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EL TRABAJO QUE NO SE VE
Por Alejandro R. Omaña Reyes
EL TRABAJO QUE NO SE VE
EL ÉXITO DE LAS EXPOSICIONES;
El diseño de exposiciones se realiza para establecer un diálogo con la sociedad… Son pensadas como espacios de encuentro y construcción cultural que posibilitan la difusión y apropiación del patrimonio, el acercamiento a las expresiones artísticas del pasado y del presente, y el debate de temas económicos, políticos, sociales y culturales.
(Fernando Félix, museógrafo. Gaceta de Museos 54)
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EL ÉXITO DE LAS EXPOSICIONES
Exposición. Zares. Arte y Cultura del Imperio Ruso. Foto Héctor Montaño
Montaje exposición. Zares. Arte y Cultura del Imperio Ruso
Montaje exposición. Zares. Arte y Cultura del Imperio Ruso
El trabajo que no se ve“Como las cuerdas de una guitarra, que por un efecto de resonancia vibran todas al ser tañida una de ellas, la museografía hace resonar y reverberar sus componentes bajo un eje poético unificador, que será como una cuerda tensa sobre la que el visitante construya un cuerpo vivencial por medio del encuentro con los componentes de una exhibición”, advierte el museógrafo Juan Manuel Garibay.
Retomando esta metáfora, de la misma forma deben complementarse el proyecto y los tiempos; las gestiones nacionales e internacionales, con los acuerdos; las investigaciones con los discursos museográficos; el traslado de piezas con sus cuidados, y hasta la luz, el ambiente y los espacios con el posterior montaje en los museos.
Alejandra Barajas, coordinadora de Proyectos, adscrita a la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH, explicó que cada exhibición es un reto y que de ellas se aprende siempre. En ocasiones, externó, “hasta principios de física debemos de tomar en cuenta para el proceso de embalaje de las piezas para protegerlas”.
Barajas sostuvo que hay que evitar a toda costa, incluso, que los despegues o aterrizajes de los aviones --en ocasiones vuelos de carga y
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Buda como gran sanador. Tíbet, siglo xv. Acuarela opaca sobre algodón. Foto: Héctor Montaño/INAH
otras de tipo comercial-- “lleguen a afectar las obras que nos han sido confiadas para su exposición, por eso aquí intervienen comisarios de arte”.
Egresada de la Universidad de Arizona, Alejandra Barajas cuenta ya con poco más de 10 años de experiencia. En un inicio colaboró como voluntaria en el Departamento de Registro del Museo de Arte de Tucson, y continuó su paso hasta llegar a ser designada como jefa de Colecciones.
Ha participado de cerca en los proyectos de diversas exposiciones, algunas de las cuales han requerido de más de cinco años de gestiones, como es el caso de Zares. Arte y cultura del Imperio Ruso, traída a México a finales de 2008 y que en un solo día (el 1 de febrero de 2009) superó la cifra de siete mil visitantes.
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1. Montaje exposición Zares. Arte y Cultura del Imperio Ruso. 2. Exposición Plan de Guadalupe. Foto: M. Tapia/INAH 3. Exposición Zares. Arte y Cultura del Imperio Ruso. Foto: H. Montaño
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EL TRABAJO QUE NO SE VE
“Cuando las necesidades de traslado así lo exigen, hemos optado por los servicios de aviones especializados en carga. “No hay azafatas, ni comidas o bebidas, no hay películas. Todo está oscuro y
se escuchan los animales; también van difuntos
en el mismo espacio”.
Se llegan a hacer hasta dos o tres embarques de las piezas, como medida preventiva para que no se pierda todo el patrimonio en caso de algún accidente de avión, reveló a manera de explicación sobre los cuidados y precauciones extremas que se deben de contemplar al transportar las piezas.
Una de las anécdotas que marcaron a Alejandra Barajas dentro de su labor en el INAH fue su participación en las negociaciones para traer a México la exposición Zares. Arte y Cultura del Imperio Ruso. Colecciones del Museo Estatal del Ermitage, a la cual se le invirtieron siete años de trabajo.
“Entre investigación, negociaciones, acuerdos; embalaje y cuidados; montaje, nivel de temperatura; diseño y demás labores, nos tardamos siete años. ¿Te imaginas? Siete años y las piezas en México sólo estuvieron menos de seis meses”.
La relación con los funcionarios de aquella nación también fue complicada cuando arribaron a México; “no están acostumbrados a nuestro clima y el sol les afectaba en su estado de ánimo; su estancia aquí fue de unos cuantos días, los mínimos, pues ya querían regresar al frío extremo, por debajo de los 10, 20 o hasta 30 grados.
La otra parte del proceso: investigación y catalogaciónLa historiadora y curadora Gloria Sánchez Hernández, adscrita al Museo Regional de Guadalajara, comentó que una exposición no sólo requiere de una labor previa; es un trabajo continuo que trasciende incluso a la fecha estipulada para su cierre al público.
Técnicamente, detalló, “como curadora mi papel es el de encargarme del cuidado y estudio de las colecciones; una actividad de constante vigilancia del estado en el que se encuentran las piezas. La labor de los restauradores y los conservadores es todavía aparte”.
En general, todos los expertos que intervienen en una exhibición necesitan tener un estrecho contacto para atender las condiciones climáticas en los recintos museísticos, la luz que debe utilizarse para resaltar a belleza de las obras, y constantemente seleccionar aquellas que necesiten de un trato especial por un supuesto daño provocado por el tiempo, el polvo y otros factores.
Los análisis y propuesta de los espacios
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Exposición Zares. Arte y Cultura del Imperio Ruso. Foto: H. Montaño
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“Entre investigación, negociaciones, acuerdos; embalaje y cuidados; montaje, nivel de temperatura; diseño y demás labores, nos tardamos siete años. Y las piezas
en México sólo estuvieron menos de seis meses”.
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La propuesta de los espacios entre pieza y pieza también son premisas indispensables, dijo la historiadora Sánchez Hernández. Con el apoyo de arquitectos y diseñadores se adaptan las atmósferas adecuadas, tanto para el cuidado de las colecciones como para tratar de ubicar a los visitantes a una época determinada.
Gloria Guillermina Sánchez Hernández es promotora y curadora de la muestra Para no olvidar. La Fotografía de antaño (1870-1930), abierta al público en la VitrINAH, espacio destinado a las exposiciones temporales del Museo Regional de Guadalajara.
Anecdóticamente, la curadora recuerda que fue y ha sido tal la atención y la convivencia misma con las piezas de esta muestra fotográfica que ella experimentó la sensación de formar parte de esos daguerrotipos, o ella era un personaje más, o las personas salieron de la foto. Ni ellas ni yo teníamos vida privada, anotó.
Noche y día había cuidados, vigilancia, luces, supervisiones de piezas; intervenciones de curadores y restauradores. En todo momento había visitas; ni los personajes, ni yo dormíamos, por entregar lo mejor de nosotros para conseguir el éxito deseado.
Disco bi con motivos de máscara zoomorfa. Piezas como está eran utilizadas en las ceremonias de sepultura, dentro de la cultura china. Foto: Héctor Montaño/INAH
Exposición Piedras del Cielo. Civilizaciones del Jade. Museo del Palacio de Pekín. Foto: Mauricio Marat/INAH
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Exposición Visiones de la India. Foto: M. Tapia
Exposición Zares. Arte y Cultura del Imperio Ruso. Foto: H. Montaño
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Montaje exposición Samurái, tesoros de Japón
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Quizás ahora, una vez que tenemos información de los esfuerzos desplegados por una gran
cantidad de especialistas, como coordinadores de proyectos, historiadores, curadores,
restauradores, museógrafos y más profesionales, nuestra visión de las exhibiciones seadiferentes en nuestra próxima visita.
A unos días de la inauguración (el montaje)El espacio es un elemento fundamental del lenguaje de las exposiciones. En la más reciente edición de la Gaceta de Museos (Número 54) se establece que “este lenguaje se construye con ideas y por lo general con objetos distribuidos en los espacios de las salas y dirigidos a los visitantes (sabemos que las muestras tienen sentido cuando hay un público que las recorre)”.
El artículo de referencia añade que el espacio tiene expresión y no es sólo un contenedor de objetos y de otros elementos museográficos. Como contenedor, abunda, “hace posible o dificulta la adecuada instalación y lectura de dichos elementos y la circulación de los visitantes; como expresión ambiental posibilita la percepción y la significación por parte del público”.
Los museos del INAH ofrecen una gran oferta de exposiciones permanentes, temporales e itinerantes; muestra de ello fueron, a lo largo de los dos últimos años, Samurái, tesoros de Japón; Piedras del Cielo. Civilizaciones de Jade; Seis Ciudades Antiguas de Mesoamérica. Sociedad y Medio Ambiente; Moana, Culturas de las islas del Pacífico, y Rostros de la Divinidad.
La red de museos del INAH está integrada por más de un centenar de espacios que dan cuenta de un pasaje de la historia nacional o estatal, o bien que refuerzan los conocimientos sobre una localidad, un sitio histórico o arqueológico importante. Quizás ahora, que tenemos información de los esfuerzos desplegados por una gran cantidad de especialistas, como coordinadores de proyectos, historiadores, curadores, restauradores, museógrafos y más profesionales, nuestra visión de las exhibiciones sea diferente en nuestra próxima visita. •
EL ÉXITO DE LAS EXPOSICIONES
Junio 2013
