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A LA DIESTRA DE DIOS PADRE Tomás Carrasquilla Narradora: Este dizque era un hombre que se llamaba Peralta. Vivía en una casucha muy grande y muy vieja. No era casao y vivía con una hermana soltera algo viejona y muy aburrida. No había en el pueblo quien no conociera a Peralta por sus muchas caridades, él lavaba a los llaguientos, él asistía a los enfermos, enterraba a los muertos, se quitaba el pan de la boca y los trapitos del cuerpo para dárselos a los pobres y por eso era que estaba en la pura inopia. A la hermana se la llevaba el diablo con todos los limosneros y leprosos que Peralta mantenía en la casa. (Peralta aparece en una casa pobre) Limosnero: Peralta, tengo hambre, ¿tenés algo para darme? Peralta: claro, tomá. La vida es un don cuando la hacemos don para los otros. Paralítico: ¡Qué bueno verte Peralta! ¿Hay algo para mí hoy? Peralta: Si queres venir más tarde. Ahora no tengo nada. Tengo que ir a trabajar pa’ conseguir lo del día. Paralítico: Gracias, Peralta. Vuelvo más tarde. (entra una mujer con un costal al hombro y malgeniada) Peraltona: Bendito Peralta ¿Cuándo vas a dejar esos amigos tuyos, que no sirven más que para estorbar? (Golpea con el pie a un limosnero que está junto a la puerta) Peralta: ¿trajiste algo? Peraltona : ¿Para qué? ¿para dárselo a tus mugrosos pobres? Peralta: me voy a trabajar, nos vemos luego Peraltona: ¿Qué te ganás hombre de Dios, con trabajar como un burro si todo lo que conseguís, lo botas dando de comer y vistiendo a cuanto perezoso y holgazán? Casáte, hombre, casáte pa’ que tengás hijos a quien mantener. Peralta: calle la boca hermanita y no diga disparates. Yo no necesito de hijos ni de mujer, ni de nadie, porque tengo a mi prójimo a quien servir. Mi familia son los prójimos. Peraltona: Tus prójimos, será por tanto que te lo agradecen, será por tanto que te han dao. Ahí te veo siempre más hilachento y más infeliz que los limosneros que socorrés. Bien podías comprarte una muda y comprármela a yo, que harto la necesitamos. Tan siquiera traer comida alguna vez pa’ que llenáramos, ya que pasamos tantos hambres. Pero vos no te afanás por lo tuyo; tenés sangre de gusano. Peralta: yo mejor me voy. Si vienen mis amigos, no olvidés atenderlos bien, como lo sabés hacer. Peraltona: Claro, así lo haré. (Hablando sola) Ese hermano de mí, no hace más que perder el tiempo. Por ser tan tonto le va a ir muy mal en la vida.

A La Diestra de Dios Padre

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Page 1: A La Diestra de Dios Padre

A LA DIESTRA DE DIOS PADRETomás Carrasquilla

Narradora: Este dizque era un hombre que se llamaba Peralta. Vivía en una casucha muy grande y muy vieja. No era casao y vivía con una hermana soltera algo viejona y muy aburrida.No había en el pueblo quien no conociera a Peralta por sus muchas caridades, él lavaba a los llaguientos, él asistía a los enfermos, enterraba a los muertos, se quitaba el pan de la boca y los trapitos del cuerpo para dárselos a los pobres y por eso era que estaba en la pura inopia. A la hermana se la llevaba el diablo con todos los limosneros y leprosos que Peralta mantenía en la casa. (Peralta aparece en una casa pobre) Limosnero: Peralta, tengo hambre, ¿tenés algo para darme?Peralta: claro, tomá. La vida es un don cuando la hacemos don para los otros.Paralítico: ¡Qué bueno verte Peralta! ¿Hay algo para mí hoy?Peralta: Si queres venir más tarde. Ahora no tengo nada. Tengo que ir a trabajar pa’ conseguir lo del día.Paralítico: Gracias, Peralta. Vuelvo más tarde.(entra una mujer con un costal al hombro y malgeniada)Peraltona: Bendito Peralta ¿Cuándo vas a dejar esos amigos tuyos, que no sirven más que para estorbar? (Golpea con el pie a un limosnero que está junto a la puerta)Peralta: ¿trajiste algo?Peraltona : ¿Para qué? ¿para dárselo a tus mugrosos pobres?Peralta: me voy a trabajar, nos vemos luegoPeraltona: ¿Qué te ganás hombre de Dios, con trabajar como un burro si todo lo que conseguís, lo botas dando de comer y vistiendo a cuanto perezoso y holgazán? Casáte, hombre, casáte pa’ que tengás hijos a quien mantener.Peralta: calle la boca hermanita y no diga disparates. Yo no necesito de hijos ni de mujer, ni de nadie, porque tengo a mi prójimo a quien servir. Mi familia son los prójimos.Peraltona: Tus prójimos, será por tanto que te lo agradecen, será por tanto que te han dao.Ahí te veo siempre más hilachento y más infeliz que los limosneros que socorrés. Bien podías comprarte una muda y comprármela a yo, que harto la necesitamos. Tan siquiera traer comida alguna vez pa’ que llenáramos, ya que pasamos tantos hambres. Pero vos no te afanás por lo tuyo; tenés sangre de gusano.Peralta: yo mejor me voy. Si vienen mis amigos, no olvidés atenderlos bien, como lo sabés hacer.Peraltona: Claro, así lo haré. (Hablando sola) Ese hermano de mí, no hace más que perder el tiempo. Por ser tan tonto le va a ir muy mal en la vida.Narradora: esta era siempre la cantaleta de la hermana, pero como si predicara en desierto frío. Peralta seguía más pior, siempre hilachento y zarrapastroso. En la casucha no vivían tan solamente los Peralta, sino que todos los lisiados y leprosos se habían apoderado de los cuartos y los corredores de la casa “convidaos por el sangre de gusano” como decía la hermana(aparece Peralta junto al fuego con un amigo)Peralta: la vida es dura, hay que trabajar de sol a sol para medio comer.Toño: Sí pero...esto algún día se va acabar....(mirando hacia la puerta asombrado) Mirá Peralta se están arrimando dos , vienen dos señores , parecen mismamente el Taita y el hijo. Narradora: el uno era un viejito con los cachetes muy sumidos, ojí triste él, de barbitas rucias y cabecipelón. El otro era muchachón, muy buen mozo, medio mono algo sarco y con una mata de pelos en cachumbos que le caían hasta media espalda. Le lucía mucho la capita de pelegrino. Todos dos tenían sombrerito de caña y unos bordones muy gruesos y alpargatas.

Jesús: Buenas nochesPeralta: Buenas noches. Sigan, deben estar aguantando frío y deben tener hambre.Pedro: Gracias. Realmente vamos a otro pueblo pero se hizo tarde.Peralta: No importa, se pueden quedar acá, aunque no haya mucho espacio. ¿Desean una aguapanela?, es lo único que tenemos.Jesús: gracias, son muy amables. Ustedes me hacen pensar en una viuda generosa que conocí.Peralta: Si quieren pueden descansar en estos costales, son nuevos los compré ayer.Narrador. Se sentaron en una banca muy cansaos, y se pusieron hablar una carreta tan bonita, pues los Peralta sin entender jota no se cansaban de oirla.

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Toño: (hablando con Peralta y Peraltona) Yo no se porqué me parece que el viejo respeta más al muchacho que el muchacho al viejo.Peralta: y a yo no entiendo porque siento esta alegría tan sabrosa por dentro.Peraltona: ni mucho menos de dónde sale un olor que transciende toda la casa.(Al día siguiente)Jesús: Peralta, te agradecemos la posada, has sido muy amable, Dios te lo recompensará.Pedro: Flor de lis: bis.Peralta: Lo hacemos con mucho gusto. Esperamos que vuelvan. (Jesús sale, mientras llega a la casa Peraltona)Peraltona: ¡Qué belleza! Madrugastes a atender a tus mugrosos pobres.Toño: Peralta, mire lo que me encontré(cantado)Peralta: Corramos, vamos a entregarlo: En sus marcas, listo...Peraltona: espere. Eso es mío, yo lo vi primero. Cómo se les ocurre que lo vamos a entregar. Con esa plata saldremos de nuestra miseria y vos...podrás ayudar a tus mugrosos pobres.Peralta: son monedas de oro, cuestan mucha plata y no es nuestro, además le debe estar haciendo mucha falta al dueño. Peraltona: nos hubiera podido dar aunque sea una moneda por la quedada.Voz in off: Peralta, Peralta ... (confusión: alzan la bolsa, miran los costales, el techo para descubrir de dónde proviene la voz)Voz in off: eres un hombre muy bueno, generoso, que te preocupas por el bien de los demás. Los Peregrinos que te visitaron anoche no somos tales, el viejito es Pedro mi discípulo, el que maneja las llaves del cielo y yo soy Jesús Nazareno. No hemos venido a l la tierra más que a probarte y en verdad te digo que te luciste en la prueba. Otro Que no fuera tan cristiano como vos, se guarda las onzas y se había quedado muy orondo. Voy a premiarte.Peralta: por qué no avisó que era Su Mercé, les hubiera puesto doble costal pa’ que aguantaran el piso duro.

Voz in off: Los dineros son tuyos, llevátelos. Y voy a darte de encima las cuatro cosas que me querás pedir.Narradora: Peralta como era un hombre tan desentendido pa’ todas las cosas, no le dio mal, ni se quedó pasmao, sino que muy tranquilo se puso a pensar a ver qué pedía.Peralta: Yo quiero...Peraltona: pero por lo menos consulte tonto. Plata, plata es lo que tiene que pedir pa’ ver si salimos de esta pobreza.Toño: sí, pida plata, eso es una buena idea.Peralta: pido que su divina Magestá me de la virtú de achiquitarme a como a yo me de la gana hasta volverme tan chirringo como una hormiga.Narradora: dicen los ejemplos y el misal que el Señor no se rió ni una merita vez, pero aquí si le agarró la risa y le dijo a Peralta:Voz in off: hombre Peralta otro como vos no nace y si nace no se cría. Todos me piden grandor y vos con ser un recorte de hombre, me pedís pequeñez.Peraltona: ¿Cómo se te ocurre? Dejá de pedir bobadas que sólo tenemos tres oportunidades pa’ salir de pobres.Toño: Pida salud, sí pida salud, pa’ que no viva enfermo y tenga una larga vida.Peralta: mi segundo deseo es que cuando me vaya a morir me mande la muerte por delante y no a la traición.Voz in off: concedido.Peraltona: caremuerte, te vas es ir pa’ el infierno, pida el cielo bruto.Toño: sí, pida el cielo y como a usted le dan miedo las alturas pida otra boleta pa’ mí y lo yo acompaño.Peralta: mi tercer deseo es que...(rascándose la cabeza) Ya se. Lo tercero que me ha de conceder es que yo pueda detener al que quiera, en el puesto que yo le señale y por el tiempo que a yo me parezca.Voz in off: Rara es tu petición, amigo Peralta, en verdá te digo que una petición como la tuya jamás había oído pero que sea lo que vos querás.Peraltona: Peralta, pero escuche consejos, deje de pedir bobadas que nos va a ir muy mal.Pida ser de buenas en el amor, pa’ ver si consigue algo, porque con esa fachada que tiene...casi nada consigue, más que paralíticos y mendigos.Toño: y pida una novia pa´mi.Voz in off: Sólo te queda un último deseo, piénsalo muy bien.

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Peralta: Mi último deseo es... que nadie me gane jugando cartas.Voz in off: concedido.Peraltona: (agarra un palo y corretea a Peralta) Se tiró la única oportunidad que teníamos por pedir bobadas, antes no pidió más enfermos, leprosos y paralíticos. Tonto, tonto tonto (llora desconsolada)Toño: (mientras Peraltona lo persigue) corra, corra Peralta, porqué no pidió pies de gacela.

(Días después aparece Peralta en el parque con un amigo)Peralta: lo invito a jugar una partidita.Pepe: Pa’ que quiere jugar, pa’ perder como siempre.Peralta: no, estoy seguro que esta vez no voy a perder, deme una oportunidad.Pepe: está bien, empecemos a jugar.(empiezan a jugar cartas y Pepe se muestra asombrado y le habla con voz fuerte)Pepe: pero Peralta, yo no entiendo lo que está pasando, creo que usted me está haciendo trampa.Peralta: que no hombre, yo estoy jugando a lo limpio (mientras amontona monedas y billetes y las mete en un costal)(Peralta regresa a su casa llevando un costal con mucho dinero, sale corriendo a recibirlo Peraltona)Peraltona: Peraltica, hermano de yo (dice con voz irónica) no se imagina lo priocupada que estaba... ¿ qué me traés?Peralta: mirá Peraltona he jugado con Pepe y le he ganado en el juego.Debo ir al pueblo, a comprar comidita pa’ tener con qué alimentar esta gente (y señala a los enfermos que se encuentran tirados en el piso)Peraltona: pero Peralta no sea tonto, no ve que podemos ser ricos, olvídate de estos andrajosos, (con el pie golpea a un limosnero)Peralta: vamos amigos tengo que limpiarlos.Narradora: lo más particular era que Peralta con tantísimo caudal como iba consiguiendo, no se daba nadita de importancia, ni en la ropita, ni en la comida, ni en nada. Con su misma ruanita pastusa con listones,, con sus mismos pantalones remendados se quedó el hombre.Toño: cómo le parece Peraltona, aunque Peralta está tapao en plata sigue lavando sus leprosos, asistiendo a sus enfermos y hasta consiguió casa pa’ recoger los lisiados.Peraltona: Espere y verés pa’que se hizo la plata.Narradora: pero lo que no canta el carro, lo canta la carreta: la Peraltona si supo darse orgullo y meterse a Señora de media y zapato. Con todo el platal que le sacó al hermano compró casa de balcón en el pueblo y consiguió serviciala, y compró ropa muy buena y de usos muy bonitos. Cada rato se ponía en el balcón y, apenas veía gente gritaba:Peraltona: Maruchenga, tréme el pañolón de piel de jelino, que voy a visitar a la Reina. Maruchenga, tréme los frascos de perjume pa’ ruciar por aquí que guele malNarradora: Y si veía pasar a algunan señora decía:Peraltona: no la pueden ver a una encopetada y pintorretiada, ni con estrene porque ahí mismito la imitan esas indias patirrajadas.Narradora: Estaba un día Peralta solo en grima, en su casucha, haciendo los montoncitos de plata, pa’ repartir cuando... Muerte: (toca la puerta) Vengo por vos.Peralta: bueno, pero tenés que darme un placito pa’ confesarme y hacer el testamiento.Muerte: con tal que no sea mucho porque ando de aján.Peralta: date por ahí una gueltecita, mientras yo me arreglo; o si te parece entretenete aquí viendo el pueblo que tiene muy bonita divisa. Mirá aquel palo de aguacate tan alto, trepate a él, pa’ que divisés a tu gusto. (la muerte se trepa ene le árbol) Date descanso viejita hasta que a yo me de la gana.Narradora: Pasaban las semanas, los meses y pasó un año. Vinieron las viruelas, vino el sarampión y la tos ferina, y vino la culebrilla y nadie se moría. Vinieron las pestes en todos los alimanes pues tampoco se murieron. El cura, el sacristán, el sepulturero pasaron hambres a lo bestia porque ni un entierrito, ni la abierta de una sola sepultura guelieron en esos días.Mientras tanto en el cielo y en el infierno estaban ofuscados y confundidos sin saber qué sería aquello tan particular, ni un alma asomabas las narices por esos laos, aquello era la desocupez más triste. San Pedro se moría de la pura aburrición en la puerta del cielo: se lo pasaba por ahí sentadito en un banco, dormido, bosteciando y rezando a ratico en un rosario bendecido en Jerusalén.Pedro: Maestro, toda la vida le he servido, pero ahí le entrego el destino: esto si no lo aguanto yo. Póngame algotro oficio qué hacer o saque algún recurso.

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(Se secretean Cristo y San Pedro)Jesús: Pues, eso tiene que ser; no hay otra causa. Volvé vos al mundo y tratá a ese hombre con harta mañita, pa’ ver si nos presta la muerte, porque si no, nos embromamos.Narradora: Se puso San Pedro la muda de peregrino, se chantó las alpargatas y el sombreo y cogió el bordón. Había caminado muy poquito, cuando se encontró con un chismoso que mandaba el diablo para que vigiara por los laos del cielo, a ver si era que todas las almas se estaban salvando.San Pedro: Qué salvación ni que demontres, si esto s está acabando.(llega a la casa de Peralta) Abríme Peraltica, por la Virgen, que es de mucha necesidá. Hombre, no vengo a que me des posada tan solamente; vengo mandao por el Maestro a que nos largués la muerte unos días, porque vos la tenés de pata y mano en algún encierro.Peralta: Lo que menos su mercé, la tengo bien asegurada, pero no encerrada y se las presto con mucho gusto, con la condición que a yo no me haga nada.San Pedro: Contá conmigo.Narradora: Cómo estaría de hambrienta la muerte que en una semana acabó con un jurgo de gente; ni an los enterraban, sino que medio los tapaban con tierra. Peralta ahora sí que parecía un duende: de a quí pa’ llá, consolando y socorriendo.Pero un día amaneció con la pálida y por eso arregló los corotos y pidió al cura. Peralta: Ya he vivido harto y disfrutado y lo mismo es morirse hoy que mañana go otro día.Narradora: Mandó en su testamiento que lo enterraran con los daos y la baraja y sin ataú, porque era mucho lo humilde. Asina fue que apenas se le presentó la Pelona, cerró el ojo, estiró la pata y le dijo.Peralta: Mátame, pues.Narradora: ¡Poquito sería lo duro que le asestó el golpe, con el rincor que le tenía!(Peralta se encuentra en un paraje muy feo, parecido a una plaza. Voltea a ver por todas partes y alo lejos descubre un caminito muy angosto y oscuro cercado de zarzas.)Peralta: ya se aonde se va ese camino. El mismito que mentaba el Cura en las prédicas. Cojo pue el otro lao.Narradora: y cogió. Se fue topando con mucha gente muy blanca que parecía mandones fefes, con señoras muy bonitas y muy ricas que parecían principesas . (aparece en medio de múltiples rosas.)Peralta: Questo parece el puro injierno, pues ese jumero que sale de pa’rriba y ese candelón que sale de pa’bajo.(aparece el Diablo en un colchón dormido, pero como enfermo)Diablo: (con arrogancia) ¿Qué venís hacer aquí careponqué? Vos no sos de aquí, rúmbate al momento.Peralta: Pes, como nadie me atajó, yo me jui colando, sin saber que me iba a topar con su Mercé.Diablo: ¿Quién sos vos?Peralta: yo soy un pobrecito del mundo que ando poaquí embolatao. Me dijeron que estaba en carrera de Salvación, pero a yo no me han recebido indagatoria ni nadie se ha metido con yo.Narradora: al momento le comprendió el Diablo que era alma del purgatorio o del Cielo. Como la humildá le agrada hasta al mismo Diablo, con ser tan soberbio, resultó que Peralta más bien le cayó en gracia, más bien le pareció querido.Peralta: ¿Su mercé está como enjermoso?Diablo: sí hombre, como muy aplacao. Se me han alborotado en estos días los achaques, y lo pior es que nadie viene a hacerme compañía, porque el mayordomo, los agregaos y toda ésta gente endiablada no tiene tiempo ni de comer, con todo el trabajo que nos ha caído en estos días.Peralta: pues, si yo le puedo servir en algo a su Mercé, mandame lo que queras, que el gusto mío es servirle a las personas.Diablo: yo quiero entretenerme en algo.Peralta: (con disimulo) Pues, si su Mercé quiere que juguemos alguna cosita, yo se jugar too tipo de juegos; y en prueba de ello, es que tengo mis útiles entre el bolsillo (saca las barajas y los dados)Diablo: hombre, Peralta, lo malo es que vos no tenés que apostar y yo no juego así.Peralta: ¿Cómo no he de tener, si yo tengo un alma como la de todos? Yo la juego con su Mercé, pues también soy muy ambicioso.. La juego contra cualquiera alma de la gente de Su Mercé.Diablo: me convenció, empecemos pues, juguemos tute. ( el diablo baraja con agilidad e inicia el juego, en el cual el diablo juega muy satisfecho)Peralta (tiende sus cartas ) Cuarenta, as y tres.Diablo: Listo, sigamos a ver que resulta (continúan jugando y Peralta gana todas las partidas. El diablo se pone a llorar)

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Peralta: ( con tono suplicante) Pero ¿ porqué no seguimos, Su Mercé? Es cierto que le he ganao más de treinta mil millones de almas, pero yo veo que el injierno está sin tocar.Diablo: cierto, pero esas almas no las arriesgo yo: son mis almas queridas; son mi familia, porque son lo que más se parecen a yo.(llama a un diablo) Andá, hombre, sacale a éste su ganancia, y que se largue de aquí.Narradora: Peralta, tan desentendido, como si no hubiera hecho nada, se fue yendo muy despacio, hasta que se encontró con los tuneros del caminito del cielo. Pedro: (disgustado al ver a Peralta) ¿Qué hacés aquí? ¿Te parece que te has portao muy bien y que nos tenés muy contentos? Si allá en la tierra no te amasé fue porque no pude, pero aquí si te pulo.Peralta: no se fije en yo, viejito; fíjese en lo que viene pue aquel lao. Vaya a ver cómo acomoda esa gentecita, y déjese de nojarse ( San Pedro con cara de susto observa a toda la gente y corriendo se va a cerrar las puertas con doble tranca)Narradora: no bien se sintió San Pedro de puertas pa’ dentro, corrió muy ajanao, y le hizo una señita al Señor. Bajó el Señor de su trono, y se toparon como en la mitad del cielo y se agarraron a conversar en un secreteo tan larguísimo que a toda la gente de la Corte Celestial le entró la curiosidá. ( San Pedro manotea disgustado, mientras habla con Dios)

Señor: ( sereno) en buena nos ha metido ese Peralta. Pero eso no puede ser de ninguna manera: los condenaos, condenaos se tienen que quedar por toa la eternidá. Andate a tu puesto, que yo iré a ver cómo arreglamos esto . (llama a un santo, vestido de sacerdote y dialogan los dos. Luego llama a una santa, vestida de carmelita)Narradora: La santica entró como en alegato con el cura:; pero a lo último, él se puso a relatar y ella a jalar pluma.. Esa si era escrivana: Se le veía todo lo vaquina que era en esas cosas de escribanía. Sólo mi Dios sabe el tiempo que gastó escribiendo, porque en el cielo no hay reló. ( Santa Teresa le entrega el pergamino al Señor y la corte celestial comienza a tocar)Jesús: (voltea a mirar a Peralta) Ponga harto cuidado, pa’ que vea que la Gloria Celestial no es cualquier cosa. ( mirando a la santica) Leé vos el escrito, hijita, que tenés tan linda pronuncia .Santa Teresa: Nos Tomás de Aquino y Teresa de Jesús, mayores de edad y del vecindario del Cielo, por mandato de Nuestro Señor hemos venido a resolver un punto muy trabajoso...Narradora: tan trabajoso, tan sumamente trabajoso, que ni an siquiera se puede contar bien patente las retajilas tan lindas y tan bien empatadas. Ultimadamente ese documento tan enredado quería decir que era muy cierto que Peralta le ha ganaoa a lo legal al Enemigo esa traquilada de almas, pero que más sin embargo, esas almas no se pódían colar al cielo ni de chiripa y que por eso tenían que quedarse ajuera, pero al mismo tiempo como todas las cosas de Dios tiene remedio y el areeglo jue as. Que todas las glorias que debian haber ganao esas almas redimidas por Peralta, se ajuntaran en una gloriona grande y se la metieran enterita a Peralta que era el que la había ganao con su puño y que todas esas almas las mandaban pa’ la tierra y que pr too est, dizque has que hay en este mundo una gente tan mala y que goza con el mal del cristiano porque ya es gente del patas. (aparecen ladones, drogados, chismosos)(aparece Peralta en el trono de la Santísima Trinidad)Dios Padre: Peralta, escogé el puesto que querás, ninguno lo ha ganao tan alto como vos, porque vos sos la humildad, porque vos sos la caridá. Allá abajo fuiste el más desdichao, aquí sos el alma gloriosa que más ha ganao. Escogé el puesto, no te humillés más, que ya estás ensalzao. (Comienzan a cantar los ángeles)Narradora: Y Peralta, que todavía no había usao la virtú e achiquitarse, se fue achiquitando, achiquitando hasta volverse un Peraltica de 3 pulgadas, y derechito, con la agilidá que tienen los bienaventurados, se brincó al mundo que tiene el Padre en su diestra, se acomodó muy bien y se abrazó con la cruz. ¡Allí está por toda le eternidá¡Peralta: Y colorín, colorao... perdonen lo malo que hubiera estao. Y pa’ ganarnos el cielo, golvámonos humildes como el niño de Belén, en este nuevo año que Dios nos ha regalao. Jeliz Año.

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