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D Narcoterrorismo en México* CARLOS MONTEMAYOR LOS ATENTADOS TERRORISTAS perpetra- dos en la ciudad de Morelia el pasado 15 de septiembre suscitaron en gran parte de los medios mexicanos e inter- nacionales diversos enfoques sobre la relevancia del narcotráfico en México y su paralelismo con Colombia. Esos enfoques distorsionan en va- rias direcciones la vida política de México, a veces magnificando el con- flictivo proceso del narcotráfico en nuestro país, otras confundiendo y ol- vidando el derrumbe real de nuestra vida económica, y otros momentos tra- tando de capitalizar políticamente, o mejor, partidariamente, la escalada de violencia de los cárteles del narcotrá- fico. Un ejemplo contundente y grave es el proyecto de presupuesto de egresos que se avecina para el próxi- mo ejercicio de 2009: incremento no- table a las partidas de Sedena, SSP y Cisen, y decremento en las áreas de salud, educación y seguridad social. Este enfoque de política presupuestal demuestra que la administración fede- ral supone que los graves conflictos del país se resolverían con más aparatos de represión y reducción de garantías, y aleja la atención del empobrecimiento y estancamiento real de la economía nacional, que se encuentra en el sóta- no de los 20 países latinoamericanos analizados por la Cepal. Lo ocurrido en Morelia puede rendir, pues, óptimos resultados mediáticos al gobierno mexicano. Difícil tener dudas acerca del aten- tado: es narcoterrorismo. Se trata de una acción inédita cometida en la tie- rra natal del presidente Felipe Calde- rón, que fue el estado donde se inició la guerra mediática y militar contra el narcotráfico. En muchos sitios del país, por otra parte, desde hace meses, han proliferado narcomantas denunciando la parcialidad gubernamental de esta guerra. Se trata de un cambio de men- sajes al gobierno federal: de las narco- mantas y los ataques a población civil (Creel y Ciudad Juárez, en Chihuahua; Ocoyoacac, en el estado de México; Mérida, en Yucatán), a granadas de fragmentación. Estamos, por tanto, ante un proceso gradual, ascendente y continuado. Y en efecto, tenemos una posible similitud con la Colombia de los años ochentas: la fuerza económica, social y armamentista del narcotráfico, por un lado, y la porosidad y corrupción de políticos, de estructuras policiales y militares y algunos cuadros de la ad- ministración pública en carreteras, ae- ropuertos, aduanas o puertos, por otro. Todo esto es reflejo de los insuficientes e ineficaces servicios de inteligencia, situación que se ha agudizado en las pasadas cuatro administraciones fede- rales. La guerra contra el narcotráfico carece de servicios de inteligencia y es sumamente errática. Es un caldo de cultivo para avivar el sometimiento policial y militar de México a los pro- yectos de seguridad hemisférica de Estados Unidos mediante proyectos como el Plan Colombia y el Plan Mérida. Un periodista argentino del diario La Nación me comentó hace poco que algunos analistas han empezado a usar la expresión narco-Estado a la hora de hablar de México. Me parece exagera- do y sobre todo erróneo. El Estado mexicano se está desmantelando por su sometimiento a la globalización eco- nómica irracional, no por el narcotrá- fico. Es un Estado debilitado por el neoliberalismo, con una población cada vez más empobrecida, con un gobierno cada vez más inepto y vulne- rable y de gran docilidad y fidelidad a los intereses de los grandes consorcios. El narcotráfico no es el enemigo mor- tal del país, sino los consorcios trasna- cionales, la extranjerización de nues- tra economía en servicios bancarios y financieros, en el comercio, en produc- tos agrícolas y en el sector de la ener- gía. Hablar de narco-Estado equivale a olvidar la postración económica a que nos han llevado el desmantelamiento de la empresa pública y el repliegue del Estado en la rectoría de la economía nacional. Desde hace tiempo me han pregun- tado en México y fuera de aquí si era posible que existiera alguna relación entre la guerrilla y los clanes del narcotráfico, como sí ocurrió en Co- lombia. No sólo me parece impensa- ble, sino ridículo. Está claro que los vínculos reales y que más interesan al narcotráfico se encuentran en las cor- poraciones policiales y militares, entre políticos y diversos niveles de la ad- ministración pública, con bancos y financieras en el lavado de dinero y en la inversión legal de recursos blan- queados. Éstos son los vínculos reales y útiles al narcotráfico. La guerrilla opera en otros órdenes sociales y con otros objetivos.

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Periódico de la Facultad de Filosofía y Letras

Ciudad Universitaria Año IV Número 25 Octubre de 2008

Distribución gratuita

♦De la Facultad

1968: paradigmade los valores universitarios

AMBROSIO VELASCO GÓMEZ(Director de la Facultad)

Narcoterrorismo en México*CARLOS MONTEMAYOR

LA UNIVERSIDAD ES la principal ins-titución de nuestra nación, que nodel Estado mexicano. Se creó apenasunas décadas después de la Conquis-ta, con el propósito de ayudar a re-solver los grandes problemas que segeneraron a raíz de la implantaciónde la dominación española sobre elNuevo Mundo. Nuestra Universidadsurge precisamente en un momentode transformación del mundo en-tero, junto con la emergencia deIberoamérica, y con ello de la moder-nidad. Desde entonces, la misión denuestra Universidad ha sido com-prender críticamente la realidad na-tural, social y cultural, especialmen-te de nuestra América y de nuestroMéxico, para contribuir a la cons-trucción de una nación más justa,más libre, más humana. En esta mi-sión las humanidades han tenido unaresponsabilidad fundamental.

Acorde con esta responsabilidad,uno de los fundadores de nuestraUniversidad, el erasmista FranciscoCervantes de Salazar, se preguntaba:“¿En tierra donde la codicia imperahabrá lugar para la sabiduría?”, refi-riéndose a la arriesgada empresa defundar una Universidad para promo-ver valores opuestos a la dominacióny explotación colonial. Con el mis-mo compromiso, fray Alonso de laVeracruz, fundador de nuestra Facul-tad, dedicó su cátedra inaugural en1553 al análisis crítico de la Guerrade Conquista y la dominación sobrelos indios. Esta cátedra dio origen allibro Sobre el dominio de los indios yla guerra justa, que la Facultad hapublicado recientemente, en el queniega toda legitimidad al dominio

imperial español, condena la guerrade conquista y defiende la autono-mía de los pueblos indígenas.

Esta misma actitud de defensa ala autonomía y libertad de los mexi-canos la sostuvo Francisco JavierClavijero, quien dedica su AntiguaHistoria de México a la Universidadde México, como símbolo de una delas instituciones más importantesde nuestra nación, entonces en cier-nes. Este humanismo mexicanoconstituyó el núcleo de la ideologíade la Independencia.

También, en su nueva etapa, apartir de su refundación en 1910 porJusto Sierra, la Universidad Nacionalde México surgió como un proyectoalternativo a la dictadura del porfi-riato, que estaba ya en una profundacrisis. Justo Sierra tuvo la capacidadpara cuestionar el propio proyectodel Estado fuerte que él mismo ha-bía justificado décadas atrás, y en sulugar promover la educación e ilus-tración amplia de la ciudadanía parala construcción de un Estado demo-crático. La Universidad Nacional, yen especial la Escuela de Altos Estu-dios, antecedente moderno de nues-tra actual Facultad, tendrían una mi-sión fundamental en la construcciónde la democracia posrevolucionaria.

Responsables de su misión eman-cipadora, los universitarios han te-nido que luchar contra el autorita-rismo del Estado mexicano en di-ferentes momentos. Durante el ma-ximato callista, fueron accionesejemplares el movimiento estudian-til de 1929 por la autonomía uni-versitaria y la defensa que el rectorManuel Gómez Morín hizo de ella a

LOS ATENTADOS TERRORISTAS perpetra-dos en la ciudad de Morelia el pasado15 de septiembre suscitaron en granparte de los medios mexicanos e inter-nacionales diversos enfoques sobre larelevancia del narcotráfico en Méxicoy su paralelismo con Colombia.

Esos enfoques distorsionan en va-rias direcciones la vida política deMéxico, a veces magnificando el con-flictivo proceso del narcotráfico ennuestro país, otras confundiendo y ol-vidando el derrumbe real de nuestravida económica, y otros momentos tra-tando de capitalizar políticamente, omejor, partidariamente, la escalada deviolencia de los cárteles del narcotrá-fico. Un ejemplo contundente y gravees el proyecto de presupuesto deegresos que se avecina para el próxi-mo ejercicio de 2009: incremento no-table a las partidas de Sedena, SSP yCisen, y decremento en las áreas desalud, educación y seguridad social.Este enfoque de política presupuestaldemuestra que la administración fede-ral supone que los graves conflictos delpaís se resolverían con más aparatos derepresión y reducción de garantías, yaleja la atención del empobrecimientoy estancamiento real de la economía

nacional, que se encuentra en el sóta-no de los 20 países latinoamericanosanalizados por la Cepal. Lo ocurridoen Morelia puede rendir, pues, óptimosresultados mediáticos al gobiernomexicano.

Difícil tener dudas acerca del aten-tado: es narcoterrorismo. Se trata deuna acción inédita cometida en la tie-rra natal del presidente Felipe Calde-rón, que fue el estado donde se inicióla guerra mediática y militar contra elnarcotráfico. En muchos sitios del país,por otra parte, desde hace meses, hanproliferado narcomantas denunciandola parcialidad gubernamental de estaguerra. Se trata de un cambio de men-sajes al gobierno federal: de las narco-mantas y los ataques a población civil(Creel y Ciudad Juárez, en Chihuahua;Ocoyoacac, en el estado de México;Mérida, en Yucatán), a granadas defragmentación. Estamos, por tanto,ante un proceso gradual, ascendente ycontinuado.

Y en efecto, tenemos una posiblesimilitud con la Colombia de los añosochentas: la fuerza económica, socialy armamentista del narcotráfico, por unlado, y la porosidad y corrupción depolíticos, de estructuras policiales y

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militares y algunos cuadros de la ad-ministración pública en carreteras, ae-ropuertos, aduanas o puertos, por otro.Todo esto es reflejo de los insuficientese ineficaces servicios de inteligencia,situación que se ha agudizado en laspasadas cuatro administraciones fede-rales. La guerra contra el narcotráficocarece de servicios de inteligencia y essumamente errática. Es un caldo decultivo para avivar el sometimientopolicial y militar de México a los pro-yectos de seguridad hemisférica deEstados Unidos mediante proyectoscomo el Plan Colombia y el PlanMérida.

Un periodista argentino del diarioLa Nación me comentó hace poco quealgunos analistas han empezado a usarla expresión narco-Estado a la hora dehablar de México. Me parece exagera-do y sobre todo erróneo. El Estadomexicano se está desmantelando porsu sometimiento a la globalización eco-nómica irracional, no por el narcotrá-fico. Es un Estado debilitado por elneoliberalismo, con una poblacióncada vez más empobrecida, con ungobierno cada vez más inepto y vulne-rable y de gran docilidad y fidelidad alos intereses de los grandes consorcios.El narcotráfico no es el enemigo mor-tal del país, sino los consorcios trasna-cionales, la extranjerización de nues-tra economía en servicios bancarios yfinancieros, en el comercio, en produc-tos agrícolas y en el sector de la ener-

Rectoría en 1968.

gía. Hablar de narco-Estado equivale aolvidar la postración económica a quenos han llevado el desmantelamientode la empresa pública y el repliegue delEstado en la rectoría de la economíanacional.

Desde hace tiempo me han pregun-tado en México y fuera de aquí si eraposible que existiera alguna relaciónentre la guerrilla y los clanes delnarcotráfico, como sí ocurrió en Co-lombia. No sólo me parece impensa-ble, sino ridículo. Está claro que losvínculos reales y que más interesan alnarcotráfico se encuentran en las cor-poraciones policiales y militares, entrepolíticos y diversos niveles de la ad-

ministración pública, con bancos yfinancieras en el lavado de dinero y enla inversión legal de recursos blan-queados. Éstos son los vínculos realesy útiles al narcotráfico. La guerrillaopera en otros órdenes sociales y conotros objetivos.

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Periódico de la Facultad de Filosofía y Letras

Ciudad Universitaria Año IV Número 25 Octubre de 2008

Narcoterrorismo en México*CARLOS MONTEMAYOR

ÉSTA NO ES la primera vez, en los últi-mos once años se han realizado, con ma-yor o menor concurrencia, cuatro mani-festaciones con la demanda del comba-te a la “inseguridad”.

La movilización es una reediciónde las anteriores y en particular de la de2004. La convocatoria se realiza a par-tir de sucesos específicos que posibili-tan un caldo primigenio mediático. Lastelevisoras, la mayor parte de los pe-riódicos y las radiodifusoras colocan enel centro de la agenda la delincuencia.Aparecen en todos los medios, a todashoras, testimonios de asaltos, extorsio-nes y secuestros. A esto se suma la co-rrupción de los cuerpos policiacos y losministerios públicos. Aunque todo estoforma parte de la cotidianidad de mi-llones de personas, la exposición me-diática refuerza la experiencia de im-potencia de la población; sin embargo,se trata de dos cuestiones distintas que,anudadas, ponen en funcionamiento laidea de desorden que es imprescindi-ble para la emergencia del discurso dela “mano dura”.

A pesar de esta similitud y de queexiste continuidad en la manera deplantear la demanda, el contexto delpaís ha cambiado sustancialmente. Re-cién llegado a la presidencia de la Repú-blica, Felipe Calderón lanzó una cam-paña de seguridad pública denomina-da “Limpiemos México”. Ésta tuvocomo eje el combate al crimen organi-zado a partir de la militarización debuena parte del país. La retórica y laspromesas de guerra con que se esta-bleció esta desafortunada estrategia,nos han situado en el periodo históri-co contemporáneo más parecido a unaconfrontación bélica. La fragmentaciónde los cárteles de narcotraficantes su-mada a esta renovada “cruzada”1 ha co-locado a segmentos de la poblaciónen el centro de un fuego múltiple en elque las víctimas se cuentan por miles.En la totalidad del país se ha recon-

♦Punto de vista

El miedo blancosalió a la calle

DAVID BARRIOS(Pasante del Colegio de Estudios Latinoamericanos)

figurado el lenguaje de la violencia, sehan incorporado palabras como levan-tones, decapitados y ejecuciones a lasconversaciones cotidianas.

Esto, desde luego, trastoca cual-quier noción preexistente sobre segu-ridad pública. El que la violencia sehaya desatado de la manera en que loha hecho en conjunción con el discur-so que se difunde en los medios de co-municación, tiende a diluir las fronte-ras entre la criminalidad que procedede la desigualdad creciente en el país yaquella que sólo existe a través delamparo del poder económico y de lacorrupción del Estado.

El resultado de esto es la emergen-cia de un miedo crecientemente abs-tracto y difuso que no puede ser pro-cesado socialmente y que se basa en laidea de que “nadie está a salvo”. A cam-bio de esto, la construcción mediáticade una lucha contra la delincuencialanzada por Felipe Calderón, hace re-cordar el recurso de las cifras en elmundo orwelliano de 1984. En lugarde hacer alusión a la producción dezapatos o abrigos en el mundo totali-tario, nuestras sutiles telepantallas noshablan de la detención de tropecien-tos delincuentes, o el decomiso de “n”cantidad de cocaína.

Así, en medio de un clima de te-rror, apareció el acontecimiento quedaría pie a la convocatoria para la mo-vilización. Efectivamente, IluminemosMéxico, el “movimiento de expresiónciudadana”2 que se encargó de organi-zar la marcha; surgió de manera expre-sa a raíz del hallazgo del cuerpo deFernando Martí, hijo del empresarioAlejandro Martí. El muchacho de ca-torce años había sido asesinado sema-nas antes, después de la negociaciónde su liberación, habiendo sido vícti-ma de un secuestro extorsivo. Comoha ocurrido en otros casos, las carac-terísticas del crimen, sumado al hechode que el rescate había sido oportuna-

mente pagado, hicieron el aconteci-miento especialmente impactante parala sociedad.3

Por su parte, los otros dos referen-tes de este tipo de movilizaciones,México Unido Contra la Delincuenciay el Consejo Ciudadano de SeguridadPública y Justicia Penal, tuvieron unpapel más bien discreto, muy diferen-te al de las anteriores movilizaciones.Pensamos que esto tiene que ver condos posibilidades que pueden estar re-lacionadas entre sí. Por un lado, lasmovilizaciones anteriores, en particu-lar la de 2004, fueron vinculadas consectores de la ultraderecha y en espe-cial con la organización secreta cono-cida como “El Yunque”; por el otro, laefectividad de las movilizaciones y delas propias agrupaciones ciudadanas hasido raquítica. De modo que una hi-pótesis es que se haya visto necesariala creación de una organización dife-rente, al menos nominalmente, paradar un renovado impulso a la demanda.De cualquier modo, al igual que en lasocasiones anteriores, la organizaciónconvocante propuso una agenda de tra-bajo con distintas instancias de gobier-no a partir de la prueba de fuerza queconstituye una marcha de este tipo. Eslo que les permite, en última instan-cia, ser acreedores de cierta represen-tación ciudadana, cosa por cierto, al-tamente cuestionable.

De este modo, el 30 de agosto pa-sado, una gran marcha de blanco llegóal Centro Histórico de la ciudad deMéxico que tan afanosamente, la alian-za de gobiernos capitalinos con CarlosSlim les ha construido.

Para alguien que ha asistido a de-cenas de marchas, la movilización re-sultó una experiencia sui generis. Porun lado y aunque me lo habían adver-tido, el componente social era impac-tante. No pude evitar pensar que no escomún ver a tanta gente como la queestaba en la marcha, recorriendo las

calles. Y creo que algunos de ellos ex-perimentaban cosas similares al subir-se al metro, en la forma de caminar, enla manera de observar y en general,en el modo de desenvolverse en unamanifestación.

Por cierto, la marcha fue todo me-nos silenciosa. Se trataba más bien deuna catarsis alentada quizá por la no-vedad que representa un acto de estetipo para quienes por primera vez acu-den. Sobre todo porque no hay, en sen-tido estricto, aspectos programáticos.Tampoco hubo oradores en la plaza,tan sólo puntos de salida, llegada y unespacio por llenar.

Otro elemento es que aunque noexiste una representación definida, eincluso no hay “una” vanguardia de loscontingentes, las víctimas famosas dela inseguridad adoptan un papel pro-tagónico. Sobre todo Alejandro Martíquien aunque no logra marchar por elasedio de los medios, se convierte enel demiurgo del miedo, dotando a lamovilización de una consigna que segeneraliza y recorre los miles de cuer-pos que avanzan hacia el Zócalo: ¡Sino pueden, renuncien!

La valla de policías que se angostaconforme los pocos contingentes y losmuchos individuos avanzan por Ma-dero, hacen aflorar contrastes que lla-man poderosamente mi atención. Por-que sí, no del todo, pero sí era, diferenteel color de la piel, el cabello, la ropa, lavida de las personas.

La llegada al Zócalo desordenada,se da por diferentes calles. Aunquemucha gente simplemente se retira alllegar, para las 20:30, la plaza y sus al-rededores están completamente llenospara llevar a cabo el “ritual de la uni-dad”: cantar el himno nacional. Ape-nas termina el cántico cuando la plan-cha comienza a despejarse. Entoncesse da el duelo de gritos y consignasentre los partidarios de distintas ver-siones de la “mano dura”; calderonistasy ebradoristas se exigen entre sí las res-pectivas renuncias de sus paladines.

Mucho más de lo imaginado por elque esto escribe, la demanda por lapena de muerte a secuestradores y otrotipo de delitos, es amplísima en la mo-vilización. Esto se vuelve más eviden-te ya con el Zócalo semivacío. Sonmuchos los que portan pancartas, peroson más los que contagiados por elmiedo, al ser interrogados contemplanla pena capital como una necesidad.

De este modo se inocula el miedo,poco a poco, cediendo otro más, res-tando a las libertades, tolerando rete-nes en las calles, operativos en el me-tro y el pesero. Haciendo normal elEstado de excepción.♦

1 Durante los últimos tres sexenios este tipode campañas se han vuelto cíclicas. DesdeErnesto Zedillo, pasando por Vicente Fox yahora con Felipe Calderón suman ya cuatrocruzadas contra la delincuencia. De igualmodo los cónclaves sobre seguridad públicaconforman a estas alturas una saga de varioscapítulos, con la participación de distintasinstancias de gobierno y de organizaciones“ciudadanas”.2 Ésta es la manera como se definen en la pági-na electrónica de la agrupación. En ésta, figu-ran ciudadanos pertenecientes a la Canacintra,la Unión de Padres de Familia, el MovimientoPro Vecino, El Club Rotarios de México, So-ciedad en Movimiento, o la Asociación de In-dustriales de Tlalnepantla, por citar sólo algu-nos. Disponible en la página electrónica<www.iluminemosmexico.org.mx>.3 Tampoco se debe desdeñar el papel que tuvola relación entre miembros del duopoliotelevisivo y Alejandro Martí, quienes dieronamplísimos espacios de difusión a la nota,cosa que difícilmente sucede con la mayoríade los ciudadanos de este país.

En suma, no bastan ahora al cri-men organizado las varias decenas deejecuciones y decapitados diarios, nilas narcomantas para denunciar a au-toridades federales. Ahora, en la tierranatal de Felipe Calderón, fueron dosgranadas de fragmentación arrojadas ala multitud los nuevos mensajes. En elpaís entero, el narcoterrorismo de-muestra que no es un fenómeno de cri-minalidad regional, como pretendehacernos creer la perspectiva guberna-

mental, sino un proceso de descompo-sición nacional, reflejo de los insufi-cientes servicios de inteligencia enMéxico. Lo ocurrido en Morelia fueuna acción terrorista, que expande laviolencia en el corazón de la poblacióncivil. Los avisos y amenazas que fue-ron del conocimiento de autoridadeslocales aseguraron la inmediata res-puesta de ambulancias, pero no la pre-vención del acto terrorista ni la cance-lación de la concentración popular.

México no sólo ocupa el último lugarde crecimiento económico en los 20países latinoamericanos estudiados porla Cepal, insisto. Hoy se estrena comopaís vulnerable al narcoterrorismo.Una demostración palpable de que elgobierno mexicano está perdiendo elcontrol del país.♦

*Artículo publicado en La Jornada el 22 deseptiembre de 2008. Se reproduce con auto-rización del autor.

Marcha contra la inseguridad / Foto: Carlos Andrés Aguirre.

♦Mirilla“Les tributamos gratitudy no sólo la memoria”

Marcelo Ebrard