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—Comprendo.¿Ydicesqueprofesaelañopróximo?—Sí.—¿Ynoestupadrecapazde evitarlo? —Sí, lo es. Pero no quiere forzarla hasta ese extremo. Isabel esdemasiado joven. Tiene veinte años y necesita el permiso de papá. Papá puso decondición que saliera este año del colegio. Lo hizo, pero no se adelantó nada.Noalterna.Isabelsededicaasusrezos,asusrecogimientos,yseráunamonjaperfecta.—Suponiendoquenoseenamore.—SolocreeenelamordeCristo,Romero.
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CorínTellado
NoeraespejismoBolsilibros:Coral280
ePubr1.0Titivillus28.02.2019
www.lectulandia.com-Página3
Títulooriginal:NoeraespejismoCorínTellado,1962Editordigital:TitivillusePubbaser2.0
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Índicedecontenido
Cubierta
Noeraespejismo
Capítulo1
Capítulo2
Capítulo3
Capítulo4
Capítulo5
Capítulo6
Capítulo7
Capítulo8
Capítulo9
Capítulo10
Capítulo11
Capítulo12
Sobrelaautora
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—D
CAPÍTULOPRIMERO
iego,hijo,discúlpamesi insisto,peroesqueestoymuypocosatisfechadetudesordenadomododevivir.
Diegoexpelióunaacrebocanadadehumoymordisqueólapipa.Noparecíamuyinquieto.Indudablementeestabahabituadoalossermonesdesumadre.
Estacontinuó:—Ganasdemasiadodinero.Tienesdemasiada fama—suspiró—.Laverdad,yo
noséquévenloscríticosentuslibros.Sonhorribles,Diego.Esteemitióunaburlonarisita.—Retrato lavidaactual,mamá—adujo indiferente—.Losseresdehoynoson
sencillos.Estánrodeadosdecomplejosypasiones.—Nosonnadaedificantes.—Teaseguro—rioDiegotranquilamente—quesonaleccionadoras.—¡Oh,Diego!¿Aquéllamastúaleccionador?—Aloqueyoescribo.Se puso en pie con desgana. Era un hombre de unos treinta años, aunque
aparentaba más, dado el gris de sus cabellos prematuramente encanecidos, a lasarruguitasquese formabanen tornoa susojosyalmorenocurtidodesupiel.Eraalto,muydelgado,yposeíaunaeleganciadespreocupada.EnMadrid,dondepasabalamayorpartedel año, tenía fama,no solo comonovelista consagrado, sino comohombrededespreocupadaeleganciayde…—estoera loquedolíaadoñaCarmenMolina—hombre libertino,habituadoa lavida fácily sensual.Tenía losojosmuyazules, contrastando con la piel tostada y el pelo negro que se encanecía por lassienes.
Enaquelinstantesepusoenpieyseaproximóalaventana.Sonrió.SuhermanoLuisatravesabaelparqueendirecciónalapuertaprincipal.
—Ahíviene tuhijoejemplar—rioDiegovolviéndosehacia ladama—.¿No tebastaunhijocomoLuis,mamá?Honralaraza.
—YasécómoesLuis.Deesenomepreocupo.Loquedeseoesquetúseasigual.—Nuncaexistendosseresiguales.—Diego,venaquí.Siéntateamilado.Hedehablarte,hijo.Diegoseaproximó,einclinándosehaciasumadre,labesóenelpelo.—Mamá —exclamó sarcásticamente—, ya sé que pertenecemos a una raza
privilegiada,yaséquedesentonounpocodenuestragranestirpe.Séasimismoqueno tengo mucha moral, pero… soy novelista. Me gusta vivir un pocoatropelladamente.Las situaciones fácilesmedescomponen.No soy un ser pacíficocomoLuis,comotú,comolofuepapá.
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—Yasé—admitióladama,dolida—;teparecesatutíoEduardo,quejamáshizootracosaqueacabarconsuvidahastaquemurióagotadoysolo.
—Yahítodeplacer,mamá—apuntómordaz—.Cadaunodebeelegirelmétododevidaquemásleagradeyquemejorseajusteasutemperamento.Esohagoyo.
—Yentretantoacabascontigo.—¡Oh,no!Entretanto,vivoagusto.Entró Luis en aquel instante. También, como su hermano, tenía él cabello
encanecido, pese a sus veintisiete años. No se trataba de vivir más o menasatropelladamente, era la raza. La misma doña Carmen, que no pasaba de loscincuentaycinco,teníaelcabellocompletamenteblanco.Luiseramenosaltoquesuhermano,teníalosojosdeuncolorcastañooscuroysutezeramásbienclara,aunqueseleveíatostadoporelsol.
—¿Contra quién conspiráis? —preguntó afable, dejándose caer en una butacafrenteasumadreysuhermano—.Haceuncalorinsoportable.VengodelacafeteríaCaliforniaycreíasarmeenelauto.¿QuésermónlelanzasaDiego,mamá?
—Lodesiempre—rioDiego,encendiendolapipaqueapretabaentrelosdientes.—Quieroquesecase,Luis.Esteemitióunarisita.—¿CasarseDiego,mamá?—yamplió la risa—.Loconsideropocomenosque
imposible.Noestuhijomayordelosquesecasan.Diego se puso nuevamente en pie, y tras de besar a su madre en el pelo, se
marchó,nosinantescomentar:—Voyatrabajarunrato.Creoqueestoyinspirado.Pasadomañanatengoqueira
Madrid,yhedehablarconloseditoresdeeselibro.—Diego…—Otrodíacontinuarássermoneándome,mamá.Sealejaba.LadamasuspiróymiróaLuis.—Hijo,estoytanpreocupada…—¿Por Diego? Pues no lo estés. —Le palmeó la mejilla—. Diego no es un
hombrecorriente,mamá.Tienequevivirasí,porqueasíselopideelcuerpo.Diegoesunserprivilegiado,¿comprendes?
—Noentiendosuslibros—apuntóladamadesalentada.—Perosonbuenos.Muybuenos,mamá.Hoyeselmejorescritorespañol.¿Que
suvidaesunpocodesordenada?Eslógico.Notepreocupes—volvióapalmearlelamejilla—.Yaaprenderá.Algúndíasecansarádeestavidaysecasará,tedaránietosyseconvertiráenuncaballerodehogarybatín.
***
Diegoparpadeóypropinóuncodazoasuhermano.—¿Quiénes?
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—Nolosé.—Yguasónañadió—:Desconocidaparamí.—Muyguapa,¿no?—Bastante,peroconesasfaldas,esecuelloyesoszapatos…—Tú mira la estructura—y burlón formó las sinuosidades femeninas con las
manos—.Espléndida,¿no?—Ciertamente.—Averiguaquiénes.—¡Oh!—seimpacientóLuis—.Admitoqueseatusecretario,peroyaestoyharto
debuscarteaventuras.—Esamuchachavestidadepayasomeinteresa.—Pues no cuentes conmigo. Además, ¿por qué no descansas? Estamos
veraneando,¿no?LasaventurasamorosaslasdejasparacuandovolvamosaMadrid.—Oencuentroalgoenquéentretenerme,omelargoalaCostaAzul—apuróel
contenidodelvasoyserepantigóenlasillademimbre—.Losespacioslimitadosmecrispan los nervios. ¿Quieres creer que estoy nervioso y desasosegado desde quelleguéaquí?Esteesuncentrodeveraneoestúpido.Esasniñascursismojándoselospiesenunaplayanomenoscursi,uncasinodondedosdocenasdeparejasremilgosasmueven lospies,yunplanteldeseñoritasque tienenmásprejuiciosquemipropiamadre.¡Puaf,Luis!Estavidanosehizoparamí.
—Dosmesespasanpronto.—¿Ycreesenverdadquelosvoyaaguantaraquí?Nilosueñes.Sepusoenpie.—¿Adóndevas?—Cogeréelautoymeiréhastalapróximaciudad.Tengoallíunosamigos.¡Ah!
Yyasabes;averiguaquiénesesajovencitaderopasestrafalarias.Luisgruñó,peronodijoqueloaveriguaría.Lovioatravesarlacalleseguidoporalgunasmiradascuriosas.Oyódecir:«Esel
famoso escritor Diego Molina. Está aquí, en la vieja casona de los Molina,veraneandoconsumadreysuhermano.Eslasegundavezquevienealavilla,peseaquesuspadresnacieronysecriaronaquí».
Luissonrió.Élsiempreacompañabaasumadreaaquelloscortosdescansosestivales.Diegonuncafuepartidariodelosespacioslimitados.Yasiendounestudiantede
tercerodeLeyes,sumadrelepidióquelaacompañara.DiegosenegórotundamenteyencambioemprendióunviajedeestudiosporAmérica.
—Hola,Luis—dijounavozasulado.—Hola,Romero.Siéntate—ysuspirandocomentó—:NomeextrañaqueDiego
secanseenestepueblo.Esmonótono.Romerosedejócaerasulado.Suspiróasuvez.—Unosehabitúaa todo.YomecrieenValencia.Jamáspenséenarribarauna
villacomoesta;ycuandoterminélacarreraehicelasoposiciones,mesalióesto…Y
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aquímetienesdenotario,aburridotodoelaño.—Cásate.—¿Sí,eh?Nomegustaatarmeaunaobligación.—Bajólavoz—.Lasmujeres
merifan,¿sabes?—Seechóareír—.Paraundía,unasemana,einclusoparaunmes,pasan,peroparatodalavida…¡Hum!Quecarguesumadreconellas.
—Oye,¿conocesaunachicarubiaquetienelosojosverdesmásmaravillososquevienmivida,quevisteropasanticuadas,calzazapatosbajosyparecíavenirdemisahaceuninstante?
—Notengoniidea.—Puesparecedeaquí.—Noconozcoatodaslaschicasdeestavillaindecente.Luisseechóareír.—Senotalomuchoquetegusta.—Ni pizca. Ojalá estallara la central eléctrica y la despidiera a miles de
kilómetrosdeprofundidad.—Ybajandolavoz—:¿Sabestúloqueespasaraquíuninvierno?Uno semuere todos los días un poco, y al llegar el verano resucita dosmesesydespuésamorirotravez.
—Tratadesalirdeaquí.—¿Conunatitular?¿Dóndepiensasquevoyasacarotraaloscuarentaaños?—Cásate,diantre.Buscaunamujercariñosaytenhijos.Romerojuntólasmanosendemandadeauxilio.—Nosoportoaunamujerunmesseguido,yatelodije.Enaquelinstanteseaproximóunhombrejoven,bienparecido,elegante,yqueno
teníaaspectodepueblerino.Romero,alverlo,exclamó:—Venaquí,Santiago.Tevoyapresentaraunamigo.—Ycondesgana—:Luis
Molina.SantiagoHeresdeVelasco.SedieronlamanoySantiagopreguntó:—¿Hermanodelescritor?—Sí,ysusecretario.—Leotodossuslibros.Loconsideroextraordinario.—Gracias.—Tomaasiento,Santi,ydéjatedecumplidos.—No son cumplidos, caray. Son verdades como templos. Soy el médico y no
tengomuchotiempoparaleer.—Puesestáaquíveraneando—apuntóRomero—.Yatelopresentaremos.
***
Lostres tomabancervezayfumabancigarrillos.Sehallabanenla terrazadelúnicocaféelegantequehabíaenlavilla,ydesdesuobjetivoveíanalasmuchachasquese
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dirigían a la playa enfundadas en ropas veraniegas,muy vistosas, en batas de hilootras.
Romerosuspiró:—Es una lástima —dijo— que no sea siempre verano. Al menos puede uno
recrearlavista.—¿Túnovivesaquí?—preguntóLuisaSantiago.—Solodosmesesdeverano.VivimosenMadrid.—Eso es vida —rezongó Romero—. Y no aquí enterrado todo el invierno,
oliendoarancioyaestablo.LuisySantiagoseecharonareír.—Este tiene novia —dijo Romero—. Una primorosa chica que veranea aquí
todos los veranos, pero que este año, debido a un luto se refugiaron en una villacampestre,lejosdeaquí.
—Perovoyaverlatodoslosdías—informóSantiagoaLuis—.Enautosontrescuartos de hora.—Ymirando aRomero añadió—:Haz lo que yo; échate novia yverásquéprontotepasaeltiempo.
—Nopiensocasarmejamás.Aloscuarentaañosunhombregustaalaschicasporelporvenirquepuedarepresentar.
—Eresunescéptico.—Oye, Santiago —dijo Luis, recordando de pronto los informes que Diego
deseaba de lamuchacha estrafalariamente vestida—; ¿conoces tú a unamuchacharubia, de verdes ojos muy grandes, que viste faldas hasta media pierna, y calzazapatosbajos…?
—Sí—cortórápidamente.—¿Laconoces?Estupendo.Diegoestabaami ladocuandoellapasódemisay
me pidió que me informara. —Y riendo terminó—: A Diego le gustan todas laschicas,aunqueseancursis.
—Esmihermana.Romerodiounsaltoenlabutaca,yLuissepusopálidoyencendiónerviosamente
uncigarrillo.Le temblaba lamano. ¡Cielos, él eraundespistado,pero jamáshabíallevadotalplancha!Santiago,convozdiferente,serenayfría,informó:
—Dileatuhermano,queIsabelHeresdeVelasconoesunachicacursi.—Oye,Santiago…—Dilequeesunamuchachamuyinteligenteyquesabevestirseelegantemente,
pero…profesaelañoqueviene.—¡Oh!—¡Ah!YcomoSantiagonoañadieramás,Luissofocadoexclamó:—Lo…siento,créemequelosiento.Yonosabía…—Noimporta—cortó.Romeroseapresuróadecir:
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—¿Cómoesqueyonoconozcoatuhermana?Sicreíquenoteníashermanos.—Isabelllegóayernochealavilla.Estáenuncolegiomadrileño.Seeducóallíy
nuncaquisosalirdeél.Papálaobligóesteaño.Dijoquesuhijanoprofesabaantesdeconocer el mundo y la vida. Y aquí está. Pero no adelantamos nada. Isabel tieneverdaderavocación.
Luisfumabaensilencio.Sesentíaviolento.Romeroquisosabermásdetalles, talvezconobjetodeevitar la tirantezquede
prontosurgíaentresusdosamigos.—¿Esquetuspadresnosonpartidariosdequeprofese?—Noloson.Essuúnicahija.—Comprendo.¿Ydicesqueprofesaelañopróximo?—Sí.—¿Ynoestupadrecapazdeevitarlo?—Sí,loes.Peronoquiereforzarlahastaeseextremo.Isabelesdemasiadojoven.
Tieneveinteañosynecesitaelpermisodepapá.Papápusodecondiciónquesalieraesteañodelcolegio.Lohizo,peronoseadelantónada.Noalterna.Isabelsededicaasusrezos,asusrecogimientos,yseráunamonjaperfecta.
—Suponiendoquenoseenamore.—SolocreeenelamordeCristo,Romero.—Losiento,muchacho.—Yo…—tartamudeóLuis—no…noséquédecirte.—Notepreocupes—yesbozandounaforzadasonrisa,añadió—:Cualquieraque
veaamihermanapensaráasí, es lógico.Peroellanoescursi.Loquepasaesqueconsiderapecadoenseñarlaspiernasyelescote.Hasidounalocuraporpartedemispadres,tenerlatantotiempocerradaentremonjas.Sialgúndíamecasoytengohijos,procuraréquemishijasseeduquenamilado.
Nadierespondió.Senotabaenéldolorydecepción.Ysobre todo,unprofundocariñohaciasuúnicahermana.
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—T
II
omaasiento.—¿Quédiablosquieres?
—Yaséquiéneslachica.—¡Bah!Y Diego se tumbó cuan largo era en una turca de la galería. El sol entraba a
raudales.Legustabaaquelsol.Estabacansado.Habíatrasnochadoyregresóacasaalamanecer,yencimaselevantóalasoncedelamañana.
Aúnvestíaelpijamaycalzabachinelas.Fumabauncigarrilloyparecíademalhumor.
—Simehaspedidoqueaveriguara…—Norecuerdoquéchicaera—dijoindiferente—.Veoamuchasalcabodeldía.
—Seincorporóconuncodo—.¿Porquémegustarántantolasmalditasmujeres?—Porqueeresunhombre.—Hay hombres que no dan un paso por una —y riendo añadió—: Yo tengo
demasiadavitalidad.¡Hum!—EsachicasellamaIsabelHeresdeVelasco.—¡Miraquénombremásaristocrático!—Semetemonja.—¿Sí?—¡Perosiaúnnosabesaquéchicamerefiero!Setiródelaturcaybostezó.—Nime interesa—gruñó—.Yaestoyhartode tantahijadeEva.Voyadarme
unaduchafría.Mediahoradespuéssereuníaenlaterrazaconsuhermanoysumadre.—¿Quépuedehacerunhombreenunpueblodeestosunjuevesporlamañana?—Sonlasdos,Diego—reprochólamadre.—¿Lasdos?Diantre,cómocorreeltiempo.—Hasregresadoayeralascuatrodelamadrugada.—¿Sí?¿Estássegura,mamá?¿Nohabrásmiradolasmanillasalrevés?—Diego,noestoyparabromas.—¡Oh, doña Carmen, lo siento!—la besó en el pelo y puso una mano en el
hombrodesuhermano—.¿Vamosatomarelvermut,Luis?—Sieshoradecomer,Diego—advirtióladamacadavezmásenojada.—¡Oh!Notengoapetito.—Deprontosesentójuntoasumadreyleasiólasdos
manosentrelassuyas—.Mamá,¿quéteparecesimefueraalaCostaBrava?—¡No!—Pero,mamá…
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—Mehasprometidopasaresteveranoaquí,descansandodetusgolferías.—Quepalabramásfuerte,mamá—riocachazudo.Luisseestabadivirtiendo.LosdebatesdeDiegoysumadresiempreeranigual.
Pero al final vencía Diego. Claro que aquella vez, Luis veía que no vencería. LaúltimafugadeDiegohabíasidounviajeaItaliaconunacantantedeóperaqueluegose suicidó en un hotel, yDiego estuvo seismeses liado con la justicia. Esto sentócomountiroadoñaCarmen,ydecidióamarrarporunosmesesasuaventurerohijo.Lo estaba consiguiendo, pero Diego empezaba a cansarse de todo. A él con sutemperamento aparentemente apagadito, también le gustaban las juerguecitas, ypuestoqueeraelsecretariodesuhermano,teníaqueseguirlo.
—Vamos a comer—dijo la dama de pronto—y déjate de hacerme arrumacos,Diego.Estavezdistetupalabraytendrásquecumplirla.
Elescritorsuspiró.Cierto,lahabíadadoylacumplíademuymalagana,perolacumplía.
DoñaCarmenpasóanteellos.YLuistocóenelbrazoasuhermano.—¿Nohayjuerga,amigo?—Eresunarata—bramóDiego—.Teocultastraselgraneroycomescuandono
te ven.Aprende a comerdelante de todo elmundo.Despuésdices de los hombresviciosos.Yosoycomosoy,peronololamento.Túeresuntruhánytedoblegas.
—Oye,quenoestoydemalhumor.—Loestoyyo.Ypasóanteélpisandofuerte.
***
Se encontraban en la terraza de la cafetería California. Ante ellos se deslizaba elpaseodemujeresbellas.
Frentealacafeteríasealzabaelcasino,yallítodaslastardes,durantelaestaciónestival,seorganizabanbailes.
DiegoyLuisfumabansendoscigarrillos.Teníanantesídosvermuts.Diegotomóelvasoyapurósucontenidosinquitarlodeloslabios.
—¡Malditasea!—rezongó—.¿Porquémimadreestanincomprensiva?—Tetienemiedo.Nodeseaquetusamantessesuicidenporti.Diegoapretólamanosobreeltablerodelamesa.—Noseastanabsurdocomomadre.Aquellamujersesuicidóporquequiso.—Naturalmente.—Porque quiso a otro hombre y este descubrió que estaba pasándolo bien
conmigo.—¡Ah!—Sinolocrees,allátú.Tedigo…¿Quiénesesa?
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«Esa», era la hermana de Santiago que salía del Rosario en compañía de unadamamuyelegante.Ambassedirigieronaunautoysubieronaél.Ununiformadochóferabriólaportezuelaylacerrótrasellas.
—Esaeslaquetehabléestanoche.Lavisteayersalirdemisa.Lallamastecursi,perodeseastesaberquiénera.
—¿Yquiénes?—Telodijeestamañana.—Norecuerdo—seimpacientó.—EsIsabelHeresdeVelasco.—ComosimedijerasSerafinaPérez.Enbrevespalabras lerefirió loocurridoeldíaanteriorconRomeroySantiago.
DiegoempezóareíryLuissepusomuyserio.—Sicrees—reprochó—queescosadebroma,teequivocas.Amínomeinteresa
quedarmalconSantiago.Esmuchachoexcelente,segúnRomero,yayermetílapata.—Haberlasacadoatiempo—rioDiego—.¿Ydicesquelajovencitacursisemete
monja?—Esohedicho.—Meinteresa la jovencita.¿Cuántoapuestasaquenohaynadadelmonjío tan
prontoyolehable?—Eresunfanfarrón.¿Ysabes,Diego?Avecesmepreguntosieresrealmenteun
hombrefamosoenEspañayfueradeella.—Losoy.—Puesteportascomouncadete.Diego no se molestó en responder. Con gesto aburrido encendió la pipa y
contemplócon losojosentornadosa lasmujeresquepaseabanbajo la terrazade lacafetería.
—Bonitas,¿eh?Ylaschistó.Dosmiraronhaciaarribaysonrieron.—Nomegustan—comentóLuis—.Unaeshijadelboticario.Hueleaaspirina.—Cuandomeduelelacabezameagradalaaspirina.—Sepusoenpie—.Hasta
luego,joven.—Vetealdiablo.Alquedarsoloserepantigóenlabutaca.ViocómoDiegoseaproximabaalasdos
mujeresenplenacalleysealejabaconellasendirecciónalcasino.—Hola,muchacho.Miró.—Siéntate,Romero.—¿Novasalcasino?—Nihablar.Merevientatodaesavulgaridad.—Túeres—apuntóRomero,sentándoseasuladoypidiendoagritosalcamarero
quelesirvieraalinstante—delosquesecasan.
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—Puede.Almenosnoharéelindiocomomihermano.—Tuhermanotienequehacerelindioalgunavez.Esdemasiadasuvidainterior.
Dealgúnmodohadedarsalidaalaválvuladeescape.—Ayertepreguntéporlachicaestrafalariadefaldaslargas.—Nosabíaaquiéntereferías.Nolaconozcoaún.—Losé.Peroalgosabrásdeeso.—Sí.LuegohablamosSantiagoyyo.Esunamuchachaextraña.Tieneunmodo
desermisterioso.Lospadresestánmuydisgustados.—Queladejenhacersemonja,sicomodicen,tienevocaciónparaello.—Es la única hija, y es, según Santiago, noble y además, muy completa
espiritualmente.—Megustaríaconocerladecerca.—¿Y…atuhermano?—¡Bah!—rio—.Diegoesdemasiadodeestemundo,legustaenexcesolacarne.—¿Todoslosescritoressontanaventureroscomotuhermano?Luisrio.—Diegonoesunaventurero.Tú lohasdichoantes.Demasiado temperamento.
Unavidaemocionalextremada.—Vamoshastaelcasino,hombre.Algonosdivertiremos.Sepusoenpie.Eramorenoyteníalosojososcuros.Tanaltoyelegantecomosu
hermano,perosintantodinerocomoél.Yconmenosambicionessensuales.ConocíaalasmujerestantoomásqueDiego,peroselocallaba,loqueledaba
unapersonalidadmáspoderosaquealpropioescritor.
***
Don Carlos Heres estaba preocupado. Y en aquel instante compartía suspreocupacionesconsuesposa.
—Silepresentaranaunmuchachosimpático,Juliana…—Es inútil—susurró la esposa conteniendo las lágrimas—.Meparece,Carlos,
quetendremosqueresignarnosaperderla.—Esabsurdo.—Paraellanoloes.—Esnuestraúnicahija.Noloconsentiré.—Bien.Esperemos.AparecióIsabelenlaterraza.Besóasuspadresysesentófrenteaellosconun
libroentrelasmanos.—Saladarunpaseo,hija—pidióelcaballero.—Haymuchagenteporlascallesaestashoras,papá.—Supongoquenotecomerán.—¡Carlos!
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—Perdona, Juliana.—Ymirando a su hija que no había parpadeado añadió—:Perdonatútambién,Isabel.
—Notepreocupes,papá.—¿Nuncateenfadas?Lajoven,queeraaúnmássumisadeloqueDiegoyLuiscreían,parpadeó.—Procuronohacerlo,papá.—¿Pordeberesdelcielo?—Porqueloconsideronecesario.—¿Quéesloquetúconsiderasnecesarioenlavida?—Muchascosas.—¿Cuáles?—El amor aDios, el amor al prójimo.La vida espiritual perfecta. El deber de
nuestraconcienciaparacontodos.—Osea,nadaterrenalypráctico.—Carlos—reconvinodenuevoladama.Elcaballerogruñó:—Medescomponequemiúnicahijaseatanmonótona.Isabelnohizocomentario.Caraalsol,apretabaellibroentresusdedossindecir
palabra.Sumadrelatocóenelhombro.—Notomesamalloquetedicetupadre.—Notepreocupes,mamá.—Isabel—dijodeprontoelcaballero—,yoquisieraquetecasaras,quetuvieras
hijos…Comprenderíasdespuésloquesignificaparanosotrostuvocación.—Locomprendo,papá.Nonecesitocasarmeparasaberlo.Porsaberloestoyaquí,
convosotros.—¿Por…eso?—Loconsideroundeber.—¿Yte…quedarás?—pidióesperanzado.—Solohastaqueosconvenzáisdequemivocaciónesimperturbable.Ambossuspiraron.Isabelsusurró:—Voyaleerunrato.Esperonomolestaros.—¿Quélibroesese?—LavidadeSantaTeresa.—¡Ah!—Hastaluego.—¿Adóndevas?—Aleerbajolasombradelárbol,papá.—Ve,ve…—rezongó.Ycuandolajovenseperdiótraslosrosales,laesposadijo:—Eresdemasiadosarcásticoparaella,Carlos.—Megustaría—rezongóelesposo—queleyeraunlibrodeMolina.
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—¡Quécosastienes!Seasustaría.—Almenosconoceríalavidatalcomoes.Sedaríacuentadequehayalgomás
interesantequeloshábitosmonjiles.—¡Carlos!—Sí, sí, ya sé que es grande para un padre tener una hija tan pura. Ya lo sé,
Juliana.Peroesoesparaunpadrequetuvieraseisodocehijas,peronoparaunoquesololatieneaella.¡Cuántodaríayoporqueunhombrelaamaraysehicieraamar!
—Meparecequeesonoloverásjamás.—Seguro…—Tienesqueirhaciéndotealaidea…—Porahoranopuedo—gritórotundo,poniéndoseenpie—.Porahoranoyno.
Aúntengoesperanzadequeocurraalgovivoypalpitanteensuvida.ACristotodosleamamos,peronoporesodejamosdeserpersonasnormalesquevivimossobrelatierra.
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P
III
odíasuponersequeeraunencuentrodeliberado,peronoeraasí.DiegopasabaantelaiglesiacuandoviosalirdeellaaIsabelHeresdeVelasco,ysedetuvoen
seco. Evidentemente, él había olvidado a la bella muchacha que quería metersemonja,peroalverlaenaquelinstante,unasúbitacuriosidadloinvadió.
Diegonoerade loshombresque tiemblan tímidosalveraunamujer.Hombremimadoporlafortunayeléxito,jamáshabíatenidounfracasosentimental,ysibiensedecíaqueaquellalindamuchachaseibaahacermonja,consideróquelesharíaunbien a los padres de la joven si le quitaba tales ideas de la cabeza. PorqueDiegojamás había pensado en casarse, ymuchomenos en enamorarse de una joven queteníavocacióndemonja.Peroenaquelpuebloseaburríaylachicaeramuyguapa,yademás…Además—rio para sí— decían que eramediomonja, y él nunca habíatratadoaqueltipodemujer.
Así,pues,seaproximó,lediolasbuenastardesyañadió:—¿Vioustedunperritopekinésporahí?Yella,parpadeante,tímida,repuso:—No…No,señor.—Escolorcanelaytieneuncollarcitorojoconunaestrelladecomandante.—¿Dequé?—Decomandante.Loperdí.¿Austednolegustanlosperritos?—Sí.¡Caray!—pensóDiego—.Decercaerainfinitamentemásbella.¡Quéojos!¡Qué
perfil!¡Quépelo!Hastalaropaquevestía,largayanticuada,norestababellezaasupersona,dadoqueellasuplíalaeleganciadequecarecíansusvestidos.
Diegodecidióseguirlafarsa.—Son los mejores amigos del hombre —continuó Diego, apoyándose en el
bastónquesiempreloacompañabaensuspaseos—.Yomesientoaquímuysolo,ycuandodecidíveranearenestevillorrio,medije:«Tienesquellevarunperro».Ylocompré.Peroahoraloheperdido.
—Losiento,señor.Nolohevisto.—Pues hace un instante se escapó por allí. No conozco estos senderos. ¿Me
acompañausted?—Nopuedo.Y se ruborizó.Diego no estaba habituado a que sus amigas se ruborizasen. Le
gustóaquelrubor.—¿Esusteddeaquí?—preguntócortésmente.—Estoyconmispadres.Adiós,señor.—¡Oh!Nomedejeustedsoloysinmiperro.
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—Nopuedodetenerme.—Seloruego.Estoytandesconcertado…—Losiento,señor.—¿Nome…acompaña?Negó,moviendolacabeza.Diegopensóqueyaestababienporunavez.Pensóasimismo,queeraunapena
queaquellajovencitatuvieravocacióndemonja.Élsiemprecreyóqueunamonjaeraunamujerfea.Eraabsurdopensareso,puestoqueconocíalobastantealmundoparano ignorarlo; pero tanto lemolestaba que aquella bellísimamuchacha se encerraraentrecuatroparedes,quedecidiópresentarseanteellacomounmístico,parapoderhablarleyserescuchado.
—Rezaréelrosario—dijo—.Talvezalasalidamiperritovengaamí.—Adiós,señor.—Adiós.MellamoLuis.Ellaseruborizóotravez,ysealejóapretandobajoelbrazoeldevocionario,sin
decirlenada.AquellanocheledecíaDiegoasuhermano:—Hehabladoconella.—¿Conquién?—preguntóLuis,levantandolavistadelperiódicoqueleía.Diegosederrumbóenunabutaca,extendiólaspiernassobrelamesadecentroy
trasencenderlapipa,exclamó:—Conlamonjita.Luisalzósedehombros.—¡Quéganasdeperdereltiempo,Diego!Pareceimposible—añadióreflexivo—
queescribasesoslibrostanmagníficosyanteelsexodébilteconviertasenunfósil.Diegoarrugólafrente.Reflexionaba.Deprontoseechóareírymurmurócomo
parasí:—Esoescierto.Adoroal sexodébil,quepor lo regularnoesnadadébil.—Se
sentó,yquitándoselapipadelaboca,añadió—:Tevoyadecirunacosa,Luis,quetalvezignoras.Aloscatorceañosconocídeverasalamujer.Empecémuypronto.Yaescribíaversosyeraloquesediceunadorablesentimental.Yoteaseguroqueenaquellaépocacreíaenelamoryenlasmujeres.—Volvióatirarsehaciaatrásysinquitarse la pipa de la boca, prosiguió roncamente—: Ahora no creo en nada. Megustaría—concluyógraveyseriamente—hallarunasolamujerquepudierasacarmedeesteestado.
—Nuncamehablastedeesemodo—dijoLuisunpocoextrañado.—Nisoyvoluble—apuntómordaz—nisoydébil;vivo,esoúnicamente.Yme
complacehacerunamáscarademirostroyuncarnavaldemivida.¿Merecelapenatomarenserionuestraexistencia?Nolocreo.Unicamentemispersonajessonseresconscientes y reales. ¿Qué te parece el contraste? La vida es una comedia o unaparodiadivertida.Yyo,ytú,ytantosotroshombresinterpretamosesacomedia.Unos
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mejor y otros peor.Unos conprovechopropioyotros con el ajeno.Yo soyde losprimeros.
***
Lloviznaba.EnaquellapartedelnortedeEspaña,enclavadoelpuebloenlamismacarretera,eranfrecuenteslaslluviashastaenplenomesdejulio.
Diegonollevababastón,peroempuñabaunparaguas,yalllegaralpórticodelaiglesiacerróelparaguasyencendiólapipa,al tiempodeapoyarsenegligentementeenunacolumna.
Yallíestaba,fumandofilosóficamente,pensandoalmismotiemposimerecíalapenaestarallí…¿Québuscaba?Nolosabía.Curiosidadosimpledeseodeperturbarlapazespiritualdeunamuchachaque,siendocomotodas,pretendíaserdiferente.
SeabriólapuertadelaiglesiayaparecióIsabelHeresdeVelasco,conlamantillaenlacabezayellibrodeoracionesbajoelbrazo.Vestíaunabrigodeentretiempoquele llegabamásabajode la rodilla, sinestéticaalguna,perono restabaencantoa supersona.Indudablemente,IsabelHeresdeVelascoeraunamuchachabellaporquesí;una belleza natural, que no apagaba físicamente su feo y anticuado vestido ni suszapatosbajos.
—Buenastardes,señorita—saludóDiegoamablemente.Ella,quenoesperabaverdenuevoaldesconocido,sedetuvoensecoyseagitó.—Buenas…Buenastardes.—Todavíanoencontréamiperro.—¿No?—preguntócomodistraída.—Ylosientodeveras.Eslailusiónmásgrandedemivida.Cuandounonotiene
otrasilusiones…Isabelnodeseabahablarconloshombres,niconaquel,aunqueparecieratanfino,
tandelicadoymístico.PeroDiegonolapermitióalejarse.Abrióelparaguas,sedetuvofrenteaella,y
conairecasiinfantillainvitó:—Llueve.Hagaelfavorderefugiarsebajomiparaguas.—No.No,señor.—Seloruego.Nopuedeirustedmojándosehastasucasa.—Estoyhabituada.Megustalalluvia.—¿Desdeñamicompañía?—No—dijoellabajo,casisofocada—.Peroleagradeceréquemedejeirsola.—Nopuedoconsentirlo.Parecía inquieta, y Diego se asombró de que se pusiera tan nerviosa para
rechazarlo.Entoncesellasedetuvo,lomiróconsusojazosinmensosydijobajo:—Nopuedocaminarporlacallejuntoaunhombre.
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—¿No?—exclamóDiegoponiendocaradeasombro—.¿Yporqué?¿Nose lopermitesunovio?
—No…Notengonovio.—Esposo.¡Oh!Sentiríahaberlamolestado.—Nomehamolestadousted.—Puespermítameacompañarla.Isabeldenegópordosveces,ypresurosasealejócalleabajo.Diegoesbozóuna
sonrisa,peronolasiguió.Sedirigióalcasinoybailó todoel restode la tarde.AllívioaSantiagoHeres,
peronoledijoqueacababadehablarconsuhermana.Por la nocheDiego escribió unos versos, y tras de leerlos se los alargó aLuis
comentando:—Fíjate,estepoemamelo inspiróunamujerdeestemundo.Yesteotromelo
inspiróunamujerdeotro.—¿Dosmuchachas?—Dosvidas,dossendas,dostemperamentosydossentimientos.Luisselosdevolvió.—Son—dijomordaz—elexponentevivodetuánimo.Estáshechopolvo.—Y
comosirecordaraenaquelinstante,preguntó—:¿HasvistoaIsabelHeres?—Naturalmente. Cada hora que pasa la encuentro más bella y más personal.
¿Sabes,Luis?—rioflemático—.Voyatentarla.—YSantiagoterompelacrisma.—Otalvezmeloagradezca,porquesiIsabelrespondea la tentación,noseirá
monja.Ysegúntengoentendido,túmismomelohasdicho,tantosuspadrescomosuhermanonodeseanqueseencierreenunconventoparaelrestodesuvida.
—Megustaría—sentencióLuis—queteenamoraras.—¿Sí? ¿Lo dices tú solo? No, porque yo lo anhelo fieramente. Fíjate en esto.
Hace seis años queme dedico a escribir.Hace seis años que trato el amor enmislibrosylasmujeresseenamorandemishombres,yloshombresdemismujeres.Yyo, infeliz de mí, envuelto en esa fama y en la fortuna, y no soy capaz deenamorarme.
Luisloenvolvióenunasarcásticamirada.—Tú —dijo guasonamente— no te enamorarás jamás. Empezaste demasiado
jovenacomprarelamor.¿Cuántotecostóelprimerbeso?—Uncaramelo—rioDiegotranquilamente.—¿Yelúltimo?—Undisgusto,unabrigodevisónyunadeclaraciónjudicial.
***
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Isabelestabainquieta.Hacíadossemanasquetodaslastardes,alsalirdelaiglesia,seencontraba con aquel desconocido, y la verdad, consideraba que ella no podíacontinuar deteniéndose a su lado. Iría a la iglesia a otra hora. A ella, dada suvocación, y la tenía bien arraigada, no le estaba permitido hablar con un hombre.Además ella no sabía hablar con los hombres, ni los comprendía ni sería nuncacomprendida.
Así,pues,decidióiralaiglesiaporlasmañanas,osea,unavezoídalamisasequedaríaunahoramás,yluegoyanovolveríaasalirdecasa.
Elhombre(sabíasunombreperoignorabaquiénera)aúnnohabíaencontradoasuperropekinés.Todaslas tardesleexplicabacómoeraaquelperro,elcolordesupeloy suscaracterísticas.Y la tardeanterior sediocuentadequeelhombrehabíapintadoasuperrodevarioscolores.Conlocualdemostrabaqueestabamintiendo.
—¿Nosalesestatarde?—lepreguntósupadre,apareciendotrasellaenlaterraza.Sesobresaltó.—No.—¿Nialaiglesia?—No,papá.—Bien,bien.Tuhermanoacabadellamarporteléfono.Dicequevienehaciaacá
consusamigos.Isabelsepusorápidamenteenpie.—Yo…—dijosofocada—.Yonoestaré.DonCarlosHereslepusounamanoenelhombroylaimpulsódenuevohaciael
sillóndemimbre.—Nocreoquetecoman.—Papá…—Nomemiresconesosojos,Isa.Estoydecididoaquealternes,aqueconozcas
hombres,quenuncaloshasconocido.—Yonopuedo.—Claroquepodrás.—Yásperamenteindicó—:Teobligoyo.¿Meentiendes?Si
unavezconocidosesoshombres,aquienesdarásconversación,siguesmanteniendotuvocación,nomeopondré.Esmás,yomismoteacompañaréalconvento.
—Papá…—Lodicho,Isabel.—¿Quépasa?—preguntólamadreapareciendotrassuesposo.—Mamá—saltólajoven,angustiada—,papápretendequealterneconlosamigos
deSantiago.—Eslógico.—Nopuedo,mamá.Nopuedo…—¡Esta niña es idiota! —bramó el caballero furiosamente—. ¿Quién te lo
impide?¿CreesqueelSeñorapruebatuparecer,tumododepensar?Metersemonja
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lo hace cualquiera; lo que no hace cualquiera es vivir en este mundo, entre losplaceresdelavida,ycerrarseluegoenunconventoparaelrestodesusdías.
—Espera, Carlos—susurró lamujer—.Creo que voy a hablarle yo…Tal veztengamenosgenioquetú,yencambiomáspaciencia.
El caballero dio la vuelta y se alejó a grandes pasos, rezongando algo entredientes.
EntoncesdoñaJulianasesentófrenteasuhijaylehablódeestemodo:—Ni tu padre ni yo nos oponemos a tu vocación. Es más, ambos estamos
dispuestosallevartealconventoafinalesdeverano.Peroantestendrásquesaborearelplacerdelavidaquetupadremencionóyquetúdesconoces.Nopecasporello,hijamía.ConocerásalosamigosdeSantiago,asusamigasyalternarásconellos;ysipeseatodoesto,afinalesdeveranosiguessintiendoesaarraigadavocación,nosotrosnotepondremosobjeciones.
—Nopuedo,mamá.—¿Tienesmiedo,Isabel?—Noquierosentirsobremílatentacióndelmundo.—Tienesquesentirlaysaberhuirdeella.Deotromodonuncaserásunabuena
monja.—Mamá…—Escucha,hijamía—susurróconternura—;tehasinternadomuyjoven.Tehas
habituadoaaquellavida,desconocespor tanto lospeligrosaqueestáexpuestaunamujer.Paratilaexistenciafueunasucesióndecosasbuenas.Puesno,Isabel,notodoes bueno, sencillo y noble en la vida. Y tú tendrás que verlo y palparlo antes deprofesardefinitivamente.
Isabelbajólacabeza.—Es—dijoladama,observandosuindecisión—loquetupadreyyoponemos
de condición. Te aseguro que con mucho gusto te acompañaremos luego siobservamosquelosplaceresdelavida,lejosdecomplacerte,tedesagradan.
—¡Medesagradan!—exclamóconcalor.—Losdesconoces.Deestohablaremosnuevamentedentrodeunosmeses.
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E
IV
staba como asustada. Sentada en un rincón, miraba como ausente cuanto larodeaba. Las chicas muy elegantes, pintadas exageradamente, muy bien
vestidas,hablandotodasalavez.Loshombresmuydesenvueltos,alegres,hablabanyreíanfuertemente…Ycuandoempezaronabailar,Isabelseencontrófueradelugarehizointencióndeponerseenpieyhuir,peroalguiensesentódeprontoasuladoyledijo:
—¿Noteagradaesteambiente?Parpadeó.LuisMolinalacontemplómuydecercayellavolvióaparpadear.—Isabel,mellamoLuis…EllarecordóqueconocíaaotroLuis,perodesconocíasuapellido.Noimportaba
nadadeeso.Ahorateníaquecontestaraaquelmuchachodeojososcurosquesonreíaafablemente.
—Nomeagrada—dijo—.No,señor.—¿Nometratasdetú?—No…estoyhabituada.—Locomprendo.¿Nosabesbailar?—No.—¿Noquieresaprender?—No.—Isabel, nomemires comoaunenemigo.Megustaría ser tu amigo, tumejor
amigo.Isabelnodeseabaamistadesmasculinas.Norespondió.—Megustaríadarunpaseoporelparque.¿Meacompañas?—No.—Eres…muyfría.—Yasabeusted,comotodossusamigos,puestoqueselodiríamihermano,que
tengovocaciónreligiosa.—Ciertamente,sí—admitióconunabrevecabezadita—.Losabemostodos.—Entonces…¿Porquénomedejanenpaz?—Erestan…tanbonita.—¡Señor!—Perdona. No acostumbro a piropear a las chicas solo por placer… Tú eres
extraordinariamente bella, y me duele…, sí, me duele que te cierres entre cuatroparedes.
—Cadaunobuscalafelicidaddondemejorcreehallarla.—Es cierto. Pero yo no creo que tú la halles en un convento. Y perdona mi
intromisión.
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Norespondió.AlguienreclamóaLuis,yestesealejótrasdeinclinarbrevementelacabeza.Se
leaproximóotrohombre,estemorenoconhebrasdeplataenlacabeza.—Hola,Isabel.—Hola.—MellamoRomero.Norespondió.—¿Puedosentarmeatulado?—Puede.—Noquisieraestorbarte.Laestorbabayerademasiadosencillaparamentir.CallóyRomeronosesentó.—Megustaría—dijoéldepronto—queteagradaraesteambiente.—Nomeagrada.—Ya.—Nosemolesteenentretenerme—dijoellasuavemente—.Nomeentretendría
pormuchoqueselopropusiera.—Loséylosiento.Sealejódecepcionado,yenseguidaseaproximósuhermano.—Isabel—reprochó—,teestásportandoindelicadamente.Esabsurdatuactitud.
Puedesserreligiosaysaberalternar.Ylopeordetodoesquesabes,peronoquieresdemostrarlo.
—Debistedisuadirapapá.Yasabesquenadielograráalterarmivocación.—Nosabes—gruñóSantiago—loqueyodaríaporqueteenamoraras.—Yaloestoy.—DeCristoloestamostodos.Peropuestoquesomoshumanosyestamosenla
vidayvivimos,justoylógicoesqueamemosasereshumanos.—Cadaunopiensaasumodo.—Pues tú—seenfureció—tienesunmododepensarextraño, impropiodeuna
jovendeveinteaños.—Diviértete,Santi.Ynonosenfademos.Yonoacostumbroaenfadarme.—¿Sabes lo que pienso?—se irritó—.Estás haciendo un papel.Y te advierto,
paraquenotellamesaengaño,quetupapelgustaaloshombres.—¡Santiago!—Somos tan idiotas que nos gustan las chicas como tú. Tendrás que luchar
muchoconlastentacionesdelavidaantesdemeterteenelconvento.Nocreasqueestasreunionesvanaacabar.Tendránlugartodoslosdías.Ynomequedaréasí,coneste grupo de amigos tan solo.Había pensado traer al golfomayor de la creación.Peromeesantipáticoynoloinvitaré.
—Mañananoacudiréalaterraza.—Esolodirápapá.
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***
Papá estaba furioso.Su esposa tratabade calmarle, peronada conseguía.Santiago,sentado en un rincón del salón, oía y fumaba, y de vez en cuando miraba a suhermana,quemuyquieta,escuchabacuantosupadredecía,sinabrirloslabios.
—Fíjatebienenesto,Isabel.Ynoloolvides,porquesitienesverdaderavocacióntendrásquehacerloqueyotepida.—Tomóasientoyañadió—:Nomeopongoatuvocación.Seríaunpecadoyyosoyunhombrecristiano,sibienpecadorcomotodoserhumano.Sepuedeserbuenoyhonradoenlavida,sinnecesidaddeinternarseenun convento. No es de cristianos admitir tajantemente una vocación que no fueprobada.Yo,enmimocedad,queríaserjesuíta.¿Ysabesporqué?Porquemegustabacómohablabanaquelloshombresquedesdeunpúlpitodominabanmultitudes.Selodijeamipadre,yestemecogióporunbrazo,me llevóaunasalade fiestasymedijo: «Baila, conoce mujeres, paladea el placer de la vida, y después… vuelve averme.Megustaríaque fueras jesuita,perounbuen jesuita:»Nunca fuiaveramipadre para hablarle demi vocación. Y entonces, al transcurrir del tiempo, cuandotuvenoviaypensécasarme,mipadreme llamóa sudespachoymedijo:«Carlos,¿qué hay de tu vocación?». «Voy a casarme»—le dije—. «Perfectamente. Pero séque tan bueno se puede ser en los brazos de una esposa como bajo los hábitosreligiosos. En todas partes se puede hacer el apostolado». ¿Comprendes ahora porqué tratodedemostrartequenomeopongoa tuvocación?Loquedeseoesque teportes comouna jovendesenvuelta.Nohuyasde loshombres.Conócelos, trátalos,obsérvalos. Y después, solo después, sabremos si tu vocación es sincera o unespejismo.Puedesserunabuenamadredefamilia,unabuenaesposayganarelcielo.Tambiénpuedessermonjaeiralinfierno.Elcielooelinfiernonosealcanzansolocon vestir un hábito. Ese hábito tiene que llevarlo el alma, y tú aún ignoras si lapuedesrecubrirconesehábito.
Calló.Nadieinterrumpiósusilencio.—Isabel, mañana irás a la ciudad con tu madre y te comprarás un equipo
femenino. Tirarás esos trapos absurdos, calzarás zapatos de tacón y te pintarás loslabios.
—¡No!—gritósinpodersecontener.Tantosuspadrescomosuhermanolamiraronasombrados.—¿Loves?—observó el caballero con pesar—.No se trata de que no puedas.
Hayalgomás.Esquetienesmiedo.Tienesmiedoaquetuvocaciónsedesvanezca.¿Ysabesporqué?Porquenoexistetalvocación.
Isabelrompióallorar.DoñaJulianavaciló,peroalfinfuehaciaellaylepusounamanoenelhombro.
—Isabel—susurró quedamente—, no existe otro hombre que hable conmayorclaridadasuhija.Notemas,Isabel,hijamía.Situvocaciónesfirme,tenlaseguridad
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dequesaldrásinconmovibledelaprueba.Sinoloes,esmejoratajaratiempo.—Loes,mamá.Loes.—Hasdeprobarlo.Hasdedemostrar—adujodonCarlosfirmemente—quelos
equivocadossomosnosotros.Peroquenovuelvaaverteenunrincónde la terrazacuandolosdemássedivierten.
—Papá…—Soloasí—cortóelcaballero—darémiconsentimiento.Yteaseguroqueserá
un orgullo paramí quemi hija seamonja. ¿Me entiendes? Y solo sabré que eresbuena, cuandoyo te acompañe,despuésdehaber comprobadoque losplaceresdelmundonoteagradaron.—Miróasuhijo—.MañanaenseñarásabailaraIsabel.Túytusamigoslaenseñaréis.
—¡Oh,no!¡No!Ysetapóelrostroconlasmanos,sollozando.Entonces don Carlos fue hacia ella, se sentó a su lado, y tomando la mano
femeninaentrelassuyasledijopersuasivo:—Voyareferirteunpasajedemivida.Escortoynotecansará.Cuandolaguerra
ennuestranación,yofuiunmarinodeguerra.Eraalférez,ymesentíamuyorgullosodemisgalas.Luchésiempreconelpechodescubierto,ymitemeridadlapaguéconsangre.Fui llevadoaunhospital.Habíamujeres.Cuandofinalizólaguerra,yoaúnestabaenelhospital.Seorganizóunafiesta.Yrecuerdomuybienqueunamonjita,yamayor,andaluzaymuycariñosa,porcierto,puessiempreteníaunafraseafectuosaparatodos,diounospasosdebaileflamenco.Cuandolepreguntaronsisabíabailar,dijo que sabía todo lo que cualquier mujer particular. Y recuerdo muy bien suspalabras:«Mipadrequisoqueconocieraelmundoantesdédarmesuconsentimiento.Mivocaciónnosealteróporello».¿Comprendes,Isabel?¿Tedascuentade loquepretendodeti?
Alfinellaalzólacabezayasintióconunlevemovimiento.—Todosloshombresdeseamoslomejorparanuestroshijos—añadióelcaballero
—.Si tu felicidad es un convento,me sentiré orgulloso. Pero si tu felicidad es unhogarehijos,deigualmodomesentiréorgulloso.Peroanteshasdedemostrarmequelosplaceresdelmundonoalteranparanadatuvocación.¿Estásdispuesta,Isabel,acomprenderatuspadresyalmismoDios?Porquenocreasqueestotelopidoparaquecaigasenlatentación.TelopideDiosmismoparaconocertemejoryprobarte,yadmitirteensusenoconlosbrazosabiertos.
—Sí,papá.Ahora…—susurró—.Ahoratecomprendí.—Gracias,hijamía.
***
Una doncella y lamisma doña Juliana la vistieron. Isabel no semiró al espejo enningún momento. Sobre el lecho había cajas, vestidos, zapatos… Todo lo habían
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adquiridoenunacasademodasenlacapitalpróxima.Habíasidoundíaagotador.Asu madre todo le parecía poco para ella. Y don Carlos entró en una joyería y lecompróunbonitobrazaletedeoroconunasmonedasextranjerascolgantes.
Yyaestabatodoallí,yladoncella,conayudadesuseñora,procedíaavestirla,ycuandoIsabelestuvopeinada,calzada,pintadayvestida,ambasmujeres,doncellayseñora,seagitaronyexclamaroncasialavez:
—¡Extraordinaria!Entonces Isabel se miró al espejo y se quedó muda, absorta, ante su propia
imagen.—¡Mamá…!—Erestú,hijamía.—Tengomiedo.—¿Miedo?—Demímisma.—¿De…timisma?¿Porqué?—Paramí—confesó con acento ahogado— todo tendrá un colorido diferente.
Tengomiedo,mamá,dequemivocaciónvacile,dequeunhombremeagradeydequedespués…vuelvaasentirlallamada.
—¿Quéllamada?—Demivocación.—No, querida. El amor de un hombre es lo bastante definitivo y grande para
llenar la vidadeunamujer.Si tienesverdaderavocaciónno seráunhombre, ni elamordeeste,suficienteparahacertedesistir.Perosiamasytecasas,yoteaseguroque serás una buena esposa, y una buena madre, pero nunca una buena monja.Mírate,Isabel.Mirayobservatupropiaimagen.
—No…Nosoyyo—susurró—.Poresomedamiedo.Porquedeprontosientoenmí…comosifueraunserdiferente.
—Silosientesahora,esquesiempreexistió.Ysiexistió,esquejamáshastenidovocación.Ven,querida.Queteveatupadre.Vamosatomarelaperitivoenlaterraza.
—Medavergüenzasalirasí.Estoquemehaspuestoenloslabios…esmolesto.—Quítatelo.Aesonopuedoobligarte.Loquitóconunpañueloysesintiómástranquila.—Lapintura—dijoladama—nohacealamujer.Vamos,Isa,queridamía.Alverlas aparecer, donCarlosquedó suspenso.Luego fue levantándosepocoa
pocoyalfinexclamó:—Estabellezaestabaoculta.Isabelseruborizó.—Toma asiento, hija mía—y cuando estuvo sentada junto a él, añadió—: El
vestidonohacealapersona,Isabel.Situalmaestáporencimadelasvanidadesdelavida,teelevarás,vayascomovayasvestida.Esloqueyodeseosaberdeti.Loquetúmismaignorasaún.
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—Sí,papá.—Tendrásquecharlarconlosmuchachos.Tendrásamigas,saldrásconellas.Solo
asíteconvencerásatimisma.Soloasí,Isabel.Mecomprendes,¿verdad?—Creo…Creoquesí.—¿Yestásdispuestaasometertealaprueba?—Sí—balbuceó—.Perosolohastafinalesdeverano.—Deacuerdo.Peronoseráunapruebaamedias.—Escucha,papá.Estamañana,antesdesalirconmamá,fuiaconfesar…—¡Ah!—ElpadreAnselmomehabló…comomehablastetú.—El padre Anselmo es un hombre humano y razonador. Debajo de la sotana
existeelhombre.
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V
iego estaba aburrido, y firmementedecidido amarchardeviaje.Tendría queenfrentarseconsumadre,peroélnoeraunniño,paraadaptarsealosgustosde
sumadre.Se internaba por la plaza sacudiendo su bastón de bambú, y pensando en esto.
Allínohabíaambiente.FiestasencasadelosHeres…Tonterías.SelodijoLuis lanoche anterior. ¡Luis! Era un cretino, su hermano. Él era un pecador y ledesagradaban las jovencitas con ganas de pescar marido que acudían a aquellasreuniones en una terraza familiar. No, por mil demonios. Él no iría. Tampoco lehabíaninvitado.¡Mejor!Élserio.«¿ParaveralamísticadeIsabelconaquellasropasestrafalariasyaquelloszapatosdealdeana?».
—Esbellísima—adujoLuis.—Deacuerdo.Esolohevistohacedosdías,peroestontaderemate.—¿Hasvueltoaverlaenlaiglesia?—No.Parecequemetienemiedo.Haceunasemanaquenovaalaiglesiaporla
tarde,yyomecansédebuscarunperro.—Eresdemasiadoimaginativo—adujoLuis.—Asímeenseñaronaserlaspropiasmujeres.Cuandoconozcaaunaquecambie
mimododepensar,mecasoconellaylahagofeliz.Luisseechóareír,yélsefuealacama.Yahoraqueeramediatarde,sepaseaba
aburridoporlaplaza,cuandoseviodeprontoanteelpórticodelaiglesia.Eraaquelunlugartranquiloparadescansarypensarensuscosas.
Él pensabamucho, aunque los demás creyeran que era un tarambana.Por algoescribía.Teníaquedarsalidaasuintensavidainterior.Unavidadiferenteasupropiapersona.
PensódesúbitoensuscorreríasenMadrid.¡DeMadridalcielo!Verdaderamenteeraasí.Élnoeraunsanto,ylegustabalavidaagitada.Perotodocansa.Élestabaunpococansadode todo.Perodeseaba salir de aquel agujero. ¡Unpueblo!Es lomásaburridoqueexiste.Unpueblocargadodeprejuicios,dondelaschicasaunqueseanmonasyapeteciblessontabúparaloshombresque,comoél,buscanelplacerenlavidacontinuamente.
Detuvo bruscamente sus pensamientos. Se abría la puerta de la iglesia y unamuchacharubiaypreciosa,joven,salíaquitándoselamantilla.Diegoestuvoapuntodesaltardelaimpresión.¿IsabelHeresdeVelasco?
—¡Muchacha!—exclamósinpodersecontener,altiempodeponerseenpieeirhaciaellamuydespacio—.¡Quéextraordinariaimpresiónmehascausado!
—Hola—saludóellatímidamente—.¿Encontróelpekinés?—¿El…?
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—Elperro.—¡Ah!¡Oh!Sí,sí,yalotengoencasa.—Buenastardes,Luis.—Espera, espera… ¿No puedo acompañarte? ¿O no puedes tú sentarte un rato
sobreestapiedra?Nohaylugarmástranquiloentodoelpueblo.Isabel,pensóen losconsejosdelseñorcuraydesupadre…«Enfréntatecon la
vidaylastentaciones.Soloasíteconocerásatimisma.Tuvocaciónylaresistenciadeesta».
Dobló la mantilla y se aproximó al sitio que Luis indicaba. Uno junto a otro.Diego(peseallamarseLuisparaella),metióelbastónentrelasrodillasyporprimeravezensuvidanosupocómoempezarunaconversacióninteresante,queretuvieraaaquellajovenjuntoaél.
—¿Dóndeencontróasuperro?—¿Cómo?—Superro.—¡Ah, sí! Lo encontré entre los arbustos. Le tengo amor a mi perro. ¿Tú no
tienesperro?—No.—¿Niamoranadie?—Amispadres—seruborizó—,amihermano…—¿Aloshombresno?—No.—Esbonitoelamor.Ella enrojeció. No sabía dónde meter las manos. Diego pensó que eran muy
bonitas.Extraordinariamentebonitas.
***
—¿Nuncahasestadoenamorada?—Nunca.—¿Nomepreguntassiloestuveyo?Volvióaruborizarse.—Dímelosiquieres,aunque…—¿Aunque?—Notengomuchointerésensaberlo.—¿Noerescuriosa?—No.—Todaslasmujeresloson.—Puesnovayasapensarquedeseoparecerunamujerexcepcional.—¿Porqué?—Lacuriosidad…¿Agradaaloshombres?
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—Todo loquehaceunamujerquenosgusta, agradaalhombre.Encambionoagradanadadeunamujerquenogusta.
—¡Ah!—¿No…sabíaseso?—Sémuypocodetodo.—¿De…todo?—De las cosas de los hombres y las mujeres. —Se aturdió bajo la mirada
masculina.—¿Ynotegustasaber?—No.Diegoseasombró.Deprontodijo:—¿Vas…ameterteamonja?Poruninstanteellaseagitó.Diríasequelamolestabadescubrirsusecreto,pero
inmediatamenterecordólosconsejosdesupadreydelseñorcura,yalfinrespondiómuydespacio:
—Sí.—¿Estásseguradetuvocación?—Sí.—Esunalástima,Isabel.—¿Porqué?—Porque eres muy bella—y bajando la voz añadió—: Demasiado bella para
cubrirtubellezaconunhábito.—Soloelalmaesbella.—¿Latuya?—Ladequienlaconservapura.—Yo—rioDiegocampanudo—soyundemonio.¿Notelodijenunca?—No.—Pueslosoy.—Bastaqueloreconozcaparanoserlo.—¿Esquelosdefectosquesereconocennoexisten?—Semenguan.—Sabesdemasiadodeesascosas.Yo,laverdad,sémuypoco.—¿Quéhacesenlavida?—Vivirla.¿Teparecepoco?—Segúncómolavivas.—Notengovocacióndecura,Isabel—adujocachazudo—.Lavivo,pues,como
lavivenlaspersonasquenotienenmuchasvirtudes.—Tehacespeordeloqueeres.—Alcontrario.Antetuspurosojosmehagomejordeloquesoyenrealidad.Ellaconsultóelrelojysepusoenpie.
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—Tengoquemarcharme.—Ydepronto,concuriosidadinfantilquehizosonreíra Diego preguntó—: ¿Cómo es que tú no acudes a las reuniones que ofrece mihermanoennuestracasa?
—Teacompañoun ratohasta laplaza,pues sivoymásallá lascomadresdiránquesoyeldemonioquerobaunalmaqueperteneceaDios.
Ella enrojeció. Aquel hombre era demasiado fuerte temperamentálmente paraella,queeratodolocontrario.Peroaunasípermitióquelaacompañara.
—No voy a tu casa —dijo él tras un silencio—, porque no me gustan esasreuniones.
—Ereshombremundano.—Poresomismo.Porserdemasiadomundano,detestolasreunionesfamiliares,
dondeabrazaraunachicaespecado.Yamí,Isabel,perdonaquetelodigacontantaclaridad,megustaabrazaralaschicas.
—¡Oh!—Nomeconsideresunogroniunpecadorredomado.Júzgamebenignamentey
piensaquesoysolounservivoyvigorosoyquejamássentíelamor.Ellapareciócompadecerlo.Pensabaenaquelinstantequemuchoibaatenerque
rezar aquella nochepara queDios olvidara aquella conversación terrenal, tan pocoacordeconsumododeser.
—Siabrazasalaschicas,ytegustan—preguntóinocentemente—,¿cómoesquenuncasentisteelamor?
—Haymásclasesdeamores.—¿Varias?—ylomiródesconcertada.—Varias, sí.Mañana,enelpórticode la iglesia te loexplicaré.Hoynodoyun
pasomás.—¿Tampocoirásacasa?—No.Tuhermanonometienemuchasimpatía.—¿No?¿Yporqué?—Yaloiráscomprendiendo.—¿Quéhaces?—¿Dónde?—Aquí,enelpueblo.—Vegetar.—Nomerefieroaeso.Diegosoltólarisa.UnarisabroncayfeaquedesagradóaIsabel,peronolodijo.—Descanso de mis fatigas, Isabel. De mis muchas fatigas espirituales y
materiales.Haselegidounmalamigoparaprobartuvocación,porqueesesoloqueestáshaciendo.
—Sí,eseso.Peronomeexplicoporquélohasadivinado.—El ser humano es paramí como unamanzana recién cogida.Hastamañana,
Isabel.
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—Hastamañana.Diegolavioalejarse,yalzósedehombros.Muycorrecta,muybonita,perocon
unavocacióndemasiadoarraigada.Noeraélnadiepararobarunalmaalcielo.Élnoera un santo, desde luego, pero tampoco un ladrón de virtudes como aquella.Unavirtuddemasiadoinabordable.
***
—¿Novienes?—No.—Yocreoqueiréhoytansolo.Medescomponeesamísticamonjita.—Tellevarásunasorpresa.—¿Unaqué?—Sorpresa.—¡Ah!¿Nopuedesexplicartemejor?—Porlanoche—rioDiego,burlón—,teaseguroquevasaquedarbizco.—Diablo,meintrigas.—MepreguntoquéseproponeSantiago.¿Casarasuhermana?—Seproponentodosquitarleesaideadelacabeza.—Noselaquitaránellos.—¿Acasotú?—¡Puede!—Eresunvanidoso.—Vete,vete.Aturegresomecontarásloquepasóallí.¿Notefijas?Santiagono
meinvitó.—Tetienemiedo.—Pues tal vez soy el único que puede atraer a estemundo a lamonada de su
hermana.Peronoimporta.Nomeinteresanesasreuniones.Espero,además,queseacabenpronto.
—Empezaronayer.—Poresomismo.—Estásdeunmisterioabsurdo.—Quetediviertas.Setendióenunahamacadeljardínysepasólosbrazosbajolanuca,hastaque
Luisreapareciódenuevo.—¡Chico!—exclamódejándosecaerfrenteaél—.Vengoasustado.—¿Sí?—¿Túquésabías?—gritóLuis—.¿Dóndelahasvisto?—¿Quéimporta?Dime,hermano—rioburlón—;¿bailóytodo?—Nosabe.Peroyoestuveenseñándola.—¡Quélisto!
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—Diego…—sepasólosdedosporlafrente—.¿Sabesquevoyaenamorarmedeella?
—¡Elcándido!—Burlasno,Diego.Estoyhablandoenserio.—Mealegraréqueteenamores.Esbonitoelamor.¿Nolehasdadounalección
amatoria?¿Notehadichoqueconocíaaotrohombre?—Nomedijonadadeeso.Peroya tedigoqueesguapísimayquesicontinúo
enseñándolaabailar…—DileaSantiagoquemeinvite.—Noloharé.Todosteconocendemasiado.—¿Pormislibros?—PortusgolferíasfemenilesdeMadrid.LodeItalianoloignoranadie.—Esafuelamáspropagandística.Yreíatranquilamente.Luislodejóporimposible,yalanoche,cuandosereunieronconsumadreenel
comedor,Diegoespetódepronto:—Elquincedelpróximomesmemarcho,mamá.Ladamaseintranquilizó.—¿Quédices?Hasprometidonosalirdeaquíentodoelverano.—Yquememueradeaburrimiento.—Bastantetediviertesenelinvierno—adujoladama,dolida.—Mamá—riotranquilamenteDiego—,notengotemaparamilibro.Ytengoque
presentarloaleditorparafinalesdeverano.—Yaloencontrarásentusrecuerdos—gritóladama—.Mehasdadotupalabray
lacumplirás.—Deacuerdo—gritó—.Lacumpliré.Perosimareoaunamonja,teaguantascon
elescándalo.Luissecreció,yladamalomiródesconcertada.—Sihaceseso—exclamóLuis—,selodiréaSantiago.—Silodices,queridohermano,terompolasnaricesynotendrásmásnaricesen
tuvida.Diciendolocual,tirólaservilletasobrelamesayponiéndoseenpiedesapareció
delcomedor,trasderrumbarlasilla.—¿Quélepasa,Luis?—Noséporquénolodejasmarchar.—Yasabesquesiquierelohará.—No,mientras túno ledevuelvas lapalabraque tedio.Seráun libertinoyun
genioyungolfo,perotienedignidaddecaballeroypalabraderey.—Mucholeadmiramoslosdos,hijomío—sedolióladama.—Esdignodeadmiración,peroletengomiedo.—¿Quédijodeunamonja?Esmuycapazdeescalarunconvento.
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—Elconventolotieneaquí—gritóLuissindarexplicaciones.Ybesandoasumadreenelpelo,sefueatemplarlosnerviosalcafé.Allí encontró a Diego, que jugaba tranquilamente una partida de billar con
SantiagoHeres.Pero Luis sabíamuy bien que no iba a invitarle a su finca. Pero se enfureció.
Diegojugabaysonreíamordaz,aunquenoseleocurriónombraraIsabelenningúnmomento.
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Y
VI
allíestaba,aldíasiguiente,bajoelpórtico,conlapipaenlabocayelbastóncalado entre las rodillas.Vestía un vulgar pantalón de dril color canela, una
camisa de algodón verde oscuro, por fuera del pantalón y abierta un poco por loslados,ycalzabazapatosdepielcolorbeige…Teníalacamisaabiertaydejabaversupoderosotorso,anchoyvelludo.Eradelgado;perosusmúsculosfuertesdenotabanaldeportista.
SeabriólapuertadelaiglesiayaparecióIsabel,enfundadaenunafaldafinadegabardina,estrecha,quemodelabasusredondasyperfectascaderas,yaprisionabaelbustobajounjerseydecolorazulmarino,deescoteenpico,yasomandoporélunpañuelo de seda natural de armoniosos colores. Calzaba zapatos de cuña, altos,descalzos, dejandover susuñas sinpintura, finas, cuidadasypequeñas.Peinaba elrubio cabello hacia atrás, despejando el óvulo de su rostro, donde los verdes ojos,grandes,rasgados,teníanunbrillomelancólico.
—Buenastardes,Isabel—saludóélponiéndoseenpie—.Yacreíquenoestabasenlaiglesia—yconunamediasonrisasardónicaqueellanocomprendiópreguntó—:¿Quélespidesatussantostodoslosdías?
—Pormí,porti…—replicóellaconsencillez—.Portodos.—¿Pormí?¿Creesquelonecesito?—TodosnecesitamoslaayudadeDios.—Esoescierto—admitióDiego,quepeseaseruncalaveraelegante,respetabaa
Dios y reconocía su poder sobrenatural—. Siéntate, Isabel. Ayer dejamos unaconversaciónamedias,Mopreguntabasquéeselamor.
—Yonopreguntéeso—susurróaturdida.—Posiblemente.Perodeseabashacerlo.Nocreoquetemolesteescucharme.—Eres…—seruborizótitubeando—unpocofuerteentusexpresiones.Diegoseechóareírdebuenagana.Sedijoqueeraabsurdoqueél,tanhabituado
atrataralamujerdespreocupada,perdieraeltiempoconaquellabonitamística;peroenelpueblonohabíaotraalternativa.Sumadrelohabíacogidoporlapalabradadaenunmomentodedebilidad.Yya sabíaque severíaobligadoapasar el restodelveranoenaquelmalditopueblo.Ypuestoqueno leagradabaningunamujerde lasquehabíavistoporallí,porestarcargadasdeprejuicios,dedeseosdecasarsebienyporcoqueteríasqueexhaltabansusdeseos,preferíalacompañíadeaquellajovencitaquenomentía.
—¿Creesenverdadquesoyfuerteenmisexpresiones?—preguntósuavemente.Isabel se sentó a su ladoy esbozóunaquieta sonrisa.Apretó nerviosamente el
devocionarioentrelasmanosysusurrótrasunacortavacilación:
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—Sí.Eres…demasiado real.Yono te comprendomuybien.—Yenrojeciendohastalaraízdelcabelloterminó—:Nosésitedije,que…piensoprofesaraúltimosdeesteverano.
—¡Ah!—¿Te…lodije?—Creoquesí.Ymepreguntocómosiendotanbonitayteniendotanpocosañosy
lasnecesidadescubiertas,puedesencerrartujuventudenunconvento.—Unanoseencierraenunconventoporescapardelasmezquindadesdelavida.
Unasienteunallamada—susurrócomosilaoyeraelmismoDios,ynounhombreque,dadosutemperamento,podíaestarriéndosedeella—.Unallamadahonda,quearrancadelmismocorazónyloembellecetodo.
—Noentiendo,Isabel.Yperdonamiconceptodelascosas.Estimoquepodemosamar y respetar aDios, ayudar al prójimo, y a nosotrosmismos, sin necesidad decubrir el cuerpo con un hábito y cerrarse entre húmedas paredes. Mira —riodespreocupado—;yosoyunhombrequehavividomucho.Yhedescubiertoquelavida guarda grandes placeres, inmensos goces que no pueden cambiarse por unacapilla.Perdóname,peroesqueyonotecomprendo.Talvezsoydemasiadodeestemundo.
—Loeres.—Hicelaprimeracomunión—siguióDiegocachazudo—.Mimadremellevaba
delamanoacomulgartodoslosdomingos.Desdequetuveusoderazón,desdequemeconsideréunhombreconscienteylibre…,voyalaiglesiaunavezporsemanaycumploconelprecepto.Peronomemandesrezarelrosariotodoslosdías.Nosé.
—Cuandotecases—opinóellasinenojo,conunavozdulceytenuequecautivóaDiego,aunqueniélmismosediocuenta—tumujerteayudaráahacerlo.Ganarásmuchasindulgencias,tomarásgustoalhogaryaloshijos,yentoncesirásalaiglesiamásamenudo.Esnecesario,¿sabes?Noqueseasunsanturrón,perosíunhombrecristianoquesabecumplirconsudeberdecatólico.
Depronto,Diegosediocuentadequellevabaunahorahablandodelomismo,ynoeraélhombreparaeso.Alzósedehombros,chupólapipayexclamóaltiempodeexpelerunagranbocanadadehumo:
—Teestabadiciendo el otrodía que el amor se escribe sin hache, y es de seiscolores.
—Nomeinteresaconoceresosseiscoloresterrenalesdelamor—dijoellabajito.
***
Ibaaponerseenpie,peroDiegolatocóenelbrazoypidió:—Quédate. Tal vez te equivoques con tus gustos. El amor terrenal es también
muyinteresante,aunquetúnocreasnecesitarlonunca.
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—He de regresar a casa —y con pesar explicó—: He prometido a mi padrecomportarme con los amigos de mi hermano como una mujer de este mundo.—Aturdida bajo el peso de la mirada masculina, añadió—: Solo así me dará suconsentimiento.
—Entonces…¿Poresohascambiadotusvestidos?—Sí.—¿Ynosuponeunesfuerzoparatialternarconlosamigosdetuhermano?—Losupone.Peromivocaciónesdemasiadoarraigada,y todoslosdíaspidoa
Diosfuerzasparaseguiradelante.—Tendréqueadmirartemucho—dijoélsúbitamente.Isabelesbozóunatenuesonrisa.Sepusoenpieydijo:—Regresoacasa.—Teacompaño.Uno al lado del otro, caminaban a lo largo del paseo. Diego pensó que era la
primeravezquehablabaconunamujersincontarlementiras,sinconjugarelverboqueparaéleraotramentira.
—Isabel —dijo de pronto—, me gustaría amarte, llevarte de la mano por elcaminodelavidayrezarelrosariocontigo.—Yconironíaqueellanocaptó,puesnoestabahabituadaalascosasdelavidapreguntó—:¿Quéharíassimeenamoraradetiytúdemí?
Lajovenvaciló,rojacomolagrana,perovalientementeexclamó:—Procuranoenamorarte.Yonoteamarénunca.Yonoamaréjamásaunhombre
deestavida.HacemuchotiempoqueconsagrémividaaCristo.—Ignoras, Isabel, que el amor humano es infinitamente más poderoso que la
voluntad.—Talvezlosea.Poresonodeseoconocerlo.—Es que si llega a ti tendrás que reconocerlo, aunque te empeñes en no
paladearlo.—Prefiero…hablardeotracosa—consultóelreloj—.Además,esmuytarde.Ya
estarántodosencasa.—¿Túnotehasdadocuentadequetupadreponeantetilatentación?—Melahedado—admitiósuavemente—.Pero…yosoyfuerte,yamoaCristo.Mástarde,Diego,tendidoenunahamacadeljardín,sepreguntabacómoél,tan
mundano,tanmaterialista,tandeestavida,teníapacienciaparaescucharaunajovenmísticaquesoñabaconCristoúnicamente.
Alzóse de hombros. Curvó los labios en una sardónica sonrisa, y luego, conmovimientocansado,echólacabezahaciaatrás,cerrólosojosyquedóinmóvil.
—¿Novienes?MiróaLuis.—No.¡Quéelegantetehaspuesto!¿Aquiénquieresconquistar?¿AIsabelHeres,
oaunadetuscursisamiguitas?
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—Nolosé,aún.Quítateesasropasyvayamoslosdos.TeagradaráIsabel.—¿Sí?—Desdequesehamodernizado…—Losé.—Sí—rezongóLuis—,yaséquelosabes.MepreguntoquédiríanlosHeressilo
supierantambién.—Meloagradecerían.Teapuestoseiscontraunoaqueesajovencitanocierrasu
vidaenunconvento.—¿Piensas…conquistarlaparaello?—No.Nosoyhombrequesecaseconjóvenesmísticas.Quetediviertas,querido
hermano.—Dalacara.—¿Lacara?—Esohedicho.Santiagonoteinvitó,perotampocotedespediríasitevellegar.—Prefiero quedar en terreno neutral. —Y riendo—: Uno tiene menos
responsabilidades.LuisseapoyóeneltroncodelárbolymirófijamenteaDiego.—¿Lavestodoslosdías?Diegosealzódehombros.—Algunavez.—Hoyporejemplo…—Sí.—Diego,meparecequecometeselpeorpecadodetuvida.—Teequivocas.LavirtuddeIsabelHeresmecontagia.—¿Hastacuándo?Larespuestafuerotunda.—Hasta que la ame. —Y con rabia añadió—: Cuando sienta… eso, no lo
disimularé.Entoncesserácuandoellasabrásiprefiereprofesaroseguirmeamí.—¿Sinmatrimonio?—Cuandounoamayesamado,nopiensaenvulgaridades.—Diego—exclamóLuisasustado—,eresunmonstruo.—Aveces—rio.Ysequedótantranquilo.Luissealejóparqueabajo,malhumoradoyfurioso.Perocuandollegóacasade
losHeressonreíacomplacidoyamable,ybuscórápidamentelacompañíadeIsabel.Legustabamucho,perono teníaesperanzaalgunadeque la jovenprefirierael
amordeloshombresalamordesuvocación.
***
Sehallaban todosdesobremesa.Losventanalesdelsalónestabanabiertos,yelsolentrabaaraudalesinundandolaestancia.
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Isabel tenía un libro entre las manos, pero no lo leía. Escuchaba distraída laconversaciónquesosteníansupadreysuhermano.Hablabandeunnovelistafamoso.Ellanoleíanovelas,peroconocíabastantelaliteraturaparacomprenderlasfrasesdeelogio o de censura, que su hermano lanzaba sobre cierto escritor famoso, que, alparecer,veraneabaenelpueblo.
—Nomeexplicoporquénoloinvitas—decíasupadreenaquelinstante.—Manchacuantoroza,papá.—Santiago—susurróladama—,esabsurdo.UnhombredelatalladeMolinano
puedemancharnada.—Es un libertino. Para él, el amor, la amistad, la consideración, son cosas sin
importancia.—A un hombre que, como él, disfruta de fama mundial, hay que perdonarle
algunascosas.—Con respectoa lamoral,yono leperdononadaanadie—exclamóSantiago
indignado.—Deacuerdo,peroeresíntimoamigodesuhermano.—Luisesunhombrehonrado.¿Luis?Isabelalzóunaceja.¿EraLuiselhermanodelescritordequehablaban?
¿Suamigodelpórticodelaiglesia?Nopreguntó,peroprestómásatenciónaloquedecían, aunque aparentemente parecía hallarse ausente, pendiente únicamente dellibroqueteníaabiertoantelosojos.
—Perotengoentendido—dijodonCarlos—queessecretariodesuhermano.—Loes.Peronopor eso la podredumbredeDiegoMolinapasa a suhermano
Luis.—Muchacho, yo en tu lugar nome pondría así.No creo—rio—queDiego te
lleveatunovia.Tuhermanaestáasalvodeesascuestiones.¿Porquétepreocupas,pues?
—Memolesta.—¿Yporesonolohasinvitado?—Noloharénunca.—Noobstante—adujoladama,quehacíaratopermanecíacallada—,juegascon
élenelcaféyleestodossuslibros.—Esoesotracosa.Juegoconélenelcafé,porqueesungranjugadordebillar.
Leosus librosporque losconsideroextraordinarios,pesea los temaspornográficosquetrata.Peronoquierorecibirloenmiintimidad.
—Heoídohablarmuchodesuscorrerías—dijo ladama—,pero tambiéndesufamaydesucolosalfortuna.Suslibrosestántraducidosavariosidiomas,yjustoylógicoesqueaesoshombresqueconsuplumadominanalmundo,selesperdonensusdebilidadespersonales.
—Siemprequenonosatañan,mamá.
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—¿Yporquéhadeatañamosanosotros?Túestásprometido,ytunoviateama.Isabelnodeseasabernadade loshombres.NicreoqueaDiegoMolina le intereseunamujer tanpuracomotuhermana,aunenelsupuestode,queIsabelnopensaraprofesar.
—Detodosmodos,prefierotenerlolejosdemicasaydemisamistades.—Pueshacesmuymal—apuntóelcaballero,preocupado—.EstonoesMadrid;
esunpuebluchodondelasgentessefijanentodo.YyaestádandoquedecirelhechodequedetodalacoloniaveraniegafalteDiegoMolinaatusfiestascrepusculares.
—Nopiensoinvitarlonicreoqueélsemoleste,¿conocéiselfinaldesuaventuraenItalia?
—Sí,sí—atajódonCarlos—.YasabemosquesuamigasematóenItalia,yqueélestuvoprocesadocomosospechoso,hastaqueseesclarecióelmotivo.Unsuicidio.Nocreoqueélfueraresponsable.
—Puesclaroquelofue.¿Nohasleídolosperiódicos?—Santiago,noseastanseveroparajuzgaraunhombrefamoso.—Es un hombre —saltó Santiago—. ¿Te gustaría saber que tu hija era su
víctima?—¡Claroqueno!Sobreelparticularnohaycuidado.—Peroimagínatequelohubiera.—¡Nolohay!—volvióagritarelpadre.—Deacuerdo,deacuerdo.—Sepusoenpie—.Paraevitaresospeligros,prefiero
noinvitarlo.—Puede que no viniera—dijo la dama—.Me parece queDiegoMolina es un
hombrequenosedivierteentregentetanjovenypura.—Ahora lo has dicho, mamá. A él no le interesan nuestras reuniones. —Se
alejabahacialapuerta—.EstoycitadoconRomeroenelcafé.Hastaluego.
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N
VII
osequedaronsentadosenelpórticoaquellatarde.Sindecirnada,perocomodemutuoacuerdo,ambosselanzaronhacialacarreterageneralyseinternaron
enlacampiña.—Sentémonosaquí—propusoDiego—.Aestahoraelcampoesdelicioso.¿Qué
tallohaspasadoayer,domingo?—Vine,comotodaslastardes,alaiglesia.—¿Sí?—Túnoestabas.—Fuialacapital.—¿Tienesnovia?—No.—¿Nipiensascasarte?—Nolosé—yriendo—:Talvezsitúnosintierasesanecesidaddesermonja…—Demínohablemos,Luis.Escierto,semeolvidabapreguntarte.¿Ereshermano
delfamosoescritorDiegoMolina?Diegodiounrespingo.Carraspeóyalfindijo:—Sí.—¿Cómoestuhermano?—¿Qué?—Tepreguntoquecómoestuhermanoelescritor.Dicenqueesundemonio.—¿Sí?¿Quiénlodice?—Mihermano.—¡Angelito…!—¿Quédices?—Nada.Pensabaquenoes tandemoniocomo lagentedice…Sí,ya séque tu
hermanonoloinvitaavuestrasfiestasporquetienemiedoquelellevelanoviaoatimisma…
—Yoestoydescartada.—¿Sí?—Nomegustantus«síes»—seenojó—.Háblamedetuhermano.—Tú lo has dicho. Es un demonio. Y no creo que a ti te guste oír hablar del
demonio.—Megustaríaconocerlo.—¿Sí?—¡Luis!—Perdona.Creo…Creoquetelopresentaréalgúndía.—¿Estansádicocomodicen?
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—¡PobreDiego!—¿Noloes?—No,Isabel.¿Quieresdeverdadquetecuentecosasdemihermano?—Quiero.—Nosoncosasquepuedanescucharoídosinocentes.—Tecallarásloquenomeconvengaoír.—De acuerdo. Diego fue siempre diferente a todos. Pero cuando era un
muchachohonradoycabal,conansiasjuvenilescomotodoslosmuchachos,empezóaconoceralasmujeres…
—¿Yesoesmalo?¡Benditainocencia!—Esoespeligroso.—¿Sí?—¡Caray!—rioél—.Ahoratehascontagiadotú.—Nolocreas.Continúa.—Elprimerbesoamorosolecostóuncaramelo.Isabelseruborizóydijocontenueacento:—No…sigas.—¿Loves? ¿Qué tiene que ver tu vocación con estas cosas tan naturales de la
vida?Isabelpensóenaquel instantequeyanoestabatanseguradesuvocación,pero
tuvograncuidadodecallarlo.Quedamentedijo:—Conesoquieresdecirqueapartirdeentonces,tuhermanocompróelamor.—Exactamente.Todavíanoexistióunamujerensuvidaqueledemostraraqueel
amorsepagaconotroamor.Poresotehablabaelotrodíadeloscoloresdelamor…No todos son iguales. Existe uno, ese que se mete dentro del corazón como unaalimañaenunacol.Esequeroelasentrañasyqueacabaconelserolopurifica.
—¿Enquéquedamos?—¿Porquédiceseso?—Porquesinohasamado,nopuedessaberqueexisteelamorpuroqueregenera
alosquelosienten.EscomoamaraCristo.—Notanto.Eseamordequetehabloesperaalgo.—EnCristoesperanlosqueleaman.—Nomezclemoslocelestialconloterrenal.Haceuncontrasteamargo.—Sigue.—¿Conotroamor?—Sí.—Existeotro.Esequeesmentira,quesecompra,quesedisfrutayqueseolvida.
Eseeselamorconstituidodedeseo.—¡Ah!—Noentendistenada.
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—Poco.—Mejor para ti —cortó él—. Es hora de regresar, Isabelita. —Y de pronto,
mientras laayudabaa levantarse,preguntó—:¿Sabesquemeestoyenamorandodeti?
Isabelseaturdió…
***
Luis se sentó a su lado.Cada día le gustabamás, pero notaba que la joven estabasiempre como ausente. ¿Debido a su vocación o a sus encuentros con Diego? Seestremeció,asustado,preguntándosequédiría lafamiliaHerescuandosupieranqueelcambiodeIsabelnosedebíasoloalnuevoambiente,sinoaunhombre,unhombrequenopodíaverSantiagoHeres.Paraentonces,élnoestaríaallí,tendríaquehuir.
—Oye,Isabel…¿Bailasconmigo?—Yahasvisto—dijoellasuavemente—cómotepiséelotrodía.Es inútilque
intentes enseñarme a bailar. Puedo vestir modelos modernos, calzar zapatos altos,peroelalma,Luis,continúalejosdetodoesto.
—¿Notienesdeseosdeamaraunhombretantocomoamastuvocación?Notóqueseaturdía.Peroalfinlaoyódecir:—No.—¿No?¿Estássegura?—ybajandolavozcontinuó—:Teveotodoslosdías…Isabelseaturdióaúnmásymiróentornocontemor.—¡Oh!—exclamó.—Notemas,Isabel,nodescubrirétusecreto.Pero…tediréalgo.Esehombreque
teacompañaalsalirdelaiglesia,nocreeenelamordelasmujeres.—¿No…cree…?—No.—¿Túleconoces?—Bastante.Sellama…—Comotú.—¿Comoyo?—Sí.Eshermanodelfamosoescritor.—¡Malditasea!—¿Quétepasa?—Nada—pasóselosdedosporlafrente—.Nada…YcomoRomerofueasentarsejuntoaellos,nohablaronmás,peroaquellanoche,
seenfrentóconDiego.NoestabadispuestoaqueDiegoleacaparaseelnombreparaburlarsedeunamuchachacomoIsabel.
—Diego—empezó—,quehagasel amora lasmujeresnome interesa,que lasengañes,tampoco;peroloquemerevienta,ynoestoydispuestoaconsentir,esque
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usurpesminombrepara…—Calma,calma,pelmazo.¿Quéesloquedices?—NotevinuncaconIsabelHeres,peroséque teencuentrasconella todas las
tardes,yhoyselodijeaIsabel.Ydescubrítusuperchería.Diego,muytranquilo,extendióeldedoyloseñalódiciendo:—Tú habrás descubiertomi superchería, pero si descubres esa superchería, ten
porseguroquetecuelgodeunárbolymecomplazcoenvertebalanceartehasta…—Notienesderechoamezclarmeenesto.—Tengoderechoapasarlobien,¿no?—Escruelqueparatusmalditosdeseos,busquesaunajovenpura.—Todaslasmujeressonpurashastaquedejandeserlo—bramóDiego,furioso.—¡Diego…!¿Nocomprendes?—Comprendo que me ahogo en el pueblo, y que tengo que pasarlo lo mejor
posible.—CuandoseentereSantiago,terompelacrisma.—Peorparaél.—Diego…Seiba.Sedetuvoenelumbralylomiró.—¿Quédiablosquieres?—Escruel,inhumano,queteburlesdeunamujercomoIsabel.—¿Yquiéntedijoquemeburlara?—Cuandosalgasdeestepueblonolarecordarásjamás.—¿Yporquéhederecordarla?—Porqueesunamujerdignadetodorespetoyselaamafácilmente.—Deacuerdo.Amala,pues.—Tehasmetidopormedio.—En modo alguno. El que hable un poco con una chiquita como ella, no es
motivo para censurarme.—Ymordaz insistió—: Hasta la fecha aún no le hice elamor.Peroteaseguroquedesdeestatardeloharéparatutranquilidad,paradespertarlairadeSantiagoyparasentirlasensacióndelaconquistadeuncorazoncitosantocomoeldeIsabel.
Comohacíaintencióndesalir,Luisgritó:—¡Espera!—¿Quédiablosteocurreahora?¿Nohassabidoyaloquedeseas?—SelodiréaSantiago.—Díselo.—Hoymismo.Diegosealejó.SabíaqueLuisnodiríanada.Y,enefecto,asífue.
***
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No le hizo el amor. Por primera vez en su vida despertaban sus escrúpulos decaballero,dormidoshacíatiempo.IsabelHeresera,detodaslasmujerestratadas,laúnicaquelemerecíarespeto.
Y notó que ella pensaba menos en su vocación. ¿Se enamoraba de él? No lodeseaba, pese a lo que alardeaba con su hermano. No deseaba el amor de Isabel,porquelaconsiderabaunamujersuperior;élnoeradelosquesecasabanylajovensufriríaporsucausa.
Decidióespaciarlosencuentros,yaldíasiguiente,unavezcomió,subióalautoysedirigióalapróximacapital,dondeteníaunapeñadeamigostancalaverascomoél,ymujeresconlascualessepodíadivertirsincomprometerse.
Yallíestaba, sentadoen la terrazadeuncafé, soloysindeseosdeencontrarseconlosamigosquehabíaidoabuscar.
Ante una cerveza helada, decidió reflexionar. Y la verdad era que él nuncareflexionaba, excepto cuando se disponía a hilvanar un asunto novelístico. De susreflexiones no sacó gran cosa en limpio. Únicamente reconocía que estabadesconcertadoporprimeravezensuvida.
«Curiosidad—sedijoconconvicción—.Solocuriosidad».Aquella muchacha era una inocentona, y cuando él hablaba le escuchaba con
admiración, y la culpa de todo la tenía… ¿Quién demonios la tenía? ¿Él, que labuscaba?¿Oella,queeratanbellayteníaojosinocentes,yéljamástratóaunamujerasí?
Malhumorado se puso en pie. Puso un billete sobre la mesa y se disponía amarchar, cuando una mujer muy bella, nada joven ya, le sonrió desde una mesacercana.
«Unamás—sedijoasqueado.Peronofuehaciaelauto.Fuehaciaellaylamiró,juzgó y pensó—: ¿Puede un hombre ser bueno teniendo estas tentaciones en lasesquinas?¿Encualquieresquina?».
—Meparecequeteconozco.—Seguramente.Siempre se introducía así, o con frases pecadoras, reales, absurdas; pero el
resultadoeraelmismo.Lamujerampliabasusonrisa,leofrecíaunlugarasuladoyluegoseseparabadeellaalamanecer,conasco,conrabia,condecepción.Porqueélteníaansias,comotodosloshombres,ylegustaríahallarenlavidaalgoverdadero.Algocomo…¿Isabel?Puessí,comoIsabel.Laconclusiónllegóalamanecer,cuandoasqueadoyescépticosubíaasucocheyloconducíaatravésdelassuntuosascallesdeaquellacapitaldesuspecadossensuales.
LlegóasucasacuandoLuissalíadeellaenfundadoenropasdeportivasyconlamochilaalhombro.
—Notienesenmienda—dijomirandoasucansadohermano—.¿Quiénfueladeturno?
—Una.
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—Me alegro. Ya sé que ayer Isabel no encontró al burlador en el pórtico. Almenos,porunavez,tehasportadocomouncaballero.
—Teequivocas—rezongóDiego—.Meportécomounidiota.Peronovolveráaocurrir.¿Adóndevasconeso?
—Deexcursión.TeadviertoquetambiénvaIsabel.—¿Sí?—Yserésucompañero.—Megustaríaqueesajovennofueratanmística—rioDiegosinganasdereír.—NuncaprofesaráIsabel.—¿No?¿Porti?—Noséporquién.Peroobservoquecadadíaesmás…deestemundo.—Laaprovecharé.—Nolocreo—gruñóLuis—.Estatardelediréquiéneresyloquehaces.—Yrecibirásunadecepción.Lasmujeres,miqueridohermano,sontanidiotas,
queprefierenaloscalaverasaloshombreshonradosycabalescomotú.—Bostezó—:¡Quésueño…!
Luissealejómascullandopalabrasininteligibles.
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E
VIII
stabasentadaenelpórticocuandoélllegó.Lacontemplóadistanciaydenuevosintiócomounmomentodepavor.¿Estaríapretendiendoaaquellamuchacha?
Alzósedehombros.Élnuncahabía tenidoescrúpulosdeconcienciaconrespectoalasmujeres.Eraextrañoqueledespertaranentonces…
¿NohabíadichoLuisqueellairíaalaexcursión?Luisnohabíaregresado,ynoobstante,ellaestabaallícomotodoslosdías…¿Aúltimahorasehabíanegadoair?¿Por él? Frunció el ceño y agitó el bastón contra los arbustos. Se sentíamalhumorado.Pero¿porqué?Éleraunhombredebuenhumor.Noteníaproblemasenlavida.Eraunhombrefamosoyjovenyteníaenlavidacuantosepodíaapetecer.Ydeprontoaquelladecepciónmoralqueloempequeñecía.¡Malditasea!¿Aquésedebíaello?
—Luis—exclamóIsabelalverloanteella.—Hola,pequeña.—Ayernoviniste.Sesentóasuladoysecomplacióenmirarla.—Estásmuyguapa.—Noviniste.Otra,ensulugar,hubieradisimulado.Ellanosabía.Poresoélnoseaburríaasu
lado.Porqueeradiferente.—Fuialacapital.—Yo…estuveesperándoteaquí.—¿Sí?—Nomehagasesosinterrogantes.—¿Porqué?—Parecequeteburlasdemí.Se había burlado al principio. Ya no se burlaba. No podía burlarse. La
consideraba, de súbito, infinitamente grande.Hasta su vocación, que le causó risa,despertabasuadmiración…Peronolodijo.Casiniloadmitióantesímismo.
—Creí—dijoéldepronto,ahogandosuspropiasconvicciones—quehabíasidodeexcursión.
—Pensabair.—¿Porquénofuiste?—Penséquesiveníasnomeencontraríasaquí.—Isabel—saltócasi—,¿porquéeresasí?—¿Ycómosoy?—Tansincera,taninocente,tanclara.Aloshombres,Isabel,hayqueengañarles
algunavez,casitodaslasveces.Loshombres,Isabel,somoscomosapos.
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—¡Oh,nodigaseso!—Eres…demasiadoinocente,Isabel.—Noséserdeotromodo.—Harásunamonjaperfecta.Ellanorespondió.Mirabaalfrenteconvaguedad.Deprontosusurró:—Noserémonja,Luis.Elescritordiounrespingo.—¿No?Teníasunahondavocación.—Sí,ylatengo.Tengovocacióndecatólica.Nuncaprofesaré.QuieraDiosquela
tentaciónnomeaprisioneentresusgarras.Peroyanosoyfelizcuandopiensoenelconvento.
Diego semordió los labios. Él no sabía que existíanmujeres así. Quedamentedijo:
—¿Por…qué?—Nolosé.«¡Ojaláno losepanunca!»,sedijoDiego,queenaquel instanteseconsideraba
responsabledelasúbitaeinesperadadecisiónfemenina.—Estoydesconcertada,Luis—susurró—.¿Quécreesquemepasa?Yodeseaba
sermonja.Lodeseabafervientemente,ydepronto…—Vamos…Vamosadarunpaseo.Creoquehoyestásunpocoinquieta.Talvez
tienelaculpaelquenovayasdeexcursión.—No,no.Noeseso.Élyalosabía,perodeseabaqueellaignoraralosmotivos.—Hablaremosdecosas…—¿Quécosas,Luis?—Nosé—yriendotitubeó—:Meconsiderarásunidiota…—No.Ylemiró.Diegoparpadeóbajolamiradadeaquellosojosmelancólicos.—Bueno—dijoapartandolamirada—,vamosadarunpaseoporelcampo.—Luis—dijoellasinmoverse—,¿quésenotacuandoseenamoraunodeunser
vivo,humano,terrenal?—¡Ay,Isabel!—¿Nomeloquieresdecir?—Isabel…—Dímelo.—Otrodía,Isabel.Y se hizo en aquel instante el firme propósito de no volver al pórtico. Él no
hubieraqueridoenamoraraaquellamuchacha.Pormuchoquesemofarayalardeaseantesuhermano,cuandollegabajuntoaIsabelsolopodíaadmirarla.Yéljamáshabíaadmiradoaunamujer.
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***
Huyódeellaydesímismo.Teníamiedo.Miedoaenamorarsedeella,yéljamássehabía enamorado. Él poseyó a las mujeres, como otros poseen un abrigo o unbilletero.Con ladiferencia,queunavezusadoelabrigo,queotrosguardanparaeldíasiguiente,para todoelaño,él lo tiraba.Y jamáspensabayaenél.Ydeprontoaparecíaensuvidaunamujerdiferente,quepensabahacersemonja,ydesúbito…
Noacudióalpórticoalotrodía,nialotronientodalasemana.Alahoraindicadasecerrabaensualcobayapretabalabocaentrelaalmohada,comosiasíahogaraunansiamoralquenacíaenélconímpetuinsufrible.Yduranteaquellashoras,luchabaconsigo mismo hasta el punto de producirle dolor fiero la lucha. Y cuandotranscurríanaquellasluchas,yllegabalanoche,semirabaasímismoenelespejoyexclamabaantesupropiaimagen:
—Porprimeravez enmividahe sido, soyunhombre leal. Isabelmegusta, latomaríaparamíuna semana,unmes,unaño.Peroesono se lomereceunamujercomoIsabel.
Unadeaquellasnoches,cuandohablabaconsupropiaimagen,entróLuisenlaalcoba,sederrumbóenlacamayexclamó:
—¿Quélehashecho?—¿Aquién?—yarqueóunacejafilosófico,poniéndoseenguardia,porquenole
dabalaganadequesuhermanopenetraraensusantuario.Élsesentíaorgullosodesímismo,perojamásselodiríaaLuis.—Aella.AIsabel.—¡Oh!—Haceunasemanaquelapobremuchachapareceunasombradesímisma.La
has vuelto loca, como a todas. Pero esas—reprochó dolido—,me refiero a tantasotrasquepasanportuvidasindejarhuella,estabansituadasenlavoráginedelavidaydelamor.Estano.Estaestáenamoradadeti,ynotienesderecho,Diego.
—¡Cállateya,malditasea!Luisnocalló.Estabafurioso.—Yolahubieraquerido—gritó—.EsfácilamaraunamujercomoIsabel.Pero
ella,comotodas, teprefierea ti.Yestanoteprefierepor tudineronipor tufama,porqueignoraquiéneresenrealidad.
—Talveztecreaatielescritor—dijoDiego,comosisemofara,perolaverdaderaqueestabamuypreocupado.
—Nisiquierasabequesoytuhermano.Nadieselohadicho.Ellanopreguntó;tienebastanteconpensarenelhombredelpórtico.
—Talvez…¡Diantre!Talvezteequivoques.—Túsabesqueno.Teocultascomounarata,porqueyatehascansadodeljuego.—¡Cállate,demonio!
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—Y hoy, la pobre muchacha, me preguntó qué se sentía cuando se estabaenamorado.
—Ytú,selohabrásdicho.—Naturalmente. ¿Y sabes lo que dijo? Que ella lo estaba. Que ya no sentía
deseosdeiralconvento.—¡Ay!—Ydijoque…Sevolvióhaciaélcomosilopincharanmildemonios.—¡Nomedigasloquedijo!¡Noquierosaberlo!—Muycómodo.—Muynatural.¡Lárgate,Luis!—MañanahablaréconSantiago.—¡Ojalá os muráis todos, maldita sea! ¡Dímelo y acaba de una vez! Pero te
prohíboquesubasamicuartoachillarcomounenergúmeno.Silaamas,hazteamarycásateconella.¡Yonomecaso!
Giró en redondo y se disponía a salir de la habitación, cuando Luis se leinterpuso.
—Sí—gritó—, la hubiera amado, la amo tal vez. Pero tú…, tú te aburrías, tesentías amargado en este pueblo, y como un gallito de pelea pensaste enmatar eltiempoyendoalpórticodelaiglesiayportándotecomounmístico.
—Nodigasnecedades.Yojamásdejédesercomosoy,ylamujerquemeamehadetomarmeasíonotomarme.
YestavezsaliósinqueLuisloretuviera.
***
Nopodíasoportarpormástiempoaquellaansiedad.Noqueríasaber,oalmenosnopodíasaber…DeseabaúnicamenteveraIsabelyrecrearseensusbonitosygrandesojos.
Avanzabaporlaplazayconsubastónazotabafuriosolosrosales.Ylavioallí,quieta,bonita,paciente,sentadabajoelpórtico,coneldevocionarioenelregazoylamantillaaúncubriendosurubiayhermosacabeza.
Seaproximóporlaespalda.—Buenastardes,Isabel.Ellaseestremeciócomosilaagitaran.Lemiró.¿Reprocheensumirada?¿Dolor?
¿Alegría?Sesintiómuypequeñoanteella.Todolocontrariodeloquehabíasentidojuntoaotrasmujeres.Ydenuevotuvomiedo.Vaciló.Sesentóasulado.
—Isabel…—Nohasvenidoestosdías.—No…pude.—Teechédemenos.
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—Yo…tambiénati.—Luis…—Dime,Isabel.—Unamigodemihermanomedijoqueelamoresangustia…yansiayplacery
dolor…—Sí.—Yosientotodoeso.—Sí,Isabel.—Porti,Luis.—¡Ah!—Nodeberíadecírtelo,¿verdad?—No…—Nosécómoharánlasmujeresmundanas.—Engañan.—Yonopuedo.Estoyenamoradadeti,Luis.—Tuvocación…—Sigosintiendoansiadeserbuena,y loseré.Yeducaréamishijoscomome
haneducadoamí…Peroyanodeseocerrarmeenelconvento.—Isabel…—Tequieroati,Luis.Diego sintióun frío sudor en torno a su cabeza.Depronto se considerabamás
pequeño aún. Infinitamente pequeño. El amor de aquellamuchacha, puro, sincero,sencillo…Apretóloslabios.
—Luis.—Dime,Isabel.—¿Notegustamiamor?—¡Oh,sí!—Tequedastancallado…—Esque…estoymuyemocionado.Loestaba.PeroelamordeIsabeleramatrimonio,yélnosecasaríajamás.Élera
unhombredeestemundo,voluble,indiferentealasgrandespasionesprolongadas.Élteníaqueteneralasyvolar,yencontrarensusvuelosunamujercadadía.Élpodíacasarse con ella y darle hijos y hacerla feliz, pero él seguiría igual, y eso no.UnamujercomoIsabelnomerecíaunhombrecomoél.
—Isabel…, tenemos que pensar en esto. Yo te quiero. Sí—afirmó rotundo—.Pero… ¡Oh, compréndeme!Yo te besaría, te tomaría enmis brazos, te haría feliz,pero…
—Tienesmiedodequelavocaciónmellamedenuevo.Hastaesepuntoerainocente.Laenvolvióenunafugazmiradaycomprendióque
eraunbuenpretextoparaalejarlatentación.—Sí,Isabel.Tengomiedo.
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—Nopodréhacermemonjadeseandoelamordeunhombre.—Puedesolvidar.—No.Noolvidaré.—Pero…hemosdeprobar.—Esosí.¿Cuántotiempo,Luis?—Hastamediadosdeinvierno.—Tú…estarásenMadrid.—Sí.Vivoallí.—Yotambién.Nosveremostodoslosdías,¿verdad?—Siemprequepodamos.PeropensabaqueunavezenMadridhuiríadeella.Laolvidaría.Otrasmujeres,
cantantes, cupleteras, chicas de conjunto, ocuparían un lugar preferente en sussentidosyelcorazónapagaríasussentimientos.
Sepusieronenpiealavez.Ellaconsultóelreloj.—¿Vendrásmañana?—Mañanaytodoslosdías,Isabel.—¡Qué pronto olvida una mujer los deseos arraigados en el corazón desde la
infancia!—Talvezvuelvanesosdeseos.—Nunca.Elamordeestavidaesmuydistinto.Teníarazónpapá.Ambosdeseos
puedenirunidos.La besaría, pero doblegaría sus deseos. Y cuando se vio solo en su casa,
comprendióquenopodríacontinuarviéndola.Laamaba,perosabíaquejamáspodríahacerlafeliz,eIsabelnoeraunamujerquesoportaselasinfidelidades.
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A
IX
lahoradelacomida,deaquelmismodía,yadésobremesa,mientrastomabanelcaféenelsalón,Isabeldijo:
—Papá,mamá,yanomeiréalconvento.He…,heescritoalasuperiora.Ledigoqueestoyenamoradadeunhombre.
Un proyectil entrado por la ventana no hubiera producido mayor efecto. DonCarlos,quellevabalatazadecaféaloslabios,quedóseconestaenelaire,ylosojosfijosensuhija,mirabanaestaenelaire,ylosdemáscreyeronquehabíaentontecidoderepente.
—Isabel—balbucióelcaballero—,¿estás…seguradeloquedices?Lamuchachasonriódeliciosamente,enrojeciendohastalaraízdelcabello.—Sí,papá.—Isabel—pudoalfindecirladama,traslainesperadasorpresa—,¿quiénesel
hombreafortunadoquemerecióelhonordetucariño?Santiagonohabíadichonada.Pensaba.¿Cuáldesusamigoshabíaconquistado
tan silenciosamente el tesoro del cariño de su hermana? No recordaba que Isabelprestaramásatenciónaunosqueaotros.Suavementepreguntó:
—¿Losabeél,Isabel?—Claro que sí, Santiago. Los dos hemos decidido esperar un poco antes de
casarnos.Éltienemiedoaqueundíamellamedenuevolavocación.—¿Ytú…quédices?—Notemo,papá.Notemoporqueeslaprimeravezquesientoesto.—¿Quiénesél,querida?—preguntódenuevolamadre.—Luis,mamá.—¿Luis?—Molina.Hubounavacilaciónenlostres.Semiraronunosaotros.Elquetomólapalabra
fuedonCarlos.—El hermano del escritor —susurró. Miró a su hijo—. ¿Lo conoces bien,
Santiago?—Mucho,papá.—¿EsmerecedordeIsabel?—Loes,papá—saltólajoven—.Ysinolofuera…¡Yoloamotanto…!DonCarlosnolaescuchaba.Mirabaasuhijo.—Sí—dijoesteconfirmeza—.Luisesunmuchachoexcelente.Mereceelcariño
de Isabel. Pero lo que nome explico es cómopudo cortejar ami hermana.NohevistoqueIsabelledemostraramáspreferenciaquealosdemás.
—Paramí—dijosuavementelamuchacha—eselúnicohombre.
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—Tendrás que traerlo amerendar con nosotros, Isabel—pidió lamadre—.Hasido…unanoticiainesperada.
—Yoestoymuycontenta—susurróIsabelbajísimo,conacentoingenuo,comoeldeunaniña—,ypiensoquepapáteníarazón.SepuedeamaraCristoyalavezaunhombre.
—Sí,querida.Noesprecisovivirlavidaenunconventoparaserbueno,honrado,lealygeneroso.Avecesse llegamásprontoaDiosdesdelasmiseriashumanasenqueunosehundealnacer.
—Sí,papá.—Hoynos traerásaLuis—miródenuevoaSantiago—.¿Enquéséocupaese
joven?—Essecretariodesuhermano.—¿Notieneotraocupaciónmejor?—Esabogado.Losdossonabogados,peronuncahanejercido.—Creo que una vez casado con Isabel, tendrá que dejar a su hermano.Nome
agradaeseporvenirparaelpadredemisnietos.—Papá—susurró Isabel con tenue acento—, no quiero aLuis por lo que es o
puedaserenlavida.Lequieroporqueesél,porloquevale,porlomuchoquedijoamicorazón.
De nuevo cambiaron una mirada los padres con Santiago. Los tres se dieroncuentadequelesseríamuydifícildoblegarlavoluntaddeIsabel,siestadecidíaamara un hombre indigno de ella. Menos mal que aquel hombre era Luis Molina,muchachocapazdehacersufelicidad.
Isabelsepusoenpie,losbesóatodosysaliódelsalónapasocorto.—Hasta lamirada de sus ojos es distinta—observó lentamente don Carlos—.
¿Cuándoycómolaenamorótuamigo?Santiagoalzóunaceja.—Pues no lo sé. No tengo ni lamenor idea. Hoymismo os lo presentaré. No
tardaráenllegar.—¿Locreescapazdehacerlafeliz?—preguntóladama,preocupada.—Sí,mamá.Poresonopasescuidado.—Isabel es demasiado ingenua y pura. No es una muchacha para cualquier
hombre.—Luisesnoble,comprensivoyhonrado.—Porlovistonosepareceasuhermano.—Enabsoluto.Diegoesunhombrevicioso,ycarecedebondad.Paraéltodaslas
mujeressoniguales.Nohaydistincióndeclasesnidemoral.—Porlovisto—riodonCarlos—letienespocasimpatía.—Ninguna.Sitúsupierasdeélloqueyosé,tampocoselatendrías.—Considero que es un hombre excepcional —ponderó el caballero—. Las
cualidadespersonalesnolasconozco.Dadasucarrera…—alzósedehombros—,las
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mujereslomimarándemasiadoyesoredundaensuperjuicio.—Noeseso,papá.—Bueno,bueno;suslibrosmeagradan.¿Comedias?¿Ynoloeslamismavida?—¡Papá…!—¡Oh! —intervino la dama—. Nos apartamos de la cuestión. Pensemos en
Isabel.Hacedosmesesteníaarraigadaunaprofundavocaciónreligiosa.Tú,Carlos,deseabasqueocurrieraloqueocurrió.¿Estásporellosatisfecho?
Elcaballeroarqueóunaceja.Pausadamentedijo:—Nolosé.Depronto tengomiedodehaber torcidoelporvenirdemihija.De
haberlaperjudicado.
***
LuisllegóconlosdemásyleextrañóqueSantiagolehicieraunaseñaconeldedo.Isabelaúnnohabíabajadodesualcoba,ySantiagoaprovechóparaasiraLuisporunbrazoyllevarloalsalón.
—Volvemos al instante —dijo antes de desaparecer por la gran puerta de laterraza—.Podéisconectareltocadiscos.
Al cruzar el vestíbulo, sin que Luis saliera de su asombro, Isabel bajaba lasescaleras.
—Isabel—dijoSantiagosinsoltarelbrazodesuamigo—,venalsalón.Lamuchachaalzóunacejayobedecióensilencio.Enelsalónestabansuspadres.—Papá—dijoSantiago—,esteesLuisMolina.Elmatrimonio se puso en pie, e Isabel dio un paso hacia adelante y se colocó
frenteaLuisconlosojosdesmesuradamenteabiertos.Luiscomprendió,horrorizado,lo que ocurría allí.Diego había dado su nombre a la hermana de Santiago, y estadescubriríaqueél…
AnteestaconviccióndiounpasoatrásaltiempoqueIsabelexclamaba:—No,estenoesLuisMolina.—Losoy,Isabel—susurróLuis,muybajo.—¡Oh,no!Elhombrequeyoconozco,elhombrequeyoamo…noerestú.—Isabel.—Hija.—¿Dónde, cuándo y cómo has conocido a ese hombre?—preguntó Santiago,
mojandoloslabiosconlalengua.—Vamos,vamos—intervinonerviosoelpadre—;Isabel,queyocomprendaesto.
Estees,segúntuhermano,LuisMolina.Nocreoqueexistaotrohombrequesellameasí.
—LuisMolina—dijoIsabelfirmemente—esminovioynoeste.—Isabel—intervinoLuis,nervioso—,yosoyMolina,LuisMolina.Sindudatú
conoces…amihermano.
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—Perotuhermano—gritódescompuestoSantiago—sellamaDiego.—No.Diegoeselescritor,hermanodeLuis—dijoquietamenteIsabel.—Noentiendonada—gritóelpadre—.¿Quéesloqueocurreaquí?—Papá…Isabelfuevíctimadeunengaño.Yameparecíaamíquenopodíaser
sunovioLuisMolina,todavezquelosveíaaquítodaslastardes,peronuncaobservéenellosintimidad.
DonCarlosseencaróconLuis.—¿Usted qué sabe de todo esto, señorMolina?Mi hija, como usted sabe, no
puedeservíctimadeesaburla.«Pueslofue—pensóLuisdesalentado—.¡MalditoDiego!».Enaltavoz,dijo:—Indudablemente,aquíhayalgoquenocomprendo.—Ni es preciso—atajó Isabel suavemente—.Yo traeré aLuisMolinamañana
mismo.Sédóndeencontrarlo.—QueridaIsabel,yaestásoyendoqueLuisMolinaeseste.SuhermanoesDiego,
el escritor, y no creo que tengamás hermanos. Por tanto, tú no puedes conocer aningúnMolina.
—Teaseguro,papá…—Isabel, ¿dónde lo has conocido? —preguntó Santiago, más irritado a cada
instante.—Enelpórticodelaiglesia.—Diego no va a la iglesia —dijo Santiago despectivamente—. Así, pues,
tampocosetratadeDiego.Luis sentía que el sudor bañaba su frente. ¿Qué había hechoDiego allí? ¿Qué
relacioneshabíansidolassuyasconaquellamuchacha?—Usted…,¿comprendealgode esto?—preguntódepronto elpadrede Isabel,
mirandodefrentealjoven.—No…No,señor.—Bien,graciasportodo.Yomeencargodedescubrirquélíoeseste—pusouna
manoenelhombrodesuhija—.Meparece,queridamía,queparaenamorarteporprimeravez,hasidoahacerlodeunmito.
—Esunhombrereal,papá.—Nolocomprendo.—Vamos—dijo Santiago a su amigo. Y ya en la terraza,murmuró—: ¿Quién
puedeserelhombrequeinquietódeesemodounalmapuracomolademihermana?—¿Qué…,quéhaocurrido?—Nadaextraordinario.Isabelseenamoró,pareceserqueéllacorresponde,pero
lediotunombre.¿Quiéncreesquepuedeser?—Yo…,yo…creoque…Bueno,serámejorqueloaverigüesportimismo.—Piensohacerlohoymismo.
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En el salón, don Carlos y su esposa se miraban consternados. Isabel estabatranquila.Diríasequeaquellolecausabagracia.
—Isabel, muy segura estás del amor de ese hombre que te dio un nombresupuesto.
—Luisnomeengañó,losé.—¿Nosabesdóndevive?Isabelsequedóperpleja.—Pues no lo sé. Pero lo sabrémañanamismo, y élme acompañará aquí.Esta
mañana,cuandomedespedídeél,ledijequetehablaría…—¿Ysequedóconforme?—Supongoquesí.Nadamedijoencontra.—Mañana,Isabel—decidióelcaballero—,yomismoteacompañaréalaiglesia.
Necesitosaberquiénesesehombre.
***
Luisllegóacasaamediatarde.SusnerviosnolepermitíancontinuarenlareunióndelosHeres.
Penetró en la casa como un huracán, y directamente se dirigió al salón, dondesabíaqueencontraríaasumadre.Estasehallabahundidaenunabutaca,conlacaraocultaentrelasmanosysollozandoamargamente.
—¿Quéocurre?—preguntóalarmadoLuis,olvidándoseunpocodesuira.—¡Oh,estásahí!Creíquelosdosmehabíaisdejadosola.—¿Losdos?¿DóndeestáDiego?—Sehaido.Llegóacasacomounlocoysubióasucuarto,hizolamaleta,sacó
elautoysefue.Luissedesplomóenunabutacayquedórígido,comoanonadado.—Luis —gimió la madre—, es la primera vez que Diego falta a su palabra.
Estoy…Estoy…angustiada,hijomío.—Locomprendo,mamá.¿Nodejónadaparamí?—Nolosé.Parecíatrastornado.Apenassimediounbeso.¿Quépudoocurrirle,
hijo,quépudoocurrirle?¿Losabestú?Nopensabadisgustarasumadre.Erademasiadosensible,yporotrapartenunca
había comprendido muy bien a Diego. Sabía, además, que una vez los Heresconocieran la identidad del hombre que enamoró a su hija, se llevarían a esta delpuebloycallaríanloocurrido.Portanto,sumadrenoteníaporquéenterarsedenada.
—Luis…¿Quétepasatambiénati?Estásmuypálido.—No…Nomepasanada.—Hasllegadotaninesperadamente.—Es que…—mintió—me dijeron queDiego se había ido y vine a ver si era
cierto.
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—Loes.—¿Notedijonadaantesdemarchar?—QuenosesperabaenMadridcuantoantes.Quenopensabasalirdeallí.—¿Ynadamás?—Adiós.Mebesóenelpelofugazmenteysemarchó.Nuncalohecomprendido
bien.¿Porquéhadeserasí?Luissuspiró.SiempreletocabadisculparaDiego,aunqueinmente locensurara
másquenadie,porquesabíamejorquenadiesusfechorías.—Esunescritor,mamá.Losescritoressonseresprivilegiados.Tienenreacciones
incomprensiblesparanosotros.—Esunhombrecomolosdemás.Almenosaparentemente.—Nosetratadeeso,mamá.Noeslamaterialaquediferenciaalaspersonas,es
elespíritu,eltemperamento,lasiquis,laraza.—Noentiendonada.Nadaenabsoluto.Luissepusoenpieyleacariciólamejilla.—Metienesamí,mamá.Ymecomprendes.—Sí.Eselúnicoconsueloquemequeda.—Nosiremosmañana,mamá.Vamosahacerelequipaje.—¡Yoquehabíasoñadoconestaraquíhastaúltimosdeoctubre…!—EnMadridtienestusamistades.Aúnlopasarásmejorqueaquí.Sedirigióasucuarto.PeroantespasóporeldeDiego.Sobrelamesitadenoche
vio un sobre cerrado dirigido a él. Se abalanzó sobre él y lo abrió con rápidonerviosismo.
«Querido Luis:Me largo antes de que tus amigosme corten layugular. No te pido que arregles este asunto. Creo que no tienearreglo.Losiento,Luis.NoentraenmiánimoengañaraIsabelHeres,mienamorada.¡Cielos!Estoyimpresionado,yteconfiesoquesoyunembustero.Tementídesdeelprimerinstanteytú,quemeconoces,tedaráscuentadeque,enefecto,nosoyyohombrequeseveatodoslosdíasconunamismamujer,siestanoleinteresa.Portantoaquívalaconfesión.Estoyenamoradodeella.Pero…nomecasaréjamás.¿Lasrazones?Existenmuchasymuyvariadas.Nitúlascomprenderíasniyotelasexplicaré.Noledigasnadaamamá.Nocomprenderánadade esto. Te espero enMadrid cuanto antes. Tengo que empezarmitrabajo.Loseditoresmepidenlibrosyestoydesconcertado.Dirásqueeslaprimeravezquehuyodemímismoydelamujerquemegustayquiero. Es cierto. Y no me avergüenzo al decirlo. Huyo como uncobardeytalvezlosoyantelagrandiosidaddelamordeunamujerpura.Laprimeramujerinocenteypuraqueconocíenmivida.Nosoy
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digno de ella ni del amor queme inspira, ni siquiera del que yo leinspiroaella.
»Hastapronto,muchacho.Esperoquecuandovolvamosavernosyatehayapasadolarabieta.Encuantoamí,yaestarécurado.Eslobuenoquetengo;quedoyfuertecicatrizaciónamisheridas.
»Unabrazodetuhermano,
»Diego».
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I
X
sabelnohabíadormidoentodalanoche.Ycuandoselevantó,muytemprano,alamañana siguiente, y fue a misa, miró hacia el pórtico. No había nadie. No se
asombró.AaquellahoranoerafácilencontraraLuis.Regresóacasamuypálidaynerviosa.Teníamiedo.Porprimeravez,teníamiedo
dequeLuisnofueraLuis.Pero…SinoeraLuis,¿quiéneraaquelhombrequetantohabíacambiadoelrumbodesuvida?
Al penetrar en el comedor, se encontró con sus padres y su hermano que lamirabandemodoextraño.Fueelcaballeroquienseadelantó.
—Isabel,hantraídounacartaparati.—¿Unacarta?—Sí.Aquíestá.—¿Quién…—latomóconmanotemblorosa—lahatraído?—Unmonaguillo.Dijoqueseladieronparati,ayer.Estaba inmóvil, vacilante, con la carta entre las manos y los ojos fijos en sus
padres.—¿Nolaabres,Isabel?—preguntósuhermano—.Talvezesdeesehombreque
dicellamarseLuisMolina.—EsLuisMolina.Luisnopudoengañarme.—Sin duda te engañó, querida —apuntó el padre muy suavemente—. Los
motivosquetuvoparahacerlo, los ignoramos,masindudablementeteengañó.LuisMolinaexiste,yalovisteayer.
—Esenoes—murmuróahogadamente.—Puesnohayotro—seimpacientóSantiago—.Leeesacarta,talvezhallesahí
la explicación. El pueblo no es grande—añadió nervioso—.Conozco a todos sushabitantes y a los forasteros que pasan aquí el verano. Nunca te he visto con unhombre,exceptoaquí,contodosmisamigos.
Isabelnoleescuchaba.Rompíalanemaconmanotemblorosaysedejabacaerenuna butaca al tiempo de fijar los ojos en el pliego, cuya escritura, desigual, peroelegante,empezabaabailarantesusojos.
—Isabel…—Cállate,Santiago—advirtióelpadre—.Déjalaleer.—Talvezhubierasidomejorquelaleyerastú,papá.—Esparaella.Deprontolamuchachaentrególacartaasupadreydijoconvoztemblorosa:—Leetú,sí,yonopodría…DonCarloscolocóseloslentesytomóelpliegoentrelosdedos.
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«Querida Isabel:Eneste instante, túestaráspensando:“SinoesLuisMolina,¿quiénesestehombre?”.Puessí,soyDiegoMolina,elescritor del que tu hermano hablaba tan mal. El hombre que tuhermano tuvo amenos invitar a sus cursis reuniones.Te hice daño,Isabel, y no quisiera habértelo hecho. No fui a ti deliberadamente.Fui… empujado por una fuerza desconocida, tal vez la fuerza delespírituquedeseahallaralgopuroenlavida.Ytehalléati…Quieroquesepas,muchacha,quesoytalcomotuspadresyhermanotedicen.Peroellosnosabenquemeheenamoradodeti.Sí,teamo,Isabel,teadmiroy te venero, peronomecasaré contigo, ypor esohuyo. ¿Ysabes por qué huyo? Porque me casaría contigo y gozaría de tuposesiónyunasemanadespuésteengañaríacontudoncella,tuamigaotuportera.Yonoséserfielaunsoloamorniaunasolamujer.Notengo escrúpulos de ninguna clase. En mi larga lista de aventurerogalante,degolfo,dedesaprensivosensual,salvajeaveces,conquistéa muchas solteras próximas a casarse, y engañé a algunas casadas,algunasdeellasesposasdemispropiosamigos.Nosoy,pues,hombreque pueda hacer feliz a una muchachita como tú. Isabel,compréndeme,estaansiadevidasensualesmásfuertequeyo.Estaríahaciéndoteelamor,jurándotefidelidad,yteestaríaengañandocontudoncella, si esta era bonita y joven. Por eso huyo. Porque eres unatentación muy grande para mí, y eres de todas las mujeres que heconocido,laúnicaquenoquisieraengañar.
»Dile a tu hermano que no te conquisté deliberadamente. Diletambién,quecaíenmipropiatrampa,ydile,parasutranquilidaddecaballeroimpecable,quenotratéjamásdeabusardetuamor.Ydileatu madre que la admiro por haber dado al mundo una jovenintachable,honradaypuracomotú.Ydileatupadrequesigaleyendomislibros,aloscualesséqueesmuyaficionado.Ytú,Isabel,nomeguardesrencor.Talveztehayahechounbien,ytalvezmuchomal.Nolosé.Perosíséquenoquisierahaberteperjudicado.Adiós,Isabel,bonitaypurachiquilla.Sialgúndíavuelvesaverme,nomenieguesel saludo. A ti te quedanmuchos consuelos en la vida, eres joven,olvidarás.Yotengomuypocos,ynuncaolvidaré…
»DiegoMolina».
Siguióunlargosilencio.DonCarlos,muydespacio,doblólacartayselaentregóasuhija.Esta,pálida,silenciosayreflexiva,latomóentresusdedosylaocultóenelfondodelbolsillodesufaldablancadegabardina.
Se miraron unos a otros, y luego a Isabel. Tal vez esperaban que estallara ensollozosoquelaangustia laagitara.Noocurriónadadeeso.Sepusoenpieydijo
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roncamente:—Cuandosereconocelospecados…,noesmuypecador.Santiagogritó:—¿Esque…noloodias?—Cállate,Santi—pidiólamadre.—¿Porquéhedeodiarlo?—dijoIsabelsuavemente—.Yonosoyunaveletaque
cambia con el viento. Soy unamujer, y tengo los sentimientos bien definidos. Leamo,sellameDiegoosellameLuis,leperdonoyledisculpo,yundíaserésumujer.
—Pero…—estallóSantiago—.¡Estamuchachaesciegaytonta!—Cállate,Santiago—ordenósupadre—.Túpiensascomounhombre,ysientes
comounhombre,peronopuedesexigirqueunamuchachadeveinteañospienseysientacomotú.
—¡Esabsurdo!—selevantófurioso—.Unhombredeesosmereceeldespreciodetodoelmundo,cuantomáseldeunamujerengañada.
—Nome engañó, Santiago—dijo suavemente Isabel—.Has escuchado, comoyo,lalecturadelacarta.Notratóenelladeaparecercomounvirtuoso.
—Papá,¿estásoyendo?—Sí,ytepidoquecalles.—Gracias, papá—dijo Isabel. Y se alejó hacia la puerta. Ya en ella, y con el
pomoenlamano,observó—:Tengoquemeditar.Salióycerrólapuertatrassí.EntoncesSantiagoalzólosbrazosalaireygritó:—¿EsquepiensasconsentirqueIsabelcontinúeconlaesperanzadecasarsecon
él?—Nuncameinmiscuiréenloquetuhermanadecida.Esmás,si llegaacasarse
conDiegoMolina,serémuygustosoelpadrinodesuboda.¿Túquédices,Juliana?Ladamavacilóuninstante.Después,muyserena,adujo:—NoesunhombremuyindicadoparaunamuchachacomoIsabel.—Es un hombre —objetó el caballero—. Todos, más o menos, pensamos y
sentimosasí.Unostienenlaaudaciadedecirlo.Otrostienenlacobardíadecallarloydisimularlo.
—¡Papá…!—Tú—exclamó el padre indignado—no debiste humillarlo.O los invitabas a
todos,oaninguno.—Noirásapensar,papá,queDiegoMolinaseconsideraofendidoporeso.—Tal vez no. Pero nos hubiéramos evitado este disgusto, y tu hermana no se
hubieraenamoradodeél.—Bueno,noestoyarrepentido.—Túnoloestarás,perotuhermanahasalidoperjudicadadebidoatuorgulloytu
odio hacia un hombre que, después de todo, apenas conoces. Por tanto, nadie eresparacensurarlo.
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—Pero,papá—seimpacientóel joven—,conocessusfechorías tantocomoyo.Sabesquenotieneescrúpulos,llevóunacantanteaItaliayellasesuicidóenelhotel.
—NocreoqueDiegoMolinalaobligaraasuicidarse.—Laindujoaelloconsuactitud.—Esohabríaqueverlo.—Mamá—seagitóSantiago—,¿esquevasaconsentirqueunviciosocomoese
secaseconunamuchachallenadevirtudescomoIsabel?—Santi, en la carta está bien claro.Diego no es de los que se casan—dijo la
madresuavemente.—Esolodecimostodos—gruñóeljoven—,peroalfinaltodosclaudicamos.Yel
amor,mamá,túlosabes,esmásfuertequeunsimplecriterio.—Porsupuesto.—Diego volverá a ver a Isabel y no podrá contenerse, y, como él mismo nos
confiesa,laengañaráconsudoncellaalasemanasiguientedelaboda.—Si Diego y yo nos casamos —dijo una voz desde la puerta—, jamás me
engañará.Lostressevolvieronhaciaella.Finaydelicada,Isabelsonreíaconfiadamente.—Isabel —opinó la madre afablemente—, no puedes decir eso. Apenas si
conocesaloshombres.—Meconozcoamí,mamá.—Noessuficiente,Isabel—intervinoelpadre—.Novoyaoponermesiundíate
casas con Diego Molina, pero desde ahora te digo que no vayas al matrimonioequivocada.Noseríaprudente.
—UnhombrecomoDiego—saltóSantiago, enardecidopor el súbito apoyodesuspadres—esincapazdeserfielaunamismamujer.
—Tútecallas,Santiago—ordenódonCarlos—.Cuandohablashieres.—EsqueIsabelnoesmujerparaunviciosocomoese.—Nosabemosquiénesparaquién.Avecessecasandosquecoincidenengustos,
opinionesysentimientos,yjamáslleganacomprenderse.Porelcontrario,hayotrosquepiensan,sientenytienengustosopuestos,ysonfelices.Noeselmatrimoniounaoperacióncomercial.Esalgomásdelicado.
—Papá—susurróIsabel—,megustaríavolveraMadrid.Santiagosesulfuró.—¿Paraencontrarteconél?—Santi—murmurólamadre—,frenatuodio.—Noesodio,mamá.Esrepugnancia.Isabelnisiquieralomiró.Mirabaasupadre.—¿Cuándomarchamos,papá?—Cuandotúdigas.—Esoes—saltóSantiago—.Cuandoelladiga.¿Noseríamejorquesehubiera
idoalconvento?
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—Tú te callas, Santi—exclamó quedamente el padre—.O de lo contrariomeveréobligadoapedirtequenosdejessolos.—Miródenuevoasuhija—.SaldremosparaMadridlasemanapróxima.¿Teparecebien?
—Sí,papá.Gracias.
***
—Eresunmentecato.¡Unmentecato!—Soyunhombrehonrado.—Queteaprovechetuhonradez.—Loquehiciste…—¿Y qué hice, demonio, de provecho? ¿Quieres que te diga lo que hice?Me
enamoré.¿Meentiendes?Meenamoré.—Pueshabertequedadoallí,haberdadolacara.Diego,queaúnsehallabaenpijama,yteníaelcabellorevuelto,agitólacabezay
conpesadadejadezsetirósobrelacamahaciendocrujirestademodoexagerado.—¡Maldita sea! —gruñó—. ¿Por qué tendrás que meterte en lo que no te
importa?Pudistequedarallí,enesemalditopueblo.Mamámereprochamifaltadepalabra,ytú…Pero¿quéoshabéiscreído?¡Estoyyobuenoparaaguantarvuestrossermones!
—Sitehasenamorado—adujosuhermano—cásateconellaysientalacabezadeunavez.
Diegosesentóenlacamayquedómirandoasuhermanoagudamente.—No pienso hacer daño a esa bonita y delicada muchacha, ¿me comprendes?
Creoquete lohicesaberclaroenlacarta.Despuésdetodo,noteníaporquédarteexplicaciones,yfuitanidiotaquetelasdi…
—Lohubierasabidoigual.—YconbrevedadlerefirióloocurridoenelsalóndelafamiliaHeres—.Comoves,sinohuyes,CarlosHerestehubieraagarradoporelcuello.
—Con lo cual no adelantaría nada. —Y mordaz añadió—: De modo que elbenditoSantiago,queeldiablo confunda,pues él tiene la culpade todo, fuequiendescubriólasuperchería.
—Eslógico.—Bueno—paseólaestanciadeunladoaotro—,alláellos.Yo,graciasaDios,
melibrédeaquelespinazo.—Ellos se trasladarán a Madrid para la semana próxima. Me lo dijo Romero
cuandofueadespedirmealtren.AquítetoparásconIsabelacadainstante.—Nolocreas.Yonofrecuentolosmismoslugaresqueesagente.—Sicontinúasenelfango…,porsupuestoqueno.—¡Yo continuaré dónde me dé la gana! —chilló—. ¿Quién eres tú para
censurarme?
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—Megustaría—argumentóásperamenteLuis—borrardelcorazóndeIsabel turecuerdo.
—Hazlosipuedes.Teloagradeceré.Se disponía a vestirse. Luis no se movió. Sentado en el brazo de una butaca,
observabaasuhermanosinpestañear,perotambiénsindejardehablar.—Diego…,¿estásdeverasenamoradodeella?—Supongoquesí.Seabrochabalacamisa.—¿Yporquénotecasas?Seponíalacorbata.—¿Porqué,Diego?—Porquenoleseríafiel.¿Notelodijeya?—Silaamasdeveras…—Siento una debilidad extremada por las mujeres, Luis —adujo impasible,
anudando impecablemente la corbata—. Estaría adorando a Isabel y desearía contodoslossentidosasudoncella,siestaeradignadeserdeseada.Soyunacalamidadconrespectoalamoral.¿Puedoevitarlo?—Diolavuelta—.Puesnopuedo.
Sepusolaamericana.—¿Adóndevas?—Tengounaentrevistaconeleditor.—Cuandopiensoenti,Diego,mepreguntocómoesposiblequeunhombredetu
personalidad,detutalentoydetufama,seatandébilanteelsexofemenino.—Yo también me lo pregunto —rio tranquilamente Diego—. Y la culpa de
todo… ¡Hum! —formó las sinuosidades femeninas con las manos—. La tienenesas…
—Eresunsádicosensualista,ylocuriosoesqueseenamoródetiunamuchachaquehaceunassemanaspensabaprofesar.
—Eso te demuestra que con ella fui un hombre honrado y supe refrenar misimpulsosanimales.
Semarchósinesperarlarespuestadesuhermano.
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E
XI
mpezabanoviembre.DiegosehabíaolvidadodeIsabel.Otrasmuchasmujerespasaronporsuvidaenaquellostresmeses,comotantashabíanpasadoantes.
Habíapublicadounlibro,delcualsehicieroncincoedicionescasisimultáneas,loqueaumentósufamaysufortuna.
Aqueldía,diezdenoviembre,DiegoMolinafuesolicitadoporlatelevisiónparahacerleunaentrevista.Nolegustabalapublicidad,peroacudióindiferenteysoberbiocomosiempre.
YallíestabalafamiliaHeresconSantiagoalacabeza,oyendoyviendoaDiegoMolina.Isabel,muyruborosa,muyquieta,mirabahipnóticamentehacialapantalla,ycuandoDiegoseretiró,despuésdehabersonreídoburlónyhaberdichounascuantasagudezasdelassuyas.Santiagoestalló:
—¿Lohasvisto?Tansoberbio,tanaltivoytansensualcomosiempre.—Cállate,Santiago.¿Cuántasvecestehemandadocallarenestosmeses?—Meduele—gritó—.Meduele,sí,queIsabelhayasidovíctimadeesehombre.—Nohesidosuvíctima,Santi—dijoserenamentelajoven—.Diegonuncame
dijounapalabradeamor.Fuiyo,yo,quetanarraigadoteníaeldeseodesermonja,que fui débil ante el primer hombre que traté. Estoy… Estoy avergonzada de mímisma.
—Querida…—Sí, papá. Yo tenía que ser fuerte, no debí nunca enamorarme así del primer
hombrequemepreguntóporsuperrito.—¿Porsuperrito?—Sí,Santiago.Asíempezólonuestro.Diegoperdiósupekinés.—¡Absurdo!DiegoMolinajamástuvounpekinés.—Esonoimporta,Santi—hubodereírelpadre—.Recuerdoquecuandoconocí
atumadre,perdítambiénunobjeto…¿Quéobjetoera,Julianaquerida?—Elalfilerdecorbata.—¡Oh!—Ynospasamosmisamigasyyobuscandoelalfilerdecorbatabuenapartedela
tarde.Isabelseinteresó.—¿Ydespués,mamá?—Comoelalfilernosehabíaperdido,noloencontramos,naturalmente.Peroyo
encontréunacompañanteparaeldíasiguiente…—Yparatodoslosdemásdíasdelavida,queridaJuliana.—Yo no busco esos procedimientos absurdos para conquistar a una mujer—
informóSantiago,seriamente.
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Elpadreseechóareír.—Tú no, querido, porque careces de imaginación. Además, tu novia no la
conquistaste.Teconquistóellaati.—Papá,teruego…—Nohablesnecedadessinoquieresoírlas.DejaaIsabelenpazdeunavezyvea
lotuyo.—Nopuedotolerarquemihermana…—¡Oh!Noempiecesotravez,Santi—pidiócansadaIsabel.Sepusoenpie,peroantesdesalirsupadrelealargóunpaqueteydijocariñoso:—Querida,esunregaloquetehacemosmamáyyo…Esperoqueteguste.—Eres…muybueno,papá.—¿Noloabres?—preguntólamadre.IsabelrompióelcordoncitoyantesusatónitosojosylosdeSantiagoaparecióel
último librodeDiegoMolina,encuadernadoenpielyadornadounángulocondosletrasengarzadasenoro.
—Son…tusiniciales,querida—dijosuavementeelcaballero.Isabelloapretócontrasupechoyenvolvióasuspadresenunalargamirada.—Gracias—murmuró—.Infinitasgracias.Santiagosaltócomounenergúmeno:—¿YvaisaconsentirqueIsabelleaesaporquería?Elpadreseleenfrentó,perdidaunpocosupaciencia.—Eres un ignorante—exclamó—.Ese libro no es una porquería. Es la propia
vida llevadaalpapel.Túno serías capazdeprofundizardeesemodoenelgénerohumano.Jamáspodrásahondarenesasalmasdestrozadas,talvezlamismaalmadeDiego Molina. —Miró a su hija—. Léelo, Isabel; tienes mi consentimiento. Hascumplidoveintiúnañosydebesconocermuchascosasdelavida,muchascosasquehoyignorasporquetumadreyyocometimoslatorpezadeconsiderartesiempreunaniña,cuandoyaerasunamujerconsciente.Leeeseylosdemásquehaescrito.Losencontrarásenmidespacho.
YentoncesIsabel,tímidamente,dijo:—Ya…,yalosheleído,papá.DonCarlosquedósuspenso,perodeprontosoltóunacarcajada.—SerásdignaesposadeDiegoMolina,querida.Seoyóunportazo.Santiagohabíasalido,incapazdecontenerpormástiemposu
furor.
***
EraDiego,estabasegura.SolounhombrecomoDiegopodíacaminardeaquelmodoseguroydecidido,ladeandounpocolacabeza.Ellaesperabalaluzdeunsemáforo
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para cruzar la calle. Al otro lado de esta, Diego esperaba también. Fue natural elencuentro.Diegosedetuvoensecoyellaloimitó.
—Isabel—musitóDiegoconunacentodevozquenoconocíasuhermano.—Noesperabaencontrarteenplenacalle,Diego—dijoella.—¡Diablo!—exclamó—.Hasidounencuentroinesperado.¿Adóndevas?—Vengodehacerunascompras.Meretiroya.—Teinvitoauncafé—laasióporelbrazo—.Hacemuchofrío.Yoibaalgaraje
abuscarelauto.Entremosenestacafetería.Lohicieron.Sesentaronjuntoalventanal,enunaapartadamesa.Eranlassietede
latardeyhacíaunahoraymediaquehabíaanochecido.Diegosequitóelgabánypreguntó:—¿Túnoteloquitas?—Sí.Laayudó.Estabamuybonita.Másquecuando laconoció.Deaquella tímiday
beatamuchacha,noquedabanada.Peroseguíateniendoenelfondodelosojosunatenuesombrademelancolía.
—Estásmuy guapa, Isabel—dijo él de pronto—.No esperaba…No esperabaencontrartehoy.
—Noesperabasencontrarmenunca.—¡Nunca!No lo sé—lamiraba fijamente, con ternura—.Creí…que te había
olvidado.Locreíhastaesteinstante—ycomoellaseruborizarabajolacariciadesumirada,añadióbajísimo—:Megustaturubor,Isabel.
Ellaenrojecióaúnmás,yDiego,porencimadelamesaletomólasmanosentrelassuyas.
—Isabel, hevividoyhe rodadomucho.Como tedecía en aquella carta, nuncasentí escrúpulos de nada. Jamásme remordió la conciencia, y no obstante, a ti terespetaríaporencimadetodo.Eres,Isabel,elobjetodemimásaltaestimación.
—Dicesunascosas…—dijoellarojacomolagranayconencantadorasencillez—quemeencarcelanmás.
—¡Oh,no,Isabel!Nomedigaseso,porquevoyacaerdenuevoenlatentacióndevertecontinuamente.
—Quiero…,quieroquemeveas.—Teharédaño.—No.Mehacedañotuausencia…,tuolvido,tuamorhaciaotrasmujeres.—Nopuedesdeciresoaunhombrequenoquierecasarsecontigo.—No se lo diría a todos los hombres, pero a ti sí. Yo, Diego, si no me caso
contigo,jamásmecasaréconningúnotro.Diego se agitó. Había tropezado con muchas mujeres en su vida, de distintos
tipos,situacionesyesferassociales.Perojamásconunacomoaquella,queconfesabasuamorcon ternurae ingenuidad.Pensóquesicontinuabaviéndola, ibaacaer tan
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encarcelado como ella. Y no quería. Sentía que la amaba demasiado para hacerledaño,ynoobstante…
—Isabel—susurrónerviosamente—,nopuedesdecirmeeso.Nopuedesser tansumisa,nopuedes…
—Diego,tengoqueserasí.—Teseréinfiel,Isabel.—Tendréqueexponerme.—Pormí, no,muchacha.Nome tientes. Poseerte a ti… ¡Cielos! Es como una
ventura,perotengomiedodemímismo,deestainclinaciónmíaalsexodébil.—Sigamosviéndonos,ahoraquenoshemosencontradodenuevo.Puedes…—¿Probar?¿Sabesloqueesosignificaparalosdos?—Meloimagino.Unfracasoountriunfo.—Isabel…,muchacha…—Teloruego.—Cuandomehablasconeseacento,cuandomemirasconesosojos…Isabel…
¿Porqué?¿Porquénomeodias?—Porquetequiero.—Nopuedesamarme.Nosoymerecedordetucariño.—Túnosabesloqueeresaún.Nopuedessaberlo,Diegoquerido,porquehasta
ahoratehasdesenvueltoenunmundoyunosseresdiferentesamí.—Losé,losé.Perotemoquenopuedaserjamásunbuenmarido.Ytútalvez,
aunquecreaslocontrario,nopuedesserunabuenaesposaparamí.—Loseré.—¡Oh,no!Yoadmiroalamujerquesabeseresposadesuesposo,dignadeese
esposo,camaradadeeseesposo,amante…deeseesposo.—Losé.—¿Quelosabes?—Heleídotuslibros.Sedesprendedeellosesamujerquetúdeseasencontraren
tuvida.—Perotúeresunaniña.Ibasasermonja.—Perodeseosertuesposa,tuamiga,tucamarada,tuamante…Lamuchachasepusoenpie.—Estarde.Encasaestaráninquietospormí.—Teacompaño.Laayudabaaponerseelabrigo.Lasujetónerviosamenteporloshombros.—Isabel —le dijo ya en la calle con voz sorda—, eres una tentación… Una
terribletentaciónparamí…—Quieroseralgomás.
***
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Atravesaroncallesycalles.Lallevabaapretadacontrasí.Jamáshabíallevadoasíaunamujer.Nuncasintióaqueldeseodeprotección,deansia,deanhelo…
—Isabel…,mañanavendréabuscarte.—Sí.—Iremosenautoporahí.Tuspadres…,¿tedejarán?—Sí.—¿Ytuhermano?Nuncalefuisimpático.¿Ysabesporqué?—No.—Siendounoschavales,enelpueblo,lequitélanovia.Nuncaloolvidó.Cuando
nospresentaronsimulóquenomeconocía.Nomeimportó.Peroyorecordabamuybienaquelincidentedeniños.
—NodebepreocupartelaopinióndeSantiago.—Nomepreocupa.Solomepreocupastú.Porquesituspadressenegaranyyo
estuvieradecididoacasarmecontigo,ytúloestuvierasacasarteconmigo,teraptaría.—¿Todolohacesasí?—Cuandoquiero,sí.Llegaban al portal. Un suntuoso portal de una suntuosa casa de la Gran Vía
madrileña.—Isabel…¿Vamosaempezarotravez?—Sí.Sitúquieres,sí.—¿Ysinoquiero?¿Sitengomiedo?¿Simesientocobardeporprimeravezenmi
vida?—Entonces…,no.Entoncesnoempezaremosnuncamás.—Esqueahora,Isabel,sivuelvoati,seráencalidaddenovio.Talveztúignoras
quedosnovios…—Losé.—¿Lo…sabes?—Sí.—Muchacha,medeslumbras.—Ahoravete—loempujósuavemente—.Veyvuelvemañana.—Quisiera…,quisierabesarte.—No sé lo que es un beso —se aturdió ruborosa—. No quisiera que esa
experienciame la enseñara un hombre que luego hace elmismo experimento conotrasmujeres.
—¿Loves?—Es que después que seas mi esposo no me engañarás. Sé que no lo harás,
Diego.Llenarétuvidadetalmodo…—¡Muchacha!—Detalmodo—siguióbajo,perointensamente—quenoquerrásbesaraotras
mujeres.Teasquearán.
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La contemplaba arrobado. Una niña sin experiencia sentimental, una mujersobradadeella.
Laasióporloshombrosy,excitado,exclamó:—Isabel,mefascinas.Tejuroqueeslaprimeravezquemetientaelmatrimonio.—Ahoravete.—¿Sin…unbeso?—Conlapromesademuchosbesos.—Ni hecha con mi propia alma y mi cerebro, hubieras sido una mujer más
indicadaparamí.Pedirétumano,Isabel,ynoscasaremos.—Meditaprimero.—Simehasvueltoaganarenuninstante,cuandocreítenerteolvidada…,¿cómo
mepidesmeditación?—Por esomismo.Esta nochemedita, y llámame por teléfonomañana.Buenas
noches,Diego,miamor.—Dilootravez.—Miamor.—¡Cristodeloscielos…!Yo…,yo…Ellaseperdíaenlacajadelascensor.YDiegosalíaalacallecomosideprontose
convirtieraenotrohombre.Alfinaldelacena,dijoIsabel:—HevistoaDiego.DonCarloslevantólacabezacontalbrusquedad,queledoliólanuca.Santiago
gritófueradesí:—¡Esomelosuponíayo!Nadielehizocaso.—Isabel—dijoelpadre—,¿quépiensashacer?—Nodependedemí,papá—replicóconsencillez—.TododependedeDiego.—¡Qué desvergüenza! —gritó Santiago—. ¡Y era ella la que tenía vocación
religiosa…!Tampocoleprestaronatención.Isabeldijosuavemente:—Mañana,Diegovendráabuscarme.—Isabel…¿Quédebemosdecirte?—Nada,mamá.Esperemos.
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S
XII
edisponíaaacostarse,cuandosonóeltimbredelteléfono.Asióelreceptoryloacercóaloído.
—Diga.—Isabel…—Diego…Ibaaacostarme.¿Ytú?—Escribiendo.—¿Entunuevolibro?—No.Unacartaparati.—¿Paramí?—Nolarecibirásnunca.Perotengoquedecirtemuchascosas.—Diego…—Dime,Isabel…—¿Novolverás?—Volveré.Asíseaselmismoinfierno,volveré.—Nodigaseso.—Ereselcielo,Isabel.Losé.Perosifueraslocontrario,tendríaqueirhaciati…
Eresmidestino.¿Ysabes?Lohedescubiertoestatarde.—Peroaúntienesmiedo.—Yanotengomiedoalmundo.Túmeevitarásesetemor.—Sí.—¿Estássegura,Isabel?—Demí,sí.—Teníasqueestarlodemí.—Loestaré.Dime…,¿quéescribíasenesacarta?—Todoloquesientoenesteinstante.—¿Yquésientes?—Queteamo,quetenecesito,quenopodríavivirsinti.—Hasdichoesomuchasveces.—Sí,muchas,demasiadasvecesparacreerloyomismo.Perotú…hasdichoque
acapararásmivida.—Tengoesaseguridad.—Isabel…—Dime,Diego.—¿Selohasdichoatuspadres?—Sí.—¿QuédijoSantiago?—NomeinteresalaopinióndeSantiago.Solointeresastú.
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—Muchacha…,estoycomosigravitasesobreunanube.—Lanubedenuestrafelicidad.—Esoes.—Hastamañana,Diego.—Espera.—Sonlasdoce.—No cuentes las horas del reloj. Cuando se es feliz… el reloj es…un simple
objetomolesto. Isabel, te llevaréporelmundo.Te llevarécogidademibrazoy tupresenciayconfianzaenmí,melibrarándelatentación.
—Solo saliendo indemne de tantas tentaciones como nos acechan cada día, seconocelavalíapersonal.
—Eresdemasiadopuraparamí.—Soyunamujer.Nuncacreíquefueratanmujer,Diegoquerido.—Mujer hasta el extremo de encarcelar a un calavera. ¿No tienes miedo?
¿Ningúnmiedo?—Ninguno.—Tuconfianzamedesarma,medaamíesaconfianzadelapasiónconstantey
firme.—Diego.—¿Hastamañana?—Hastatodoslosdías.Colgó.Se tendió en la cama y entrecerró los ojos. Sentía dentro de sí una plenitud
absoluta.Unanheloinconteniblequesuponíaparaellalavidaentera,fundidaenelamordeDiegoMolina.
***
Recibióelprimerbeso.Diegorioquietamentesobresuslabiosinexpertos.—No,no—dijo—.Asíno,mivida.—¿Cómo?Yaquellaexpresióningenua,excitabaaDiegomásquelasabiduríadeotramujer.—Teenseñaré.Magnífico maestro y magnífica alumna. Días inolvidables, que enseñaban a
Isabel una emoción nueva cada día. Días que llevaban en sí una emoción a cadainstante.Díasquenoseolvidaríanjamás.
YDiegoempezóasentiraquellaimperiosanecesidaddeIsabel,perounaIsabelsola,nocompartidaconotrasmujeres.Y las llamadas telefónicasquecasi siemprecontestabaLuis,eranatendidasporesteconmorbosasatisfacción.SiempreodióalasamigasdeDiego,yahorasecomplacíaendecircasiinvariablemente:
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—Nohaynadaquehacer,muchachas.Elgolfeteencontróunapurapalomaalaquedesposarámuypronto.
Ydespuéssevolvíahaciasumadreyledecía:—Tengomiedo,mamá.Miedodequeeselocoleseainfielasuesposa.—Yotengomiedodequejamáslosea,Luis—sequejabaladama.—¡Oh, no! Lo será. De eso no tengas miedo. Diego ha conocido a muchas
mujeres,peronuncaaunacomoIsabel.TodoestribaenqueIsabelnoseamonótona.Noloera.Isabelproporcionabaalhombreunaemocióndistintacadadía.Aquella
ingenuidad, aquella claridad de ideas, aquel corresponder a sus bríos pasionales loencadenaba sin proponérselo, y un día, él, vencido, apasionado, entregadoenteramente,exclamó:
—Nopuedomás,Isabel,miamor.Tenemosquecasarnos.Isabel reía.Ycogiendoentre susmanosel rostrodeDiego,acercabasubocay
decíabajísimo,conaquellaencantadoraespontaneidad:—Yotampocopuedoresistirpormástiempoestaansia,esteanhelo…Soycomo
tú,Diego.¿Nuncahaspensadoenquesoycomotú,sientocomotú,ansiocomotú,anhelocomotú?
Laperdíaensusbrazos,yellaenredabasusmanosensuscabellosyledecíaaloído:
—Tequiero…Un«tequiero»,queDiegohabíaoídomuchasvecesenbrazosdeotramujer,pero
jamásenunabocapurayespontáneacomoladeIsabel.—Van a pedir mi mano, papá —dijo Isabel inesperadamente una mañana—.
Vendránhoy.—¿Estássegura,Isabel,firmementesegura,detimisma?—Loestoy,papá.—¿YdeDiego?—También.Y entrecerraba los ojos y veía a Diego rendido, enamorado, apasionado y
anhelante ante ella. Aquel hombre tenía que necesitarla siempre. Y ella sabía queninguna otramujer podía llenar jamás las ansias varoniles deDiego como ella lasllenaba.
—Estábien,Isabel.Quevengaestatarde.YcuandoIsabelsalió,Santiagodiosuúltimogritodeguerra.—Esmonstruosoquepermitáisunmatrimoniocomoese. Isabel, la santidad, la
purezapersonificadas,unidaconunvividor,ungolfo,unviciososensualista.—Noconocesalserhumano,Santiago—dijosupadrereprobador—.Tuhermana
amabaaDiosconunaintensidadextraordinaria.Losigueamando,peroeshumanayhaprobadoelamordelhombrequeesemismoDiosledestina.
—Conotrohombre—apuntóSantiagofieramente—,peronoconunviciosoqueleenseñaráavivircomoenseñóatantasmujeresquefueronsusamantes.
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—Santiago—intervino ladama—,meparecequevasdemasiado lejos.A todaslas mujeres nos gusta vivir apasionadamente, y tu hermana no se diferencia decualquiermujer,conrespectoasuvidasentimental.
—Estoyasqueado.—Lo sentimos, hijo. Pero la felicidad de Isabel no depende de ti. Depende de
DiegoMolina.—Algúndíaosarrepentiréis.—Estamossatisfechosdelgiroquetomanlosacontecimientos.—Mejorhubierasidoqueprofesara.—Ellaopinadeotromodo.Yporotraparte,nofueella,niyo,nitú,nielmismo
Diego,quienlallevóalosbrazosmasculinos.FueDios,queridohijo,Dios,quenoshizocomprenderatiempo,queellanoestabadestinadaparaÉl.
—Nopiensoasistiralaboda.—¿Quépiensashacer?—Memarchodeviajehoymismo.—Vepensandoencasartetútambién.
***
Elautosealejó.Luistomóasumadreporelbrazoylallevóalcoche,trasdespedirsedelosespososHeres.
—Ojalá sean felices —dijo Luis, empuñando el volante—. Yo no estoy muyseguro.ConsideroaDiegodemasiadoinconstante.
—Ellaestanbonita…—Sí,mamá,muybonita.PerosiconsiguereteneraDiegoelrestodesuvida,no
seráporsubelleza.NoesDiegohombreque,alamar,secomplazcaconunfísico.Diegoesdelosqueamanelalma,peseasucalidaddevividorsensual.
—Esperemos,Luis,quetodovayabien.—Rezaporqueasísea,mamá.IsabelHeresnomereceundesengaño.
***
—Estáspreocupado,Carlos…Elhombrequeconducíaelautohaciasucasaarrugólafrente.—Tengomiedo.—Isabelleamamuchoyesinteligente.—A veces no basta eso para atraer a un hombre con tontas inquietudes
sicológicas.—Isabelsabequesecasaconunescritor.
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—Porsupuesto.Peroloquehacefaltaesquesedécuentadequeelescritornoesunhombrecorriente.
—Isabellosabe.—Tambiénesconvenientequesepaqueleserádifícilretenerlo.—Sitienesesasdudas,¿porquéhasconsentidoestaboda?—PorqueIsabelladeseaba,yporqueyofuielculpabledequesuvidacambiara
surumbo,quedenoseryo,yaestabatrazado.—TengamosconfianzaenDios,querido.—Sí—ypreguntó—:¿DóndesehamarchadoSantiago?—Haidoaverasunoviaalpueblo.—Ojalánotengaélrazón.
***
Unanochemaravillosa.Unhombrecaballeroso,unamorextraordinario.YDiegoreíasobre labocadeIsabel.Unabocaquesabíaagolosina,quehabía
aprendidoabesaryaretener.Nohuboenaquellaparejafrasesdelasmuchasquesedicenesedía,enquedos
secasanyempiezanen realidadaconocerse.Diegonoeramuyhablador.E IsabelamabaaDiegoyleseguía.Élseiniciaba.Ellalesalíaalcaminoyalencontrarseseolvidabandehablar.
Isabel jamás olvidaría aquellos días y aquellas noches. Jamás podría olvidaraquellosbesosdeDiego,aquellapasiónmutuaqueledescubríaunmundodiferente.JamásolvidaríalamiradadeDiego,supasión,sussilencios,suternura.
YDiego sentíahacia ellaunanhelodistinto.Algoque jamáshabía sentidoporotramujer.Labesabaytemíahacerledaño,laapretabacontrasíymurmuraba:«Teadoro».Cuandolacontemplabaensilencio,ellataningenua,tansencilla,tannaturalen los momentos más íntimos, sentía dentro de sí una plenitud, un placer, unafelicidadquejamáshabíasentidohastaentonces.
Asífueaquelviajedenovios,duranteelcualIsabelseadiestróeneldifícilartedelmatrimonio.Ytranscurridounmes,ellayasabía,selohabíadichosuinstintodemujer,queDiegonopodríajamásprescindirdeella.
Lamiradamasculinalaseguíaconstantemente.Aveces,muchas,huíadeélyreíaaturdida,yDiegolaseguíahastaelfondodelsalón,yallí laacorralaba,yentoncesella, dominada ya por la pasión mutua, se cerraba en sus brazos y con aquellaencantadoraespontaneidadledecía:
—Bésame,Diego.Bésameyquiéremehastadejarmeinerte.Y Diego la besaba y la quería hasta perder el sentido, y cuando ambos lo
recuperaban,élmurmuraba:—Somosiguales.Iguales,Isabel,poresonotefaltarénunca.Porqueentisehalla
recopiladotodoloqueansiéenlavida.
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IsabelyDiegoregresarondesuviajedenovios.YseinstalaronenelsuntuosopisodelacalleGeneralMola.Ytuvieronunhijo,ydoshijos,ytreshijos,sinqueIsabelsupieraquesuesposoleerainfiel.Cuandounamujerllamabaporteléfonoyseponíaellaalaparato,invariablementedecía:
—Miesposonoestá.Yluegoibaaldespacho,secolgabadelcuellodeDiegoyledecíaaloído:—Tehallamadounadetusamiguitas.—Deantaño—terminabaél.—Deantaño,sí.Yreíanlosdos.Diegoescribíayalternabasuvidasocialconsustreshijosysuesposa,queseguía
teniendo para él el mismo encanto y seducción de aquellamuchacha inocente delpórticodelaiglesia.
A veces, cuando se sentaban muy juntos en la penumbra de la salita o en laintimidaddelaalcoba,éldecíacalladamente:
—Nofueespejismo,Isabel.—No,mivida.Fueamor.—Amor que sigue imperando en mí con la misma fuerza. Eres… única en tu
génerofemenino.—Esquemeamas,Diego.Meamasconverdaderalocura.Jamásdudabadeaquelcariño,yDiegovivíacomoenlasnubes.Un día, algunos años después de haberse casado, Luis, ya casado también, le
preguntóaDiego:—¿NuncahasengañadoaIsabel?Diegoseechóareír.Ydeprontosepusoserioydijogravemente:—Notuvenecesidad.Encontréenmimujertodasmispropiasansiassatisfechas.
Tepareceráextraño,peronoloes.—Nomehascontestado.¿Laengañasteonolaengañaste?—¿Ysinomedieralaganadecontestar,desersincero?—Loeresparamí.—Sí,losoy.Unavez,hacedeellounaño,intentéunviajeaParísconunadama
muyhermosa—seechóareírregocijado—.Cuandomedisponíaamarchar,Isabelsecolgódemicuello,mebesóenlabocaymedijo:«Llévamecontigo,mivida».Ylallevé.Fue—añadiórisueño—lamejoramantequehetenidojamás.Yeramiesposa.¿Comprendesahoraporquénopuedoengañar a Isabel? ¿Porquénoquieronimeinteresaengañarla?
—Siemprehassidounhombredesuerte.
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—Pero el imbécil de mi cuñado nunca me perdonó. En cambio tengo unossuegrosencantadores.—Ydepronto, sin transición,añadió—:Oye,Luis,¿porquésomosloshombrestanidiotas?Renegamosdelmatrimonio,yeselcomplementodelavidadeunhombre.
Luisreía.YcuandoDiegollegóacasaaquellanoche,Isabellesalióalencuentro,secolgódesucuelloylemiróalosojos.Luego,quedamente,lesusurróaloído:
—Vamosatenerotronene,Diego,miamor.Diegomiróaloaltoy,apretándolacontrasí,labesódeprontoydijoenardecido:—Es el cielo, donde tú tienes tanta influencia, que premia mi fidelidad y tu
ternura.
FIN
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MARÍADEL SOCORROTELLADOLÓPEZ (El Franco, Asturias, 1927 - Gijón,2009).MasconocidacomoCorínTellado,fueunaescritoraespañolademásde4000novelasrománticasentre1946y2009.
Corín Tellado es La autora más famosa de la literatura popular española. Publicóunos4000títulosvendiendomásde400000000ejemplaresdesusnovelas,algunasde las cuales fueron traducidas a 27 idiomas y llevadas al cine, radio y televisión.FiguraenelLibroGuinnessdeRécords1994(ediciónespañola)comolaautoramásvendidaenlenguacastellana.Escribiócasiexclusivamentenovelarosa,perotambiénfotonovelas. En un principio trabajó en exclusiva para la Editorial Bruguera. SusobrastuvieronunéxitoespecialenLatinoamérica,dondeimpulsaronlacreacióndelatelenovelayelserialtelevisivo.
Alcontrarioqueotrasnovelaseuropeasdelgénerorosa,lasnovelasdeCorínTelladotranscurrenenlaactualidadynoenescenariosexóticosoenotrasépocas.Deahísugran poder para identificarse con sus contemporáneas. Las últimas, sin embargo,utilizan personajes de alta posición social. La clave de todo es la temperaturasentimental:suspersonajessuelenser,aunquenosiempre,gentequetieneeldineroen bruto, pero que valora con una ingenuidad nada neoliberal los sentimientos.Lapropia autora afirma que su estilo se perfiló gracias a la censura de la Españafranquista, que expurgó sus novelas de forma inmisericorde; además, todasterminabaninevitablementeenboda:«Algunasnovelasveníancontantossubrayadosque apenas quedaba letra en negro.Me enseñaron a insinuar, a sugerirmás que a
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mostrar».Huboocasionesenquelacensuralellegóarechazarcuatronovelasenunmes.
El fuerte deCorínTellado, aparte de sugran facilidadpara desarrollar argumentosinteresantes, es el análisis de los sentimientos. La descripción en sus novelas esmínima y el estilo es directo. Al momento de su deceso su literatura habíaevolucionadoconlostiempos,sabiendoreflejarlarealidadsocialcontemporánea.
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