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13 { texturas 5-5 Entre las variadas consideraciones de que ha sido objeto la poesía europea de fines del siglo XIX resulta a menudo visible la falta de un enfoque metodológico capaz de observar la coherencia interna y el alcance transnacional que el fenó- meno es capaz de contener. Una relectura de grandes segmentos de ese corpus aporta las claves para vislumbrar en él la remisión a códigos y referentes de na- turaleza altamente aristocratizantes. En este trabajo, se particulariza dicho en- foque crítico en las Elegie romane (1892) de Gabriele D’Annunzio, volumen líri- co en el cual el poeta se vuelve el portavoz de una clase social que ha perdido su pasado esplendor, en la Italia liberal del Risorgimento. Among the different considerations the European poetry of the 19 th century has been subjected to, it often results visible the lack of a methodological view able to show the internal coherence and transnational reach which in fact contains. A second reading of the corpus enables us to see the references to codes and quotations of a highly aristocratic nature. In this essay, the critical view is particularized in Elegie romane (1892) by Gabriele D’Annunzio, a lyrical volume in which the poet himself becomes the spokesperson of a social class that has lost its past glamour in the liberal Italy of the Risorgimento. Sandro Abate Conicet Universidad Nacional del Sur D’Annunzio y el último humanismo: las Elegie romane

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d'Annunzio

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  • 13 { texturas 5-5Entre las variadas consideraciones de que ha sido objeto la poesa europea defines del siglo XIX resulta a menudo visible la falta de un enfoque metodolgicocapaz de observar la coherencia interna y el alcance transnacional que el fen-meno es capaz de contener. Una relectura de grandes segmentos de ese corpusaporta las claves para vislumbrar en l la remisin a cdigos y referentes de na-turaleza altamente aristocratizantes. En este trabajo, se particulariza dicho en-foque crtico en las Elegie romane (1892) de Gabriele DAnnunzio, volumen lri-co en el cual el poeta se vuelve el portavoz de una clase social que ha perdido supasado esplendor, en la Italia liberal del Risorgimento.

    Among the different considerations the European poetry of the 19th century hasbeen subjected to, it often results visible the lack of a methodological view able toshow the internal coherence and transnational reach which in fact contains. A secondreading of the corpus enables us to see the references to codes and quotations of ahighly aristocratic nature. In this essay, the critical view is particularized in Elegieromane (1892) by Gabriele DAnnunzio, a lyrical volume in which the poet himselfbecomes the spokesperson of a social class that has lost its past glamour in theliberal Italy of the Risorgimento.

    Sandro AbateConicetUniversidad Nacional del Sur

    DAnnunzio y el ltimo humanismo:las Elegie romane

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    ILa categora conceptual conocida con el nombre de poesa de fin del siglo

    XIX suele englobar a una serie de operaciones culturales y modalidades lricascuyas singularidades crticas, a menudo, han quedado superpuestas en los estu-dios referidos a los distintos autores en particular all involucrados. Esto ha sidoen gran parte producto de la carencia de un marco metodolgico adecuado quealcance a dar cuenta de la genuina naturaleza del fenmeno y de su particulardinmica, que no siempre suele reconocerse opera en forma transversal ytransnacional con relacin a los sistemas clasificatorios que a partir de una pers-pectiva crtica nacionalista se han elaborado a mediados del siglo XX y hanpermitido construir conceptos fragmentados del todo, tales como Simbolismo yParnasianismo franceses, Decadentismo y Prerrafaelismo ingleses, Esteticismoitaliano, Generacin del 98 espaola o Modernismo latinoamericano. A un siglode distancia es posible, hoy, arriesgar la hiptesis de que lo que usualmenteconocemos con el nombre de poesa de fin del siglo XIX constituye un vastocorpus lrico producido a partir del afianzamiento de las potencias capitalistas eimperialistas centrales europeas en el ltimo tercio del siglo XIX, hasta el con-flicto armado con el cual colaps ese sistema poltico y econmico, es decir laPrimera Guerra Mundial.

    Si, con Raymond Williams1, entendemos que todo momento de la cultura estconstituido por procesos de negociacin entre formas dominantes (en este caso,burguesa), residuales (en este caso, aristocrtica) y emergentes (proletaria), esposible sostener que las formas residuales, identificables a partir de modalida-des de resistencia frente a la cultura hegemnica, aquellas que han sido forma-das en el pasado pero que todava estn en actividad dentro del proceso cultu-ral, son las que identifican y le otorgan coherencia a este vasto corpus lrico dealcance transnacional.

    De la observacin de dicho corpus se alcanza a certificar, a nivel ms o menossuperficial, una constante en casi todos los autores involucrados: la recurrenciadel mundo clsico, a travs de motivos, personajes, ambientes, mitos, juegosetimolgicos, lxico, es decir todo un cdigo de referencialidad clsica, desdelas Correspondances de Baudelaire hasta el Coloquio de los centauros de R.Daro, por citar slo dos casos.

    Sin duda, cabe la posibilidad de adjudicar esta recurrencia clsica a dos cir-cunstancias bien precisas: los entonces recientes descubrimientos arqueolgi-cos en el Egeo y el pensamiento de Nietzsche.

    En el primero de los casos, se trata de las excavaciones en la acrpolis deMicenas (1876), de las misiones en el santuario de Zeus en Olimpia y en el deApolo en Delfos (1893), y de las investigaciones en la Acrpolis de Atenas (1885).Dichas misiones dejaron al descubierto el mundo desconcertante y maravillosodel arte griego en la edad arcaica y sentaron las bases documentales para posibi-litar una suerte de nuevo resurgimiento de la cultura clsica de origen preso-

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    crtico, en un motivado impulso que abarc a todas las artes durante el ltimotercio del siglo XIX y hasta por lo menos la Primera Guerra Mundial.

    Al mismo tiempo, las notables intuiciones y observaciones de Nietzsche en Elnacimiento de la tragedia (1872), resultaron altamente operantes para todo aquelltimo tercio del siglo XIX. Sus principales ideas, como los valores instintivos dela cultura clsica presocrtica (sobre todo de matriz cretense), la oposicin a lamoral evanglica, la afirmacin del sentimiento de potencia del hombre frente ala divinidad, revistieron de solidez metodolgica al surgimiento de una moralacorde con esa reivindicacin del pasado arcaico.

    Pero esta correspondencia aparentemente difana entre el corpus lrico abor-dado y su cdigo de referencialidad clsica, comienza a problematizarse cuandose observa que en forma simultnea aparece tambin la remisin a otro cdigo,en este caso el cortesano-caballeresco de procedencia medieval y aliento ro-mntico, constituido tambin por motivos, leyendas, imgenes, y verificable desdeLIsotto (1890) de DAnnunzio, con la reelaboracin de la leyenda artrica deTristn e Isolda, hasta la primera poesa de Marechal, por citar slo dos casos enla literatura, aunque sin olvidar los programas estticos que Wagner y Debussyllevaron adelante en el mbito de la msica.

    La mirada hacia atrs del movimiento prerrafaelista que afect tanto a la pin-tura como a la poesa, sobre todo en la Inglaterra de aquellas dcadas, estabapuesta sobre la sencillez plstica de la Edad Media, anterior al clasicismo deRafael.

    La lrica provenzal, por otra parte, y su carga de motivos altamente aristocra-tizantes (el herosmo, el ideal caballeresco, la mujer angelical, las formas refina-das de la conducta cortesana) constituy tambin otro refugio contra un pre-sente en el que la ciencia y el productivismo hostilizaban hasta el paroxismo a lalabor artstica.

    Es decir que ambos cdigos culturales el clsico y el medieval se articula-ron de una manera no contradictoria, no disyuntiva, en la lrica finisecular euro-pea y, en este sentido, tal articulacin acab por otorgarle al corpus en cuestinuna dimensin de alta originalidad, una dimensin que trasciende la nomencla-tura nacionalista con la que la crtica tradicional ha pretendido dar cuenta delfenmeno.

    IILa evolucin o trayectoria lrica de Gabriele DAnnunzio representa, en este

    sentido, un caso tal vez paradigmtico. Su Canto novo (1882) es el primer volu-men lrico de envergadura, donde combina modalidades ya consagradas porCarducci en la poesa italiana, con nuevas formas, ms acordes a un modeloplurisemntico ms moderno. De las formas estrficas que all se utilizan, preva-lecen los sonetos y las elegas: 14 sonetos y 18 elegas. El soneto es una forma

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    lrica procedente de la poesa trovadoresca provenzal, que fue utilizada en italia-no desde los poetas sicilianos de la corte de Federico II (siglo XIII) y consagradaen el Cancionero de Petrarca en el siglo XIV. La elega, por su parte, tiene unatrayectoria ms extensa y sus orgenes se remontan al siglo VI a/C, a partir deuna clula hmnica bsica llamada treno y destinada al lamento por los muer-tos, retomada por los alejandrinos en el siglo III a/C y por los poetas latinos en elsiglo I a/C. Ambas formas, tanto la de origen clsico como la medieval, persistendesde la primera lrica dannunziana, a pesar de que el soneto y el cdigo corte-sano caballeresco aparezcan en un nivel ms notable en los versos de LIsotto,sobre todo por su aliento stilnovista, y de que la elega y el cdigo clasicista seanms evidentes en las Elegie romane (1892), coleccin integrada completamentecon esa forma mtrica de aliento ms pretrito.

    En la definicin misma de toda elega, subyace la idea de prdida y la referen-cia a un tiempo pasado recordado como feliz y contrastante con el presenteamargo. En particular, en la dilatada tradicin elegaca que toma como ncleotemtico a la ciudad de Roma2, esta conjugacin de valores positivos y negati-vos, presentes y pasados, es variada de acuerdo con los distintos contextos ideo-lgicos que circunscriben a los autores y a los textos. Desde Propercio, Ovidioy Tibulo hasta Goethe, DAnnunzio contaba hacia 1887 (cuando comenz a com-poner las piezas de la coleccin) con un amplio repertorio elegaco de entona-cin romana. Consciente de esta tradicin sin duda egregia, construy su libro apartir de gran parte de ese mismo repertorio, con un alto grado de referencialidadliteraria. Este es sin duda un posible acceso crtico al corpus elegaco dannunziano,cuya indagacin ha propendido a leerlo como un cdigo hiperliterario de remi-sin clasicista y tradicional, carente de otras motivaciones culturales o sociales3.

    Al mismo tiempo, existe en la crtica dannunziana una fuerte lnea valorativade base biogrfica que tiende a adjudicar los principales atributos creativos deltexto a circunstancias coetneas de la vida de su autor. Sin duda, la misma perso-nalidad excntrica de DAnnunzio incita y hasta favorece este tipo de interpre-taciones. Sin duda, existen bases documentales y testimoniales lo suficientementeslidas como para emparentar atributos de la obra con circunstancias bien pre-cisas de la vida. En el caso particular de las Elegie romane, la historia de amor delpoeta con Brbara Leoni constituye un hilo conductor indiscutible del cancione-ro entendido as como sintesi poetica della storia damore con Barbara, dallin-canto dei primi mesi alla inevitabile fine (Praz-Gerra, 241). Este tipo de anlisis4

    tiende a leer al volumen en clave biogrfica, como una estructura rigurosa dereferencialidad personal o intimista, descalificando, al igual que en el caso an-terior, otras connotaciones culturales o sociales.

    En sntesis, tanto las lecturas crticas que propenden a la remisin tradicionalde referencialidad literaria como las de base biogrfica, resultan de alguna formareduccionistas al negar la pluralidad semntica que las Elegie romane contienenya sea en su estructura como en sus piezas singulares.

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    Se me ocurrre necesario, entonces, regresar a la concepcin misma del gne-ro elegaco para plantear una lectura que desde all sea capaz de proponer unarespuesta al interrogante esencial que subyace, una lectura que procure indagaracerca de qu cosa se ha perdido en las Elegie romane. Las respuestas distanmucho de ser unvocas por la misma pluralidad semntica del corpus y por losdiversos factores que pueden incidir en su elaboracin. A pesar de ello, la hip-tesis que quisiera arriesgar en este trabajo es que, ms que el amor por Brbara,ms que los ideales del Risorgimento, ms que la juventud, ms que una determi-nada concepcin ideolgica o temporal que tome como base a la tradicin elegacaromana, lo que se ha perdido en las Elegie romane, los valores del pasado impo-sibles de recuperar en el presente de su escritura, est cifrado en la eleganciadel mundo cultural aristocrtico que ha sido reemplazado por los modernosvalores del progreso materialista burgus y la vulgarizacin del arte.

    IIILas Elegie romane estn compuestas por cuatro libros de seis elegas cada

    uno, ms una pieza final titulada Congedo. Sobre el fondo de distintos escena-rios de la ciudad de Roma, de sus entornos albanos y de otros paisajes relaciona-dos temticamente con ella, se desarrolla la dinmica interna del libro, que lacrtica ha asumido y canonizado bajo la forma de una storia dellio in quattrotempi, letterariamente sviluppata lungo lasse sentimentale: dallamore perBarbara, al suo spegnersi, attraverso il recupero del tempo della memoria (privatao letteraria) (Bertazzoli, 324).

    Una primera e inequvoca referencia al escenario romano en su presentemodernidad, se halla en la primera de las 25 elegas que componen el volumen,titulada Il Vespro, que hace las veces de proemio para toda la coleccin, piezaen la cual DAnnunzio user la precisione toponomastica della citt, accesa edincendiata dallautunno (Guidorizzi, 152).

    Quando (al pensier, le vene mi tremano pur di dolcezza)io mi partii, comebro, da la sua casa amata,

    su per le vie che ancra fervean de lestreme diurneopere, de sonanti carri, de rauchi gridi,

    tutta sentii dal cuore segreto lanima alzarsicupidamente, e in alto, sopra le anguste mura,

    fendere lignea zona che il vespro dautunno per cieliumidi, tra nuvole vaste, accendea su Roma (Il Vespro, 320)5.

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    Cuando (al pensarlo las venas me tiemblan de dulzura)part, como ebrio, de su casa amada,

    por las calles que hervan an de las extremas diurnasobras, de los carros sonantes, de los roncos ruidos,

    toda sent el alma elevarse del corazn secreto,vidamente, y en lo alto, sobre estrechos muros,

    surcar la gnea zona que el atardecer de otoo, por cieloshmedos, entre vastas nubes, encenda sobre Roma.

    Ruidos, carros y gritos componen el paisaje de esta Roma hostil a las manifes-taciones ms ntimas o espirituales, en cuyas calles la modernidad ha disipado laaugusta serenidad de otros tiempos. Roma no es Roma6, en este sentido, talcomo recuerda el epgrafe que encabeza el libro, tomado de las entonces cente-narias Rmische Elegien (1787) de Goethe.

    Insistentes llamados al olvido (oblio, en el lxico literalizante dannunziano)se suceden entonces desde esta primera consideracin de matices negativos,donde se fijan los lineamientos espacio-temporales y las direcciones temticasde toda la coleccin. El olvido es tambin una forma de resistencia contra estepresente insatisfactorio.

    Tu non mi di la pace, o Sole sereno, e lobliose i cari luoghi io cerchi vago de raggi tuoi (Villa Medici, 348).

    T no me das la paz, oh Sol sereno, ni el olvidosi los lugares queridos busco, deseoso de tus rayos.

    Anima, non questa la pia solitudine amica,lalta che noi cercammo riva leta doblio? (La sera mistica, 378).

    Alma, no es esta la pa soledad amiga,la alta, que buscamos, orilla letea del olvido?

    El olvido es una condicin anhelada en forma recurrente a lo largo del libro,un proyecto de repliegue hacia el pasado capaz de apartar a la condicin humanade la alienacin moderna. Pero una pretensin vana, como a menudo, y enforma creciente conforme avanza el volumen, se repite:

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    Recale tu il dolente amore e il deso che distruggelesule, e il van rimpianto, ah, del perduto bene (Congedo, 402).

    Llvale t (libro) el doloroso amor y el deseo que destruyeal proscripto, y el vano lamento, ay, del bien perdido

    El nico recurso para evadir los valores negativos (alienacin, olvido, vani-dad) que se asocian desde el principio de la coleccin a la Roma moderna, es pormedio de vehculos imaginarios de transfiguracin de la realidad, tales como elencantamiento, el sueo o la visin, integrantes tambin de una retrica codifi-cada en el pasado y con la cual DAnnunzio asocia los paisajes idlicos y los mo-mentos felices. En otras palabras, a travs del sueo y el encantamiento, el poe-ta consigue despegarse del presente y ubicarse en un escenario y un cdigoplacentero de referencialidad altamente aristocratizante ya sea en trminosrenacentistas o clsicos.

    Non era in me certezza de lora, de luoghi. Un fallacesogno teneami? O tutte de la mia gioja consce

    eran le cose e in torno rendevano insolito lume?Io non sapea. Le cose tutte rendevan lume (Il Vespro, 331).

    No tena certeza de la hora, de los lugares. Un falazsueo se haba apoderado de m? O todas de mi alegra conocidas

    eran las cosas y en torno irradiaban inslita luz?No saba. Todas las cosas irradiaban luz.

    Tacciono i venti sopra: non fremito corre le cime;non, nel profondo incanto, giungon da lUrbe voci. (Villa Medici, 353).

    Callan los vientos arriba: noy hay fragor que recorra las cimas;En el profundo encanto, no llegan voces de la ciudad.

    Este recurso evasivo favorece la propuesta de una suerte de repertorio demotivos altamente aristocratizantes que, a fines del siglo XIX, permiten recons-truir por un momento un escenario romano de contenido renacentista y hastaclsico, pero siempre acorde con una elaboracin cultural de matriz residualfrente a la Roma moderna, portadora de los valores de la burguesa progresista.

    El jardn o el parque como espacios abiertos para la elegancia, diseados porel hombre, las fuentes cuyas figuras arquitectnicas cobran de pronto vida, el

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    paseo como motivador de reflexin intimista, la risa despreocupada, se erigencomo atributos de una clase social ajena a las necesidades materiales. El palaciocomo espacio cerrado, concebido ms all de su aptitud habitacional como unpretexto para el artificio decorativo y lujoso, las grandes escalinatas revestidas,dan forma a la otra Roma, aquella que las elegas parecen aorar. Villa Mediciy Villa Chigi, las dos elegas ms extensas, en las cuales se condensa la mayorcarga expresiva del corpus (tanto si lo consideramos como una historia de amor,como si lo concebimos de acuerdo con una reelaboracin de motivos elegacostradicionales relacionados con Roma), son las piezas portadoras del ms inequvo-co poder evocativo del pasado en trminos aristocratizantes.

    En el transcurso de un paseo amoroso por el parque de la Villa Medici en laelega homnima, el escenario moderno se transforma y se ubica en la Greciaclsica a travs de las figuraciones renacentistas all presentes. En la primeraseccin de la elega, el parque duerme y su sueo resucita la visin de antiguosesplendores:

    Chiusa ne suoi recinti la villa medicea dorme:alzansi lenti i sogni da la sua gran verdura (Villa Medici, 349).

    Encerrada en su recinto, la villa medicea duerme:se alzan, lentos, los sueos de su gran verdor.

    A diferencia de la naturaleza selvtica y primitiva de sus primeras coleccioneslricas y narrativas, aqu DAnnunzio privilegia la naturaleza ordenada y circuns-cripta de los parques y jardines de las grandes villas aristocrticas de Roma ysus alrededores. En ese parque, al cual no llegan las voces de la ciudad, el poetaasiste a la metamorfosis de su amada en la figura de la Diana esculpida, unaDiana exiliada entre los rboles y las fuentes del elegante recinto parquizado. Larisa de las fuentes se confunde con la risa de la amada:

    Ma ben li oblia la dea. Non ebbero quelli il tuo risomisterioso, o fonte, linestiguibil riso(...)Ode la selva intenta, le vergini stelle da cieliodono: a lor la fonte ride di conscio riso (Villa Medici, 352).

    La diosa bien los olvida. No tuvieron aquellos tu risamisteriosa, oh fuente, la inextinguible risa(...)Oye la selva intacta, las vrgenes estrellas desde el cielooyen; para ellas la fuente re de risa conciente.

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    En Villa Chigi, el escenario se traslada al entorno albano y presenta el dra-mtico desenlace del amor. La elega se abre, a diferencia de la anterior, en elespacio cerrado de un suntuoso contexto palaciego:

    Noi discendemmo piano, seguendo il famiglio, una scalaumida, angusta, dove lombra parea di gelo.

    Ella era innanzi. A tratti, sostava. Mal certa su i gradiripidi, contro il muro ella tenea la mano. (Villa Chigi, 366).

    Descendamos despacio, siguiendo al mayordomo, una escalerahmeda, angosta, donde la sombra pareca de hielo.

    Ella iba adelante. Por momentos se detena. Insegura sobre escalonesempinados, apoyaba la mano en la pared.

    El palacio, las empinadas escalinatas, el mayordomo, refuerzan aqu el matizaristocratizante. Sobre el final de la elega, la idea de la inexorable corrupcinque afecta a todas las cosas, parece corresponder tanto a la historia de amorpersonal como a una realidad histrica que encuentra en DAnnunzio al porta-voz de una clase social que ha perdido su pasado esplendor en la Italia democr-tica y liberal del Risorgimento posgaribaldino:

    Nulla del fato immune. Nel corpor e nellanima, tuttotutto, morendo, devesi corromperre (Villa Chigi, 371).

    Nada es inmune al hado. En el cuerpo y el alma, todo,todo, muriendo, se debe corromper.

    En el cuarto y ltimo Libro de la coleccin, el escenario ya no es el modernoni el renacentista, sino que las elegas se renen en torno al motivo de la Romaclsica y del exilio, al tiempo que el poeta asume el alter ego del poeta clsico, amenudo, como en el caso de Felicem Niobem!, de Ovidio en sus Tristia. Su-gestiones de la memoria o nostalgias por Roma, la mayora de estas ltimas pie-zas fueron compuestas en Npoles, a principios de 1892, durante los meses queDAnnunzio transcurri all casi refugiado en casas de amigos, perseguido porlos acreedores que su prdigo pasar haba dejado en Roma:

    Roma! Oh su colli piniferi aureo tepentevespero e ne rigati orti da lacque nove

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    murmure che sopiva la cura e lunghessi gli insigniportici riso de lamica giovine! (Felicem Niobem!, 390).

    Roma! Oh ureo atardecer templado sobre las colinaspinferas, murmullos nuevos que aplacaban la inquietud

    en los huertos regados por el agua, y risade la joven amada en los mismos prticos insignes.

    La sintaxis y el lxico se vuelven latinizantes, y la lentitud del dstico elegacodespliega toda su aptitud para contener las particularidades y matices ms sutilesy preciosos de la vida y del paisaje. En este sentido, las Elegie romane anticipan elnuevo concepto de clasicismo que DAnnunzio va elaborando y que desemboca-r en pocos aos ms en una nueva postura esttica y cultural frente al arte y enuna nueva visin del mundo, a partir de su lectura de Nietzsche y su viaje a Greciaen 1895, y que se har manifiesta en su obra teatral y en la lrica de Alcione (1903).

    IVYa sea en su apariencia imperial como en su revestimiento renacentista, el

    texto se tensiona siempre hacia el elogio selectivo de un pretrito insigne rela-cionado con Roma, asume la forma de la passeggiata aristocratica per i parchi diquelle ville romane que da l a pochssimi anni DAnnunzio pianger distruttidalle speculazione edilizia (Barberi Squarotti, 81), se apega a la reconstruccinimaginaria de una tradicin distinguida y seera que naufrag de manera irrepa-rable en aras del progreso burgus.

    En una publicacin periodstica annima pero documentalmente atribuible almismo DAnnunzio, titulada Il Rinascimento latino y aparecida en 1895, el poetamismo, oculto bajo una autora ignorada, sealaba el atributo aristocrticoque alienta su volumen romano:

    ...il cielo, la luce, la pietra, lalbero, luccello che vola, hanno a Roma uncarattere di sovrana aristocrazia, una significazione diversa, una bellezzadiversa (Scritti giornalistici, II, 350).

    La reaccin humanista de DAnnunzio en las Elegie romane, como la de gran-des segmentos de la poesa de fines del siglo XIX, es en todo una reaccinantiburguesa, una reaccin en la cual el hombre pugna por ocupar el espacio deprivilegio que le fue arrebatado por el avance materialista, por un sistema que loconsidera un mero productor de bienes tiles. La suya es una reaccin que serepliega, a partir de su autntica naturaleza residual, hacia formas aristocratizantesdel pasado.

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    En las Elegie romane, los distintos trayectos retrospectivos de este repliegue(de la Roma moderna a la Roma imperial, pasando por su versin renacentista;de la elega moderna de Goethe a la elega antigua de Ovidio; del presente vulgary burgus al pasado egregio y aristocrtico), recodifican el gnero elegaco yexhiben un renovado marco de significacin en clave socio-cultural, en el cual esposible vislumbrar los grmenes del nuevo, del ltimo humanismo.

    Notas1 En Marximo y literatura (1977), Williams analiza los conceptos de dominante/resi-dual/emergente, para subrayar la naturaleza plural y dinmica de un momento culturaldeterminado. Las formas residuales y emergentes no slo existen como variantes delas dominantes, sino que operan dentro de ellas en un proceso continuo de tensio-nes, contradicciones y negociaciones.2 No es mi propsito aqu detenerme en pormenores de esta extensa tradicin elegacarelacionada con Roma, que tiene antecedentes latinos, medievales y modernos. Parael particular, podr consultarse el trabajo de M. Ruiz Snchez.3 Entre los especialistas que han privilegiado esta lnea crtica emparentada con losestudios de tradicin literaria se encuentran Guidorizzi y Lorenzini.4 Adems del ya mencionado comentario de Praz y Gerra, se adscriben tambin a estadireccin interpretativa de base biogrfica los trabajos de Palmieri.5 Todas las citas del texto dannunziano corresponden a la edicin de Einaudi (1995),consignndose entre parntesis el nmero de pgina. Debajo de cada cita, la traduc-cin es ma.6 En la primera de sus elegas, Goethe haba escrito:

    Eine Welt zwar bist du, o Rom; doch ohne die Liebewre die Welt nicht die Welt, wre denn Rom auch nicht RomT no eres un mundo, oh Roma, pero sin amor

    el mundo no sera el mundo, Roma misma no sera Roma.

    DAnnunzio reproduce ntegramente este par de versos, a modo de epgrafe de susElegie romane.

    BibliografaBarberi Squarotti, Giorgio (1987). Invito alla lettura di DAnnunzio, Mursia, Milano.DAnnunzio, Gabriele (2003). Scritti giornalistici (edicin de Annamaria Andreoli), Mon-dadori, Milano.DAnnunzio, Gabriele (1995). Elegie romane, en Versi damore (estudio prelimilar deRaffaella Bertazzoli), Einaudi, Torino.Guidorizzi, Ernesto (1980). DAnnunzio e Goethe: le Elegie romane, en Quadernidel Vittoriale, Nro. 23, pp. 143-154.

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    Lorenzini, Niva (1982). Estudio preliminar a Versi damore e di gloria, de G. DAnnun-zio, Mondadori, Milano.Palmieri, Enzo (1959). Estudio preliminar a Elegie romane, Poema paradisiaco, Odinavali, Zanichelli, Bologna.Praz, Mario y Gerra, Ferdinando (1966). Poesie, teatro, prose, Ricciardi, Milano.Ruiz Snchez, M. (a2000) (b2002). Roma antigua y moderna. Observaciones sobrela imagen properciana de la primitiva Roma y su influencia en Du Bellay, Quevedo y lapoesa neolatina, en Analecta Malacitana, a) pp. 85-114, b) pp. 471-491.Williams, Raymon (1977). Marxismo y literatura, Pennsula, Barcelona.