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CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL ADELANTO DE LAS MUJERES Y LA EQUIDAD DE GÉNERO COMITÉ DEL CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL ADELANTO DE LAS MUJERES Y LA EQUIDAD DE GÉNERO Cómo entender la Trata de personas desde sus historias COMISIÓN ESPECIAL DE LUCHA CONTRA LA TRATA DE PERSONAS

A Mi No Me Va a Pasar

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Coordinado por la periodista Alejandra del Castillo.

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  • CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL ADELANTO DE LAS MUJERES Y LA EQUIDAD DE GNERO

    COMIT DEL CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL ADELANTO DE LAS MUJERES Y LA EQUIDAD DE GNERO

    Cmo entender la Trata de personas desde sus historias

    COMISIN ESPECIAL DE LUCHA CONTRA LA TRATA DE PERSONAS

  • PASAR A M NO ME VA A PASAR A M NO NO ME VA A PASAR A M NO ME VA A VA A PASAR A M NO ME VA A PASARA PASAR A M NO ME VA A PASAR A

    A M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA VA A PASAR A M NO ME VA A PASAR

    PASAR A M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA PASAR A M NO ME VA A PASAR A M NO

    NO ME VA A PASAR A M NO ME VA APASAR A M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA A PASARA M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA

    A PASAR

    Cmo entender la trata de personas desde sus historias

  • PASAR A M NO ME VA A PASAR A M NO NO ME VA A PASAR A M NO ME VA A VA A PASAR A M NO ME VA A PASARA PASAR A M NO ME VA A PASAR A

    A M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA VA A PASAR A M NO ME VA A PASAR

    PASAR A M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA PASAR A M NO ME VA A PASAR A M NO

    NO ME VA A PASAR A M NO ME VA APASAR A M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA A PASARA M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA

    A PASAR

    frica Barrales

    Ale del Castillo

    Anala Ferreyra

    Humberto Padgett

    Lydiette Carrin

    Mariel Ibarra

    Moiss Castillo

    Pablo Zulaica

    Tanya Guerrero

    Vanessa Job

  • A M NO ME VA A PASAR

    Cmo entender la trata de personas desde sus historias

    Primera edicin, 2015

    D.R. Centro de Estudios para el Adelanto

    de las Mujeres y la Equidad de Gnero

    ISBN: 978-607-9423-15-5

    H. Congreso de la Unin

    Cmara de Diputados. lxi Legislatura

    Av. Congreso de la Unin nm. 66

    Col. El Parque. Delegacin Venustiano Carranza

    C.P. 15960, Mxico, D.F.

    Tel: (55) 50360000 ext. 59218

    www3.diputados.gob.mx/camara/CEAMEG

    Reservados todos los derechos. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida,

    archivada o transmitida en cualquier sistema ---electrnico, mecnico, de fotorepro-

    duccin, de almacenamiento en memoria o cualquier otro---, salvo permiso escrito del

    titular del copyright.

    Impreso y hecho en Mxico.

  • 5A M NO ME VA A PASAR

    A M NO ME VA A PASAR[Es muy fcil decirlo]

    A M NO ME VA A PASAR[A esas personas les pas]

    A M NO ME VA A PASAR[Tienes que informarte para que no te pase]

  • 7A M NO ME VA A PASAR

    ndice

    PresentacinPrlogoHablemos de trata

    I

    Utilizacin de personas menores de 18 aos en actividades delictivas

    Mam, quiero ser sicario

    Libertad, verdad y justicia no valen nada

    II

    Trabajo o servicios forzados El tedio del campo a los 14

    Los invisibles del campo

    III

    Prostitucin ajena u otras formas de explotacin sexual Eres una mala madre

    Amor disfrazado

    Siempre escapar

    Yo pagu por ti

    Algn da su hija aparecer

    La historia de Nataly y el hombre que la venda 60 veces al da

    91117

    27

    2933

    434549

    59616371879399

  • 8

    Pornografa infantil l era mi preferido

    Quiero tener Facebook

    No lo va a saber nadie

    Foreign child predator

    IV

    Mendicidad forzadaAdopcin ilegal

    La orquesta de Mam Rosa: sinfona del abuso

    V

    Condicin de siervoEsclavitud

    Silvia: tres veces abusada

    La nia esclava

    VI

    Explotacin laboral Yo no soy vctima de trata: fui vctima

    ConclusionesAgradecimientosAutoresInformacin para denuncias y reportes

    123125129133141

    149151153

    175177179191

    203205

    221223225229

  • 9A M NO ME VA A PASAR

    Presentacin

    No debera pasarte, a nadie debe-ra pasarle. Nadie debera ser vcti-ma del delito de trata de personas.

    La trata de personas es un problema a nivel mundial que a la par, es tambin un gran negocio. De la trata se habla mucho y poco se entiende. Comprender la trata de per-sonas es una necesidad urgente para evitarla desde cada una de las personas que pudiera ser una posible vctima. Nadie est exento.

    A m no me va pasar es un libro iniciativa de la Co-misin Especial de la Lucha Contra la Trata de Personas y del Centro de Estudio para el Adelanto de las Mujeres y Equidad de Gnero (ceameg) de la Cmara de Diputados.

    La publicacin contiene 18 historias, todas reales, escritas por las plumas de 10 periodistas con una amplia y reconocida trayectoria, a los que el compromiso social los mueve a tenderse como un puente para contar las histo-rias que no deberan quedarse en el silencio.

  • 10

    A m no me va a pasar es un material preventivo, su objetivo es dibujar desde las historias de sus sobrevi-vientes, las diferentes modalidades del delito de trata de personas y as, alertar sobre sus riesgos.

    Es muy fcil pensar que a cualquier persona podra NO pasarle, seguramente los sobrevivientes del delito de trata de personas tambin lo pensaron y les pas. Por eso hoy te invitamos a la lectura, para que como una afirma-cin puedas decir: A m no me va a pasar.

    El libro A m no me va a pasar es un material de dis-tribucin gratuita, comprtelo y smate a la lucha contra la trata de personas.

    Dip. Leticia Lpez LanderoPRESIDENTA DE LA COMISIN ESPECIAL DE

    LA LUCHA CONTRA LA TRATA DE PERSONAS

    Dip. Flor de Mara Pedraza AguileraPRESIDENTA DEL COMIT DEL CEAMEG

    Lic. Marina Mandujano CurielDIRECTORA GENERAL DEL CEAMEG

  • 11A M NO ME VA A PASAR

    Prlogo

    Una droga slo se puede vender una vez: quien la compra, la consume y se acab. Un arma o arsenal slo se vende una vez: quien recibe el dinero no la vuelve a ver. A una mujer se le puede vender al da 60 veces, y al da siguiente otras 60 veces ms.

    La esclavitud y la explotacin de seres hu-manos nunca han dejado de ser una realidad. Son cotidianas, visibles, toleradas y fomentadas hoy de forma no tan diferente a otros siglos en que la llamada trata de blancas o el comercio de escla-vos era incluso algo legal. La esclavitud y la explo-tacin dejan ganancias inimaginables a los y las tratantes, pues las vctimas de estos delitos son ex-plotadas una y otra vez.

    Entre las diferentes realidades la disposicin de nias para los matrimonios forzados, de nios para la mendi-cidad, de mujeres indgenas para la explotacin labo-ral, de mujeres y hombres para la prostitucin ajena, de personas adultas mayores para trabajos y servicios forzados, de bebs para adopciones ilegales, de jvenes para utilizacin en actividades delictivas o en conflictos armados, algunas nos quedan ms cerca que otras, y esto nos obliga a detener nuestro andar, abrir los ojos y pensar que a m tambin me puede pasar.

  • 12

    Pocas cosas han cambiado. La denominacin del delito, que ahora visibiliza la explotacin no slo de un tipo especfico de mujer u hombre, sino que engloba todo aquel abuso que puede ser sufrido por cualquier persona, puede ser lo ms notorio. Pero, aunque esfuerzos inter-nacionales y nacionales han dado pie a normas para su sancin y erradicacin, las redes de proteccin, de con-tubernio, de corrupcin, la indiferencia que como seres humanos tenemos por el dolor de otros y la ceguera so-cial, han propiciado que este delito, prohibido desde la Constitucin Poltica de los Estados Unidos Mexicanos, sea hoy en nuestro pas uno de los ms recurrentes y me-nos sancionados.

    No importa mi clase social, el color de mi tez, ni mi sexo. No importa mi educacin, no importa si en realidad no me importa el tema o no quiero acercarme ni invo-lucrarme en l. Pensar que a m no me va a pasar es el principio para ponerme en riesgo.

    Si no abro mis ojos y mi corazn al entendimiento de los daos que este delito deja en los seres huma-nos en algunos casos, ellos pensaron que no les poda pasar, no podr ser emptico con ese dolor, no podr cuidar de los mos y tampoco podr ayudar a prevenirlo.

    El conocimiento de las formas en que este crimen se da me ayudar a m y a los que estn alrededor a per-manecer alertas, a no pasar de ser alguien libre a integrar la estadstica de las miles de vctimas sin nombre que este delito deja cada ao.

    En 2007, Mxico armoniz su legislacin nacional a los compromisos internacionales que lo obligan a le-

  • 13A M NO ME VA A PASAR

    gislar contra la trata de personas. A partir de ese trabajo legislativo, una cadena de esfuerzos tanto de poltica p-blica como legislativa visibiliza la diversidad de las mo-dalidades de explotacin del delito de trata, y se crean mecanismos para su abordaje legislativo, como la Comi-sin de Lucha contra la Trata de Personas.

    Posteriormente, al comprobarse que las formas de explotacin contenidas en la primera ley de 2007 no identifican la totalidad de las formas de explota-cin humana, se derog dicha norma para dar paso a la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Proteccin y Asistencia a las Vctimas de estos Delitos, publicada en el Diario Oficial de la Federacin el 14 de junio de 2012, que desarrolla cada una de las diversas modalidades de explotacin humana para el delito de trata de personas1. Desde entonces, no slo se piensa y se legisla en cuanto a explotacin sexual y prostitucin ajena sobre mujeres de tez blanca y prcticas de escla-vitud, como antao.

    Es importante decir que, como toda violacin a los derechos humanos de las personas, el delito de trata de personas no slo afecta uno de esos derechos, sino que, por resultado, lesiona el conjunto de garantas contenidas en los instrumentos internacionales de derechos humanos que obligan al Estado mexicano a su observancia.

    Son muchos los factores que abonan a la comisin del delito de trata de personas. Podemos sealar, por ejemplo, la falta de armonizacin legislativa, tanto en la

    1 El abordaje terico de este libro se basa en el articulado de esta legislacin.

  • 14

    denominacin del tipo penal como en la forma en la que la poltica pblica estatal se desarrolla. Otro factor es la carencia de datos estadsticos confiables que den cuenta de la realidad de la comisin de este flagelo, que cobra muchas vidas y que daa irremediablemente muchas ms.

    Este libro tiene como finalidad poner en las manos de las y los lectores historias reales, contadas desde el co-razn generoso de las y los sobrevivientes de trata de per-sonas y captadas por plumas sensibles a ellas en el mismo lenguaje que fueron transmitidas. Las historias han sido estructuradas y narradas en forma de crnica con la inten-cin de que toda persona que las lea pueda seguirlas de forma legible y comprensible, a fin de obtener un apren-dizaje respecto a la forma en la que cada una de estas mo-dalidades del delito de trata se desarroll. Al conocerlas, la persona que las lea podr estar ms prevenida respecto a las formas, mtodos y mecanismos que las y los tratantes utilizan para enganchar a sus vctimas.

    Este no es un libro que desarrolla teoras sobre el delito de trata. Sin embargo, al final de cada captu-lo se describe la modalidad que est presente en cada historia.

    Tampoco es un libro que desagregue a detalle esta-dsticas respecto a cada una de las modalidades del delito de trata de personas, por la sencilla razn de que no exis-ten las suficientes. Sin embargo, retomamos de institucio-nes internacionales algunas aproximaciones a ellas.

    De igual forma, no es un libro que describa de ma-nera amarillista el dolor de las personas, sino un conjunto de textos que, en primera instancia, respet hasta el lti-

  • 15A M NO ME VA A PASAR

    mo momento la identidad de las y los sobrevivientes. Los nombres y lugares han sido modificados a fin de cuidar la identidad de las personas que generosamente aportaron su voz a este proyecto.

    Los casos: Los invisibles del campo, La historia de Nataly y el hombre que la venda 60 veces al da, y La or-questa de Mam Rosa: sinfona del abuso, fueron cubiertas por los medios de comunicacin y por tanto la informa-cin es pblica y sus nombres se encuentran como se di-fundieron. En la ltima historia: Yo no soy vctima de tra-ta: fui vctima, la protagonista, una activista de reconocida trayectoria, aprob la difusin de su nombre.

    Se respet el derecho a contar lo que los personajes desearon, con el nico objetivo de prevenir futuros casos. Y se consider por los autores el uso de palabras altisonan-tes as como fueron referidas en las entrevistas, respetando el contexto y dibujando a detalle cada situacin narrada.

    Fue todo un reto personal y profesional para el equipo de periodistas encabezados por una gran lder, Alejandra del Castillo, quien desde el momento en que comentamos cul era la intencin del libro, fue sensi-ble y emptica a la necesidad de contar con un conjunto nico que nos mostrara, en su particular estilo, que este delito s nos puede pasar a todas y a todos, y que por eso mismo es tan importante leer en las vivencias, sentir en las palabras y tambin que nos duela en el alma, para slo as tambin comprometernos a difundirlo como forma y herramienta de prevencin.

    Son muchas las palabras que se quedan en el cami-no. Muchos los encuentros dolorosos con la realidad que

  • 16

    muestran las historias que aqu se leern. Muchas las deu-das pendientes desde el Estado y desde la sociedad para las y los sobrevivientes, las vctimas y sus familias. Muchas las lgrimas contenidas por el equipo de periodistas y por el equipo de la Direccin de Estudios Jurdicos de los De-rechos Humanos de las Mujeres y la Equidad de Gnero del ceameg, del cual me siento profundamente orgullosa, pues con un sentido de amor por el trabajo que nos rene, pero sobre todo por la causa y fin de los derechos hu-manos, nos encontramos en un camino que seguramente seguir dando muchos frutos como ste.

    Las palabras ayudan a construir nuevas realidades y, si se dicen desde el corazn y para el corazn, segura es-toy, causarn el efecto deseado. En este sentido, el Comit y el Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Gnero de la Cmara de Diputados, por un lado, y la Comisin Especial de Lucha contra la Trata de Personas, por otro, decidieron generosamente apostar por este esfuerzo que tendr una distribucin gratuita a nivel nacional de forma electrnica con el fin de que este libro llegue a todas las manos que lo necesiten, a todas las manos que puedan replicar la urgencia de compartir este conocimiento y a toda aquella persona que requie-ra urgentemente saber que, en algn lugar de este pas, existe gente pensando en ellas y en ellos, aqullos que no pudieron decir a m no me pas.

    Mtra. Nuria Gabriela Hernndez Abarca

    DIRECTORA DE ESTUDIOS JURDICOS DE LOS DERECHOS

    HUMANOS DE LAS MUJERES Y LA EQUIDAD DE GNERO

  • 17A M NO ME VA A PASAR

    HABLEMOS DE TRATA

  • 19A M NO ME VA A PASAR

    LA TRATA DE PERSONAS

    Es una violacin de los derechos humanos

    Es una forma extrema de violencia

    Lastima la integridad y dignidad

    Representa esclavitud

    Es un delito grave

  • 20

    QU ES LA TRATA DE PERSONAS

    PROTOCOLO PARA PREVENIR, REPRIMIR Y CASTIGAR LA TRATA DE PERSONAS, ESPECIALMENTE DE MUJERES Y NIOS

    La captacin, el transporte, el traslado, la acogida o la recepcin de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coaccin, al rapto, al fraude, al engao, al abuso de poder o de una situacin de vulnerabilidad o a la concesin o recepcin de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotacin. Esa explotacin incluir, como mnimo, la explotacin de la prostitucin ajena u otras formas de explotacin sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prcticas anlogas a la esclavitud, la servidumbre o la extraccin de rganos.

    Protocolo de Palermo

  • 21A M NO ME VA A PASAR

    LEY GENERAL PARA PREVENIR, SANCIONAR Y ERRADICAR LOS DELITOS EN MATERIA DE TRATA DE PERSONAS Y PARA LA PROTECCIN Y ASISTENCIA A LAS VCTIMAS DE ESTOS DELITOS

    Toda accin u omisin dolosa de una o varias personas para captar, enganchar, transportar, transferir, retener, entregar, recibir o alojar a una o varias personas con fines de explotacin, establece que se le impondr de 5 a 15 aos de prisin y de un mil a veinte mil das de multa, sin perjuicio de las sanciones que correspondan para cada uno de los delitos cometidos, previstos y sancionados en La Ley General y en los cdigos penales correspondientes.

  • 22

    ETAPAS DEL DELITO DE TRATA DE PERSONAS

    1. CAPTACIN, ENGANCHE O RECLUTAMIENTO

    Es el primer momento en que la vctima tiene contacto con el o los tratantes, por medio del engao, el secuestro, la seduccin, matrimonios falsos, a travs de internet por anuncios de empleo, agencias de modelos o redes sociales. Tambin puede ser porque la vctima se encuentra en condiciones de vulnerabilidad como pobreza, no conoce el idioma y/o se encuentra en un estado de necesidad.

    2. TRASLADO

    Es el acto de llevar a una o ms vctimas de un lugar a otro. Cuando es de un Estado del pas a otro se conoce como trata interna, cuando es de un pas a otro se conoce como trata transnacional. Las formas en las que puede trasladarse a una vctima es por aire, mar o tierra.

    3. EXPLOTACIN

    Es la variedad de formas en las que la o las vctimas del delito pueden ser explotadas. Se presenta en 11 modalidades.

  • 23A M NO ME VA A PASAR

    FORMAS DE ENGANCHE O RECLUTAMIENTO:

    1. Dao grave o amenaza de dao grave 2. Engao3. Abuso de poder o de una posicin de vulnerabilidad 4. Violencia fsica, psicolgica y/o moral 5. Amenaza con denunciar ante las autoridades su situacin

    migratoria en el pas6. Uso de la fuerza7. Amenaza de la fuerza

    Las vctimas del delito de trata de personas con frecuencia: Son amenazadas con que les harn dao a ellas o a sus familias. Se sienten atrapadas y sin una salida. Fueron trasladadas de su lugar de origen a otro desconocido. Han experimentado abuso fsico, sexual o psicolgico y

    amenazas contra ellas o su familia. Estn sometidas a maltrato. Algunas no tienen una situacin legal en el pas donde se

    encuentran explotadas. Mienten forzadamente sobre su edad, mucho ms si son

    menores de edad. Se encuentran amenazadas y condicionadas por deudas u otras

    obligaciones relacionadas.

    Las vctimas del delito de trata no escapan porque sus victimarios o victimarias:

    Las amenazan con hacerles dao a ellas o a sus familias. Les retienen a sus hijas o hijos. Las someten a violencia fsica o psicolgica. Las chantajean o manipulan. Las hacen que adquieran deudas que no pueden pagar. Les quitan documentos personales como pasaportes o

    identificaciones y su dinero. Las seducen o enamoran con el fin de explotarlas.

  • 24

    MODALIDADES DE EXPLOTACIN DE LAS VCTIMAS DE TRATA DE PERSONAS:

    Utilizacin de personas menores de dieciocho aos en actividades delictivas

    Trfico de rganos, tejidos y clulas de seres humanos vivos

    Prostitucin ajena u otras formas de explotacin sexual

    Experimentacin biomdica ilcita en seres humanos

    Adopcin ilegal de personas menores de edad

    Matrimonio forzoso o servilTrabajo o servicios forzadosCondicin de siervoExplotacin laboralMendicidad forzosa

    Esclavitud

  • 25A M NO ME VA A PASAR

    TRATA DE PERSONAS EN CIFRAS 2

    Cualquier persona puede resultar vctima de trata de personas ya que no distingue raza, edad ni condicin social, aunque algunos sectores de la poblacin son los ms afectados.

    Un nmero considerable de vctimas proviene de contextos de desigualdad, pobreza y alta vulnerabilidad social.

    Entre 55% y 84% de las vctimas identificadas a nivel mundial pertenecen al sexo femenino.

    98% de las vctimas de trata con fines de explotacin sexual identificadas a nivel mundial son mujeres y nias.

    1.8 millones de nias y nios son vctimas de trata en el mundo de acuerdo con datos de Unicef.

    Ms de 16,000 nias y nios en Mxico se encuentran sometidos a esclavitud sexual segn datos de la Unicef.

    El segundo ilcito ms lucrativo del mundo es la trata de personas. Slo superado por el trfico de drogas y de armas.

    De 32,000 a 36,000 millones de dlares anuales genera la trata de personas.

    2 Datos tomados del: Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Gnero (2014), Tu cuerpo no tiene precio. Mxico; CEAMEG.

    Comisin Nacional del los Derechos Humanos (2013), Diagnstico sobre la situacin de trata de personas en Mxico. Mxico; CNDH.

  • 26

    91.6% de delitos cometidos no fueron denunciados a la autoridad en 2011. En ninguno de esos casos se inici una averiguacin previa a nivel nacional.

    De 2 a 4 millones de personas son captadas cada ao con fines de trata en el mundo.

    Entre 800,000 y 900,000 son trasladadas a travs de las fronteras para ser sometidas a algn tipo de explotacin laboral o sexual (trata transnacional).

    Estudios calculan que la cifra de nias y nios sujetos a explotacin sexual en Mxico asciende a 70,000, de los cuales 50,000 son explotados en las zonas fronterizas y 20,000 en el resto del pas.

    Entre 50,000 y 500,000 casos oscilan las estimaciones respecto al total de vctimas de la trata de personas.

    En 2011 nicamente12.8% de los delitos fueron denunciados.

    En al mbito internacional, el Departamento de Estado de los Estados Unidos de Amrica estima que la cifra negra para el delito de trata es de 99.6 %, de modo que de todas las vctimas de trata, se detecta nicamente al 0.4%

  • 27A M NO ME VA A PASAR

    I

    UTILIZACINDE PERSONAS MENORES DE

    18 AOS EN ACTIVIDADES

    DELICTIVAS

    Cuando se utiliza a personas menores de dieciocho aos en actividades delictivas como terrorismo, acopio y trfico de armas, trfico de indocumentados, trfico de rganos, trfico de menores, corrupcin de menores, pornografa, turismo sexual, lenocinio, asalto y robo de vehculos.

    I

  • 29A M NO ME VA A PASAR

    IMam, quiero ser sicarioPor Tanya Guerrero y Pablo Zulaica

    Tu hijo de 16 aos se quiere convertir en sicario. Va mal en la se-cundaria, sus calificaciones no son buenas y por lo menos hoy no entr a la escuela. En su cuenta de Facebook escribe: No estudio pero cmo chingan la madre.

    La comunicacin en casa no fluye. No sabes qu le gusta, mucho menos los planes que tiene para su vida. Probablemente no eres muy diferente a muchas otras madres y l no es muy diferente a algunos otros chicos de su edad.

    Sin que siquiera lo sospeches, en este momento viaja desde el centro del pas rumbo a una ciudad del Norte. Esa maana, fuiste a hacer su habitacin, entraste a su recmara y encontraste una nota que te volc el corazn.

    Me voy a trabajar al Tringulo del Oro.No te preocupes por m, voy a estar bien.Desde all te voy a mandar dinero para los gastos de la casa.

    Probablemente se refera al Tringulo Dorado, una regin donde convergen los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa, cuna de narcotraficantes como Joaqun Guzmn Loera, El Chapo, y feudo emblemtico del Crtel de Sinaloa en el que la marihuana y la amapola crecen en sembrados entre las montaas.

    Una hora despus, cruzas las puertas en donde Alejandro cursa la secundaria. Confirmas que ese da no lleg a la escuela. Sus compaeros saban algo ms que t. Saban sobre el plan que tena de marcharse, incluso haban dejado palabras en su perfil de Face-book como no te vayas, cudate, suerte. Te enteras de que Alejandro no anda solo. Su mejor amigo, Ernesto, va con l.

  • 30

    Corres a la Procuradura a denunciar la ausencia de Alejan-dro. Te piden que esperes.

    Mientras te quedas pensando qu hacer con las 72 horas que, te dijeron, son necesarias para considerarlo como desaparecido.

    Ahora s te das cuenta de que no lo conoces, ahora s piensas que lo has descuidado. Te sorprende hasta dnde es capaz de llegar y piensas que desde siempre has ignorado qu pasa en su vida.

    Pues bueno, te cuento. Se la pasa pegado al internet y es fantico de las redes sociales. Le gustan los narcocorridos y lo re-lacionado con la cultura de crteles y drogas. Tiene inters por las armas.

    En los ltimos das ha mantenido contacto con un perfil de Facebook en donde aparece un joven con gorra y el rostro en som-bras. En la foto de portada aparece un tipo vestido de negro con un AR15, un fusil de asalto, al lado. El joven del perfil es un reclu-tador que en sus conversaciones alardea trabajar para el Crtel de Sinaloa.

    Como quien te invita a salir a la cancha a jugar, le ofreci a Alejandro un trabajo de sicario.

    Tard una semana en convencerlo, tal vez un poco ms. Cunto tiempo tardaron planeando, de dnde sacaron el di-

    nero para el camin, es algo que an desconoces. Lo que ahora descubres es que algo suceda con Alejandro y t no lo sabas.

    Sin duda, el Tringulo Dorado podra deslumbrar a cual-quiera que viva arrebatado por las historias del narco y sus fanta-sas. Por las cachas de diamantes, los caones baados de oro, la ropa Versace, las camionetas Hummer y todo lo que viene con ello: el poder, la virilidad y las mujeres con silicona.

    Alejandro y Ernesto andaban de aventura. Dejaron pasar el tiempo antes de subirse al camin que los llevara hasta Sinaloa. Pero, mientras uno fantaseaba con formar parte de las filas de Los ntrax, una banda de sicarios de aquel crtel, el otro tal vez se lo pensaba dos veces. A diferencia de su amigo, Ernesto llevaba con-sigo un telfono celular.

  • 31A M NO ME VA A PASAR

    IAlejandro se aferraba a llegar. Haba usado en su cuenta de Facebook la frase: Siempre cumplo, matar o morir en la raya y el reclutador haba respondido: As va a ser mientras duremos, com-pita. En cambio Ernesto haca una llamada a su to para sealar su ubicacin.

    Esa tarde de junio, Marcela, tu hija mayor, tom el auricular y marc a la polica. Haban pasado ms de doce horas desde que su hermano haba salido de casa. Por la gravedad del asunto y el riesgo en el que estaban Alejandro y Ernesto, ambos menores de edad, se deton de inmediato la Alerta Amber.

    En menos de cinco minutos, la informacin de un menor desaparecido puede estar disponible en la red para su difusin y las autoridades comenzar su bsqueda.

    Lo que no hizo la Procuradura de tu entidad hace doce ho-ras podra hacerlo una llamada tuya. Te lamentas de no haber sabi-do que la Alerta Amber exista.

    Ahora, solo te resta esperar. Te encomiendas a lo ms sagra-do que tienes para que tu hijo regrese a casa. Pides una segunda oportunidad.

    La Alerta Amber y la llamada de Ernesto, delimitaron el pe-rmetro de bsqueda con retenes carreteros que revisaran todos los camiones en trnsito hacia Guadalajara.

    Los rostros de los dos amigos les parecieron familiares a los agentes del operativo que detuvo el autobs.

    A las dos de la maana recibes una llamada. Es la polica. Encontraron a Ernesto y Alejandro y los tienen retenidos desde las diez de la noche.

    Corres hacia all. Eres afortunada, tienes una segunda oportunidad. Nadie

    sabe cuntos de los otros jvenes s lograron pisar el Tringulo Do-rado.

    Con los aos slo lo recordars como el da que Alejandro quiso ser sicario.

  • 33A M NO ME VA A PASAR

    ILibertad, verdad y justicia, no valen nadaPor Ale del Castillo

    Ivn, Rocket, estaba frente a la luz roja de un semforo. El pie puesto en el acelerador esperando el verde mientras miraba que un vehculo de la polica acechaba su camino. Fue incapaz de acelerar hasta que sinti por detrs el golpe de la patrulla y decidi arrancar.

    Esos metros a toda velocidad le valieron para ver su da pasar en cmara lenta. Se levant de la cama antes del medioda en la co-lonia Doctores, sin saber si era lunes, jueves o domingo. Desayun y la comida no le supo a nada en especial. Escuch el chiflido desde la calle y la banda lo llamaba.

    Tenan un da de suerte. Tres de sus amigos haban robado un auto con todo y conductor incluido. Era un Beetle rojo, ganan-cia segura.

    No lo pens y acept la misin. Sus compas, de los que aprendi a hurtar, traan buena mercanca.

    Si nos cae la bronca qu transa?, t te la echas? le pregunt uno de ellos.

    A Ivn le brillaron los ojos, le ofrecan 10,000 pesos por ha-cerse responsable del robo si los atrapaba la polica. A Hugo, Aldo y Sergio no les convena la responsabilidad, los tres como mayores de edad podran pasar en la crcel hasta 16 aos; en cambio Ivn, con sus 17 aos, saldra pronto por ser menor de edad, tal vez slo pasara unos meses encerrado.

    Le prometieron 10,000 pesos, con los que pens comprar una motocicleta chocada que ira arreglando. El trato tambin in-clua que le llevaran dinero a su mam para que lo fuera a visitar. A l le pareci un buen negocio y acept.

    Tom su arma, una 25 recortada que consigui por 8,000 pesos en Tepito y, aunque nunca la us, si los transentes se ponan

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    locos a la hora del asalto, los calmara con unos cachetadones, y si eso no funcionaba, pues para eso estaba la pistola. Ivn no era nuevo en esto, debe haber asaltado a 50 personas y robado unos 16 autos. El reto pareca sencillo.

    Rocket es tan alto como un adulto y de puntitas casi alcanza la mayora de edad; su rostro es el de un nio y mientras cuenta su his-toria sonre como un chiquillo emocionado que acaba de hacer una travesura. Cuesta trabajo comprender que la misma persona que es capaz de apuntarte con un arma, tambin te puede hacer rer.

    Subi al auto y se puso al volante; el plan era el siguiente: primero tendran que deshacerse del dueo del Beetle rojo. Luego llevaran el auto a Venta de Carpio, al final de la avenida Central, para quitarle las placas, chocarlo y, posteriormente, desvalijarlo.

    De un automvil como este sacan el valor del motor y de las piezas para vender, no ms de 20,000 pesos.

    Ivn no sabe si el dueo del Beetle estaba asustado o no, l slo le iba poniendo en su madre. Procur no verlo a la cara, pa qu?

    Manej hasta el Gran Canal, detuvo el coche, se baj, le abri la puerta y muy educado le dijo:

    Vngase para ac, seor lo baj y lo dej sentadito sobre la acera.

    El asaltado intent decir algo, Ivn interpret una mentada de madre y entonces s, decidi darle un patadn. Las patrullas ya estaban tras l, subi al Beetle y una la luz roja lo detuvo. El alto ms grande de su vida.

    El impacto de la patrulla contra l le dio la seal de arranque y le meti pata al acelerador. Dos cuadras le dur la huida antes de estamparse con un poste.

    Los policas le cayeron, le quitaron la pistola y lo subieron a la patrulla entre guamazo y guamazo.

    Adentro del vehculo oficial no tard mucho en darse cuenta de que poda abrir las puertas. No lo pens dos veces y sali huyen-do para intentar liberar a sus valedores en la otra patrulla.

  • 35A M NO ME VA A PASAR

    ILuego corri, pens que alguno atrs disparara, pero eso no sucedi.

    Pens que si corra rpido la librara porque bien sabe que los polis no corren. Pens: la crcel o ac afuera. Lo volvi a pensar y se detuvo ni modo que dejara a sus compas atrs cuando haba prometido echarse la culpa.

    Desde la comodidad de sus asientos, Hugo, Aldo y Sergio miraron cmo dos camionetas de refuerzo llegaban para atrapar a Ivn; observaron tambin que lo trataron como un pinche raterote de primera. Cuatro policas entre golpes y patadas se encargaron de l y va de nuevo parriba de la patrulla.

    Yo fui, ora s es mi bronca les dijo a las autoridades.Dejaron en la calle a sus amigos y slo se llevaron a Ivn a la

    delegacin correspondiente. El camino estuvo lleno de golpes.En la delegacin le esperaban intensos interrogatorios para

    sacarle la sopa. Lo metieron a un cuarto, con un foco y tres sillas.Por cada interrogatorio entraban dos oficiales vestidos de

    negro y con la cara cubierta para evitar ser reconocidos; su espec-tacular imagen es como la de los anuncios de la Polica Federal Preventiva (pfp). Les llaman tiburones, protegen su identidad y as tambin aseguran que nadie pueda identificarlos como torturado-res.

    Para quin robas? le preguntaban a gritos.Pues panadie responda y a continuacin le caa un

    guamazo.Te sientes muy loco? Te crees muy verga para andar ro-

    bando?Y ya sin responder, vena un patadn o un mazapanazo. Fue-

    ron cinco interrogatorios de dos horas cada uno. Todos le pregun-taban lo mismo una y otra vez, ah no haba creatividad.

    Era para m, era para m Ivn volva a responder.No se salv de que lo condujeran al bao y le metieran la ca-

    beza a un tambo lleno de agua. Lo dejaban ah hasta que empezaba a ahogarse y otra vez preguntaban.

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    Para qu robas si sabes que eres bien pendejo? Te fueron a agarrar estampndote decan mientras se burlaban de l.

    En el ltimo interrogatorio haba una tiburona, la recuerda como la ms manchada de todos. Lo agarraba a cachetadas sin pie-dad. Era bonita, alta y flaquita. Todo ese traje de tiburn no logra-ba esconder sus ojos azules y los rasgos finos de su cara.

    Ya mejor llvenme a donde me tienen que llevar trataba resignado de acortar sus horas de interrogatorio, hasta que por fin dijo la verdad. Al chile, s robo pero esta vez no era para m.

    La verdad tampoco import.Entonces, por qu te agarraron arriba del carro?Neeel, a m ni me agarraron, yo apenas iba pasando

    Ivn cambiaba su versin para ver si as las cosas pintaban diferente.

    Los interrogatorios terminaron al acercarse la medianoche. En esos momentos, Ivn se enteraba de que la parte acusadora ha-ba dicho en la delegacin que no quera saber nada al respecto; aun as, el adolescente seguira su proceso. Se le acusaba de robo de auto, secuestro exprs y robo a transente.

    Aquel desayuno al cual no le dio importancia en la maana, haba sido como su ltima cena antes de empezar el encierro. Mo-ra de hambre y slo le quedaba esperar. Pasaron dos das ms en los que no comi nada porque a su madre nunca le permitieron ingresar el alimento que le llevaba.

    Pasada la medianoche del tercer da, le informaron que se-ra trasladado a la Comunidad de Tratamiento Especializada para Adolescentes de la colonia Narvarte. Su mam lo esperaba afuera con un festn gastronmico.

    Toma tu torta y tu Boing le dijo la autora de sus das.Ivn salivaba y le estorbaban las esposas para recibirlo, nadie

    lo ayud. Tuvo que esperar hasta llegar a la comunidad de trata-miento para ser liberado y correr a atragantarse aquella torta de milanesa que le supo a la salvacin misma.

    Le esperaban tres das ms de encierro en el consejo tutelar.

  • 37A M NO ME VA A PASAR

    INo pas hambre porque su mam le llev de comer puras tortas; ninguna le supo como la primera.

    l confiaba en que saldra de ah pronto, hasta que le avisa-ron que lo llevaran a la comunidad de tratamiento.

    Rocket fue trasladado a una comunidad de diagnstico en lo que se resolva su proceso. Quince das dur su estada y mientras l pensaba que saldra pronto le informaron que sera trasladado a la Comunidad de Tratamiento Especializada para Adolescentes de San Fernando en Tlalpan.

    Al arribar a este ltimo lugar se encontr a uno de su calle, quien lo apadrin; eso le evit a Rocket ser tratado como a cual-quier chico de nuevo ingreso. Nadie lo toc, no recibi golpes y nadie puso a su cargo los deberes con los que se autorregulan las comunidades de menores infractores. La pequea cuota que pag fue barrer un da, nada ms.

    Sus primeras noches las pas en el dormitorio uno, donde se encuentra el muro de los incorregibles, correspondiente a los chicos que llevan ms de un ingreso y que son considerados como leyendas. Ah estaban los nombres: el Bolillo, el Ligas, el Peln y el ms famoso de los Grgola, entre otros.

    Despus de una semana en el dormitorio uno, fue trasladado al siete que es el medio pesado describe Rocket, es donde duermen los que son manchados y ya tienen reingresos.

    En el mismo dormitorio, Rocket compartira espacio con los violadores, a quienes se dedicaba a pegarles; le decan que era manchado y los guas se encargaban de alentarlo a que se cur-tiera con ellos y que siguiera golpendolos.

    Yo tuve siempre en la mente: Si a m me pegaron, por qu yo no voy a pegar? Si a m me maltrataron, por qu yo no los voy a maltratar? Todo lo que me hacan, pues yo lo haca, ya me qued con eso en la mente, confiesa Rocket.

    Los guas promueven la violencia y su permisividad tambin se traduce en proteccin y cuidado para los internos.

    Rocket y su manchadez lo convirtieron en un privilegia-

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    do: no tena que levantarse a pasar lista a las cinco de la maana como todos, cuando coma era de los primeros en recibir los ali-mentos y una de sus actividades era golpear a los chicos de nuevo ingreso.

    Si en el tutelar Rocket descubri que le gustaba pelear, la corre se convertira en un ring de pelea todo terreno. Ah ubic a un chico que perteneca a la pandilla de Barrio 18, originario de Chiapas, tena los brazos cubiertos de charrasqueadas, las famosas cicatrices largas y abultadas que se infligen ellos mismos como una manifestacin que exige respeto.

    Aquel pandillero estaba ah por robo a transente y homi-cidio, pero era sabido entre ellos que se dedicaba a descuartizar personas.

    Lo mir con las charrascas en la cara y pens: Es un tirote ese chamaco, y se avent a pelear con l. De dos o tres trancazos el chiapaneco lo dej en el suelo. Rocket no paraba de rer, se le-vantaba y deca: Va otra vez, de ah que se ganara el apodo de el Guasn; l lo disfrutaba y no duda en sealar: Me lata trenzarme con ese gey.

    As aprendi a pelear y dar los mejores golpes. Los golpes y las carcajadas no los convertan en enemigos; por el contrario, los hacan ms compaeros. Cuando el pandillero tena comida, lo jalaba; si posea droga, tambin. Cuando peleaban bajo el cuidado de los custodios, Rocket esperaba a caer al piso y no se echaba para atrs, comenzaba a rer y se rifaba de nuevo para que todos disfru-taran el enfrentamiento. Me lata cmo me pegaba, dice Rocket con una sonrisa, aunque de un golpe le haya roto una muela.

    Las noches en la corre no eran sencillas. Algunos toman medicamentos para dormir o para disminuir su ansiedad. Rocket no estaba medicado pero tuvo que comprar frmacos para poder descansar.

    En cada dormitorio hay 24 tumbas para dormir, a veces da-ban las cinco de la maana y los cabrones seguan despiertos, eso impeda que los dems pudieran conciliar el sueo y tambin

  • 39A M NO ME VA A PASAR

    Iel miedo los mantena despiertos. Cuando alguien logra encontrar el sueo profundo, los pastean y as sus ojos terminan cubiertos de pasta dental o en medio del sueo viven los tsunamis cuando les jalan el colchn y los tiran de las tumbas al piso, si bien les va.

    En otras ocasiones aprovechan para llenar las cubetas con agua, meados o lo que sea, y son despertados con un chapuzn. Adentro de la corre parece que nadie ve.

    En la corre, Rocket regres a la escuela, se dio cuenta de que muchos de sus compaeros estudiaban y le daban importancia a la actividad; eso lo anim.

    Anteriormente abandon la escuela cuando cursaba segundo de secundaria, despus de que lo encontraran fumando marihuana en uno de los baos con 14 de sus compaeros.

    Rocket aprovech para tomar un taller en electrodomsticos; despus de concluir le dieron una constancia para poner un nego-cio afuera. Aquel diploma fue el primero que recibi en toda su vida.

    Su proceso determin que estara interno en San Fernando durante cinco meses y le perdonaron un ao. Alcanz beneficios por ser menor de edad y as salv a alguien de pasar hasta 16 aos en el reclusorio.

    Mientras Rocket soaba con salir y comprar una moto para restaurarla con el dinero del trato, los 10,000 pesos que le ofrecie-ron por cubrir el delito se convirtieron en pasajes para su mam, hilos, pan, camisas y chanclas. La fianza tambin corri a cargo de su madre.

    La vida dentro de la corre fue sencilla. No le haca falta nada y el grado de respeto que consigui lo haca sentir satisfecho. Se la estaba viviendo bien.

    Tena una tumba para l solo, coma las veces que quisie-ra, tena sus lavadoras a su servicio. Vio la oportunidad de salir de la correccional y lo pens mucho. Afuera tendra que trabajar, adentro nadie le peda nada y haca lo que l quera; a los guas los trataba como sus perros y ya ni les haca caso.

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    As que le dijo a su jefa:Ya no me venga a ver, mejor as djelo dijo Rocket acep-

    tando que estara ao y medio preso. Al chile, s me late estar ac adentro!

    Ests bien pendejo!, cmo prefieres estar adentro? lo cuestion Ya mejor decide si te quieres quedar o mejor te vas, porque todava ests a tiempo para poderte quedar le advirti su madre.

    Una semana su mam falt a la visita y l se sinti ms en-carcelado.

    A la semana siguiente lleg su madre y le dijo: Te vas para la calle.

    Pronto lo mandaron a la celda de castigo para que no le hicie-ran nada en su seccin, entonces Rocket empez a azotar puertas y exigi: Me quiero ir a despedir! Le autorizaron regresar a su dormitorio asumiendo la responsabilidad de que probablemente lo golpearan, pero eso no sucedi.

    Cmara, ya me voy para la calle! les dijo Rocket a los de su seccin.

    No que te queras quedar aqu toda tu vida? le reclam alguno de sus compaeros.

    Me quiero quedar, pero la calle es la calle, carnalFue as como reparti todas sus cosas. Sinti gacho dejar

    todo atrs, pens en todo lo que se freg y en todo el trabajo que le haba costado llegar a ese nivel y luego recapacit: Ya ni modo, mejor la calle.

    Es sabido que en su barrio hay muchos ms como l que cu-bren condenas de mayores de edad, entre ellos un chico de 14 aos que se llev 50,000 pesos por hacerse responsable de un robo a un negocio y estuvo slo dos meses en custodia.

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    A M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA A PASAR

    A M NO ME VA A PASAR

    41A M NO ME VA A PASAR

    Utilizacin de personas menores de 18 aos en actividades delictivas

    Cuando se utiliza a personas menores de dieciocho aos en activida-des delictivas como terrorismo, acopio y trfico de armas, trfico de indocumentados, trfico de rganos, trfico de menores, corrupcin de menores, pornografa, turismo sexual, lenocinio, asalto y robo de vehculos.

    Cifras de la academia hablan de unos 30,000 nias y nios que cooperan con los grupos criminales de varias formas y estn involu-crados en la comisin de unos 22 tipos de delitos (desde trfico de droga hasta secuestro de personas, desde trata de seres humanos hasta extorsiones, contrabando, piratera, corrupcin, etc.).3

    De 2006 a 2010, 1,685 jvenes de 0 a 14 aos han sido asesina-dos en la lucha contra el crimen organizado, de estos, 354 bebs menores de un ao de edad; 30 mil nios colaboran con los grupos criminales de diferente manera (desde trfico de droga hasta el se-cuestro de personas, de las extorsiones al contrabando y a la trata de seres humanos, de la prostitucin infantil hasta el adiestramiento de sicarios paramilitares)4.

    } Desconfa de anuncios o personas que ofrecen trabajos muy atracti-vos, principalmente si el trabajo es fuera de la ciudad donde vives.

    } No proporciones informacin personal como tu direccin, la fecha en que naciste, el nombre de la escuela en la que vas, etc.

    3 Red por los Derechos Infancia en Mxico (2011). Infancia y conflicto armado en Mxico. Informe alternativo sobre el Protocolo Facultativo de la Convencin sobre los derechos del nio. Mxico, Valeria Geremia.

    4 Libera (2012). Mxico, la guerra invisible. Historias, cifras y negocio de los carteles criminales y la impunidad de las mafias mexicanas. Mxico-Italia; varios autores.

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    } Aunque los ofrecimientos parezcan atractivos podras estar poniendo en riesgo tu vida y la de tus seres queridos.

    } Si vas a una entrevista de trabajo, asegrate de avisarle a alguien de confianza, de preferencia a tus padres. Adems de informarles: el lugar al que vas, el nombre de la persona que te contact y los datos que tengas disponibles.

    } Mantente alerta.

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    II

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    TRABAJOO

    SERVICIOS FORZADOS

    Cuando el trabajo se obtiene mediante:

    Uso de la fuerza, la amenaza de la fuerza, coercin fsica, o amenazasde coercin fsica a esa persona o aotra persona, o bien utilizando la fuerza o la amenaza de la fuerza de una organizacin criminal.

    Dao grave o amenaza de dao grave a esa persona que la ponga en condiciones de vulnerabilidad.

    El abuso o amenaza de denunciar ante las autoridades sobre la situacin migratoria irregular en el pas o de cualquier otro abuso en la utilizacin de la ley o proceso legal, que provoca que la vctima se someta a condiciones injustas o que atenten contra su dignidad.

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    El tedio del campo a los 14

    Por frica Barrales

    Desde que lleg al municipio de Vanegas con su familia, hace cua-tro meses, Jeni, de 14 aos, tiene que estar lista a las siete de la maana. Se viste con una blusa de manga larga, sudadera con ca-pucha, pantaln de mezclilla, una gorra y tenis: su uniforme de trabajo en el campo. Llena una botella de agua y ayuda a preparar el lonche para la hora de la comida.

    La camioneta que maneja su pap sale a las 7:40 de la maa-na del albergue para jornaleros agrcolas de la Secretara de Desa-rrollo Social, que se ubica en la cabecera municipal.

    El lugar tiene una cancha de basquetbol en el centro, a un costado hay un edificio de dos pisos con cuartos. Enfrente y al lado hay construcciones de un piso con ms cuartos, baos, regaderas y cocina. Ah se alojan los trabajadores y las familias que laboran en los ranchos cercanos.

    La ventaja es que ah no dan renta, el nico pago son 50 pesos semanales para la limpieza de las instalaciones. Pero esa cuota no es suficiente para tener a raya una plaga de chinches en los colchones. Jeni y sus cuatro hermanas amanecan con ronchas por todo el cuer-po luego del festn que se daban estos insectos con su sangre.

    Esas condiciones insalubres fueron reportadas a los respon-sables del albergue, incluso su abuela y su mam cazaron a los di-minutos bichos y llenaron una bolsa de plstico para demostrar que el lugar estaba infestado. La respuesta fue fumigar pero no sirvi, las chinches escondidas en la tela de los colchones con-tinuaban alimentndose de las nias cada noche.

    Se fumig por segunda vez y el milimtrico ejrcito no retro-cedi. La familia de Jeni opt por sacar los colchones al lugar ms alejado de sus cuartos.

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    * * *

    En los ranchos del altiplano potosino se cultiva tomate, chile serrano, cebolla y calabaza. Jeni lo ha aprendido bien a pesar de trabajar por primera vez en el campo.

    Su familia proviene del municipio de Doctor Arroyo, del es-tado vecino de Nuevo Len. Aunque su mam, sus abuelos, sus tos y su hermana mayor llevan aos siendo jornaleros, eso no la prepar para el cansancio y el tedio en el campo.

    Con las manos pelonas corta tomates y calabazas, planta se-millas de cebolla y de chiles, desyerba y carga botes llenos. Pero lo que ms trabajo le cuesta es el tomate porque hay que estar agacha-da para arrancarlo, echarlo a una cubeta o a un huacal de plstico y cargarlo para llevarlo a un punto de entrega. Si trabaja por tarea hay que llenar 30 botes o cajas en una jornada. Si no termina, su pap o los otros jornaleros le ayudan.

    Para cortar calabaza le dan guantes porque pica. Si lo hace a mano limpia termina con pequeas cortadas y raspadas. Por eso tambin hay que ponerse varias sudaderas encima, para protegerse los brazos. En la calabaza la cosecha se trabaja por da.

    Cuando se trata de cebolla hay que plantar la semilla y ah la jornada es por surco. Al principio les dieron a ella y a su hermana Alia de 16 aos cuatro surcos, de cien metros cada uno, pero no los acabaron. Les rebajaron uno, pero tampoco pudieron com-pletarlos. Finalmente les dejaron dos.

    Los surcos para plantar tomate miden 200 metros porque hay que hacer un hilo de ida y otro de regreso. Con una estaca Jeni va haciendo los hoyos, mete la semilla y luego la cubre con tierra. Y a pesar de que es laboriosa la siembra, lo que le cansa ms es la cosecha. Para sembrar chiles, la jornada puede ser por da o por tarea, si es as les dan tres surcos.

    En su estancia en los campos abiertos ha visto ratas, conejos, vboras grandes, sapos y araas, animales de los que no se preocu-pa como lo hace del sol. Como no les dan equipo para protegerse

  • 47A M NO ME VA A PASAR

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    de quemaduras solares, lleva gorras y paliacates para cubrirse la mayor parte de la cara. Eso funciona tambin para cuando echan fertilizantes y pesticidas. Cuando termina su jornada y llega al al-bergue se quita capas de ropa, suelta su cabello rojizo al aire y una blusa de manga corta deja ver su piel color durazno.

    * * *

    Jeni no es la jornalera ms pequea en el rancho conocido como El Zrate. Ah hay nias y nios ms pequeos trabajando. Pobrecitos, a m s me da cosa, dice ella apenas como un susurro.

    Su hermana mayor de 18 aos cuenta que una nia toda flaquita, como de 10, se cay porque quiso cargar un bote lleno de tomates. Anda caminando as, relata al tiempo que se encorva y camina con los brazos sueltos. Son de Guerrero y ha-blan espaol y otro idioma, es lo que han escuchado porque ah no se puede platicar. Hay que concentrarse en sacar la tarea para no quedarse hasta el ltimo. Lo que s hacen es poner msica en el celular a Jeni le gusta escuchar a los reggaetoneros Wisin y Yandel, pero no le puede estar pique y pique para cambiarle a las canciones. rale, muvete!, grita una supervisora si ve que estn clavados con el telfono.

    Para hacer del bao hay que irse a un monte solitario por-que en el rancho no hay ni letrinas. Y no hay que tardarse mucho porque les cuentan los minutos, no vaya a ser que estn haciendo maa.

    Pero el patrn es buena gente. Nos lleva paletas, man-gos, comenta en descargo de quin a veces tiene un detalle que sobresale en un rea de trabajo que carece de un garrafn de agua potable para que se hidraten los trabajadores.

    El pago por da o por tarea en El Zrate es de 130 pesos, menos diez que se les descuenta para la gasolina de quienes los transportan. Su nombre est en una lista y se es el nico requisito para que le entreguen su dinero. No le piden identificacin oficial

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    ni CURP como lo hacen en el rancho Valles, que queda por la zona. Tampoco hay oficiales de seguridad privada que le impidan el paso por verse tan nia. Al final la edad no importa, sino lo que sus manos aporten a la produccin de un da.

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    II

    Los invisibles del campo

    Por frica Barrales

    Jess maneja su camioneta pick up roja, tipo estaquitas, con pla-cas de Sinaloa; a su lado van Petra su esposa y otro joven. Atrs, acomodadas como sardinas, van 36 personas ms, entre adultos y nios. Van parados, sudorosos, apretujados, pegados unos con otros; cansados despus de una extenuante jornada en el campo, intentando soportar el viaje del rancho El Ebanito a la comunidad de Norias, donde rentan.

    Es un viaje relativamente corto, de aproximadamente 40 ki-lmetros. Es jueves 3 de julio y el sol sigue pegando con fuerza a las 5:30 de la tarde en la Autopista Federal 57 Matehuala-San Luis Potos.

    La msica sale del estreo mientras el aire caliente entra por las ventanas de la cabina. Un ruido fuerte como un balazo rompe la tarde. Se escuchan gritos, muchos gritos de quienes viajan atrs. Jess no entiende qu pasa, slo alcanza a ver mucho humo y trata de orillarse. La maniobra resulta imposible. Una de las llantas traseras revent a pesar de que las cambi hace poco. El exceso de peso hace que pierda el control de la camioneta y sta se vuelca lanzando y aplastando su carga humana.

    A la altura del kilmetro 123, sobre el asfalto caliente, que-dan tendidos los cuerpos inertes de dos nios de ocho aos. Los que sobreviven tienen golpes severos en la cabeza y heridas abier-tas en todo el cuerpo; algunos slo sufren raspones. La mayora casi no habla espaol, son indgenas na savi, mixtecos de los muni-cipios guerrerenses de Cochoapa El Grande y Tlacoachistlahuaca.

    Jess transportaba a los integrantes de seis familias que, al igual que l y su esposa, tenan pocos das cortando chile serra-no en el rancho agrcola propiedad de Jess Zrate Vzquez. Sin

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    guantes, los iban arrancando uno por uno para llenar cubetas con capacidad de 20 litros y de ah meterlos a las arpillas (costales), que son pagadas a 20 pesos por unidad.

    En un da de trabajo, una familia de ocho integrantes puede llenar de 19 a 40 arpillas; pero para lograrlo todas las manos son necesarias. As se lo hizo notar la enfermera de un hospital de Matehuala a una visitadora de la Comisin Estatal de Derechos Humanos: las manos de los nios heridos tenan callos y ampo-llas, las marcas delatoras de una friccin prolongada, de ejercer presin constante y rozar repetidamente la piel con algn objeto. Pero ni la comisin ni las delegaciones federal y estatal del Tra-bajo encontraron menores de edad laborando en El Ebanito cuando, despus del accidente, realizaron visitas de supervisin anunciadas con anticipacin ante los sealamientos de ex-plotacin y trata que hizo la organizacin civil local Respuesta Alternativa. Lo que s hallaron las dependencias fueron condicio-nes indignas de trabajo.

    En la camioneta viajaban 13 adultos y 26 menores de edad; slo cuatro eran mayores de 15, el resto tena de uno a 14 aos. No tenan seguro social y tampoco haban firmado contrato alguno.

    En El Ebanito les pagaban en efectivo, de forma semanal, sin recibo de nmina de por medio. Si una familia completa mam, pap e hijos lograba llenar 19 arpillas en el da obten-dra 380 pesos diarios. Si el productor les daba trabajo durante siete das porque adems haba que cargar con esa incertidum-bre de que las jornadas no fueran fijas, alcanzara a recibir un pago de 2,660 pesos. De lo que lograsen juntar le restaran 500 pesos de renta, porque en ese rancho agrcola como en muchos otros no hay espacios dignos para que los jornaleros descansen y se ven obligados a buscar lugares cercanos para pasar la noche. En sus cuentas de la renta sumaran 100 pesos para la luz y otros 100 para la pipa de agua. Y habran de extender su salario tambin para al menos hacer una comida diaria y cooperar para la gasolina de quien tuviera una camioneta para trasladarlos.

  • 51A M NO ME VA A PASAR

    II

    Felipe Garca Victoriano, de la comunidad de Cochoapa El Grande, era el intermediario entre el productor y los trabajadores. l reciba el dinero y despus les pagaba, adems de indicarles qu trabajo deba realizarse. Pero cuando ocurri el accidente nadie del rancho se aperson para apoyarlos ni verific que recibieran atencin mdica adecuada.

    Los migrantes jornaleros fueron dados de alta uno o dos das despus de haber sido hospitalizados, a excepcin de Galindo Ma-teo Chvez, de 40 aos, jefe de familia que no sobrevivi a las heri-das; y de Jess, que debido a la gravedad de sus lesiones se qued bajo custodia policial en terapia intensiva en el Hospital Central Dr. Ignacio Morones Prieto, en la capital del Estado.

    La camioneta que haba comprado Jess en Sinaloa se con-virti en una trampa mortal al combinarse con el peso de su excesi-va carga humana, pero era su nica opcin de transporte. En el al-tiplano potosino hay distancias somnferas entre una comunidad y otra, separadas por largas rectas en medio de tierra blanca y suelta, salpicada de cerros, matorrales y yucas. Por esos caminos no pasan combis, microbuses ni camiones de transporte pblico y las empre-sas agrcolas tampoco proporcionan medios para desplazarse. Hay que acomodarse de la mejor manera posible en camionetas como las de Jess o en otras tipo van de modelos muy viejos. A veces, las opciones son pedir aventn o caminar.

    * * *

    Respuesta Alternativa atestigu, acompa y defendi a los jornaleros en este infierno, al igual que el Centro de Derechos Hu-manos de la Montaa de Guerrero Tlachinollan.

    Sin poder trabajar, los jornaleros regresaron a su hogar tem-poral en la comunidad de Norias del Refugio, en el municipio de Guadalczar, un pueblo con calles anchas sin pavimentar. Todas las familias rentaban cuartos en ese paraje semidesrtico. Las cons-trucciones ms slidas son de tabicn y cemento, y hay casas de

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    dos pisos; pero abundan las que estn hechas de adobe y tienen un solo nivel, cercadas con matorrales secos, sostenidos con troncos delgados y alambres de pas.

    En el centro hay una solitaria plaza pequea baada en polvo blanco. La cruza un estrecho pasillo en diagonal y tiene una decena de bancas de cemento con la leyenda CORTECIA DE ANTONIO ZARATE VAZQUEZ (sic). No tiene pasto ni rboles para resguar-darse del sol del verano seco del altiplano y difcilmente alguna flor tiene probabilidades de crecer en esa rea que se supone recrea-tiva para agregar un poco de color al paisaje.

    La marea de tierra suelta forma remolinos que se azotan fu-riosos contra las casas. Es imposible caminar sin sentir cmo el polvo se pega en la suela de los zapatos y va subiendo por la ropa para cubrir todo con una fina capa. Entre polvaredas, calor seco y malas condiciones higinicas tenan que convalecer.

    Rutilio Chvez Gonzlez, de 11 aos, sali del servicio de urgencias del Hospital General de Soledad luego de que le curaran una herida de aproximadamente 16 centmetros en el lado dere-cho de su cabeza, tena traumatismo craneoenceflico moderado y golpes por todo el cuerpo. Se fue sin expediente mdico y sin tratamiento.

    El 11 de julio, el nio moreno de cuerpo menudo y del-gado integrante de una familia de nueve fue llevado a la Unidad de Salud de Cerritos porque se le abri la herida sutu-rada y los tejidos de la cabeza quedaron expuestos de nuevo. Lo internaron para suministrarle antibiticos y limpiarle la lesin. Por la gravedad de la herida, los mdicos de la unidad de salud lo enviaron al Hospital Central para que fuera valorado en el rea de Ciruga Plstica. Entr el 14 de julio: a su ingreso se observa paciente orientado, alerta, cooperador, con poco domi-nio del idioma espaol, edad aparente inferior a la cronolgica, talla baja, regular estado de hidratacin, con herida dehiscente en regin parietal derecha de 15x4 cm aprox (sic). Consign su hoja de registro.

  • 53A M NO ME VA A PASAR

    II

    A Rutilio prcticamente le reconstruyeron el crneo. Los ci-rujanos le estiraron la piel de su pequea cabeza y adems le colo-caron un autoinjerto para poder cerrar la herida. Diez das despus fue dado de alta en buenas condiciones generales, junto con su desnutricin moderada registrada en su expediente que le provoca esa apariencia de ser an ms pequeo. l y su familia fueron de los que ms perdieron: Jorge, uno de los nios muertos en la carretera, era su hermano.

    A pesar de haber dejado a la deriva a sus trabajadores cuan-do se accidentaron, diez das despus los representantes legales de El Ebanito, como muestra de buena voluntad, les entregaron apoyos econmicos. En sobres amarillos con etiquetas de papel blanco venan datos y montos:

    AYUDA MEDICA

    MENORES

    ANTONIO PERFECTO SANCHEZ

    $5,000.00

    Siempre se neg que en el rancho trabajaran menores de edad; sin embargo, se entregaron indemnizaciones por los nios fallecidos. Lorenzo Perfecto Lpez y su esposa Luca Snchez L-pez perdieron a uno de sus seis hijos, y por eso recibieron un poco ms de dinero.

    INDEMNIZACION JORNALEROS

    LUCIA SANCHEZ LOPEZ

    $5,740.00

    Al entregarles las ayudas mdicas les hicieron firmar un do-cumento en espaol, cuyo contenido no les fue explicado y del que no les dieron copia. Respuesta Alternativa tampoco pudo tener acceso a esos papeles, pese a solicitar conocer el contenido para informar a las familias.

  • 54

    Ante los medios de comunicacin de San Luis Potos, el delegado federal de la Secretara del Trabajo y Previsin Social, Jos Edgar Durn Puente, dijo que los 30 trabajadores del Ran-cho El bano recibieron de manos de su propietario, Jess Zra-te Vzquez, apoyo para cubrir en su totalidad los gastos mdicos generados por su hospitalizacin y atencin mdica, as como una cantidad extra para cubrir las erogaciones que por concepto de medicamentos y materiales de curacin se continen generando hasta en tanto puedan volver a reintegrarse a su actividad laboral.

    * * *

    El 1 de agosto de 2014, a pocos das de cumplirse un mes del accidente en el kilmetro 123, el peridico El Pulso, de San Luis, public: Nios jornaleros narran abusos en ranchos potosinos. Dos menores indgenas de 16 y 14 aos de Metlatnoc, Guerre-ro escaparon de un rancho agrcola ubicado en el municipio de Villa de Arista porque los obligaban a trabajar once horas diarias, sin tiempo de descanso, sin alimentos y sin paga. Al finalizar dos semanas de pizcar chile en esas condiciones el patrn les dio un nico pago de 100 pesos.

  • 55A M NO ME VA A PASAR

    A M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA A PASAR

    A M NO ME VA A PASAR

    55A M NO ME VA A PASAR

    Trabajo o servicios forzados

    Cuando el trabajo se obtiene mediante:Uso de la fuerza, la amenaza de la fuerza, coercin fsica, o amena-zas de coercin fsica a esa persona o a otra persona, o bien utilizan-do la fuerza o la amenaza de la fuerza de una organizacin criminal.

    Dao grave o amenaza de dao grave a esa persona que la ponga en condiciones de vulnerabilidad.

    El abuso o amenaza de denunciar ante las autoridades sobre la si-tuacin migratoria irregular en el pas o de cualquier otro abuso en la utilizacin de la ley o proceso legal, que provoca que la vctima se someta a condiciones injustas o que atenten contra su dignidad.

    La Convencin sobre los Derechos del Nio establece el derecho del nio a estar protegido contra la explotacin econmica y con-tra el desempeo de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educacin, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo fsico, mental, espiritual, moral o social.

    Unicef define el trabajo infantil como cualquier trabajo que supere una cantidad mnima de horas, dependiendo de la edad del nio o nia y de la naturaleza del trabajo. Este tipo de trabajo se considera perjudicial para la infancia y por tanto debera eliminarse.

    En el documento Tendencias mundiales del trabajo infantil entre 2008 y 2012 de la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT), dice que en 2012 haba en todo el mundo 264 millones de nios y nias de 5 a 17 aos de edad ocupados en la produccin econmica (16,7%)5.

    5 Oficina Internacional del Trabajo (2013), Tendencias mundiales del trabajo infantil entre 2008 y 2012. Ginebra, Suiza. Yacouba Diallo, Alex Etienne y Farhad Mehran.

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    Para la OIT, las nias, nios y adolescentes representan el 27% de las vctimas de explotacin laboral.6

    El trabajo forzado es un problema global, hay al menos 12.3 millo-nes de personas que sufren esta modalidad de trata, la mayora de las vctimas provienen de frica, Asia y Amrica Latina, sin embargo, ms de 350 mil mujeres y hombres sufren trabajo forzado en pases industrializados.

    Muchas vctimas de trabajo forzado laboran en lugares poco visibles, por ejemplo: los barcos, en la industria de la construccin, en las f-bricas, en la explotacin de agricultura comercial, en la mendicidad o en trabajos domsticos, todos bajo condiciones de trabajo inhuma-nas, irregulares y simuladas.

    Las vctimas son engaadas sobre sus condiciones laborales.

    Casi 21 millones de personas en el mundo son vctimas de trabajo forzado: 11.4 millones son mujeres y nias, y 9.5 hombres y nios.

    Los menores de 18 aos representan el 26%, casi 5.5 millones de todas las vctimas del trabajo forzado.

    Alrededor de 19 millones de vctimas son explotadas por individuos o empresas privadas. Ms de 2 millones por el Estado o grupos re-beldes.

    Los trabajadores migrantes y los pueblos indgenas son especial-mente vulnerables al trabajo forzado.7

    6 Comisin Nacional de los Derechos Humanos (2013). Diagnstico sobre la situacin de trata de personas. Mxico. 7 Organizacin Internacional del Trabajo (2012), Estimacin Mundial sobre el trabajo forzoso. Ginebra, Suiza. OIT.

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    A M NO ME VA A PASAR A M NO ME VA A PASAR

    A M NO ME VA A PASAR

    57A M NO ME VA A PASAR

    } Cuando recibas una oferta laboral investiga las referencias e histo-rial de la empresa, antes de entregar documentos o dar informacin personal o familiar.

    } De preferencia no acudas solo(a) a una entrevista de trabajo cuando no hayas logrado averiguar las referencias sealadas en el prrafo anterior. De lo contrario, avisa a alguna persona de tu confianza so-bre el lugar al que acudirs.

    } Infrmate sobre cules son tus derechos y las instituciones a las cuales puedes acudir en la denuncia este tipo de abuso.

    } Es importante saber el tipo de trabajo que se va a realizar, los pa-peles que se necesitan, los datos del consulado de destino y tener conocimiento del idioma utilizado en el pas al que vas, as como los requerimientos migratorios.

    } Si vas a viajar por motivos de trabajo o capacitacin, informa a tu familia con quin vas y dnde vas a estar.

    } No entregues tus identificaciones como pasaporte y visas a nadie, nicamente las autoridades competentes te las pueden solicitar.

  • 59A M NO ME VA A PASAR

    III

    II

    TRABAJOO

    SERVICIOS FORZADOS

    Cuando el trabajo se obtiene mediante:Uso de la fuerza, la amenaza de la fuer-za, coercin fsica, o amenazasde coercin fsica a esa persona o aotra persona, o bien utilizando la fuerza o la amenaza de la fuerza de una organizacin criminal. Dao grave o amenaza de dao grave a esa persona que la ponga en condicio-nes de vulnerabilidad. El abuso o amenaza de denunciar ante las autoridades sobre la situacin migrato-ria irregular en el pas o de cualquier otro abuso en la utilizacin de la ley o proceso legal, que provoca que la vctima se some-ta a condiciones injustas o que atenten contra su dignidad.

    II

    TRABAJOO

    SERVICIOS FORZADOS

    Cuando el trabajo se obtiene mediante:Uso de la fuerza, la amenaza de la fuer-za, coercin fsica, o amenazasde coercin fsica a esa persona o aotra persona, o bien utilizando la fuerza o la amenaza de la fuerza de una organizacin criminal. Dao grave o amenaza de dao grave a esa persona que la ponga en condicio-nes de vulnerabilidad. El abuso o amenaza de denunciar ante las autoridades sobre la situacin migrato-ria irregular en el pas o de cualquier otro abuso en la utilizacin de la ley o proceso legal, que provoca que la vctima se some-ta a condiciones injustas o que atenten contra su dignidad.

    III

    PROSTITUCIN AJENA

    U OTRAS FORMAS DE

    EXPLOTACIN SEXUAL

    Cuando una persona se beneficia de la explotacin de una o ms personas a travs de:La prostitucin.La pornografa.Las exhibiciones pblicas o privadas de orden sexual.El turismo sexual o cualquier otra actividad sexual.

  • 61A M NO ME VA A PASAR

    III

    Eres una mala madre

    Por Anala Ferreyra

    No s qu hacer! Me la quit! No me la quiere regresar! Tiene a Sandrita! grit Dborah sollozante al entrar a la casa, despus de semanas sin pararse por all.

    Qu?! Quin? Qu pas? interrog su to Ray con espanto.

    Doa Hilda, la seora con la que me estoy quedando, dice que no soy buena madre y por eso no me la va a regresar! Que no merezco tenerla!

    Vamos a levantar la denuncia! indic to Ray asertivo.

    * * *

    Qu pens Dborah cuando decidi salirse de su casa? Cmo lleg con doa Hilda? Cmo era su vida con ella? Cun-do le quit a Sandrita? Cundo comenz a obligarla a prostituir-se? De qu forma la amenazaba? Qu hizo que se decidiera a pedirle ayuda a su to?

    * * *

    Dborah qued embarazada a los 16 aos y tuvo a su beb sin apoyo del padre de la nia. Hurfana de madre en la infancia; abandonada poco tiempo despus de nacer por su pap, un adic-to a las drogas, Dborah quiz tiene poca idea de lo que significa ser madre; fue criada por sus abuelos y to Ray, a quien le dice pap.

    No termin la secundaria y no le gusta encargarse de los que-haceres en su casa, pero le encanta estar en la computadora todo el da, echando ojo a lo que pasa en el feis.

  • 62

    Sandrita tena cerca de seis meses cuando Dborah, despus de una discusin con su to en la que se le prohibi usar Facebook, decidi llevrsela y buscar suerte fuera de casa.

    Pronto se encontr en doa Hilda, una figura maternal que prometi encargarse de ella y de su bebita, ayudarlas a salir ade-lante.

    Al tiempo que doa Hilda cuidaba a Sandrita, Dborah tra-bajaba como prostituta en un cuarto de la casa. Las ganancias en su totalidad iban para la doa, porque me hace favor de cuidar a mi nia y de ah nos da de comer.

    Si Dborah se negaba en algn modo a respetar su arre-glo, doa Hilda la presionaba con Sandrita. Justo antes de que la madre de 17 aos pidiera ayuda a to Ray para recuperar a la nia, la seora se qued con la beb, con pretexto de que no era una buena madre.

    Gracias a la denuncia por secuestro que interpusieron con las autoridades, sali a la luz que doa Hilda, adems de retener a Sandrita explotaba sexualmente a Dborah.

    La madre y la beb estn en un refugio de alta seguridad. Quiz cuando lo abandonen Dborah logre superar lo que le hizo vivir doa Hilda y reconduzca la maternidad de la mano de San-drita.

  • 63A M NO ME VA A PASAR

    III

    Amor disfrazado

    Por Moiss Castillo

    IEl aire sacuda la cortinilla. El sol se meti a la habitacin y Luisa despert hambrienta, sus tripas crujan. Despus del viaje qued noqueada. Se percat que Avimael no estaba. Quiz su novio sali a comprar cigarros o el desayuno. l abri la puerta y preocupado confes:

    Qu crees que no encuentro a ese cabrn que me debe el dinero.

    Pero qu vamos hacer? Tengo mucha hambre. Pues con lo que te pagaron en la semana compramos algo. Ya no tengo nada, yo compr los boletos del autobs. Mira, ya pein la zona y nada ms hay empleos en mini-

    supers.Avimael, no me puedes salir con esto! Djame hablar con

    mi familia para que nos mande dinero y nos regresamosNo, no, ni pensarlo, te imaginas qu van a pensar de m?

    T ya te saliste y no puedes volver a tu casa. Entonces, qu vamos hacer?Luisa, perdn, soy un padrote.Ella y su corazn en la garganta.

    IILuisa no saba en qu momento el amor migr a dolor. Es-

    taba a unas cuantas horas de ser explotada sexualmente, de estar con desconocidos, de olerlos, de temblar, de apretar los dientes. Viva un fin de semana de pesadilla. Ella se preguntaba en silencio, qu voy hacer? Cmo le voy a decir a mi pap que necesito de su ayuda? Pensaba escaparse, pero otra vez surga el miedo. Y si me pega, y si viene con sus amigos. Su cabeza explotaba. Con Avi-

  • 64

    mael alguna vez la idea de la felicidad se hizo intensa, ahora mora lentamente. Estaba mentalizada para lo peor, senta escalofros en su cuerpo. Lo amaba tanto, lo odiaba tanto. Le invadieron pensa-mientos asesinos: si no puedo huir, si lo mato, o me suicido. No voy a soportar que abusen de m.

    IIIUn mes fue suficiente para que Avimael conquistara a esa

    chica de 17 aos de edad. Conoca a la perfeccin a la joven prepa-ratoriana, sobre todo su punto dbil: salir de antro. Avimael, ocho aos mayor, le rog que no le dijera nada a sus padres de su rela-cin porque se pondrn furiosos y te enviarn a un internado. Ella acept y le jur amor eterno. Se enviaban mensajes de texto cada cinco minutos y se vean a escondidas para besarse y abrazarse como cualquier pareja amorosa.

    Luisa viva en Papalotla, Tlaxcala, municipio vecino de Te-nancingo lugar al que los medios de comunicacin: cuna de los padrotes en Mxico. Era un secreto a voces que ese lugar de 10 mil habitantes es la capital de la trata de personas. En una tar-deada conoci a Avimael, nunca lo haba visto a pesar de que eran del mismo pueblo. La mir fijamente y se acerc a ella, platicaron, tena un brillo en sus ojos que la hipnotiz de inmediato. Intercam-biaron nmeros telefnicos y prometieron no perderse.

    Tres das despus, Luisa recibi una llamada. Hola, cmo ests?Quin eres? Ya no te acuerdas de m? Mmmm no. Soy Avimael, nos conocimos en la fiesta del viernes. Ah s, cmo ests? Salimos este fin? Cmo ves? No puedo, trabajo en la tienda de mis abuelos. ndale, no seas mala onda, un rato.No, es que

  • 65A M NO ME VA A PASAR

    III

    Un rato nada ms, si? Oook, est bien.Luisa estaba confundida. Avimael era feo pero era muy lin-

    do. Tard horas en arrancarse el sonido de sus palabras. Nunca hablaron del futuro, de sus confusiones, ni del pasado ni de sus miedos. Estaban ah, justo en lo probable, lo que puede ser. Tal vez por la edad pensaba distinto en comparacin con los chicos que frecuentaba. Avimael le daba buenos consejos: no te puedes enojar con tus padres, es lo ms valioso que tienes en la vida. Lui-sa pensaba en verdad que era un ngel cado del cielo. Cualquier duda o problema que tena, l lo resolva. A su lado se senta pe-quea y protegida.

    Avimael le platicaba las increbles borracheras con sus amigos, se la pasaba de fiesta en fiesta. A Luisa le daba mucha envidia no poder salir a esos antros y conocer a gente diferente. Pero sus padres, por cuestiones de seguridad, le negaban toda posibilidad de salir de antro, nunca la dejaban ir sola a Tenan-cingo porque saban los riesgos ante ese tipo de mafia. Se senta frustrada pero afortunada de conocer a un hombre bueno. Un da le pregunt: Qu piensas de los padrotes?. Ella le con-test con silencios.

    S saba que la gente de Tenancingo se dedicaba a eso, pero desconoca cmo era el enganche. Pensaba que se las robaban o las mismas chicas decan llvame. S, pensaba que estaban ah porque queran. No saba ese paso del amor.

    IVUna tarde Avimael escupi me gustas mucho y quiero ca-

    sarme contigo, y si nos vamos a vivir juntos?. Luisa no saba cmo reaccionar ante semejante marea de felicidad. l tan valien-te, tan seguro. El mundo en sus ojos. Le pidi un poco de tiem-po. l insisti dos semanas despus, le asegur que en Poza Rica nadie los molestara y que all estaran mejor, que formaran una familia y el sueo empezara con una fuerte cantidad de dinero

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    que le deban. Acept. Sucumbi ante la certeza de estar juntos. El 30 de abril de 2010 partieron a esa ciudad veracruzana. A las 11 de la noche envo un mensaje al celular de su padre: Todo est bien, estoy con mi novio iremos a Poza Rica. Avimael le confisc el celular sin dar explicaciones. Pasaron la noche en una pequea casa del hermano mayor. No se buscaron. Cerr los ojos.

    VLos sueos de Luisa se haban esfumado de un da para otro.

    Todo era mentira, menos el bar Cantum, un verdadero arrabal. En ese lugar Avimael se transformaba en Armando, as lo conocan, as le llamaban. Nada ms tienes que beber cerveza con los hom-bres y hacerles la pltica. Su rostro ya haba cambiado, segua feo pero lo notaba malvado. El ngel ya no tena alas. Le extendi una credencial del IFE de otra mujer: Estoy casado y tengo dos hijos, adems tengo otra mujer con un pequeo. La identificacin era de una de esas chavas que explotaba sexualmente. Ese da se tom 15 cervezas y apenas pudo sacar 300 pesos. Estaba exhausta. Ar-mando le arroj el dinero en la cara y le grit furioso Si no sacas ms dinero te voy a cambiar!.

    Domingo y lunes trabaj normal, bebiendo litros y litros de cerveza, aguantando manoseadas y comentarios vulgares. El olor era asqueroso y no poda pensar. Termin su jornada laboral de dos de la tarde a 11 de la noche. Ese mismo lunes, ella y Armando se trasladaron a otro arrabal de mala muerte. En la planta alta se asomaban pequeos cuartos donde los seores se divertiran con las chicas del lugar.

    Sonaba una cancin de Los ngeles Negros. Armando le confes que su familia la estaba buscando, no dejaba de sonar el celular, mensajes, correo de voz. Le dio permiso de comunicarse a su casa, un par de minutos nada ms. Su madre le reclam sin pie-dad: Qu no te interesa tu padre, l est muy grave de la presin. Agarra un taxi y aqu lo pagamos. Luisa llor, le invadi una an-gustia terrible. Adems se enter que la familia de Armando nunca

  • 67A M NO ME VA A PASAR

    III

    fue a su casa para anunciar formalmente el compromiso amoroso. No dejaba de llorar, le suplic a Armando que le diera permiso de ir a ver a su pap te juro que no van a saber nada de esto, dir que todo es felicidad. Ella era una coleccin de miedos.

    Escuch las mismas palabras de Armando. Instrucciones para sonrer y ganar dinero. Vio el rostro demacrado de aquellas jovencitas, el maquillaje no poda cubrir la realidad. Sinti un do-lor extremo en el corazn, le temblaron sus piernas delgadas. Risas fingidas, hombres con doble vida, alcohol y diversin. Ya era me-dianoche y Luisa escuch la voz altanera de Armando.

    Aqu vas a entrar a las seis de la maana y sales a las tres de la madruga del siguiente da.

    Qu! No voy a dormir? Cllate, pendeja! Tienes que sacar dinero, no me interesa

    lo que tengas que hacer. Para matar el tiempo fueron al Oxxo a comprar unas cosas

    mientras suceda una conversacin en un auto en movimiento.Compadre, esa que est ah parada no es Luisa?. El co-

    che se detuvo bruscamente y los tripulantes corrieron hacia la banqueta.

    A casi un metro de distancia, Luisa sinti la mirada pe-netrante de su padre. Lo hall demacrado, plido. No escuch nada y simplemente la abraz. La tom de la mano y la llev rumbo al coche. Luisa tena la mente en blanco. Armando re-accion desesperado y grit no, no seor, no se la lleve, yo quiero a su hija. El joven slo escuch: hablamos all, mi hija se viene conmigo.

    VIEl tiempo no puede ocultar traiciones. Avimael y su familia

    buscaron a Luisa para decirle que ahora s pediran su mano, como debe ser, como es la tradicin. La madre de Luisa se alter al ver a ese tipo feo y le llam a sus hermanos para que corrieran a todos. Avimael rogaba y peda perdn como un cachorro. Toda

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    una escena de telenovela. Al final, una patrulla municipal llev a los protagonistas al Ministerio Pblico de la capital del estado para que rindieran su declaracin ante el zafarrancho. Inesperadamen-te, el MP acus a Luisa de lo ocurrido ese fin de semana infernal.

    Yo no estoy diciendo mentiras, l me llev con engaos a explotarme sexualmente a Poza Rica, dijo llorando.

    No es cierto, seguro t queras estar ah! le revir la licenciada de turno.

    La titular del MP remat pinche nia berrinchuda, pues qu se cree la pendeja.

    La averiguacin previa no se levantara hasta que la familia de Luisa no pagara 8,000 pesos para seguir con el proceso judicial y girar una posible orden de aprehensin contra Avimael.

    Si yo ahorita les doy ese dinero, despus ese delincuente les va ofrecer ms y todo seguir igual, reclam el padre de Luisa.

    Todo era intil. Medio ao despus, una de las que fue mu-jer de Armando busc a Luisa para que fuera al DF a denunciar ese delito grave. Le explic que ella estuvo 20 semanas esclavizada sexualmente en Tijuana, Pachuca, Puebla, Oaxaca y Tlaxcala, y levant una denuncia lo estn buscando, t tienes que hacer lo mismo.

    Venci el miedo que senta cada vez que recordaba el ros-tro de Armando-Avimael. Ahora el len est detenido y espera sentencia. Desde hace cuatro aos vive en la ciudad de Mxico porque en Papalotla ya no tena ningn sueo qu perseguir. En la fundacin que la acompa en su proceso, recibi terapia in-tegral para restaurar su cuerpo y superar mentalmente esos das negros. A lo largo de dos aos tuvo apoyo mdico, psicolgico, jurdico y laboral.

    Fjate que a m me cost mucho, sobre todo el perdn. A ellos los perdon fcilmente, pero perdonarme a m estuvo com-plicado. Me llev casi dos aos entender que yo no haba tenido la culpa, para comprender la situacin que estaba viviendo mi pap. Mat a mi familia ese fin de semana. Creo que una recuperacin

  • 69A M NO ME VA A PASAR

    III

    total lleva aos. An no estoy recuperada al 100, hay algunas cosas en las que tengo que trabajar.

    Luisa tiene 22 aos y falta muy poco para que termine la licenciatura en Derecho en una universidad privada. Quiere re-gresar a su pueblo y ser presidenta municipal, luego alcanzar la gubernatura de Tlaxcala para prevenir a los jvenes de este delito y alejarlos de esta mafia familiar. Con dolor reconoce que el sueo de los nios de all es ser padrote. Quiere dejar de pensar que el mundo est podrido. Recordar es una forma de huir.

  • 71A M NO ME VA A PASAR

    III

    Siempre escapar

    Por Moiss Castillo

    Mejor la calleLe faltaba el aire, no poda respirar. Su corazn se agit de-masiado luego de correr quien sabe cuntas cuadras. Prefiri caminar un poco lento. Quera llorar pero no poda. Como to-dos los fines de semana, el Centro Histrico se converta en un gran hormiguero. Haba mucha gente y ruido, cantaba alguien famoso porque la plancha del Zcalo estaba a reventar. Logr cruzar y escabullirse entre la gente. No era tan tarde, haba an un poco de sol cobrizo.

    Sobre la avenida 20 de noviembre record las palabras humi-llantes de su madre: Vete de aqu, cabrona! Ya no regreses, me oste!. Sus piernas le temblaron y pens que se iba a desplomar de un momento a otro. Continu caminando por inercia. Decidi descansar en una banca de hierro y solt las primeras lgrimas. Estaba desconsolada, tena esa sensacin de vaco, como si su vida se hubiera terminado. La escena de su mam abofetendola frente a sus hermanos la haca una chica infeliz. Se senta despreciada. No poda fingir que todo estaba bien, que no haba resentimientos. Llor.

    A sus 12 aos no haba recibido afecto de su familia. No sa-ba qu diablos era un beso de mam o un abrazo de pap. Lo que s saba es que era una nia fantasma. Su padre los abandon y vea a su padrastro como un impostor. Ese seor canoso, quien fue su padrino de bautizo, se convirti en pocos aos en el hombre de la casa y en su peor pesadilla: cuando estaba sola el cincuentn se le quedaba viendo muy raro y le deca cosas con tintes sexuales.

    Una tarde fue violada por ese hombre. Sus ojos miraban suplicantes pero fue intil. Eres ma, me entiendes? Yo te voy

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    a ensear todo lo que necesitas saber. Nunca se lo cont a su madre por temor a que no le creyera. Prefiri guardar silencio y su nico escape era salir a la calle. Retornar a casa significa-ba acceder al infierno: senta como si hubiera hecho algo muy malo. Ya se haba acostumbrado a los golpes y a esas miradas lascivas. Lloraba en silencio. Es nuestro secreto, eh? Si le di-ces a alguien, te mato. Esa noche no concili el sueo, algo se quebr en ella.

    Daniela se percat de que alguien se haba sentado al lado de ella. Era un chico de 23 aos y se present como Roberto:

    Por qu lloras? Te puedo ayudar en algo?Tuve un problema con mi mam. Gracias, ya pas...Ando en las mismas, mis padres no me comprenden. Por

    eso decid hacer mis cosas por mi lado.Sin darse cuenta, Daniela ya conversaba con Roberto. Se

    rean de todo y l la abrazaba o le acariciaba el cabello. Ella se sen-ta protegida y querida. Se identific con ese chavo porque tenan historias similares de sufrimiento y, por un momento, sinti que su corazn estaba palpitando de emocin. Pens que era atractivo, como debe serlo un joven. Cerr los ojos y en los labios sinti sus labios calientes. Daniela esboz una sonrisa.

    l le explic que estaba en el negocio de la venta de ropa y que le iba muy bien. Se acababa de comprar un auto deportivo y casi terminaba de pagar un pequeo departamento en Tlaxcala, a unas cuantas cuadras de donde vivan sus padres.

    La chica de secundaria estaba sorprendida, siempre haba soado con estar con alguien exitoso, pero la sombra de su familia no la dejaba en paz. Le daban escalofros cada vez que recordaba las golpizas que reciba de su madre y los manoseos de su padrino. Quera largarse de una vez, pero no saba cmo. Quera un verda-dero hogar, dormir bajo un techo seguro y sentirse querida como lo haca Roberto con tanta facilidad.

    Creo que siempre nos anduvimos buscando, no crees? Vmonos de aqu, t y yo, solos. Podemos vivir juntos y ser felices.

  • 73A M NO ME VA A PASAR

    III

    No creo que sea una buena idea. Tengo que regresar a mi casa.

    Quieres ms golpes? Quieres ms humillaciones? Pues ests mal, eh. Pens que eras diferente Conmigo no te vas a sen-tir sola y no te va a faltar nada.

    S me gustara, pero no s.Todava andamos a tiempo de llegar a la terminal y tomar

    el autobs, qu dices. Si no te gusta donde vivo, nos regresamos sin problemas...

    Daniela tom de la mano a Roberto y se dio cuenta de que estaban a unos cuantos pasos de la estacin del metro Pino Surez. Mir al cielo buscando algo. Se senta bien en ese momento en que el sol ya se haba escondido. Quera pensar que estaba viva: el encuentro inesperado exaltaba su corazn. Dijo adis sin resenti-mientos ni amargura.

    Estaba en el destinoNunca imagin que ese encuentro casual y repentino bastara para sentirse tan bien. Lejos de su insufrible familia. Vivir as para qu? Mejor huir, olvidar. Caan relmpagos y ahora flotaba. Lo primero que vio al llegar a Tenancingo fue ese Camaro rojo que le haba platicado Roberto. Nunca haba visto algo tan brillante, tan nuevo. Se emocion, era verdad! La familia de Roberto la recibi como una reina y organiz una pequea cena para darle la bienvenida a su nuevo hogar.

    Haba una respuesta en su sonrisa. Soledad? Qu era eso. Ah estaba Roberto, verdadero. Pasaron tres meses de regalos, ropa, cine, perfumes, cosas que para ella eran inalcanzables. Al departamento iban seguido unos primos de su novio para matar el tiempo o simplemente para beber. Una tarde cualquiera le reve-laron un secreto: Roberto estaba muy enamorado y quera casarse con ella. Andaba juntando un dinerito de la venta de ropa; ellos seran los padrinos.

  • 74

    El destino. Haca mucho tiempo que no vea el sol. Daniela por primera vez querida, deseada. No lo poda creer. Siempre so con tener una familia y casarse de blanco. La suerte no se puede almacenar y ya no quera desventuras en su vida. Recorra un ca-mino desconocido, pero hermoso. As conoci a Roberto, en das extraos e imposibles.

    Tormenta por tempestadRoberto casi no hablaba y su mirada estaba perdida. Jugueteaba con el tenedor. Tena el rostro tenso. Ella intentaba platicar y lanzar un comentario divertido, pero slo escuchaba monoslabos. Algo extrao suceda y quiso saberlo de inmediato:

    Qu tienes? Pasa algo? No, nada. Mmm es que tengo problemas de dinero. Las

    ventas cayeron un poco y necesito pagar unas deudas.Y qu vas hacer Yo te ayudo en lo que me digas.En verdad? No quiero preocuparteClaro! Te has portado sper bien conmigo y no me gusta

    verte as.Ests dispuesta a trabajar como sexoservidora?Daniela solt una risa traviesa y dijo s. Quera saber hasta

    dnde llegara el juego de su chico. Roberto le explic que slo sera temporal mientras se estabilizara y que, con ese dinero, se ca-saran y tendran una luna de miel espectacular en Acapulco. Casi sin respirar le explic cunto cobrara, los clientes que tendra, las posiciones que tena que aprender. Daniela no le dio importancia porque era una broma de mal gusto. Se vea, eso s, vendiendo ropa y otros artculos de vestir.

    Muy temprano la despert y le dijo que viajaran a Puebla. Apenas estaba amaneciendo y Roberto se encontraba haciendo la maleta. Negocios son negocios, pens. Llegaron a la capital pobla-na y se hospedaron en un hotel sencillo, pero cmodo. Se percat que no haba comido nada en todo el da, escuch algunos ruidos en el estmago. Alguien toc la puerta y era una mujer rubia de

  • 75A M NO ME VA A PASAR

    III

    unos 30 aos, voluptuosa, exageradamente pintada. Llevaba un vestido rojo pegado al cuerpo y unas zapatillas negras de charol. Era atractiva, llamaba la atencin. Roberto le orden que se fuera con ella, se veran en la noche.

    Sin saber, llegan esos momentos en los que te das cuenta que nada tiene sentido, que no has hecho nada de tu vida, que no eres nada. Sinti fro en las piernas. Caminaron por las calles del centro, no se miraron ni se dijeron nada. Llegaron a una zona de ferreteras. Una cuadra a la derecha se alzaban algunos hoteles co-lor ladrillo. Atravesaron una cortina metlica, estaba oscuro, pero alcanz a ver a una docena de chicas en fila india con ropa sexy. No pudo aguantar las miradas que le lanzaban y mir el piso. Le impact tanto esa escena que su autoestima cay vertiginosamente. Descubri que Roberto no jugaba. En ese instante y en ese local srdido ya no se senta una chica amada, sino una cualquiera en un mu