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ASESORÍA PRESIDENCIA 0810I1021
ACADEMIA DE INGENIERÍA
LA INGENIERÍA EN EL DESARROLLO Y EL CRECIMIENTO
ECONÓMICO DE MÉXICO
Ing. Bernardo Quintana*
Ing. José Antonio Ceballos Soberanis
Presidente de la Academia de Ingeniería;
Señores Académicos;
Señoras y señores:
Quiero expresar mi agradecimiento a todos ustedes –señores
miembros de la Academia- por la oportunidad que me han
brindado para presentar un trabajo relacionado con la ingeniería
mexicana, con el cual pretendo ingresar a esta prestigiada
institución.
Introducción
Con plena conciencia del nivel profesional de la audiencia que
aquí me escucha, voy a exponer a ustedes por qué la ingeniería –
en todas sus ramas y disciplinas- debe ser revalorada en México,
en función del importante papel que desempeña en el desarrollo y
el crecimiento económico del país. * PRESIDENTE DE EMPRESAS ICA
2
La República Popular de China –que según las proyecciones más
conservadoras, en 10 años será la primera economía del mundo-
debe su acelerado crecimiento económico a que la ingeniería,
junto con rubros como la educación y la salud pública, ocupa una
posición central en la consecución de las metas de progreso que
dicho país se ha fijado.
El periodista Andrés Oppenheimer, hace cuatro años explicó que
la prevalencia de la ingeniería en China, se debe a que el
Presidente de dicha nación –y la totalidad de los miembros del
gabinete ministerial- son ingenieros.
Por eso no es sorprendente que el Presidente actual Hu Jintao,
Ingeniero en Hidráulica, sea un impulsor de la Academia de
Ciencias y de la Academia de Ingeniería de dicho país, ni que
ambos organismos colaboren intensamente con el gobierno –y las
industrias nacionales- en actividades relacionadas con el
desarrollo y el crecimiento económico de dicha nación.
Volviendo a nuestro país, el actual Gobierno lanzó –en 2007- el
Programa Nacional de Infraestructura, a partir de una visión del
progreso deseable para México, en un horizonte que llega al año
2030. El conjunto de proyectos que contiene el Programa es
acertado. A partir de un diagnóstico de la situación de la
infraestructura al cierre de 2006, el Programa contiene proyectos
que fueron identificados –y propuestos- en años anteriores, por
las variadas entidades académicas, gremiales, gubernamentales
y privadas relacionadas con la ingeniería.
3
El horizonte del Programa es de largo plazo y comprende todos
los rubros de infraestructura básica: Comunicaciones (carreteras,
ferrocarriles, puertos, aeropuertos, telecomunicaciones), Obras
Hidráulicas (agua potable, saneamiento, infraestructura
hidroagroagrícola, control de inundaciones) y Energía
(electricidad, producción de hidrocarburos, refinación de
petrolíferos).
Las posibilidades de inversión para realizar estos proyectos, se
determinaron en función del crecimiento proyectado del país,
mientras que la prioridad de su ejecución se definió –en
ocasiones- a partir de criterios de urgencia y –en otras- tomando
en cuenta la relación costo-beneficio.
No obstante la claridad de sus objetivos –y la decisión mostrada
por impulsarlo- a la fecha, es una realidad que el avance del
Programa Nacional de Infraestructura es insatisfactorio. Considero
que no se debe a que falte voluntad política, ni que como país
carezcamos de capacidades técnicas o empresariales, ni a una
insuficiencia de recursos.
Con frecuencia se culpa al actual Gobierno por este retraso. Aquí
quiero decir que buena parte de las causas del retraso no son
atribuibles a nadie. Son dos sus principales motivos: por un lado,
que se han iniciado un número de proyectos menor al
programado; por el otro, que algunos de los proyectos que están
en ejecución, marchan con retraso.
4
El hecho de que sea menor el número de proyectos iniciado al
número de proyectos programados, es atribuible a que no se
cuenta –oportunamente- con los permisos y las autorizaciones
que la Ley exige, así como con los estudios de ingeniería y la
ingeniería de proyecto necesarios.
Tanto la gestión y obtención de los primeros, como la elaboración
de los segundos toma su tiempo. En el caso de la ingeniería, si se
intenta reducir sus tiempos más allá de lo prudente, los resultados
son contraproducentes.
En cuanto al retraso de los proyectos en ejecución, en mucho se
debe a la forma en que –contratistas y contratantes de la Obra
Pública- debemos trabajar, obligados por el marco legal vigente,
constituido hace muchos años y que ha sido modificado bajo
distintas visiones y criterios.
Dicho marco legal se integra por Leyes, Reglamentos y
normativas accesorias (caso Concesiones) que en conjunto, se
traducen en un proceso disfuncional, complicado y mal pensado,
que anida incentivos encontrados y propicia –constantemente-
conflictos entre los participantes, con las consecuentes
ineficiencias conjuntas.
Mi invitación aquí es a reconocer –primero- la necesidad de
anticipar la obtención de permisos y la realización de la ingeniería
de los proyectos, a fin de contar con ellos con toda oportunidad,
antes de que sea lanzada la convocatoria de su licitación.
5
Invito –también- a reconocer la necesidad de simplificar y
rediseñar el marco legal, a fin de hacer más sencilla la labor de
todos los que participamos en esta importante tarea. Con esto se
propiciará que los proyectos marchen en tiempo y una mayor
alineación entre nosotros, en lugar de dedicarnos a buscar
culpables y a fomentar la desconfianza.
Para ello, resulta urgente que el Estado Mexicano simplifique y
rediseñe el marco legal actualmente vigente, para que la
ingeniería –en todas sus ramas y disciplinas- cumpla plenamente
su papel en la creación, ampliación y mantenimiento de la
infraestructura física, en beneficio del desarrollo y el crecimiento
económico, así como del bienestar de la población.
Mientras esto sucede, continuaremos trabajando sobre un
esquema mal pensado e innecesariamente complicado, basado
en principios de desconfianza, que propicia conflictos entre los
participantes y que –frecuentemente- los convierte en adversarios.
Para empezar, las licitaciones dependen de que la ingeniería de
los proyectos esté completa y los diseños totalmente
desarrollados. Ambos son indispensables para planear la
ejecución del proyecto, para determinar sus procesos
constructivos, para integrar sus costos, para proponer su
financiamiento y para elaborar la oferta técnica y económica.
6
Por tanto la autoridad procede a licitar –y a contratar- los estudios
y los diseños de ingeniería, dentro de un presupuesto definido por
la normatividad correspondiente. Éstos se desarrollan siempre
con premura, muchas veces sacrificando calidad y suficiencia. Se
simplifican los estudios previos, se reduce el análisis de
alternativas y se sacrifican las posibles economías.
Haciendo a un lado que el costo de un proyecto –y la certeza de
sus tiempos de ejecución- se definen en la etapa de la ingeniería
y el diseño, éstos se desarrollan sin consultar puntos de vista de
la construcción, bajo el supuesto –equivocado- de que no son
necesarios ni pueden mejorar la realización del proyecto. Sin
incentivos para afinar su trabajo, los ingenieros de diseño
prefieren cubrirse con factores de seguridad no competitivos, con
lo cual sus propuestas resultan conservadoras, elevando el costo
de todo el proyecto.
Las empresas que licitan por la construcción elaboran sus
propuestas lo mejor que pueden, con la información que cuentan,
con los datos adicionales que pueden allegarse y –si algo les
falta- con los supuestos que razonablemente pueden respaldar.
La autoridad resuelve la licitación, en los términos que establece
el artículo 38 de la Ley de Obras Públicas, asignando el contrato a
la empresa que “resulte solvente porque reúne, conforme a los
criterios de adjudicación establecidos en la convocatoria, las
condiciones legales, técnicas y económicas requeridas por la
convocante”.
7
En ocasiones, este texto se interpreta de manera que la decisión
se inclina por la propuesta más baja, pasando por alto otros
elementos de juicio. Esto conduce a decisiones que –muchas
veces- acaban dañando al contratante, al contratista, a la
Sociedad y al país.
La empresa contratada procede a la construcción de la obra, con
apego a las soluciones y diseños que le son entregados. Aún
cuando pueda visualizar cambios a los diseños que beneficiarían
la economía del proyecto, el constructor no tiene incentivos –sino
al contrario- muchas trabas formales para plantearlos y
gestionarlos.
Durante la construcción, la supervisión del contratante busca
mantener inamovible el monto del presupuesto inicialmente
comprometido, lo que es difícil si los supuestos de contratación se
basaron en ingeniería incompleta y diseños medianamente
desarrollados.
La Ley establece que las ampliaciones o reclamaciones que se
presenten durante la construcción, podrán ser aceptadas –previa
autorización de la supervisión- únicamente dentro de los límites
prefijados por la normatividad. Esta condición origina desacuerdos
y fricciones, porque los funcionarios–en previsión de incurrir en
responsabilidades personales- no ejercen libre y adecuadamente
su criterio profesional ni sus conocimientos, y no toman
decisiones.
8
Otra contingencia puede ser que la obra se suspenda porque no
se cuenta a tiempo con los permisos necesarios, o que los
trabajos interfieran en propiedades o derechos de otra entidad
oficial.
El avance de los trabajos también se afecta cuando por falta del
derecho de vía, algún propietario interpone un amparo y –por vía
judicial- se suspenden los trabajos. Vale aclarar que las recientes
modificaciones a la Ley de Expropiación pretenden paliar este
problema.
En cualquier caso, aún cuando a todos los involucrados interesa
reiniciar la obra lo antes posible, debido a la normatividad el
problema va de una parte a otra, las que sopesan la
responsabilidad de solicitar –o autorizar- el cambio, la nueva
gestión, los sobrecostos y los retrasos.
Los funcionarios a cargo de estas responsabilidades deberían
proceder conforme a sus conocimientos y experiencia, sin
embargo prefieren no exponerse al escrutinio de la normatividad
de auditorías y responsabilidades, que supone ilícitos a cada
paso. Todo esto crea un clima de incertidumbre y de conflicto.
Considero que antes de iniciar los trabajos para la realización de
un proyecto, deberíamos estar obligados a celebrar una reunión
de alineación entre participantes: la contratante, los contratistas, la
supervisión y los ingenieros de proyecto.
9
En dicha reunión de alineación podríamos precisar cuál es el
objetivo común del trabajo de cada uno y acordar el papel de
cada participante, así como definir las responsabilidades que nos
corresponden. En última instancia, somos un equipo, con roles
diferentes pero con el mismo objetivo.
Considero –también- que deberíamos contar con mecanismos
sencillos que estudien y resuelvan imparcial y justamente, los
diferendos entre contratista y contratante, con énfasis en la
preservación del equilibrio económico, como lo prevé el estatuto
de contratación administrativa de países como Panamá o
Colombia, que nuestra legislación actual no contempla.
La serie de inconveniencias y tropiezos antes descrita se repite
constantemente, proyecto tras proyecto. En gran parte a esto se
debe que, con excepción de las empresas más grandes, la
industria de la construcción en México siga siendo de alta
mortandad; hay empresas de un solo proyecto. Otro efecto
negativo –que afecta a todas las empresas- es que se impide que
éstas se capitalicen y crezcan.
Así lo confirma International Construction, a través de su revista
especializada, que en su número julio - agosto de 2010 reporta las
200 empresas constructoras más grandes del mundo. ICA, que
es la empresa de construcción más grande de México, se ubica
en el lugar 140, precedida por muchas empresas de países
desarrollados, pero después de 2 firmas de Brasil, 1 de Turquía, 1
de Sudáfrica, 1 de Egipto y 1 de Portugal.
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Mientras no se asignen los riesgos y las contingencias a las
partes que puedan –y deban- mitigarlos, mientras no se
capitalicen las empresas, cada año seguirán llegando a nuestro
país más empresa extranjeras. Esto es grave porque es una
realidad que contar con una ingeniería local capaz y competitiva,
es estratégico para la soberanía nacional de cualquier país.
Por lo dicho hasta aquí, insisto en señalar la necesidad de
revalorar la ingeniería, de replantear el enfoque gubernamental
sobre la infraestructura, de modificar las leyes y los reglamentos
que hoy se aplican a la Obra Pública, y de evitar la insuficiencia
legal y de ingeniería en los proyectos, que tan graves
consecuencias acarrea y que propicia la desconfianza entre
contratantes y contratistas, al grado de convertirlos en verdaderos
adversarios.
La Ingeniería en el pasado
En este punto –con el propósito de hacer notar los beneficios de
dar a la ingeniería, a los ingenieros –y a sus actividades- el lugar
que les corresponde, les invito a repasar hechos y realidades del
pasado de nuestra nación.
Cuando pensamos en el desarrollo de cualquier
país, asociamos el progreso en cada etapa de su
historia, con los lugares y las circunstancias
materiales en que dicho progreso tuvo lugar.
11
Estos son los sitios geográficos cuyas características físicas son
constantemente transformadas –con admirables creaciones y
grandes obras- que dan soporte al progreso de la sociedad y sus
comunidades, en el camino interminable de su evolución.
La historia demuestra que la ingeniería y el
desarrollo marchan juntos. También
demuestra que ha correspondido a los
ingenieros colaborar –con gobernantes
visionarios del progreso- realizando los
proyectos para alcanzarlo.
Esta fructífera relación ha dejado su huella en nuestro país, en las
construcciones que –además de dar identidad y calificar épocas y
gobernantes- en su momento significaron bienestar y progreso.
A lo largo de casi 700 años, la nación que hoy identificamos como
México ha debido labrar su desarrollo y perfilado su presente. Si
bien ha correspondido a gobernantes visionarios idear las obras
que requiere el bienestar de la población, los responsables de su
concepción y su realización, han sido los ingenieros de todos los
tiempos.
La Nación Prehispánica
Durante la época prehispánica, estas obras llevaron agua a
poblaciones y cultivos; los bordos evitaron inundaciones en
poblados y sembradíos; los caminos comunicaron pueblos y
regiones; y las edificaciones dieron asiento a los gobiernos y a los
cultos, así como a la vida familiar y comunitaria.
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Los mexicas construyeron las ciudades-
islas de Tenochtitlán y Tlatelolco en el Valle
de Anáhuac, hincando troncos de ahuizote
en el lecho del lago, que rellenaron con
roca para sustentar pirámides, conjuntos
palaciegos y edificaciones de carácter público.
La ciudad de Tenochtitlán, rodeada por cinco
lagos, construyó grandes superficies de
chinampería, numerosos muelles lacustres y
calzadas que –a través de compuertas-
regulaban los desniveles de los lagos a fin de
evitar inundaciones.
Las habilidades de los ingenieros indígenas no se limitaron al
Valle del Anáhuac. Al norte, en Teotihuacán, utilizaron cajones de
adobe –de planta cuadrangular- confinados en sus esquinas por
troncos de árbol, cuyos espacios interiores rellenaban con piedras
y tierra; al concluir un nivel, edificaban un nuevo nivel encima.
La Colonia
Durante la Colonia, la capital de la Nueva
España pronto enfrentó inundaciones
periódicas. En 1555, por decisión del
gobierno virreinal, los ingenieros levantaron
el albarradón de San Lázaro.
13
En 1580 el albarradón fue rebasado por las aguas de las lagunas
interiores. En 1607 el virreinato encargó –al técnico y científico
alemán Enrico Martínez- la construcción del primer desagüe para
drenar las lagunas de Xaltocan y Zumpango, a través de un túnel
y un tajo en Nochistongo, obra que construyeron 461 mil
indígenas en tan solo 11 meses.
El Acueducto de Otumba, construido entre 1543 y
1560 por el Padre Francisco de Tembleque, fue el
más importante en su tiempo en el Continente
Americano. De los 48 kilómetros que el agua
recorría, un kilómetro y medio lo hacía sobre arcos
de mampostería, con una altura máxima de 38.75
metros.
En 1571 España ordenó al Virrey Martín Enríquez de Almanza
iniciar la construcción de la Catedral de la Ciudad de México.
Dada la gran compresibilidad del suelo del Valle de México,
primero se debió superar el reto de construir sus cimientos.
Tras varios intentos y fracasos, los
ingenieros idearon “una masa de
piedra y mezcla sobre hatos de estacas
hincadas hasta el terreno más fijo”. La
construcción de esta placa se concluyó
en 1581 y el edificio completo en 1813,
en tiempos de Virrey Francisco Javier
Venegas y Saavedra.
14
A fin de dar una sede al Real Seminario de
Minería, el escultor y arquitecto español
Manuel Tolsá construyó –en la Ciudad de
México entre 1797 y 1813- el Palacio de
Minería, de estilo neoclásico.
México Independiente
Entre 1810 y 1850, la guerra de Independencia –
y su secuela de conflictos- absorbió casi todos
los recursos materiales disponibles y mucha de
la atención de la clase dominante.
No obstante, durante el gobierno de Don José Joaquín Herrera,
se otorgó la primera concesión para intercomunicar
telegráficamente a la población, por lo que en 1851 se inauguró –
entre la ciudad de México y Nopalucan, Puebla- la primera línea
telegráfica del país, con una longitud de 180 kilómetros.
La mayor obra que la ingeniería mexicana
acometió en esa época, buscaba atajar las
frecuentes inundaciones de la capital y los
problemas de salud que éstas causaban
entre la población. El proyecto –ideado por
Francisco de Garay- llevaría las aguas al
norte de Zumpango, a través de un canal que
partía de San Lázaro hacia un túnel y de ahí
al arroyo de Ametlac.
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Sin embargo, los trabajos iniciados en 1858 –durante la pugna por
la presidencia entre Commonfort y Juárez- y vueltos a reiniciar en
1865 –durante el corto imperio de Maximiliano- fueron
sucesivamente abandonados por falta de recursos y por los
conflictos políticos que afectaban al país.
El desarrollo de la red ferrocarrilera en el país corrió con una
suerte similar. El Presidente Bustamante otorgó la primera
concesión para construir la vía férrea México Veracruz en 1837,
pero debido a varias interrupciones –y nuevas concesiones- fue
inaugurada hasta 1873, treinta y seis años más tarde, por el
Presidente Sebastián Lerdo de Tejada.
Época Porfirista
Los efectos transformadores de la Revolución
Industrial llegaron a México hasta el último cuarto del
Siglo XIX, medio siglo después de arribar a los países
más adelantados del orbe, justo al inicio del Porfirismo.
Las nuevas condiciones permitieron al gobierno del General Díaz
plantearse objetivos de progreso claros y plantear –a la ingeniería
de la época, entonces mayoritariamente extranjera- la
construcción de proyectos y obras de comunicación, instalaciones
portuarias y edificaciones en general, que respaldaran los
avances que se promovían en el país.
16
La industrialización de la producción
textilera y de la explotación minera
demandó nuevos servicios de ingeniería
para la ampliación de instalaciones, la
construcción de nuevos caminos y la
mejora del transporte en general.
A fin de estimular el desplazamiento de pasajeros y fortalecer el
movimiento de materias primas y mercancías entre ciudades y
regiones, se dio prioridad a la construcción de vías férreas.
En consistencia con este propósito –y a
fin de mantener vías de comunicación
abiertas con Europa- se mejoraron las
instalaciones y facilidades existentes en
los principales puertos del país.
Las inundaciones del Valle de México
volvieron a ocupar la atención de las
autoridades. En 1900, el Presidente Díaz
inauguró el Gran Canal del Desagüe –con
47 kilómetros de longitud- y el Túnel de
Tequisquiac, con 10 kilómetros.
El Canal –que buscaba resolver por siempre el problema de
inundaciones y el saneamiento interno de la Cuenca- iniciaba en
la Garita de San Lázaro, pasaba por los lagos de Texcoco, San
Cristóbal, Xaltocan y Zumpango y descargaba las aguas –a
través del Túnel- en el Tajo de Nochistongo, de 2.5 kilómetros de
longitud, que se une al río Tequisquiac.
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En 1905 se inauguró la Central
Hidroeléctrica Necaxa. Con una
capacidad inicial de generación de
11.2 MW –y el compromiso de
duplicarla más adelante- era entonces
la más potente del mundo.
La construcción del Palacio Postal –
mejor conocido como el Correo Mayor-
tomó 5 años. El edificio, realizado a todo
lujo y con las más modernas
instalaciones fue inaugurado en 1907.
Revolución
Entre 1910 y 1920 el país se vio envuelto –nuevamente- en un
conflicto revolucionario, lo que hizo perder el rumbo del progreso.
En 1910, poco antes de estallar la
Revolución, el Maestro Justo Sierra
inauguró la Universidad Nacional,
de la que la Escuela Nacional de
Ingenieros formaba parte. Dos
décadas más tarde, esta última se
habría de transformar en la
Escuela Nacional de Ingeniería.
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México después de la Revolución
En los años que siguieron a la
conclusión de la revolución Mexicana,
el gobierno de México orientó algunos
esfuerzos a la construcción de
carreteras y a la ampliación de la
infraestructura hidroagrícola.
El Presidente Plutarco Elías Calles, buscando robustecer las
comunicaciones carreteras, las actividades rurales y el desarrollo
de la ingeniería nacional decretó, en 1925, la integración de la
Comisión Nacional de Caminos y en 1926, la formación de la
Comisión Nacional de Irrigación.
Con la Comisión Nacional de Caminos,
el Presidente Calles buscaba –con
ingeniería mexicana- recuperar el trazo y
reacondicionar los caminos troncales,
abandonados por muchos años debido
al auge del ferrocarril.
La Comisión Nacional de Irrigación se
planteó –también con ingenieros
mexicanos- la realización de grandes obras
de riego, además de las que ya llevaba a
cabo la iniciativa privada.
19
A raíz de la expropiación petrolera en 1938, el país asumió –a
través del Estado- la responsabilidad de la explotación de
hidrocarburos, junto con la serie de procesos industriales de
separación y refinación, así como el transporte, almacenamiento y
distribución de los productos petrolíferos.
Hasta esos años, los proyectos más importantes los realizaban
empresas extranjeras. En el mundo, la ingeniería y la construcción
se habían convertido en actividades complejas, donde eran
determinantes la concentración de talento, la capacidad de
organización, la disponibilidad de equipo y maquinaria, los
recursos crediticios y la experiencia técnica.
México a mediados del Siglo XX
A finales de los 40, por primera vez en la historia del mundo se
aceptó –universalmente- que el progreso
material era sinónimo de bienestar, por lo que
debía constituir el objetivo común de todas las
naciones. En 1947 tuvo lugar la fundación de la
empresa Ingenieros Civiles Asociados (ICA).
Las actividades de la ingeniería se
intensificaron; se impulsó la expansión de la red
caminera, las obras hidráulicas de gran
magnitud; el gran programa de construcción de
escuelas y –con el nacimiento del IMSS- los
programas de las obras de beneficio social.
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Así inició la etapa más larga y continua del
desarrollo de México en todos los órdenes,
cuyo ritmo habría de mantenerse hasta
mediados de la década de los años 70.
En 1954 se inauguró la Ciudad
Universitaria de la UNAM, donde a lo largo
de los cuatro años que tomó su diseño y
construcción, el Gobierno conjuntó –en un
ejemplo de armonía y coordinación- la
arquitectura, la ingeniería y la plástica
mexicanas de mediados de siglo.
Por todas partes surgieron industrias,
grandes edificios y hoteles; se construyeron
sistemas viales, supercarreteras, todo tipo de
instalaciones industriales, conjuntos
deportivos y complejos comerciales.
Se acometieron grandes proyectos para la extracción y refinación
de hidrocarburos así como importantes centrales para la
generación de energía eléctrica. Para su
realización, debieron concurrir empresas de
ingeniería –en sus variadas disciplinas- así
como empresas de construcción, en sus
distintas especialidades.
21
Las generaciones de ingenieros –en todas las disciplinas- que
actuaron en esos años, cumplieron satisfactoriamente con las
responsabilidades y demandas que su tiempo les planteó,
manteniendo –por más de 75 años- un perfil definido y respetado
por toda la sociedad.
México en la Globalización
A principios de la década de los 80, las
tendencias globalizadoras ya eran
manifiestas en las economías de todos los
países. En este sentido, en 1986 México se
incorporó al Acuerdo General sobre
Aranceles Aduaneros y de Comercio
(GATT).
El paso siguiente consistió en el establecimiento de tratados
comerciales, con el propósito de establecer zonas de libre
comercio.
Como consecuencia, el gobierno mexicano, sin fijar metas claras
para el desarrollo de las siguientes décadas, replanteó su política
económica y contrajo significativamente el gasto de público de
inversión.
En los años 90, el Programa Nacional Carretero
se desarrolló al amparo de contratos de
concesión, los que por proyecciones erróneas y
la falta de una visión de largo plazo, cayeron en
picada con la crisis de 1995.
22
Por su parte, la iniciativa privada incrementó sus inversiones en hoteles, en instalaciones para la industria cementera, automotriz, manufacturera, refresquera y metalúrgica. Igualmente invirtió en edificios de oficinas y bancarios, así como en el desarrollo de centros deportivos y comerciales. México en el Siglo XXI El Siglo XXI arrancó sin que el desarrollo económico del país tuviera un rumbo definido. No obstante, la necesidad impostergable de dotar con energía eléctrica al país –para mantener una oferta atractiva a la inversión y el crecimiento- dio paso a la oportunidad de conjuntar los esfuerzos de la CFE y la iniciativa privada, a fin de conceptualizar y crear mecanismos de financiamiento de grandes proyectos.
Esto permitió la construcción del proyecto hidroeléctrico El Cajón, después de 10 años en los que el país –en oposición a lo que sucedía en el resto del mundo- había abandonado este tipo de proyectos.
En la segunda mitad de la década, la fuerza de los fenómenos naturales dejó sentir todo su rigor. Se evidenció la falta de planeación del desarrollo urbano y la insuficiencia de infraestructura para enfrentar fenómenos meteorológicos.
23
Conclusiones
En lo personal, considero que en los últimos años he hablado con
frecuencia del tema de la infraestructura. El pasado mes de mayo
–durante la celebración del Congreso organizado por la
Academia- tuve la oportunidad de dirigirme a ustedes con este
tema.
Estoy seguro de que todos coincidimos en que el Estado
Mexicano –además de contar con una visión sólida y clara de
futuro- debe impulsar, junto con otros factores importantes, el
crecimiento de la infraestructura, a fin de que tanto el país como
los ciudadanos, tengamos más oportunidades y podamos
prepararnos y fortalecernos más, para ser jugadores calificados y
con mayores posibilidades en un mundo global y competitivo.
En todas mis intervenciones subyace el mismo mensaje: los
ingenieros –y nuestras organizaciones gremiales y empresariales-
continuamos siendo piezas indispensables, a través de la
infraestructura, para el desarrollo y el crecimiento económico del
país. Por tanto, debemos contar con todas las facilidades para
realizar mejor nuestra tarea.
Mientras más importantes son los proyectos, más requieren que
el Estado y la Ingeniería trabajen juntos y de común acuerdo, con
la mira puesta en las mismas metas, alineando intereses,
concentrando la atención, talento, tiempo y recursos necesarios.
24
Ingenieros e industria somos responsables de la cadena
Ingeniería, Construcción, Explotación, Operación, Modernización
y Mantenimiento de todos los proyectos de la infraestructura física
del país, que son los que hacen posible las actividades
económicas, sociales, políticas y culturales.
El Estado debe hacer equipo con la ingeniería nacional. Al
proceder de esta manera, promoverá un sector de ingeniería
fuerte, conformado por empresas eficientes, competitivas, de
buen tamaño, con tecnologías de vanguardia, capitalizadas y en
crecimiento constante, capaces de competir con las mejores en el
plano internacional.
Actualmente, la selección, prioridad, pertinencia y circunstancias
de los proyectos, implican que la ingeniería comparta
responsabilidades con otras profesiones y especialidades. Por
eso, los ingenieros requerimos –ahora- de una visión mucho más
amplia, más allá de los temas propios de la profesión.
Los ingenieros en activo –y los ingenieros de las nuevas
generaciones- debemos estar mejor preparados y ser capaces de
integrarnos en equipos multidisciplinarios, con profesionistas de
otras especialidades y otras parcelas del conocimiento, a fin de
desagregar y entender mejor los problemas complejos para
analizar y proponer las soluciones más adecuadas.
25
El futuro, que ya es presente, nos exige estar mejor preparados y
trabajar con equipos integrados por economistas, ambientalistas,
investigadores sociales, abogados y financieros, en la evaluación
de necesidades, pertinencia, oportunidad y calidad de los
proyectos.
En adelante, debemos estar capacitados para apoyar –a las
comunidades internacionales de préstamo y financiamiento- en la
tarea de asistir a los gobiernos en sus inversiones en
infraestructura y, sobre todo, influir más efectivamente en los
procesos de toma de decisiones sobre los proyectos de inversión
en el país.
Además –y sin despegar los pies de la tierra- quiero mencionar
que los ingenieros tendremos una importante participación frente
a los desafíos que plantea el futuro del mundo.
De los Retos del Tercer Milenio –que la Organización de las
Naciones Unidas propuso al mundo hace unos años- tendremos
un rol central para dotar de agua a los 8,500 millones de
habitantes que tendrá el mundo en 2030, o en la generación de
electricidad –a partir de reactores limpios de fusión nuclear- que
deberán sustituir a las centrales de fisión y las térmicas a base de
petrolíferos, carbón y gas.
26
Más cercanos son los Retos de la Ingeniería que se ha planteado
la Academia de Ingeniería de Estados Unidos, institución
homóloga a la nuestra, que aparecen en la proyección.
1. Lograr que la energía sea barata
2. Aprovechar la energía de fusión
3. Desarrollar tecnologías de secuestro de carbón
4. Administrar el ciclo del nitrógeno
5. Garantizar el acceso a agua limpia
6. Restaurar y mejorar la infraestructura urbana
7. Avanzar en la informática para la salud
8. Diseñar mejores medicamentos
9. Lograr la ingeniería inversa del cerebro
10. Prevenir el terrorismo nuclear
11. Asegurar el ciberespacio
12. Mejorar la realidad virtual
13. Avanzar en el aprendizaje personalizado
14. Diseñar las herramientas del descubrimiento científico.
Sobre esta retadora lista, los expertos comentaron que en el siglo
XX, los científicos descubrieron, los ingenieros inventaron y los
médicos curaron; pero que en el siglo XXI, los temas hacen
evidente que la ciencia, la ingeniería y la medicina son ya
totalmente interdependientes.
27
Cierre
Señores Académicos;
Señoras y señores:
Como hemos visto en las diferentes etapas de la historia de
México, el país ha avanzado por el camino del progreso en la
medida en que sus gobernantes han podido aterrizar su visión –
de desarrollo y bienestar- en objetivos y metas concretas, para lo
cual siempre han contado con la participación de los ingenieros en
todas sus disciplinas.
En México, es impostergable revalorar la ingeniería –en todas sus
ramas y disciplinas- y es urgente que el Estado Mexicano
simplifique y rediseñe un nuevo marco legal que permita –a esta
profesión- cumplir plenamente su papel en la creación, ampliación
y mantenimiento de la infraestructura física, en beneficio del
desarrollo y el crecimiento económico, así como del bienestar de
su población.
Puede sonar inmodesto, pero la misión fundamental de los
ingenieros ha sido –y seguirá siendo- trabajar con Estadistas y
gobernantes, en la materialización de programas que impulsan el
progreso; hacer accesibles –en los hechos y sobre el terreno- las
metas propuestas, resolver no sólo el qué, sino el cómo al pasar
al campo de la acción directa.
28
Los ingenieros sentimos que es nuestro deber, nuestra
responsabilidad –y nuestro derecho- participar en forma directa en
todos los programas que competen al desarrollo. No queremos
ser vistos como meros ejecutores de los proyectos en cuya
definición tengamos escasa –o nula- participación, porque
podemos aportar profesional y técnicamente, muchos elementos
indispensables para su adecuada planeación y realización.
Es por eso que los actuales ingenieros mexicanos, debemos
tener mayor participación en las definiciones de las metas y los
objetivos del desarrollo que se vislumbran –para nuestro país- en
el mediano y largo plazos. Nuestros juicios pueden ayudar a
esclarecer cuáles proyectos se requieren y cómo y cuándo se
deben llevar a cabo. Contando con la voluntad política del
gobierno, los ingenieros cumpliremos lealmente nuestra parte.
Así como las metas sociales dan fundamento a las metas
económicas, la razón de toda técnica es el hombre y sus
necesidades. Esta es la única relación posible entre la conciencia
colectiva de la sociedad y la especialización técnica; ambas se
integran armónicamente en el ejercicio profesional de la ingeniería
en pos del progreso de las naciones.
Muchas gracias.
Noviembre 29 de 2010