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Linea Anarco Comunista Linea Anarco Comunista hacia la construcción del Partido Anarquista http://www.lac-arg.org A propósito de las resistencias a “La plataforma” – Gabriel Rivas La idea central del articulo es tratar de dilucidar a qué responde, en un contexto concreto, las diversas resistencias a la plataforma, aclarar algunas de sus ejes centrales y plantear algunas ideas para la construcción actual de un anarquismo social, de clase, enfocado a transformarse en la perspectiva hegemónica del movimiento popular. Contribución a un anarquismo de masas “No está lejos el día en que seamos llamados nuevamente a tomar parte activa en estos eventos. Si respondemos a esta llamada, nuevamente, sin primero habernos equipado de una organización adecuada, aún seremos impotentes de evitar que los eventos sean succionados por la vorágine de los sistemas estatistas.” Makhno. De anacronismos, síntomas y verdades: Hace ya un tiempo que se repite cierto debate que muchos califican como “falsa contraposición”, “anacrónico” o, simplemente, como cómico e innecesario; hablo de la ya vieja pero renaciente discusión entre “sintetistas” y “plataformistas” o, en particular, de una serie de detracciones a la plataforma desde una amplitud de posiciones ácratas, que no sostiene necesariamente las ideas de los partidarios de “la síntesis”. En mi opinión, creo que existe una mezcla de cosas entrecruzadas en este debate que vale la pena separar, para poder sopesar este fenómeno en su justa medida; dudo que el debate sea sólo de carácter filológico o aplicado a una supuesta dicotomía, descontextualizado respecto de la propia experiencia chilena o sudamericana, lo que haría de la discusión un asunto anacrónico e inadecuado. Si bien es cierto que en muchos casos el tono del debate adquiere estos matices, creo que esto se realiza más para ocultar y evadir la discusión real y frontal, transformándose en cualquier cosa, menos en un verdadero aporte a la construcción de un anarquismo revolucionario, de clase, que apueste a ser hegemónico; orientado así el debate, es una pura fortaleza de papel, donde “plataformismo” y “sintetismo” se vuelven meros adjetivos descalificativos hacia uno y otro lado, lo que es simplemente burdo y vacío. Ese es el eterno problema de las caricaturas, se vuelven meras cabezas de turco para reafirmar posiciones, nada más. Sin embargo, sostengo que hay mucho más en juego en estas resistencias. En mi opinión se trata de un debate sintomático, en un sentido bien preciso: hablo de síntoma como la apariencia de algo más, expresión determinada de un asunto que sólo puede aparecer tal como lo hace: mediado, en un proceso que lo indica pero no lo expresa certeramente, es decir, no es que sea algo falso sino que es la forma inmediata que adquiere una cuestión que hay que develar. Lo que pretendo hacer aquí es dar una opinión a propósito de qué es lo que hay detrás del síntoma mencionado. Las resistencias del anarquismo y ¿de qué habla la Plataforma? En su conocido diccionario de psicoanálisis J. Laplanche y J. B. Pontalis definen resistencia de la siguiente manera: “Durante la cura psicoanalítica, se denomina resistencia todo aquello que, en los actos y palabras del analizado, se opone al acceso de éste a su inconsciente” (1). Entonces, ¿a qué se resisten tantos anarquistas? o ¿en qué sentido las interminables detracciones a la plataforma son sintomáticas de una resistencia? Cuando los compañeros agrupados en Dielo Truda decidieron escribir la plataforma en los años 20´, el anarquismo se encontraba en minoría respecto del proceso revolucionario europeo detonado con la revolución rusa. Proceso que terminó con el ascenso de la burocracia estalinista, el asentamiento del marxismo como ideología dominante y dominadora del movimiento obrero en toda Europa, etc., reduciendo de manera significativa las experiencias libertarias. La única excepción notable era la España que despertaría tarde y cerraría un importante ciclo de lucha de clases en la vieja page 1 / 8

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A propósito de las resistencias a “La plataforma” – GabrielRivas

La idea central del articulo es tratar de dilucidar a qué responde, en un contexto concreto, lasdiversas resistencias a la plataforma, aclarar algunas de sus ejes centrales y plantear algunasideas para la construcción actual de un anarquismo social, de clase, enfocado a transformarseen la perspectiva hegemónica del movimiento popular. Contribución a un anarquismo demasas “No está lejos el día en que seamos llamados nuevamente a tomar parte activa enestos eventos. Si respondemos a esta llamada, nuevamente, sin primero habernos equipadode una organización adecuada, aún seremos impotentes de evitar que los eventos seansuccionados por la vorágine de los sistemas estatistas.” Makhno. De anacronismos,síntomas y verdades: Hace ya un tiempo que se repite cierto debate que muchos calificancomo “falsa contraposición”, “anacrónico” o, simplemente, como cómico e innecesario; hablode la ya vieja pero renaciente discusión entre “sintetistas” y “plataformistas” o, en particular,de una serie de detracciones a la plataforma desde una amplitud de posiciones ácratas, que nosostiene necesariamente las ideas de los partidarios de “la síntesis”. En mi opinión, creo queexiste una mezcla de cosas entrecruzadas en este debate que vale la pena separar, para podersopesar este fenómeno en su justa medida; dudo que el debate sea sólo de carácter filológicoo aplicado a una supuesta dicotomía, descontextualizado respecto de la propia experienciachilena o sudamericana, lo que haría de la discusión un asunto anacrónico e inadecuado. Sibien es cierto que en muchos casos el tono del debate adquiere estos matices, creo que estose realiza más para ocultar y evadir la discusión real y frontal, transformándose en cualquiercosa, menos en un verdadero aporte a la construcción de un anarquismo revolucionario, declase, que apueste a ser hegemónico; orientado así el debate, es una pura fortaleza de papel,donde “plataformismo” y “sintetismo” se vuelven meros adjetivos descalificativos hacia uno yotro lado, lo que es simplemente burdo y vacío. Ese es el eterno problema de las caricaturas,se vuelven meras cabezas de turco para reafirmar posiciones, nada más. Sin embargo,sostengo que hay mucho más en juego en estas resistencias. En mi opinión se trata de undebate sintomático, en un sentido bien preciso: hablo de síntoma como la apariencia de algomás, expresión determinada de un asunto que sólo puede aparecer tal como lo hace: mediado,en un proceso que lo indica pero no lo expresa certeramente, es decir, no es que sea algo falsosino que es la forma inmediata que adquiere una cuestión que hay que develar. Lo quepretendo hacer aquí es dar una opinión a propósito de qué es lo que hay detrás del síntomamencionado. Las resistencias del anarquismo y ¿de qué habla la Plataforma? En suconocido diccionario de psicoanálisis J. Laplanche y J. B. Pontalis definen resistencia de lasiguiente manera: “Durante la cura psicoanalítica, se denomina resistencia todo aquello que,en los actos y palabras del analizado, se opone al acceso de éste a su inconsciente” (1).Entonces, ¿a qué se resisten tantos anarquistas? o ¿en qué sentido las interminablesdetracciones a la plataforma son sintomáticas de una resistencia? Cuando los compañerosagrupados en Dielo Truda decidieron escribir la plataforma en los años 20´, el anarquismo seencontraba en minoría respecto del proceso revolucionario europeo detonado con la revoluciónrusa. Proceso que terminó con el ascenso de la burocracia estalinista, el asentamiento delmarxismo como ideología dominante y dominadora del movimiento obrero en toda Europa, etc.,reduciendo de manera significativa las experiencias libertarias. La única excepción notable erala España que despertaría tarde y cerraría un importante ciclo de lucha de clases en la vieja

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Europa, como un triste postfacio ya predicho en el fracaso de la revolución alemana de 1923.En ese sentido, podemos decir que las conclusiones de la plataforma llegan al atardecer y conun grado de amargura, reflexiones profundas pero levantadas sobre pedazos recompuestosbajo la retrospección reflexiva que pretende retomar y profundizar una línea de construcciónque podemos definir como “especifismo”, línea que cruza desde Bakunin, pasando porMaletesta, la FCL y nuestros días. Es así que, a mi juicio, este documento cierra cierto ciclo dedesarrollo del anarquismo que va desde las primeras experiencias partidarias de Bakunin,hasta el fin de la revolución europea como un postscriptum que sólo se reafirma en la Españadel 36´ al 39´. En otras palabras, la plataforma es un documento pensado en un complejoreflujo del movimiento obrero y popular que pretende aprender del pasado y dejar sentadociertas bases programáticas a conservar y que deben esperar su momento para desarrollarse.Por lo tanto, se trata de un documento para el presente. Según creo, tales líneas programáticasestán cruzadas por tres temas claves. Uno es el reafirmar el carácter de clase del anarquismo,frente a las posibilidades que deja abierto el reflujo, y es que en medio de la desesperanza y dela derrota obrera el humanismo ambiguo y laxo, el posicionamiento puramente ético, sinperspectivas estratégicas o de lucha, es siempre una salida posible. Por otro lado, la plataformadeja en claro la necesidad de la lucha ideológica frente al reformismo y a las corrientesautoritarias o estatistas, al mismo tiempo que se piensan las herramientas más adecuadas paradar tal pelea: una Unión General, es decir, desarrollar la lucha partidaria apropiadamente. Enotras palabras, se trata de situar la necesidad de no improvisar las herramientas políticasnecesarias, para hacer del anarquismo la orientación táctico-estratégica general de un procesorevolucionario, la ideología del movimiento obrero, es decir, realizarlo como tal. El tercer tema-que no creo poder desarrollar aquí- es plantear al anarquismo no como un conjunto dedoctrinas o postulados, sino una ideología, es decir, la forma auto-representada del movimientorevolucionario en este proceso de negación de la sociedad capitalista, en palabras de “LaPlataforma”: “El anarquismo no es una fantasía hermosa, sacada del despacho de un filósofo,sino un movimiento social de las masas trabajadoras […]”. Es decir, se trata de hacer hincapiéque el anarquismo no es una filosofía, un conjunto de ideas, o una visión de mundo, sino, comodice Makhno: “En el curso de la elaboración de su imagen cabal del mundo, el anarquismo seha puesto una tarea muy específica: abarcar al mundo en su totalidad, barriendo toda clase deobstáculos, presentes y por venir, que puedan ser puestos por la ciencia y la tecnologíacapitalista y burguesa. Esto, con el fin de suplir al Hombre con la explicación más exhaustivaposible de la existencia en este mundo y de hacer lo mejor posible frente a todos los problemasque deba confrontar: esta aproximación, debe ayudarle a internalizar una conciencia delanarquismo que le es naturalmente inherente -esto, al menos, es lo que supongo- al punto enque es continuamente enfrentado a manifestaciones parciales de él.” (El anarquismo yNuestros tiempos, Néstor Makhno), es decir, se trata de sostener una idea materialista delanarquismo, como posibilidad real incubada en la sociedad capitalista, gestado en su cáscara,y no algo inserto de forma unilateral o una pura experiencia personal. Estos tres temas son elfundo de la plataforma, más allá de lo que generalmente suele generar polémica: la forma de lamencionada Unión General. En mi opinión ese tema es secundario, no menos importante, perosecundario. La forma de una organización específica -si es que asumimos su necesidad- debeser adecuada al contexto, por lo tanto, hace referencia a un aspecto táctico y no estratégico.Creo que los sin fines resistencias a los temas centrales se sintomatizan en este recurrentedesplazamiento a la forma. Así también, como muchas de las figuras destacadas delanarquismo que se dieron el trabajo de problematizar la plataforma (Malatesta, Berneri, Fabbri

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Isindine, el mismo Volin, etc.) lo hacen colocando el acento en asuntos menores y, por lomismo, tengo la impresión de que fue un texto más bien incomprendido o malintencionadamente anulado. Pero no será este texto el lugar para profundizar en ello. Lucha declases es lucha ideológica: Sin embargo, de los tres puntos mencionados, creo que el másimportante hoy es: la necesidad de la lucha ideológica y la creación de los medios necesariospara ello. Pero, ¿qué entendemos por lucha ideológica? Si bien el concepto de ideología escomplejo y sumamente plástico, tanto así, que puede llagar a decir cosas completamenteopuestas, me gustaría acortarlo de la siguiente manera: Si bien el socialismo es una actividadde masas, nacido en y mediante el desarrollo de la sociedad capitalista como un modo deproducción opuesto, su realización no es natural, mecánica o inmediata, sino que requiere deun salto cualitativo en las relaciones de clases, ya que, a diferencia de otros modos deproducción, el socialismo es un acto consciente por parte de la clase trabajadora, es decir, elsocialismo sea realiza a medida que la clase trabajadora decide darse un modo de vidadiferente y se dota de los medios concretos para lograrlo. Eso nunca antes ha pasado en lahistoria, no al menos con la magnitud que el proletariado debe abordar esta titánica tarea que,más de una vez lo ha hecho retroceder. Si bien hay experiencias parciales y aisladas, no secomparan al desarrollo revolucionario de un modo de producción que abarca a la humanidadcompleta. Por lo tanto, el desarrollo del proceso revolucionario no puede ser pensado de unaforma lineal, como un proceso espontáneo de mera acumulación que mágicamente termina enun salto cualitativo, o como un puro proceso económico que, en tanto que madura lascondiciones objetivas da con el socialismo como su continuidad lógica, así como tampocopuede ser una pura noche de insurrección que se tome el poder, como quien toma una cosa.No, nada de eso. Si bien todo proceso revolucionario esta sentado en las grietas inmanentesde la tempestuosa estructura capitalista, las crisis objetivas no son suficientes. Como bien diceBakunin: “[…] la miseria y la desesperación aún no bastan para suscitar la revolución social.Pueden dar origen a levantamientos locales pero son insuficientes para levantar a grandesmasas. Para ello, es necesario que todo un pueblo posea un ideal común, una idea general desu derecho y una fe profunda, apasionada, religiosa si queréis, en ese derecho.” Es decir, senecesita conciencia de clase, un proyecto común elaborado por los trabajadores que le de unasalida efectiva al capitalismo, hacer de las crisis capitalistas una crisis del capitalismo mismo.En tal sentido, una organización específica de los libertarios se vuelve necesaria a la hora deque nos damos cuenta de que el socialismo no es una necesidad mecánica, sino unaperspectiva que se debe desarrollar y diseminar en el proletariado organizado bajo unaperspectiva dialéctica. Pero, al mismo, tiempo, nos damos cuenta que el anarquismo no es laúnica perspectiva posible, sino que convive con una serie de posiciones, desde de intenciónrevolucionaria, hasta derechamente reformistas o pro patronales, etc. Y es acá donde emergeel problema de la lucha ideológica. Pero ¿qué entendemos por “lucha ideológica? En nuestraopinión, ella hace alusión al debate estratégico-táctico al interior del movimiento popular, y esque las ideologías, como tales, sintetizan ciertas ideas fuerza que hacen posible pensar unaproyección estratégica y orientar la acción, al mismo tiempo que dan parámetros para suanálisis, no sustituyendo la realidad por la ideología, sino haciendo posible una análisis de loreal como tal. No hay realidad sin mediación ideológica, si perdemos lo ideológico perdemos loreal como experiencia. Por lo mismo, no es posible hablar de posiciones neutrales, o“no-posiciones” o lecturas no ideológicas. Si la lucha ideológica fuese evitable, sería porquehay elementos neutrales, genérico y comunes a toda la humanidad, pero, como bien sabemos,hoy la humanidad se haya sumergida de forma alienada en su propia creación: el sistema

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capitalista de producción, al cual subyace una falla constitutiva: la división de la sociedad enclases, en explotados y explotadores. No existen lecturas ideológicas o no ideológicas, sólohay lecturas, porque son todas mediadas por lo ideológico, por la lucha de clases. La luchaideológica no pasa sólo por la diferencia doctrinal, sino que, más profundamente, se trata delos fundamentos que hacen posible y articulan los elementos tácticos y estratégicos queproyectan la actividad del movimiento popular. Los compañeros rusos dejan todo esto másclaro cuando plantean, refiriéndose a los problemas de orientación ideológica, que: “La acciónde guiar a los elementos revolucionarios y al movimiento revolucionario de las masas, entérminos de las ideas, no puede y no debe ser considerada como una aspiración de parte delos anarquistas de querer tomar la construcción de la nueva sociedad en sus propias manos.Tal construcción no puede ser llevada a cabo sino por el conjunto de la sociedad que labora,pues tal tarea le pertenece solo a ella, y cualquier intento de despojarle de ese derecho,debiera ser condenado como anti-anarquista. La cuestión de la conducción ideológica, no dicerelación con la construcción socialista, sino con la influencia teórica y política que se debeejercer sobre la marcha revolucionaria de los eventos políticos. Ni seríamos revolucionarios, niseríamos luchadores, si no tomáramos interés en el carácter y el tenor de la lucharevolucionaria de las masas. Y ya que el carácter y el tenor de aquella lucha estándeterminadas no sólo por factores objetivos, sino también por factores subjetivos, o sea, por lainfluencia de una variedad de grupos políticos, tenemos el deber de hacer todo cuantopodamos para ver la influencia ideológica del anarquismo maximizada sobre la marcha de larevolución”. (Dielo Truda, Suplemento a la plataforma organizativa, la cursiva es nuestra). Esdecir, se trata de orientación, de dar el debate al interior del movimiento obrero que, a medidaque forja su experiencia y se nutre de los aportes de diversas perspectivas (revolucionarias ono), es capaz de ir templándose y darse organizaciones que hagan posible el socialismo. Peroque quede claro, a diferencia de la tradición socialdemócrata o autoritaria, el anarquismo se veha si mismo como un fruto de la propia experiencia revolucionaria de las masas -experienciaque, por lo demás, incluye a las expresiones políticas diversas-, esto es común desde Bakuninhasta el Dielo Truda y Fontenis, por lo tanto, existe una continuidad orgánica entre la actividadespontánea de masas y el socialismo, mediado, como ya dijimos, por la experiencia de luchaque contempla, y a su vez, la actividad de los diversos grupos ideológicos. Así, la existencia degrupos ideológicos no es contradictoria con la auto-actividad de masas sino que es parte deella. Pues, si bien no hay una identidad directa entre los grupos ideológicos y la organizaciónde masas, hay una relación de mediación que hace a ambas parte expresiones de un mismoproceso -por eso tiene una carácter dialéctico, de negación y transformación refleja oespecular-, es decir, son parte de lo mismo pero no son una misma cosa. Como ya dijimos, eldesarrollo del socialismo no es mecánico, sino dialéctico, ya que está contenido en la propiaexistencia del proletariado y desplegado en sus experiencias, pero hay que hacerlo madurarpara que se realice. El socialismo es posible, por lo tanto real y no necesario o inmediato, comono se cansan de repetir algunos. Así, basándonos en esa concepción dialéctica del socialismocomo movimiento real, es que podemos dar un justo lugar al problema de la orientaciónideológica y hacer coherente la necesidad de su elaboración organizada. En otro lugar,aclarando la misma idea, los exiliados rusos dirán: “La dirección de las masas desde el puntode vista de las “ideas”, simplemente, quiere decir la existencia de una idea que sirva de guíaen el movimiento. En el mundo de la lucha socialista y de las demandas socialistas, tales ideasno son numerosas. Pero es natural que nosotros, los anarquistas queramos que las ideas queguíen a los explotados sean ideas anarquistas y no, por ejemplo, social-demócratas, como

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aquellas que tan recientemente han traicionado al movimiento de obreros revolucionariosVienés (Dielo Truda, El Grupo de Anarquistas Rusos en el Extranjero Responde a losconfusionistas en el anarquismo) Estas citas son lo suficientemente claras para situar unpanorama complejo donde se entiende que sea necesario el agrupamiento específico. Lo queobviamente no queda claro es la experiencia concreta que tal estructura puede tener, y es quenadie puede anticipar aquello, a menos que se sea un paranoico incurable o se quiera resistirconstantemente a la experiencia política como tal, como bien lo muestran un sin fin decompañeros que, bajo la sombra de hechos pasados, temen a la organización política. ¿Porqué?, porque colocan el énfasis en aspectos menores y absolutamente cargados (catextizadosen términos psicoanalíticos), pero esto no responde sino a un fetichismo, un prejuicio que tienecomo única cura la experiencia concreta y el informar adecuadamente. Lamentablemente loscompañeros identifican a la organización ideológica o específica con todo un proceso históricocomplejo, irreductible a una forma de organización determinada. Así, la resistencia a laplataforma aparece como la resistencia a dar el salto de un anarquismo abstracto, marginal, aser parte activa en la lucha de clases, a hacerse parte de las dificultades reales queexperimentan los movimiento sociales, por temores virginales a lidiar con la política real, setrata del temor natural que produce esta idea de que el anarquismo es sólo una posibilidad quehay que hacer parir, además del miedo al dolor y al trabajo que éste implica necesariamente.Dolor y trabajo que consiste en la traducción efectiva de la tradición anarquista en el hoy, en elmadurar la inteligencia necesaria para perspectivar, en nuestros tiempos, lo que queremosmañana. La mayoría de los libertarios -automarginados en la burbuja insurreccional- hanpreferido traer el anarquismo desde fuera de la lucha de clases, mediante acciones aisladas,presa fácil del esteticismo mediático, confundiendo su sectarismo con radicalidad, sus“acciones” como partes preciosas de la guerra social, auto-elevándose a una especie devanguardia renegada que, ya recelada de todo el pueblo, cree experimentar un procesorevolucionario, es decir, se trata de pura alucinación, en su sentido mas estricto. Al parecernadie les ha dicho que la contra cara del etapismo o del mecanicismo mas recalcitrante es elvoluntarismo extremo, la soberbia y el proto-mesianismo, el romanticismo propio de laintelectualidad burguesa más reaccionaria. Por lo tanto, la aceptación de la lucha ideológicacomo proceso real nos lleva más allá del mecanicismo y del voluntarismo, para situarnos en uncampo complejo, dialéctico, donde el problema de la organización anarquista tiene un sentidopreciso: no la unidad por la unidad de los libertarios por el hecho de creerse tales, sino el degenerar medios reales y efectivos para dar un duro combate ideológico en la senda de la luchade clases, que permita al anarquismo revolucionario ser hegemónico en la construcción delsocialismo, combatir las posiciones estatistas, autoritarias o reformistas y que desde hoycumpla con sus tareas fundamentales, como dicen la plataforma: “La tarea fundamental de laUnión General de Anarquistas, en el período pre-revolucionario, es la preparación de lostrabajadores y campesinos para la revolución social. Al negar la democracia formal (burguesa),el poder y el Estado, al proclamar la completa emancipación del trabajo, el anarquismo destacaal máximo los rigurosos principios de la lucha de clase, fomenta y desarrolla en las masas laconciencia de clase y la intransigencia revolucionaria de clase.” La necesidad de unaorganización específica y de un salto cualitativo hacia la organización de masas, a la luzde nuestra experiencia: Hoy el anarquismo en Chile es indudablemente minoritario. Durantemuchos años ha padecido de un proceso de erosión que le ha llevado a ser borrado de lamemoria histórica de la clase trabajadora, por lo tanto, nuestro contexto nos es adverso y nopuede ser atravesado sino de una forma precisa, pensada, tácticamente. En mi opinión esa

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táctica tiene dos aspectos: uno es la organización específica de los libertarios y la otra-intrínseca y complementaria- es el salto a las organizaciones de masas, reconstrucción deltejido social popular de una forma programada y reflexiva. El desarrollo de una es parte de laotra, la profundización de la experiencia social debe foguearnos al mismo tiempo que permitehacer fértil el espacio para la emergencia de nuevos compañeros que, desde su propiaexperiencia, adscriban táctica y estratégicamente al anarquismo y sean capaces de hacer detales posiciones hegemónicas en el movimiento de masas. En otras palabras se trata deampliar el campo real (social) de reconstrucción del tejido social donde el anarquismo puedaactualizarse, padecer una experiencia y nutrir al movimiento obrero, al mismo tiempo que crecebajo su influencia tornándose efectivo al involucrarse con los procesos sociales. Esa es la únicaforma de poder hacer emerger al anarquismo en la práctica social cotidiana. Como bienmuestra las palabras citadas de Makhno al principio, no está lejos el día que seamos llamadosa hacernos parte activa de la lucha de clases para sostener posiciones intransigentes frente alestatismo, el reformismo y la demagogia; sin embargo, nada nos asegura estar preparadospara ese día, eso depende sólo del fruto del trabajo que seamos capaces de realizar, y esetrabajo empieza desde hoy. La lucha política e ideológica no se improvisa. En esta medida esque el anarquismo chileno es parte del proceso de rearme del proletariado chileno, en todossus niveles. El anarquismo lleva ya varios años desarrollándose en Chile. De pasar a ser lo quedurante los noventa se relacionaba con un posicionamiento confuso y sin mayores nortespolíticos, reducido a espacios muy determinados como son las universidades, con una cargamás identitaria que política, al mismo tiempo que vivía estancado en tácticas cosificadas ysuperadas por el contexto, heredadas de proyectos políticos incapaces de adaptarse al nuevoestado de lucha de clases, marcados por un fuerte ánimo vanguardista, una evidentedescontextualización y fetichismo táctico, un pseudo blanquismo elevado a teoría -y que tienecomo mejor expresión y continuidad en el denominado insurreccionalismo, en su versióncriolla-. El anarquismo en Chile, digo, ha dado un salto, al menos hace diez años, con laconformación de CUAC que, más allá de sus falencias y limitaciones, es, querámoslo o no, elpunto de inflexión que marca el intento por hacer retornar al anarquismo a donde pertenece: ala lucha de clases. Ya desde sus inicios esta pequeña iniciativa se vio atacada y resistida. Esmás, debo decir que por aquellos años yo mismo me mostré dudoso de la necesidad de dichosalto, pero por razones que, a la luz de la experiencia, demostraron ser falsas y merosprejuicios adolescentes. Pero más allá de las anécdotas, la emergencia de la iniciativa fueminoritaria. Gran parte del movimiento prefirió seguir más apegado a nortes abstractos ymarginales, privilegiando las experiencias puramente identitaria, sin capacidad deimplementación política concreta, criticándole al CUAC elementos más de carácter accesorioque de fondo, como eran la disciplina, supuestamente extraña al anarquismo -lo que demuestrala más completa ignorancia de la tradición mas militante del anarquismo (2)-, su vanguardismo-asociado al hecho de “proponer líneas de trabajo hacia lo social”, lo que es una crítica sinsentido, ya que el vanguardismo no va en “el proponer” sino en “la propuesta” en sucontenido y formas determinadas- y cosas de esa índole que, según estos libertarios, eranpropias del un partido político (3). Por un lado esto se puede explicar por el carácter regresivodel contexto chileno a fines de los noventa. Hay un acuerdo bastante generalizado que el puntode inflexión de la lucha de clases en chile es el año 2005-2006 con una serie de movilizacionesde masas. Sin embargo, en -los 90s- ya varios sectores de izquierda se planteaban lareconstrucción del tejido social y la resistencia ideológica en espacios limitados pero reales,como pueden ser centros culturales o pequeñas iniciativas territoriales, pero, por lo general,

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todas ellas experiencias ligadas a la educación popular. Espacios en los cuales perfectamentepodemos encontrar elementos libertarios pero, al no ver la necesidad de ampliar la perspectiva,de apostar a desarrollar ejes estratégicos que pudiesen ser nutridos en experiencias socialesmás amplias -simplemente porque eran casi nulas-, no podían sino ser parte de lafragmentación y la desorientación generalizada del movimiento popular. Sin embargo los 90squedaron atrás, el movimiento popular se rearma y las iniciativas sociales crecen cada vezmás. Aún así los anarquistas, en su gran mayoría, siguen auto-exiliados. En ese caso esinevitable preguntarse ¿qué es lo que hay en el fondo de esto? En estas idas y venidas contratales o cuales organizaciones, la necesidad de calificar y de andar repartiendo credencialesque acrediten lo más o menos anarquistas de unos o de otros, medido quizás con que vara(criterio que queda aún más cuestionado si consideramos que el desarrollo teórico delanarquismo, su marco histórico y estratégico, todos elementos necesarios para cualquiersupuesta ortodoxia, brillan por su ausencia), en la negativas de varios ácratas a experienciascomo el CUAC y los primeros años de la OCL, representa, en mi opinión una resistencia a lapolítica como tal, una fraseología que sólo busca obstinadamente el conservar lecturas yposiciones que ya no soportan los hechos. Y es que la obstinación en los fragmentos de unproceso de masas transado a fines de los 80s era, en los noventa, efectiva resistencia pero, ala luz del nuevo panorama, sólo se revela como sectarismo y auto-marginación. En mi opinión,el predominio del insurreccionalismo o de la automarginación tiene que ver con eso: con laobstinación táctica de muchos libertarios que han hecho de estas organizaciones, formasdeterminadas de resistencia o insistencia, prácticas vacías y sin perspectivas estratégicas.Fetichización de los métodos al ver que la estrategia ya no puede ser la misma. Meraobstinación que hoy no puede sino aparecer como regresiva. A diferencia de lo que puedenpensar muchos, el anarquismo siempre ha sido, más que un actitud, un programa, principioselementales que, nacidos de la experiencia obrera y popular, se ven como los únicos quepueden hacer posible un proceso revolucionario que logre superar definitivamente la sociedadde clases y el estado. En ese sentido, el anarquismo es, ante todo, lucha de clase, propuestasque encarnan dicho programa histórico y lo sitúan de forma transitiva en la realidad. Tanto laplataforma como el manifiesto comunista libertario, el CUAC, los primeros años de OCL, FAU,FAG y una gran cantidad de experiencias y materiales teóricos, tan vapuleados -muchas vecesde una forma gratuita, desinformada e infantil-, son sólo una actitud defensiva para seguirjustificando la marginalidad y la autocomplacencia identitaria que ha caracterizado alanarquismo criollo en estos últimos 20 años. En vez de colocar sobre la mesa argumentos depeso que sean capaces de superar y re-elaborar las tácticas de intervención que permitanvolver a incorporar al anarquismo en la experiencia efectiva del movimiento popular, se optapor actitudes obstinadas y hostiles, a manos de grupos reducidos y sectarios. En mi opinión, losanarquistas que han optado por un anarquismo de clase, social, con aspiración a ser unaalternativa de masas, deben profundizar sus perspectivas en el movimiento popular y buscar ensu emergencia los espacios y situaciones que permitan compartir y contagiar el anarquismotanto doctrinalmente como política y programáticamente, y es sólo a través de dichaexperiencia como los libertarios podremos crecer y madurar como alternativa de clase yrevolucionaria. Parafraseando a Bakunin: “Entre ambas tendencias antes indicadas ningunaconciliación es hoy posible. Sólo la práctica de la revolución social, grandes experienciashistóricas nuevas, la lógica de los acontecimientos podrán llevarlas tarde o temprano a unasolución común.” En decir, sólo el desarrollo de la lucha de clases, las prácticas concretas delmovimiento popular, la experiencia, es la que podrá derribar las murallas que obstinadamente

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sostiene tantos compañeros hoy mayoritarios en número, pero reducidos en influencia.Mientras tanto, los que optamos por la construcción de masas debemos seguir, sindistracciones banales, su desarrollo, profundizando por un lado el debate teórico-programático(la autogestión como concepto, la democracia y acción directa como método, la necesidad yorientación de la organización especifica de los anarquistas, etc.) y, sobre todo, nuestrasexperiencia y reflexión política en conflictos efectivos, para así traducirlo en clave clasista,dejando ver en cada uno las contradicciones propias de la sociedad capitalista y creando yrealizando propuestas concretas que puedan permitir avanzar en la construcción de una salidarevolucionara de todos los trabajadores y sectores populares. Hoy, los anarquistasrevolucionarios debemos estar más unidos que nunca, necesitamos compartir y sociabilizarnuestras experiencias diversas, que cruzan un sin fin de registros, necesitamos prácticassolidarias y clarificarnos mutuamente, necesitamos espacios comunes de encuentro y reflexión,pero por sobre todo, necesitamos apoyarnos en la experiencia de la lucha de clases diaria, enmedio de las organizaciones o movimiento de masas. Salud Gabriel Rivas Invierno 2009.Notas: (1) Diccionario de Psicoanálisis de j. Laplanche y J. B. Pontalis”, Pág 384, Paidós,Argentina, 2001 (2) “Por enemigo que sea de lo que en Francia llaman la disciplina, reconozco,sin embargo, que una cierta disciplina, no automática sino voluntaria y reflexionada, y que seadecue perfectamente con la libertad de los indivi¬duos sigue siendo y será siempre necesariatodas las veces que muchos individuos unidos libremente emprendan cualquier trabajo o accióncolectiva. Esa disciplina no es entonces más que la concordancia voluntaria y reflexionada detodos los esfuerzos individuales hacia un ob¬jetivo común. En el momento de la acción, enmedio de la lucha, se reparten naturalmente los papeles según las aptitudes de cada unoapreciadas y juzgadas por toda la colectividad: unos dirigen y ordenan, otros ejecutan lasórdenes. Pero ninguna función se petrifica, no se fija ni queda irrevocablemente vinculada aninguna persona. No existen el orden y el progreso jerárquico, de manera que el que ayermandaba puede pasar a ser hoy subalterno. Ninguno se alza por encima de los demás o si sealza es sólo para caer instantes después, como las olas del mar, volviendo siempre alsaludable nivel de la igualdad.” (Bakunin, cartas a un Frances, 1871) (3) En verdad nada máscontrario al anarquismo. Es cosa de leer un poco a Bakunin para darse cuenta: “Entonces,hace apenas un año, nos preparábamos para la revolución que esperábamos más pronto losunos, más tarde los otros; y ahora, digan lo que digan los cegatos, estamos en plenarevolución. Entonces era absolutamente necesario mantener en alto la bandera de losprincipios teóricos, exponer altamente esos principios en toda su pureza para formar un partido,por poco numeroso que fuera, pero compuesto únicamente de hombres que estuvieran sincera,plena, apasionadamente entregados a estos principios, de modo que cada uno en tiempos decrisis pudiera contar con todos los demás. Ahora ya no se trata de reclutar. Hemos logra¬doformar, bien o mal, un pequeño partido: pequeño con respecto al número de los hombres quese adhieren a él con conocimiento de causa, inmenso con respecto a sus adherentesinstintivos, con respecto a esas masas populares cuyas necesidades representa mejor quecualquier otro partido. Ahora hemos de embarcarnos todos juntos en el océano revolucionario yhemos de propagar nuestros principios no ya mediante palabras sino mediante hechos, ya quees la más popular, poderosa e irresistible de las propagandas. Callemos a veces nuestrosprincipios cuando la política, o sea nuestra impotencia momentánea con respec¬to a una granpotencia contraria lo exija, pero seamos siempre implacablemente consecuentes en los hechos.Toda la salvación de la revolución reside en ello”. (Op. Cit.)

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