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A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA Miguel Rodríguez Ferrer notas bio-bibliográficas Esteban Maciques Sánchez EECC2003 Edición EstudiosCulturales2003 Miami, 2021

A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

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A LA CUEVA DE ALTAMIRA

DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

Miguel Rodríguez Ferrer notas bio-bibliográficas

Esteban Maciques Sánchez

EECC2003

Edición EstudiosCulturales2003

Miami, 2021

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Las imágenes utilizadas para esta edición están protegidas por derechos

de propiedad de las correspondientes entidades públicas y privadas

Imagen de portadilla: Litografía de Telesforo Martínez (representación del mural

de los polícromos de la cueva de Altamira)

Edición, diseño y maquetación: José Ramón Alonso Lorea

© Sobre esta edición EstudiosCulturales2003

© Esteban Maciques Sánchez

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Índice

A la Cueva de Altamira

desde la prehistoria de Cuba / 9

El descubrimiento de

Altamira / 29

Bibliografía de

Miguel Rodríguez Ferrer / 39

Publicaciones periódicas, textos ocasionales, colaboraciones de

Miguel Rodríguez Ferrer / 40

Referencias en prensa y en otros documentos de época a

Miguel Rodríguez Ferrer / 46

Bibliografía / 48

Anexo 1. Facsímil de La Ilustración Española y Americana (8 de octubre de 1880)

“Apuntes de un diario” por D. M Rodríguez Ferrer / 51

Anexo 2. Facsímil de Revista de La Habana (Tomo IV, 1885)

“Arqueología americana” por Andrés Poey / 57

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A la Cueva de Altamira desde la prehistoria de Cuba Miguel Rodríguez Ferrer, notas bio-bibliográficas

Esteban Maciques Sánchez

GRILMO / Grupo de Investigación Cultural Luis Montané 1

RESUMEN

Este trabajo persigue como objetivo reivindicar la figura del ilustre investigador español Mi-

guel Rodríguez Ferrer quien, en 1847 encontró en sus expediciones en la parte oriental y cen-

tral de Cuba los primeros restos humanos pertenecientes al Homo sapiens, antes de que estos

fueran descubiertos en el continente europeo; entre ellos una mandíbula fósil, con la que hizo

ver que la antigüedad del hombre se remontaba mucho más allá de lo que hasta entonces se

pensaba. Estos y otros aportes, lamentablemente con frecuencia olvidados o apenas tratados,

le permitieron entender y dar por prehistórico el arte rupestre de Altamira, en 1880, resaltando

aspectos que no fueron vistos hasta el siglo XX, y apoyar a Marcelino Sanz de Sautuola, su

descubridor, y a Juan de Vilanova. En las páginas que siguen se ponen en valor y se funda-

mentan históricamente las anteriores afirmaciones.

PALABRAS CLAVE

Altamira, prehistoria de Cuba, antropología.

To the Cave of Altamira from the prehistory of Cuba

Miguel Rodríguez Ferrer, bio-bibliographical notes

ABSTRACT

The objective of this work is to vindicate the figure of the illustrious Spanish researcher Mi-

guel Rodríguez Ferrer who, in 1847, found the first human remains belonging to Homo sapi-

ens in his expeditions in the eastern and central part of Cuba, before they were discovered on

the European continent; among them a fossil jaw, with which he showed that the antiquity of

man went back far beyond what was previously thought. These and other contributions, unfor-

tunately often forgotten or barely discussed, allowed him to understand and consider Altami-

ra's rock art prehistoric in 1880, highlighting aspects that were not seen until the 20th century,

and supporting Marcelino Sanz de Sautuola, its discoverer, and Juan de Vilanova. In the pages

that follow, the above statements are valued and historically substantiated.

KEYWORDS

Altamira, prehistory of Cuba, anthropology.

1 http://www.estudiosculturales2003.es

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Dieu crée le monde en six jours (4963 av. J.-C.)

Histoire Sainte. A l'usage des Écoles Primaire

Librairie Ch. Delagrave, Rue des Écoles, 58, Paris, 1877

La soberbia echa su sombra sobre la razón y sólo ilumina al enemigo que llevamos dentro.

Esta frase pudiera aparecer en alguno de los escritos de La Ilustración Española y Americana,

colección periódica en la que se publica el 8 de octubre de 1880, entre las páginas 206-207, y

en la 210, Año XXIV, Número XXXVII, un artículo de Miguel Rodríguez Ferrer titulado

"Apuntes de un diario. La llegada. Torrelavega. La cueva de Altamira‖. (En ANEXO 1).

Fueron Juan Vilanova y Piera (1821-1893) y Miguel Rodríguez Ferrer (1815-1889) 2 los dos

científicos e intelectuales encargados, por primera vez, de verificar la autenticidad del hallaz-

go reciente para la ciencia (publicado en el año de 1880) de pinturas prehistóricas, en la poste-

rior y mundialmente conocida cueva de Altamira, en Santillana del Mar, Cantabria.

El primero de ellos, entonces catedrático de Geología y Paleontología en la Universidad Cen-

tral de Madrid (desde 1852), fundador en 1871 y presidente de la Sociedad Española de Histo-

ria Natural (1878), entre otros muchos reconocimientos, pero sobre todo de prestigio mundial

desde la publicación de su libro Origen, Naturaleza y Antigüedad del hombre, en Madrid, en

el año 1872. Vilanova, a propósito del arte rupestre de Altamira, concluye no sólo reafirmando

su autenticidad, sino también su pertenencia a un hombre prehistórico, mucho más antiguo

2 Se inserta nota necrológica en donde se pone de manifiesto el amor y deuda del País Vasco por el

personaje y su obra y, al mismo tiempo, por ser lamentablemente la única referencia encontrada de su

fallecimiento en prensa: APUNTES NECROLÓGICOS. D. Miguel Rodríguez Ferrer. El día 6 del

corriente (enero) falleció en Madrid el Excmo. Sr. D. Miguel Rodríguez Ferrer. Aunque había nacido

en Andalucía, podía ser considerado como hijo adoptivo del país bascongado por los señalados servi-

cios que prestó a este, y por el amor que constantemente le profesó. Desde que en 1842 fue Jefe

político de la provincia hermana de Álaba, trató de estrechar más y más los vínculos que lo unían con

aquella provincia, y vio por fin realizada sus aspiraciones cuando estableció una granja agrícola, por

todo extremo notable, en jurisdicción de Villarreal de Álaba. La descripción de esta granja, denomi-

nada Larrabea, puede verse en la pág. 16 del tomo VI de la Euskal-Erria, donde la publicó nuestro

distinguido colaborador y amigo D. Ricardo Becerro de Bengoa, acompañada de un dibujo, represen-

tando la posesión del Sr. Rodríguez-Ferrer. Amante fervoroso este de las letras, y dedicado a su culti-

vo con no común aptitud y entusiasmo, ha dejado muestra de sus disposiciones para estos estudios en

varias obras que han merecido elogios de las personas doctas. De estas obras, sólo citaremos aquellas

que tienen relación especial con nuestro país, como Aizquirri y Aranzazu, y Los Vascongados, su

lengua y el Príncipe Luis Luciano Bonaparte. Sirvieron de base a esta última varios artículos que

escribió para la Revista de España, y que coleccionados a instancias de jueces competentísimos, y

ampliados e ilustrados con interesantísimos apéndices, dio a la luz en un libro que, impreso en Madrid

en 1873, adquirió bien pronto gran notoriedad y fama. Siendo este libro uno de los más conocidos,

entre los que se han escrito acerca de nuestro país, de su lengua y de su vida social, nada hemos de

decir de él, que no lo sepan nuestros lectores. Euskal Herria, Revista Bascongada, enero, 1889, pp.

540-541. Sic.

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que las dataciones al uso en la época, basadas en cálculos eclesiásticos a partir de Adán y Eva

(en el exergo se señala en un texto importante de Historia Santa de la época el año de 4963 a.

C. como el de la creación del mundo). No es que el autor fuera en contra de las creencias cató-

licas imperantes, lejos de esto, la propia iglesia autoriza la publicación de su obra (p.1-3, ob.

cit.), en la que queda tácita su oposición al darwinismo, y continúa dando crédito al creacio-

nismo: las discrepancias de antigüedad se deben a que en los textos bíblicos no existen fecha-

dos exactos, y todo lo propuesto a partir de ellos no ha sido más que meras especulaciones.

D. Miguel Rodríguez Ferrer coincidió con Vilanova en su valoración y estudio de las pinturas

de la cueva de Altamira. De ello nos ha quedado constancia en el artículo antes citado. Pero,

como se sabe, ni la mayor parte de los intelectuales españoles del momento y mucho menos

otros especialistas europeos, dieron crédito al descubrimiento, a pesar del sólido criterio de las

dos personalidades que lo avalaban. En esto siempre pesaba el hecho de que habría que acep-

tar una antigüedad del hombre mucho mayor de lo que el prejuicio religioso aconsejaba.

Ahora bien, quién era, por qué se encomendó a Rodríguez Ferrer esta tarea, qué pudo aportar

su infravalorada conclusión al arte parietal de Altamira.

Ha sido Rafael Sánchez Pérez3 en sus Apuntes biográficos sobre D. Miguel Rodríguez Ferrer

quien ha rescatado y dado a conocer las actas de nacimiento y de los primeros estudios de

Miguel María del Pilar Adulfo, hijo de Francisco Rodríguez García y de María Ferrer Zamora,

nacido en la ilustre villa de Lebrija (Nebrija) —lugar también de origen del famoso autor de la

primera gramática de la lengua española, Elio Antonio— el día 28 de septiembre de 1815

(murió en Madrid, el 6 de enero de 1889). Criado en un ambiente culto —su padre llegó a ser

Catedrático de latinidad de la Real Hermandad de los Santos de Lebrija, director del Instituto

de Jerez de la Frontera— pronto destacó en sus estudios y ya el 10 de junio de 1836 (Sánchez

Pérez, p.22), a la temprana edad de 21 años, había cumplido todos los requisitos para obtener

el grado a Claustro pleno de Bachillerato en Leyes, hecho que consiguió finalmente en 1837.

A partir de estos estudios se aceleró la vida política e intelectual de Rodríguez Ferrer, hecho

que le llevó a ocupar numerosos cargos en la administración peninsular.

El 12 de agosto de 1841 fue nombrado Corregidor político interino de Vizcaya4 y el 26 del

mismo mes propuso reunir las riquezas dispersas por la desamortización de conventos y mo-

nasterios, para crear un museo provincial en los conventos de la Cruz y de San Agustín, cosa

que se hizo público en el Vizcaíno Originario5. Y así expresaba: ―En los pocos días de admi-

3 Distinguido biógrafo de Rodríguez Ferrer, quien ha enriquecido este estudio con información y

estímulo. Quede así expresado mi más agradecido reconocimiento. 4 Vizcaíno originario, núm. 66, del 17 de agosto de 1841, Bilbao. Periódico que se publicó de 1841 a

1843, fundado por Víctor Luis de Gaminde Mazarredo, de corte liberal progresista, opuesto a El

Vascongado, fuerista (N. de A.). En el mismo periódico se publica con fecha de 17 de agosto de 1841

la Alocución de Don Miguel Rodríguez Ferrer, Corregidor Político Interino de Vizcaya, ―(…) en el

poco tiempo que estuvo en Vizcaya se ha dedicado al estudio de nuestras leyes, usos y costumbres‖. 5 Número 72, del 10 de septiembre, Bilbao, en Editorial: ―También en Vizcaya se debe el pensamiento

de un museo provincial a una autoridad progresista, al distinguido joven (sólo 26 años. N. de A.) D.

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nistración interina, he dedicado á este pensamiento toda la fuerza de mi autoridad y toda la

actividad de mi carácter. Sin datos, sin base alguna de que partir, pues hasta los empleados de

amortización carecen de todo inventario de esta especie, he recibido las noticias más intere-

santes sobre la materia, he dirigido circulares a los pueblos, he visitado por mí mismo varios

de estos edificios, y tengo el gusto de anunciar a esa corporación de haber descubierto hasta el

número de quince en la línea de regulares; sobre el paradero de otros y la esperanza de nuevas

adquisiciones‖ (Sic). De igual manera propone la creación de ―una comisión artística, arbitria

y única, constituida ya según los mismos, para su inspección y cuidado‖6 (Sic). Desde tan

temprana edad, se pone de manifiesto el espíritu indagador y emprendedor, su interés por la

cultura, la salvaguarda, protección y estudio de los bienes culturales y, con todo esto, la nece-

sidad de poner dichos bienes al servicio de la educación para todos (lamentablemente muchos

de estos esfuerzos se van a ver retardados en su realización, otros frustrados y algunos hasta

penosa y lamentablemente menospreciados). Este perfil y modo de actuación va a estar pre-

sente en todas las facetas posteriores de la vida de Rodríguez Ferrer, y fue el espíritu que le

hizo ganar conocimiento y reconocimiento en sus prospecciones cubanas.

En el año de 1843, a 8 de agosto, se designó como Jefe Político de la Provincia de Álava (de la

que se enamoraría y en la que más tarde residiría), y un tiempo después al mismo cargo en

Cantabria hasta que ―Dejé de ser en la Península Jefe político e intendente en 1844‖7 …‖Y

eso que la abandoné (la metrópoli, N. de A.) (…) y pasar dos mares, tuve que ir a buscar en

una de sus provincias (Cuba, N. de A.) la consideración y hasta la justicia que me negaban en

su regazo los hombres y sus partidos‖ (ídem). Al margen de los problemas políticos que en-

frentó —que siguen siendo un misterio, aunque siempre relacionados con su carácter refor-

mista, y que bien merecen una investigación aparte— es importante tener en cuenta que tuvo

que ser a partir de este año de 1844 su primer viaje a Cuba. Queda claro que no podía desarro-

llar estos cargos en 1844 y estar en Cuba en 1843, mucho menos cuando se sabe que estuvo en

Madrid de 1844 a 1845. Algunos estudiosos dan el año de 1846 como el de su primera estan-

cia en la isla8. El propio Rodríguez Ferrer precisa su estancia en los tres años que siguen a la

fecha indicada.9

En uno de los prospectos del Diccionario geográfico- estadístico-histórico de España y sus

posesiones de Ultramar, por el Sr. D. Pascual Madoz, se leía en 1843 lo siguiente: ―A fines de

enero se dará á la vela en el puerto de Cádiz para visitar y estudiar las posesiones de Ultramar,

Miguel Rodríguez Ferrer, que en el corto tiempo de su interina administración ha querido tener la

gloria de plantear un establecimiento, que abra las puertas al genio vizcaíno, y en el puedan nuestros

aplicados jóvenes estudiar a los maestros del arte (…) cosa que no es posible sino a las personas que

cuentan con recursos pecuniarios. 6 Ilustrísima Diputación General de Vizcaya, Excmo. Ayuntamiento y Junta de Comercio de esta

invicta ciudad, Bilbao, 26 de agosto de 1841. 7 Revista de España, 1/1871, número 72, p. 526.

8 Sánchéz Pérez (2010, p. 27). Armando García González (2010, pp. 323, 324) da como año de su

primer viaje 1846, y habla de su estancia en Madrid en 1844 donde funda dos revistas El Cordobés

(1841) y El Mensajero de la Sociedad de Fomento Industrial y Mercantil, en 1845. ―En esta ciudad

permaneció hasta su salida a Cuba‖. Esta segunda publicación no se ha localizado en hemerotecas. 9 ―Mis viajes por tan apartada como importante isla tuvieron lugar por los años de 1847-48 y parte del

49…‖ Actas del IV Congreso de Americanistas, Madrid, 1881, p. 224.

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el Sr. don Miguel Rodríguez Ferrer, gefe político é intendente que ha sido en varias provin-

cias, escritor muy conocido, entre quien y el autor del Diccionario existen lazos estrechos de

amistad y de simpatía. Solo asi pueden publicarse obras de esta especie: trabajos de otro modo

dirigidos sirven solo para confundir mas los escasos conocimientos de nuestra geografía, de

nuestra estadística, y aun en cierto modo de nuestra historia, aplicados los hechos á determi-

nadas localidades‖10

.(Sic) Así se da fe sobre cómo fue comisionado a la isla de Cuba para

recorrerla y estudiarla. Aunque, por lo que se ha dicho antes, su salida se pospuso hasta 1846,

lo que pudiera explicar lo que sigue.

Es necesario introducir aquí una digresión que seguramente enriquecerá la información dada

hasta este momento sobre su primera salida a Cuba y, al mismo tiempo, sobre el famoso Dic-

cionario. Esto dio lugar en la presente investigación a una situación no exenta de comicidad,

que se espera aligere algo la densidad de lo que ya se ha avanzado. El que esto escribe se pre-

sentó en la sede de Alcalá de Henares de la Biblioteca Nacional (después de trámites telefóni-

cos y citas previas) para una consulta del llamado Diccionario Madoz, para abreviar. Cuál no

fue su sorpresa cuando por la signatura referida trajeron un ejemplar de la letra A, correspon-

diente a Álava. Se insistió en que se estaba buscando lo relativo a Cuba y a Puerto Rico. Des-

pués de amables gestiones informaron que no contaban con ese volumen, y que era necesario

remitirse a la sede central, de la calle Recoletos. Realizado este trámite, fueron muy rápidos en

enviar, para su consulta electrónica, los dieciséis tomos de que consta el Diccionario. En nin-

guno de ellos estaban ni Cuba ni Puerto Rico. El misterio se reveló del todo finalmente en la

nota 1 de la Revista de España, 3/1871, T XIX, p. 488. En ella Rodríguez Ferrer hace referen-

cia a una nota del traductor del trabajo presentado por el pionero de la arqueología cubana D.

Andrés Poey, hijo del ilustre D. Felipe, a la Sociedad Americana de Arqueología, titulado

―Cuba Antiquitates‖ (traducido en el tomo IV de la Revista de La Habana, año de 1855, todo

según Rodríguez Ferrer). En dicha nota se dice y aquí se transcribe:

―Este traductor manifiesta cierto pesar de que tras tanto tiempo y gasto no se hubiera

publicado á aquella fecha, y en cierto Diccionario, la parte referente a Ultramar. Igno-

ro con qué títulos de intervención pudo hablar de lo segundo y mucho menos referirse

á quien nada tenía que ver con las posteriores conveniencias de tal empresa, luego

que rindió su cometido y entregó los datos sobre Cuba: las expediciones fueron de su

cuenta, y por eso sus resultados le pertenecieron personalmente, de haber estado en

antecedentes este señor traductor, habría formado precisamente el más opuesto juicio,

invocando autoridades tan respetables como las del Excmo. Señor D. Nicolás Rivero

y D. Aniceto Puig, que, como amigos de aquel autor y de esta obra, pudieron entonces

juzgarlo así.‖

10

Primera nota de la Revista de España y sus provincias de ultramar en la que se citan palabras de

Pascual Madoz: p. 2. De 1850 a 1851 Rodríguez Ferrer crea y publica en España la Revista de Es-

paña y sus Provincias de Ultramar con la colaboración de Miguel Colmeiro, Joaquín García de Gre-

gorio, Eustaquio Fernández Navarrete, Antolín Esperón, Joaquín Mª Bober, entre otros. Todo parece

indicar que la corta vida de esta publicación, que llegó a prohibirse en la isla de Cuba, se debió a su

carácter reformista, incómodo para la época.

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¡A menudas conclusiones se llega a partir de estas palabras! Por un lado, Rodríguez Ferrer

entregó los datos de sus pesquisas, para el fin a que fue designado en este primer viaje. En

segundo lugar, todos los trabajos de campo fueron sufragados de su bolsillo, por lo que era

propietario de los datos colectados y tenía derecho de su publicación. Y por último ¡no existe

nada publicado sobre ―las posesiones de ultramar‖! El diccionario Madoz se publicó entre

1845 y 1850. No en vano se quejaba el traductor, en 1855 que ―no se hubiera publicado‖ la

parte de ultramar. Casi doscientos años después se han estado persiguiendo unas fantasmagó-

ricas provincias en el Diccionario (con el consecuente tiempo perdido y algo de rencor) que

bien debería renombrarse Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España, por el bien

de futuras investigaciones e investigadores.

En los posteriores trabajos de D. Miguel hace referencia a los problemas polít icos que tuvo

que enfrentarse en España y cómo su salida a Cuba en 1846 significó para él una corriente de

aire fresco, al alejarse de aquel mundillo. Como el Diccionario de Madoz se comenzó a publi-

car un año antes, en 1845, y se terminó en el 1850, tan poco tiempo no le daba ocasión de

terminar tan amplia investigación, ni que fuera publicada, cosa que efectivamente así ocurrió

¿Acaso fue este cometido sólo un escape que le ofreció su buen amigo Pascual Madoz, cono-

cedor de su talento y de su situación personal, quien de esta forma no sólo le abría la posibili-

dad de un mero estudio, sino la puerta a trascendencias mayores, tal y como se verá después?

Lo cierto es que en aquel momento entre D. Miguel y ―el autor del Diccionario existen lazos

estrechos de amistad y de simpatía‖ y estos nunca se rompieron. La respuesta a esta pregunta

posiblemente se oculte tras la información histórica que sólo permite suponer.

Así se llega a los trabajos realizados por Rodríguez Ferrer en Cuba.

En general, se pueden establecer cinco grandes momentos en su vida científica:

El primero, la etapa de formación (nace en 1815) y los inicios de su vida política en

la península, hasta 184611

.

El segundo, el primer viaje a Cuba, el Diccionario de Pascual Madoz y sus primeras

exploraciones en Cuba (1846 a 1849)12

.

El tercero, la breve vuelta a España y la creación de la Revista de España y las pro-

vincias de Ultramar (de 1849 a 1851).

El cuarto, su regreso a Cuba y su mayor estancia en la isla (1850-1862)13

. Dentro de

esta etapa no es menos importante señalar su estancia en los EEUU de Norteamérica

11

Para profundizar en este momento ver Sánchez, Rafael (2010). 12

Los Editores de Naturaleza y Civilización de la grandiosa isla de Cuba, en el tomo I de este libro

de Rodríguez Ferrer, p. X, dicen: ―Recogiéronse primero estos materiales en Cuba mismo, por los

años 1846, 47 y 48 (…) Mas volvió a Madrid en 1849 (…)‖ Sic. 13

―Surcó por segunda vez el Océano y diez años de residencia en esta Isla, primero como funcionario,

y entregado por completo después á las faenas del hacendado en Puerto Príncipe.‖ (Sic) En Naturale-

za y civilización, (1876)., los editores, p. X. Si bien sobre su etapa de formación los estudios son

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16

en donde, según García González (2010, p. 324) escribe un diario hasta ahora desco-

nocido.

El quinto, la partida definitiva a la Península, sus más importantes publicaciones, par-

ticipación en congresos (1862-1889). De lo anterior se desprende que cerca de quince

años permaneció residiendo en la Isla de Cuba.

En el año de 1846, se ha dicho, llega a La Habana por primera vez como Comisionado para la

recogida de información a los efectos de investigar sobre esta posesión de ultramar para el

Diccionario de Pascual Madoz.

Es a partir de este momento, que el político y el interesado en aspectos generales de la cultura

comienza a transformarse en el ilustrado humanista que llegó a ser, precursor no sólo de los

estudios arqueológicos insulares (con repercusiones internacionales), sino también de los

geológicos, de la fauna, de la flora, de las costumbres, de las creencias, entre otros, de la isla

de Cuba.

―Ya el lector habrá advertido de cuan lejos toman principio mis variados estudios so-

bre Cuba, cuyo conjunto ha de dar por resultado el mas cabal conocimiento de esta

gran isla, física y moralmente considerada bajo lodos sus puntos de vista.

Desde su origen cósmico pasamos a su arqueología; desde la atmósfera que la envuel-

ve, á los fenómenos de su electricidad; desde su cielo, á los objetos más notables de

sus tierras, inclusos los pertenecientes á su hidrografía. Y no me he contentado con

esto: mis lectores han bajado conmigo á las profundidades de su suelo, y en los capí-

tulos anteriores ya han conocido las rocas, los minerales que lo componen y hasta las

tierras vegetales que tapizan su pavimento sobre el que se levantan los prodigios de su

vegetación‖14

. (Sic)

La erudición de Don Miguel se va desgajando primero, artículo a artículo, en la prest igiosa

Revista de España, con publicaciones continuas en el tiempo, desde el año 1870 hasta 187615

.

En este último año de 1876, finalmente, se publica el primer tomo de su monumental obra

Naturaleza y Civilización de la Grandiosa Isla de Cuba: o estudios variados y científicos al

alcance de todos y otros históricos, estadísticos y políticos, en la Imprenta de Jacinto Nogue-

ra, Madrid, libro que compilaba los artículos antes publicados. Dos años antes de su muerte,

en 1887, vio la luz el segundo tomo (Tipografía de Manuel Ginés Hernández, Madrid), corres-

pondiente a Civilización. Gracias a la Revista de España, en 1880, año de Altamira, ya la obra

de Rodríguez Ferrer era muy conocida por los intelectuales peninsulares16

y por el público en

escasos, de los trabajos realizados en Cuba hay más información. Véase especialmente Rivero de la

Calle y Puig Samper (1992), García González (2010), Rangel (2012), entre otros. 14

"Estudios phitográficos o botánicos", artículo XXV, Revista de España, Núm. 148, p. 490, Tomo

XXXVII, 3 de 1874 (marzo y abril). 15

Ver en BIBLIOGRAFÍA DE MRF. 16

Antonio Cánovas del Castillo, en 1873, ya había publicado un artículo en la Revista de España,

sobre Los vascongados. Ver en REFERENCIAS EN PRENSA.

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17

general; fue llegando a los lectores, de la misma manera que en esa revista se publicaban, a la

usanza folletinesca de la época, capítulos de novelas de Benito Pérez Galdós, y textos en gene-

ral de Emilia Pardo Bazán, Patrocinio de Biedma, Francisco Giner, Emilio Castelar, Manuel

Becerra, Juan Valera, Wenceslao Ramírez de Villa-Urrutia, Ángel de las Heras, Joaquín Mal-

donado, José Amador de los Ríos, en suma, de todo lo que valía y brillaba de la intelectualidad

de la época.

En la obra antes citada, y en muchos de sus artículos, Rodríguez Ferrer informó, insistente-

mente, del momento crítico de la política cubana. Expuso la necesidad de tomar medidas que

garantizaran, no ya la permanencia de la situación colonial existente, sino de llevar a cabo los

cambios que permitieran a la isla formar parte, como una provincia más, del estado español.

La política impositiva, de superioridad, y una vez más la soberbia de la metrópoli17

, el desgo-

bierno de la mayor parte de los capitanes generales de la isla18

, todos ellos trajeron, como con-

secuencia, primero, las guerras de independencia cubanas y, más tarde, la intervención norte-

americana que acabó con las últimas colonias del imperio, Cuba y Puerto Rico. Y como si

fuera una escalera de naipes (o el efecto dominó, más insular), para la primera de estas islas lo

sucedido hizo que entrara en un largo período de más de cincuenta años de república mediati-

zada (que en un primer momento provocó un despegue económico y cultural sin precedentes)

con alternancias de gobiernos que derivaron hacia el despotismo (caciquismo) y golpes de

estado, y unas cosas traen las otras, hasta la revolución burguesa de 1959 (posterior y oportu-

namente cacical –de nuevo, lástima del empeoramiento léxico de esta palabra– y sovietizante).

Pero volvamos a Rodríguez Ferrer. Fueron la trascendencia de sus hallazgos y estudios ar-

queológicos en la isla, que aquí sólo vamos a sintetizar, los que lanzaron su figura al ámbito de

los hombres ilustrados de España, y le sirvieron de aval suficiente para que se tuviera en cuen-

ta a la hora de valorar el importante descubrimiento del arte parietal de Altamira.

―Sólo a Trinidad y las Cuatro Villas dejé de hacerlo (visitarlas, N. de A.) por falta de

tiempo, y porque preferí, en la limitación que de este tiempo tenía, ver lo más lejano y

desconocido. Pero recorrí sus tres departamentos (occidental, central y oriental, N. de

A.) y puse mis pies en sus cabos, siendo el primero que subiera a algunas de sus más

lejanas alturas y recorriera sus parajes más desiertos.‖19

Y en esta misma publicación dice:

―(…) un cometido científico me hizo recorrer por cerca de tres años la entonces tan

próspera y rica isla de Cuba (…)‖.

17

Rodríguez Ferrer menciona como una de las causas del Grito de Yara que en 1868 da inicio a la

Guerra de los Diez Años, la expulsión de la representación cubana de las Cortes de Cádiz en 1938. 18

―Triste consecuencia de que Cuba no haya sido tan seguida y observada de 30 años a esta parte en

las evoluciones de su opinión como no ha dejado de ser ponderada en el desarrollo de su material

riqueza‖, Revista de España, 1/1871, T. XVIII, Núm. 70, p. 243. Después apunta a sus diferentes

ideas antes y después de estar en la isla. 19

―Antigüedades cubanas‖, Nota 3, Museo Español de Antigüedades, Tomo II, Imprenta de T. Fon-

taner, Madrid, 1873, p.200.

Page 18: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

18

Se refiere a su primera estancia entre 1846 y 1849. Y en verdad que realizó todo esto con ries-

go de su propia vida.20

Y ya desde este primer momento realiza importantes descubrimientos.

―(…) al S. de Pueblo-Viejo, como a distancia de 1 y ½ legua, y en terrenos que ya per-

tenecen a la gran tierra de Maya, cuyo río divide ambas haciendas, dimos por fin con

esta caverna llamada Cueva del Indio (…) sobre una gran capa de escremento de los

murciélagos, que á miles allí había, encontramos como unos seis á siete de estos sin-

gulares cráneos21

, entre otros huesos dispersos de fémur y tibias, allí rotos y esparci-

dos.‖22

(Sic)

En su expedición al extremo oriental de la isla Baracoa-Punta de Maisí, hace mención al des-

cubrimiento de estos cráneos —que fueron vistos y estudiados como deformados artificial-

mente, también por primera vez, por el sabio naturalista cubano Felipe Poey y Aloy— y consi-

dera el sitio como una gruta sepulcral.

Rodríguez Ferrer bien diferencia estos cráneos —que él mismo califica como dolicocéfalos y

de deformación artificial fronto-occipital oblicua, siguiendo el criterio de Felipe Poey23

, y que

luego se conocerán como taínos24

(agroalfareros de filiación aruaca, el mayor grupo de hom-

bres conocido por Colón)— de aquellos otros en los que no aparece la mencionada deforma-

20

En un artículo publicado en 1863 refería: ―Para ello nos propusimos sacrificarle nuestros mejores

años, la robustez de nuestro físico, y hasta los peligros de nuestra vida puesta á la prueba del vómito

que sufriéramos, del rayo que concluyera con los animales que nuestro carruaje arrastraban, de las

insolaciones que afrontáramos en sus baldas y sus costas, como las humedades y torrentes sobre sus

tierras, y todo por vanagloriarnos de haber sido los primeros que después de tres siglos de descubier-

ta, la hubiéramos recorrido toda con sus pueblos y sus campos, con sus establecimientos y su natura-

leza, sus hombres y sus cosas, ya bajando á las mayores profundidades de sus minas, como subiendo á

las mayores alturas de sus montañas, sin mas cálculo que nuestro nacional entusiasmo ni mas protec-

ción que nuestras fatigas y la blancura precoz de nuestros cabellos, ni otro consuelo menos triste que

la mención honorífica del Extranjero‖ (Sic). Esto último hace referencia a que fue citado en el ―Mapa

físico-político é itinerario de la isla de Cuba, publicado en New-York por J. H. Colton, al hablar sobre

los reconocimientos del rio Cauto‖. ―Nuestras colonias y los últimos trabajos del señor Lasagra sobre

la isla de Cuba‖, La América. Crónica hispano-americana, Año VII. Número 13, 12 de julio, p. 10 y

11.

p.11: Año VII. Número 13, 12 de julio de 1863: ―Nuestras colonias y los últimos trabajos del señor

Lasagra sobre la isla de Cuba‖, La América. Crónica hispano-americana. 21

Rivero de la Calle (1978, p. 90) indica que ―los cráneos estudiados por el geólogo español fueron

más de seis.‖ 22

―Estudios Arqueológicos, Artículo IX‖, Revista de España, 5/1871, Núm. 80, T. XX, p. 511. 23

―El cráneo figurado manifiesta bien a las claras una presión artificial, que empezó mucho antes de

que la fontanela estuviese osificada (…) Es posible que se prolongaba la operación hasta los cinco

años, que viene a ser mucho después de la osificación de los cartílagos‖, Felipe Poey (1866, p. 151).

Poey los cree de filiación caribe. 24

Hubo que esperar a Mark Harrington y su publicación en el año de 1921 de Cuba before Colom-

bus.

Page 19: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

19

ción, más tarde llamados genéricamente siboneyes (preagroalfareros y de presencia continua-

da en Cuba desde mucho antes que los taínos). Por primera vez, también se destaca la presen-

cia de los primeros en la región oriental (que luego se comprueba como mayoritaria) en con-

traposición a los segundos, hallados en el lado opuesto de la isla, al occidente, zona de Vuel-

tabajo, actual provincia de Pinar del Río.25

―(…) también hemos visitado esos osarios ó enterrorios de indios, como por allí se

nombran, principalmente sobre la Vuelta Abajo en algunas de las espeluncas que do-

minan al rio Cuyaguatege; pero, ni sus cráneos presentan igual depresión frontal, ni

en ninguna de estas cuevas noté la forma especial de la que vengo hablando, escogi-

das para sarcófago en tiempos muy primitivos, según las observadas en

pa.‖26

(Sic)

Los cráneos deformados fueron hallados en 1847, y Rodríguez Ferrer bien destaca en varios

de sus trabajos que esto ocurrió ―cuatro años antes que los restos de M. Lartet en la cueva

sepulcral de Aurignac‖27

, estos testifican la presencia más temprana del hombre moderno (el

Hombre de Cro-Magnon, que fue descubierto por su hijo Luis en 1868) en Europa y dan nom-

bre al primer período de estudio del paleolítico superior, el auriñaciense. Mientras que la

mandíbula fósil, llamada de Puerto Príncipe, de la que se hablará después, fue hallada en 1849,

―catorce años antes que apareciera la de Moulin Quignon en Francia, que tanta y tan merecida

fama diera a Boucher de Perthes‖, como señaló el propio profesor Vilanova.28

Es muy impor-

tante destacar aquí, como se acaba de leer, que Rodríguez Ferrer y Vilanova fueron los prime-

ros en tener conciencia del gran valor de estos descubrimientos, todavía más cuando investi-

gadores actuales expresan y se apropian de tales juicios, al omitir las referencias anteriores.

Estos hallazgos franceses (sin tener en cuenta la valía y el nuevo horizonte que abrieron al

estudio de la prehistoria) significaron en su momento que la antigüedad del hombre se remon-

taba mucho más allá de lo que hasta entonces se pensaba. La desidia, la soberbia, que hicieron

que los descubrimientos de Miguel Rodríguez Ferrer se valoraran en la península veinte años

después, privó en su momento al estudioso español y a la arqueología nacional de esta primi-

cia y del reconocimiento mundial. El mismo Rodríguez Ferrer lo expresa:

25

Por ser esta zona menos estudiada y referida en bibliografía, con un paisaje espectacular, que nada

tiene que ver con la región oriental, se recomienda la lectura del interesante artículo (y sus referen-

cias) de Eduardo Guízar Álvarez, de la Universidad de Iowa, ―Excursión a Vueltabajo de Cirilo Villa-

verde: viaje hacia la emergencia de la nación cubana‖:

www.core.ac.uk/download/pdf/2962944329.pdf. Consultado el 21 de marzo de 2021, 10.00 h. 26

―De los territorios cubanos con anterioridad a los que allí encontró Colón, según puede inferirse de

las antigüedades encontradas en esta Isla por el Excmo. É Ilustrísimo Sr. D. Miguel Rodríguez Fe-

rrer‖, Actas del IV Congreso Internacional de Americanistas, Madrid, 1881, p. 230. 27

―Antigüedades cubanas‖, Museo Español de Antigüedades, T. II, Imprenta de T. Fortanet, Madrid,

1873. Se refiere a Édouard Lartet. (N. de A.). 28

Vilanova, Juan, ―Estudio sobre lo prehistórico español‖, Origen, naturaleza y antigüedad del

hombre, tomo I, p. 135, Madrid, 1872; citado por el propio Miguel Rodríguez Ferrer, Antigüedades

cubanas, ob. cit., p. 206.

Page 20: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

20

―La escasa importancia que desde un principio se dio a estos objetos ha motivado el

que nadie tuviera, en tantos años, conocimiento de ellos, y que perdiéramos la gloria

de la primacía en este orden de conocimiento‖ 29

.

Años más tarde, y a propósito de estos trabajos de 1847, Rodríguez Ferrer comenta que entre-

gó dos de estos siete cráneos al señor Graells30

, en 1850, director del Museo de Ciencias Natu-

rales, en Madrid, para su estudio. Las peripecias sobre las investigaciones de estos cráneos en

España no se van a contar aquí, sólo decir que ya en el siglo XX uno de ellos fue estudiado por

los doctores Manuel Rivero de la Calle y Miguel Ángel Puig-Samper Mulero en 1983, y por la

Dra. María Dolores Marrodán en 1984. 31

Del otro ya no se tenía noticia.32

En 1847, ―(…) á poco de haber llegado á Baracoa, última población de su extremo oriental,

allá por Febrero del propio año, salí para la gran sierra de Maya con ánimo de explorar unas

ruinas que me aseguraban existían por alli con el nombre de pueblo viejo (…).‖ (Sic) Nada

más llegar ―advertí al punto unas lineas más ó menos prominentes sobre el terreno (…) Mandé

cavar sobre estas lineas, y me dieron por resultado una especie de terraplén de cal y chinas de

las que aparecen en el cauce del inmediato rio Maya.‖ 33

(Sic) De esta manera describe lo que

fuera la primera gran construcción conocida como ―cercados térreos‖ para la arqueología del

área. Rodríguez Ferrer demuestra gran conocimiento del área colindante americana cuando

dice:

―(…) estas reliquias tienen una gran analogía (…) con otras construcciones terreas de

baluartes, templos ó cercados (carthworks, enclosúres], pertenecientes á los aboríge-

nes de la cuenca del Mississippi en aquel propio continente, y de que nos han dado un

29

―La paleo-arqueología cubana en su instalación del Museo de Americanistas‖, La Ilustración Espa-

ñola y Americana, 15/10/1881, Año XXV, pp.219-221. 30

Todo parece indicar que fueron siete los cráneos, cuestión que señala el propio Miguel Rodríguez,

pero ―Los cráneos encontrados fueron más de siete; dos dejé en la Universidad de La Habana, y otros

dos traje á la Historia Natural de esta corte, que son los presentados. Los demás, como era natural,

quisieron llevarlos mis acompañantes‖ (Sic). Y de ―los demás‖ no sabemos el paradero. MRF: ―De los

territorios cubanos con anterioridad a los que allí encontró Colón (…)‖, Actas del IV Congreso Inter-

nacional de Americanistas, Madrid, 1881, p. 235. En ibídem dice fueron siete. Rivero de la Calle

(1978, p. 92) estudia en el Museo Montané de la Universidad de La Habana el ejemplar 347, el Nº 4,

como uno de los de Rodríguez Ferrer, y cuenta sobre el destino de los demás que ―El Nº 1 desapare-

ció en un incendio, pero quedaron dos estudios; uno, el realizado por Felipe Poey en 1865 (…) otro,

efectuado por Luis Montané en un molde de yeso‖. El resto de los cráneos no se ha encontrado. 31

Rivero de la Calle, Manuel y Miguel Ángel Puig- Samper Mulero, ―Aportes de Miguel Rodríguez

Ferrer a la Antropología cubana‖, Revista de Indias, vol. 52, no. 194, 1992, p. 197. 32

Desaparecidos, como si de balones de fútbol se tratara. Hoy en día, a 20 de marzo del 2021, la Dra.

Marrodán y el que escribe tratamos de localizarlos en el Museo Antropológico Nacional, como a la

mandíbula de Puerto Príncipe, que ha corrido igual suerte. La desidia que siguió a los descubrimientos

en 1847 y 1849, respectivamente, ha castigado a estos hitos de la cultura en el siglo XX y, de mo-

mento, culebrea en el XXI. 33

―Estudios Arqueológicos, Artículo IX‖, En Revista de España, 5/1871, Núm. 78, T. XX, p. 208.

Page 21: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

21

cabal conocimiento los señores E. G. Squier y E. H. Davis (2) de los Estados-Unidos,

en sus correspondencias con la sociedad etnológica americana desde 1845‖34

. (Sic).

Y concluye sobre el carácter antrópico de tales terraplenes:

―Pero volviendo á estas construcciones terreas, su número tan excesivo hizo pensar al

principio que estas formaciones fuesen naturales: mas cuando se vio que sólo en las

doce millas del plano se presentaban más de diez ejemplos de tan singulares construc-

ciones, teniendo dos de ellas cerca de dos millas de circunvalación terraplenada, y

comprendiendo más de cien acres de tierra, ya no hubo razón para dudar que fueran

artificiales35

‖ (Sic)

De igual manera, y siguiendo la lógica de comparaciones, expresa:

―¡Quién sabe si los que salieron de la Groenlandia vinieron á desembarcar en la tierra

de Labrador, y buscando mejor cielo descendieron hasta los Estados del Ohio, ocu-

pando el litoral de la Carolina hasta la Península de la Florida, reconociendo la isla de

Cuba y muy pronto el Yucatan! El cercado terreo que aquí presento, encontrado por

mí en esta isla, no deja de ser motivo para abonar esta hipótesis.‖36

(Sic).

Estos hallazgos de 184737

dieron lugar no sólo a las primeras noticias sobre el taíno de la Anti-

llas, sino también al origen de las primeras colecciones museísticas y de las primeras conclu-

siones e hipótesis sobre la génesis y el desplazamiento de este pueblo. Con posterioridad Car-

los de la Torre (1880) realizó una nueva incursión, también a la zona de cueva de Ponce don-

de encontró un hacha monolítica de piedra, que incluye el mango, ejemplar que se encuentra

en el Museo Antropológico Montané de la Universidad de La Habana. Y en 1891 el Dr. Luis

Montané ―exploró y excavó una construcción térrea aborigen, los denominados terraplenes o

muros de Pueblo Viejo (…)‖, a los que siguieron no pocos estudiosos en el siglo XX38

.

―Encontrábame de vuelta de la gran expedición que emprendí por tierra al confín

oriental de esta isla, o sea á su cabo de Maysi, donde busqué y hallé los singulares

cráneos, de que más adelante me ocupo, y seguia mis exploraciones por la gran bahía

de Nipe y los partidos de Maysi, para recaí sobre la ciudad de Bayamo; cuando ya en

este punto, oí hablar por la primera vez de unas piedras de rayo (así las nombra el

vulgo), y que según me afirmaban, se desprendían cuando tronaba, encontrándose,

por lo común, al pié de aquellas palmas reales. (Oreodoxa regia)39

. (Sic)

34

Ibidem, p. 210. 35

Ibidem, p. 211. 36

Ibidem, p. 212. 37

Más información en José R. Alonso Lorea ―Cercados térreos en la prehistoria de Cuba‖, Un tiempo

del Montané, Ed. Estudiosculturales2003.es, Miami, 2018, p. 301. 38

Guarch, José Manuel (1978, p. 39). 39

―Estudios Arqueológicos‖, Revista de España, 3/1871, T XIX, Cuarto año, s/n, p. 488.

Page 22: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

22

Ídolo de Bayamo. Cedido al Museo Antropológico

Montané de la Universidad de La Habana por Miguel

Rodríguez Ferrer. Cultura taína. Altura 35 cm. Peso

22 kg. Fotomontaje del editor JRAL.

Hace referencia al descubrimiento para la arqueología de las llamadas hachas petaloides, de

las que colecta dos, la mayor de diorita de 0,14 de largo y la menor de serpentina de 0,7 de

largo, según refiere. A partir de aquí, establece por primera vez un paralelismo cultural con

iguales manifestaciones del neolítico del nuevo y del viejo continente. Estas hachas se consi-

deran objetos de carácter ritual, porque no tienen huellas de uso y porque no sólo se han en-

contrado posteriormente talladas en rocas, sino también en hueso y otros materiales, hasta de

tamaños minúsculos, cosa que descarta cualquier fin utilitario. El propio D. Miguel dice:

―Ambas pertenecen á la segunda edad de piedra, ó sea al período de su pulimento, y

por lo tanto, no es la antigüedad de los toscos desbastes lo que las singulariza, sino su

regularidad, el perfeccionamiento de su forma y un extremado pulimento, todo lo que

ya supone un proporcional progreso.‖40

(Sic)

40

ibídem ―De los territorios cubanos (…)‖, Actas (…), p. 248. De estas hachas hay una magnífica

colección en el Museo Antropológico Montané de la Universidad de La Habana. Las traídas a España

por Rodríguez Ferrer han corrido igual suerte que los cráneos y la mandíbula de Puerto Príncipe. N.

de A.

Page 23: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

23

―Ambas piedras están en mi poder, y han llamado tanto la atención de mis amigos ar-

queólogos en Madrid, como fueron objeto de una de las ilustradas conferencias con

que mi distinguido amigo el Sr. D. Juan Vilanova sostuvo el interés de los socios del

Ateneo de este último punto, en una de las noches de 1869, al dar sus concurridas lec-

ciones sobre el hombre primitivo‖.41

En el mes de agosto de 1847, ya en ―el puerto de Manzanillo situado en la costa del S. de Cu-

ba, y en el grandioso triángulo de su hermoso confín oriental (…) cuando el Asesor entonces

de aquella tenencia de gobierno y otros vecinos notables, me comunicaron con referencia á

cierto habitante del campo, que á algunas leguas de alli, y en el centro de un bosque bastante

lejano se encontraban, apenas se removía la tierra, infinidad de huesos humanos, pedazos de

barro como de burenes.‖42

(Sic) A estas tierras se dirigió, a una hacienda de nombre Bermeja,

y realizó una excavación con la que validó la presencia de aquellos materiales, también perte-

necientes a la cultura taína.

―Concluido había yo mis viajes de exploración por semejantes comarcas y hallábame

ya de vuelta en la Habana, cuando los periódicos de esta ciudad anunciaron, que tra-

bajando unos negros en la hacienda Valenzuela de aquella jurisdicción, y propiedad

del licenciado D. Desiderio Estrada, vecino de la propia ciudad de Bayamo, habían

dado con este objeto.‖43

(Sic)

Así tenemos conocimiento de cómo se descubrió y supo D. Miguel del famoso Ídolo de Baya-

mo44

que, por su importancia histórica y museística, se refiere aquí, de acuerdo con publica-

ción de El Faro Industrial de La Habana, en su número 20 de julio de 1848:

―(…) sabemos por comunicación confidencial, que el dueño de aquellos ídolos ha te-

nido a bien cedérselos al señor D. Miguel Rodríguez Ferrer como manifestación del

alto aprecio que tanto él como los bayameses hacen de los conocimientos y virtudes

que adornan a nuestro amigo; debiendo serle tanto más lisonjera esta prueba de parti-

cular deferencia, cuanto que nos consta que el dueño de estas antigüedades se había

negado a cederlas para el Museo.45

De lo acontecido, según se cuenta en el párrafo anterior, se pone de manifiesto cómo Rodrí-

guez Ferrer no sólo fue apreciado por los hombres de ciencia cubanos, sino también cómo

supo granjearse confianza y respeto de todo aquel que lo conocía. En honor a la verdad, D.

Miguel correspondió este afecto con sus acciones. Y así decía: ―No creo además, que he des-

aprovechado su desprendimiento, porque en obsequio de la ilustración pública, lo deposité,

41

―Estudios Arqueológicos‖, Revista de España, 3/1871, T XIX, Cuarto año, s/n, p. 489. 42

―Estudios arqueológicos‖, Revista de España, 5/1871, Tomo XX, Núm. 78, p. 204 y 205. 43

―Estudios arqueológicos‖, Revista de España, 5/1871, T. XX, Núm. 78, p. 213. 44

Este cemí, o deidad taína, fue estudiado por Dacal, Ramón y Ernesto Navarro (1972). 45

―Estudios arqueológicos‖, Revista de España, 5/1871, T. XX, Núm. 78, p. 214.

Page 24: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

24

primero, y después lo doné al Museo de la Universidad de La Habana en donde hoy se encuen-

tra.‖46

De nuevo insiste, de igual manera que lo hiciera veinte años atrás cuando se propuso crear

aquel museo provincial de Vizcaya, que los ejemplares arqueológicos habidos sirvieran como

fin para ―la ilustración pública‖. El celo por la conservación, divulgación e investigación de

tales objetos fue una constante en su vida. Fue precisamente D. Felipe Poey, a quien siempre

recurrió D. Miguel –especialmente en el estudio de los cráneos y de la mandíbula de Puerto

Príncipe- el que solicitó se hicieran las donaciones. Por el interés histórico que entrañan, se

reproducen las correspondencias entre ellos, a tales efectos:

―Habana, 14 de Marzo de 1862. Sr. D. Miguel Rodríguez Ferrer. Muy señor mío:

Tengo encargo del Señor Rector de la Universidad de La Habana de manifestar a Vd.

la satisfacción que tendría en que Vd. hiciese a la Universidad donación del ídolo y

cráneos de indios allí depositados por Vd., por ser objetos que interesan altamente a la

historia de la isla de Cuba. Yo, que he sido de los primeros en apreciar esos felices

descubrimientos hechos por Vd. en las cuevas inmediatas al cabo de Maisí, uno mi es-

fuerzo al del Sr. Rector, con la esperanza de que alcanzaremos un resultado favorable

de la generosa é ilustrada bondad de Vd. Su atento servidor y amigo, Q.B.S.M. Felipe

Poey.‖47

(Sic)

A la que sigue:

―Sr. D. Felipe Poey. Vitoria y Setiembre 19 de 1862. Mi muy recordado amigo: Sepa

Vd. dispensarme, si una distracción involuntaria me ha impedido hasta hoy el gusto

de contestar á su favorecida del 14 de Marzo. Estimo en mucho á ese país para no ce-

der al Museo de su Real Universidad los cráneos y el interesante ídolo que dejé allí

depositados hace años, y de los que me habla Vd. en su precitada, rogándome en su

nombre y en el del señor Rector de dicho establecimiento, que ceda al mismo su pro-

piedad, por interesar altamente su posesión a la historia de esa isla. Cuando esta últi-

ma consideración no fuera para mi tan respetable; para mí, que no perdoné medio ni

fatiga para recorrerla y observarla, siendo tal vez el primero que así lo haya hecho del

uno al otro de sus cabos después de tres siglos de descubierta; la respetabilidad cientí-

fica de Vd. y la benevolencia con que siempre correspondió á la mayor ilustración de

mis indagaciones, sería más que suficiente para no defraudar su justísima esperanza.

Desde hoy, pues, hago donación de tales objetos á esa Real Universidad, prometién-

dome sólo de la ilustración y equidad de ése claustro que hará constar mi cesión al pié

de dichos objetos, no por satisfacer una pobre vanidad, sino por el gusto que podrán

tener mis hijos si alguna vez aportan por esas playas, al encontrar esos recuerdos del

hombre que tan alta idea concibió de ese país para su engrandecimiento y el de su pa-

46

Ibidem, p214. Todavía hoy se puede contemplar este excepcional ídolo monolítico, medio antro-

pomorfo, medio batracio, en el Museo Antropológico Montané, edificio Poey, Colina Universitaria,

de la Universidad de La Habana. Rodríguez Ferrer en su momento discrepó con Andrés Poey en que

aquí se representara un mono e insiste en la fisonomía humana de este. Ibidem p. 216. 47

Ibidem, p.238.

Page 25: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

25

tria; dedicándole sus trabajos, sus convicciones, no generosas, sino justas, el sacrifi-

cio personal de su pública enunciación, y hasta la gratitud de las muchas distinciones

que en ellas recibió cuando le cobijaba sólo la desgracia como hombre público. Por lo

demás, ya sabe Vd. que mi aprecio se iguala á la consideración con que desde aquí me

ofrezco a Vd. su más afecto seguro servidor y amigo Q.B.S.M. Miguel Rodríguez Fe-

rrer.‖48

(Sic)

Rodríguez Ferrer no sólo cede dichos objetos, sino que recuerda y agradece la acogida y el

reconocimiento que recibió, en tiempos que no le eran favorables políticamente. Lamentable-

mente su petición de que aparezca su donación al pie de los objetos fue desapareciendo con el

tiempo, lo que no estaría nada mal que se restituyera, en justo testimonio.

Hay otro ídolo excepcional dentro de la cultura taína, la llamada Hacha de Ponce49

, hallado

por D. Mauricio Carcases en una cueva de igual nombre cerca de Punta de Maisí y entregado

por este a Rodríguez Ferrer, quien bien supo poner a salvo en el ―Museo arqueológico de esta

corte‖. 50

(Sic) ―(…) incompleto por uno de sus extremos (…) por haber estado sirviendo de

piedra de afilar, cuando el Sr. Carcases lo arrebató en el campo a los que para tal uso lo te-

nían.‖51

Con esta observación que pudo pasar inadvertida para un ojo menos avizor, Rodrí-

guez Ferrer adelanta un detalle de valor etnológico: el uso despreocupado, funcional y poste-

rior de lo que en sus inicios fuera un hacha de carácter ritual, o sea, no utilizada en el trabajo.

Hacha de Ponce. Museo de América de Madrid. Nótese el desgaste en la pala por

el uso posterior. Material: canto rodado con veta de cuarzo (línea longitudinal).

Largo: 185 peso: 700 gr. ancho: 118. Espesor (promedio): 21 (en pala) y 25 (en

cabeza). Fotografía de Joaquín Otero. Fotomontaje del editor JRAL.

48

Ibidem p. 239. 49

Estudio clásico sobre esta y hachas petaloides antillanas es el de Herrera Fritot (1964). 50

Actualmente bien conservada y expuesta en el Museo de América de Madrid. 51

―Estudios arqueológicos‖, Revista de España, 5/1871, T. XX, Núm. 78, p. 216

Page 26: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

26

―Hallábame por junio de 1847 en Santiago de Cuba, capital del departamento Orien-

tal, cuando el Sr. De Santacilia (…) me dirigió una interesante carta, con cuyo antece-

dente, apenas llegué a Puerto Príncipe, capital del departamento central (…)‖52

lo que

le hizo desplazarse hasta el lugar en el que halló la famosa mandíbula de Puerto Prín-

cipe53

.

Es importante volver a destacar aquí que, junto a los cráneos encontrados en Cueva de Indio,

antes presentados, la Mandíbula de Puerto Príncipe, hallados en el mound de Santa María de

Casimba, fue en su momento un descubrimiento sin igual en todo el mundo (y lamentablemen-

te menospreciado, olvidado y finalmente perdido, físicamente) el cual sólo Felipe Poey, Juan

de Vilanova y Miguel Rodríguez Ferrer supieron justipreciar en el año de su descubrimiento,

cosa que se verá a continuación. Y, por si no quedara claro con lo que hasta aquí está dicho,

se insiste en que tales piezas (cráneos y mandíbula) se han perdido en los registros de los mu-

seos actuales.

¿Cuál fue la impresión de Rodríguez Ferrer y qué halló en los humedales del sur de Camagüey,

entonces Puerto Príncipe?

―Empero yo no encontré más que un simple cayo (el llamado Caney de los muertos. N.

de A.), y en su medio una pequeña explanada de unos 85 pasos de circunferencia, y

25 de su mayor diámetro aún no invadido por el manglar, el que á rápidos pasos iba

avanzando de tal suerte, que dudo que dentro de poco ni esto se encuentre, por haber

sido ya tragado por el mismo. Sobre él, ya no aparecía suelo de ningún arte ó indus-

tria: no había otra cosa que un compuesto desleído de arena coralífera y multitud de

Conchitas univalbas, cuya masa apenas se hendia dejaba mostrar por abajo el agua

marítima que la filtraba, si bien por encima formaba una costra blanquecina por el de-

tritus calcáreo de estas conchitas y el sol perpetuo que la endurecía, y creo que á esto

llamarían suelo de hormigón‖. 54

(Sic)

Y continúa diciendo:

―Tampoco divisé sobre su faz resto alguno de huesos humanos enteros: pero sí varios

fragmentos muy diminutos y como incrustados en la propia materia que formaba di-

cho suelo, asentado tal vez por los pies de las reses que antes podrían haber invadido

este cayo. Mandé hacer algunas catas en diferentes puntos de esta plazeta, mas tenía-

mos que abandonarlas por la razón ya dicha, de que el agua filtraba y completamente

las obstruia. En este estado, se recogió del propio suelo el único pedazo de esta como

brecha blanda de huesos aglutinados que allí quedaba (…) y llevado todo á la Habana

á la consulta especial de mi sabio amigo el naturalista D. Felipe Poey, allí se descom-

52

―Estudios Arqueológicos, Artículo VII‖, Revista de España, 3/1871, S/N, T. XIX, p.493. 53

Sobre esta, y sobre los cráneo hallados, hay un interesante estudio histórico de Rivero de la Calle y

de Puig-Samper (1992, pp. 195 y siguientes). 54

―Estudios Arqueológicos, Artículo VII‖, Revista de España, 3/1871, s/n, p. 494.

Page 27: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

27

puso, para estudiar mejor estos fragmentos huesosos, y entre ellos se encontraron las

partes que componian la rara mandíbula (…)‖55

(Sic)

Interesa señalar, desde el punto de vista antropológico, el hecho de que esta mandíbula fósil

fuera reconocida como humana en su primer estudio por parte del mencionado Felipe Poey.

Las peripecias de la mandíbula fósil de Puerto Príncipe están descritas en la bibliografía que

referimos, hasta su lamentable desaparición final en museos de Madrid. Esta bibliografía

siempre destaca que, por primera vez, se tuvo en cuenta en los estudios la fosilización de hue-

sos humanos como prueba de su mucha antigüedad, a pesar de las características propias del

Caribe.56

El tratamiento del material óseo traído a la Península por Miguel Rodríguez Ferrer, se ha di-

cho, fue desde su primer momento desconsiderado, por decirlo suavemente. Y el mismo D.

Miguel expresaba:

―Tal es la descripción de las partes que componen esta singular mandíbula, ya coloca-

das todas en su lugar y conservada hoy en el Museo de Historia Natural de esta corte,

al que la doné desde 1850, y que por un particular destino ha dormido por más de ca-

torce años el sueño del olvido. Descubierta por mi en 1847, y entregada en 1850 con

otros objetos al señor Ministro de Fomento de aquella época para que se sirviera

nombrar una comisión para su estudio; con mi vuelta á Ultramar quedó condenada á

formar un bulto más en el cajón que la contenía, hasta mi segunda vuelta á Europa ca-

torce años después en que ya encontré un gran apoyo en la junta de profesores de

nuestro Museo Nacional, cuyo amor á la ciencia no en vano invoqué. Está junta nom-

bró una comisión que presentase dictamen sobre los ya referidos cráneos y la mandí-

bula que ahora nos ocupa.‖57

Finalmente la comisión estudia y concluye lo que se había afirmado en 1847: la mandíbula

fósil era humana.

Pero fue Vilanova quien destacó la importancia del hallazgo cuando dijo, refiriéndose a Ro-

dríguez Ferrer:

―(…) lo llevaron hasta regalar al Museo de las Naturales de Madrid. Entre otros obje-

tos, una mandíbula humana, un fragmento de fémur y tres o cuatro costillas encontra-

das por el mismo en un cayo junto a Puerto Príncipe en la isla de Cuba en 1849, es

55

Ibidem, p. 494-495. 56

Rivero de la Calle y Puig-Samper Mulero en ob. cit., p. 201, explican que estos restos óseos ―(…)

sometidos a la influencia de impregnaciones de materiales calcáreos, bien fueran marinos o por la

acción del agua carbonatada de las cuevas, estos adquieren una gran mineralización, lo que les da un

aspecto de gran antigüedad que no necesariamente tiene que ser cierta.‖ 57

―De los territorios cubanos con anterioridad a los que allí encontró Colón (…)‖, Actas del IV Con-

greso Internacional de Americanistas, Madrid, 1881, p. 240. Y ―Estudios Arqueológicos, Artículo

VII‖, Revista de España, 3/1871, s/n, p. 497.

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28

decir, catorce años antes que apareciera la de Moulin Quignon en Francia, que tanta y

gran merecida fama diera a Boucher de Perthes.‖58

(Sic)

Y, teniendo en cuenta el estudio de Vilanova, decía Rodríguez Ferrer:

―Existe cedida por mí (se refiere a la mandíbula de Puerto Príncipe, N. de A.) con los

cráneos de que paso a hablar, en el departamento de anatomía comparada pertene-

ciente al Gabinete de Historia natural de Madrid, al que la doné en 1850. Pero desde

su nuevo estudio en el presente año, y á instancias del profesor Vilanova, la Junta fa-

cultativa del Museo acordó en sesión del 20 de Abril, pase a las colecciones paleonto-

lógicas por el estado fósil que ofrece, y que, atendida la reconocida importancia de es-

te resto humano primitivo, se coloque á la vista del público de la manera más decoro-

sa y conveniente.‖59

Los trabajos de campo que Rodríguez Ferrer realizó en la isla, las excavaciones, el estudio de

montículos funerarios y de cercados térreos, y las comparaciones de estos últimos con áreas

cercanas del continente americano, fueron pioneros en el campo de la arqueología sistemática.

Descubrió los cráneos de Cueva del Indio y rescató la mandíbula de Puerto Príncipe y, con

ellos y su estudio, se adelantó a los descubrimientos trascendentales que en Europa darían

inicio a la antropología moderna. Y a este propósito, la valoración de la antigüedad de restos

fósiles humanos, más allá de límites catequéticos, rompió el tabú cronológico de una religiosi-

dad timorata y amplió miras sobre los orígenes del hombre. Estableció por primera vez parale-

lismos culturales entre las hachas petaloides, que se llamaron neolíticas (empleando la más

reciente clasificación científica de Lubbock). Realizó valoraciones de objetos arqueológicos

de repercusiones etnográficas. Y para todo esto, Rodríguez Ferrer, como queda dicho, se rela-

cionó con lo más granado del mundo científico cubano del que recibió apoyo, estímulo y re-

conocimiento en sus expediciones y publicaciones.

En su período de estancia más larga (de 1850 a 1862), y residiendo durante este tiempo en

Puerto Príncipe, llegó a ser Asesor Sustituto de la Intendencia en dicha ciudad (7 de junio de

1852), Alcalde Mayor de la Isla de Cuba (24 de agosto de 1855), Oidor honorario de la Real

Audiencia y Chanciller de Puerto Rico (30 de agosto de 1855)60

, Encargado de la Comisión

sobre el nuevo ferrocarril de camino a la ciudad de Puerto Príncipe al Puerto de Santa Cruz

(1861)61

y Socio Correspondiente de la Sociedad Económica de Amigos del País.62

Lo dicho anteriormente sólo pretende resumir los hechos más destacados de su estancia en

Cuba. De vuelta a la península, y a partir de 1862 (hasta 1880 que se descubre Altamira para

la ciencia), procesó la información recogida (como resultado de esta labor nos legó su clásica

obra Naturaleza y civilización de la grandiosa Isla de Cuba, ya mencionada) y realizó un

58

―Antigüedades cubanas‖, Museo Español de Antigüedades, T. II, Imprenta de T. Fortanet, Madrid,

1873, p. 206. 59

―Estudios Arqueológicos, Artículo VII‖, Revista de España, 3/1871, s/n, p. 495. 60

Cronologías tomadas de Sánchez, Rafael (2010). 61

Según su libro Dictamen (…), Imprenta del Fanal, 1861. 62

En nota de los Editores de Naturaleza y Civilización de la grandiosa isla de Cuba, tomo I, p. X.

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29

número ingente de publicaciones. No bastando con esto, abordó diversos campos de estudio y

trató infinidad de temas en libros y publicaciones, de los cuales se trata de recoger, al final de

este trabajo, la mayor parte.

Este es el aval que hace que Rodríguez Ferrer participe en el reciente descubrimiento de la

Capilla Sixtina del Arte Rupestre y que, con Juan de Vilanova, sea su segundo descubridor.

Aquí es necesario, por justicia histórica, volver a los momentos en que Altamira es dada a

conocer.

El descubrimiento de Altamira

Es curioso que el descubrimiento del arte rupestre de Altamira sufriera la misma suerte que los

hallazgos realizados por Rodríguez Ferrer en Cuba, ambos fueron subvalorados, despreciados

u olvidados en un primer momento; ambos tuvieron que esperar veinte años para su recono-

cimiento —si bien los de Rodríguez Ferrer hasta el presente no se han tratado en su exacta

magnitud—; ambos fueron admitidos en su valor con posterioridad a hallazgos franceses y, en

el caso de Altamira, lamentablemente, después de la muerte de Sanz de Sautuola, de Vilanova

Piera y de Rodríguez Ferrer. Pero el estudio, más que esta fatalidad, aunó a estas tres figuras

en una misión científica que demostró la veracidad e importancia de estas manifestaciones

rupestres, y es de lo que se tratará a continuación.

Marcelino Sanz de Sautuola Pedrueca (1831-1888), Correspondiente de la Real Academia de

la Ciencia, nombrado por necesidad en toda bibliografía que trate a este respecto, pocas veces

(y es una excepción el texto que se refiere a continuación y se cita al pie), se atiende a qué dijo

en el único texto que queda suyo al respecto, aquel en el que dio a conocer no sólo el descu-

brimiento, sino también su valoración del mismo, ―no fue obra del azar sino del afán invest i-

gador y constancia de un hombre estudioso, dotado de la intuición precisa para adelantarse a

su tiempo.‖ 63

Se trata de un opúsculo titulado Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la

provincia de Santander, editado por la Imprenta y Litografía de Telesforo Martínez, en San-

tander, en el año de 1880, el del descubrimiento de Altamira para la ciencia (el hallazgo de las

pinturas se atribuye, un año antes, a María Sautuola, hija de D. Marcelino).

No podía suponer D. Marcelino que, cuando decía ―(…) No desconozco que si leen estos

breves apuntes personas ajenas a los estudios prehistóricos, acaso califiquen de utopías todo

cuanto dejo mencionado (...)‖64

, se cumplirían estas palabras, pero no en las ―personas ajenas‖

sino en buena parte de los entendidos de la época.

63

Palabras de Emilio Botín en la introducción a Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos

de la provincia de Santander, de Marcelino Sanz de Sautuola y texto de José A. Lasheras y Carmen

de las Heras en pp. siguientes, ed. Del Grupo Santander, 2004:

www.culturaydeporte.gob.es/mnaltamira/pdf. Consultado el 25 de marzo del 2021. 64

Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, de Marcelino

Sanz de Sautuola, p. 10:

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30

Litografía de Telesforo Martínez de Breves apuntes (...)

"Pinturas en la bóveda de una cueva en el Ayuntamien-

to de Santillana del Mar" cedida a Miguel Rodríguez

Ferrer por Marcelino Sanz de Sautuola. Primera re-

presentación del mural de los polícromos de la cueva de

Altamira.

Con sus valoraciones desprejuiciadas se enfrenta a la opinión común de que el arte tiene que

ser tan primitivo como primitivo debía ser el hombre, y así afirma:

―(…) se ha comprobado que ya el hombre, cuando no tenía aun más hábitat que las

cuevas, sabía reproducir con bastante semejanza sobre astas y colmillos de elefante,

no solamente su propia figura, sino también la de los animales que veía (…)65

Sic.

Y pone de ejemplo las figuras publicadas por Lubbock y Vilanova. Con esta comparación

afirma la posibilidad de una antigüedad semejante entre estas y las pinturas recién descubier-

tas.66

Fundamenta además la veracidad e importancia de su hallazgo en referencia a las obras

de Boucher de Perthes y otros.67

También refiere la figura del bisonte68

y el uso del ocre rojo y

https://centrodeestudiosmontaneses.com/wp-

content/uploads/DOC_CEM/BIBLIOTECA/EDICION_OTROS/breves-apuntes-objetos-

prehistoricos_sautuola_1880.pdf. 65

Ibídem, p. 21. 66

Ibídem p. 21-22. 67

Ibídem p. 10.

Page 31: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

31

del negro, lo que compara con su aparición en el arte mueble, así como, por primera vez, el

aprovechamiento de las formas naturales del techo para dar volumen a los animales:

―(…) una gran parte de las figuras están colocadas de manera que las protuberancias

convexas de la bóveda están aprovechadas de modo que no perjudiquen el conjunto

de aquellas, todo lo que demuestra que su autor no carecía de instinto artístico.‖69

Sutil lo de ―instinto artístico‖. La apariencia de arte dio lugar a la incredulidad en su momento.

Don Marcelino salva lo estético al hablar de ―instinto‖, con lo que se adelanta a las discusio-

nes bizantinas de la segunda mitad del siglo XX sobre qué es arte y si el rupestre puede cons i-

derarse como tal.

Por si lo anteriormente dicho no fuera suficiente, expresa que ―(…) un examen detenido incl i-

na al ánimo a suponerlas contemporáneas unas de otras (…)‖70

lo que ha sido mantenido du-

rante las tres cuartas partes del siglo XX y, hasta hoy, salvo excepciones de mayor antigüedad,

hace que en gran mayoría estas se agrupen dentro del Magdaleniense. Así concluye:

―De todo lo que precede se deduce, con bastante fundamento, que las dos cuevas que

se han mencionado (la primera de ella era la de Camargo. N. de A.) pertenecen, sin

género alguno de duda, a la época designada con el nombre de paleolítico, o sea, la de

la piedra tallada (…)71

Y, haciendo uso de la nomenclatura más moderna, cierra su análisis con esta pertenencia cu l-

tural y cronológica.

Sanz de Sautuola fue el primero que, al darse cuenta del valor del descubrimiento, protegió

personalmente el hallazgo.72

No cabe la menor duda que lo dicho hasta aquí trasciende a un mero descubrimiento ocasio-

nal, aunque excepcional, de una cavidad con arte rupestre. La vigencia de las opiniones de

Marcelino Sanz de Sautuola, tan apropiadas después por otros estudiosos, y la proyección

futura de sus acciones hablan no sólo de un especialista en su momento, sino de un humanista

en sentido lato.

68

Ibídem p. 15. 69

Ibídem p.17. 70

Ibídem p. 20. 71

Ibídem p. 23. 72

―(…) ―instaló a sus expensas una puerta, con llave, en la cueva e instó al Ayuntamiento de Santi-

llana del Mar a custodiarla con sus medios y personal‖. Breves apuntes sobre algunos objetos prehis-

tóricos de la provincia de Santander, de Marcelino Sanz de Sautuola, texto de José A. Lasheras y

Carmen de las Heras, p. 25, ed. Del Grupo Santander, 2004:

www.culturaydeporte.gob.es/mnaltamira/pdf. Y Madariaga (1979, p.12: ―…en febrero de 1880,

Sautuola cierra la entrada con una puerta de madera.‖)

Page 32: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

32

Para reconocer y dar valor a este descubrimiento, se reunieron Marcelino Sanz de Sautuola,

Juan de Vilanova y Miguel Rodríguez Ferrer, el día miércoles 8 de septiembre de 1880, como

consta en ―Apuntes de un diario‖73

.

Se puede hablar de la coincidencia de estos tres personajes en España en el momento del des-

cubrimiento de Altamira. Pero es impensable que, por coincidencia, como puede apreciarse, se

vieran en esa cueva.

Cómo fue posible, lo cuenta Rodríguez Ferrer:

―Agitábase mucho por estos dias y en esta población el extraño hallazgo de unas pin-

turas y de muchos huesos en una cueva no muy distante de este punto de Torrelavega.

Esta noticia, con una caja de fósiles y de otros objetos prehistóricos encontrados en la

propia caverna, habían llegado también al Ministerio de Fomento, cuyo jefe hubo de

indicarnos algo sobre el particular, y comisionar para su reconocimiento al señor ca-

tedrático Vilanova, el que, con el naturalista Sr. Guirao, hubieron de hablarle sobre

este hallazgo. Semejante incidente, y el tener nosotros que pasar á Torrelavega con el

propósito que hemos indicado al principiar este Diario, nos hizo poner de acuerdo

con el Sr. Vilanova para llegar á un mismo tiempo, pues las pinturas que se decía se

encontraban en la citada caverna nos ofrecían un aguijón muy grande, dadas nuestras

particulares aficiones. Encontrándonos, pues, ya en Torrelavega, salimos en este dia

para reconocer esta cueva, llamada de Altamira, de un prado que le da su nombre‖74

(Sic).

Aquí queda claro que es el Ministro de Fomento, el Sr. Lasala, y no Sanz de Sautuola, quien

hizo posible que Rodríguez Ferrer contactara al comisionado Vilanova para que estos se pu-

dieran encontrar el mismo día en la recién descubierta cueva de Altamira. También estuvo

presente en el encuentro el Sr. Francisco Giner de los Ríos (1839-1915)75

, como se verá des-

pués. Puede entenderse la planificación de este reencuentro como un resultado natural de los

muchos lazos de ciencia y amistad que —se ha visto a lo largo de este trabajo— mantuvieron

durante años Don Miguel y Don Juan. Y fue la confianza de este último en el criterio científi-

co del primero lo que lo facilitó. Sorprende cómo muchos estudiosos pasan por alto este he-

cho. Por otra parte, queda expresado el reconocimiento por parte del Ministro a quien enton-

73

―Apuntes de un diario‖, La Ilustración Española y Americana, 8/10/1880, Año XXIV, Número

XXXVII, p. 206. Era miércoles, no jueves, como señala D. Miguel (N. de A.). Aquí también Rodrí-

guez Ferrer señala que el 26 de septiembre Sanz de Sautuola publica en El Impulsor de Torrelavega

su folleto. Nótese, días después de la mencionada visita. 74

Ibídem p. 206. 75

Creador de la Institución Libre de Enseñanza, respaldó numerosos proyectos pedagógicos. Su obra

fue continuada y revalorada después de la muerte de Franco.

Page 33: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

33

ces era Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia76

, entre otros nom-

bramientos77

.

Los resultados de la visita son bien conocidos. Por su parte y desde el primer momento78

Juan

de Vilanova se convierte en el defensor universal de Altamira, y lo segundó Miguel Rodríguez

Ferrer. Con esta finalidad acudió, entre otros, al Congreso Internacional de Antropología y

Arqueología Prehistóricas de Lisboa en 1880 donde sólo recibió el apoyo de Edouard Piette y

de Henri Martin. Igual falta de respaldo tuvo en otras comunicaciones y reuniones científicas

del momento. En España se enfrentó tanto a antievolucionistas (ha quedado dicho que él lo

era) como a creacionistas; la Sociedad Española de Historia Natural tampoco le dio crédito en

1886.

Si bien la defensa de Miguel Rodríguez Ferrer se limitó al artículo de La Ilustración Española

y Americana vale la pena que se destaquen en ella las coincidencias con las opiniones de sus

sabios acompañantes y sus propios aportes.

―No vamos á describir aqui ni la historia de su descubrimiento, ni cuándo tuvo lugar

el arreglo de su moderna entrada, enriquecida ya por el Ayuntamiento de Santillana

con una puerta de hierro, ni los pormenores internos de su topografia, porque todo es-

to está satisfecho por el folleto que sobre esta cueva acaba de publicar en Santander

su principal descubridor D. Marcelino de Santuola, y porque el periódico El Impulsor

de Torrelavega , perteneciente al domingo 26 de Setiembre, acaba de dar los más cir-

cunstanciados detalles sobre la prioridad de los que entraron ó reconocieron sus an-

tros.‖79

(Sic)

Lo primero destacable es la coincidencia en valorar como muy positiva la rápida protección

del lugar, a pesar de que, como queda dicho, fue el propio Sanz de Sautuola quien la sufragó;

y también la referencia al primer texto que dio a conocer la cavidad.

Rodríguez Ferrer destaca el carácter de descubrimiento cuando ―dice ya internados, tuvimos el

gusto de encontrarnos con los Sres. Vilanova y D. Francisco Giner de los Ríos, los que en su

dia, con más competencia que nosotros, sabrán exponer en forma más concienzuda que la de

un diario, el estudio que merece el gran hallazgo de Altamira, con relación al arte, á la historia

y á la ciencia.‖80

(Sic) La ―modesta‖ participación de Rodríguez Ferrer (dicho constante en

todos sus escritos) y su responsabilidad posterior deja clara su condición de invitado y no de

76

La Ilustración española y americana, 28 de febrero de 1886, Año XXX, Núm. VIII, p.134. 77

Ya en 1867, MRF ya era Vicepresidente en 1867 de la Comisión Provincial de Monumentos histó-

ricos y artísticos de Álaba y del Ateneo Científico, literario y artístico de Vitoria. ―Los dólmenes ala-

veses‖, por Julián Apraiz, Revista Basccongada, T. 27, Segundo semestre de 1892, p. 401. 78

Vilanova se trasladó a Santander y ―(…) dio dos conferencias sobre el tema y puso de relieve en

primer término la importancia de los descubrimientos de Sautuola‖ (Madariaga, 1919, p.12). 79

―Apuntes de un diario‖, La Ilustración Española y Americana, 8/10/1880, Año XXIV, Número

XXXVII, p. 206. p.206. 80

Ibídem p.206.

Page 34: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

34

―comisionado‖. Otra cosa bien distinta fue aquel entonces comisionado para la isla de Cuba, a

partir del cual se generaron ingentes trabajos.

Y, desde el primer momento, subraya el valor extraordinario de los resultados de este encuen-

tro, al pasar de referencias que estaba haciendo de su estancia en Torrelavega a ocuparse de

Altamira:

―Pero dejemos estas antigüedades, nada importantes, para ocuparnos de otras mucho

más remotas y de mucha mayor trascendencia para el arte y la historia‖.81

(Sic).

Bien sabía Rodríguez Ferrer cuán revolucionaria era la antigüedad del presente descubrimien-

to y qué significaría para la posteridad. Así comienza a hacer mención de la importancia de los

hallazgos paleontológicos:

―Nosotros sólo apuntaremos aquí, casi lo propio que bajo nuestras primeras impresio-

nes tuvimos la honra de escribir al Sr. Ministro de Fomento, que lo paleontológico en

esta cueva no se diferencia de lo hallado igualmente en Aizquirri (Guipúzcoa), y al-

gunas otras no menos antiguas de España.82

Que por sus fósiles y demás objetos en-

contrados en ésta con gran profusión, pertenecía á los primeros tiempos paleolíticos

de la Edad de Piedra.‖

Habla del descubrimiento por Vilanova de un cráneo completo del Ursus spelaeus, y aunque

su apreciación sobre la relación del hombre y este úrsido no es exacta, sí lo es cuando habla de

la convivencia del hombre ―contemporáneo‖ con el Equus, el Ciervo y el Bison europeus.83

Por primera vez se pone en relación la fauna paleolítica con el hombre, no ya en igualdad tem-

poral, sino en el hecho de que aquella ha sido representada por este en la pared de una cueva,

en consonancia con lo dicho por Sanz de Sautuola. Y hace de nuevo alusión a la imagen de

estos animales ―encontrados en algunos objetos portátiles de las de Francia‖84

.

―Porque algún grabado en madera hallado por M. Lartet en 1864 y en la estación de la

Magdalena, como los del Reno, del Caballo ó del Auroch, completos ó incompletos,

ninguno tiene punto de contacto con estas pinturas de un arte más adelantado. Estos

perfiles, grabados en pedazos portátiles, no admiten comparación con la extensión de

estas figuras, en donde ya el arte presenta la sombra, el colorido, el relieve, y todo en

más vasta proporción‖. 85

(Sic)

La perfección de las imágenes de Altamira lleva a D. Miguel a entender estas representaciones

como más perfectas y como verdaderas obras de arte, sin que hubiera antecedentes semejan-

81

Ibídem, p.206. 82

Ibídem p. 206-7. Hace referencia a su obra Aizquirri y Aránzazu, recuerdo de una expedición ve-

raniega por el país vasco en1877, Sociedad de Tipógrafos, Madrid, 1878. 83

Ibídem p. 207. 84

Ibídem p.207. Es MRF quien cita por primera vez el artículo de Marcelino Sanz de Sautuola y lo

valora. 85

Ibídem p.207.

Page 35: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

35

tes. Y pasa a fundamentar esta afirmación. Primero, en el reto que significarán para los futuros

investigadores ―(…) todo esto era y es de una gran importancia, porque tales pinturas ofrece-

rán un gran campo, en el que los arqueólogos podrán aplicar sus observaciones, y resolver tal

vez la época, los hombres y el estado social en que pudieron concebirse y aplicarse á la simple

roca, por la propiedad imitativa con que están ejecutadas las figuras que se conservan enteras

(…)‖86

(Sic). Las ideas sobre imitación, apropiación, control de la realidad, magia mimética se

desarrollarán en el siglo XX, pero aquí están los primeros pasos. Termina esta apreciación con

el primer juicio sobre la técnica con que han sido elaboradas las pinturas ―(…) y lo singular de

haberse diseñado primero con algún punzón ó sílex, para después pintarlas ó iluminarlas‖87

.

Estas son reflexiones de las que se apropiará la literatura posterior, pero que fueron dichas

aquí por primera vez.

Hablando de la técnica, Rodríguez Ferrer se refiere a los distintos animales, de la acción del

desgaste natural de las pinturas:

―Otros de estos animales aparecen completos, como una cierva que tiene más de dos

metros de largo por más de un metro de alto, y otros incompletos por haber desapare-

cido con la humedad y las filtraciones el ocre rojo ó negro con que al parecer fueron

pintados. También en este grupo se presentan bisontes enteros; un jabalí corriendo; la

figura más desvanecida de un caballo casi completo; la cabeza de otro, y parte de al-

gunos bueyes silvestres; componiendo todas estas figuras hasta el número 23, según

las pueden contemplar nuestros lectores en la primera lámina que se expone en esta

misma página, copia de la publicada por el Sr. Sautuola en su folleto indicado‖.88

(Sic)

Define y rectifica por primera vez a la gran cierva del mural de los polícromos y hace referen-

cia a la publicación de Sautuola (quien le cede la reproducción del mural para esta publica-

ción, después de ser dado a conocer por él). Y vuelve de nuevo sobre la técnica que emplearon

para realizar estas pinturas:

―Pero en lo completo como en lo incompleto, en todas estas representaciones se ad-

vierte una mano segura, que diseñaba primero grabando, y después daba sombra y re-

lieve, todo lo que denota más progreso que los perfiles encontrados hasta el dia en a l-

gunos trozos de hueso ó madera‖89

(Sic).

La policromía, la sombra, el relieve, el perfil previamente grabado con ―mano segura‖ hace

suponer este arte como expresión de una mayor evolución, en relación con el grabado mobiliar

visto hasta entonces. Sin pretender establecer una cronología, Rodríguez Ferrer estaba abrien-

do la caja de los truenos: ya era algo impensable en su momento, en la mayor parte de los me-

dios oficiales y religiosos, hablar de tanta antigüedad del hombre (también el fantasma de

Darwin siempre estaba presente) como para dejar entrever que, además de la mucha antigüe-

86

Ibídem p.207. 87

Ibídem p.207. 88

Ibídem p.207. 89

Ibídem p.207.

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36

dad de este nuevo descubrimiento, pudieran existir manifestaciones aún precedentes en este

―proceso‖. Acto seguido abordará este tema espinoso, pero antes termina diciendo sobre la

técnica:

―Estas pinturas tienen la condición de no conocer la preparación del fondo que para

las murales y demás conocidas hasta el dia ha anticipado el pintor para hacer resaltar

mejor la representación de su idea. Estas figuras han sido diseñadas y pintadas aquí

sobre la propia roca, y hasta se han utilizado los accidentes de la misma haciendo re-

lieve de las protuberancias de su superficie.‖90

(Sic)

Amplía ya algo apuntado inicialmente por Sautuola, lo que se refiere al denominado natura-

lismo de estas figuras, una imitación que no se conforma con reflejar de la realidad una ima-

gen reconocible en la pared de la cueva, o en el techo, sino una a la que se intenta dar vida,

con un volumen que en algunos casos es casi escultórico.

Entonces vuelve sobre el tiempo.

―Muy remota es la que caracteriza á estas pinturas, y nadie, después de haberlas visto

y estudiado, podrá poner en duda los tiempos que han mediado desde que fueron gra-

badas allí primero, y pintadas ó iluminadas después. Esa ligera creencia de que algún

artista loco ó un norteamericano loco se hubiese enterrado entre estas oscuridades pa-

ra dejar tales figuras, sobre rechazarlo el buen sentido, no puede admitirlo el que co-

nozca la posición que hoy tienen estas pinturas v el suelo y los destrozos calcáreos

que las rodean‖91

. (Sic)

D. Miguel, para explicar la autenticidad de estas pinturas, apunta a aspectos que tienen que

ver con el proceso de creación de las mismas, que bien pudo ser dilatado en un tiempo remoto:

delimitadas por un grabado, primero, para después ser ―pintadas o iluminadas‖. Con este últi-

mo término enfatiza su carácter artístico. Y todo esto para oponerse a la idea, entonces nacien-

te y que llegaría a tomar dimensiones insultantes, de que fueran obras de un loco.

―En primer lugar, este artista habría tenido que pintar animales que ya han desapare-

cido de nuestro suelo, y que están representados con cierta acción fiel del que cont i-

nuamente los veia. Este artista, de haberlo ejecutado ahora, en que el poderío de los

años y siglos ha hecho la mudanza posterior del movimiento de las tierras y del suelo

que hov existe, se habría encontrado sin luz, sin distancia para la perspectiva, y no

habría podido salir ni entrar por tanto tiempo sin haber sido visto, para ocurrir á las

indispensables necesidades de la vida‖. 92

(Sic)

Para defender la autenticidad de lo visto, Rodríguez Ferrer relaciona arte, paleofauna y hom-

bres por primera vez, como se ha dicho. Habla sobre la necesidad de perspectiva para un artis-

ta moderno, de la que carecería por la poca altura de la bóveda. Así viene a probar la filiación

90

Ibídem p.207. 91

Ibídem p.207. 92

Ibídem p.207.

Page 37: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

37

paleolítica de este arte por el conocimiento perfecto de la anatomía animal por la convivencia

entre estos y el ser humano.

Insiste en la antigüedad de las pinturas. ―En nuestra humilde opinión, desde que tales pinturas

observamos, quedamos persuadidos de que eran hijas de una época muy primitiva, anterior á

todo arte de experimentación conocida‖93

. (Sic)

Rodríguez Ferrer recomienda al Ministro protección de este arte y lo llama ―roqueño‖, lo que

viene a decir, rupestre.

―Todo esto le decíamos al Sr. Ministro, que presentaba un arte completamente nuevo,

y tan nuevo como desconocido y remoto, digno de su protección. Que ya no eran pin-

turas murales las que la historia recogia con este hallazgo, sino otras completamente

nuevas, que podrían llamarse roqueñas, por las ásperas superficies en que aparecen,

siendo de lo más original y misterioso que hasta el presente nos ha ofrecido el exhu-

mado mundo de los trogloditas‖94

. (Sic)

Y destaca la originalidad y la excepcionalidad de este hallazgo.

Su experiencia en Cuba con los montículos artificiales de Pueblo Viejo, en Maisí, y con el de

Santa María de la Casimba en el sur de Puerto Príncipe le permiten entender los perfiles de

Altamira como reflejos de un sitio de ocupación:

―Asi sólo pueden explicarse los despojos de tantos mariscos ó patelas de tantos hue-

sos como se encuentran en esta cueva, pues aparecen como una masa en los hoyos

que se abrieron á nuestra presencia (…)‖95

(Sic) ―¿Pero no hemos encontrado esos

mismos despojos de conchas y mariscos formando el suelo de un monte allá en la isla

de Cuba, en abundancia tanta como los KJÖKKENMÖDDINGS en las costas de Di-

namarca?‖96

Y remite al lector a su obra Naturaleza y civilización de la grandiosa isla de Cuba, ya citada.

No deja de insistir, a lo largo de todo el artículo sobre lo importante de mantener protegido el

monumento y confía en lo que pueda resultar del Congreso de Lisboa. Al mismo tiempo, tam-

bién esboza la posible finalidad de este arte y su esperanza en llegar a más objetivos resulta-

dos con el análisis químico de los pigmentos.

―Por fortuna, protegido ya por el Sr. Ministro de Fomento este hallazgo extraordina-

rio, y próximas á visitar estas caverna algunas de las personas tan competentes que

acaban de reunirse en el Congreso de Lisboa sobre la prehistoria, ellas podrán desci-

frarnos mucho mejor que nosotros cuál pudo ser el objetivo de estas pinturas, si fué

93

Ibídem p.207. 94

Ibídem p.207. 95

Ibídem p.210. 96

Ibídem p.210.

Page 38: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

38

sólo la ornamentación casera de algún jefe troglodita, ó el resto monumental de algún

culto. La Química, por su parte, podrá decirnos también si el color entre rojo y amari-

llo de estas pinturas proviene de ocre, de cuya materia parece haberse encontrado al-

gún resto. Ella podrá revelarnos, en fin, los componentes de sus colores negros para

las sombras, y si estas están formadas por carbón y grasa (…)‖97

(Sic)

Finalmente, en su trabajo, Rodríguez Ferrer vuelve a agradecer el apoyo del Ministro Lasala a

Sanz de Sautuola y adelanta el hito que significa para la prehistoria y la antropología el descu-

brimiento del arte rupestre de la cueva de Altamira: ―Y al llegar aquí, injusto sería no dedicar

el debido tributo al Sr. Lasala, ministro de Fomento, el que ha prestado al Sr. Vilanova cuanta

protección y recursos ha habido en sus facultades para la exploración mejor de este hallazgo

prehistórico, que formará época en los anales de este nuevo ramo cultivado de la Historia‖98

.

(Sic)

Ha quedado escrita en la historia de Altamira lo que significa luchar en ciencia contra el muro

de la incredulidad, del dogma y de la mala intención. Intelectuales de aquel momento como F.

Quiroga, R. Torres Campos, Eugenio Lemus, Salvador Calderón despreciaron las argumenta-

ciones de Vilanova. Ángel de los Ríos y de los Ríos se tomó la justa como personal y lideró el

bando que defendía la falsificación. Émile de Cartaihac y Édouard Harlé, comisionado por

Francia, se unieron al descrédito99

, aunque años más tarde se arrepintieron.

Al igual que con los hallazgos antropológicos realizados por Ferrer en Cuba, hubo que esperar

a que en Francia se hicieran posteriores descubrimientos —en este caso relacionados con las

cavidades de La Mouthe y de Pair-non-Pair, Dordoña, sur de Francia— para que sobre Alta-

mira se rompiera el silencio que el estigma había impuesto.

Ni Sanz de Sautuola, ni Vilanova, ni Rodríguez Ferrer, se ha dicho en páginas anteriores, reci-

bieron en vida el reconocimiento de tan trascendentales hallazgos. Pero no cabe la menor duda

de que los tres tuvieron profunda conciencia de la importancia de los mismos; de que hicieron

valer, frente a todo contratiempo (en toda época han existido ―los de la vista baja‖), la neces i-

dad de preservarlos y conservarlos como bienes para generaciones futuras; y de que sus valo-

raciones sobre aquellos restos arqueológicos y sobre aquel arte rupestre todavía hoy son punto

de partida imprescindible para su investigación y su entendimiento.

97

Ibídem p.210. 98

Ibídem p.210. 99

Y sólo la alta talla moral de estos dos últimos hizo que posteriormente ambos reconocieran su

error, el primero, presencialmente ante María Sanz de Sautuola y con su publicación en 1902 de Les

Cavernes ornées de dessin. La grotte d´Altamira, Espagne. “Mea culpa” d’ún sceptique; y el segun-

do por su arrepentimiento escrito.

Page 39: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

39

BIBLIOGRAFÍA DE MIGUEL RODRÍGUEZ FERRER

Los escritos de Miguel Rodríguez Ferrer, propios de un hombre ilustrado, vieron la luz en

forma de libros y de numerosos artículos en muy diversas publicaciones periódicas. Aquí,

primeramente, aparecerán sus libros, y después sus textos en prensa, ordenados según la fecha

de aparición, en el caso de los primeros. En los segundos esto es prácticamente imposible,

salvo en un primer momento, puesto que publicó casi simultáneamente en semanarios y dia-

rios. Por tal razón, se tratará de organizar sus publicaciones periódicas atendiendo al medio en

que estas vieron la luz. La bibliografía aquí referida es la consultada y hallada por quien esto

escribe, no obstante, se apuntan publicaciones que el autor de estas líneas no pudo localizar en

hemerotecas, y seguramente quedarán más por encontrar. La organización cronológica de los

textos permitirá al lector interesado seguir vida y obra de Miguel Rodríguez Ferrer, de acuerdo

con las etapas que en este estudio se han marcado.

1844: Sin parlamento no hay ya porvenir para los tronos. Refutación al folleto titulado Un

monárquico a los parlamentarios, por el autor de la carta Un monárquico al Sr. Martínez de la

Rosa, Imprenta y Litografía de Egaña y Cia., Vitoria.

1846: Traducción y tablas de Los Conventos, obra de Luis Lourine y Alfonso Brot, P. Madoz

y L. Sagasti editores.

1857: El tabaco habano: su historia, su cultivo, sus vicisitudes, sus más afamadas vegas en

Cuba (…), Imprenta del Colegio Nacional de Sordo-Mudos, Madrid.

1861: Dictamen, que en el cabildo extraordinario de 24 de febrero de 1861 celebrado en la

ciudad de Puerto Príncipe presentó y leyó, Imprenta del Fanal. Texto no encontrado en heme-

roteca, N. de A.

1862: Los nuevos peligros de Cuba entre sus cinco crisis actuales, Imprenta de Manuel Ga-

liano, Madrid.

1873: Los vascongados: su país, su lengua y el príncipe L. L. Bonaparte, Introducción de An-

tonio Cánovas del Castillo, Publicado por J. Noguera, Madrid.

1876: Naturaleza y Civilización de la Grandiosa Isla de Cuba: o estudios variados y científicos

al alcance de todos y otros históricos, estadísticos y políticos, en la Imprenta de Jacinto No-

guera, Madrid, Tomo I (correspondiente a Naturaleza). En 1887, Tomo II (correspondiente a

Civilización), Tipografía de Manuel Ginés Hernández, Madrid.

1878: Aizquirri y Aránzazu, Recuerdo de una expedición veraniega por el País Vasco en

1877, Sociedad de Tipógrafos, Madrid.

1881: Agua, azogue y carbón: cartas descriptivas de una expedición de estudio á los Hervide-

ros de la Fuensanta, Minas de Almadén y a las de Hornaguera en Puerto-Llano (Ciudad Real),

Imprenta de Manuel G. Hernández, Madrid.

Page 40: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

40

PUBLICACIONES PERIÓDICAS, TEXTOS OCASIONALES,

COLABORACIONES DE MIGUEL RODRÍGUEZ FERRER

EL CORDOBÉS, 1841

Miguel Rodríguez Ferrer lo funda en Madrid, según Armando García González (2010, pp.

323, 324).

Periódico bisemanal, Imprenta de Noguer y Mante, Córdoba. Siempre firma MRF.

https://prensahistorica.mcu.es/es/consulta/registro.do?id=7045

Nº 1, 23 de enero, 1841, ―A vosotras.‖

Nº 2, 27 de enero, ―El Cordobés.‖

Nº 3, 30 de enero, ―Necrologia. A nuestro maestro y amigo Manuel María del Marmol.‖ (Sic)

Nº 4, 3 de febrero, ―Folletín. Sociedad Filarmónica de Córdoba. Concierto del día 29 en la

noche.‖

Nº 5, 6 de febrero, se expresa ―Mayores ocupaciones de un deber superior nos impide el con-

tinuar ofreciendo la endeblez de nuestra pluma al periódico Cordobés. Desde hoy deja de pu-

blicar en él MRF.‖

EL VIZCAÍNO ORIGINARIO, 1841

―Comunicado‖, Núm. 70, 31 de agosto de 1841.

EL LIRIO, 1845

Periódico científico, literario e industrial de Vitoria. Miguel Rodríguez Ferrer escribió en él

del 1º de noviembre de 1845 hasta mediados de 1847 según Tomás Alfaro Fournier (en Bi-

bliografía), p. 411.

―Cuadro descriptivo ó paralelo entre las Provincias Vascongadas y el país de Andalucía.‖

(Sic). T I, p 179-186, 1845-1846.

Este documento —referido en Allende (1887, 371)— no ha sido encontrado.

EL MENSAJERO DE LA SOCIEDAD DE FOMENTO INDUSTRIAL Y MERCANTIL, 1845.

MRF lo funda, según Armando García González (2010, pp. 323, 324).

―Cuadro descriptivo ó paralelo entre las Provincias Vascongadas y el país de Andalucía .‖

(Sic). Núm. 28, 24 de noviembre de 1845.

Este documento —referido en Allende (1887, 371)— no ha sido encontrado.

EL ARTISTA, 1849

Periódico oficial de El Liceo de La Habana, T. II, Núm. 1.

―De la civilización cubana, o una rápida ojeada sobre la fisonomía social de toda la isla de

Cuba.‖

SEMANA, 1850

―Apuntes descriptivos e históricos de un viaje de Madrid a la Rioja.‖, II, p. 123-124, 215, 319-

320, 368; y en III, p. 58-59.

REVISTA DE ESPAÑA Y SUS PROVINCIAS DE ULTRAMAR

Creada por Miguel Rodríguez Ferrer, publicó de 1850 a 1851. Salía dos veces al mes en 48

páginas. ―Mi revista fue prohibida en Cuba por el Sr. General (José Gutiérrez de la Concha, N.

Page 41: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

41

de A.) que allí entonces mandaba por creerla sin duda perjudicial a aquellos habitantes (…)‖,

Ibídem, p. 520. A continuación se recogen los textos de MRF.

https://archive.org/details/revistadeespaa01rodr/page/n5/mode/2up.

Consultada noviembre del 2020.

Tomo I:

"Dos palabras del director de la Revista", p. 1-5.

"Otra invasión sobre Cuba", p. 197-201.

"Del discurso de la corona en la parte que se refiere a nuestras provincias de Ultramar", p.

341-46.

"Al Sr. marqués de Pidal, ministro actual de Estado, sobre nuestra antigua isla La Española", p.

535-548.

"De las colonias en general, y de las que aun posee la España, en particular", p. 51-92.

"De las condiciones que han de guardar las colonias con sus metrópolis", p. 110-119, 159-190,

215-229, 255-266, 313-330.

"Puede ser perjudicial nuestra revista en Cuba", p. 293-312, 485-93.

―Santander, nuestras Antillas, y reforma comercial de la isla de Cuba‖ p. 293-312, 485-493.

"Los empleos en Ultramar deben ser cargos retribuidos y no contribuciones injustas", p. 371-

373.

"Grandeza de la isla de Cuba", p. 400-416.

―De la condición social de la isla de Cuba‖, p. 451-470.

"Del influyo dañoso que ha tenido la organización primitiva del suelo cubano", p. 503-520,

561-568.

"Poetas españoles de Europa y América", p. 21-34 (sobre Juan Capitán).

"Poetas peninsulares", p. 230-237 (poemas inéditos de Eustaquio Fernández Navarrete).

"Poetas cubanos", p. 284, 521-525, 569-574.

Tomo II:

"De la proposición hecha en el Senado sobre nuestros intereses en Ultramar, y de la conducta

del general Concha en Cuba", p. 1-14.

"El general Concha en Cuba y nuestra Revista", p. 97-99.

"De la caridad inglesa, según el Sr. D. Alejandro Oliván", p. 100-113.

"Sobre el departamento del Ministerio de Marina y sus economías", p. 145-151.

"¿Es mejor el servicio militar voluntario o forzoso?" p. 193-210.

"De que la prosperidad de la isla de Cuba se debe casi exclusivamente a su libertad mercantil",

p. 79-85, 127-126, 164-172, 260-274.

"Proyectos y mejoras en Cuba", p. 173-180.

"Proyecto de leyes para nuestras provincias de Ultramar", p. 218-228, 259.

"Necesidades de nuestras Antillas", p. 220-28.

"Poetas cubanos", p. 35-43 (sobre Manuel del Socorro Rodríguez).

"Poetas cubanos", p. 181-186, 229-234, 281-283 (sobre Manuel Justo Rubalcaba).

"Talavera de la Reina y el P. Juan de la Marina", p. 87-90.

LA AMÉRICA. CRÓNICA HISPANO-AMERICANA, 1863

Dirigida por Eduardo Asquerino, Madrid. MRF fue colaborador:

―Nuestras colonias y los últimos trabajos del señor Lasagra sobre la isla de Cuba‖, Año VII.

Número 13, 12 de julio, p. 10 y 11.

http://hemerotecadigital.bne.es/results.vm?q=parent%3A0002219466&s=0&lang=es

Consultado enero de 2021.

Page 42: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

42

EL NUEVO ALAVÉS, 1864

Periódico que surgió por 1864, Vitoria, como continuación de ―El Alavés‖, sostenido princ i-

palmente por Miguel Rodríguez Ferrer, según Tomás Alfaro Fournier (1951, p. 502).

1864: ―Biografía de D. Pablo de Xérica.‖

Esta publicación —referido en Allende (1887, 139)— no se ha encontrado.

IRURAC-BAT, 1866

1866 (11 de enero): ―Cartas sobre la transformación de Bilbao.‖ Preámbulo del Sr. Camilo

Villabaso.

Este documento —referido en Allende (1887, 1065)— no se ha encontrado.

EL MUSEO UNIVERSAL, 1868

―Gaztelugache y Machichaco, o un poco de descripción, un poco de geología y un poco de

filosofía.‖ Núm. 46 del 15 de noviembre, p. 363-366 y Núm. 47 del 22 de noviembre, p. 371-

372.

https://prensahistorica.mcu.es/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=1007629710

REVISTA DE ESPAÑA

http://hemerotecadigital.bne.es/results.vm?a=2715600&t=%2Bcreation&l=600&l=700&s=30

&view=&lang=es

Consultada de junio 2020 a abril 2021.

11/1870: ―Estudios coloniales. Sobre las colonias en general, y del gran porvenir que podría

alcanzar la Nación Española con las varias que aún posee en las diversas partes del gobo‖, T.

XVII, Núm. 66, p. 245.

11/1870: ―Estudios coloniales II. De las condiciones que han de guardar las Colonias con sus

Metrópolis para su mejor correspondencia y su más durable unión‖, Núm. 68, p. 511.

1/1871: ―Estudios coloniales. Documento Núm. 2. Marina española. Cuadro general sobre su

pasado, su presente y su porvenir‖, Núm. 69, p. 88.

1/1871: ―Estudios coloniales (III). Triste consecuencia de que Cuba no haya sido tan seguida y

observada de 30 años a esta parte en las evoluciones de su opinión como no ha dejado de ser

ponderada en el desarrollo de su material riqueza‖, Núm. 70, p. 88.

1/1871: ―Estudios coloniales (IV). De mis diferentes ideas antes y después de haber visitado la

gran Isla de Cuba‖, Núm. 72, p. 509.

3/1871: ―Estudios cosmogónicos. Artículo VI. Del Archipiélago de las Antillas y de si Cuba

estuvo unida o no al continente americano‖. Núm. 75, T. XIX, p.322.

3/1871: ―Estudios arqueológicos. Artículo VII. De las antigüedades de Cuba, según las excur-

siones y objetos varios a que me refiero‖, T. XIX, Cuarto año, Núm. 76, p. 487-510. (Aquí

trata de las hachas petaloides, de los cráneos y de la Mandíbula de Puerto Príncipe. N. de A.).

5/1871: ―Estudios arqueológicos. Artículo VIII. Continúan las antigüedades cubanas, según

otras exploraciones y objetos‖, Tomo XX, Núm. 78, p. 204-240. (Aquí trata del ídolo de Ba-

yamo, cercados térreos de Pueblo Viejo, y cartas de solicitud de donación de Poey y el rector

de la universidad de La Habana. N. de A.).

5/1871: ―Estudios arqueológicos. Artículo IX. Conclusión de las antigüedades cubanas con

referencia a más excursiones y objetos‖, Núm. 80, p. 508-541. (Aquí trata de los cráneos en-

contrados en Cueva del Indio, Maisí. N. de A.)

7/1871: ―Estudios físicos, geográficos y geológicos. Aspecto exterior e interior del territorio

cubano‖, Articulo X, T. XXI, Núm. 82, p. 177.

Page 43: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

43

7/1871: ―Estudios físicos, geográficos y geológicos. Figura, extensión y climatología del terri-

torio cubano‖, Artículo XI, T. XXI, Núm. 84, p. 389.

9/1871: ―Estudios físicos, geográficos y geológicos de Cuba. Fenómenos propios de la clima-

tología cubana, sus bienes y sus males‖, Artículo XII, T. XXII, Núm. 88, p. 496.

11/1871: ―Estudios físicos, geográficos y geológicos. Continúan los fenómenos propios de la

climatología cubana: sus bienes y sus males. Artículo XIII, T. XXIII, p. 211.

1/1872: ―Crítica histórico-cronológica. ¿En qué día tuvo lugar la catástrofe de D. Álvaro de

Luna? T. XXV, Núm. 99, p. 368.

3/1872: ―Estudios físicos, geográficos y geológicos: de las tormentas y huracanes tan frecuen-

tes en la isla de Cuba‖, T. XXVI, Núm. 103, p. 376.

5/1872: ――Estudios físicos, geográficos y geológicos de la isla de Cuba‖, Artículo XV. Conti-

nuación sobre las tormentas y huracanes en la isla de Cuba. Núm. 101, p. 64.

5/1872: ―De los terremotos, temblores de tierra y otras explosiones locales en la isla de Cuba‖,

T. XXVI, Núm. 102, p. 240.

5/1872: ―De los terremotos, temblores de tierra y otras explosiones locales en la isla de Cuba‖,

T. XXVI, Núm. 103, p. 376.

7/1872: ―De las enfermedades, longevidad y fecundidad cubanas‖, T. XXVII, Núm. 105, p. 59.

7/1872: ―De la orografía cubana‖, t. XXVII, Núm. 107, p. 341.

9/1872: ―De la orografía cubana‖, T. XXVIII, Núm. 109, p. 35.

9/1872: ―De la orografía cubana‖, T. XXVIII, Núm. 111, p. 322.

11/1872: ―De la hidrografía de Cuba‖, Tomo XXIX, Número 113, p. 54.

11/1872: ―El país vasco, su lengua y el príncipe Luis Luciano Bonaparte‖, Núm. 115, p. 382 .

1/1873: ―Carácter geognóstico y geológico de la región cubana‖, T. XXX, Núm. 117, p. 50.

3/1874: ―Carácter geológico-agronómico del variado suelo de la isla de Cuba‖, T. XXXVII,

Núm. 145, p. 85.

3/1874: ―Estudios phitográficos o botánicos‖, T. XXXVII, Núm. 148, p. 490.

5/1874: ―Estudios phitográficos o botánicos‖, T. XXXVIII, Núm. 150, p. 210.

1/1875: ―Estudios phitográficos o botánicos‖, T. XLII, Núm. 167, p. 339.

3/1875: ―Estudios phitográficos o botánicos‖, T. XLIII, Núm. 171, p. 332.

5/1875: ―Estudios forestales de la isla de Cuba‖, T. XLVI, Núm. 173, 34.

5/1875: ―Estudios forestales de la isla de Cuba‖, T. XLVI, Núm. 174, 208.

7/1875: ―Estudios forestales de la isla de Cuba‖, T. XLV, Núm. 45, p. 150.

9/1875: ―Estudios zoológicos de Cuba‖, T. XLVI, Núm. 181, p. 74.

11/1875: ―Estudios zoológicos de Cuba‖, T. XLVII, Núm. 185, p. 89.

1/1876: ―Estudios zoológicos de Cuba‖, Artículo XXXII. T. XLVIII, Núm. 190, p. 221.

1/1876: ―Icthyología y malacología cubanas‖, Artículo XXXVIII. T. XLVIII, Núm. 192, p.

502.

MUSEO ESPAÑOL DE ANTIGÜEDADES

1873: ―Antigüedades cubanas. Estudio hecho en relación á las que se conservan en el Real

Museo de Historia Natural de esta corte, en la sección etnográfica de su Museo Arqueológico

Naciona‖, T. II, Imprenta de T. Fortanet, Madrid, p. 200-213.

ACTAS DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA NATURAL, 1878, ―Caverna de

Aizquirri‖, VII, p. 26-29.

Page 44: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

44

REVISTA DE LAS PROVINCIAS EUSKARAS

1878: ¿Los restos de Colón deben venir a España?, Tomo I, p. 126-133, Imprenta viuda de

Egaña e hijo. Biblioteca Diputación Foral de Álava, A18-E8-N310.

REVISTA EÚSKARA

1881: ―Aizquirri y Aránzazu. Diario de una expedición para reconocer la caverna de Aizquirri

cerca de Aránzazu‖, IV, P. 275 a 281 y 299 a 309.

REVISTA HISPANO-AMERICANA

Impresor Manuel G. Hernández, Madrid, 1882

Año II, Tomo octavo, 1º de septiembre de 1882, p. 111-124.

―Progresos de la geografía, de la estadística y de la cartografía en la isla de Cuba, desde su

descubrimiento hasta nuestros días, con el motivo de una publicación reciente.‖

REVISTA CONTEMPORÁNEA

14/1878: ―Los restos de Colón no están en Santo Domingo, sino en Cuba‖, pp.188-202.

34/1881: ―Cartas descriptivas sobre una expedición de estudios a los hervidores de la Fuen-

santa, minas de Almadén y Puertollano‖, pp. 409-426. Y su continuación en

35/1881, pp. 65-80, 301-323.

36/1881, pp. 270-278.

37/1881, pp. 59-73 y 180-192.

43/1883: ―De la época que precedió al descubrimiento de América‖, pp. 385-405.

46/1883: ―Vuelta de Colón sobre la Isla de Cuba‖, pp. 291-309.

47/1883: ―Los partidos españoles y el de la autonomía de la Isla de Cuba, La Habana‖, 30 de

octubre, pp. 447-483. Y en:

37/1883, p. 190.

63/1886: ―Naturaleza y civilización de la Isla de Cuba‖, pp. 52-75, 168-182 y 240-252.

68/1887: ―Don Manuel Iradier Bufly y su obra como explorador en el África tropical españo-

la‖, LXVIII, p. 566-590. Y en:

69/1888, p.24-41.

LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA

http://hemerotecadigital.bne.es/results.vm?a=1066626&t=%2Bcreation&l=600&l=700&s=0&

view=&lang=es

Consultada de junio 2020 a abril 2021.

1871, XV, ―Carta y dibujo dirigidos a D. José Amador de los Ríos sobre el menhir de San

Miguel de Arrechinaga.‖ Año XV, Núm. XXIII, p.387.

8/10/1880: ―Apuntes de un diario‖, Año XXIV, Núm. XXXVII, pp. 206-207 y 210.

15/10/1881: ―La paleo-arqueología cubana en su instalación del Museo de Americanistas‖,

Artículo primero, Año XXV, Núm. XXXVIII, pp. 219-221.

22/10/1881: ―La paleo-arqueología cubana en su instalación del Museo de los Americanistas‖,

Artículo II (I), Año XXV, Núm. XXXIX, pp. 242-244.

1887: ―Reflejo fiel de religiosidad y cultura en el cementerio que ha levantado en Llodio (Ála-

va) el Excmo. Marqués de Urquijo‖, XXXI, pp. 327-330.

15/1/1883: ―Vitoria, la culta, y el cura de Elorriaga.‖, Año XXVII, Núm. II, p. 31.

8/2/1884: ―Tiempos Antiguos y Tiempos Nuevos. Inauguración del nuevo Ateneo‖, Tomo

XXXVII, Año XXVIII, Núm. V, T. XXVII, p. 79.

Page 45: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

45

30/3/1884: ―Crisis económica en Cuba y remedios que exige‖, Año XXVIII, Núm. XII, p. 202-

203.

8/7/1884: ―El naufragio del crucero de guerra Gravina‖, Tomo XXXVIII, Año XXVIII, Núm.

XXXV, p. 172.

22/11/1884: ―El santuario de la Virgen del Cobre, en la isla de Cuba, y las montañas que de

este mineral lo sostienen‖, Año XXVIII, Núm. XLIII, p. 303-306.

22/8/1885: ―El puerto de Baracoa en la isla de Cuba‖, Año XXIX, Tomo XXXIX,Núm. XXXI,

p. 107.

30/8/1885: ―Las islas Carolinas y la bandera alemana‖, Año XXIX, Núm. XXXII, p. 123-126.

30/1/1886: ―Retrato histórico de la Reina Católica, procedente de la Cartuja de Miraflores

(Burgos), y hoy existente en la casa del Sr. marqués de Pidal‖, Tomo XLVI, Año XXX, Núm.

VIII, p.134 (retrato en p. 140).

22/5/1887: ―Reflejo fiel de religiosidad y cultura en el cementerio que ha levantado en Llodio

(Álava) el Excmo. Marqués de Urquijo‖, Tomo XLIII, Año XXXI, Núm. XIX, p. 327-330.

CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS, ACTAS DE LA CUARTA REUNIÓN,

MADRID (1881) T I, Imprenta de Fortanet.

1883: ―De los territorios cubanos con anterioridad a los que allí encontró Colón, según puede

inferirse de las antigüedades encontradas en esta Isla por el Excmo. Sr. D. Miguel Rodríguez

Ferrer‖, pp. 224-267.

EUSKAL-ERRIA. REVISTA BASCONGADA (Sic)

Consultada enero del 2021.

https://w390w.gipuzkoa.net/WAS/CORP/DKPAtzokoPrentsaWEB/ikusi.do?lang=es

1882: ―Apuntes y documentos sobre Fuenterrabia sacados de una colección de dos tomos

pertenecientes a los siglos XVI y XVII‖, T. V, enero-marzo, p. 8 a 13 (cont.)

1882: ―Apuntes y documentos sobre Fuenterrabia sacados de una colección de dos tomos

pertenecientes a los siglos XVI y XVII‖, T. VI, abril a junio, p.235 a 238 (cont.).

1889: ―Fuenterrabia, su situación, sus recursos y sus glorias‖, T. XXI, Núm. 330, p. 193 -202.

Consultados el 2 de noviembre de 2020. (Este puede ser el último trabajo conocido de MRF,

editado post mortem. N. de A.).

1889: Apuntes Necrológicos, enero, pp. 540-541.

1905: ―Aizquirri y Aránzazu. Diario de una expedición para reconocer la caverna de Aizquirri

cerca de Aránzazu‖, T LII, p.214-225.

1907: ―En la ciudad de Fuenterrabia. Caserío Real Justiz‖, LVI, p. 103-108.

Breve memoria presentada al Excmo. Sr. D. Pedro de Egaña en el tiempo que estuvo de dipu-

tado general de la provincia de Álava, sobre la disminución que sufre la población rural de

dicha provincia, y medios de ocurrir á su aumento por un pronto ensayo para poblar uno de

sus muchos eriales. Imprenta de Domingo SAR, 1886, (19 pp.) (Con nota final: ―Desde la

granja del Retiro13 de Agosto de 1886‖. N. de A.)

Biblioteca Diputación Foral de Álava, A30-E2-N166.

https://www.europeana.eu/es/item/307/10357_5585_aggregation

Consultado en enero del 2021.

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REFERENCIAS EN PRENSA Y EN OTROS DOCUMENTOS DE

ÉPOCA A MIGUEL RODRÍGUEZ FERRER

Periódico El Vizcaíno originario, Bilbao, Núm. 64, 10 de agosto de 1841

Periódico El Vizcaíno originario, Bilbao, Núm. 66, 17 de agosto de 1841.

Periódico El Vizcaíno originario, Bilbao, Núm. 68 , 26 de agosto de 1841.

Periódico El Vizcaíno originario, Bilbao, Núm. 70, 31 de agosto de 1841.

Periódico El Vizcaíno originario, Bilbao, Núm. 72, 10 de septiembre de 1841.

ACTA del 9 de diciembre de 1861 en la que se acordó ceder parte de los terrenos solicitados

por Miguel Rodríguez Ferrer para fomentar la agricultura y la ganadería en el término de La-

rrabea.

https://www.araba.eus/arabadok/page/doc-

peo-

ple/doc?locale=es_ES&q=*%3A*&start=0&rows=1&sort=msstored_title%20asc&fq=mssear

ch_title&fv=Miguel+Rodr%C3%ADguez+Ferrer&fo=and&fq=mssearch_title&fv=Miguel+R

odr%C3%ADguez+Ferrer&fo=and&fq=mssearch_title&fv=Miguel+Rodr%C3%ADguez+Ferr

er&fo=and.

Archivo Provincial, Armario 29 Legajo 56 nº 11 (Consultado octubre de 2020).

EXPEDIENTE. El Ayuntamiento de Villarreal solicita el apoyo de la Diputación en el pleito

mantenido con Miguel Rodríguez Ferrer, motivado por la posesión de la colonia agrícola de-

nominada ―Larrabea‖.

Biblioteca Diputación Foral de Álava, 8 folios, 12 de enero de 1867, Villarreal, Álava; 29 de

marzo de 1867, Madrid. D.507-8.

REVISTA DE ESPAÑA

9/1873, T. XXXIV, Núm. 136, p. 433-481: Artículo de Antonio Cánovas del Castillo: ―Los

Antiguos y modernos vascongados, su origen y sosiego secular y su situación e inquietudes

actuales. A propósito del libro del Ilmo. Sr. D. Miguel Rodríguez Ferrer intitulado: Los Vas-

congados, su país, su lengua y el príncipe L.L. Bonaparte, con notas, ilustraciones y compro-

bantes, etc.‖

EXPEDIENTE

Miguel Rodríguez Ferrer solicita que se cumplimente un acuerdo de la Diputación General,

relativo al camino que desde la carretera de Villarreal va a la cantera de Aisna.

Biblioteca Diputación Foral de Álava, 9 folios, 30 de abril de 1879; Madrid, 20 de julio de

1879, Vitoria. D.304-14.

ACTA de la sesión de la Diputación Provincial de Álava del día 5 de noviembre de 1881.

http://www.araba.eus/arabadok//permalink/1@399586

Consultado febrero de 2021.

EUSKAL-ERRIA. REVISTA BASCONGADA

https://w390w.gipuzkoa.net/WAS/CORP/DKPAtzokoPrentsaWEB/ikusi.do?lang=es

Consultado febrero 2021.

Page 47: A LA CUEVA DE ALTAMIRA DESDE LA PREHISTORIA DE CUBA

47

1880: Referencia a Los Vascongados, su país, su lengua y el príncipe L.L. Bonaparte…, por el

Ilmo. Sr. D. Miguel Rodríguez Ferrer, en 4º de LIX-350 páginas que se vende al precio de seis

pesetas en Madrid y siete provincias, T. I, julio-diciembre.

1882: ―Granja agrícola El Retiro en Villa-Real‖, por R. Becerro de Bengoa, T. VI, abril a ju-

nio, p. 16-18.

1892: ―Los dólmenes alaveses‖, por Julián Apraiz, T. 27, Segundo semestre de 1892, p. 401-

406, 443-448. Referencia a MRF, p. 401, Vicepresidente en 1867 de la Comisión Provincial

de Monumentos históricos y artísticos de Álaba y del Ateneo Científico, literario y artístico de

Vitoria.

LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA

30/9/1881, Año XXV, Núm. XXXVI, p. 187, Referencia al IV Congreso de Americanistas de

Madrid (25-28 de septiembre de 1881). Juan Pérez de Guzmán relaciona exponentes del IV

Congreso: ―(…) el Sr. Rodríguez Ferrer, uno de los ejemplares paleontológicos más interesan-

tes hasta ahora descubierto: la mandíbula humana, fósil de uno de los protohistóricos habitan-

tes de Cuba (…).‖

22/11/1881, Año XXV, Núm. XLIII, p. 306-307. Se nombra a Rodríguez Ferrer en el IV Con-

greso de Americanistas y las colecciones de Puerto Rico de Cecilio Lara.

8/12/1888, Año XXXII, Núm. XLV, p. 342. Sección ―Libros presentados‖: el T. II de Natura-

leza y civilización de la grandiosa isla de Cuba de MRF.

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ANEXO 1

Edición facsímil de La Ilustración Española y Americana (8 de octubre de 1880)

“Apuntes de un diario” por D. M. Rodríguez Ferrer

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ANEXO 2

Edición facsímil de Revista de La Habana (Tomo IV, 1005)

“Arqueología americana” por Andrés Poey

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Esteban Maciques Sánchez

Doctor en Filología, Latín, Universidad

de La Habana (UH), 1988.

Crea y dirige el Equipo de Arqueología

Provincial (Matanzas, 1979-1988) con

el que realiza importantes trabajos de

campo y excavaciones, entre ellas las de

Cueva Musulmanes, en Varadero; in-

vestigaciones sobre el arte rupestre y

estudios especializados, bajo la asesoría

de los profesores de la Universidad de

La Habana Ramón Dacal Moure y Ma-

nuel Rivero de la Calle.

Crea la cátedra de Arte Aborigen Cu-

bano y Caribeño, en la Facultad de Arte

y Letras de la UH donde es profesor

Adjunto. Es Investigador-Conservador

del Museo Antropológico Montané en

dicha Universidad (1988-1992).

Profesor invitado en diversas Universi-

dades Españolas (Autónoma de Madrid,

Complutense de Madrid, Alcalá de He-

nares, Salamanca, Cantabria...) en don-

de ha impartido cursos y dado confe-

rencias sobre temas filológicos y rela-

cionados con la prehistoria y el arte

rupestre del Caribe. Ha participado

como coordinador por España en diver-

sos proyectos europeos (Roma, Grecia,

Dinamarca).

Investigador invitado del Museo de

América de Madrid, donde ha estudiado

las colecciones del Caribe y ha imparti-

do cursos y conferencias.

Ha publicado programas para el estudio de

la prehistoria del Caribe, artículos relacio-

nados con el arte aborigen, especialmente

el rupestre y su interpretación.

Autor de diversos libros de texto para la

enseñanza, y de otros como La colección

taína del Museo de América de Madrid,

Cómo enseñar una exposición, Idolillos

colgantes de piedra de la cultura taina.

Coautor de Un tiempo del Montané. Ha

participado en investigaciones, cuyos

resultados se han visto expuestos en di-

versos congresos internacionales.

Desde 1992, Especialista de la Confede-

ración Española de Aulas de la Tercera

Edad (CEATE). Desde el 2000 hasta el

2020, profesor de la Fundación UPDEA,

de la que también ha sido director. Miem-

bro fundador del Grupo de Investigación

Cultural Luis Montané (GRILMO).

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Edición EstudiosCulturales2003

ha publicado los siguientes cuadernos:

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Miami, 2021