujetos genéticamente diferen-tes. Pero más allá de la discusión acerca dela naturaleza del Estado Autonómico, estemodelo está agotado, el pacto constitucio-nal del 78 también y no hay consensos bási-cos acerca del camino a seguir.

Para unos, la Constitución no es refor-mable y el modelo de Estado ya no requie-re modificación sustancial. Sugieren inclu-so la idea de recuperar competencias invo-cando la eficiencia y se resisten a recono-

cer aspectos esenciales de las naciones mi-noritarias en el plano simbólico. Desde Ca-taluña, Euskadi, y no sólo desde los parti-dos nacionalistas, se expresa una profundainsatisfacción con la situación actual porentender que los grandes partidos españo-les han desvirtuado el proceso y probable-mente el actual modelo de Estado se alejadel espíritu inicial. Argumentan que la víafederal, sobre la que siempre exhibieronclara prevención, ha quedado bloqueada yúnicamente resta iniciar un debate demo-crático en favor de escenarios de corte másconfederal o claramente independentista.Una tercera vía argumenta que es posibleavanzar en una fase de reformas del blo-que de constitucionalidad que permita pro-fundizar en el autogobierno y ampliar laposibilidad de mejorar el reconocimientode la plurinacionalidad en clave federal.

El mal llamado “problema territorial”remite en España a una larga historia dedesencuentros: entre unidades de una mo-

narquía compuesta, entre las Españas“uniforme” y “asimilada”, entre las visio-nes “jacobinas” y “girondinas”, entre el na-cionalismo español y los nacionalismosvasco y catalán, entre identidades regiona-les (más o menos débiles) e identidadesnacionales. Hoy, como ayer, aflora nuestraya histórica incapacidad para alcanzar unmarco aceptable de convivencia en un Es-tado que alberga varias naciones. Otras de-mocracias maduras como Bélgica, ReinoUnido o Canadá se enfrentan a situacionessimilares y en todos los casos el reto colec-tivo es muy parecido: cómo conciliar diver-sidad y unidad, cómo integrar o gestionarlo que Charles Taylor definiera como la“diversidad profunda” de identidades dife-rentes en el seno de sociedades cada vezmás complejas y plurales. Cómo conciliarformas de estar entre pueblos que se sien-ten diferentes y que han demostrado unadecidida voluntad de ser. Y esta tozuda rea-lidad histórica (la historia es muy impor-

JOANROMERO

¿ Si llega algún día Cataluñaa declarar la independen-cia, lo hará también la Co-munidad Valenciana? Una

lectura estricta de la disposiciónadicional segunda del Estatutode Autonomía valenciano, la de-nominada “cláusula Camps”, asílo sugiere. “Cualquier modifica-ción de la legislación del Estadoque, con carácter general y en elámbito nacional, implique unaampliación de las competenciasde las Comunidades Autónomasserá de aplicación a la Comuni-dad Valenciana, considerándoseampliadas en esos mismos térmi-nos sus competencias”, reza ladisposición, introducida en 2006a iniciativa del entonces presi-dente de la Generalitat, Francis-co Camps. Y continúa: “La Comu-nidad Valenciana velará por queel nivel de autogobierno estable-cido en el presente Estatuto seaactualizado en términos de igual-dad con las demás comunidadesautónomas”. Por si todavía noquedaba clara la intención, la dis-posición añade: “A este efecto,cualquier ampliación de las com-petencias de las demás comuni-dades autónomas que no esténasumidas en el presente Estatutoo no le hayan sido atribuidas,transferidas o delegadas a la Co-munidad Valenciana con anterio-ridad obligará, en su caso, a lasinstituciones de autogobierno le-gitimadas a promover las corres-pondientes iniciativas de actuali-zación”.

La reforma estatutaria de2006 no fue impulsada por unpartido separatista o federalistasino por la organización valencia-na del PP de Mariano Rajoy, quela pactó con la oposición socialis-ta. Fue impulsada por el mismopartido que ese mismo año pre-sentó el recurso al nuevo Estatu-to de Autonomía de Cataluña an-te el Tribunal Constitucional, cu-

ya sentencia frenaría en seco,cuatro años después, tras un pul-so político que rompió los equili-brios en su composición, cual-quier expectativa de evolucióndel Estado de las Autonomías ha-cia un reconocimiento del carác-ter plurinacional del Estado espa-ñol y, lo que era más trascedente,cualquier expectativa de cambio

del modelo “desde abajo” o “des-de dentro”. Lo que llevó a perso-nas de la relevancia del expresi-dente del Gobierno Felipe Gonzá-lez (que firmó entonces un artícu-lo sobre el asunto conjuntamen-te con Carme Chacón) a conside-rar superada una etapa y a pro-pugnar que había que empren-der una transformación federaldel Estado. Mientras tanto, en Ca-taluña la frustración abría unadinámica que ha culminado dosaños después en la manifesta-ción multitudinaria por la inde-pendencia del pasado 11 de sep-tiembre y el reto soberanista lan-zado por el presidente de la Gene-ralitat, Artur Mas, pero que se hareflejado en muchos ámbitos de

la vida cívica y cultural.Por ejemplo, un teórico del fe-

deralismo plurinacional comoFerran Requejo, uno de los estu-diosos de referencia del Estadocompuesto, modificó definitiva-mente sus planteamientos a par-tir de la sentencia del Estatuto yemprendió otra vía, reflejada enun ensayo significativamente ti-

tulado Camins de democràcia: del’autonomia a la independència.Casi al mismo tiempo, desde laFundación para el Análisis y losEstudios Sociales (FAES), el prin-cipal think tank de la derecha es-pañola, el informe Por un Estadoautonómico racional y viable po-nía en cuestión la eficiencia delmodelo en la prestación de servi-

cios. Aquel es, todavía hoy, elguión teórico de las posicionesrecentralizadoras que se han es-bozado al amparo de las exigen-cias de austeridad derivadas dela crisis económica.

La cláusula Camps no tieneefectos realmente operativos, co-mo saben todos los expertos, ynadie se la toma demasiado en

Más allá de la autonomíaEl debate sobre el modelo de Estado es un reto y una oportunidad para los valencianos

La (im)posible vía del federalismo plurinacional

ADOLF BELTRAN

La sentencia delEstatuto catalánfrenó la evolucióndel modelo

La fundación FAESmarcó losargumentosrecentralizadores

El PP valenciano hausado las reformasestatutarias confrivolidad

2 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

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L a malintegración interna ha sidoel problema más persistente enla historia contemporánea de Es-paña. Los intentos por superar

tal imponderable se han articulado repeti-damente mediante la imposición de trága-las centralizadores asociados a golpes deestados, fórmulas caudillistas y ausenciasde libertades democráticas. El centralis-mo español ha sido secular-mente débil por su incapaci-dad de aunar voluntades yviolento por la fuerza brutaempleada para imponer suvoluntad. El cantonalismo yla disgregación territorialhan sido alternativas radica-les a los programas de ho-mogeneización centraliza-dora tras la pérdida de Espa-ña de su condición de paíscolonial y con su descenso ala segunda división en la li-ga de las naciones influyen-tes.

El afán durante los si-glos XIX y XX de modelaruna España unitaria, hechasinónima de un modelo ver-tical y jerarquizado del orde-no-y-mando, llevaba el ger-men de la rotura y el desen-cuentro. En realidad, tal vi-sión idealizada del espíritunacional español provocóen buena medida la reac-ción del particularismo re-gional, la desunión y el con-flicto entre los pueblos deEspaña. El nacionalismosin estado se volvió cadavez más asertivo en Catalu-ña y País Vasco, donde lapermanencia en el conjun-to estatal español pasó a in-terpretarse como una rémo-ra para el desarrollo económico y el bie-nestar de sus ciudadanos. Como nos ense-ña la historia, ambas posiciones se hanalimentado mutuamente en una espiralde incomprensión, frustración y sufri-mientos.

España asiste nuevamente a un cre-ciente pulso centro-periferia. El largo re-corrido del proceso autonómico acusa undesfondamiento agudizado por la obsoles-cencia de la fórmula bilateral de relacio-nes políticas e institucionales inauguradatras la aprobación de la Constitución de1978. Si bien las prácticas del bilateralis-mo coadyuvaron a una eficaz transferen-

cia de poderes y competencias desde laadministración central franquista a lasComunidades Autónomas, tal método denegociación política ha generado efectosperversos al esclerotizarse como el recur-so político normalizado para gestionarconflicto y cooperación autonómica en Es-paña. A tal estado de cosas ha contribuidoconsiderablemente la acción combinadade buena parte de las élites y actores polí-ticos centralizadores y centrifugadores.

En consecuencia, durante los últimos30 años se han sucedido diversas propues-tas políticas hacia la recentralización(LOAPA, 1982), la confederación (Declara-

ción de Barcelona y GalEusCa, 1998), o lareafirmación del independentismo (Dia-da, 2012). Tales iniciativas y movilizacio-nes han pretendido llevar el agua al moli-no de las posiciones centralizadoras y lascentrifugadoras en diversos modos y ma-neras. Pocas han sido las propuestas poroptimizar la federalización de España im-plícita —y explícita en muchas de sus ren-dimientos institucionales— en el espírituy letra de la Constitución de 1978. La atro-fia del Senado, constitucionalmente ins-taurado como “cámara de representaciónterritorial”, ha impedido la garantía cons-titucional del gobierno compartido (sha-

red rule), componente esencial junto alautogobierno (self-rule) de los variopintossistemas federales que en el mundo exis-ten.

Es indudable que las relaciones inter-gubernamentales han auspiciado otros fo-ros horizontales eficaces de consulta enla toma de decisiones estatales, como hasido el caso de las Conferencias Sectoria-les. Pero sus funciones de intercambio ypuesta en común de los niveles de gober-

nanza central y autonómica han carecidodel necesario debate político —y su visua-lización por la ciudadanía— característi-co de las cámaras senatoriales federales.Tampoco se ha consolidado la Conferen-cia de Presidentes, tímida iniciativa inau-gurada en 2004, como exponente del po-der ejecutivo del conjunto de España. Da-do su índole eminentemente deliberativa,sin votos ni vetos, la Conferencia de Presi-dente, bien podría cumplir el importantecometido de facilitar acuerdos para su de-rivación legislativa a otras instituciones—y en particular al Senado— y su poste-rior debate, formalización jurídica o even-

tual implementación política.Como botón de muestra de una refor-

ma deseable en la línea con las prácticasen otros países federales, además de susatribuciones autonómicas y territoriales,el Senado también podría asumir otroscometidos que realzasen su labor de con-trol político. Entre estos destacaría la po-testad de valorar las propuestas de candi-datos para los cargos constitucionales(Casa del Rey, Consejo de Estado, Consejo

General del Poder Judicial, Defensor delPueblo, Tribunal Constitucional, Tribu-nal de Cuentas), así como de aquellosnombramientos de mayor relevancia ins-titucional (Fiscal General del Estado, Go-bernador del Banco de España, o altosresponsables de las Fuerzas Armadas yCuerpos de la Seguridad del Estado). Undictamen negativo, razonado, cancelaríael trámite de los nombramientos.

Otra iniciativa auspiciadora de lafederalización, como proyecto español pa-ra compaginar unidad y diversidad me-diante el pacto político, podría afectar alsiempre candente tema de los dineros y

U na vez más —otra— Españaafronta su agotador dilema te-rritorial de la peor manera po-sible, buscando culpables en lu-

gar de soluciones, empleando la política yel debate público para inventar proble-mas en lugar de arreglar los existentes.Todos los actores parecen firmemente

convencidos de que esta crisis económicaha favorecido la oportunidad perfecta pa-ra imponer su modelo en nombre de laeficiencia. Aquellos que no dan esa impre-sión, seguramente carecen de modelo pa-ra imponer.

De tanto enredar, parece que se noshan roto las autonomías. El modelo terri-torial que han generado la época de ma-yor y más universal bienestar en la histo-ria de España se proclama fracasado. Conesta afición al melodrama tan española,se ha comenzado a representar un dra-món que, a poco que se empeñen sus pro-

tagonistas, acabará en sainete. Unos con-vocan referéndums cuando aún no hancelebrado ni elecciones. Otros apelan alderecho penal. Algunos mencionan alejército. Muchos echan cuentas y preten-den basar la unidad de España en el mis-mo argumento que sustenta tantos matri-monios desfondados: la hipoteca. Unos po-cos apelan al espíritu de la Transición.Nada nuevo, nada que no hayamos vistoantes.

El modelo del 78 termina su ciclo vital.Nada es eterno, ni dura para siempre. Mu-cho menos en política. Mucho menos eneste mundo dividido entre Apple y An-droid. El dilema que afrontamos resultaconocido. Romper cuánto quede de unproyecto agotado, o construir un nuevoproyecto común para un territorio dondeconviven diferentes comunidades posee-

doras de claras y potentes conciencias na-cionales.

En España el federalismo nunca ha te-nido buena prensa. Más de la mitad de lapoblación mundial viven en algún régi-men federal. Pero solo entre nosotros, fe-deralismo resulta sinónimo preferente dedivisión y conflicto, no de acuerdo y coope-ración. No es el federalismo, somos noso-tros. Nos ha faltado la voluntad. La solu-ción federal siempre ha sido presentadacomo el mal menor, el último recurso,algo que debíamos probar porque no que-daba más remedio. Nunca se ha explicadocomo lo que puede llegar a ser: la oportu-nidad que andábamos buscando paraconstruir España en común.

El federalismo no supone solo un en-tramado institucional para acompasar unmodelo de decisión descentralizado y la

ANTÓNLOSADA

LUISMORENO

Trágala centralizador, rotura o federalización

Los presidentes de las comunidades autónomas posan antes de la reu-nión que mantuvieron con Mariano Rajoy en el Senado. / cristóbal manuel

La voluntad federal

14 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

tante) nada tiene que ver con la eficiencia.Las identidades nacionales existen. Des-

conocer o negar la evidencia es contrapro-ducente, además de inútil. El nacionalismoespañol nunca ha entendido esta cuestión.Se niegan a reconocer que España es unEstado plurinacional. Como lo es Bélgica oel Reino Unido, y desde su nacionalismobanal hablan de “cerrar” el modelo de Esta-do. Entienden la Constitución de 1978 co-mo estación término, creen sobrepasado elproceso de descentralización, impulsan pro-cesos recentralizadores y siguen añorandoun Estado-nación que ya no existe más queen su imaginación. Con sus discursos, acti-tudes y actuaciones separadoras, el nacio-nalismo español y sus excelentes altavocesproporcionan argumentos a los partidariosde la separación. Algunos de los que ahoraabrazan la solución federal como mal me-nor, creen que con una fórmula de federalis-mo cooperativo “a la alemana” bastaría. Ig-noran la diferencia existente entre identida-des nacionales y regionales.

Los nacionalismos catalán y vasco, emo-cional y políticamente ya han marcado unpunto y aparte en la historia. Ven factibleconvertirse en un Estado dentro de unaUnión Europea. La sentencia del Tribunal

Constitucional sobre el Estatuto catalánmarcó un punto de inflexión decisivo. Eltiempo y la política dirán el recorrido queha de tener esta nueva estrategia. Sus diri-gentes son conscientes de que sus discur-sos ofrecen lecturas muy sencillas a proce-sos muy complejos. No ignoran la crecien-te pluralidad de la propia sociedad a la queconvocan. Saben muy bien la diferenciaque muchos ciudadanos hacen entre ma-yor grado de autonomía política, hoy mayo-ritario, con la aspiración, ya no tan mayori-taria, de convertirse en un nuevo Estado.Incluso saben que el sentimiento de ma-yor autonomía política no necesariamentese traduce en la existencia de una volun-tad mayoritaria de separarse, como hapuesto de relieve acertadamente MichaelKeating en su excelente estudio sobre laindependencia de Escocia que ahora publi-ca la Universitat de València.

Apenas si existe oxigeno político entrelos nacionalismos. Un recurso político yuna sentencia política del Tribunal Consti-tucional han bloqueado, por ahora, la víadel federalismo plurinacional. Sin embar-go, sigo pensando que es el camino mástransitable para España. El federalismoplurinacional, que se asienta en concepcio-

nes no nacionalistas pero que no descono-ce nuestra historia, se defiende aquí comola mejor forma para organizar la distribu-ción territorial del poder en un Estadocompuesto, para gobernar la complejidady gestionar la interdependencia y para darsentido a los principios de solidaridad in-terterritorial y de ciudadanía y respeto a ladiversidad nacional.

Corresponde a la política enmendarsus errores y gestionar el nuevo y confusoescenario. Los esfuerzos debieran encami-narse a argumentar que el respeto a lasreglas de juego constitucionales es uno denuestros mejores activos como comuni-dad política plurinacional y debiera seruno de nuestros mejores legados; a con-vencer a la mayoría de que el manteni-

miento de la identidad propia no necesaria-mente debe adentrarse por la vía arriesga-da de la secesión, sino que formar parte deun Estado plurinacional es mejor que ver-se obligado a decidir, aunque fuera posi-ble, entre nacionalismos o entre una de lasidentidades posibles; a defender los valo-res positivos de una comunidad políticamultinacional, multicultural y multilin-güe; a exigir a los poderes públicos avan-ces sustanciales en el terreno del reconoci-miento simbólico de la diversidad; a supe-rar el Estado Autonómico en clave federaly a dar contenido al hecho plurinacional.En definitiva, frente a los intentos dedesfederalización y resimetrización, se pro-pone un nuevo pacto político, un nuevopacto constitucional en favor del federalis-mo plurinacional que aborde estas cuestio-nes con claridad y normalidad. En casocontrario, la desafección aumentará, aúnmás, y las fracturas sociales y las tensionesse trasladarán a la estabilidad de un siste-ma que descansa en la provisionalidad y elpacto permanente.

Joan Romero es catedrático de Geografía Hu-mana en la Universitat de València y autor deEspaña inacabada.

serio, pero su “espíritu”, por lla-marlo así, inspiró al PP, en sucruzada victimista ante el Gobier-no que encabezaba el socialistaJosé Luis Rodríguez Zapatero,para reformar de nuevo el Estatu-to apenas cinco años después. Seintrodujo, en aquel momento,una disposición adicional quepretende blindar las inversionesestatales, es decir, garantizarque el Estado invertirá en propor-ción al peso de la población va-lenciana respecto al conjunto deEspaña. Los populares habían

impugnado esa disposición enotros estatutos, como el andaluz,por supuesta inconstitucionali-dad, pero el Tribunal Constitucio-nal le dio luz verde al considerarque el blindaje no obliga al Esta-do, aunque el Gobierno de Zapa-tero se preocupó de cumplirloallí donde existía. La reforma es-tatutaria y otras iniciativas, co-mo una proposición de las Cor-tes Valencianas para reformar laLey Orgánica de Financiación delas Comunidades Autónomas(LOFCA) con la pretensión de ge-

neralizar el blindaje a todas lascomunidades, se han convertidoen “patatas calientes” con las queel Congreso de los Diputados nosabe muy bien qué hacer, ahoraque al nuevo inquilino de la Mon-cloa, Mariano Rajoy, le incomo-dan por su inoportunidad.

La frivolidad proverbial delPP valenciano en la instrumenta-lización de mecanismos estatuta-rios y legales de mayor calado(entre los que hay que incluiramagos de reformar la ley electo-ral) para generar ventajas a cor-to plazo ha sido una constanteque no parece haber cambiadocon el acceso de Alberto Fabra ala presidencia de la Generalitat.

En el reciente debate de políticageneral, el jefe del Consell hizosolo una propuesta relevante: re-ducir de 99 a 79 el número dediputados de la Cámara autonó-mica, lo que exigiría una nuevareforma del Estatuto de Autono-mía y un referéndum. La inten-ción era dar una imagen de com-promiso con la austeridad. El ins-trumento, algo que implica abrirde nuevo el melón institucional.

Tal actitud, de llamativa inspi-ración populista, va a servir depoco si el debate territorial y elconflicto por el modelo de Esta-do adquieren de nuevo en Espa-ña, como parece el caso, caracte-res constituyentes, si apelan a

pactos políticos de cierta relevan-cia. El secretario general de lossocialistas valencianos, XimoPuig, lo ha entendido así. De ahísu claro posicionamiento federa-lista y su afirmación de que “a losvalencianos es a quienes más in-teresa que se mueva el tableroautonómico, porque somos losque estamos peor. El federalismoes una solución para España ytambién, específicamente, paralos valencianos. Los valencianosnecesitamos resituarnos en Espa-ña en el tema de la financiaciónautonómica”.

Considerar que el debate so-bre el modelo de Estado es unaoportunidad acerca, sin duda, alPSPV-PSOE a las posiciones de la

Coalició Compromís y de Esque-rra Unida del País Valencià, even-tuales socios en una alternativa ados décadas de hegemonía delPP. Pero también lo acerca a sig-nificativos sectores de la socie-dad civil, como el influyente lob-by de la Asociación Valencianade Empresarios (AVE), que hamanifestado expresamente quehay que aprovechar la discusiónabierta desde el Gobierno de Ar-tur Mas y “subirse al carro” deCataluña para corregir un siste-ma que, sobre todo en la financia-ción, resulta discriminatorio pa-ra la Comunidad Valenciana.

El PP se debate entre el recur-so instintivo a su “ideología dereserva” —Fabra hizo un amagode desenterrar la demagogia anti-catalanista en su discurso de polí-tica general— o el alineamientoestricto con el discurso que Ra-joy marque desde Madrid, lo queno ofrece mucho margen de ma-niobra. Si hay que deducir algode las declaraciones de los diri-gentes valencianos del PP es queesperan a verlas venir. Así, el se-cretario general de los popularesvalencianos y consejero de Go-bernación, Serafín Castellano,por ejemplo, viene acusando alos socialistas de “querer aliarsecon partidos que hacen algara-das independentistas”, pero ape-nas ha definido más posición pro-pia que la defensa de la Constitu-ción. “Defendemos el título octa-vo, creemos que el modelo auto-nómico es positivo y ha traídouna etapa de prosperidad, que co-mo todo hay que mejorarlo, perono cuestionarlo ni cambiarlo”,ha dicho.

“Las cuestiones territorialespasan por fases distintas”, ha es-crito Josep Maria Castellà, profe-sor de Derecho Constitucional enla Universidad de Barcelona, “a ve-ces se enconan, otras se enquis-tan, otras se diluyen, sin embar-go, más difícilmente se dan porsuperadas. En cualquier caso, to-das las instituciones, los juristas ytambién la sociedad civil tienenuna gran responsabilidad paratrabajar activamente, y con alturade miras, para afrontar los conflic-tos cuando se plantean, y ponertodos de nuestra parte para resol-verlos, asumiendo que la solucióndifícilmente será definitiva”.

El presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fa-bra, en el acto del 9 d'Octubre de 2011. / carles francesc

Hoy, como ayer, afloranuestra incapacidad paraalcanzar un marcoaceptable de convivencia

El líder socialistavalenciano, XimoPuig, apuesta por elfederalismo

Los empresarios deAVE abogan por“subirse al carro”de Cataluña

Las cuestionesterritoriales exigenaltura de miras paraafrontar conflictos

EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 3

La solución federal

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Es España provincia pocodada a la compostura del razonar

Alonso de Palencia, 1474

Las tres provincias y media son elresumen estatuyente de 1982, tra-sunto de una comunidad poco co-munitaria, fragmentada y de espal-

das unos a otros: la mitad es que hay Estatu-to. Conclusión a su vez, del compromisoconstituyente de 1978. Ambos, compromi-sos de mínimos para los demócratas y demáximos para los reformistas de un Régi-men exhausto. La derecha, lo digo en trazogrueso, aquí como allí, ni era autonomistani alcanzaba los estándares democráticos:le convenía, dada la ausencia de alternati-vas, para seguir en lo suyo. Esto es lo querealmente está en discusión si nos atene-mos a la compostura del razonar. Innecesa-rio aclarar que el humanista Alonso de Pa-lencia se refería a la Hispania romana y noal estado que todavía tardaría en alumbrar-se.

Los programas democráticos y de iz-quierda proclamaron en 1977, en 1979, “elderecho a la autodeterminación de los pue-blos de España”. Es más, algunas institucio-nes republicanas, como la Generalitat deCatalunya con Tarradellas fueron reinstau-radas con discreción, publici-dad, y apenas oposición: las en-carrilaron los reformistas con el“sentido de Estado”, es decir, desupervivencia, de un Martín Vi-lla. Con algo más de tenacidadse habrían restablecido estatu-tos, menos ambiciosos que losderivados del “café para todos”.Claro está que esto es anacróni-co.

Ahora resulta que acomodarla Constitución a la realidadmás de tres décadas después espoco menos que sacrilegio, vio-lar las tablas mosaicas. La afor-tunada longevidad constitucio-nal, vista nuestra experienciahistórica, no acredita sino queconfirma la obsolescencia demás de un precepto a la vez quesubraya el incumplimiento deotros por parte de los poderes públicos. Asíel papel constitucional de las fuerzas arma-das y su dependencia jerárquica más alládel Gobierno responsable ante el Parlamen-to. O el flagrante incumplimiento de la auto-nomía local y su suficiencia financiera. Enun caso se refuerza al parecer un mandatoextra-constitucional y en el otro por la víade los hechos se abroga con la estupendapropuesta de confirmar la entelequia pro-vincial y sus sinecuras, las diputaciones.

Para confirmar la sombría admonicióndel humanista palentino reclaman, unos,cañonazos y capotes lorquianos frente a lapacífica inocencia de las urnas. Otros, teme-rosos, invocan la intangibilidad de lo quefue transacción, compromiso de mínimos.Los temerosos de la izquierda vienes a con-firmar la inquietud compartida de Judt: Al-go, definitivamente, va mal.

Y todos, en alboroto, recuerdan a Rizal ysu Noli me tangere y las Filipinas cuya com-prensión en la metrópoli constituyó el pe-núltimo fracaso del estado centralista a fi-nes del siglo XIX. Sospecho que sin esperarlas sorpresas que puede deparar una con-sulta a la población afectada, y a la que mereferiré más adelante: una cosa es manifes-tar todos los malestares, y otra depositaruna papeleta en un referéndum vinculante,o en una contienda electoral; bastará recor-dar, aquí, la marea humana congregada ba-

jo el lema de Llibertat, amnistia, estatut d’au-tonomia, y su traducción política en 1977 ysiguientes.

Democracias de sólida tradición y dota-das constituciones escritas no han dudadoen modificarlas. Desde la norteamericana ala ley básica de Alemania, con mayor parsi-monia la primera, todo hay que decirlo. Porno acudir al ejemplo francés. Y cuando no,las interpretaciones de los órganos jurisdic-cionales. El Tribunal Supremo de los EEUU valida la conocida como Obamacare Acten una sentencia que Dworkin no duda encalificar de histórica en la medida que sitúalos derechos de la ciudadanía por encimade las propias instituciones (Dworkin A Big-ger Victory Than We Knew, NY Review ofBooks, LIX, 13, julio-agosto 2012, pp. 6 y ss.).

Viene al caso del federalismo, por fortu-na aunque tarde, situado en un posible cen-tro de discusión y debate políticos de nues-tro país. No es la primera vez, la cuestióntiene más de un siglo, quedan coplas en lamemoria popular de Pi i Margall en nues-tra tierra. Ni que decir tiene que las refor-mas constitucionales alemanas se han aco-modado a cada circunstancia, incluida lareunificación o el reconocimiento de la lí-nea Oder-Neisse. El escarmiento de casi unsiglo ha operado como bálsamo. Otros es-carmentados podríamos aplicarnos a la vezel bálsamo la experiencia. Incluso, con mo-destia, la acumulada en los últimos treintaaños.

La benevolente atención que se suele

prestar a procesos en curso, como el deEscocia, la discusión sobre el exótico esta-do que alberga la capitalidad de la UniónEuropea, o la asimétrica federación de unestado potente y respetado como Canadá,se torna en zozobra existencial en España,esa angustia nacional que describió JavierTusell. Como en un conocido chiste malo,aquí de vez en cuando nos interrogamossobre quiénes somos. Por fortuna ahora pa-rece que volvemos a hacerlo sin salvapa-trias, excepto alguna voz discordante, con-fiemos que sin efectivos para ejercer el tra-dicional modo de imponer sus menguadasideas.

En estas circunstancias, la aspereza dela controversia rebasa cualquier límite,pues se entra en el resbaladizo terreno delos prejuicios, en las anteojeras que soloindican el círculo de la era. Porque, ade-más, es camino trillado. Como el turbioasunto, por decirlo de algún modo, de lasidentidades. Los esfuerzos de la razón, entérminos recientes de Habermas y su pa-triotismo constitucional y europeo, las ad-moniciones de Nussbaum, las advertenciastrágicas de Maaluf o las experiencias balcá-nicas, no parecen tener otro efecto que elde arrojarse los unos a los otros su identi-dad respectiva de la que cada uno es deposi-tario de esencias, con exclusión de la otre-dad, de las razones de los demás.

Tengo amigos cultos, y además políti-

cos, aunque ambas circunstancias puedanparecer en el escenario actual no solo infre-cuentes sino lo que es peor, incompatibles.Presumen con razón de sus devociones porPessoa, Proust, Quasimodo... y se jactan deno haber leído a Ausiàs, a Espriu, Riba, oEstellés. Estos hacen buena la sentencia deMachado: desprecian cuanto ignoran. Lareferencia local sería más desoladora. Des-de luego entre quienes nos gobiernan porvoluntad popular y a quienes no hemos es-cuchado piar más de dos sílabas en uno delos signos de identidad que proclaman avoz en grito: no han leído a ninguno, despre-cian todo desde la ignorancia que quierenpropinar a la educación, a la salud, o alcompromiso entre generaciones.

El aparente dislate tiene su origen, co-mo se dijo en el compromiso histórico de1978. Se cuestiona la oportunidad, y conrazón el oportunismo, de un gobierno auto-nómico, el catalán, de derechas sin comple-jos, como ha demostrado en su gestión (?)de los recortes salvajes. Respecto del opor-tunismo no cabe la menor duda, aunquenadie se haya interrogado sobre la oportu-nidad de una convocatoria electoral antici-pada en Galicia, con un gobierno en mayo-ría, y no como los vasco y catalán, en mino-ría.

En lo que concierne a la oportunidad seaduce la crítica situación económica y so-cial del país, sobre todo para la inmensamayoría ciudadana sin contribuir en lomás mínimo a esclarecer sus causas y sen-

tar en el banquillo a los responsables direc-tos o indirectos del despojo que nos empo-brece a todos. Con la burla adicional de lasdilaciones, las absoluciones o las prescrip-ciones judiciales.

De habernos atenido a la oportunidadno hubieran sido posibles los Pactos de laMoncloa, ni las dramáticas actuaciones dela reconversión industrial, ni por supuestoel estado autonómico. Era situación másdifícil, sin cobertura para las gentes ahoraamenazadas con la reducción de sus peno-sas conquistas y con gran indiferencia porquienes entonces mandaban del mundo bi-polar como comprobamos en 1981. Y ade-más sin Europa.

Dislate aparente, si bien la algarabía sealeja de la necesaria reflexión, sobre todocuando el proceso viene de lejos, de más detres siglos en algún caso. Se produce ade-más en un punto muerto de la construc-ción europea. Un alto que convendría em-pujar con la recuperación de la política so-bre el primado de la economía, y de la mássumergida de todas que es la financiera.

El retorno de la política es, además deoportuno, imprescindible, aunque su des-crédito y más el de sus representantes inep-tos y alguna cosa más, haya sustraído eldiscurso a multitudes inermes ante la pes-te, crédulas a veces, cargadas de la razónque da la rabia.

Este retorno de la política pasa por la

construcción de una Europa federal, conórganos de gobierno emanados de la volun-tad popular, y controlados por la represen-tación de la ciudadanía. Una Europa fede-ral con su gobierno responsable ante el Par-lamento, con su BCE actuando en pro de larecuperación y de la prosperidad comparti-da, no desde la ortodoxia de los beneficiosde unos pocos bajo el síndrome casi secularde la inflación alemana consecuencia de laGran Guerra, como dictaminara en 1919Keynes.

Los Tratados de la Unión Europea envigor no prevén nada respecto de las sece-siones, y bastantes excepciones acogieronen los años noventa del pasado siglo a ins-tancias tan poco sospechosas como el Vati-cano o de la República Federal de Alema-nia.

Y una España federal en la que todospodamos compartir la solidaridad y a la vezencontrarnos cómodos. Con un estado quegarantice los derechos humanos y la solida-ridad territorial, en que cada quién sepaqué aporta, qué recibe. La asimetría comolas proporciones son aspiraciones huma-nas pero no se puede negar la evidencia desu existencia. Se acepta y se integra en unproyecto común, como hacen sastres y ar-quitectos. Los políticos podrían reconocerprimero la imperfección si es que de tal setrata, y aplicar las medidas para evitar lasconsecuencias perversas.

Claro está que la propuesta conlleva unapregunta para la que nadie tiene, que sesepa, respuesta: ¿Quién se federa? Si todos,volvemos al café colectivo cuyas amargasconsecuencias ya conocemos.

Cuentan para ello con un recurso admi-rable de la mejor tradición clásica y euro-pea, las ciudades. El ruido hace pasar como

desapercibido que el activo delas ciudades son sus ciudadanosque en la crisis contribuyen amitigar sus efectos más nocivos,y que en la bonanza contribu-yen a equiparlas de competitivi-dad. Hablé en algún momentosobre la competencia cooperati-va, pues la globalidad permiteque este tejido básico de ciuda-danía compita y coopere a lavez.

Sin duda alguna, todo ello,treinta años después todavía esposible. Si superamos, en el casovalenciano, las tres provincias ymedia. Los estériles enfrenta-mientos que nos debilitan.

De la identidad valencianaquiero recordar la lengua. Acer-tó en esto Fuster. La mayor par-

te de quienes escriben, publican o apren-den en la escuela, se lo deben. El furiosoataque frontal y persistente en la senda dela dialectalización, de la secesión u otrasmartingalas presuntamente modernas soloconfirman el acierto de la elección.

Lo peor del caso es que se ha perdido untiempo precioso, del que si me permitensoy testigo nada excepcional. El corredormediterráneo no es un invento de haceunos pocos años. Fue analizado cuando laconstrucción de la actual AP7 y de ello hacemás de cuarenta años. Como la necesidadde la competencia cooperativa entre puer-tos, ferias, ciudades de la euroregión medi-terránea.

Claro está que podemos optar, y todaopción es lícita, por la irrelevancia, la subal-ternidad y el provecho individual del quetantas muestras nos ofrecen las crónicasjudiciales. Con ello nuestros pájaros cano-ros, empresarios, sindicatos o partidos,siempre tendrán audiencia, aunque sea lade su propio su propia corte de paniagua-dos. Es un nicho de trabajo. Esto o aspirarcomo sociedad a participar en la propuestafederal, cualquiera que sea la duración delcamino.

Si no es caso, como algunos habitantesde la antigua Yugoslavia, igual me declaropingüino, esto es ni serbio, ni bosnio, nicroata. Eso sí, con la condición de tenerderecho a pasaporte europeo.

RICARD PÉREZCASADO

Tres provincias y media

Miles de personas celebran las trobades demandando más proyección para el valenciano. / tania castro

EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 13

La solución federal

E l concepto de federalismo remi-te a significados que pueden va-riar de manera notable según ellugar y el momento en el que se

aborde. Las dos principales tradicionesconocidas son las de inspiración america-na y la suiza.

La tradición americana basada en unequilibrio entre el poder ejecutivo, el legis-lativo y el judicial, es la que predomina enel campo de los estudios federales. Estatradición hace caso omiso de la diversi-dad nacional en la base misma del pactofederal y propone el advenimiento de unanación homogénea y uniformizada con elfin de garantizar la estabilidad política.Esta tradición reconoce un único poderconstituyente y se ha construi-do a costa de conflictos arma-dos negando, en particular, alas nacionalidades existentesterritorialmente, sus dere-chos de representación y deauto-representación más fun-damentales. Los especialistasdescriben, habitualmente, latradición americana como laexpresión más avanzada delfederalismo territorial.

La tradición helvética sedistingue en dos sentidos: seha construido sobre el princi-pio de la autonomía políticade los Estados miembros fun-dando la con(federación) y so-bre la no-superposición de lospoderes entre órdenes de go-bierno. Esta tradición ha teni-do mucho éxito en las socieda-des democráticas complejas,reconociendo las nacionesfundadoras como otros tantospoderes constituyentes. El re-to más importante de esta es-cuela ha sido replantearse so-bre una base continua y evolu-tiva las relaciones de podersin perjuicio para las comuni-dades/naciones históricas enel origen del pacto fundador.Esta tradición ha tenido diver-sas formas a través del tiempoy se la reconoce, en general,como la expresión más avan-zada del federalismo pluralis-ta. Algunos ven en ella las ba-ses mismas del federalismomultinacional avanzado poruna escuela de pensamientoen pleno crecimiento en va-rios países democráticos enlos que la diversidad nacionales un hecho relevante.

La España post-franquista,definida con el apelativo de Es-tado de las autonomías, lleva en su senoestas dos tradiciones con, por una parte,el gobierno de Madrid que pretende impo-nerse como único poder constituyente y,por otra las naciones históricas que se pro-yectan como la expresión de otros pode-res constituyentes.

Treinta y cinco años después de la ne-gociación de una reforma constitucionalde gran importancia pero inacabada, Es-paña ha llegado hoy a una nueva encruci-jada. Podemos imaginar cuatro situacio-nes en las que las probabilidades de éxitovarían: el statu quo político y constitucio-nal; la recentralización de los poderes enMadrid acompañada de la resimetrizaciónde los poderes entre las comunidades au-tónomas; la reactualización de los Estatu-

tos de autonomía; la secesión de algunascomunidades autónomas históricas.

El statu quo político y constitucionalha llegado a ser imposible de considerarpor parte de algunas comunidades autó-nomas, ya que no encuentran el oxígenonecesario en un sistema político que se haanquilosado y que ha abandonado losgrandes principios (federales) que habíaninspirado su refundación después de lamuerte de Franco y el retorno de la demo-cracia en España. Subrayemos que el Esta-do de las autonomías nacía en primer lu-gar y ante todo en la tradición federal hel-vética en aquello que permitía el reconoci-miento de varios demos

Sin embargo, a medida que allí dondeel Estado de autonomías se ha desarrolla-do, se ha podido constatar que el gobiernocentral ha pretendido imponer la tradi-ción americana de un federalismo territo-rial y uninacional prestando cada vez me-nos atención a la protección y la promo-

ción de la diversidad nacional. Como con-secuencia, España se uniformizó y sedesfederalizó.

En el momento de la transición haciala democracia, se habían imaginado dosvías para acomodar las naciones históri-cas y el resto de comunidades autónomas.Las naciones históricas de Cataluña, Gali-cia y el País Vasco podrían, rápidamente,ejercer poderes importantes, mientrasque las demás comunidades sólo podríanir adquiriendo parte de ellos en un hori-zonte más largo. Sin embargo, con el finde atenuar el hecho diferencial, el gobier-no de Madrid no dejó de imponer las mis-mas reglas a todas las comunidades deacuerdo con el principio, bien conocido,de café para todos. De este modo, el nacio-

nalismo español ha ido interpretando a suforma las prácticas federales y el naciona-lismo de las naciones históricas ha gana-do impulso incitando a las regiones comoel País Vasco y Cataluña a reflexionar so-bre vías de salida de la España uniformiza-dora cada vez más insensible al reconoci-miento de la diversidad profunda.

Como respuesta al desarrollo de unacultura política cada vez menos federal enEspaña, varias comunidades han exigidorevisar a fondo su estatuto de autonomíacon el fin de conservar —si no de aumen-tar— su margen de maniobra y así dar a

los ciudadanos la posibilidad de vivir ple-namente en su cultura de origen en el se-no de una España plurinacional. Variosuniversitarios solventes, procedentes de to-das las comunidades autónomas, de todaslas ideologías y de todas las familias políti-cas, se han implicado en la conceptualiza-ción del federalismo multinacional parahacer de éste una vía de compromiso acep-table para todos. Los trabajos eruditos deCarles Viver i Pi-Sunyer, Ferran Requejo,Enric Fossas, Miquel Caminal, RamónMáiz, Joxerramon Bengoetxa, José MaríaSauca son una excelente muestra de ello.

Sobre esto se ha establecido un pulsoentre el gobierno de Madrid —apoyadopor varias comunidades autónomas bajola égida del Partido Popular— y las dos

naciones históricas principales que hanintentado desmarcarse —País Vasco,Cataluña—. La falta de receptividad delcentro ha tenido como consecuencia alie-nar más a los habitantes de estas regionesrespecto al Estado de autonomías tal ycomo ha sido entendido por Madrid y losha conducido a considerar un escenarioque pueda conducir a la secesión del Esta-do español.

A falta de poder conservar sus elemen-tos singulares, el País Vasco y Cataluñahan llegado, de este modo, a considerar laposibilidad de la secesión. ¿Cómo explicaruna situación así? Las principales razo-nes que explican el debilitamiento de loslazos entre las naciones históricas y la na-ción española son de tres clases y se inscri-ben en un largo proceso histórico: la difi-cultad para las regiones históricas de ha-cer progresar su propio régimen lingüísti-co en un país en el que la lengua españolase ha impuesto como lengua común. A loque hay que sumar que el problema, porlo menos desde un punto de vista cultural,se extiende a otras comunidades: el PaísValenciano y las Islas Baleares en el casode Cataluña y Navarra en el caso del PaísVasco. La pérdida gradual de influencia

de las regiones autónomas enel seno del gobierno de Ma-drid y la poca influencia de lospartidos políticos regionalesen el gobierno del Estado cen-tral; la contribución fiscal des-proporcionada de las regionesmás prósperas en beneficiodel centro.

Estas razones no explicantodas las tensiones políticasen España, pero permitencomprender mejor por qué elvínculo de confianza que hu-biera podido establecerse enel momento de crear el Esta-do de las autonomías se hadeshecho a consecuencia delas crisis políticas y socialesque han afectado España es-tos últimos años.

En la medida en que puedeimaginarse una salida a la cri-sis política actual, habrá quereconducir sin rodeos el pro-ceso por parte de los actoressociales, económicos y políti-cos, tal y como desarrollo enmi libro Temps d’incertituds.Habrá que repensar las víasde la reconciliación de las co-munidades políticas sobrenuevas bases. Habrá que re-montarse incluso a las fuen-tes del pactismo para identifi-car los caminos más promete-dores a favor de una verdade-ra reforma constitucional res-petuosa con las naciones fun-dadoras. Será importante tam-bién impulsar una transicióndel sistema político actual,propenso a defender a una na-ción que domina a todas lasdemás e inspirado en un fede-ralismo de fachada, a favor deun federalismo auténticamen-te multinacional. Finalmente,

habrá que reflexionar también sobre laimplantación de un federalismo a travésde tratados (heredado de las Primeras Na-ciones en América) para restablecer laconfianza que falta actualmente.

En resumen, la reconciliación entre losprincipales actores en el seno de una Espa-ña plural no podrá llevarse a cabo en lamedida en que las naciones sean no sóloreconocidas y respetadas, sino en la medi-da en que sean habilitadas para promoversu lengua, su cultura, sus tradiciones ysus instituciones.

Alain-G Gagnon es profesor en la Université duQuébec en Montreal y autor de Temps d´incer-tutuds: assajos sobre federalisme i la diversitatnacional (Afers y PUV).

ALAIN-G.GAGNON

España y el federalismo

Centenares de miles de personas reclamaron la independencia de Cataluña el pasado 11 de septiembre. / marcel.li sáenz

El sistema actual defiendea una nación que dominaa las demás e inspira unfederalismo de fachada

4 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

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12 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 5

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E s la hora del federalismo. Perono de un federalismo rotundo yeficaz, capaz de convencer y apli-car sus fórmulas a nuestros nu-

merosos problemas, sino de un federalis-mo de difícil comprensión, que requieraexplicaciones y adjetivos. En Cataluña,por ejemplo, estamos en el federalismocansado, que pronto se puede convertiren escéptico y fácilmente desemboca enun federalismo arrepentido. En Madrid,en cambio, vemos cómo crece otro fede-ralismo de signo contrario al que pode-mos considerar sobrevenido, converso odirectamente oportunista.

Hay otras adjetivaciones opuestas quese declinan con talante diverso entre lasdos ciudades. En Madrid suele espantartanto el federalismo asimétrico comoagrada el simétrico, cuanto más simétri-co mejor, mientras que en Barcelona su-cede exactamente lo contrario. Los mis-mos adjetivos suelen tener orientacionessemánticas contradictorias. Hay quienasegura con todo el aplomo que el Estado

de las autonomías ya es un sistema fede-ral e incluso que posee asimetrías muyprofundas, donde muchos otros ven me-canismos centralizadores e incapacidadpara una federalización efectiva. Otrosmás ven por el contrario que solo unarigurosa simetría podría franquear la víafederal, para no vulnerar el principio cas-tellano de que nadie sea más que nadieen que se basan el café para todos, losagravios comparativos, las quejas victi-mistas y toda la fatigante federación deconceptos que ha acompañado al Estadode las autonomías.

Aún hay un caso más sofisticado comoes el vaciamiento de la idea federal gra-cias al desgaste de la palabra. Este es elcaso del PSOE, que utiliza la denomina-ción federal para buen número de susorganismos sin que signifique absoluta-mente nada, y solo mantiene una rela-ción ambigua y polémica como se sueledar en las federaciones en su tensa rela-ción con los socialistas catalanes. Se lla-ma federal, pero su alma es jacobina, ypor eso solo se pronuncia con la bocapequeña en favor de una salida federal ala actual crisis de caballo del Estado delas autonomías. Tiene una explicaciónque poco explica de la racionalidad políti-ca y mucho del populismo ambiental: lo

que vende fuera de Cataluña es la defen-sa de la unidad de la patria amenazada yno un federalismo que no se sabe quéesconde, ni que adjetivo requiere o inclu-so si exige prefijo, como es el caso de laconfederación, denostada como grado dedisgregación mayor, próxima a la sece-sión.

Hay casos más drásticos todavía, enlos que no hacen falta adjetivos porquees el sustantivo federal entero el que setira al vertedero de la historia. Para cier-ta derecha española es un concepto próxi-

mo al separatismo, que reconoce la exis-tencia de soberanías separadas que lue-go, solo hipotéticamente, se unen en lafederación. Exactamente lo mismo, aun-que en dirección contraria, sostienen his-tóricamente el nacionalismo conserva-dor vasco y catalán: sus naciones no de-ben unirse a las otras sino mantener una

relación lo más bilateral posible con elEstado.

Ahora en Cataluña se está ampliandoa ojos vista la corriente soberanista queexige esta relación bilateral y el reconoci-miento de la soberanía. El resultado reac-tivo es que el federalismo deviene la for-mulación imprecisa y angustiada de quie-nes no quieren ni la unidad indivisible dela nación española ni la independenciade Cataluña. Electoralmente se verá el 25de noviembre qué vale esta tercera vía,esa opción tachada en un lado de separa-tista y en el otro de españolista.

Después de las elecciones, cuando lle-gue la hora de la negociación, que llegará,el federalismo actualmente nebuloso yevanescente volverá a ponerse de moda ydeberá convertirse en todo lo rotundo yeficaz que no es ahora, probablementecon la concreción de adjetivos asimétricosy matices bilaterales, hasta constituirseen la denominación para la salida a la cri-sis institucional del Estado de las autono-mías. Mucho más probable e incluso de-seable que la brusca separación o la regre-sión centralizadora es la unión libre entreiguales, que exige el reconocimiento pre-vio de la personalidad de los estados fede-rados, es decir, la federación. De momentoespañola, ojalá que también europea.

LLUÍSBASSETS

franquismo, cuando en un pro-grama de televisión podía convi-vir un documental sobre los Bea-tles y una actuación de Lluís Lla-ch”. Con todo, asegura que can-tar en valenciano va perdiendoconnotaciones políticas. “Toda-vía marca, pero el hecho de queel valenciano esté en el sistemaeducativo ha quitado algunas te-larañas. Y los músicos tambiénhan hecho un esfuerzo de mirarhacia afuera, sin renunciar anuestra tradición musical peroteniendo en cuenta los referen-tes internacionales”. Para

Xambó, la música ha hecho suparticular contribución a la re-cuperación lingüística iniciadapor la escuela. Y los puentes yvías de colaboración estableci-das entre los músicos jóvenes y“la vieja guardia”, incluso inter-cambiando los respectivos públi-cos, es una muestra de que “seha recuperado una relación en-tre generaciones que se habíaroto no solo en la música”.

En parte, porque el conflictosigue abierto. Que un cantautorcomo Pau Alabajos celebre en el

Palau de la Música de Valenciasu primera década de carreraartística no debería ser relevan-te. Sin embargo, el suyo era elprimer recital en valenciano endicho recinto en el último cuar-to de siglo. “La música es uninstrumento válido de expre-sión. Como creador, poner en elpentagrama lo que me preocu-pa a nivel individual y colectivoes una forma de reflexionar.Puedes decir las cosas de formaexplícita, siempre que no se cai-ga en el panfleto”, explica el can-tautor de Torrent, quien creeque apostar por la cultura pro-pia “tiene una lectura política”.“La política bipartidista es anti-valenciana. Y de alguna forma,lo que hacemos es producir unabanda sonora para las otras op-ciones. En el concierto del Pa-lau había mucha gente joven, pe-ro también generaciones ante-riores que ven en nuestras can-ciones el relevo generacional alos temas de Raimon y Ovidi”,argumenta. Con todo, Alabajostampoco desprecia el manto denormalidad que ha generado laescolarización en valenciano einiciativas como las trobades deEscola Valenciana, que han ayu-dado a ver “que no existe nadaproblemático en utilizar tu len-gua para hacer cultura. Creoque estamos consiguiendo queno haya una voluntad políticaen el hecho de escuchar músicaen valenciano”, dice, e inclusoasegura haber ampliado su es-pectro de seguidores con genteque no comparte su ideología.Aunque no va a renunciar al po-so fusteriano. “Como mínimo,somos un mercado cultural.Que hay una comunidad lingüís-tica y cultural es un hecho, algoque compruebo diariamente: elmismo concierto que hago enBenigànim se repite en Girona.Nuestra patria es subir y bajar.Lo que no sé si eso se traduce enun sentimiento independentistao en un proyecto político”.

Adjetivación federal

Cantar en valencianova perdiendoconnotacionespolíticas

La música hacontribuido a larecuperaciónlingüística

“Como mínimo,somos unmercadocultural”

En Cataluña existe unfederalismo cansado; encambio el de Madrid esconverso u oportunista

EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 11

L o primero que sorprendeal hablar de federalismo ymodelo de Estado es que

ningún partido niega la esenciafederal del Estado de las autono-mías. A partir de ahí empiezanlas diferencias. Unas diferenciascon tantos matices que acabanpor convertir el federalismo enuna navaja multiuso.

¿Qué piensa el partido mayori-tario, el PP, que hoy acumula lamayor cantidad de poder institu-cional desde la instauración de lademocracia? Una respuesta claraes la que ofrece el Partido Popu-lar a través de la Fundación parael Análisis y los Estudios Sociales(FAES), el think tank del partido,que suministra los marcos teóri-cos y fija posición sobre los princi-pales asuntos. “FAES defiende elmarco constitucional y el granpacto de la Transición de 1978 co-mo claves para preservar la uni-dad de España. A la vez, abogapor la necesidad de fortalecer lasinstituciones del Estado de dere-cho. Por ello, FAES dedica buenaparte de su trabajo a analizar lascorrientes que ponen en peligroo debilitan el marco de conviven-cia que se fundamenta en la Cons-titución”, explica la fundaciónque preside José María Aznar.

El portavoz adjunto del PP enlas Cortes Valencianas, José Ma-rí, uno de los politicos popularesque más tiempo ha dedicado aesta cuestión admite: “El partidono está por abrir ese debate”.

Para Marí el Estado autonómi-co ya funciona como un sistema

federal, aunque en su opinión,hay dos cuestiones que deberíanabordarse: la reforma del Sena-do, que no funciona como Cáma-ra territorial, y la introducción deun federalismo financiero, queimplique a las autonomías en lapolítica de ingresos.

“No creo que el PP haya opta-do por una recentralización delEstado” afirma Marí, que a títulopersonal cree que las diputacio-nes deberían desaparecer y no de-bería reforzarse su papel a no serque se eliminen ayuntamientos.

Para el principal partido de laoposición, el PSPV-PSOE, que hadecidido impulsar el debate so-bre el federalismo el PP ha opta-do por un modelo de recentrali-zación que es inviable. “Españatiene que superar el Estado de lasautonomías, incluso por unacuestión de homologación en elexterior”, explica el secretario ge-neral de los socialistas valencia-nos, Ximo Puig.

“En España puede haber asi-metrías, pero donde la relaciónno puede ser asimétrica es en lafinanciación”, añade Puig, quesentencia: “El concierto vasco yel navarro no pueden permane-cer inalterables para siempre.Hay que hacer una reforma enprofundidad y hay que cambiarla Constitución”.

Puig justifica la decisión de sa-car a primera línea de la agendapolítica el federalismo por “el ata-que furibundo del PP hacia lasautonomías”. “El federalismo hade ser cooperativo, aceptando ladiversidad, que permita, porejemplo, a las autonomías decidir

si mantiene o suprime las dipu-taciones” Para el dirigente socia-lista, el debate federalista es elque puede posibilitar que acabecon la discriminación que sufrela Comunidad Valenciana por par-te del Estado, fundamentalmenteen materia de financiación.

Las reivindicaciones de popu-lares y socialistas valencianos,sin embargo, apenas parecen ca-lar en las direcciones estatales desus respectivos partidos. Y elloabre espacios a las formacionesminoritarias como Coalició Com-promis.

Para el secretario general delBloc —principal partido deCoalició Compromís—, Enric Mo-rera, tanto la Unión Europea co-mo el Estado deberían avanzarhacia el federalismo. “Hay queavanzar en la corresponsabilidadfiscal, reducir las institucionesineficientes del Estado e incre-mentar el autogobierno”, argu-menta Morera, que admite: “elPaís Valenciano no es de matrizcastellana, tenemos nuestra pro-pia identidad y eso se tiene queencajar en un modelo federal querespete nuestras señas de identi-dad y la gestión de nuestros recur-sos”.

En las bases del Bloc hay unsector que jalea los procesos inde-pendentistas como el de Catalu-ña. ¿Es la militancia más extremaen sus planteamientos que elBloc? “El debate de la indepen-dencia es falso porque España es-tá dirigida ahora por la troika co-munitaria, pero a nivel sentimen-tal mucha gente tiene sensaciónde agravio y lo expresa de mane-

ra democrática”.El otro gran partido de Com-

promís, Iniciativa del PobleValencià, confluye en la reivindi-cación de un Estado federal conel Bloc a partir de su propio análi-sis. “Alemania es una sola nación,pero España no lo es y el elemen-to subjetivo de la identificaciónidentitaria el PP lo ha maltratado

sistemáticamente”, explicaMònica Oltra. “Cuando el elemen-to subjetivo pesa más que el obje-tivo, eso lleva a la independen-cia”, prosigue la diputada de Com-promís, “En el País Valenciano notenemos ese componente subjeti-vo, pero el modelo federal es másrazonable para una nación histó-rica como la nuestra. Me intere-

san los pueblos más que las fron-teras”.

En esta ensalada de maticesque conlleva la defensa del fede-ralismo, Esquerra Unida tam-bién defiende las suyas.

“La participación en la federa-lidad debe ser voluntaria, con res-peto a las identidades y a la auto-nomía de las regiones”, dice Mar-ga Sanz, coordinadora general deEsquerra Unida, que no oculta lavena hacia la centralización quehistóricamente ha defendido elPartido Comunista, principal par-tido de la coalición.

“Estamos llamados a un granpacto de Estado, que separe lascompetencias federales y las delas federaciones y que fije la fi-nanciación del modelo con solida-ridad y equidad”, explica Sanz,que añade: “A nosotros las asime-trías no nos gustan porque a lalarga genera privilegios”. ParaEU, “las singularidades tienenque ser pactadas pero asumidaspor todos”.

El panorama lo completaUnión Progreso y Democracia(UPyD), el partido de Rosa Díez yToni Cantó, que apuesta por unfortalecimiento del Estado en de-trimento de otras Administracio-nes, especialmente las autono-mías. “La política no está para re-solver los sentimientos de nadie,está para resolver problemas”, se-ñala Díez, “porque para defendersus chiringuitos han de defenderque son diferentes”.

Ahora solo falta reposar los in-gredientes y pensar por qué estan difícil que los partidos se pon-gan de acuerdo y actúen.

El federalismo como navaja multiusoLos partidos defienden modelos diferentes sin negar el Estado autonómico

JOAQUÍN FERRANDIS

El hemiciclo de las Cortes Valencianas. / carles francesc

José Marí: “El PP noestá por abrir eldebate sobre elmodelo de Estado”

Ximo Puig: “Losconciertos vasco ynavarro no puedenser inalterables”

Compromís apuestapor los pueblosfrente a las fronterasy EU pide un pacto

6 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

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L os años sesenta y la rec-ta final de la dictadurafranquista, en los seten-ta, no serían concebi-

bles sin su banda sonora. En elcaso valenciano, la Nova Cançóy sus sumos sacerdotes autócto-nos, Raimon y Ovidi Montllor,creadores del hilo musical de to-da una época. Con la llegada dela democracia, en los ochenta,se apagaron las luces: el movi-miento deja de estar de moda.El musicólogo Josep Vicent Fre-china en su imprescindible Lacançó en valencià (AVL, 2011),añade a la pérdida de funcionali-dad y el “agotamiento del mode-lo estético”, la desactivación delos movimientos cívicos. Y ano-ta también la derrota simbólicaque significó para el nacionalis-mo de izquierdas el Estatuto deAutonomía de 1982 y el letargode la sociedad civil después delas tensiones de la Batalla de Va-lencia.

Sin embargo, en los noventa,coincidiendo con la llegada delPP a la Generalitat y las prime-ras generaciones educadas envalenciano, se incuba una recu-peración con rasgos muy dife-rentes al rock catalán. Surge lacombativa escena de fusión delfolk con estilos como el ska o elpunk. Aparecen nuevos cantau-tores como Feliu Ventura, querenuevan la canción de amor ycombate. Y se ponen las basesde la diversificación estilísticade una escena que, hoy en día,abarca desde el hard-rock al in-die, pasando por el hip hop o laelectrónica de vanguardia. Músi-ca y músicos con diferentesorientaciones, desde las posicio-nes abiertamente políticas, enfondo y forma, abrazadas porun público nacionalista joven (yno tan joven), hasta propuestasmenos proactivas o marcadaspolíticamente.

En el vector combativo,Obrint Pas se consideran deudo-res del “movimiento rupturistay contracultural” impulsado porJoan Fuster y que tuvo comouna de sus expresiones la NovaCançó. “La victoria del PP en losnoventa incrementó la hostili-dad hacia la cultura propia. Y, dealguna forma, se relanza la esce-na alternativa, solo que incorpo-rando las culturas juveniles mu-sicales actuales”, sintetiza XaviSarrià, cantante y compositor dela banda. Años después, el PPsigue gobernando. Y Obrint Pascreciendo en impacto social y ar-tístico e incorporando gente jo-ven entre sus numerosos segui-dores. “La música es un armamuy potente, porque hace de al-tavoz. Y también es un instru-mento de descriminalización,de normalización. Eso ha hechoque mucha gente se acerque.

¿Que eso conduzca después a ungrado de concienciación? Sí. Pe-ro también hay personas que só-lo se quedan con la música. Alfin y al cabo, hacemos cancio-nes, expresamos emociones, ylos significados están abiertos.Es música y le puede gustar atodo tipo de personas”. Algoque, en todo caso, no implica ol-

vidar la función social: “Lo quedefendemos no solo es posible,sino que es necesario ante el fra-caso del modelo que hemos vivi-do. Y no nos queda otro remedioque ser optimistas”.

Josep Nadal, motor de LaGossa Sorda, formación quecomparte orígenes e inquietu-des éticas y estéticas con ObrintPas, recuerda que los fundado-res del grupo estudiaban en laprimera línea en valenciano dePego, algo que hizo que “nos in-corporáramos al valenciano deforma natural”. Una relaciónmuy directa enfatizada por ini-ciativas como La Gira de EscolaValenciana, la conexión entre laenseñanza del valenciano y lamúsica en esta lengua. “Igual enCataluña no es tan importante,pero aquí sí. No conozco a nadieque cante en valenciano que secuestione la unidad de la len-gua. Y eso aunque esté lejos deposiciones nacionalistas o inde-pendentistas”. Nadal resaltaque “la generación anterior esta-ba marcada por la música. Cuan-do algo te marca en la adoles-cencia lo hace para toda la vida.Es un factor identitario muy im-portante”. Por otro lado, esta

función política es irrenuncia-ble, si bien reconoce que, con eltiempo, su música ha llegado apersonas “sociológicamente di-ferentes de nosotros. Conozcomilitantes del PP que van anuestros conciertos”, asegura.

El propio Nadal apunta dife-rencias entre los grupos señala-dos políticamente y los que nolo están, explicitadas en declara-ciones y comentarios dejadoscaer aquí y allá. En el lado delring sin conexión con OvidiMontllor y lo que representa, es-tá Miquel Àngel Landete, cabe-za visible de Senior i el Cor Bru-tal, que comenzó su carrera can-tando en inglés y ahora es unreferente del pop en catalán conun estilo bautizado como valen-ciana. O sea, americana (rock deraíces) cantada en valenciano.Para él, “la identidad musical esun estilo, unas influencias… Po-ner el acento en la lengua enque se canta es banalizar la mú-sica. En mi caso, cambiar de len-gua no fue una opción, sino unanecesidad de transmitir mejorlo que sentía. No tenía otro re-medio. Pero aunque cante en va-lenciano, estoy más cerca de EffBarzelay que de Orxata Sound

System”, advierte. Lo que no sig-nifica “que no tenga ideología,que la tengo y la expreso porotros cauces. Podría cantar envalenciano y ofrendar nuevasglorias a España, pero no es elcaso”. Algo que tampoco es óbi-ce para que muchos de sus se-guidores sean jóvenes y se ubi-quen en la órbita del nacionalis-mo. O hayan adoptado comohimno una de sus canciones,València, eres una puta. “Me pa-rece perfecto. Una vez creada,la canción no le pertenece a sucreador”, dice con convicción.

El cantautor y sociólogo RafaXambó opina sin embargo que“el simple hecho de cantar envalenciano construye identidad,más allá de que los contenidossean más explícitos o reivindica-tivos, porque marcan un refe-rente cultural propio. ¿Por quéuna persona que hace pop rela-jado y sin pretensiones decidehacerlo en valenciano? Lo hace,inevitablemente, en clave identi-taria”. Circunstancia que no sedaría, subraya Xambó, de noexistir una identidad “amenaza-da por la identidad española”. Ouna escena comercial y normali-zada “que existía a finales del

Identidad conbanda sonoraLa música en valenciano amplía su público yvuelve a ser un catalizador entre los jóvenes

A la izquierda, jóvenes en un concierto del grupo ObrintPas. Arriba, el recital de Pau Alabajos en el Palau de laMúsica de Valencia. / msf / xepo ws

XAVIER ALIAGA

Raimon y OvidiMontllor crearonel hilo musical detoda una época

Obrint Pas hacrecido en impactoy ha incorporado amuchos jóvenes

Senior comenzósu carreracantandoen inglés

10 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

Los aniversarios son momentos pa-ra el balance, para volver la vistaatrás y hacer recuento de los acier-tos y de los errores. Se han cumpli-

do este año 30 desde la aprobación del pri-mer Estatuto de la Comunidad Valenciana,y lo celebramos en un ambiente de intensodebate y no menos confusión en torno alEstado autonómico. El balance nos exigehacer memoria de los objetivos que se pre-tendieron con la creación de las Comunida-des Autónomas y ponerlos en contraste conla realidad actual. Es innegable que en suorigen estuvo la pretensión de dar cauce alas aspiraciones de las fuerzas nacionalistasvascas y catalanas y, desde esta perspectiva,los resultados aparentan ser menos que po-bres. Pero también se quiso entonces articu-lar políticamente la enorme diversidad deEspaña, acercar los centros de decisión yaproximar las administraciones a quienesson sus destinatarios, los ciudadanos. Loconseguido desde este segundo punto devista es, sin duda alguna, mucho más satis-factorio.

Aun con sus innegables éxitos, el proce-so autonómico se encuentra agotado, políti-ca y económicamente. Su carácter abierto yflexible ha terminado por chocar con laspretensiones de quienes creyeron ver enese constitucionalismo blando un camposin límites donde dejar correr sus aspiracio-

nes. La sentencia constitucional a propósitodel nuevo Estatuto catalán trajo consigo unfinal apresurado e imprevisto de las refor-mas estatutarias que no se habían completa-do aun, y dejó un mapa de normas inacaba-do que añade complejidad y debilita aunmás la coherencia del conjunto. La senten-cia significó de algún modo el cierre delmodelo pero lo hizo dejando una situaciónque apenas satisface a nadie. Por otro lado,cualquier sistema de distribución de respon-sabilidades políticas sirve solo en tanto queva acompañado de los recursos económicossuficientes para ejercerlas. Por eso, la situa-ción económica ha tenido inmediatas conse-cuencias también en la política territorial.La crisis está obligando a evaluar la raciona-lidad del modelo, su sostenibilidad, y esoimplica revisar duplicidades e ineficiencias,evaluar su financiación y repensar los nive-les de gasto público alcanzados.

Ya no parece posible —ni resultaría de-seable, en mi opinión— continuar con re-formas puntuales o avances parciales. Laexperiencia es ya suficiente para evaluarlogros y carencias, y así poder hacer ya loque no fue posible en 1978: definir consti-tucionalmente el modelo. Llevar a la Car-ta Magna las características fundamenta-les del Estado autonómico sería un notabi-lísimo avance que le daría una gran estabi-lidad y fortaleza. Posiblemente no sea unaurgencia, pero si no se comienza a traba-jar políticamente en esa vía nunca seráposible madurar un acuerdo. Pero unapropuesta de reforma constitucional solopuede formularse como una sincera invi-tación al diálogo, como una oferta de con-

senso hacia quienes la deben suscribir.En este contexto, la retórica federalista

del partido socialista confunde más queaclara, tanto porque no va dirigida a quiennecesariamente es su interlocutor, el Parti-do Popular, como porque es un comodínretórico en manos de oportunistas. Fue unimpulso federalista el que llevó en 1980 aforzar el acceso de Andalucía a su autogo-bierno por la vía prevista para las comunida-des históricas, como federal también debióser el criterio que permitió la aprobación delas leyes orgánicas de transferencia que asi-milaron en 1982 las competencias de la Co-

munidad Valenciana y de las Islas Canariasa las de País Vasco, Cataluña, Galicia y Anda-lucía. Más federalizante parece, sin embar-go, el sustrato de los Pactos Autonómicosde 1992, firmados por PP y PSOE, y en losque se optó por la generalización y homoge-neización de las responsabilidades de todaslas Comunidades Autónomas, un acuerdoque se materializó bajo los gobiernos de Jo-sé María Aznar.

Pero penas había comenzado a estar vi-gente ese esquema de uniforme e intensadescentralización y ya se comenzó a escu-char que el nuevo objetivo se llamaba fede-

ralismo asimétrico. Esa deriva de origen ca-talán la intentó resolver el partido socialistacon su solemne Declaración de Santillana,en 2003. Allí no se mencionaba la palabrafederal sino que se hacía una propuesta pa-ra el “perfeccionamiento del Estado autonó-mico” que pasaba por la reforma constitu-cional del Senado, la institucionalización dela Conferencia de Presidentes, la mejora delos mecanismos de participación de las Co-munidades en la Unión Europea y, por últi-mo, las reformas estatutarias a las que seexigía su “impecable adecuación a la Consti-tución”. Pero las cosas no discurrieron así.“La Constitución no reconoce otra que lanación española” tuvo que sentenciar el Tri-bunal Constitucional con sencilla claridad yrotundidad, denunciando así los excesosdel nuevo Estatuto de Cataluña que apoya-ron los socialistas. Y esa es la clave paraentender de qué discutimos cuando de nue-vo hablamos ahora de federalismo.

Las reformas constitucionales son el re-flejo de la vitalidad de una nación, la mues-tra de su capacidad de actualizar sus pactosconstituyentes. La reforma constitucionalposible no puede ser recentralizadora ni fe-deral, sólo puede discurrir por la senda au-tonómica que con acierto se tomó para em-prender la más larga etapa democrática denuestra historia. Si alguien pretendiese reto-mar un camino ya frustrado, atribuyendo lasoberanía originaria a otras naciones distin-tas de la española, está claro que jamás al-canzaría el acuerdo necesario para hacerlo.Pero muy posiblemente si nos sentásemosa dialogar sobre el perfeccionamiento delEstado autonómico mediante la utilizaciónde instrumentos federales ya ensayadoscon éxito en otros países, el margen para elencuentro podría hallarse.

Gabriel Elorriaga es diputado en el Congresopor el PP.

GABRIELELORRIAGA

Claroscuro autonómico

La reforma posible nopuede ser recentralizadorani federal, solo cabela senda autonómica

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La solución federal

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L a legislatura del Parlament de Ca-talunya ha acabado dos años an-tes de lo previsto con la votaciónampliamente mayoritaria (de 84

votos sobre 135) de la siguiente resolu-ción: “El Parlament constata la necesidadde que el pueblo de Catalunya pueda de-terminar libre y democráticamente su fu-turo colectivo, e insta al Govern a haceruna consulta prioritariamente durante lapróxima legislatura”. Poco antes se produ-jo la negativa del presidente Mariano Ra-joy de entrar siquiera a negociar la pro-puesta de concierto económico planteadapor el president Artur Mas con el aval deuna mayoría igualmente amplia del Parla-ment. Todo ello precedido por una masi-va manifestación celebrada con motivode la Diada Nacional de Catalunya bajo ellema Catalunya, nou estat d'Europa.

Hace ya mucho tiempo los presidentesPasqual Maragall y José Montilla alerta-ron, sin obtener respuesta alguna, de undesafecto creciente de Catalunya hacia Es-paña, y la Sentencia del Tribunal Constitu-cional sobre el Estatuto aprobado por elParlament de Catalunya por más de 2/3de sus miembros, negociado en el Congre-so de los Diputados, aprobado por mayo-ría absoluta de las Cortes Generales y re-frendado por los ciudadanos y ciudada-nas de Catalunya, fue recibida por mu-

chos como la confirmación de que las an-sias de autogobierno de buena parte delos catalanes no cabían ya en la Constitu-ción.

A ello hay que añadir la sensación deinjusticia sobre las inversiones públicasdel Estado en Catalunya, la acumulaciónde incumplimientos por parte de los suce-sivos Gobiernos de España del modelo definanciación acordado a partir de lo dis-puesto en el nuevo Estatuto, la falta desensibilidad sobre la realidad pluricultu-ral y pluringüística de España, y la ofensi-va recentralizadora del gobierno del PPque ha afectado muy recientemente a as-pectos tan sensibles como la educación.

La nueva financiación acordada en2009, que pretendía atajar el crecientemalestar fiscal catalán, ha sido incapazde garantizar el principio de ordinalidad,puesto que Catalunya sigue perdiendo po-siciones en la clasificación de las autono-mías en función de sus respectivos ingre-sos disponibles per cápita una vez aplica-dos los mecanismos de solidaridad y nive-lación. Además, la percepción de un exa-gerado déficit fiscal se ha visto agravadacon motivo de la crisis económica.

Todo ello configura un escenario en elque resulta muy fácil afirmar que “Espa-ña no nos quiere” o que “ni siquiera senos respeta como catalanes”. Y como enmateria de sentimientos todo es muy dis-cutible, baste con decir que para muchoscatalanes el Estado español ha dejado dedefender y representar sus intereses,cuando no lo consideran como directa-mente hostil.

Así se explica el incremento del núme-ro de personas que optaría por la indepen-dencia y el cambio radical de perspectivapolítica del nacionalismo conservador go-bernante que, hasta hace bien poco, nocuestionaba el marco estatal español, yahora abraza sin reservas el derecho deautodeterminación y la construcción deun “Estado propio”.

Personalmente, estoy convencido deque la independencia no es la solución,pero también de que así no podemos se-guir y que sólo una propuesta federal am-biciosa y sensata, coherente con el marco

de soberanías compartidas de la UniónEuropea y las interdependencias crecien-tes de la economía global, puede evitar elchoque de trenes.

Creo que España debe convertirse enun Estado federal que reconozca su reali-dad plural y diversa, a través de una refor-ma de la Constitución acordada con gene-rosidad, inteligencia y valentía, para con-seguir que Catalunya se sienta cómoda enél, tan cómoda como el Estado Libre deBaviera se encuentra en la República Fe-deral de Alemania, combinando técnicasfederales que se ajusten a la asimetría ya

presente en el Estado de las Autonomías,con técnicas bilaterales que den solucióna problemas concretos.

La reforma constitucional debe am-pliar el autogobierno de Catalunya, asu-mir un pacto fiscal como el propuesto porel PSC (que no es un concierto económi-co) y asegurar el respeto a la realidadplurinacional, pluricultural yplurilingüística del Estado, rechazandode plano propuestas unilaterales que vul-neren la legalidad, pero combatiendo tam-bién todo inmovilismo que sólo conducea la ruptura. Lógicamente, dicha reformadeberá ser finalmente refrendada por laciudadanía.

En el marco de esa negociación debecontemplarse también la regulación deun eventual referéndum sobre la inde-pendencia, hoy día imposible en el mar-co legal español. En este terreno debe-mos excluir tanto las iniciativas unilate-rales como las que lisa y llanamente vul-neren la legalidad, pero también debe-mos combatir la negativa a proporcio-nar un cauce democrático para que, endeterminados supuestos y condiciones,pueda expresarse la opinión de los ciuda-danos y ciudadanas de Catalunya al res-pecto. El marco de la “Ley de claridad”canadiense puede proporcionar pistassobre cómo hacerlo. También así se de-mostrará que esto del federalismo vapor fin en serio.

Miquel Iceta es diputado socialista en el Parla-ment de Catalunya y Presidente de la FundacióRafael Campalans.

MIQUELICETA

Sensatez federal o choque de trenes

La independencia no es lasolución, pero así no sepuede seguir. La propuestafederal evitaría la colisión

EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 9

La solución federal

L a panacea del Levante feliz se de-rrumba, quizás no haya existidonunca, al menos desde que yoestudio los datos oficiales y hace

décadas que los miro. De su observaciónextraigo dos conclusiones: que el desplie-gue de los servicios públicos en el territo-rio valenciano era y sigue siendo muchomás precario que en el conjunto del territo-rio español y que el Estado ha sido incapazde ofrecer a los ciudadanos de las diferen-tes regiones, recursos equitativos para queaccedan a unos servicios mínimos de ciuda-danía equiparables. Objetivamente, en Es-paña algunos somos ciudadanos de segun-da.

Tras más 30 años de estado democráti-co y autonómico, los valencianos seguimospadeciendo un sector público raquítico (elpeso del gasto público por habitante: esta-tal, autonómico y local de la ComunidadValenciana es un 15% inferior al de Espa-ña). Siempre fue así, nada debíamos necesi-tar siendo el Levante feliz, así sigue siéndo-lo y va a peor.

Y estamos completamente de acuerdoen que para intentar corregir este bajo ni-vel de servicios públicos sanitarios, educati-vos y sociales, no es razonable —ni posi-ble— mantener sistemáticamente unascuentas públicas autonómicas con eleva-dos déficits. El error no está en el objetivode acercar el déficit a cero, sino en el ori-gen de un sistema de financiación autonó-mico que ha sido incapaz de corregir, tras25 años, una financiación lesiva para lascondiciones de ciudadanía de unos españo-les que cumplen con sus obligaciones fisca-les mejor que la media y que tienen un 12%menos de renta per cápita. No hay otraregión o nacionalidad en España, donde sedé esta sorprendente paradoja.

Sin atisbo de delirios independentistas,es legítimo preguntarse como ciudadano:¿para qué sirve un Estado que mantieneeste orden de cosas? Sin embargo, vuelvenlas tentaciones recentralizadoras y lademonización de las Administraciones Au-tonómicas, cuyo comportamiento ha sido,en su conjunto y en este periodo de crisis,mucho más eficaz —como veremos— queel de la Administración Central, sobre todosi consideramos que además prestan esen-cialmente servicios básicos del Estado delbienestar, cuyo nivel de gasto es muy rígi-do porque está en función del número depersonas que deben atender.

Es cierto que hay ejemplos demoledo-res, mucho y justificado ruido con centena-res de millones de euros de inversión en

aeropuertos y auditorios autonómicos va-cíos, etc., pero también lo es que hay dema-siado poco escándalo sobre inversiones es-tatales milmillonarias de tramos de AVE,que transportan decenas de viajeros a lasemana, y otros muchos etcéteras.

¿Dónde está la eficiencia fiscal de la Ad-ministración Central? Su gasto ha sido elorigen del 79,9% del incremento del endeu-damiento público (déficit público acumula-do) entre 2008 y 2011, cuando su tamañorepresenta menos del 35% del gasto delconjunto de las administraciones públicas.Y, por si acaso, aclaro, que el gasto por“estabilizadores automáticos” derivadosde la crisis (paro, prestaciones, etc.) explicamenos del 60% de este incremento. En elcitado periodo de crisis, las comunidadesautónomas han generado el 19,9% del in-cremento del endeudamiento público,cuando su tamaño es el 52% de total delgasto del total de las administraciones pú-blicas. ¿En qué datos está basada la brutalcampaña política y mediática deculpabilización y descrédito de las comuni-dades autónomas? ¿A qué intereses respon-

de? No es razonable que la AdministraciónCentral que gestiona un tercio del gastopúblico total se atribuya un objetivo del4,5% del PIB, y le imponga a las comunida-des autónomas un objetivo del 1,5% delPIB, cuando estas gestionan más de la mi-tad del gasto público total.

Además, el comportamiento del Estadose revela ineficaz en su doble papel de ree-quilibrador territorial de renta y riqueza, yde garante de la igualdad de acceso de losciudadanos a los servicios públicos funda-mentales. Como se observa en el gráfico, laactuación del Estado corrige muy insufi-cientemente el reequilibrio de la cuenta derenta de los hogares españoles. Es una si-tuación dura e injusta, para los valencia-nos especialmente, y que cuestiona si deverdad el Estado nos ampara y nos garanti-za al conjunto de los españoles un tratoequitativo entre ciudadanos y entre territo-rios. Es una realidad que la estructura cen-tralista mantuvo oculta mucho tiempo, yque desde que existen autonomías y esta-dísticas, diferentes estudios e investigacio-nes le están poniendo cara hace años.

Los ciudadanos de los territorios fora-les, resultan ser —acabáramos— los verda-deros españoles de primera. Si la “anoma-lía” foral no existiera, o estuviera rigurosa-mente aplicada, no existiría tan claro fun-damento para la irritación de los catala-nes, que con su propuesta del pacto fiscalpretenden replicar la anomalía y arreglarlo “suyo”, desentendiéndose de lo de “to-dos”. No es que ellos no estén en la rectade equilibrio, donde les toca, si no que sepreguntan: ¿Por qué no ser como los vas-cos, navarros, cántabros, castellanos o as-turianos?, es una pregunta lógica y legíti-ma, que también deberíamos hacernos—con más motivos— los valencianos.

Un panorama muy preocupante, datosque invitan a la reflexión y que exigen uncambio profundo de las pautas de actua-ción de todos los mecanismos de actua-ción del Estado que inciden en este com-portamiento: sistema tributario, políticasde gasto estatal, financiación autonómicay financiación local. Y es posible que resol-ver este problema nos conduzca a la nece-sidad llevar hasta el final la lógica del Esta-do autonómico, una opción cuasi-federalque ha evidenciado problemas y que nece-sita conjugar la equidad para los ciudada-nos, el rediseño de los equilibrios territo-riales y la racionalidad fiscal del Estado. Yhay en el mundo ejemplos no menores desistemas descentralizados/federales quefuncionan: Estados Unidos, Alemania, Ca-nadá, Australia. ¿A qué viene rasgarse lasvestiduras, y negarse a mejorar lo que evi-dentemente no funciona y poner comoúnica alternativa volver al penoso pasadocentralista?

Y para los que se pregunten ¿es precisa-mente ahora, en plena crisis, el momentode plantear y empezar a corregir esta si-tuación?, la respuesta es un sí rotundo.Los valencianos, hemos capeado demasia-das veces el rigor de las crisis sólo connuestras propias fuerzas. Y efectivamente,ahora que la crisis fiscal arrecia, es impres-cindible que los esfuerzos y los apoyossean equitativos, equilibrados y justos. Esnecesario que no salgamos de ella, conmás desigualdades de las que entramos yque nuestras empresas, e institucionestenga la oportunidad de ofrecer empleo yservicios fundamentales, con el mismo ni-vel que en el resto de España ¿porqué ha-bría de ser de otro modo?

Y volviendo al principio, ¿seremos losvalencianos alguna vez un problema parael Estado? o como hasta ahora seguiremosocultos tras el maldito y falso tópico delLevante feliz y seremos invisibles para él y,lo que es peor, para nuestros representan-tes en él.

José Antonio Pérez García es economista yexperto en financiación autonómica.

JOSÉ ANTONIOPÉREZ GARCÍA

¿El ‘Levante infeliz’, un problema para el Estado?

Imágenes de playas llenas de bañistas, como esta de la Malva-rosa en Valencia, alimentan el tópico del Levante feliz. / carles francesc

Evolución del PIB y efecto del sector público en los hogares

Fuente: Instituto Nacional de Estadística (INE), Instituto Valenciano de Invstigaciones Económicas (IVIE). EL PAÍS

90,0

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1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010

PIB per cápita Comunidad ValencianaPIB per cápita España% Población Comunidad Valenciana / España

-10% -5% 0% 5% 10% 15% 20% 25%

Efecto sector público: incremento de la renta disponible ajustada respecto de la renta primaria (%)

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Andalucía

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Castilla y León

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Cataluña

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GaliciaMurcia

Navarra

País Vasco

La Rioja

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8 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

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L a legislatura del Parlament de Ca-talunya ha acabado dos años an-tes de lo previsto con la votaciónampliamente mayoritaria (de 84

votos sobre 135) de la siguiente resolu-ción: “El Parlament constata la necesidadde que el pueblo de Catalunya pueda de-terminar libre y democráticamente su fu-turo colectivo, e insta al Govern a haceruna consulta prioritariamente durante lapróxima legislatura”. Poco antes se produ-jo la negativa del presidente Mariano Ra-joy de entrar siquiera a negociar la pro-puesta de concierto económico planteadapor el president Artur Mas con el aval deuna mayoría igualmente amplia del Parla-ment. Todo ello precedido por una masi-va manifestación celebrada con motivode la Diada Nacional de Catalunya bajo ellema Catalunya, nou estat d'Europa.

Hace ya mucho tiempo los presidentesPasqual Maragall y José Montilla alerta-ron, sin obtener respuesta alguna, de undesafecto creciente de Catalunya hacia Es-paña, y la Sentencia del Tribunal Constitu-cional sobre el Estatuto aprobado por elParlament de Catalunya por más de 2/3de sus miembros, negociado en el Congre-so de los Diputados, aprobado por mayo-ría absoluta de las Cortes Generales y re-frendado por los ciudadanos y ciudada-nas de Catalunya, fue recibida por mu-

chos como la confirmación de que las an-sias de autogobierno de buena parte delos catalanes no cabían ya en la Constitu-ción.

A ello hay que añadir la sensación deinjusticia sobre las inversiones públicasdel Estado en Catalunya, la acumulaciónde incumplimientos por parte de los suce-sivos Gobiernos de España del modelo definanciación acordado a partir de lo dis-puesto en el nuevo Estatuto, la falta desensibilidad sobre la realidad pluricultu-ral y pluringüística de España, y la ofensi-va recentralizadora del gobierno del PPque ha afectado muy recientemente a as-pectos tan sensibles como la educación.

La nueva financiación acordada en2009, que pretendía atajar el crecientemalestar fiscal catalán, ha sido incapazde garantizar el principio de ordinalidad,puesto que Catalunya sigue perdiendo po-siciones en la clasificación de las autono-mías en función de sus respectivos ingre-sos disponibles per cápita una vez aplica-dos los mecanismos de solidaridad y nive-lación. Además, la percepción de un exa-gerado déficit fiscal se ha visto agravadacon motivo de la crisis económica.

Todo ello configura un escenario en elque resulta muy fácil afirmar que “Espa-ña no nos quiere” o que “ni siquiera senos respeta como catalanes”. Y como enmateria de sentimientos todo es muy dis-cutible, baste con decir que para muchoscatalanes el Estado español ha dejado dedefender y representar sus intereses,cuando no lo consideran como directa-mente hostil.

Así se explica el incremento del núme-ro de personas que optaría por la indepen-dencia y el cambio radical de perspectivapolítica del nacionalismo conservador go-bernante que, hasta hace bien poco, nocuestionaba el marco estatal español, yahora abraza sin reservas el derecho deautodeterminación y la construcción deun “Estado propio”.

Personalmente, estoy convencido deque la independencia no es la solución,pero también de que así no podemos se-guir y que sólo una propuesta federal am-biciosa y sensata, coherente con el marco

de soberanías compartidas de la UniónEuropea y las interdependencias crecien-tes de la economía global, puede evitar elchoque de trenes.

Creo que España debe convertirse enun Estado federal que reconozca su reali-dad plural y diversa, a través de una refor-ma de la Constitución acordada con gene-rosidad, inteligencia y valentía, para con-seguir que Catalunya se sienta cómoda enél, tan cómoda como el Estado Libre deBaviera se encuentra en la República Fe-deral de Alemania, combinando técnicasfederales que se ajusten a la asimetría ya

presente en el Estado de las Autonomías,con técnicas bilaterales que den solucióna problemas concretos.

La reforma constitucional debe am-pliar el autogobierno de Catalunya, asu-mir un pacto fiscal como el propuesto porel PSC (que no es un concierto económi-co) y asegurar el respeto a la realidadplurinacional, pluricultural yplurilingüística del Estado, rechazandode plano propuestas unilaterales que vul-neren la legalidad, pero combatiendo tam-bién todo inmovilismo que sólo conducea la ruptura. Lógicamente, dicha reformadeberá ser finalmente refrendada por laciudadanía.

En el marco de esa negociación debecontemplarse también la regulación deun eventual referéndum sobre la inde-pendencia, hoy día imposible en el mar-co legal español. En este terreno debe-mos excluir tanto las iniciativas unilate-rales como las que lisa y llanamente vul-neren la legalidad, pero también debe-mos combatir la negativa a proporcio-nar un cauce democrático para que, endeterminados supuestos y condiciones,pueda expresarse la opinión de los ciuda-danos y ciudadanas de Catalunya al res-pecto. El marco de la “Ley de claridad”canadiense puede proporcionar pistassobre cómo hacerlo. También así se de-mostrará que esto del federalismo vapor fin en serio.

Miquel Iceta es diputado socialista en el Parla-ment de Catalunya y Presidente de la FundacióRafael Campalans.

MIQUELICETA

Sensatez federal o choque de trenes

La independencia no es lasolución, pero así no sepuede seguir. La propuestafederal evitaría la colisión

EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 9

La solución federal

L a panacea del Levante feliz se de-rrumba, quizás no haya existidonunca, al menos desde que yoestudio los datos oficiales y hace

décadas que los miro. De su observaciónextraigo dos conclusiones: que el desplie-gue de los servicios públicos en el territo-rio valenciano era y sigue siendo muchomás precario que en el conjunto del territo-rio español y que el Estado ha sido incapazde ofrecer a los ciudadanos de las diferen-tes regiones, recursos equitativos para queaccedan a unos servicios mínimos de ciuda-danía equiparables. Objetivamente, en Es-paña algunos somos ciudadanos de segun-da.

Tras más 30 años de estado democráti-co y autonómico, los valencianos seguimospadeciendo un sector público raquítico (elpeso del gasto público por habitante: esta-tal, autonómico y local de la ComunidadValenciana es un 15% inferior al de Espa-ña). Siempre fue así, nada debíamos necesi-tar siendo el Levante feliz, así sigue siéndo-lo y va a peor.

Y estamos completamente de acuerdoen que para intentar corregir este bajo ni-vel de servicios públicos sanitarios, educati-vos y sociales, no es razonable —ni posi-ble— mantener sistemáticamente unascuentas públicas autonómicas con eleva-dos déficits. El error no está en el objetivode acercar el déficit a cero, sino en el ori-gen de un sistema de financiación autonó-mico que ha sido incapaz de corregir, tras25 años, una financiación lesiva para lascondiciones de ciudadanía de unos españo-les que cumplen con sus obligaciones fisca-les mejor que la media y que tienen un 12%menos de renta per cápita. No hay otraregión o nacionalidad en España, donde sedé esta sorprendente paradoja.

Sin atisbo de delirios independentistas,es legítimo preguntarse como ciudadano:¿para qué sirve un Estado que mantieneeste orden de cosas? Sin embargo, vuelvenlas tentaciones recentralizadoras y lademonización de las Administraciones Au-tonómicas, cuyo comportamiento ha sido,en su conjunto y en este periodo de crisis,mucho más eficaz —como veremos— queel de la Administración Central, sobre todosi consideramos que además prestan esen-cialmente servicios básicos del Estado delbienestar, cuyo nivel de gasto es muy rígi-do porque está en función del número depersonas que deben atender.

Es cierto que hay ejemplos demoledo-res, mucho y justificado ruido con centena-res de millones de euros de inversión en

aeropuertos y auditorios autonómicos va-cíos, etc., pero también lo es que hay dema-siado poco escándalo sobre inversiones es-tatales milmillonarias de tramos de AVE,que transportan decenas de viajeros a lasemana, y otros muchos etcéteras.

¿Dónde está la eficiencia fiscal de la Ad-ministración Central? Su gasto ha sido elorigen del 79,9% del incremento del endeu-damiento público (déficit público acumula-do) entre 2008 y 2011, cuando su tamañorepresenta menos del 35% del gasto delconjunto de las administraciones públicas.Y, por si acaso, aclaro, que el gasto por“estabilizadores automáticos” derivadosde la crisis (paro, prestaciones, etc.) explicamenos del 60% de este incremento. En elcitado periodo de crisis, las comunidadesautónomas han generado el 19,9% del in-cremento del endeudamiento público,cuando su tamaño es el 52% de total delgasto del total de las administraciones pú-blicas. ¿En qué datos está basada la brutalcampaña política y mediática deculpabilización y descrédito de las comuni-dades autónomas? ¿A qué intereses respon-

de? No es razonable que la AdministraciónCentral que gestiona un tercio del gastopúblico total se atribuya un objetivo del4,5% del PIB, y le imponga a las comunida-des autónomas un objetivo del 1,5% delPIB, cuando estas gestionan más de la mi-tad del gasto público total.

Además, el comportamiento del Estadose revela ineficaz en su doble papel de ree-quilibrador territorial de renta y riqueza, yde garante de la igualdad de acceso de losciudadanos a los servicios públicos funda-mentales. Como se observa en el gráfico, laactuación del Estado corrige muy insufi-cientemente el reequilibrio de la cuenta derenta de los hogares españoles. Es una si-tuación dura e injusta, para los valencia-nos especialmente, y que cuestiona si deverdad el Estado nos ampara y nos garanti-za al conjunto de los españoles un tratoequitativo entre ciudadanos y entre territo-rios. Es una realidad que la estructura cen-tralista mantuvo oculta mucho tiempo, yque desde que existen autonomías y esta-dísticas, diferentes estudios e investigacio-nes le están poniendo cara hace años.

Los ciudadanos de los territorios fora-les, resultan ser —acabáramos— los verda-deros españoles de primera. Si la “anoma-lía” foral no existiera, o estuviera rigurosa-mente aplicada, no existiría tan claro fun-damento para la irritación de los catala-nes, que con su propuesta del pacto fiscalpretenden replicar la anomalía y arreglarlo “suyo”, desentendiéndose de lo de “to-dos”. No es que ellos no estén en la rectade equilibrio, donde les toca, si no que sepreguntan: ¿Por qué no ser como los vas-cos, navarros, cántabros, castellanos o as-turianos?, es una pregunta lógica y legíti-ma, que también deberíamos hacernos—con más motivos— los valencianos.

Un panorama muy preocupante, datosque invitan a la reflexión y que exigen uncambio profundo de las pautas de actua-ción de todos los mecanismos de actua-ción del Estado que inciden en este com-portamiento: sistema tributario, políticasde gasto estatal, financiación autonómicay financiación local. Y es posible que resol-ver este problema nos conduzca a la nece-sidad llevar hasta el final la lógica del Esta-do autonómico, una opción cuasi-federalque ha evidenciado problemas y que nece-sita conjugar la equidad para los ciudada-nos, el rediseño de los equilibrios territo-riales y la racionalidad fiscal del Estado. Yhay en el mundo ejemplos no menores desistemas descentralizados/federales quefuncionan: Estados Unidos, Alemania, Ca-nadá, Australia. ¿A qué viene rasgarse lasvestiduras, y negarse a mejorar lo que evi-dentemente no funciona y poner comoúnica alternativa volver al penoso pasadocentralista?

Y para los que se pregunten ¿es precisa-mente ahora, en plena crisis, el momentode plantear y empezar a corregir esta si-tuación?, la respuesta es un sí rotundo.Los valencianos, hemos capeado demasia-das veces el rigor de las crisis sólo connuestras propias fuerzas. Y efectivamente,ahora que la crisis fiscal arrecia, es impres-cindible que los esfuerzos y los apoyossean equitativos, equilibrados y justos. Esnecesario que no salgamos de ella, conmás desigualdades de las que entramos yque nuestras empresas, e institucionestenga la oportunidad de ofrecer empleo yservicios fundamentales, con el mismo ni-vel que en el resto de España ¿porqué ha-bría de ser de otro modo?

Y volviendo al principio, ¿seremos losvalencianos alguna vez un problema parael Estado? o como hasta ahora seguiremosocultos tras el maldito y falso tópico delLevante feliz y seremos invisibles para él y,lo que es peor, para nuestros representan-tes en él.

José Antonio Pérez García es economista yexperto en financiación autonómica.

JOSÉ ANTONIOPÉREZ GARCÍA

¿El ‘Levante infeliz’, un problema para el Estado?

Imágenes de playas llenas de bañistas, como esta de la Malva-rosa en Valencia, alimentan el tópico del Levante feliz. / carles francesc

Evolución del PIB y efecto del sector público en los hogares

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8 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

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L os años sesenta y la rec-ta final de la dictadurafranquista, en los seten-ta, no serían concebi-

bles sin su banda sonora. En elcaso valenciano, la Nova Cançóy sus sumos sacerdotes autócto-nos, Raimon y Ovidi Montllor,creadores del hilo musical de to-da una época. Con la llegada dela democracia, en los ochenta,se apagaron las luces: el movi-miento deja de estar de moda.El musicólogo Josep Vicent Fre-china en su imprescindible Lacançó en valencià (AVL, 2011),añade a la pérdida de funcionali-dad y el “agotamiento del mode-lo estético”, la desactivación delos movimientos cívicos. Y ano-ta también la derrota simbólicaque significó para el nacionalis-mo de izquierdas el Estatuto deAutonomía de 1982 y el letargode la sociedad civil después delas tensiones de la Batalla de Va-lencia.

Sin embargo, en los noventa,coincidiendo con la llegada delPP a la Generalitat y las prime-ras generaciones educadas envalenciano, se incuba una recu-peración con rasgos muy dife-rentes al rock catalán. Surge lacombativa escena de fusión delfolk con estilos como el ska o elpunk. Aparecen nuevos cantau-tores como Feliu Ventura, querenuevan la canción de amor ycombate. Y se ponen las basesde la diversificación estilísticade una escena que, hoy en día,abarca desde el hard-rock al in-die, pasando por el hip hop o laelectrónica de vanguardia. Músi-ca y músicos con diferentesorientaciones, desde las posicio-nes abiertamente políticas, enfondo y forma, abrazadas porun público nacionalista joven (yno tan joven), hasta propuestasmenos proactivas o marcadaspolíticamente.

En el vector combativo,Obrint Pas se consideran deudo-res del “movimiento rupturistay contracultural” impulsado porJoan Fuster y que tuvo comouna de sus expresiones la NovaCançó. “La victoria del PP en losnoventa incrementó la hostili-dad hacia la cultura propia. Y, dealguna forma, se relanza la esce-na alternativa, solo que incorpo-rando las culturas juveniles mu-sicales actuales”, sintetiza XaviSarrià, cantante y compositor dela banda. Años después, el PPsigue gobernando. Y Obrint Pascreciendo en impacto social y ar-tístico e incorporando gente jo-ven entre sus numerosos segui-dores. “La música es un armamuy potente, porque hace de al-tavoz. Y también es un instru-mento de descriminalización,de normalización. Eso ha hechoque mucha gente se acerque.

¿Que eso conduzca después a ungrado de concienciación? Sí. Pe-ro también hay personas que só-lo se quedan con la música. Alfin y al cabo, hacemos cancio-nes, expresamos emociones, ylos significados están abiertos.Es música y le puede gustar atodo tipo de personas”. Algoque, en todo caso, no implica ol-

vidar la función social: “Lo quedefendemos no solo es posible,sino que es necesario ante el fra-caso del modelo que hemos vivi-do. Y no nos queda otro remedioque ser optimistas”.

Josep Nadal, motor de LaGossa Sorda, formación quecomparte orígenes e inquietu-des éticas y estéticas con ObrintPas, recuerda que los fundado-res del grupo estudiaban en laprimera línea en valenciano dePego, algo que hizo que “nos in-corporáramos al valenciano deforma natural”. Una relaciónmuy directa enfatizada por ini-ciativas como La Gira de EscolaValenciana, la conexión entre laenseñanza del valenciano y lamúsica en esta lengua. “Igual enCataluña no es tan importante,pero aquí sí. No conozco a nadieque cante en valenciano que secuestione la unidad de la len-gua. Y eso aunque esté lejos deposiciones nacionalistas o inde-pendentistas”. Nadal resaltaque “la generación anterior esta-ba marcada por la música. Cuan-do algo te marca en la adoles-cencia lo hace para toda la vida.Es un factor identitario muy im-portante”. Por otro lado, esta

función política es irrenuncia-ble, si bien reconoce que, con eltiempo, su música ha llegado apersonas “sociológicamente di-ferentes de nosotros. Conozcomilitantes del PP que van anuestros conciertos”, asegura.

El propio Nadal apunta dife-rencias entre los grupos señala-dos políticamente y los que nolo están, explicitadas en declara-ciones y comentarios dejadoscaer aquí y allá. En el lado delring sin conexión con OvidiMontllor y lo que representa, es-tá Miquel Àngel Landete, cabe-za visible de Senior i el Cor Bru-tal, que comenzó su carrera can-tando en inglés y ahora es unreferente del pop en catalán conun estilo bautizado como valen-ciana. O sea, americana (rock deraíces) cantada en valenciano.Para él, “la identidad musical esun estilo, unas influencias… Po-ner el acento en la lengua enque se canta es banalizar la mú-sica. En mi caso, cambiar de len-gua no fue una opción, sino unanecesidad de transmitir mejorlo que sentía. No tenía otro re-medio. Pero aunque cante en va-lenciano, estoy más cerca de EffBarzelay que de Orxata Sound

System”, advierte. Lo que no sig-nifica “que no tenga ideología,que la tengo y la expreso porotros cauces. Podría cantar envalenciano y ofrendar nuevasglorias a España, pero no es elcaso”. Algo que tampoco es óbi-ce para que muchos de sus se-guidores sean jóvenes y se ubi-quen en la órbita del nacionalis-mo. O hayan adoptado comohimno una de sus canciones,València, eres una puta. “Me pa-rece perfecto. Una vez creada,la canción no le pertenece a sucreador”, dice con convicción.

El cantautor y sociólogo RafaXambó opina sin embargo que“el simple hecho de cantar envalenciano construye identidad,más allá de que los contenidossean más explícitos o reivindica-tivos, porque marcan un refe-rente cultural propio. ¿Por quéuna persona que hace pop rela-jado y sin pretensiones decidehacerlo en valenciano? Lo hace,inevitablemente, en clave identi-taria”. Circunstancia que no sedaría, subraya Xambó, de noexistir una identidad “amenaza-da por la identidad española”. Ouna escena comercial y normali-zada “que existía a finales del

Identidad conbanda sonoraLa música en valenciano amplía su público yvuelve a ser un catalizador entre los jóvenes

A la izquierda, jóvenes en un concierto del grupo ObrintPas. Arriba, el recital de Pau Alabajos en el Palau de laMúsica de Valencia. / msf / xepo ws

XAVIER ALIAGA

Raimon y OvidiMontllor crearonel hilo musical detoda una época

Obrint Pas hacrecido en impactoy ha incorporado amuchos jóvenes

Senior comenzósu carreracantandoen inglés

10 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

Los aniversarios son momentos pa-ra el balance, para volver la vistaatrás y hacer recuento de los acier-tos y de los errores. Se han cumpli-

do este año 30 desde la aprobación del pri-mer Estatuto de la Comunidad Valenciana,y lo celebramos en un ambiente de intensodebate y no menos confusión en torno alEstado autonómico. El balance nos exigehacer memoria de los objetivos que se pre-tendieron con la creación de las Comunida-des Autónomas y ponerlos en contraste conla realidad actual. Es innegable que en suorigen estuvo la pretensión de dar cauce alas aspiraciones de las fuerzas nacionalistasvascas y catalanas y, desde esta perspectiva,los resultados aparentan ser menos que po-bres. Pero también se quiso entonces articu-lar políticamente la enorme diversidad deEspaña, acercar los centros de decisión yaproximar las administraciones a quienesson sus destinatarios, los ciudadanos. Loconseguido desde este segundo punto devista es, sin duda alguna, mucho más satis-factorio.

Aun con sus innegables éxitos, el proce-so autonómico se encuentra agotado, políti-ca y económicamente. Su carácter abierto yflexible ha terminado por chocar con laspretensiones de quienes creyeron ver enese constitucionalismo blando un camposin límites donde dejar correr sus aspiracio-

nes. La sentencia constitucional a propósitodel nuevo Estatuto catalán trajo consigo unfinal apresurado e imprevisto de las refor-mas estatutarias que no se habían completa-do aun, y dejó un mapa de normas inacaba-do que añade complejidad y debilita aunmás la coherencia del conjunto. La senten-cia significó de algún modo el cierre delmodelo pero lo hizo dejando una situaciónque apenas satisface a nadie. Por otro lado,cualquier sistema de distribución de respon-sabilidades políticas sirve solo en tanto queva acompañado de los recursos económicossuficientes para ejercerlas. Por eso, la situa-ción económica ha tenido inmediatas conse-cuencias también en la política territorial.La crisis está obligando a evaluar la raciona-lidad del modelo, su sostenibilidad, y esoimplica revisar duplicidades e ineficiencias,evaluar su financiación y repensar los nive-les de gasto público alcanzados.

Ya no parece posible —ni resultaría de-seable, en mi opinión— continuar con re-formas puntuales o avances parciales. Laexperiencia es ya suficiente para evaluarlogros y carencias, y así poder hacer ya loque no fue posible en 1978: definir consti-tucionalmente el modelo. Llevar a la Car-ta Magna las características fundamenta-les del Estado autonómico sería un notabi-lísimo avance que le daría una gran estabi-lidad y fortaleza. Posiblemente no sea unaurgencia, pero si no se comienza a traba-jar políticamente en esa vía nunca seráposible madurar un acuerdo. Pero unapropuesta de reforma constitucional solopuede formularse como una sincera invi-tación al diálogo, como una oferta de con-

senso hacia quienes la deben suscribir.En este contexto, la retórica federalista

del partido socialista confunde más queaclara, tanto porque no va dirigida a quiennecesariamente es su interlocutor, el Parti-do Popular, como porque es un comodínretórico en manos de oportunistas. Fue unimpulso federalista el que llevó en 1980 aforzar el acceso de Andalucía a su autogo-bierno por la vía prevista para las comunida-des históricas, como federal también debióser el criterio que permitió la aprobación delas leyes orgánicas de transferencia que asi-milaron en 1982 las competencias de la Co-

munidad Valenciana y de las Islas Canariasa las de País Vasco, Cataluña, Galicia y Anda-lucía. Más federalizante parece, sin embar-go, el sustrato de los Pactos Autonómicosde 1992, firmados por PP y PSOE, y en losque se optó por la generalización y homoge-neización de las responsabilidades de todaslas Comunidades Autónomas, un acuerdoque se materializó bajo los gobiernos de Jo-sé María Aznar.

Pero penas había comenzado a estar vi-gente ese esquema de uniforme e intensadescentralización y ya se comenzó a escu-char que el nuevo objetivo se llamaba fede-

ralismo asimétrico. Esa deriva de origen ca-talán la intentó resolver el partido socialistacon su solemne Declaración de Santillana,en 2003. Allí no se mencionaba la palabrafederal sino que se hacía una propuesta pa-ra el “perfeccionamiento del Estado autonó-mico” que pasaba por la reforma constitu-cional del Senado, la institucionalización dela Conferencia de Presidentes, la mejora delos mecanismos de participación de las Co-munidades en la Unión Europea y, por últi-mo, las reformas estatutarias a las que seexigía su “impecable adecuación a la Consti-tución”. Pero las cosas no discurrieron así.“La Constitución no reconoce otra que lanación española” tuvo que sentenciar el Tri-bunal Constitucional con sencilla claridad yrotundidad, denunciando así los excesosdel nuevo Estatuto de Cataluña que apoya-ron los socialistas. Y esa es la clave paraentender de qué discutimos cuando de nue-vo hablamos ahora de federalismo.

Las reformas constitucionales son el re-flejo de la vitalidad de una nación, la mues-tra de su capacidad de actualizar sus pactosconstituyentes. La reforma constitucionalposible no puede ser recentralizadora ni fe-deral, sólo puede discurrir por la senda au-tonómica que con acierto se tomó para em-prender la más larga etapa democrática denuestra historia. Si alguien pretendiese reto-mar un camino ya frustrado, atribuyendo lasoberanía originaria a otras naciones distin-tas de la española, está claro que jamás al-canzaría el acuerdo necesario para hacerlo.Pero muy posiblemente si nos sentásemosa dialogar sobre el perfeccionamiento delEstado autonómico mediante la utilizaciónde instrumentos federales ya ensayadoscon éxito en otros países, el margen para elencuentro podría hallarse.

Gabriel Elorriaga es diputado en el Congresopor el PP.

GABRIELELORRIAGA

Claroscuro autonómico

La reforma posible nopuede ser recentralizadorani federal, solo cabela senda autonómica

EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 7

La solución federal

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E s la hora del federalismo. Perono de un federalismo rotundo yeficaz, capaz de convencer y apli-car sus fórmulas a nuestros nu-

merosos problemas, sino de un federalis-mo de difícil comprensión, que requieraexplicaciones y adjetivos. En Cataluña,por ejemplo, estamos en el federalismocansado, que pronto se puede convertiren escéptico y fácilmente desemboca enun federalismo arrepentido. En Madrid,en cambio, vemos cómo crece otro fede-ralismo de signo contrario al que pode-mos considerar sobrevenido, converso odirectamente oportunista.

Hay otras adjetivaciones opuestas quese declinan con talante diverso entre lasdos ciudades. En Madrid suele espantartanto el federalismo asimétrico comoagrada el simétrico, cuanto más simétri-co mejor, mientras que en Barcelona su-cede exactamente lo contrario. Los mis-mos adjetivos suelen tener orientacionessemánticas contradictorias. Hay quienasegura con todo el aplomo que el Estado

de las autonomías ya es un sistema fede-ral e incluso que posee asimetrías muyprofundas, donde muchos otros ven me-canismos centralizadores e incapacidadpara una federalización efectiva. Otrosmás ven por el contrario que solo unarigurosa simetría podría franquear la víafederal, para no vulnerar el principio cas-tellano de que nadie sea más que nadieen que se basan el café para todos, losagravios comparativos, las quejas victi-mistas y toda la fatigante federación deconceptos que ha acompañado al Estadode las autonomías.

Aún hay un caso más sofisticado comoes el vaciamiento de la idea federal gra-cias al desgaste de la palabra. Este es elcaso del PSOE, que utiliza la denomina-ción federal para buen número de susorganismos sin que signifique absoluta-mente nada, y solo mantiene una rela-ción ambigua y polémica como se sueledar en las federaciones en su tensa rela-ción con los socialistas catalanes. Se lla-ma federal, pero su alma es jacobina, ypor eso solo se pronuncia con la bocapequeña en favor de una salida federal ala actual crisis de caballo del Estado delas autonomías. Tiene una explicaciónque poco explica de la racionalidad políti-ca y mucho del populismo ambiental: lo

que vende fuera de Cataluña es la defen-sa de la unidad de la patria amenazada yno un federalismo que no se sabe quéesconde, ni que adjetivo requiere o inclu-so si exige prefijo, como es el caso de laconfederación, denostada como grado dedisgregación mayor, próxima a la sece-sión.

Hay casos más drásticos todavía, enlos que no hacen falta adjetivos porquees el sustantivo federal entero el que setira al vertedero de la historia. Para cier-ta derecha española es un concepto próxi-

mo al separatismo, que reconoce la exis-tencia de soberanías separadas que lue-go, solo hipotéticamente, se unen en lafederación. Exactamente lo mismo, aun-que en dirección contraria, sostienen his-tóricamente el nacionalismo conserva-dor vasco y catalán: sus naciones no de-ben unirse a las otras sino mantener una

relación lo más bilateral posible con elEstado.

Ahora en Cataluña se está ampliandoa ojos vista la corriente soberanista queexige esta relación bilateral y el reconoci-miento de la soberanía. El resultado reac-tivo es que el federalismo deviene la for-mulación imprecisa y angustiada de quie-nes no quieren ni la unidad indivisible dela nación española ni la independenciade Cataluña. Electoralmente se verá el 25de noviembre qué vale esta tercera vía,esa opción tachada en un lado de separa-tista y en el otro de españolista.

Después de las elecciones, cuando lle-gue la hora de la negociación, que llegará,el federalismo actualmente nebuloso yevanescente volverá a ponerse de moda ydeberá convertirse en todo lo rotundo yeficaz que no es ahora, probablementecon la concreción de adjetivos asimétricosy matices bilaterales, hasta constituirseen la denominación para la salida a la cri-sis institucional del Estado de las autono-mías. Mucho más probable e incluso de-seable que la brusca separación o la regre-sión centralizadora es la unión libre entreiguales, que exige el reconocimiento pre-vio de la personalidad de los estados fede-rados, es decir, la federación. De momentoespañola, ojalá que también europea.

LLUÍSBASSETS

franquismo, cuando en un pro-grama de televisión podía convi-vir un documental sobre los Bea-tles y una actuación de Lluís Lla-ch”. Con todo, asegura que can-tar en valenciano va perdiendoconnotaciones políticas. “Toda-vía marca, pero el hecho de queel valenciano esté en el sistemaeducativo ha quitado algunas te-larañas. Y los músicos tambiénhan hecho un esfuerzo de mirarhacia afuera, sin renunciar anuestra tradición musical peroteniendo en cuenta los referen-tes internacionales”. Para

Xambó, la música ha hecho suparticular contribución a la re-cuperación lingüística iniciadapor la escuela. Y los puentes yvías de colaboración estableci-das entre los músicos jóvenes y“la vieja guardia”, incluso inter-cambiando los respectivos públi-cos, es una muestra de que “seha recuperado una relación en-tre generaciones que se habíaroto no solo en la música”.

En parte, porque el conflictosigue abierto. Que un cantautorcomo Pau Alabajos celebre en el

Palau de la Música de Valenciasu primera década de carreraartística no debería ser relevan-te. Sin embargo, el suyo era elprimer recital en valenciano endicho recinto en el último cuar-to de siglo. “La música es uninstrumento válido de expre-sión. Como creador, poner en elpentagrama lo que me preocu-pa a nivel individual y colectivoes una forma de reflexionar.Puedes decir las cosas de formaexplícita, siempre que no se cai-ga en el panfleto”, explica el can-tautor de Torrent, quien creeque apostar por la cultura pro-pia “tiene una lectura política”.“La política bipartidista es anti-valenciana. Y de alguna forma,lo que hacemos es producir unabanda sonora para las otras op-ciones. En el concierto del Pa-lau había mucha gente joven, pe-ro también generaciones ante-riores que ven en nuestras can-ciones el relevo generacional alos temas de Raimon y Ovidi”,argumenta. Con todo, Alabajostampoco desprecia el manto denormalidad que ha generado laescolarización en valenciano einiciativas como las trobades deEscola Valenciana, que han ayu-dado a ver “que no existe nadaproblemático en utilizar tu len-gua para hacer cultura. Creoque estamos consiguiendo queno haya una voluntad políticaen el hecho de escuchar músicaen valenciano”, dice, e inclusoasegura haber ampliado su es-pectro de seguidores con genteque no comparte su ideología.Aunque no va a renunciar al po-so fusteriano. “Como mínimo,somos un mercado cultural.Que hay una comunidad lingüís-tica y cultural es un hecho, algoque compruebo diariamente: elmismo concierto que hago enBenigànim se repite en Girona.Nuestra patria es subir y bajar.Lo que no sé si eso se traduce enun sentimiento independentistao en un proyecto político”.

Adjetivación federal

Cantar en valencianova perdiendoconnotacionespolíticas

La música hacontribuido a larecuperaciónlingüística

“Como mínimo,somos unmercadocultural”

En Cataluña existe unfederalismo cansado; encambio el de Madrid esconverso u oportunista

EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 11

L o primero que sorprendeal hablar de federalismo ymodelo de Estado es que

ningún partido niega la esenciafederal del Estado de las autono-mías. A partir de ahí empiezanlas diferencias. Unas diferenciascon tantos matices que acabanpor convertir el federalismo enuna navaja multiuso.

¿Qué piensa el partido mayori-tario, el PP, que hoy acumula lamayor cantidad de poder institu-cional desde la instauración de lademocracia? Una respuesta claraes la que ofrece el Partido Popu-lar a través de la Fundación parael Análisis y los Estudios Sociales(FAES), el think tank del partido,que suministra los marcos teóri-cos y fija posición sobre los princi-pales asuntos. “FAES defiende elmarco constitucional y el granpacto de la Transición de 1978 co-mo claves para preservar la uni-dad de España. A la vez, abogapor la necesidad de fortalecer lasinstituciones del Estado de dere-cho. Por ello, FAES dedica buenaparte de su trabajo a analizar lascorrientes que ponen en peligroo debilitan el marco de conviven-cia que se fundamenta en la Cons-titución”, explica la fundaciónque preside José María Aznar.

El portavoz adjunto del PP enlas Cortes Valencianas, José Ma-rí, uno de los politicos popularesque más tiempo ha dedicado aesta cuestión admite: “El partidono está por abrir ese debate”.

Para Marí el Estado autonómi-co ya funciona como un sistema

federal, aunque en su opinión,hay dos cuestiones que deberíanabordarse: la reforma del Sena-do, que no funciona como Cáma-ra territorial, y la introducción deun federalismo financiero, queimplique a las autonomías en lapolítica de ingresos.

“No creo que el PP haya opta-do por una recentralización delEstado” afirma Marí, que a títulopersonal cree que las diputacio-nes deberían desaparecer y no de-bería reforzarse su papel a no serque se eliminen ayuntamientos.

Para el principal partido de laoposición, el PSPV-PSOE, que hadecidido impulsar el debate so-bre el federalismo el PP ha opta-do por un modelo de recentrali-zación que es inviable. “Españatiene que superar el Estado de lasautonomías, incluso por unacuestión de homologación en elexterior”, explica el secretario ge-neral de los socialistas valencia-nos, Ximo Puig.

“En España puede haber asi-metrías, pero donde la relaciónno puede ser asimétrica es en lafinanciación”, añade Puig, quesentencia: “El concierto vasco yel navarro no pueden permane-cer inalterables para siempre.Hay que hacer una reforma enprofundidad y hay que cambiarla Constitución”.

Puig justifica la decisión de sa-car a primera línea de la agendapolítica el federalismo por “el ata-que furibundo del PP hacia lasautonomías”. “El federalismo hade ser cooperativo, aceptando ladiversidad, que permita, porejemplo, a las autonomías decidir

si mantiene o suprime las dipu-taciones” Para el dirigente socia-lista, el debate federalista es elque puede posibilitar que acabecon la discriminación que sufrela Comunidad Valenciana por par-te del Estado, fundamentalmenteen materia de financiación.

Las reivindicaciones de popu-lares y socialistas valencianos,sin embargo, apenas parecen ca-lar en las direcciones estatales desus respectivos partidos. Y elloabre espacios a las formacionesminoritarias como Coalició Com-promis.

Para el secretario general delBloc —principal partido deCoalició Compromís—, Enric Mo-rera, tanto la Unión Europea co-mo el Estado deberían avanzarhacia el federalismo. “Hay queavanzar en la corresponsabilidadfiscal, reducir las institucionesineficientes del Estado e incre-mentar el autogobierno”, argu-menta Morera, que admite: “elPaís Valenciano no es de matrizcastellana, tenemos nuestra pro-pia identidad y eso se tiene queencajar en un modelo federal querespete nuestras señas de identi-dad y la gestión de nuestros recur-sos”.

En las bases del Bloc hay unsector que jalea los procesos inde-pendentistas como el de Catalu-ña. ¿Es la militancia más extremaen sus planteamientos que elBloc? “El debate de la indepen-dencia es falso porque España es-tá dirigida ahora por la troika co-munitaria, pero a nivel sentimen-tal mucha gente tiene sensaciónde agravio y lo expresa de mane-

ra democrática”.El otro gran partido de Com-

promís, Iniciativa del PobleValencià, confluye en la reivindi-cación de un Estado federal conel Bloc a partir de su propio análi-sis. “Alemania es una sola nación,pero España no lo es y el elemen-to subjetivo de la identificaciónidentitaria el PP lo ha maltratado

sistemáticamente”, explicaMònica Oltra. “Cuando el elemen-to subjetivo pesa más que el obje-tivo, eso lleva a la independen-cia”, prosigue la diputada de Com-promís, “En el País Valenciano notenemos ese componente subjeti-vo, pero el modelo federal es másrazonable para una nación histó-rica como la nuestra. Me intere-

san los pueblos más que las fron-teras”.

En esta ensalada de maticesque conlleva la defensa del fede-ralismo, Esquerra Unida tam-bién defiende las suyas.

“La participación en la federa-lidad debe ser voluntaria, con res-peto a las identidades y a la auto-nomía de las regiones”, dice Mar-ga Sanz, coordinadora general deEsquerra Unida, que no oculta lavena hacia la centralización quehistóricamente ha defendido elPartido Comunista, principal par-tido de la coalición.

“Estamos llamados a un granpacto de Estado, que separe lascompetencias federales y las delas federaciones y que fije la fi-nanciación del modelo con solida-ridad y equidad”, explica Sanz,que añade: “A nosotros las asime-trías no nos gustan porque a lalarga genera privilegios”. ParaEU, “las singularidades tienenque ser pactadas pero asumidaspor todos”.

El panorama lo completaUnión Progreso y Democracia(UPyD), el partido de Rosa Díez yToni Cantó, que apuesta por unfortalecimiento del Estado en de-trimento de otras Administracio-nes, especialmente las autono-mías. “La política no está para re-solver los sentimientos de nadie,está para resolver problemas”, se-ñala Díez, “porque para defendersus chiringuitos han de defenderque son diferentes”.

Ahora solo falta reposar los in-gredientes y pensar por qué estan difícil que los partidos se pon-gan de acuerdo y actúen.

El federalismo como navaja multiusoLos partidos defienden modelos diferentes sin negar el Estado autonómico

JOAQUÍN FERRANDIS

El hemiciclo de las Cortes Valencianas. / carles francesc

José Marí: “El PP noestá por abrir eldebate sobre elmodelo de Estado”

Ximo Puig: “Losconciertos vasco ynavarro no puedenser inalterables”

Compromís apuestapor los pueblosfrente a las fronterasy EU pide un pacto

6 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

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Es España provincia pocodada a la compostura del razonar

Alonso de Palencia, 1474

Las tres provincias y media son elresumen estatuyente de 1982, tra-sunto de una comunidad poco co-munitaria, fragmentada y de espal-

das unos a otros: la mitad es que hay Estatu-to. Conclusión a su vez, del compromisoconstituyente de 1978. Ambos, compromi-sos de mínimos para los demócratas y demáximos para los reformistas de un Régi-men exhausto. La derecha, lo digo en trazogrueso, aquí como allí, ni era autonomistani alcanzaba los estándares democráticos:le convenía, dada la ausencia de alternati-vas, para seguir en lo suyo. Esto es lo querealmente está en discusión si nos atene-mos a la compostura del razonar. Innecesa-rio aclarar que el humanista Alonso de Pa-lencia se refería a la Hispania romana y noal estado que todavía tardaría en alumbrar-se.

Los programas democráticos y de iz-quierda proclamaron en 1977, en 1979, “elderecho a la autodeterminación de los pue-blos de España”. Es más, algunas institucio-nes republicanas, como la Generalitat deCatalunya con Tarradellas fueron reinstau-radas con discreción, publici-dad, y apenas oposición: las en-carrilaron los reformistas con el“sentido de Estado”, es decir, desupervivencia, de un Martín Vi-lla. Con algo más de tenacidadse habrían restablecido estatu-tos, menos ambiciosos que losderivados del “café para todos”.Claro está que esto es anacróni-co.

Ahora resulta que acomodarla Constitución a la realidadmás de tres décadas después espoco menos que sacrilegio, vio-lar las tablas mosaicas. La afor-tunada longevidad constitucio-nal, vista nuestra experienciahistórica, no acredita sino queconfirma la obsolescencia demás de un precepto a la vez quesubraya el incumplimiento deotros por parte de los poderes públicos. Asíel papel constitucional de las fuerzas arma-das y su dependencia jerárquica más alládel Gobierno responsable ante el Parlamen-to. O el flagrante incumplimiento de la auto-nomía local y su suficiencia financiera. Enun caso se refuerza al parecer un mandatoextra-constitucional y en el otro por la víade los hechos se abroga con la estupendapropuesta de confirmar la entelequia pro-vincial y sus sinecuras, las diputaciones.

Para confirmar la sombría admonicióndel humanista palentino reclaman, unos,cañonazos y capotes lorquianos frente a lapacífica inocencia de las urnas. Otros, teme-rosos, invocan la intangibilidad de lo quefue transacción, compromiso de mínimos.Los temerosos de la izquierda vienes a con-firmar la inquietud compartida de Judt: Al-go, definitivamente, va mal.

Y todos, en alboroto, recuerdan a Rizal ysu Noli me tangere y las Filipinas cuya com-prensión en la metrópoli constituyó el pe-núltimo fracaso del estado centralista a fi-nes del siglo XIX. Sospecho que sin esperarlas sorpresas que puede deparar una con-sulta a la población afectada, y a la que mereferiré más adelante: una cosa es manifes-tar todos los malestares, y otra depositaruna papeleta en un referéndum vinculante,o en una contienda electoral; bastará recor-dar, aquí, la marea humana congregada ba-

jo el lema de Llibertat, amnistia, estatut d’au-tonomia, y su traducción política en 1977 ysiguientes.

Democracias de sólida tradición y dota-das constituciones escritas no han dudadoen modificarlas. Desde la norteamericana ala ley básica de Alemania, con mayor parsi-monia la primera, todo hay que decirlo. Porno acudir al ejemplo francés. Y cuando no,las interpretaciones de los órganos jurisdic-cionales. El Tribunal Supremo de los EEUU valida la conocida como Obamacare Acten una sentencia que Dworkin no duda encalificar de histórica en la medida que sitúalos derechos de la ciudadanía por encimade las propias instituciones (Dworkin A Big-ger Victory Than We Knew, NY Review ofBooks, LIX, 13, julio-agosto 2012, pp. 6 y ss.).

Viene al caso del federalismo, por fortu-na aunque tarde, situado en un posible cen-tro de discusión y debate políticos de nues-tro país. No es la primera vez, la cuestióntiene más de un siglo, quedan coplas en lamemoria popular de Pi i Margall en nues-tra tierra. Ni que decir tiene que las refor-mas constitucionales alemanas se han aco-modado a cada circunstancia, incluida lareunificación o el reconocimiento de la lí-nea Oder-Neisse. El escarmiento de casi unsiglo ha operado como bálsamo. Otros es-carmentados podríamos aplicarnos a la vezel bálsamo la experiencia. Incluso, con mo-destia, la acumulada en los últimos treintaaños.

La benevolente atención que se suele

prestar a procesos en curso, como el deEscocia, la discusión sobre el exótico esta-do que alberga la capitalidad de la UniónEuropea, o la asimétrica federación de unestado potente y respetado como Canadá,se torna en zozobra existencial en España,esa angustia nacional que describió JavierTusell. Como en un conocido chiste malo,aquí de vez en cuando nos interrogamossobre quiénes somos. Por fortuna ahora pa-rece que volvemos a hacerlo sin salvapa-trias, excepto alguna voz discordante, con-fiemos que sin efectivos para ejercer el tra-dicional modo de imponer sus menguadasideas.

En estas circunstancias, la aspereza dela controversia rebasa cualquier límite,pues se entra en el resbaladizo terreno delos prejuicios, en las anteojeras que soloindican el círculo de la era. Porque, ade-más, es camino trillado. Como el turbioasunto, por decirlo de algún modo, de lasidentidades. Los esfuerzos de la razón, entérminos recientes de Habermas y su pa-triotismo constitucional y europeo, las ad-moniciones de Nussbaum, las advertenciastrágicas de Maaluf o las experiencias balcá-nicas, no parecen tener otro efecto que elde arrojarse los unos a los otros su identi-dad respectiva de la que cada uno es deposi-tario de esencias, con exclusión de la otre-dad, de las razones de los demás.

Tengo amigos cultos, y además políti-

cos, aunque ambas circunstancias puedanparecer en el escenario actual no solo infre-cuentes sino lo que es peor, incompatibles.Presumen con razón de sus devociones porPessoa, Proust, Quasimodo... y se jactan deno haber leído a Ausiàs, a Espriu, Riba, oEstellés. Estos hacen buena la sentencia deMachado: desprecian cuanto ignoran. Lareferencia local sería más desoladora. Des-de luego entre quienes nos gobiernan porvoluntad popular y a quienes no hemos es-cuchado piar más de dos sílabas en uno delos signos de identidad que proclaman avoz en grito: no han leído a ninguno, despre-cian todo desde la ignorancia que quierenpropinar a la educación, a la salud, o alcompromiso entre generaciones.

El aparente dislate tiene su origen, co-mo se dijo en el compromiso histórico de1978. Se cuestiona la oportunidad, y conrazón el oportunismo, de un gobierno auto-nómico, el catalán, de derechas sin comple-jos, como ha demostrado en su gestión (?)de los recortes salvajes. Respecto del opor-tunismo no cabe la menor duda, aunquenadie se haya interrogado sobre la oportu-nidad de una convocatoria electoral antici-pada en Galicia, con un gobierno en mayo-ría, y no como los vasco y catalán, en mino-ría.

En lo que concierne a la oportunidad seaduce la crítica situación económica y so-cial del país, sobre todo para la inmensamayoría ciudadana sin contribuir en lomás mínimo a esclarecer sus causas y sen-

tar en el banquillo a los responsables direc-tos o indirectos del despojo que nos empo-brece a todos. Con la burla adicional de lasdilaciones, las absoluciones o las prescrip-ciones judiciales.

De habernos atenido a la oportunidadno hubieran sido posibles los Pactos de laMoncloa, ni las dramáticas actuaciones dela reconversión industrial, ni por supuestoel estado autonómico. Era situación másdifícil, sin cobertura para las gentes ahoraamenazadas con la reducción de sus peno-sas conquistas y con gran indiferencia porquienes entonces mandaban del mundo bi-polar como comprobamos en 1981. Y ade-más sin Europa.

Dislate aparente, si bien la algarabía sealeja de la necesaria reflexión, sobre todocuando el proceso viene de lejos, de más detres siglos en algún caso. Se produce ade-más en un punto muerto de la construc-ción europea. Un alto que convendría em-pujar con la recuperación de la política so-bre el primado de la economía, y de la mássumergida de todas que es la financiera.

El retorno de la política es, además deoportuno, imprescindible, aunque su des-crédito y más el de sus representantes inep-tos y alguna cosa más, haya sustraído eldiscurso a multitudes inermes ante la pes-te, crédulas a veces, cargadas de la razónque da la rabia.

Este retorno de la política pasa por la

construcción de una Europa federal, conórganos de gobierno emanados de la volun-tad popular, y controlados por la represen-tación de la ciudadanía. Una Europa fede-ral con su gobierno responsable ante el Par-lamento, con su BCE actuando en pro de larecuperación y de la prosperidad comparti-da, no desde la ortodoxia de los beneficiosde unos pocos bajo el síndrome casi secularde la inflación alemana consecuencia de laGran Guerra, como dictaminara en 1919Keynes.

Los Tratados de la Unión Europea envigor no prevén nada respecto de las sece-siones, y bastantes excepciones acogieronen los años noventa del pasado siglo a ins-tancias tan poco sospechosas como el Vati-cano o de la República Federal de Alema-nia.

Y una España federal en la que todospodamos compartir la solidaridad y a la vezencontrarnos cómodos. Con un estado quegarantice los derechos humanos y la solida-ridad territorial, en que cada quién sepaqué aporta, qué recibe. La asimetría comolas proporciones son aspiraciones huma-nas pero no se puede negar la evidencia desu existencia. Se acepta y se integra en unproyecto común, como hacen sastres y ar-quitectos. Los políticos podrían reconocerprimero la imperfección si es que de tal setrata, y aplicar las medidas para evitar lasconsecuencias perversas.

Claro está que la propuesta conlleva unapregunta para la que nadie tiene, que sesepa, respuesta: ¿Quién se federa? Si todos,volvemos al café colectivo cuyas amargasconsecuencias ya conocemos.

Cuentan para ello con un recurso admi-rable de la mejor tradición clásica y euro-pea, las ciudades. El ruido hace pasar como

desapercibido que el activo delas ciudades son sus ciudadanosque en la crisis contribuyen amitigar sus efectos más nocivos,y que en la bonanza contribu-yen a equiparlas de competitivi-dad. Hablé en algún momentosobre la competencia cooperati-va, pues la globalidad permiteque este tejido básico de ciuda-danía compita y coopere a lavez.

Sin duda alguna, todo ello,treinta años después todavía esposible. Si superamos, en el casovalenciano, las tres provincias ymedia. Los estériles enfrenta-mientos que nos debilitan.

De la identidad valencianaquiero recordar la lengua. Acer-tó en esto Fuster. La mayor par-

te de quienes escriben, publican o apren-den en la escuela, se lo deben. El furiosoataque frontal y persistente en la senda dela dialectalización, de la secesión u otrasmartingalas presuntamente modernas soloconfirman el acierto de la elección.

Lo peor del caso es que se ha perdido untiempo precioso, del que si me permitensoy testigo nada excepcional. El corredormediterráneo no es un invento de haceunos pocos años. Fue analizado cuando laconstrucción de la actual AP7 y de ello hacemás de cuarenta años. Como la necesidadde la competencia cooperativa entre puer-tos, ferias, ciudades de la euroregión medi-terránea.

Claro está que podemos optar, y todaopción es lícita, por la irrelevancia, la subal-ternidad y el provecho individual del quetantas muestras nos ofrecen las crónicasjudiciales. Con ello nuestros pájaros cano-ros, empresarios, sindicatos o partidos,siempre tendrán audiencia, aunque sea lade su propio su propia corte de paniagua-dos. Es un nicho de trabajo. Esto o aspirarcomo sociedad a participar en la propuestafederal, cualquiera que sea la duración delcamino.

Si no es caso, como algunos habitantesde la antigua Yugoslavia, igual me declaropingüino, esto es ni serbio, ni bosnio, nicroata. Eso sí, con la condición de tenerderecho a pasaporte europeo.

RICARD PÉREZCASADO

Tres provincias y media

Miles de personas celebran las trobades demandando más proyección para el valenciano. / tania castro

EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 13

La solución federal

E l concepto de federalismo remi-te a significados que pueden va-riar de manera notable según ellugar y el momento en el que se

aborde. Las dos principales tradicionesconocidas son las de inspiración america-na y la suiza.

La tradición americana basada en unequilibrio entre el poder ejecutivo, el legis-lativo y el judicial, es la que predomina enel campo de los estudios federales. Estatradición hace caso omiso de la diversi-dad nacional en la base misma del pactofederal y propone el advenimiento de unanación homogénea y uniformizada con elfin de garantizar la estabilidad política.Esta tradición reconoce un único poderconstituyente y se ha construi-do a costa de conflictos arma-dos negando, en particular, alas nacionalidades existentesterritorialmente, sus dere-chos de representación y deauto-representación más fun-damentales. Los especialistasdescriben, habitualmente, latradición americana como laexpresión más avanzada delfederalismo territorial.

La tradición helvética sedistingue en dos sentidos: seha construido sobre el princi-pio de la autonomía políticade los Estados miembros fun-dando la con(federación) y so-bre la no-superposición de lospoderes entre órdenes de go-bierno. Esta tradición ha teni-do mucho éxito en las socieda-des democráticas complejas,reconociendo las nacionesfundadoras como otros tantospoderes constituyentes. El re-to más importante de esta es-cuela ha sido replantearse so-bre una base continua y evolu-tiva las relaciones de podersin perjuicio para las comuni-dades/naciones históricas enel origen del pacto fundador.Esta tradición ha tenido diver-sas formas a través del tiempoy se la reconoce, en general,como la expresión más avan-zada del federalismo pluralis-ta. Algunos ven en ella las ba-ses mismas del federalismomultinacional avanzado poruna escuela de pensamientoen pleno crecimiento en va-rios países democráticos enlos que la diversidad nacionales un hecho relevante.

La España post-franquista,definida con el apelativo de Es-tado de las autonomías, lleva en su senoestas dos tradiciones con, por una parte,el gobierno de Madrid que pretende impo-nerse como único poder constituyente y,por otra las naciones históricas que se pro-yectan como la expresión de otros pode-res constituyentes.

Treinta y cinco años después de la ne-gociación de una reforma constitucionalde gran importancia pero inacabada, Es-paña ha llegado hoy a una nueva encruci-jada. Podemos imaginar cuatro situacio-nes en las que las probabilidades de éxitovarían: el statu quo político y constitucio-nal; la recentralización de los poderes enMadrid acompañada de la resimetrizaciónde los poderes entre las comunidades au-tónomas; la reactualización de los Estatu-

tos de autonomía; la secesión de algunascomunidades autónomas históricas.

El statu quo político y constitucionalha llegado a ser imposible de considerarpor parte de algunas comunidades autó-nomas, ya que no encuentran el oxígenonecesario en un sistema político que se haanquilosado y que ha abandonado losgrandes principios (federales) que habíaninspirado su refundación después de lamuerte de Franco y el retorno de la demo-cracia en España. Subrayemos que el Esta-do de las autonomías nacía en primer lu-gar y ante todo en la tradición federal hel-vética en aquello que permitía el reconoci-miento de varios demos

Sin embargo, a medida que allí dondeel Estado de autonomías se ha desarrolla-do, se ha podido constatar que el gobiernocentral ha pretendido imponer la tradi-ción americana de un federalismo territo-rial y uninacional prestando cada vez me-nos atención a la protección y la promo-

ción de la diversidad nacional. Como con-secuencia, España se uniformizó y sedesfederalizó.

En el momento de la transición haciala democracia, se habían imaginado dosvías para acomodar las naciones históri-cas y el resto de comunidades autónomas.Las naciones históricas de Cataluña, Gali-cia y el País Vasco podrían, rápidamente,ejercer poderes importantes, mientrasque las demás comunidades sólo podríanir adquiriendo parte de ellos en un hori-zonte más largo. Sin embargo, con el finde atenuar el hecho diferencial, el gobier-no de Madrid no dejó de imponer las mis-mas reglas a todas las comunidades deacuerdo con el principio, bien conocido,de café para todos. De este modo, el nacio-

nalismo español ha ido interpretando a suforma las prácticas federales y el naciona-lismo de las naciones históricas ha gana-do impulso incitando a las regiones comoel País Vasco y Cataluña a reflexionar so-bre vías de salida de la España uniformiza-dora cada vez más insensible al reconoci-miento de la diversidad profunda.

Como respuesta al desarrollo de unacultura política cada vez menos federal enEspaña, varias comunidades han exigidorevisar a fondo su estatuto de autonomíacon el fin de conservar —si no de aumen-tar— su margen de maniobra y así dar a

los ciudadanos la posibilidad de vivir ple-namente en su cultura de origen en el se-no de una España plurinacional. Variosuniversitarios solventes, procedentes de to-das las comunidades autónomas, de todaslas ideologías y de todas las familias políti-cas, se han implicado en la conceptualiza-ción del federalismo multinacional parahacer de éste una vía de compromiso acep-table para todos. Los trabajos eruditos deCarles Viver i Pi-Sunyer, Ferran Requejo,Enric Fossas, Miquel Caminal, RamónMáiz, Joxerramon Bengoetxa, José MaríaSauca son una excelente muestra de ello.

Sobre esto se ha establecido un pulsoentre el gobierno de Madrid —apoyadopor varias comunidades autónomas bajola égida del Partido Popular— y las dos

naciones históricas principales que hanintentado desmarcarse —País Vasco,Cataluña—. La falta de receptividad delcentro ha tenido como consecuencia alie-nar más a los habitantes de estas regionesrespecto al Estado de autonomías tal ycomo ha sido entendido por Madrid y losha conducido a considerar un escenarioque pueda conducir a la secesión del Esta-do español.

A falta de poder conservar sus elemen-tos singulares, el País Vasco y Cataluñahan llegado, de este modo, a considerar laposibilidad de la secesión. ¿Cómo explicaruna situación así? Las principales razo-nes que explican el debilitamiento de loslazos entre las naciones históricas y la na-ción española son de tres clases y se inscri-ben en un largo proceso histórico: la difi-cultad para las regiones históricas de ha-cer progresar su propio régimen lingüísti-co en un país en el que la lengua españolase ha impuesto como lengua común. A loque hay que sumar que el problema, porlo menos desde un punto de vista cultural,se extiende a otras comunidades: el PaísValenciano y las Islas Baleares en el casode Cataluña y Navarra en el caso del PaísVasco. La pérdida gradual de influencia

de las regiones autónomas enel seno del gobierno de Ma-drid y la poca influencia de lospartidos políticos regionalesen el gobierno del Estado cen-tral; la contribución fiscal des-proporcionada de las regionesmás prósperas en beneficiodel centro.

Estas razones no explicantodas las tensiones políticasen España, pero permitencomprender mejor por qué elvínculo de confianza que hu-biera podido establecerse enel momento de crear el Esta-do de las autonomías se hadeshecho a consecuencia delas crisis políticas y socialesque han afectado España es-tos últimos años.

En la medida en que puedeimaginarse una salida a la cri-sis política actual, habrá quereconducir sin rodeos el pro-ceso por parte de los actoressociales, económicos y políti-cos, tal y como desarrollo enmi libro Temps d’incertituds.Habrá que repensar las víasde la reconciliación de las co-munidades políticas sobrenuevas bases. Habrá que re-montarse incluso a las fuen-tes del pactismo para identifi-car los caminos más promete-dores a favor de una verdade-ra reforma constitucional res-petuosa con las naciones fun-dadoras. Será importante tam-bién impulsar una transicióndel sistema político actual,propenso a defender a una na-ción que domina a todas lasdemás e inspirado en un fede-ralismo de fachada, a favor deun federalismo auténticamen-te multinacional. Finalmente,

habrá que reflexionar también sobre laimplantación de un federalismo a travésde tratados (heredado de las Primeras Na-ciones en América) para restablecer laconfianza que falta actualmente.

En resumen, la reconciliación entre losprincipales actores en el seno de una Espa-ña plural no podrá llevarse a cabo en lamedida en que las naciones sean no sóloreconocidas y respetadas, sino en la medi-da en que sean habilitadas para promoversu lengua, su cultura, sus tradiciones ysus instituciones.

Alain-G Gagnon es profesor en la Université duQuébec en Montreal y autor de Temps d´incer-tutuds: assajos sobre federalisme i la diversitatnacional (Afers y PUV).

ALAIN-G.GAGNON

España y el federalismo

Centenares de miles de personas reclamaron la independencia de Cataluña el pasado 11 de septiembre. / marcel.li sáenz

El sistema actual defiendea una nación que dominaa las demás e inspira unfederalismo de fachada

4 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

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L a malintegración interna ha sidoel problema más persistente enla historia contemporánea de Es-paña. Los intentos por superar

tal imponderable se han articulado repeti-damente mediante la imposición de trága-las centralizadores asociados a golpes deestados, fórmulas caudillistas y ausenciasde libertades democráticas. El centralis-mo español ha sido secular-mente débil por su incapaci-dad de aunar voluntades yviolento por la fuerza brutaempleada para imponer suvoluntad. El cantonalismo yla disgregación territorialhan sido alternativas radica-les a los programas de ho-mogeneización centraliza-dora tras la pérdida de Espa-ña de su condición de paíscolonial y con su descenso ala segunda división en la li-ga de las naciones influyen-tes.

El afán durante los si-glos XIX y XX de modelaruna España unitaria, hechasinónima de un modelo ver-tical y jerarquizado del orde-no-y-mando, llevaba el ger-men de la rotura y el desen-cuentro. En realidad, tal vi-sión idealizada del espíritunacional español provocóen buena medida la reac-ción del particularismo re-gional, la desunión y el con-flicto entre los pueblos deEspaña. El nacionalismosin estado se volvió cadavez más asertivo en Catalu-ña y País Vasco, donde lapermanencia en el conjun-to estatal español pasó a in-terpretarse como una rémo-ra para el desarrollo económico y el bie-nestar de sus ciudadanos. Como nos ense-ña la historia, ambas posiciones se hanalimentado mutuamente en una espiralde incomprensión, frustración y sufri-mientos.

España asiste nuevamente a un cre-ciente pulso centro-periferia. El largo re-corrido del proceso autonómico acusa undesfondamiento agudizado por la obsoles-cencia de la fórmula bilateral de relacio-nes políticas e institucionales inauguradatras la aprobación de la Constitución de1978. Si bien las prácticas del bilateralis-mo coadyuvaron a una eficaz transferen-

cia de poderes y competencias desde laadministración central franquista a lasComunidades Autónomas, tal método denegociación política ha generado efectosperversos al esclerotizarse como el recur-so político normalizado para gestionarconflicto y cooperación autonómica en Es-paña. A tal estado de cosas ha contribuidoconsiderablemente la acción combinadade buena parte de las élites y actores polí-ticos centralizadores y centrifugadores.

En consecuencia, durante los últimos30 años se han sucedido diversas propues-tas políticas hacia la recentralización(LOAPA, 1982), la confederación (Declara-

ción de Barcelona y GalEusCa, 1998), o lareafirmación del independentismo (Dia-da, 2012). Tales iniciativas y movilizacio-nes han pretendido llevar el agua al moli-no de las posiciones centralizadoras y lascentrifugadoras en diversos modos y ma-neras. Pocas han sido las propuestas poroptimizar la federalización de España im-plícita —y explícita en muchas de sus ren-dimientos institucionales— en el espírituy letra de la Constitución de 1978. La atro-fia del Senado, constitucionalmente ins-taurado como “cámara de representaciónterritorial”, ha impedido la garantía cons-titucional del gobierno compartido (sha-

red rule), componente esencial junto alautogobierno (self-rule) de los variopintossistemas federales que en el mundo exis-ten.

Es indudable que las relaciones inter-gubernamentales han auspiciado otros fo-ros horizontales eficaces de consulta enla toma de decisiones estatales, como hasido el caso de las Conferencias Sectoria-les. Pero sus funciones de intercambio ypuesta en común de los niveles de gober-

nanza central y autonómica han carecidodel necesario debate político —y su visua-lización por la ciudadanía— característi-co de las cámaras senatoriales federales.Tampoco se ha consolidado la Conferen-cia de Presidentes, tímida iniciativa inau-gurada en 2004, como exponente del po-der ejecutivo del conjunto de España. Da-do su índole eminentemente deliberativa,sin votos ni vetos, la Conferencia de Presi-dente, bien podría cumplir el importantecometido de facilitar acuerdos para su de-rivación legislativa a otras instituciones—y en particular al Senado— y su poste-rior debate, formalización jurídica o even-

tual implementación política.Como botón de muestra de una refor-

ma deseable en la línea con las prácticasen otros países federales, además de susatribuciones autonómicas y territoriales,el Senado también podría asumir otroscometidos que realzasen su labor de con-trol político. Entre estos destacaría la po-testad de valorar las propuestas de candi-datos para los cargos constitucionales(Casa del Rey, Consejo de Estado, Consejo

General del Poder Judicial, Defensor delPueblo, Tribunal Constitucional, Tribu-nal de Cuentas), así como de aquellosnombramientos de mayor relevancia ins-titucional (Fiscal General del Estado, Go-bernador del Banco de España, o altosresponsables de las Fuerzas Armadas yCuerpos de la Seguridad del Estado). Undictamen negativo, razonado, cancelaríael trámite de los nombramientos.

Otra iniciativa auspiciadora de lafederalización, como proyecto español pa-ra compaginar unidad y diversidad me-diante el pacto político, podría afectar alsiempre candente tema de los dineros y

U na vez más —otra— Españaafronta su agotador dilema te-rritorial de la peor manera po-sible, buscando culpables en lu-

gar de soluciones, empleando la política yel debate público para inventar proble-mas en lugar de arreglar los existentes.Todos los actores parecen firmemente

convencidos de que esta crisis económicaha favorecido la oportunidad perfecta pa-ra imponer su modelo en nombre de laeficiencia. Aquellos que no dan esa impre-sión, seguramente carecen de modelo pa-ra imponer.

De tanto enredar, parece que se noshan roto las autonomías. El modelo terri-torial que han generado la época de ma-yor y más universal bienestar en la histo-ria de España se proclama fracasado. Conesta afición al melodrama tan española,se ha comenzado a representar un dra-món que, a poco que se empeñen sus pro-

tagonistas, acabará en sainete. Unos con-vocan referéndums cuando aún no hancelebrado ni elecciones. Otros apelan alderecho penal. Algunos mencionan alejército. Muchos echan cuentas y preten-den basar la unidad de España en el mis-mo argumento que sustenta tantos matri-monios desfondados: la hipoteca. Unos po-cos apelan al espíritu de la Transición.Nada nuevo, nada que no hayamos vistoantes.

El modelo del 78 termina su ciclo vital.Nada es eterno, ni dura para siempre. Mu-cho menos en política. Mucho menos eneste mundo dividido entre Apple y An-droid. El dilema que afrontamos resultaconocido. Romper cuánto quede de unproyecto agotado, o construir un nuevoproyecto común para un territorio dondeconviven diferentes comunidades posee-

doras de claras y potentes conciencias na-cionales.

En España el federalismo nunca ha te-nido buena prensa. Más de la mitad de lapoblación mundial viven en algún régi-men federal. Pero solo entre nosotros, fe-deralismo resulta sinónimo preferente dedivisión y conflicto, no de acuerdo y coope-ración. No es el federalismo, somos noso-tros. Nos ha faltado la voluntad. La solu-ción federal siempre ha sido presentadacomo el mal menor, el último recurso,algo que debíamos probar porque no que-daba más remedio. Nunca se ha explicadocomo lo que puede llegar a ser: la oportu-nidad que andábamos buscando paraconstruir España en común.

El federalismo no supone solo un en-tramado institucional para acompasar unmodelo de decisión descentralizado y la

ANTÓNLOSADA

LUISMORENO

Trágala centralizador, rotura o federalización

Los presidentes de las comunidades autónomas posan antes de la reu-nión que mantuvieron con Mariano Rajoy en el Senado. / cristóbal manuel

La voluntad federal

14 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

tante) nada tiene que ver con la eficiencia.Las identidades nacionales existen. Des-

conocer o negar la evidencia es contrapro-ducente, además de inútil. El nacionalismoespañol nunca ha entendido esta cuestión.Se niegan a reconocer que España es unEstado plurinacional. Como lo es Bélgica oel Reino Unido, y desde su nacionalismobanal hablan de “cerrar” el modelo de Esta-do. Entienden la Constitución de 1978 co-mo estación término, creen sobrepasado elproceso de descentralización, impulsan pro-cesos recentralizadores y siguen añorandoun Estado-nación que ya no existe más queen su imaginación. Con sus discursos, acti-tudes y actuaciones separadoras, el nacio-nalismo español y sus excelentes altavocesproporcionan argumentos a los partidariosde la separación. Algunos de los que ahoraabrazan la solución federal como mal me-nor, creen que con una fórmula de federalis-mo cooperativo “a la alemana” bastaría. Ig-noran la diferencia existente entre identida-des nacionales y regionales.

Los nacionalismos catalán y vasco, emo-cional y políticamente ya han marcado unpunto y aparte en la historia. Ven factibleconvertirse en un Estado dentro de unaUnión Europea. La sentencia del Tribunal

Constitucional sobre el Estatuto catalánmarcó un punto de inflexión decisivo. Eltiempo y la política dirán el recorrido queha de tener esta nueva estrategia. Sus diri-gentes son conscientes de que sus discur-sos ofrecen lecturas muy sencillas a proce-sos muy complejos. No ignoran la crecien-te pluralidad de la propia sociedad a la queconvocan. Saben muy bien la diferenciaque muchos ciudadanos hacen entre ma-yor grado de autonomía política, hoy mayo-ritario, con la aspiración, ya no tan mayori-taria, de convertirse en un nuevo Estado.Incluso saben que el sentimiento de ma-yor autonomía política no necesariamentese traduce en la existencia de una volun-tad mayoritaria de separarse, como hapuesto de relieve acertadamente MichaelKeating en su excelente estudio sobre laindependencia de Escocia que ahora publi-ca la Universitat de València.

Apenas si existe oxigeno político entrelos nacionalismos. Un recurso político yuna sentencia política del Tribunal Consti-tucional han bloqueado, por ahora, la víadel federalismo plurinacional. Sin embar-go, sigo pensando que es el camino mástransitable para España. El federalismoplurinacional, que se asienta en concepcio-

nes no nacionalistas pero que no descono-ce nuestra historia, se defiende aquí comola mejor forma para organizar la distribu-ción territorial del poder en un Estadocompuesto, para gobernar la complejidady gestionar la interdependencia y para darsentido a los principios de solidaridad in-terterritorial y de ciudadanía y respeto a ladiversidad nacional.

Corresponde a la política enmendarsus errores y gestionar el nuevo y confusoescenario. Los esfuerzos debieran encami-narse a argumentar que el respeto a lasreglas de juego constitucionales es uno denuestros mejores activos como comuni-dad política plurinacional y debiera seruno de nuestros mejores legados; a con-vencer a la mayoría de que el manteni-

miento de la identidad propia no necesaria-mente debe adentrarse por la vía arriesga-da de la secesión, sino que formar parte deun Estado plurinacional es mejor que ver-se obligado a decidir, aunque fuera posi-ble, entre nacionalismos o entre una de lasidentidades posibles; a defender los valo-res positivos de una comunidad políticamultinacional, multicultural y multilin-güe; a exigir a los poderes públicos avan-ces sustanciales en el terreno del reconoci-miento simbólico de la diversidad; a supe-rar el Estado Autonómico en clave federaly a dar contenido al hecho plurinacional.En definitiva, frente a los intentos dedesfederalización y resimetrización, se pro-pone un nuevo pacto político, un nuevopacto constitucional en favor del federalis-mo plurinacional que aborde estas cuestio-nes con claridad y normalidad. En casocontrario, la desafección aumentará, aúnmás, y las fracturas sociales y las tensionesse trasladarán a la estabilidad de un siste-ma que descansa en la provisionalidad y elpacto permanente.

Joan Romero es catedrático de Geografía Hu-mana en la Universitat de València y autor deEspaña inacabada.

serio, pero su “espíritu”, por lla-marlo así, inspiró al PP, en sucruzada victimista ante el Gobier-no que encabezaba el socialistaJosé Luis Rodríguez Zapatero,para reformar de nuevo el Estatu-to apenas cinco años después. Seintrodujo, en aquel momento,una disposición adicional quepretende blindar las inversionesestatales, es decir, garantizarque el Estado invertirá en propor-ción al peso de la población va-lenciana respecto al conjunto deEspaña. Los populares habían

impugnado esa disposición enotros estatutos, como el andaluz,por supuesta inconstitucionali-dad, pero el Tribunal Constitucio-nal le dio luz verde al considerarque el blindaje no obliga al Esta-do, aunque el Gobierno de Zapa-tero se preocupó de cumplirloallí donde existía. La reforma es-tatutaria y otras iniciativas, co-mo una proposición de las Cor-tes Valencianas para reformar laLey Orgánica de Financiación delas Comunidades Autónomas(LOFCA) con la pretensión de ge-

neralizar el blindaje a todas lascomunidades, se han convertidoen “patatas calientes” con las queel Congreso de los Diputados nosabe muy bien qué hacer, ahoraque al nuevo inquilino de la Mon-cloa, Mariano Rajoy, le incomo-dan por su inoportunidad.

La frivolidad proverbial delPP valenciano en la instrumenta-lización de mecanismos estatuta-rios y legales de mayor calado(entre los que hay que incluiramagos de reformar la ley electo-ral) para generar ventajas a cor-to plazo ha sido una constanteque no parece haber cambiadocon el acceso de Alberto Fabra ala presidencia de la Generalitat.

En el reciente debate de políticageneral, el jefe del Consell hizosolo una propuesta relevante: re-ducir de 99 a 79 el número dediputados de la Cámara autonó-mica, lo que exigiría una nuevareforma del Estatuto de Autono-mía y un referéndum. La inten-ción era dar una imagen de com-promiso con la austeridad. El ins-trumento, algo que implica abrirde nuevo el melón institucional.

Tal actitud, de llamativa inspi-ración populista, va a servir depoco si el debate territorial y elconflicto por el modelo de Esta-do adquieren de nuevo en Espa-ña, como parece el caso, caracte-res constituyentes, si apelan a

pactos políticos de cierta relevan-cia. El secretario general de lossocialistas valencianos, XimoPuig, lo ha entendido así. De ahísu claro posicionamiento federa-lista y su afirmación de que “a losvalencianos es a quienes más in-teresa que se mueva el tableroautonómico, porque somos losque estamos peor. El federalismoes una solución para España ytambién, específicamente, paralos valencianos. Los valencianosnecesitamos resituarnos en Espa-ña en el tema de la financiaciónautonómica”.

Considerar que el debate so-bre el modelo de Estado es unaoportunidad acerca, sin duda, alPSPV-PSOE a las posiciones de la

Coalició Compromís y de Esque-rra Unida del País Valencià, even-tuales socios en una alternativa ados décadas de hegemonía delPP. Pero también lo acerca a sig-nificativos sectores de la socie-dad civil, como el influyente lob-by de la Asociación Valencianade Empresarios (AVE), que hamanifestado expresamente quehay que aprovechar la discusiónabierta desde el Gobierno de Ar-tur Mas y “subirse al carro” deCataluña para corregir un siste-ma que, sobre todo en la financia-ción, resulta discriminatorio pa-ra la Comunidad Valenciana.

El PP se debate entre el recur-so instintivo a su “ideología dereserva” —Fabra hizo un amagode desenterrar la demagogia anti-catalanista en su discurso de polí-tica general— o el alineamientoestricto con el discurso que Ra-joy marque desde Madrid, lo queno ofrece mucho margen de ma-niobra. Si hay que deducir algode las declaraciones de los diri-gentes valencianos del PP es queesperan a verlas venir. Así, el se-cretario general de los popularesvalencianos y consejero de Go-bernación, Serafín Castellano,por ejemplo, viene acusando alos socialistas de “querer aliarsecon partidos que hacen algara-das independentistas”, pero ape-nas ha definido más posición pro-pia que la defensa de la Constitu-ción. “Defendemos el título octa-vo, creemos que el modelo auto-nómico es positivo y ha traídouna etapa de prosperidad, que co-mo todo hay que mejorarlo, perono cuestionarlo ni cambiarlo”,ha dicho.

“Las cuestiones territorialespasan por fases distintas”, ha es-crito Josep Maria Castellà, profe-sor de Derecho Constitucional enla Universidad de Barcelona, “a ve-ces se enconan, otras se enquis-tan, otras se diluyen, sin embar-go, más difícilmente se dan porsuperadas. En cualquier caso, to-das las instituciones, los juristas ytambién la sociedad civil tienenuna gran responsabilidad paratrabajar activamente, y con alturade miras, para afrontar los conflic-tos cuando se plantean, y ponertodos de nuestra parte para resol-verlos, asumiendo que la solucióndifícilmente será definitiva”.

El presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fa-bra, en el acto del 9 d'Octubre de 2011. / carles francesc

Hoy, como ayer, afloranuestra incapacidad paraalcanzar un marcoaceptable de convivencia

El líder socialistavalenciano, XimoPuig, apuesta por elfederalismo

Los empresarios deAVE abogan por“subirse al carro”de Cataluña

Las cuestionesterritoriales exigenaltura de miras paraafrontar conflictos

EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 3

La solución federal

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los recursos financieros. A una autonomíade gasto por parte de las comunidadesautónomas (CC. AA.) debería correspon-der una autonomía de los ingresos provis-tos mediante los impuestos pagados porlos ciudadanos en cada territorio autonó-mico. Todo ello acrecentaría la rendiciónde cuentas en la gobernanza multinivel, ypermitiría a los votantes enjuiciar mejorlas actuaciones públicas por su propio mé-rito y su ámbito territorial de actuación.Se explicitaría, de igual modo, las transfe-rencias entre comunidades ricas y pobresen base a las balanzas fiscales entre lasCC. AA. y los niveles de gobierno, circuns-tancia que mostraría los diversos gradosde solidaridad interterritorial y elimina-ría secretismos y pábulos varios. Además,se reforzaría la naturaleza competitivadel modelo autonómico de federalismoconcurrente y, por ende, se estimularía la

eficiencia en la gestión delos recursos públicos.

El futuro es indetermi-nado y múltiple. Empero,tres escenarios de futurosprobables, posibles y de-seables pueden teorizarsede manera entrelazada:recentralización, rotura yfederalización. Si respectoal primero ya se eviden-cian algunos de sus efec-tos en razón a la crisis de-satada por el crack econó-mico de 2007, los segun-dos no se han hecho espe-rar con la agitación inde-pendentista en el Principa-do. El tercero, calificadocomo “deseable” en base ala vieja idealización kantia-na, es aquel en el que auna mayor capacidad deautogobierno por aquellasComunidades Autónomasque lo desean, se corres-ponda una mayorfederalización de la yaexistente.

En verdad, España for-ma ya parte de la catego-ría de sistemas federalescomo federación emboza-da, la cual deja entreverun desarrollo institucio-nal de acuerdo con un tipode federalismo devolucio-

nista (top-down). Su evolución desde elpacto constitucional de 1978 ha respondi-do a un criterio de mantenerse unido (hol-ding together) y no de juntarse (comingtogether). Del empeño por optimizar lafederalización de la España autonómicadepende la reedición del órdago entre se-paradores y separatistas.

Luis Moreno es profesor de investigación delCSIC (Consejo Superior de Investigaciones Cien-tífica) en el Instituto de Políticas y Bienes Públi-cos (IPP-CCHS).

[email protected]

En contra de lo que sostienen mu-chos nacionalistas, las nacionesno son entes que cabalgan sobrela historia, exhibiendo un conjun-

to de rasgos objetivos que las acompañandesde el fondo de los tiempos. Para losabertzales, desde el Paleolítico; para loscatalanistas, como mínimo desde Guifrèel Pilòs, dando así vida a los “mil años deCatalunya” que aun hoy evoca Mas.

Una interpretación más razonable,consistente en ver las naciones como pro-ductos de procesos históricos, donde porsupuesto cuentan los factores diferencia-les, resulta de valorar las respectivas situa-ciones del País Vasco y de Catalunya. Vas-cos y catalanes hay en ambas vertientesde los Pirineos, y sin embargo la concien-cia política nacionalista de los vascos ycatalanes se encuentra en los territorioshoy encuadrados en el Estado español, yno en los franceses. Lo explicó involunta-riamente Peter Sahlins en su estudio so-bre las identidades en la Cerdanya, comar-ca fascinante para el tema donde las haya,por efecto de su partición entre Francia yEspaña desde la Paz de los Pirineos. Na-rra el episodio de un intelectual catalanis-ta, Cases Carbò, quien hacia 1930 recorrela Cataluña francesa a la busca de senti-miento catalán, con resultados descorazo-nadores. Al final encuentra un payés delVallespir que es la excepción, quien selamenta: “Ustedes sí pueden ser catalanis-tas —le dice a Cases Carbò—; nosotros nopodemos. A diferencia de España, aquí te-nemos escuelas, hospitales, comunicacio-nes, y ustedes no. Tienen la suerte de po-der ser catalanistas”. Los mecanismos deintegración nacional funcionaron enFrancia a partir del golpe dado a la hetero-génea estructura administrativa en 1789,no en España por los estrangulamientosderivados del atraso del país.

En este marco, Cataluña ocupa un lu-gar especial, tanto por la resistencia a lacentralización que se traduce en dos gue-rras, la de 1640-58 y la de 1702-14, comopor ser la pionera en la industrializacióna partir del primer tercio del siglo XIX. Elconflicto con el poder central no es unainvención nacionalista. Se apoyaba enuna tradición política secular, en el senode la Corona de Aragón y sus enfrenta-mientos culminaron con la conquista deBarcelona en 1714, origen de la Diada,una fiesta nacional que no evoca precisa-mente la fraternidad hispano-catalana.La convergencia entre cambio económi-co asentado sobre el textil, inestabilidaddel primer liberalismo y evocación del pa-

sado se reflejó en los levantamientos urba-nos y en el asociacionismo obrero desde1840. Barcelona fue la vanguardia de lamodernización española, pero durante dé-cadas careció de apoyos en el resto de unaEspaña atrasada. El eje Turin-Milán hizoItalia; en España, Cataluña se limitó a be-neficiarse de la adecuación a un mercadodébil. Fue “el proteccionisme que imposàun dia Catalunya”, en palabras de Cambó.No se trató de un fracaso histórico, sinode un desfase, observable en la política yen la inviabilidad de las organizaciones yde las dinámicas políticas que hubiesenrequerido una articulación, desde los par-tidos hasta los sindicatos de masas (laUGT y el PSOE fracasaron en Cataluña, laCNT fue ante todo catalana). En la guerracivil, la sublevación anarquista de mayodel 37 fue un último efecto de la disocia-ción, que pareció ser superada bajo pri-macía catalana en el tardofranquismo,con fracaso final (ejemplo, PSUC/PCE, ac-titud del PSC ante la OTAN). Prevalecía enCataluña una especie de alienación políti-ca respecto de los problemas del Estado.

El catalanismo fue la expresión políti-ca del desfase, y también la actualización

conservadora de una personalidad históri-ca. De forma mayoritaria, su fórmula fueuna integración diferencial en el Estadoespañol, en apariencia no conflictiva, le-jos del caso vasco. Avanzó la construcciónnacional catalana, sustentada no sin opo-siciones en la normalización lingüística,dando lugar a un subsistema político don-de las coincidencias entre nacionalistas,socialistas y excomunistas fueron am-plias. El independentismo no prosperaba.Bajo la superficie, sin embargo, el nacio-nalismo cultural, a partir del sistema edu-cativo y de la acción de intelectuales quie-nes, aun sin etiqueta nacionalista, fueroncreando un distanciamiento entre una Ca-talunya concebida como portadora de to-das las esencias y una España contempla-da siempre con los rasgos negativos queapuntara el precursor Almirall en Lo cata-lanisme. La conciencia de pertenecer alEstado español se hizo muy débil entre la

juventud. Todo sobre el telón de fondo delmalestar por la creencia de que Catalun-ya era “expoliada”.

La ocurrencia de Maragall y Zapaterode promover un nuevo Estatuto fue el de-tonador. Actuaron como aprendices debrujo, al creer posible que un cheque enblanco les daría el predominio electoral.El resultado fue un proyecto basado en labilateralidad, con un preámbulo donde laúnica nación era Catalunya. El resto delepisodio es conocido. El desenlace, con lasentencia del TC, generalizó una frustra-ción donde se mezclaban la recusacióndel Estado y la exaltación de la nacióncatalana. Del Som una naciò de 2010 alindependentismo de la Diada hubo soloun paso.

El concierto económico vasco estuvoen la base de la radicalización catalanista,en busca de un infundado “pacto fiscal”,cuya frustración ha servido para justifi-car la puesta en marcha de “la transiciónnacional”. Son las dos caras de Jano, yaque en Euskadi es la existencia del con-cierto lo que obliga al PNV a ajustar su“soberanismo” a la realidad. Esto explicala aparente paradoja de que un catalanis-mo de reputado sesgo pragmático hayatomado la delantera respecto de un nacio-nalismo vasco que en sus dos ramas esdeudor del maniqueísmo antiespañol queconstituyera el núcleo del ideario de sufundador, Sabino Arana. El nacionalismovasco surgió como una religión políticadel odio, la cual, desde sus primeras mani-festaciones anticipa el culto a la violenciapolítica que culmina en ETA. Pero al mis-mo tiempo, de Sabino a Arzalluz, la inspi-ración de la Compañía de Jesús está siem-pre presente, tanto en el sentido de la dis-ciplina como en el criterio de que el abso-lutismo de los principios es conciliablecon la flexibilidad en el uso de los medios:vale entrar con “el enemigo”, pero salirconsigo mismo.

No hay dos almas en el nacionalismovasco, ya que la dimensión teleológicacoincide en los dos hermanos adversa-rios, así como la visión idealizada del paísy del euskera, con “el pueblo vasco” porsujeto indestructible frente la agresióndel “enemigo”. Difieren los caminos paraalcanzar el fin, uno trazado a partir de lavertiente bélica de Sabino, otro partiendode reconocer, como el propio fundadordesde 1898, que era preciso vincularse alos intereses económicos de una burgue-sía patriótica.

Todo ello sobre el telón de fondo delfracaso del Estado de las autonomías, ca-rente de la articulación propia del federa-lismo, y no solo por el Senado, y el descon-cierto colectivo generado por la crisis. Sinolvidar que el PP es lo que es y el PSOEcarece hoy de la dimensión nacionalizado-ra que en su día exigió Indalecio Prieto.Como la URSS en 1991, la “nación de na-ciones” corre el riesgo de fragmentarse.

Antonio Elorza es catedrático de CienciasPolíticas en la Universidad Complutense de Ma-drid

pluralidad nacional. Como bien explica elprofesor Ramón Máiz, es también una vi-sión, una voluntad para que el sistemafuncione de una determinada manera.Un estado federal no son solo leyes e insti-tuciones, implica también la voluntad dehacerlas funcionar y operarlas como algocomún y propio.

John Kenneth Galbraith sostenía quebuena parte de nuestras dificultades paragestionar el futuro residían en que pensa-mos el siglo XX con conceptos del sigloXIX. Hoy, en pleno siglo XXI, el desfase seha agravado. Carecemos incluso de nom-bre para muchas de las cosas que estánpasando. Eso que volvemos a llamar elviejo problema territorial de España tienemucha causa en la propia ranciedad delos conceptos manejados.

La soberanía ya no es lo que era. Fren-

te a la vieja visión jerárquica y verticalque envara constituciones como la espa-ñola, viajamos por el camino hacia unaEuropa horizontal, transversal y multicén-trica donde el poder se comparte y lasdecisiones resultan de procesos cooperati-vos. El poder nace del pacto y el acuerdoentre las naciones y ciudadanías federa-das, no reside en una nación, un sobera-no, un parlamento, ni siquiera un Pueblo.La soberanía se conforma en la voluntadde llegar a acuerdos y funcionar por me-dio de la cooperación entre iguales.

El gobierno tampoco es lo que era.Frente a la vieja idea de un centro demando y control, se abre paso la demandade sistemas implementados a través delun gobierno multinivel que funciona porcoordinación no jerárquica, maximiza laautonomía política y aprovecha las opor-

tunidades de integración de las diferentesnaciones en el objetivo común. Un gobier-no compartido con voluntad de cooperar,respetar el autogobierno y construir unavisión común. Un gobierno multinivelcon incentivos para la lealtad y la volun-tad federal para evitar que el ejecutivocentral erosione el poder de los estadosfederados, o que éstos jueguen al oportu-nismo, la deslealtad, o la no cooperación.

Ni siquiera la nación es lo que era. Ennuestro presente de identidades pluralesy compartidas, se intuye unareconfiguración democrática y pluralistade la idea de nación como unidad en ladiversidad. Las naciones no están ahí fue-ra. Las naciones se construyen permanen-temente en un proceso abierto y plural.Somos testigos del abandono de la ecua-ción estado=nación, para ser sustituida

por nuevos espacios construidos sobre lavoluntad de conformar un destino comúny acomodarse en un proceso cooperativodonde todos los actores salen ganando.

El estado federal no se cierra, carecede techo. No es un instrumento, o unamáquina. Es un sistema orgánico vivo yflexible que se integra y aprende en unentorno cambiante. Un estado federal soninstituciones, reglas e intereses, pero tam-bién un conjunto de ideas y creenciascompartidas, una cultura federal que de-be renovarse continuamente, porque alestado federal le guía la voluntad de cam-biar y adaptarse a un mundo que no parade moverse, por mucho que se lo prohíbala ley.

Antón Losada es profesor de Ciencia Políticaen la Universidad de Santiago.

ANTONIOELORZA

España en cuestión

El conflicto de Catalunyacon el poder central no esun invento nacionalista,se apoya en una tradición

Como la URSS en1991 la “nación denaciones” corre elriesgo de fragmentarse

EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 EXTRA 15

La solución federal

E spaña inauguraba el segundo pe-riodo democrático de todo el si-glo XX con una nueva Constitu-ción. En afirmación de Alain G.

Gagnon, España pasaba de ser una formade “Estado impuesto” a otra forma de “Es-tado negociado”. Una Constitución que sequiso abierta, inacabada, para que el proce-so democrático fuera eligiendo los posi-bles caminos y de la que luego se ha hechouna de las posibles interpretaciones quede ella cabían. El camino seguido, entrelos muchos posibles, ha sido el de ir cons-truyendo un Estado Autonómico sobre labase de acuerdos que casi siempre hanobedecido a la composición de las CortesGenerales. Sin embargo, parece que el de-

sarrollo de la Constitución de 1978 nos hadevuelto a la estación de salida.

El Estado Autonómico está muy lejosde ser un auténtico Estado federal y noexiste cultura federal. Coincido con Mi-quel Caminal cuando afirma que el EstadoAutonómico, pese a que es un éxito, nodeja de ser un “semimodelo” que respondea la voluntad de actores políticos que sa-bían de dónde querían salir pero que nosaben bien dónde quieren ir, dando comoresultado un “hibrido” procedente de uncruce entre sujetos genéticamente diferen-tes. Pero más allá de la discusión acerca dela naturaleza del Estado Autonómico, estemodelo está agotado, el pacto constitucio-nal del 78 también y no hay consensos bási-cos acerca del camino a seguir.

Para unos, la Constitución no es refor-mable y el modelo de Estado ya no requie-re modificación sustancial. Sugieren inclu-so la idea de recuperar competencias invo-cando la eficiencia y se resisten a recono-

cer aspectos esenciales de las naciones mi-noritarias en el plano simbólico. Desde Ca-taluña, Euskadi, y no sólo desde los parti-dos nacionalistas, se expresa una profundainsatisfacción con la situación actual porentender que los grandes partidos españo-les han desvirtuado el proceso y probable-mente el actual modelo de Estado se alejadel espíritu inicial. Argumentan que la víafederal, sobre la que siempre exhibieronclara prevención, ha quedado bloqueada yúnicamente resta iniciar un debate demo-crático en favor de escenarios de corte másconfederal o claramente independentista.Una tercera vía argumenta que es posibleavanzar en una fase de reformas del blo-que de constitucionalidad que permita pro-fundizar en el autogobierno y ampliar laposibilidad de mejorar el reconocimientode la plurinacionalidad en clave federal.

El mal llamado “problema territorial”remite en España a una larga historia dedesencuentros: entre unidades de una mo-

narquía compuesta, entre las Españas“uniforme” y “asimilada”, entre las visio-nes “jacobinas” y “girondinas”, entre el na-cionalismo español y los nacionalismosvasco y catalán, entre identidades regiona-les (más o menos débiles) e identidadesnacionales. Hoy, como ayer, aflora nuestraya histórica incapacidad para alcanzar unmarco aceptable de convivencia en un Es-tado que alberga varias naciones. Otras de-mocracias maduras como Bélgica, ReinoUnido o Canadá se enfrentan a situacionessimilares y en todos los casos el reto colec-tivo es muy parecido: cómo conciliar diver-sidad y unidad, cómo integrar o gestionarlo que Charles Taylor definiera como la“diversidad profunda” de identidades dife-rentes en el seno de sociedades cada vezmás complejas y plurales. Cómo conciliarformas de estar entre pueblos que se sien-ten diferentes y que han demostrado unadecidida voluntad de ser. Y esta tozuda rea-lidad histórica (la historia es muy impor-

JOANROMERO

¿ Si llega algún día Cataluñaa declarar la independen-cia, lo hará también la Co-munidad Valenciana? Una

lectura estricta de la disposiciónadicional segunda del Estatutode Autonomía valenciano, la de-nominada “cláusula Camps”, asílo sugiere. “Cualquier modifica-ción de la legislación del Estadoque, con carácter general y en elámbito nacional, implique unaampliación de las competenciasde las Comunidades Autónomasserá de aplicación a la Comuni-dad Valenciana, considerándoseampliadas en esos mismos térmi-nos sus competencias”, reza ladisposición, introducida en 2006a iniciativa del entonces presi-dente de la Generalitat, Francis-co Camps. Y continúa: “La Comu-nidad Valenciana velará por queel nivel de autogobierno estable-cido en el presente Estatuto seaactualizado en términos de igual-dad con las demás comunidadesautónomas”. Por si todavía noquedaba clara la intención, la dis-posición añade: “A este efecto,cualquier ampliación de las com-petencias de las demás comuni-dades autónomas que no esténasumidas en el presente Estatutoo no le hayan sido atribuidas,transferidas o delegadas a la Co-munidad Valenciana con anterio-ridad obligará, en su caso, a lasinstituciones de autogobierno le-gitimadas a promover las corres-pondientes iniciativas de actuali-zación”.

La reforma estatutaria de2006 no fue impulsada por unpartido separatista o federalistasino por la organización valencia-na del PP de Mariano Rajoy, quela pactó con la oposición socialis-ta. Fue impulsada por el mismopartido que ese mismo año pre-sentó el recurso al nuevo Estatu-to de Autonomía de Cataluña an-te el Tribunal Constitucional, cu-

ya sentencia frenaría en seco,cuatro años después, tras un pul-so político que rompió los equili-brios en su composición, cual-quier expectativa de evolucióndel Estado de las Autonomías ha-cia un reconocimiento del carác-ter plurinacional del Estado espa-ñol y, lo que era más trascedente,cualquier expectativa de cambio

del modelo “desde abajo” o “des-de dentro”. Lo que llevó a perso-nas de la relevancia del expresi-dente del Gobierno Felipe Gonzá-lez (que firmó entonces un artícu-lo sobre el asunto conjuntamen-te con Carme Chacón) a conside-rar superada una etapa y a pro-pugnar que había que empren-der una transformación federaldel Estado. Mientras tanto, en Ca-taluña la frustración abría unadinámica que ha culminado dosaños después en la manifesta-ción multitudinaria por la inde-pendencia del pasado 11 de sep-tiembre y el reto soberanista lan-zado por el presidente de la Gene-ralitat, Artur Mas, pero que se hareflejado en muchos ámbitos de

la vida cívica y cultural.Por ejemplo, un teórico del fe-

deralismo plurinacional comoFerran Requejo, uno de los estu-diosos de referencia del Estadocompuesto, modificó definitiva-mente sus planteamientos a par-tir de la sentencia del Estatuto yemprendió otra vía, reflejada enun ensayo significativamente ti-

tulado Camins de democràcia: del’autonomia a la independència.Casi al mismo tiempo, desde laFundación para el Análisis y losEstudios Sociales (FAES), el prin-cipal think tank de la derecha es-pañola, el informe Por un Estadoautonómico racional y viable po-nía en cuestión la eficiencia delmodelo en la prestación de servi-

cios. Aquel es, todavía hoy, elguión teórico de las posicionesrecentralizadoras que se han es-bozado al amparo de las exigen-cias de austeridad derivadas dela crisis económica.

La cláusula Camps no tieneefectos realmente operativos, co-mo saben todos los expertos, ynadie se la toma demasiado en

Más allá de la autonomíaEl debate sobre el modelo de Estado es un reto y una oportunidad para los valencianos

La (im)posible vía del federalismo plurinacional

ADOLF BELTRAN

La sentencia delEstatuto catalánfrenó la evolucióndel modelo

La fundación FAESmarcó losargumentosrecentralizadores

El PP valenciano hausado las reformasestatutarias confrivolidad

2 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012

La solución federal

Page 16: 9 d'Octubre - federal.cat / federalista.info · La solución federal ... En la guerra civil, la sublevación anarquista de mayo del 37 fue un último efecto de la disocia- ... El

16 EXTRA EL PAÍS, MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012 Identidadcon bandasonora

Más alláde laautonomia

La música en valencianoamplía su público yvuelve a ser uncatalizador de los jóvenes

Páginas 10 y 11

La solución federal

El debate sobre elmodelo de Estado es unreto y una oportunidadpara los valencianos

Páginas 2 y 3

jesús císcar

9 d'Octubre9 d'Octubre Comunidad Valenciana| MARTES 9 DE OCTUBRE DE 2012