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Diplomado “Hábitat Residencial en contextos de Vulnerabilidad Social”

Trabajo Individual Nº1. Reflexiones sobre el Diagnóstico de la Vulnerabilidad en Contextos de

Desastre Natural.

Autor: Orellana, Alejandro.

29 de mayo de 2010

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Alejandro Orellana McBride, Arquitecto, Diplomado “Hábitat Residencial en contextos de Vulnerabilidad Social”. Primer Semestre, 2010.

Indice

Introducción 2 Reseña profesional 2

I. Precisiones conceptuales 3

II. El diagnóstico del desastre 4

III. Nudos críticos en el diagnóstico de la vulnerabilidad 6

IV. Reflexiones finales 11

Referencias Bibliográficas 12

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Introducción En la búsqueda de precisar que se entiende por vulnerabilidad en el contexto de una catástrofe producida por un desastre natural, se presentan algunas definiciones y conceptualizaciones relativas al tema, las cuales guiarán la reflexión en torno a los nudos críticos en la ejecución de diagnósticos. Luego de esto se analizan algunos elementos que inciden en el nivel de vulnerabilidad social antes y después de la ocurrencia de un desastre. Para la exploración de los nudos críticos identificados en los procesos de diagnóstico, éstos se agrupan de acuerdo al ámbito en que se manifiestan, sin perjuicio de que algunos se extiendan más allá de los ámbitos presentados Por último, a modo de conclusiones, se hacen algunas reflexiones acerca de los factores que a mi juicio son críticos para resolver los nudos planteados anteriormente, bajo el entendido de que varios de ellos difícilmente se podrán desatar y se deberá trabajar con ellos.

Reseña profesional Mi aproximación a los contextos de vulnerabilidad social se ha dado en el marco del programa de recuperación de barrios, Quiero mi Barrio Región de Atacama; en calidad de consultor para la realización de estudios y la ejecución de intervenciones participativas. Por otro lado, he trabajado en relación con los subsidios del Programa de Protección al Patrimonio Familiar en Atacama y en proyectos de habitabilidad (casetas sanitarias) en la comuna de Coquimbo. He tenido oportunidad de trabajar además como consultor de CONAMA IV Región en coordinación con CONAF y SECREDUC en el programa multisectorial “Sistema de Certificación Ambiental de Establecimientos Educacionales”.

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I. Precisiones conceptuales En primer lugar, se considera definir que entendemos por desastre natural. De acuerdo a Lavell Thomas (1998) un desastre corresponde a los efectos que producen eventos físicos “externos” en una sociedad, que por su forma particular de desarrollo, resulte incapacitada para absorber o recuperarse autónomamente de los impactos… la naturaleza y los recursos que ofrece se transforman, en amenazas para la vida humana, la infraestructura y las actividades productivas. El autor establece una relación entre las amenazas y la forma de desarrollo. Wijkman y Timberlake (1984) llaman a los desastres problemas no resueltos del desarrollo. Estos problemas originados en el encuentro de vulnerabilidad con eventos fácticos provocan alteraciones socioeconómicas, infraestructurales y sanitarias que demandan procesos relativamente prolongados de rehabilitación y reconstrucción. (Hernández, 1999) En conclusión, y citando a Blaikie et al. (1996), los desastres son el resultado de la interacción de vulnerabilidad y amenaza; no hay ningún riesgo si hay amenaza pero la vulnerabilidad es cero o si hay una población vulnerable pero ningún evento catastrófico. Un desastre ocurre cuando un considerable número de personas experimenta una catástrofe y sufre daño serio y/o perturbación de su sistema de subsistencia, de tal manera que la recuperación es improbable sin ayuda externa. En vista de lo desarrollado en el punto anterior y para su mejor comprensión se consideran algunas definiciones en torno a la vulnerabilidad.

- El concepto enfatiza la noción de riesgo diferencial…desde grupos con capacidad de adaptación versus otros afectados por una situación de completa indefensión. El diferencial se basa en la disponibilidad de activos de los distintos grupos para hacer frente a cambios del entorno o contexto: trabajo, capital humano (salud, educación), activos productivos y activos intangibles (red de relaciones) (Arriagada, 2000)

Al concepto de activo podemos sumar la incapacidad de una persona o de un hogar para aprovechar las oportunidades, disponibles en distintos ámbitos socioeconómicos, para mejorar su situación de bienestar o impedir su deterioro. (Kaztman, 2000) Para Kaztman, sólo se constituyen en activos los recursos que permiten el aprovechamiento de las estructuras de oportunidades del Estado, del mercado y de la comunidad. En la relación vulnerabilidad – desastre el diferencial queda definido por la capacidad de una persona o grupo para anticipar, sobrevivir, resistir y recuperarse del impacto de una amenaza natural. Implica una combinación de factores que determinan el grado hasta el cual la vida y la subsistencia de alguien quedan en riesgo por un evento distinto e identificable de la naturaleza o de la sociedad. Los desastres en realidad intensifican la vulnerabilidad de algunas personas y la incorporación de esta idea ofrece una mejora significativa para las ideas que ven los desastres simplemente como el resultado de fenómenos naturales independientes de los sistemas sociales. …los grupos más vulnerables son aquellos que también tienen máxima dificultad para reconstruir sus medios de subsistencia después del desastre. Ellos son, por lo tanto, más vulnerables a los efectos de los subsiguientes eventos del desastre. (Blaikie et al. 1996)

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Entendemos que un desastre se produce por la combinación de amenazas naturales y vulnerabilidad de un territorio determinado. Entendiendo territorio como el “espacio construido por los grupos sociales a través del tiempo, a la medida y a la manera de sus tradiciones, pensamientos, sueños y necesidades”… más allá del mero espacio físico, un territorio se constituye en función de los distintos modos de vida que se relacionan, cooperan y compiten en él; estableciendo un campo relacional, multivariado y complejo. (Sepúlveda et al, 2005) De acuerdo a lo anterior y siguiendo a Hildebrand, para un manejo exitoso del territorio se requiere una gran capacidad de coordinación, concertación y cooperación, tanto en el sentido horizontal como vertical (diferentes niveles de decisión). A lo anterior podemos añadir el conocimiento del territorio como factor crítico; no sólo visto como un catastro detallado de las variables que lo constituyen, sino como un profundo grado de arraigo y comprensión del comportamiento de los elementos físico-naturales como de la sociedad que construye su territorialidad. Este conocimiento incluye herencia y experiencia, y la falta de él supone una amenaza en sí misma. Conocer un lugar es manejar los códigos de su identidad y poder posicionarse en él sin generar desajustes que propicien condiciones de vulnerabilidad. La identidad de un territorio es una construcción constante, realizada por todos los actores participantes, que van asimilando los cambios a través del tiempo, integrándolos al cúmulo de conocimiento de una sociedad en un territorio. A propósito del terremoto, Larenas (2010) dice que “La única manera de resguardar el tema de la identidad es dialogando con todos los actores involucrados.” Respecto a la generación de identidad en una población Hernández (1999) desarrolla la siguiente conceptualización: Comunidad es una colectividad que dispone de ciertos referentes comunes en su praxis social, cuyo reconocimiento genera potencialidades de identidad, organización y solidaridad. Se trata de desarrollos posibles que puede experimentar esa colectividad. Por lo mismo, no se trata de rasgos estáticos. Toda comunidad es un “sujeto colectivo en proceso”. No obstante, una comunidad es un sistema racional, no un conjunto poblacional. La pertenencia a ella no se produce por residencia sino por identidad y compromiso. Un sujeto colectivo se convierte en actor social cuando desarrolla sus cualidades de identidad y organización de un modo que le permite actuar en procura de ciertos objetivos.

II. El diagnóstico del desastre

1. Factores Determinantes: Escalas temporales y progresividad El diagnóstico de una situación de desastre no se logra en el corto plazo, se requieren múltiples instancias de recopilación y evaluación de información para poder comprender las distintas dimensiones del desastre y de los procesos recuperativos. A modo de esquema:

CORTO PLAZO LA URGENCIA VITAL

MEDIANO PLAZO LA RECONSTRUCCIÓN DEL HÁBITAT

LARGO PLAZO EL AJUSTE DEL TERRITORIO

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Desde el mismo momento en que sucede el desastre se comienza a evaluar la situación, lo que se ve dificultado por la simultaneidad de diagnóstico y acción y el hecho que las soluciones deben ser tan dinámicas como el problema. “la progresividad debe tomarse en cuenta a la hora de planificar, diseñar y poner en marcha proyectos y procesos de participación de diversos actores” (Sepúlveda et al, 2005) Las variables de carácter sociocultural, económico, medioambiental y político están en continua evolución por lo que la resolución de un problema puede insumar el diagnóstico de otros.

2. Elementos básicos que debe considerar el diagnóstico

2.1 Necesidades Básicas -La persona frente al medio ambiente-: es claro que deben concentrar los primeros esfuerzos en un “núcleo de necesidades básicas” que si no se soluciona no se puede avanzar en la identificación y atención de necesidades superiores (Blaikie, 1996). El autor plantea que los mínimos corresponden a techo y comida, y cercanos a estos, la seguridad mínima contra la violencia y la inanición. Es notable destacar que debido al terremoto y maremoto del 27/02 todas estas necesidades mencionadas se vieron comprometidas en un amplio sector de la población durante los primeros días de la situación de desastre. Cuando los recursos para la mitigación están muy limitados, es vital concentrarse en la protección de las vidas en lugar de dar prioridad a la protección de la propiedad. Sin embargo, esto tiene que aplicarse en un contexto amplio, puesto que la protección de algunos aspectos relacionados con la subsistencia y generación de ingresos, es de importancia decisiva para proteger la vida a largo plazo. (Blaikie et al. 1996) Esto también aplica a la ruptura de comunidades y redes de sobrevivencia producto de relocalizaciones forzadas por amenazas naturales.

2.2 El “estado” del Estado: las personas serán aún más vulnerables si el aparato estatal quedó debilitado por el desastre, sin capacidad de reacción para cumplir sus funciones de forma plena. En las horas inmediatamente posteriores al terremoto la administración estatal quedo completamente atomizada, sin capacidad de diagnóstico, ni mucho menos coordinación de acciones de socorro. Si bien a nivel de país, e incluso de región, los principales problemas se subsanaron con relativa rapidez, a nivel comunal la recuperación de funcionamiento estatal ha sido más lenta. Entre las causas podemos considerar los daños de infraestructura, pérdidas de registros y herramientas de trabajo, escasez de insumos y una demanda altísima de parte de la población. Todos estos factores inciden en la capacidad del estado en un territorio determinado para llevar adelante sus proceso. En este punto cabe mencionar la incidencia de la capacidad técnica y profesional. Los niveles de concentración geográfica de profesionales en los centros urbanos más importantes son altos. En comunas de recursos limitados los profesionales tienen una alta demanda alta en condiciones habituales, las que se intensifican ante la ocurrencia de un desastre.

2.3 Nivel de Organización – Capacidad de los Actores Locales: trabajar en la identificación de necesidades, carencias y potencialidades en comunidades organizadas, capaces, por ejemplo, de ejecutar autodiagnósticos consensuados y realistas, facilita enormemente la labor en el levantamiento de la información. Por otra parte, la existencia de redes consolidadas marca una fuerte diferencia en la movilización de activos respecto de comunidades atomizadas o con severos problemas de conflicto.

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Las organizaciones locales se presentan como canales de entrada que, aunque muchas veces no son del todo representativas, se constituyen el soporte del trabajo territorial.

2.4 El Territorio: “hay que acudir a las comunidades respectivas, donde radica el conocimiento de cómo se comporta el territorio.” Larenas (2010) Comprender el territorio. A la luz de la conceptualización desarrollada, un desastre ocurre, no por una aleatoriedad de la naturaleza, sino por un manejo ineficiente del territorio por parte de la sociedad que lo habita. Es decir por un modo de relacionarse en él y con él que generó condiciones de vulnerabilidad a las amenazas naturales presentes. Los ríos no invaden las poblaciones humanas, sino que estas a los ríos. (Hernández, 1999) Lavell Thomas (2000) plantea que los desastres son el resultado del rompimiento de un equilibrio (riesgo entre límites aceptables), de la incapacidad de la sociedad de ajustar y adaptarse adecuadamente a su entorno.  En realidad, la naturaleza forma una parte de la estructura social de la sociedad, como es más evidente en el uso de recursos naturales para la actividad económica… La propia naturaleza constituye una parte de los recursos que asignan los procesos sociales y bajo estas condiciones la gente se vuelve más o menos vulnerable a los impactos de las amenazas. (Blaikie et al. 1996) Los diagnósticos deben cuantificar el nivel de activos de las familias y su aplicación a procesos y estrategias de movilización de recursos. (PNUD-CEPAL, 1999), pero por otro lado el análisis micro-social de los recursos de los hogares y de las personas y de sus estrategias de movilización, no puede hacerse con independencia del análisis macro-social de las transformaciones de las estructuras de oportunidades. (Kaztman, 2000) Es decir, incluir en la panorámica el espectro que abarca dese el individuo hasta el territorio. En vista de lo anterior los procesos de diagnósticos debieran tener como objetivo último poder evaluar los desajustes en el territorio que colaboraron en la producción del desastre, de modo de poder corregirlos o mitigarlos; y además, hacer proyecciones de los efectos posibles en la ocupación territorial, poniendo especial atención en aquellos que implicarían un aumento de la vulnerabilidad de poblaciones afectadas, por ejemplo, fenómenos migratorios por cambios en los sistemas productivos, perpetuación de asentamientos temporales, reconstrucción en zonas de riesgo o aparición de sistemas informales de movilización de recursos.

III. Nudos críticos en el diagnóstico de la vulnerabilidad

1. Respecto de los afectados

1.1 La búsqueda de regresar a la normalidad: algunos autores suponen que los desastres son desviaciones del funcionamiento “normal” y que recuperación significa un regreso a lo normal (Blaikie et al., 1996), Claudia Natenzon plantea que al relacionar vulnerabilidad social con catástrofes se introduce lo “extraordinario”, la pérdida de lo normal. El Banco Interamericano del Desarrollo define la rehabilitación como una medida o serie de medidas destinadas a la reconstrucción o restauración de una entidad física para que vuelva a estar en las mismas condiciones que antes del desastre. Hay un peligro inherente de considerar la reconstrucción como un proceso estrictamente físico, que aspire a la restauración de la "normalidad". Un punto de vista de este tipo podría no reconocer que los desastres exponen la vulnerabilidad crónica de "situaciones

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normales", las cuales, como se ha visto antes, son casi inevitablemente un síntoma de causas muy arraigadas. (Blaikie et al. 1996) El diagnóstico debe ir más allá de un cálculo de diferencias de capital entre la situación previa y posterior. No se trata de una aseguradora que va a restituir los daños de un siniestro. La evaluación debe ser más profunda y ser capaz de identificar qué aspectos de la “normalidad” favorecieron la ocurrencia del desastre. Es de la vida normal que surjan condiciones sociales para los desastres. (Blaikie et al. 1996) El diagnóstico corre el riesgo de conducir a la repetición de los mismos patrones que produjeron el desajuste territorial que llevó al desastre.

1.2 La victimización de la población afectada: se refiere a la noción de que el desastre afectó a un grupo de personas y no a la sociedad en su conjunto. Una visión sistémica e integral posibilita ver el desastre como la manifestación de fallas en el funcionamiento social en el territorio, y no una desgracia que por azar impactó a una comunidad sin causa aparente. Asumir que los afectados son sólo víctimas y no co-responsables, tiende a concentrar la atención en suplir carencias inmediatas y entorpece el diagnóstico de la vulnerabilidad real, la cual va más allá de no poseer una vivienda. Una comunidad es sicológicamente más vulnerable si sus miembros tienen una actitud de resignación, fatalismo, victimismo o dependencia. Por el contrario, las capacidades comunitarias se ven reforzadas cuando priman la confianza en las propias posibilidades, el espíritu de lucha o unos objetivos sociales compartidos. (Zabala 2002) Por otro lado, siguiendo a Blaikie, las comunidades poseen estrategias de supervivencia que si no son consideradas en la concepción de las políticas se corre el riesgo de dar respuestas estereotipadas que pueden socavar en vez de ayudar a la población afectada cuando intenta auto-ayudarse en la recuperación. El resultado es de recursos malbaratados, oportunidades perdidas y más erosión de las habilidades autóctonas para sobrevivir. (Blaikie et al. 1996)

1.3 El que diagnostica está afectado: el hecho de que los actores que realizan las evaluaciones sean parte de la población afectada puede ser positivo, pues los insumos del diagnóstico provienen de fuentes directas, pero presenta dificultades para obtener miradas más objetivas, integrales y de largo plazo: la discusión se enmarca en un clima emocional de fuerte perturbación y es muy probable la pérdida de claridad (e interés inmediato) para distinguir, dentro de las acciones de socorro y de las reparadoras, aquellas que conviene llevar adelante porque son, también, preventivas, de aquellas que convendría no realizar, por beneficiosas que parezcan a simple vista, porque colocan nuevamente a la gente en situación de ser víctimas del próximo desastre.(Pelli, 1983) El auto-diagnóstico realizado por una comunidad (como actor social) no debería entonces estar dirigido a lo que perdieron, sino hacia donde van a ir de ahora en adelante. Del diagnóstico se desprenderán los objetivos para la comunidad en un horizonte temporal determinado.

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2. Respecto de la capacidad técnica y profesional instalada

2.1 La gestión e interpretación de la información “La medición de la vulnerabilidad requiere de un examen sincronizado de datos que tienen su fuente en distintos órdenes institucionales básicos. Al considerar en forma simultánea fenómenos micro y macro-sociales, se tienen las dificultades metodológicas que plantea una medición que requiere información de unidades que corresponden a niveles de análisis diferentes. (Kaztman, 2000) Los datos pueden tener tantas lecturas como combinatorias posibles y la información del diagnóstico siempre es intencionada desde su origen. No existe el diagnóstico neutral o completamente objetivo. Así en cada escala de análisis los datos se reordenan e interpretan de formas diferentes y a veces contradictorias. Esto es ambivalente, pues puede potenciar los propósitos de una comunidad al ser expresados desde un inicio, pero en contraposición se corre el riesgo de manipulaciones o errores de interpretación.

2.2 La necesidad de modificar procesos y modos de trabajo profesional en contextos

saturados de procesos. Pelli (2003) habla de un profundo reaprendizaje de los modos y la práctica de actuación técnica y a una modificación de la postura teórica sobre la forma de prestar sus servicios. Arriagada (2000) menciona la necesidad de un reemplazo de políticas rutinizadas (sic) por intervenciones alineadas con un marco conceptual integrador sobre ciudad, pobreza y equidad. Este “hacer estándar” en el marco de las políticas “rutinizadas” es probablemente parte de conjunto de factores de vulnerabilidad que propiciaron el desastre. Tampoco se dispone de un instrumental conceptual medianamente consensual desde el cual partir, lo que hace que la tarea de construcción de medidas deba avanzar paralelamente en dos planos: el operacional y el teórico. (Kaztman, 2000) Se pone de manifiesto la falta de instrumentos de evaluación y diagnóstico integrales y validados. Estos se inventan o “adaptan” cada vez que se requiere su utilización.

3. Respecto del funcionamiento del Estado

3.1 Tensión entre las escalas de administración: que se da tanto en el sentido horizontal como

vertical. Se realizan multiplicidad de catastros de acuerdo a intereses sectoriales, en que cada sector obtiene la información que necesita para su labor específica. Los problemas de esto son básicamente dos: someter a las personas a varios procesos de diagnóstico con el desgaste que eso significa y la superposición de los ámbitos diagnosticados, lo que implica un uso ineficiente de recursos. El concepto “multisectorial, muy usado en la administración pública, en muchos casos no se entiende como un trabajo coordinado para el cumplimiento de objetivos comunes, sino el trabajo de una institución (la que asume el patrocinio y gran parte de los dividendos) con la ayuda de otras, con las que negocia aportes a su desarrollo. Esta distancia entre discurso y práctica hace que desde la generación de los objetivos (expresados en la dimensión del discurso) se esté considerando de forma paralela el modo real de “cómo se hacen las cosas”, pero sin integrarlo al discurso. Al momento de ejecutar lo planificado se genera un doble trabajo: la acción propiamente tal y el “papeleo”, que debe demostrar como ejecutada una irrealidad.

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3.2 La presión por reproducir el capital político a costa del desastre: Paternalismo, asistencialismo, relaciones clientelares, orientación desde la oferta, desconfianza en las instituciones, poca participación en los diagnósticos, en especial ante las “demoras” en la llegada de soluciones a la emergencia. La idea de ser portador de los mismos derechos y de gozar de los beneficios del principio universal de igualdad y libertad para la vida social puede verse como una ficción cuando el distanciamiento con respecto a las corrientes predominantes de la sociedad se vive todos los días. La calidad de la relación entre las instituciones del estado y las organizaciones sociales, y en gran medida con sus dirigentes, determinará en gran medida la efectividad, precisión y alcance de los diagnósticos ejecutados, puesto que tienen la capacidad de encausar u obstruir los procesos de intervención en las comunidades. Por lo general estas relaciones se establecen, de forma abierta o implícita, como un intercambio, en que el agente externo debe “comprar” la colaboración de la organización, entre otros modos, asegurando ciertos beneficios o respetando espacios de poder o figuración. La asistencia de socorro, si se maneja mal, puede crear expectativas poco realistas y dependencia a largo plazo y, por tanto, puede ser un serio obstáculo para una posterior asistencia de desarrollo. (Blaikie et al. 1996)

3.3 Fragmentación de políticas y acciones: …actitudes de desconfianza entre las oficinas públicas (más ligadas a la toma de decisión) y las instituciones técnicas que participan en la preparación y respuesta frente a catástrofes. El desajuste institucional se completa con carencia de canales de comunicación entre las instituciones y la población. (Natenzon, 2005) Natenzon menciona entre otros, los siguientes problemas:

- Desvinculación de las medidas públicas para el desastre de las políticas urbanas globales

- Obstáculos formales entre instituciones: desconfianzas, rivalidades, comunicación, coordinación y articulación deficiente.

- Falta de continuidad por cambios de gobierno: en este punto cabe notar que en Chile tenemos cambios de administración en algún nivel cada dos años.

- Políticas con énfasis en solución de tipo estructural: se privilegia las “construcción civil” por sobre la “construcción cívica”

4. Respecto de las lógicas funcionales

4.1 El apuro: En la mayor parte de los casos la reconstrucción y la construcción presentan los

obstáculos y factores deformantes típicos de los operativos corrientes de vivienda pública: especulación, corrupción, clientelismo, negligencia, falta de idoneidad técnica, descoordinación, pero agudizados y potenciados por el particular clima de urgencia, presión y tumulto. (Pelli, 2003). Zabala dice que las vulnerabilidades preceden al desastre, dificultan el afrontamiento del mismo y perduran tras él. Esta distinción es crucial, dado que la mayoría de las intervenciones de ayuda en contextos de desastre se orientan a satisfacer las necesidades inmediatas, en lugar de a reducir las vulnerabilidades (Zabala, 2002). El horizonte temporal de mediano y largo plazo y el alto grado de abstracción de los objetivos hace que la ordenación del territorio sea menos visible y palpable para los

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ciudadanos que otras políticas públicas cuyas actuaciones ofrecen resultados más inmediatos o concretos (Hildebrand, 1996). La aplicación de urgencias al trabajo, en especial en las escalas más bajas de la administración, incide en mayor probabilidad de errores, uso ineficiente de recursos, deformación de los procesos y corrupción.

4.2 Desconocimiento y desconfianza en el funcionamiento del Estado: Existe la percepción constante de que los recursos a destinar para un fin específico no llegan directamente a los beneficiados y que un porcentaje importante se pierde en la burocracia del aparato público o en intermediarios. Esto, sumado al desconocimiento del funcionamiento de la administración estatal, con tiempos prolongados para los procesos, constantes cambios en los plazos estipulados (muchas veces por causas ajenas) y una serie de requerimientos formales peyorativamente llamados burocracia, provoca que la población desconfíe de la utilidad de diagnósticos profundos e integrales, priorizando la petición de soluciones rápidas a problemas puntuales. Los factores implícitos en vincular causas radicales y procesos dinámicos con vulnerabilidad se ven como demasiado difusos o muy arraigados para prestarles atención. Quienes sugieren que son cruciales pueden tildarse de poco realistas o demasiado políticos (Blaikie et al. 2006)

4.3 Tensión entre mercantilización e identidad: Las firmas comerciales nacionales e

internacionales, que a veces trabajan en conveniente sociedad con agencias de socorro, son muy activas en situaciones de reconstrucción. Esas compañías pueden ejercer presiones sobre comunidades locales o incluso gobiernos, y eso puede dar como resultado soluciones inútiles, culturalmente inapropiadas que no regeneran la economía local deteriorada. El eslogan para la Exposición de la Asociación de constructores de casas prefabricadas después del terremoto al sur de Italia en 1980, era "El desastre de un hombre es la oportunidad de mercadeo de otro hombre" (Blaikie et al. 1996) Lo anterior se potencia concentrando los esfuerzos en el ámbito físico-estructural (bienes vendibles) y prestado insuficiente atención a dimensiones psicosociales que requieren un largo trabajo de rehabilitación.

4.4 El conflicto en las lógicas temporales entre lo público y lo privado: Las acciones a ejecutar

en los periodos de diagnóstico significan una fuerte interacción entre dos ámbitos que poseen lógicas diferentes de funcionamiento y financiamiento. Cuando el estado se apura es porque debe gastar (de acuerdo al sistema presupuestario) y cuando es privado el que se apura, se debe a que necesita ganar. Estas temporalidades rara vez tienen los mismos ritmos y generan tensiones en la relaciones. El sistema presupuestario y la aplicación de formas rígidas a trabajos de carácter exploratorio tienden a deformar los procesos, mutando sus objetivos iniciales en función de factores circunstanciales. Esto anterior se vuelve especialmente crítico en políticas de primera línea, con alta demanda social o figuración mediática.

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IV. Reflexiones finales

1. Políticas Dirigidas a Diagnosticar y Manejar el Territorio: en el caso de un evento de grandes proporciones como el terremoto queda la sensación de que difícilmente se pudieron haber evitado los efectos de devastación, por la complejidad de los factores involucrados y el alcance de ellos. Hay que considerar que no sólo se cayeron casas de adobe, y pueblos costeros fueron arrasados por el maremoto, dos ejemplos, fácilmente identificables como vulnerables; sino que además colapsaron redes de ciudades enteras (Talcahuano, Talca), sistemas viales y de infraestructura sufrieron daños importantísimos (autopistas, aeropuerto, colegios, hospitales) y los sistemas de comunicación quedaron inutilizables por un tiempo considerable. El 26 de febrero probablemente no hubiésemos identificado todos estos factores como vulnerables a una amenaza natural y menos simultanea. Sin embargo, la mirada retrospectiva nos dice que nuestro territorio se sacude con violencia destructiva por lo menos una vez por generación. Ignorar esto es desconocer el territorio que ocupamos, y hay que reconocer que como sociedad subestimamos las amenazas de nuestro entorno. Cualquier diagnóstico que se efectúe debiera incorporar esta dimensión de ajuste, reconociendo el proceso histórico y proyectando un modelo de desarrollo que articule de mejor manera amenazas y potencias de nuestro territorio.

2. Co-responsabilidad y diálogo local.  Las políticas deben responder tanto a la esfera nacional (hacia dónde vamos como nación), como a la esfera local (somos distintos, pero parte de algo mayor). Este enfoque requiere escuchar auténticamente a la población local (Pradervand, 1989) Se necesita construir seguridad y confianza, y estar dispuesto a modificar planteamientos iniciales, por eficientes que parezcan, en pos de construir cimentos de desarrollo local, que han de tener una riqueza cultural insustituible. El análisis de las potencialidades vinculadas con los aspectos culturales de la sociedad pone de relieve el conocimiento práctico en tomo a las catástrofes que ha construido la población históricamente lo que representa un elemento de juicio más para acreditarla a participar en forma activa en la toma de decisiones en el momento de planificar o dar soluciones a esta compleja problemática. (Natenzon, 2005)

3. Fomento de la autogestión, organización y coordinación local: nadie puede desarrollar a otra persona, sólo puede generar las condiciones para que eso suceda. Las medidas tendientes a propiciar la autogestión requieren de un alto grado de confianza en la población, y en cierto modo de generosidad, pues los resultados o el camino a seguir es soberanía de la comunidad que se desarrolla. Los recursos principales en el proceso de ayuda de emergencia son la motivación y los esfuerzos colectivos de los sobrevivientes, sus amigos y familias. Otros grupos pueden ayudar, pero tienen que evitar hacer cualquier cosa que realicen mejor los propios sobrevivientes. …las estrategias de supervivencia de toda clase son elementos cruciales para entender la vulnerabilidad y diseñar intervenciones que ofrezcan soluciones de autoayuda sostenibles para la recuperación y prevención de futuros desastres. (Blaikie et al. 1996)

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Referencias Bibliográficas

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- Lavell Thomas, Allan (2000) Desastres y desarrollo, Hacia un entendimiento de las formas de construcción social de un desastre: El caso del Huracán Mitch en Centroamérica.

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