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BOLETÍN HISTORIAL

ACADEMIA DE LA HISTORIA DE CARTAGENA DE INDIAS

Coautores:León Trujillo VélezRodolfo Nieves GómezJorge Pérez VillaArturo Matson FigueroaRafael BallestasCarlos Villalba Bustillo

Director del Boletín: Álvaro Angulo Bossa

Corrección de estilo: Mireya Gómez Paz

Diagramación e Impresión: Alpha EditoresCentro, Cl. Estanco del Aguardiente, No. 5-36Tels.: 57-5 664 3352 - 660 9438 E-mail: [email protected] de Indias, Bolívar, Colombia

La obra está amparada por las normas que protegen los derechos de propiedad intelectual.Está prohibida su reproducción parcial o total.

Impreso en Colombia2011

TABLA DE CONTENIDO

1. Editorial

2. Junta Directiva de la Academia

3. Antecedentes bélicos de la Independencia americana. Por León Trujillo Vélez, Presidente de la Academia.

4. Presentación del trabajo histórico de Guillermo Guerrero Figueroa. Por Álvaro Angulo Bossa, Director del Boletín Historial.

5. Historicismo sobre el puerto de Cartagena y la Sociedad Portuaria. Por Guillermo Guerrero Figueroa.

6. Espacio del Recuerdo. Fotografía de doña Concepción Jiménez de Araújo

7. Causas de la Independencia americana. Por Rodolfo Nieves Gómez.

8. Manuel Rodríguez Torices, un héroe de Cartagena para todos los tiempos Por Jorge Pérez Villa.

9 Entrega del Boletín Historial al señor Rector de TECNAR. Dionisio Vélez White.

10. Reconocimiento por unas donaciones a la familia del doctor Guillermo Gómez León, y a los doctores Andrés Rodríguez Pizarro y Augusto Covo Torres.

11. Significado del Águila bicéfala de la Catedral. por Jorge Dávila Pestana.

12. Prólogo de Arturo Matson Figueroa al libro de Álvaro Angulo Bossa “Piratas y bucaneros en Cartagena de Indias, Siglos XVI y XVII…”

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13. Convenio No. 024-2011, Celebrado entre el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena y la Academia de la Historia de Cartagena de Indias.

14. Prólogo del libro “La azarosa vida de José Fernández de Madrid y otros ensayos,” del cual es autor el académico Carlos Gustavo Méndez Rodriguez. Por: Rafael Ballestas Morales.

15. El pensamiento de José Ignacio de Pombo en la independencia de la Nueva Granada. Por Carlos Villalba Bustillo.

16. Historia de las Empresas Públicas Municipales de Cartagena (Trabajo presentado por el Dr. Jorge Benedetti González, el 14 de abril de 2011 en la Academia de Historia, como invitado especial de la Academia).

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EDITORIAL

Por tercera vez, gracias a la dinámica de nuestro Presidente León Trujillo Vélez y a la financiación desinteresada de la Fundación Tecnológica Antonio de Arévalo (TECNAR), dirigida por Dionisio Vélez White, esta Academia publica nuevamente el Boletín Historial, un órgano casi centenario, pues, como sabemos, comenzó a ser publicado en 1915 bajo la dirección de Enrique Otero D’acosta, un reconocido historiador de aquellos tiempos.

En esta oportunidad, el Boletín Historial sale a la luz pública con importantes e interesantes trabajos escritos por algunos Miembros de Número de la Academia, tales como el que se refiere a los antecedentes bélicos de la guerra americana, escrito por León Trujillo Vélez. De otra parte, tenemos el trabajo presentado por Guillermo Guerrero Figueroa, quien se refiere en un extenso trabajo a la dinámica del puerto de Cartagena, que en el fondo ha sido la base del desarrollo económico cartagenero.

En fin, a los anteriores les siguen los estudios de Rodolfo Nieves Gómez, Jorge Pérez Villa y Jorge Dávila Pestana, quienes se refieren a importantes temas relacionados con las causas de la Independencia Americana, la vida del cartagenerísimo Manuel Rodríguez Torices, y a los misterios del Águila Bicéfala de la Catedral.

Finalmente, publicamos el prólogo escrito por Arturo Matson Figueroa para el libro de nuestro Director, que se refiere a los piratas y bucaneros que atacaron a Cartagena en los siglos XVI y XVII.

Estamos seguros de que este nuevo Boletín será de gran aceptación por los amantes de la historia y por quienes están al tanto de las actividades de nuestra Academia.

Cartagena, abril de 2011.


JUNTA DIRECTIVA DE LA ACADEMIA

PRESIDENTELEÓN TRUJILLO VÉLEZ

PRIMER VICEPRESIDENTECARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

SEGUNDO VICEPRESIDENTEDARÍO MORÓN DÍAZ

TESOREROJORGE DÁVILA PESTANA

DIRECTOR DEL BOLETÍNALVARO ANGULO BOSSA

BIBLIOTECARIORODOLFO NIEVES GÓMEZ

SECRETARIO GENERALJORGE PÉREZ VILLA


ANTECEDENTES BÉLICOS DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA

Por LEÓN TRUJILLO VÉLEZ, MSCE, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA DE LA HISTORIA

DE CARTAGENA DE INDIAS

Cuando se escribe acerca de los antecedentes de la independencia de la Nueva Granada, casi siempre se limitan los historiadores al estudio de hechos políticos y económicos, y no a eventos también fundamentales en la generación de procesos revolucionarios, como son las batallas o confrontaciones militares.

En el caso de la Nueva Granada, la generación del proceso de Independencia pudo originarse en la “Ilustración”, nacida en Inglaterra, en el siglo XVII, y trasladada al continente europeo, en donde tiene una maduración política a finales del siglo XVIII. Adicionada a las repercusiones que tuvo en España la llegada de los borbones en la sucesión de Carlos II (El Hechizado), en la persona de Felipe de Anjou o Felipe V de España y las reformas sucesivas, adelantada por sus descendientes hasta Carlos IV, quien despóticamente terminó por “deconstruir la burguesía criolla”.

También es cierto que la aparición de Napoleón Bonaparte en el escenario europeo y las guerras que generó y desarrolló, fueron fundamento y pretexto para los actos autonómicos y posteriores declaratorias de independencia en las diferentes partes de la América española. En adición, los borbones Felipe V y sus hijos, Luis 1, Fernando VI, de su matrimonio con María Luisa de Saboya y Carlos III de su matrimonio con Isabel de Farnesio y el hijo y nieto de este último Carlos IV y Fernando VII con sus perturbaciones mentales, sus desequilibrio y su eroticidad, sumaron condiciones adversas a las anteriores.

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Carlos IV asciende al trono español en 1788 un año antes de la revolución francesa cuando terminan decapitando a su pariente el rey Luis XVI de Francia y a su esposa María Antonieta de Austria. Quien continua con los deseos de su padre, Carlos III, de hacer cambios en la sociedad española, pero sin cambiar de “mentalidad”, más bien excluyendo del gobierno colonial a los criollos e imponiendo una asfixiante estructura tributaria posteriormente, impulsada por el entonces administrador de indias Juan de Gálvez, lo que terminó en la rebeliones de Túpac Amarú en el Perú en 1780 y la de “Los Comuneros” en la Nueva Granada en 1781.

En el año de 1793 es nombrado Manuel Godoy quien era favorito de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, primer secretario de estado y este recomienda la unión de España con otras potencias europeas, en la guerra contra la Francia revolucionaria. Sin embargo dicha guerra que se inicio bien por parte de los españoles, terminó con la invasión de las tropas francesas hasta Bilbao, en la línea del rio Ebro, lo que obligo a España a firmar la paz de Basilea en 1795, la cual reconocía a la república francesa. Por último, Godoy culminó, con una alianza militar con dicha república en 1796 firmando el primer tratado de San Ildefonso.

Enfrentada España contra Inglaterra por su alianza con Francia, se empieza a sentir la fuerza y el rigor de los ejércitos de la armada inglesa. En el verano de 1796 el Almirante Horacio Nelson se presenta con una flota de nueve barcos antes Santa Cruz de Tenerife, Canarias, con 400 cañones y 2000 hombres para tomarse la ciudad, Allí Nelson es derrotado perdiendo su brazo derecho a la altura del codo y le toca capitular ante el General español Antonio Gutiérrez quien impuso en la defensa el arma de artillería.

La España de Carlos IV bajo la dirección de Manuel Godoy no era competencia en diplomacia o fortalecimiento del estado, frente a la Inglaterra de William Pitt o la Francia de Charles Maurice Tallerand Peringord.


BARCOS DE GUERRA EUROPEOS

Así, las alianzas desacertadas de Españas continuaron y en febrero del año de 1797, Horacio Nelson, con la ayuda de su amigo el almirante Jervis, derrota la flota española al mando del almirante José de Córdoba en brillante batalla naval frente al cabo de San Vicente (España). De esa batalla se comentó que: “La incompetencia española matiza los meritos de Nelson”.

Con ello, Inglaterra se apodera de la isla de Trinidad frente a Venezuela, afirma su dominio en el Atlántico y asedia Cádiz en julio de ese mismo año. En adición, Inglaterra refuerza su posición en el Mediterráneo, ocupando a Mallorca, lo que dificulta el comercio entre los puertos españoles y las colonias americanas, y genera, crisis económica, social, y desempleo generalizado con graves consecuencias tanto en el continente europeo como en América.


La consecuencia de la derrota naval de 1797 adicionada con el conocimiento que tuvo la nobleza acerca de negociaciones adelantadas en forma secreta por Godoy, obligó al rey Carlos IV a retirarlo del poder temporalmente en el año de 1798, para “alejarlo del escenario europeo”.

El Directorio de Gobierno de Francia, encarga a Napoleón, la campaña militar de Egipto, la cual desarrolla con gran éxito militar, incluyendo la batalla de Abukir de 1799 en donde derrota a los turcos Otomanos, gobernantes del área. Sin embargo, en al año anterior el 1 de agosto de 1978. Horacio Nelson, jefe de la expedición Británica, derrota la flota del almirante francés Breuyus en la batalla naval del río Nilo, también llamada de Abukir, obligando a Napoleon a salir anticipadamente del norte africano.

Dicha batalla de gran perfección estratégica y táctica de Nelson, termina entorpeciendo la operación militar en tierra, por la dificultad en recibir os suministros y pertrechos. Napoleón decide regresar a Francia en donde mediante el golpe de estado del 18 de Brumario (9 de noviembre de 1799) es nombrado cónsul, y así en el año 1800 impone una constitución autoritaria, con la cual centraliza la justicia, la administración publica y la economía. En ese mismo año de 1800 España firma con Francia el segundo Tratado de San Ildefonso, el cual obliga a la flota española a cooperar con la francesa en su lucha contra Inglaterra y permite el reintegro de Manuel Godoy al poder.

En el año de 1801, Francia obliga a España a declarar guerra a Portugal, nación aliada con Inglaterra. Godoy actúa en nuevo cargo de “Generalísimo”, en una guerra tan precaria, breve y superficial que fue denominada la “Guerra de las Naranjas “.

Después de años de guerra en la cual el poder naval de Inglaterra se había impuesto, la flota franco-española alcanza una victoria naval


sobre los ingleses en Algeciras, lo que trae como consecuencia la Paz de Amiens, firmada en 1802 y la devolución de Menorca a España.

Durante todo este periodo de tiempo en las colonias españolas americanas los efectos de la revolución americana de 1776 y la de Francia de 1789 aumentaban el descontento criollo, el cual tenía como fundamento también, la prohibición del gobierno de Carlos IV de permitir la participación de criollos en los cargos administrativos y directivos de las colonias.

La Paz entre Inglaterra y Francia fue poco duradera. La guerra se reinicio en el año de 1803 enfrentando a Napoleón quien había concentrado todos los poderes en su persona con diferentes potencias europeas. Napoleón se corona emperador de los franceses en 1804 y rey de Italia en 1805 estableciendo en ambas naciones, el poder hereditario y concluyendo la reorganización del estado francés.

La lucha en el Mediterráneo y el Atlántico se acentúa. Los puertos españoles son asediados por la flota inglesa que obstaculizan el comercio con las colonias americanas, generando incertidumbre en los comerciantes de Cádiz y desarrollando el comercio de los puertos de la América con los estadounidenses y del contrabando. En el año de 1805 el almirante Horacio Nelson había sido nombrado, jefe supremo de la flota en el Mediterráneo. Napoleón decidido a derrotar a Inglaterra, diseña la estratagema de atraer la flota inglesa a las Antillas para luego devolverse en forma veloz a Europa. Sin embrago el plan fracasa; la flota termina refugiada en Cádiz, bloqueado por otra escuadra inglesa, mientras se esperaba la llegada de Nelson a sumársele.

El 21 de octubre de 1805 ignorando las recomendaciones de Napoleón y contando con: “La ciega Obediencia del almirante español, Federico Grovina y Napoli,” el comandante de la flota aliada hispano-francesa, Pierre Charles de Villanueve, enfrenta la flota inglesa al comando de Horacio Nelson, frente al cabo de Trafalgar (España). Los errores


del almirante Villanueve y la impasividad de Grovina, quien no fue consecuente con el valor demostrado por oficiales españoles como Cosme Damián Churruca y Antonio de Escaño, contribuyeron a un triunfo sobresaliente del almirante inglés.

Horacio Nelson, murió en la batalla, en el navío “Victory”, buque insignia inglés, víctima de una bala que le entró por el hombro, le atravesó el pulmón y se alojó en la columna. Según algunos historiadores: “La manía de Nelson de vestir llamativos uniformes y lucir en su pechera sus brillantes condecoraciones contribuyó a la puntería del tirador francés”. Gravina, por su parte, herido en combate se retira a Cádiz en el buque insignia español “Príncipe de Asturias” y allí muere en marzo de 1806. Veintisiete buques británicos mejor equipados y armados, con superior número de hombres derrotaron a 33 buques de la alianza, varios de los cuales estaban averiados. Esta batalla naval esta considerada como la más importante del siglo XIX.

La derrota de la flota francesa en Trafalgar, no impide, que Napoleón se apodere de Europa. Derrota la tercera y cuarta alianza contra Francia, en brillantes batallas dirigidas por el mismo: Austerlitz 1805, Jena 1806, y Friedland en 1807. En ese mismo año den 1807 se firma el tratado de Fontainebleau entre España y Francia el 27 de octubre, el cual permite la ocupación de Portugal, tradicional aliado de Inglaterra, por parte de las tropas del emperador, y cerrar sus puertos en el Atlántico.

El descontento del pueblo español por los acontecimientos políticos y militares, y los efectos causados por los mimos, permitió instigar una conjura dirigida por el Príncipe de Asturias, futuro Fernando VII, contra su padre. El Príncipe intervino ante las Cortes que se encontraban sesionando en El Escorial, lo que por último fue denunciado al rey quien la derrotó, sin embargo, en vez de sancionar


a los conjurados concluyó el episodio con el perdón real y la absolución de su hijo y del Consejo de Castilla.

Las tropas francesas ocupan Portugal con facilidad, pero con relativo éxito político, por cuanto a la familia real de los Braganza huyen en barcos Ingleses a Rio de janeiro, en donde termina el príncipe heredero como rey Juan VI de Brasil, antes de retornar a su país como príncipe liberal y sus descendientes Pedro 1 y Pedro II como emperadores de un Imperio independiente en América.

El 18 de marzo de 1808, el príncipe de Asturias con sus aliados, instiga el motín de Aranjuez contra el generalísimo “Godoy”, lo cual concluye con la destitución de este personaje y la abdicación del rey Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII. Godoy había sido engañado por Napoleón permitiendo que un importante contingente francés quedara en la península ibérica. La noticia de los resultados del motín de Aranjuez motivo a Napoleón a dirigir a Madrid un ejército de 36000 soldados franceses comandados por el mariscal Joaquín Murat.

Napoleón había invitado a Fernando VII a Bayona, Francia, en donde se hallaban como huéspedes, el abdicado rey Carlos IV y su esposa la reina María Luisa. A pesar de las advertencias en re Fernando cae en la trampa deja el gobierno en las manos de su tío el infante Don Antonio y emprende viaje. Para el día 1 de mayo, en Madrid se conocían los propósitos de Napoleón de apoderarse de España y relegar a ambos reyes del poder. No se ha podido determinar con claridad si los sucesos que se desarrollarían al día siguiente fueron provocados por los franceses para intervenir militarmente, planificado por los partidarios de Fernando VII o producidos espontáneamente por el pueblo; lo cierto fue que el 2 de mayo de 1808 se produjo un formidable levantamiento que termino en forma sangrienta por la acción militar de los franceses y por los fusilamientos de todos los apresados, según decreto del mariscal Murat tanto la tarde del día 2 como la del día 3 de mayo. El levantamiento del 2 de mayo en Madrid desencadenó lo que ha


El levantamiento del 2 de mayo en Madrid desencadenó lo que ha sido considerada por los españoles su “Guerra de Independencia”, la cual duraría 6 años y que sería como le escribió el mariscal Lannes a Napoleón: “Es una Guerra que causa espanto”. Al estallar esta guerra Francia tenía en España al comando del Mariscal Joaquín Murat 110,000 hombres a los que se sumarían posteriormente 50,000 más.

Un mes después de la insurrección de Madrid, en 13 provincias de España se habían constituido “Juntas Provinciales” las cuales trataban de llenar el vacío de gobierno que dejaba la ausencia del rey. Sin embargo se hacía necesario una Junta Central de Gobierno para lograr unir los esfuerzos del país para su liberación. Luego del llamado a la unión de diferentes Juntas provinciales se acepto la propuesta del Representante de la Junta de Murcia José Moñino conde de Florida Blanca, que había ocupado los cargos de secretario de despacho d estado en 1777 y la secretaria de gracia y justicia y se constituyó una junta central en Aranjuez el 25 de septiembre de 1808 integrada por 35 miembros de los cuales 17 representaban la nobleza 6 al clero y solo 3 al pueblo.

La junta integró un gobierno con la estructura del Estado Borbónico y funcionó desde diciembre de 1808 hasta 1810 en Sevilla. El 27 de septiembre de 1809 la Junta designo una Junta de Legislación como asesora y auxiliar presidida por Gaspar Melchor de Jovellanos y una Junta General Militar el 30 de septiembre de 1809 presidida por el General Francisco Javier Castaños.

En el año de 1808 suceden 2 importantes batallas: la de Rio Seco el 14 de julio en donde triunfan los franceses y la de Bailen el 19 de julio de ese mismo año en donde el triunfo de los hispanos se realizó bajo el comando del General Castaños secundado por el General suizo Teodoro Reding. El poderío militar francés se resintió y al ser sentido por el mismo emperador, Napoleón entra en España al mando de 150,000 veteranos y “Derrota a todo los ejércitos que se le ponen


por delante” triunfando en Burgos, Espinosa, Tudela y Somosierra. Bailen es considerada, como dijera el tratadista militar Basil Liddell Hart: “La peor pesadilla de las desgracias” por la terrible retaliación que como respuesta provocó el emperador.

La Junta Central de Sevilla que ya venía siendo cuestionada por el consejo de Sevilla y los mismos militares de origen noble como José de Palafox, es presionado durante todo el año de 1809 para la creación de un Consejo de Regencia o la escogencia de un Regente lo que sucede luego de derrotas militares sucesivas.

Las batallas libradas en el año de 1809: La de la Coruña, el 16 de enero cuando el ejército anglo-español bajo el mando de Sir John Moore, quien termina muerto, es derrotado por el general Pierre Antoine Dupont, el mismo general que había sido vencido en Bailen pero seguía siendo favorito de Napoleón. La batalla de Talavera del 28 de julio, denominada por historiadores como “Victoria Yerma” termina indecisa y en la primera en donde los franceses se enfrentan a un ejército de coalición inglés, español y portugués; allí Arthur Wellesley, posterior duque de Wellington, y el general español Gregorio García de la Cueva enfrentaron a José 1 Bonaparte y al Mariscal Claude Perrin, llamado “Víctor.” Este general fue quien dirigió el asedio a Cádiz. Wellington terminó retirándose desencantado a Badajoz por la patente desorganización e ineficacia del ejército español. Por último la batalla de Ocaña del 19 de noviembre de 1809 el ejército- español, es derrotado perdiendo a 25000 hombres la mitad de sus fuerzas, lo que quiebra la moral española y muestra la incapacidad militar para rescatar al país, generando la decisión del pueblo de crear “Las Guerrillas”, que tantos dolores de cabeza dieron durante la ocupación francesa, a los ejércitos de Napoleón. Las erráticas maniobras del general Juan Carlos de Arreizaga y la acertada dirección del mariscal francés Jean de Dieu Nicolás Soult sellaron el destino de la batalla.

Las consecuencias de las batallas de Ocaña no se hicieron esperar.


Las consecuencias de las batallas de Ocaña no se hicieron esperar. El 29 d enero de 1810, “Se dan por concluidas” las funciones de la Junta Central y se le transfiere el poder ejecutivo a un “Concejo de Regencia” conformado por 5 miembros; dicho concejo, adelantó una convocatoria de diputados, ratificando una disposición de la junta Central.

Quedaba el derecho de sufragio, a todos los varones cabeza de familia mayores de 25 años, residentes tanto en la península ibérica como en las colonias de Asia y América.

En septiembre de 1810 se inician las sesiones, se proclama la división de poderes y la soberanía de la nación, entendida como: “La reunión de los españoles de ambos hemisferios”. Por primera vez se igualaron los derechos de los habitantes de las colonias con la metrópolis. Las decisiones del Consejo de Regencia, fueron comunicadas mediante enviados especiales a las colonias americanas y así fue como llegaron a Cartagena de Indias Antonio de Villavicencio de origen Cartagenero y Carlos de Montufar ambos quiteños con noticias de los sucesos españoles y de las nuevas normas institucionales decididas en la península.

Como efecto a la información se generaron en la Cartagena de Indias los primeros acontecimientos de autonomía de la Nueva Granada. El 22 de mayo día con la convocatoria del cabildo y el 14 de junio de 1810 cuando se declaro autonomía local y se expulsó hacia cuba al gobernador Francisco de Montes y a su secretario, se inicio el proceso de independencia nacional que culminaría después de largos y sangrientos hechos para nuestra nación y el resto de Suramérica, en la batalla del lago de Maracaibo, ganada el 24 de julio de 1823 por el almirante José Prudencio Padilla, quien había combatido en Trafalgar en 1805, y la batalla de Ayacucho, ganada sobre el virrey La Serna del Perú por el mariscal Antonio José de Sucre en diciembre de 1824.


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PRESENTACIÓN DEL TRABAJO HISTÓRICO DE GUILLERMO GUERRERO FIGUEROA EN LA ACADEMIA DE HISTORIA DE CARTAGENA

Por ÁLVARO ANGULO BOSSA, MIEMBRO DE NÚMERO

Para cumplir con un requisito formal, tengo el honor de presentar a Guillermo Guerrero Figueroa en este acto en virtud del cual ingresa como Miembro de Número a nuestra Academia de Historia. Casi todos los aquí presentes conocen de sus ejecutorias en el campo de la docencia universitaria, y como jurista, pues ha escrito numerosas obras de derecho del trabajo. En el ejercicio profesional también se le conoce ampliamente, ya que a su edad ejerce intensamente en los conflictos laborales.

Trataré de ser muy breve en mis palabras, pues, después de haber leído su trabajo, he concluido para mis adentros que Cartagena no debería llamarse “Cartagena de Indias”, como lo dispuso finalmente el artículo 328 de la Constitución Política de 1991 al referirse al Distrito Turístico y Cultural de Cartagena de Indias, sino “Cartagena del Caribe”. ¿Y por qué razón? Sencillamente, porque sin el mar Caribe nuestra ciudad hubiera sido una ciudad más, sin murallas, sin la mezcla de las tres razas, y sin el sufrimiento de nuestros antepasados por los asaltos piráticos de los siglos XVI, XVII y XVIII, y por lo que ellos padecieron en el sitio de Morillo. La realidad es que todo nos llegó por la vía del mar Caribe: de una parte, nuestras relaciones con Cádiz, Jamaica y Haití, nos trajeron muchas de nuestras ideas libertarias. Todo ello gracias al mar. Y, ahora, gracias al mismo mar Caribe que acaricia nuestras costas, Cartagena se ha convertido en el más importante puerto del Caribe. En su trabajo, Guerrero Figueroa nos cuenta que existe una entidad denominada “Caribbean Shipping Asociation”, la cual, en sus deliberaciones de los últimos cinco años, ha escogido a Cartagena en cinco oportunidades como el mejor puerto del Caribe, por la calidad y competitividad de sus servicios,


todo ello gracias al trabajo desplegado hoy por la denominada Sociedad Portuaria de Cartagena.

Hoy nuestro desarrollo va viento en popa por la economía que se mueve a través del mar. Con solo leer a vuelo de pájaro el trabajo de Guerrero Figueroa, comprendemos aún más que el desarrollo de nuestra “Cartagena del Caribe” ha avanzado a través de los siglos por las bondades del mar, es decir, gracias a los diferentes puertos que fueron construidos por los españoles y después de la Independencia por nuestros dirigentes. Así las cosas, hubo puertos por los lados de la Casa de la Aduana, la Bodeguita, La Machina, y al incendiarse ésta en 1930, el gobierno Nacional inició la construcción del Terminal Marítimo de Manga, entregado al servicio en 1934.

Todos sabemos y deploramos cómo fue desbarajustándose ese gran terminal administrado por Colpuertos, una entidad que desapareció por la corrupción y la politiquería incontrolable. Los dineros destinados por el Estado para tales fines fueron despilfarrados por una clase política corrompida, y por la increíble avidez de privilegiados trabajadores.

Finalmente, en vista de esa situación, en 1993 los puertos fueron privatizados por el Gobierno de César Gaviria, y gracias a ello surgió la empresa privada en el campo portuario. A partir de 1993, la recién fundada Sociedad Portuaria de Cartagena recibió una concesión de 20 años a partir de ese año, y por ello ha tomado auge la actividad portuaria tal como lo explica nuestros nuevo Miembro de Número en su trabajo.

Así las cosas, en esta investigación histórica Guerrero Figueroa analiza a fondo nuestro desarrollo a través del puerto.

Conozco a Guillermo Guerrero Figueroa desde nuestra adolescencia. Nuestros lazos de amistad se acrecentaron cuando nos tocó ingresar a la Universidad de Cartagena como docentes en 1963 para renovar


la vieja planta de profesores. Junto con nosotros ingresaron Aníbal Pérez Chaín, Víctor León Mendoza, Guillermo Sánchez Pernett, Teodoro Riaño Martínez, Carlos Facio Lince Bossa y Alfredo Bettín Vergara, convocados por el Decano de la Facultad de Derecho doctor Senén Gonzales Guerra. En fin, porque conozco sus ejecutorias como jurista, autor de muchos libros sobre derecho laboral, y como miembro de la Asamblea Constituyente de 1991, me complace darle la bienvenida a esta ilustre Academia.

ÁLVARO ANGULO BOSSA


PALABRAS DIRIGIDAS AL Dr. ÁLVARO ANGULO BOSSA

Gracias “Curro”, como siempre lo hemos llamado sus amigos. Sus palabras son frutos de nuestra gran amistad y nuestras andanzas desde la niñez. Quiero afirmar que esa amistad no ha tenido sombras de ninguna naturaleza y repetir la frase de Franklin cuando dijo; “No todo hermano es un amigo, pero todo amigo es un hermano” que uno ha escogido en el curso de la vida.

Sus palabras me han hecho recordar muchos pasajes que serían interminables de mencionar; en la adolescencia, por nuestras inquietudes intelectuales, analizábamos en el restaurante “Polo Norte” pensamientos filosóficos, entre ellos, el de Borges que dice: “que lo único que tenemos que hacer es construir sobre la arena pensando que es mármol”.

En el café automático de Bogotá, donde se reunían poetas alrededor de una botella de Aguardiente Néctar, como Otto de Greif, Carranza y otros, analizábamos el contenido de la frase de Leonardo cuando dijo: “sabiéndote que eres efímero en la vida, trabaja como si fueras a ser eterno. Y de la perfección no te preocupes, que nunca la alcanzarás”, cuando nos referíamos a la brevedad de la vida y a la inmensidad de la muerte.

Y de aquella frase de Franklin, que aún resuena en mi memoria, “Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como hayas muerto, o escribes cosas dignas de leerse, o haz cosas dignas de escribirse”.

Gracias al Señor, nuestra amistad ha sobrevivido y me hace repetir del cantautor Alberto Cortés el siguiente poema:


Un barco frágil de papel,parece a veces la amistad,pero jamás puede con él

la más violenta tempestad;porque ese barco de papel,tiene aferrado a su timón

por capitán y timonel,un “noble” corazón.

(Alberto Cortés)

En la Academia de la Historia de Cartagena, 3 de febrero de 2011. Guillermo Guerrero Figueroa.


HISTORICISMO SOBRE EL PUERTO DE CARTAGENA DE INDIAS Y LA

SOCIEDAD PORTUARIA

Por GUILLERMO GUERRERO FIGUEROA

Trabajo presentado por Guillermo Guerrero Figueroa con motivo de haber sido aceptado como Miembro de Número de la institución.

EL CANAL DEL DIQUE

Cuando Don Pedro de Heredia tomó la decisión de fundar una ciudad donde ya antes existía un poblado indígena llamado Calamarí, lo hizo con el único y claro propósito de establecer una puerta de entrada en tierra firme para el país, entonces en cierne, que más tarde vino a llamarse la Nueva Granada.

La escogencia de Don Pedro de Heredia resultó tan acertada, que la ciudad rápidamente creció y se vio favorecida con el comercio de los galeones que del Viejo Mundo traían mercancías y se regresaban con el oro y la plata que en el Nuevo Mundo conseguían.

De las enormes riquezas obtenidas de estas tierras se derivó que piratas y corsarios vieran a la joven ciudad como joya codiciada para sus rapiñas. Esto motivó a la corona de España a construir una serie de obras de ingeniería militar que convirtieron a Cartagena en plaza fuerte.

La ciudad y su amplia bahía cumplían a cabalidad con su función de puerto abrigado donde podían concentrarse las flotas de galeones que entonces hacían tráfico entre la colonia y España. Pero para que el objetivo de un completo buen puerto se cumpliera, hacía falta una fácil y segura comunicación con el interior del país, ya que dicha comunicación se llevaba a cabo por medio de recuas de mulas, que


transportaban los cargamentos hasta una barranca a orilla del Gran Río, donde eran recogidos por champanes que navegaban río arriba.

En 1650, Don Pedro Zapata de Mendoza, gobernador interino de Cartagena, acometió la obra de unir una serie de cuerpos de agua existentes (lagunas, ciénagas, caños) hasta lograr la unión acuática del rio magdalena con la ciénaga La Matunilla, adyacente a la bahía de Cartagena. Así, podemos decir que desde 1650 Cartagena, además de puerto marítimo de primer orden, es también puerto fluvial.

Varios modelos de administración se intentaron en el período Colonial, entre otros, el de concesión. El concesionario debía conservar el Canal del Dique en buen estado de navegabilidad y, como retribución cobraba a los usuarios un peaje previamente estipulado. Cuando se interrumpía la navegación por la falta de eficiencia y adecuada administración, tenía que volverse al transporte mixto de mulas-champanes.

Como la obra adelantada se limitó a unir el río con una serie de lagunas existentes, hasta salir a la bahía de Barbacoas, la corriente contenía una muy baja densidad de materias sólidas en suspensión.Ya en el periodo republicano, con el advenimiento del buque de vapor, hubo necesidad de adelantar trabajos de dragados y rectificaciones del canal, que lo profundizaron y acortaron su recorrido. En 1934 se contrató un corte de tierra para conectar el canal a la bahía de Cartagena. Hoy, a sus 1.200 curvas iníciales se han visto reducidas solamente a 50 y su longitud se acortó en 65 kilómetros.

MUELLES DE CARTAGENA

Dos años de fundada Cartagena (1535) se construyó un muelle de 50 pies de ancho. Se escogió el lugar más tranquilo del puerto, muy cerca de la Iglesia de San Pedro Claver. En 1561 las autoridades locales informaron al Rey de la necesidad de construir un nuevo


muelle más cercano a la casa de la contratación. Al siguiente año el muelle quedó listo, paralelo a los baluartes de San Juan Evangelista o de los moros y el de San Ignacio, al costado de la casa de la Aduana y Contaduría.

Por la boca que queda debajo de la Aduana (actual Alcaldía) se comunicaba con la casa de Contratación, en la plaza de la Aduana. Por ese muelle –de la Contaduría- se realizaron todas las transacciones del período colonial, incluido el tráfico de esclavos africanos.

Ya a finales del siglo XIX, llegaban los buques de hierro con maquinas a vapor y no había un atracadero donde atender su mayor tonelaje.

Se construyó un muelle en la península de Bocagrande (Muelle de la Machina) y un ferrocarril entre el antiguo Muelle de la Contaduría y los baluartes. En este sector la Aduana construyó un edificio para la capitanía del Puerto y una pequeña bodega para la carga. Los cartageneros comenzaron a llamarlo el Muelle de la Bodeguita.

Así, los buques de altamar atracaban en La Machina, mientras en la Bodeguita llegaban los fluviales, las canoas, las lanchas de cabotaje y las goletas que hacían tráficos con San Andrés y Providencia.

Desde 1894, los muelles de Cartagena para el comercio exterior funcionaron en la península de Bocagrande, en el mismo sitio donde, en el periodo colonial, funcionaba el carenero de “La Machina”, o donde se reparaban los cascos de los buques. El 4 de febrero de 1930 un voraz incendio consumió el terminal de La Machina e instalaciones anexas.

En 1932, el Gobierno Nacional, presidido por el Doctor Enrique Olaya Herrera contrató con la firma Frederick Snare Corporatión de Nueva York, la construcción de un moderno Terminal en la isla de Manga. El contrato contempló algunas obras complementarias,


como dragados en la bahía y en el Canal del Dique, así como la construcción de un puente para el ferrocarril sobre el caño de Bazurto.

El terminal fue inaugurado en enero de 1934. Para esa época el servicio de agua corría a cargo del Acueducto de Matute, que ya era insuficiente para la ciudad.

El terminal de Manga fue administrado por sus constructores hasta 1947, cuando lo recibió el Ministerio de Obras Públicas. En 1974 se celebró un contrato entre las Empresas Públicas Municipales de Cartagena y la Empresa Puertos de Colombia, mediante el cual las primeras asumieron la entrega y venta del agua a los buques y otras obligaciones. Pero finalmente las Empresas Municipales incumplieron sus compromisos y desistieron del convenio. Así continuó “Colpuertos” operando la entrega de agua a los buques, hasta llegar el suministro por particulares mediante el uso de planchones y la actividad portuaria en general. Las cargas convencionales impuestas por una tiranía burocrática de líderes sindicales de esa empresa y el imperio de la politiquería, encontró la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena en diciembre de 1993 cuando los puertos fueron privatizados.

SOCIEDAD PORTUARIA REGIONAL DE CARTAGENA

Como se dijo anteriormente, el terminal de Cartagena estuvo administrado por la compañía constructora hasta 1947, cuando pasó a manos del Gobierno Nacional-Ministerio de Obras Públicas. Más adelante, en 1961, se constituyó la empresa estatal “Empresa Puertos de Colombia”, entidad que congregó todos los puertos colombianos.Promulgada la nueva constitución de 1991 y como resultado de la apertura económica, el Gobierno Nacional de César Gaviria presentó al Congreso un proyecto de ley, que una vez aprobado se convirtió en la Ley 1ª de 1991. Mediante esta ley se ordenó la liquidación de la


Empresa “Puertos de Colombia”, se creó la superintendencia general de puertos y se crearon las bases para la privatización, mediante la conformación de Sociedades Portuarias Regionales y la organización de compañías portuarias.

A partir del 13 de febrero de 1993, la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena S.A. recibió de la Nación, en concesión a 20 años, las instalaciones antes administradas por la Empresa Puertos de Colombia.

Dentro del nuevo esquema del trabajo se ofrece a los usuarios la posibilidad de trabajar los 365 días del año, las 24 horas del día. Los navieros designaron libremente su operador portuario para el cargue y descargue de las naves. Se ha reforzado y tecnificado la vigilancia del puerto y se ha instalado una moderna red de computadores que permite gran agilidad en la información, para la liquidación de facturas y entrega de cargamento.

Aunque el contrato de concesión fijó el mínimo de las inversiones a la que estaba obligada la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena, ésta, consciente de su misión, dentro del nuevo proceso de privatización, no se circunscribió a los límites señalados y puso en marcha un ambicioso plan de actualización de servicios con el auxilio de la tecnología moderna.

La Sociedad Portuaria, como lo afirma Don Rodolfo De la Vega en su magnífica obra “Crónicas Portuarias”, cada vez que lo ha considerado necesario, ha recurrido a asesores nacionales y extranjeros, lo que la ha conducido a un plan en el que se contempla primordialmente las metas de construir y operar el principal y más eficiente puerto de contenedores y atraer el mayor número posible de cruceros.

En persecución de la primera meta, la Sociedad Portuaria adquirió modernas grúas, especializadas en el manejo de contenedores,


equipamiento que permite apilar en los patios el doble de las unidades que se venían almacenando en la misma área.

En materia de turismo se adecuó una zona, donde los pasajeros reciben cómodamente las atenciones de parte de las agencias operadoras de los “Tours”, de los taxistas, de los guías, etc.

Con la prolongación del muelle número 7, la profundización de las zonas adyacentes, la instalación de cuatro grúas pórtico y la relimpia del Canal de acceso, la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena es el gran aporte que ésta y Cartagena ofrecen al país.

El Gobierno Nacional, siendo presidente Ernesto Samper, a través de la Superintendencia General de Puertos, de los Ministros de Transporte, Comercio Exterior y Medio Ambiente y otras entidades oficiales, hizo acopio de los más claros elementos de juicio, que lo condujeron a un equilibrado análisis, que recomendó, como medida sana y conveniente, conceder la prórroga de 20 años más al contrato inicialmente suscrito.

En junio de 2006 se culmina el dragado del canal de acceso en los tramos de Bocachica y Manzanillo con una profundidad mínima de 15 metros (49.2 pies). Esto permite que los terminales comerciales como Sociedad Portuaria de Cartagena, Contecar, Muelles el Bosque, puedan recibir barcos de más de 8.000 Teus y para buques graneleros de mayor calado y capacidad de 100 toneladas de peso muerto, que puedan ofrecer fletes más competitivos.

En la actualidad, Cartagena se ha convertido en un puerto misceláneo. En sus amplías instalaciones y diversos terminales hay cabida para graneleros sólidos, graneleros líquidos, carga suelta general y cruceros de turismo. En materia de contenedores se ha desarrollado una total transformación: ampliación de muelles y de patios, adquisición de grúas post-panamax, equipo rodante y de apilamiento. Además de prestar un óptimo servicio a importadores y exportadores. Cartagena


se perfila como un gran centro de distribución en el Caribe. Ya el puerto está recibiendo barcos de más de 6.000 Teus y se apresta para, en un futuro muy cercano, poder atender buques de 10.000 y 12.000 Teus, lo que debe traducirse en importante economía de fletes, para beneficios de productores y consumidores del país.

CARTAGENA, EL MAYOR PUERTO DEL CARIBE

Existe una entidad para analizar la actividad portuaria del Caribe (con la sigla CSA Caribbean Shipping Asociatión). Recibe en su seno puertos de países como Jamaica, Barbados, Bermudas, Dominica, Haití, Granada, Montserrat, Santa Lucía, Trinidad & Tobago, Bahamas, Antigua, Belice, Guayana Francesa, Surinam, Guyana, Venezuela, E.E.W (Zona correspondiente al Caribe), México, Panamá, Colombia, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Forman parte también de la CSA algunas líneas marítimas, operadores portuarios y compañías de logística portuaria. La SPRC y Contecar son miembros activos de dicha Asociación.

Periódicamente los socios de CSA se reúnen en una de las ciudades-puertos para intercambiar ideas, estrechar vínculos y hacer recomendaciones con la intención de mejorar los servicios. Además, en su reunión anual, seleccionan el mejor Puerto del Caribe.

Del 11 al 13 de octubre de 2010 estuvieron reunidos los miembros de esa asociación. El comité encargado de seleccionar el mejor puerto escogió al Puerto de Cartagena en Montego Bay (Jamaica). Esta distinción ya había recaído sobre nuestro Puerto en el año 2005 en Barbados, en 2006 en Panamá, en 2007 en Santo Domingo, y en Surinam en 2009.

Es decir, que en Montego Bay, Cartagena fue distinguida por quinta vez como el mejor puerto del Caribe, por la calidad y competitividad de sus servicios.


En la actividad correspondiente a cruceros de turismo, para la temporada que se inició el 2 de octubre de 2010 y que debe finalizar el 28 de mayo de 2011 está anunciada la llegada de 207 buques con 347.758 pasajeros y 143.529 tripulantes. Dos importantes líneas han escogido a Cartagena como puerto de embarque y desembarque (Royal Caribbean y Pulman Tour). Esto es muy importante para el comercio local.

Según Eduardo Pizano, el gobierno actual tiene dos grandes retos a nivel portuario. El primero, es el de garantizar que los canales de acceso a los puertos se draguen y se mantengan. En el caso de Cartagena es vital lograr su profundización. En Barranquilla y Buenaventura su mantenimiento. Todo indica que para el año 2020 la movilización de carga se realizará en barcos de contendores de 15.000 Teus, que solo tocarán puertos de transbordo, que a su vez serán surtidos alimentadores entre 5.000 y 7.000 Teus. Si los puertos colombianos no tienen las condiciones de acceso para este tipo de buques madres, estarán supeditados a ser parte la red de recolección de los buques pequeños, con la consecuencia de pagar unas mayores tarifas por fletes. (CONTECAR y Sociedad Portuaria Regional de Cartagena se preparan desde ya).

El segundo gran evento es el de comunicar los puertos de la Costa Atlántica con el interior, a través del rio magdalena, no sólo garantizando unas condiciones de navegación por el rio y el Canal del Dique, sino una infraestructura de puertos multimodales, que permitan convertir a Puerto Berrío y a Puerto Salgar en los puertos de Medellín y Bogotá, respectivamente. Esto reducirá el costo de los fletes entre el interior del país y los puertos del Caribe, logrando que muchos de los productos que hoy se producen en Bogotá y Medellín, pueden tener vocación exportadora.


“COLOMBIA, LA MEJOR ESQUINA DE AMÉRICA”

En alguna ocasión, el ex ministro de comercio exterior colombiano Carlos Ronderos Torres, expresó refiriéndose a Cartagena, que esta ciudad era sin duda por su ubicación en el hemisferio “la mejor esquina de América”. El interés internacional sobre Colombia por su posición geoestratégica, sus costas y sus puertos constituyen una oportunidad para ser considerada como prioridad en los programas de crecimiento económico y empleo a nivel mundial.

La localización geográfica en el Caribe, su cercanía al Canal de Panamá y el desplazamiento del comercio internacional dentro de las rutas marítimas que cruzan las aguas colombianas, cobra especial impacto sobre el comercio en el desarrollo de oportunidades en el Siglo XXI, escenario donde se proyectan movimientos y actividades para los próximos 20 años superiores a los del mar Mediterráneo o de cualquier otro sector a nivel global.

Hace 10 años, pocos analistas preveían que el Caribe fuera a tener la importancia geoestratégica y económica que se proyecta en el siglo XXI, pero debido a la conformación de la demanda y la estructuración de los mercados, el Caribe se consolida como un área privilegiada, donde se enlazan las economías americana, europea y asiática, y Colombia tiene en ella “su mejor esquina”.

La importancia de la región Caribe cobra fuerza a raíz de los cambios en los esquemas de transporte marítimo, pasando del concepto de servicio directo irregular multipropósito en naves pequeñas; al servicio semanal con día fijo, indirecto (transbordos o tránsito internacional) especializado en contenedores.

El concepto de transbordos se basa en naves pequeñas (alimentadores o feeders) para los tráficos cortos, y naves grandes (madres o main liners) para los tráficos largos. Estas naves madres requieren de


servicios portuarios especializados y los puertos donde atraquen deben ser capaces de manejar volúmenes muy grandes de carga en poco tiempo.

Infraestructura, sofisticados sistemas de comunicación y control, capacitación del personal, seguridad tanto industrial como física, equipos portuarios y confiabilidad son apenas algunos de los elementos básicos requeridos para que un puerto pueda ser considerado como “Puerto de Distribución Internacional”. Es imperativo para la competitividad de un país poder contar con un puerto de esta naturaleza; no hacerlo, implicará perder competitividad en los mercados mundiales debido a fletes marítimos más costosos, mayores tiempos de tránsito para colocar la carga en los países consumidores y lo más grave, depender de otros países para la distribución de los productos propios.

El comercio mundial crece a un ritmo más acelerado que el PIB mundial y la expansión comercial global impone crecientes presiones a la infraestructura económica general, particularmente al transporte y la prestación de servicios relacionados. El comercio y el transporte están estrechamente ligados, representando este último una importante proporción de los precios de las importaciones y exportaciones, es decir, “la provisión de Transporte eficiente y de buena calidad es un prerrequisito para el desarrollo económico”.

Estudios de prospectiva al año 2020 confirman esta apreciación e indican que el movimiento de la carga se realizará en barcos portacontenedores con capacidades de 15.000 Teus que se desplazarán a través de una red conformada por una ruta alimentadora a partir de un eje ecuatorial en dirección este/oeste. A su vez, ejes transversales de distribución norte/sur movilizarán barcos de entre 5000 y 1500 Teus. El funcionamiento de esta red será posible por las nuevas dimensiones y velocidades de los barcos y por el funcionamiento de los Puertos de Transbordo Puro. El elemento fundamental de estas


El elemento fundamental de estas tendencias y la oportunidad que representan para algunos países iberoamericanos, y especialmente para Colombia, radica en que el funcionamiento de esta red determina que el Caribe será en el futuro el punto central de la principal ruta de contenedores del mundo. En este marco, el desarrollo mundial del comercio otorga a los litorales colombianos una importancia relevante para la definición de estrategias de desarrollo económico que generen riqueza y bienestar social. Esta es la fortaleza y la oportunidad que el país puede encontrar en el desarrollo portuario.

Dadas las condiciones de alta competitividad a nivel nacional e internacional, se genera la necesidad de encontrar nuevas fuentes de ingresos. Es así como el transbordo se ha convertido en una de las nuevas unidades de negocios que le permiten a la SPRC mantener su competitividad.

SOCIEDAD PORTUARIA REGIONAL DE CARTAGENA – COMO ZONA FRANCA –

El 27 de octubre de 2010 el capitán ® Alfonso Salas Trujillo, obrando como Representante Legal de la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena S.A., solicitó, ante la Dirección General de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), previos los trámites legales, la declaratoria como Zona Franca permanente especial de servicios un área de terreno concesionado de 402.088,77 m2, ubicada en el Terminal Marítimo de Manga, Bahía de Cartagena, Distrito Turístico y Cultural de Cartagena de Indias y postuló como Usuario Operador a la Zona Franca La Candelaria.

Después del lleno y agotamiento de todos los trámites exigidos por las normas legales, el Director General de Impuestos y Aduana Nacionales profirió la Resolución 0000140 de fecha 06 de Enero del año en curso 2011. Esta Resolución Resuelve: Declarar la existencia como Zona Franca Permanente Especial de Servicios bajo


la denominación de Zona Franca Permanente Especial de Servicios Sociedad Portuaria Regional de Cartagena S.A., el área de 402.088,77 m2 ubicada en el Terminal de Manga, Distrito Turístico y Cultural de Cartagena en el Departamento de Bolívar, con los linderos descritos en la parte considerativa de la Resolución mencionada.

Igualmente, resuelve que la Zona Franca dicha es por el término de la concesión establecida en los contratos y “otrosí” de concesiones portuarias No. 007 de 1993 y 004 de 2010.

Además, reconoce a la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena como único Usuario Industrial de Servicios a la Zona Franca Permanente Especial de Servicios Sociedad Portuaria Regional de Cartagena S.A.

En la misma parte resolutiva autoriza a la Sociedad Zona Franca de la Candelaria S.A. como usuario operador de la Zona Franca Permanente Especial de Servicios Sociedad Portuaria Regional de Cartagena S.A.

Con estas declaratorias se reafirma la condición de ser Cartagena de Indias el mejor puerto del Caribe y uno de los mejores del mundo. Todo esto en beneficio de nuestra ciudad y del país en general por el crecimiento económico que ello representa, que se traducirá en riqueza y bienestar social.

Señoras y Señores: Cartagena de Indias y todo el país tienen que reconocer que lo anterior se debe al esfuerzo de los Socios, Junta Directiva, funcionarios de la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena y, en especial, al dinamismo y eficiencia del presidente de la Junta Directiva Don Aníbal Ochoa Escobar y al gerente Capitán ® Alfonso Salas Trujillo.

Muchísimas Gracias.

GUILLERMO GUERRERO FIGUEROA


BIBLIOGRAFÍA Y OTRAS FUENTES

DE LA VEGA, Rodolfo. Crónicas del Puerto. Edición del Puerto de Cartagena, 2010.

LEMAITRE, Eduardo. Breve Historia de Cartagena. Medellín, Editorial Colina.

NICHOLS, Theodore. Tres Puertos de Colombia. Bogotá, Talleres Gráficos del Banco Popular, 1973.

Concepto de Eduardo Pizano.

Concepto de Carlos Ronderos Torres.

Entrevista con Karina Kure Ghisays. 4 de enero de 2011.

Entrevista con Gloria Yepes Madrid. 12 de Enero de 2011.

Experiencia personal del autor de este trabajo como Asesor Laboral Externo, desde el nacimiento de la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena hasta el día de hoy.


ESPACIO DEL RECUERDOCONCEPCIÓN JIMÉNEZ DE ARAÚJO

En la foto aparece la señora Concepción Jiménez de Araújo, quien lideró las celebraciones y construcciones de monumentos con motivo de la celebración del Centenario de la Independencia de Cartagena en 1911.

Doña Concepción es la abuela materna del pintor Enrique Grau, y del Almirante Rafael Grau Araújo. Era una excelente mujer dedicada a la cultura y, por lo tanto, participó en la creación de la Escuela de Bellas Artes, y trató de fundar

con Epifanio Garay una academia de pintura, pero estas intenciones fracasaron al poco tiempo. La señora Concepción Jiménez de Araújo escribió varias obras de teatro, entre ellas, El Jardín de Bagdad.

Además, escribió el libro de cuentos “Ideas y sentimientos”, firmado con el seudónimo de Mary Faith. Nació en Cartagena en 1862 y murió en 1929. Contrajo matrimonio con el general Antonio Araújo de León, director del diario “El Porvenir”. Era una mujer muy espiritual, que escribía con sentimientos tiernos y amorosos. A iniciativa de la señora de Araújo, se llevó a cabo una colecta para la construcción de la estatua Noli me tangere, “no me toquéis”. Esta gran estatua es el emblema del Camellón de los Mártires de nuestra ciudad.


CAUSAS DE LA INDEPENDENCIA DE AMÉRICA.Por RODOLFO NIEVES GÓMEZ

Los determinantes del movimiento de emancipación de los pueblos de América, fueron múltiples. En un ¡intento de generalización podemos considerarlas así: de orden étnico, sociales, políticas, económicas, científicas y culturales.

Como internos, consideramos la discriminación social, el monopolio comercial e industrial, el asfixiante régimen tributario, la represión de los Comuneros y el sentimiento democrático que brotaba de los cabildos. Como causas externas señalamos la Independencia de los Estados Unidos de América, la Revolución Francesa con su declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, fruto del pensamiento de los enciclopedistas del siglo XVIII y la crisis política de España en 1808 provocada por los proyectos imperiales de Napoleón Bonaparte.

En esta breve charla intentaremos analizar los factores más sobresalientes del movimiento de Independencia americana.

Es indudable que el movimiento revolucionario que originó la Revolución Francesa, introdujo en Europa grandes y profundos cambios en el orden filosófico y político, determinando el derrumbamiento del antiguo régimen y estableciendo una nueva visión del hombre, de la dignidad de su destino, de la finalidad del Estado, de los orígenes del poder político y de los valores inherentes a la condición humana, con tal arraigo en los conceptos de justicia e igualdad que aun siguen dichos principios iluminando el pensamiento político de la vida contemporánea.

En las doctrinas de la Revolución se nutrieron Francisco de Miranda, Antonio Nariño, Pedro Fermín de Vargas y la mayoría de los precursores de la Independencia. Toca anotar que fue Nariño quien


tradujo en 1794 los artículos de la Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano consignados en la Historia de la Asamblea Constituyente de Francia, los imprimió en una prensa de su propiedad y los divulgó clandestinamente, origen de sus sufrimientos sin cuento.

En las bibliotecas figuraban traducciones francesas del libro “COMMOM SENSE” de TOMMAS PAINE, de origen inglés. Este libro fue llevado de Norteamérica a Francia por el General Lafayette, y suministró algunas bases para la redacción de los Derechos del Hombre promulgados por la Asamblea Constituyente de Francia, derechos que fueron conocidos en nuestra Patria y en América y constituyeron factor decisivo en la formación del criterio que fundamentó nuestro movimiento independentista.

Los detonantes eran los siguientes:Los Hombres nacen y mueren libres e iguales en derechos.La Libertad consiste en poder hacer todo cuanto no dañe a terceros.La soberanía reside en la Nación.Nadie puede ser acusado, preso ni detenido sino en los casos determinados por la ley y con arreglo a las formas previstas en ella.Nadie puede ser molestado por sus opiniones, incluso las religiosas, con tal de que no se perturbe el orden público establecido por la ley.Todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente.Estos principios fueron consagrados en la Constitución Francesa de 1791.

¿Fue la independencia un fenómeno súbito de la época?No! Fruto de un dinámico proceso de formación americana, su análisis pertenece mejor a la sociología que a la historia de las armas. Ni subproducto económico, ni insurgencia social, ni revolución ideológica, ni simple empeño de la generalización libertadora. Aislar los factores es falsearlos.

Fue todo junto, no como suma aritmética, si no como convergencia de fuerzas en tensión... A falta de sus héroes, la empresa virtual de la


independencia, latente ya en la atmosfera, podía haberse retardado, pero no hecho imposible. Era un imperativo fatal. Los redactores de las primeras actas de independencia propiamente no fueron sino amanuenses de una trágica historia en acción (Joaquín Estrada Monsalva, Bolívar).

Independencia de los Estados Unidos de América

El empeño tributario de Jorge III prácticamente fue el factor desencadenante de la independencia de los Estados Unidos de América. Su primer Ministro Lord Greenville estableció en ese país un ejército de 10.000 hombres para defender las colonias inglesas de los ataques de los indios. Para atender ese gasto propuso al Parlamento fijar un impuesto de consumo sobre varios productos como el azúcar, el té, el café y el papel sellado. Ya las colonias contribuían al pago de los gastos causados por la guerra de los Siete Años (1756-1763). Los colonos americanos se consideraban amparados por la Carta magna, documento expedido en Inglaterra en 1215, y por la declaración de derechos (Bill of Rights) de Guillermo de Orange de 1688, comentada por John Locke en su libro “Tratado sobre el Gobierno Civil’. Como las colonias inglesas no tenían representación en el parlamento Inglés, no estaban obligadas a tributar en estos casos, acordes con el principio jurídico inglés, “No tax without representation”.

Jorge III decretó, además, el monopolio del comercio marítimo en las colonias, y dispuso que los documentos para tener validez en Nueva Inglaterra y en la metrópoli deberían estar escritos en papel sellado o llevar el sello o timbre de la Nación. Era el impuesto sobre el timbre.

Estas medidas originaron controversias y sublevaciones en las colonias. Las colonias no le prestaron mucha atención al monopolio comercial ante la posibilidad del ejercicio del contrabando. Pero argumentaron enérgicamente contra el impuesto del timbre, lo que ocasionó su represión. La metrópoli apeló entonces al recurso


de establecer en su reemplazo un gravamen sobre las mercancías importadas de Inglaterra, tales como el hierro, el papel, el vidrio, el té, etc. Los americanos acordaron no adquirir mercancías inglesas. Ante la actitud de las colonias, los anteriores impuestos fueron suprimidos, menos el del té.

Los americanos acordaron entonces desembarcar el té en los puertos de la colonia (1770) y disfrazados de pieles rojas, arrojaron un cargamento al mar en el puerto de Boston.

Ante la posibilidad de un grave conflicto, los americanos se reunieron en el Congreso de Filadelfia y expidieron una declaración de Derechos y expusieron la teoría constitucional de los norteamericanos. En 1775 comenzó la guerra que duró ocho años.

El Congreso de Filadelfia publicó el 4 de julio de 1776 la Declaración de Independencia de Norteamérica, la cual fue reconocida por Inglaterra, mediante el Tratado de París de 1783. En 1787 Norteamérica expedía su Constitución Federal.

Su redactor, Thomas Jefferson, hizo una de las más nobles aseveraciones en relación con la libertad humana: “Consideramos —dijo- inapelables estas verdades: que todos los hombres fueron creados iguales; que están dotados por su creador de ciertos derechos inalienables, y que entre éstos figuran la vida, la libertad y la consecución de la libertad. Que para asegurar tales derechos entre los hombres se instituyen gobiernos cuyos justos poderes provienen del consentimiento de los gobernados; que siempre que cualquier forma de gobierno pretenda destruir estas finalidades, el pueblo tiene derecho a alterarlo o abolirlo, a instituir un nuevo gobierno cuyos fundamentos se apoyen en tales principios, organizando sus poderes de forma que les parezca más indicada para conseguir su seguridad y su dicha”. (Historia Universal, Vol II, Liberalismo, Restauración y Sociedad, pág. 22 y ss).


BIBLIOGRAFÍA

GAVIRIA, Nicolás. Historia de la Cultura.

HERMANO JUSTO RAMÓN. Historia de Colombia.

JACKSON Y SPIELVOGEL. Civilizaciones de Occidente.

LIÉVANO AGUIRRE, Indalecio. Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra Historia.

MALET, Alberto y ISAAC J. Historia Universal.


MANUEL RODRÍGUEZ TORICES. UN HÉROE DE CARTAGENA PARA TODOS LOS TIEMPOS

Por JORGE PÉREZ VILLA

Téngase presente, que los héroes no nacen, sino que se hacen por virtud de las realidades y las circunstancias. Y la historia de Colombia, nos devela la luz con que han brillado ilustres cartageneros (sin ningún interés utilitario), que han jugado papel fundamental, en la independencia de la República de Colombia. En efecto: refiérome, en forma muy particular a Manuel Rodríguez Torices, quien nació en Cartagena de Indias el 24 de Mayo de 1788.

El prócer Rodríguez Torices, tenía títulos de nobleza a los cuales nunca hizo alusión. Sus primeros años, los estudió en su ciudad natal, pero se hizo posteriormente abogado en el prestigioso Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Santa Fe de Bogotá, centro éste donde estudiaron casi todos los próceres de la independencia. Rodríguez Torices, era fino, amable y circunspecto. No ejerció la profesión de abogado y su pasión era la literatura y la filosofía, pues era de tendencia o inclinación más a hacer el bien, que la desaforada intención de hacer fortuna.1

En Santa Fe de Bogotá, fue aceptado en las mejores tertulias. En especial era visitante de “la tertulia del buen gusto”, la cual era auspiciada por doña Manuela Santamaría de Manrique, en donde tuvo relación con los mejores ilustrados de la época, como Camilo Torres y Francisco José de Caldas; empero, el destino lo llamó a Cartagena de Indias su ciudad natal, donde empezarían a desarrollarse, los hechos más importantes de la independencia de la República de Colombia de España.

1 Sobre Rodríguez Torices ha tratado Carlos Rojas Álvarez en su obra Proclamas y Discursos del Libertador Simón Bolívar. Ediciones del Tolima, 2010, Pág. 60.


Prueba fehaciente de lo anterior, es que Manuel Rodríguez Torices, fue uno de los líderes del movimiento del 22 de mayo de 1810, que hizo expulsar y desterrar de Cartagena y de la Nueva Granada al Gobernador Montes, quien se opuso a gobernar con Antonio de Narváez y la Torre y el Chapetón Tomás de Andrés Torres .

Rodríguez Torices, fue periodista del Argos Americano, diario éste que influyó notablemente en el porvenir del país y en donde traslució todo su pensamiento político. Y, algo bastante sustantivo, que dice mucho de él, en el sentido que fue uno de los signatarios del acta de independencia absoluta de Cartagena, frente a España del 11 de noviembre de 1811, así como también constituyente en la Constitución de Cartagena de 1812.

Ahora bien: es importante anotar, que el ilustre prócer Manuel Rodríguez Torices, fue presidente del estado de Cartagena hacia el 25 de Marzo de 1812 y bajo su gobierno en la lucha independentista, para expulsar a los españoles de la patria, venció a Cortés Campomanes y al español Robustillo el 12 de noviembre de 1812 en el sitio de Moncomojan. Pero lo que más llama la atención en Rodríguez Torices, es que le tocó acoger la emigración venezolana liderada por Bolívar quien venía derrotado de su propio país y poner a Bolívar en la restauración de sus ideas y de su gloria política. Al punto de que Bolívar, muy a pesar de la ira e inconformidad del mercenario Labatud, pide permiso a Rodríguez Torices, para lanzarse a la campaña libertadora sobre Venezuela con 200 soldados cartageneros.

También fue Rodríguez Torices quien en su segunda dictadura, mediante decreto erigió en Villa al entonces sitio de Barranquilla, el 12 de abril de 1813 y la ley sobre el impuesto directo, con lo cual no puede quedar dudas de que Barranquilla hacía parte de Bolívar.2

2 Igualmente , sobre los hechos relacionados con la llegada de Simón Bolívar a Cartagena, y el permiso que le diera Rodríguez Torices para iniciar la campaña libertadora, ha tratado el ilustre historiador cartagenero, Eduardo Lemaitre Román, quien resalta el apoyo directo que recibió Bolívar de Manuel Rodríguez Torices y muestra su compromiso efectivo con la Independencia y su interés por defender la justicia y la libertad. Véase en Lemaitre Román, Eduardo, Historia General de Cartagena de Indias. Ediciones Banco de la República, Pág. 98.


RODRÍGUEZ TORICES, PRESIDENTE EN LA PRIMERA REPÚBLICA

Fue tan importante Rodríguez Torices, que fue presidente en la Primera República de la Nueva Granada (hoy Colombia), a título de gobierno directoral con 24 años de edad. Pues bien: el 23 de septiembre de 1814 la Confederación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada (primera República) resolvió encargar del ejercicio del poder ejecutivo en la perspectiva federal a tres ciudadanos y escogió a Manuel Rodríguez Torices a la sazón presidente del estado de Cartagena, al Gobernador del Socorro, Custodio García Rovira y al Secretario de Gobierno de Antioquia José Manuel Restrepo. Igualmente en asocio de García Rovira y de José Manuel Pey, presidió el segundo triunvirato directoral en 1815 hasta que fue encargado de la presidencia de la República Camilo Torres y Rodríguez Torices actuó como vicepresidente de la República.3

Lastimosamente, cuando se afianzó el proceso contrarrevolucionario de Pablo Morillo; Rodríguez Torices, José Fernández de Madrid, Camilo Torres, Francisco Ulloa y el Conde de Casa Valencia, quisieron embarcarse hacia Buenos Aires, empero llegaron tarde, cuando el buque que iba hacia Buenos Aires había partido y dolorosamente fueron apresados por el Comandante Simón Muñoz, con Francisco José de Caldas y otros.

Fueron llevados a Popayán y de allí a Santa Fe a donde llegaron el 2 de octubre de 1816. El día 3 de octubre fueron juzgados Rodríguez Torices, Camilo Torres y José María Dávila, el día 4 de octubre fueron puestos en capilla y el día 5 de octubre de 1816 fueron conducidos al patíbulo. Tanto Rodríguez Torices como Camilo Torres, ex presidentes de la Nueva Granada (hoy Colombia) fueron ahorcados y despedazados y sus cuerpos exhibidos en varios lugares.

3 Sobre las incidencias del ascenso al gobierno directoral, como presidente de la Confederación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, ha tratado el ilustre historiador Raúl Porto del Portillo en su obra Los Próceres de Cartagena. Ediciones Nacionales Populares, 1960, Pág. 80.


La cabeza de Rodríguez Torices, fue exhibida a la entrada de la ciudad en la hoy Alameda Boyacá, donde estuvo hasta el 14 de octubre de 1816, cuando Morillo lo indultó mediante decreto para darle sepultura. Quién lo creyera, Rodríguez Torices tenía tan sólo 28 años de edad y su misión la había cumplido. Pero su estrella de héroe republicano brilla y permanece en todos los tiempos de nuestra historia política.


ENTREGA DEL BOLETÍN HISTORIAL AL SEÑOR RECTOR DE TECNAR

En la fotografía aparecen de izquierda a derecha, los doctores Carlos Gustavo Méndez, Primer Vicepresidente de la Academia de Historia, León Trujillo Vélez, Presidente de la Academia de Historia, Dionisio Vélez White, Rector de la Fundación Tecnológica Antonio de Arévalo (TECNAR), y Darío Morón Díaz, Segundo Vicepresidente de la Academia de la Historia de Cartagena de Indias, cuando el segundo de los antes mencionados entregaba a Dionisio Vélez White, el Boletín Historial, dirigido por el Académico de Número, doctor Álvaro Angulo Bossa.

La fotografía fue tomada en el Despacho de la Presidencia de la Academia el día del lanzamiento del segundo Boletín Historial, actualmente financiado por la mencionada Fundación Tecnológica.


RECONOCIMIENTO

La Academia de la Historia de Cartagena de Indias hace público su reconocimiento a la familia del Dr. Guillermo Gómez León, ilustre abogado cartagenero y profesor de Derecho Penal de la Universidad de Cartagena, y a los doctores Andrés Rodríguez Pizarro y Augusto Covo Torres por la donación que hicieron con destino a la Biblioteca Juan García del Río, consistente en objetos, libros, y otros medios de divulgación histórica, acto que constituye valioso aporte para el éxito de las actividades culturales de la Academia.

De igual forma, agradecemos al Dr. Rafael Martínez Fernández, Miembro Correspondiente de la Institución, la donación de varios tomos de los Clásicos de Jackson y de la colección de Historia de América de A. Ballesteros. Cartagena, abril de 2011.

RODOLFO NIEVEZ GÓMEZ BIBLIOTECARIO


EL SIGNIFICADO DEL ÁGUILA BICÉFALA DE LA CATEDRAL

Por JORGE DÁVILA-PESTANA VERGARAMiembro de Número de la Academia de la Historia de Cartagena

En muchas oportunidades, al visitar la Catedral Metropolitana de Cartagena, hemos reparado en el piso de mármol de la nave central, antes del presbiterio, una figura de águila con dos cabezas. Al observarla, siempre se nos vienen a la cabeza los mismos interrogantes: ¿Cuál será su significado? ¿Por qué fue colocada allí? ¿Tendrá algún simbolismo religioso?

Estimulados por el Padre Tulio Aristizábal S.J., Miembro de Número de la Academia, quien nos animó desde el principio a realizar la investigación, nos pusimos entonces en la tarea de investigar la razón de su colocación en dicho lugar. Revisado el artículo por parte del sacerdote, presentamos aquí el resultado.

El ÁGUILA COMO SÍMBOLO

A los símbolos debe entendérseles siempre, dentro de un contexto religioso, cultural o esotérico. Tienen en su haber una dimensión espiritual que les permite trasegar a través del tiempo, evolucionando y adaptándose a épocas, religiones, cultos o civilizaciones distintas. Desde tiempos inmemoriales el águila ha sido un símbolo de todos los dioses. Generalmente se le presenta de frente, con las alas extendidas y la cola esparcida para señalar la valentía con presteza. Debido a su fuerza, aguda visión y precisión implacable en la caza, ha sido considerada la más poderosa de las aves, que con su vuelo impasible y a gran altura, domina la tierra. Todo el Mediterráneo de la

Águila bicéfala que se encuentra en el piso de la nave central

de la Catedral antes del presbiterio


Antigüedad recogió este simbolismo, por lo que presidió estandartes persas de las dinastías aqueménides (siglo VIII a de J.C.), al igual que representó figuras mitológicas como el griego Zeus o el egipcio Horus.

IMPERIO ROMANO

Durante el Imperio Romano se le tomó como enseña de la república, y a su amparo, las huestes conquistaron tierras, doblegaron culturas y esclavizaron pueblos. Fue insignia de legiones y emperadores, y la imagen del poder imperial. En los funerales de un emperador, se convertía en el culmen de la apoteosis después de su muerte, cuando al atársele en lo alto de la pira en que se incineraba el cuerpo, y consumir el fuego la cuerda que la amarraba, levantaba vuelo a gran altura, creyéndose entonces, ante el estupor y admiración de la multitud reunida, que partía con su alma para presentarla a Júpiter.

SÍMBOLO DE EMPERADORES, REYES Y ESTADOS

Zares rusos, reyes serbios y albanos, emperadores germanos, todos recurrieron a la identificación empleada por los romanos. Napoleón no fue la excepción en utilizarla cuando se hizo emperador, por lo que volvió a lucir en los pendones de su imperio. En las armerías de Europa del norte y del oriente, es una de los elementos heráldicos que más abunda en sus blasones, siendo el símbolo por excelencia. Actualmente en los escudos de los estados de Egipto, Iraq, Yemen Democrático y Jordania, aparece un águila común a los cuatro, conocida como de Saladino, legendario héroe militar y líder político, Sultán de Egipto y Siria, quien intentó unificar a los pueblos árabes en el siglo XII, y sintetiza la unidad árabe contra el dominio extranjero. 14 países más en el mundo engalanan sus escudos con su figura.


EN EL CRISTIANISMO

En la tradición cristiana significó la resurrección del hijo de Dios, como también, el principio espiritual del hombre capaz de remontar hasta el cielo. Se creía entonces, que podía volar hasta el sol y mirarlo fijamente sin parpadear, hasta identificarse con él, renovando así su plumaje para luego sumergirse en el mar, por lo que simbolizaba la resurrección y la nueva vida después del bautismo. Era por un lado, la encarnación de Cristo contemplando la gloria de Dios, y por el otro, representaba la salvación de las almas del agreste mar del pecado.

Atributo del apóstol San Juan y de los Santos Servacio y Prisca, es también símbolo de los Evangelios, que emanan de la sabiduría de Dios, razón por la cual se emplea con las alas desplegadas en los facistoles que sostienen los libros sagrados. Al águila de Patmos, como se ha denominado a la del Evangelista, en alusión al destierro propinado en la isla del mismo nombre en el Mar Egeo, lugar donde escribió el Apocalipsis, la apreciamos en unos de los altorrelieves de mármol que bordean el antepecho del magnífico púlpito de la Catedral, en el que aparece sujetando entre sus garras un ánfora, mientras al apóstol lo presentan en actitud de introducir en ella una péñola. Hermosa solución escultórica para representar una simbología. Así mismo, en otra marmórea imagen de notables proporciones, situada en la nave colateral izquierda, se encuentra a sus pies.

Imagen de San Juan el Evangelista con el águila de Patmos a sus pies, ubicada en la nave colateral izquierda

de la Basílica Mayor de Cartagena.


Al coronar en Segovia a Isabel I, Reina de Castilla, el 27 de Diciembre de 1474, precisamente el día de la fiesta de San Juan Evangelista, los españoles le añadieron un sentido religioso a la feliz casualidad, razón por la cual, más tarde, casada con Fernando II de Aragón, y ya siendo los Reyes Católicos, el ave es escogida para adornar su blasón.

ÁGUILA BICÉFALA

Para los hititas, pueblo de la antigüedad del Asia Menor, el águila bicéfala fue su insignia. Nuevamente en la edad media, fue adoptada por los turcos seljilcidas, quienes la transmitieron a los cristianos para la época de las Cruzadas. Comenzó entonces a utilizarse como signo heráldico en Europa a partir del siglo XV. Algunos historiadores argumentan que el águila de dos cabezas (bicípite-bicéfala-exployada) la creó Constantino I el Grande, Emperador de Bizancio, otros señalan que fue la casa de los Habsburgo, la que primero la usó en sus armas.

En la ciencia de los heraldos, blasonar con águilas los emblemas, le dan una connotación más noble, al representar ellas la libertad, por su carácter salvaje. Situación contraria ocurre, cuando lucen aves domésticas, pues la sola ausencia de independencia, le resta gallardía a la insignia. Las águilas exployadas son atributos de los dioses y pueden representar poder doble. Mirar a ambos lados, aporta a ese poder, un carácter casi omnisciente, virtud exclusiva de Dios, por la cual conoce todas las cosas reales y posibles.

ÁGUILAS BICÉFALAS EN COLOMBIA

Al Nuevo Reino de Granada llegó el águila exployada coronada, con el escudo de Carlos V, quien a su vez lo heredó de su abuelo Maximiliano, emperador que nació en el Archiducado de Austria. La


razón de las dos cabezas significaba que el imperio austríaco tenía posesiones, tanto en Oriente como en Occidente. Ejemplos de su empleo en Colombia, lo observamos en una de las joyas religiosas más conocidas del país, la Custodia de Popayán, que perteneció a la Iglesia de San Agustín. En ella, el pecho del águila bicípite es el cerquillo que sostiene la sagrada forma, o sea el viril de la custodia, las alas desplegadas, la gloria, y sus patas, parte del pie. Las armas de Tunja, de forma hispano francesa con más de 380 años de antigüedad, es otro ejemplo más, que esta forma dejó su impronta en nuestras tierras.

El águila bicéfala de la Basílica Mayor, probablemente realizada a finales del siglo XVIII, cuando el 39° obispo de Cartagena Fray José Díaz de la Madrid, cubrió de mármol italiano el suelo del templo, es un testimonio más, que por estos lares de América, la iglesia Católica la siguió utilizando, introduciéndola como un símbolo religioso, conservando de esta manera el valor original de encarnar la regeneración espiritual.


BIBLIOGRAFÍA

ARISTIZÁBAL, Tulio, S.J. Iglesias, conventos y hospitales en Cartagena colonial. El Ancora Editores, Bogotá, 1998.

BALTASAR DE ANDRADE, Pedro, Heráldica, Barcelona,1954.

Banderas y Escudos del Mundo. Editorial América. S.A., Madrid, 1986.

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COOPER J. C. Diccionario de símbolos. (trad. Enrique Góngora) Barcelona, 2000.

CHEVALIER, Jean. Diccionario de los símbolos. Editorial Herder, Barcelona,1986.

FAJARDO DE RUEDA, Marta. El Arte Colonial Neogranadino. Bogotá, 1999.

KOCH, Wilfried. Los estilos en arquitectura. Barcelona, 1971.

PIJOAN, José. Historia del Mundo. Barcelona, Salvat Editores, Tomo I, 1969.

“Repertorio Boyacense” N°332, Órgano de la Academia Boyacense de Historia de Tunja, 1996.

SERRANO, Alfonso; PASCUAL, Álvaro. Diccionario de símbolos. Madrid, 2003.


PRÓLOGO ESCRITO POR ARTURO MATSON FIGUEROA,

PRESIDENTE HONORARIO DE LA ACADEMIA, PARA EL LIBRO DEL ACADÉMICO

ÁLVARO ANGULO BOSSA, “PIRATAS Y BUCANEROS DE CARTAGENA DE INDIAS”,

PRESENTADO EL 31 DE MARZO DE 2011 EN EL MUSEO NAVAL.

El 14 de septiembre de 2010, dirigida a mí como Presidente Honorario de la Academia de la Historia de Cartagena de Indias, con gran satisfacción recibí de manos del doctor Álvaro Angulo Bossa, sin la vanidad de un erudito a la violeta, la siguiente comunicación:

“Estimado amigo: por medio de la presente tengo el gusto de enviarte los originales de mi libro Piratas y Bucaneros en Cartagena de Indias: Siglo XVI y XVII, con el objeto de solicitarte, muy cordialmente, me escribas el prólogo sobre este tema que de seguro te agradará, pues se trata de los piratas de Cartagena, sobre todo en lo relacionado con Roberto Baal, o Jean Francois de la Rocque.

Si aceptas esta designación, que con gran afecto te encargo, te ruego el favor de escribirlo con pelos y señales, e inclusive con las correcciones que consideres importantes”.

Con gusto accedí a satisfacer la solicitud del noble amigo Angulo Bossa y aunque el tema ha sido ampliamente trillado, el autor ha realizado un meritorio esfuerzo investigativo, consultando numerosísimas fuentes algunas de las cuales son poco conocidas. Así advierto la confirmación de lo escrito por el genio de la paradoja Oscar Wilde en el sentido de que con la historia tenemos un doble compromiso: leerla y volverla a escribir. Además, es plausible que lo haya elaborado con solvencia intelectual, sacándolo y desempolvándolo de los anaqueles de la historia, porque todavía


conserva vigencia, ya que los episodios de los ataques piráticos y de los sitios que en distintas épocas inopinadamente tuvo que afrontar Cartagena, con valor y abnegación, son sin duda alguna, entre otros, los que con su sabor de aventura y sus indesconocibles ribetes de suspenso novelesco, han venido a la postre a suscitar un vivo interés por el glorioso pretérito de la ciudad. En dicha obra el autor ha revivido los historiados episodios de los ataques y asaltos realizados por los siguientes piratas: el primero protagonizado por un noble francés de nombre Jean Francois de la Rocque, señor de Roberval, cuando la ciudad apenas tenía 11 años de fundada; otro francés, Martín Cote, la asaltó en el año 1559; le siguió el pirata inglés John Hawkins quien fracasó en su propósito de tomarse la ciudad; otro inglés, de muchas campanillas, Francis Drake, a quien su Majestad la Reina de Inglaterra lo ennobleció con el título de “Sir”, se tomó la ciudad en el año 1586; y otro francés, el Barón de Pointis, cuyo nombre era el de Jean Bernard Desjeans, auspiciado por el llamado “Rey Sol” Luis XIV, asaltó y se tomó la ciudad el 13 de abril de 1697 y en esta hizo hasta para vender, utilizando este popular lugar común cartagenero. Del desenfrenado pillaje no escapó un sepulcro de plata labrada, con unas campanillas de oro que se hallaba en el Convento de San Agustín, hoy sede de la Universidad de Cartagena.

Cuando este presente le fue entregado a Luis IV, éste lo hizo devolver inmediatamente a Cartagena y en esta ciudad, durante el sitio de Morillo, fue convertido en monedas. Sobre este asalto de Pointis, el doctor Angulo analiza el comportamiento de dos de sus principales protagonistas, como lo fueron el defensor del Castillo de San Luis en Bocachica, don Sancho Jimeno de Orozco, y el atacante Barón de Pointis, de acuerdo con las versiones que ellos escribieron para la posteridad. Al respecto, el autor termina con el reconocimiento del patriótico comportamiento de don Sancho Jimeno de Orozco.

A los que tengan la oportunidad enriquecedora de leer este buen libro, les hago la recordación, como reza su título, de que trata de la piratería en los siglos XVI y XVII. Por eso no figura ninguno


realizado en el siglo XVIII, como fue el frustrado sitio del Almirante Edward Vernon en el año 1741, en el cual se cubrieron de gloria don Blas de Lezo y el Virrey Sebastián de Eslava, a quien la Corona española le otorgó el título de Marqués de la Real Defensa de Cartagena.

El último capítulo del libro se refiere a la existencia de la “Piratería Moderna”, totalmente desconocida por mí, por lo cual me ha despertado un enorme interés en asimilar lo narrado por el doctor Angulo Bossa.

Con un gran criterio y con propósitos ilustrativos, auxiliado por el código de nuestra lengua – el Diccionario de la Real Academia Española – explica el autor el concepto o sentido de las voces siguientes: Pirata, Bucanero, Filibustero y Corsario.

Como la obra en comento la ha dedicado, según sus palabras, “A la Academia de la Historia de Cartagena de Indias”, aprovecho esta coyuntura para recordar cómo se produjo su vinculación a ella, primero, y después, reconocer y ponderar la meritoria tarea investigativa que febril y exitosamente ha desarrollado el Académico de Número Álvaro Angulo Bossa, de la cual da testimonio la publicación de 10 libros con temas históricos, a cual más interesantes.

Empiezo con el recuerdo de que la presidencia de la Academia de la Historia de Cartagena de Indias, se volvió vitalicia en la persona del sabio humanista don Donaldo Bossa Herazo (q.e.p.d.). Por ello he estimado un gran honor el haber fungido como Vicepresidente del gran maestro, gracias a la postulación hecha por el ilustre y admirado historiador Eduardo Lemaitre Román (q.e.p.d.). En ese entonces la sede de la presidencia era un tertuliadero permanente en la que llevaban la voz cantante las ilustres personalidades mencionadas, cuyos comentarios eruditos enriquecían intelectualmente a los que teníamos el privilegio de escuchar y aprender sus enseñanzas.


Guardadas las debidas proporciones, me aventuro a decir que la Academia era una versión nueva y cartagenera del Jardín Akademus. Mucha razón tuvo entonces el académico e ilustre escritor y también académico Carlos Villalba Bustillo, autor de varios libros sobre la historia política de Colombia, cuando expresó en el prólogo de mi libro “El pensamiento de Núñez en la Constitución de 1991”, lo siguiente:

“Allí suele Matson, ahora, alternar su pontificado de juspublicista con el buen oído que le pone a las siempre sabias enseñanzas del Donaldo Bossa que conoce la historia pública y privada de Cartagena y del Eduardo Lemaitre que no deja de investigar todo cuanto suscita interés por la historia, la literatura y la política”.

Recuerdo que en una reunión vespertina en la que se encontraban el Secretario de la Academia, Celedonio Piñeres, y los académicos Eduardo Lemaitre, Roberto Burgos Ojeda, Jaime Vélez Piñeres y Roberto Méndez Villarreal – todos fallecidos y que en paz descansen – los dos grandes maestros, Bossa y Lemaitre, expresaron una gran preocupación por el futuro de la Academia por la reducción del número de sus miembros, debido a la insoslayable acción de la parca. Agregaron que no estaba lejano el día en que la Academia desaparecería por sustracción de materia, porque las bajas que se producían por la muerte de sus miembros, dejaban vacíos que no se llenaban por desconocimiento que ellos tenían de la existencia en la ciudad de historiadores o de personas aficionadas a los estudios e investigaciones del pasado. Entonces, apartando mi temor reverencial y en forma respetuosa, resolví meter baza sobre el tema con el planteamiento de que en el ámbito universitario existían muchos profesionales inteligentes, cultos, estudiosos y amantes de las letras, que si se les vincularan a la Academia, como fue el caso mío, de seguro en ellos se despertaría una inclinación o una vocación por los estudios del pasado. El doctor Eduardo Lemaitre acogió con entusiasmo mi planteamiento y le sugirió a don Donaldo que, en un acto de confianza por ser yo una persona seria y responsable,


me autorizara para escoger y proponer candidatos a ingresar a la Academia, propuesta que don Donaldo aceptó. Con gran sentido de responsabilidad intelectual y académica, fui presentado candidatos, sin concierto previo con ellos, los cuales, como académicos, han realizado admirables investigaciones históricas, recogidas en artículos y ensayos dados a la estampa en periódicos y revistas, lo mismo que en algunos libros.

Obedeciendo a los criterios orientadores mencionados, teniendo en cuenta, además, que el Derecho es en el fondo política e historia como lo aprendí del maestro Darío Echandía, pensé que un competente profesor de Derecho Constitucional bien informado, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Cartagena, doctor Álvaro Angulo Bossa, era un buen elemento para que la Academia considerara su nombre y lo incorporara a su seno como Miembro Correspondiente.

Y esa concepción no era caprichosa, ni traída por los cabellos, ya que como apasionado cultor del Derecho Público, tengo suficientemente averiguado y bien sabido que para ser un constitucionalista, como lo es el doctor Álvaro Angulo Bossa, no es suficiente la modesta acumulación de conocimientos acerca de la normatividad jurídica, ya que tan pobre bagaje es menester complementarlo con el estudio de las ciencias humanas. Porque en el Derecho Constitucional existen componentes políticos, ideológicos, religiosos, económicos, sociológicos e históricos. La importancia de la historia radica en que ella es la depositaria de los hechos sociales y políticos generadores de las instituciones públicas reguladas seguidamente por el derecho.

Tuve en cuenta también que él demostraba ser un inteligente y simpático escritor que con humor del bueno escribía una columna semanal en el diario El Universal de Cartagena. De manera que sin que él lo supiera y sin sugerencia ni recomendación de nadie, es decir, espontáneamente, me aventuré a presentar su nombre a la consideración de la Academia, corporación que lo acogió finalmente, pues al principio, su Presidente don Donaldo Bossa Herazo, tuvo


alguna reserva y no estaba inclinado a apoyarlo, pues creía que la gente, la opinión, seguramente pensaría que él practicaba el criticado nepotismo. Entonces lo sorprendí cuando manifesté que el ilustre apellido Bossa, se había erigido en un tremendo e insalvable obstáculo en las meritorias carreras que en la academia y en la vida pública adelantaban exitosamente profesionales que honran su apellido.

Cuando me di cuenta de que al gran maestro le gustaron mis alegaciones, le conté que el doctor Álvaro Angulo Bossa, su pariente, era una persona jovial, amable, cordial, descomplicada y sin ninguna clase de presunciones, intrínsecamente buena, cuya bondad a veces raya en lo ingenuo, que su familia y legión de amigos que tiene, cariñosamente lo llamamos “Curro Angulo”. Y cuando no tuve duda de que los resortes de la reserva se habían ablandado, le conté la siguiente anécdota que conocí de labios del inteligente y culto académico entrañable amigo suyo, Rafael Ballestas Morales; autor de un precioso libro sobre la historia de Cartagena en el siglo XX cuya presentación estuvo a mi cargo: un día de clases en la Universidad de Cartagena el profesor Angulo Bossa estaba explicando la teoría de la separación o división tripartita del poder público, cuando llegó a la entrada del aula una persona preguntando si allí se encontraba el “Doctor Curro”. Es indescriptible la enorme hilaridad que le produjo la anécdota al admirado y nunca olvidado maestro.

Después, como remate de mi faena, para demostrar que la referida candidatura prohijada por mi no obedecía a los conceptos de amistad ni de compañerismo universitario, insistí en darle mayores datos sobre las condiciones intelectuales y académicas del doctor Angulo Bossa: que obtuvo el grado de bachiller en el prestigioso Colegio de la Esperanza de Cartagena; que sus estudios de Derecho los hizo en la Universidad de Cartagena y Libre de Bogotá; que hizo un curso de Magíster en Ciencias Políticas en la Universidad de Los Andes en Bogotá; que además de regentar una cátedra Universitaria, en ese momento era Magistrado del Tribunal Administrativo de Bolívar; y que en el año 1986, para conmemorar los 100 años de


la Constitución de 1886, el Gobierno Nacional, por conducto del Banco de la República, dispuso que las Universidades investigaran y escribieran sobre las realizaciones y ejecutorias de los ciudadanos que hicieron parte del Consejo Nacional de Delegatarios, que expidió dicha Constitución. A la Universidad de Cartagena le correspondió el nombre poco conocido del Delegatario Simón Herrera Tenorio y la tarea requerida fue encomendada a los doctores Roberto Burgos Ojeda y Álvaro Angulo Bossa, quienes la realizaron con ejemplar consagración. El fruto o resultado de esa importante investigación consta en un libro editado por el área cultural del Banco de la República. El también profesor y académico Roberto Burgos Ojeda, presente en la reunión como viene dicho, corroboró lo expresado por mí y agregó que su compañero Angulo Bossa, fue quien viajó a Bogotá y que en la Biblioteca Nacional y en la Hemeroteca del Banco de la República, recaudó el material suficiente sobre la participación de Simón Herrera Tenorio en el Consejo Nacional de Delegatarios.

Parodiando unas expresiones del desaparecido y brillante escritor Alfredo Iriarte sobre el historiador Tomás Rueda Vargas, manifesté que el doctor Angulo Bossa, desde muy joven ha estado familiarizado con los signos del alfabeto.

Al terminar mi respetuosa y cordial intervención, de par en par quedaron abiertas las puertas de la Academia para el ingreso a ella del doctor Álvaro Angulo Bossa, quien con la investidura académica ha dictado en ella muchas sápidas y bien documentadas conferencias sobre la inagotable materia histórica y, en una impresionante maratón editorial, ha impuesto la marca, utilizando este vocablo del deporte, de la publicación de 10 libros, incluyendo el presente. Y como coloquialmente se dice, todavía el rancho está ardiendo, porque este fecundo autor no ha colgado los guantes. Las diez obras hijas de su caletre, son las siguientes: 1-Añoranzas de El Cabrero. 2- Instituciones Políticas y Derecho Constitucional. 3- Aspectos Sociales y Políticos de Cartagena. 4- Crónicas y Añoranzas de Cartagena. 5- Novelistas y Cuentistas de Cartagena. 6- Historia del


folclor musical en la provincia de Cartagena. 7- 1816: El régimen del terror en Cartagena de Indias. 8- El corazón del General Ricardo Gaitán Obeso. 9- Vida y trayectoria del Delegatario Simón Herrera Tenorio. 10- Piratas y Bucaneros en Cartagena de Indias: siglos XVI y XVII.

Como me he extendido demasiado, por mi deseo de poner de resalto las ejecutorias académicas del doctor Álvaro Angulo Bossa, que me satisfacen y me enorgullecen por haber sido el promotor de su ingreso a la Academia, creo haber reconocido con justicia que ellas son dignas de loanzas y ameritan un reconocimiento, como corporación, de la benemérita Academia de la Historia de Cartagena de Indias. Y para terminar estas líneas que he hilvanado con afecto, recomiendo el importante trabajo elaborado por el doctor Angulo Bossa sobre los Piratas y Bucaneros en Cartagena de Indias: Siglos XVI y XVII.


CONVENIO No. 024-2011, CELEBRADO ENTRE EL INSTITUTO DE PATRIMONIO Y CULTURA DE

CARTAGENA Y LA ACADEMIA DE LA HISTORIA DE CARTAGENA DE INDIAS

CARTAGENA CONMEMORA EL BICENTENARIO DE SU INDEPENDENCIA

OBJETIVO: Coordinar y dirigir la celebración de Eventos y actos académicos y culturales con los cuales se conmemorarán los doscientos años de la Independencia de Cartagena de Indias.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS:

1º. Proporcionar los elementos necesarios para la creación de una conciencia colectiva de la Historia de Cartagena de Indias, haciendo énfasis en el período de la autonomía 1810, la independencia absoluta 1811, la consolidación, Constitución de 1812 y la libertad 1821.

2º. Contribuir, mediante conferencias, seminarios, mesas redondas, paneles, disertaciones, etc., a la educación, capacitación y formación integral de los diferentes Estamentos y Generaciones residentes en la ciudad de Cartagena de Indias.

FUNCIONES DE LA ACADEMIA: Diseñar, coordinar y desarrollar eventos, actos y ceremoniales con los cuales el Distrito. el Concejo, los Centros Educativos y/o de formación, conmemorarán y divulgarán el Bicentenario de la Independencia de Cartagena de Indias.


ALCANCE: Participación de conformidad con los objetivos de este documento, de los Miembros de la Academia de la Historia de Cartagena, en los actos y eventos programados con la comunidad de Cartagena, del Departamento de Bolívar y el país en general, y, en particular, con los gobernantes, dirigentes del sector público y privado, ejecutivos, docentes y comunidades residentes en la ciudad o que se trasladen a ésta para efectos de recibir los beneficios de este proyecto.

DURACIÓN: Los actos y eventos que se realicen durante los años 2011 a 2012.

COSTOS: El costo del desarrollo de este proyecto, es de VEINTICINCO MILLONES DE PESOS ( $ 25.000.000.oo).

IRINA JUNIELES ACOSTADIRECTORA I.P.C.C

LEÓN TRUJILLO VÉLEZPRESIDENTE ACADEMIA


PRÓLOGO DEL LIBRO

“LA AZAROSA VIDA DE JOSÉ FERNÁNDEZ DE MADRID Y OTROS ENSAYOS,” DEL CUAL ES AUTOR EL ACADÉMICO CARLOS GUSTAVO

MÉNDEZ RODRÍGUEZ.

Por RAFAEL BALLESTAS MORALES

Por disposición de su Consejo Directivo, ha querido la Universidad Libre, Sede Cartagena, vincularse a la conmemoración del bicentenario de la independencia de Cartagena de Indias, que se cumple el 11 de noviembre de 2011, con la publicación de varios libros alusivos a ese célebre acontecimiento histórico, que se considera por muchos estudiosos del tema como el hecho que marcó la verdadera independencia absoluta de España por parte del territorio colonial que hoy forma la república de Colombia.

El primero de estos aportes bibliográficos es este volumen de la autoría del médico e historiador Carlos Gustavo Méndez Rodríguez, quien ocupa con sobrados méritos la Vicerrectoría de nuestra institución universitaria seccional, obra que ha titulado “La azarosa vida de José Fernández de Madrid y otros ensayos”.

El doctor Méndez Rodríguez, además de haberse destacado como una de las más valiosas unidades profesionales de su especialidad, ha consagrado su quehacer intelectual a la cátedra y la dirección universitaria, al estudio continuo de la historia y a la producción literaria en ensayos y columnas periodísticas, publicados en los diarios “El Espectador”, “El Periódico” y “El Universal”. En este último mantiene desde hace años amena columna semanal, una de las más leídas de ese medio informativo. La Academia de la Historia de Cartagena lo tiene como su Primer Vicepresidente y uno de sus más valiosos integrantes, membrecía que ejerce, además, en otras instituciones similares del país.


Se ocupa en este libro, en primer lugar, de la vida y de la obra del prócer cartagenero, médico y abogado José Fernández de Madrid, en quien encuentra facetas y alusiones escapadas a los otros historiógrafos que han accedido a examinarlas.

El capítulo sobre este notable personaje es apasionante y se deja leer con fruición. Nacido en Cartagena de Indias, Fernández de Madrid vivió sus primeros años en Santafé de Bogotá, en donde se doctoró en Derecho Canónico y Medicina, a la segunda de las cuales dedicó sus oficios, sin dejar de lado un depurado cultivo literario, que activó como partícipe de la tertulia “El Buen Gusto”, una de las más famosas de esa capital, y en la producción de poemas y dramas teatrales, calificados por el autor de esta semblanza “como uno de los primeros indicios de la reacción literaria contra el neoclasicismo, que entonces imperaba en todo el continente”.

Retornó Fernández de Madrid a su ciudad natal en una época en que en ella ardían las ideas y propósitos separatistas del gobierno español, torbellino en que se vio envuelto, hasta alcanzar figuración cimera y convertirse en copartícipe de esos acontecimientos, que condujeron a la declaración de independencia absoluta de España, expedida el 11 de noviembre de 1811, documento del cual fue uno de sus firmantes.

A partir de este momento histórico, comienza el curso de su agitada vida pública, que lo lleva a alcanzar altos destinos oficiales, con bruscos altibajos, que hacen calificarlo, unas veces, como un gran patriota por sus panegiristas; y, otras, como traidor y cobarde, por sus detractores, vida que se extingue a los 41 años, el 28 de junio de 1830, en la lejanía de la población inglesa de Barnes, no sin antes recitar a los presentes en su lecho de muerte, entre ellos el general Francisco de Paula Santander, algunos versos de Virgilio, lo que da la medida de su fervorosa vocación poética.

Cartagena, por especial empeño del presidente Rafael Núñez, perpetuó su memoria, erigiéndole una estatua, diseñada por el artista


cartagenero Luis Felipe Jaspe y hecha en Génova, Italia, la cual se inauguró con toda la pompa merecida el 19 de febrero de 1889, día del centenario de su nacimiento, que hoy podemos apreciar en el parque que lleva su nombre, en el barrio San Diego.

Comprende esta obra, también, un capítulo sobre “la Inquisición en Cartagena de Indias y su papel represor de algunas actividades denominadas como brujería en el siglo XVII”, que Méndez trata con laboriosa objetividad, sobre todo al emprender el análisis de sus antecedentes, orígenes, fines, competencia, procedimientos y tintes legendarios.

Como todo cuanto tiene que ver universal y localmente con el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, este capítulo rinde al lector ante su seducción histórica, que oscila entre la realidad y la ficción.

El ensayo que hace el autor sobre el papel de los virus y otros organismos, especialmente los de la viruela y la fiebre amarilla en la historia de América y Colombia, es propio del acucioso investigador, que a tal versación suma su condición de avesado galeno, lo cual permite que abarque con propiedad variados aspectos de ese hecho que incidió en el destino de la salud pública en estos lares americanos.

El tema lo maneja Méndez con su característico estilo deleitoso, que descarta cualquier riesgo de hastío por parte de sus lectores.

Mención especial merece el capítulo sobre los brotes de rebeldía ocurridos en Cartagena de Indias entre el 23 de mayo y el 14 de junio de 1810, calificados por Méndez como “hitos importantes en el proceso independentista de Cartagena de Indias”, que para respetados historiadores fueron, en realidad, las primeras manifestaciones del anhelo de libertad definitiva de estos pueblos con resultados evidentes, como fue, entre otros, la destitución y destierro del gobernador “chapetón” Francisco Montes, acontecimientos sobre los cuales ha profundizado en su estudio, y que aquí, en este volumen


bibliográfico, nos lo muestra a plenitud, con todas sus peripecias y dramáticos episodios.

Otros interesantes capítulos conforman este texto, nacidos de la reconocida erudición sin poses ni artificios propios del autor, que son manjares literarios que refrescan el espíritu y la mente con su lectura.

Estaba en mora Carlos Gustavo Méndez Rodríguez de regalarnos su obra prima, siendo, como es, un infatigable lector y un esmerado escritor que ha producido tanto.

Se decidió a hacerlo, y, gracias al patrocinio de la Universidad Libre, sede Cartagena, hoy contamos con esta edición, que compila parte de esa amplia producción escrita, que me complazco en presentar, por razón de la dignidad académica que ostento en esta benemérita institución universitaria y la calurosa e inmutable amistad que me une con su autor.

PRESIDENTE DELEGADO – RECTOR DE LA UNIVERSIDAD LIBRE, SEDE CARTAGENA.

MIEMBRO DE NÚMERO DE LA ACADEMIA DE LA HISTORIA DE CARTAGENA.

MIEMBRO CORRESPONDIENTE DE LA ACADEMIA COLOMBIANA DE HISTORIA.

MIEMBRO CORRESPONDIENTE DE LA ACADEMIA COLOMBIANA DE JURISPRUDENCIA.


EL PENSAMIENTO DE JOSÉ IGNACIO DE POMBO EN LA INDEPENDENCIA DE LA NUEVA GRANADA

Por CARLOS VILLALBA BUSTILLO

Se sabía en la Nueva Granada, en nuestra clase culta, que en los últimos diez años del siglo XVIII el liberalismo político reinaba desde Francia como conjunto de ideas y principios impulsados por la revolución burguesa. El feudalismo había cedido al individualismo y la monarquía al Estado de derecho. Sin embargo, en Francia los problemas políticos se agravaron pero las voces de sus filósofos se oían con entusiasmo, y el clima intelectual que en Inglaterra habían creado Locke y Adam Smith en la ciencia política y la teoría económica, complementó la solidez de una escuela que marcaría la salida ideológica del mundo occidental.

El racionalismo que advino con el júbilo revolucionario comenzó a revisar la teología católica, las conquistas de la nobleza, la moral social imperante, la estructura económica de los Estados-nación, en fin, todo el andamiaje jurídico y los valores culturales. Para ese racionalismo crítico todo lo que oliera a libertad era irrefutable, y todo lo que la contrariara era contrarrevolucionario. El arte, la creación literaria, la Universidad, todo estuvo presente en la construcción de la nueva sociedad. Esa filosofía, depurada por la razón, tenía una ética que agradaba al industrial, al comerciante, al asalariado, al profesional y al dirigente político. Con excepción de la Iglesia, que se colocó a la defensiva, los sectores sociales se sentían ansiosos por realizarse.

No obstante, la doctrina liberal propiciaba una dispersión clasista con la tesis de que la acción estatal no debía entorpecer la iniciativa privada. La igualdad ante la ley que se pregonaba no fue suficiente para contener las contradicciones políticas que conceptos como el de la propiedad y su peso absoluto producían a medida que su régimen


jurídico distanciaba a las clases, tanto en sus pretensiones políticas como en sus posibilidades económicas. Coerción pública sólo podía haberla cuando con la violencia se impedía el pacífico ejercicio de los derechos y las libertades. El poder político, como fuerza sola, o sea, sin una idea a la cual servir, repugnaba a la conciencia individual de los hombres libres de pensar y actuar. Hombre actor y Estado espectador eran los términos del dilema.

La anterior fue la razón por la cual el capitalismo surgió en la economía como hijo legítimo del liberalismo. En los inicios del siglo XIX, pudo haberse regado por el mundo el predominio de este sistema económico. Pero los desarrollos de la misma revolución que alimentaron Voltaire, Rousseau, Holbach y Helvetius, más el ingrediente de las guerras napoleónicas, retardaron su expansión.

El ejemplo más significativo de ese retardo fue el bajonazo de la industria textil como corolario de la desestabilización del comercio marítimo. Además, el ritmo del desarrollo económico no corrió parejas con la organización del trabajo ni con la utilización del crédito para financiar el proceso productivo. El capitalismo, sin embargo, avanzó con la construcción de las redes ferroviarias, el auge de la metalurgia, la formación de las sociedades anónimas, el uso acelerado de la máquina y el aumento de la fuerza laboral. A una democracia política moldeada en las Constituciones se le añadió otra democracia económica afincada en la inversión de capital y en las relaciones entre quienes lo aportaban y lo multiplicaban con trabajo remunerado.

¿Qué tuvo que ver José Ignacio de Pombo con las ideas precedentes al llegar a Cartagena, a los 25 años de su edad?

Alfonso Múnera sostiene que José Ignacio de Pombo “desempeñó un papel clave en la difusión del pensamiento y de la ciencia moderna e, incluso, en los intentos de adecuación de una infraestructura básica para el desarrollo de una actividad científica en la Nueva Granada”(1)


Entre tales ciencias estaban la política y la economía. Por eso, alguien se atrevió a decir que Pombo había sido el importador del liberalismo político y uno de los impulsores del capitalismo criollo desde el Real Tribunal del Consulado de Comercio de Cartagena de Indias. Es en Cartagena donde Pombo, payanés de nacimiento, despliega toda la actividad intelectual que permite a sus compatriotas conocer el proceso y destino de un movimiento que, aparte de armas y soldados, requería descubrir un mundo que lo proveyera de libertades, paz, instituciones políticas, equilibrio social y horizontes económicos para competir dentro de una comunidad de naciones, en su propio continente y con otros países de otros continentes que lo aventajaban en cultura, producción y logros científicos y artísticos.

Un ejemplar humano que a sus talentos sumó cultura humanística y tres idiomas bien aprendidos y hablados, tenía, sin duda, material para convencer a otros criollos como él de que pensaran en grande respecto de la suerte de su sociedad y su dinámica. No hay que aceptar, en consecuencia, la tesis simplista que presenta a Pombo como divulgador de ideas por el hecho de que hubiera traído, con su hermano Manuel, una imprenta para el Consulado de Comercio siendo el accionista más prominente de la Compañía de Minas de Almaguer. Jorge Orlando Melo, igual que Múnera, lo ubica en el sitial que su obra merece: “Como lo muestran sus escritos – dice –, Pombo fue probablemente el neogranadino que mejor conoció la literatura económica de su época. Ya en 1800 citaba a Adam Smith, y es evidente su familiaridad con los ilustrados y arbitristas españoles como Ward, Campillo, Jovellanos, Campomanes y Floridablanca. Entre los franceses, había leído a Necker y D’Alambert, y cita con frecuencia a los norteamericanos Jefferson y Albert Gallatin” (2).

Es innegable que de lo expresado por Melo se deduce que el mérito de haber sido el difusor eficaz de los dos liberalismos, el político y el económico, bases también de las dos democracias de entonces, la política y la económica, imbrica los dos instrumentos, el práctico y el conceptual, con la conciencia de que la Nueva Granada necesitaba


saber hacía dónde se dirigía cuando obtuviera –era inevitable– la condición de Estado libre.

Sin embargo, sus cálculos políticos, fundados tal vez en los privilegios de su posición económica, o en la relación que tuvo con las autoridades virreinales, lo forzó a adoptar lo que hoy llaman un bajo perfil para no sucumbir al poder seductor de la figuración. En Pombo, pensamiento y acción no caminaron juntos por ese u otros motivos, como suele suceder con tantos pensadores. Por lo mismo, su reconocimiento de las Cortes Españolas y el no haber firmado la declaración de Independencia con los demás cartageneros, hacen que entre 1810 y la fecha de su muerte el Pombo de los veinte años anteriores sea otro: relegado, temeroso e inactivo, desmintiendo con su conducta remisa el alcance de una prédica que había calado entre sus compatriotas. Nariño, en La Bagatela, censuró ese tránsito inexplicable en una figura de su talla.

Pese a sus dobleces, la labor ideológica de Pombo superó con creces su indiferencia para aparejar a su acervo ideológico un trabajo político consecuente con sus tesis. No se descartó que durante sus tres últimos años de vida una enfermedad de relativa gravedad y lento desarrollo hubiera causado traumas en su personalidad. O que una depresión lo obligara al retiro definitivo de la vida pública. Aún así, en 1812, Juan de Dios Amador insistió en que se le escogiera como delegado a la convención que debía expedir una Constitución para Cartagena, ya que don José Ignacio tenía redactado un proyecto muy completo. Pero unos ataques inclementes por haber protegido a un español realista impidieron su presencia en aquella asamblea.

Sin restarles mérito a otros granadinos eminentes que pregonaron el librecambio en la posindependencia, cuando el modelo de Estado liberal no admitía reparos entre nuestros partidos y nuestros ideólogos, a Pombo podemos llamarlo el precursor de esa teoría entre nosotros. Por convicción y por interés –lícito, naturalmente– planteaba la necesidad de un comercio libre y organizado. Sus


vínculos comerciales con Quito, Lima, La Habana y Cádiz, en la metrópoli, lo indujeron a recoger en sus escritos personales y en sus informes oficiales los cambios que el desarrollo continental exigía a medida que otras potencias miraban hacia acá, ya peleándole a España las oportunidades que ofrecía el mercado, ora entendiéndose con ella a través de los mecanismos del intercambio bilateral.

La labor precursora de Pombo en ese sentido fue tanto más importante cuanto que, merced a su empeño, las autoridades virreinales pudieron conocer indicadores confiables del comercio de la Nueva Granada con el exterior y de Cartagena de Indias con Santa Fe. Desde su Expediente sobre la formación de un Tribunal de Comercio en Cartagena, hasta sus dos informes finales sobre comercio y contrabando, inéditos hasta hace poco, o más bien desconocidos, los datos suministrados sobre importaciones, exportaciones, impuestos, incremento del comercio legal de productos intercambiados y providencias adoptadas, constituyeron elementos de convicción que el Virreinato desaprovechó –y más adelante la República– para que el país reforzara sus avances institucionales con una economía sin paralelismos nocivos para su desarrollo.

¿No fue una visión privilegiada la del hombre que quiso que se levantara una carta geográfica del Reino para que supieran los neogranadinos cuál era su chance de explotar un territorio rico en agricultura, ganadería, minería y recursos naturales, y, además de eso, con dos océanos arriba y a un lado de toda su extensión? Y ¿qué tal la memoria que elaboró sobre el Atrato y la sugerencia de construirle un canal interoceánico que no hemos hecho en dos siglos de vida independiente? ¿Podríamos olvidar, acaso, lo que dijo Pombo sobre apertura de caminos, reconocimiento de ríos, creación de sociedades portuarias, abolicionismo y estudios de población para identificar mejor nuestros rasgos culturales? En la mentalidad del estudioso y los afanes del hombre de negocios que analizaba a su país con realismo, propuestas como las anteriores


respondían al anhelo de que el Estado asumiera como responsabilidad el desarrollo de una sociedad civil presta a usar bien el medio que la albergaba. Pombo hablaba adelantadísimo, porque veía claro lo que otros todavía no habían visto, y porque sabía que más allá de la rebelión de los cabildos, los memoriales de agravios, el cambio de manos de las encomiendas y las rabietas de los curas criollos contra los curas españoles, la Nueva Granada demandaba creatividad y audacia ante el reto de sus potenciales físico, económico y humano.

No por causalidad fueron los cartageneros los primeros que hablaron de independencia absoluta, sino porque vivían allí, donde Pombo pensaba y escribía sobre los problemas de Cartagena, su política y su economía. Sus líderes, por consiguiente, se pronunciaron sin hacer en sus documentos políticos carantoñas al rey de España, ni demostrarles temores a las autoridades. Menos aun lo harían al discutir los estatutos que concebirían para un nuevo orden político.

Que los Cavero, los Piñeres, los Romero, los Granados, los García de Toledo, los Amador, los Del Real, los Canabal, los Del Castillo, los Lecuna, los Rodríguez Torices, los Fernández de Madrid, los Benito Revollo y los demás firmantes del Acta carecieran del sentido de la oportunidad, es otra cosa. Eso ni les quitaba ni les agregaba a unas ideas que acicateaban su actitud. Tampoco las desconocía Bolívar cuando pugnaba por impedir que la revolución, al consolidarse, se convirtiera en un vertedero de hechos ingobernables. Eso también era otra cosa: era el realismo del Libertador para encauzar conquistas que, sueltas de madrina, podían corromper la proyección del movimiento emancipador.

Pombo pensaba y sugería para una sociedad estratificada, con distancias abismales entre un núcleo social y otro, como la del Nuevo Reino en su tiempo, pero con presiones imperceptibles por un cambio que acelerara la movilidad social, soluciones radicales. No era improbable que se frustrara un movimiento independentista


en un virreinato en el que la rigidez de los estratos no terminaba de identificar en sus propósitos políticos a los criollos con los indios y los negros. O a los civilizados, que llamaba Caldas, con los salvajes de zonas como el Darién, la Guajira, el Chocó y Andaquíes. Los criollos entendían, claro, su mensaje, pero había diferencias de criterio entre los mediterráneos y los caribes sobre las ideas que hombres como Pombo planteaban en busca de horizontes más despejados. Era explicable: muchos de ellos eran hijos privilegiados de los peninsulares que se asentaron en ciudades como Santa Fe, Popayán, Tunja, Cartagena y Santa Marta.

Tenía que haber discrepancias entre un pensador que presentaba la necesidad de educar a un pueblo sin diferenciación de clases y otro que agotaba su potencial pidiendo, tan sólo, que las colonias tuvieran participación en las Altas Cortes del Reino. Entre el que observaba y juzgaba su sociedad como un concepto totalizador y el que pretendía la integración de las autoridades basado en el poder económico de una clase.

Cuando Pombo hablaba de liberalismo e insistía en que se gobernara con criterio liberal, bajo el mando de personeros ilustres que enseñaran ciencias sociales y naturales con el fin de reivindicar de sus sufrimientos a los sectores esclavizados y pobres, se empeñaba en que fueran las ideas democráticas las que apalancaran el ejercicio del poder político y el curso normal de la economía. Las ideas precisas para quitarles de encima a los granadinos el cargo de ser rabiosos, rebeldes, inconstantes, intrigantes, flojos y ladrones cuando podían. Acusaciones que un oidor de la Audiencia de Santa Fe estampó en uno de sus informes, y que Javier Ocampo López transcribe en su Proceso ideológico de la Emancipación en Colombia (3).

De esa manera, a secas, sin hablar de imitaciones, José Ignacio de Pombo ensayaba la explicación de su modelo de sociedad. No fue él, sino su pariente Miguel de Pombo, el que hizo publicar la


Constitución de los Estados Unidos de América con la esperanza de que se imitara su régimen federativo en la Nueva Granada. Fue, pues, Miguel de Pombo quien coincidió, en este punto, con Camilo Torres, otro federalista irreductible, en seguir “los pasos de ese pueblo filósofo, y seremos tan felices como ellos” (Carta de Camilo Torres a su tío Ignacio Tenorio).

Por ese silencio de Pombo sobre la oportunidad de imitar un modelo extranjero, por excepcional que fuera, se colige que creyó más en que nos diéramos una organización política que reflejara las características del medio neogranadino, hecho de condiciones políticas, económicas, sociales, culturales, ambientales, raciales y educativas que no se asemejaban ni a las de Francia ni a las de Estados Unidos en la transición de los siglos XVIII y XIX. De haberse rescatado su proyecto de Constitución para Cartagena, de seguro habríamos confirmado esta percepción nacionalista de un orden institucional nuevo. En relación con la economía pensaba igual. En su informe del Real Tribunal, fue enfático al afirmar que “las aduanas deben ser un medio político de fomento de la industria nacional y de contención al influjo de la extranjera”. Sólo subsidiariamente –agregaba– deben formar un ramo de los productos del Estado.

Ya desde entonces, Pombo era un convencido de que la hazaña renacentista que constituyó el descubrimiento de América había cumplido su ciclo tanto política como económicamente, y que los derechos inherentes a la conquista que subsistían al despuntar el proceso revolucionario en todos los pueblos de la América Hispana, recibían los retos del derecho a la liberación de todos ellos. Era lo imitable de Francia y los Estados Unidos, gracias a sus respectivas revoluciones, y ese anhelo sí hervía como exigencia histórica en el pellejo lastimado de un continente que no resistía más yugos desde las protestas de los frailes Las Casas y Montesinos.


Un caballero con la inteligencia y la erudición de Pombo, sus viajes y su mundo, entendía bien que la vida de una patria, su riqueza y su barro, sus hombres y sus valores, sus convicciones y sus utopías, son el material con que se labra un destino histórico prometedor, es decir, son los ingredientes del Estado que la agrupe y la represente como Nación. En la Nueva Granada teníamos agricultura, ganadería, comercio, industria balbuciente, un territorio extenso con todos los climas, dos costas larguísimas, minería y gente buena y ambiciosa que aprovechara la independencia política, los recursos económicos y las virtudes sociales, para que los derechos y libertades que conquistara tuvieran el sello que elementos como la tradición, la cultura, las costumbres, la tierra, las creencias y la voluntad de progresar le imprimen a un país en trance de transformación.

Pombo es uno de los ejemplos que el Caribe ofrece de vocación e intensidad por conseguir un desarrollo con creatividad, esfuerzos e impulsos revolucionarios en su mejor sentido. El desarrollo no siempre es pausado y su ritmo va demandando saltos drásticos. Y si, como hace doscientos años, el medio político y social lo dominaba el rey de un imperio celoso de sus poderes, tenía que ser nuestra realidad y no otra la que diera de sí la fuerza de los cambios que la expansión vital de la Nueva Granada requiriera.

Por otra parte, aquella vocación y aquella intensidad llevaban implícita la audacia sutil con que debe combatirse, desde el punto de vista intelectual, un orden caduco. Sin audacia no podía haber futuro, ni unidad en torno de un ideal común. Por eso fue posible transfundir el liberalismo que bullía en los espíritus al mismo tiempo que la opresión política los fastidiaba coartándole al individuo su capacidad de ser protagonista de algo y para algo. Había que conspirar, no contra un modo de ser que nos dejó algo de cultura, religión y raza, sino contra un modo de mandar que impedía la libertad de los granadinos para ser ellos y reconocerse en sus instituciones.


La conmemoración del bicentenario debería servir, entre otras cosas, para que los colombianos tratemos de recuperar legados ideológicos como el de Pombo, condenados al olvido, si acaso citados como débil referencia de unas cuantas existencias útiles, a pesar del valor político que tuvieron y del papel que cumplieron en la cronología de una historia que, precisamente por ese desdén nuestro, está lejos de ser desentrañada en su integridad y en su verdad.

(1) MÚNERA, Alfonso. Fronteras imaginadas. Ed. Planeta, pág. 50, Bogotá, 2005.

(2) MELO, Jorge Orlando, DE POMBO, José Ignacio. Introducción al libro Contrabando y Comercio en Cartagena de Indias. Ediciones Nueva Biblioteca Colombiana, Bogotá, 1986, páginas 7 a 10.

(3) OCAMPO LÓPEZ, Javier. El proceso ideológico de la emancipación en Colombia. Ed. Instituto Colombiano de Cultura, segunda edición. Bogotá, 1980, páginas 75 y 76.


HISTORIA DE LAS EMPRESAS PÚBLICAS MUNICIPALES DE CARTAGENA

(TRABAJO PRESENTADO POR EL Dr. JORGE BENEDETTI GONZÁLEZ EL 14 DE ABRIL DE 2011 EN LA ACADEMIA DE HISTORIA, COMO

INVITADO ESPECIAL DE LA ACADEMIA.)

El día 4 de abril de 1961, fue sancionado el acuerdo número 12 del Concejo Municipal, que le dio vida a las nuevas Empresas Publicas Municipales de Cartagena como Entidad Autónoma, Descentralizada con Personería Jurídica y Patrimonio Propio, hecho que fue determinante para la aprobación del Crédito que la Junta Administradora y la Gerencia con el acompañamiento de la Dirección Técnica de las anteriores Empresas Publicas De Cartagena estaban gestionando ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Como estos dos acontecimientos tan importantes para el Desarrollo Industrial y Turístico de Cartagena, sucedieron durante mi gestión como Gerente de las Empresas Publicas de Cartagena en esa fecha, y ratificado luego en propiedad, como Gerente de las nuevas Empresas, que el acuerdo No 12 creaba, me ha solicitado el señor Presidente de la Honorable Academia de Historia Dr. León Trujillo Vélez, que haga un recuento de estos hechos, así como de las obras que con los dineros del Empréstito se planearon y ejecutaron en Cartagena.

ANTECEDENTES

Las antiguas Empresas Publicas de Cartagena tienen su origen en el acuerdo 23 del 14 de Diciembre del año 1943 del Concejo Municipal de Cartagena y la ley 8ª de 1944. Las obras que se indican en el artículo 3 de la ley 8a de 1944 son las mismas que aparecen en el artículo 2 del Acuerdo No 23 del 14 Diciembre de 1943.


ARTÍCULO 2º. Las obras a las que se refiere el artículo anterior son las siguientes:

A. MUNICIPALES 1. Plan regulador de la ciudad futura. 2. Plan de higienización fundamental incluyendo la construcción de las Letrinas faltantes en la ciudad y sus corregimientos, según se determina en el presente Acuerdo. 3. Construcción de los Edificios para escuelas que se necesitan en el Municipio. 4. Obras en los corregimientos: Escuelas, Letrinas en las casas en que no las hay, Casas de gobierno, Construcción o Reparación de Iglesias, Pequeños Parques. 5. Construcción y Reparación de Parques. 6. Rectificación y pavimentación de calles, incluyendo las principales de los barrios pobres. 7. Obras de beneficencia (casa de Maternidad, para el niño, etc.) 8. Crematorio. 9. Matadero. 10. Cementerio nuevo, y 11. Aguadas en los corregimientos.

B. NACIONALES: 12. Canal del Dique. Arreglo definitivo de esta obra de manera que Cartagena sea puerto de río y Terminal del Magdalena sin ninguna inferioridad ante otros terminales del río padre de la patria. (Ley 30 de 1915, Ley 71 de 1919). 13. Terminación de la carretera Cartagena – Montería; en parte es un sector de la Gran Troncal de Occidente. (Ley 139 de 1937); 14. Alcantarillado (ley 10 de 1941). 15. Defensa de la ciudad reparando la existente y terminando los sectores faltantes, de manera que comprenda desde el Hotel Caribe hasta Crespo, gestionando con la Andian la terminación de la parte que le corresponde (Ley 117 de 1936). 16. Avenida Santander – Terminación de esta obra. (Ley 117 de 1936).


17. Levantamiento de los rieles sobrantes y reemplazo de ellos por una avenida que comience en la Boca del Puente y termine en el lugar en el que los rieles derivan hacia los muelles modernos (Ley 62 de 1937) 18. Limpieza, canalización, angostamiento de los caños de la bahía y terraplenado de sus orillas, urbanización y venta de lotes en las tierras rellenadas por las dragas.(Ley 62 de 1937 y Ley 261 de 1938); 19. Estadium para todos los deportes.(Ley 72 de1928). En cumplimiento de las anteriores disposiciones, el Gobierno Nacional y el Municipio de Cartagena celebraron dos contratos a saber: El primero de ellos fue suscrito entre el Municipio y la Nación, firmado en el mes de mayo de 1945 por el Dr. Carlos Peláez Trujillo en representación del Ministerio de Hacienda y Crédito Público, el Dr. Adán Arriaga Andrade Ministro de Trabajo, Higiene y Previsión Social, el Dr. Álvaro Díaz Ministro de Obras Publicas, y el Dr. Luís E. Lengua Navas, Personero Municipal de Cartagena, mediante el cual la Nación toma a su cargo y bajo su responsabilidad las obras enumeradas en el artículo 3º de la ley 8ª, de 1944.

Este contrato fue aprobado según Acuerdo Municipal No 10 de 1945 del 17 de Mayo y elevado a Escritura Pública No 2891 del 20 de agosto de 1945 en la notaria 3ª de Bogotá.

El segundo contrato está contenido en la escritura No 4536 de la notaria 2ª de Bogotá, de fecha 6 de agosto de 1946, mediante el cual se autoriza la emisión de Títulos de Deuda Pública denominados “Bonos de Cartagena”, en cuantía hasta $12.000.000, para el financiamiento de las obras de que trata el Acuerdo 23 del año 1943 del Concejo Municipal de Cartagena y la ley 8ª de 1944.

Dicha Escritura fue firmada por el Dr. Francisco de Paula Pérez, como Ministro de Hacienda y Crédito Público, el Dr. Luis García


Cadena Encargado del Ministerio de Obras Públicas, Dr. Luis E. Lengua Navas en su calidad de Personero Municipal de Cartagena y el Dr. Julio Caro Gerente del Banco de la República.

En el artículo 22 se crea una JUNTA ADMINISTRADORA, a la cual le dan amplias facultades y autonomía para administrar los Bienes y Servicios que la Nación recibió del Municipio según la Escritura 2891 de 20 de agosto de 1945, y además, las enumeradas en los artículos 90,100 y 110 de la misma.

Dicha Junta Administradora quedó integrada por tres miembros, así:

A) Un representante del Gobierno Nacional B) Un representante del Banco de la República C) Un representante del Concejo Municipal de Cartagena escogido de una terna que presentaría el señor Presidente de la República.

El día 14 de septiembre de 1960 fui elegido como Gerente de las Empresas Publicas de Cartagena por la Junta Administradora que en esa fecha la integraban los siguientes miembros:

José Vicente Mogollón Jr. (Presidente), En representación del Banco de la República.

Rafael Fuentes L. En representación del Presidente de República.

Vicente Martínez Martelo En representación de del Concejo Municipal.

Mi primera gestión al frente de las Empresas Publicas se centró en concretar la Financiación para acometer las obras de ampliación del Acueducto y construcción del Alcantarillado para Cartagena, ya que en una reunión celebrada en Bogotá en Septiembre del año de 1960, días antes de mi posesión, con el Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y gracias a la intervención del Dr.


Misael Pastrana Borrero, se logró un primer contacto con el Dr. Felipe Herrera, Presidente del BID.

A dicha reunión asistieron, en representación de las Empresas Publicas, Don José Vicente Mogollón Jr. y el Dr. Antonio Paz F. y además estuvieron presentes el Dr. Enrique Peñaloza, el Dr. Rafael Uribe y el Dr. Alberto Araujo M. en ese entonces Representante a la Cámara.

Como en ese momento contábamos con toda la información técnica para el buen Desarrollo de la Obras, viajé a Bogotá en el mes de Diciembre de 1960, y en una reunión celebrada en las oficinas del Dr. Ignacio Copete Lizaralde director del BID, en compañía del Dr. Ricardo Segovia, Alcalde de la Ciudad, del Sr. José Vicente Mogollón Jr., Presidente de la Junta y del Dr. Antonio J. Paz Franco, Director de la Sección técnica, le hicimos entrega de toda la documentación existente.

Una comisión del BID integrada por los doctores Alfredo Hernández, Director, Haroldo F. Schultes, Ingeniero Hidráulico, y Orlando Letelier, Asesor Económico (quien años mas tarde fue Ministro del Presidente de Chile, Salvador Allende, y luego asesinado en la ciudad de Washington) llegó a Cartagena en el mes de enero de 1961 para estudiar a fondo la situación de las EEPPM, tanto en la parte Administrativa como la Legal y Técnica; con ellos nos reunimos varios días y simultáneamente analizamos el alcance de las obras, que planeábamos ejecutar y los aspectos financieros y legales pertinentes.

La respuesta del Banco fue positiva, pero condicionada a que se modificara la Estructura Básica de las Empresas Publicas de Cartagena, transformándola en Entidad Autónoma, Descentralizada, con Personería Jurídica y Patrimonio Propio, y además, que quedare establecido, que mientras tuviese vigencia el préstamo, la composición de su Junta Directiva no fuese modificada, lo cual ocasionaría la suspensión de los desembolsos del Crédito.


Era alcalde de la ciudad el Dr. Ricardo Segovia Morales, quien lideró ante el Concejo Municipal la discusión del Proyecto de Acuerdo y los requerimientos exigidos por el Banco para el otorgamiento del crédito.

Fueron muchas las conversaciones, y profundos los debates que se dieron tanto en el Concejo como en la opinión pública, explicándoles los alcances de la iniciativa y los enormes beneficios que se derivarían para la ciudad con el otorgamiento del préstamo.

El 28 de marzo de 1961 en sesión extraordinaria del Honorable Concejo Municipal, bajo la presidencia de Doña Concepción Botett de Vélez, se aprobó en último debate el Proyecto de Acuerdo durante el cual se escucharon las intervenciones de muchos de los asistentes entre los que se recuerdan la de los Concejales: Diógenes Guerra, Eduardo Lemaitre Román, Roberto Arrazola y Tomás Erazo Ríos; finalmente el 4 de Abril fue debidamente sancionado.

La Junta Directiva de las Nuevas Empresas Publicas Municipales de Cartagena quedó constituida así:

2 Miembros con sus respectivos suplentes elegidos por el Concejo Municipal, pudiendo ser o no Concejales. 1 Miembro con su respectivo suplente, designado por la Cámara de Comercio de Cartagena. 1 Miembro con su respectivo suplente, designado por el Presidente de la República. 1 Miembro con su respectivo suplente, designado por la Junta Directiva de la Oficina Principal del Banco de la República y el Alcalde de la Ciudad o su Representante. En el mes de Septiembre viajé a Washington en compañía del Dr. Rafael Fuentes, miembro de la Junta Directiva, para ultimar algunos detalles sobre la forma de los desembolsos y los mecanismos para efectuar los pagos parciales para el servicio de la deuda.


Durante nuestra estancia en Washington el Sr. Embajador ofreció un almuerzo en la sede de la Embajada, en honor del Dr. Felipe Herrera, Presidente del BID, y del Sr. Ministro de Hacienda recién nombrado Dr. Misael Pastrana Borrero. Allí se concretaron la fecha y los detalles para la firma del respectivo Contrato.

Dicho Documento fue firmado en el salón amarillo de la gobernación el día 17 de octubre de 1961 con la asistencia del Dr. Felipe Herrera, Presidente del BID, Monseñor López Umaña, Arzobispo de Cartagena, Misael Pastrana Borrero, Ministro de Hacienda en ese momento, Dr. Víctor G. Ricardo, Ministro de Minas y Petróleos, Dr. Ricardo Segovia Morales, ya en calidad de Gobernador del Departamento, Dr. Juan C. Arango Alcalde Mayor de la Ciudad, Dr. Ignacio Copete Lizaralde Director del BID, Dr. Alfonso Grados, Jefe de Información del BID, Edgar Gutiérrez C, Director Nacional de Planeación, los doctores Miguel Fadul y Enrique Peñalosa, Asesores de la EEPP, Fernán Caballero Vives Presidente del Concejo Municipal, los Honorables Concejales, un numeroso grupo de invitados especiales y los nuevos miembros de la Junta Directiva de las Empresas Publicas Municipales de Cartagena, José Vicente Mogollón Jr, Rafael Fuentes L, Wilfrido Castro, Osvaldo Román, Hernando Vergara Támara.

Transcribo a continuación parte del discurso que durante la ceremonia de la firma del empréstito, pronuncio el presidente de la Junta Sr. José Vicente Mogollón Jr.

“Nuestra ciudad había mirado siempre hacia su pasado histórico; nuestros esfuerzos mas grandes habían sido precisamente para conservarlo, pero la trascendencia de esta operación que acabamos de solemnizar hoy, estriba precisamente en las proyecciones que para el Desarrollo futuro, Turístico e Industrial representará para la ciudad de Cartagena.


Una gran zona Industrial se desarrollará en el área cercana a Mamonal, el volumen de importaciones y exportaciones de nuestro puerto crecerá considerablemente, un gran núcleo humano se desplazara hacia esta zona, la demanda de mano de obra crecerá apreciablemente, la ciudad sentirá la expansión en todos sus sectores comerciales e Industriales, la disponibilidad de Servicios Públicos hará posible este desarrollo, y abrirá para la ciudad las puertas de un desarrollo que jamás habíamos soñado”.

Lo anterior es muy parecido a una profecía y refleja la visión de nuestros Directores en esa fecha, y da fe de la trascendencia del Acuerdo Municipal No 12, que creó las nuevas Empresas Publicas, con el cual se logró cristalizar la operación del empréstito con el BID y la ejecución de las obras que con esos fondos se obtuvieron.

Posteriormente con fecha 5 de Febrero de 1962, firmé en Bogotá con el Dr. Carlos Obando Velasco, Ministro de Obras Publicas el contrato 5-7-8-1-62 por valor de $59.000.000, suma que la Nación se obligó a invertir en las obras de Alcantarillado que el Gobierno Nacional giraría en partidas anuales incluidas en el Presupuesto de la Nación.

Cuando el BID otorgó el préstamo, los $27.360.000 equivalían en esa fecha a US3.800.000 a una tasa de cambio de $7.20 MC por cada dólar, pero con un tope para los desembolsos hasta los $27.360.000 aprobados inicialmente. Como la devaluación acelerada de nuestra moneda nos dio la posibilidad de recibir más pesos por los mismos US3.800.000, se le solicitó al BID eliminar el tope de los $27.360.000, lo cual fue aceptado, permitiéndole a las Empresas un aumento de $11.000.000 adicionales en los desembolsos futuros. Con la firma del préstamo del BID, su modificación y el contrato que se suscribió con el Ministerio de Obras Publicas, quedó asegurada la financiación de las obras para la Ampliación del Acueducto y el Nuevo Alcantarillado.


DESARROLLO DE LAS OBRAS

El programa a ejecutar con los fondos del Empréstito del BID, era el siguiente:

A) Captación adicional de aguas, desde la fuente existente del canal del Dique.B) Conducción adicional desde el sitio de captación hasta la Planta de Tratamiento mediante una tubería de 30¨ diámetro en una longitud de 42 Kms.C) Construcción de una nueva Planta de Tratamiento contigua a la existente, incluyendo obras complementarias para aumentar la capacidad hasta 57.000 Mts3 diarios.D) Extensión de la red de agua potable a los barrios más necesitados de la ciudad.E) Construcción de un sistema Matriz y redes secundarias de recolectores para el Alcantarillado de la ciudad.F) Construcción de Estaciones de bombeos y eyecciones neumáticas según lo requiere el sistema de alcantarillado.G) Vertimiento final de las aguas residuales a 80 Mts de la costa y a 23 Mts. de profundidad.

Por su gran complejidad las obras en el Centro Amurallado y San Diego requirieron estudios especiales debido a los desniveles que se presentaban en muchas casas e inclusive la existencia de letrinas en la mitad de las vías.

En todos los sectores del Centro de la ciudad se instalaron nuevas tuberías de Acueducto trabajos que fueron ejecutados por las Empresas Publicas y coordinados con los contratistas.

Simultáneamente con la instalación de las tuberías de Acueducto y Alcantarillado, se pavimentaron todas las calles afectadas incluyendo la Plaza de la Aduana, cuyos adoquines fueron trasladados a la Plaza de Armas del fuerte Pastelillo donde funciona el Club de Pesca.


El Dr. Francisco González Tatis, quien fue Ingeniero de la firma Olap-Conscaribe me recordaba amablemente:

“Que los alrededores del mercado público, situado en ese entonces donde hoy se yergue el majestuoso Centro de Conversiones, se inundaba con las altas mareas Se diseñó un sistema de tres tuberías de 48¨ desde la “Bahía de las Ánimas” a la “Ciénaga de Chambacú”, a fin de equilibrar el nivel de las mareas”.

A estas tuberías se le anexaron, con tuberías de menor diámetro, con Imbornales en las esquinas y con un canal que corre de las calles del Tablón, Badillo 1ª y San Agustín hasta la esquina de la Universidad, el alcantarillado pluvial de gran zona del centro de la ciudad, la Avenida Daniel Lemaitre, y los alrededores del parque del Centenario y de Getsemaní.

Las obras se extendieron a la Calle Media Luna, Calle Larga y todo el Barrio de Getsemaní, con su correspondiente pavimentación y andenes; y en la última semana del mes abril de 1964, se inicio formalmente la instalación de la red domiciliaria de Alcantarillado y la pavimentación de todas sus calles en el barrio Bocagrande, obras estas que fueron terminadas en Administraciones Posteriores. En Manga se instalaron todas las redes del Nuevo Alcantarillado y se repuso gran parte de la red de Acueducto que estaba deteriorada. Por primera vez se usaron allí los recién importados equipos de Well Points, con los cuales se facilitaba la realización de trabajos en zonas donde el nivel freático era muy alto.

El día 2 de junio de 1962 se abrió la licitación para la instalación de aproximadamente 15 Km de tuberías para la Red Domiciliaria de Alcantarillado en los barrios del Pie de la Popa y Lo Amador, contrato que fue adjudicado a la firma Otero Pacheco y Alfonso Olarte C., obras que fueron iniciadas el día 8 de febrero de 1963.


De Génova Italia se importaron 52 Km de tubería para la red secundaria del alcantarillado, los cuales fueron instalados en los diferentes barrios de la ciudad.

Al igual que en el Centro y Getsemaní, simultáneamente con la instalación de la tubería sanitaria, se reponía la tubería de Acueducto deteriorada, trabajos que adelantaban las EEMM con su personal en coordinación con los otros contratistas que pavimentaban en concreto todas las calles afectadas.

Para el cobro de la pavimentación de las Vías se estableció un gravamen teniendo en cuenta la longitud de los frentes de cada propiedad hasta la mitad de la calle correspondiente. En la Edición del Diario El Universal, de fecha de 30 de Agosto de 1962, aparece en página entera uno de los cobros que se hizo en ese entonces a los propietarios de las Calles de la Chichería, Tejadillo, Jardín, Carbonera, Siete Infantes, Portobelo y Avenida de la Circunvalación, que bordea las murallas.

En lo referente a la ampliación del Acueducto, ésta incluía la instalación de una tubería adicional de 30¨ pulgadas para la conducción de agua cruda en extensión de 42 Km desde la estación de bombeo de Gambote hasta la Planta de Tratamiento localizada en los Altos del Bosque y una nueva Planta de Tratamiento de agua. El contrato para la instalación de la tubería fue adjudicado el 6 de abril de 1962 a la firma Grandicon y Rodrigo Puente y Cía., a un costo de $14.500.000, el cual resultó más bajo en $3.380.000 del que hubiese costado la tubería de fabricación nacional. Esta obra quedó concluida en mi administración.

Con la instalación de la nueva tubería, la capacidad de conducción de agua cruda se elevó de 32.000 Mts3 diarios a 64.000 Mts3 diarios. Los planos para la Nueva Planta de Tratamiento fueron elaborados en la sección técnica de las Empresas Públicas y por los Asesores.


La correspondiente licitación se abrió el día 16 de Marzo de 1964 y se cerró el 4 de Junio del mismo año.

La adjudicación y contratación de esta obra se hizo en administraciones posteriores a mi retiro de la Gerencia el día 12 de Junio de 1964.

Todos los trabajos que hemos enumerado, se coordinaron a través de la Sección técnica bajo la dirección del Dr. Antonio J. Paz Franco, y laboraron bajo su dependencia, entre otros, el Dr. Jorge Cruz Pombo, el Dr. Jaime Logreira, el Dr. Roberto Puente Fernández, el Dr. Enrique Tatis del Valle, quien paso luego a ocupar la Dirección de Servicios Varios, el Dr. Javier Martínez Ibarra, y en la Sección de Dibujo Aidé Muñoz, Alicia Blanco Portacio, Ernesto Gutiérrez Arteta y los Topógrafos José Ignacio Bustillo y Pablo Escalante y otros cuyos nombres puedo haber omitido.

La magnitud de las obras que se acometieron implicó la apertura de frentes de trabajo en casi toda la ciudad, no hubo calle y andén que no fuesen intervenidos y la molestia que en ese momento sufrieron los ciudadanos de Cartagena fue compensada con el cumplimiento de los compromisos adquiridos para ejecutar todas las obras que financió el BID.

Y hoy resulta increíble que con un personal técnico y administrativo tan reducido, pero lleno de mística, amor por su ciudad y consagración a su trabajo, todas estas obras se hayan convertido en realidad.

Fueron muchas las enseñanzas que recibí de los diferentes miembros de la Junta Directiva que me acompañaron durante mi gestión desde el 14 de septiembre de 1960 al 12 de Junio de 1964, y muy grande el apoyo que recibí del grupo de empleados que laboró a mi lado, gracias a lo cual se hizo posible que tan vasto plan de obras se hubiese desarrollado.


A José Vicente Mogollón Jr., Rafael Fuentes L, y Vicente Martínez Martelo, quienes me llevaron a esa posición, a Donaldo Bossa Herazo, Secretario de las EEPP y a Don Julio Lorduy, mi más estrecho colaborador en la Gerencia, les rindo hoy un homenaje póstumo de admiración, agradecimiento .

JORGE BENEDETTI GONZÁLEZ Cartagena de Indias, Abril 14 de 2011.

Esta obra se terminó de imprimir en Alpha Editores, en el mes de mayo de 2011.

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