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 ACERCA DE DISCREP ANCIAS BIBLICAS  Al comparar las Escrituras del Antiguo y el Nuevo T estamento, así como al examinar las declaracio nes de los diversos escritores de uno y otro Testamento, a veces atrae la atención del lector alguna declaración que parece hallarse en pugna con otras que existen en otros libros o pasajes. En ocasiones, diversos pasajes de un mismo libro presentan alguna inconsecuencia m!s com"n, sin embargo, es hallar discrepancias entre varios escritores, las que m!s de una ve# ciertas críticos se han apresurado a declarar irreconciliables. Estas disc rep ancias se hallan en las tabl as genea lógic as y en diversas decl araciones num$ricas, hist óricas, doctrinale s, $ticas y pro%$tica s. &ncumbe al int$rpr ete examinarlas con tanta paciencia como esmero no debe desc onocer ni nguna di 'cul tad si no que debe ser ca pa # de da r una ex pl icac n de las aparentes inco nsis tenc ias y esto no medi ante a'rmac iones o nega cion es dogm! ticas sino por medi o de m$tod os racionales de pr ocedimiento. (i tr opie# a con algu na discre panc ia o contradi cción que $l no es capa # de explicar, no tiene por qu$ vacilar en con%esarlo. )el hecho de que $l sea incapa# de resolver el problema no se sigue que $ste sea insoluble. *a carencia de su'cientes datos a veces ha hecho in%ructuosos los es%uer#os de los exegetas m!s eruditos. +x +a N. del T.-Esos datos suelen irse descubriendo en el transcurso de los siglos, mediante descubrimientos arqueológicos, etc. na gran parte de las discrepancias son atribuibles a una o m!s de las siguientes causas/ a. Errores de copistas de manuscritos. b 0ariedad de nombres aplicados a una misma persona o lugar. c. )istintos m$todos, -en diversos escritores-, de calcular ciertas extensiones de tiempo o las estaciones del a1o. d. )iversas posiciones históricas o locales, ocupadas por diversos escritores. e. El objeto especial y plan de cada libro particular. *as variantes no son contradicciones y muchas variantes esenciales tienen su origen en diversos m$todos adoptados para arre glar una serie particular de hechos +x. N. del   T .-En el al%abeto hebreo hay letras m!s parecidas entre sí, -aun impresas-, que lo que muestra es manuscrita se parece a la e, o la n a la u. 2 esas letras son, tambi$n, numerales. *as peculiaridades del pensamiento y el lenguaje oriental a menudo envuelven aparentes extravagancias en las declaraciones así como inexactitudes en el uso de palabras, cosas de tal naturale#a que provocan la crítica de los menos líricos escritores de 3ccidente. 2 no es m!s que justo agregar que no pocas de las pr eten dida s cont radi ccion es bíbl icas , sólo exi sten en la imag inac ión de esc ritor es esc$ ptic os y deben atribuirse a la male'cencia de críticos capciosos. Es %!cil comprender que en el curso de los siglos numerosos errores peque1os y aun discrepancias, puedan haberse intr oducido en el texto por la %alta de in%alibili dad de los copistas. A esta causa se atribuyen muchas de las variantes ortogr!'cas o num$ricas. El, h!bito de expresar n"meros con letras, algunas de las cuales son sumamente parecidas unas a otras, ha podido dar lugar a discrepancias +xx. Estas son cosas que aun el lector super'cial las nota hasta en las noticias que a diario traen los periódicos. A veces la omisión de una letra o de una palabra, -cosa que pudo ocurrir antes que existiera la imprenta-, ocasiona una di'cultad que hoy no hay modo de remedia r sino mediante conjeturas. *a compara ción de tablas gene alóg icas exhibe discrepancias en nombr es y n"me ros, cosa explicable al pensar en el inmenso n"mero de veces que han sido copiadas a mano en el transcurso de largos siglos. na comparación del registro de %amilia de 4acob y sus hijos +las setenta almas que salieron de Egipto +5$n. 6*0&, con el censo de esta misma %amilia en tiempos de 7ois$s +N"m. 660& servir! para ilustrar las peculiarida des de las genealogías hebreas. Al estudiar esas listas hebreas es importante considerar la posición histórica y el propósito de cada escritor. *a lista de 5$nesis 6*0& %ue preparada, probablemente, en Egipto, alg"n tiempo despu$s de que 4acob y su %amilia llegaron allí. 8robablemente %ue preparada, en su %orma actual, con sanción del mismo 4acob. El anciano y su%rido patriarca %ue a Egipto con la seguridad que )ios le dio de que le constituiría en una gran nación y volvería a sacarlo de allí +5$n. 9:/;-9. 8or eso prestaría mucho inter$s al registro de su %amilia hecho bajo su propia dirección. 8ero en la $poca del censo, en tanto que se preservaran cuidadosamente los nombres de las cabe#as de %amilia, los arreglos se hicieron en %orma distinta y se dio prominencia a otros. Numerosos descendientes posteriores se habían hecho conspicuos históricamente y, en consecuencia, han sido agregados bajo las correspondientes cabe#as de %amilia. *as tablas dadas en <= >rónicas &-&6 muestran cambios y agregados mucho m!s extensos. *as di%erencias peculiares entre las listas demuestran que una no ha sido copiada de la otra tampoco %ueron tomadas ambas de una %uente com"n. Evidentemente %ueron preparadas por separado . -cada una de ellas desde un punto de vista di%erente y con un objeto de'nido.  T ambi$n deben notarse los peculiar es m$todo hebreos de pensamien to y de expr esión, tales como se les exhibe en la antigua lista de 5$nesis 6*0&. En los vs. ? y <@ se incluyen a 4acob entre sus propios hijos y a los inmortales treinta y tres, -que incluyen al padre y una hija y dos bisnietos +Be#ron y Amul probablemente no nacidos a"n cuando 4acob emigró a Egipto-, se les designa como todas las almas de sus hijos y sus hijas. n trato an!logo del asunto aparece en Exodo </@, donde se dice que todas las almas que procedieron de los lomos de 4acob, %ueron setenta almas . El escritor tiene en la memoria los memorables setenta que %ueron a Egipto +comp. )eut. <C/ DD. En 5$n. 9:/D, los dos hijos de 4os$, de quienes se dice explícitamente que le nacier on en Egipto, se cuentan entre los setenta que %ueron a Egipto. Es una crítica capcios a y vituperable la que echa manos de peculiaridades como $stas, de uso corriente entre los hebreos, y las declara notables contradicciones que envuelven tan claras imposibilidades que es imposible considerarlas como narraciones verídicas de hechos históricos reales. +Al hablar de ses ent a y cinco per sonas +Act. / %q, Es teb an, sencillamente, sigue lo que dice la (eptuaginta. Armoni#aba con el espíritu y costumbres hebreas el %ormar elencos de nombres honorables, arreglados en %orma tal que produjeran n"meros de'nidos y sugestivos. )e esa manera la genealogía de nuestro (e1or que hallamos en 7ateo & est! arreglada en grupos de catorce nombres cada uno, cosa que sólo pudo hacerse mediante la omisión de varios nombres importantes. En tanto que el compilador podía, vali$ndose de otro pr ocedimiento igua lmente cor recto, haber hecho de sesenta y nueve la lista de 5$n. 6* 0&, omitiend o el nombre de 4acob, o haberla hecho exceder de los sesenta a1adiendo los nombres de las esposas de los hijos de 4acob, es indudable que, adrede, se propuso arreglarse de modo que produjera setenta almas. El n"mero de los descendientes de No$, tal como aparece en la tabla genealógica de 5$nesis 6, llega tambi$n a setenta. Esta costumbre de usar cantidades 'ja s como auxilio a la memoria puede haber se originado en las necesidades de la tradición oral. *os setenta ancianos de &srael probablemente se elegían teniendo en vista alguna re%erencia a las %amilias que surgieron de las setenta almas de la casa de 4acob y el enviar 4es"s setenta discípulos + *uc. <C/< es evidencia de que el signi'cado místico de esa ci%ra tuvo su inFuencia sobre su mente. Es muy notorio que las alian#as matrimoniales entre las tribus, así como los asuntos de derecho legal a las herencias, a%ectaban la posición genealógica de las personas. Así, en N"meros ;D/9C-9< se nos dice que 7ois$s dio la tierra de 5alaad a 7achir, hijo de 7anas$s, y que tambi$n 4air, hijo de Manasés, %ue y tomó sus aldeas y p"soles por nombre Bavoth-jair +comp. < Gey. 9/<;. Esta herencia, pues, pertenecía a la tribu de 7anas$s pero una comparaci ón con < >rón. D/D<-DD demuestra que, por descendencia lineal, 4air pertenecía

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ACERCA DE DISCREPANCIAS BIBLICAS

 Al comparar las Escrituras del Antiguo y el Nuevo Testamento, así como al examinar las declaraciones de lodiversos escritores de uno y otro Testamento, a veces atrae la atención del lector alguna declaración quparece hallarse en pugna con otras que existen en otros libros o pasajes. En ocasiones, diversos pasajes dun mismo libro presentan alguna inconsecuencia m!s com"n, sin embargo, es hallar discrepancias entrvarios escritores, las que m!s de una ve# ciertas críticos se han apresurado a declarar irreconciliables. Estadiscrepancias se hallan en las tablas genealógicas y en diversas declaraciones num$ricas, históricadoctrinales, $ticas y pro%$ticas. &ncumbe al int$rprete examinarlas con tanta paciencia como esmero no debdesconocer ninguna di'cultad sino que debe ser capa# de dar una explicación de las aparentinconsistencias y esto no mediante a'rmaciones o negaciones dogm!ticas sino por medio de m$todoracionales de procedimiento. (i tropie#a con alguna discrepancia o contradicción que $l no es capa# dexplicar, no tiene por qu$ vacilar en con%esarlo. )el hecho de que $l sea incapa# de resolver el problema n

se sigue que $ste sea insoluble. *a carencia de su'cientes datos a veces ha hecho in%ructuosos los es%uer#ode los exegetas m!s eruditos. +x +a N. del T.-Esos datos suelen irse descubriendo en el transcurso de losiglos, mediante descubrimientos arqueológicos, etc.na gran parte de las discrepancias son atribuibles a una o m!s de las siguientes causas/a. Errores de copistas de manuscritos. b 0ariedad de nombres aplicados a una misma persona o lugar. c)istintos m$todos, -en diversos escritores-, de calcular ciertas extensiones de tiempo o las estaciones da1o. d. )iversas posiciones históricas o locales, ocupadas por diversos escritores. e. El objeto especial y plade cada libro particular.*as variantes no son contradicciones y muchas variantes esenciales tienen su origen en diversos m$todoadoptados para arreglar una serie particular de hechos +x. N. del  T.-En el al%abeto hebreo hay letras m!parecidas entre sí, -aun impresas-, que lo que muestra es manuscrita se parece a la e, o la n a la u. 2 esaletras son, tambi$n, numerales.*as peculiaridades del pensamiento y el lenguaje oriental a menudo envuelven aparentes extravagancias e

las declaraciones así como inexactitudes en el uso de palabras, cosas de tal naturale#a que provocan crítica de los menos líricos escritores de 3ccidente. 2 no es m!s que justo agregar que no pocas de lapretendidas contradicciones bíblicas, sólo existen en la imaginación de escritores esc$pticos y debeatribuirse a la male'cencia de críticos capciosos.

Es %!cil comprender que en el curso de los siglos numerosos errores peque1os y aun discrepancias, puedahaberse introducido en el texto por la %alta de in%alibilidad de los copistas. A esta causa se atribuyen muchade las variantes ortogr!'cas o num$ricas. El, h!bito de expresar n"meros con letras, algunas de las cualeson sumamente parecidas unas a otras, ha podido dar lugar a discrepancias +xx. Estas son cosas que aun lector super'cial las nota hasta en las noticias que a diario traen los periódicos.A veces la omisión de una letra o de una palabra, -cosa que pudo ocurrir antes que existiera la imprenta

ocasiona una di'cultad que hoy no hay modo de remediar sino mediante conjeturas.*a comparación de tablas genealógicas exhibe discrepancias en nombres y n"meros, cosa explicable pensar en el inmenso n"mero de veces que han sido copiadas a mano en el transcurso de largos siglos. ncomparación del registro de %amilia de 4acob y sus hijos +las setenta almas que salieron de Egipto +5$n. 6*0con el censo de esta misma %amilia en tiempos de 7ois$s +N"m. 660& servir! para ilustrar las peculiaridadede las genealogías hebreas.Al estudiar esas listas hebreas es importante considerar la posición histórica y el propósito de cada escrito*a lista de 5$nesis 6*0& %ue preparada, probablemente, en Egipto, alg"n tiempo despu$s de que 4acob y s%amilia llegaron allí. 8robablemente %ue preparada, en su %orma actual, con sanción del mismo 4acob. anciano y su%rido patriarca %ue a Egipto con la seguridad que )ios le dio de que le constituiría en una granación y volvería a sacarlo de allí +5$n. 9:/;-9. 8or eso prestaría mucho inter$s al registro de su %amilhecho bajo su propia dirección. 8ero en la $poca del censo, en tanto que se preservaran cuidadosamente lo

nombres de las cabe#as de %amilia, los arreglos se hicieron en %orma distinta y se dio prominencia a otroNumerosos descendientes posteriores se habían hecho conspicuos históricamente y, en consecuencia, hasido agregados bajo las correspondientes cabe#as de %amilia. *as tablas dadas en <= >rónicas &-&6 muestracambios y agregados mucho m!s extensos. *as di%erencias peculiares entre las listas demuestran que una nha sido copiada de la otra tampoco %ueron tomadas ambas de una %uente com"n. Evidentemente %ueropreparadas por separado. -cada una de ellas desde un punto de vista di%erente y con un objeto de'nido.

 Tambi$n deben notarse los peculiares m$todo hebreos de pensamiento y de expresión, tales como se leexhibe en la antigua lista de 5$nesis 6*0&. En los vs. ? y <@ se incluyen a 4acob entre sus propios hijos y a loinmortales treinta y tres, -que incluyen al padre y una hija y dos bisnietos +Be#ron y Amul probablementno nacidos a"n cuando 4acob emigró a Egipto-, se les designa como todas las almas de sus hijos y sus hijasn trato an!logo del asunto aparece en Exodo </@, donde se dice que todas las almas que procedieron de lolomos de 4acob, %ueron setenta almas . El escritor tiene en la memoria los memorables setenta que %ueroa Egipto +comp. )eut. <C/ DD. En 5$n. 9:/D, los dos hijos de 4os$, de quienes se dice explícitamente que nacieron en Egipto, se cuentan entre los setenta que %ueron a Egipto. Es una crítica capciosa y vituperabla que echa manos de peculiaridades como $stas, de uso corriente entre los hebreos, y las declara notablecontradicciones que envuelven tan claras imposibilidades que es imposible considerarlas como narracioneverídicas de hechos históricos reales. +Al hablar de sesenta y cinco  personas +Act. / %q, Estebasencillamente, sigue lo que dice la (eptuaginta.

Armoni#aba con el espíritu y costumbres hebreas el %ormar elencos de nombres honorables, arreglados e%orma tal que produjeran n"meros de'nidos y sugestivos. )e esa manera la genealogía de nuestro (e1or quhallamos en 7ateo & est! arreglada en grupos de catorce nombres cada uno, cosa que sólo pudo hacersmediante la omisión de varios nombres importantes. En tanto que el compilador podía, vali$ndose de otrprocedimiento igualmente correcto, haber hecho de sesenta y nueve la lista de 5$n. 6*0&, omitiendo nombre de 4acob, o haberla hecho exceder de los sesenta a1adiendo los nombres de las esposas de los hijode 4acob, es indudable que, adrede, se propuso arreglarse de modo que produjera setenta almas. El n"mede los descendientes de No$, tal como aparece en la tabla genealógica de 5$nesis 6, llega tambi$n a setentaEsta costumbre de usar cantidades 'jas como auxilio a la memoria puede haberse originado en lanecesidades de la tradición oral. *os setenta ancianos de &srael probablemente se elegían teniendo en vistalguna re%erencia a las %amilias que surgieron de las setenta almas de la casa de 4acob y el enviar 4es"setenta discípulos + *uc. <C/< es evidencia de que el signi'cado místico de esa ci%ra tuvo su inFuencia sobsu mente.Es muy notorio que las alian#as matrimoniales entre las tribus, así como los asuntos de derecho legal a laherencias, a%ectaban la posición genealógica de las personas. Así, en N"meros ;D/9C-9< se nos dice qu7ois$s dio la tierra de 5alaad a 7achir, hijo de 7anas$s, y que tambi$n 4air, hijo de Manasés, %ue y tomó sualdeas y p"soles por nombre Bavoth-jair +comp. < Gey. 9/<;. Esta herencia, pues, pertenecía a la tribu d7anas$s pero una comparación con < >rón. D/D<-DD demuestra que, por descendencia lineal, 4air pertenec

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a la tribu de 4ud!, y como tal le cuenta el cronista quien, al mismo tiempo, da las explicaciones del caso. Noin%orma que Besron, hijo de 4ud!, tomó en matrimonio a la hija de 7achir, hija, de 7anas$s y, por ella %upadre de (egub, que %u$ padre de 4air. Ahora, si 4air quería alegar su derecho legal a herencia en 5alaadprobaría que era descendiente de 7achir, hijo de 7anas$s, pero si se inquiría acerca de su, linaje paternsería igualmente posible seguirle hasta Besron, hijo de 4ud!.>onsideraciones de esta índole ayudar!n mucho en resolver las di'cultades que tanta perplejidad hacausado a los críticos en las dos genealogías de 4es"s. Boy, a tan gran distancia de tiempo, no est!n nuestro alcance los hechos y datos que podrían arrojar lu# sobre las discrepancias de estas listas de loascendientes de nuestro (e1or, y sólo podemos estudiarlas mediante los raciocinios, deducciones suposiciones conseguidas mediante un prolijo cotejo de genealogías y de hechos bien conocidos respecto las costumbres judías de calcular las sucesiones legales y descendencias lineales. *a hipótesis muprevaleciente y popular desde la $poca de la Ge%orma, de que 7ateo da la genealogía de 4os$ y *ucas la d7aría, ha sido, con justicia, desechada por la mayoría de los mejores críticos como incompatibles con lapalabras de ambos evangelistas, quienes aspiran a darnos la genealogía de 4os$. El derecho al trono d)avid, su padre +*uc. </ ;D, de acuerdo con todos los precedentes, ideas y costumbres, tiene que %undarsen una base de sucesión legal, como la de una herencia y, por consiguiente, su genealogía debe rastrearshasta 4os$, esposo legal de 7aría. 2 es claro, aparte de estas genealogías, que 4os$ era de la real casa d)avid, pues el !ngel le trató como a tal y, adem!s, por ese motivo %ue a Hethlehem, ciudad de )avid, empadronarse para el censo +*uc. D/9,@ . (in embargo, no es improbable que tambi$n 7aría %uese de la casy %amilia de )avid, parienta cercana, -prima, acaso-, de 4os$ y si así %ue, la sucesión natural de 4es"s al tronde )avid, de acuerdo con las ideas judías, sería notablemente completa. +2 cuando se piensa en lo com"que entre los judíos era el casamiento entre primos, para mantener las %amilias y herencias dentro de latribus, como, asimismo, las costumbres de las casas reales hasta el día de hay, de que los matrimonios srealicen entre príncipes, se ver! que esto %u$ sumamente probable, que 4os$ y 7aría %uesen ambos de misma %amilia. >osa innegable es que en los primeros tiempos nadie cuestionó el hecho de que nuestr(e1or %uese descendiente de )avid. El consintió que se le llamara Bijo de )avid +7at. I/D <@/DD ninguno de sus adversarios negó esa importante pretensión. Era de la simiente de )avid seg"n el evangelde (an 8ablo +D Tim. D/? comp. Gom. </; Act. <;/DD-D; y en la Epístola a los Bebreos leemos/ Es eviden+ predelón, conspicuamente mani'esto que nuestro (e1or ha surgido de la tribu de 4ud! + /<9..Al lector moderno puede parecerle que las genealogías bíblicas sean algo así como cosa in"til, y no %altaesc$pticos que consideren que las listas de lugares, -muchos de ellos enteramente desconocidos hoy-, acomo la mención de los sitios donde acampó &srael +N"m. 666&&& y las ciudades distribuidas a las diversatribus +por ej. 4osu$ <@/DC-:D son cosas incompatibles con el elevado ideal de una revelación divina, pertales ideas son hijas de un concepto mec!nico y precipitado de lo que, seg"n esas personas, debiera ser Gevelación. Estas listas de nombres, en apariencia !ridas y cansadoras, constituyen parte de las evidenciam!s irre%ragables de la verdad histórica de los registros bíblicos. (i al pensamiento moderno parecen sning"n valor pr!ctico no hay que olvidar que para el antiguo hebreo eran de primordial importancia comdocumentaciones de historia de antepasados y de derechos legales. )e todas las %antasías esc$pticas la m!destituida de valor crítico, la m!s absurda, sería la suposición de que tales listas hubiesen sido %orjadas cocierto objeto en vista. >on igual criterio podría alguien sostener que los restos %ósiles de animales hoextintos hubiesen sido colocados en las rocas con 'nes enga1osos. El utilitario super'cial puede, sí, declaraigualmente in"tiles y de ning"n valor tanto los %ósiles como las genealogías pero el estudiante de la tierradue1o de un cerebro m!s reFexivo, siempre reconocer! en ambas cosas elementos valiosos que sirven díndice a la historia. Estas genealogías son como las piedras r"sticas que se hallan en los cimientos de loedi'cios. Algunas se hallan ocultas debajo de la tierra otras est!n despeda#adas y estropeadas algunasalidas de quicio y %uera de su sitio, en el transcurso del tiempo mas todas ellas, en alguna posición quocupan u ocuparon, %ueron necesarias y aun imprescindiblemente necesarias al establecimiento, estabilidad utilidad del noble edi'cio a que pertenecen.El mayor n"mero de las discrepancias num$ricas de la Hiblia se deben, indudablemente, a errores dcopistas. 2a hemos hablado de esto en p!ginas anteriores y sólo a1adiremos que debe recordarse que mero agregado de dos puntitos cambia el valor de una ci%ra hebrea +por ej. cambia la Num, que representa n"mero CC, en una Jayin que representa CCC, que es en lo que consiste la discrepancia entre D (am. ?/9con < >rón. <?/9K.*as dos listas de proscriptos que volvieron con Jorobabel +Esdras. </C y Neh. /:-; exhiben numerosadiscrepancias así como muchas coincidencias.

 2 es muy notable que las ci%ras en la lista de Esdras d$ DI,?<? y la de Nehemías ;<,C?I y que, -sin embargseg"n ambas listas, la congregación completa s"mase 9D,;:C + Esdr. D/:9 Neh. / :: . *o probable es quninguna de las dos listas pretenda ser una enumeración per%ecta de las %amilias que volvieron del destierrsino de tales %amilias como las de 4ud! y Henjamín que pudieron presentar una genealogía aut$ntica de casa de sus mayores en tanto que los 9D,;:C, incluyen muchas personas y %amilias pertenecientes a otratribus y que, en el destierro, habían extraviado los registros exactos de sus genealogías, pero que, a pesar deso, eran descendientes legítimos de algunas de les antiguas tribus. Tambi$n es notable que la lista de Esdramenciona 9I9. personas no reconocidas en la Esta de Nehemías y $sta menciona <:@ que no aparecen en de Esdras pera que si a1adimos el sobrante de Esdras a la suma de Nehemías +9I9 L ;<,C?I M ;<,@?;tenemos el mismo resultado coma si agregamos el sobrante de Nehemías a la suma de los n"meros dEsdras +<,:@ L DI,?<? M ;<,@?; . 8or lo tanto, puede creerse, muy ra#onablemente, que la ci%ra de ;<,@?es la suma de todos los que pudieron justi'car su ascendencia que las dos listas %ueron hechaindependientemente una de otra y que ambas son de%ectuosas, aunque cada una de ellas, respectivamentsuple los de%ectos de la otra. ue nuestro (e1or, con sus preceptos acerca de la conducta personal en loasuntos ordinarios de la vida diaria, no se propuso prohibir la censura y el castigo de los malhechores, es cosque su propia conducta pone de mani'esto. A< ser golpeado por uno de los o'ciales, en presencia del sumsacerdote, nuestro (e1or se quejó de tan grave abuso + 4uan <?/ DD-D; . >uando 8ablo %u$ golpeado en %orman!loga, por orden del sumo sacerdote +Act. D;/; el apóstol, indignado, exclamó/ O)ios te herir! a ti, pareblanqueadaP El mismo apóstol establece la verdadera doctrina cristiana sobre todos estos puntos, dGomanos <D/<? a <;/:/ (i se puede hacer, en cuanto de vosotros dependa, tened pa# con todos lohombres, palabras que indican claramente lo improbable de poder hacer esto luego, al suponer que alguiees atacado y perjudicado personalmente, agrega/ No os vengu$is vosotros mismos, amados antes dad luga la ira es decir, dejad que la ira de )ios siga su curso sin pretender anticiparla.Nadie, pues, presuma decir que el espíritu y preceptos del N. Testamento est!n en pugna con el Antiguo. Eambos Testamentos se inculcan los principios del amor %raternal y de devolver bien por mal, al mismo tiempque el deber de sostener los derechos humanos y el orden civil.n ejemplo notable de supuesta inconsecuencia de doctrina, en el N. T., se halla en los di%erentes m$todos dpresentar el asunto de la justi'cación, en las epístolas de 8ablo y en la de (antiago. *a ense1an#a de 8ablo sexpresa en la siguiente %orma, en 5!latas D/<@-<:/ Nosotros, judíos por naturale#a y no pecadores de logentiles, pero sabiendo que el hombre no es justi'cado por las obras de la ley (ez ergon nómon, de obras d

ley, es decir, como si ella %uese una %uente de m$ritos, base de procedimiento en el caso dado y a

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constituyese la ra#ón y causa de la justi'cación sino por la %e de 4esucristo, nosotros tambi$n +o aunosotros hemos creído en (eis, como quien dice penetrado en, aludiendo al hecho de entrar o penetrar a ununión vital con >risto, al convertirse el hombre 4esucristo, para que %u$semos +pudi$semos ser justi'cadopor la %e de >risto y no por obras de ley por cuanto por obras d$ ley ninguna carne ser! justi'cada. Esustancia la misma declaración se hace en. Gomanos ;/DC-D? y en el capítulo &0 se ilustra la doctrina con ecaso de Abraham, quien creyó a )ios y eso le %u$ contado como justicia +v. ;. 7ientras, por otra part(antiago insiste en que se debe ser hacedores de la palabra + (ant. </D@ . Ensal#a la piedad pr!ctica, cumplimiento de la ley real con%orme a la Escritura +D/? y declara que la %e, si no tiene obras es muerta esí misma + D/< . Tambi$n se sirve de Abraham para ilustrar su posición cuando o%reció a su hijo &saac sobel altar y arguye que la %e obró con sus obras y que %u$ per%ecta por la obras y se cumplió la Escritura qudice/ Abraham creyó a )ios y le %u$ imputado a justicia y %ue llamado amigo de )ios. 0eis, pues +concluye eapóstol que el hombre es justi'cado por las obras (ez ergon) y no solamente por la %e +D/D<-DI..*a solución de esta apariencia de contradicción se la halla mediante un estudio de la experiencia religiospersonal de cada escritor, así como sus di%erentes maneras de pensar y sus campos de operación en la &gles8rimitiva. Tambi$n hay que notar el sentido peculiar en que cada uno usa los t$rminos %e, obras justi'cación, pues cada una de esas expresiones ha sido empleada en todas las $pocas de la &glesia paexpresar un n"mero de ideas distintas, aunque emparentadas.En primer lugar, hay que recordar que 8ablo %ue conducido a >risto mediante una conversión repentina maravillosa. *a convicción de pecado, los remordimientos de su alma cuando se dio cuenta de que habíestado persiguiendo al Bijo de )ios la caída de las escamas de sobre sus ojos y su consiguiente percepciónvívida y aguda, de la gracia de un Evangelio gratuito, gracia alcan#ada mediante la %e en >risto, -todo estnecesariamente, entraría en su ideal de la justi'cación de un pecador perdido. 0e, pues, que ni judío ni genpuede alcan#ar la relación de una alma salvada, o sea la unión con >risto, excepto mediante tal %e. Adem!su misión y ministerio especial le llevaron, preeminentemente. a combatir el judaísmo legalista  y trans%ormó en el apóstol de los gentiles. (antiago, por su parte, había sido doctrinado m!s gradualmente ela vida evang$lica. (u concepto del >ristianismo era el de la consumación y per%ección del antiguo pacto. (misión y ministerio le condujeron especial, si no completamente, a trabajar entre los de la circuncisión +5!l. DI . Estaba acostumbrado a considerar toda doctrina cristiana a la lu# de las antiguas Escrituras, las que, plo tanto, se hicieron para $l la palabra ingerida +(ant. </D<, la per%ecta ley, la +ley de libertad +v. D@ ley real +D/ ?. 2 tambi$n hay que recordar, como lo observa Neander, que (antiago, en su posición peculiano tenía, como 8ablo, que vindicar una ministración independiente del Evangelio, ministración de QrotacadenasR entre los gentiles en oposición a las pretensiones de justicia legal judaica sino que se sentcompelido a recalcar las consecuencias pr!cticas y exigencias de la %e cristiana, hablando con aquellos equienes esa %e se había me#clado con los errores del judaísmo carnal y a quitarles los apoyos de su %alscon'an#a.

 Tales distintas experiencias y campos de acción, naturalmente desarrollaría en estos ministros de 4esucriscorrespondiente diversidad de estilo, de pensamiento y de ense1an#a. 8ero cuando, -con todos estos hechoa la vista-, anali#amos sus respectivas ense1an#as, nada hallamos realmente contradictorio simplemencolocan ante nosotros diversos aspectos de las mismas grandes verdades. *a ense1an#a de 8ablo en lopasajes citados tiene re%erencia a la fe en su primera operación, -la con'an#a con la cual el pecadoconsciente de su pecado y condenación +x N. del T.-Nosotros a1adiríamos/ y de su impotencia para hacalgo que pueda salvarla. se arroja en bra#os de la gracia gratuita de )ios en 4esucristo y obtiene perdón pa# con )ios. En tanto que (antiago, por su parte, trata, m!s bien, de la %e como el principio permanente duna vida de piedad, con obras de piedad que brotan de esa %e con la naturalidad con que las aguas surgen dun manantial. 8ablo cita el caso de Abraham cuando $ste aun era incircunciso y armes de haber recibido sello de la %e + Gom. 9./<C-<< pero (antiago se re'ere a la $poca posterior, cuando o%reció a &saac y pomedio de ese acto de 'delidad a la palabra de )ios su %e %ue per%eccionada +(ant. D/D<. El t$rmino obratambi$n se usa con distintos matices de signi'cado. 8ablo tiene en su pensamiento las obras de la ley core%erencia a la idea de una justicia legalista, mientras que es evidente que (antiago se re'ere a obras o actode piedad pr!ctica, tales como el socorrer a los hu$r%anos y viudas aFigidos + D/D y el ministrar a otronecesitados +D/<@-<: . *a justi'cación, por consiguiente, es considerada por 8ablo como un acto judicial quenvuelve la remisión de los pecados, la reconciliación con )ios y la restauración al %avor divino pero par(antiago, ella es m!s bien el mantener semejante estado de %avor con )ios, una aprobación constante ant)ios y los hombres. Todo esto aparecer! tanto m!s claramente si notamos que (antiago se dirige a suhermanos judíos, de la dispersión, que se hallaban expuestos a diversas tentaciones y pruebas +</<-9 y shallaban en peligro de con'ar en un muerto %arisaísmo antinomiano pero 8ablo est! discutiendo, cual eruditeólogo, la dictrina de la salvación tal como se origina en los consejos de )ios y se desarrolla en la historia deproceder de )ios para con toda la ra#a de Ad!n.)ebe, adem!s, notarse que (antiago no niega la necesidad y e'cacia de la %e ni 8ablo desconoce importancia de las buenas obras. *o que (antiago condena es la perniciosa doctrina de la %e extra1a a laobras, la %e que nada quiere saber de obras. >ondena al que dice tener %e pero exhibe una vida y conducta edesacuerdo con la %e en nuestro (e1or. (emejante clase de %e la declara muerta en sí misma +D/<9.-< . *

 justi'cación es por la %e, si, m!s sin olvido del obrar +v. D9. *a %e se pone en evidencia mediante obras damor y piedad. 8ablo, por su lado, se opone a la idea de una justicia legalista. >ondena la presunción de quel hombre puede merecer el %avor de )ios mediante una observación per%ecta de su ley y demuestra que ley cumple su misión m!s elevada cuando descubre al hombre el conocimiento del pecado, -es decir cuandle hace conocer que es pecador +Gom. ;/DC y luego, en el cap. /<;, procede a hacer aparecer el pecadcomo sobremanera pecante. 8ero 8ablo est! tan lejos de negar la necesidad de las buenas obras com

mani%estación de la %e del creyente en >risto, como (antiago lo est! de negar la necesidad de la %e en >ristpara ser salvo. En 5!latas @/:, 8ablo habla de la %e que obra por el amor y en la <S >orintios <;/D, a'rmque aunque alguien tuviese tanta %e como la necesaria para reali#ar los mayores prodigios, pero careciese damor, nada seria el tal hombre.Nada hay m!s evidente que el hecho de que los dos apóstoles se hallan en per%ecta armonía con 4es"s, quieabarca las relaciones esenciales de la %e y las obras cuando dice/ 3 haced el !rbol bueno y bueno su %ruto haced corrompido el !rbol y su %ruto da1ado porque  por el %ruto se conoce el !rbol +7at. <D/;; .Estas divergencias entre (antiago y 8ablo son un ejemplo de la libertad individual de los escritores sagradoen su enunciación de la verdad divina. >ada uno preserva sus propios modismos de pensamiento, así como sestilo. >ada uno recibe su palabra de revelación y conocimiento del misterio de >risto, de acuerdo con lacondiciones de vida, experiencia y acción en que ha sido criado o instruido. Es menester tomar econsideración todos estos hechos cuando comparamos y contrastamos las ense1an#as de las Escrituras quparecen discrepar, y al hacerlo hemos de descubrir que esas variantes suelen constituir una revelacióm"ltiple y llena de evidencia propia acerca del )ios de verdad.*os principios generales de ex$gesis que hemos presentado bastar!n para la explicación de cualquier otdiscrepancia que se haya alegado existir en la Hiblia. na atenta consideración a la posición que ocupa eescritor u orador, la ocasión, objeto y plan de su libro o discurso, junto con un an!lisis crítico de los detalle

generalmente demostrar!n que no existe contradicción real. 8ero cuando alguien presenta expresion

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hiperbólicas, peculiares al lenguaje de la gente de 3riente, o casos de antropomor'smo hebreo y se es%uer#en darles un signi'cado literal, eso no es hallar discrepancias y di'cultades en la Hiblia, sino crearlas introducirlas en la Hiblia para luego decir que se tropie#a con ellas.7r. Baley, en su obra extensa y valiosa sobre las 8retendidas )iscrepancias de la Hiblia observa que ladiscrepancias, cuando realmente existen, no carecen de valor. 8uede bien creerse que contemplan los 'nesiguientes/ < Estimulan el es%uer#o intelectual, despiertan curiosidad e investigación y, en esa %ormconducen a un estudio m!s pro%undo y extenso del sagrado libro D &lustran la analogía existente entre Hiblia y la naturale#a. )e la misma manera que tierra y cielo exhiben una armonía maravillosa en medio duna gran variedad y discordancia, así en las Escrituras existe notable armonía detr!s de las aparentedivergencias. ; )emuestran que no hubo colusión entre los escritores sagrados, porque sus divergencias sode tal índole que nunca hubiesen sido introducidas deliberadamente. 9 Tambi$n demuestran el valor despíritu, en su superioridad sobre la letra, de la 8alabra de )ios. @ (irve como piedra de toque del car!ctemoral. 8ara el espíritu capcioso, predispuesto a encontrar y exagerar di'cultades en la Gevelación )ivina ladiscrepancias bíblicas resultan grandes piedras de tropie#o y motivos de cavilación y de desobediencia. 8epara el investigador serio y correcto, que desea conocer los misterios del reino de los cielos +7at. <;/<< uestudio prolijo de las discrepancias verdaderas le revelar! armonías ocultas y coincidencias indeliberadas qurobustecer!n su %e a medida que descubre que esas escrituras multi%ormes son, real y verdaderamente, palabra de )ios.