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24 de enero de 2020 24 El crucigrama El crucigrama de los alimentos de los alimentos El programa para garantizar de manera definitiva la presencia de los productos del agro en hogares cubanos enfrenta no pocos obstáculos, a pesar de los esfuerzos del país y las bases productivas. Falta de insumos, problemas en la contratación, la planificación y la comercialización, cadenas de impagos, desvío de mercancías, insatisfacciones de la población y estadísticas incompletas, entre otros, enturbian el camino hacia esta meta AUTOABASTECIMIENTO MUNICIPAL AUTOABASTECIMIENTO MUNICIPAL Por DELIA REYES GARCÍA e IGOR GUILARTE FONG Fotos: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA

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El crucigrama El crucigrama de los alimentosde los alimentosEl programa para garantizar de manera defi nitiva la presencia de los productos del agro en hogares cubanos enfrenta no pocos obstáculos, a pesar de los esfuerzos del país y las bases productivas. Falta de insumos, problemas en la contratación, la planifi cación y la comercialización, cadenas de impagos, desvío de mercancías, insatisfacciones de la población y estadísticas incompletas, entre otros, enturbian el camino hacia esta meta

AUTOABASTECIMIENTO MUNICIPALAUTOABASTECIMIENTO MUNICIPAL

Por DELIA REYES GARCÍA e IGOR GUILARTE FONGFotos: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA

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JAVIER Sánchez Díaz es un guajiro con los pies bien puestos en la tierra.

Literalmente. Descalzo se le ve trajinando de un extremo a otro de su fi nca en Hoyo Colorado, localidad del municipio de Sagua la Grande, provincia de Villa Clara. “La gente dice que estoy loco, porque lo único que hago es trabajar, sin horario, ni días de descanso”, afi rma con picardía.

“Menos ajo y cebolla he sem-brado de todo. No es que sea un bárbaro, pero tengo una máxi-ma: lo mucho mal atendido, da poco; lo poco bien atendido, da mucho”, asegura desde su ex-periencia curtida bajo agua, sol y sereno.

Este productor es uno de los mejores de la provincia por los rendimientos que alcanza y su contribución al programa de autoabastecimiento municipal, reconoce Héctor Luis Torna Martínez, delegado provincial de la Agricultura.

Como Javier hay cientos de miles de campesinos que dejan la piel en el surco. Fonsi Silva Pérez es otro de ellos. “Cuando pedí las tierras ociosas en usu-fructo, aquello estaba que daba espanto. El marabú me tapaba, y a hachazo limpio las fui limpian-do. Cogía 50 metros cuadrados y hasta que no los dejaba sembra-dos no seguía para los otros 50. Comencé con la siembra del plá-tano, por eso le puse a la fi nca El Banano, luego fui incorporando otros cultivos, incluso probé con el café intercalado y los resulta-dos son muy buenos”, rememo-ra el campesino.

Hoy este productor es de re-ferencia en el territorio por el trabajo que hace multiplicando viandas, café, frutales y hortali-zas, refi ere Yoany Naranjo Luis, delegado de la Agricultura en el municipio especial de Isla de la Juventud.

Su coterráneo, Nelson Co-rrea Álvarez, también tuvo que pegarse duro en la lim-pia de las tierras que pidió en usufructo para la ganadería, igual infestadas de marabú. Él, además, es presidente de la Unidad Básica de Producción

Cooperativa (UBPC), Carlos Reyes Agramonte, que tributa una variedad de productos del agro y leche para la alimenta-ción de la población.

Ellos tienen en común la tenacidad y coinciden en que son los primeros en “tirar de la carreta”, pero el ritmo de este programa no solo depende de los productores.

Anhelos En el Ministerio de la Agri-cultura (Minag), Miguel Mo-rales Román, director de Agricultura, subraya que el pro-grama de autoabastecimiento municipal tiene como objetivo estratégico llegar de forma irreversible con los productos agrícolas a toda la población en bateyes, consejos populares, y la meta es alcanzar las 30 li-bras per cápita mensuales de viandas, hortalizas, granos y frutas. Este autoabastecimien-to, puntualiza, no incluye lo que se recibe por la canasta familiar normada.

El directivo del Minag expo-ne las principales premisas que sostienen el programa: abarca a todos los cubanos, de acuerdo con los datos del último Censo de Población y Vivienda; la composición de los genéricos

(productos para distribuir) se adecua a las características y condiciones de cada lugar, te-niendo en cuenta los hábitos alimentarios de la localidad; la necesidad de realizar un balan-ce de tierra y calcular los ren-dimientos medios para precisar los estimados de producciones; la selección de productores es-pecializados en cada cultivo, y la contratación sin límites de lo que sean capaces de producir.

Además de tales premisas, indica Morales Román, cuan-do se ideó este programa se planteó la urgencia de forta-lecer la gestión comercializa-dora, por eso surgió el Grupo Empresarial de Acopio (GEA), el único autorizado a certifi car los montos de entrega en cada municipio e informar al Minag.

“El GEA tiene la misión de velar por el cumplimiento de este programa. Mensualmente recibimos la información de lo que entregó cada municipio. Es un proceso auditable por-que puede verifi carse mediante las facturas de venta”, sostiene Emilio López Barrios, vicepre-sidente de la agrupación.

Por su parte, Miguel Morales insiste en la necesaria trans-parencia del programa, no se pueden falsear las cifras, “para

Limitaciones con el combustible y otros insumos tensan la soga del programa de autoabastecimiento local.

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decir ya llegamos a las 30 libras per cápita, y quitarse el golpe de encima en una reunión. No se trata de correr, sino dar pa-sos sólidos para que de verdad la población tenga al alcance esas producciones”.

Ambos directivos recuerdan que estas libras se ofertan a la población a precios topados por el Ministerio de Finanzas y Precios, o por las empresas del GEA. También los gobiernos provinciales tienen facultades para hacerlo.

El director de Agricultura subraya que controlar este programa implica un trabajo arduo, sistemático, y reconoce que todavía existen problemas organizativos a los que hay que cerrarles el paso.

A la propuesta de las 30 libras por persona, que comenzó a im-plementarse en junio de 2018, se le agregaron posteriormente cinco kilogramos de proteína animal, que incluye la carne de cerdo, carneros, chivos, conejos y aves de corral. La distribución de estos alimentos será a más largo plazo, en tanto primero tienen que crearse las condi-ciones para obtener los pies de cría, esencialmente criollos, que no dependan en su alimen-tación de piensos importados, explica Yoandri Abad Escobar, vicepresidente de Producción

del Grupo Empresarial de la Ganadería (Gegan).

Según expuso Gustavo Ro-dríguez Rollero, ministro de la Agricultura, en la prime-ra sesión plenaria de la IX Legislatura de la Asamblea Na-cional del Poder Popular, el pro-grama de autoabastecimien-to municipal oscila en el país entre 17 y 20 libras per cápita mensuales. Mientras que el de proteína animal solo alcanza el 0.1 por ciento de lo previsto.

Los per cápita mensua-les fueron validados por el Ministerio de Salud Pública

(Minsap) teniendo en cuenta los requerimientos nutriciona-les que necesita la población, asegura Morales Román.

Durante la realización de este reportaje solicitamos con insistencia al Minsap una en-trevista para profundizar en los fundamentos científi cos que validaron las libras per cápita mensuales establecidas dentro del programa de autoabasteci-miento municipal, para ampliar información a nuestros lecto-res. Pero hasta el momento de escribir este texto no tuvimos respuesta.

Puntos de vistaGracias a que era lluvioso el día escogido por el equipo de BOHEMIA para visitar la Empresa Agroindustrial Co-mandante Jesús Montané Oro-pesa del municipio especial de Isla de la Juventud, pudo encontrar a su director gene-ral, Tomás Betancourt López, detrás de un buró revisando papeles. Él prefi ere recorrer la industria, visitar a los campesi-nos, o chequear los puntos de venta que atienden.

Acerca del tema de este re-portaje comenta que se trata de una política correcta, con fi nes nobles en tanto benefi cian al pueblo. Sin embargo, algunas cosas deberían reevaluarse.

Por ejemplo, “aunque se ha-yan cumplido las producciones y

Este campesino defi ende que las trampas que se hacían en las contrataciones queden en la prehistoria de la agricultura cubana.

Solo el siete por ciento de las áreas dedicadas a los cultivos varios cuenta con sistema de riego, lo que limita los rendimientos.

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estén ya en los mercados, hasta que no se vendan, no lo cuentan dentro del per cápita estable-cido para el autoabastecimien-to. Tampoco se consideran las ofertas de los organopónicos, o lo que se lleva a los hogares de ancianos, escuelas, círculos infantiles. Y son alimentos que el pueblo se come”.

Lo otro, y quizás más preo-cupante, agrega el director ge-neral, “dentro del plan técnico económico que se le aprueba a la empresa, este programa no tiene respaldo en recursos materiales como fertilizantes, plaguicidas, combustible”.

Lo corrobora el delegado de la Agricultura en el municipio especial. “En el plan técnico-económico el programa no está respaldado en fertilizan-tes, ni en plaguicidas, ni en combustible”.

Similar criterio comparte Juan Carlos Borges Estévez, director general de la Dirección Provincial de la Agricultura en Mayabeque. “Objetivamente, no tiene respaldo. El fertilizan-te es para el cultivo de la papa y el tabaco, que no entran den-tro de este programa”.

Sin embargo, Morales Ro-mán aclara acerca del tema. “Cuando hacemos el plan de la economía, se planifi can los insumos para este programa de autoabastecimiento, como mismo sucede con el tabaco, el arroz y los demás cultivos. Pero la situación del país es comple-ja. Por eso en la actual campa-ña de frío está previsto sembrar 416 000 hectáreas de cultivos varios, y solamente un 32 por ciento recibirá protección, las prioridades son para el tabaco, el arroz, y el tomate con destino a la industria”.

Viejos dilemasUn asunto de suma valía para el avance del programa es la con-tratación con las bases producti-vas. Sin embargo, hasta la fecha, este proceso de conciliación ha estado lleno de problemas.

Así lo reconoce Miguel Morales Román, director de Agricultura del Minag. “No he-mos sido capaces de contratar

el potencial que tienen las fi n-cas, y no le llegamos a todos. La mayor debilidad es que las em-presas no acompañan el proce-so de contratación”.

Para intentar enderezar las cosas, el Minag empleó las tec-nologías de la información y creó un Sistema Informático de la Producción Agropecuaria (SIPA) que registra los datos personales, lo que producirá cada cual, los destinos (in-dustria, acopio, Comercio In-terior…). A partir de ahora, será muy difícil hacer trampas en la contratación, considera Morales Román.

Con vistas a fortalecer este proceso en el terreno se aprobó la presencia de los gestores de acopio, encargados de conciliar con los campesinos y darles se-guimiento a los compromisos contraídos. Según Emilio López Barrios, vicepresidente del GEA, ya hay más de 2 300 gestores en el país, aunque todavía esa plantilla no está cubierta en to-das las UEB de Acopio de los municipios.

Aunque las expectativas con este sistema son grandes, al-gunas de las provincias visita-das reconocieron difi cultades con el acceso a las redes infor-máticas, atrasos en el proceso de conciliación y falta de con-diciones para el trabajo de los gestores.

Otra asignatura pendiente para la agricultura en Cuba es la poca cantidad de tierras cul-tivables bajo riego. En la Isla de la Juventud, por ejemplo, ape-nas se benefi cian entre un cua-tro y un cinco por ciento, y en las que poseen los campesinos la cifra es menor aún, precisa Yoany Naranjo Luis, delegado de la Agricultura.

“En los cultivos varios sola-mente el siete por ciento de las tierras están bajo riego. Hay un programa con el Ministerio de Industrias para el ensambla-je de máquinas de pivote cen-tral en la Empresa Mecánica Bayamo, pero existen limitacio-nes por los fi nanciamientos”, sostiene Morales Román, di-rector de Agricultura.

¿Qué me compraré? A la UEB de Placetas le dicen “la locomotora porcina del país”, tanto por los resultados produc-tivos, como por la introducción de innovaciones que se han ex-tendido al resto de los criadores de cerdo en Cuba. Para ilustrar-lo, José Ramírez González, su di-rector, comenta que ellos hacen en un mes lo que otros munici-pios de la provincia villaclareña alcanzan en un año.

“Nosotros comenzamos a tributar también para el pro-grama de proteína animal que impulsa el Minag, pero el lugar

Con la multiplicación de las especies criollas de cerdo se potenciará el consumo local.

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donde se sacrifi can los anima-les no tiene las condiciones idó-neas. Igual sucede con la nave de recepción”, asegura.

José y el resto de los traba-jadores de esta UEB, subordi-nada al Gegan, se sienten in-satisfechos porque a pesar del esfuerzo colectivo, no acaban de resolverse esos problemas que los aquejan.

A Héctor Luis Torna Mar-tínez, delegado provincial de la Agricultura, la situación de Placetas no le es ajena. “Hay varios proyectos, pero requie-ren de fi nanciamiento en mone-

da libremente convertible para importar una línea de matadero de acero inoxidable.

“El grupo ganadero está bus-cando una vía, pero tiene que ponerle recursos a la produc-ción porcina, a la ganadería que está muy atrasada, importar equipos de ordeño mecánico y techos para las naves, comprar medios para limpiar los potreros que están infestados con mara-bú. Entonces, cada vez que les entra algún fi nanciamiento es como el cuento de la cucarachi-ta Martina, con este centavito, ¿qué me compraré?”.

Aun en medio de esa disyun-tiva, asegura, no están cruza-dos de brazos, con esfuerzos propios buscan mejorar los co-rrales de los cerdos, ampliar y techar las naves de la UEB de Placetas.

En el programa porcino que impulsa la Agricultura hoy se reporta una producción de 200 000 toneladas, sin embargo, para cumplir con el de proteína animal per cápita es necesario duplicar esa cifra. Como bien señala José, “no solo los criado-res de cerdo tienen que poner-se las pilas”.

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A la altura de diciembre, Os-many Cordero Alfonso, pre-sidente de la Cooperativa

de Créditos y Servicios (CCS) Antero Regalado, del municipio de Artemisa, ya no sabía cómo explicar a sus asociados por qué desde el mes de octubre no les pagan.

“La empresa de Artemisa nos debe alrededor de un mi-llón 500 000 pesos, dice que no puede pagarnos porque a su vez la Empresa Provincial de Mercados de La Habana no ha liquidado sus deudas. Entonces hay una cadena de impagos”, in-dica el presidente de la CCS, una de las mejores de la provincia.

Con igual incertidumbre está el campesino Jorge Medina, de San José, provincia de Ma-yabeque. “Ya entregamos ma-langa y yuca, y si pasa como en 2018, habrá que esperar hasta abril para que nos paguen. Hay veces que nos deben hasta 20 000 pesos”, dice contrariado. De su fi nca La Chivería salen también frijoles, ajo, plátano para el programa local y para los envíos a la capital.

En el territorio, considera Juan Carlos Borges Estévez, director general de la Dirección Provincial de la Agricultura de Mayabeque, “puede haber algún caso aislado de un productor que se le deba, pero en todos los mu-nicipios y a nivel provincial se hacen las reuniones de impagos para evitar eso”, asegura.

“Aquí las más afectadas son las entidades. La Empresa Provincial de Mercados de La Habana ahora mismo, en no-viembre, le debe a las empre-

sas de Mayabeque 35 millones de pesos. Las más perjudi-cadas son las de Nueva Paz y Batabanó”, precisa Borges Estévez.

Los dolores de cabeza por los impagos desaparecieron por completo de Villa Clara, afi rma Héctor Luis Torna Martínez, delegado provincial de la Agri-cultura. “Nuestra empresa de acopio tiene un ciclo de pago a los productores de siete días, a lo máximo. Hoy está moviendo más de 50 millones de pesos en créditos para esos adeudos y no tiene problema ninguno”.

¿Un mal necesario? Para William Ernesto Hernán-dez González, productor del po-blado Las Cañas, en Artemisa “acopio es un intermediario que comoquiera que sea enca-rece los precios de venta a la población, pero es un mal nece-sario. No quiero que se elimine, pero los campesinos individua-les también debemos tener la posibilidad de llevar directa-mente nuestras producciones a otras provincias. Sugiero que se revisen los mecanismos de comercialización”, dice el jo-

ven asociado a la CCS Tomás Álvarez Breto.

Vale aclarar que en el caso de este territorio y de la provin-cia de Mayabeque, la actividad de acopio y comercialización se realiza por las propias empre-sas agropecuarias locales, y no por el Grupo Empresarial de Acopio.

Yoany Naranjo Luis, delega-do de la Agricultura en la Isla de la Juventud recuerda que con el redimensionamiento del transporte que se hizo hace algunos años, las empresas quedaron totalmente despro-vistas de camiones. Y aunque desde 2017 los mercados agro-pecuarios que pertenecían al Comercio Minorista en el muni-cipio pasaron a ser abastecidos por la empresa agroindustrial del territorio, no retornaron los equipos motores. Por tal motivo a esta entidad se le disparan los costos al tener que alquilarlos.

En bandeja de plataNi con una bola mágica de cristal se pudiera conocer la cantidad de producciones que se desvían y dejan de sumar-se al per cápita establecido en

Cadena de impagos, ilegalidades, pérdidas de cosechas tensan la cuerda de la comercialización de los productos agrícolas

Entre col y col… Entre col y col… faltan lechugasfaltan lechugas

La cadena de impagos

desestimula al productor.

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el programa de autoabasteci-miento. La falta de seguimien-to y control de las autoridades de la Agricultura a las con-trataciones, las defi ciencias organizativas en la comercia-lización, las violaciones a la disciplina de pago a los cam-pesinos y la ausencia de un mercado mayorista que abas-tezca de manera regular a los mercados de oferta y deman-da y a los carretilleros, son el caldo de cultivo para que se produzcan ilegalidades.

Borges Estévez, director general de la Agricultura en Mayabeque reconoce que “hoy muchos camiones sacan pro-ductos del agro ‘por la izquier-da’, y salen de esta provincia. Por eso usted ve los merca-dos agropecuarios estatales desabastecidos, mientras los de oferta y demanda son una postalita. Igual sucede con los carretilleros, que son legales, pero adquieren lo que venden de manera ilegal porque no tie-nen mercado mayorista. En La Habana se están abasteciendo con lo que nos roban”.

El directivo recuerda cómo en operativos conjuntos con el Ministerio del Interior para ata-jar las ilegalidades se han dete-

nido también camiones que vie-nen hasta de Santiago de Cuba con producciones agrícolas. “Si se captaran por el sistema esta-blecido, los productos llegarían a la población con un precio asequible y pudieran contabili-zarse dentro del programa de autoabastecimiento”.

Con el fortalecimiento del control interno en el Grupo Empresarial de Acopio han disminuido considerablemente los robos, sostiene su vicepre-sidente Emilio López Barrios. Sin embargo, a partir de las fi s-calizaciones sistemáticas que realizan, en ocasiones “salta la liebre”. Cuenta que reciente-mente detectaron un hecho de corrupción en Consolación del Sur, cuando un comprador des-vió una rastra llena de frijoles. “El hecho se detectó al revisar el contrato con el productor que vendió esa mercancía”, refi ere.

Una de las normas fi nan-cieras del grupo empresarial es la obligación de depositar en el banco el dinero de las ventas diarias. “Pero hay algu-nas personas que no lo hacen, así fue el caso de Cienfuegos, donde quien debía realizar el depósito se apropió del dine-ro, falló el control”, reconoce López Barrios.

Otro modus operandi para robar, añade, son las altas mer-mas. Normalmente estas se mi-den en valores para cada una de las producciones, antes se per-mitía entre un cinco o seis por ciento, hoy solo se permite 1.5. “O sea, se han tomado medidas.

Del control a todos los niveles también depende cerrar las grietas a las ilegalidades.

Para ponerle tecnología al agro también hay que pensar en las fuentes renovables de energía y en la agroecología que ahorran recursos.

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“POR favor, pudieran orientarnos dónde queda algún merca-

do agropecuario aquí en San José”, interrogan los repor-teros a dos agentes del orden público estacionados delante de una vivienda.

“¿Mercado agropecuario?”, se miran con cierto descon-cierto, y le preguntan a la an-fi triona de la casa, “¿conoces alguno?”.

“No, ninguno”, dice la joven.“Muchas gracias, seguire-

mos indagando”. El sol alegra la mañana en la

joven provincia de Mayabeque, mientras de los hogares se desprende un suave aroma a café, y los pequeños alistan sus pañoletas para ir a la escue-la. Después de varias vueltas, fi nalmente alguien precisa al equipo de BOHEMIA: “al fi nal de la calle, doblen izquierda, y

Lo que está en tarimaLo que está en tarimaLa inestabilidad en los suministros motiva quejas de la población y persisten fi suras en el cálculo para el per cápita de alimentos

encontrarán el punto de venta La Gomera”.

Al llegar, está cerrado, pero justo al frente, en un amplio portal, una sexagenaria se ba-lancea en el sillón. La vecina se llama Ivia Rodríguez Díaz, y comenta que la presencia allí de los productos del agro es irregular. “Hay días en que está vacío, en otros, aparecen algunas ofertas como malanga, yuca, boniato, col, tomate en tiempo de cosecha. Desde que abrió este punto hace más o menos un año, solamente una vez entró ajo. Los precios están buenos y la calidad no siempre es aceptable”, asegura.

Este Mercado Agropecuario Estatal (MAE) La Gomera es abastecido por la Empresa Agropecuaria Nazareno. Carlos Manuel Ravelo, su administra-dor, precisa que en total hay 10 mercados agropecuarios en San

José, pero es más la demanda que la oferta, por eso todo lo que entra vuela. Los precios de venta son topados.

Al fi lo del mediodía, unas an-cianas hacen cola en las afueras del MAE El Canal, suministrado por la Empresa Agropecuaria Batabanó. “Estoy aquí desde las nueve de la mañana, espe-rando por la malanga para mis nietos. El camión ya llegó, pero ahora los dependientes se fue-ron a almorzar. Los productos entran martes y jueves a cual-quier hora. Ofertan plátano, yuca, malanga, frutabomba, acelga, pepino… Los precios están bien, sin embargo, los productos se acaban pronto”, expone Estervina Quintana.

A pocos metros del pun-to de venta, en una carretilla particular se exhiben produc-ciones agrícolas, frijoles, ce-bolla, ajo…y las malangas que Estervina no puede comprar por los altos precios.

Son las 4:30 de la tarde y el recién inaugurado MAE climati-zado del municipio de Artemisa está cerrado. En la esquina, un viejo caballo tira de un carre-tón abarrotado de espléndidas hortalizas. ¡Vaya, lleva tu col a 10 pesos! pregona el vendedor ambulante.

Una vecina que pide mante-ner el anonimato revela en voz baja a estos reporteros que la

Las empresas del grupo venden unos 2 500 millones de pesos anuales y, al descontar ese por ciento, da una cifra considerable de pérdidas”.

Atasco en las cosechas “Difícil no es sembrar ni cose-char, lo más complejo es la co-mercialización, porque cuando fallan las cajas perdemos mu-cha cantidad de producciones”, asegura el campesino Leandro Almeida Medina, en su fi nca de frutales Olimpo, de la CCS Sierra Maestra, en el municipio de Artemisa.

Bajo el frescor de los frutales de la fi nca Olimpo, el presiden-te de esta CCS, Jorge Méndez

Valdés, corrobora que en 2019 perdieron 400 quintales de fru-tas por falta de cajas. “Además de tales contratiempos, asegu-ra, con medios propios llevamos las producciones hasta el centro de acopio, pero cuando llegamos allí con los picos de cosecha, nos dicen que no los pueden recibir porque no tienen condiciones para comercializarlos”.

Frutas como la piña y la fre-sa, que antaño eran producidas por esta CCS en importantes cantidades, allí están en vía de extinción.

Al productor Javier Sánchez Díaz la idea de perder un solo quintal de las hortalizas que siembra y cosecha con tanto

desvelo, le pone los pelos de punta en su fi nca Hoyo Colorado del municipio de Sagua la Gran-de, provincia de Villa Clara. “Por eso, cuando el tomate está sato, por ejemplo, prefi ero bajar el precio de venta a acopio para benefi ciar a la población, porque la estrategia debe ser ofertar más y no que las producciones se pudran en el campo”.

Para Torna Martínez, dele-gado de la Agricultura en Villa Clara, el talón de Aquiles está en la falta de industrialización, porque los picos de cosecha ten-sionan mucho a los productores. Se pierden mango, tomate… En tal sentido, aboga por ponerle tecnología a la agricultura.

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administración del mercado cierra temprano cuando no tie-ne mercancías, o cuando cono-ce que viene una visita. El abas-tecimiento es intermitente y no satisface para nada la demanda de la población. Los frijoles, por ejemplo, hay que comprarlos en las ferias agropecuarias.

Sobre las insatisfacciones de sus coterráneos en Maya-beque, Juan Carlos Borges Estévez, director general de la Dirección Provincial de la Agricultura, acentúa: “Con los niveles productivos que tene-mos, ya hubiéramos logrado alcanzar las 30 libras per cápita establecidas en el autoabaste-cimiento municipal. Sería una provincia digna de vivir por la cantidad de comida que se le ofertaría a la población. Pero nosotros aportamos alimentos para un millón 300 000 perso-nas de la capital, tres veces la cantidad de pobladores de nuestra provincia. Y en algu-nas oportunidades hemos te-nido que mandar también para otros territorios”.

Cruzando el mar Caribe, en el archipiélago de los Ca-narreos, también existen opi-niones. “El autoabastecimien-to no se ha comportado todo lo favorable que se quisiera, porque los niveles productivos aún no satisfacen la demanda de los 85 000 habitantes que tiene el municipio especial de la Isla de la Juventud”, valora Yoany Naranjo Luis, delegado de la Agricultura.

Estadísticas a debate Algunos entrevistados por esta revista tienen preocupación con las fi suras que presenta el programa de autoabasteci-miento municipal, pues solo se tienen en cuentan las ci-fras que certifi ca Acopio en su sistema de comercialización, mientras quedan fuera otras fuentes que tributan también a la alimentación.

Entre estas, el autoconsu-mo familiar de los producto-res, las entregas de produc-tos a sus trabajadores en las distintas formas productivas, estatales o privadas; las pro-

ducciones que se desvían por la izquierda hacia los merca-dos de oferta y demanda, y los carretilleros; las ofertas en las ferias agropecuarias que se realizan en los territorios, las ventas de los organopónicos; las entregas al consumo so-cial de centros hospitalarios, asistenciales y educativos; así como las producciones desti-nadas a la industria.

A juicio de Borges, “¿creen que las 26 libras per cápita que entrega Mayabeque es lo que de verdad come la pobla-ción? Claro que no. Es más. Pero no tenemos cómo reco-ger esa información”.

No deja de tener razón Bor-ges Estévez en su apreciación, pero nos parece que lo único que no pudiera cuantifi carse es el autoconsumo familiar de los productores, el resto de las producciones sería posible me-dirlas si fi nalmente se lograra hacer un proceso de contrata-ción objetiva, como se quiere

este año a partir de la introduc-ción del Sistema Informático de la Producción Agrícola (SIPA), orientado desde el Ministerio de la Agricultura.

Mientras más realista sea la contratación, la fórmula para medir el autoabastecimiento local quizás fuera mucho más sencilla: volúmenes totales producidos en cada municipio, divididos entre la cantidad de habitantes. Si el objetivo de este programa es garantizar de ma-nera irreversible la alimenta-ción de la población en cada te-rritorio, con precios asequibles, y evitar el sobreconsumo de combustible llevando produc-ciones de un lado para el otro, habrá que apretar muy bien las clavijas del control a todos los niveles, fundamentalmente en las delegaciones municipales de la agricultura, y repensar las maneras de accionar y los al-cances que debe tener el balan-ce central de las producciones agropecuarias.

Los aportes que realizan los organopónicos deben tenerse en cuenta a la hora de sacar el per cápita.