A Qué Llamamos Violencia en Las Ciencias Sociales de Santiago Álvarez

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Este artículo se propone reflexionar sobre la ambigüedad deltérmino violencia y la practicidad de su utilización en el campode las ciencias sociales. Además, expone sus principales acepciones,tratando de pensar sobre las consecuencias que conllevaelegir cada una de ellas; debate la utilidad del uso del conceptoteniendo en cuenta su evidente polisemia; y discute la posibilidadde aceptar una definición transcultural mínima. Por último,trata de responder a la pregunta sobre cuál concepto es el másadecuado para ser utilizado como herramienta en la investigacióndel conflicto político colombiano.

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  • 61HALLAZGOS / ISSN: 1794-3841 / Ao 10, N. 20 / Bogot, D. C. / Universidad Santo Toms / pp. 61-71

    A qu llamamos violencia en las ciencias sociales?*Santiago lvarez**

    Resumen

    Este artculo se propone reflexionar sobre la ambigedad del trmino violencia y la practicidad de su utilizacin en el campo de las ciencias sociales. Adems, expone sus principales acep-ciones, tratando de pensar sobre las consecuencias que conlleva elegir cada una de ellas; debate la utilidad del uso del concepto teniendo en cuenta su evidente polisemia; y discute la posibili-dad de aceptar una definicin transcultural mnima. Por ltimo, trata de responder a la pregunta sobre cul concepto es el ms adecuado para ser utilizado como herramienta en la investiga-cin del conflicto poltico colombiano.

    Palabras clave: violencia, conflicto, agresin, gnero, violencia simblica, violencia ilegtima.

    * Artculo de reflexin.

    ** Doctor en Antropologa por la London School of Economics and Political. Actualmente forma parte del Centro de Antropologa del Instituto de

    Desarrollo Econmico y Social y es profesor de la Maestra en Antropologa Social IDES-IDAES de las Universidad San Martn. Correo electrnico:

    [email protected]

    Recibido: 3 de septiembre de 2012

    Evaluado: 18 de noviembre de 2012

    Aceptado: 7 de febrero de 2013

  • A qu llamamos violencia en las ciencias sociales?

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    What do we call violence in the social sciences?

    Abstract

    This paper aims at reflecting on the ambiguity of the term violence and its practical use in the field of social sciences. It also exposes its main meanings trying to think about the con-sequences that choosing any of them entails, debates on the usefulness of the concept given its apparent polysemy and discusses the possibility of accepting a minimum transcultural definition. Finally, it attempts to answer the question about which concept is best suited for use as a research tool in the Colombian political conflict.

    Keywords: violence, conflict, aggression, gender, symbolic violence, unlawful violence.

    Recibido: 3 de septiembre de 2012

    Evaluado: 18 de noviembre de 2012

    Aceptado: 7 de febrero de 2013

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    Santiago lvarez

    Recibido: 3 de septiembre de 2012

    Evaluado: 18 de noviembre de 2012

    Aceptado: 7 de febrero de 2013

    A o que chamamos de violncia nas cincias sociais?

    Resumo

    Este artigo tem como objetivo refletir sobre a ambiguidade do termo violncia e a praticidade de sua utilizao no campo das cincias sociais. Alm do mais expe suas principais acepes, tentando pensar sob as consequncias que isso implica na es-colha de cada uma delas; debate a utilidade do uso do conceito tendo em conta sua evidente polissemia; e discute a possibi-lidade de aceitar uma definio transcultural mnima. Final-mente, tenta responder pergunta de qual conceito mais adequado para ser usado como uma ferramenta na pesquisa do conflito poltico colombiano.

    Palabra-clave: violncia, conflito, agresso, gnero, violncia simblica, violncia ilegtima.

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    Los problemas que conlleva el concepto de violencia

    Evidentemente, la palabra violencia es poli-smica y ambigua, lo cual ha llevado a algu-nos autores a preguntarse sobre su utilidad. Dentro de esta postura, Heelas (1982) con-sidera que el de la violencia no es un con-cepto sociolgicamente til y que no puede usarse una definicin de este fuera del con-texto cultural en que se origina.

    Como Moore (1994) puntualiza, a pesar de la enorme masa de escritura, investigacin y especulacin, el concepto de violencia para las ciencias sociales todava contina increblemente subteorizado1 (p. 138). Esto tambin se podra relacionar con una ten-dencia a incorporar al concepto de violen-cia a una serie de fenmenos cada vez ms amplios, con el propsito de abarcar, por ejemplo, las desigualdades sociales, pol-ticas y econmicas. Por su parte, Rifiotis y Castelnuovo (2011) plantean:

    El trmino [violencia] se transform as en un significante vaco, un artefacto

    capaz de condensar mltiples signifi-cados y situaciones. Es que su campo semntico tiene una regla deformativa: la constante expansin. La aparente unidad del trmino resulta de una ge-neralizacin implcita de los diversos fenmenos que ella designa siempre de modo homogeneizador, exterior y negativo (p. 12).

    A su vez, estos autores sugieren que es ms adecuado hablar de violencias, en plural:

    1 Traduccin propia.

    As, podemos afirmar que los discur-sos de la modernidad son insatisfac-torios para la significacin del mundo

    contemporneo, tornndose entonces necesario realizar una revisin de los conceptos y las prcticas en el cam-po de las violencias. Desde nuestro punto de vista, referirnos al trmino de modo plural significa afirmar la

    heterogeneidad y no circunscribirse a una tipologa (Rifiotis y Castelnuovo,

    2011, p. 12).

    La expansin del trmino ha llevado a Ga-rriga y Noel (2010) a hablar de la inflacin del concepto de violencia:

    En este sentido, nuestra eleccin del trmino inflacin no es casual: sabe-mos que lo que un concepto gana en alcance, lo pierde en poder explicativo. Si un mismo trmino puede ser aplica-do a tantos fenmenos y en mbitos tan dismiles desde, digamos, un insulto hasta un ataque terrorista, podemos legtimamente preguntarnos en qu consistira su utilidad. Si la violencia est en todas partes y predica de casi cualquier relacin social concebible, cules son las ventajas analticas de utilizar un trmino con un referente tan vasto y difuso a la hora de pensar rigurosamente una u otra variante de los fenmenos designados por l?

    Tampoco puede usarse el concepto de vio-lencia para describir toda accin social que implique contacto fsico o comunicacin verbal.

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    Algunas feministas planteaban que la pe-netracin sexual, cualquiera que fuera, era en s misma violenta. Al respecto, Allison y Kilmartin (2007) consideran:

    La violencia basada en gnero es todo ataque contra una persona (usualmen-te una mujer) como consecuencia, al menos en parte, de su posicin des-ventajosa dentro de un sistema social dominado por el hombre2.

    Sera, si se llega a estos extremos, un con-cepto que no ayudara mucho a iluminar los fenmenos que buscamos analizar. Estos intentos recuerdan lo que deca Hegel sobre el concepto de absoluto de Schelling: Es como la noche en la que todos los gatos son pardos.

    La violencia simblica

    El concepto de Bourdieu y Passeron (1988) de violencia simblica habla de formas de violencia no ejercidas por la fuerza fsica. Se tratara de la imposicin, por parte de suje-tos dominantes a los sujetos dominados, de una cosmovisin, roles sociales especficos, categoras cognitivas y estructuras menta-les. Los autores hacen referencia especfica-mente al sistema educativo. En este sentido, Garriga y Noel (2010) plantean:

    Esta nocin de violencia simblica se asemeja bastante a una serie de con-cepciones de inspiracin ms o menos psicoanaltica que piensan y entien-den la socializacin como una forma de violencia, en la medida en que la

    2 Traduccin propia.

    misma implica una imposicin de un arbitrario cultural sobre una serie de impulsos pre- o parasociales3.

    En este sentido, la violencia simblica es fcilmente relacionable con el concepto marxiano de dominacin, por la que los su-jetos dominados reproducen y afianzan su sojuzgamiento. La dominacin sera la pro-babilidad de encontrar obediencia sobre un grupo social especfico. En toda relacin de autoridad existe una voluntad de obedien-cia, una aceptacin de la autoridad que se ejerce. Dado que ya existe un concepto, el de dominacin, al que hacer referencia, vale la pena mezclar ambos, produciendo una mayor confusin? En cambio, el de terror es un concepto especfico claramente enrique-cedor, diferente pero cercano al de violen-cia. Taussig usa el concepto de terror para hacer referencia a un poderoso discurso de dominacin que acta en la imaginacin y los miedos de las personas. El terror, para l, es efectivo en destruir la capacidad de resistencia de las personas (Taussig, 1987, p. 128; 1992, p. 11).

    Las posibilidades de construir un concepto transcultural de violencia

    Adems de una inflacin del trmino, otro problema es la transculturalidad de la violencia, la posibilidad de establecer un concepto vlido aplicable a diversas cultu-ras: lo que para unos puede ser considerado violento, para otros no es percibido como tal; por ejemplo, ciertos juegos masculinos

    3 Garriga y Noel (2010) alarman sobre la difusin y el uso, a menudo salvaje, de la obra de Bourdieu.

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    en los que los miembros de un grupo social se golpean hasta sangrar. Entre los nuer, los nios suelen pelearse usando brazaletes con pas (Pritchard, 1977). Situaciones que podran denominarse de violencia domstica entre el marido y su mujer no son percibi-das del mismo modo en comunidades in-dgenas de los Andes, de acuerdo con los estudios realizados por Harris (1994) en Bo-livia y por Harvey (1994) en Per. Adems, la violencia en estos casos es percibida no como disruptiva, sino como constitutiva de las relaciones sociales familiares.

    Riches (1988) muestra cmo en el mundo anglosajn la violencia est siempre relacio-nada con la ilegitimidad. As, si un grupo de policas estuviera ejerciendo una delibe-rada fuerza fsica sobre otros, dentro de las pautas y protocolos legales, su accionar no sera percibido como violento. Afirma el au-tor: Cuando un testigo o una vctima invo-ca la nocin de violencia, emite un juicio no solo de que la accin requerida causa dao fsico, sino tambin de que es ilegtima (Riches, 1988, p. 18). Por el contrario, Ben-jamin (2010, p. 87), reflexionando sobre el estado totalitario nacionalsocialista alemn, analiza crticamente la relacin de la vio-lencia con el derecho y la justicia. Plantea la doble cara de Jano del Estado, compuesta, por un lado, de razn y, por el otro, de vio-lencia. El Estado expresara dramticamen-te esta contradiccin en el caso del estado de emergencia4. Nada de esto est presen-te en el concepto anglosajn, en el que las

    4 Taussig (1999) hace referencia a esta contradiccin presente en la definicin de Weber, quien consideraba al monopolio del uso legtimo de la fuerza dentro de un territorio determinado como la componente crucial del Estado: Lo que debemos destacar aqu es cmo esta conjuncin de violencia y razn es tan evidente y al mismo tiempo tan negada (Taussig, 1999, p. 149).

    funciones en las que el Estado ejerce la fuer-za no son percibidas crticamente.

    Riches (1988) seala otras caractersticas emic de la violencia dentro de la misma cultura anglosajona: la violencia dentro del mundo anglosajn es asociada con inacep-tabilidad, irracionalidad y bestialidad (pp. 18-20). Esta asociacin con los animales es tambin tpica, al menos en la Argentina, en los comentarios de los medios de comunica-cin deportiva con respecto a las hinchadas de ftbol (Garriga, 2007). As, entonces, en la cultura anglosajona y, en gran medida, en el mundo occidental, toda prctica defi-nida como violenta es concebida como dis-ruptiva, como una ruptura provocada por un elemento no integrado, siempre sorpren-dente y fuera de tiempo y lugar (Rifiotis y Castelnuovo, 2011).

    Para trabajar la posibilidad de aplicar un concepto transcultural de violencia, debe volverse sobre la diferencia etic y emic. Con ella se hace referencia al punto de vista del investigador (etic) y al punto de vista del actor (emic). En el caso concreto de los con-ceptos relacionados con la violencia, es po-sible que en el estudio de un grupo cultural o social determinado emerjan conceptos emic que no necesariamente coinciden con definiciones conceptuales propias. A modo de ejemplo, en el caso concreto de estudios sobre violencia en hinchadas de ftbol en Argentina, Garriga (2007) trabaja sobre el concepto del aguante, que sera un atri-buto que distingue a aquellos que pueden en un enfrentamiento corporal ganarse el respeto tanto de los que manejan concep-ciones diferentes en torno de la violencia como de los iguales (p. 48). Y el autor dice ms adelante:

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    El aguante es una forma tpica de ho-nor, ya que valora comportamientos y propiedades determinadas como honorables o deshonrosas [] En la contienda por el aguante vale todo; con esto quiero expresar que no es solo a golpes de puo, sino que tambin intervienen armas de fuego, navajas, palos, cinturones, piedras y cualquier elemento que pueda ser til para ven-cer al rival (p. 49).

    Esta concepcin emic del aguante contras-ta con la visin que los medios de comu-nicacin tienen sobre las prcticas sociales desarrolladas por las hinchadas de ftbol. Este contraste es sumamente atractivo para discutir qu sucede con esas acciones y para comprender que la tarea del investigador social no debe reducirse solamente a expli-car las motivaciones internas y el sentido de las prcticas de los actores, sino que debe compararlas y contrastarlas con otras visio-nes tanto dentro de la misma cultura como fuera de ella.

    Debe estudiarse la violencia no solo como una fuerza disruptiva y catica, sino tam-bin como una forma de resolver conflic-tos y como constructora de lazos sociales (Harris, 1994; Harvey, 1994). De hecho, no todos los conflictos derivan en violencia. En muchos casos, la violencia es consecuen-cia de una eleccin entre las posibilida-des de resolucin existentes, al menos por parte de los victimarios. Por esto, la mayo-ra de las sociedades tienen estipulaciones y cdigos no escritos sobre cmo debe ser ejercida esta violencia. Por ejemplo, en las venganzas de sangre hay prohibiciones ejercidas para que la violencia no escale. Para los nuer del Sudn, entre los miembros

    de un mismo poblado, las peleas se restrin-gen al uso del garrote y se prohbe el uso de lanzas. Entre los nuer no se puede abusar de las mujeres ni de los nios, no se pue-den destruir chozas ni establos ni tampoco tomar prisioneros. Todas estas restricciones desaparecen cuando los oponentes no son nuer (Riches, 1988; Pritchard, 1977).

    Violencia, biologa y agresin

    La discusin sobre el carcter innato de la violencia ha tenido una notable influencia del conductismo. Este afirmaba y acentua-ba la base gentica de los comportamien-tos violentos. El trmino utilizado en estos casos es el de agresin, comn no solo al comportamiento humano, sino tambin al de otros animales. Riches (1988) rescata la definicin de Eibl-Eibesfeldt de agresin: Comportamiento encaminado al espacia-miento de una poblacin (humana o ani-mal) por medio de la repulsin (p. 41).

    Ruiz (2009) hace particular referencia a los estudios que toman en cuenta factores hor-monales como productores de agresin: Un factor biolgico que muchos investiga-dores aseguran que determina la violencia es el hormonal, afirmando que ser varn incrementa el trastorno de personalidad an-tisocial tres veces ms que ser mujer (p. 4). Estos estudios muestran una mayor agre-sin masculina que femenina, basados en un ms alto porcentaje de testosterona en el hombre. En general, este tipo de investiga-ciones biologistas en las ciencias sociales han producido explicaciones funcionalistas muy bsicas. Es evidente que hay un com-ponente biolgico como tambin podemos

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    encontrar un componente psicolgico, pero la mayora de las conductas humanas, en cuanto conductas sociales y culturales, se explican en trminos sociales y culturales (Riches, 1988, p. 41).

    Podemos consensuar una definicin transcultural de violencia?

    Estas diferentes concepciones de violencia obligan a volver a la pregunta sobre la posi-bilidad de adoptar un concepto transcultu-ral de violencia: podemos buscar y acordar un concepto mnimo que nos permita com-parar entre una consensuada definicin etic y los diversos conceptos emic relacionados? Creo que un acuerdo mnimo transcultu-ral sobre lo que significa la violencia y una ulterior comparacin con los significados culturales especficos sera altamente en-riquecedor. Poner sobre la mesa el cruza-miento entre las ideas del investigador y las del investigado es uno de los grandes aciertos de la antropologa social, que de-bera ser tenido en cuenta en otras ciencias sociales que estudien estos fenmenos. Las diferencias y los cruces de ambas visiones nos hacen reflexionar y buscar explicacio-nes novedosas. Una mera descripcin del concepto emic sin una referencia a un marco transcultural tronchara nuestra posibilidad de comparar creativamente. En este senti-do, Riches habla de un ncleo universal de significado del trmino violencia que pode-mos acordar para ponerlo en relacin con los conceptos culturales especficos.

    Una paradoja interesante a la que hace re-ferencia Riches (1988, pp. 18-19) es que el trmino violencia es utilizado mucho ms

    por las vctimas y los testigos que por los victimarios. Esto permite reflexionar sobre las caractersticas negativas que conlleva catalogar a un hecho como violento y a sus ejecutores como violentos. Esa mirada se asienta en el discurso denunciatorio, propio de una lectura criminalizante y estigmatiza-da contenida en la polaridad vctima-agre-sor o en la figura jurdica del reo (Rifiotis, 1997). Gran parte de los estudios sobre vio-lencia en ciencias sociales se centran en las vctimas. Wieviorka (2006, p. 241), refirin-dose a la vctima, plantea que la violencia niega la subjetividad del sujeto. Es un terre-no ampliamente enriquecedor estudiar no solamente la subjetividad cuestionada de las vctimas (Wieviorka, 2006, p. 241), sino tambin la subjetividad de los victimarios. Ms all de lo inquietante de sus puntos de vista, ellos tienen mucho que decirnos acer-ca de sus motivaciones ltimas y del senti-do social de sus prcticas.

    En este punto puede adoptarse una mnima definicin vlida transcultural de violencia como una resistida produccin de mal fsi-co (Riches, 1988, p. 28) o, en el mismo sen-tido, la definicin de Marvin (1988): Toda accin humana que supone una deliberada infliccin de dao hacia otros (p. 121). Pue-de usarse alguna de estas dos definiciones, porque, por un lado, son suficientemente amplias para incluir casos que se encuen-tran en los bordes de la definicin de lo violento, como insultos y acosos; y, por otro lado, porque imponen lmites en la demar-cacin de lo que es violento y lo que no lo es.

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    El concepto de violencia en el conflicto colombiano

    Como ya se ha afirmado, elegir un concepto no es, de ninguna manera, neutral. Puede afirmarse que un fenmeno por analizar es un hecho iluminado por un concepto. Este dar a luz a una serie de elementos aprehen-sibles de la realidad, y no a otros. Si se hace referencia al conflicto colombiano, se en-cuentra un caso en donde el Estado-nacin parecera incapaz de monopolizar y de le-gitimar el uso de la violencia o, incluso, de mantener el control sobre la totalidad de su territorio. Diversos actores sociales (la gue-rrilla, los paramilitares, los narcotraficantes, las fuerzas armadas) luchan violentamente por el control de distintas regiones y terri-torios colombianos. Como se ha visto, de acuerdo con Riches, para los anglosajones, violencia sera solamente una accin en con-tra de la ley. Cuando el Estado acta ejer-ciendo correctamente su poder de polica, no estara incurriendo en violencia.

    En este sentido, parece obvio entender que, en el caso colombiano, esta asociacin en-tre violencia e ilegitimidad no existe en el sentido local del trmino. Por un lado, est la sociedad en la que el Estado carece de control efectivo sobre la totalidad del te-rritorio y en la que su poder es desafiado por la accin de mltiples actores sociales (lvarez, 2004). Por otro lado, la conniven-cia entre lo paraestatal y lo estatal plantea una deslegitimacin del accionar del Esta-do (lvarez, 2008). En este contexto, esta visin restrictiva del concepto de violencia asociado a ilegitimidad no es de ninguna utilidad. En cambio, puede considerarse que para un anlisis adecuado de la rea-lidad colombiana, es preciso utilizar un

    concepto transcultural especfico de violen-cia. As, puede aislarse una serie de prcticas claramente delimitables dentro de las dos definiciones dadas. Utilizar una definicin restringida de violencia, como las plantea-das por Riches o Marvin, es lo adecuado, ya que deben separarse esos fenmenos espe-cficos de otros. Las estructuras de domina-cin o las ideas agresivas de masculinidad son elementos que influyen, a veces directa a veces indirectamente, en los comporta-mientos violentos, pero no son estos com-portamientos. Debe arriesgarse, entonces, a privilegiar una definicin etic de violencia que permita el desafo de la comparacin y de la bsqueda de explicaciones que vayan ms all de una tarea meramente interpre-tativa que se muerde su propia cola.

    Conclusiones

    Se han reconocido las dificultades que pre-sentan las ciencias sociales para definir a la violencia; el carcter ambiguo y polismico del trmino; los intentos de diversos auto-res por descartar el concepto de plano o, por el contrario, por agrandar y expandir su significado produciendo una verdadera inflacin de ese. Se descarta, asimismo, una visin biologista que interpreta las prcticas violentas como consecuencias de lo biolgico y, en particular, de lo gentico. En este artculo se propone una interpreta-cin social y cultural a de esas conductas sociales.

    Se ha aceptado, tambin, la posibilidad de desarrollar una definicin transcultural de la violencia que permita comparar diversos fenmenos, en diversas culturas y socieda-des. En ese sentido, se ha propuesto acordar

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    con una mnima definicin vlida trans-cultural de violencia, entendindola como una resistida produccin de mal fsico (Riches, 1988, p. 28) o como toda accin humana que supone una deliberada inflic-cin de dao hacia otros (Marvin, 1988, p. 121). La utilizacin de una definicin trans-cultural permite operar en el marco de la comparabilidad y establecer hiptesis ex-plicativas a series similares de fenmenos, pudiendo ir ms all de una mera interpre-tacin de los conceptos emic. Finalmente, se ha discutido la utilizacin de un concepto transcultural y restringido de violencia para el caso colombiano, acordando que se trata-ba de la mejor opcin. Esta eleccin permite separar analticamente esos fenmenos de otros con los que, sin duda, se encuentran conectados e interrelacionados. Pero, dado que estos no poseen las caractersticas pro-pias de los fenmenos violentos, un anlisis conjunto impedira estudiar a estos ltimos en sus especificidades.

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