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Adictos Anónimos 1 Luis Mario Moncada Adictos Anónimos (o ¿De cuál fuma usted?) Terapia de grupo complementada con la famosa Perorata sobre la necesidad de despenalizar el consumo de drogas. Adictos: Fumadora Flavia Alcohólico Carlos Cafeinómano Verónica Farmacodependiente Martha Fisicoculturista y Orador Fanática Fabiola Teleadicto Pedro

Adictos Anónimos (o ¿De cuál fuma usted?)

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De Luis Mario Moncada. Terapia de grupo complementada con la famosa perorata sobre la necesidad de despenalizar el consumo de drogas

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Adictos Anónimos 1

Luis Mario Moncada

Adictos Anónimos (o ¿De cuál fuma usted?) Terapia de grupo complementada con la famosa Perorata sobre la necesidad de despenalizar el consumo de drogas.

Adictos:

Fumadora FlaviaAlcohólico CarlosCafeinómano VerónicaFarmacodependiente MarthaFisicoculturista y Orador Fanática FabiolaTeleadicto Pedro

Todos los personajes se dirigen al público.

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PRIMERA PARTE

Foco sobre FARMACODEPENDIENTE. A su lado hay un teléfono que ella mira fijamente. Larga espera en la que aparentemente no pasa nada. Después saca una pasta y se la traga, sin dejar de mirar el teléfono.

Foco al área del fumador en el momento que enciende un cigarro. Desde este momento no dejará de fumar y cada nuevo cigarro lo encenderá con la colilla del anterior.

FUMADOR: ¿Yo? Tabaco oscuro, desde los 13 años. La primera vez fue a la salida de la escuela, en un camellón, mientras caminábamos a la parada. Iba en una secundaria escondida, la 10, que está en un callejón de Mixcoac. Pero en las tardes me llevaban al CADAC, donde comencé a estudiar actuación. Sólo una vez he dejado de fumar, pero no aguanté y volví al cigarro. En cambio, no tomo. No me gusta el licor, ni en los pasteles. No es que no me emborrache de vez en cuando, pero lo hago por estricta necesidad de desfogarme, nunca porque extrañe un tequila. Me puedo pasar toda una reunión sin tomar, pero un reventón sin cigarros es verdaderamente patético. Lo que yo fumo son Delicados.

Foco a FARMACODEPENDIENTE que toma el teléfono, pero espera largo tiempo antes de comenzar a marcar.

Foco a ALCOHOLICO; mira un vaso de agua que está frente a él.

ALCOHOLICO: Mi nombre es Carlos X. Soy alcohólico. (Larga pausa). Tengo 32 años, estoy casado, con una posición relativamente buena para mi edad, aunque es un puesto inestable....

Suena el teléfono junto a alcohólico, quien entonces interrumpe su presentación. Mira hacia la audiencia como preguntándo qué hacer. Antes de contestar, pide perdón.

ALCOHOLICO: ¿Bueno?

FARMACODEPENDIENTE: Hola, Carlos, ¿no está Verónica?

ALCOHOLICO: No, No está.

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FARMACODEPENDIENTE: ¿Tardará mucho?

ALCOHOLICO: Oye, Martha, la audiencia me está viendo... (Ríe). Estoy en una reunión.

FARMACODEPENDIENTE: Perdón, perdón, perdón. ¿Podrías decirle que me hable? ¿Que es urgente?

ALCOHOLICO: Está bien.

FARMACODEPENDIENTE: Gracias.

ALCOHOLICO cuelga. FARMACODEPENDIENTE todavía se queda unos momentos con el teléfono descolgado.

ALCOHOLICO: Perdón. Como decía... Mi nombre es Carlos X. Soy alcohólico. (Pausa). No sé cómo empezar. Dicen... dicen que el primer síntoma es negar que uno lo es. Yo estoy en esa etapa. No soy alcohólico, estoy casi seguro (pausa), pero supongo que esa es la primera afirmación de que lo soy. (Pausa). Por eso estoy aquí. Sé que no soy el único, supongo que entre ustedes hay tal vez historias más difíciles y sin embargo lo han superado. Yo tengo miedo, ¿no parece?, sí, sé que necesito ayuda. Siento que cada vez es más difícil detenerme cuando tomo. Si he de ser franco, no quisiera dejar de beber, es lo que más me gusta en la vida. Sólo me gusta menos que el amor, pero me gusta más seguido. No me gustaría dejarlo, pero no sé, no me gustaría. No me imagino. No. Pero la verdad es que no puedo parar... (Pausa). Ya he tenido algunos exabruptos preocupantes; sobre todo me preocupa que me pongo violento, a veces no puedo evitarlo, digo cosas, hago cosas de las que después me arrepiento. La única manera que conozco para calmarme es tomando otra copa. Además, me siento fuera de lugar; siempre llego tarde a las conversaciones. Lo que digo es inoportuno. Si yo pudiera controlarme... Si pudiera controlar la forma en que tomo tal vez no habría problema. O sea, estoy conciente, estoy conciente, no tengo lagunas, no se me olvidan las cosas, estoy consciente, pero, pero... eso es lo que me gustaría preguntar...: No sé cómo.... No tengo problema en dejarlo. De hecho llevo algunos días. Y me siento bien, creo que sí. Pero la verdad, a ratos como que... como que... No sé. Hace calor.

Bebe un poco de agua.

Foco a FARMACODEPENDIENTE, que vuelve a marcar un número. Se escucha una contestadora telefónica: música (tecnodance) y voz (femenina):

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VOZ: Muévete, muévete, si lo dices rápido tal vez no reviente.

FARMACODEPENDIENTE: Iván... ¿No se te pudo ocurrir otro nombre?... Iván, te estoy esperando. ¿Vas a querer que vaya? Ya me hiciste dudar. ¿Quieres que te acompañe o no? Estoy esperando...

Cuelga. Se muerde los labios, o algo así.

Foco a FUMADOR.

FUMADOR: Cuando estuve sin fumar engordé cuatro kilos y a veces me daban ataques de ansiedad, aunque debo reconocer que en las mañanas me sentía muy bien, mucho mejor sin las crudas del tabaco. Sin exagerar, debe haber tardado más de tres semanas en desaparecer el sabor a tabaco de mi garganta. Todavía a los 15 días despertaba con la sensación de haber fumado dos cajetillas la noche anterior. En realidad nunca he llegado a fumar dos cajetillas, a no ser en una reunión. Fumo más cuando tengo cine, o cuando estoy a punto de estrenar. En la tele no se antoja, no sé por qué. Pero en promedio debo fumar unos 20 ó 25 cigarros diarios. A fuerza tengo que abrir una cajetilla todos los días, eso sí, casi como una terapia. Eso decía mi mamá, que era una terapia.

Al fondo aparece Fisicoculturista, quien, al concluir la palabra “terapia”, enciende una grabadora y se dirige a primer plano, donde hay un marco de espejo de cuerpo entero y algunos instrumentos para hacer ejercicio. Fisicoculturista se mira con gusto y concentración, estudiando seriamente su cuerpo. A veces se mueve un poco para apreciar desde otro ángulo la colocación de sus músculos. De pronto descubre algo que no le satisface y se acerca más al espejo para observar con detenimiento. Se toca los bíceps con cierto desencanto y entonces opta por usar las pesas muñequeras para ejercitar sus brazos.

A partir de este momento Fisicoculturista no dejará ni un minuto de hacer ejercicio, salvo que alguna acción específica lo indique. En algunas ocasiones se detiene unos segundos a mirarse en el espejo, pero el objetivo es que alcance un clima de exaltación. Debe realizar una rutina progresiva (y coreográfica) que al final de la escena haga estallar su respiración.

La música que se escucha en su área, y que marcará de alguna manera el ritmo de todas las escenas, es la misma (o en la misma línea) que la de la contestadora.

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Foco a teleadicto.

TELEADICTO: Se los voy a contar, pero voy a tratar de ser sintético porque van a dar las nueve y ustedes... bueno, por supuesto que ustedes saben qué programa empieza a las nueve. En fin, esa no es la historia. Lo que estaba por exponer es cómo fue que comencé a ver telenovelas. Al principio traté de resistirme como si fuera un asunto de principios, pero terminé reconociendo que tengo más ganas de ver el capítulo de hoy que acabar el libro que comencé a leer hace cinco meses y que de sus 123 páginas, me faltan tres. Cuando ocurrió esto que les cuento tenía yo cinco años y vivía con mi madre y tres hermanos, todos ellos mayores que yo. En las tardes esperábamos a que comenzaran las transmisiones para ver las caricaturas. Todos, puesto que Felipe el mayor tenía ocho años, estábamos en edad de caricaturas, y habiendo sólo dos canales en la ciudad, puede decirse que vivíamos un consenso satisfactorio. Sin embargo, la señora del quehacer, una mujer robusta que antes de irse debía esperar a que llegara mi mamá, se desvivía en las tardes por ver su comedia y siempre miraba la tele detrás de nosotros, esperando el momento de los comerciales para cambiarle al canal de las telenovelas. Pero ocurrió un día que, estando todos listos para nuestra rutina vespertina, Felipe conectó el aparato y cambio el canal hacia aquel en que daban las telenovelas. En un movimiento que todavía hoy me sorprende por su rápida ejecución, la señora caminó hacia adelante y puso su silla a un metro de la tele, como colocándose en primera fila. Inmediatamente después, Felipe salió corriendo del cuarto, y todos los hermanos pequeños nos vimos enmedio de un culebrón de los años Sesenta. Durante unos segundos nos paralizamos, sin entender, pero cuando despertamos del engaño pasamos a la ofensiva: reclamamos y exigimos el cambio de canal, hasta intentamos cambiarle por nuestra cuenta, pero la señora daba manotazos y decía que tenía derecho a ver su telenovela. Por aquí no había manera. Entonces, después de una rápida deliberación, corrimos tras Felipe, el hermano que podía defendernos, el que siempre daba la cara frente a los extraños. Pero cuando llegamos al patio de la entrada él venía regresando de la tienda y trataba de abrir un chocolate de esos que eran nuestra perdición. ¡Nos había traicionado!. Había cambiado el reino de las caricaturas por 60 centavos (que era lo que costaba el chocolate). Viendo el asunto perdido, tratamos de ser pragmáticos y al menos reclamamos un porcentaje del chocolate, pero tampoco nos dio nada. Así que esa tarde, una de las más enojosas que recuerde, me senté sin postre a ver el capítulo 42 de Simplemente María..

Foco a FARMACODEPENDIENTE. Marca un número. Nuevamente se escucha la contestadora.

VOZ: Muévete, muévete, si lo dices rápido tal vez no reviente.

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FARMACODEPENDIENTE no deja mensaje. Cuelga. Abre un paquetito de pastillas de menta y se echa una a la boca.

Foco a Teleadicto.

TELEADICTO: Después de aquel día comenzó en nuestra casa la guerra por la televisión, un pleito en el que casi siempre salíamos perdiendo. En ese tiempo me tocó ver a Angélica María, que era la reina, también a Iran Eory, Amparo Rivelles, Maricruz Olivier, Jacqueline Andere, Alicia Rodríguez y Fanny Cano que hacía Yesenia en los Domingos Herdez. Por cierto que esa era la única telenovela que veíamos de rigor porque pasaba en la noche cuando ya no había caricaturas y todos nos acabábamos de bañar.

Foco a Fanática. Lleva una diadema de operadora de teléfonos.

FANATICA: No bebo, no fumo, no me desvelo, no veo televisión, hago todo a mis horas y cada vez como menos carne; si algo puedo afirmar tajantemente es que soy una gente sana, no tengo ningún vicio, y los que tuve ya los corregí. He conocido la tentación, y he caído en ella más de una vez, pero la fe y la ayuda del Señor me sacaron siempre adelante...

Suena teléfono. Fanática hace una indicación de quela esperemos y contesta el conmutador.

Hermandad de Los Caminos del Sur. ¿En qué puedo servirle?... (pausa). Con mucho gusto, lo comunico.

Realiza la conección y corta.

Mi vida ha cambiado mucho desde que conocí a La Hermandad y ellos me abrieron sus brazos. Nada me motivaba, sentía frustración por no hacer lo que hubiera querido, me sentía infeliz, nada me interesaba. Y claro que las cosas no cambiaron de la noche a la mañana, fue un proceso largo y difícil, tuve qué renunciar a muchas cosas, hasta a mi familia, pero ahora me siento en paz. Poco a poco he ido superando las pruebas que mis propios hermanos me ponen. Ahora me siento como...

Suena nuevamente teléfono. Ella responde.

Hermandad de Los Caminos del Sur. ¿En qué puedo servirle?... Sí, con mucho gusto. ¿Cuándo quisiera verlo?... Déjeme ver... (Saca una agenda y busca el día). No, ese día

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tiene citas desde la mañana hasta la tarde... Pero el jueves a las once seguramente usted podrá... Muy bien, el hermano Sebastiéan la verá a las once...

Cuelga.

La importancia de cumplir una misión del espíritu fue la primera lección que me enseñaron. Y yo tuve que aprenderla en el momento más difícil de la vida, cuando la imagen materna comenzaba a desmoronarse sin remedio. Mi papá tenía menos de un año de haberse muerto cuando ella se casó, y yo sentía tanto rencor que sólo pensaba o en lastimarla a ella o en lastimarme a mí. Entonces, el hermano Sebastián se me apareció un día y me puso su abrigo encima; todavía me acuerdo lo que dijo: “mi abrigo es mi casa cuando no estoy en ella; pero en tus hombros, mi abrigo es una casa que alberga esperanza”. Me dijo que me fuera y que esperara, que sólo esperara. Al llegar a la casa, saqué de su bolsa interior un papel que decía: Apocalipsis 6: 11. Fui a tomar La Biblia, que mi hermanastra sólo tiene porque dice que es literatura culta, y leí el versículo del papel: “y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos”. Yo sonreí. El me señaló, me señaló y me enseñó que yo tengo una misión en la vida...

Suena el teléfono. Ella responde.

Hermandad de los Caminos del Sur. ¿En qué puedo servirla?... Sí, con gusto, la comunico... Relaciones públicas, el hermano Carlos tiene llamada...

Foco a FARMACODEPENDIENTE, que está a media llamada telefónica.

FARMACODEPENDIENTE: ...Iván, ya sé que estás ahí. Debes estar imprimiendo tu discurso, ¿no?. ¿Por qué no contestas? ¿O por qué por lo menos no me escribes un discurso? Es como mejor hablas. Nunca te has atrevido a decirme qué es lo que no te gusta de mí. Dímelo, dímelo, aunque sea por teléfono. Háblame. Por lo menos para decirme que no es bueno que vaya a la conferencia.

Espera largo tiempo, después cuelga.

Foco a FUMADOR.

FUMADOR: Comprendo y hasta podría estar de acuerdo con los que tratan de prohibir el cigarro en sitios públicos, pero pienso que el problema es más complicado. El que no fuma piensa que el humo del cigarro afecta su salud física y moral; el fumador se siente

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censurado en su libre ejercicio; el que no fuma piensa que es su derecho preservar limpio el aire que está a su alrededor, el fumador piensa que más sano sería preservar el ambiente del bombardeo publicitario que hay en la ciudad -la ciudad se ha vuelto una escenografía-. El no fumador tiene siempre la necesidad de emancipar al resto de los fumadores, considera que es su problema la lucha contra el tabaco y sus efectos dañinos, mientras que el vicioso piensa que fumar o no fumar es un asunto personal, privado. Pienso que yo podría estar de acuerdo y tal vez dejaría de fumar en sitios públicos si no fuera una exigencia. Yo decidí fumar, y aún así estoy de acuerdo en controlar razonablemente mi vicio. Pero lo que es el colmo es que hasta en la casa de tu propia familia haya quien diga que hay que salirse a la calle. En un espacio público lo que quieran, pero en tu casa, en donde creciste... no, no. Deveras es cierto eso de que uno no escoge a sus parientes, pero si vas a compartir un espacio que se chinguen todos. Hay algunos que ni siquiera conocen que lo que hacen es una perversión Yo nada más fumo, no veo el problema.

Foco a Teleadicto.

TELEADICTO: El término ociosidad es muy relativo, no estoy de acuerdo. Yo veo por lo menos seis horas diarias, y mi tiempo productivo es más o menos el mismo que el de cualquier persona. Por lo menos una hora u hora y media de ese tiempo lo ocupo también para comer y cenar. En la mañana casi no puedo verla, pero en la tarde la enciendo, aunque no le preste atención, desde que llego a la casa hasta que cierro los ojos para dormir. Mientras la tele está encendida en mi casa puedo leer el periódico, hacer labores domésticas, cocinar, escuchar música si le bajo el volumen (porque la tele también se puede ver sin volumen), hacer trabajos que no requieran demasiada concentración, platicar. Aunque sobre esto último, debo decir que para platicar frente a una tele es necesario que al menos uno de los que platican no sea teleadicto, porque si no ambos terminan clavándose en el programa. También se puede hacer el amor frente a la tele. Pero lo que resulta sorprendente, para algunos, es que cuando se alcanza un enorme grado de entrenamiento, uno fija su vista en la pantalla y entonces es posible dedicarse a pensar.

Foco a FARMACODEPENDIENTE. Suena su teléfono.

FARMACODEPENDIENTE: ¿Bueno?

Foco a CAFEINOMANA. Trae puesta una bata de médico.

CAFEINOMANA: Martha.

FARMACODEPENDIENTE: Verónica.

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CAFEINOMANA: Me dijo Carlos que era urgente.

FARMACODEPENDIENTE: ¿Urgente? No, nada más le dije que me hablaras.

CAFEINOMANO: ¿Segura? ¿Qué pasa?

FARMACODEPENDIENTE: Me duele la cabeza.

CAFEINOMANO: ¿Qué pasa? Siempre te duele la cabeza ¿Qué cosa era urgente?

FARMACODEPENDIENTE: Nada, sólo quería saber si ibas a ir a la cenferencia.

CAFEINOMANO: ¿A la conferencia? ¿A la conferencia? ¿Para eso me hablaste? (pausa) ¿Cuándo es?

FARMACODEPENDIENTE: Hoy en la noche. (Pausa)

CAFEINOMANO: Está bien.

FARMACODEPENDIENTE: Entonces allá nos vemos.

CAFEINOMANO: Martha, ¿segura que me hablaste por eso?

FARMACODEPENDIENTE: Bueno, no.

CAFEINOMANO: ¿Entonces? ¿Qué pasa?

FARMACODEPENDIENTE: No me ha hablado.

CAFEINOMANO: No te ha hablado. ¿Desde cuándo?

FARMACODEPENDIENTE: No se apareció en todo el fin de semana.

CAFEINOMANO: ¿Se pelearon?

FARMACODEPENDIENTE: No... no, pero estaba como... no sé, hasta el gorro. Como si todo le desesperara, pero no nos peleamos, es lo que quería, que yo dijera algo para que nos peleáramos y después irse corriendo con alguien con quien ya había acordado pasar el fin de semana. Así es, dice que no quiere nada en firme, porque es una figura

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pública y ahorita no le conviene. Pero yo no dije nada, me aguanté y no dije nada. Cuando se fue tenía la culpa en su cara.

CAFEINOMANO: ¿Y sabes quién es la otra?

FARMACODEPENDIENTE: No, no sé. Pero eso no importa; siempre es alguien distinto. ¿Tienes algo para mí?

CAFEINOMANO: No cambies el tema. Te dije que eso no iba a funcionar. No para ti.

FARMACODEPENDIENTE: ¿No tienes Roibnol?

CAFEINOMANO: ¿Qué te pasa? Ya bájale, ¿no? Ya bájale.

FARMACODEPENDIENTE: No me regañes, por favor.

CAFEINOMANO: Si no quieres que te diga nada entonces no me cuentes nada.

FARMACODEPENDIENTE: Está bien, está bien, pero si vas a ir en la noche, ¿verdad?

CAFEINOMANO: ¿Todavía vas a ir después de lo que me cuentas?

FARMACODEPENDIENTE: Quiero verla.

CAFEINOMANA: ¿Y yo qué tengo que...?

FARMACODEPENDIENTE: No quiero ir sola.

CAFEINOMANA: Martha, no tengo tiempo para ser tu chaperón.

FARMACODEPENDIENTE: ¡Por favor!

CAFEINOMANA: ¿A qué hora es?

FARMACODEPENDIENTE: A las siete.

CAFEINOMANA: Nos vemos allá.

FARMACODEPENDIENTE: No, mejor paso a buscarte. No quiero llegar sola y topármela.

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CAFEINOMANA: Pero no llegues muy temprano; tengo mucho trabajo.

FARMACODEPENDIENTE: ¿No estás enojada?

CAFEINOMANO: No.

FARMACODEPENDIENTE: ¿Me consigues algo?

CAFEINOMANO: Si puedo.

FARMACODEPENDIENTE: Algo que me levante un poco.

CAFEINOMANA: Oye, Martha...

FARMACODEPENDIENTE: ¿Qué?

CAFEINOMANA: No, nada. Acá nos vemos.

FARMACODEPENDIENTE: ¿Qué?

CAFEINOMANA: Nada, nada.

FARMACODEPENDIENTE: Perdóname. Ya sé que no puedo...

CAFEINOMANA: No, yo no dije nada.

FARMACODEPENDIENTE: Pero es como si...

CAFEINOMANA: ¡Yo no dije nada!, ¿oíste?

FARMACODEPENDIENTE: Yo tampoco he dicho...

CAFEINOMANA: No trates de echarme la culpa.

FARMACODEPENDIENTE: Oye, ¿qué te pasa? Yo nada más quise decir...

CAFEINOMANA: ¿Qué?, ¿qué?

FARMACODEPENDIENTE: ...que quiero que vayas conmigo.

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CAFEINOMANA: Ya te dije que sí voy a ir.

FARMACODEPENDIENTE: Entonces nos vemos alrato. Mejor, ¿sí?

Farmacodependiente cuelga, y después lo hace Cafeinómana. Pausa.

CAFEINOMANO: Martha y yo nos conocimos cuando teníamos 15 años, en la cola para inscribirse a la prepa. Siempre nos caímos bien. Ahora casi no nos soportamos, pero nos queremos. Tiene un problema con las pastillas que, según ella, son las únicas que la sacan de la depresión. Pero siempre que puede saca a colación que yo fui la que la metí en ese rollo a través de los ansiolíticos.Yo más bien creo que ella no saldrá de su depresión mientras no termine de definir qué onda con su vida. Pero en general no me meto. Es su bronca. Siempre que puedo yo misma le doy las recetas. Desde una perspectiva médica es obligado ayudar a la cura de un mal. Bueno o malo, todo lo que se ingiere tiene contraindicaciones y genera efectos secundarios, entonces primero hay que curar una cosa y después otra. Así de simple.

Foco a ALCOHOLICO.

ALCOHOLICO: Yo puedo reconocerlo, pero no me gusta que nadie me lo diga. Mi esposa me lo menciona muy seguido y eso me pone de malas, con ella y conmigo. A veces aunque no nos lo propongamos terminamos enojados por cualquier cosa. El otro día fuimos a una cena con sus amigos del hospital, y ella terminó enojándose porque todos se reían de mis chistes. --¡Tú no estás contento hasta que no eres el centro de la reunión!--, me dijo. La mayoría de las veces es ella la que comienza las discusiones. Es neurótica de profesión. En realidad es doctora, pero también ejerce de neurótica. Casi nunca está en la casa, pero cuando ésta, a mí me dan ganas de estar en la calle.

CAFEINOMANA: Precisamente, mi campo es el de las adicciones, y Martha es uno de mis pacientes. Después de conocer el historial de cada paciente se puede reconocer que el tratamiento tradicional a veces es inadecuado. Si alguien ya está enganchada, como ella, no se le puede suprimir su adicción de tajo. El asunto es si se puede hacer llevadera una vida con adicciones. Uso el término “llevadero” porque la adicción es inherente al hombre, y lo que es inherente no se puede tratar moralmente. Todos tenemos adicciones. La mía es el café.

ALCOHOLICO: Ya sea que se levante a las cuatro de la mañana o que llegue de trabajar a esa misma hora, lo primero que hace es ir a la cocina y encender la cafetera. Es una manía, y las manías son de neuróticos.

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CAFEINOMANO: Desde que me levanto a la cuatro mi cuerpo me pide una taza de café. Hay gente que apenas se despierta ya está prendiendo un cigarro. Otros necesitan una pastilla antes de dormir, o ver por lo menos una hora de televisión. A mí, el café me pone el cuerpo en temperatura para que comience a circular la sangre por mi cabeza. El resto del día me mantiene en una especie de temblor hiperkinético que me funciona para lo que hago. Me gusta esa sensación como de motorcito interno. Casi no duermo, mi cabeza está en constante movimiento, no sé lo que es poner la mente en blanco. Eso es lo único que no puedo. Yo tomo entre 10 y 12 tazas de café negro; un express doble después de la comida y a veces cargo un termo en el coche, por si me toca manejar en las noches de guardia.

ALCOHOLICO: Yo no le digo nada del café y ella siempre me está diciendo del alcohol. Si alguna vez le hago la menor mención a la úlcera que le está creciendo, me dice que ella no se pone estúpida con el café ni deja de hacer su trabajo. Yo tampoco dejo de hacer lo que hago, ella se encabrona porque cree que es más importante que yo. Lo que no puede soportar es que vive prisionera en el hospital y, en cambio, yo ni horario tengo. Por eso piensa que no trabajo, aunque haya otros, muchos, que piensan que lo que hago es muy importante.

CAFEINOMANO: Lo que no soporto es ingerir algo y sentirme estúpida, fuera de la jugada.

ALCOHOLICO: Mi trabajo es dar la cara y hablar en público. Sugiero líneas de acción para mi compañía, invito a algunos empresarios a comer o a cenar y, en general, participo en la mesa directiva. Cuando las discusiones se tensan entre los directivos, siempre saco un chiste oportuno. Nadie se preocupa de que no haya terminado ni la prepa y que no tenga conocimientos técnicos sobre el negocio. Lo que yo hago no se enseña. Algunos dicen que yo soy el hombre sociable de la compañía. Eso tiene su gracia, es cierto, pero también tiene su sacrificio. Siempre hay que estar de buen humor y dispuesto a escuchar a cualquiera. Y, la verdad, eso no se soporta sin una buena bebida.

CAFEINOMANA: Los efectos negativos del café son muy precisos, por eso también es posible contrarrestarlos. A veces la adicción es más importante que la salud; entonces hay que encontrar el equilibrio que nos permita mantenerla, o al menos el sistituto adecuado. No es forzoso tener una adicción, pero tampoco es un crimen. Yo lo que hago es no comer ni ingerir otros irritantes. No hay necesidad de saturar más al organismo, así que si de algo me doy el lujo es de tomar todo el café que quiera. La cuestión de los nervios la combato con vitamina B y mucho ejercicio. Hago todo el ejercicio que puedo.

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FISICOCULTURISTA se encuentra en algún momento frenético de su rutina.

Foco a FARMACODEPENDIENTE. Marca un número. Nuevamente la contestadora, aunque ahora pronunciada en voz de

FUMADOR: Muévete, muévete; si lo dices rápido tal vez no reviente.

FARMACODEPENDIENTE: Sí, soy yo... Oye, ya sé que... Cómo... No quiero atosigarte, pero tampoco quiero quedarme como estúpida. Así llevo todo el fin de semana. Dime algo... (Silencio). Voy a dejar la contestadora y el fax; si quieres mandar un mensaje, dímelo hablado o por escrito. No te voy a interrumpir. Pero dime algo.

Cuelga. Foco a FANATICA

FANATICA: Para servirle. (Corta la comunicación). Nuestra congregación se encarga de darle comida y techo a más de 100 niños de la calle y a... (Suena el teléfono). Hermandad de los Caminos del Sur, ¿en qué puedo servirle?... Con mucho gusto, lo comunico. (Corta) Decía que nuestra congregación se encarga de darle comida y techo a más de... (Suena teléfono). Hermandad de los Caminos del Sur, ¿en qué puedo servirle?... Por supuesto, hasta las 20 horas. Los sábados también abrimos hasta las tres. Para servirle. (Corta). Perdón. Como les decía, nuestra congregación se encarga de darle comida y techo... (Suena teléfono). Hermandad de los Caminos del Sur, ¿en qué puedo servirle? No, no se preocupe. (Corta). Perdón. Nuestra congregación se encarga de darle comida y techo a más de 100 niños de la calle, además de proporcionarles empleo a 25 personas que trabajan en los talleres de oficios manuales. No perseguimos ningún fin lucrativo y por cada donativo emitimos un recibo deducible... (Suena teléfono) ¿Hermandad de los Caminos del Sur, ¿en qué puedo servirle?... Con mucho gusto, lo comunico. (Corta). También brindamos asesorías a empresas, desarrollamos para sus trabajadores planes de utilización del tiempo libre y comunicación familiar. Creemos en la comunicación afectiva y el diálogo para resolver nuestras diferencias. En nuestros teléfonos encontrará siempre oídos atentos y voces amables... (Suena teléfono) Hermandad de los Caminos del Sur, ¿en qué puedo servirle?... ¿Conferencia? No, no tenemos programada ninguna conferencia para esta tarde. ¿Quiere dejarnos el reporte? Dígame su nombre. .. Muy bien, anoto: “Perorata sobre la necesidad de despenalizar el consumo de drogas”... ¿Quién es el orador?... ¿En dónde?... Muy bien, su mensaje queda registrado a las 16 horas. (Corta. Mira al público como tratando de retomar el hilo. Pausa) ... Perdón, ¿qué estaba diciendo?...

Foco a TELEADICTO

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TELEADICTO: Un ejemplo ilustrativo de lo que digo es ésto que me pasó como a los cinco años. Estaba viendo una telenovela que no me acuerdo cómo se llamaba, pero me acuerdo muy bien del inicio, porque trataba de un corredor de autos que obviamente vive un amor imposible, pero lo importante para mí es que al inicio, durante los créditos, pasaban imágenes de un accidente de Pedro Rodríguez, el piloto de fórmula uno. Y siempre me impresionaba verlo, aunque me encantaba verlo. El caso es que una vez, mientras estaban dando esa telenovela, comencé a observar no sé por qué el reloj despertador que estaba encima del televisor. Era un típico despertador de manecillas con números fosforescentes al que yo no le encontraba chiste. Pero me quedé mirándolo y pensando mediante no sé qué extraña lógica la relación de las manecillas con los números. De veras que no me acuerdo cómo lo estaba pensando pero, cuando lo rememoro, me imagino que mientras más miraba el reloj más se fabricaba en mi cabeza una como bola de nieve que descendía y descendía hasta que, de pronto, sin darme cuenta cómo, me hizo entender, fue como una iluminación; en ese rato que estuve mirándolo, y sin saber cómo, aprendí a ver la hora.

Foco a CAFEINOMANA.

CAFEINOMANA: Como decía, cuando llego al hospital a las ocho y media o nueve de la mañana ya me tomé cuatro tazas. Pero a esa hora también ya estuve una hora en el gimnasio y desayuné mis rigurosas cuatro rebanadas de papaya, yoghurt y cereal.

Foco a FUMADOR.

FUMADOR: Apuesto lo que sea que para más del 80 % de los fumadores el cigarro preferido es el de la tarde, después de comer.

Foco a Alcohólico.

ALCOHOLICO: Yo hasta ahora he procurado por lo menos no empezar a tomar antes de la hora de comer, pero...

Foco a Fanática.

FANATICA: No puede haber excepciones. Sabemos que seremos mártires, para eso fuimos señalados. Y por lo mismo oramos a toda hora, en todo lugar, frente a cualquier eventualidad.

Foco a Teleadicto.

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TELEADICTO: La televisión no es nociva en sí misma, eso a estas alturas resulta obvio. Sus inconvenientes son producto del proceso de incorporación de un medio nuevo a la cultura tradicional. Y como esas cosas no se detienen para que todos nos pongamos de acuerdo, sale como tiene que salir. En concreto, ahora tenemos tan sólo en antena nacional nueve canales que en conjunto transmiten más de 150 horas diarias; la producción se divide mayoritariamente en noticias, deportes, telenovelas y series unitarias, todas ellas -incluídas las noticias- bajo el único concepto del entretenimiento. Por eso no resulta extraño la limitación y pobreza de lo que vemos. Yo veo de todo, quizás menos las series, pero suelo estar enterado de casi todo lo que se transmite. Es mi trabajo, y no veo por qué no podría hacerlo con absoluto placer.

Foco a Fanática y Fumador.

FANATICA: Lo primero que se enseña es a abandonar todos los vicios, todas aquellas cosas que nos hacen daño a nosotros y a los demás.

FUMADOR: ¿En mi vida personal? No, no interfiere, por la simple y sencilla razón de que no puedo tolerar a alguien que no tolere el humo del cigarro.

FANATICA: Eso es lo más difícil para la gran mayoría, porque somos débiles, débiles. Pero podemos prepararnos contra eso, podemos resistir la tentación.

FUMADOR: A mí que no me sermoneen, eso sí no lo aguanto. Yo soy tolerante, de verdad, puedo dejar de fumar si es necesario, pero que no me echen rollos sobre mi salud y esas cosas porque entonces más a propósito lo hago.

FANATICO: Al principio todos se repliegan y se resisten. Se sienten humillados porque se les hace ver que no pueden dejarlo solos. Muchos piensan que los alcohólicos son los más difíciles, pero yo creo que los fumadores son peores, y todavía peor si son amigos o familiares; a esos me los conozco muy bien. Son los que más hablan de las garantías individuales y esas cosas.

FUMADOR: Prohibir el cigarro es una violación a las garantías individuales.

FANATICO: Hasta filosofan con la discusión.

FUMADOR: Es anular un acto de conciencia, una elección personal, tanto como encender la televisión, o como masturbarse, o como hacer ejercicio hasta morir.

FANATICO: A veces hasta el cancer les parece heróico.

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FUMADOR: De algo hay que morirse, ¿no?

FANATICO: La manera más común de vencer su resistencia es no poner en duda su convicción, sino enfrentarlos a su responsabilidad natural. Entenderlos: “yo no te odio, sólo digo que estás equivocado”.

FUMADOR: No tengo hijos, soy huérfana de madre desde los 18 años, no le debo nada a nadie. Vivo sola y entre la gente de teatro casi todos fuman. ¿Dónde está el problema?

CAFEINOMANO: Si la adicción es inherente al ser humano, el problema está en que no sabemos manejarla. La adicción, según algunos investigadores, viene de la necesidad de alimentar la angustia que mantiene en movimiento el pensamiento. No se puede negar la relación adictiva que tenemos con nuestro entorno y por esa razón...

ALCOHOLICO: En todo tiene razón, y yo no puedo contradecirla, pero yo no soy una piedra y también mis ganas de bromear se pueden acabar.

FANATICO: Todos reaccionan igual cuando se les pone en duda su seguridad. Eso es infalible, y es ahí cuando intervenimos para ayudar a la superación de la gente.

FUMADOR: ¿Cómo saben lo que quiero?, ¿si deseo llegar a vieja?, ¿si no?, Catherine Denueve dice que la regla número uno para tener un cutis como el suyo es no fumar, eso marchita la piel. ¿Y qué? Entonces dejaré de hacer papeles de niña bonita y comenzaré a hacer la mala de la telenovela. ¿Cuéal es la diferencia?

CAFEINOMANO: Todos nos lo preguntamos; ¿cómo equilibrar el ser con el poder ser? Es decir, ¿cómo respetar la decisión de cada individuo y al mismo tiempo observar las reglas inherentes a la convivencia pública?

ALCOHOLICO: Pero en privado, pero en privado... En privado no puede estar sin agredirme. Por lo que hago, por lo que dejo de hacer.

FANATICO: Hay que hacer que lo saquen todo, que descubran cómo se ha lastimado su autoestima.

FUMADOR: A mí nadie me va a decir lo que está bien y lo que está mal. Se supone, y esto lo digo entre comillas, que nadie tiene derecho a imponer su forma de pensar. Yo me metí en esto por hacer lo que yo quería. Actuar es ser diferente.

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De pronto la atención se concentra en ALCOHOLICO y CAFEINOMANA. Sus argumentaciones provocan reacciones entre los concurrentes.

CAFEINOMANO: Es cosa de desprenderse de los juicios de valor. Deberíamos demandar una postura científica; postura científica, señores.

ALCOHOLICO: No tiene remedio, por más que nos lo replanteemos no le veo remedio.

CAFEINOMANO: El caso de Martha es un buen ejemplo. En ella encontramos la revelación de que el asunto de la adicción se reviste de prejuicios.

ALCOHOLICO: Todo el tiempo lo voltea. Todo el teimpo lo voltea.

CAFEINOMANO: En ella no caben las prescripciones categóricas. Depende para su tratamiento de las pastillas que ingiere, pero estas le crean otras reacciones que habría que estudiar y enfrentar de manera distinta.

ALCOHOLICO: Me enreda con las palabras. Me dice sus frases y se ríe porque piensa que no le entiendo. Piensa que verdaderamente soy un estúpido.

CAFEINOMANO: Con la toxicomanía de Martha estamos proponiendo un tratamiento experimental.

ALCOHOLICO: Pero ¿quién compró la casa? ¿Quién pagó el carro en el que se va a trabajar? Ella sólo dice que no acabé ni la prepa, pero no reconoce que ella no podría mantener la casa por sí misma, por más que se la pase metida en su clínica del Seguro no sé cuántas horas a la samana.

CAFEINOMANO: Ella tiene sus reservas, como muchos otros, pero estamos convenciéndola de que en este momento no debe preocuparse por lo que está ingiriendo, sino en el por qué lo hace. Cuáles son las razones profundas que la llevan a necesitarlo.

ALCOHOLICO: Esto es verdaderamente estúpido, pero son muchas las personas, entre ellas Verónica, que confunden la inteligencia con la acumulación de conocimientos.

CAFEINOMANO: Aún a sabiendas de que este no es un problema psicológico, sino bioquímico, creemos que si logramos que ella encuentre en su interior la motivación

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necesaria para dar el paso a su curación, las reacciones fisiológicas por la abstinencia serán más fáciles de combatir.

ALCOHOLICO: Pero cuando se lo digo, me sale con esto. Cree que porque me habla de otras cosas no me doy cuenta que evita hablar de ella misma.

CAFEINOMANA: Martha podría salir facilmente de su adicción, sobre todo porque está en un nivel controlable. Pero se está resistiendo. Busca aparentes soluciones afectivas, como probar el amor con otra mujer.

ALCOHOLICO: Por cierto que su ejemplo favorito es Martha.

CAFEINOMANA: Pero esa es otra evasión. La única manera en que Martha podría invertirse sería también por dependencia. Pero de esa sí no me podría echar la culpa a mí.

ALCOHOLICO: Pero da la casualidad de que yo no quiero hablar de Martha.

CAFEINOMANA: Se deja manejar por conveniencia para después echarle a los demás la culpa del triste estado en que la tienen.

ALCOHOLICO: Estoy hablando de ti.

CAFEINOMANA: Y ahora es lo que está haciendo con el político, o la política, no sé, con la que está saliendo.

ALCOHOLICO: Estoy hablando de ti.

CAFEINOMANA: Se deja arrastrar hasta donde la otra la lleva y después...

ALCOHOLICO: Estoy hablando de nosotros.

CAFEINOMANA reacciona por primera vez a ALCOHOLICO y lo encara.

CAFEINOMANA: No me grites.

ALCOHOLICO: No te hagas pendeja.

CAFEINOMANA: ¿Vas a ponerte a gritar?, para irme.

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ALCOHOLICO: Escúchame a mí y deja de hablar por un momento. No te das cuenta que...

CAFEINOMANA: ¡Suéltame! ¡Y no me grites!

ALCOHOLICO: ¡Yo te grito lo que quiera! Si tú no me escuchas, entonces te grito hasta que me hagas caso.

CAFEINOMANA: ¡Estás borracho!, eso es lo que tienes.

ALCOHOLICO: Borracho, madres. Me tienes hasta el gorro, me mareas, me vomito con todo lo que dices. No sabes, no sabes nada.

CAFEINOMANA lo elude e intenta retomar el hilo de su exposición.

CAFEINOMANA: El caso de Martha, como había mencionado antes, es sólo parte de un síntoma...

ALCOHOLICO: ¿No me oyes?

CAFEINOMANA: Un síntoma que algunos llaman del stress crónico...

ALCOHOLICO: ¿No me oyes?...¡Cállate! ¡Cállate!

Alcohólico lanza un golpe. Cafeinómana lanza un grito de dolor. Alcohólico vuelve a atacar y Cafeinómana vuelve a replegarse. Mientras esto sucede la música que acompaña la acción de

Fisicoculturista sube a primer plano y todos los actores, a excepción de Alcohólico y Cafeinómana, hacen la misma rutina de ejercicio que ella. Alcohólico, por su parte, reacciona y se siente culpable, por lo que se acerca a

CAFEINOMANA y la abraza. Ella se deja hacer, hasta que termina besándolo maternalmente.

Mientras esto ocurre, la coreografía habrá llegado a un punto climático y se interrumpe en forma abrupta. Oscuro en todas las áreas mientras un sóla luz especial ilumina el corazón de FISICOCULTURISTA, que en ese momento se acaba de detener. Se enciende entonces un micrófono lavalier que está pegado a su pecho, mismo que magnifica hasta el fondo del teatro el latido de su agitado corazón mientras ella hace hasta lo imposible por tratar de controlar la respiración.

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Esta pequeña escena durará hasta que el sonido de los latidos pierda fuerza (y se haga oscuro en el área de FISICOCULTURISTA). Sin embargo, a partir de entonces, se escuchará como fondo un latido que habrá de acompañar el resto de la escena.

Foco a FARMACODEPENDIENTE. Marca el teléfono. Ahora el mensaje surge en voz de

TELEADICTO: Muévete, muévete; si lo dices rápido tal vez no reviente.

FARMACODEPENDIENTE: Angela, te estoy llamando por tu nombre, y si no me hablas voy a ser yo la que hable. ¡Angela! ¿Me estás oyendo? No quiero pseudónimos, estoy esperando desde la semana pasada y ya estoy... ¿Qué pasa? Yo no he dicho nada, no te enojes... Si no contestas voy a meterme otra pastilla, no dejes que lo haga... Iván, Ivancita... Voy a entrar a un tratamiento, ya lo decidí, creo que necesito alejarme de Verónica. Sólo me ha confundido más... ¿Todavía me quieres? ¿Aunque sea un poquito?...

Mientras los demás personajes hablan, FARMACODEPENDIENTE sigue hablando por el teléfono, aunque no entendemos claramente lo que dice.

CAFEINOMANA: Yo tomo café a sabiendas de que me pone en estado frenético porque siempre necesito ir hacia adelante, siento que no me puedo detener.

ALCOHOLICO: Yo reconozco que necesito ayuda.

TELEADICTO: Para mí la televisión es como un ambiente, un decorado que me hace sentir enchufado.

ALCOHOLICO: En el fondo lo que pasa es que aborrezco mi trabajo.

FANATICA: Nunca hay mal que por bien no venga.

ALCOHOLICO: Me aborrezco a mí mismo.

FANATICA: Y nosotros ofrecemos amor y comprensión.

FUMADOR: Yo pienso que el cigarro es la muestra de que la libertad de elección no está ligada necesariamente al bienestar, sino al deseo, y le guste a quien le guste yo prefiero el deseo que el bienestar..

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ALCOHOLICO: Entre ustedes yo sé que hay historias más difíciles y, sin embargo, lo han superado.

CAFEINOMANO: Demandamos una postura científica del problema.

ALCOHOLICO: Necesito ayuda.

TELEADICTO: Lo demás no importa.

ALCOHOLICO: No soy alcohólico, estoy casi seguro.

FUMADOR: ¿Yo? Tabaco oscuro.

ALCOHOLICO: Pero sé que ese es el primer síntoma de que lo soy.

FANATICA: El primer síntoma de alivio es ponerse en manos de alguien.

TELEADICTO: Primero, encender la televisión; después, olvidarse.

ALCOHOLICO: Por eso estoy aquí.

CAFEINOMANO: Yo no lo veo como un problema. Es algo con lo que se puede vivir.

FUMADOR: Y si no, de algo hay que morirse, ¿no?

ALCOHOLICO: No quiero perder mi matrimonio.

TELEADICTO: Muévete, muévete...

FANATICA: Imaginen un mundo hermoso y rodeado de hermanos, pero hermanos de corazón, no de sangre.

FUMADOR: Muévete, muévete...

FANATICA: ¿Será posible?

ALCOHOLICO: Después de tocar fondo podré salir de esto.

CAFEINOMANO: Muévete, muévete...

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ALCOHOLICO: Apenas me doy cuenta de todo el daño que me he causado.

FARMACODEPENDIENTE cuelga el teléfono, pero se queda frente a él, acumulando su rencor.

FUMADOR: Muévete, muévete...

FANATICA: Si lo dices pronto tal vez no reviente.

ALCOHOLICO: He sido necio, desconsiderado y superficial.

TELEADICTO: Muévete, muévete...

CAFEINOMANO: Si lo díces pronto tal vez no reviente.

ALCOHOLICO: Me he dejado llevar sin el menor control.

FANATICA: Muévete, muévete...

FUMADOR: Si los dices pronto tal vez no reviente.

ALCOHOLICO: ¡He perdido tanto tiempo que podía haber aprovechado en otras cosas!

CAFEINOMANO: Muévete...

TELEADICTO: Muévete...

FUMADOR: Si lo dices pronto...

FANATICA: Tal vez no reviente.

ALCOHOLICO: Posiblemente ya haya perdido a mi mujer y esté cerca de perder mi empleo.

TELEADICTO: Muévete...

FUMADOR: Muévete...

FANATICA: Si lo dices...

CAFEINOMANA: Pronto...

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FUMADOR: Tal vez...

TELEADICTO: No reviente.

ALCOHOLICO: Me bebí todo lo que me tocaba en una vida.

FUMADOR: Muévete...

CAFEINOMANO: Muévete...

FANATICA: Si lo...

TELEADICTO: dices...

FANATICA: Pronto...

CAFEINOMANO: Tal vez...

FUMADOR: No...

CAFEINOMANO: Reviente.

ALCOHOLICO: Pero a partir de mañana...

CAFEINOMANO: Muévete...

TELEADICTO: Muévete...

ALCOHOLICO: A partir de mañana...

FANATICA: Muévete...

FUMADOR: Muévete...

ALCOHOLICO: A partir de mañana cambiaré.

FUMADOR: Muévete...

CAFEINOMANO: Muévete...

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FANATICA: Si

TELEADICTO: Lo

FUMADOR: Dices

CAFEINOMANO: Pronto

FANATICA: tal

TELEADICTO: Vez

FUMADOR: No

CAFEINOMANA: Reviente.

FUMADOR: Muévete...

CAFEINOMANO: Muévete...

FANATICA: Si

TELEADICTO: Lo

FUMADOR: Dices

CAFEINOMANO: Pronto

FANATICA: tal

TELEADICTO: Vez

FUMADOR: No

CAFEINOMANA: Reviente.

FUMADOR: Muévete...

CAFEINOMANO: Muévete...

FANATICA: Si

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TELEADICTO: Lo

FUMADOR: Dices

CAFEINOMANO: Pronto

FANATICA: tal

TELEADICTO: Vez

FUMADOR: No

CAFEINOMANA: Reviente...

Desesperada, FARMACODEPENDIENTE levanta el auricular y grita:

FARMACODEPENDIENTE: Pendeja cabrona marimacha, si crees que estoy aquí pintada. Por mí puedes irte a la mierda, ¿escuchaste bien? ¡A la mierda todo!

Azota el teléfono y todos quedan congelados. Después de algunos segundos todos cambian de área, mientras comienza a sonar el teléfono de FARMACODEPENDIENTE, quien a esa hora ya se habrá movido, igual que los demás. El teléfono suena largo rato hasta que se acciona la contestadora de FARMACODEPENDIENTE:

VOZ FARMACODEPENDIENTE: “Aquí Martha, esperándote”.

VOZ (de mujer): Martha..., soy Iván, perdóname por no llamar antes. Estoy en la oficina y no voy a poder verte. Creo..., creo que lo mejor es que no nos veamos. Debería decírtelo en persona, pero ya ves... Creo que no puedo... Este trabajo me está comiendo y no creo que sea el momento de ir más lejos con ésto. No crea que sea mejor ni en lo político ni en lo sentimental. Tú me entiendes. Creo que es mejor para los dos. Espero que... espero que... que encuentres lo que buscas. Te quiero.

Oscuro. Se oye el corte de la comunicación.

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SEGUNDA PARTE

Todos los personajes han girado y ahora dan la espalda al público. Al fondo se levanta un estrado en el que aparece el Orador (que antes fue Fisicoculturista). Antes de iniciar acentúa el silencio y lanza una mirada desafiante.

ORADOR: Señoras y señores: antes de venir hacia este lugar escuché la historia de un borracho en Oaxaca que luego de subirse con su coche a una banqueta, consiguió la libertad provisional porque las autoridades no encontraron una celda dónde meterlo. El bribón tuvo suerte de que el fin de semana en que casi mata a dos peatones, la policía había hecho redada en una discoteque, acción que dio como resultado que las celdas estuvieran ocupadas por muchachos de entre 15 y 18 años, todos ellos consumidores de marihuana y cocaína. ¿No les parece curioso que, ante el sobrecupo carcelario, la justicia haya considerado más lógico dejar fuera al “bebedor social” que al aficionado a las drogas?

De verdad es curioso este asunto, y lleno de entretelones. Estamos frente al negocio más rentable del mundo, un negocio del que somos consumidores más del 50 % de la población mundial, aunque los directamente beneficiados sean muchísimos menos. Incluímos en el número global tanto a comsumidores legales como ilegales, pese a que en términos jurídicos y morales unos y otros reciban hoy en día tratos muy distintos.

¿Qué es lo que hace distinta una adicción de otra? ¿Por qué se toleran unas adicciones, y otras no? Ese es el primer problema que impide acercarnos desprejuiciadamente al asunto de las drogas. Está demostrado que el alcoholismo hace más daño a la estructura y la convivencia social que la adicción a la marihuana, por ejemplo; también está demostrado que durante la prohibición del alcohol en Estados Unidos el problema llegó a extremos escandalosos: no sólo no disminuyó el consumo, sino que el licor adulterado que se conseguía en el mercado negro estaba matando a la población de bajos recursos. En esos años en que el puritanismo ortodoxo gobernó a los norteamericanos se consolidaron las importantes mafias o familias que, en algunos casos, han seguido imponiendo su ley hasta nuestros días. ¿Por qué esta contradicción?

Una y otra vez la historia demuestra que la prohibición de las drogas no ha dado la razón a quienes argumentan la necesidad de continuar y ser incluso más radicales con este método. En cambio, esta política beneficia a quienes viven del negocio, tanto a los que trafican como a quienes lo combaten. Numerosas instituciones creadas a partir de la década del Ochenta, cuando el presidente Ronald Reagan declaró la guerra santa contra las drogas, numerosas instituciones, decía, perderían su razón de ser e incluso desaparecerían si la guerra terminara y se optara por reglamentar su venta y su uso. Se

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afirma por ahí que la definición y la imposición de la medida crearon simultáneamente al malhechor, al mercado clandestino y a la institución policiaca encargada de combatirlos. Es decir que estos enemigos irreconciliables son hijos de la misma madre prohibición. En consecuencia, si la prohibición desapareciera también desaparecerían los jugosos presupuestos que año con año se emplean en este combate.

Desde 1981 a la fecha el presupuesto asignado por Estados Unidos para librar la guerra contra las drogas aumentó de 645 millones de dólares a más de 16 mil millones anuales; ¡se multiplicó 25 veces! Sin embargo, en ese periodo el problema ha crecido por lo menos en la misma proporción. El desastre público que se quería evitar ya se instaló en cada uno de nuestros países: “más policías, más cárceles, penas más severas, más operativos, más publicidad en contra de las drogas, y todo acompañado no de menos, sino de más adictos, más delitos y homicidios, más corrupción y más víctimas inocentes”.

Mientras tanto, la red mundial de narcotráfico se hace cada vez más compleja y poderosa, generando ganancias aproximadas de 500 mil millones de dolares anuales. ¿Quiénes son los poderosos accionistas de esta empresa modelo? ¿A quién le conviene y a quién no le conviene que se modifique el estado de cosas?

Hasta el momento, los efectos de la persecución al tráfico de drogas son más perniciosos que satisfactorios (salvo para los directamente involucrados), y éstos efectos se desencadenan en una cascada que lo arrastra todo: en primer lugar, el combate al narcotráfico genera violencia del Estado hacia el narco, y viceversa; en segundo lugar, la ilegalidad del narcotráfico genera violencia de narcotraficantes hacia narcotraficantes, debido a que no pueden acudir a instancias legales para dirimir problemas entre competidores y recurren a su propia ley, generando con ello acciones violentas que con frecuencia se extienden hacia la propia sociedad; en tercer lugar, el combate al narcotráfico genera corrupción debido a los grandes recursos que maneja el narco y/o a las amenazas contra los familiares de las propias autoridades; en cuarto lugar, el hecho de que el narcotráfico sea ilegal propicia rendimientos muy altos que, precisamente, sirven al narco para combatir y corromper al Estado que lo persigue; en quinto lugar, la ilegalidad del narcotráfico propicia el empleo de cuantiosos recursos económicos por parte del Estado, que, de no dedicarse a ese fin, se podrían invertir en programas de prevención o de tratamiento a adictos, por no hablar de inyectar mayores recursos a la educación. Aquí cabe agregar, también, que todos estos efectos tienen una carga doble en el propio consumidor ya que la ilegalidad le obliga, por un lado, a comprar la droga a precios altos y, por otra, a financiar con sus impuestos la lucha contra el flagelo.

¿Entonces por qué nos seguimos contradiciendo? Aquí nos topamos con un nuevo problema: la fuerte penalización que se aplica

al uso de sustancias prohibidas es por el momento inamovible debido a que ningún país latinoamericano puede modificar su ley sin el visto bueno de nuestro vecino; Estados Unidos ha hecho de éste un asunto de interés estratégico y por ello extiende

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certificaciones a cada país. No es necesario afirmar que las certificaciones representan bonos para seguir recibiendo créditos y otros “beneficios” comerciales.

Ciertamente para nuestros gobiernos no resulta fácil enfrentar esta postura frente a su más importante “socio comercial”. Pero, ¿qué ocurre?, ¿por qué nuestros países ven el problema desde la óptica de Estados Unidos si la problemática interior es de muy diversa índole? Estados Unidos es el principal consumidor de psicotrópicos, mientras que México, Colombia, Bolivia y otros países de Latinoamérica son consideardos países productores y de tránsito de drogas. Los argumentos a favor y/o en contra que unos y otros países tienen no pueden ser los mismos por la simple y sencilla razón de que las implicaciones sociales, psicológicas y hasta económicas que recaen sobre cada país son abosulutamente distintas.

En la búsqueda de un enfoque múltiple del problema, un diagnóstico elaborado por el gobierno peruano indicaba tres formas de relacionar a las drogas con la población, :

Población ligada a la producción ilícita, Población ligada a la comercialización, y Población ligada al consumo.

Bajo estas tres perspectivas, el mismo diagnóstico consideraba que incluyendo a los “campesinos que cultivan la hoja de coca como trabajo derivado de la pobreza - unas 200 mil familias -, los aproximadamente 500 mil usuarios ocasionales o habituales de drogas; y a una indeterminada pero creciente población ligada a la comercialización y al lavado del negocio, no menos del 7 % de los 22 millones de habitantes del Perú mantenían el "elemento droga" ligado a su proyecto de vida.

Pese a estos argumentos, y aquí hay que recordar que el déficit de empleos prevaleciente en nuestros países no se puede menospreciar, los criterios que nuestros gobiernos utilizan para afrontar el problema de los estupefacientes son exactamente los que dicta el “socio mayoritario”. Ante esta situación no se puede por una parte “pecar por omisión” y, por otra, aplicar preceptos morales. Sabemos de la moralidad de Estados Unidos cuando se trata de intereses políticos y económicos.

En este punto se vuelve necesario decir: ¡No podemos aceptar una postura que no incluya nuestra postura! Se deben revisar todos los acuerdos de cooperación y combate a las drogas (tanto los oficiales como los secretos) y buscar consensos incluyentes. Lo que nuestro país debe hacer al respecto no puede más que pensarse en una óptica constructiva y en diversas etapas. En primer lugar, el gobierno debe aceptar que un porcentaje significativo de la población está ligada directa o indirectamente a cada uno de los derivados del negocio de las drogas; en segundo lugar, debe encontrar a los países que experimenten la misma problemática y hacer frente común con ellos; este bloque defendería en foros internacionales la despenalización de algunos aspectos del flagelo, así como su estricta reglamentación. Pero una vez instrumentadas las reglas,

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debe activar con vigor la naciente agro-industria, pues constituye hoy por hoy la más prometedora herramienta para el renacimiento económico de nuestra región.

No se plantea en ninguna medida una promoción del consumo, sino un enfoque distinto para tratar el asunto. Si actualmente se destina menos de la tercera parte del presupuesto global del combate a las drogas para la prevención y el tratamiento de las adicciones, creemos que la cifra debe revertirse de modo que en lugar de castigar al adicto, se le cure. El reforzamiento de este enfoque debe tomar en cuenta muy especialmente la protección a los niños a través de la educación; medidas restrictivas sobre las drogas legales sin llegar en ningún caso a la prohibición; orden y seguridad públicas; protección de la salud pública; respeto por los valores relativos a la libertad y responsabilidad individuales...

Súbitamente FANATICA se levanta de su lugar y apunta a ORADOR con un arma.

FANATICA: ¡Toma mi mano, Señor!

Dispara tres veces sobre ORADOR, quien cae muerto.Inmediatamente después se produce el alboroto. Los oyentes (salvo FARMACODEPENDIENTE) saltan de su asiento y comienzan a correr hacia todos los puntos cardinales, desarrollando una fuerte atmósfera de persecución. Finalmente el escenario quedá prácticamente vacío, sólo bañado por el charco de sangre que fluye a borbotones detrás del estrado del orador, y por las lágrimas de FARMACODEPENDIENTE, que solloza desconsolada desde su asiento.

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TERCERA PARTE

Uno por uno entran los Adictos y se acomodan en línea frente al público. Aparentan una formación de sospechosos dispuestos para el reconocimiento por parte del testigo ocular.

FUMADOR: Mi nombre es Flavia X. Tengo 27 años. Soy actriz. ¿No vieron De noche vienes? , ahí hacía un papel muy pequeño, pero es de lo último que he hecho. También hago teatro; aunque últimamente más bien me la he pasado dando clases: en una prepa y, desde el semestre pasado, en la EAT. Gano alrededor de 3 500 pesos mensuales, y yo también voté por el cambio en el país. Lo que yo fumo son Delicados. No puedo decir nada más. No vi nada.

ALCOHOLICO: Mi nombre es Carlos X. Tengo 32 años. Casado con dos hijos que estudian en el Edron. En realidad yo estaba buscando a mi mujer. Y de pronto pasó. No vi bien, fue muy rápido y yo últimamente estoy en un tratamiento que me tiene un poco lento de reflejos. ¿Sabe? Soy alcohólico.

FISICOCULTURISTA: Me llamo Berenice X. Tengo 24 años. Mis amigos dicen que soy adicta al ejercicio. Pero lo que me gusta es sentir mi respiración y saber que es pura. En relación a lo de esta tarde, creo que todos lo vieron. No sé qué podría agregar. Su discurso era muy agresivo, pero nunca supuse que despertara estas pasiones. ¿No vio cómo manchó todo el presidium? La muchacha era bonita. ¿Qué más quiere que le diga?

TELEADICTO: Tengo 27 años. Soy analista de programación televisiva y, a partir del próximo lunes, voy a conducir mi primer programa. Se llama Telenovela semanal, y es un análisis de los argumentos, los estilos, las figuras y hasta la moda en cada una de las telenovelas que se transmiten por antena abierta. ¿Y saben qué? Esto corrobora mi tesis: la vida es una telenovela. Salud.

FARMACODEPENDIENTE: La conocía... poco. Eramos amigas desde hace unos dos meses. Más bien, acabábamos de pelearnos... creo. Pero aún así yo venía a verla, era muy buena oradora, me gustaba escucharla. Todo fue muy rápido. Ella estaba diciendo algo sobre la prevención de las drogas entre los niños cuando alguien se levantó en la primera fila. Dijo algo, gritó algo, pero no entendí qué fue. No, no sé si tenía enemigos, en realidad nos veíamos poco y casi no hablaba de sus cosas. Decía que..., decía que no debíamos hablar de nosotros. Jugaba a cambiar nuestros nombres. No entiendo por qué, parece que yo inspiro eso a los demás. Al principio están muy interesados en mí y de

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pronto no quieren que abra la boca. Nunca me habló de su trabajo, ni siquiera sé quién le pagaba estos discursos. Yo le escuché como cuatro discursos sobre el mismo tema. También llegué a leer algunos de sus artículos. Escribía para una revista de una ONG, no me acuerdo cómo se llama, pero casi todo lo que publicaba era sobre organización civil, narcotráfico y Chiapas. Ella obviamente escribía o recopilaba la segunda sección. Pero sus escritos no me decían nada, me gustaba escucharla, verla gesticular y mirar al público. Así la conocí. Y también así ... Qué chistoso. En su contestadora debe haber como 15 recados míos. No me contestó en todo el fin de semana, a pesar de que le estuve llame y llame. Yo creo que ya se había cansado. La última vez que nos vimos fue hace como ocho días. Y desde entonces yo me la he pasado esperando a ver a qué hora... Ahora ya no sé si debo repetir la experiencia. ¿Descubrí que puedo ser lesbiana? Ni siquiera tuve tiempo de sacar una conclusión. Mientras estaba en el estrado no me miró ni cinco veces, y eso que su discurso duró más de 15 minutos, y que no éramos tantos. Era una mujer la que disparó. No la vi bien, pero era joven, de pelo largo, no, era corto. No me fijé bien. Nada más oí el disparo y las lágrimas me ganaron. No puede hacer nada. Nada más lloraba y lloraba. A lo mejor si la viera la reconocería, pero no sé. Preferiría no verla. No sé. Creo que ya me siento mejor. Gracias.

CAFEINOMANA: Soy Verónica X, médico residente del hospital Siglo XXI. Mi especialidad es el tratamiento de adicciones. Yo iba acompañando a una amiga. Es evidente que el asunto es político y tiene que ver con la ultraderecha. Por ahí es donde deberían estar buscando ahorita.

FANATICA: Mi nombre es Fabiola X. Tengo 22 años y ahora sí, creo que he cumplido mi misión en esta tierra. Ya puede sobrevenir lo que sea que, como mis hermanos, estaré esperando..

Oscuro final.

México D.F., agosto 1998