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Bajo el cielo azul y limpio del Callejon de Huaylas estás Qjelle Huanca. Cuenta la leyenda
que hace, mucho años, en Qjlle Huanca se abrió la tierra y brotó un enanito. Se llamaba
Ichi, que en quechua significa “pequeño”. A Ichi le gustaba estar desnudo. Y tenía una
cabellera brillante como el fuego.
El día que Ichi brotó de la tierra, se sentó sobre una piedra y sacudió alegremente su
encendido cabello. Sus ojitos eran verdes adornados de amarillo retama.
En las noches de mucho frio Ichi se estremece y pone a llorar como un lechoncito y toca su
barriga como si fuera un tambor. Y el sonido ronco resonaba de cerro en cerro. En las
tardes calladas soplaba su quena.
Pero lo que más le gusta es asustar a los campesinos, cuando los encuentra recogiendo
leña.
A Ichi le divertía mucho cantar debajo de la tierra, y sus canciones salían al aire como el
agua de algunos puquiales. En los amaneceres celestes, las tonadas lejanas del enanito
Ichi despertaban a los niños.
Nadie en Qjelle Huanca vio jamás el enanito de la caballera roja, pero lo adivinaban en el
agua, en los cerros, bajo la tierra. Todas las noches esperaban su toque de tambor para
dormirse, y se acostumbraron tanto al canto de su flautita, que al cabo de un tiempo ya no
supieron amanecer sin él.