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A los 32 Estoy sentado en mi oficina a la edad de 32 desperdiciando un espacio de 10x10 en el piso 10. Traigo puesto un traje confeccionado a mi medida que encaja perfectamente con el perfil que debo de tener. La secretaria entra contoneando sus caderas y se dirige a mí como “ingeniero”, dice algo pero sus palabras no logran llegar a mis oídos. Miro mis manos que tiemblan y le respondo algo pero no estoy muy seguro de que. La cabeza me da vueltas y no puedo pensar en una sola cosa. Salgo de la oficina y miro a las personas sin rostros que pasan apresurados de un lado a otro. Me dirijo hacia las escaleras y subo, subo, subo, subo… Cuando llego a la azotea abro la puerta y camino hacia la barda, miro hacia abajo y veo a los carros pasar, tomo impulso y me subo a ella. Llego a casa a la edad de 28. El silencio es casi tangible, y llena cada parte de mí. Caliento la cena y evito sentarme en la enorme mesa que jamás he usado por lo ridículo que sería que una sola persona ocupara ese espacio. Antes de irme a la cama llega sigilosamente mi novia Soledad, se funde con el silencio y el vacío mientras me abraza. A donde quiera que vaya, ella está conmigo, y en momentos cuando logro olvidarla me basta mirar alrededor, a las familias y parejas felices; Soledad siempre me recuerda que sigue ahí. Cuando me voy a dormir ella se acuesta al otro lado, siento un escalofrió recorrer

A-los-32 por cintia reyes

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cuento acerca de un hombre que esta al borde del suicidio

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A los 32

Estoy sentado en mi oficina a la edad de 32 desperdiciando un espacio de 10x10 en el piso 10. Traigo puesto un traje confeccionado a mi medida que encaja perfectamente con el perfil que debo de tener. La secretaria entra contoneando sus caderas y se dirige a m como ingeniero, dice algo pero sus palabras no logran llegar a mis odos. Miro mis manos que tiemblan y le respondo algo pero no estoy muy seguro de que. La cabeza me da vueltas y no puedo pensar en una sola cosa. Salgo de la oficina y miro a las personas sin rostros que pasan apresurados de un lado a otro. Me dirijo hacia las escaleras y subo, subo, subo, subo Cuando llego a la azotea abro la puerta y camino hacia la barda, miro hacia abajo y veo a los carros pasar, tomo impulso y me subo a ella.

Llego a casa a la edad de 28. El silencio es casi tangible, y llena cada parte de m. Caliento la cena y evito sentarme en la enorme mesa que jams he usado por lo ridculo que sera que una sola persona ocupara ese espacio. Antes de irme a la cama llega sigilosamente mi novia Soledad, se funde con el silencio y el vaco mientras me abraza. A donde quiera que vaya, ella est conmigo, y en momentos cuando logro olvidarla me basta mirar alrededor, a las familias y parejas felices; Soledad siempre me recuerda que sigue ah. Cuando me voy a dormir ella se acuesta al otro lado, siento un escalofri recorrer mis huesos mientras ella me acaricia y me susurra al odo: nunca te dejar.

Me titulo a los 23 con una fantstica ceremonia y una gran fiesta. Todos sonren y me felicitan. Todos tan alegres menos yo, pero aun as sonri porque s que debo sonrer. Intento motivarme pensando que en unos das me mudar a mi propio apartamento y dejar atrs la casa de mis padres junto con todas las expectativas que esperaron a que cumpliera. Pero aun as pienso que ellos solo me dejaran en libertad el tiempo suficiente para que crea que soy libre. Y a veces quiero ser un poco ms ingenuo y creer que mi momento llegar, el problema es que no soy as y no s cunto tiempo ms tendr que soportar.

Llego a mi nuevo saln y miro a la gente. Al igual que yo, todos parecen tener 18 aos. Me siento en un lugar vaco y escucho las conversaciones de los dems. Todos parecen estar emocionados por su primer ao en la universidad. Inconscientemente mis ojos miran la puerta. Ser normal querer huir? Ser normal querer salir corriendo por esa puerta? A estas alturas no importa. Adems de que no quiero ni imaginar lo que la gente dira de mi si decidiera renunciar a esto. Pero, de nuevo: renunciar no es una opcin. De cualquier forma, no tengo las agallas para hacerlo.

Tengo 13 aos. Estoy sentado rodeado de los amigos de mi pap, y uno de ellos se dirige a mi preguntando que quiero ser de grande. Miro a mi pap y casi puedo escuchar sus pensamientos pidiendo que diga que quiero ser como l, pero en su lugar respondo que quiero ser escritor. Despus de un par de segundos de silencio todos ren al unsono excepto mi padre. Lo miro y el no muestra seal de querer rer con el resto. Cuando todos se van lo espero al pie de la escalera y l se acerca y sin pensarlo dos veces me golpea con la palma de su mano directo en la mejilla, causando as que caiga. Me toco la cara mientras lloro y lo volteo a ver desde el piso. Imponente como es l me dice con palabras lentas y claras eso que dijiste no es una opcin en esta casa.

Cuando tengo 8 aos hablo con mis amigos de nuestros sueos de ser astronautas, bomberos, magos o detectives. Le cuento a mam mientras mira la televisin y solo asiente mientras me dice que baje la voz. La emocin que siento es tanta que no me importa si ella escucha o no. Corro de un lado a otro riendo. Pienso que quiero ser un superhroe porque as salvar al mundo y todos me admirarn, adems de que mam y pap estarn muy orgullosos de m.

Pero no.

Tengo 32 y estoy al borde de la azotea del edificio donde trabajo. Ya no importa si tengo una oficina 10x10. Recuerdo como era cuando tena 8 aos, y lloro como cuando tena 13, estoy tan arrepentido como a los 18, tan decepcionado como a los 23 y sigo tan solo como a los 28. No s en lo que me he convertido Tengo 32 y no soy quien quiero ser. Tengo 32 y no s qu quiero hacer; no s si volar o soar, si continuar o dejarme llevar. Si quiero vivir o si quieres morir. Respiro tan hondo como nunca lo he hecho, exhalo y miro abajo por ltima vez. Y grito. Grito tan fuerte porque quiero que me escuchen al otro lado del mundo. Grito, lloro y siento todo lo que no sent en aos. Y despus bajo y corro por las escaleras, los rostros son otra vez borrosos mientras dejo atrs ms de diez pisos. Sin una pizca de aliento empujo la puerta de la entrada y abro un mundo de posibilidades. Despus de tanto tiempo sonri sabiendo que todo es nuevamente de color.

R.C. Bennet