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Fundada en 2001.

Consejo de redacción: Víctor Aparicio Basauri, Paz Arias García, Andrés CaberoÁlvarez, Cristina Fernández Álvarez, José Filgueira Lois, Ignacio López Fernández,Pedro Marina González, Juan José Martínez Jambrina, Ana Esther Sánchez Gutiérrez y César Sanz de la Garza.

© Copyright 2001: Asociación Asturiana de Neuropsiquiatría y Salud Mental - Profesionales de Salud Mental (Asociación Española de Neuropsiquiatría)

e-mail: [email protected]

La revista puede ser vista en la página web www.aen.es de la Asociación Española deNeuropsiquiatría (AEN), en el apartado de publicaciones (otras publicaciones).

Ilustración de la cubierta: La habitación roja (1908) de Henri Matisse. Oleo sobretela. Museo del Hermitage. San Petersburgo.

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, trasmitida en ninguna forma o medio alguno, electrónico o mecánico,incluyendo fotocopias, grabaciones o cualquier sistema de recuperación de almacenaje de información, sin la autorización por escrito del titular del Copyright.

Número de ejemplares: 200

Depósito legal: AS – 3.607 – 01

ISSN: 1578/9594

Impresión: Imprenta Goymar, S.L. – Padre Suárez, 2 – Oviedo.

Periodicidad: Semestral

Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria colabora con el Departamento de SaludMental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud.

Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria no se editó por la crisis económica en Españalos años 2011 y 2013. Los años 2014 y 2015 sólo se editó un número.

Los autores son responsables de la opinión que libremente exponen en sus artículos.

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SUMARIO

ARTÍCULOS ORIGINALES

Presentación:El automatismo mental. Seis aspectos de actualidadJosé María Álvarez y Fernando Colina............................................................................................. 7

El hombre hablado. A propósito del automatismo mental y la subjetividad modernaJosé María Álvarez ......................................................................................................................... 11

Lenguaje y automatismoKepa Matilla ................................................................................................................................... 35

Atrapados en el automatismoIria María Prieto Payo ..................................................................................................................... 45

Cuerpo y automatismo mental (o el cuerpo en la psicosis)Antonio González Herrera .............................................................................................................. 51

Futuro del automatismo mentalFernando Colina ............................................................................................................................. 61

INFORMESDeclaración de Atocha 2016.......................................................................................................... 71

RESEÑASAproximación a Freud: una lectura actual .................................................................................... 79Trabajo vivo en acto. Clínica de los encierros ............................................................................... 82Volviendo a la normalidad:La invención del TDAH y el Trastorno Bipolar Infantil ......................... 87

IN MEMORIAMMichelle Tansella ............................................................................................................................ 91

NOTICIAS BREVES ................................................................................................................ 93

REUNIONES CIENTÍFICAS ................................................................................................. 97

NORMAS DE PUBLICACIÓN ........................................................................................... 105

Vol. 13 - Núm. 1 - 2015

Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria

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Hace ahora un siglo, Clérambault comenzaba a elaborar el síndrome del automatismomental. Lo que esta descripción aportó a la psicopatología clínica contiene una enseñan-za que no se ha devaluado con el paso del tiempo. Cuando menos son seis los aspectos queconservan hoy día el más vivo interés. Todos ellos renuevan su actualidad y la extienden aterritorios situados mucho más allá de la importancia que le confirió en su tiempo tan sin-gular médico de la Enfermería especial de Prefectura de Policía de París.

El primero, enmarcado en la investigación historiográfica, sitúa el automatismo mentalcomo la culminación de la fenomenología descriptiva, cenit de las observaciones sobre lasalucinaciones desarrollado por los clínicos franceses a lo largo del siglo XIX y primerasdécadas del XX. En él confluyen las aportaciones semiológicas más brillantes, desde Es-quirol hasta Séglas, pasando por Baillarger. A lo largo de ciento treinta años, paulatina-mente, las alucinaciones verbales abandonarían el apartado de la patología de la percep-ción para inscribirse –como propuso Séglas– en el de la patología del lenguaje interior.

De esas contribuciones habría de surgir la figura del xenópata, es decir, el sujeto habla-do por el lenguaje, de quien Clérambault ofrece el retrato más esmerado. Y aquí radica elsegundo aspecto, de índole estructural, que nos muestra de forma clara y dramática la re-lación del sujeto y el lenguaje. Desde esta perspectiva adquiere fundamento la preguntaacerca de si los trastornos del lenguaje son una manifestación de la psicosis o la psicosis esun efecto del desorden de la relación del sujeto con el lenguaje. A esta consideración aportala noción de xenopatía argumentos capitales de reflexión. A nuestro parecer, el conceptoxenopatía incluye una representación privilegiada de la fractura interior, pero aporta unmatiz esencial que otros términos (disgregación, escisión, disociación, discordancia, esqui-zofrenia, etc.) no contienen: un elemento «extraño», «extranjero» (xeno), habita en el in-terior de lo más íntimo del ser y su presencia lo enferma (patía). El lenguaje que nos cons-tituye, elemento íntimo y a la vez extraño, se adueña paulatinamente del sujeto y acabahablando a través de él (xenopatía del lenguaje). De forma descriptiva lo usamos para re-ferir la inefabilidad de experimentar el propio pensamiento, los propios actos, las propiassensaciones corporales o los propios sentimientos como si fueran ajenos, impropios o im-puestos, como si estuvieran determinados o provinieran de otro lugar –no importa que seaexterior o interior– del que el sujeto, perplejo y sumido en el enigma, no se reconoce comoagente sino como un mero y exclusivo receptor.

Pero el automatismo mental no se limita a una descripción micro-fenomenológica delnacimiento a la psicosis o de su periodo de estado. En su conjunto –este es el tercer aspec-to– constituye un modelo nosológico para pensar la locura. En él se muestra el proceso deedificación de las psicosis alucinatorias crónicas desde el surgimiento de los fenómenos ele-mentales, esas miniaturas en las que está inscrita el conjunto de la experiencia psicótica,hasta el gran síndrome con componentes alucinatorios, delirantes, cenestésicos y motrices;esto es, desde el síndrome de pasividad (retrato preciso de la tiranía que ejerce el lenguaje

PresentaciónEl automatismo mental. Seis aspectos de actualidad

Cuad. Psiquiatr. Comunitaria,Vol. 13, N.º 1, pp. 7 - 10, 2015

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sobre el esquizofrénico) hasta la gran fragmentación simbólica y corporal descrita en eltriple automatismo mental. Además, este modelo destaca la discontinuidad de la experien-cia que entraña el desencadenamiento, llegando hasta el extremo de la conformación deuna “personalidad segunda”, tan ajena como extraña a la personalidad premórbida.

El cuarto aspecto que destacamos sitúa al automatismo mental como la expresión másdepurada del pathos moderno: la experiencia del hombre hablado, fragmentado, interinode sí mismo. Más que ningún otro trastorno mental, el automatismo mental, la esquizofre-nia y las locuras discordantes son el testimonio directo de la presencia amenazadora, autó-noma, parásita e intrusa del lenguaje, cuya manifestación por excelencia es la ruptura deunidad interior que asola al hombre moderno. De ella encontramos testimonios de prime-ra mano no sólo en el ámbito de la investigación psicopatológica de las alucinaciones. Lahallamos asimismo en el fundamento de la teoría aportada por el psicoanálisis, en la cualla división subjetiva se da como hecho constitutivo y la facultad comunicativa del lengua-je es relegada frente a la que lo concibe como lo genuino del ser. También ese determinis-mo del lenguaje sobre el hombre y la fragmentación que lo acompaña inexorablemente sepone de relieve en la moderna literatura (Joyce, Woolf, Faulkner) y en la filosofía, especial-mente en Heidegger y sus seguidores.

Estas experiencias de fragmentación, de las cuales las voces o alucinaciones verbales sonla expresión más reveladora, parecen estrechamente vinculadas a la singularidad del pathosdel hombre de la época de la ciencia y la declinación de la omnipotencia divina. Surge deaquí un quinto aspecto consistente en interrogarse sobre el origen histórico de la esquizo-frenia (el polo esquizofrénico o xenopático de la psicosis). Siguiendo esta hipótesis, la es-quizofrenia debería concebirse como una enfermedad histórica que expresa la profundatransmutación de la subjetividad sobrevenida con la aparición del discurso científico, conel que el hombre se abrió a nuevos tipos de experiencias respecto a las relaciones con elmundo, los otros y consigo mismo. Esta propuesta, cuyos argumentos extraemos de la his-toria de la subjetividad y de la psicopatología clínica, se sumaría a las que con vigor con-tradicen la visión de las enfermedades mentales como hechos de la naturaleza. Además, lle-vando hasta el extremo dicha propuesta, podríamos concebir la esquizofrenia como unsíntoma de la ciencia, en la medida en que ese trastorno señala los límites infranqueablesacerca de aquello que la propia ciencia ignora de sí misma.

Por último, el automatismo mental es la bisagra que articula la clínica clásica y el psi-coanálisis moderno. Las elaboraciones de Lacan sobre el lenguaje, el goce, lo real y la psi-cosis surgen sobre todo en referencia al automatismo mental; en este sentido, la descrip-ción de la xenopatía clérambaultiana da pie a la construcción de una teoría en la que ellenguaje o discurso del Otro determina y conforma al sujeto. Ahora bien, la clínica clási-ca y su precisa semiología aportan las herramientas necesarias para, en la mayoría de loscasos, distinguir mediante criterios fenomenológicos al loco del cuerdo. Hay en el últimotramo de la enseñanza de Lacan, sin embargo, una vuelta de tuerca más que interesa anuestra reflexión: si se admite que el lenguaje es constitutivo del ser (parlêtre), podría pen-sarse una dimensión genérica de la xenopatía, una experiencia común a todos los hom-bres, a partir de la cual surgiría la nueva pregunta de por qué no estamos todos locos o

José María Álvarez y Fernando Colina

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por qué no todos experimentamos el lenguaje como un ente autónomo que nos usa parahablar en nosotros y a través de nosotros. Desde este punto de vista, al pensamiento tra-dicional de la clínica estructural (neurosis versus psicosis; cordura versus locura) se añadeel de una clínica continuista, en la cual la psicosis sería una experiencia originaria comúnde la que los neuróticos lograrían zafarse con éxito mediante el empleo eficaz de ciertosmecanismos defensivos.

Todos estos aspectos convierten al automatismo mental en el gran referente para pensarla locura moderna, la representada por la fragmentación y las voces, es decir, por el polomás esquizofrénico de la psicosis. Pero también, transitando de la psicología patológica ala psicología general, el automatismo mental constituye la más importante apoyatura de laraigambre lingüística que nos convierte en sujetos y que hace del lenguaje la sustancia delalma.

Los textos de este monográfico recogen grosso modo las intervenciones presentadas enel Simposio «Automatismo mental», desarrollado en el marco del congreso nacional de laAsociación Española de Neuropsiquiatría, en Tenerife (2012). Además de compartir tema,estos textos tienen en común que sus autores trabajan, han trabajado o se han formado enel Hospital psiquiátrico Dr. Villacián de Valladolid, transferido hace unos años al Serviciode psiquiatría del Hospital Universitario Río Hortega. De ahí el carácter colectivo del en-foque de la materia tratada, de la visión general de la quintaesencia de la locura y del tratocon el alienado.

José María Álvarez y Fernando Colina

Presentación

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Además de un polo genuino de la psico-sis, el automatismo mental puede pensarse,si se enfoca desde el punto de vista de lahistoria de la subjetividad, como la locurapor excelencia del hombre moderno. Estalocura pone en escena a un protagonistasolitario y ensimismado, cuyo pequeñomundo no está poblado de semejantes sinode palabras. Pero de palabras que le aludeny le increpan, de voces que le dicen lo queno quiere oír. Y aunque nadie las pronun-cie, esas palabras están tan vivas y son tanreales que le hieren. Porque en ese hombrehablado habita un Otro, amo y señor del

lenguaje, un Otro que habla cuando leviene en gana, sin contar con la voluntadde su único y perplejo interlocutor.

Este retrato del hombre moderno, al quepodemos calificar de xenópata, ilumina deforma dramática una novedosa relación delser y el lenguaje, ligazón para la que Lacaninventó el neologismo parlêtre («hablante-ser»). A diferencia del hombre de otrostiempos, el del final de la Modernidad haquedado reducido a mero eco de un lengua-je que habla a través de él. En esta singularinversión, que atañe por igual al loco y al

RESUMENSe propone que el automatismo mental,

además de un síndrome clínico bien definido, re-presenta al sujeto del final de la Modernidad, esdecir, al hombre hablado. Para ello se argumentaque las alucinaciones verbales genuinas de lalocura son una manifestación clínica relativamen-te reciente. La presencia de las voces muestra uncambio fundamental de la relación entre el sujetoy el lenguaje. En el terreno psicopatológico, esapresencia del Otro del lenguaje que habla alcan-za su mayor dramatismo en la xenopatía. Pero laxenopatía del lenguaje afecta también, aunque deotro modo, al hombre normal. De ahí que sepueda plantear la existencia de un automatismomental generalizado.

Palabras clave: Alucinaciones verbales(voces), injuria, xenopatía, automatismo mental,hombre hablado, sujeto de la Modernidad, auto-matismo mental generalizado.

RESUMENIt is proposed that the mental automatism,

besides a well defined clinical syndrome, it also re-presents the subject of the end of Modernity, or whatis the same, the spoken man. For that reason, it isargued that the authentic verbal hallucinations ofmadness are a relatively recent clinical manifesta-tion. The presence of voices shows a fundamentalchange in the relationship between the subject andthe language. In the psychopathological field, thatpresence of the Other of the language that speaksreaches its highest dramatism in the xenopathy. Butthe xenopatía of language also affects, though in adifferent way, to the normal man. Because of thesereasons it can be stated the existence of a generali-zed mental automatism.

Key words: Verbal hallucinations (voices),slander, xenopathy, mental automatism, spoken man, subject of modernity, generalized mental automatism.

Cuad. Psiquiatr. Comunitaria,Vol. 13, N.º 1, pp. 11 - 33, 2015

El hombre hablado. A propósito del automatismo mental y la subjetividadmodernaThe spoken man. About the mental automatism and subjectivityJosé María ÁlvarezPsicólogo clínico. Hospital Universitaria Río Hortega (Valladolid).

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José María Álvarez

cuerdo, el lenguaje se emancipa del gobiernode la persona y adquiere autonomía propia,es decir, se independiza de su portador yacaba por tiranizarlo. Ya no hay un sujetoque habla sino un hombre hablado.

EL HOMBRE HABLADO

Aunque no se ha discutido lo suficiente,algunos hemos visto en el automatismomental y en la esquizofrenia un nuevo tipode expresión del pathos que representaría alsujeto de las postrimerías de la Modernidad.Se trata del hombre roto, fragmentado, des-unido, pero sobre todo del hombre hablado.Desde este punto de vista, los padecimientosespecíficos de cada época perfilarían, por sudramatismo, el retrato más pulido de la sub-jetividad. Dividido, discordante e invadidopor el nuevo demonio del lenguaje, elhombre del siglo XIX y buena parte del XXse encarna en la figura del xenópata, esa ma-rioneta manipulada por una instancia queno es su yo y hablada desde un lugar en elque no se reconoce.

Esta hipótesis da por buenos dos supues-tos, en los cuales se apoya. Por una parte, seadmite que la locura propia de cada épocaconstituye la caricatura de ese tipo de subje-tividad, hipótesis que desarrollaré a lo largodel texto. Por otra, se considera que lalocura genuina del final de la Modernidad,conforme a lo que se pone de relieve en losestudios de psicopatología, es la alucinaciónverbal, es decir, las voces.

Tocante a la cuestión de las voces, enume-raré seis peculiaridades que enmarcan, orde-nan y perfilan esta problemática. En primerlugar, hasta el siglo XIX son escasísimas lasreferencias a las alucinaciones, cuyas fuga-ces menciones están eclipsadas por la omni-presencia de los delirios, el furor, los temoresy la tristeza. En segundo lugar, los primeros

retratos de las alucinaciones las sitúan en laesfera visual y pintan al alucinado como unvisionario. En tercer lugar, a mediados delsiglo XIX la figura del visionario se ensom-breció y en su lugar comenzó a resplandecerel alucinado de las palabras, al que Baillar-ger, en una memorable metáfora, comparócon un títere en manos del ventrílocuo. Encuarto lugar, a partir de las perspicaces ob-servaciones de Séglas y Clérambault, el len-guaje se fue convirtiendo en una especie dedemonio que invade y manipula a los enfer-mos, de tal manera que ellos experimentanla intromisión de sonidos, palabras, insultos,órdenes y múltiples tipos de influencias a lasque no se pueden sustraer porque el poderíode estas intrusiones ajenas es muy superioral de su voluntad y porque ese continuoclamor es mucho más real que el de cual-quier conversación con un semejante. Enquinto lugar, a medida que el lenguaje sesitúa en el centro del fenómeno alucinatorio,desplazando al elemento sensorial, las aluci-naciones del oído se transforman en aluci-naciones verbales y se enmarcan dentro dela patología del lenguaje interior. Porúltimo, merced al psicoanálisis y de maneraespecial a Lacan, ese demonio del lenguajeque hace del hombre un xenópata se con-vierte en el rasgo específico de la subjetivi-dad, con lo cual el automatismo mental, pri-mero descrito como un síndrome morboso,se transforma en algo normal y consustan-cial a la condición humana.

Pese a haberlo apenas apuntado, estaspinceladas acerca de la alucinación verbalrevelan un cambio radical de la relación delhombre con el lenguaje. Si en la edad de laRazón el hombre se creía dueño de sí mismoy ni por asomo se le pasaba por cabeza queél no era el agente de las palabras con lasque se comunicaba, al final de la Moderni-dad el sujeto hablado mantiene con el len-guaje una relación ambigua y dramática:

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El hombre hablado. A propósito del automatismo mental y la subjetividad moderna

por una parte lo usa y por otra lo padece.Esta mezcla de dominio y subyugación, decreación y destrucción, alcanza una expre-sión ejemplar en el célebre verso de Frie-drich Hölderlin, privilegiado secretario deesos hechos a causa de la propia locura:«[...] y se le ha dado al hombre el más peli-groso de los bienes, el lenguaje, para que conél cree y destruya, [...]»1.

Testigo y profeta a la vez, el loco moder-no fue el primero en experimentar el desga-rrón provocado por el lenguaje y el destina-do a encarnar la nueva variante de lasubjetividad. Por su cercanía de él, los alie-nistas comenzaron a plasmar esas viven-cias inusitadas, de manera que los estudiossobre las voces, las experiencias de extraña-miento y las de ruptura de la unidad inte-rior ganaron terreno paulatinamente en lostratados y monografías. También lospoetas y narradores reflejaron en sus escri-tos el protagonismo del lenguaje. Con lapublicación, en 1916, del Curso de lingüísti-ca general, Ferdinand de Saussure sentó lasbases de la lingüística moderna, la cualforma parte de una disciplina más amplia,la semiología, que a su vez se integra en lapsicología social. Esta moderna lingüísti-ca, a diferencia de las elaboradas en épocaspasadas, ocupa un lugar central entre lasdisciplinas humanas, a las que sirve de ins-piración. En paralelo al creciente interéspor esta rama del saber, algunos filósofosteorizaron sobre el determinismo del len-guaje en el hombre moderno y sobre los lí-mites que imponía al conocimiento de larealidad y del mundo.

A finales del siglo XIX y primeras déca-das del XX, los retratistas del sujeto lopintan descentrado, discordante, disociadoy desdoblado. Son numerosos los conceptoscon los que los psicopatólogos trataron denombrar esos hechos y de explicar los meca-nismos causantes de esa ruptura de launidad interior y de esa singular fragmenta-ción de la identidad. En el terreno de la neu-rosis, en especial de la histeria, Pierre Janethabló de «disociación» y de «desagregaciónmental» para describir un amplio conjuntode fenómenos separados de la conciencianormal y causados, según él, por la debili-dad de la voluntad2. Pero fue sobre todo enel ámbito de la locura donde los clínicosecharon mano de términos más enfáticos ydrásticos: ataxia intrapsíquica, sejunción,desarmonía intrapsíquica, escisión, desdo-blamiento, discordancia y xenopatía. Todosellos pretenden nombrar la ruptura de la co-hesión interna, la desunión del cuerpo, ladesintegración de los procesos psíquicos y,en definitiva, la presencia de una «otredad»interior que descompone el armazón de laidentidad. Mas se enfoque desde las vocesdel alucinado o desde la disociación del his-térico, la subjetividad moderna pone de re-lieve la inconsistencia de la identidad y hacedel yo –según propuso Lacan– una «funciónde desconocimiento»3.

Cualquier observador estaría de acuer-do, grosso modo, con estas apreciacionesrelativas al polo más esquizofrénico de lalocura. Ahora bien, hacer de esto el rasgogenuino del sujeto al final de la Moderni-dad es algo que, a buen seguro, no todo el

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1 Citado por M. HEIDEGGER: «Hölderlin y la esencia de la poesía. En memoria de Norber Von Helligrath caído el 14 dediciembre de 1916», en Arte y Poesía, México DF, F.C.E, 2006, p. 97.2 Véase, sobre todo, P. JANET, L’Automatisme psychologique. Essai de psychologie expérimentale sur les formes infé-rieures de l’activité humaine, París, Alcan, 1889.3 Véase, en especial, J. LACAN, «El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revelaen la experiencia psicoanalítica», Escritos 1, México DF, Siglo XXI, 2009, pp. 99-105.

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José María Álvarez

mundo comparte. A mi manera de ver, aligual que existe una expresión singulardel pathos (patoplastia), se da tambiénuna exteriorización colectiva que reflejalas problemáticas de cada época. Además,soy de los que piensa que la separaciónentre lo normal y lo patológico es arbitra-ria y está sujeta a las conveniencias delmomento, razón por la cual el sujeto co-rriente y el perturbado comparten múlti-ples características. De ahí que vea conbuenos ojos la presencia de rasgos enfer-mizos en el hombre normal. Y también locontrario, es decir, la permanencia en eltrastornado de los elementos esencialesde la condición humana.

Estas consideraciones concuerdan con laperspectiva de Freud, para quien todos esostérminos aplicados a la esquizofrenia defi-nen el trasfondo de división subjetiva con-sustancial a la condición humana. Se enten-derá ahora que el término Spaltung(«escision»), con el que Bleuler nombró algoespecífico del grupo de las esquizofrenias,había sido creado por Freud para describirla división intrapsíquica que afecta a todosujeto, esté o no trastornado. Conforme aeste proceder, lo que el psicopatólogo atribu-ye a la enfermedad, el psicoanalista lo aplicaa la subjetividad misma.

En apoyo de la hipótesis del hombre ha-blado como retrato de la subjetividad mo-derna, mencionaré también los perfiles quele han acordado algunos narradores y

filósofos. Aunque sea mediante retazos, loque pretendo mostrar es la aparición, en unmomento concreto de la historia, de una es-pecial e indiscutible vinculación del lenguajey el sujeto, un tipo de relación inaudita porcuanto el sujeto es concebido como unefecto del lenguaje.

James Joyce es, sin lugar a dudas, el másagudo de los retratistas del hombre mediati-zado por el lenguaje, de la marionetahumana hablada y manipulada por las pala-bras. La obra que le dio fama mundial ysituó su nombre en el firmamento de lasletras fue Ulises. Publicada en 1922, estanovela encumbra al lenguaje como protago-nista absoluto y hace de los tres personajesprincipales (Stephen Dedalus, LeopoldBloom y Molly Bloom) meros portavoces deuna estructura de lenguaje omnipresente,con lo que los convierte en simples ventrílo-cuos a través de los que el lenguaje habla4. Alrebajar el atractivo de los personajes, Joyceconsigue trasportar al lector a una atmósfe-ra de palabras en la que el hombre se perfilacomo un ser intervenido por el lenguaje. SiUlises representa el día y la luz, FinnegansWake, su última obra a la que dedicó más detres lustros, es la noche y la oscuridad, elsonido y el sinsentido. Ulises y FinnegansWake muestran de qué forma el lenguaje secierne sobre el hombre y se le impone comoalgo inquietante y turbador, además de unmedio para gozar. Cosa que suponemos –ytenemos buenos apoyos para hacerlo– le su-cedía al propio Joyce, desprotegido y a la

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4 También hallamos aquí la metáfora del ventrílocuo, en este caso de la mano del crítico L. Guillet, quien, al comentarla técnica empleada por el escritor irlandés, escribe: «[Joyce] había creado el monólogo interior, reproduce ese lengua-je oscuro, orgánico, visceral que apunta directamente al fondo de nosotros mismos, y hace de su héroe Bloom una es-pecie de ventrílocuo. Era una ruptura completa con los hábitos clásicos del discurso, con todo el armazón y los encua-dres de la razón: no faltaba más que el movimiento vital, interno, espontáneo, la asociación más bien que elencadenamiento de ideas; el orden era sustituido por el ritmo, en un decaimiento de los elementos intelectuales. Erauna técnica nueva, liberada de las cadenas de la lógica e incluso de las reglas de la sintaxis. Era el pensamiento tomadoen el momento en que surge, próximo a la sensación pura, anterior a todo trabajo de la mente para clarificarlo y solidi-ficarlo» (GILLET, L.: Stèle pour James Joyce, Marsella, Sagittaire, 1941, pp. 76-77).

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El hombre hablado. a propósito del automatismo mental y la subjetividad moderna

intemperie de las inclemencias de un lengua-je demasiado real.

A lo largo del siglo XX, desde puntosde vista muy diversos, todas las corrientesfilosóficas se han ocupado de la cuestióndel lenguaje. Dos autores, Wittgenstein yHeidegger, le han dedicado gran parte desus reflexiones. El ser y el lenguaje comien-zan con ellos a plantearse como términossolidarios, incluso consustanciales, sobretodo en la obra de Heidegger. Desde enfo-ques muy distintos, ambos términos ad-quieren un relieve que jamás habían tenidoen la historia de nuestra cultura. El len-guaje como «casa del ser» (Heidegger) o la«casa de la palabra» como «juego del len-guaje» (Wittgenstein) son expresiones quedan cuenta del papel atribuido al lenguajeen la experiencia moderna. Más queningún otro, fue Martin Heidegger quienmás y mejor argumentó acerca de esa co-rrespondencia: «El lenguaje es la casa delser. En su morada habita el hombre. Lospensadores y poetas son los guardianes deesa morada»5.

A mi manera de ver, las experiencias dela locura hablada y las descripciones delos psicopatólogos –en especial Baillar-ger, Séglas y Clérambault– se articulancon los descubrimientos de Freud, los re-tratos de Joyce y las reflexiones de Hei-degger. Junto con la lingüística moderna,todos esos hilos, a los que más adelanteañadiré el surrealismo, forman una trenza

en la obra de Lacan, el más preclaro delos comentaristas modernos de la locura.Conforme a sus planteamientos, el sujetose nos muestra como un efecto del len-guaje, trauma por excelencia de la condi-ción humana, cuya expresión más fide-digna y habitual no es otra que elautomatismo mental.

VISIONARIOS, CHARLATANAS, VENTRÍLOCUOS Y XENÓPATAS

A lo largo del siglo XIX se produjo la re-novación de las concepciones tradicionalesde la locura, la ampliación de su territorio yla multiplicación de sus variedades. Todoello fue posible gracias a una minuciosa des-cripción de los detalles constitutivos, proce-so en el cual la observación clínica contribu-yó a la creación de una semiologíainnovadora y exuberante. Sin embargo, lanovedad más sobresaliente fue la paulatinapresencia del alucinado de las palabras entrelos tipos de chiflados registrados por los tra-tadistas. Es sorprendente la ausencia de estafigura de la locura, hoy día tan habitual,entre los locos tradicionales. No hay que irmuy lejos para cerciorarse de estos hechos.Basta con repasar las Observations on insa-nity de Haslam, los dos volúmenes sobre lapazzia de Chiarugi, el tratado sobre la maniede Pinel y las Rhapsodieen de Reil, por citarcuatro de las obras más representativas delos albores de la psiquiatría, para compro-bar la preeminencia de los delirantes y la au-sencia de nuestros alucinados6.

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5 HEIDEGGER, M.: Carta sobre el «Humanismo», Madrid, Alianza, 2006, p. 11.6 Vale la pena, como observación excepcional, anotar un pasaje de Reil, en una nota a pie de página, en la que se hablade una enferma febril afectada de alucinaciones de todos los sentidos: «[…] veía, oía y sentía todo de manera anormaldurante el día; oía cantos, crujidos y murmullos, las bebidas tenían un gusto extraño, las montañas se extendían bajosu vista, los objetos tenían el color del arco iris, el borde de los vasos parecía irregular» (REIL, J. Ch.: Rapsodias sobreel empleo del método de cura psíquica en los trastornos del espíritu, en VV.AA., El nacimiento de la psiquiatría, BuenosAires, Polemos, 2012, p. 187). El interés de esta observación radica en poner de relieve que las alucinaciones auditi-vas, tan insólitas en las descripciones clínicas, se enmarcan en un estado febril y se dan junto con alucinaciones visua-les y de los otros sentidos.

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José María Álvarez

Pese a lo que proponen algunos histo-riadores de medio pelo y lo que sostienenmuchos clínicos sin otro argumento que elsentido común, las voces, tal como aquí sedefinen, constituyen una novedad en la ex-periencia humana7. También se pronunciaen este sentido Edward H. Hare, aunque suenfoque dista mucho del que aquí se sigue:«[…] hasta el siglo XIX no existen regis-tros clínicos claros de sujetos trastornadosque oyeran voces en ausencia de alucina-ciones visuales»8.

A finales del siglo XVIII y primeras déca-das del XIX, las contadas menciones a losalucinados nos los pintan como visionariosque se dejan subyugar por el poderío de lasilusiones. Aquellos alucinados veían cosasinexistentes, pero no las oían. Representati-va de aquel parecer es la opinión de Boissierde Sauvages, quien, en 1768, escribió: «[losalucinados] son aquellos que toman sus sen-saciones por imágenes, sus imaginaciones osus fantasías por sensaciones»9.

Por entonces, de hecho, ni siquiera se ha-blaba de alucinación ni de alucinado10.

Los locos de aquella época tenían ilusionesy veían cosas raras, como se puede leer en ellibro de Pinel sobre la manía: «Otros [locos]entregados a una especie de ilusión veíanlos objetos con las formas y colores que suimaginación les prestaba, como aquel quecuando veía mucha gente reunida se le figu-raba que era una legión de demonios, y asíprocura salir de su jaula para ahuyentarlos;otro loco hacía pedazos sus vestidos, y aúnla paja de su cama, que creía eran unmontón de víboras enroscadas»11.

La perfecta comunión en la que vivierondurante siglos el alucinado y el visionariocomienza a quebrarse, a principios delsiglo XIX, con las observaciones de Esqui-rol. Es cierto que en ellas siguen predomi-nando las visiones, pero la siniestra chá-chara de las voces comienza a hacerse oír:«El enfermo mantiene constantementeconversaciones con personas que ve y oye[…]»12. Los locos que protagonizan sus ob-servaciones padecen ya de locuras habla-das. De tal manera es así que, cuando des-cribe los síntomas de esta afección,Esquirol anota que algunos de ellos dicen

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7 No faltan los autores que sostienen, contra la opinión que aquí se argumenta, la existencia de «las alucinaciones delos cinco sentidos» desde la Antigüedad, como propuso Eugène Postel en Études et recherches philosophiques et his-toriques sur les hallucinations et la folie jusqu'à la fin du siècle dernier (Caen, B. de Laporte, 1859).8 HARE, E. H.: El origen de las enfermedades mentales, Madrid, Triacastela, 2002, p. 223.9 Citado por N. FRANCK y F. THIBAUT, «Hallucinations», Encycl Med Chir, Psychiatrie, 37-120-A-10, 2003, 18 p. Sobrelas discusiones acerca de la naturaleza imaginativa de la alucinación, véase H. EY, Tratado de las alucinaciones, Vol.II, Buenos Aires, Polemos, pp. 1271-1272.10 La relación del campo escópico con la alucinación era tan estrecha que una pseudo-etimología, extendida en los siglosXVII y XVIII, relacionó allucinor con ad lucem (‘cercano’ o ‘propio de la luz’), campo semántico que atañe a la visión.Esta vinculación facilitó la incorporación del vocablo alucinación a la medicina a través de la oftalmología de la épocacon significados muy diferentes (diplopia, afecciones de la córnea, errores de los sentidos, ruidos extraños, apariciones,presentimientos). La asociación entre visión y alucinación, encarnada en la figura del visionario, era tan consistente queel propio Esquirol recuerda: «Faltaba un término genérico» que reuniera a los alucinados de la vista, del oído, del tacto,del gusto y del olfato. «Yo propuse la palabra alucinación sin darle una acepción determinada y que podía convenir, enconsecuencia, a todas las variedades del delirio que al suponer la presencia de un objeto propio que excita uno de lossentidos, aunque estos objetos no estén al alcance de los sentidos», ESQUIROL, J.-E.-D.: Memorias sobre la locura ysus variedades, Madrid, Dorsa, 1991, p. 158. Tocante a estas cuestiones, no está demás consultar el artículo de J.CHRISTIAN, «Hallucination», en A. DECHAMBRE (ed.), Dictionnaire encyclopédique des sciences médicales, París, 4.ªSerie, Tomo XII, pp. 77-121.11 PINEL, Ph.: Tratado médico-filosófico de la enagenación mental o manía, Madrid, Nieva, 1988, p. 153.12 ESQUIROL, J.-E.-D.: Memorias sobre la locura y sus variedades, op. cit., p. 149.

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oír «voces», término hasta entonces in-usual que él emplea habitualmente parareferir ese tipo de experiencias: «Hay locosque escuchan voces claras que les hablan ycon las que mantienen conversaciones»13.Esas voces poseen ya las característicaspropias con las que actualmente definimoslas alucinaciones verbales, las cualeshallan en la prosa de Schreber, el insigneprofesor de psicosis, una de las definicio-nes más emblemáticas: «[Las voces] son unpuro absurdo, acompañado de una nadadesdeñable acumulación de injurias»14.

Diferentes en su esencia y en su texturasemiológica a las que algunos atribuyenerróneamente al daimón de Sócrates, lasvoces del hombre moderno son molestas,insultantes, impertinentes, difamatorias,imperativas y acusatorias. M. N., uno delos locos de Esquirol, ratificó, de formadramática, la presencia de ese nuevo de-monio del lenguaje: «En este estado secortó la garganta con una navaja de afei-tar; cuando recobra los sentidos oye vocesque le acusan; una vez curado de sus heri-das continúa oyendo voces, se imagina ro-deado de espías, cree que sus criados le de-nuncian. Estas voces le repiten, día ynoche, que ha traicionado su deber, queestá deshonrado, que lo mejor que puedehacer es matarse; le hablan en todas laslenguas de Europa que le son familiares»15.

Como se ve, los locos de las primerasdécadas del pasado siglo comenzaron atestimoniar del cambio sustancial de la

relación del sujeto con el lenguaje, un len-guaje que encarna la otredad esencial quenos constituye. Un cambio tan radical,novedoso y trascendente que desplazaríael eje gravitacional del sentido hacia unnuevo ámbito: el de la más cruda expe-riencia del lenguaje, esto es, el lenguaje li-teral, bruto, real, ese lenguaje esquizofré-nico en que las palabras son tratadascomo cosas, según la observación sagazde Freud16. Independizado de la voluntaddel sujeto y emancipado del gobierno delyo, el lenguaje del hombre del final de laModernidad se ha vuelto un siniestro eimpenitente charlatán. El loco modernono es el visionario de antaño, sino un sersolitario a merced de «las charlatanas»–como denominaba a las voces uno de lospacientes de Esquirol7–, un ser hablado ymanipulado desde una instancia a la queconsidera extraña a sí mismo, un mero re-petidor de palabras que le son ajenas yejecutor de actos que se le imponen: «[…]si habla, la voz de un ángel dice antes loque él va a decir; si lee, esa misma voz sehace oír antes que él pronuncie las pala-bras; si escribe, las voces se lo dictan; él noes más que el eco de lo que oye, lo mismosi habla que si escribe»18.

Esbozado en los escritos de Esquirol, elloco de las palabras adquiere sus relievescaracterísticos y definitivos en las descrip-ciones de Jules Baillarger. En ellas, el visio-nario cederá por completo el testigo alventrílocuo, de tal manera que el elementosensorial de la alucinación se desplazará

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13 Ídem, p. 28.14 SCHREBER, D. P.: Sucesos memorables de un enfermo de los nervios, Madrid, A.E.N., 2003, p. 235..15 ESQUIROL, J.-E.-D.: Memorias sobre la locura y sus variedades, op. cit., p. 134.16 Véase S. FREUD, «Lo inconsciente» (1915), en Obras completas, t. XIV, Buenos Aires, Amorrortu, 1992.17 ESQUIROL, J.-E.-D.: Memorias sobre la locura y sus variedades, op. cit., p. 135.18 Ídem, p. 300.

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paulatinamente al ámbito auditivo y deahí al verbal. Porque Baillarger, aunqueno sabe cómo explicarlo19, se ha percatadode la presencia oscura del lenguaje entodos esos fenómenos, cosa que le resultaindiscutible en las observaciones de lossordos que oyen voces: «Este últimohecho es casi constante y en extremo cu-rioso: entre ocho sordos afectados de alu-cinaciones, puede decirse que siete oyenvoces. Se ve, pues, que la alteración exte-rior de los órganos de los sentidos noimpide la producción de la alucinación:podrá decirse más aún, y es que si se supri-miese totalmente el sentido en esos indivi-duos, la alucinación no dejaría por eso depresentarse»20.

Tocante al problema de las alucinacio-nes, las contribuciones de Baillargermarcan un antes y un después. En primerlugar, las alucinaciones psicosensorialespierden protagonismo frente a las alucina-ciones psíquicas, las genuinas de la locura,las que revelan esa siniestra dimensión devoces áfonas o sin sonido. Se trata, segúnlas expresiones de los enfermos, de «con-versaciones de alma a alma con interlocu-tores invisibles», «que escuchan el pensa-miento, el lenguaje de la poesía»; «vocespuramente interiores»; «conversación sinsonido»; «el lenguaje del pensamiento»;«conversaciones por intuición, por mag-netismo, con interlocutores invisibles»;«una voz interior que la carne y la sangreno comprenden»; «escuchar el pensamien-to a distancia por un sexto sentido»; etc.

En segundo lugar, las alucinaciones visua-les desaparecen casi por completo del te-rritorio de la locura, en el cual las alucina-ciones del oído se convierten en uno de suselementos constitutivos21. En tercer lugar,las voces son caracterizadas en su sentidomoderno, esto es, como injurias y amena-zas, precisamente como eso que el sujetosólo se permite oír por vía alucinatoria:«[…] se les amenaza, se les injuria. Lejosde tomarse entonces esas amenazas y esasinjurias como un producto de su inteligen-cia, tienen por el contrario la convicciónde que todo eso proviene de sus enemi-gos»22. Por último, espantado ante esasvoces que hablan de él, el sujeto alucinadose muestra como un hombre hablado: «[elalucinado] asiste, por así decir, como unsimple espectador a una conversación dela que él es el objeto»23.

Coincidiendo con la mayoría de psico-patólogos, Baillarger destaca la convic-ción íntima e inquebrantable que mues-tran todos los alucinados con respecto asus alucinaciones. Cualquier esfuerzo ten-dente a convencer al alucinado de su errorperceptivo resulta baldío, como reconocíaLélut en un comentario sobre un pacienteque le contestaba: «No estoy loco; sientocon claridad lo que siento». Decepciona-do, Lélut anota a continuación: «No haynada que replicar a esto; sus alucinacionesson más fuertes, más claras, más continuasque la mayor parte de nuestras verdaderaspercepciones, y su respuesta a mis insinua-ciones es la que me han hecho siempre los

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19 «El mecanismo íntimo de la alucinación es y será probablemente siempre inexplicable», escribió, J. BAILLARGER(Tratado de la alienación mental. Lecciones, Habana, Imprenta militar, 1863, p. 272).20 Ídem, pp. 67-68.21 «Las alucinaciones de la vista son mucho más raras en los alienados que las del oído, [...]», escribe Baillarger. (BAI-LLARGER, J.: Recherches sur les maladies mentales, vol. I, Paris, Masson, 1890, p. 313).22 Ídem, p. 27823 Ídem, p. 279.

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enfermos que se hayan en el mismo casoque él»24.

Los elementos que acabo de mencionarconstituyen la experiencia moderna de lasvoces. La presencia de estas voces se expresaen un nuevo tipo de locura (automatismomental, esquizofrenia, locura discordante),experiencia desorbitada de la que se coligeuna nueva relación del sujeto con el lenguaje.Al imponérsele el lenguaje a despecho de suvoluntad, el sujeto pierde su unidad y se pul-veriza. De tal manera es así que se reconocecomo agente de ciertos pensamientos, pero node otros, y se sabe autor de unas acciones,aunque otras las vive como imposiciones a lasque no puede resistirse. Baillarger refiere estoshechos con total nitidez cuando observa:«pronuncian ellos mismos las palabras con laboca cerrada como lo hacen los ventrílo-cuos»25.

Inspirándose en las observaciones de Bai-llarger y llevando a su extremo la metáfora delventrílocuo, Séglas, el gran tratadista de lasalucinaciones, daría una nueva versión deestos hechos con la descripción de las «aluci-naciones psicomotrices verbales», una varian-

te aún más minimalista de las alucinacionespsíquicas: «Hay algunas [voces] que hablandentro de mi boca y obligan a la lengua a mo-verse; pero la boca permanece cerrada y nosale ningún sonido. Comprendo lo que dicenlas voces por los movimientos de la lengua,sin pronunciar nada, ni en voz alta ni baja»26.«Es un verbo subjetivo que habla dentro de sí,independientemente de uno mismo», afirmauno de sus alucinados27. Conocida en el Servi-cio como «la enferma que habla sola», otra desus alucinadas se expresa en los siguientes tér-minos: «Esto me comienza en el gaznate de laboca [sic]». — «Los otros enfermos dicen: esoson voces; pero a ellos no les hacen hablarcomo a mí».— «Me hacen algo en la gargan-ta, en la lengua, para que hable; se diría quemi lengua siempre está en marcha; nunca sequeda quieta»28.

A finales del siglo XIX, el loco alucinadopadece en soledad de chácharas, insultos e in-jurias, de los que además es su objeto. Comopuede apreciarse, las descripciones de lasvoces anotadas Baillarger y Séglas entronizanla perspectiva del sujeto hablado por un otroque es él mismo, aunque nada dicen de la vin-culación consustancial del ser y el lenguaje29.

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24 LÉLUT, F.: Le démon de Socrate, París, Trinquart, 1836, p. 295. Las mismas palabras acerca de la certeza había em-pleado Haslam al tratar de los delirios: «[…] es una necedad intentar convencer a los locos de sus errores mediante elrazonamiento, puesto que en la locura siempre hay una firme convicción de la verdad de lo que es falso, y la más claray circunstancial evidencia no pueden eliminarla», HASLAM, J.: Observations on insanity: with practical remarks on thedisease, and an account of the morbid appearances on dissection, Londres, Printed for F. and C. Rivington, and sold byJ. Hatchard, Londres, 1768, pp. 105-106.25 BAILLARGER, J.: Recherches sur les maladies mentales, vol. I, op. cit., 1890, p. 311. Con respecto a la explicaciónde estos fenómenos, en otro momento comenta: «En una palabra, esos alucinados tienen una segunda voz a la manerade los ventrílocuos, una especie de resonancia de esa voz articulada sordamente que se efectúa en el estómago o enel pecho; y como ellos no tienen conciencia del modo como se produce esa voz, creen que su pensamiento se hallatrasportado a estas regiones. Tal es la única explicación que nos parece posible dar respecto a este particular, y comono existe ninguna hasta hoy en la ciencia, pudiera admitirse ésta, si se quiere». BAILLARGER, J.: Tratado de la aliena-ción mental. Lecciones, op. cit., p. 80.26 SÉGLAS, J.: Alucinados y perseguidos. Lecciones clínicas sobre las enfermedades mentales y nerviosas (selección),Edición de Alienistas del Pisuerga, Madrid, Ergon, 2012, pp. 209-210.27 SÉGLAS, J.: Des troubles du langage chez les aliénés, París, Rueff, 1892, p. 183.28 SÉGLAS, J.: Alucinados y perseguidos, op. cit., p. 19.29 Con respecto a las contribuciones francesas al problema de la alucinación, véase, antes que cualquier otro, G.LANTERI-LAURA, Les hallucinations, París, Masson, 1991.

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AUTOMATISMO MENTAL

Pese a los múltiples detalles descripti-vos, la observación de esos fenómenos xe-nopáticos no había llegado a su fin. Resta-ba sobre todo pulir algunos maticessemiológicos, dar nombre a tan inusitadosfenómenos y conjuntar esas experienciasaparentemente heterogéneas. Estos tres as-pectos culminaron en la descripción delautomatismo mental, realizada durante lasprimeras décadas del pasado siglo por G.G. de Clérambault, médico-jefe de la En-fermería especial.

Los locos que él observó expresan el es-panto del hombre roto y hablado. Unosatestiguan que se les espía hasta en sus másrecónditos secretos; otros dicen estar habi-tados por una otredad a la que consideranmás auténtica que su persona; la mayoríaexperimentan la manipulación de sus sen-timientos, pensamientos y sensaciones, alos que consideran tan extraños y ajenosque les hacen vivir como extranjeros de símismos. Esos alucinados representan loque llamamos ‘automatismo mental’ y en-carnan como nadie la figura del loco mo-derno, esto es, el xenópata.

Como muñecos en manos del ventrílo-cuo o marionetas animadas por titiriteros,estos sujetos hablan al dictado de una po-tencia superior y se mueven al antojo de unextraño. Amélie, una de sus más célebresalucinadas, afirma: «Hay algo que es másfuerte que la persona. Hay algo que hablacuando quiere, y que se para cuando dejade hablar»30. Jean Baptiste G., otro de sus

enfermos, es hablado por un ser al que susojos no ven pero cuya presencia y locuaci-dad está fuera de duda. Sobre él anota Clé-rambault: «Voz interior. Su lengua seajusta al pensamiento de un ser invisible.Su lengua es ahora un aparato de recep-ción. Lenguaje misterioso llamado laBlache, el cual deriva de la hipnosis(sic)31». También esos alucinados testimo-nian de estar a merced de un ser siniestroque les obliga a hacer cosas que no quie-ren, pensar lo que más les repugna, sentirlo que no les apetece y moverse contra suvoluntad, como le sucedía a la costureraMarie: «A veces es obligada a gritar,hablar o agitarse a pesar suyo. Tambiénobligada a escribir»32.

De los muchos alucinados de las pala-bras, la que expresa con mayor patetismosus experiencias es Marguerite: «No, esasvoces no tienen timbre articulado, ahídentro (en su frente). Cuando digo “Se”(On), me refiero siempre al mismo perso-naje, ese espíritu del mal que tan prontohabla con una voz de comedia, como conuna voz real. A veces se me habla en jerganormanda; así se dice “all’ a boule , all’ avoué”, lo que quiere decir “ella robo ” (ellea vole). Me río de ello por lo esperpénticoque es, pero no me divierte. Ayer por latarde estaba muy confundida; ni siquieraera jerga; las cosas iban mal. Me contabanhistorias bastante extrañas. Me disgusté,gritaron más fuerte que yo. Hacen defor-maciones de palabras. Pero, señor, ¿no usaincluso usted palabras deformadas? Ustedhabló de afectuosidad; eso no es francés;¿Estaría usted afectado de la misma

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30 CLÉRAMBAULT, G. G. de: «Automatisme mental et scission du moi» [1920], Œuvre psychiatriques, París, P.U.F.,1942, p. 457.31 Ídem, p. 461.32 CLÉRAMBAULT, G. G. de: «Les psychoses hallucinatoires chroniques. Analyse. Pathogénie. Communication» [1924],Œuvre psychiatriques, op. cit., p. 519.

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enfermedad? ¿Habla usted así cuandoenseña? Ellos siempre tienen palabrasnuevas; son palabras no siempre posibles;tienen un vocabulario propio; es muy gra-cioso. Tenga... (distracción pasajera)...¿Qué decía usted? Estaba ausente. Habla-ron al mismo tiempo que usted; hablaronde polvos de arroz y de piel de olor, y sinembargo nunca uso eso. ¿Ha oído ustedcomo yo? ¿Oye usted? ¿Por qué sonríeusted? ¿Sonríe por verme sonreír? Ya está,estoy de nuevo ausente. Dicen..., Dicen...y entonces... robo..., robo... Me interrum-pen. Me gustaría decirle... crea usted queyo... Me interrumpen. Frecuentementetengo interrupciones como esa; yo, cho-chocho... ¡Oh! ¡Qué es lo que no digo! ¡Mevan a hacer alemana a mí también! ¿Quéme decía usted? He estado bastante au-sente. También me hacen confundirme depalabra o pronunciar mal. Por momentosya no me está permitido mirar a nadie, nipensar nada»33.

A la hora de conjuntar este tipo de expe-riencias, Clérambault aplica su metodolo-gía característica conforme a cuatro princi-pios nosológicos: en primer lugar,oposición entre el proceso psicótico genera-dor y los productos delirantes sobreañadi-dos; en segundo lugar, reducción de la feno-menología a sus signos mínimos(«trastorno molecular del pensamiento ele-mental»); en tercer lugar, separación entrelos casos «puros» y los «mixtos»; porúltimo, atomización nosográfica basada enlos distintos mecanismos generadores delas psicosis (automatismo mental, postula-do, «pseudo-constatación espontánea inco-ercible», etc.). A partir de estos principios,

Clérambault describe un síndrome obser-vable en diversas enfermedades, pero sobretodo en la psicosis alucinatoria crónica.

Mucho se ha terciado acerca de lo ati-nado de su designación, pues automatismeera un término preñado de resonancias enla psicopatología francesa. Tiempo atrásBaillarger había elaborado una théorie del’automatisme, crisol, en su opinión, detodos los delirios y alucinaciones que sur-gían a consecuencia del ejercicio involun-tario de la memoria y la imaginación34. Ala sombra de Clérambault, André Ceillierhabló de un automatisme psychique paranombrar la involuntariedad de la activi-dad psíquica, empleando un término simi-lar al que usara también Pierre Janet (au-tomatisme psychologique) para representarla actividad humana en sus formas más ru-dimentarias35.

Se habla de automatismo psicológico ode acciones automáticas, grosso modo,cuando se refieren adquisiciones que esca-pan al control de la consciencia, comosucede con la ejecución de una pieza musi-cal aprendida de memoria. Pero esto tienepoco que ver con el síndrome descrito porClérambault. Conforme a la apreciaciónde Minkowski, el automatismo cléram-baultiano «es una noción puramente psi-quiátrica; alude a los fenómenos que laconsciencia mórbida, contrariamente a loque pasa habitualmente, no logra referir así misma y que, en consecuencia, le pare-cen como si se desarrollasen independien-temente de ella y, en ese sentido, de “formaautomática”; a fin de cuentas tiende a atri-buirlas a causas exteriores. Se llega así a

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33 Ídem, pp. 500-501. Mediante el subrayado transcribo las mayúsculas del original, hoy día en desuso.34 Cf. J. BAILLARGER, «Théorie de l’automatisme», en Recherches sur les maladies mentales, op. cit., pp. 494-500.35 Cf. A. CEILLIER, Recherches sur l'automatisme psychique, París, H. Delarue, 1927.

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los fenómenos patológicos del tipo del ecodel pensamiento o del rapto de la mente,de la enunciación de los actos, de los diálo-gos interiores, de las alucinaciones motri-ces, del sentimiento de influjo, etc.»36.

Queda claro, entonces, que el automa-tismo mental de Clérambault pone de re-lieve la pasividad y la extrañeza del sujetoante los fenómenos que experimenta, fe-nómenos que por otra parte él mismo ori-gina. Por eso se ha hecho coincidir estadescripción con otras similares aunquemás endebles, en especial el délire d’in-fluence de Séglas, el syndrome de déposse-sion de Lévy-Valensi o el syndrome d’ac-tion extérieure de H. Claude. También seha equiparado, como hago en este texto,el automatismo mental con la esquizofre-nia. Es cierto que se trata de descripcio-nes diferentes, aunque ambas intentaniluminar el mismo polo xenopático de lapsicosis. De hecho, los síntomas acceso-rios de la esquizofrenia de Bleuler se co-rresponden con los descritos por Cléram-bault. Hay, sin embargo, una diferencianotable y genuina de la pulverización se-miológica que caracteriza la observacióndel maestro de la Enfermería especial.Consiste en que todos los fenómenos ais-lados por los autores citados (ecos delpensamiento y de la lectura, pensamientoanticipado, impulsiones verbales, enun-ciación de actos, etc.) fueron considera-dos por él como phénomènes à la fois idéi-ques et verbaux, por lo general tardíosrespecto a otros más elementales.

Según lo que acabo de apuntar, los fe-nómenos descritos por Baillarger oSéglas, aunque sutiles, vienen precedidos

por otros más discretos y tenues. En estoClérambault resulta incomparable y suautomatismo mental no tiene preceden-tes. Su intemporal contribución consistióen desvelar los fenómenos iniciales delmentismo y de la xenopatía, hasta enton-ces «dejados en la sombra», al menos al-gunos de ellos. A pesar de la intrínseca di-ficultad que entraña, logró reunirlos enun mismo síndrome (Petit AutomatismeMentale), atribuirles un origen común,diseccionarlos fenomenológicamente(phénomènes subtils-phénomènes gros-siers), jerarquizarlos siguiendo un proce-so de edificación (desde el Syndrome depassivité hasta, eventualmente, el TripleAutomatisme Mental) y perfilar las con-secuencias de su implantación (scissiondu moi, formation de la personnalité secon-de). En definitiva, el Syndrome d’Auto-matisme Mental está constituido siemprepor los mismos trastornos psíquicos, mo-tores y sensoriales, los cuales se imponende manera abrupta y automática en lamente del sujeto hasta capturarlo y go-bernarlo.

Muy pocas son las definiciones que diodel automatismo mental. De ellas, la másreveladora es, con diferencia, la que sigue:«Por Automatismo Mental entiendo losfenómenos clásicos: pensamiento precedi-do, enunciación de actos, impulsionesverbales, tendencia a los fenómenospsico-motores; […] Creo con frecuencia,al aislar el grupo de fenómenos mencio-nados, haber innovado algunos aspectosal afirmar: (1) Su carácter esencialmenteneutro (neutro al menos en principio); (2)Su carácter no sensorial; (3) Su rol inicialen el principio de las psicosis»37.

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36 MINKOWSKI, E.: El tiempo vivido: estudios fenomenológicos y psicológicos, México DF, F.C.E., 1973, p. 199.37 CLÉRAMBAULT, G. G. de: «Définition de l’Automatisme Mental» [1924], Œuvre Psychiatrique, op. cit., pp. 492-493.

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Para su cabal comprensión, es conve-niente detenerse a analizar estas tres carac-terísticas generales. Estas característicasconforman los phénomènes subtiles, siem-pre presentes en el inicio de cualquier psi-cosis alucinatoria crónica, es decir, en elPetit Automatisme Mental o Syndrome dePassivité o Syndrome S. El carácter esen-cialmente neutre alude tanto a las ideascomo a los afectos. Es, por una parte,«anidéico», atemático, y consiste única-mente en el desdoblamiento del pensa-miento. También es «neutro» con respectoa los afectos («no comporta por él mismohostilidad39» ), con lo que Clérambault en-fatiza que el núcleo de estas psicosis noconcuerda con los afectos del sujeto, a di-ferencia de lo que ocurre en las psicosispasionales. Por otra parte, su carácter nonsensoriel indica que el pensamiento, expe-rimentado como extraño por el sujeto, nole llega inicialmente de forma sensorial,sino de la manera más habitual del pensa-miento, es decir, de una forma indiferen-ciada constituida por una mezcolanza detendencias y abstracciones; los mecanis-mos más delicados del intelecto serían losprimeros afectados en la génesis de la psi-cosis y de manera paulatina apareceríanlos trastornos propiamente sensoriales.Por último, con su consideración de rôleinitial remarca que esos pequeños signosson los primeros datos aprehensibles de lapsicosis; el delirio y las alucinaciones stric-to sensu son siempre secundarios y añadi-dos: «El delirio propiamente dicho no esmás que la reacción obligada de un inte-lecto razonante, y frecuentemente intacto,a los fenómenos que surgen de su subcons-ciente, […]40».

Estas tres características de los fenóme-nos iniciales de intrusión promueven unascission du moi, es decir, un sentimientosubjetivo de extrañeza y de perplejidad:«Las sensaciones alucinatorias, incluso lasmás simples, aparecen en el mayor númerode los casos como extrañas y como ajenas:extrañeza intrínseca y carácter impropiocasi inmediatamente impuesto. Son extra-ñas o, dicho de otro modo, inefables e in-decibles, de apariencia artificial»41. Segúnlo perfilado hasta aquí, el Petit Automatis-me Mental consiste en un desgarramientoconsecutivo al desdoblamiento del pensa-miento «elemental», en una «objetivación–a la vez revelación y desapropiación, a lavez reconocimiento y desconocimiento–del pensamiento elemental, constitutivo deun sentimiento de discontinuidad y de es-cisión del Yo, es decir, de la personalidadconsciente»42.

Conforme a lo que acabo de esbozar,tras estos fenómenos iniciales surgen amenudo el delirio y la alucinación propia-mente dicha, los cuales sitúan con preci-sión el desdoblamiento y la fragmentaciónxenopática del sujeto. En adelante, el en-fermo afectado de automatismo se consti-tuirá en un perplejo receptor de fenóme-nos elementales que, pese a no tener en unprincipio significación alguna, inexcusa-blemente le conciernen. Al tiempo que sedespliega el trabajo delirante explicativo,progresa la tendencia a la verbalización ylas alucinaciones psicomotrices verbalesflorecen. Finalmente, aunque no en todoslos casos, se instaura el síndrome automá-tico completo (Triple AutomatismeMental) en sus tres órdenes posibles:

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38 CLÉRAMBAULT, G. G. de: «Automatisme mental et scission du moi» [1920], Œuvre Psychiatrique, op. cit., p. 459.39 CLÉRAMBAULT, G. G. de: «Psychoses à base d’Automatisme» [1925], Œuvre Psychiatrique, op. cit., pp. 538-539.40 GIRARD, M.: «Gaëtan Gatian de Clérambault: morceaux choisis pour un parcours historique», en P. MORON et al.,Clérambault maître de Lacan, París, Les empêcheurs de penser en rond, 1993, p. 36.

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verbal, sensitivo y motor. Dicho síndromeconstituye el exponente más álgido de lafenomenología psicótica, el ejemplo porexcelencia del determinismo del lenguajeen el sujeto. Ese triple automatismo se ca-racteriza por trastornos del pensamiento ydel lenguaje (eco, robo y anticipación delpensamiento, enunciación de actos, juegosde palabras, verbigeración, palilalia, hablaretardada, ecolalia, disección silábica, lo-goclonia, juegos de palabras por asonan-cias, paragramatismos, etc.), los automa-tismos motores y sensitivos (manierismos,ecopraxias, cenestesias, estereotipias mo-toras, espasmos, tics, agitaciones, etc.) y las«voces» propiamente dichas.

XENOPATÍA

En diversas ocasiones de este texto iden-tifico el automatismo mental con la esqui-zofrenia, aún a sabiendas que son descrip-ciones distintas sobre experienciascomunes. Lo hago para circunscribir unpolo de la psicosis diferente a la paranoiay la melancolía, un polo al que de buenagana llamamos xenopático. El termino ‘xe-nopatía’ (compuesto de xénos: extraño, ex-tranjero, exterior a sí mismo; y phatie:pasión, sufrimiento, enfermedad) merecealgunas aclaraciones, puesto que es inusualen la literatura especializada. A estas altu-ras de la exposición, después de transcribiralgunos retratos de alucinados siguiendola metáfora del ventrílocuo, uno puede ha-cerse ya una idea del xenópata, es decir, delsujeto manipulado y hablado por el Otrodel lenguaje. Como se habrá podido obser-var por los testimonios de esos alucinados,una potencia superior les interviene, con-trola y determina las palabras, pensamien-tos, sentimientos, movimientos y sensacio-

nes. Perplejos y angustiados, asisten condesconcierto a esa manipulación, inicial-mente teñida de oprobio y repleta de pala-bras insultantes.

Como términos, ‘xenopatía’ y ‘xenopáti-co’ son inhabituales; más lo es aún ‘xenó-pata’. Pero debido a la expresividad queatesoran, vale la pena que echemos manode ellos. El adjetivo xenopático se usó encontadas ocasiones para nombrar ciertasexperiencias alucinatorias y algunos deli-rios de influencia. Sin duda fue Paul Gui-raud el autor que lo empleó con más preci-sión para caracterizar ciertos estadosafectivos, representaciones y tendencias ala acción que sobrevienen en el curso de laactividad mental y que, en caso de algunosdelirantes, se experimentan como ajenos yse atribuyen a una influencia exterior(xenopatica); por el contrario, esosmismos estados son reconocidos por laspersonas normales como provenientes desu propia actividad psíquica43. A diferenciade Guiraud, aquí se usa en un sentido másamplio, aunque se conserva la genuina ex-periencia de intrusión, influencia, dominioy manipulación. Se trata de la inefabilidadde experimentar el propio pensamiento,los propios actos, las propias sensacionescorporales o los propios sentimientoscomo si fueran ajenos o impuestos, comosi provinieran de otra instancia o potencia—no importa que sea exterior o interior—con la que el sujeto, perplejo y sumido enel enigma, ni se identifica ni se reconocecomo agente. Ahí el sujeto es tan sólo meroreceptor, apenas el eco de un lenguaje cuyodueño y procedencia desconoce. Por otraparte, en lo que atañe al ámbito del pensa-miento, parece apropiado oponer la xeno-patía a la endofasia, oposición que permite

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43 Cf. P. GUIRAUD, Psychiatrie Générale, París, Le François, 1950.

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distinguir la experiencia subjetiva de lafragmentación del pensamiento esquizo-frénico o xenopático (intervenido por unapotencia extraña) de la rumiación mentaldel obsesivo (endofasia de la que el sujetose siente agente y paciente).

Más allá de este campo semánticopropio de la psicología patológica, el xe-nópata encarna al loco moderno, es decir,al alucinado de las palabras, pregonerode una nueva variante de subjetividadque ilustra el drama del hombre habladoy roto. De ahí mi testarudez en el uso deestos términos, que aluden tanto a untipo de trastorno como a una variedad desubjetividad.

La descripción de ese hombre hechopedazos, del que ya sólo quedan fragmen-tos que adquieren autonomía propia y seenfrentan entre sí, ajenos a su común pro-cedencia, alcanzó con Clérambault lascotas más elevadas. Su contribución mi-crofenomenológica no tiene precedentesni ha sido mejorada posteriormente. Asus ojos, el síndrome de pasividad o pe-queño automatismo muestra la desarticu-lación de una supuesta unidad interior–llámese personalidad o yo, como se pre-fiera– en sus momentos iniciales. Lo queél observa en esos estadios inauguralesson meros juegos y oposiciones entre loselementos del lenguaje, los cuales se pre-sentan de forma independiente no sólocon relación al pensar consciente, sinotambién entre ellos. De tal manera es asíque el lenguaje parece desmigajarse hastaperder toda sintaxis y significación, como

reducido a palabras rotas amontonadasde cualquier manera; otro tanto sucedecon las imágenes, unas veces superpues-tas y otras detenidas o en rabioso movi-miento. Hechas añicos, las palabras y lasimágenes se desligan, y erráticas campana sus anchas sin orden ni concierto. Esedesmoronamiento simbólico e imaginario–por usar de forma específica los térmi-nos de Lacan– es experimentado por elsujeto con una angustia genuina que vadesde la inquietante expectación hasta laperplejidad paralizante. «Sucede frecuen-temente –escribe con acierto Heuyer, co-mentando estas vivencias– que pasajes vi-suales y pasajes verbales no concuerdan,que dos series, de los unos y de los otros,se desarrollan simultáneamente sin ser deninguna manera conjugados, es decir, sinobjeto común, y que por otra parte, queuna y otra serie tampoco tenganobjeto»44.

INSULTOS E INJURIAS

Es una pena que estas visiones tan pre-cisas de la atomización de la subjetividad,en las cuales las imágenes y las palabras sedeseslabonan y atomizan causando unpavor extremo, no se acompañaran dealguna elucidación mínimamente trabada.Pero el genio descriptivo de Clérambaulthacía aguas en el terreno explicativo.Estaba a años luz de Freud, incluso deBleuler45. Es de lamentar también quenadie viera en la abundante presencia deinsultos e injurias, elemento genuino de lasalucinaciones verbales, una pesquisa queiluminara y diera pie a componer algún

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44 HEUYER, G., AJURIAGUERRA, J. de y J. M. PIGEM: «El síndrome de automatismo mental de De Clérambault y suimportancia en psiquiatría», Anales de Medicina y Cirugía, 1950, vol. XXVIII., n.º 62, p. 134.45 «Pero Clérambault se detuvo crispado ante el umbral del inconsciente, en tanto que Bleuler fue más allá», escribeÉtienne TRILLAT en «Una historia de la psiquiatría en el siglo XX», en J. POSTEL y Cl. QUETEL, Nueva historia de lapsiquiatría (México DF, F.C.E., 2000, p. 328).

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tipo de interpretación, cuando todo elmundo sabe que esas palabras hirientestocan de lleno algo íntimo del sujeto.

Aunque la mayoría de psicopatólogosestaban al corriente de la presencia deloprobio en el inicio de los cuadros alucina-torios, la importancia que se le asignó fueapenas testimonial. Séglas, sin ir más lejos,había anotado a propósito de una de suslocas: «[...] voces insultantes y amenazan-tes: “Vaca asquerosa, puta, arrastraremosa tu hijo por el barro; te rajaremos lapanza con un cuchillo”. Estas voces prove-nían del suelo, de las paredes, de la chime-nea, etc. Eran voces de hombres, de muje-res, de niños, muy claras, que oía porambos oídos. Ellos eran invisibles, dice»46.A otra de sus enfermas, la Sra. P., «ledecían palabrotas, insultos, maldades, parahacerla ruborizarse delante de la gente»47.

Agudo observador, Séglas se había per-catado de que los alucinados perseguidoscomienzan su periplo de locura con aluci-naciones elementales, es decir, ruidos inde-finidos que ellos mismos transforman enonomatopeyas (boom, crac, etc.) o identi-fican con pasos, silbidos del tren, campa-nas, disparos, etc. Con posterioridad aestos fenómenos elementales, experimen-tan alucinaciones verbales stricto sensu,esto es, palabras aisladas, frases breves queposeen un único significado, a veces monó-tonas y estereotipadas, aunque cada vezmás nítidas. «Ya conocen ustedes ese re-pertorio de insultos burdos que, al comien-zo, tienen que soportar casi todos los per-seguidos», sintetiza Séglas48. Con el paso

del tiempo las voces suelen convertirse enun monólogo del perseguidor, del que elalucinado no puede zafarse. En ocasioneslas cosas se complican aún más, sobre todocuando se trata de varios perseguidores yel monólogo se convierte en diálogo y ésteen cháchara, con lo cual una polifonía devoces le vituperan.

Mas nadie soporta durante muchotiempo tan cruda ignominia. Sucede en-tonces que los insultos y vejaciones, me-diante alguna maniobra subjetiva, se com-pensan con halagos y consuelos. El trabajodel loco con sus voces resulta en ocasionesfructífero y las injurias iniciales se acabantransformando en soportable compañía, amenudo la única compañía. Este hecho hasido observado en numerosas ocasionespor los tratadistas clásicos y es sobrada-mente conocido entre los clínicos que dia-logamos con los locos. Tocante a esta cues-tión, Clérambault anotó: «El sujeto estásatisfecho (o es adulado), las voces lehacen compañía, en el peor de los casos, esfastidiado con experiencias de las que él esel centro, pero que no son hechas para per-judicarlo»49. Y con respecto a otro alucina-do, precisó: «Un hombre bastante culto,dibujante, empleado en una compañía deferrocarriles, escuchaba arriba y a la dere-cha a interlocutores amables; les escucha-ba sonriendo, sin responderles. “Esasvoces me hablan de usted, señor doctor, mehacen elogiarlo. Me son agradables, mehacen compañía”»50.

Hoy día, después de Freud, es fácil caeren la cuenta de que las alucinaciones

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47 Ídem, p. 187.48 Ídem, pp. 148-4949 CLÉRAMBAULT, G. G. de: «Automatisme mental et scission du moi» [1920], Œuvre Psychiatrique, op. cit., p. 446.50 CLÉRAMBAULT, G. G. de: «Première conception d’un automatisme mental générateur de délire. Intervention» [1909],Œuvre Psychiatrique, op. cit., p. 456.

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verbales se relacionan con aspectos perso-nales íntimos y molestos, de esos que nosólo le sacarían a uno los colores, sino delos que dan de lleno en la línea de flota-ción, como es el caso de los insultos y lasinjurias. Se tiende a suponer también queesos agravios dichos por otro son, en reali-dad, ultrajes que uno mismo se dirige porboca de otro. Ahora bien, esta interpreta-ción del hecho alucinatorio se asienta enuna teoría general según la cual, en primerlugar, la locura es ante todo una protec-ción, y, en segundo lugar, sus síntomas sonla expresión del fracaso de esa defensaesencial. El desarrollo de esta teoría intro-dujo un punto de vista completamentenuevo en el análisis del pathos y dotó, porfin, de una explicación coherente a las bri-llantes descripciones de los más señerospsicopatólogos.

Es difícil recomponer las pesquisas queFreud siguió para establecer su teoría. Sinembargo, da la impresión de que las pala-bras hirientes desempeñaron en su cavila-ción un papel esencial, de ahí que se obser-ve una correlación especular entre lainjuria alucinatoria y el autorreproche me-lancólico. En mi opinión, de la injuria alu-cinatoria deduce el mecanismo genuino dela psicosis (Verwerfung, forclusión o recha-zo radical) y del reproche melancólicocolige la esencia narcisista de esta afeccióny la imposibilidad de deshacerse del objetoperdido, con lo cual los autorreprochesson, en realidad, acusaciones veladas.

Conforme a lo que se acaba de apuntar,cualquier interpretación de la alucinación

verbal debería establecerse a partir del in-sulto y la injuria. La profusión de tan lace-rantes palabras en los estadios germinalesde la locura xenopática y la paranoia esproporcional a la importancia que ateso-ran. Pero no se trata sólo de un mero as-pecto cuantitativo. En realidad, son muypocas las experiencias que testimonian undolor tan intenso y rebosante de ultraje,experiencias en las que el loco se halla a laintemperie, desprotegido y en carne viva.Tanto es así que, a propósito de las inju-rias que sonaban claramente es sus «oídosespirituales», Schreber anotó: «son tangroseras que me resisto a confiarlas alpapel»51.

Cuando Freud analizó las alucinacionesde una de sus primeras pacientes paranoi-cas, la Sra. P., enseguida advirtió el fasti-dio que le ocasionaban las voces: «Cadauno de sus movimientos y acciones erancomentados, a veces oía amenazas y repro-ches. Todos estos síntomas la hostigaban[…]»52. No cabe duda de que la teoría delas alucinaciones de Freud deja mucho quedesear, tanto más cuanto que las asimila alos mecanismos oníricos. Así y todo, sientalas bases de la defensa psicótica por anto-nomasia (forclusión) y pone de relieve queel fracaso de la defensa se experimenta enlo real: «[en algunas ocasiones sucede que]la defensa termina en un total fracaso y elreproche originario, el vituperio que unose quería ahorrar, regresa en su forma in-alterada»53.

Se pueden emplear muchas más pala-bras, pero en apenas dos líneas el fenómeno

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51 SCHREBER, D. P.: Sucesos memorables de un enfermo de los nervios, Madrid, A.E.N., 2003, p. 237.52 FREUD, S.: «Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa» [1896], en Sigmund Freud. Obras Com-pletas, Buenos Aires, Amorrortu editores, vol. III, 1976, p. 176.53 Ídem, p. 182.

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alucinatorio se revela con nitidez y muestra,en su simplicidad, lo genuino de la locura:los insultos que el alucinado oye son lo másverdadero de su ser; su locura radica en nopoder experimentarlos de otro modo queno sea a través de alguien al que consideraextraño; su psicosis se edifica sobre el aguje-ro de la protección simbólica e imaginaria,el desgarrón de esa tupida red de lenguaje eimágenes que sirve de parapeto frente a losenvites de lo siniestro, de lo irrepresentable.

EL AUTOMATISMO MENTAL GENERALIZADO

De ser cierto lo que propongo, elhombre hablado encarnaría al sujeto de laspostrimerías de la Modernidad. Mientrassu expresión más dramática y patológica sesustancia en la locura xenopática, la máshabitual se traduce en la división subjetiva,característica genuina de la condiciónhumana. Desde este punto de vista, unfino hilo recorrería sin quiebras las expe-riencias características de la locura hastainternarse en las habituales del sujeto co-rriente.

Aunque no sea más que mero afán espe-culativo, analizar los fenómenos psicopa-tológicos desde la óptica de la continuidady la discontinuidad, aplicando ambas co-ordenadas a la vez, es tarea que enriqueceel conocimiento de la condición humana.En el caso que nos ocupa del hombre ha-blado, este doble enfoque nos llevaría asituar la xenopatía del lenguaje como unpilar fundamental de la constitución delsujeto, con lo cual podríamos plantearque todo el mundo es xenópata, aunque,desde la perspectiva de la psicología pato-lógica, estemos obligados a distinguir el

automatismo mental de otras experienciasparecidas y trazar una línea virtual que losepare de la normalidad o neurosis.

Que todo el mundo padezca de automa-tismo mental y sea xenópata, como decía,es una propuesta que se discutió tiempoatrás y se ha revitalizado con Lacan, sinduda el más preclaro de cuantos analiza-ron estos hechos. «No hay nada más natu-ral que el automatismo mental», enfatizóLacan en el Seminario de 1976-77, hacien-do de la «invención» de Clérambault unaexperiencia extensible al común de losmortales54. Quizás la importancia de estahipótesis del automatismo mental genera-lizado consista en afianzar la esencia lin-güística de la condición humana y en con-cebir una locura originaria de la quealgunos, mediante defensas exitosas, consi-guen librarse.

Con el fin de dotar de algunos argumen-tos a esta propuesta sobre el automatismomental generalizado, examinaré el proble-ma desde la doble perspectiva psicopatoló-gica de la discontinuidad y la continuidad.Comenzaré por la primera, la más extendi-da entre los estudiosos del pathos. Se trata,desde este punto de vista, de aislar los fe-nómenos específicos del automatismomental y oponerlos a otros de aparienciasimilar pero de diferente entidad. De resul-tas de este análisis se establecen categoríasy tipos alejados unos de otros, con lo quela separación entre lo normal y lo patoló-gico se amplifica, y con ello se aparta alcuerdo del loco. El énfasis puesto en las di-ferencias permite precisar distintas taxo-nomías, siempre arbitrarias aunquemuchas veces sólidas en su configuración yútiles para la terapéutica. Como es

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54 LACAN, J.: «L’insuccès de l’une bévue. Leçon du 17/5/1977», Ornicar?, 1979, 17-18, p. 23

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natural, este tipo de análisis multiplica susdificultades cuando se adentra en la discri-minación de ciertos fenómenos alejadosdel extremo más patológico, fenómenos depor sí sutiles y difuminados, cuya raigam-bre última resulta a menudo oscura.

Ante este tipo de manifestaciones ele-mentales, el psicopatólogo no puede echarmano de la potente lente de la semiologíaclínica, pues su luz no penetra en talesoquedades; a consecuencia de esa limita-ción, los relieves que ofrece se vuelvenconfusos. Las meditaciones de Cléram-bault ilustran a la perfección este aspecto.Reconocía el maestro de la Enfermería es-pecial que existen algunos fenómenos in-trusivos y parásitos propios del pensa-miento normal, fenómenos que también seobservan con claridad en el automatismomental. Todo el asunto consiste en saberdiferenciarlos. Con respecto a esta cues-tión, propuso: «Hay varios que figuran, almenos en forma reducida y excepcional-mente, en el juego del pensamiento normaly subnormal. Son, por una parte, el deva-nado mudo de los recuerdos, las semejan-zas, falsos reconocimientos y extrañezas,las sustituciones de pensamiento e ideorre-as; por otra parte, las desapariciones depensamientos, olvidos, interrupciones yvacíos del pensamiento, las esperas, dudas,perplejidades, aprosexias. Es precisoañadir los juegos parcelares. Todos esos fe-nómenos son frecuentes en estados defatiga legítima, de insomnio y de neuraste-nia, muy frecuentes (salvo, como es natu-ral, la aprosexia y la duda) en los estadoshipnagógicos y en las intoxicaciones. [...]En el Automatismo Mental, el conjunto de

esos fenómenos se convierte en norma:son erigidos en sistema»55.

Como se puede observar, la primera res-puesta del psicopatólogo se basa en unaconsideración de conjunto. En ella el carizpatológico viene determinado por la pre-sencia simultánea de múltiples fenómenos,de los que se sospecha inicialmente uncomponente enfermizo. A la vez que selleva a cabo este tipo de análisis sumato-rio, el conocedor de la psicología patológi-ca ensaya otra respuesta, para la cualenfoca su lente hacia un único fenómenoelemental, del que escudriña todos suspormenores. En este quehacer, comodecía, el auxilio de la semiología desapare-ce. Sucede entonces que cuanto más seavanza en el análisis, menos consistentes sevuelven el apoyo en la objetividad y la re-ferencia del thesaurus semeioticus. Alllegar a ese punto ya no hay marcha atrás.De avanzar con paso firme por tan incier-to territorio, la única guía segura se hallaen la repercusión que esas experienciastienen en el sujeto. Tocante a este aspecto,la indagación de Clérambault puede servirtambién de ilustración. Al hilo de los co-mentarios sobre una paciente, observó:«Los pensamientos adventicios de la en-ferma probablemente no sean distintos aaquellos que, en el sujeto normal, seríanreprimidos (refoulées); llaman la atenciónporque se imponen»56.

De acuerdo con lo expuesto, lo genuinodel automatismo mental –o de cualquieralteración psíquica– no radica en lo prime-ro que se nos aparece, es decir, la texturadel fenómeno (semiología clínica), sino en

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55 CLÉRAMBAULT, G. G. de: «Les psychoses hallucinatoires chroniques. Analyse. Pathogénie» [1924], Œuvre Psychia-trique, op. cit., pp. 509-510.56 Ídem, p. 508.

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el impacto o tipo de experiencia que afectaal sujeto y en el significado que le atribuye.De ahí que haya que darle la razón aNodet cuando, terciando sobre estas cues-tiones, afirmó: «lo patológico no es el au-tomatismo, sino el significado que el sujetole asigna»57.

Otra interpretación de estos hechos sefunda en el enfoque continuista. Segúneste parecer, los fenómenos de automatis-mo podrían presentarse en cualquiersujeto, con lo cual más que establecer con-trastes, se trataría de acentuar las semejan-zas. De este modo, el cuerdo y el loco seemparentan puesto que comparten ciertasexperiencias, cuyas diferencias vendríandadas por la significación, la intensidad yla duración. Mientras el punto de vista dis-continuo admitirá de buen grado la oposi-ción entre cordura (neurosis) y locura, elcontinuo preferirá borrarla. El primerooptará por adagios que resalten lo particu-lar (algunos son psicóticos y otros neuróti-cos) y máximas disyuntivas (cuerdo oloco); el segundo se inclinará por senten-cias universales (todos locos; de locos ycuerdos todos tenemos un poco).

Estos dos enfoques del pathos se articu-lan hasta conformar una cinta de Möbius,o al menos así debería de ser. Sin embargo,en materia de psicología patológica existeentre ellos una diferencia sustancial. Elmodelo discontinuo tiende a concebir lasalteraciones como desórdenes que sobre-vienen a lo largo del desarrollo, lo quesupone que el sujeto partiría de un ciertoorden para llegar, en algunos casos, alcaos; en cambio, el modelo continuistasuele promocionar una visión contraria

según la cual se partiría del caos y, median-te defensas efectivas, se llegaría a ciertoorden o estabilidad. Según lo dicho, elprimer modelo se interrogaría acerca depor qué enloquecemos, con lo cual se atri-buye a la crisis o desencadenamiento unaimportancia fundamental para conocer laquintaesencia de la locura; en cambio, enel segundo modelo la interrogación incidi-ría en por qué no estamos todos locos, deahí que se interese más por la terapéuticaque por la patología.

Estas observaciones vienen como anilloal dedo para darse cuenta de que los mo-delos que privilegian la discontinuidad sehan centrado en la descripción de síndro-mes o categorías, como el automatismomental, desligados del sustrato habitual dela condición humana. Por el contrario, lasinterpretaciones continuistas allanan elcamino entre lo normal y lo patológico, demanera que se favorecen visiones similaresa la del automatismo mental generalizado,sugerente hipótesis cuyo punto más flojose sitúa en la falta de separaciones. Portodo ello resulta imprescindible aplicar a lavez esas dos plantillas, únicos miradoresdesde los que analizamos e interpretamosel pathos.

Es posible que la ambigüedad semánti-ca del término ‘automatismo’ haya favore-cido, en el estudio de este ámbito, la coe-xistencia del doble enfoque al que acabo dereferirme. Como ya se señaló, del automa-tismo psicológico se venía hablando desdemediados del siglo XIX para referir la pre-sencia habitual de fenómenos automáticosen el discurrir del pensamiento, procesoque posteriormente Pierre Janet consideró

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57 NODET, Ch.-H: Le Groupe des psychoses hallucinatoires chroniques: Essai nosographique. Préface du professeurHenri Claude, París, Doin, 1938, p. 97.

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una actividad mental espontánea e infe-rior de la conciencia según la cual emergí-an determinadas asociaciones preorgani-zadas. Aunque no tiene nada que ver elcarácter endofásico de este tipo de expe-riencia con la xenopatía genuina del auto-matismo mental de Clérambault, la solapresencia del término ‘automatismo’ pro-pició esa doble perspectiva de análisis, conlo cual se ha mantenido cierta conexiónentre los automatismos que sobrevienenen la cogitación de cualquier persona y losfenómenos intrusivos de la xenopatía alu-cinatoria.

«Palabra interior», «imágenes auditi-vas», se les llamara del modo que fuera,los automatismos psicológicos se conside-raban manifestaciones normales y habi-tuales. El interés que suscitaron hace unsiglo no se limitaba al estrecho perímetrode la psicología académica. De hecho,fueron los artistas, en especial los surrea-listas, quienes más se interesaron por esteasunto, en el que vieron una fuente irre-nunciable de creación58. Basándose en laexperiencia de la escritura automática,André Breton, en el Primer manifiesto, de-finió al surrealismo apoyándose en la refe-rencia del automatismo: «Surrealismo:s.m. Automatismo psíquico puro por cuyomedio se intenta expresar tanto verbal-mente como por escrito o de cualquierotro modo el funcionamiento real del

pensamiento. Dictado del pensamiento,con exclusión de todo control ejercido porla razón y al margen de cualquier preocu-pación estética o moral»59.

Interesado por estos fenómenos, el psi-cólogo y médico George Dumas, se habíatomado a sí mismo como objeto de estu-dio y había comprobado «el carácter auto-mático» con que se le presentaban unas se-senta frases, las cuales poseían un«carácter verbal» y no guardaban relacióncon los pensamientos del momento.Dumas dejó claro que no se trataba de alu-cinaciones psíquicas («porque no tengo laimpresión de que sean impuestas», añade),sino de «fenómenos de automatismomental espontáneo», a lo que denominó«pensamientos vagabundos»60.

Como puede verse, la perspectiva dis-continua pone en primer plano relaciónentre la locura y el lenguaje, relación que elautomatismo mental de Clérambault hacepatente; incluso invita a pensar la locuracomo la consecuencia de una alteracióndel lenguaje –conforme a la sugerencia deChaslin61 – y enmarca –según señalóSéglas– las alucinaciones verbales dentrodel terreno de «la patología del lenguajeinterior»62. Por el contrario, si apuramos lavisión continuista se hará evidente que esarelación se ampliará hasta abarcar al ser yal lenguaje. Con ello se resalta el papel

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58 De especial interés para conocer de cerca la relaciones entre el surrealismo y las doctrinas psicológicas y psicopato-lógicas es el escrito de Alain CHEVRIER, «André Breton et les sources psychiatriques du surréalisme», Mélusine, 2007,n.° 27, pp. 53-76, y 2009, n.° 29, pp. 277-288.59 BRETON, A.: Manifiestos del surrealismo, Buenos Aires, Argonauta, 2001, p. 44.60 Véase sobre todo el capítulo II («L’Automatisme, les hallucinations») de G. DUMAS, Le surnaturel et les dieux d’aprèsles maladies mentales (Essai de théogénie pathologique), París, P.U.F., 1946.61 Cf. Philippe CHASLIN, Éléments de sémiologie et cliniques mentales, París, Asselin y Houzeau, 1912 [ed. española:Elementos de semiología y clínica mentales, 2 vols., Buenos Aires, Polemos, 2010; la descripción y comentarios sobrela locura discordante verbal puede leerse en el vol. 2, p. 972 y ss.].62 Cf. J. SÉGLAS, «Las alucinaciones y el lenguaje», Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 1998 [1934], vol. XVIII, n.º 68, pp. 673–677.

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esencial que desempeña el lenguaje en lacondición humana, aspecto que se vuelveevidente en las experiencias de la escrituraautomática y la introspección de Dumas.

Lo cierto es que se llega al mismo desti-no tanto si se sigue la pesquisa de la granpatología mental como la de las ocurren-cias del sujeto normal. Cuando se llevahasta el límite los enfoques continuo y dis-continuo, da la impresión de que el len-guaje se impone y de que el sujeto es unextranjero de sí mismo, un verdadero xe-nópata, un hombre hablado. Bajo la lám-para de este tipo de análisis, observamosun individuo que se experimenta «atrave-sado por mensajes en ráfagas, por un len-guaje que habla solo»63. Desde este puntode vista, la pregunta tradicional sobre quées un loco da paso a «cómo se puede noser loco», cuestión que con acierto formu-la J.-A. Miller al hilo de sus averiguacio-nes sobre el automatismo mental64. Demanera que la hipótesis del automatismomental generalizado está bien fundamen-tada en la medida en que a todos se nosimpone el lenguaje, aunque sólo algunosse enferman de xenopatía. Y de quienes seenferman de xenopatía o del síndrome deautomatismo mental sería más apropiadodecir que continúan siendo aquellos xenó-patas originarios a los que el orden simbó-lico no protegió del caos inicial.

El hombre hablado, cuyo prototipo esSchreber, constituye la representación máspatética de la desposesión de la identidad.Él no habla, ni se mueve ni siente; es habla-do, movido y lo que siente se le impone. En

el interior de su propia identidad es Otro elque habla65. En él lo íntimo es éxtimo, lopropio, ajeno, y lo interno, externo. PorqueOtro habita en el núcleo más intrínseco dela identidad consigo mismo, de ahí que ex-perimente su pensamiento como un meroeco y sus palabras se conviertan en vocesincrepantes.

Hoy día, en la escena del teatro de lalocura, da la impresión de que el hombrehablado comparte su protagonismo con elhombre hueco. Se trata del psitacista, esehombre loro que habla como los demás,pero no dice nada propio porque nadapropio tiene. La alucinación verbal del xe-nópata da paso, en el psitacista, al mur-mullo. Su precariedad simbólica se ponede relieve en la pobreza de su discurso,tomado de los otros por mímesis. Concuatro palabras desgastadas y ambiguaspuede hablar durante horas y no decirnada. Carente de pasión y desvitalizado,este hombre hueco fracasó en la inven-ción de una novela familiar, como decíaFreud, en la que alojarse al calor deldeseo del Otro. Va y viene de aquí paraallá, errático, a menudo solitario, sin otrarazón que lo que ve en los de al lado. Notiene ninguna guía para conducirse por lavida. Y cuando se ve abocado a enfrentar-se con un compromiso de los verdadera-mente humanos, de poco le sirve echarmano de las identificaciones con losotros, y es ahí cuando suele desequilibrar-se. Su locura es normal, discreta, desapa-sionada, de las que pasan desapercibidassalvo por la hipernormalidad que aparen-tan y el aburrimiento que despiertan. Más

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63 MILLER, J.-A.: «Enseñanzas de la presentación de enfermos» [1977], en J.-A. MILLER et al., Los inclasificables de laclínica psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós, 1999, p. 425.64 Ibidem.65 Cf. J.-A. MILLER, Elucidación de Lacan: charlas brasileñas, Buenos Aires, Ed. EOL-Paidós, 1998, p. 174. Véase asi-mismo, Jacques-Alain MILLER, Extimidad, Buenos Aires, Paidos, 2010, p. 29.

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que un ventrílocuo, el hombre hueco escomo un loro que repite lo que dicen losotros, en los que no cree y a los que con-sidera ajenos. Mientras el xenópata so-porta en sus entrañas al Otro del lengua-je, el psitacista vive sin el Otro y de ahí suoquedad tan característica66.

Se necesita tiempo para escribir sobre lahistoria de la subjetividad del hombre dehoy, un tiempo necesario para averiguarcuál es su locura por excelencia. Si la líneaargumental aquí desarrollada no incurre

en desatino, averiguar ese tipo de locuranos pondrá en la buena pista que habrá deconducirnos hasta el corazón del sujetocontemporáneo, proceso homólogo al quedesempeñó el automatismo mental en lacaracterización del sujeto del final de laModernidad67.

José María ÁlvarezCorrespondencia: [email protected]

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66 En lo que se refiere a Joyce, J.-A. Miller, en El ultimísimo Lacan, observó que Lacan nos presenta la paradoja de «unsujeto sin Otro, un sujeto que habla para sí y en el que todo lo que atañe al Otro es sospechoso de no ser más que fa-bricación» (MILLER, J.-A.: El ultimísimo Lacan, Buenos Aires, Paidós, 2013, p. 76).67 El texto que ahora concluye coincide sólo parcialmente con la disertación pronunciada en el XXV Congreso de Saludmental de la AEN, celebrado en Tenerife en junio de 2012. En realidad, parte de las mismas preguntas que allí me for-mulé, aunque las respuestas son algo distintas. Han pasado algunos años desde entonces y el interés por las relacio-nes del lenguaje y la locura se ha inclinado paulatinamente hacia los vínculos entre la psicopatología y la historia de lasubjetividad. De ahí que este escrito sea una contribución a las reflexiones que a Fernando Colina y a mí nos ocupandesde hace un lustro, en las que tratamos de aportar algo valioso sobre esa confluencia. Desde hace varias décadasconsideramos que el automatismo mental era la vía regia para el conocimiento de la locura enfocada a partir de la tra-bazón del ser y el lenguaje, como se pone de relieve en nuestras respectivas publicaciones. Nos pareció que dábamosun paso más en nuestro plan cuando analizábamos las alucinaciones verbales, es decir, las voces. El caso es que, através de distintas vías, concluimos, de forma provisional, que las voces propiamente psicóticas constituyen una mani-festación exclusiva de la Modernidad, incluso que resulta difícil concebirlas en otro tipo de subjetividades anteriores. Asabiendas de que no se trataba más que de una hermosa especulación, nos empeñamos en dotarla de argumentos clí-nicos e históricos, al hilo de los cuales surgió la propuesta del origen histórico de la esquizofrenia, elaborada a lo largode dos publicaciones («Las voces y su historia: sobre el nacimiento de la esquizofrenia», Átopos. Salud mental, comu-nidad y cultura, 2007, n.º 6, pp. 4-12; «Origen histórico de la esquizofrenia e historia de la subjetividad», Frenia, 2011,Vol. XI, pp. 7–26). En medio de todo eso quisimos darle forma a una idea, a la que cada día consideramos más sóliday bien fundamentada, respecto a la posible articulación de lo continuo y lo discontinuo, de lo uno y lo múltiple, uno delos problemas tradicionales de la filosofía occidental y pilar principal de la psicopatología. A partir de estos dos referen-tes di forma a este escrito, con el que intento aportar alguna luz a esta curiosidad compartida.

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Sorprendentemente, el automatismomental es un fenómeno absolutamentedesconocido en muchos ámbitos de lapráctica clínica actual. Los psiquiatras queaún siguen pensando que la alucinación esuna «percepción sin objeto» lo descono-cen completamente y los psicólogos no lonecesitan a la hora de aplicar sus teses yprotocolos. Así, el núcleo de la psicosis, suestructura o su esencia permanece olvida-da en el panorama psiquiátrico oficial. Yesto, lógicamente, tiene consecuencias enel diagnóstico y en el tratamiento.

Quizás, una posible respuesta a esta si-tuación sea que en su momento, por unaapresurada y ligera lectura de Freud, seprivilegió la dimensión del sentido en elámbito de las enfermedades mentales, y elautomatismo mental, en realidad, noquiere decir nada, pues no es más que un

simple eco donde el sujeto se descubre do-blado por una emisión paralela “que loemancipa, lo acompaña o lo sigue”1.

Otra posible explicación podría ser elgusto por la ignorancia, así como el des-conocimiento de los clásicos de la psico-patología, debido a que se suele conside-rar que la psiquiatría es una disciplinaque progresa superando lo dicho enépocas pretéritas. No hay más que echarun vistazo a las concepciones sobre la pa-tología mental de muchos de los nuevosresidentes, los programas universitarios oel clima «intelectual» de la mayoría de losservicios de psiquiatría. Grave error, puesnecesitamos recurrir a la clínica, porquees la que establece lo necesario para en-tender aquello de lo que hablamos, y éstaestá, nos guste o no, históricamente cir-cunscrita.

RESUMENEn este breve artículo trataremos de elaborar

el binomio «lenguaje y automatismo». Principal-mente, destacaremos la importancia del «automa-tismo mental» en la psicosis y la relación que estefenómeno tiene con el lenguaje. Para ello, utiliza-mos el ejemplo de la alucinación verbal; enmarca-mos las consecuencias que ésta tiene en la noso-logía; analizamos la cuestión de las palabrasimpuestas en el ser hablante; y, tratamos de res-ponder a por qué algunos, no todos, están locos.

Palabras clave: automatismo mental, lengua-je, psicosis, Clérambault, Séglas, Lacan.

RESUMENIn this short article we will try to develop the bi-

nomial «language and automatism». Mainly, wehighlight the importance of «mental automatism»in psychosis and the relationship of this phenome-non with the language. To do this, we use theexample of verbal hallucination; We framed theconsequences it has on the nosology; We analyzethe question of the imposed words on the speakerbeing; and we try to answer why some, not-all, arecrazy.

Key words: mental automatism, language,psychosis, Clérambault, Séglas, Lacan.

Cuad. Psiquiatr. Comunitaria,Vol. 13, N.º 1, pp. 35 - 44, 2015

Lenguaje y automatismoLanguage and automatismKepa Matilla

Psicólogo clínico. Hospital Universitario Río Hortega (Valladolid)

1 MILLER, J.‐A. (1995 [1976]), “Enseñanzas de la presentación de enfermos”, en CLÉRAMBAULT, G.G., El automatis-mo mental, Madrid, DOR, p. 279.

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Kepa Matilla

LA ESTRUCTURA DE LA ALUCI-NACIÓN

Quisiera comenzar destacando el hechode que las relaciones entre el lenguaje y lapsicosis han sido tratadas por un grannúmero de autores a lo largo de la historiade la psiquiatría. Un momento importantefue cuando Baillarger planteó que la aluci-nación en los alienados no tenía nada quever con el sonido pues se trataba de un fe-nómeno de lenguaje, en concreto, de unlenguaje que no se escucha (alucinacionespsíquicas)2. A esto Séglas añadió que elsujeto podía escuchar algo, pero dejabaclaro que lo que se escuchaba no venía delexterior (alucinaciones verbales y alucina-ciones motrices verbales)3.

Más importante aún fue el momento enel que se concibió la alucinación en la psico-sis como un fenómeno de influencia y auto-matismo4. A partir de aquí, la alucinaciónverdadera o psico‐sensorial dejaba de ser lamás representativa de la psicosis5. Efectiva-mente, se descubrió que era en el ejercicioinvoluntario de las facultades donde habíaque buscar el punto de partida de todas laspsicosis. Esto es, cuando el sujeto deveníaincapaz de dirigir sus ideas y ellas se impo-nían de tal manera que uno mismo sólopodía verse forzado a someterse a ellas6.

Esta nueva perspectiva allanaba elcamino para que se concibiera, a decir deBaillarger, una terrible fractura en launidad del individuo. Al alienado no lequedaría más remedio que atribuir la im-posición de estas ideas espontáneas a unser extraño7.

Fue también Séglas quien destacó de laalucinación auditiva su aspecto verbal porencima del perceptivo. Planteó que másque ser algo que proviniera del oído, eranvoces internas que pronunciaban pala-bras8, no existía el elemento estésico pro-piamente dicho, sino que la importanciaresidía en la palabra. Las alucinacionesabandonaban así el campo de la percep-ción y pasaban a ocupar el campo de la pa-tología del lenguaje interior o hiperendofa-sia. Eran «voces que venían de la cabeza»,«palabras en pensamiento», «palabras queno hacían ruido», por eso, algunos aliena-dos aseguraban «escuchar mentalmente».Era ésta una experiencia mucho más des-garradora que la alucinación psicosenso-rial, pues ocurría en el propio fuero inter-no del sujeto, a quien ya no le servíadefenderse mediante algodones en lasorejas, pues su única salida, para recuperarsu unidad interna, era construir una influencia exterior9. El problema se conver-tía así en que «algo hablaba en ellos».

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2 LANTERI‐LAURA, G. (1989), “La voix et le langage intérieur”, SAUVAGNAT, F. (Comp.), La voix, Colloque d’Ivry, París,Lysimaque, pp. 185‐200, p. 186.3 No es nuestro propósito realizar aquí una nítida distinción entre los diferentes tipos de alucinación, para ello puedeconsultarse ÁLVAREZ, J.Mª. y ESTÉVEZ, F. (2001), “Las alucinaciones: historia y clínica”, Frenia. Revista de historia dela psiquiatría, vol. I, fasc. I, pp. 65-96; LANTÉRI-LAURA, G. (1994), Las alucinaciones, México, Fondo de Cultura Eco-nómica; MAZZUCA, R. (1998), Valor clínico de los fenómenos perceptivos, Buenos Aires, Eudeba.4 Cf. EY, H. (1934), Hallucinations et délires, París, Alcan.5 CLAUDE, H. (1930), "Mécanisme des hallucinations. Syndrome d’action extérieure”, L’Encéphale, 25 (5), pp. 345‐359,p. 346.6 BAILLARGER, J. (1890), Recherches sur les maladies mentales, París, Masson, p. 563.7 Ibídem.8 SÉGLAS, J. (1998 [1934]), “Las alucinaciones y el lenguaje”, Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., vol. XVIII, no 68, pp. 673‐677, p.674. Este artículo es la traducción de SÉGLAS, J., (1934), “Préface”, en H. EY, Hallucinations et délires, París, Alcan, pp. I‐X.

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Lenguaje y automatismo

Pero el propio Séglas recordaba, en suúltimo trabajo sobre las alucinaciones, laimportancia de haber podido diferenciar,dentro del grupo de las alucinaciones psí-quicas, no sólo las alucinaciones psicomo-trices verbales10 —donde el propio aliena-do musitaba las palabras que decía oír—,sino también las pseudo-alucinaciones ver-bales, donde el automatismo de la palabraocupaba el primer plano. Eran ellas, decía,una «alienación del lenguaje» donde unpensamiento verbal era desgajado del yo yconvertido en elemento extraño o parásitoque pululaba y resonaba de manera auto-mática, dejando al sujeto bajo la «coer-ción», el «sometimiento» y la «expropia-ción del yo»11.

Esta nueva concepción ensanchó elcampo de las alucinaciones de manera con-siderable y, aún hoy, cuesta creer cómo esalgo completamente desconocido. Muchosfenómenos que no entraban en la estrechadefinición de Esquirol podían concebirsecon facilidad bajo esta perspectiva, ymuchos de ellos pasaron a ser prioritarios:el eco del pensamiento, el pensamiento an-ticipado, las impulsiones verbales, la enun-ciación de actos, etc. El propio Cléram-bault redobló toda esta semiología alconsiderar estos fenómenos como tardíos.Una de sus mayores contribuciones pasópor describir una fenomenología mucho

más elemental que daba cuenta del iniciode la psicosis.

INCIDENCIA EN LA NOSOLOGÍA

También Séglas, con esta nueva concep-ción, introdujo una entidad clínica, los«perseguidos‐poseídos» o el «delirio de in-fluencia», producto de las alucinacionespsicomotrices en las que la palabra, comohemos dicho, se emancipaba de la boca delenfermo. Esta nueva entidad no dejaría deser otra categoría más, si no fuera por lanovedad que suponía plantear un «desdo-blamiento de la personalidad» como me-canismo generador del automatismo. Era,además, la manera de diferenciar estos su-jetos de los alucinados sensoriales a losque se les suponía cierta integridad.

Este planteamiento de una disgregaciónde la unidad interior lo secundó un grannúmero de clínicos de primera talla, entreellos Ballet con su «desagregación de lapersonalidad»12 —término que tambiénClérambault utilizó13—, Chaslin y su «dis-cordancia»14, el propio Clérambault y su«escisión del yo»15, Lévi‐Valensi y su «des-posesión»16, etc. De hecho, estos autoresque sostuvieron la idea de una disociaciónde la unidad interior, encontraron en ellael caballo de batalla para escindir la cate-goría de la demencia precoz.

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9 LEVY‐DARRAS, A. (1914), La psychose d’influence, París, G. Steinheil, p. 9.10 SÉGLAS, J. (1998 [1934]), p. 675.11 Ibídem.12 BALLET, G. (1913), “La psychose hallucinatoire chronique et la désagrégation de la personnalité”, L’Encéphale, 6, pp.501‐508.13 CLÉRAMBAULT, G.G. (1987 [1907]), “Un cas de délire a deux avec modes de début un peu spéciaux”, en Œuvrepsychiatrique, París, Frénésie, p. 58.14 Cf. CHASLIN, Ph. (2010 [1912]), Elementos de semiología y clínica mentales, 2 tomos, Buenos Aires, Polemos.15 CLÉRAMBAULT, G.G. (1995 [1920]), “Automatismo mental y escisión del yo”, en El automatismo mental, Madrid, DOR.16 LEVY‐VALENSI, J. (1927), “L’automatisme mental dans les délires systématisés chroniques d’influence et hallucina-toires. Le syndrome de dépossession”, Congrès des médecins aliénistes et neurologistes de France et des pays delangue française, Blois, p. 5.

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Efectivamente, fue primero de lamano de Séglas como se trató de limitarla «demencia paranoide» a las formasdelirantes y alucinatorias de la hebefre-nia17, definiendo así la postura de losfranceses ante esta nueva categoría deKraepelin, al tiempo que la dotaban deuna mayor consistencia. De esta forma,se extraían de la demencia paranoide lamayor parte de los estados delirantesalucinatorios crónicos con disociación li-mitada, que sólo comenzaban a manifes-tarse a partir de los primeros fenómenosparasitarios producidos por el síndromedisociativo18. Mientras que en la demen-cia precoz quedaban las formas en lasque se podría constatar, ya incluso en lospródromos, una desintegración psíquicade carácter discordante19. El propio Min-kowski era partidario de diferenciar laspsicosis a base de un proceso esquizofré-nico (forma de Kraepelin), de las psico-sis a base de automatismo (forma de losfranceses)20 —aunque algunos mantuvie-ron que tanto en la demencia precozcomo en la psicosis alucinatoria crónica(propuesta francesa ante la demenciaprecoz), el automatismo mental era exac-tamente el mismo21—. De aquí se extraendos perspectivas en la consideración dela psicosis y en la manera de

entender la clínica. Por una parte, si-guiendo el modelo médico a pies junti-llas, Kraepelin destacaba en exceso el ca-rácter deficitario en la demencia precoz;y, por otra parte, los clínicos francesesponían el acento en la disgregación yruptura de la unidad interior, así comoen la multiplicidad de fenómenos queesto acarreaba22.

De esta operación de extracción delos delirios alucinatorios no discordan-tes se creó la «psicosis alucinatoria cró-nica» en Francia. Categoría que recogíala herencia de una de las más célebresentidades de la clínica francesa, el «de-lirio de persecuciones» de Lasègue. Fueel propio Ballet23 quien, siguiendo estaestela, ubicó ahí el «delirio crónico» deMagnan y la «psicosis de influencia» deSéglas24. Siendo que en el primero pre-dominaban las alucinaciones sensoria-les y en el segundo las alucinacionesverbales motrices.

Por otra parte, esta propuesta permi-tía encarar, desde un planteamiento al-ternativo, el hoy actual asunto de la de-mencia o «déficit» en la locura. La nuevaversión ensanchada de las alucinaciones,donde prevalecía el automatismo y la im-

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17 SEGLAS, J. (1900), “La démence paranoïde”, Annales médico‐psychologiques, t. II, pp. 232‐246.18 BERCHERIE, P. (1995), “Presentación”, en CLÉRAMBAULT, G.G., Automatismo mental. Paranoia, Buenos Aires, Po-lemos, pp. 9‐25, p. 17.19 Ibíd., p. 16.20 NAYRAC, (1927), “L’automatisme mental”, Annales médico‐psychologiques, no 2, Compte‐rendu du XXXIe congrèsdes médecins aliénistes & neurologistes de France et des Pays de langue française, Blois, pp. 259‐269, p. 266.21 HEUYER, G. y LAMACHE, A. (1929), “Le mentisme”, L’Encéphale, 24, pp. 325‐336 y 444‐465, p. 450.22 ÁLVAREZ, J.Mª y COLINA, F. (2011), “Origen histórico de la esquizofrenia e historia de la subjetividad”, Frenia, vol.XI, pp. 7‐26, p. 14.23 Cf. BALLET, G. (1994 [1911]), “La psicosis alucinatoria crónica”, en COLINA, F. y ÁLVAREZ, J.Mª, El delirio en la clí-nica francesa, Madrid, Dorsa.24 Fueron los alumnos de Séglas Levy‐Darras y Ceillier quienes usaron ese término. Cf. LEVY‐DARRAS, A. (1914); CEI-LLIER, A. (1924), “Les influencés. Syndromes et psychoses d’influence”, L’Encéphale, 3, pp. 152‐ 162, 225‐234,294‐301, 370‐381.

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Lenguaje y automatismo

posición así como su relación con el len-guaje, posibilitaba concebir estas formasdeficitarias, más que como producto deun deterioro, como consecuencia de ladiscordancia entre lenguaje, cuerpo eidentidad. Chaslin, por ejemplo, descri-bía una «locura discordante verbal»concebida, no desde el modelo de la de-mencia, sino a partir de una alteracióndel lenguaje25.

A esto había que añadir que la multi-plicidad fenomenológica descrita desdeesta nueva visión también servía comoexplicación del supuesto déficit. Porejemplo, ciertos tipos de aprosexiapodían ser debidos a la multiplicidad deideas o de imágenes26. ¿Quién podía dis-poner de todas sus capacidades cuandose veía sumido en una experiencia seme-jante? Parecía lógico pensar que un pa-ciente pudiera estar ausente imbuido enla recomposición del nuevo sentido delmundo, inaccesible a cualquier demandade atención. O también, podía ser que elsujeto estuviera inmerso en la perpleji-dad, en una inquietud sorda, en un sen-timiento de extrañeidad tras la pérdidade sentido del mundo, intentando re-construir mínimamente cualquier tipode soporte.

Es decir, los influenciados, por ejem-plo, como decía Ceillier, “dan la aparien-cia de un estado demencial que no existe.

Estos enfermos, totalmente acaparadospor su automatismo, no prestan ningunaatención a lo que pasa a su alrededor, pa-recen «ausentes, discordantes», no res-ponden cuando les interrogamos”27. Estoque para algunos sería un claro ejemplode déficit, vemos que para otros no esmás que la consecuencia de todos estosfenómenos parasitarios. Lo que nos llevaa cuestionarnos el furor y el fanatismoactual sobre el déficit en la esquizofrenia.La clínica clásica nos muestra unamanera de concebir a los pacientes, sinduda, mucho más humana que la psiquia-tría actual. Las capacidades propiamentehumanas no desaparecen, están ahí tra-tando de hilar algo que posibilite salir aflote y obtener cierta estabilidad.

Por otra parte, otra de las novedadesde la puesta en primer plano del auto-matismo fue la de plantear también unorigen mecánico para los delirios inter-pretativos28. Es decir, concebir el delirio,no como una elaboración racional, sinocomo un elemento mórbido en sí mismo.Es en este sentido como Targowla y Du-blineau concibieron la «intuición deli-rante», que estaba a medio camino entrela interpretación y la pseudo‐alucina-ción, como un juicio inmediato que seimponía con certeza absoluta y era ente-ramente personal29. La veían como unaespecie de automatismo mental, comoun fenómeno xenopático30.

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25 CHASLIN, Ph. (2010 [1912]), pp. 234‐235.26 HEUYER, G., AJURIAGUERRA, J. de y PIGEM, J.M. (1950), “El síndrome de automatismo mental de de Clérambaulty su importancia en psiquiatría”, Anales de medicina y cirugía, vol. XXVIII, no 62, pp. 126‐147, p. 132.27 CEILLIER, A. (1924), p. 378.28 CLÉRAMBAULT, G.G. (1997 [1933]), “Sobre un «mecanismo automático» raíz de ciertos delirios interpretativos: lapseudo‐constatación espontánea, incoercible”, en COLINA, F. y ÁLVAREZ, J.Mª, Clásicos de la paranoia, Madrid, Dor.29 TARGOWLA, R. y DUBLINEAU, J. (1931), L’intuition délirante, París, Masson, p. 7.30 CLAUDE, H. y EY, H. (1932), “Évolution des idées sur l’hallucination. Position actuelle du problème”, L’Encéphale, 17(5), pp. 361‐367, p. 368.

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PALABRAS IMPUESTAS Y XENOPATÍA

Pasemos ahora a tratar de ubicar lo quesupone el fenómeno del automatismomental, fenómeno cuyos síntomas elpropio Clérambault describe con una fór-mula casi poética y que algunos autores,como por ejemplo Colina31, suelen retomarcon cierta frecuencia, “emancipación delos abstractos”32.

Los historiadores no dudan en ubicar aBaillarger como el antecedente del auto-matismo mental33, al separar éste las aluci-naciones psíquicas de las alucinacionespsicosensoriales. La particularidad de lasalucinaciones psíquicas es que el propiopensamiento se emancipa y se impone alsujeto34, es decir, se presenta como pala-bras impuestas, y esto es precisamente elautomatismo mental, el hecho de que “ellenguaje habla por sí solo”35. Pero estas pa-labras impuestas son palabras desprovistasde su contenido y limitadas a su envolturaformal, a su estructura, siendo que la es-tructura de las palabras es esencialmente

acústica36. Por eso, cuando las palabras sedescomponen y se separan de su conteni-do, pasan a un primer plano sus propieda-des de orden fonémico, es decir, se presen-ta la polifonía de la palabra37.

Éste es el núcleo de la psicosis, su estruc-tura, la relación del sujeto con el aspectomás formal de la palabra39, con esos «abs-tractos» de los que hablaba Clérambault,fenómenos «ideicamente neutros», o loque es lo mismo, fenómenos “en discor-dancia con los afectos del sujeto”40.

Así tenemos a un sujeto hablado por ellenguaje, o la figura del xenópata. De aquíse deriva la concepción de la alucinacióncomo fenómeno xenopático41. El xenópataes alguien fracturado internamente y aso-lado por el estallido de sus propias pala-bras vividas como ajenas y extrañas, esdecir, alguien en quien el lenguaje habla enél42, lo domina, lo manipula a su antojo ylo utiliza como a una marioneta44 a modode ventrílocuo. El alienado se convierte enun juguete del lenguaje. Estas metáforasnos sirven para destacar la connotación

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31 COLINA, F. (2001), El saber delirante, Madrid, Síntesis, p. 52.32 CLÉRAMBAULT, G.G. (1995 [1924]), “Las psicosis alucinatorias crónicas. Análisis. Patogenia”, en El automatismomental, Madrid, DOR, p. 114.33 LANTÉRI‐LAURA, G. y DAUMÉZON, G “La signification sémiologique de l’automatisme mental de Clérambault”, Re-cherches sur les maladies mentales, 1, pp. 61‐91, p. 62.34 BAILLARGER, J. (1846), “Des hallucinations, des causes qui les produisent, et des maladies qui les caractérisent”,Mémoires de l’Académie royale de médecine, 12, París, Baillière, pp. 273‐475, pp. 368‐ 369.35 LACAN, J. (1998 [1955‐56]), El Seminario. Libro 3. Las psicosis, Buenos Aires, Paidós, p. 437.36 EY, H. (2009 [1973]), Tratado de las alucinaciones, t. 1, Buenos Aires, Polemos, p. 182.37 LACAN, J. (2006 [1975‐76]), El Seminario. Libro 23. El sinthome, Buenos Aires, Paidós, p. 94.38 LACAN, J. (1998 [1955‐56]), El Seminario. Libro 3, p. 358.39 Ibíd., p. 359.40 Ibíd., p. 358.41 CLAUDE, H. y Ey, H. (1932), p. 364.42 ÁLVAREZ, J.Mª y COLINA, F. (2011), p. 8, n. 1.43 ÁLVAREZ, J.Mª (1998), “Sobre las relaciones entre las alucinaciones y el lenguaje en la obra de Séglas”, Rev. Asoc.Esp. Neuropsiq., vol. XVIII, no 68, pp. 667‐676.44 BAILLARGER J. (1846), “Des hallucinations,...”, p. 368; BAILLARGER J. (1846), Recherches..., t. 1, p. 378.

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Lenguaje y automatismo

lúdica y trágica, gozosa, que inunda todaesta experiencia. El sujeto no vive esto demanera aséptica.

Según los autores clásicos entonces, po-dríamos ubicar en el inicio, como primerperíodo de la enfermedad, la desagrega-ción, que es un período de inquietud o hi-pocondríaco. En un segundo momento, seañadiría el pequeño automatismo mental,o síndrome de pasividad, el núcleo de lapsicosis (ecos, sin‐sentidos, parestesias, fe-nómenos psicomotores e inhibiciones)45,que aunque puede ser disimulado por untiempo, a la larga produce una disocia-ción, una personalidad segunda46.

En concreto, este segundo momento seconstituye por dos mecanismos: en primerlugar una hiperendofasia, que es la exterio-rización del lenguaje interior hiperactivo,según Séglas; y en segundo lugar una ru-miación mental, que es el nombre que Janetle dio al «mentismo»47. Este segundo meca-nismo consiste en machacar las ideas o ensentirse asolado por ellas, y es el primer tér-mino de la desagregación psíquica48.

Pero ¿Cómo explicarnos este proceso?Podemos pensar el lenguaje interior comouna cadena de palabras articuladas, que entanto articuladas, producen significado.

Por eso, cuando en el llamado desencade-namiento algún elemento se desprende dela cadena, se le presenta al sujeto sinquerer decir absolutamente nada, porqueya no está articulado. Es decir, se presentacomo lo que es, el soporte material de lapalabra emancipado y automatizado. Y supresencia, provoca en el sujeto la experien-cia de perplejidad49.

El sujeto está ante un enigma, sabe queesos fenómenos quieren decir algo pero nosabe muy bien qué. Y alrededor de estevacío de significado comienza a experi-mentar que ese fenómeno le concierne. Apartir de aquí, el sujeto podrá o no ir cons-truyendo un sentido para todo esto me-diante el delirio50. Es decir, parece quetodos estos fenómenos llevan al sujeto, alfinal, a invocar una acción exterior51.

De alguna manera, cuando el pensa-miento automático se sonoriza y se exte-rioriza es ya una especie de tratamiento dela fragmentación. Es decir, si el lenguaje enel interior del sujeto va a su aire, escapa asu voluntad, es automático y produce porello un desdoblamiento, cuando se sonori-za ese pensamiento automático interior, elsujeto deja de estar dividido, ahora leviene de fuera52. Vemos que esta concep-ción de la psiquiatría clásica no está lejos

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45 LEVY‐VALENSI, J. (1927), p. 33.46 CHOJNOWSKA, A. y SAUVAGNAT, F. (2001), “La question de la division subjective psychique chez Kandinsky et Clé-rambault”, en SAUVAGNAT, F. (dir.), Divisions subjectives et personnalités multiples, Rennes, Presses Universitaires deRennes, p. 163.47 JANET, P. (1903), Les obsessions et la psychasthénie, t. II, París, Alcan, p. 564.48 HEUYER, G. y LAMACHE, A. (1929), p. 446.49 Podrían ubicarse aquí ciertos «sentimientos de vacío» de Janet, sobre los que se desarrollaría el automatismo y laidea de influencia. Cf. JANET, P. (1993‐94 [1932]), “Les délires d’influence et les sentiments sociaux”, Bulletin de psycho-logie, pp. 413‐414.50 Cf. LACAN, J. (1984 [1957‐58]), “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, en Escritos, 2,México, Siglo XXI.51 CLAUDE, H. (1930), p. 346.52 CEILLIER, A. (1924), p. 232.

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del aserto de Freud de que el delirio es unintento de curación.

Por ejemplo, Ceillier trata este temacomo sigue: “Es extremadamente interesan-te, dice, estudiar por qué sólo la alucinaciónpsíquica da la impresión de una desagrega-ción de la personalidad consciente, mientrasque la alucinación sensorial no se acompa-ña de esta impresión. Las dos nacen, en elfondo, del automatismo del enfermo, peroel carácter sonoro, exterior, objetivo de laalucinación sensorial le libera al enfermodel sentimiento de automatismo”53.

INMERSOS EN UN MUNDO DELENGUAJE

Como vemos, es en la psicosis dondeapreciamos en toda su intensidad una rela-ción muy particular entre el sujeto y el len-guaje, en concreto, apreciamos la relaciónde exterioridad que el sujeto mantiene conla palabra. He ahí el carácter intrusivo dellenguaje. Esta perspectiva nos muestra aun sujeto, no como aquel que ordena ellenguaje o que lo utiliza a su antojo, sinomás bien como aquel que lo padece. Unsujeto desgarrado donde su propio pensa-miento, sus propias palabras, se conviertenen su tormento.

Esta relación de exterioridad del psicóti-co con el lenguaje es lo fundamental —exterioridad en la esfera más íntima—,porque nos puede llevar a preguntarnos si

el psicótico entró verdaderamente en ellenguaje54. Pero también nos lleva a pensarel lenguaje, más que como un instrumento,como un medio en el que uno está, unmedio en el que se habita y nos precede, senos anticipa y determina lo que decimos55.El ser humano es arrojado al lenguaje, estámetido en él, “está apresado en su engra-naje”56. Es la idea de Heidegger del lengua-je como “la casa del ser. En su moradahabita el hombre”57, que se opone a la con-cepción clásica de Aristóteles del lenguajecomo atributo del hombre.

Una de las cosas que diferencia la cultu-ra humana de la naturaleza es el lenguaje,es decir, la estructura del lenguaje organizalas sociedades humanas, el lenguaje estruc-tura las leyes sociales del intercambio, lospactos simbólicos58. Y hay un precio que sepaga por entrar en el lenguaje, pues se pro-duce una pérdida en el propio cuerpo, unaespecie de vaciamiento, una desnaturaliza-ción, se pierde algo de la pulsión al huma-nizarse, al hablar, al estar parasitado porlas palabras.

El niño carece de palabras que le permi-tan nombrar las cosas o tramitar las tensio-nes y excitaciones internas. Estas palabraslas tiene que tomar de fuera, de los otros.Así, nuestras primeras representaciones quenos sirven para dar cierta consistencia a losobjetos59, estarán compuestas de un mate-rial que no es nuestro. Pero de lo primeroque nos apropiamos es de la forma acústica

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53 Ibidem.54 LACAN, J. (1998 [1955‐56]), El Seminario. Libro 3, p. 359.55 COLINA, F. (2001), p. 13.56 LACAN, J. (1990 [1954‐55]), El Seminario. Libro 2. El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, BuenosAires, Paidós, p. 453.57 HEIDEGGER, M. (1972), Carta sobre el humanismo, Argentina, Huascar, p. 65.58 Cf. LÉVI‐STRAUSS, C. (1995 [1955]), “La estructura de los mitos”, en Antropología estructural, Buenos Aires, Paidós.59 LACAN, J. (1990 [1954‐55]), El Seminario. Libro 2, p. 257.

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Lenguaje y automatismo

de las palabras, vaciada de cualquier signi-ficado, el niño repite y juega con los sonidosde las palabras. De esta manera, las pala-bras adquieren más importancia que lascosas a las que se refieren60.

El niño queda inmerso en un mundo desonidos de palabras que no comprende.Los otros a su alrededor le hablan yhablan de él, utilizan estas imágenes acús-ticas vaciadas de sentido. Es como si todoa su alrededor le hiciera señas o tuviera unsentido que no alcanzara a descifrar y, porsupuesto, puede tener la experiencia deque esos sonidos le conciernen.

Y la experiencia de la psicosis con ellenguaje no es muy diferente de esta situa-ción. Las palabras al alienado también levienen de fuera, mantiene una relación deexterioridad con el lenguaje. Y ademássufre de esto, es un mártir de la palabra,padece de la palabra que le viene del exte-rior y que lo parasita. Lacan decía que elregistro de la palabra creaba toda la feno-menología de la psicosis61.

ENTONCES, ¿POR QUÉ NO ESTAMOS TODOS LOCOS?

Por tanto, esta relación de exterioridadque el psicótico mantiene con el lenguaje,en realidad, es algo que todos nosotroscompartimos. Porque también el lenguajese nos impone de alguna manera y escapaa nuestro control adquiriendo esta dimen-sión parasitaria. El sujeto no es amo yseñor de lo que dice. No es tanto él quien

utiliza la lengua, sino la lengua quien loutiliza a él. El sujeto dice más de lo quequiere, dice otra cosa de lo que dice, es lle-vado más allá de sí mismo62.

Hay una cuestión importante que qui-siera destacar. Si bien hemos planteado alinicio cómo el automatismo mental es paralos clásicos producto de la fractura internadel sujeto y a su vez produce una divisiónen su fuero interno, hay que considerar sinembargo que el alienado, en realidad, no sepuede separar de esos fenómenos parasita-rios que lo acechan. Es decir, dividido sí,pero no separado. No puede realizar la ma-niobra que le permita vivir separado de losobjetos que experimenta como una imposi-ción, como por ejemplo hace el neuróticoal tomar distancia respecto a sus formacio-nes del inconsciente. Está capturado abso-lutamente por el fenómeno de lenguaje delque no puede desprenderse63.

El automatismo mental sería como per-catarse de la verdadera naturaleza del len-guaje, es decir, que las palabras nos sonimpuestas64. Habría algo en este fenóme-no que prolonga la estructura misma de lacomunicación común a todas las perso-nas, y es el hecho de que uno no puedehablar sin oírse, escuchar sin dividirse65.En la psicosis esta división se acentúahasta poder llegar incluso a pensar que seestá influenciado o poseído. Pero a la vez,uno no puede separarse de eso, estápegado a ello, y quizá sea ésta una dife-rencia fundamental.

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60 Cf. LÉVI‐STRAUSS, C. (1995 [1955]).61 LACAN, J. (1998 [1955‐56]), El Seminario. Libro 3, p. 57.62 MILLER, J.‐A. (1990), Recorrido de Lacan, Buenos Aires, Manantial, p. 33.63 CHOJNOWSKA, A. y SAUVAGNAT, F. (2001), p. 173.64 SAUVAGNAT, F. (2000), “La cuestión de las alucinaciones verbales en Lacan”, El caldero de la escuela, pp. 108‐117, p. 115.65 MILLER, J.‐A. (1998), Elucidación de Lacan, Buenos Aires, Paidós, p. 176.

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Kepa Matilla

¿Por qué el neurótico, ya que compartealgo de esta experiencia, no está loco? Esdecir, con esta pregunta pasamos de diluci-dar las razones sobre cuándo alguien estáloco, a preguntarnos por qué no estamostodos locos66, por qué no percibimos todosque las palabras nos son impuestas, por quéno percibimos que la palabra es un parási-to, que es “la forma de cáncer que aqueja alser humano”67. Los fenómenos de mentis-mo también se dan en todos nosotros68,pero no llegamos a “tomar en serio lamayor parte de nuestro discurso interior”69,no llegamos a creer que estamos “bajo elefecto de un emisor de parásitos”70.

¿Qué es lo que nos permite poneruna pantalla ahí para tomar distancia?

Una de las posibles respuestas habríaque buscarla en el «yo». El yo es lo quepermite poner una distancia entre elsujeto y las palabras. Hace que cuandoescuchemos la radio o veamos la televi-sión no pensemos que las palabras sedirigen a nosotros como alusión. Encambio, el loco confunde su ser con suyo. Así se explica el aforismo queLacan toma de Lichtenberg para expli-car la locura: «si un hombre que se creerey está loco, igualmente loco está elrey que se cree rey».

Kepa MatillaCorrespondencia: [email protected]

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66 Cf. MILLER, J.‐A. (1995 [1976]).67 LACAN, J. (2006 [1975‐76]), El Seminario. Libro 23, p. 93.68 HEUYER, G. y LAMACHE, A. (1929), p. 326.69 LACAN, J. (1998 [1955‐56]), El Seminario. Libro 3, p. 178.70 Ibíd., p. 427.

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Atrapados

Por atrapado entendemos aquel que hasido cogido en la huida, sorprendido ydescubierto. El atrapado en el automatis-mo sería aquel sorprendido sin capacidadde maniobra, descubierto sin la destrezanecesaria para elaborar y amainar lairrupción del automatismo mental entodas sus formas. Apresado en esa angus-tia disociativa, fragmentaria de la identi-dad, que en un primer momento invade alpsicótico. Abandonado en su intento deelaboración delirante.

Al nombrar al atrapado en el automa-tismo se nos presenta primeramente la

imagen de un individuo solitario, autista,recogido en el desbarajuste de las esquizo-frenias más desorganizadas. Aunque estosatrapados son el modelo más asequible, in-tentaré extraer el tacto con el que otros serinden al automatismo.

En seguida pensamos en una estampamanicomial, donde los sorprendidos vagansin rumbo, con la facies de angustia desen-cajada, mutistas. Por momentos catatóni-cos en un rincón, con una postura sólo po-sible por la flexibilidad cérea, o golpeandosu cuerpo atormentado por los aguijonazosde la pulsión, que arremete sin explicaciónsobre el cuerpo y mente del psicótico; gritosdesgarrados, voces musitadas, parasitismos.

RESUMENCon el automatismo mental como eje de la discu-

sión, se realizará un recorrido a lo largo de los diver-sos diagnósticos nosográficos empleados en la actua-lidad, buscando aquellos donde el psicótico seencuentra sumido en los fenómenos más elementa-les, al margen de la producción delirante. Sin la apari-ción evidente del delirio, las dificultades se situarán enun plano anterior y se cuestionará los diversas causasque pueden llevar al sujeto a permanecer de unaforma más prolongada en los pródromos del estallidopropiamente psicótico. Regresar de la supraestructuradelirante una vez comprobado la insuficiencia de lamisma o incluso a no llegar nunca a delirar. Los modosde presentación de estas estructuras psicóticas semoverán desde la herbefrenia a la sutileza de la feno-menología corporal, en forma de hipocondrías o dis-morfofobias. El clínico se obligará a una observaciónfenomenológica minuciosa y a plantearse sujeto asujeto ante qué estructura se encuentra.

Palabras clave: microfenomenología, delirio,cuerpo, automatismo, dismorfofobia, herbefrenia, hi-pocondría.

RESUMENWith the mental automatism as axis of discus-

sion, a tour will be held throughout the variousdiagnostic nosographical employees today, loo-king for those where the psychotic finds itself inthe most basic, regardless of the production de-lirious phenomena. No apparent development ofdelirium, difficulties will be placed on a backpla-ne and the various causes that can lead the in-dividual to remain a longer form in prelminarystatus to the actual psychotic outbreak, returningto the delirious superstructure will be questionedafter verification the failure of the same or evennever get delirious. The modes of presentationof these psychotic structures will move from theherbephrenia to the subtlety of body phenome-nology as hypochondria or dysmorphophobias,forcing a thorough phenomenological clinical ob-servation and raised subject to subject to thatstructure we are.

Key words: microphenomenology, delusion,body, automatism, dysmorphophobia, herbephre-nia, hypochondria.

Cuad. Psiquiatr. Comunitaria,Vol. 13, N.º 1, pp. 45 - 50, 2015

Atrapados en el automatismoCapture in the automatismIria María Prieto PayoPsiquiatra. CSM Usera. Hospital Doce de Octubre (Madrid)

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Iria María Prieto Payo

Invasión xenopática que fulmina el arma-zón yoico, como consecuencia de la incursiónindiscriminada del lenguaje en el cuerpo. Lalibido deslocalizada se recoge sobre el yo enun solitario narcisismo primario.

Otros grupos que enseguida nos resue-nan podrían ser la herbefrenia y las psico-sis llamadas “injertadas” en los retrasosmentales… apenas individuo, demasiado ydoloroso automatismo. Fenómenos ele-mentales irreductibles, sin ningún tipo deelaboración que aleje al sujeto de eseprimer momento, que Clerambault llamóSíndrome de Pasividad1. Actitud aparente-mente pasiva, estática ante la sintomatolo-gía que le es dada, que les incumbe sólodesde el momento que a través de ella sesienten concernidos. El sujeto se siente úni-camente y simplemente tocado, en unestado perenne de perplejidad, sin atisbode explicación posible de ese abatimientosimbólico. Atrapados por incapaces; inca-paces de tramar un delirio que les aleje deesa escisión.

Las situaciones relatadas, suceden posi-blemente por no disponer de los recursosintelectuales que les permita escribir suhistoria delirante explicativa, que hilvanela escisión aunque sea de una forma preca-ria, la del delirio. Estos atrapados no sabendelirar.

Los más avezados, con suerte, alcanzanla alucinación; si entendemos ésta como lamatriz mínima de relación del sujeto psicó-tico con el lenguaje. Pudiendo así alcanzaral menos el Triple Automatismo, el Síndro-me Completo del Automatismo Mental2;aunque todavía incapaces de constituirplenamente —como diría Víctor Tausk—la paranoia somática, sistema delirante enel que desemboca “la maquina de influiresquizofrénica” de dicho autor3.

JULIA

Julia y yo nos conocimos en una guar-dia. Ingresó y durante 3 meses nos vimostodos los días; los dos primeros ingresadaen la Unidad de Agudos y el siguiente, yaen su casa, en nuestra consulta diaria.

Cuando llegó al servicio de urgenciasvenía acompañado de todo un desplieguefamiliar, sanitario y por muy poco, tambiénpolicial. Se le acusaba de acosar a un anti-guo profesor y se le diagnosticaba de eroto-manía y esquizofrenia desorganizada.

Julia desde hace años se sentía invadida,perpleja por momentos, en una inquietudpermanente e impuesta, situación quenunca acertaba a explicar. Tan sólocuando la situación resultaba ya intolera-ble, hacía un nimio esfuerzo delirante e iba

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1 Bercherie habla del Síndrome de Pasividad o Pequeño Automatismo Mental como la minima reducción realizada porClérambault del Automatismo Mental, fenómenos sutiles, moleculares del pensamiento elemental. BERCHERIE, P.:“Presentación”, en CLÉRAMBAULT, Gaëtan Gatian de: Automatismo Mental. Paranoia, Buenos Aires: Editorial Polemos,2004, pp.21-22.2 Clérambault distingue entre la forma del Automatismo en un estado inicial y su constitución como Síndrome completo:“los primeros pasos de la psicosis transitan por un territorio evanescente llamado de diversas formas: Síndrome de Pa-sividad, Pequeño Automatismo Mental o Síndrome S.”, compuesto por alteraciones aisladas del pensamiento y del len-guaje interior, antes de consolidarse el Síndrome completo designado como Síndrome de Automatismo Mental o TripleAutomatismo que abarca tres dimensiones clínicas: trastornos del pensamiento y del lenguaje, voces y automatismosmotores y sensitivos. ÁLVAREZ, J. M.ª: Estudios sobre la psicosis. Barcelona: Xoroi Edicions, Colección Schreber; 2013p. 1203 TAUSK, V.: “Acerca de la génesis del aparato de influir en el curso de la esquizofrenia”, en V. TAUSK, Trabajos Psico-analíticos, México D.F., Editorial Gedisa, 1983, pp. 181-221.

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Atrapados en el automatismo

en busca de ese profesor, que quizáspodría explicarle algo.

Con las visitas reiteradas llegaban los in-gresos y tras el alta, vuelta a empezar, atra-pada sin poder jugar carta. La construc-ción explicativa era tan pobre, que sólosuponía un saber a este hombre, poseedorde una posible respuesta a su malestar. Nirastro de eros más allá de la búsqueda.

Julia desconocía que el saber lo teníaella, que la respuesta la debía forjar apartir del agujero Real que se escondía ensu interior. El profesor jamás podría ayu-darla, el saber es siempre del psicótico.

A este escueto trabajo proyectivo, en elque un elemento externo podía ser culpa-ble de todo, no se sumaba nada más; sinllegar a establecer una certeza con el Otro,ni a realizar acusación alguna sobre lo queen su cuerpo se estaba fraguando.

Julia deliraba mal y al ponerse con lafaena interpretativa, el malestar aumenta-ba incluso más. Carente de recursos na-rrativos, de capacidades delirantes ni inte-lectuales.

Una observación psicopatológica ex-haustiva situaba a Julia en el automatismomás desquiciante, encontrando como po-sible ayuda sólo la atemperación de esaviolencia pulsional sin destinatario.

En casos como en el de Julia, como enel del crónico que se arrincona ausente enla unidad de larga estancia, como en el delos alucinados por envites que no conectanlas palabras escuchadas… las posibilida-des de aprehender—formar una respuesta

son escasas. De nuevo se escucha, no sabendelirar.

Como advertía al principio, no creo queel aprisionamiento automático tenga queser siempre tan evidente, ni presentarse deuna forma tan desestructurada, tan escin-dida. Los diagnósticos bajo los que pode-mos encontrarlo no sólo discurren por losepígrafes de la esquizofrenia simple o her-befrénica; una observación atenta, ymuchas veces a posteriori, nos desvelarámuchos otros escondidos, en estos casosdetrás de hipocondrías, fobias, dismorfo-fobias… porque como advertía Lacan:“Nada se asemeja más a una sintomatolo-gía neurótica como una sintomatologíaprepsicótica”4.

Propongo para ello retornar a Cleram-bault y colocarnos, al igual que el clínicofrancés, las gafas de alta graduación y aten-der a los microfenómenos; de forma esmera-da recorrer transversalmente los diagnósticosactuales en busca del automatismo que nostraslada a la xenopatía psicótica.

Estos atrapados no despliegan toda lagrandeza de la sintomatología psicótica, sino que se esconden en la microfenomeno-logía de la escisión, de la ruptura identita-ria, donde muchas veces, sólo una atentaescucha y mirada pueden allanar elcamino hacia el malestar del aprisionado.

Hacen de su aparente ínfimo automatis-mo su sino, su oráculo vital; que los requiere en la inmovilidad delirante; porno encontrar recursos que los empujen aescribir su neología vital o por no precisarir más allá—acomodados en su pasividado arrepentidos de su incursión delirante.

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4 LACAN, J.: Seminario 3. Las Psicosis, Barcelona, Paidós, 1984.

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Iria María Prieto Payo

Porque hay psicóticos que no saben delirary otros que “no quieren”5.

Esos que optan por no delirar, casicomo una elección volitiva, se adaptan alautomatismo al no encontrarlo tan inso-portable, o tras retornar despavoridos de laofuscación delirante; el remedio ha sidopeor que la enfermedad.

El propio Clerambault hablaba de untipo de automatismo mental carente dehostilidad: “Cuando subsiste en estadopuro comporta una tendencia vagamenteoptimista. El sujeto se siente lisonjeado;las voces le hacen compañía. En el peor delos casos, le molestan las experiencias delas que es sede, pero que no han sobreveni-do para perjudicarlo”6.

CAYETANA

Cayetana es una de esas. Convive adiario con lo que ella llama “sus ilusiones”en un giro lingüístico amoldado a sus 5años de recorrido en salud mental. Tras unconflicto laboral comienza la angustia, ycon ella las cenestopatías y alucinacionesauditivas y visuales.

Su historial está plagado de folios ma-nuscritos en los que Cayetana enumera lasilusiones:

—10 feb, 21h: “siento plancha mojada”.

—17 febrero, 16h: “oigo campanasbajar”.

—19 de febrero, 21h: “veo rayo de luz roja”.

—11 de feb, 15h: “me roza un bicho”.

Listado fruto de la intervención de uncompañero, que la anima a tal tarea comorecurso terapéutico a una supuesta personali-dad anancástica y somatizaciones varias de laangustia. Incluso recoge en un pedazo dehoja las ilusiones por frecuencia de apari-ción: gotas en mano, frente y barbilla; gritode una niña en la vía; oler a quemado sinfuego ni humo; lagunas mentales… como sieste pequeño apunte viniera a continuar eldevanado mudo de recuerdos, la emancipaciónde abstractos de Clerambault.

Cayetana sonríe, vive con su madre a laque cuida, ya no trabaja y hace unos añosque el diagnóstico cambió a psicosis no es-pecificada. Pero en su perpetuo inventarioautomático, la angustia es tolerada, no hayun Otro persecutorio o amenazante y lacerteza aún así es absoluta. ¿Por qué lepasa esto? Ni sabe ni quiere saber, con lasilusiones sabe vivir.

MANUEL

Manuel tiene ecos, él mismo lo explicaasí: “los ecos… lo que digo se repite comoun eco”. Describe un sentimiento de extra-ñeza, de despersonalización, las ideas re-verberan. “Tengo perturbaciones menta-les, de repente me viene un pensamientoque no viene a cuento, me vienen imáge-nes, canciones de todo tipo…”.

Manuel vive agazapado en la disocia-ción libidinal sin objeto, encerrado ator-mentado en su casa…él sí que ha deliradoy lo ha hecho muy mal. La sistematización

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5 Cabría diferenciar en este punto con aquellos que no verbalizan su delirio por una suerte de recurso de seducción,para no generar mayor incomprensión, para frenar la inercia por la que todos sus secretos se le vuelven públicos…COLINA, F.: El saber delirante, Madrid, Ed. Síntesis, 2001, p. 99-102.6 CLÉRAMBAULT, G. G. de: Automatismo Mental.Paranoia, op. cit., p. 97.

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Atrapados en el automatismo

delirante de Manuel se fragua entre alco-hol y cannabis y siempre termina en ingre-so. Ha sucedido en contadas ocasiones: al-teraciones de conducta, agresión a suspadres, ideación de perjuicio y gestos au-tolíticos. En el último intentó envenenar asu padre, fue hace 6 años.

Desde entonces el enclaustramiento hasido mayor: ”creo que voy a delirar y decircosas terribles de la gente que quiero…dudo…”,”creo que voy a delirar pero no lohago, por eso sólo salgo acompañado,para no hacerlo”. La idea se le impone in-amovible, lo paraliza y aísla "es que soy unobsesivo—compulsivo”.

Manuel también ha optado por no deli-rar, ha preferido la posesión automática auna resolución envilecida que pueda ter-minar en drama.

Manuel, Julia, Cayetana, ante la inca-pacidad narrativa de su desconcierto, suepopeya se limita a una cuestión enumera-tiva de síntomas impuestos, sobre los quepoco a nada pueden decir. Sus historialesrecogen múltiples diagnósticos desde elinicio, hipocondría en la época de la milide Manuel, TOC en el caso de Cayetanadismorfofobia en el de Julia. Ahora sus in-formes se rubrican con psicosis no especi-ficadas o desorganizadas.

Pero de nuevo debemos ajustarnos laslentes, en la búsqueda de los atrapados quehan logrado hacer de su prisión un lugaraún menos hostil y llevadero.

Hipocondríacos donde la violenciapulsional recorre los órganos apretándo-los intermitentemente, pero sin tregua.Los zarandea de especialista en especia-lista, hasta llegar a salud mental carga-dos con la convicción inquebrantable desu malestar7.

TOCs donde la reiteración supuesta-mente obsesiva se impone sin dejar lugara la duda, sumidos en una certeza direc-triz que marca sus rumiaciones continua-das, sus compulsiones preestablecidas—enunciación de actos—; ya que les vienendadas, no las deciden ellos.

Fobias sociales en los que no se habla entérminos de culpa— una culpa abrumado-ra que castiga con el aislamiento— ni deuna hemorragia narcisista que encierra enla soledad; si no de un exilio voluntariocomo prevención de lo que el Otro nospuede mostrar. Un no querer saber lo quepuede haber más allá de la puerta de la an-gustia que le invade; que se le presentacomo una salida hacia un mayor vacío, endefinitiva una angustia, una escisiónmayor.

La dismorfofobia esconde en algunoscasos a los atrapados más sutiles y conte-nidos, que reducen a un rasgo distorsiona-do toda la eclosión libidinal. Esteticienes,dermatólogos y bisturís bordean con pre-cisión el síntoma psicótico no declarado.Aunque su sutileza no los hace inmunes alrapto más descarnado, al paso al acto másdramático.

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7 Freud, a propósito de un paciente de Tausk que manifestaba “los ojos no están derechos, están torcidos”, se mostra-ba de acuerdo con dicho autor y afirmaba “la relación con el órgano (con el ojo) se ha erigido en el representante detodo el contenido (…) El dicho esquizofrénico tiene aquí un sesgo hipocondríaco, ha devenido lenguaje de órgano (…)dan testimonio de lo que hemos llamado lenguaje hipocondríaco o lenguaje de órgano”. Freud, S.: “Lo inconsciente”(1915), en Obras Completas de Sigmund Freud, Tomo 6, Madrid, Biblioteca Nueva,1997, (pp. 194-195).tran8 Morselli acuñó el término dismorfofobia en 1891 y lo asociaba con el concepto de paranoia rudimentaria, monomaníaabortada. Otros autores la han nombrado como psicosis de la fealdad o paranoia hipocondríaca.

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Iria María Prieto Payo

JORGE

Jorge, profesional liberal, educado yculto. Frecuentaba incluso círculos psi-quiátricos y psicoanalíticos. Una vida delas llamadas normalizadas. Un día su ojono era el mismo, algo había cambiado deforma inmutable. Las consultas en diver-sos oculistas se sucedieron desde ese mo-mento, con continuas comprobaciones enel espejo. Sin apenas aterrizar en la consul-ta de salud mental y con el diagnóstico co-rrespondiente de dismorfofobia…Jorge sequitó la vida. El significante del “sin retor-no”, la clarividencia de que aquel cambiono tenía vuelta atrás, lo lanzó al vaciódonde sólo vio lugar para un paso al actoautolítico.

Cada paciente una circunstancia, unapeculiaridad psicótica. Discernir aquellosque ansían escapar, de los que han optadopor poner su encierro como precario límitea la angustia de las arremetidas pulsiona-les. Unos no quieren saber, están cómodos.Otros quieren salir, no lo soportan

De nuevo debemos atender al uno poruno, sujeto por sujeto; haciendo acopio detoda nuestra pericia clínica para descubrira estos atrapados en el automatismo yacompañarles en su modalidad de encierro.

Iria María Prieto PayoCorrespondencia: [email protected]

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INTRODUCCIÓN

¿Cómo podemos pensar el cuerpo enla psicosis desde la descripción del Auto-matismo Mental junto a sus implicacio-nes más profundas, es decir, las relacio-nadas con cómo entendemos lasubjetividad del psicótico? Hasta aquíhemos presentado el automatismomental clerambaultiano como la descrip-ción más minuciosa de la fragmentación

de la identidad que acontece en aquelloque llamamos esquizofrenia1. Se ha dichoque esta teoría incluye lo que Cléram-bault llamó Triple Automatismo que con-tiene a su vez, además de los verbales, losdenominados automatismos sensitivos ymotores. Pero, ¿en qué consisten estos fe-nómenos? Veámoslo con un caso delpropio Clérambault. Se trata de unamujer de 32 años, dependienta, entrevis-tada en varias ocasiones. Ella dice:

RESUMENSabemos que el psicótico alude con frecuencia

a su cuerpo de forma característica. En este textorealizamos un recorrido por las exposiciones clíni-cas más relevantes dedicadas a este asunto, cen-trándonos en los apartados que Clérambaultdedica al cuerpo en su descripción del Automatis-mo Mental. A la vez trataremos de vincular estosfenómenos, así como los elementos psicopatoló-gicos más clásicos de la psicosis, con la experien-cia del cuerpo que tiene el propio psicótico a partirde un modelo de subjetividad que se sustenta enel psicoanálisis.

Palabras clave: psicosis, esquizofrenia,cuerpo, psicopatología, psicoanálisis, subjetividad.

RESUMENWe know that the psychotic frequently alludes

to his body in a characteristic way. In this text wemade a tour of the most important clinical exhi-bitions devoted to this issue, focusing on thesections dedicated to body Clérambault in des-cribing the Mental Automatism. While we try tolink these phenomena, as well as classicpsychopathological elements of psychosis, withthe experience of the body that has the psycho-tic from a model of subjectivity that is based onpsychoanalysis.

Key words: psychosis, schizophrenia,body, psychopathology, psychoanalysis, sub-jectivity.

Cuad. Psiquiatr. Comunitaria,Vol. 13, N.º 1, pp. 51 - 59, 2015

Cuerpo y automatismo mental (o el cuerpo en la psicosis)Body and Automatism (or the body in the psychosis)Antonio González HerreraPsiquiatra. Equipo de Tratamiento Asertivo Comunitario de Cartagena. Servicio Murciano de Salud. (Murcia).

1 En este campo, la otra cumbre de la psicopatología clásica se la debemos a Jules Séglas y su descripción de las alu-cinaciones psicomotrices verbales. Como Clérambault, Séglas supo captar que lo más representativo de la alucinaciónno era que se manifestara como un fenómeno cercano a una percepción sin objeto, sino como un pensamiento o sen-sación que el individuo vivencia como desgajado de su yo, como extraño e incontrolado. En uno de sus textos, Séglasilustra el apartado de las alucinaciones psicomotrices con lo referido por uno de sus enfermos: «Hay, dice, un verbo in-terior articulado dentro del pecho y que depende del sistema simpático. Es mucho menos accesible al oído que otraforma de verbo interior que parte del pecho y se articula por los labios (voz labial). Es un verbo subjetivo que habladentro de sí, independientemente de uno mismo; eso parte del pecho y hace mover los labios. Se comprende lo quedice la voz labial únicamente con los movimientos de los labios y sin articular nada ni en alto ni en voz baja». José MaríaÁLVAREZ y Fernando COLINA (dirs.), «Las alucinaciones verbales en clínica mental», El delirio en la clínica francesa,Madrid, DORSA, 1994, p. 187.

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Antonio González Herrera

«Cuando estoy cansada me parece que lagente tiene un aspecto muy extraño».

«Me ponen electricidad y sensaciones detodo tipo. Me digo que es exterior porqueno eran hábitos de mi organismo».

«¿Cómo es que tengo olores tan extra-ños?».

«Tengo en este momento una ola de fríoque no es un frío natural; me mandan extra-ñas sensaciones de vez en cuando».

“Me impiden decir, intentan cambiar mismovimientos».

«Me incitan a hacer y decir cosas feas…tengo impulsos que no vienen de mí».

«Eso no puede salir de mí: me magnetizan».

«Escribo palabras de otros. Escribo a mipesar con una mano que no es la mía».

«¿A dónde quieren llevarme? ¿A no tenermás voluntad?».2

Aquí tenemos varios ejemplos de auto-matismos sensitivos (del lado de los órga-nos de los sentidos y la cenestesia, desvia-ciones de lo que se llamó tacto interno) ymotores (del lado de la propiocepción y dela acción): corrientes, movimientos inter-nos, sensaciones impuestas, impulsiones,

etc. También podríamos añadir aquí aque-llas descripciones clásicas, que parecen re-sultado de una elaboración mayor porparte del psicótico, centradas en sustrac-ciones de órganos, implantación de obje-tos y aparatos de influenciar. Con frecuen-cia observamos que estas construccionesparten de esas otras experiencias del sujetomás elementales, ya sean sensitivas y/o mo-toras. Pues bien, ambos automatismosatañen de forma directa al propio cuerpo:entonces, junto al automatismo mental,propio del pensamiento, encontramos loque podemos denominar un AutomatismoCarnal3, tributario del cuerpo.

Y, ¿qué interés tiene el indagar en el sig-nificado profundo, no meramente descrip-tivo o psicopatológico, de este automatis-mo carnal? Que nos permite entender loselementos más clásicos de la clínica de lapsicosis, ya sea en su polo más esquizofré-nico o en el más delirante (paranoico): laextrañeza frente al propio cuerpo, la indife-renciación de éste con el entorno y la rela-ción de ambas con la autorreferencia, de lacual se dice que resulta primordial en eldiagnóstico de toda psicosis. También nosguía en la comprensión de cuestiones tanrelevantes como el perjuicio y el delirio apartir de la proyección de los fragmentosde un cuerpo roto. En la psicosis los órga-nos se automatizan y escapan de la anato-mía o son puestos fuera por el psicótico amodo de defensa4.

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2 Gaëtan Gatian de CLÉRAMBAULT, «Las psicosis alucinatorias crónicas. Análisis. Patogenia», El Automatismo Mental,Madrid, DOR, 1995, pp. 102-111.3 Nos apropiamos aquí del término empleado por Fernando Colina para aglutinar y reclamar la atención sobre los fenó-menos que en la psicosis incumben al cuerpo (frente a los sobrestimados referidos a la idea, la representación y el pen-samiento). El autor escribe: «El campo de acción donde sucede la catástrofe identificatoria, y donde el reconocimientode sí mismo se ensombrece, posee un decorado carnal insoslayable. Los fenómenos elementales [de la psicosis] noson sólo vocales o lumínicos, sino también corporales.» Fernando COLINA, «¿Hay automatismo carnal?», El saber de-lirante, Madrid, Síntesis, 2001, pp. 57-62.4 Por su complejidad y amplitud dejamos necesariamente de lado otro aspecto esencial en la psicosis como es la omnipotencia/megalomanía, aún a sabiendas de que la experiencia subjetiva que tiene el psicótico del propio cuerpoparece ineludible para dar luz en este terreno.

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Cuerpo y automatismo mental (o el cuerpo en la psicosis)

FRAGMENTACIÓN

Pero suponemos que hay un aconteci-miento previo a todos estos fenómenos.Ahora ya sabemos que la fragmentacióndel sujeto de la que hablábamos es el resul-tado de una ruptura más profunda y origi-naria: la ruptura del lenguaje, lo más ínti-mamente humano, aquello que otorgasimbolismo al propio cuerpo y al mundo5.

También se ha dicho cómo aconteceesta ruptura: las palabras tienen un com-ponente material, carnal, y otro abstracto,espiritual6. La quiebra de la palabra en laesquizofrenia se traduce en una angustiainnombrable debida al hundimiento de lossignificados (subjetivos y sociales) y a lasupremacía de lo más carnal del verbo, esaporción material de la palabra que golpeay resuena. Freud ya intuía el predominiode la materialidad de la palabra en la es-quizofrenia cuando escribía que estos en-fermos empleaban y hablaban de las pala-bras como si de cosas se tratasen, como sifuesen objetos7. Lo vemos en el caso de unesquizofrénico que explicaba aquella ensa-lada de palabras que emitía de forma casipermanente diciendo:

«Las palabras entran por mi nuca, enese momento tengo que pronunciarlaspara expulsarlas por mi frente»8.

Puede que la obra de Antonin Artaud seauna de las más fecundas aproximaciones aese cuerpo que ahora estamos tratando.Está plagada de alusiones al cuerpo; en ade-lante iremos intercalando algunas de ellas9.Fíjense en lo que el poeta llega a escribir:

«El verdadero dolor es sentir como sedesplaza el pensamiento en uno mismo»10.

Pues bien, el cuerpo podemos entender-lo del mismo modo que la palabra: igual-mente tiene un componente carnal y otroespiritual. Consecuentemente, el cuerpo,corre la misma suerte que la palabra en laesquizofrenia: el inicio de la psicosis nosólo es el desatamiento de lo más carnaldel verbo, es, además, el alzamiento contrael yo de la parte más carnal del cuerpo, laapoteosis de los órganos que lo confor-man. Dijo Freud que en los esquizofréni-cos aparece con frecuencia y en primer tér-mino, una alusión a órganos somáticos o asus inervaciones, es a este hallazgo a lo queél llama Lenguaje de Órgano11.

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5 Esta es la hipótesis que Jacques Lacan propone como origen de la psicosis y que usamos como punto de partida paratoda nuestra argumentación posterior. El automatismo mental y demás síntomas elementales que asociamos a la es-quizofrenia no serían más que el resultado de ese fracaso absoluto y primigenio del lenguaje en su función de habitar-nos para dar un significado subjetivo a todo hecho, experiencia o marca (por lo tanto, no nos referimos aquí al lengua-je que empleamos como instrumento para comunicarnos entre nosotros, sino al lenguaje como medio en el que se está).Si desfallece en este cometido, si acontece esta ruptura, no queda más que un vacío de significación seguido de per-plejidad o angustia junto al ruido producido por los restos de un lenguaje que se experimenta como intruso o ajeno auno mismo. El desarrollo de este supuesto lo encontramos en Jacques LACAN, El Seminario. Libro 3. Las psicosis,Buenos Aires, Paidós, 2010.6 Usamos estos términos tratando de transmitir la distinción hecha por Ferdinand de Saussure entre significante y sig-nificado como componentes de la palabra. El significante, dice Saussure, tiene un carácter físico, material, y se asociaa un significado, a un contenido, de forma arbitraria. Ferdinand de SAUSSURE, Curso de lingüística general, Barcelo-na, Planeta, 1984, pp. 85-8.7 Sigmund FREUD, «Lo inconsciente», Obras completas T. VI, Madrid, Biblioteca Nueva, 2006, p. 2080.8 Señalar que, a lo largo del presente texto, se ha evitado o variado, tratando de no alterar el sentido original, cualquierreferencia que pudiera facilitar la identificación de los protagonistas de las diversas viñetas.9 Nos centraremos en los diversos textos breves compilados por la editorial Visor bajo el título de El pesa-nervios.10 Antonin ARTAUD, El pesa-nervios, Madrid, Visor, 2002, p. 64.

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Podríamos decir, para simplificar, que laconversión histérica es a la neurosis lo que ellenguaje de órgano es a la psicosis. Descrip-tivamente puede no distar mucho el uno delotro, ambos pueden tratarse del mismo ha-llazgo: anestesia, dolor, ceguera, parálisis,movimientos involuntarios, etc. Sin embar-go, el significado profundo de un mismosíntoma y el mecanismo por el que se formason muy diferentes en la conversión respec-to al automatismo carnal o el lenguaje deórgano…opuestos incluso. Todos conoce-mos el mecanismo y el significado de laconversión, su formación mediante la re-presión y su expresión simbólica a través delcuerpo. Consiste en una transposición deun conflicto psíquico y una tentativa de re-solución del mismo en síntomas somáticos:

Una paciente recientemente ingresadaen nuestra unidad presentaba un síntomade esta naturaleza: mareos, ansiedad, do-lores musculares, etc. El desencadenanteparecía ser el fallecimiento de un familiarcercano de su misma edad, con el quetenía gran afinidad, lo cual despertó enella una serie de temores a la soledad y ala muerte. Este hecho supuso un conflic-to para la paciente, que logró reprimir ytransponer al cuerpo. Sin ser conscientede ello, mediante esos síntomas atraía asus hijos que se volcaban en su cuidadosin lograr aliviarla, a la vez que no la de-jaban sola ni un instante.

Como vemos en este ejemplo, en la histe-ria el yo se dirige a un otro simbólica e in-conscientemente a través del cuerpo. En la

esquizofrenia es el cuerpo automatizado elque se expresa literal y no simbólicamente através de un yo que es necesariamente cons-ciente. El lenguaje de órgano es lo opuestoal síntoma conversivo precisamente por eldesplome del cuerpo inmaterial y simbólicoque conlleva la ruptura del lenguaje: el au-tomatismo carnal es símbolo de sí mismo,su contenido es literal y no interpretable.Entonces, ante la imposibilidad de simboli-zar la experiencia del propio cuerpo, éstemuestra su verdadera naturaleza que no esotra que la de una masa pulsional, fragmen-tada, caótica y extraña, radicalmente extra-ña. Podríamos pensar que Artaud queríaexpresar algo de esto cuando escribía:

«Este mal ajustado amontonamiento deórganos que soy yo y que tengo la impre-sión de presenciar como si fuera un vastopaisaje a punto de estallar en pedazos»12.

EXTRAÑEZA13

El automatismo carnal es, en ciertomodo, un retorno al cuerpo originario. Eldesamparo, la angustia y el caos cenestési-co son experiencias centrales en nuestroorigen. Nacemos, se dice, en una situaciónde indefensión mucho más acusada que lade cualquier animal, nuestra dependenciadel otro es prácticamente total. Cuando lamadre alimenta, amamanta, al reciénnacido calma momentáneamente la an-gustia y desplaza a la región oral aquelcaos cenestésico, aquella excitación cor-poral deslocalizada. Podríamos decir quelos cuidados a los que se somete al niño

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11 FREUD, ob. cit., p. 2079.12 ARTAUD, ob. cit., p. 50.13 Empleamos el término extrañeza para reunir y aludir a todos esos fenómenos ya señalados en los que el psicótico ex-perimenta los propios pensamientos o sensaciones como ajenos o impuestos y a los que los psicopatólogos se hanaproximado a través de diversas descripciones como las del delirio de influencia (J. Séglas), el síndrome de acción ex-terior (H. Claude), la xenopatía (P. Guiraud) o el propio automatismo mental o la alucinación psicomotriz.

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Cuerpo y automatismo mental (o el cuerpo en la psicosis)

son en definitiva un lenguaje que aportauna envoltura y compartimentan uncuerpo extraño, roto y sin límites.14

El mecanismo que funda la neurosisconsiste en la represión, es decir, en hacerinconsciente mediante el lenguaje estemensaje somático, en olvidar ese cuerpoextraño. La lucha neurótica no es más queel equivalente exterior y simbólico deaquel enfrentamiento con nuestros pro-pios órganos excitados. En definitiva, conese abandono del cuerpo con el que arran-ca la neurosis, no hemos hecho más quesustituir la dictadura de nuestros órganospor la de un exterior del que pasamos nue-vamente a depender, esta vez bien diferen-ciados de él y bajo la creencia de que go-bernamos nuestro cuerpo.

En la esquizofrenia, el estallido del len-guaje, que con sus significados otorgaba alcuerpo y al mundo una aparente unidad yarmonía, deja al descubierto un cuerpohostil que llama la atención del yo. Palabray cuerpo le son expropiados al psicóticopara luego retornar como algo ajeno y, porlo tanto, amenazante: al psicótico no lequeda otra que sospechar de ellos. Pense-mos en ello cuando Artaud anota:

«Esa molestia de sentir que uno de-pende de su cuerpo. No acepto nohaber hecho mi cuerpo yo mismo»15.

«Ni mi grito ni mi fiebre me per-tenecen»16.

El lenguaje funcionaría, en su versióníntegra, como LÍMITE INTERNO quemantiene a raya ese cuerpo originario,extraño y excitado. Según esto, entende-remos que, cuando ese límite interno serompa, surja la angustia y la extrañezafrente a todos esos órganos imposibles desimbolizar, de hacer propios en definiti-va. El médico francés Charles Blondelhabló en La conciencia mórbida, un textoque suele citarse como valioso y precoz(1914), de la función activa del lenguajesobre la cenestesia: el acceso al lenguajenos permite olvidar el desconcierto ce-nestésico originario a favor de los signifi-cados y el vínculo social. Esta funcióndel lenguaje falla en la psicosis, diceBlondel, y con este fallo aflora de nuevoel caos cenestésico que condena al enfer-mo al autismo17. Podríamos decir enton-ces, que en el automatismo carnal elcuerpo comienza a hablar su propio len-guaje, un lenguaje ininteligible. Quizá unfragmento de la Carta de Lord Chandossirva para ilustrar lo que decimos. En ellael escritor austríaco Hugo Von Hof-mannsthal trata de plasmar el desmoro-namiento del lenguaje del que es víctimay la insuficiencia de los antiguos ideales.El protagonista ya no encuentra alivio enellos, lo que causa una angustia profun-da acompañada de un estado de extrañe-za respecto a su cuerpo y, por extensión,del mundo:

«Entonces es como si mi cuerpo estu-viese compuesto de claves que me lo

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14 En este fragmento nos basamos en lo expuesto por Freud en Inhibición, síntoma y angustia. FREUD, «Inhibición, sín-toma y angustia», Obras completas T. VIII, Madrid, Biblioteca Nueva, 2006, pp. 2859-66. También nos apoyamos en eltexto de Dolores CASTRILLO titulado «El estatuto del cuerpo en psicoanálisis: del organismo viviente al cuerpo gozan-te», Freudiana, 2011, 63, pp. 33-55.15 ARTAUD, ob. cit., p. 84.16 Ibíd., p. 79.17 A partir del texto de José María ÁLVAREZ «Un apunte sobre La conscience morbide de Charles Blondel», Revista dela Asociación Española de Neuropsiquiatría, 1997, 63, pp. 465-68.

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revelasen todo. O como si pudiésemosestablecer una nueva y premonitoria re-lación con toda la existencia, como siempezásemos a pensar con el corazón.Pero cuando me abandona ese extrañoembelesamiento, no sé decir nada sobreello; y entonces no podría describir conpalabras razonables en qué había con-sistido esa armonía que me invade a míy al mundo entero ni cómo se me habíahecho perceptible, del mismo modo quetampoco podría decir algo concretosobre los movimientos internos de misentrañas o los estancamientos de misangre»18.

INDIFERENCIACIÓN

Otra consecuencia de la fragmentaciónde la que hablamos es la indiferenciaciónentre el yo y el no-yo (la pérdida de los lími-tes del yo de la que hablaba Víctor Tausk ensu célebre artículo19) a la que solemos refe-rirnos al hablar del esquizofrénico. Com-probamos con frecuencia que la autorrefe-rencia se presenta acompañada desentimientos de invasión e influencia, lo querequiere la disolución de los límites entre elcuerpo y el mundo. Veamos un ejemplo:

En un caso que podríamos calificarde esquizofrenia sin delirio, un hombrede 33 años, profesor, presenta los hallaz-gos más representativos del automatis-mo mental y carnal producto de la fragmentación: dificultad para concen-tración, palabras que le injurian, deva-nado mudo de imágenes (lo que élmismo describe como «un torbellino deimágenes absurdas y violentas, ademásde recuerdos al azar que atraviesan mi

cuerpo»). Llega a intentar esquivarestas imágenes literalmente: se mueve deforma estereotipada con la intención dedejarlas a un lado. Su voz, al leer en vozbaja, resuena en su cabeza como afemi-nada. En su cuerpo, dice padecer un levedesajuste que le produce un gorjeo in-testinal que no llega a controlar. Repiteque no es capaz de explicar lo que lepasa, se fotografía para comprobar queestá ocurriendo en él algún tipo detransformación. Todo estos hallazgostienen un carácter extraño, displaciente,continuo y automático para el paciente.

Pero su verdadero drama no es éste,sino el que los otros le hagan ver me-diante diversos señalamientos que sabenaquello que acontece en su cuerpo y ensu cabeza. Que broten esas disparatadasimágenes en ella, piensa él, debe serpropio de una persona trastornada.Teme continuamente que ese ruido ab-dominal incontrolado le deje en eviden-cia. El vecino da un portazo, en la callealguien pita con el coche, otro carras-pea…así le señalan que lo saben todo.No posee ni su pensamiento ni sucuerpo, los cuales se han sublevado y lehumillan. Está roto y sus trozos hanquedado a la intemperie. Los ruidos delvecino son intencionados y referidos aél, ruidos que no hacen más que seña-larle que todos saben de sus locos pen-samientos y del descontrol de su orga-nismo.

Aquí vemos como, con frecuencia, elotro tiene acceso al cuerpo del psicótico.Ahí está la indiferenciación típicamente es-quizofrénica en la que el lenguaje, roto, ha

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18 Hugo VON HOFMANNSTHAL, Carta de Lord Chandos, Madrid, Alianza, 2008, p. 26.19 Víctor TAUSK, «Acerca de la génesis del aparato de influir en el curso de la esquizofrenia», Trabajos psicoanalíticos,Barcelona, Gedisa, 1983, pp. 181-221.

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dejado de servir como piel que limita yprotege. Antes hablábamos del límite in-terno que aporta el lenguaje para mante-ner a distancia y controlar esa parte into-lerable que tiene todo cuerpo. Cuandofalla esta barrera interna surge la extrañe-za, en este caso frente a esas imágenes au-tomáticas que surgen en su cabeza o esedesequilibrio intestinal, movimientos queexperimenta como ajenos a él y que tantole inquietan. Pero el lenguaje también fun-ciona como barrera externa, aporta unLÍMITE EXTERNO. La ruptura de estapiel simbólica nos permite entender la pér-dida de los límites del yo y los consecuen-tes sentimientos de invasión e influenciatan habituales en el esquizofrénico. Aten-damos a Artaud cuando dice:

«Me he llegado a reencontrar en unestado de extrema conmoción, esclare-cida de irrealidad, con trozos delmundo real en un rincón de mímismo»20.

Dando un paso más, un paso que nues-tro profesor no alcanza a dar, mantenién-dose en la angustia del automatismo sindelirio, el vecino podría llegar a quitarlealgún órgano o implantarle un aparatoque controlara su voluntad. En cualquiercaso, para que esto sea posible, además deuna ruptura interna del cuerpo, las barre-ras simbólicas que separan al yo delmundo deben estar rotas: la piel que con-forma un lenguaje íntegro está perforadaen el esquizofrénico y sus entrañas quedanal descubierto, a disposición del otro.

Zanjemos este apartado dedicado a la in-diferenciación consecuente a la ruptura del

límite externo que aporta el lenguaje, conun fragmento del ya referido texto deTausk. En él, además, sugiere un modo deentender la función que cumple la mentiraen el niño y nos orienta si deseamos expli-carnos las habituales dificultades del psicó-tico para elaborarla y resguardarse tras ella:

«Los enfermos se quejan de que todoel mundo conoce sus pensamientos, deque sus pensamientos no se hallan a cu-bierto en su cabeza, sino difundidos sinlímites en el mundo, de manera que sedesarrollan simultáneamente en todaslas cabezas. El enfermo ha perdido laconciencia de ser una entidad psíquica,un yo que posee sus propios límites. […]Conocemos el estadio en el curso delcual reina en el niño la concepción deque los demás conocen sus pensamien-tos. Los padres lo saben todo, hasta lomás secreto que pueda haber, y lo sabenhasta que el niño logra su primera men-tira. La lucha por el derecho de poseersecretos sin que los padres lo sepan esuno de los más poderosos factores de laformación del yo, de la delimitación y larealización de una voluntad propia»21.

PROYECCIÓN

En este punto, una vez tratada la extra-ñeza y la indiferenciación como productode la ruptura del límite interno y externorespectivamente, ya podemos hablar de laproyección psicótica. Con ella, suele decir-se, arrancan las ideas de perjuicio y el de-lirio22. Pero, para que algo íntimo seponga fuera, en otro, primero tiene quedesgajarse del yo (volverse extraño) y eseyo debe tener agujeros por donde pueda

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20 ARTAUD, ob. cit., p. 53.21 TAUSK, ob. cit., p. 200.22 Sacha NACHT, «La teoría psicoanalítica del delirio», Curar con Freud, Madrid, Fundamentos, 1972, p. 97.

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salir el objeto (pérdida del límite entre lointerno y lo externo).

Podríamos pensar que hay algo en nues-tro hombre de 33 años, algo que experi-menta en definitiva en su cuerpo, que re-sulta displaciente e imposible de reconocery que escapa o expulsa activamente pararetornar posteriormente al yo como algoaún irreconocible, incontrolado (automati-zado) y cargado de perjuicio que llega, in-cluso, a invadirle:

Encontramos en este caso, junto a laextrañeza y la indiferenciación esquizo-frénicas, algo que ya señalábamos: pen-samiento y cuerpo han adquirido unacondición material y dañina. Aprove-chando la condición carnal de estos des-pojos del yo, dice: «Me he fabricadopersonajes a partir de todo lo malo.Suelo ir al parque de cerca de casa y allíconsigo pasarlos a la gente. Así se inco-modan ellos y no yo. Es realmente diver-tido, me río mucho cuando los veo ges-ticular por eso». Sin embargo, aquellaspersonas no tardan en dedicarle nueva-mente gestos que ponen en evidencia sutransparencia frente al otro: surge denuevo la autorreferencia y la angustia.

Vemos aquí un ejemplo de proyecciónpsicótica23, proceso mediante el cual se ex-pulsan defensivamente los fragmentos queresultan extraños al yo, trozos que, final-mente, reclaman su atención desde el exte-rior. Es importante diferenciar esta moda-lidad de proyección, propiamentepsicótica, de la que emplea el neurótico:mientras que el neurótico proyecta un con-

flicto del cual no quiere ser consciente, esdecir, proyecta sus deseos y sus frustracio-nes; el psicótico llega a proyectar verdade-ros fragmentos de su cuerpo que no puedereconocer como propios.

Este es, a nivel microscópico, el mecanis-mo que hace posible el delirio. Mientrasque algunos psicóticos renuncian por com-pleto a la búsqueda de una causalidad, deuna explicación a los fenómenos que expe-rimentan, y se quedan sumidos en la extra-ñeza, la cenestesia y la autorreferencia,otros no sólo logran alejar de sí aquellosórganos desgajados de su yo, además, me-diante el trabajo delirante, establecen unadiferenciación sólida entre lo propio y loextraño, entre lo interno y lo externo. En laversión delirante, paranoica, de la esquizo-frenia el sujeto pretende que lo que escapao expulsa del cuerpo se mantenga a raya,precisamente, mediante el lenguaje o loque ha quedado de él. Dicho de otromodo: en el delirio se emplean los restosmateriales de las palabras como lazo queencorseta (empaqueta) los fragmentos delcuerpo. El delirio, como un intento derelato de lo inexplicable, hace posible,desde este punto de vista, un abandono delcuerpo, un olvido de su parte más carnal eintolerable.

Lo dicho, lo comprobamos en un pa-ciente que solía acudir a urgencias suma-mente angustiado: decía tener un golpecontinuo en su mandíbula y le aterrabaque ese ruido se extendiera por todo sucuerpo, ya que no lo controlaba. Tras unalarga temporada en la que logró evitar lostratamientos de los psiquiatras, que en este

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23 Resulta llamativa la cercanía de este testimonio con lo que entendemos como identificación proyectiva, término pro-puesto por Melanie Klein para definir un mecanismo de defensa con el que el sujeto introduce elementos de su propiapersona en el interior del objeto para dañarlo o controlarlo. Melanie KLEIN, «Notas sobre algunos mecanismos esqui-zoide», Obras completas T. II, Barcelona, RBA, 2006, p. 18.

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Cuerpo y automatismo mental (o el cuerpo en la psicosis)

caso no conseguían aliviarlo, retornó tran-quilo con un discurso plagado de neologis-mos y que calificaríamos de delirio estruc-turado.

EPÍLOGO

Tratando de averiguar qué ocurre con elcuerpo en la psicosis hemos trazado un re-corrido por los elementos más clásicos dela esquizofrenia y la paranoia, tanto los re-lacionados con la psicopatología (la aluci-nación, la autorreferencia, el perjuicio, lainvasión e influencia, el delirio) comoaquellos que tienen que ver con la subjeti-vidad, con qué ocurre en el psiquismo dela persona que emite esos síntomas (frag-mentación, extrañeza, indiferenciación,proyección). Para rematar, nos aproxima-remos a otro apartado tradicional en esteterreno psicopatológico: el de la certezapsicótica.

Desde ese cuerpo roto y perforado quehemos dibujado, la certeza en la psicosisno parece tener que ver con el nivel de convicción con la que el sujeto expresasus pensamientos sino con la pasividadcon la que presencia aquello que acontece en su cuerpo, lo cual resulta

incuestionable. En nuestro ejemplo, es enese pasmo ante lo que emerge en sucabeza, en su abdomen, etc., donde nosparece que debemos situar el carácter psi-cótico de la certeza y, consecuentemente,del sujeto, así elaborase a posteriori undelirio plagado de dudas. Hacia esta ideaparecía apuntar el magistrado DanielPaul Schreber, que suele presentarsecomo el loco que más nos ha logradotransmitir acerca de qué es la psicosis,cuando escribía en el capítulo XI de susmemorias (titulado Daños en la integri-dad física producidos por los milagros):

«Puedo asegurar que no existe ningúnotro recuerdo de mi vida del que tengamayor certeza que de los milagros narra-dos en éste capítulo. ¿Qué puede habermás seguro para una persona que lo queha vivido y experimentado en su propiocuerpo? Los milagros producidos en elcuerpo los considero los milagros másesenciales»24.

Antonio González HerreraCorrespondencia: [email protected]

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24 Daniel Paul SCHREBER, Sucesos memorables de un enfermo de los nervios, Madrid, Asociación Española de Neu-ropsiquiatría, 2003, p. 126.

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El automatismo mental es el núcleo psi-copatológico de las psicosis. Para nosotrosrepresenta el síndrome más profundo ydistintivo, la expresión más original de esaexperiencia que llamamos esquizofrenia.Reúne en sí mismo todos aquellos signoscalificados de fenómenos elementales oprimarios que alumbran en la concienciacon el desencadenamiento de la psicosis,siendo la escucha delirante de voces sumanifestación más específica.

Para guiar esta reflexión solo considera-mos el tipo de voces que asociamos al au-tomatismo mental, que son las que provie-nen de la ruptura del lenguaje. No seestudian, en cambio, las voces que perte-necen a otras estructuras psíquicas –nopsicóticas– que hoy se incluyen también enel amplio abanico que agrupa el movi-miento de los Oidores de voces.

Así las cosas, la pregunta por el futurodel automatismo tiene dos vertientes: unahistórica y otra individual y clínica. Laprimera cuestiona la división del hombremoderno y los síntomas determinantes

que haya de tener en el porvenir la escisiónsubjetiva. Es decir, formula interrogantesacerca de si la psicosis mantendrá el perfilactual, con su mezcla de automatismo ini-cial y elaboración delirante complementa-ria, si el automatismo se impondrá las másde las veces sin desarrollo delirante acusa-do, o si la angustia, los elementos prima-rios y la argamasa delirante adquirirán fi-sonomías inéditas y desconocidas hastaahora. Dicho con otras palabras: si el au-tomatismo seguirá secundado por la ela-boración delirante, si el delirio recortarásu presencia en el futuro dejando más ais-lado y solitario al automatismo, o si las fi-guras fenomenológicas del automatismo ydel delirio han de cambiar en lo sucesivo.

La segunda cuestión no es históricasino individual. Se refiere a la evolucióndel automatismo en la aventura particularque emprende cada uno tras el desencade-namiento de la psicosis. Un recorrido po-tencial que enfocamos desde el punto devista de las posibilidades que se le ofrecenal afectado para reconocer su propiodeliro, objetivarle, criticarle o adherirse a

RESUMENSe estudia el futuro del automatismo desde

dos puntos de vista. El histórico, que enlaza elpasado de las psicosis, en cuanto a su estructuray fenomenología, con el porvenir que podemosimaginar y prever. El biográfico, que analiza laevolución del automatismo desde el punto devista del propio psicótico.

Palabras clave: Automatismo. Historia. Críticadel delirio. Conciencia de enfermedad.

RESUMENThe history of automatism is studied from two

different points of view. The historical one, whichconnects the past of the psychosis according to itsstructure and phenomenology, with the future thatcan we can imagine and foresee. The biographicalone, which analises the evolution of the automatismfrom the point of view of the own psychotic subject

Key words: automatism. History. Criticism ofthe delusion. Conciousness of the illness.

Cuad. Psiquiatr. Comunitaria,Vol. 13, N.º 1, pp. 61 - 69, 2015

Futuro del automatismo mentalThe future of mental automatismFernando ColinaPsiquiatra. Jefe de ServicioHospital Universitario Río Hortega (Valladolid)

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Fernando Colina

él. Circunstancias que recogemos bajo eltérmino genérico de crítica del delirio.

I.-

La pregunta histórica sobre el futuro delautomatismo, que aquí se propone, exigeanalizar brevemente la influencia delpasado en la clínica psiquiátrica actual.Esto es, invita a preguntarse por las razo-nes que han llevado al automatismo a con-vertirse en protagonista psicopatológico dela locura.

Acerca del pasado hemos sostenido quela esquizofrenia, tal y como la entendemosactualmente, es una locura de la moderni-dad. No fue conocida por las sociedadesprimitivas ni lo fue con plenitud antes deDescartes. De su obra y de su tiemposurgió la idea de conciencia, entendidacomo espacio representacional de la vidapsíquica, y se hizo coincidir la identidadcon el pensamiento. Desde ese momento ellenguaje soportó una nueva fragilidad. Dehecho, la experiencia de las voces, tal ycomo se manifiestan en la esquizofrenia,carece de testimonios en la antigüedad.

Respecto al presente, la distinción entrepsicosis con automatismo y sin automatis-mo –que comprende la psicosis maníacodepresiva, por supuesto, y la paranoia, en-tendida como delirio no procesual– siguevigente aunque en algunos casos haya queforzar bastante las diferencias. En el senode esta separación, aún vigente, cabe esti-mar que en la actualidad han descendidolas grandes narrativas delirantes y aumen-tado los cuadros de automatismo puro,que apenas captan sentido y no desarro-llan el delirio o lo hacen muy pobremente.

El futuro lo imaginamos desde estaspremisas, lo que suscita inmediatamente la

duda acerca de si las psicosis solo con au-tomatismo, sin apenas delirio que acudasolícito a sofocar ese estado, seguirán au-mentando como dan la impresión de ha-berlo hecho hasta ahora. Nos referimos aun cuadro clínico muy elemental sin sínto-mas muy elaborados y trabajados, que ar-moniza simétricamente con la otra opciónque se aventura en el porvenir, cual es elaumento de los cuadros límites, que cursaparalelo al retroceso de las neurosis bienorganizadas del siglo XX. Las grandesconstrucciones sintomáticas, desde el deli-rio a las obsesiones estructuradas, se diríaque están en retroceso. Las formas límitesde padecer, a caballo entre las neurosis ylas psicosis, son las grandes favorecidas porel paso del tiempo.

Una explicación de estos posibles cam-bios proviene de la posibilidad de que lasheridas psíquicas del hombre sean mayo-res: o más profundas o más extensas y su-perficiales. Es decir, que la escisión subjeti-va del hombre contemporáneo se hayaabierto más o que la corteza mental que leprotege sea más débil. En ambos casoscabe especular con la idea de que el delirioconcurra menos o más débilmente a laconvocatoria del pensamiento.

Así las cosas, suponemos que elhombre sufre una herida más honda queaflora sus elementos más psicóticos, o quela corteza de su yo se ha vuelto más débil,menos consistente, por lo que los sínto-mas de la locura naciente le atraviesancon más facilidad. Sucede entonces quehay psicóticos desarbolados y hondamen-te acuchillados, sin más síntomas que lospropiamente automáticos, y hay otros quepadecen por la delgadez de su piel deidentidad, que deja escapar fenómenoselementales que le confunden y desorga-nizan fácilmente.

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Como motivo para justificar estos cam-bios, pensamos en la transformación dedistintos factores, sociales e individuales,que por su influencia favorecen unos tras-tornos sobre otros, bien por inducción di-recta, desencadenando las crisis, o bien in-directamente al modificar la recepciónsocial de los síntomas. Podemos aludir auna gran número de agentes: cambios delespacio de la conciencia, de la simetría yprofundidad de las relaciones con losdemás, del grado de individualidad y pri-vacidad, de la dinámica del deseo, de lasfórmulas educativas, de la administraciónde los duelos, de los ideales familiares ycolectivos, de los estilos de crianza y edu-cación, de la intensidad del apego, de loshábitos de consumo, de la relación con elcuerpo, del ejercicio de la obediencia y delpoder, de la idea y la relación con Dios, delconcepto de salvación y perduración, de laimagen del pecado y del mal, de la visóncósmica, de los nuevos instrumentos infor-máticos, de la transparencia de las redessociales, y de tantos más. Todos estos soncomponentes que comprometen la historiade la subjetividad, cuyos cambios afectana lo que conocemos como psicosis, ya seamodulando los síntomas, modificando lasheridas o cambiando la percepcióncomún.

Como consecuencia de estos móviles,cambiantes y variopintos, las psicosis vanadquiriendo una consistencia distinta, enla que también influyen, junto a los cam-bios de la subjetividad, la incidencia quepuedan tener los tratamiento precoces enla infancia o la respuesta más adecuada delos dispositivos asistenciales. De hecho sepuede conjeturar, pese a lo arriesgado dela afirmación, que las psicosis se van con-virtiendo en un estado mejor acoplado. Yano están tan alejadas de la realidad. Lospsicóticos se van transformado en un

grupo social numeroso que comparte lavida con nosotros y que cuenta con suspropias asociaciones y congresos. El débillazo social que establecen no les protegedel todo, pero tampoco llega a inducircomo antes tanta exclusión ni tanta cons-trucción delirante.

Cabe pensar en una alternativa queprescinda en parte del recurso tradicionalal delirio. Una opción que, sin perder devista los procedimientos de suplencia y es-tabilización que conocemos, intente edifi-car una entidad distinta por un camino in-verso. Un aspiración, más o menosinsegura, que no intente tanto apuntalar lapsicosis como provocarla, desencadenarlao agudizarla, a sabiendas de que, bajo eseriesgo, se elige otro modo de vivir y otrasopciones evolutivas. Se podría definir estatarea como un esfuerzo que apunta máshacia la psicosis que hacia su contención.El síntoma, en estas circunstancias, deja deser solo entendido como un propósito derecuperación, nacido de una mordedurapsicótica, para convertirse también en unaforma de intensificación que reclama unaidentidad propia. Dicho de otro modo,vislumbramos un proyecto de huida haciala psicosis, antes que de una huida de lapsicosis. Una iniciativa clínica que, por ladirección que elige y el destino que anhela,corre el riesgo de provocar con más fre-cuencia el automatismo simple, con sufuerte carga de angustia pero ajeno a laelaboración de otra realidad.

Esta acentuación ultramoderna de lapsicosis arrastra el desdoblamiento delsujeto a sus últimas consecuencias. Sugiereentender la esquizofrenia como resistenciaa una identidad normalizadora y no sólocomo una pérdida de identidad convencio-nal. A fin de cuentas, la historia de la es-quizofrenia es la crónica del fracaso

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subjetivo, tal y como lo conocemos hastaahora, pero también lo es de la rebeldíaante la subjetividad. No es solo un defectopersonal, sino al mismo tiempo una oposi-ción sediciosa. En este sentido es un sínto-ma de la actualidad. Refleja y anuncia losdefectos de la modernidad, en la que se in-serta, y simultáneamente se opone a elloscon todas sus fuerzas. Por esta característi-ca privilegiada, de rendición combativa, re-presenta el punto ciego de los modernos, sulímite cognoscitivo, pues desconocemos ydesconoceremos siempre la causa de la es-quizofrenia, que permanece en constanteretirada ante los avances del conocimiento.

Esta alternativa se inserta entre los nu-merosos proyectos voluntarios de decons-trucción, disolución y rechazo del princi-pium individuationis, pero van mucho másallá de la antigua renuncia de sí que propu-so el cristianismo o la cultura oriental.Constituyen una tarea emancipadora quesecunda la utopía de Nietzsche, cuya psi-cosis no responde tanto a un accidentesubjetivo como a un aparente proyecto fi-losófico y vital. So obra no es la suplenciade una psicosis que se intenta evitar, sino elesfuerzo planificado que conduce al desen-cadenamiento como objetivo final.

Una perspectiva de este tipo tiene im-portantes consecuencias clínicas, puestanto se opone a los afanes normalizado-res como se rebela contra los abusos delactual paradigma de la recuperación. Dehecho, defiende que en muchos casos no seobserva en la psicosis nada que curar ymenos que recuperar. La psiquiatría, entodo caso, si atiende a estos avisos concondescendencia, debe acompañar a lalocura sin necesidad de vencerla, conten-tándose con ofrecer un reconstituyentepsíquico o una ayuda para el camino.

Esta actitud, por otra parte, es asimila-

ble a un manifiesto a favor de los síntomas.Atacarlos y atajarlos sin piedad puedetener consecuencias no siempre positivas.Así lo creían aquellos médicos antiguosque veían en la tendencia a reprimir lascrisis el riesgo de prolongar la enfermedad.De esa combinación de vencer al loco yembestir los síntomas, proviene precisa-mente la implacable evolución demencialque caracteriza la psiquiatría del sigloXIX: el deterioro funcional o la demenciaprecoz. Mientras que los psicóticos robóti-cos y desvitalizados de hoy, aplanados yaplatanados por los tratamientos, son susavatares actuales. La prisión del momentono es ni la carcelaria del manicomio, ni lamoral de la ideología curativa, sino el cala-bozo de la química prescriptiva y la maz-morra de la recuperación a cualquierprecio.

Estar loco ya no significa necesariamen-te estar enfermo. También hay que ver enel psicótico a un disidente, a un conocedorde lo Real y a un militante antisistema,aunque, de momento, se presente despro-visto de alternativa política. Es el Diógenesde la modernidad más refinado y auténti-co. El único vencedor de la lógica del capi-talismo y del deseo. Por eso encarna comonadie la rebelión más feraz y consumada.Tan lograda, por otra parte, que el sistemaintenta doblegarle para borrar de su pre-sencia este testimonio molesto. O bien leencierra, como antaño, o bien intenta sindescanso incorporarle al tratamiento paranormalizarle y neutralizar su oposición.Buen síntoma de ello es que cuando noacertamos a reducirlos mediante la cura-ción, los calificamos de resistentes y perpe-tramos unos electrochoques contra ellos.

Una vez más es oportuno recordar el vi-goroso reproche de Artaud a su psiquiatra,el Dr. Ferdière, intentando que entendiera

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cabalmente su poesía: «Tratarme como de-lirante es negar el valor poético del sufri-miento que desde la edad de quince añossurge en mí ante las maravillas del mundo,y de este sufrimiento admirable del ser esde donde he sacado mis poemas y miscantos. ¿Cómo no consigue amar en lapersona que soy lo que ama usted en miobra? Es de mi yo profundo de donde sacomis poemas y mis escritos y a usted legustan. Le suplico que recuerde su verda-dera alma y comprenda que una serie másde electrochoques me aniquilaría».

II.-

El futuro personal del automatismocoincide o mantiene estrictas concomitan-cias con la evolución del delirio. Cada psi-cótico se enfrenta a la necesidad de asimi-lar paso a paso su futuro. En este sentido,lo que el delirante diga de su delirio puedeser más importante que el delirio mismo.Todo aquello que llamamos habitualmen-te crítica del delirio entra en este contexto,al igual que lo registrado bajo los términosde conciencia de enfermedad o psicoedu-cación. Su estudio no consiste tanto endiscurrir sobre la anulación, abolición oconfirmación del delirio, sino en analizarla relación que mantiene el delirante conesa experiencia.

La relación es diversa, como veremos,pero tiene unos límites que pocas veces sontraspasados. El principal es la eliminaciónbajo raciocinio. La razón nunca puedevencer al delirio. Casi sería una contradic-ción. Si sucede, y el delirio es perfectamen-te objetivado y valorado tras su momentode efervescencia, debemos pensar en un fe-nómeno no estrictamente delirante, comopueda ser un delirio neurótico, si es que estoadmite existencia real y lógica. Nos referi-mos con este término a algún tipo de

convicción irreal, profunda, irrebatible yexcesivamente personal, que adquiere el as-pecto de una cabezonería intransigentepero que no le podemos relacionar con laruptura del lenguaje. Cabe identificarlomás bien como un simple síntoma psicóti-co, sin más, sin psicosis o estructura psicó-tica que lo sostenga. Coincidiría con lo quellamamos deliroide, ideas delirantes secun-darias o delirio del deseo, que concurren sinclaudicación ni fractura de la palabra.

II.1

La crítica completa del deliro, la palino-dia ante los demás o la retractación íntima,están impedidas por tres razones principales.

A.-

Primero, por el hecho de que el delirio,desde la erupción del automatismo, arrancade una certeza axiomática, de un apoteg-ma, de un postulado que se esgrime sin ne-cesidad de argumentación, evidente por simismo. Esto es, nace como una proposiciónque se acepta sin razón y sin saber muy bienpor qué, pero que da pie a un principio fun-damental e indemostrable sobre el que seconstruye una teoría, un relato.

Un principio al que, por otra parte, hayque inyectar sentido para engordarlo y ha-cerlo crecer, y del que es muy difícil desem-barazarse. Viene a reparar una herida de-masiado profunda. En cierto modoirreversible. Por ello retractarse del axiomaes difícil, acaso imposible. Eliminar elaxioma con los medios de la razón no esconcebible.

B.-

Por otra parte, el delirio es una figura ra-cional que interviene como una lengua

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sobreañadida, como un lenguaje autónomoque, junto a despertar la incomprensión delos demás, pues no es apto para dialogarcon él, no se articula tampoco con el restodel discurso del delirante, lo que impide lacrítica y el abordaje de uno al otro. No sehablan entre sí. El delirio es un discurso es-tanco y soberano. Independiente.

Los delirios son cintas verbales suple-mentarias que suturan la lengua, heridapor la psicosis, como si fueran un espara-drapo locuaz. El delirio es el lenguaje delpsicótico, que nos imaginamos desgarra-do y necesitado de un suplemento rígidoque intente frenar como sea la disgrega-ción de la lengua, facilitar el régimen de laidentidad y contribuir a la estabilidad dela estructura. Esa es su función principal.Muy difícil o imposible de corregir, puesviene a socorrer a un lenguaje debilitadoy, por lo tanto, incapaz para el metadis-curso, en especial respecto a todo lo queocurra en ese espacio descosido que noacierta a significar.

C.-

La tercera resistencia del delirio a la crí-tica proviene de su valor como síntoma.Así entendido, el delirio representa un de-fecto, una destrucción, pero también untrabajo creativo.

Freud fue el primero en considerar eldelirio no solo como la prueba de la enfer-medad sino como un empuje hacia la cu-ración: «El delirio es el intento de restable-cimiento, de reconstrucción». Pero Freudtambién fue pionero a la hora de explicarla fuerte adhesión del psicótico a su deli-rio: «Nadie abandona de buena gana sussíntomas», sostuvo al respecto. A esevalor de resistencia añadió, además, en elcaso del delirio, un factor de identidad

que brega a su favor: «Estas personasaman su delirio como se aman a símismas. En esto consiste todo el secreto».

Gracias a esta triple ayuda, el psicóticoaguanta en la trinchera y no da su brazo atorcer, pero al mismo tiempo tiene quetemplarla para que no se convierta en unproblema mayor. Uno de los grandesdramas del psicótico se debe a que tieneque defenderse de la defensa misma. Eldelirante se enfrenta a dos fuerzas contra-dictorias, por un lado a la obligación deconstruir un parapeto e inyectar de senti-do al automatismo, y, por otro, a la nece-sidad de pacificarla, deconstruirla y aguaralgo el amor propio de su narcisismo.

Lo que no se puede esperar bajo lasprometedoras palabras de la critica del de-lirio es un metalenguaje sobre su desvarío,una suerte de confesión y arrepentimientoque desmantele su encarnizada resisten-cia. Nunca hay un reconocimiento delerror, como quería lograr el antiguo trata-miento moral tratando de doblegar lascreencias erróneas del enfermo. El delirioes irreconciliable con el desmentido o laretractación. No hay palinodia ni revoca-ción posibles.

II.2

No obstante, el psicótico gana expe-riencia poco a poco e intenta suavizar elsíntoma recurriendo a tres opciones estra-tégicas. Tres iniciativas distintas que de-muestran cierto conocimiento reflexivo,aunque se limiten a una conciencia relati-va y parcial de su delirio. Por un lado,puede ocultarlo y mantenerlo en secreto.Por otro, es capaz de desdoblarlo en doscorrientes, una personal e irrebatible, yotra cuya conciencia de irracionalidadcomparte al menos con los demás. Por

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último, en ocasiones se vuelve capaz dedesactivarlo y retirar la espoleta que ame-naza con la detonación.

A.-

El primer indicio de que el psicóticocomienza a familiarizarse con su delirio,le localiza suficientemente y juzga conacierto su alcance, se detecta en que reac-ciona con reticencia a nuestra expecta-ción y procede a ocultarlo. La objetiva-ción del delirio, necesaria para esconderlede nuestro análisis o curiosidad, equivaleal inicio de la capacidad crítica. El silen-cio demuestra que ya lo reconoce y queempieza a identificar su perímetro y lasconsecuencias de exponerlo en público.

Como quiera que sea, debemos aceptarsin esfuerzo que el delirio tienda a la ocul-tación. Una de sus funciones más impor-tantes, no lo olvidemos, es constituirse enun sucedáneo del secreto, en una opacidadque impida la transparencia mental quetanto le aflige y que tantas dificultades lecrea por la imposición y divulgación delpensamiento. Si el psicótico no lo cuentatodo no es por capricho o por simple opo-sición sino por la necesidad de cerrar suvida mental y protegerla de la invasión ydifusión que le atormentan. De ahí lo ab-surdo de querer hacerle confesar, al modode un desesperado Clérambault cuandoexigía interrogar, maniobrar y sublevar aldelirante para forzarle a hablar. Gracias aldelirio el psicótico recupera su opacidad y,como quien no quiere la cosa, aplica su es-trenada competencia para esconder el de-lirio mismo lejos de nuestra indagación ymerodeo clínico.

Por este motivo resultan inconsistenteslos conceptos de delirio enmascarado oenquistado, tan al uso, que suenan a impu-tación y a alarma nuestra ante su secreto.

Antes que ayudarnos a observar el interiordel psicótico, descubren nuestra exigenciade orden y confesión, nuestra intolerancia.Intentar desnudar el delirio del psicótico yarrancarle sin pudor su disfraz, aprove-chándonos de su ocasional debilidad, esforzar su confianza y prescindir obscena-mente de su consentimiento.

Por otra parte, además de encubierto yescondido, el psicótico necesita que, enbuena medida, el delirio sea incomprensi-ble, pues de ese modo evita la transparen-cia y protege la intimidad. Y esta limita-ción de nuestro saber sobre el sentido olas causas de su psicosis hay que aceptar-la con humildad, sin exceso de interpreta-ción ni medidas coactivas. El deliro es ydebe ser incomprensible por definición.Lo cual no le reduce al asiento orgánico ycerebral, como anticipaba Jaspers, sinoque le devuelve paradójicamente a la vidadel diálogo y el sentido.

En esta ocultación estratégica y volun-taria también cabe incluir, junto al silen-cio y la incomprensión, todas las formasde juego que puede aplicar a su delirio.Ironizar, matizar, exhibir, juzgar sobre él,sobresimular, hacerse el loco más omenos seductoramente, son opciones lú-dicas con las que el psicótico logra con-trolar su delirio y a la vez protegerse. Estacapacidad teatral no podemos tomarlacomo un paso atrás en el juicio críticoque nos gustaría escuchar, pues tambiénrevela una naciente capacidad del psicóti-co para comunicarse con su nuevo len-guaje, aunque sea una lengua aún detrapo y gutural.

Otra aplicación de la ocultación la en-contramos también en una administraciónmás personal del delirio. El hecho de queel psicótico se lo cuente a unos y a otros

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no, conlleva un mayor dominio y controlde ese pensamiento suplementario que lasdefensas psicóticas han puesto en marcha.A la postre, la capacidad para elegir a losdestinatarios implica la presencia de unatisbo de deseo que presagia estabilidad.

Todas estas prácticas, referentes a laocultación, la incomprensibilidad, el juegoo la elección, dan testimonio de un proce-so evolutivo saludable, antes que reflejarun intento de engaño, una convicción másmorbosa o una despectiva frivolidad.

B.-

El psicótico, amén de dividido, intervie-ne siempre desdoblado en dos campos si-multáneos e incompatibles. Puede recono-cer el carácter delirante de su delirio sinque esa lucidez le obligue a dejar de creeren él. Su convicción y su crítica son de unorden distinto a las nuestras. En su caso lacerteza y la duda son capaces de vivir dán-dose la espalda y sin anularse mutuamen-te. Nada le impide afirmar sinceramenteque delira sin dejar por ello de delirar,como si dos cabezas vivieran un mismohecho de forma simultánea pero sin cone-xión mutua.

«Tenía delirios pero eran verdaderos»;«Deliraba y creía que me perseguían, pero,es que me perseguían de verdad»; «Tengovoces delirantes y otras que son verdade-ras». Este tipo de expresiones son muy fre-cuentes y demuestran un conato de separa-ción del sujeto de la enunciación y delenunciado. En una mitad se separan, en laotra no. Una mitad del enunciado siguecoincidiendo matemáticamente con laenunciación y lo impide. Por esa vía no sepuede ir más allá en la crítica del delirio.No se puede aplicar una teoría de los tiposlógicos que anule la contradicción y esta-

blezca niveles jerárquicos en el conoci-miento. La afirmación «yo deliro» es tanparadójica como el «yo miento» de Epimé-nides o la más moderna de Russell sobre«el conjunto de los conjuntos que se con-tienen a sí mismo».

Por esta confusión intrínseca, lo que lla-mamos a veces crítica del delirio, simple-mente porque el psicótico nos da la razón,puede esconder un delirio más profundoque el delirio explícito. Pero también escierto que abre un camino de asimilación yneutralización del delirio que es necesariorespetar en su paradójica dimensión.

C.-

Junto a la ocultación y el desdoblamien-to del delirio, tal y como los hemos expues-to, hay una tercera posibilidad de futuro:la retirada. La crítica del delirio alcanza sumáximo nivel cuando sencillamente retro-cede, se depone y se aparta del plano de laconciencia. No para quedar reprimido uolvidado definitivamente, sino para per-manecer latente y disponible en una zonade penumbra. El delirio nunca muere, sim-plemente duerme o se esconde tal y comoes, indemne e intocable.

En este gesto no encontramos un actovoluntario, como en la ocultación, sinoque se limita a ceder el paso al pensamien-to normal y apagar su función, ya innece-saria. Se desconecta de la vida psíquicapero permanece en la sombra, vigilante yperfectamente estructurado. Si vuelve a sernecesario emergerá tal y como estuvo, conla misma estructura, la misma lógica y losmismos argumentos, como si nunca se lepillara desprevenido.

En realidad, el duelo del delirio se hacea través de un retroceso que inutiliza la

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Futuro del automatismo mental

idea, no por la asunción crítica de la equi-vocación del pensamiento. Quizá el psicó-tico olvide su delirio con ese mismo ejerci-cio de memoria con que, buscando latranquilidad, omitimos a veces lo más in-curable de la vida.

Pero, aunque no se recuerde, tampoco po-demos decir que se olvide en sentido estricto.Simplemente queda almacenado en otroplano, en una dimensión en la que no seentra, ni por la puerta de la conciencia ni porla del inconsciente. Se ha retirado pero segui-mos a merced de su reaparición. «Quedadebajo de la alfombra», decía John Nashcon la sapiencia del psicótico inteligente yveterano. Como si fuera un libro de deliriosque poco a poco se cierra y ya no se deja leer.Un libro incurable que queda a nuestra dis-posición pero luciendo un separador en lapágina que mejor nos ha servido.

Ahora bien, a este resultado se puedellegar directamente o en un proceso detemporalización que no llega nunca aconcluir. Este tipo de moderación, paula-tina y templada, puede lograrse en dosdirecciones: hacia delante o hacia atrás.Hacia el futuro la observamos cuando elpsicótico es capaz de dosificar su

ambición, pudiendo aplazar ad calendasgraecas las metas que defiende en su deli-rio. Freud describió este aplazamientocomo sigue: «La lucha y la enfermedadpueden ya cesar. Sólo que el juicio de rea-lidad, robustecido entre tanto, obliga adesplazar a un futuro lejano la solución;esto es, a satisfacerse con una realizaciónque pudiéramos denominar asintótica deldeseo. La transformación en mujer tendráefecto en épocas muy lejanas y la persona-lidad del doctor Schreber permanecerá in-destructible hasta entonces». Son muchoslos psicóticos que desarman su delirio ale-jando suavemente su consecución.

Otros, por el contrario, desplazan el de-lirio al pasado, donde localizan el perjui-cio delirante dándole por concluido. Lasconsecuencias del ultraje aún se siguen su-friendo pero mitigadas, mientras que elsuceso traumático se da por acabado. Nose duda del acontecimiento en ningún mo-mento pero se renuncia a su actualidad.

Fernando ColinaCorrespondencia: [email protected]

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Cuad. Psiquiatr. Comunitaria,Vol. 13, N.º 1, pp. 71 - 78, 2015

INFORMES

DECLARACIÓN DE ATOCHAEN DEFENSA DE LA ATENCIÓN PÚBLICA A LA SALUD MENTAL

Ni el pasado ha muerto ni está el mañana, ni el ayer escrito

(Antonio Machado)

Quienes suscribimos estas valoraciones y propuestas somos ciudadanos/as conscientesde los derechos de las personas y de las obligaciones de los poderes públicos, somos cono-cedores/as cualificados/as de lo que está ocurriendo en nuestro ámbito de actividad sani-taria, nos sabemos responsables de nuestras acciones y omisiones asistenciales, somos pro-fesionales de la salud mental que hemos vivido, y junto con muchos otros protagonizadocambios de progreso que se plasmaron en los principios que inspiraron el Informe de laReforma Psiquiátrica desde el último inicio de la construcción democrática y contra la re-sistencia de algunos contemporáneos. Dichos cambios han traído la atención a las perso-nas con trastornos y problemas mentales hasta niveles de respeto muy superiores al exis-tente en un pasado que muchos recordamos con nitidez.

Hemos llegado a un momento histórico en el que coexisten avances, insuficiencias y riesgos.

Estamos en un punto crítico, en el que no se puede sostener por más tiempo el meroanálisis pasivo, o la queja inútil en tanto que desvinculada de la acción, o la “perfección”teórica y el acomodo en lo conocido.

Están en grave riesgo progresos fundamentales en nuestras vidas y en nuestra conviven-cia, y también en nuestra identidad profesional y ciudadana.

Por ello, asumiendo la responsabilidad que nos corresponde, hoy 26 de abril en Madrid,iniciamos una andadura en la que nos sumamos a otros ya en camino, y llamamos a todosquienes quieran sumarse a ella. Buscaremos en particular a todos que trabajan en elámbito de la atención a la salud mental, sumando, integrando: otros colegas psiquiatras ypsicólogos clínicos, y desde luego a otros compañeros de aportaciones esenciales como en-fermería de Salud Mental, trabajo social, terapia ocupacional, educadores sociales, y otros.

Nos dirigiremos a organizaciones que trabajan por la Sanidad Pública y a entidades ysectores sensibles y concernidos, buscando confluir, aportar, sumar, dibujar una trayecto-ria que se configura larga y de calado.

Colectiva y democráticamente, con tolerancia y valorando la riqueza de la diversidad delos análisis y de las propuestas, llamamos a construir con 2 urgencia los medios para

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organizar líneas de acción sostenidas y dirigidas a modificar la grave situación actual queviene dañando logros anteriores, poniendo así en riesgo niveles de calidad imprescindiblesen la atención a la salud mental y, de esta forma, enfrentar los peligros y daños que recibela población por el deterioro progresivo de las concepciones, prestaciones y servicios desalud mental.

En ello estamos

SE ESTÁN CAUSANDO GRAVES DAÑOS

La política sanitaria que está ejecutándose ha causado ya graves daños. Y siguen produ-ciéndose.

La información que se va conociendo sobre la evolución de la salud mental de la pobla-ción es muy preocupante. Se confirman los pronósticos y avisos realizados con antelaciónsuficiente como para adoptar las medidas preventivas, que a pesar de ser propuestas porórganos con autoridad y conocimiento (OMS), fueron conscientemente ignoradas porquien tiene la responsabilidad de proteger la salud de la población.

El daño sigue creciendo. El Gobierno conoce estos datos y sabe que validan lo que hastahace poco era calificada solo como una percepción. Ahora, desgraciadamente, ya no essólo una opinión. Ahora son las pruebas del juicio a una política sanitaria irresponsable ydesconsiderada con los más vulnerables.

Sufrimiento, enfermedad, empeoramiento de la existencia de muchísimas personas,paro, acortamiento del futuro, compromiso del desarrollo de la infancia y la juventud, em-pobrecimiento,... Esa es la estela que deja atrás una respuesta premeditada a la crisis quese muestra con especial crudeza en el grave aumento de la desigualdad social injusta y enla condena a la pobreza crónica a amplios sectores de la población. Sería muestra de in-competencia de los gobernantes si no fuera una acción intencionada, que lo es.

zEn la sanidad la crisis ha sido la justificación para intentar ejecutar, desde el Gobiernoy las oligarquías económicas con intereses en el sector, un plan madurado hace tiempo: elde la transformación de la salud y la enfermedad en mercancía, y en negocio la asistenciasanitaria a los ciudadanos.

La ofensiva desatada contra la sanidad pública con la promulgación del RD Ley 16/2012tenía antecedentes antiguos (la Ley 15/97), e ideas justificativas que fueron instalándose desdehace ya años como razones cuando sólo eran valoraciones de parte interesada (la supuestabondad de 3 la instauración del mercado como único regulador, la aparentemente neutra se-paración de provisor y financiador, la no demostrada insostenibilidad del sistema, ...).

Efectos más importantes de esa ofensiva son ya el deterioro de la asistencia y el daño ala equidad, así como el cambio de modelo sanitario al modificar el carácter universal de laasistencia con la recuperación del modelo mutualista. Los causantes de ello han abierto los

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diques que todavía impedían la privatización y la venta de la sanidad pública. Y todo seha hecho con aparente urgencia, justificados en la sostenibilidad supuestamente amenaza-da, sin que la medida principal adoptada tuviera nada que ver con el motivo que se argüía,sin participación ni debate, violentando la democracia que obliga antes que a nadie alpoder ejecutivo.

A tales objetivos tales métodos: el reparto justo de lo común se dialoga y se intenta conven-cer de la norma que ha de regirlo; sin embargo la apropiación de lo de todos se ejecuta con prisay/o a escondidas, sin permitir la discusión de sus razones...: Supone un modo de expropiación.

En este contexto, el sistema asistencial de salud mental sufre un daño agravado, conse-cuencia tanto de lo limitado de sus recursos y de la frágil posición que había alcanzadoentre las prioridades de los gobernantes y planificadores sanitarios, como de las insuficien-cias y contradicciones propias de sus disciplinas, organización asistencial, gestión, conoci-mientos y prácticas. La embestida contra la sanidad pública encontró al sector de saludmental en medio de una crisis prolongada, precisamente cuando la necesidad de aquellosa quienes se deben sus profesionales, los ciudadanos, iba a verse incrementada como resul-tado de la crisis económica y sus correlatos.

Y mientras, los directamente afectados, sobrecargados ya por las necesidades de salud,las dificultades que les crean muchas veces la atención que se les presta, y la frustración desus derechos desatendidos, son situados por los que gestionan su salud como observado-res, mientras se les pretende embaucar con ofertas de tratamientos y de futuros asistencia-les que sin embargo se les regatean hoy cuando aún los tienen como derechos reconocidos.

ESTÁBAMOS AVISADOS

Estábamos avisados de que la crisis económica conllevaba un riesgo cierto de agravamien-to de la salud mental de la población; también de las medidas para controlar o mitigar eseriesgo (OMS, 2010). Sin embargo,no se ha adoptado ninguna en el sentido recomendado.

Muy al contrario, se ha sostenido por el Gobierno una respuesta a la crisis, presentadacomo la única realizable cuando solo era una de las posibles, 4 que ha agravado la situa-ción. Esa respuesta consistente principalmente en la reducción de los servicios y prestacio-nes públicas, y en la privatización de la atención a las necesidades sanitarias, ha creado unasituación en la que:

• Se vulneran los derechos de los ciudadanos/as a la participación, al conocimiento dela información sanitaria relevante para sus vidas, al acceso equitativo a los servicios pú-blicos y a la protección de la salud.

• Se oculta información sobre la evolución de la salud pública, los planes del Gobier-no en relación con la asistencia sanitaria en salud mental, el funcionamiento de los ser-vicios para su atención, incidentes adversos y daños relacionados con la restricción derecursos y la mala gestión de la red asistencial.

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• Se carece de dirección, de capacidad de gestión y de una estrategia de salud mental quedefina un plan para hacer frente a la evolución de la situación. La acción gubernamen-tal ha debilitado y paralizado la Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional deSalud, que se encontraba en desarrollo desde 2006, lo que manifiesta una grave irrespon-sabilidad en este momento social y sanitario. La carencia de medios, la dirección incom-petente y la gestión orientada a resultados numéricos presentados con apariencia de pro-ductividad, está creando efectos devastadores en la calidad asistencial y dañando lamotivación e iniciativa profesional.

• Se impide la participación en el funcionamiento y gobierno sanitarios, tanto de la comu-nidad como de los profesionales. Se ha agravado el autoritarismo institucional en el funcio-namiento cotidiano de los servicios de salud mental, se están desarticulando los escasos ins-trumentos colectivos de participación que aún existían, se promueve una forma de gestiónque desconsidera la capacidad de los profesionales para aconsejar, asesorar y decidir.

• Se empobrece y limita la respuesta asistencial con efectos muy negativos, tanto sobrelos derechos de los ciudadanos a prestaciones eficaces como sobre la eficacia terapéuti-ca de los tratamientos. La capacitación de los profesionales permitiría niveles de calidady seguridad asistencial muy superiores a los que actualmente se alcanzan pero se limitagravemente el necesario abanico de diversas opciones terapéuticas hacia las biologicis-tas, cerrando las redes de relación interservicios diversificados en el territorio, anulandola consideración y riqueza de los equipos, borrando el derecho a la palabra de los usua-rios y el derecho a la escucha de los profesionales para un ejercicio clínico que tiene quetener en cuenta la naturaleza y condiciones del compromiso clínico y psicoterapéuticoen su caso, y 5 acabando con los pocos pasos dados hacia el empoderamiento de los pro-fesionales y los usuarios y sus familias.

• Se descuidan los instrumentos de seguimiento de la formación de las especialidades deSM en los servicios de SM acreditados para tal fin (Unidades Docentes Acreditadas,UDAs). Deben quedar aseguradas y potenciadas adecuadas condiciones para esta im-portante responsabilidad de formar las nuevas generaciones de especialistas de SM, re-gular suficientemente las funciones y tiempos protegidos para ejercer la tutoría, estable-cer el Libro del Residente de SM como instrumento imprescindible, promover auditoríasparcialmente dependientes de las Comisiones nacionales de cada especialidad, potenciaruna formación de excelencia a resguardo de otras formaciones que en paralelo pudierandesarrollarse en dichas UDAs en detrimento de la formación de los especialistas de SM(Master, cursos de postgrado y otras).

• Se potencia la estigmatización y la marginación de las personas más gravemente afec-tadas, y no se previene la evolución hacia la gravedad de aquellas que aún no se encuen-tran en ese estado. Recientes valoraciones de altos responsables del entorno ministerialen la planificación en salud mental vinculando la enfermedad mental con el riesgo pú-blico sanitario, y con ello justificando acciones de control y vigilancia, constituyen tantoun indicador muy preocupante de la actitud prejuiciosa y la carencia de capacidad de re-levantes responsables públicos en esta materia como de las amenazas en curso.

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Sufren estos el peor daño: Son los más frágiles, los más necesitados, los que se encuen-tran en peor condición material, relacional y psíquica, los primeros y más gravementeafectados por el deterioro actual de la atención a la salud mental.

• En el abordaje de los sujetos de las demandas de atención en Salud Mental, se esta-blecen discriminaciones diagnósticas y terapéuticas que es importante modificar aten-diendo al conocimiento clínico y valorando este aspecto desde una gestión clínica queconozca el valor de la actuación en salud mental comunitaria en los tres niveles de Preven-ción: Primaria, Secundaria y Terciaria.

• Se anuncia el reforzamiento de las medidas de coerción mientras se reducen las accio-nes orientadas a la reinserción social. El temible proyecto de reforma del Código Penalpromovido desde el Ministerio de Justicia, a modo de reverso de las valoraciones estig-matizantes antes citadas, recrea el prejuicio de la peligrosidad del enfermo mental, yprovoca de nuevo una desprotección y vulneración intolerable de sus derechos al dife-renciarlo de los demás 6 ciudadanos solo por causa de su enfermedad. Donde debierahaber terapia e integración social sólo se prevé más coerción.

• Las personas que padecen trastorno mental grave están siendo las que sufren el peordaño. Son las más frágiles, las más necesitadas, las que se encuentran en peor condiciónmaterial, relacional y psíquica, las primeras y más gravemente afectadas por el deterio-ro actual de la atención a la salud mental. Resulta insufrible que continúen existiendohospitales psiquiátricos en el Estado de régimen manicomial.

• Se están destruyendo activamente con estas políticas las bases de la convivencia social.El modelo de sociedad por el que decidimos optar (democrática, tolerante, orientada enel reparto de lo común por la equidad) se está cambiando sin plantearlo a discusión, sinconsultarlo. Se está creando otra vez la situación asfixiante en la que los más débiles nopueden esperar el apoyo que les deben las instituciones públicas. La preocupante políti-ca en curso en salud mental compuesta de imprevisión, ausencia de dirección, incapaci-dad de gestión, desorganización, insensibilidad social, prejuicio, autoritarismo, defi-ciente gestión de los escasos recursos, e ignorancia, nos conduce hacia un horizontesanitario y social con insoportables niveles de sufrimiento personal y colectivo, de en-fermedad, insolidaridad, devaluación de las personas, injusticia , y miedo.

DEBE SER FRENADA LA CONTRARREFORMA EN MARCHA

La regresión de la atención a la salud mental en ejecución debe ser frenada, y al tiempodeben ser corregidas las insuficiencias que facilitaron el deterioro actual. En el marco dela defensa de la sanidad pública, y de la gratuidad y universalidad en el acceso a sus pres-taciones; uniéndonos a todos quienes promueven la mejora del Sistema Nacional de Saludpara que, orientado en su actividad por la búsqueda de la equidad y por la protección dela salud de la población, contribuya al progreso de nuestra sociedad hacia mayores nivelesde justicia social; quienes suscribimos este documento valoramos que deben desarrollarselas siguientes líneas de trabajo para hacer frente a la situación que antes analizamos:

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1. Ha de reafirmarse el carácter público de todos los bienes y servicios sanitarios, tantoen su titularidad como en su gestión. Sin excepciones, sin ambigüedades, sin matices. Lasalud es un bien colectivo y su protección es un derecho de todas/os, es 7 expresión y basedel igual valor de las personas, es condición para el desarrollo económico y social. Si laspersonas no son privatizables su salud no debe ser objeto de negocio.

2. La atención a la salud mental ha de regirse por los principios de universalidad, equi-dad, eficiencia, solidaridad y normalización. Nadie ha de quedar excluido de la misma silo necesitara, nadie ha de dejar de recibir los cuidados y la atención que precise, de ca-rácter integrador.

3. En la atención a la salud mental ha de revitalizarse (redefiniendo lo necesario trasanalizar la experiencia acumulada) la comprensión multidimensional, la respuesta mul-tiprofesional, la orientación asistencial comunitaria, la continuidad de cuidados, la aten-ción y apoyo en el ámbito domiciliario, y el trabajo psicosocial de prevención. La dificul-tad de desarrollo de estas orientaciones no justifica su abandono sino que exige su mejordefinición, sin ignorar que el empobrecimiento terapéutico y el imperio y abuso de la res-puesta farmacológica como principal instrumento de atención, son también consecuen-cia del abandono de estos planteamientos.

4. La organización y funcionamiento de los servicios de atención a la salud mental entodos los niveles ha de ser participativa, transparente, y potenciadora de la participaciónde los profesionales y de los usuarios y sus familias. Ello requiere órganos de gestión de-mocráticos, y la profesionalización e independencia política de la gestión.

5. Ha de situarse el centro de gravedad del esfuerzo asistencial en quienes más lo ne-cesitan, clarificando y ordenando la demanda dirigida a los servicios de salud mental,priorizando el desarrollo e implantación de recursos para la respuesta a las necesidades delas personas con trastorno mental grave.

6. Es necesario corregir la infradotación de recursos asistenciales materiales y profe-sionales y proceder con urgencia a la verificación de existencia de condiciones para lasbuenas praxis atendiendo las especifidades del ejercicio de cada titulación profesional.

7. Para revitalizar la atención a la Salud Mental, es preciso sostener los Centros deSalud Mental como eje vertebrador y de orientación funcional de la asistencia y por elloha de modificarse la deriva hacia una posición nodal, jerárquica en la red asistencial de lasUnidades de Hospitalización en salud mental de los Hospitales Generales. Su progresivopapel en la 8 dirección de facto de la respuesta asistencial desdibujando en demasiadasocasiones la grave ausencia de una auténtica red planificada y suficiente de recursos al-ternativos a la hospitalización, obliga a revisar su funcionamiento, los fines que se hanido imponiendo en su práctica, sus dotaciones, sus modos asistenciales, los criterios deevaluación que valoran su actividad, y su relación con el conjunto de la red asistencialde servicios diversificados y territorializados, que debe ser promovida. Fue un logro de laReforma el cierre de hospitales psiquiátricos manicomiales. Pero cada vez con mayor

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fuerza se observa en territorios del Estado un surgimiento del falso debate de más omenos camas de larga estancia en los hospitales generales, lo que constituye el enmas-caramiento de una involución solapada que hace difícil y en ocasiones imposibilita eltratamiento y mantenimiento de ciudadanos con trastornos psicopatológicos graves ensu medio.

8. No se ha de consentir ningún retroceso en la igualdad de trato legal a las personas.La oposición ciudadana a la modificación del Código Penal es una necesidad democrá-tica. El prejuicio hacia las personas con enfermedad mental al definirlas como peligro-sas solo puede causar daño y sufrimiento. Se debe mantener la alerta muy especialmen-te ante cualquier ampliación o presencia de prácticas coercitivas en los servicios de saludmental, que por su propio carácter reducen la autonomía de las personas y por ello im-posibilitan el progreso hacia los objetivos de la asistencia sanitaria y social a las mismas.La cuestión de la defensa de los derechos (políticos, sociales, sanitarios) de las personascon enfermedad mental se ha de situar en primer plano de las preocupaciones profesio-nales. En este sentido la asistencia de corte manicomial en los diferentes hospitales psi-quiátricos del Estado que aún existen, resulta tanto obsoleta como intolerable.

9. Deben implantarse políticas de desarrollo profesional orientadas a recuperar la mo-tivación de los profesionales, a posibilitar el ejercicio de sus capacidades, a potenciar suformación de manera coherente y acorde con los objetivos sanitarios explícitos, a inde-pendizarles de la presión y sesgo formativo promovido por la industria farmacéutica, ya valorarles de acuerdo con su efectiva contribución a la actividad del Sistema Nacio-nal de Salud.

10.Todos y cada uno de los profesionales sanitarios de salud mental hemos de asumirplenamente nuestra responsabilidad, defendiendo nuestra autonomía en la realización delacto sanitario (de diagnóstico, de cuidado, o de tratamiento) de forma acorde tanto conlo previsto en la ley, que nos responsabiliza y nos protege, como con 9 las exigenciaséticas por las que orientamos nuestra actividad, reconocida como de especial valorsocial y humano. Adquiere importancia particular en la actual situación nuestro com-promiso con la defensa de los derechos sanitarios de los ciudadanos impidiendo activa-mente que los profesionales seamos instrumentalizados para privar al ciudadano/a de laatención que precise, o para implantar y extender diagnósticos y tratamientos determi-nados en lo fundamental por intereses comerciales de la industria farmacéutica.

11.Debe potenciarse la formación especializada a través del modelo Interno-Residenteen las disciplinas que conforman los equipos de salud mental, adecuando la misma a lasnecesidades asistenciales y a los procesos del equipo interdisciplinar, facilitando la con-solidación, diversificación, crecimiento y calidad de sus programas y actividades forma-tivas. En el proceso formativo, y ello desde el Grado, debe atenderse a la formación éticay en derechos de las personas por ser este el sustrato más básico de la identidad del sa-nitario, en tanto que ciudadano en proceso de progresiva asunción de responsabilidaden la especial función social de la atención sanitaria a los otros. Ha de garantizarse queel acceso a la formación especializada Interno-Residente se realice previa adquisición de

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la condición de profesional sanitario, hoy aún incomprensiblemente pendiente de resol-ver en el caso de psicología clínica.

12.Ha de potenciarse la investigación: optimizando los recursos mediante acciones deintegración con los principales centros e instituciones en las que esta se desarrolla (Uni-versidades muy en particular), formando y facilitando la implicación de los profesiona-les, ampliando los objetos de interés investigador vinculándolos a las necesidades de lapráctica, y reduciendo la dependencia de la industria farmacéutica.

13.Es necesario reforzar y apoyar el movimiento asociativo de usuarios/as y familias,con el objetivo de su empoderamiento, promoviendo su participación en la elaboración,seguimiento, evaluación y gestión de los programas y planes de atención a la saludmental, así como en el marco de la intervención clínica.

14.Deben derogarse ya la Ley 15/1997 sobre habilitación de nuevas formas de gestióndel Sistema Nacional de Salud, y el Real Decreto-ley (ya convalidado como Ley) 16/2012de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud ymejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones. 10 En la defensa de estos plantea-mientos y propuestas hemos de recordar que el progreso nunca está asegurado, y quesiempre necesita para avanzar y sostenerse el mismo esfuerzo.

En Madrid, a 26 de abril de 2014

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RESEÑAS

Aproximación a Freud: una lectura actualCarlos VeigaErasmus Ediciones, 2014Barcelona.

«¿Por qué Freud? ¿Por qué ahora?

En la Unión Europea se consumieron 9.321 dosis de antidepresivos por cada mil habitan-tes en el año 1990. Una década después, en el año 2000, se consumieron 17.686. Casi el doble.En España se consumieron 6.922 dosis de antidepresivos y estabilizadores del ánimo por milhabitantes en 1993. En 2002 fueron 18.673 las dosis consumidas (casi el triple). ¿A qué sedebe semejante epidemia de depresión?»

Señalando la sobremedicalizacion de una sociedad del siglo XXI que entiende el males-tar psicológico como “cerebros que se han quedado sin una sustancia” empieza el Dr. Veigasu primera obra.

Y desde aquí, leemos a Freud.

Carlos Veiga Martínez es doctor en Psicología por la Universidad del País Vasco, psicó-logo especialista en Psicología Clínica y licenciado en Antropología por la UNED. Traba-ja como psicólogo clínico en un Centro de Salud Mental de Oviedo y desempeña su laborcomo profesor en la Unidad Docente de Psiquiatría y Psicología Clínica del Servicio deAsturias y en el seminario de Introducción al Psicoanálisis del Foro Psicoanalítico de As-turias.

Situándonos en el contexto actual (“época postfreudiana”) y con una postura crítica, C.Veiga nos ofrece un recorrido por la obra de Freud, con el propósito de traerlo a un pre-sente donde “la sociedad está bien, los horarios laborales son normales, los sueldos son ade-cuados, no debemos sufrir por las pérdidas, ni por las amenazas a nuestra forma de vida(…)”. Resulta evidente que algo ha cambiado en el último siglo. Quizás en la manera decomprendernos a nosotros mismos. Por ello, el autor nos acerca a la posibilidad de recons-truir nuestra realidad presente, nuestra subjetividad. Y como herramienta: el psicoanálisis.

Su intención la deja clara con el título. Conseguirlo o no, es tarea para el lector. Quereraproximarse a Freud requiere trabajo consciente y deseo de saber. Veiga nos guía con suobra en esta afanosa tarea de conocimiento, haciendo de ella una experiencia de reflexióne insight.

Cuad. Psiquiatr. Comunitaria,Vol. 13, N.º 1, pp. 79 - 90, 2015

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La obra se divide en siete capítulos, cada uno con distintos apartados en los que se in-cluyen principalmente pequeños fragmentos de los textos de Freud.

Después de la introducción señalada más arriba, el lector comienza su aproximación aFreud con un primer capítulo dedicado al origen de psicoanálisis. Cómo nace desde unmarco donde todo, incluido el alma del sujeto, es reducible a procesos fisiológicos (tópicotodavía vigente). Descubrimos el punto donde el neurólogo vienés se encuentra con lo psi-cológico. Freud, prodigioso descubridor del inconsciente, según Deleuze.

En el segundo capítulo, sobre el origen del sujeto, seguimos familiarizándonos con el in-consciente a través de la interpretación de los sueños y los síntomas. “¿Todo síntoma escondeun sentido?” la respuesta a esta pregunta nos introduce en el conocimiento del deseo, la repre-sión, las huellas (memoria sin conciencia), y nos ilustrará con un sueño de Freud, el sueño dela inyección de Irma. El primer sueño interpretado siguiendo la técnica psicoanalítica.

A la teoría de la seducción y las circunstancias que llevan a Freud a abandonarla sededica el tercer capítulo. Pero entonces, “¿abandona el origen sexual de la neurosis?”. Plan-teando interrogantes se motiva al lector a conocer un poco más sobre la predisposiciónhumana a la neurosis y, como no, el trauma y la sexualidad.

Con una nueva cuestión ¿Pulsión o instinto? arranca el cuarto capítulo. Primero nosaclara el concepto de pulsión para luego responder a las incógnitas sobre el instinto sexual.Cuáles son el fin y los medios, dónde se sitúa la sexualidad infantil, ¿el inconsciente es ma-chista?

En el quinto capítulo toca caso clínico. Concretamente, el famoso caso del pequeño Her-bert Graf, o Caso Juanito, donde se analiza la curiosa fobia de un niño de cinco años a sermordido por un caballo.

Los dos últimos capítulos están dedicados al hombre y la mujer. “¿Cómo encontramos alpartenaire sexual?”. En el primero, La vida amorosa de los hombres, aprendemos sobre lascondiciones del amor masculino según Freud, las condiciones que tiene que cumplir unamujer como objeto amoroso para que el hombre se interese por ella. Y, ¿cómo aman loshombres?, ¿es el amor un síntoma? Curiosa la ejemplificación con que el autor destapa elfuncionamiento del falo como significante flotante: “en el fútbol gana quien la mete más,pero sin tocarla con la mano”.

Para acabar de alimentar la curiosidad del lector, el séptimo y último capítulo nos plan-tea el enigma de la mujer: ¿Cómo surge una mujer? Para ello, nos presenta a Sidonie Csillag,la joven homosexual tratada por Freud. Y por qué no, ya que la Cosa va de mujeres, unaaproximación también a Karen Horney, Marie Bonaparte y Ruth Mack Brunswich. Tresmujeres a través de las cuales se esclarecen las tres posiciones del sujeto femenino: la pro-testa, la frigidez y la feminidad normal. Tres respuestas a la castración, según Freud. Deesta forma se involucra al lector en el debate histórico de la época, el falocentrismo, que en-tiende el falo como elemento principal en la sexuación del sujeto.

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Y como no podía ser de otra manera, cierra el texto con un par de preguntas abiertasque dejan al lector con una tarea de construcción propia.

En mi opinión, se trata de una obra muy recomendada para aquel lector que busque unacercamiento eficaz a la complejidad freudiana, o para quien se haya frustrado en su in-tento. Se percibe la aptitud docente del autor. Con un lenguaje sencillo y técnico a la vez,nos lleva de una teoría a otra esclareciéndolas con ejemplos de la actualidad que hacen lalectura más cercana y fluida.

Como psicoterapeuta novel, este libro ha resultado ser la herramienta perfecta parasentar las bases del modelo psicoanalítico clásico y permitirme elegir por donde continuar.

Marina Lagarón CriadoPsicóloga Interna Residente

Gijón (Asturias)

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Trabajo vivo en acto. Clínica de los encierrosClaudia López Mosteiro.Editorial Topia, 2015Buenos Aires. Argentina.

Este libro se propone dar cuenta de cómo es el trabajo domiciliario en salud mentaldesde un equipo interdisciplinario, dado que, según nos propone la autora “para quienesno han tenido la oportunidad de participar de un dispositivo como éste, se hace difícil ima-ginar cómo es que se puede establecer un espacio clínico por fuera de los lugares institu-cionales habituales. O de cómo la creación de un dispositivo novedoso visibilizó un campoque estaba oculto —para el que no quisiera ver—”. También se trasmite una perspectiva,un lugar desde donde mirar y desde donde hacer, que se fue construyendo a partir de par-ticipar de diversas prácticas institucionales que se inscriben en una lógica que intenta su-perar la tradición hospitalocéntrica, hacia un modelo de Salud Mental Comunitaria.

El libro surge a partir del trabajo de investigación “El trabajo vivo en acto: saliendo delas lógicas del encierro. Análisis del Programa de Atención Domiciliaria Psiquiátrica-Psi-cológica-Social Programada en Situación de Crisis de la Ciudad Autónoma de BuenosAires (AdoP-AdoPi)” presentado como tesis de Doctorado en Salud Mental Comunitaria,en la Universidad Nacional de Lanús, Argentina.

La autora a partir de integrar un equipo interdisciplinario de atención domiciliaria ensalud mental se pregunta acerca de las situaciones de encierro de los pacientes, lo cual lallevó a pensar sobre las modalidades del encierro en los profesionales, las prácticas y losequipos. Así se configuraron los dos cuerpos de la investigación, a los que hace alusión eltítulo.

Este libro se mete con un tema fundamental, el de las distintas formas del encierro. Y esees su valor, que si bien toma la experiencia de este Programa como punto de partida, nosinvita a pensar muchas cosas más que en nuestro propio trabajo; también en nuestras exis-tencias. Solo así un libro empieza a ser literatura. Y me parece que estamos ante literatura.Tanto es así que las dos primeras referencias que el libro toma, son tal vez de dos persona-lidades que más supieron explicarnos qué es la literatura: Roland Barthes y Ricardo Piglia.

Estamos ante una novedosa escritura llena de bellos y sensibles relatos que nos conmue-ven; y por fin podemos recuperar el entusiasmo, al mostrar que otra clínica es posible en eltratamiento de la psicosis.

López Mosteiro relata que “El encuentro con las situaciones de personas confinadas ensus casas, más o menos locas, más o menos acompañadas, más o menos fracasadas o entre-gadas a su nada, me fue llevando a preguntarme por las diversas formas de la soledad. Lapregunta por el autoencierro, o por los pequeños encierros, que al inicio formulé como hi-pótesis como una reproducción de la lógica manicomial, fue deviniendo en un campo de

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saber más amplio”. Nos recuerda que sabemos acerca de los encierros y las instituciones to-tales, del Gran Encierro del que nos hablaba Foucault, pero no sabemos tanto acerca deestos pequeños ¿manicomios? que a veces se encuentran en las casas, donde las familiasarman algo asociado al estigma, a la vergüenza, con la dificultad consecuente de abrir almundo esa problemática y esa carga, y mostrar que ahí adentro hay un raro, un loco. Esapregunta no está aún contestada, tal vez se sostiene como tensión.

El siglo pasado tuvo dos parejas de amigos que con maestría analizaron el encierro fami-liar. Una es la de Laing y Cooper, y luego la amistad que revolucionó nuestro modo depensar la clínica, la de Deleuze y Guattari. Cada una de esas amistades mostraron contun-dentemente que cuando se trata de esquizofrenia, sólo podemos acercarnos a su modo depensar, si abrimos el campo del encierro familiarista hacia una comprensión de la comple-jidad del social histórico allí presente. Parecía que no había ya mucho para sumar al pensa-miento que despliegan estos textos que van, recordemos, desde “La muerte de la familia”hasta el “Antiedipo, capitalismo y esquizofrenia”. Evoco la alegría, el soplo de aire frescoque nos traían para nuestro trabajo. Pensar que esto es ya siglo pasado.

Este libro nos muestra cómo sus ideas son llevadas a la práctica hoy, y cómo funcionanaquellos pensares que revolucionaron el abordaje de la psicosis. Nos invita a pensar la rela-ción transferencial no sólo en términos de una relación amorosa, el amor de transferencia,sino como aquello que se instituye como un extraño tipo de amistad.

En la presentación de los casos circula un estilo de amistad, una suavidad que nos sugie-re que se va armando un concepto que podríamos llamar “amistad de transferencia” reme-dando el concepto de amor de transferencia. Esta amistad posibilita una libertad de movi-miento en la labor clínica que es la clave que manejan estos equipos, que se nos presenta eneste trabajo vivo en acto como un modo potente de no retroceder ante la psicosis.

Aquí se muestra que trabajar, vivir y actuar, es el modo propio de nombrar esta clínica.Y entonces a medida que transcurre la lectura un nuevo infinitivo se despliega: pensar.Pensar a partir de abrirse a las presencia de los cuerpos en ámbitos desacostumbrados a laacción asistencial, posibilita una clínica inventiva y productiva.

Me atrevería a decir que en estos relatos estos pacientes crónicos a los que visitan en susencierros sedentarios se transforman por momentos en ese héroe beckttiano que “habita enninguna parte sin nada.”

Pero el texto pone en claro que también aquí se asumen los riesgos de la política. Se en-frenta al poder psiquiatrizante allí donde éste se encuentra, en los propios espacios que hadesarrollado para expandir su pensamiento: en los dispositivos estatales donde se lleva ade-lante la política de salud mental, en los domicilios donde se consolidan y se inmovilizan lascrisis, en las calles donde se confunden a veces los roles de los terapeutas y los pacientes.

Este libro entonces se hace necesario, porque nos muestra en acto en los dispositivos ac-tuales, con los recursos que existen, una actividad del pensamiento que entusiasma frente a

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las posturas resignadas más o menos biologistas, más o menos psicoanalíticas que dominannuestro campo.

Los casos no se presentan de un modo resultadista. Son relatos, cuentos, pedazos de his-toria de vida, encuentros entre clínica y literatura, psicodrama y teatro sin demasiadas pas-tillas ni opiniones moralizantes. El lector tiene que asomarse a dejar sus prejuicios, el bina-rismo entre el bien y el mal es problematizado todo el tiempo, alrededor de un tema tandogmatizado como es el del encierro desde una perspectiva donde se le pone el cuerpo a lacomplejidad que el tema convoca.

Este texto posee dos impertinencias: una es que no se presenta como la mayoría de loslibros psi que hoy se escriben en la Argentina, con citas a Lacan y a Freud; acá se elige otroprocedimiento: no se piensa para actuar –como decíamos desde el Análisis institucional—sino que se actúa para pensar. ¿Esta irreverencia quiere decir que no funciona o no interesael inconsciente en estos intercambios, en esta aproximación terapéutica que propone laautora para pensar la clínica viva en acto? No. Por el contrario se trata de una estrategia,pues está la idea de que si no nos salimos del cliché del pensamiento, no nos vamos a podersalir del cliché en el encuadre y en el modo en que atendemos a este tipo de personas y desituaciones tan complejas.

Son las acciones que proponemos, las acciones que realizamos, las que después van pro-poniendo algún tipo de pensamiento. Lo que no quiere decir que no exista un pensamientoprevio, no es un pragmatismo ni una frivolización de los problemas; sino que es plantearseque todo pensamiento tiene que estar organizado por una actitud, no sólo que lo ligue a laverdad, sino que lo ligue a la invención.

La segunda impertinencia es sobre el saber médico hegemónico, pues pareciera que estasfamilias no están dominadas por ese modelo. No es esta hegemonía con la pastilla o con latradición psicoanalítica la que va a resolver sus problemas, se trata de una cuestión másinteractiva, y que apunta —como se presenta al final en los párrafos más políticos dellibro— a la creación de un equipo interdisciplinario.

No hay posibilidad de armar un equipo interdisciplinario, sin inventar otra lengua.

Hace treinta años que hablamos de interdisicplina pero aún no podemos actuar interdis-ciplinariamente, porque cada uno sigue hablando su lengua. No creamos una lengua. ¿Ycuál es la lengua que aparece en estos casos? Atisbos de otra lengua, —los papelitos a travésdel marco de una puerta cerrada, el pedido en forma de grito desde el quinto piso—, demodos de hablar diferente. Los terapeutas en las casas tienen que aprender a hablar de otromodo, y también los que allí los reciben.

Una ventaja de este libro es que habla del trabajo domiciliario en salud mental, que tienecomo característica principal cierta imprevisibilidad, que no es un instituido siempre igual—como puede ser un centro de día, un hospital, un consultorio—; siendo los encuadres mó-viles, lo cual hace del desconocimiento la posibilidad de una producción y una invención

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constantes. No conocemos lo que nos va a pasar tan de antemano. Y hay poca gente que escapaz de enfrentar esa imprevisibilidad.

El libro muestra desde el comienzo que no hay clínica sin tener en cuenta el social histó-rico en el que vivimos, en el que prima una idea conservadora sobre la previsibilidad quehoy recorre todo el planeta, y ante todos los peligros que nos rodean y que hacen que cadavez se aplaste más el pensamiento, cada vez todo se vuelve más frívolo. Y esta subjetividadque se viene construyendo hace mucho tiempo, genera como efecto que cualquier situaciónde transformación en el campo de la salud mental, es decir en el de la subjetividad, sea muyresistida, incluso por nosotros mismos.

Como conclusiones se plantea que los procesos de desinstitucionalización son recorri-dos accidentados, no lineales, y que buscan intersticios por donde avanzar. Si bien hay unaconstitución y distintas leyes que los sustentan, muchas de estas experiencias, fruto devarios colectivos que trabajan para ello, son aún aisladas. Las experiencias innovadoras enel amplio campo de la salud y la salud mental, se dan en ocasiones con el viento de las po-líticas públicas a favor, pero muchas veces sin ese apoyo y aún en ámbitos francamente hos-tiles. Más que de políticas de desinstitucionalización definidas, habría una tolerancia a laexistencia de algunos dispositivos, en tanto no cuestionen demasiado las lógicas existentes,o no las pongan a prueba; sin terminar de legitimarlos, y sin brindarles los recursos nece-sarios.

Esta resistencia política y simbólica, instalada socialmente, parecería que se expresa másen el propio sistema de salud mental que en los destinatarios de los programas.

Se piensa al trabajo en equipo en tanto implementación de tecnologías blandas, asocia-das al espacio relacional entre el trabajador y el usuario, y que sólo adquieren materiali-dad en acto. En el contexto actual la interdisciplina revela la dificultad del sistema a incor-porar algo nuevo y la resistencia de los propios integrantes de los equipos.

Las modalidades alternativas pueden asumir una modalidad de práctica inclusiva, co-munitaria, territorial, intersectorial; o por el contrario una modalidad asistencialista, ver-tical, manicomializadora. Dado que muchos estamos formados en esta lógica es precisoconocer y estar atentos ante este riesgo.

Los dispositivos deberán crear condiciones para que los operadores puedan tener la ca-pacidad de conservar cierta distancia en la proximidad, la flexibilidad para propiciar cam-bios en lo cotidiano y en particular, el dejarse atravesar por lo diverso y lo imprevisible, sinsentir amenazada la propia identidad en ese quehacer.

El Diccionario de la Real Academia española define: “Huésped, da. (Del lat. hospes, -îtis). Persona alojada en casa ajena. Persona que hospeda en su casa a otra”.

En la práctica hospitalaria, el hospital es el anfitrión. Cuando la intervención se descen-tra del hospital: el anfitrión es el paciente, quien nos aloja en su ámbito privado, para que

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nosotros alojemos su padecer. Se configura entonces un interesante espacio de articulaciónde lo privado y lo público, donde se abre la posibilidad de una intervención más amplia,sobre la familia o grupo conviviente.

Finalmente, como expresa López Mosteiro: “Huéspedes somos, entonces; quienes vamosa las casas, y quienes nos reciben en ellas. Hay algo en común. Alojamos y somos alojados,por la palabra y por los muchos otros devenires que se produzcan entre nosotros”.

Osvaldo SaidónMédico y psicoanalista

(Argentina)

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Volviendo a la normalidad:La invención del TDAH y el Trastorno Bipolar Infantil Fernando García de Vinuesa, Héctor González Pardo y Marino Pérez ÁlvarezAlianza Editorial, 2014

Querríamos recomendar la lectura de un libro que nos ha impresionado profundamen-te y enfadado en no menor medida. Se trata de Volviendo a la normalidad. La invención delTDAH y del trastorno bipolar infantil. Nuestro enfado será compartido por ustedes si loleen, al ver cómo se va desgranando de forma demoledora y con una amplísima bibliogra-fía de qué manera se ha construido históricamente el diagnóstico de TDAH, sin la menorbase biológica documentada, ni en el pasado ni en el presente, con un aumento de preva-lencia en estrecha relación temporal con la aparición de los fármacos estimulantes usadospara tratar este supuesto trastorno. Se detiene la obra en relatar los sangrantes conflictosde interés con las farmacéuticas –productoras de los derivados anfetamínicos con quesuele medicarse a los niños diagnosticados–, que tienen los grandes (o pequeños) expertosque promocionan constantemente el trastorno, con la inestimable ayuda de medios de co-municación de masas (siempre alertas a la hora de insistir en el supuesto infradiagnóstico).Son especialmente duros los capítulos sobre los efectos adversos de los fármacos usadosen estos niños y sin duda terrible la ausencia de estudios a largo plazo de los efectos defármacos que se van a prescribir de forma indefinida. El apartado sobre el trastorno bi-polar infantil y su creciente expansión, nos lleva ya a la indignación de que tal campañade psiquiatrización y estigmatización, por no mencionar el tratamiento con fármacos queestán lejos de ser inocuos se pueda llevar a cabo con la connivencia de tantos profesiona-les sanitarios o educativos que prefieren no plantearse la situación o no se preocupan pordejar de ser ignorantes frente a la misma. Y todo ello, tanto en el TDAH como en el tras-torno bipolar infantil, en niños, los cuales, no lo olvidemos, no pueden ni siquiera rebelar-se o plantear objeciones sobre este proceso de diagnóstico (de cuadros clínicos que,además, quedan ya conceptualizados como crónicos, es decir, causantes de una discapaci-dad de por vida).

Los autores del libro son Fernando García de Vinuesa, licenciado en Psicología, HéctorGonzález Pardo, doctor en Biología y profesor de Psicofarmacología, y Marino Pérez Ál-varez, especialista en Psicología Clínica y catedrático de Psicopatología y Técnicas de In-tervención. Los dos últimos son a su vez los autores de otro libro de imprescindible lectu-ra: La invención de trastornos mentales.

Diremos, ya a título personal, que el libro nos ha impactado en el sentido de que nos hahecho modificar nuestra posición previa sobre el tema. En nuestra condición de profesio-nales sanitarios, –psiquiatra y enfermera especialista en Salud Mental–, creíamos antesque este cuadro clínico se diagnosticaba de forma exagerada a un gran número de niñossanos pero traviesos, impertinentes o distraídos, en vez de reservarse para el mucho más

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pequeño grupo de niños realmente afectos de TDAH. Sin embargo, tras la lectura deteni-da de la obra y en vista de toda la bibliografía recogida en la misma, tenemos que recono-cer nuestro error y declararnos convencidos por los argumentos defendidos en el libro: nocreemos que exista un constructo tal como el TDAH (ni como el trastorno bipolar infantil).Los niños así diagnosticados son, en su inmensa mayoría, niños sanos pero con conductasque su entorno familiar o escolar no sabe tolerar o corregir de forma adecuada, y ante lasque profesionales sanitarios o educativos influidos por gigantescas campañas de marketing(tanto de laboratorios farmacéuticos en busca de beneficio económico como de profesio-nales en busca de prestigio) certifican la etiqueta diagnóstica y prescriben el fármaco a con-tinuación. Que haya una muy pequeña minoría de casos en los que aparezcan alteracionesde conducta que se deban a problemas de tipo neurológico de diferentes clases, por lesio-nes traumáticas, perinatales o de otro tipo, o bien a trastornos psiquiátricos como psicosisde inicio temprano, no significa tampoco que sean TDAH, sino que en cada caso habríaque buscar el trastorno real subyacente.

Sí queremos dejar clara una cosa: aunque no creemos en la existencia de enfermedadestales como el TDAH o el trastorno bipolar infantil somos plenamente conscientes de laexistencia de niños y padres que sufren por alteraciones de conducta, causadas por y cau-santes de, diversos malestares a niveles individuales, familiares, escolares o sociales en sen-tido amplio. Sabemos que los niños lo pasan mal, que sus padres sufren por ellos y que susmaestros y compañeros ven difícil la tarea de ayudarles. Pero situar el problema en unmarco mítico de neurotransmisores averiados y la solución en psicofármacos inductores deestados mentales anómalos y potencialmente peligrosos además de adictivos, sólo añademás dolor al problema original. Problema que deberá entenderse y atenderse en su contex-to, sobre todo familiar y social, y que sólo allí podrá ser aliviado sin convertir al niño enun discapacitado crónico medicado para un trastorno que no existe.

En fin, que de verdad que recomendamos vivamente la lectura de este libro. Como sabe-mos que el tema es polémico, nos imaginamos que habrá opiniones encontradas, y encona-das, sobre el mismo. Pero es importante, antes de empezar con las opiniones, repasar bienlos hechos. Y este libro está lleno de ellos.

Recogemos a continuación algunos fragmentos del epílogo de la obra que resume,mucho mejor de lo que hemos podido hacer nosotros, el contenido de la misma.

“Este libro ha abordado el estatus científico y clínico del trastorno por déficit de aten-ción con hiperactividad (conocido por las siglas TDAH), así como del trastorno bipolarinfantil redenominado en el DSM –5 como "trastorno de desregulación disruptiva delhumor". Se trata, sin duda, de dos diagnósticos controvertidos que, de hecho, dividen ala comunidad científica, clínica y educativa, en cuanto a su entidad: si realmente definencategorías clínicas como trastornos neurobiológicos o son problemas normales de losniños. Problemas que, aún pudiendo ser importantes en algunos casos, no por ello seríanpropiamente trastornos o enfermedades. Esta controversia y división alcanza también alos padres, en el centro del escenario, sometidos a menudo a informaciones contradicto-rias, cuando no son objeto de campañas de marketing farmacéutico.”

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“Estos diagnósticos no sólo se aplican a niños con problemas, realmente. Debido aestas etiquetas y sus formas descriptivas sobre lo que es y no es normal, muchos aspec-tos normales – pero que demandan más atención por parte de los adultos – están siendorecalificados como anormalidades, como si todo lo que no sea fácil de llevar fuera unproblema a tratar. Tenemos, en consecuencia, niños con problemas reales que reciben acambio diagnósticos falaces y tratamientos sin eficacia y a menudo perjudiciales. La efi-cacia de la medicación está, si acaso, en la reducción de "molestias" para los adultos,pero no, por ejemplo, en la mejora del rendimiento escolar. Por otro lado, están esosniños tan sólo incómodos de llevar que son enderezados a golpes de diagnóstico y far-macia.”

“La conclusión de nuestra revisión de la evidencia científica es que el TDAH y el tras-torno bipolar infantil carecen de entidad clínica: no suponen diagnósticos con validez,su etiología no se ha identificado por más que se ha buscado y los marcadores biológi-cos específicos –genéticos y neurobiológicos– brillan por su ausencia. Todo ello seadicho sin menoscabo de que estas denominaciones, ya usuales, pueden tener que ver, aveces, con importantes problemas educativos, familiares y escolares. Otra cosa es queestos problemas se consideren patologías como sí fueran enfermedades "tratables" comootras cualesquiera, que es lo que hemos revisado aquí y mostrado que no es el caso.”

“La conclusión coherente con la revisión realizada no permite circunscribir la validezde los diagnósticos a unos pocos casos realmente existentes, supuesto que el problemacon estos presuntos trastornos fuera sólo de sobrediagnóstico. El problema no es cosade sobrediagnóstico, sino cosa de entidad, en concreto, de carencia de entidad clínica.La solución no está, por tanto, en reclamar mayor rigor y precisión (criterios más claros,instrumentos más fiables, pruebas con mayor validez), que siempre está bien reclamar,sino en plantear la cuestión de base. Algunos críticos con el TDAH y el trastorno bipo-lar infantil terminan por reintroducir las concepciones que critican y así contribuir a laconfusión, a cuenta de decir que no todos los casos son auténticos trastornos, sino al-gunos pocos, sin que, de todos modos, haya evidencia para ello. Sería como criticar lanoción de milagro, aduciendo que no todos los milagros son auténticos, sino unospocos. Los problemas que puede haber con la atención, la actividad y el humor de losniños se han de situar en otro contexto, fuera de la consideración de trastorno biomé-dico, que ya hemos visto qué da de sí.”

“Las alternativas están claras: o bien se sitúan los problemas con los niños en el con-texto de las formas de vida actuales (problemas, si acaso, que no trastornos o enferme-dades) o bien se medicaliza la infancia a cuenta de una concienciación sobre supuestas"patologías psiquiátricas", una solución ésta que puede ser ella misma iatrogénica si esque no "perversa" cuando se toma a los niños como diana de la industria farmacéutica.Situados en el contexto de las formas de vida, sobre el telón de fondo de las concepcio-nes y prácticas que se ciernen sobre los niños, los problemas en cuestión no dejan deexistir, en la medida en que existan, pero el problema es otro: que la educación de losniños es más complicada de lo que se pensaba. Padres y profesores pueden estar desbor-dados y los propios niños "atentos" a lo que les apetece, "inquietos", "divertidos" y

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"aburridos". Y padres y profesores puede que necesiten ayuda, pero esta no tendría porqué ser a costa de un diagnóstico ni de un tratamiento centrado en el niño, ni dirigido asu cerebro ni a su mente. Estamos hablando de una posible ayuda que empezaría poranalizar las conductas de los niños y de los adultos en el contexto en que se dan, deacuerdo con la historia, "costumbres" y cultura dentro de la que las conductas de unos yotros se aprendieron y funcionan actualmente.”

“Es hora de salir de esa retórica al servicio de la patologización, según la cual nadiees responsable de nada, sino el cerebro del niño y los genes que le han tocado, una espe-cie de pecado original o de predestinación. Para esta retórica, el cerebro y los genes sonlos culpables perfectos, por impersonales. Aparte de que no hay evidencia genética nineurobiológica, sino creencia, el problema con esta ofuscación genético –y –cerebro–céntrica es doble. Por un lado, desvía la atención de donde están las condiciones delproblema: el mundo en el que viven los niños, y por otro, va en detrimento de las posi-bles soluciones en su contexto natural que no es otro que el modo de vida actual, dondeentran los problemas que pueden tener los adultos con la atención, la actividad y elhumor de los niños.”

“Con todo, el propósito de este libro no era más que tratar de contribuir a la vuelta ala normalidad, con sus problemas, dificultades, responsabilidades y ayudas que sean ne-cesarias y saludables. Nos parecería un logro del libro si sirviera a investigadores, profe-sionales (clínicos y educadores), padres y políticos para pararse a pensar acerca de la es-calada de patologización de la infancia y ver si no sería mejor volver a la normalidad.”

Hasta aquí, los fragmentos que hemos seleccionado del epílogo de la obra comentada.Si son profesionales sanitarios o educativos, o padres, o simplemente personas interesadasen que no les engañen (y en no querer perpetuar el engaño), no deberían dejar pasar laoportunidad de leer el libro completo.

José G. – Valdecasas CampeloPsiquiatra

Amaia Vispe AstolaEnfermera especialista en Salud Mental

Canarias (España

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Cuad. Psiquiatr. Comunitaria,Vol. 13, N.º 1, pp. 91 - 92, 2015

IN MEMORIAMMICHELE TANSELLA (1942-2015)

El académico de la salud mental comunitariaEn la primavera de este año (2015) moría el Prof. Michele Tansella tras una corta enfer-

medad. M.Tansella había trabajado durante más de 40 años en Verona (Italia) como pro-fesor de psicología y como Director de los Servicios de Salud Mental de Verona-Sur. Eraun ejemplo de cómo es posible unir la vida académica al trabajo en salud mental comuni-taria, por eso sus publicaciones y sus textos tenían el sabor de lo bien hecho, con un pen-samiento coherente, bien estructurado y sin dejar de lado su tan deseada salud mentalbasada en la evidencia. Nos queda en herencia la excelente revista que creo hace variosaños y que hoy edita Cambrigde University Press; Epidemiology and Psychiatric Sciences.

Tuvimos oportunidad de conocerlo en 1988 en un curso que organizamos en Asturias,al comienzo de la reforma psiquiátrica en España y de la que publicamos un libro sobreNuevos sistemas de atención en Salud Mental1, donde M. Tansella hablaba de La epidemio-logía psiquiátrica; de la monitorización de los servicios a los estudios de población. El cursose desarrollo durante una semana en la Escuela Asturiana de la Granda (Avilés) y nos per-mitió compartir muchas horas de conversación amena y sugerente. Tras este primer con-tacto, comenzó una relación más estrecha y los servicios de salud mental de Asturias pu-dimos participar junto al Prof. Tansella y otros equipos europeos en el proyecto de laClasificación Internacional de cuidados de salud mental donde Michelle Tansella siemprefue nuestro valedor y apoyo. Su última visita a Asturias coincidió con el Congreso Nacio-nal de la AEN (Asociación Española de Neuropsiquiatría-Profesionales de la SaludMental) de 2003, donde dictó un curso junto a G. Thornicroft.

Su trayectoria estuvo siempre en continuo progreso con múltiples iniciativas donde des-taca la creación de la Red Europea de evaluación de servicios de salud mental, pero la con-solidación de su práctica vino cuando la OMS reconoció a su servicio como Centro Cola-borador de la OMS para la investigación y formación en salud mental y evaluación deservicios. En la despedida que su gran amigo Graham Thornicroft realiza en la revista quefundó Tansella, señala “su innata intensidad, inquietud e impaciencia para resolver proble-mas, sea cual fuera la hora del día o de la noche”. M. Tansella ya tiene un lugar en la saludmental como el académico que supo poner todo su conocimiento científico al servicio dela realidad cotidiana de la atención a la salud mental.

Víctor Aparicio BasauriPsiquiatra

Asturias (España)

1 García González J., Aparicio Basauri V. Nuevos sistemas de atención en salud mental: evaluación e investigación.Principado de Asturias. 1990.2 Michelle Tansella 1942-2015. Obituary by G. Thornicroft. Epidemiology and Psychiatric Sciences (2015), 24, 461-463.

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93Cuad. Psiquiatr. Comunitaria,Vol. 13, N.º 1, pp. 93 - 95, 2015

NOTICIAS BREVESNueva Jefa de la Unidad de Salud Mental, Alcohol y Abusode Sustancias de OPS/OMS

Devora Kestel ha sido seleccionada para ocupar el puesto de Jefa de Salud Mental, Al-cohol y Abuso de Sustancias en la Oficina Regional de OPS/OMS para la Américas consede en Washington D.C. (EEUU)

Se crea el Lisbon Institute of Global Mental Health (LIGMH)Es un Instituto independiente promovido por la Facultad de Medicina de la Universi-

dad Nueva de Lisboa, la Fundación Calouste Gulbenkian y la Escuela Nacional de SaludPública de Portugal. El Instituto tiene como proyecto generar un conocimiento innovador,colaborar en fortalecer y proveer capacidad técnica a organizaciones gubernamentales yno gubernamentales. Las principales actividades serán:

• Desarrollar investigación en servicios y epidemiología• Proveer asistencia técnica a los países y a organizaciones no gubernamentales.• Promocionar la colaboración internacional de redes para la investigación, la

formación y la cooperación técnica

El Presidente es el Dr. José Miguel Caldas de Almeida y el Secretario General el Dr. Benedetto Saraceno. En el comité internacional del Instituto hay cuatro españoles: Francisco Torres (Granada), José Luis Ayuso (Madrid), Jordi Alonso (Barcelona) y VíctorAparicio (Asturias).

Comisión para la especialidad de psiquiatría infanto-juvenil(España)

Quedó constituida en Diciembre de 2014 la Comisión para la especialidad de psiquia-tría infanto-juvenil. Esta comisión tiene como objetivo preparar las bases del programa deformación de los nuevos especialistas, así como las condiciones que deben reunir las uni-dades docentes. Esta previsto que en 2017 salgan las primeras plazas docentes. Ha llama-do la atención que la comisión tenga un sesgo marcadamente hospitalario.

Biblioteca Iberoamericana sobre Drogas y Adicciones (BIDA)Es una plataforma especializada en el ámbito de las drogas y las adicciones. Se inició en

el año 2014 en el marco del Programa de Cooperación entre América Latina y la UniónEuropea en Políticas sobre Drogas (COPOLAD). Está financiada por la Unión Europeaa través de la Dirección General de Desarrollo y Cooperación. Actualmente está integra-da por una Red de 10 Centros de Documentación pertenecientes a las Agencias

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Nacionales de Drogas de Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España,México, Perú, Portugal y Uruguay. BIDA permite el acceso a citas y documentos a textoscompleto de literatura especializada en drogas y adicciones en su fondo documental, asícomo a literatura gris de alto interés (tesis doctorales, informes institucionales, etc.).Igual-mente cuenta con un catálogo de revistas científicas: https:/ bida-copolad-pnsd.msssi.gob.es/bida-copolad/revista/list/

Promoting rights and community living for children withpsychosocial disabilities (Publicación)

Nueva publicación del Instituto de Salud Mental Mundial de Lisboa en la que se señala lanecesidad de protección de los derechos de los niños con discapacidad psicosocial y la urgen-te necesidad de finalizar con el modelo institucional y promover acciones basadas en mode-los comunitarios. Documento disponible de forma gratuita en la web (http://www.lisboninstitutegmh.org/assets/docs/publications/Promoting_Rights_and_Community_7891.pdf)

Mikel Munarriz, nuevo Presidente de la AEN (Asociación Espa-ñola de Neuropsiquiatría-profesionales de la Salud Mental)

El Dr. Mikel Munarriz (Castellón de la Plana) ha sido elegido Presidente de la AEN enel reciente Congreso celebrado en Valencia (2015) para un mandato de 3 años.

Plan de Acción sobre Salud Mental 2015-2020 de OPS/OMSLa Organización Panamericana de la Salud (OPS) y sus Estados Miembros adoptaron

el Plan de Acción sobre Salud Mental para guiar las intervenciones de salud mental que serealicen en la Región de las Américas entre 2015 y 2020. Los trastornos de salud mental ypor uso de sustancias tienen una alta prevalencia y son factores que contribuyen de maneraimportante a la morbilidad, la discapacidad, las lesiones y la mortalidad prematura,además de aumentar riesgo de padecer otras condiciones de salud. El plan se puede descar-gar en la web de OPS http://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=11337&Itemid=41600&lang=es.

Conferencia Regional de Salud Mental “Logros y desafíos: 25años después de la Declaración de Caracas” (Santiago de Chile)

La conferencia dio la oportunidad para la reflexión sobre los años transcurridos desde laDeclaración de Caracas de 1990, que destacó la necesidad de cambiar la atención psiquiátri-ca convencional para alcanzar los objetivos compatibles con una atención descentralizada,participativa, integral, continua, preventiva, basada en la comunidad y en el ejercicio de losderechos humanos de las personas con trastornos mentales. Cabe resaltar que si bien hahabido muchos avances logrados por los países, aun persisten serias limitaciones en cuantoa la implementación efectiva de políticas y planes que promuevan el acceso a servicios desalud mental adecuados a las necesidades de la población. La Conferencia ha servido paraestablecer y fortalecer colaboraciones productivas para reforzar los compromisos asumidos

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por los países de la Región para acelerar las acciones hacia una reducción de la brecha detratamiento. En la Conferencia hubo un reconocimiento a los expertos que desde 1990 hancolaborado en la Región de las Américas para impulsar los cambios necesarios para redu-cir la brecha en Salud Mental. El Dr. Levav, antiguo responsable de salud mental de OPS eimpulsor de la Declaración de Caracas (1990), recordó los avatares de esa Declaración yagradeció en nombre del grupo de expertos el reconocimiento de OPS y de la Conferencia.

Instrumento de evaluación basado en DDHH y con la participa-ción de los usuarios (OMS)

Ya esta disponible la versión española de este instrumento de OMS con todas sus herra-mientas, que sirve para realizar una evaluación de los dispositivos asistenciales bajo elprisma de los DDHH y con la participación de los usuarios (http://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=935&Itemid=1106&lang=es). Esteinstrumento ha sido aplicado por primera vez en español en los servicios de salud mentaldel Principado de Asturias.

Plan de Salud Mental de Asturias 2015-2020El Consejero de Sanidad del Principado de Asturias ha presentado el nuevo Plan de

Salud Mental para el periodo 2015-2020. Este plan sustituye al anterior (2011-2016).

Nuevo Atlas Mundial de Salud Mental (OMS)Ha salido en 2015 el nuevo Atlas Mundial de Salud Mental 2014, que cada 5 años desde

2001 publica la Organización Mundial de la Salud. El Atlas esta basado en una encuestaque la OMS pasa a los Ministerios de salud sobre la atención en Salud Mental. El atlas sepuede consultar en la WEB de OMS en su versión en inglés (http://www.who.int/mental_health/evidence/atlas/mental_health_atlas_2014/en/)

La Revue de Santé de la Méditerranée OrientaleEsta revista de salud ha sacado un número (Vol.21, nº 7, 2015) dedicado al tema de

salud mental en el extremo oriente (http://applications.emro.who.int/dsaf/emhj_21_07_2015.pdf). Entre los autores están B. Saraceno, S. Saxena, M. Funk, G. Ivbijaro,R. Gater, M. Van Ommeren,...

Sección de psicoterapia de grupo (AEN)Se ha creado una nueva sección dentro de la Asociación Española de Neuropsiquiatría-

Profesionales de la Salud Mental dedicada a la psicoterapia de grupo (www.aen.es)

Día Mundial de la Salud Mental 2016La Federación Mundial de Salud Mental ha lanzado el lema para el Día Mundial de

2016 (10 de Octubre): “Dignidad en Salud Mental: primera ayuda psicológica y de saludmental para todos”.

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REUNIONES CIENTÍFICAS• II jornadas internacionais de história da loucura, da psiquiatria e da saude mental

9-10 mayo 2016Coimbra (PORTUGAL)[email protected]

• XXVI Jornadas Nacionales AEN“Construyendo ciudadanía”. Modelos y servicios que respetan los derechos de las personas. 2 -3 de junio de 2016Cartagena (Murcia) www.aen.es

• Gulbenkian summer course “Global Health and Health Diplomacy”20-24 Junio 2016Lisboa (Portugal)www.lisboninstitutegmh.org/assets/files/SummerCourse_2016.pdftugal

• 3er Congreso Regional de la Federación Mundial de Salud Mental24-26 agosto 2016Buenos Aires (Argentina)http://www.congreso2016.aasm.org.ar/en/congreso/congreso-regional

• Conferencia Regional de Salud Mental ComunitariaNo hay salud sin la Comunidad10-12 octubre 2016Lima (Perú)http://www.conferenciasaludmentalperu2016.com

• IV Jornadas Interautonómicas del Norte (AEN)“Tiempo de cambio, Tiempo de reflexión”Octubre 2016Gijón (Asturias)[email protected]

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SUMARIOARTÍCULOS ORIGINALES

PresentaciónIñaki Markez ..................................................................................................................................... 7

El modelo de atención a los problemas de salud mental en IIPP. Una respuesta al debate permanente ¿enfermo o delincuente?José Manuel Arroyo-Cobo ............................................................................................................. 13

Enfermedad mental y drogas en prisiónMaría del Mar Lledó, Cesar Manzanos, Marcos Álvarez ............................................................... 27

¿Se puede obligar a tratar a un enfermo mental en prisión?Luis Alejandro Bastida.................................................................................................................... 37

La Unidad Terapéutica y Educativa de Villabona: un modelo alternativo a la prisión tradicionalM.ª Begoña Longoria ..................................................................................................................... 51

FEAFES: 20 años comprometida con la población penal penitenciaria contrastornos mentales, con sus familiares y allegados/asJosé M.ª Sánchez Monge .............................................................................................................. 59

Una década de historia del Grupo de Salud Mental en Prisión (GSMP). Delcongreso de la AEN en Oviedo al congreso de la SESP en MadridIñaki Markez, Alicia Abad, Clara Repeto, Mariano Hernández...................................................... 69

INFORMESConsenso de Brasilia 2013 ............................................................................................................ 83

RESEÑASLa desmanicomalización: crónica de la reforma del sistema de salud mental en Río Negro....... 89

IN MEMORIAMRobert Castel.................................................................................................................................. 93Jean Oury ....................................................................................................................................... 95José Manuel García De La Villa ..................................................................................................... 98Diego Gutiérrez............................................................................................................................. 100

NOTICIAS BREVES.............................................................................................................. 101

REUNIONES CIENTÍFICAS ............................................................................................... 103

NORMAS DE PUBLICACIÓN ........................................................................................... 113

Vol. 12 - Núm. 1 - 2014

Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria

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ASOCIACIÓN ASTURIANA DE NEUROPSIQUIATRÍAY SALUD MENTAL

Profesionales de Salud Mental(Miembro de la Asociación Española de Neuropsiquiatría)

La Asociación Asturiana de Neuropsiquiatría y Salud Mental fue fundada en 1987 y estáformada por Profesionales de Salud Mental que trabajan en la Comunidad Autónoma delPrincipado de Asturias. La Asociación forma parte de la Asociación Española de Neuropsi-quiatría. Entre sus actividades destacan:

• Desarrollo de actividades docentes a través de “La Escuela de Salud Mental de laA.E.N.” (Delegación de Asturias). Anualmente se celebra un “Curso de Psiquiatría ySalud Mental”.

• Publicación de un Boletín Informativo de carácter trimestral que se distribuye gratui-tamente a los miembros de la Asociación Asturiana.

• Publicación de la revista monográfica “Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria” de pe-riodicidad semestral que se distribuye gratuitamente a los miembros de la AsociaciónAsturiana.

• Programa de formación continuada a través de la convocatoria de Bolsas de Viaje“Carmen Fernández Rojero” para estancias de formación en Servicios de Salud Mentalnacionales y extranjeros.

• Premio “Julia Menendez de Llano” al mejor poster presentado en las Jornadas Asturia-nas de Salud Mental.

• Actos con motivo del “Día Mundial de la Salud Mental” que se celebra el 10 de octu-bre de cada año.

• Foros, Debates y Conferencias sobre temas de actualidad profesional y científica.

Asociación Asturiana de Neuropsiquiatría y Salud [email protected]

www.aen.es

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SOLICITUD DE INGRESO EN LAASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRÍA

(Y en la Asociación Asturiana de Neuropsiquiatría y Salud Mental)Nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1º Apellido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

2º Apellido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

profesional de la Salud Mental, con título de. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

que desempeña en (centro de trabajo). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

y con domicilio en c/ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Población . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . D. P. . . . . . . . . . . . . . . Provincia . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Tel. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . e-mail . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

SOLICITA:Su ingreso en la Asociación Española de Neuropsiquiatría y en la Asociación Asturiana deNeuropsiquiatría y Salud Mental, para lo cual es propuesto por los miembros:D. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

D. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (Firma de los dos miembros)Firma:

Fecha / . . . . . . . . . . / . . . . . . Esta solicitud deberá ser aprobada por la Junta de Gobierno y ratificada en la Junta Generalde la Asociación. La suscripción de la Revista de la A.E.N y de Cuadernos de Psiquiatría Co-munitaria está incluida en la cuota de asociado.

Nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1º Apellido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

2º Apellido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Dirección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

BANCO/CAJA DE AHORROS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

N.º CUENTA IBAN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Muy Sres. míos:Les ruego que a partir de la presente se sirvan abonar a mi Cuenta Corriente/Libreta de Aho-rros el importe de la suscripción anual a la Asociación Española de Neuropsiquiatría.

Firma

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NORMAS DE PUBLICACIÓNCuadernos de Psiquiatría Comunitaria abordará con carácter monográfico diversos temas depsiquiatría y de disciplinas afines que sean relevantes para aquélla con la colaboración de re-conocidos profesionales en dichas materias.

REQUISITOS DE LOS MANUSCRITOS

Los manuscritos constarán de las siguientes partes, cada una de las cuales se iniciará en unapágina independiente:

1. Primera página, que incluirá por orden, los siguientes datos: título del artículo (en espa-ñol e inglés); nombre y apellido(s) de los autores, indicando el título profesional, centro de tra-bajo, dirección para correspondencia, teléfono, fax y cualquier otra indicación adicional quese estime necesaria.

2. Resumen, de extensión no inferior a 150 palabras ni superior a 250. En los trabajos ori-ginales se recomienda presentarlo en forma estructurada (introducción, métodos, resultados yconclusiones). Irá seguido de 3 a 10 palabras clave seleccionadas preferentemente entre las quefiguran en el Medical Subject Headings del Índex Medicus. Tanto el resumen como las pala-bras clave se presentarán en catellano e inglés.

3. Texto, que en los trabajos de investigación conviene que vaya dividido claramente enapartados según el siguiente esquema:

3. 1. Introducción: explicación breve cuyo objetivo es proporcionar al lector la informa-ción imprescindible para comprender el texto que sigue.

3. 2. Sujetos (pacientes, material) y métodos: se especificará el(los) lugar(es) donde seha realizado el estudio, las características del diseño (duración, criterios de inclusión y ex-clusión, etc.), las pruebas utilizadas (con una explicación que permita su replicación) y losmétodos estadísticos empleados, descritos con detalle.

3. 4. Resultados: descripción de las observaciones efectuadas, complementada portablas o figuras en número no superior a seis en los originales y a dos en las comunicacio-nes breves.

3. 4. Discusión: exposición de la opinión de los autores sobre el tema desarrollado, des-tacando la validez de los resultados, su relación con publicaciones similares, su aplicaciónpráctica y las posibles indicaciones para futuras investigaciones.

4. Agradecimientos: en los casos en que se estime necesario se citarán las personas o entida-des que hayan colaborado en la realización del trabajo.

5. Referencias bibliográficas (normas Vancouver): se ordenarán y numerarán de forma corre-lativa según su primera aparición en el texto, debiendo aparecer el número de la cita entre pa-réntesis o en carácter volado. No se aceptarán como referencias las observaciones no publicadas aunque se pueden incluir en el texto señalando que se trata de una «comunicaciónpersonal«. Los artículos aceptados para publicación podrán citarse colocando la expresión«(en prensa) « tras el nombre de la publicación. En caso de ser varios autores, se indicarántodos ellos hasta un número de seis y si se supera este número, se añadirá et al., poniendo el(los) apellido(s) seguido de la(s) inicial(es) sin otro signo de puntuación que una coma separan-do cada autor y un punto final, antes de pasar al título.

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6. Tablas y figuras: presentarán en hoja aparte, numeradas consecutivamente según suorden de referencia en el texto en cifras arábigas (tabla x, figura x), con el título y una expli-cación al pie de cualquier abreviatura que se utilice. Se incluirá una sola tabla o figura porhoja.

PROCESO DE EDICIÓN

El Comité de Redacción se reserva el derecho de realizar las modificaciones de estilo queestime pertinentes en los trabajos aceptados para publicación.

Para una información más detallada, consulten «Requisitos de uniformidad para manus-critos presentados para publicaciones en revistas bio-médicas». Arch Neurobiol (Madr) 1998;61 (3): 239-56 y Medicina Clínica. Manual de estilo. Barcelona: Doyma; 1993.

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