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ÁFRICA: continente de la esperanza Número 51 Octubre 2007

ÁFRICA: continente de la esperanza - Heraldos del Evangelio file“H Gustavo Kralj e aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, sin escatimar en nada hasta agotarse y consu-mirse

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ÁFRICA: continente de la esperanza

Número 51 Octubre 2007

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ralj

e aquí el Corazón que tanto ha amado a los

hombres, sin escatimar en nada hasta agotarse y consu-

mirse para salvarles y demostrar-les su amor, y en cambio de la ma-

yor parte de ellos no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y

desprecio, en este sacramento de amor”.

(Revelaciones del Sagrado Corazón a Sta. Margarita María Alacoque

in “Escritos Espirituales” de san Claudio de la Colombière)

Imagen del Sagrado

Corazón de Jesús. Casa de

los Heraldos del Evangelio, Río de Janeiro

(Brasil)

Asociación privada internacional de fieles de derecho pontificio

Revista mensual de los

SumariO

Ano V, nº 51, Octubre 2007

Director: P. Fernando Gioia · Edita: Editorial VERUM S.A. Alcántara 200 piso 6 Las Condes, Santiago de Chile

Suscripciones Tel. (56 2) 207 54 53 Fax 207 55 78 E-mail: [email protected] ISSN:0717-7690 Imprime: QWCh

Argentina – Hualfin, 959 C1424BXE Capital Federal / Tel. (011) 4433 12 76

Bolivia –Cochabamba: Trojes - (Tiquipaya)Subida a Chilimarca Nro. 92

Tel. (4)-4288188Chile – Santiago: Casilla 13188 Correo 21

Tel. (2) 207 54 53 / Fax: 207 55 78Colombia – Bogotá: Calle 75 N° 11-87

Tel. (57 1) 594 86 86 / 594 86 82Costa Rica – San José: Barrio La Guaria de Moravia.

De la entrada principal del Club La Guaria 200 oeste y 75 sur

Tel. (506) 235 54 10 / Fax (506) 235 96 67Ecuador – Quito: Urbanización Campo Alegre

Calle Picaf lor 903 y PlateroTel. (593 2) 225 88 40 / Fax (593 2) 244 25 85El Salvador – San Salvador: Calle 2 Casa 33 Lomas de S. Francisco / Tel. (503) 2273 18 77

Guatemala – Ciudad de Guatemala: 15ª Av. nº 17-29 Zona 10 / Tel. (502) 368 00 61 / 367 69 67

Honduras – Comayagua: Apartado de Correos 353 / Tel. (504) 772 46 51

México – Av. Paseo Lomas Altas #237 Colonia Lomas Altas. México DF – CP 11950

Tel. 2167-6339/2591-9161. Nicaragua – Managua: Del restaurante

La Maseillaise media cuadra al Este Reparto Los Robles / Tel. 277 01 10

Paraguay – Asunción: Agustín Barrios, 341. Barrio Manorá / Tel. (595 21) 660 307

Perú – Lima: Prolongación Av. Javier Prado Este 499 Urbanización Golf Los Incas – Surco Lima 33

Tel. (51 1) 250 1900Rep. Dominicana – Santo Domingo: Lorenzo

Despradel nº 59 La Castellana Tel. (1 809) 227 72 65

Uruguay – Montevideo: Javier de Viana 2384 Tel. (598-2) 413 41 34 Fax (598-2) 419 82 56

Los artículos de esta revista podrán ser reproducidos, indicando su fuente y enviando una copia a la redacción.

El contenido de los artículos es responsabilidad de los respectivos autores.

Escriben los lectores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

El continente de la esperanza (Editorial) . . . . . . . . . . . . . . . 5

Heraldos en el mundo

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26

El Cielo, ¿también es un lugar material?

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .24

África: continente de la esperanza

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .16

Kilimanjaro, el monte de la esperanza

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .50

Los santos de cada día

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .48

Historia para niños . . . ¡No te atrevas a encender esos cirios!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .46

Sucedió en la Iglesia y en el mundo

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .40

La palabra de los Pastores – Fátima: el amor de una Madre

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .38

San Ignacio de Antioquia – Aquél que llevaba a Cristo en su corazón

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .32

Entrevista a Veridiana y Arielle – Mi prima la Beata Albertina

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .22

Comentario al Evangelio – ¿Cuándo es inútil rezar?

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .10

La voz del Papa – Respondiendo a los sacerdotes

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6

4 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

EscribEn los lEctorEs

Colaborando Con nuestra IglesIa

Les agradezco por el envío de la bellísima revista “Heraldos del Evan-gelio”; nunca es tarde para hacerlo y a la vez felicitarles por la gran acogi-da que esta santa asociación tiene en varios países, colaborando con nues-tra Iglesia con gran número de nue-vos sacerdotes. Esto viene de Dios y soy feliz recibiendo correspondencia de Uds.

María Jesús Piedad Murillo Benal-cázar

Quito (Ecuador)

nos abstrae del dIfíCIl y dIarIo vIvIr

Les agradezco el envío de la Revis-ta “Heraldos del Evangelio”, la cual nos abstrae a sus lectores del difícil y diario vivir que los medios de comu-nicación se encargan de ponernos al frente, de una dura realidad en don-de los valores de la persona cada día se deterioran y lamentablemente ter-minan afectando a la familia.

En verdad la revista, además, nos ofrece la oportunidad de conocer y nutrirnos de las novedades de nuestra Iglesia y robustecer nuestra fe, con noticias llenas de esperanza y amor. Por ello, los felicito y pido a Dios que los siga guiando y bendiciendo en su apostolado.

María Matilde Matute Vargas Quito (Ecuador)

es una revIsta que nos forma

Es cada día una revista que nos forma sobre las verdades fundamen-tales de la Iglesia Católica, así como de las actividades de otros movimien-tos apostólicos católicos. Entrevistas y reportajes interesantísimos. Es una alegría cada vez que recibo sus noti-

cias, a través de la revista, ver el cato-licismo vivo en el mundo actual.

Álvaro DuqueSevilla (España)

que el señor y nuestra madre les bendIgan

Un agradecimiento muy since-ro por el apostolado que hacen a través de la revista. Que el Señor y Nuestra Madre Bendita les paguen y bendigan su labor con frutos de santidad.

Hna. Lucy Pico Ramírez Loja (Ecuador)

Cuando leo la revIsta, Jesús y maría me toCan en el fondo del Corazón

Me alegra poder recibir todos los meses la revista que me manda, y co-nocer todas esas historias tan profun-das. Me causa mucha alegría poder leerlas.

Además, es muy interesante, pues cuando leo la revista Jesús y María me tocan en el fondo de mi corazón.

Rosa María Matías de ArribaFuenteguinaldo, Salamanca (España)

la reCIbo Con sumo agrado

Mi más sincera gratitud por el en-vío de su excelente e interesante re-vista que recibo con sumo agrado. Que sigan siempre adelante con éxito y haciendo el bien, que no dudo que están haciendo. ¡Ánimo, pues!

Con mis efusivas felicitaciones y cordiales y cariñosos saludos con re-cuerdo ante el Señor.

R.P. Luis Paulino Gar-cía González, MSC

Madrid (España)

la revIsta me transporta a lo eterno

Es una revista tan sumamente buena y enriquecedora que te trans-porta a lo eterno, a lo divino y por ese motivo anhelo recibirla para saturar-

me de un contexto ya que refuerza y afianza mi fe.

Sigan en esa línea sin desfallecer para el bien de todos.

Mi efusivo saludo en Cristo que es el Único que nos mantiene firmes.

Mariano Anibarro DavillaÁvila (España)

es maravIllosa en el fondo y en la forma

Me alegra mucho recibir cada mes la revista “Heraldos del Evangelio”.

Es maravillosa en el fondo y en la forma. Sus ilustraciones son magní-ficas y sus artículos, todos, son edi-ficantes y enriquecedores. No sabría decir cuál me gusta más.

Felicito a todos los que colaboran en dicha revista. Su lectura nos ayu-da a tener una mayor formación re-ligiosa, sobretodo a través del “Co-mentario al Evangelio” y “la voz del Papa”.

Nos permite conocer la labor de los Heraldos en el mundo con be-llas fotografías. Nos alegra conocer que la devoción a María se extien-de por los cinco continentes. . Nos ayuda a sentirnos unidos y nos for-talece. Me sirve de lectura y medi-tación.

Ana María Morgado MorgadoSan Pedro de Mérida, Badajoz (España)

dIos quIera que puedan amplIar la dIfusIón

Me dio mucha alegría al recibir la revista “Heraldos del Evangelio”, ya que me gusta la lectura. Soy religiosa y me gustaría saber si la revista será cada mes y cuánto es lo que hay que aportar de dinero.

Gracias por enviármela, y Dios quiera que puedan ampliar la difu-sión con personas que yo conozco y luego les enviarías los datos de esas personas. Dios los bendiga.

Hna. Olga Leticia MejíaFontanil de los Oteros, León (España)

Editorial

ÁFRICA: continente de la esperanza

Número 51

Octubre 2007

E

EL CONTINENTE DE LA ESPERANZA

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 5

Montaje fotográfico de la misión del P. Hamilton Naville, E.P., en Mozambique

(Fotos: Alex Siqueira)

n la Antigüedad no se concebía la existencia de una religión universal destinada a salvar a todos los pueblos. Las naciones o las ciudades tenían divinidades pro-pias, que protegían exclusivamente a sus integrantes, llegando a existir los dioses

familiares, o “lares”, cuyo culto se transmitía de padres a hijos. Incluso entre los judíos, el único pueblo que adoraba al Dios verdadero, predominaba una concepción religiosa análoga: Dios sólo protegía a la nación elegida, mientras el resto se destinaba a la perdi-ción. Por eso, la idea de una “misión” para anunciar la verdad y la salvación a los genti-les era impensable.

Sin embargo, en las Escrituras no faltan pasajes en sentido contrario, profetizan-do una futura conversión de todos los pueblos al verdadero Dios. El Salmo 21, cu-yo versículo inicial fue recitado por Jesús en lo alto de la Cruz –“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste?”– predice la conversión de toda la tierra al Señor: “Se acordarán y se con convertirán a Yahvé todos los confines de la tierra” (Sal 21,28)

La fundación de la Iglesia Católica invirtió la concepción exclusivista del pensa-miento religioso. El mismo Jesucristo envió a sus Apóstoles para anunciar el Evan-gelio a los paganos: “Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19).

* * *El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (Gen 1, 26), con su rica plurali-

dad de razas y pueblos, dio forma a un magnífico vitral de muchos colores que refle-ja las perfecciones divinas.

Hoy en día solamente tenemos una imagen pálida e incompleta de ese conjunto; pero en el Cielo, cuando termine la Historia y los hombres ocupen todos los tronos abandonados por los ángeles caídos, podremos contemplar ese cuadro en toda su belleza, y comprenderemos cabalmente el plan magnífico de la creación, así como la contribución que cada raza –blanca, negra o amarilla– estuvo llamada a entregar.

Los pueblos de Europa ya han impreso en la Historia y la civilización la huella de su fe y de una rica cultura cristiana. Pero otros, como los de África, también deberán producir sus frutos bellos en el campo de la espiritualidad y la cultura.

En efecto, las almas de África manifestarán maravillas cuando la gracia divina las ilumine, encendiendo un fulgor específico en las partes que se les ha reservado den-tro del maravilloso vitral de razas y civilizaciones creado por Dios.

Pero, para que la luz de Cristo ilumine a estos pueblos, es necesario que se cum-pla el mandato de Cristo a los Apóstoles, de evangelizar toda la Tierra.

África conocerá días de gran esplendor cuando todos sus pueblos se conviertan al Señor. Cuando ese momento llegue, una alegría especial recorrerá en el Cielo y en la Tierra a cuantos hayan rezado, actuado o sufrido para que el Continente de la Es-peranza realice el proyecto de Dios.

S

Respondiendo a los sacerdotes

6 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

La Voz deL PaPa

Habiendo pasado el primer período de sus vacaciones en Los Alpes, Benedicto XVI quiso reunirse con los sacerdotes de las diócesis de Belluno-Feltre y Treviso, con quienes mantuvo una amena conversación, respondiendo espontáneamente sus consultas. Publicamos dos de ellas por su especial interés.

anto Padre, se habla de nueva evangelización, pe-ro ¿qué hacer para que resplandezca aún en nues-tros hogares y sea agua

que apague la sed también de las nume-rosas personas que parecen ya no tener sed?

La pregunta fundamental de nues-tro trabajo pastoral es cómo llevar a Dios al mundo, a nuestros contem-

poráneos. Evidentemente, el llevar a Dios abarca muchos aspectos: el anuncio, la vida y muerte de Jesús se desarrollaron en varias dimensiones, que forman una unidad.

El cristianismo no es un paquete complicadísimo de muchos dogmas, que nadie podría conocer en su totali-dad. No es algo sólo para académicos, que pueden estudiar estas cosas. Es al-go sencillo: Dios existe, Dios es cerca-

no en Jesucristo. El mismo Jesucristo, resumiendo, dijo: “Ha llegado el reino de Dios”. Esto es lo que anunciamos, algo muy sencillo en el fondo. […]

Cómo mostrar las dimensiones del anuncio de Cristo

Es decir, el mejor testimonio de Cristo, el mejor anuncio, es siempre la vida auténtica de los cristianos. Hoy el anuncio más hermoso lo realizan las fa-

El Santo Padre responde las preguntas de los sacerdotes en la Iglesia de Santa Justina Mártir en

Auronzo di Cadore (Italia)

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 7

milias que, alimentándose de fe, viven con una alegría profunda y fundamen-tal, incluso en medio del sufrimiento, y ayudan a los demás, amando a Dios y al prójimo. También para mí el anuncio más consolador es siempre ver a fami-lias católicas o a personalidades católi-cas impregnadas de fe. En ellas resplan-dece realmente la presencia de Dios y a través de ellas llega el “agua viva” de la que usted ha hablado. Así pues, el anuncio fundamental es precisamente el de la vida misma de los cristianos.

Naturalmente, después viene el anuncio de la Palabra. Debemos hacer todo lo posible para que se escuche y se conozca la Palabra. Hoy existen mu-chas escuelas de la Palabra y del diálogo con Dios en la sagrada Escritura, diálo-go que también se transforma necesa-riamente en oración, porque un estudio meramente teórico de la sagrada Escri-tura es sólo una escucha intelectual y no sería un verdadero y suficiente encuen-tro con la palabra de Dios. Si es verdad que en la Escritura y en la palabra de Dios es el Señor, el Dios vivo, quien nos habla, suscita nuestra respuesta y nues-tra oración, entonces las escuelas de la Escritura deben ser también escue-las de oración, de diálogo con Dios, de acercamiento íntimo a Dios.

A continuación vienen, natural-mente, los sacramentos. Con Dios siempre vienen también todos los san-tos. Como nos dice la sagrada Escri-tura desde el inicio, Dios nunca vie-ne solo, viene acompañado y rodea-do de los ángeles y de los santos. En la gran vidriera de San Pedro que repre-senta al Espíritu Santo me agrada mu-cho que Dios se encuentre rodeado de una multitud de ángeles y de seres vi-vos, que son expresión y, por decirlo así, emanación del amor de Dios.

El amor a la Virgen es la gran fuerza de la catolicidad

Con Dios, con Cristo, con el hombre que es Dios y con Dios que es hombre, viene la Virgen. Esto es muy importan-te. Dios, el Señor, tiene una Madre y en esa Madre reconocemos realmen-

te la bondad materna de Dios. La Vir-gen, Madre de Dios, es el auxilio de los cristianos, es nuestra consolación per-manente, es nuestra gran ayuda.

Esto lo veo también en el diálogo con los obispos del mundo, de Áfri-ca y últimamente de América Latina. El amor a la Virgen es la gran fuerza de la catolicidad. En la Virgen reco-nocemos toda la ternura de Dios; por eso, cultivar y vivir este gozoso amor a la Virgen, a María, es un don muy grande de la catolicidad.

Luego vienen los santos. Cada lu-gar tiene su santo. Eso está bien, por-que así vemos los múltiples colores de la única luz de Dios y de su amor, que se acerca a nosotros. Debemos descubrir a los santos en su belleza, en su acercarse a nosotros en la Pala-bra inagotable de Dios.

Asimismo, todos los aspectos de la vida parroquial, incluso los huma-nos. No debemos andar siempre por las nubes, por las altísimas nubes del Misterio; también debemos estar con los pies en la tierra y vivir juntos la alegría de ser una gran familia: la pe-queña gran familia de la parroquia, la gran familia de la diócesis, la gran fa-milia de la Iglesia universal.

En Roma puedo ver todo esto; pue-do ver cómo personas procedentes de

todas las partes de la tierra y que no se conocen, en realidad se conocen, por-que todos forman parte de la familia de Dios; se sienten una familia porque lo tienen todo: amor al Señor, amor a la Virgen, amor a los santos; tienen la sucesión apostólica, al Sucesor de Pe-dro, a los obispos. Esta alegría de la catolicidad, con sus múltiples colores, es también la alegría de la belleza.

Aquí tenemos la belleza de un her-moso órgano; la belleza de una her-mosísima iglesia; la belleza que se ha desarrollado en la Iglesia. Me parece un testimonio maravilloso de la pre-sencia y de la verdad de Dios. La Ver-dad se manifiesta en la belleza y de-bemos agradecer esta belleza y hacer todo lo posible para que permanez-ca, se desarrolle y crezca aún más. De esta forma, llega Dios hasta nosotros de un modo muy concreto.

Santo Padre, le pido una palabra para los de mi generación, los que nos preparamos al sacerdocio durante los años del Concilio.

Es una pregunta importante y co-nozco muy bien la situación. También yo viví los tiempos del Concilio; estuve en la basílica de San Pedro con gran en-tusiasmo, viendo cómo se abrían nue-vas puertas; parecía realmente un nue-vo Pentecostés, con el que la Iglesia po-

Cálida recepción al Papa Benedicto XVI por parte de los sacerdotes de las diócesis de Belluno-Feltre y Treviso

8 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

día convencer de nuevo a la humani-dad, después de que el mundo se hubie-ra alejado de la Iglesia en los siglos XIX y XX. Parecía que la Iglesia y el mundo se volvían a encontrar, y que renacía un mundo cristiano y una Iglesia del mun-do y realmente abierta al mundo. Espe-rábamos mucho, pero las cosas han re-sultado más difíciles en la realidad.

Con todo, queda la gran heren-cia del Concilio, que abrió un camino nuevo. Es siempre una charta magna del camino de la Iglesia, muy esencial y fundamental.

Los tiempos de un posconcilio casi siempre son muy difíciles

Pero, ¿por qué ha sucedido así? En primer lugar, quisiera hacer una anotación histórica. Los tiempos de un posconcilio casi siempre son muy difíciles. Después del gran concilio de Nicea, que para nosotros es realmen-te el fundamento de nuestra fe, pues de hecho profesamos la fe formulada en Nicea, no se produjo una situación de reconciliación y de unidad, como esperaba Constantino, promotor de ese gran concilio, sino una situación realmente caótica, en la que todos lu-chaban contra todos.

San Basilio, en su libro sobre el Es-píritu Santo, compara la situación de la Iglesia después del concilio de Nicea con una batalla naval nocturna, donde nadie reconoce al otro, sino que todos luchan contra todos. Realmente era una situación de caos total. Así descri-be san Basilio con gran plasticidad el drama del posconcilio, del tiempo que siguió al concilio de Nicea. […]

Por tanto, con una visión retros-pectiva, para todos nosotros no es una gran sorpresa ahora, como lo fue en un primer momento, digerir el Concilio y su gran mensaje. Introdu-cirlo y recibirlo para que se convierta en vida de la Iglesia, asimilarlo en las diversas realidades de la Iglesia, es un sufrimiento, y el crecimiento só-lo se realiza con sufrimiento. Crecer siempre implica sufrir, porque es sa-lir de un estado y pasar a otro.

La primera ruptura histórica posconciliar

En concreto, debemos constatar que durante el posconcilio se produ-jeron dos grandes rupturas históricas. La ruptura de 1968, es decir, el inicio o –me atrevería a decir– la explosión de la gran crisis cultural de Occidente. Ha-bía desaparecido la generación del pe-ríodo posterior a la guerra, una genera-ción que después de todas las destruc-ciones y viendo el horror de la guerra, del combatirse unos a otros, y consta-tando el drama de las grandes ideolo-gías que realmente habían llevado a la gente al abismo de la guerra, habían re-descubierto las raíces cristianas de Eu-ropa y habían comenzado a recons-truirla con estas grandes inspiraciones.

Al desaparecer esa generación, se veían también todos los fracasos, las lagunas de esa reconstrucción, la gran miseria que había en el mundo. Así comienza, explota la crisis de la cultu-ra occidental: una revolución cultural que quiere cambiar todo radicalmente. Afirma: en dos mil años de cristianis-mo no hemos creado el mundo mejor. Por tanto, debemos volver a comenzar de cero, de un modo totalmente nuevo. El marxismo parece la receta científica para crear por fin el mundo nuevo. En este grave y gran enfrentamiento entre la nueva –sana– modernidad querida por el Concilio y la crisis de la moderni-dad, todo resulta tan difícil como des-pués del primer concilio de Nicea.

Una parte opinaba que esta revo-lución cultural era lo que había queri-do el Concilio; identificaba esta nue-va revolución cultural marxista con la voluntad del Concilio. Decía: “Esto es el Concilio. Según la letra, los tex-tos son aún un poco anticuados, pero tras las palabras escritas está este es-píritu; esta es la voluntad del Conci-lio. Así debemos actuar”.

Y, por otra parte, naturalmente vie-ne la reacción: “así destruís la Iglesia”. Una reacción absoluta contra el Con-cilio, el anticonciliarismo, y también el tímido, humilde intento de realizar el verdadero espíritu del Concilio. Dice

un proverbio: “Hace más ruido un ár-bol que cae que un bosque que crece”. El bosque que crece no se escucha, porque lo hace sin ruido, en su proce-so de desarrollo. Así, mientras se es-cuchaban los grandes ruidos del pro-gresismo equivocado, del anticonci-liarismo, ha ido creciendo silenciosa-mente el camino de la Iglesia, aunque con muchos sufrimientos e incluso con muchas pérdidas en la construcción de un nuevo paso cultural.

La segunda ruptura histórica posconciliar

La segunda ruptura tuvo lugar en 1989. Tras la caída de los regímenes comunistas no se produjo, como po-día esperarse, el regreso a la fe; no se redescubrió que precisamente la Iglesia con el Concilio auténtico ya había dado la respuesta. El resultado fue, en cambio, un escepticismo total, la llamada “posmodernidad”. Según esta, nada es verdad, cada uno de-be buscarse la forma de vivir; se afir-ma un materialismo, un escepticismo pseudo-racionalista ciego que desem-boca en la droga, en todos los proble-mas que conocemos, y de nuevo cie-rra los caminos a la fe, porque es muy sencilla, muy evidente.

No, no existe nada verdadero. La verdad es intolerante; no podemos se-guir ese camino. Pues bien, en esos dos contextos de rupturas culturales –la primera, la revolución cultural de 1968; la segunda, la caída en el nihilismo des-pués de 1989– la Iglesia ha seguido con humildad su camino entre las pasiones del mundo y la gloria del Señor.

En ese camino debemos crecer con paciencia, aprendiendo nuevamente lo que significa renunciar al triunfalis-mo. El Concilio dijo que era preciso re-nunciar al triunfalismo, pensando en el barroco, en todas las grandes culturas de la Iglesia. Se dijo: “comencemos de modo moderno, de modo nuevo”. Pe-ro surgió otro triunfalismo, el de pen-sar: “ahora nosotros hacemos las cosas; hemos encontrado el camino, así cons-truimos el mundo nuevo”.

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 9

La humildad de la cruz, de Cristo crucificado, también excluye este triun-falismo. Debemos renunciar al triun-falismo según el cual ahora nace real-mente la gran Iglesia del futuro. La Iglesia de Cristo siempre es humilde y precisamente así es grande y gozosa. Me parece muy importante que ahora podamos ver claramente todo lo positi-vo que ha habido en el posconcilio: en la renovación de la liturgia, en los Sí-nodos –Sínodos romanos, Sínodos uni-versales, Sínodos diocesanos–, en las estructuras parroquiales, en la colabo-ración, en la nueva responsabilidad de los laicos, en la gran corresponsabili-dad intercultural e intercontinental, en una nueva experiencia de la catolicidad de la Iglesia, de la unanimidad que cre-ce en humildad y sin embargo es la ver-dadera esperanza del mundo.

Así pues, debemos redescubrir la gran herencia del Concilio, que no es un espíritu reconstruido tras los tex-tos, sino que son precisamente los grandes textos conciliares releídos ahora con las experiencias que he-mos tenido y que han dado fruto en tantos Movimientos, en tantas nue-vas comunidades religiosas.

La experiencia de Brasil

Antes de mi viaje a Brasil tenía yo la idea de que las sectas estaban cre-ciendo y que la Iglesia católica era un poco estática; sin embargo, ya estan-do allá, comprobé que casi todos los días nace en Brasil una nueva comu-nidad religiosa, un nuevo Movimien-to. No sólo crecen las sectas; también crece la Iglesia con nuevas realida-des, llenas de vitalidad, que, aunque no llenan las estadísticas –esta es una esperanza falsa, pues no debemos di-vinizar las estadísticas–, crecen en las almas y suscitan la alegría de la fe, hacen presente el Evangelio, promo-viendo así también un verdadero de-sarrollo del mundo y de la sociedad.

Por tanto, me parece que debemos combinar la gran humildad de Cristo crucificado, de una Iglesia que es siem-pre humilde y siempre atacada por los grandes poderes económicos, milita-res, etc., pero, juntamente con esta hu-mildad, debemos aprender también el verdadero triunfalismo de la catolici-dad, que crece en todos los siglos.

También hoy crece la presencia de Cristo crucificado y resucitado, el cual tiene y conserva sus heridas; está herido, pero precisamente así renue-

va el mundo; da su Espíritu, que re-nueva también a la Iglesia, a pesar de toda nuestra pobreza. Con este con-junto de humildad de la cruz y de ale-gría del Señor resucitado, el Concilio nos dio una gran señal para indicar-nos el camino, a fin de que podamos avanzar con alegría y llenos de espe-ranza.

(Encuentro del Santo Padre con los sacerdotes de las diócesis de Belluno-

Feltre y Treviso, 24/7/2007)

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erva

torio

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ano

“Casi todos los días nace en Brasil una nueva comunidad religiosa, un nuevo movimiento; la Iglesia crece con

nuevas realidades llenas de vitalidad”

Todos los derechos sobre los documentos pontificios quedan reservados a la Librería Editrice Vaticana. La versión íntegra de los mismos puede ser consultada en www.heraldos.org

¿Cuándo es inútil rezar?

P. João Scognamiglio Clá Dias, E.P.

10 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Comentario aL eVangeLio – 30º domingo de tiemPo ordinario

Si queremos estar seguros de que nuestra oración será atendida por Dios, debemos imitar el modo de rezar del publicano, humillándonos frente a Él y pidiendo perdón por nuestros pecados.

I – El orgullo: causa dE todos los vIcIos

“¡Serpientes! ¡Raza de víboras!” He aquí algunos títulos salidos de los divinos labios de Jesús para designar a los fariseos. En el mismo capítulo de Mateo (23) se agrupan las princi-pales recriminaciones de las que fue-ron objeto: eran “hipócritas”, devo-raban la hacienda de las viudas, ce-rraban las puertas del Cielo, trans-formaban a sus prosélitos en hijos del infierno, eran “insensatos” y “guías de ciegos”, “sepulcros blanqueados”, herederos de la maldición por “toda la sangre inocente derramada sobre la tierra”.

Lo cierto es que ellos fueron los opositores más duros al reino de Dios traído por el Mesías, y pe-se a que las pruebas acerca del rei-no eran abundantes y evidentes, no solamente las rechazaban sino que, tanto como podían, las silenciaban u ofrecían malévolas interpretaciones de las mismas.

¿Dónde estaba en sus almas la raíz de este pecado terrible contra el Es-píritu Santo?

La vanidad más peligrosa

Los fariseos tuvieron un origen virtuoso casi doscientos años antes de Cristo, cuando quisieron separar-se de quienes se abrían a la influen-

cia del relativismo mundano propa-gado desde Grecia. Pero, como su-cede no pocas veces, la falta de vigi-lancia y de ascética los precipitó en una de las vanidades más peligrosas, aquella que se mezcla con el deseo de perfección.

Cuando el cristiano adopta el camino de la santidad, es indis-pensable que coloque el interés de Dios por encima de toda la crea-ción, como también que dedique al interés del prójimo más atención que al suyo, de orden personal, pa-ra confiar este último a la Provi-dencia Divina, tal como enseña el salmista: “No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria” (Sal 113, 1).

Los fariseos tuvieron un origen

virtuoso, pero la falta de vigilancia

y ascética los precipitó en una de las vanidades más peligrosas

En la página siguiente – “Cristo con los Apóstoles”. Basílica de

San Pablo Extramuros, Roma

¿Cuándo es inútil rezar?

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 11

9 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: 10 «Dos hombres subieron al tem-plo a orar; uno fariseo, otro publicano. 11 El fa-riseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gra-cias porque no soy como los demás hombres, rapa-ces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publi-cano. 12 Ayuno dos veces por semana, doy el diez-mo de todas mis ganan-cias.” 13 En cambio el pu-blicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cie-lo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!” 14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se exalta será humillado, y el que se humille será exal-tado» (Lc 18, 9-14).

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12 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Los fariseos olvidaron que era ne-cesario poner un freno en su ánimo para evitar su exacerbación inmode-rada, practicando así la esencial vir-tud de la humildad, como la define santo Tomás de Aquino: “La humil-dad reprime al apetito para que no as-pire a las cosas grandes sin contar con la recta razón” 1. “Para esto es preciso que uno conozca lo que falta respecto de lo que excede sus fuerzas. Por eso el conocimiento de los defectos propios pertenece a la humildad como regla di-rectiva del apetito” 2.

En ausencia de la virtud de la humildad, el proceso de separarse del resto, bueno e incluso necesa-rio en un principio, fue metamor-foseándose de manera lenta, pero profunda y fatal, en una sobrevalo-ración de sus auténticas o fingidas cualidades morales. Dicho estado de alma queda bastante bien ilus-trado en estas palabras de un rabi-no, recogidas por el Talmud: “De-cía R. Jeremías, llamado Simón, hi-jo de Jochai: Yo puedo compensar los pecados de todo el mundo entero desde el día en que nací hasta hoy, y, si muriera mi hijo Eleazar, podría li-brar a todos los hombres que existie-ron en el mundo desde que fue crea-do hasta hoy. Y si estuviera con no-sotros Jotán, hijo de Uzías, podría-mos hacerlo de todos los pecados desde la creación del mundo hasta su final […]. Veía los hijos del ban-quete divino y eran pocos. Si fuesen mil, mi hijo y yo nos contaríamos entre ellos; si fuesen sólo dos, sería-mos mi hijo y yo” 3.

Quien se deja llevar por el orgullo no reconoce límites

Una vez perdida la humildad por la vana autocomplacencia, el orgullo fariseo –como en cualquier otro ca-so– no respetó ya ningún límite. En-soberbecido, se instaló a sí mismo en el centro del universo, exaltando sus propias cualidades. No sólo despre-ciaba las del prójimo sino que trataba de exagerar los defectos de éste, sien-

do que a veces él mismo los poseía en mayor grado.

El fariseo, a causa de su jactan-cia desenfrenada, daba invariable-mente la razón a sus opiniones. Los fracasos siempre sucedían porque no había sido consultado; si muchos lo contradecían, era porque en el fondo –según él– la sabiduría per-tenece a una minoría selecta; si ha-bía unanimidad con él, se sentía el dirigente; si debía someterse ante alguna autoridad, trataba de domi-narla, pero como la mayoría de las veces esto no era fácil, se deslizaba hacia la censura, la crítica y el sabo-taje, acabando por fin en la desobe-diencia. Además era siempre ingra-to, porque cualquier beneficio que se le hiciera lo tomaba como un pu-ro acto de justicia y por eso nunca agradecía nada.

El fariseo, como cualquier orgu-lloso, al convertirse en el centro de atención, no toleraba al que no gira-ra alrededor suyo, y fomentaba la dis-cordia siempre que la ocasión lo exi-gía, lleno de envidia, valiéndose sin escrúpulo alguno de detracciones, ca-lumnias, etc.

ocultar algunos de sus vicios eviden-tes, negaba que fueran vicios.

¡Pobre fariseo! No se daba cuen-ta de los males que se le iban enci-ma por buscar la gloria donde no la había. No percibía que el vicio de la soberbia es el primero, no sólo en manifestarse al exterior, sino en ser identificado rápidamente por todos. Tal vez moría sin haberlo visto, pero cuantos vivían a su lado ya lo habían catalogado.

El fariseo, que no quería recono-cerse víctima de tan grave mal, ¿có-mo podría corregirse de su defecto? Se creía santo… Convertirse le re-sultaba muy difícil porque, como di-ce santa Teresa, la humildad es andar en verdad 4.

Le hacía falta, indispensablemen-te, verse y hasta sentirse tal como era, discernir con claridad el origen de los lados buenos y malos de su alma. De ser así, reconocería el bien que ha-bía en él para atribuirlo a Dios de in-

El fariseo, como cualquier orgulloso, al convertirse en el centro de atención,

no toleraba al que no girara

alrededor suyo

En los fariseos, la hipocresía se suma al orgullo

En esencia, el fariseo era un egó-latra, pero mediante su refinada hi-pocresía se presentaba como respe-tuoso de Dios y justo con los hom-bres. Y, dado que no siempre podía

Photo Scala – Florencia

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 13

mediato; igualmente, al constatar su propia maldad, sus faltas y sus peca-dos, los atribuiría a su voluntad de-teriorada y perversa. Asumiendo es-ta postura, admitiría fácilmente que uno, sin la ayuda de la gracia, no só-lo deja de cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios en forma duradera, sino que es incapaz hasta de pronun-ciar una buena palabra. Nunca habla-ría de sí mismo o de sus virtudes, y de verse obligado a hacerlo por razones de fuerza mayor, imitaría a san Pa-blo: “Gratia Dei sum id quod sum” – “Por la gracia de Dios, soy lo que soy” (1 Cor 15, 10).

Si emprendiera este camino, su in-terior sería luminoso, porque su ojo estaría sano (cf. Mt 6, 22), su vista no estaría vendada por el amor propio ni tampoco se haría falsas ilusiones sobre la debilidad, las tendencias y la malicia de la criatura humana.

Al fariseo le faltaba aprender con santa Teresa lo necesario que es an-

dar en verdad: “Una vez estaba yo considerando por qué razón era nues-tro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y púsoseme delante a mi parecer sin considerarlo, sino de pres-to, esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en ver-dad, que lo es muy grande no tener co-sa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende, an-da en mentira. A quien más lo entien-da agrada más a la suma Verdad, por-que anda en ella” 5.

Si el fariseo siguiera este camino, no pondría su confianza en sí mismo jamás, sino solamente en Dios, some-tiéndose en todo a su santísima vo-luntad. Tendría caridad verdadera con los demás, tal como recomienda santo Tomás de Aquino: “No sólo de-bemos reverenciar a Dios en sí mismo, sino lo que hay de Dios en cualquier

feriores a vosotros en lo exterior’. Tam-bién puede uno, sin caer en falsedad, ‘confesarse y creerse inútil e indigno para todo’ teniendo en cuenta las fuer-zas propias, para atribuir a Dios todo lo que vale, según dice el Apóstol: ‘No que por nosotros mismos seamos capa-ces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra ca-pacidad viene de Dios’” 7. Por lo mis-mo, el fariseo, al verificar los adelan-tos espirituales realizados en la prác-tica de la virtud con ayuda de la gra-cia, debería considerarlos como algo relativo, y reconocer cuánto más po-dría haber correspondido a los dones de Dios.

Sublime ejemplo del Divino Maestro

Estas son algunas razones por las que se encuentra tantas veces el in-centivo a la humildad en la Sagra-da Escritura. Qué distinta habría si-do la Historia si los fariseos hubieran oído y amado la invitación del Divi-no Maestro: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y halla-réis descanso para vuestras almas” (Mt 11, 29). Si estuvieran presentes en el acto practicado por Jesús en la Santa Cena, y hubieran guardado en su co-razón las palabras que el Señor profi-rió en seguida –“Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis co-mo yo he hecho con vosotros. En ver-dad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, di-chosos seréis si lo cumplís” (Jn 13, 15-17)–, habrían tenido también la ver-dadera paz de alma y la felicidad completa.

Pongamos ahora nuestros ojos en la parábola propuesta en la liturgia de hoy.

II – la parábola dEl farIsEo y dEl publIcano

Dijo también a algunos que se tenían por justos y desprecia-ban a los demás, esta parábola.

¡Pobre fariseo! No percibía que el vicio de la soberbia

es el primero en ser distinguido rápidamente

por todos

“Oración del publicano y del fariseo” – Iglesia de san Apolinario Nuevo – Rávena (Italia)

hombre” 6. “Uno puede, sin caer en fal-sedad, ‘creerse y manifestarse más vil que los otros’ debido a defectos ocultos que reconoce en sí mismo y los dones de Dios ocultos en los demás. Por eso dice San Agustín: ‘Estimad interior-mente superiores a aquellos que son in-

“El que se exalta será humillado, y el que se humille será exaltado” (Lc 18, 14)

14 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Los comentaristas elaboran inte-resantes consideraciones acerca de la presente parábola. Entre ellas desta-ca la de san Agustín, que se relaciona con el versículo anterior: “Pero, cuan-do el Hijo del hombre venga, ¿encon-trará la fe sobre la tierra?” (Lc 18, 8). La fe es la virtud del que pone su con-fianza en Dios, no en sí mismo. “Co-mo la fe no es de los soberbios, sino de los humildes, dijo [Jesús] esta pará-bola”, dirigida a los que no agradan a Dios con sus oraciones debido a su presunción. La estima desequilibra-da de los méritos propios contraría la realidad, especialmente si el orgu-lloso se presenta como impecable. En teoría, con la gracia de Dios y dada la existencia del libre albedrío, pudiera haber un hombre sin pecado; pero a excepción del Hijo del Hombre y de su Madre Santísima, no hay otro, de acuerdo al salmista: “No entres en jui-cio con tu siervo, pues no es justo ante ti ningún viviente” (Sal 142, 2), o me-jor aún, como afirma san Juan: “Si decimos: ‘No tenemos pecado’, nos en-

gañamos y la verdad no está en noso-tros” (1 Jn 1, 8) 9.

La parábola se destina a los que sobrevaloran sus cualidades, creyén-dose santos e incluso impecables, y tratan al resto con desprecio. Es un guante hecho a la medida de la ma-no farisaica, o de cuantos puedan ser clasificados como discípulos suyos por cultivar el mismo espíritu. Tres vicios son apuntados aquí: confianza en sí mismo, presunción de santidad

cador despreciable, no hará más que atraer sobre sí el escándalo de todos y la cólera del propio Dios.

Inútil oración del fariseo

El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ga-nancias.”

Cuesta creer que esta oración no haya sido real. Cristo, en su di-vinidad, ¡cuántas veces recibió de las criaturas humanas pensamien-tos tanto o más orgullosos que és-te! ¿Es posible hablar de oración? ¡No! Se trata de un profundo acto de orgullo, un auto-elogio, un in-solente desprecio del resto de los hombres.

“Te doy gracias…” Nada mejor que darle gracias a Dios, pero esta postura espiritual, piadosa y meri-toria, debe emanar de la considera-ción de nuestra nada, de un robus-to sentimiento de nuestras flaquezas y miserias, como también de la ado-ración a Dios por su infinita miseri-cordia, que no sólo suspende los cas-tigos que merecemos, sino que en su lugar nos colma de dones y de gra-cias.

El agradecimiento del fariseo no es así; por el contrario, se exal-ta a sí mismo e insulta a los demás. “Busca en sus palabras lo que pidió a Dios, y no hallarás nada. Subió a orar y no quiso rogar a Dios, sino alabar-se a sí mismo. Pobre cosa es alabarse en vez de rogar a Dios, y le añade to-davía el menosprecio al que oraba” 10. “Con esto abrió la ciudad de su cora-zón, por orgullo, a los enemigos que la sitiaban, la que en vano cerró por la oración y el ayuno: que son inútiles todas las fortificaciones, cuando care-ce de ellas un punto por el que puede entrar el enemigo” 11.

El publicano es todo humildad,

contrición y pedido de clemencia; no hay en él

ninguna ligereza de espíritu, ni disipación o

agitación perpetua

La humildad del publicano le obtuvo el perdón de Dios

y desprecio de los demás; vicios con-trarios a tres virtudes: fe, humildad y caridad.

Dos hombres subieron al tem-plo a orar; uno fariseo, otro publicano.

Aquí está una frase sencilla pero llena de denso significado. A la mis-ma hora y con el mismo propósito de rezar, dos hombres suben el mon-te Moria, donde estaba emplazado el Templo: un fariseo y un publicano. Al primero ya lo conocemos. El segundo pertenecía a la clase que todos consi-deraban de los pecadores, odiada por cobrar impuestos al servicio de los ro-manos. Según el juicio humano, el fa-riseo es justo, lleno de virtud y piado-so, y seguramente elevará una plega-ria excelente. En cambio el otro, pe-

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 15

La oración humilde salvó al publicano pecadorEn cambio el publicano, man-teniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cie-lo, sino que se golpeaba el pe-cho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pe-cador!”

Actitud, espíritu y palabras com-pletamente diferentes a los que asu-me y formula el fariseo. El publicano es todo humildad, contrición y pedi-do de clemencia; siguiendo una cos-tumbre que no se ve más en las igle-sias, se golpeaba el pecho sin respe-to humano; contrariando las modas piadosas de hoy, no hay en él ningu-na ligereza de espíritu, ni disipación o agitación perpetua. Hablaba con Dios; muy al contrario de otros que en la actualidad entran a las iglesias sin haber hecho una oración siquiera. El publicano da ejemplo incluso en lo que atañe al núcleo de su pedido: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!”.

Sentencia de Jesús

Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se exalta será hu-millado, y el que se humille se-rá exaltado.

“En el momento de entrar en el tem-plo, los dos personajes, aun pertene-ciendo a categorías religiosas y sociales distintas, eran muy semejantes entre sí. En el momento de salir, aquellos dos personajes son radicalmente distintos. Uno estaba ‘justificado’, esto es, era justo, perdonado, estaba en paz con Dios, había sido hecho criatura nue-va; el otro ha permanecido el que era al inicio, es más, quizás hasta ha em-peorado su posición ante Dios. Uno ha obtenido la salvación, el otro no” 12.

Mucha atención: aquí se trata de una sentencia proferida por el Juez infalible y soberano, el propio Hi-jo de Dios, que no pocas veces di-

fiere de los hombres. Si se nos pidie-ra elegir, sin las luces de la gracia, a uno de los apóstoles para convertir-se en el primer Pontífice de la San-ta Iglesia, no sería descabellado ima-ginar que a unos los tacharíamos de pretenciosos, a otros de poco acti-vos, y al mismo Pedro de exagerado e imprudente; quizá habríamos ele-gido a Judas antes de su traición, a causa de su gran discreción, seguri-dad y habilidad financiera, tanto más

si se uniera a la justicia? Y si la sober-bia es capaz de estropear a la justicia, ¿qué no conseguirá si se alía con el pe-cado?” 13.

1 S. Tomás de Aquino. Suma Teológica II-II q. 161 a. 1 ad 3.

2 Idem. ibídem, a. 2 c.3 Cf. Sucá fol. 452, apud Mons. Herre-

ra Oria, La Palabra de Cristo, tomo VI, p. 952.

4 S. Teresa de Jesús. Las Moradas, Mora-da sexta, c. 10 § 6-7

5 Ibídem.6 S. Tomás de Aquino. Ibídem, a. 3 ad 1.7 Idem. ibídem, a. 6 ad 1.8 S. Agustín. Serm. 115, 2.9 S. Agustín. De peccatorum meritis et re-

missione, lib. II, 8.10 Idem. Serm. 115, 2.11 S. Gregorio, apud S. Tomás de Aquino,

Catena Aurea, in Luc.12 P. Raniero Cantalamessa. Echad las re-

des – Reflexiones sobre los Evange-lios – Ciclo C, Edicep C.N., Valencia, 2003, p. 333.

13 Cornelio a Lápide. In Luc.

La humildad llevó a un ladrón al cielo

antes que a los apóstoles; pues, si unida a los delitos es capaz de tanto,

¿qué no podría si se uniera a la justicia?

El fariseo salió del Templo sobrecargado con su orgullo

cuando llegó a criticar a la Magdale-na por derrochar dinero en perfumes para el Maestro, cuando había enton-ces muchos pobres y necesitados. Es-to nos permite entender lo que sería de la Iglesia misma si el Espíritu San-to no la dirigiera, y lo que será de no-sotros si no nos sometemos a sus ins-piraciones.

III – la humIldad llEvó un ladrón al cIElo

La liturgia de hoy puede ser muy útil para un provechoso examen de conciencia: ¿hasta dónde somos hu-mildes como el publicano? Sea cual sea el resultado de dicho examen, re-cordemos: “La humildad llevó a un ladrón al cielo antes que a los apósto-les. Pues si la humildad unida a los de-litos es capaz de tanto, ¿qué no podría

De Brasil a Mozambique

José Antonio Dominguez

16 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

ÁfriCa: Continente de La esPeranza

De toda la actuación de los Heraldos del Evangelio, partir a tierras de misión es lo que más motiva a sus miembros. Mozambique es el destino codiciado por todos.

Práctica de la devoción de los Primeros Sábados de

mes en la catedral de São Paulo (Brasil)

L

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 17

a Catedral de São Paulo está llena de fieles que esperan el inicio de una celebración. Un breve toque de trompeta inte-

rrumpe el movimiento de las personas que todavía buscan un lugar libre pa-ra sentarse antes de la ceremonia. Co-mienza entonces un solemne cortejo, precediendo la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de María, que se-rá enseguida coronada simbólicamen-te, mientras los fieles aclaman caluro-samente a la Reina de los Cielos. Este acto constituye el acto inaugural de la ceremonia que todos los Primeros Sá-bados los Heraldos del Evangelio pro-mueven en esa Catedral brasileña.

Después de la coronación de la imagen de Nuestra Señora, se inicia el rezo del Rosario, la meditación de quince minutos y la Celebración Eu-carística. Mientras tanto, numerosas filas de confesión avanzan lentamen-te, llevando a los fieles a la reconcilia-ción con Dios.

Son muchas las personas que, pa-sando por el centro de la ciudad, en-tran en esta grandiosa catedral, atraí-das por las personas en movimiento o, simplemente, para apreciar la bella ar-quitectura del edificio sagrado, siendo sorprendidas por esa ceremonia llena de esplendor. Encantadas por la belle-za de la liturgia y de la música, y por un discreto convite de la gracia, mu-chos terminan quedándose a fin de asistir a todo el acto. Más tarde nace la pregunta: ¿quiénes son esos jóve-nes? ¿Qué hacen? ¿Cómo viven?

Una vida dedicada a la evangelización

Al tomar contacto con los Heral-dos por primera vez, en una ceremo-

nia litúrgica, difícilmente se puede te-ner idea de todas las actividades evan-gelizadoras que realiza la institución, las cuales cualquiera de los consagra-dos, que allí participan de una ceremo-nia tan solemne, está dispuesto a em-prender.

Esa disposición es más viva, claro está, entre los que constituyen la ra-ma sacerdotal, destinados más especí-ficamente al anuncio del Evangelio y a la administración de los ministerios divinos en la liturgia. Pero los de-safíos de nuestro tiempo nos lle-van a utilizar el mayor número de medios a nuestro alcance, para llevar la Palabra a todos los hombres, sin excepción, pues nuestra sociedad está cada vez más seculariza-

da, o sea, más apartada de Dios y de la Iglesia. Fue esa una de las razones que llevaron al episcopado latino-america-no en la 5º Conferencia del CELAM a lanzar una gran misión continental.

Cómo llegar al que está tantas ve-ces próximo, pero muy distante de Dios, es un problema que no se redu-ce a atravesar un espacio. Es una dis-tancia entre el corazón del hombre y el infinito, que ni siempre es fácil de trasponer. Es necesario el auxilio de

la gracia divina, la cual se sirve con frecuencia de ins-trumentos humanos o materiales.

Es con esta inten-ción, de ser simples instrumentos de Dios,

que los Heraldos des-

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El cardenal Franc Rodé ordenó sacerdote al

diácono Hamilton José Naville, el día 18 de

mayo de 2007

18 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

envuelven sus actividades evangeliza-doras: las visitas de la imagen peregri-na de Nuestra Señora de Fátima a los hogares, al Apostolado del Oratorio del Inmaculado Corazón de María, la divulgación de publicaciones religiosas, de estampas, medallas, cd´s de músi-ca y de la propia revista Heraldos del Evangelio.

Espíritu misionero

Mientras tanto, en el alma de los Heraldos resuenan continuamente las palabras de Nuestro Señor a los após-toles: “Id a todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16, 15). Este mandato vibra con más in-

tensidad todavía en aquellos que reci-bieron las órdenes sagradas, pues les fue impreso en el alma, por el Espíri-tu Santo, al serles impuestas las ma-nos, en el sacramento del Orden. Par-tir en misión para tierras distantes, a fin de ejercer la misión sacerdotal es anunciar la Buena Nueva y para ellos la mayor felicidad en esta tierra.

Los Heraldos en África

Mozambique, en el sureste de África, es una de esas tierras de mi-sión donde los Heraldos del Evan-gelio desarrollan su actividad. El he-cho de ser uno de los países más po-bres del mundo, debido a los conflic-

tos que asolaron el país durante dé-cadas, no constituye obstáculo pa-ra las numerosas vocaciones que se dan entre los jóvenes, los cuales ma-nifiestan gran avidez por lo sobrena-tural. Es que, como siempre ocurre, en circunstancias análogas, “la mies es grande, pero los operarios son po-cos” (Mt 9, 37). Dificultad que au-menta, por las enormes carencias materiales del país.

Dónde encontrar los medios mate-riales para atender los centenares de jóvenes que son catequizados en las escuelas de Maputo, la capital, o có-mo dar formación religiosa y cultural a los postulantes que aspiran a una vi-

Nada más llegar a Maputo, el P. Hamilton tuvo que dar asistencia a dos iglesias próximas –Mastrong y Nuestra Señora de la Asunción– para sustituir a los párrocos, que estaban haciendo el retiro anual.

Si bien el portugués es la lengua oficial del país, muchos habitantes sólo hablan las lenguas nativas, y por ese motivo la homilía tuvo que ser traducida al xangana.

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 19

da de consagrados, o incluso al sacer-docio, constituyen una de las princi-pales preocupaciones para los Heral-dos del Evangelio de Mozambique.

Ese brote de religiosidad entre los africanos suscitó en el Pe. Ha-milton Naville, E.P., cuando todavía era diácono, el deseo intenso de par-tir en misión para Mozambique. De-seo que los esplendores de la litur-gia de la ordenación presbiteral in-tensificaron vivamente. Algún tiem-po después, una inesperada invita-ción, confirmada por el Pe. Juan Clá, E.P., transformó en realidad esa pro-funda ansia misionera. Para el P. Ha-milton, esa misión fue un verdadero

regalo del cielo, que aceptó ansiosa-mente, consciente de todas las renun-cias que se le pedian.

Pequeñas y grandes dificultades

Para los que vivimos en el mundo occidental, habituados a las peque-ñas comodidades de la sociedad mo-derna, al alcance de la mano en cual-quier tienda o supermercado, tal vez no sea tan evidente lo que significa ir a una tierra de misión, recién salida de una guerra civil. Desde la alimen-tación precaria (carne, huevos, pes-cado constituyen artículos de lujo) la proliferación de la malaria y otras epidemias, dificultades de transporte

(recorrer diez Km. a pie, o más, pa-ra ir a misa, no es considerado un lar-go viaje) hasta la falta de algo tan co-mún como una simple manta, en las frías noches de invierno, son algunas de las dificultades que es preciso so-portar con naturalidad.

El continente de la esperanza

Para un corazón sacerdotal, todas esas carencias se reducen a la mínima expresión delante de la grandiosidad y de los misterios del continente africa-no, del enorme campo de almas que hay que cuidar, y de la avidez de lo so-brenatural de aquellos pueblos. Tal vez por eso el recordado Papa Juan

Celebrar misa, atender confesiones, dar formación doctrinal a los jóvenes fueron actividades que ocuparon el tiempo del P. Hamilton durante su estancia en Mozambique.

20 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Pablo II llegó a calificar a África como el continente de la esperanza.

Nada más llegar a la casa de los Heraldos, en Maputo, el P. Hamil-ton pudo medir la enormidad de las necesidades. De inmediato tuvo que dar asistencia a dos iglesias próxi-mas –Mastrong y Nuestra Señora de la Asunción– cuyos párrocos se iban a ausentar pues tenían que hacer su retiro anual. Una nueva dificultad se presentó: aunque el portugués es la lengua oficial, muchos sólo hablan las lenguas nativas, y la homilía tiene que ser traducida para el xangane. El sa-cerdote sólo sabe decir zixilii (buenos días). Sin embargo, cuando la fe del

pueblo es grande, la diversidad de len-guas o razas deja de ser una barrera.

Además de las parroquias, el P. Ha-milton tiene que atender, también, a los Heraldos. No sólo a los que ya viven en comunidad en el colegio (todavía en construcción), donde hacen sus estu-dios (son cerca de sesenta), sino tam-bién a los que son catequizados por los Heraldos a través del “Proyecto Futuro y Vida”, en las escuelas secundarias de Maputo y en las parroquias. Celebrar misa, atender confesiones, dar forma-ción doctrinaria a los jóvenes, son ac-tividades que ocupan sobradamente el día a día, quedando poco tiempo para la celebración de la Liturgia de las Ho-

ras, adoración al Santísimo Sacramen-to y otras devociones cotidianas.

Surgimiento de vocaciones

Para un sacerdote, es prácticamen-te imposible restringir su ministerio a los límites del propio instituto. Un nuevo carisma en la Iglesia es siem-pre un factor de atracción para los fie-les, pues se nota la acción del Espíritu Santo que lo suscita más sensiblemen-te. Fue lo que ocurrió en la visita al ar-zobispo de Maputo, Mons. Francisco Chimoio, O.F.M. Amablemente aco-gido por el Arzobispo, aceptó la in-vitación para contribuir al Seminario Mayor de Maputo (que tiene cerca de

E. P. Hamilton fue afablemente acogido por el arzobispo de

Maputo, Mons. Francisco Chimoio, O.F.M. A continuación, hicieron una visita al Seminario

Mayor de Maputo (hay cerca de 100 seminaristas), donde

dio una charla sobre la nueva evangelización a través de los

medios de comunicación.

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 21

100 seminaristas), dando una serie de conferencias sobre la nueva Evange-lización a través de los medios de co-municación. Fue untema que interesó vivamente a los candidatos al sacerdo-cio, por constituir un constante desa-fío para la Iglesia de nuestro tiempo.

También entre los Heraldos, el P. Hamilton encontró un buen número de postulantes para el sacerdocio. Pe-ro, con la alegría de descubrir promete-doras vocaciones para la Iglesia, vinie-ron las dificultades y aprensiones. ¿No sería mejor llevar algunos para ser for-mados en la Casa-Matriz de los Heral-dos, en Sao Paulo?¿O por el contrario, sería preferible concentrar los esfuerzos

en África a pesar de las carencias loca-les? Las dos soluciones tenían ventajas e inconvenientes. De cualquier forma, el contacto con el carisma original es de un beneficio insuperable. Por eso, el P. Ha-milton, al tomar contacto con la pujan-za de la fe de los mozambiqueños, optó por enviar a trece de esos jóvenes a Bra-sil, gracias a la abnegación de generosos donantes, a fin de hacer una experien-cia vocacional. Sin duda, ese intercam-bio es benéfico también para quien aco-ge a los visitantes y toma contacto con esa fe que no está manchada con las du-das del racionalismo occidental.

África es todavía una tierra casi virgen donde la semilla de la fe no

dio sus mejores frutos, presagiados por la belleza y grandiosidad de su agreste naturaleza, llena de colori-do y vida. Pero para que esas semi-llas fructifiquen, es necesario regar-las con mucha abnegación y oración.

A todos cuantos sientan la inspira-ción de rezar por estos jóvenes, que en los próximos meses harán su expe-riencia vocacional, y por tantos otros que no pudieron ir, debido a la fal-ta de recursos, ellos agradecen desde ya esas valiosas oraciones, para que África, el continente de la esperanza, llegue a ser un continente desbordan-te de fe y ejemplo de catolicidad para el mundo entero.

Al tomar contacto con la pujante fe de los mozambiqueños, el P. Hamilton optó por llevar 13 jóvenes a Brasil, con el fin de que hicieran una experiencia vocacional. En la foto de al lado, los jóvenes mozambiqueños, ya en Brasil, con el obispo de Braganza Paulista, D. José María Pinheiro, y con el P. João Clá Dias, E.P.

Mi prima la Beata Albertina

Carmela Werner Ferreira

22 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

entreVista Con Veridiana da rosa y arieLLe fragnani

Las jóvenes Heraldos Veridiana da Rosa Leite y Arielle Cristina Fragnani da Silva tienen el honor de pertenecer a la familia de Albertina Berkenbrock. Como primas de la mártir brasileña, nos cuentan algunos aspectos de la historia y del culto a la heroica adolescente que ahora ha sido elevada a los altares.

Heraldos del Evangelio: La beatificación de Albertina Berenbrock es una alegría para los brasileños, pero especialmente para ustedes dos…

Veridiana: Es una alegría para to-dos. Hace mucho tiempo que esperá-bamos con ansia esta beatificación, porque el proceso empezó en 1952 y se demoró bastante. Sin embargo, por más que la causa en Roma cami-nara despacio, el recuerdo de Alber-

tina nunca desapareció. Los fieles le tuvieron una devoción perseverante, las peregrinaciones a su tumba fue-ron constantes y las gracias obtenidas por intercesión suya alimentaron el fervor a lo largo de todos estos años.

HE: Albertina vivió solamente 12 años. ¿Qué se sabe de su corta existencia?

Arielle: El aspecto más sobresa-liente de la Beata Albertina antes

de su martirio fue su religiosidad. Se destacó como alumna de la cate-quesis para la Primera Comunión. El profesor Hugo Berndt, que la prepa-ró, dijo que mientras él hablaba sus ojos brillaban reflejando su interés y comprensión. Era extremadamente obediente, dócil y servicial, sin negar-se nunca a ayudar a nadie, ni buscar revancha de las maldades que le ha-cían otras niñas. Albertina iba a mi-sa los domingos con su familia, dis-

“El aspecto más sobresaliente de la Beata Albertina antes del martirio fue su religiosidad”

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 23

tinguiéndose por el recogimiento y la devoción con que se comportaba. No mostraba las frivolidades de otras ni-ñas y tomaba muy en serio las oracio-nes. A pesar de haber recibido una formación religiosa común, la reper-cusión en ella fue profunda.

HE: ¿Cómo sucedió el trágico martirio?

Veridiana: Era la tarde del día 15 de junio de 1931, en el poblado de São Luis. El padre de la Beata Alber-tina, Enrique Berkenbrock, le pidió a la niña que siguiera la pista de “Pin-tado”, un buey muy preciado que ha-bía desaparecido. Ella partió a bus-carlo sola, y caminando por el campo llegó al lugar donde trabajaba “Ma-neco Palhoça”, el asesino. Como este último había sido contratado por el padre de Albertina en esos días, ella le preguntó:

–“Maneco, ¿viste a ‘Pintado’ por ahí?”

Él respondió malevolamente que sí, que estaba más adelante. Sin descon-fiar de sus intenciones, la niña siguió el camino indicado y el asesino fue tras de ella. Cuando estuvieron a solas, le hizo la propuesta pecaminosa.

HE: Y encontró una fuerte resistencia…

Veridiana: ¡Sí, inmediata! La Bea-ta Albertina tenía una noción muy clara acerca del 6º mandamiento, y se resistió heroicamente porque no que-ría ofender a Dios. Al recibir una ne-gativa, Maneco trató de forzarla, lo que provocó una lucha violenta. Ella gritaba: “¡No! ¡Eso no! ¡No me mal-trate!” y se defendió tanto como pu-do. Viendo que no llevaría a cabo su siniestro plan, el agresor sacó una na-vaja muy afilada y le abrió la garganta de lado a lado, haciéndola derramar mucha sangre. El golpe fue tan brutal que hasta podía verse el paladar. Con esta herida, Albertina sólo sobrevi-vió unos minutos. Mi abuela, Marta da Rosa, ayudó a limpiar el cuerpo, y solía contar que estaba empapado de

sangre. De hecho sus ropas, el suelo y hasta las ramas de los árboles atesti-guaron su resistencia.

HE: ¿Cómo se explica la difusión de su culto?

Arielle: La repercusión que tuvo y sigue teniendo el acto heroico prac-ticado por la Beata Albertina, es im-presionante. Si tomamos en cuenta lo apagado de su vida y la sencillez de su pueblo de origen, vemos que no hay ningún factor humano capaz de despertar interés en la gente. Si algo hizo conocida y amada a la Beata, fue una acción especial de la gracia. Su valor al decir que no y entregar su vi-da por amor a la virginidad es el prin-cipal motivo de la difusión de su cul-to. Su ejemplo habla por sí mismo, y llega al fondo del corazón.

HE: Ciertamente debe haber obtenido gracias para los fieles…

Veridiana: Muchas, y poco des-pués de haber muerto. Podemos ci-tar el caso famoso de un paralítico que fue curado por intercesión de la Beata Albertina; esta cura repenti-na propició que su historia se hiciera más conocida y que los fieles le reza-ran. En la capilla levantada en el sitio del martirio hay innumerables exvo-tos que prueban las abundantes gra-cias recibidas por mediación suya. A

pesar de que testimonios como és-tos no faltan, su proceso de beatifica-ción no requirió ningún milagro por tratarse de una mártir; pero los mila-gros serán indispensables para la ca-nonización.

HE: Ella fue mártir de la castidad, una virtud tan olvidada en nuestros días.

Arielle: Es bonito que la prime-ra bienaventurada brasileña de na-cimiento sea una joven mártir de la castidad. ¡Es una señal de que Dios quiere jóvenes santos y puros para Brasil! La práctica de la castidad sue-le ser interpretada como un fardo pe-sado y una obligación impuesta que nos aleja de la felicidad. ¡Eso no es cierto! La pureza brinda a quienes la practican la felicidad que mencio-na Nuestro Señor en el Sermón de la Montaña: “Bienaventurados los pu-ros porque verán a Dios” (Mt 5, 8). Vivir este mandamiento es tener ale-gría, paz de alma y, como muestra el ejemplo de Albertina, una fortaleza extraordinaria.

En nuestro caso, su ejemplo nos anima en la búsqueda de la perfec-ción como Heraldos del Evangelio. Quién sabe si en la raíz de nuestra vocación a la vida consagrada esté la preciosa intercesión de la Beata Al-bertina.

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El Cielo, ¿también es un lugar material?

24 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

El concepto de Cielo Empíreo como lugar real es una idea justa, tradicional y que se impone a nuestro espíritu.

e gustaría saber qué piensa Ami du Clergé con res-pecto a la opi-nión que repro-

duce el Dictionnaire de Théologie Ca-tholique, de que el cielo, morada de los ángeles y los elegidos, es un lugar ma-terial. San Agustín parece más cercano a la verdad cuando dice que Dios es “el lugar de nuestras almas”.

Falso antagonismo entre dos concepciones

Se trata de una cuestión sutil y di-fícil de responder, por no decir im-posible, de manera que no intentare-mos ofrecer una solución completa, sino solamente definir con precisión los aspectos bajo los cuales, según la tradición eclesiástica, este problema recibió un comienzo de solución con el que la sabiduría aconseja conten-tarse, a falta de datos posteriores.

Nuestro consultante contrapone la opinión del Cielo como lugar mate-rial a la concepción agustiniana que ve a Dios como residencia de los es-píritus.

Esta oposición no tiene razón de ser, como demostraremos en segui-da. Reflexionemos al respecto con la sola luz de la razón: si la hipótesis de Dios como morada de los espíritus es aceptable tomando en considera-

ción a las almas antes de la resurrec-ción final de los cuerpos, la misma idea se vuelve incompleta, insuficien-te, cuando no positivamente falsa, si nos preguntamos dónde quedarán los cuerpos gloriosos luego de la re-surrección, o ya desde ahora, dónde están la santa humanidad de Nuestro Señor y el cuerpo glorioso su Madre, la Bienaventurada Virgen María.

El bienaventurado conservará su cuerpo en la eternidad, aunque glorificado

Los cuerpos de los bienaventura-dos, aunque glorificados, siguen sien-do cuerpos, y su sutileza no impi-de que tengan presencia física, y por consiguiente, la necesidad de situar-se en un lugar real. Esta es la consi-deración genérica, a la cual querría-mos añadir algunas precisiones y ex-planaciones.

1º. Dios, morada de los espíritus – El pensamiento de san Agustín a es-te respecto no es tan firme como pa-rece. Si releemos el artículo “Cielo” del citado Dictionnaire de Théologie Catholique, encontraremos un eco de las vacilaciones del gran Doctor en lo concerniente al momento y lugar de la retribución completa.

El santo duda sobre la distinción que hacer, o la identidad que esta-blecer, entre el Paraíso, morada de

los elegidos antes de la última veni-da de Cristo, y el Cielo, morada de los elegidos resucitados. A veces pa-rece identificarlos y se pregunta si es-tas varias denominaciones no expre-sarán una sola y misma realidad, es-to es, la morada común de todos los bienaventurados. Ahí es cuando de-clara que dicha morada de las almas bienaventuradas semeja un lugar ma-terial: “loca similla corporalibus”.

Si san Agustín acepta estas conje-turas, no podemos pensar en contra-poner la idea de un Cielo como lugar material a la afirmación contenida en las expresiones del santo doctor sobre Dios como residencia de las almas: “¿Os gustaría saber –dice él– dón-de se encuentra esa plácida mora-da en la cual se ve a Dios cara a cara? Pues bien, ¡que Dios mis-mo sea el lugar de nuestras al-mas después de esta vida!”.

Este deseo de san Agustín para sus ovejas expresa perfectamente la única solución prác-tica admisible para los simples fieles con respecto al lugar del Cielo. Es como si el santo doctor hubie-ra dicho: “No me hagan profundizar esta cuestión, to-

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El Cielo, ¿también es un lugar material?

talmente especulativa, de la morada de los bienaventurados. Hay una so-la cosa importante: después de nues-tra muerte, nuestra alma se encuen-tra junto a Dios”.

Podemos verificar de inmediato el alcance de esta aseveración, ínte-gramente moral y que evade el aspec-to metafísico del problema de la resi-dencia de los elegidos.

Postura fundamental de los Padres de la Iglesia

2º. El Cielo, residencia o lugar de los elegidos – Esta segunda aserción representa, en efecto, el pensamiento fundamental de los Padres de la Igle-sia. Se la debe entender en su signifi-cado tradicional, muy genérico y des-prendido de toda especulación meta-física, en caso que queramos separar el ámbito de la doctrina comúnmente admitida –de la cual no es posible apartar-se sin teme-

ridad– y el ámbito de la conjetura y especulación puramente escolásticas.

Cualesquiera hayan sido los erro-res o dudas de los Padres de la Iglesia en los tres primeros siglos en lo rela-cionado con la admisión inmediata de las almas de los justos en el Cielo, su doctrina respecto del Cielo como morada o lugar de los elegidos no de-ja de ser firme e invariable. El autor del artículo del Dictionnaire de Théo-logie Catholique pretende responder perentoriamente ciertas afirmacio-nes arrojadas sin fundamento contra esa doctrina tradicional. En efecto, para los Padres antenicenos el Cielo es la morada de las almas de los ele-gidos, el lugar de la recompensa in-corruptible, la estancia del reposo eterno en Dios. Se trata de un mun-do que trasciende a la tierra, una re-gión superior y etérea. Dice el Dic-tionnaire de Théologie Catholique que

“la doctrina católica sobre el Cie-lo estableció sus líneas princi-

pales de modo inalterable por obra de los Padres

antenicenos: todos

son unánimes en afirmar la existencia de una vida ultraterrena común a to-dos los bienaventurados, en un lugar propio que es el Cielo”.

Esta es la idea fundamental e inva-riable sobre la cual se irán añadiendo después las hipótesis, las cuestiones suplementarias y a veces sutiles. Pe-ro, mientras la idea fundamental tie-ne un valor doctrinal real y absoluto, las teorías y especulaciones escolásti-cas no llegarán a imponerse.

Cielo Empíreo y lugar material

La principal de dichas especula-ciones se relaciona con el concep-to de Cielo Empíreo, ya presente en germen en la obra de san Basilio, y al cual san Beda y posteriormente Pe-dro Lombardo darán la consistencia de una auténtica doctrina en términos de escuela. Una vez tomado ese cami-no, los teólogos procuraron determi-nar la naturaleza del Cielo Empíreo y sus propiedades físicas; cuestiones su-tiles, a veces ociosas, a las que no po-dría darse ninguna solución seria.

Conviene observar que –dando al vocablo “corporal” un sentido tal vez analógico, como conviene a las co-sas del más allá, y retirando las suti-lezas e hipótesis inherentes a la doc-trina del Cielo Empíreo– la idea ge-nérica y todavía imprecisa de un lu-gar real es justa, tradicional y se im-pone a nuestro espíritu como doctri-na de la cual no puede uno apartarse sin temeridad.

(Traducido con adaptaciones de L’Ami du Clergé, 1922, pp.

667-668)

Composición gráfica con elementos del pórtico del Juicio Final – Catedral de Notre-Dame, París

En la eternidad, después del Juicio Final, los bienaventurados conservarán sus cuerpos, aunque glorificados

L

“Danos hoy nuestro pan de cada día” (Lc 11, 3)

26 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

fondo de ayuda miseriCordia

os Heraldos del Evangelio sienten una alegría muy especial cuando pueden servir a sus hermanos nece-sitados. Por medio del “Fondo Ayuda Misericordia”

tratan de mitigar las dificultades de muchos hombres y muje-res en nuestra sociedad, tan dominada por el egoísmo.

La parroquia de San Benedicto, en la diócesis de Campo Limpo (São Paulo, Brasil), mantiene a través de Caritas pa-rroquial un programa de asistencia llamado “Alimentar la Fe del hermano”. Tres veces por semana sirven una comida a los más necesitados.

De común acuerdo con el P. Elinaldo Ferreira de Olivei-ra, párroco de San Benedicto, los Heraldos proporcionan y sirven comidas para más de un centenar de indigentes. Además del alimento material, llevan una ayuda espiritual

distribuyendo medallas y otros objetos de piedad, así como el consuelo de una sonrisa y de un abrazo.

Acción similar fue realizada en la ciudad de Maringá, en el Estado de Paraná (Brasil), en la casa de Nuestra Seño-ra de la Esperanza, institución que se dedica a la rehabili-tación de drogadictos. También se les llevó, además del ali-mento físico, una palabra de aliento y esperanza.

En el Jardín Camargo Viejo, en la diócesis de San Miguel Paulista, fueron distribuidas 50 canastas de co-mida a la población más necesitada, en una acción con-junta con la comunidad de la parroquia de Nuestra Se-ñora del Camino, guiada por el P. Nivaldo de Jesús San-tos.

Programa asistencial en la parroquia de San Benedicto

“Danos hoy nuestro pan de cada día” (Lc 11, 3)

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 27

fondo de ayuda miseriCordia

os Heraldos del Evangelio sienten una alegría muy especial cuando pueden servir a sus hermanos nece-sitados. Por medio del “Fondo Ayuda Misericordia”

tratan de mitigar las dificultades de muchos hombres y muje-res en nuestra sociedad, tan dominada por el egoísmo.

La parroquia de San Benedicto, en la diócesis de Campo Limpo (São Paulo, Brasil), mantiene a través de Caritas pa-rroquial un programa de asistencia llamado “Alimentar la Fe del hermano”. Tres veces por semana sirven una comida a los más necesitados.

De común acuerdo con el P. Elinaldo Ferreira de Olivei-ra, párroco de San Benedicto, los Heraldos proporcionan y sirven comidas para más de un centenar de indigentes. Además del alimento material, llevan una ayuda espiritual

distribuyendo medallas y otros objetos de piedad, así como el consuelo de una sonrisa y de un abrazo.

Acción similar fue realizada en la ciudad de Maringá, en el Estado de Paraná (Brasil), en la casa de Nuestra Seño-ra de la Esperanza, institución que se dedica a la rehabili-tación de drogadictos. También se les llevó, además del ali-mento físico, una palabra de aliento y esperanza.

En el Jardín Camargo Viejo, en la diócesis de San Miguel Paulista, fueron distribuidas 50 canastas de co-mida a la población más necesitada, en una acción con-junta con la comunidad de la parroquia de Nuestra Se-ñora del Camino, guiada por el P. Nivaldo de Jesús San-tos.

“Alimentar la Fe del hermano”: En la parroquia de San Benedicto (diócesis de Campo Limpo, Brasil) la población

pobre recibe alimento y una palabra de esperanza y de consuelo.

Buscando liberarse de la adicción de las drogas, más de 20 personas de Maringá

reciben la ayuda de la Casa Nuestra Señora de la Esperanza.

La población de Jardín Camargo Viejo, en Itaim Paulista, además de la canasta de alimentos, recibió la reconfortante visita de la imagen peregrina del Inmaculado

Corazón de María.

E

En defensa del

medio ambiente

28 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

n el “Día del Medio Ambiente”, los Heraldos del Evangelio de Recife fue-ron invitados a participar de una cami-

nata en pro de la protección de la Naturaleza, promovida por el Colegio Rosa Gattorno, de la Congregación de las Hijas de Santa Ana. Ade-más de los Heraldos, que llevaban la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de María en andas, estaba presente todo el personal do-cente del colegio y muchos alumnos.

São Paulo – Durante las festividades de la Asunción de Nuestra Señora, 26 jóvenes del sector femenino recibieron el hábito de la Asociación, colocándose por entero al servicio de Dios, de la Iglesia y del prójimo (arriba). En agosto pasado, varios neo-cooperadores de Conselheiro Lafaiete (Minas Gerais), recibieron de las manos del P. João Clá Dias, E.P., las túnicas de cooperador que pasarán a usar en todas sus actividades pastorales (izquierda)

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Misión Mariana al interior de São Paulo

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 29

la mIsIón En cIfras

En 18 días de misión, fueron visitadas 2.398 casas particulares y 219 establecimientos comerciales o públicos. Un elevado número de personas solicitó los sacramentos:

• Bautismo: 249 personas

• Primera Comunión: 743 personas

• Confirmación: 835 personas

• Matrimonio: 406 parejas

• Unción de enfermos: 126 personas

an Luis María Grignion de Montfort nos enseña que “fue por intermedio de la Santísima Virgen que Jesucris-to vino al mundo, y es también por medio suyo que Él

debe reinar en el mundo”. Esa es la razón que lleva al equipo de 20 jóvenes Heraldos dirigidos por el diácono Katsumassa Sakurata, E.P., a recorrer incensantemente el país, realizando misiones marianas, en coordinación con los párrocos locales.

En los meses de julio y agosto, visitaron las ciudades de Ma-tão, Clementina y Braúna, en el interior de São Paulo. La ima-gen del Inmaculado Corazón de María visitó asilos, cárceles, es-cuelas, hospitales, casas particulares, establecimientos comercia-les y organismos públicos. Al final de la misión mariana, en cada parroquia fue realizada la coronación solemne de la imagen de la Virgen María, seguida por la Celebración Eucarística.

30 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Paraguay – La fiesta de la Virgen de la Asunción, presidida por el arzobispo metropolitano, Mons.

Eustaqui Cuquejo, c.s.s.r., contó con la participación de la Banda de los Militares y la Banda de los

Heraldos del Evangelio.

República Dominicana – La imagen del Inmaculado Corazón de María, conducida por la rama femenina de los Heraldos, peregrinó por la

ciudad de Saucedo, donde se realizó una procesión hasta la parroquia san Juan Evangelista.

Estados Unidos – Los nuevos oratorios que peregrinarán en las familias fueron bendecidos en la iglesia de San Juan Vianney, en Houston, Texas.

Canadá – La procesión en honor de la Virgen de la Asunción en la ciudad de Schomberg contó con la

participación de los Heraldos, y la celebración de la Eucaristía fue presidida por el P. Marcos Faes, e.p.

Inglaterra – Un grupo de oración se reúne en Edgware, alrededor de uno de los oratorios que

peregrinan en Londres.

Argentina – El Hospital Municipal Méndez, de Buenos Aires, recibió la visita de la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de María,

que recorrió toda la institución, cama por cama, dando consuelo a los enfermos y sus familiares.

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 31

Jóvenes portugueses

visitan Brasilprovechando las vacaciones del verano europeo, un gru-po de 27 jóvenes portugueses visitó Brasil por primera vez.

Aquí se encontraron con un ilustre compatriota, Mons. Joaquim Justi-no Carreira, obispo auxiliar de São Paulo. El prelado los recibió en su sede, en la ciudad de Jundiaí, donde les ofreció una suculenta feijoada, dando pie a un intenso momento de confraternización.

Después de un período de formación espi-ritual y doctrinal con el fin de profundizar el carisma de los Heraldos, los jóvenes recibie-ron de manos del P. João Scognamiglio Clá Dias, E.P., el hábito de la Asociación.

Costa Rica – Miembros de la rama femenina de los Heraldos llevaron la imagen del Inmaculado Corazón de

María a la Fundación “El Futuro es para Todos”, localizada en Tibás, que alberga a casi 30 jóvenes especiales,

quienes expresaron su amor a la Virgen María rezando el rosario, cantando y consagrándose a ella.

Chile – Los misioneros de los Heraldos se trasladaron a Calama donde continuaron con su labor evangelizadora. En la Parroquia San Pablo participaron de una procesión

en donde la imagen del patrono acompañó a la de Nuestra Señora de Fátima por las calles aledañas a la parroquia.

Los fieles acompañaron con alegría y entuasiamo.

El que llevaba a Cristo en su

corazón

QClara Isabel Morazzani Arráiz

32 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

san ignaCio de antioquía

El Coliseo romano guarda hasta hoy el calor de los hechos heroicos que ocurrieron en su arena. La gracia del martirio impregnó el recinto profundamente y legó a la Cristiandad una de sus páginas más gloriosas. El ejemplo del primer obispo de Antioquía contiene toda la dulzura y la fuerza con que la Santa Iglesia echó sus divinas raíces.

uien haya tenido oca-sión de viajar a Ro-ma y conocer sus anti-quísimos monumentos –obras maestras de la

inteligencia y de la capacidad de nues-tros antepasados– ciertamente habrá

experimentado una fuerte atracción al llegar al Anfiteatro Flavio, más conoci-do por su nombre de Coliseo.

Sólido y bien edificado, con sus galerías de arcos típicamente roma-nos, esta construcción atraviesa los siglos, insensible al tiempo, como

imagen de un pasado que pocos sa-ben admirar.

En efecto, hoy en día el Coliseo es objeto de la incesante curiosidad de los turistas, que lo visitan durante to-do el año. Muchos forman intermi-nables colas para acceder a él, con el

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 33

deseo de fotografiarlo y después va-nagloriarse de haber estado en uno de los lugares más famosos del mun-do; otros lo recorren con el mero ins-tinto de constatar su valor artístico y arquitectónico; pocos son, sin embar-go, los que acuden a él con la inten-ción de rezar.

El Coliseo, teatro de crueldades

El Emperador Vespasiano, envi-diando el afectuoso recuerdo que el pueblo guardaba de César Augusto, y sabiendo que éste, antes de morir, había prometido construir un inmen-so anfiteatro que excediera en es-plendor a todos los edificios del mun-do, concibió la idea de realizar este plan y así rivalizar en fama con su predecesor. Vespasiano inició su obra al segundo año de su su-bida al trono (72 d.C.), pero tam-poco tendría la oportunidad de ver sus ambiciones realizadas. La muerte se lo llevó antes de haberse completado la construc-ción, que solamente concluyó su hijo Tito el año 80 d.C. Este úl-timo contribuyó mucho al levan-tamiento del anfiteatro al sumar a los trabajos unos cincuenta mil prisioneros, traídos de su victo-riosa campaña en Judea.

La gigantesca mole, construi-da como palco de los juegos de gladiadores tan apreciados por los romanos, estaba reservada sin embargo para servir de mar-co a combates de fe y heroísmo mucho más gloriosos que aque-llos despreciables espectáculos paganos. Si los divertimentos del Coliseo dejaron una mancha en el pasado a causa de sus horri-bles escenas de crueldad, otros hechos, bajo un ángulo sobrena-tural, escribieron una de las pá-ginas más bellas de la historia de la Santa Iglesia.

Pedestal de bienaventurados

El verdadero peregrino cató-lico debe entrar al Coliseo con

espíritu de piedad. No hará falta si-no un breve silencio para percibir la imponderable evocación de la fe, la fuerza y el coraje que habitan entre sus numerosos arcos. Cada piedra del lugar tiene algo hermoso que contar, y hasta la hierba y los musgos más re-cientes desearían decir una palabra sobre aquel pasado hecho de sangre, dolor y gloria. Contemplando más detenidamente esa arena, otrora pe-destal de tantos bienaventurados, po-demos divisar todavía los compar-timentos donde se mantenía ham-brientas a las fieras. A su lado se ven también las celdas que aprisionaban a los que hoy forman una verdadera legión en el gozo de la visión beatífi-

ca. Esas venerables ruinas, en las cua-les refulge un misterioso brillo sobre-natural, parecen cantar a lo largo de los siglos la célebre frase latina: sine sanguine non fit remissio; recordan-do a los hombres que, para ser verda-deros discípulos de Jesucristo, es ne-cesario seguirlo primero hasta las ig-nominias del Calvario para después participar del triunfo de la resurrec-ción. Sí, fue sobre esas piedras ben-ditas, bañadas de sangre católica, que nacieron las raíces de la era en que la filosofía del Evangelio dominó todos los pueblos.

Oigamos, pues, atentos, uno de los emocionantes hechos que esos espa-cios vacíos, esas murallas y arquerías

quieren contarnos.

Ignacio, el Teóforo

Corría el año 106 de la era cristiana. El emperador Trajano festejaba su victoria sobre De-cébalo, rey de Dacia. Queriendo manifestar su reconocimiento a los dioses, a quienes atribuía su reciente éxito, Trajano organizó una persecución contra los cris-tianos que negaran la existencia de tales divinidades. Entre los condenados estaba un venerable anciano, presa de un gran valor, pues se trataba del obispo de una de las ciudades de mayor impor-tancia en aquella época, varón que gozaba de mucha estima y autoridad entre los fieles de Asia Menor, por haber sido discípu-lo del evangelista san Juan y de-signado por el propio san Pedro para asumir el cargo en aquella Iglesia: Ignacio de Antioquía.

Según una antigua tradición, el primer encuentro entre el em-perador e Ignacio se dio cuando este último, sabiendo que el cé-sar pasaba por su diócesis, fue a presentarse voluntariamen-te. Sometido a un interrogato-rio en el cual Trajano lo trató de “espíritu malvado”, respondió el santo con majestad: “Nadie pue-

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San Ignacio de Antioquia, Catedral de Lima (Perú)

34 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

de llamar espíritu malvado al Teófo-ro”. “¿Quién es Teóforo, Portador de Dios?”, le preguntaron. “El que lleva a Cristo en su pecho…” Instado por el emperador a explicar más dicha afir-mación, el hombre de Dios decla-ró: “Está escrito: Habitaré y andaré en medio de ellos” (2 Cor 6, 16). Así, por esas palabras, él mismo daba testimo-nio de un milagro que vendría a ser confirmado después de su martirio.

Trajano ordenó que Ignacio fue-ra encadenado y llevado a Roma bajo la custodia de diez soldados, para ser lanzado allí a las fieras en el Anfitea-tro Flavio.

Doloroso viaje, desfile triunfal

Grande fue la consternación de los fieles al conocer la sentencia dictada contra su amado pastor. Él, en cam-bio, se regocijaba y no dejaba de dar gracias a Dios por haber sido digno de tan gran misericordia. Ya antes de la partida, embarcando en el puerto de Seleúcida, la noticia de su arres-

to se extendió por aquellas regiones, y los cristianos acudían de todas par-tes para verlo pasar y dar un último adiós al que los precedería en el Rei-no de los Cielos. El doloroso viaje de-rivó en un verdadero desfile triunfal. En Esmirna, el obispo san Policarpo, acompañado por su rebaño, lo acogió con manifestaciones de homenaje y respeto. También las comunidades de Éfeso, Trales y Magnesia fueron a su encuentro en gran multitud, deseosas de pedirle la bendición y testimoniar los padecimientos de aquel atleta de Cristo. Él, por su parte, no se olvi-dó de la misión confiada por el Se-ñor y continuaba ejerciendo su minis-terio, a pesar de tener las manos ata-das por los grilletes. A muchos bauti-zó por el camino, a otros edificó por sus palabras llenas de unción, y a un número incontable inflamó en la ca-ridad, arrastrándolos con su ejemplo a acompañarlo en el martirio.

Su celo infatigable lo hizo escri-bir siete cartas, dirigidas a las mismas

Iglesias que lo habían recibido tan fervorosamente. Sus escritos, verda-deros tesoros de doctrina y espiritua-lidad, pueden ser considerados co-mo “la segunda formulación doctrinal cristiana” 1.

Celoso predicador de la doctrina

Una de sus principales preocupa-ciones era la unión que los fieles de-bían mantener con Jesucristo, a tra-vés de la legítima jerarquía: obispos y presbíteros. Así, exhortaba él en la carta a los magnesios: “Esforzaos por permanecer firmes en la doctrina del Señor y los apóstoles, para que to-do cuanto hagáis tenga buen éxito en la carne y en el espíritu, por la fe y por la caridad, en el Hijo, en el Padre y en el Espíritu, en el principio y en el fin, con vuestro digno obispo y la bien entrete-jida corona espiritual de vuestro pres-biterio, juntamente con los diáconos agradables a Dios. Sed sumisos al obis-po y unos a otros como, en su humani-dad, Jesucristo al Padre, y los apóstoles

El doloroso viaje derivó en un verdadero desfile triunfal. Por donde pasaba el santo, las comunidades cristianas iban en multitudes para encontrarse con él, deseosas de pedirle su bendición.

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 35

a Cristo y al Padre y al Espíritu, para que la unión sea corpo-ral y espiritual” 2. En otro pasaje, aconse-jaba a su amigo Po-licarpo: “Cuida la unidad, pues no hay nada mejor” 3.

El obispo de An-tioquía tiene el ho-nor de haber sido el primero en dar a la Santa Iglesia el glo-rioso título de ca-tólica: “Donde es-té el obispo, allí esta-rán también las mul-titudes, de la misma forma que donde es-té Jesucristo, allí es-tará la Iglesia Cató-lica” 4.

También fue él el defensor de un punto que sólo si-glos más tarde recibiría la catego-ría de dogma: el parto virginal de la Santa Madre de Dios. Así escribió a los efesios: “Al príncipe de este mundo fue ocultada la virginidad de María, su parto y también la muerte del Señor” 5. A sus queridos esmirnenses también afirmaba: “Creyendo de igual modo que verdaderamente nació de la Vir-gen, fue bautizado por Juan ‘para que en él se cumpliese toda la justicia’” 6.

La doctrina de Ignacio era clara y segura, tomada de los labios del dis-cípulo al que se habían revelado tan-tos misterios cuando reclinó su cabe-za sobre el pecho del Verbo Encarna-do y en los muchos años de vida junto a María Santísima.

“Voy en pos de aquel que murió por nosotros”

Si las cartas de este insigne doctor manifiestan toda la riqueza de la en-señanza teológica, hay una, enviada a los romanos, que deja entrever el su-blime ardor de su alma, elevada a las cimas de la más pura mística. Habien-do tenido noticia de que los fieles de

Roma buscaban interponer toda su influencia para librarlo de la mortal condena, se apresuró a dirigirles des-de Esmirna una súplica emocionante: “Escribo a todas las Iglesias y anun-cio a todos que voluntariamente muero por Dios si vosotros no lo impedís. Os ruego que no tengáis para mí una bene-volencia inoportuna. Dejadme ser pas-to de las fieras por medio de las cua-les podré alcanzar a Dios. Soy trigo de Dios que ha de ser molido por los dien-tes de las fieras para ser presentado co-mo pan puro de Cristo.

“Azuzad, al contrario, a las fieras para que se conviertan en sepulcro mío sin dejar rastro de mi cuerpo: así no se-ré molesto a nadie ni después de muer-to. Cuando mi cuerpo haya desapare-cido de este mundo, entonces seré ver-dadero discípulo de Jesucristo. Haced súplicas a Cristo por mí, que por este medio me vuelva una hostia para Dios. [...]

“Que nada de lo visible o de lo in-visible me impida maliciosamente al-canzar a Jesucristo. Vengan sobre mí el fuego, la cruz, manadas de fieras, que-brantamientos de huesos, descoyunta-

mientos de miembros, trituraciones de todo mi cuerpo, torturas atroces del diablo, sólo con que pueda yo alcanzar a Cristo. […]

“Voy en pos de aquel que murió por nosotros: voy en pos de aquel que resu-citó por nosotros. Mi parto está ya in-minente. Perdonad lo que digo, herma-nos: no me impidáis vivir, no os em-peñéis en que no muera; no me entre-guéis al mundo, cuando yo quiero ser de Dios. [...]

“Os escribo estando vivo, pero an-helando la muerte. Mi amor está cruci-ficado, y no queda ya en mí fuego pa-ra consumir la materia, sino sólo una agua viva que habla dentro de mí di-ciéndome desde mi interior: ‘Ven al Pa-dre’ […]

“Si fuera martirizado, me habéis querido bien. Si fuera rechazado, me habéis odiado” 7.

Expresiones de tan heroica cari-dad sólo podían brotar de un cora-zón tomado por la gracia del marti-rio de manera superabundante. Por supuesto, así lo explica Santo Tomás de Aquino: “El martirio es, entre todos los actos virtuosos, el que más demues-

Construido como palco de las luchas de gladiadores, el Coliseo estaba reservado para los combates de fe y de heroísmo de los mártires

Vista interior del Coliseo

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36 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

tra la perfección de la caridad, ya que se demuestra tener tanto mayor amor a una cosa cuando por ella se desprecia lo más amado y se elige sufrir lo que más se odia. Ahora bien: es obvio que entre todos los bienes de la vida presente el hombre ama sobre todo su propia vida, y por el contrario experimenta el mayor odio hacia la muerte, especialmente si es con dolores y tormentos corporales, por cuyo temor hasta los mismos ani-males se abstienen de los máximos pla-ceres, como dice Agustín. Según esto, parece claro que el martirio es, entre los demás actos humanos, el más perfec-to en su género, como signo de máxima caridad, conforme a las palabras la Es-critura: ‘No hay mayor prueba de amor que dar la vida por sus amigos’” 8.

Un luchador resignado só-lo puede ser traidor

Esta excelencia de la caridad que invadía el interior de nuestro santo iba creciendo a medida que el viaje se acercaba a la meta tan anhelada. Em-barcando en el puerto de Dirraqui –siempre bajo la mirada vigilante de los guardias, a los cuales llamaba “los diez leopardos” por los malos tratos que le inflingían– enfrentó una lar-ga travesía, bordeando el sur de Italia y, por fin, desembarcó en Ostia el 20 de diciembre del año 107, último día de las fiestas públicas que se celebra-ban en Roma. En la orgullosa metró-polis de los emperadores se conme-moraba todavía el triunfo de Trajano sobre los dacios. Durante 123 días se habían prolongado los espectáculos en los cuales murieron 10.000 gladia-dores y 12.000 fieras. El obispo Igna-cio era esperado con ansiedad por la turba pagana, pues las víctimas ilus-tres y de aspecto venerable causa-ban más atracción en los juegos cir-censes. Por eso los soldados lo lleva-ron allá sin más demora. Los cristia-nos le recibieron en las puertas de las ciudad con manifestaciones de since-ra admiración y respeto. Se alegra-ban al verlo, pero lamentaban, al mis-mo tiempo, que les fuese arrebatado

tan pronto. Le rogaron, pues, que ob-tuviese de Dios el favor de que algu-nas reliquias suyas les fueran dejadas después del martirio. Aunque contra su voluntad –porque deseaba ser de-vorado por completo– el santo varón accedió bondadosamente en hacerse cargo de un pedido tan filial.

Arrastrando sus cadenas, Ignacio atravesó las calles pavimentadas de la capital del imperio: a lo lejos po-día divisar los imponentes muros del Coliseo dominando el valle, circun-dado por los montes Palatino, Es-quilino y Célio. Aquel edificio repre-sentaba para él el fin de sus anhelos, la realización de sus esperanzas más íntimas, la consumación de su holo-causto. Caminaba apresuradamente, no con la resignación de un condena-do, sino impelido por los ardores de un entusiasmo que ya no cabían den-tro de su alma, convencido de que un luchador resignado es un traidor. Aquel edificio le serviría de tumba y de altar, convirtiéndose además en el pedestal desde donde su espíritu vo-laría al cielo.

“Desearía ser tritura-do como el trigo”

Una numerosa multitud acudía al Coliseo para presenciar el sangrien-to espectáculo y divertirse con la des-trucción del cuerpo del mártir. És-te, sereno y alegre, no manifestó la menor vacilación cuando las puer-tas fueron abiertas y entró en el vas-to anfiteatro, a la espera del trágico momento en que las bestias feroces fuesen liberadas. Las burlas y los es-carnios de esos paganos no significa-ban nada para él; al contrario, eran una razón más para creer en la invi-sible cohorte de bienaventurados que le esperaban con una palma y una co-rona.

Se escucharon aclamaciones fes-tivas en la multitud, seguidas por si-lencio y un gran suspenso: los ham-brientos leones irrumpieron en la arena, impetuosos, para abalanzarse sobre la pura e inocente víctima pa-

ra devorarlo. Mientras, con una ma-jestad e imperio que sólo poseen las almas tomadas por el Espíritu Santo, el mártir las paralizó a medio camino con un simple gesto de su mano. En un movimiento solemne, se arrodilló, elevando los brazos al cielo, clamó en alta voz: “Señor, los que me acompa-ñaron y que son también vuestros hi-jos me pidieron rezar para que algo sobre de este martirio, algo que sir-va de estímulo a su fe. Yo quisiera ser triturado como el trigo, para ser ofre-cido a vos como hostia pura. Os rue-go, Señor, que cumplas la voluntad de ellos y también la mía”.

Después de la oración, presencia-da con estupefacción por la horda criminal y pagana, y con respeto por las fieras, el santo hizo un noble ges-to que sacó a los animales de su mi-lagroso encantamiento y dar salida a los instintos de su voraz naturaleza.

Pocos minutos después entraron los gladiadores para encadenar a esos animales que habían saciado su ape-tito bestial con las carnes de un nue-vo serafín. Ante la arena vacía y el es-pectáculo terminado, la asistencia se retiró holgazana y frustrada. ¡Qué demostración de fe y de nobleza ha-bían presenciado!

“Ponme como un se-llo en tu corazón”

Los cristianos todavía permane-cían por allí a la espera de la puesta del sol. Y cuando el manto de la no-che cubrió la ciudad de Roma, pene-traron en el recinto buscando la arena convertida en reliquia al ser empapa-da por la sangre de aquel que ahora los precedía en la gloria celestial. ¡Un milagro! ¡Encontraron intactos un fé-mur y el corazón! Llenos de sobrena-tural entusiasmo, caminaron sin me-dir distancias rumbo a las catacum-bas y después de algunas horas, cons-tataron, a la luz de las lámparas, otro milagro: en un círculo, las venas y las arterias del corazón del santo mártir constituían las célebres palabras: Ie-sus Nazarenum, Rex Iudeorum.

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 37

Ignacio, el Teóforo, el portador de Dios, había dado testimonio de su nombre con aquel conmovedor pro-digio. Su corazón amante fue sub-yugado y modelado por el Ama-do, según aquella petición del cánti-co: “Ponme como un sello en tu cora-zón” (Cant 8, 6). Ni las tribulaciones, ni las cadenas, ni los suplicios, ni la propia muerte habían podido sepa-rarlo del amor de Cristo, por su san-ta vida, rica en predicaciones, en cari-dad y ejemplos, se asemejó al Divino Maestro, imitándolo como verdadero pastor de ovejas. Por su generosa en-trega llevada al extremo de su inmo-lación, alcanzó para siempre aque-lla “única cosa necesaria” (Lc 10, 42): la vida eterna junto a Aquél a quien buscaba en la Tierra, Jesús.

A este santo varón de Dios bien po-drían serle aplicadas las bellas pala-

San Ignacio de Antioquía devorado por los leones – Iglesia de San Clemente – Roma

“Azuzad a las fieras para que se conviertan en sepulcro mío sin dejar rastro de mi cuerpo: así no seré molesto a nadie ni después de muerto. Haced súplicas a Cristo por mí, que por este medio me vuelva una hostia para Dios”

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bras de un autor medieval: “Fuerte es el amor, que tiene poder para privarnos del bien de la vida. Fuerte es el amor, que tie-ne poder para restituirnos el gozo de una vida mejor. Fuerte es la muerte, podero-sa para despojarnos del revestimiento de este cuerpo. Fuerte es el amor, poderoso para robarnos los despojos de la muerte y entregárnoslos de nuevo.

“Fuerte es la muerte, el hombre no puede resistirla. Fuerte es el amor, que puede vencerla, embotarle el aguijón, trabarle el ímpetu, quebrantarle la vic-toria” 9.

Y una vez más cayó la noche sobre la grandiosa mole del Coliseo. Las arenas del circo pagano regadas por la sangre del que había llevado en su pecho al Redentor, se transformaron de nuevo en campo arado y fértil, de donde germinarían muchos otros hi-jos de la Esposa Mística de Cristo.

1) CRISTIANO, Año. BAC, Madrid, 2006, v. X, p. 426-434.

2) Carta a los Magnesios, in Liturgia das Horas. San Pablo: Paulus, 2000, v. III, p. 473

3) Carta a San Policarpo, ibidem. San Pablo: Paulus, 2000, v. III, p. 510.

4) CRISTIANO, Año. ibidem, p. 429.5) BUTLER, Alban. Vidas de los

Santos de Butler. México: John W. Clute S.A. 1968, v. I, p. 220-224.

6) Carta a los Esmirnenses, in Liturgia das Horas. San Pablo: Paulus, 2000, v. III, p. 122

7) Carta a los Romanos, ibidem. San Pablo: Paulus, 2000, v. III, p. 122.

8) Suma Teológica II-II q. 124 a.39) Tratados de Balduino de Cantuaria,

in Liturgia das Horas. San Pablo: Paulus, 1999, v. IV, p. 59-60

Fátima: el amor de una Madre

NCardenal Angelo Sodano

Decano del Colegio Cardinalicio

La PaLabra de Los Pastores

Enviado por Benedicto XVI como Legado Pontificio a las celebraciones del 90º aniversario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, el cardenal Ángelo Sodano destacó en su homilía del 13 de mayo la universalidad, el profundo significado y la actualidad de esas apariciones.

oventa años pasaron desde aquel 13 de mayo de 1917, cuan-do María Santísima puso su mirada sobre

este hermoso rincón de Portugal, Cova da Iría, apareciéndose a Lucía dos San-tos, Francisco y Jacinta Marto, con el fin de confiarles un mensaje destinado al mundo entero.

Los tres pastorcitos se entretenían en apacentar su rebaño cuando los sorprendió un intenso relámpago: so-bre una encina vieron a una Señora lindísima que les pidió oración y pe-nitencia para terminar con la guerra entonces en curso y amparar al mun-do entero en sus necesidades.

Así dio comienzo la epopeya ma-riana que se prolongaría durante cin-co meses hasta el 13 de octubre de ese mismo año, y que a continuación habría de imponerse al mundo, como es típico de las obras de Dios.

Fátima triunfó sobre la incredu-lidad del mundo, la oposición de las

autoridades y la reserva de la Igle-sia. Con razón el recordado cardenal Cerejeira, patriarca de Lisboa, pudo afirmar: “No fue la Iglesia la que im-puso a Fátima, sino Fátima la que se impuso a la Iglesia”.

La actitud de la Iglesia

Muy rápidamente el obispo de Leiría se unió a las oraciones de los fieles en este lugar, guiando a mul-titudes de peregrinos que se sen-tían atraídos por el mensaje de Fáti-ma y los extraordinarios signos que lo acompañaban.

Pío XII, de venerada memoria, en-vió aquí al cardenal Benito Aloisio Ma-sella, al término de la Segunda Guerra Mundial, para coronar en su nombre la estatua de la Virgen Madre; era el día 13 de mayo de 1946. Habían 600 mil fieles presentes cuando se colocó una corona de oro sobre la cabeza de esta venerable imagen de María.

Antes ya, en un momento trágico de dicho conflicto mundial, el 13 de octu-

bre de 1942, el mismo Sumo Pontífice había consagrado al mundo entero al Corazón Inmaculado de María.

Más tarde, con motivo del cincuen-tenario de las apariciones, el 13 de mayo de 1967, el Papa Pablo VI, de venerada memoria, quiso venir como peregrino a este santuario. Y por fin, ¿quién no recuerda la profunda devo-ción del recordado Papa Juan Pablo II a Nuestra Señora de Fátima?

La entrega a María

El día 13 de mayo de 1982 él vino a este hermoso santuario para agra-decer a la Virgen por haber escapado del riesgo de muerte que atravesó des-pués del atentado. Aquí, el Papa del Totus Tuus hizo un solemne acto de entrega y consagración de la humani-dad a María, algo que todos recorda-mos bien. Un acto idéntico sería repe-tido más tarde por él mismo en la Pla-za de San Pedro del Vaticano, el 25 de marzo de 1984, unido espiritualmente a todos los obispos del mundo.

Con voz fuerte y solemne, el pas-tor de la Iglesia universal coloca-ba los destinos de los hombres y de las naciones en el Corazón de María, movido por una gran preocupación ante sus suertes temporal y eterna.

El siervo de Dios Juan Pablo II vol-vió otras dos veces al santuario: en 1991 y el año 2000. Hoy se hace presente el Papa Benedicto XVI, que quiso enviar-me a representarlo en este solemne acontecimiento. En este momento él está en Brasil, en el gran santuario de Nuestra Señora Aparecida, y se une a nuestro canto de las glorias de María.

Nuestras aclamaciones se elevan hoy como un arco sobre las playas opuestas del Atlántico, uniéndonos a nuestros hermanos de Brasil en nues-tro deseo común de entregarnos al Co-razón Inmaculado de María, encomen-dándonos a su materna intercesión.

La maternidad de María

Queridos peregrinos, el Evangelio de hoy abre nuestro corazón a la es-peranza cuando nos recuerda la esce-na conmovedora del Calvario en que Jesús, de lo alto de la Cruz, le dice al discípulo amado: “Ahí tienes a tu Ma-dre” (Jn 19, 27).

La Madre de Dios se convirtió en-tonces en Madre del hombre. A par-tir de ese momento se inició la mater-nidad espiritual de María, el misterio de su maternidad universal, que co-mo tal se traduce en amor y solicitud para con la vida de cada hijo.

Y la Blanca Señora –como la pre-sentaron esos niños simples de 7 a 10 años de edad– demostró una predi-lección particular por ellos, señal de su amorosa preferencia por los más pequeños, los pobres y los enfermos. La Madre de Dios demostraba así que era también la verdadera Madre del hombre.

El mensaje de María

Hoy se cumplen 90 años de las apa-riciones en Cova da Iría, y queremos pedirle a María que muestre una vez más toda su solicitud materna hacia los

hombres y mujeres de nuestro tiempo, a veces tentados de olvidarse de Dios y postrarse ante el “becerro de oro”de las vanidades de la tierra. María sa-be que la salvación eterna de sus hi-jos corre peligro, y por eso repite la lla-mada de Jesús: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15). Así, el men-saje de Cristo se ha vuelto el mensaje de María. Es un llamamiento vigoroso y decidido, como solamente una madre sabe dirigirlo a sus hijos en los momen-tos importantes de su vida.

Fuimos entregados a María por su Hijo en la cruz, cuando éste le dijo en el trance de la agonía: “Mujer, ahí tie-nes a tu hijo”. Desde ese momento su corazón de Madre quedó abierto pa-ra nosotros, como abierto había que-dado el corazón del Hijo atravesado por la lanza del soldado. Dos cora-zones abiertos por un mismo amor al hombre y al mundo.

Nuestra oración

Hoy sentimos la necesidad de dirigir-le la invocación de un conocido himno litúrgico: Monstra te esse Matrem. ¡Oh María, muéstranos que eres Madre!

Nuestros días nos dejan la impre-sión de que muchos se alejaron de la casa del Padre. Aquí nos unimos en súplica alrededor de la Madre pa-ra que ilumine sus conciencias y ha-

ga regresar los hijos pródigos a la ca-sa del Padre. Hacemos mención parti-cular de los hijos que viven en Europa, tentada de olvidar la fe que ha sido su fuerza en el correr de los siglos. Hay una apostasía subrepticia que avanza en nuestros países y no puede dejar-nos indiferentes. Entregamos hoy los destinos de los hombres y los pueblos de nuestro continente al Inmaculado Corazón de María, mientras nos com-prometemos a poner nuevamente en el corazón de nuestra sociedad la leva-dura del Evangelio que ha impregna-do su cultura a lo largo de los siglos.

A fin de lograr una finalidad tan noble, prometemos a María todo nuestro esfuerzo para ser “la sal de la tierra y la luz del mundo”. Con nues-tra oración, nuestro trabajo y nuestro testimonio cristiano correspondere-mos a la llamada de María, y así fa-voreceremos la difusión del Evange-lio de Cristo en el mundo actual.

De hecho creemos –como dice el Concilio Vaticano II en la Gaudium et Spes nº 10– que “la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en […] Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre”. Amén.

(Homilía en el Santuario de Fátima, 13/5/2007 – Texto publica-

do en www.santuario-fatima.pt)

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“Fátima triunfó sobre la incredulidad del mundo, la oposición de las autoridades y la reserva de la Iglesia”

Homenaje al buen gusto

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40 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

La mayor y más completa exposición de Leonardo da Vinci

Bruselas (RV) – La basílica de Koekelberg en Bruselas (Bélgica), la quinta iglesia más grande del mundo, hospedará hasta el 15 de marzo de 2008 una formidable atracción artística, cul-tural y turística: la exposición más gran-de que se haya dedicado a Leonardo da Vinci, ícono del Renacimiento italiano, autor de las pinturas La Gioconda y La Última Cena entre otras.

El evento, organizado por el gru-po Recopilación y Patrimonio, con-memora los 50 años del Tratado de Roma, la reunión que sentó las bases de la Unión Europea (UE).

Esta es “la primera vez que todas las obras mayores de Leonardo da Vinci se reúnen en un solo lugar”, in-forma el encargado de la exposición, Carlo Pedretti, quien es también di-rector del Centro Armand Hammer de Los Ángeles.

Estructurada sobre cuatro temáti-cas –el hombre, el artista, el ingenie-ro y el humanista– la exposición al-berga en sus 3.000 metros cuadrados una treintena de obras originales y unas doscientas reproducciones, fac-símiles y documentos inéditos.

Una de las atracciones principales será el original de “María Magdalena”, pintura que además se exhibe por pri-mera vez ante el público.

También es la primera vez que se reúnen los manuscritos de Leonar-do, donde figuran los apuntes técni-cos, diseños y croquis de sus descu-brimientos, investigaciones e inven-tos. Particular relevancia tiene el có-dice original donde se reproduce la técnica del vuelo de los pájaros, pro-piedad de la Biblioteca de Turín, en el norte de Italia.

La exposición también incluye origi-nales firmados por otros artistas que ins-piraron la obra de Leonardo, como Ra-fael, Miguel Ángel, Boticelli y Durero .

as flores, superfluas y efíme-ras, no son olvidadas por la gran mayoría de las amas de

casa en la decoración del hogar, por-que a fin de cuentas el buen gusto es indispensable para lograr un am-biente acogedor.

El universo de las flores reve-ló sus secretos y misterios ante el gran público en Holambra (Brasil) durante la Expoflora, la mayor ex-posición de flores de Latinoamé-

rica, que se realizó desde el 30 de agosto al 23 de septiembre.

Las rosas, claro, ocuparon un lugar eminente, presentándose es-te año cinco nuevas especies. La Rosa Fuego, con su perfume dis-creto y su colorido vivaz, fue muy apreciada; y las rosas bicolores causaron sorpresa con la combi-nación de pétalos blancos y rojos o amarillos y rojos, en el mismo capullo.

Pero la rosa no sirve única-mente para deslumbrar la vis-ta; también se las aprecia en la gastronomía. Decoraciones con arreglos florales y paisajismo fueron otros de los temas de la exposición. Y como si no hubie-ra ya suficiente variedad en los usos de las flores, todos los días, a las 17 horas, caía una lluvia de pétalos de rosa saludando a los visitantes.

Cardenal Tarcisio Bertone visita Perú

Lima (RV) – Cerca de diez mil fie-les participaron en la clausura del IX Congreso Eucarístico Nacional en Chimbote (Perú), presidido por

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Presencia del cardenal Franc Rodé en el Encuentro Internacional

de Juventud y Familia

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 41

Atlanta (Regnum Christi) – En-tre los días 24 a 29 de julio se reali-zó en la ciudad norteamericana de Atlanta el 10º Encuentro Interna-cional de Juventud y Familia, cu-yo lema fue: “Amaos los unos co-mo a los otros como yo os he ama-do”. Más de 5.000 personas se re-unieron en World Georgia Con-gress Center para renovar el en-cuentro con Cristo según el caris-ma de Regnum Christi.

El día 26, la exposición del San-tísimo Sacramento dio comienzo la campaña de adoración por las vocaciones, titulada “Cada minu-to cuenta”. Cada hora, miembros de Regnum Christi comparecieron delante de la Eucaristía para rezar por las vocaciones religiosas y con-sagradas. Durante la noche del día 28 hubo una adoración especial, en la cual participaron decenas de personas en un ambiente de fervor y de alegría.

El P. Álvaro Corcuera celebró una misa el día 28, en la cual par-ticiparon más de 5.000 fieles. Por

la noche dictó una conferencia re-lativa al tema del encuentro. La ca-ridad, afirmó el P. Álvaro, debe ser nota distintiva de los miembros de Regnum Christi. Abordó algunos formas concretas de vivir la caridad en las palabras, los pensamientos, la acción y la oración, y discurrió sobre algunas características de esa virtud: ingeniosa, alegre, oculta, abnegada y sobrenatural.

El domingo, el cardenal Franc Rodé, Prefecto de la Congregación

para los Institutos de Vida Con-sagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, hizo una ponencia y presidió la Concelebración Euca-rística con el P. Álvaro Corcuera y los Legionarios presentes, clausu-rando con ello el evento.

El encuentro imprimó en todos los participantes un renovado im-pulso para crecer en el amor a Dios y la entrega a los demás por medio del carisma y el apostolado del mo-vimiento Regnum Christi.

el cardenal Secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone. El evento concluyó con el solemne acto de con-sagración de Perú a la Virgen María.

El Cardenal Bertone llegó a la na-ción andina el día 23 de agosto y, antes de inaugurar el Congreso Eucarístico, el día 25, visitó las zonas afectadas por el terremoto del 15 de agosto para ma-nifestar a los afectados la “cercanía es-piritual y material de Benedicto XVI”.

La Eucaristía “es la mayor escue-la de humildad, sabiduría espiritual y fuente de paz en el corazón”, fue el

mensaje entregado por el Cardenal Bertone a Perú. El purpurado, que presidió la clausura del congreso en la catedral de Chimbote, llevó a los fieles el saludo afectuoso y la bendi-ción del Santo Padre.

En su homilía, el Cardenal Ber-tone resaltó que “solamente Cristo puede dar la auténtica esperanza a las poblaciones de América Latina”.

Al terminar la santa misa, la cere-monia prosiguió con la procesión eu-carística. A los pies de la imagen de Nuestra Señora del Carmen, a la cual

el cardenal Bertone había dedicado la nueva catedral de la ciudad unos días antes, tuvo lugar esta vez el acto de consagración de la nación perua-na a la Virgen.

Libro del Papa es best-seller en España

Madrid (RV) – La primera edición del libro “Jesús de Nazaret”, de Be-nedicto XVI, se agotó en casi todas las librerías de España incluso antes de su lanzamiento, informó la edito-rial La Esfera.

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42 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

“Las reservas hechas después de conocerse que el libro se publicaría en español, llevaron a la editorial a ordenar una nueva edición de 30 mil ejemplares”, anunció la editorial.

Se confirman así los pronósticos de que el primer libro de Benedic-to XVI será el “fenómeno editorial” del otoño español. En Italia, Alema-nia y Polonia –los tres primeros paí-ses donde fue publicado– el libro del Papa ya vendió más de un millón y medio de ejemplares. A partir de oc-tubre, “Jesús de Nazaret” estará a la venta también en Portugal.

Aquel día miles de personas con-templaron el llamado “milagro del sol”: el astro comenzó a girar sobre su eje, cambiar de tonalidad y lanzar rayos de múltiples colores, generan-do estupefacción y temor entre los presentes.

El sorprendente milagro, históri-camente registrado, fue la señal pro-metida por la Virgen para invitar a todos a creer, responder a la llama-da a la conversión y abandonar el pe-cado.

La música lleva a sintonizar con la verdad de Dios

Vaticano (VIS) – Benedicto XVI asistió en el patio del Palacio Apostó-lico de Castelgandolfo a un concierto ofrecido en su honor por la Orquesta Sinfónica de Bamberg, con motivo de las celebraciones del milenio de la ar-quidiócesis de Bamberg (Alemania).

Al finalizar el concierto, el Papa afirmó que “la música tiene la capaci-dad de encaminar, más allá de sí mis-ma, hasta el Creador de toda armo-nía, suscitando en nosotros resonan-cias que son como una sintonía con la belleza y la verdad de Dios, con aquella realidad que ninguna sabi-duría humana o filosófica pueden ex-presar”.

Jornada Mundial del Rosario

Ciudad de México (RV) – El día 7 de octubre se celebrará en México la Jornada Mundial del Rosario, que deberá reunir a millones de personas del mundo entero a través del “rosa-rio simultáneo”.

Los organizadores invitan a pro-mocionar ese día el rezo del rosario “en un estadio o iglesia, o en familia y con los amigos”, en intenciones co-munes de oración.

En 2007 “celebramos la 11ª edi-ción de esa jornada y, con la ben-dición de nuestra Madre, la Santí-sima Virgen María, año a año cre-ce el número de personas y países que se unen para rezar el rosario”, explica el laico mexicano Guillermo

Estévez Alverde, uno de sus organi-zadores.

Este año la sede de la jornada de oración será la Basílica de Guadalu-pe, organizada por el grupo “Unión de Voluntarios”.

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90º Aniversario de las Apariciones de Fátima

Vaticano (ACI) – El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Tarsi-cio Bertone, fue nombrado por el Pa-pa como representante pontificio pa-ra la clausura de las conmemoracio-nes de los 90 años de las Apariciones de Fátima.

Las celebraciones, programadas para los días 12 y 13 de octubre, co-inciden con la última aparición de la Santísima Virgen María en Fátima a los tres pastorcitos portugueses, Lu-cía –recientemente fallecida– Jacin-ta y Francisco (beatificados por el Pa-pa Juan Pablo II), el 13 de Octubre de 1917.

Más próxima la canonización del Beato Nuno Álvares

Lisboa (Ecclesia) – El cardenal José Saraiva Martins, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, indicó que el proceso de ca-nonización del Beato Nuno de Santa María es el más adelantado entre to-dos los procesos portugueses, estan-do actualmente en análisis por par-te del Dicasterio romano a su car-go. En una entrevista al “Correio da Manhã”, Mons. Saraiva explicó que “la Comisión Histórica de la Con-gregación va a estudiar las conclu-siones de la comisión nacional sobre la interrupción o no del culto al Bea-to Nuno a lo largo de los siglos”. Si dicho análisis resulta positivo, pasa-rá entonces al análisis de los teólo-gos.

Francia “renacimiento” educativo

Parías (RV) – En una carta diri-gida a los profesores de Francia, el Presidente de la República, Nicholas Sarkozy, les pide realizar un “renaci-miento” educativo que no deje la re-ligión fuera de la sala de clases.

Viaje Apostólico de Benedicto XVI a Austria

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 43

l 850º aniversario del Santuario mariano de Mariazell fue la oca-sión propicia para el viaje apostólico de

S.S. Benedicto XVI a Austria, desde donde el pontífice dirigió un llama-do a Europa en su discurso a las au-toridades del país y al cuerpo diplo-mático, en el Palacio Hofburg: “Eu-ropa no puede y no debe renegar de sus raíces cristianas, que representan un componente dinámico de nuestra civilización mientras avanzamos por el tercer milenio”.

El viaje tuvo una marcada im-pronta mariana. Ya el primer día, ante la Mariensäule, columna de bronce del siglo XVII dedicada a la Virgen María, el Papa encomen-dó Austria a la Madre de Dios:

“Con su sentimiento materno, María acoge también hoy bajo su protección a personas de todas las

lenguas y culturas, para llevarlas a Cristo juntas, en una multiforme unidad. A ella podemos recurrir en nuestras preocupaciones y ne-cesidades. Pero también debemos aprender de ella a acogernos mu-tuamente con el mismo amor con que ella nos acoge a todos: a cada uno en su singularidad, querido co-mo tal y amado por Dios”.

En la homilía de la Celebración Eucarística en el Santuario de Ma-riazell, Benedicto XVI lamentó la falta de niños en Europa, y atribu-yó el fenómeno al egoísmo y la falta de confianza en el futuro. “Europa se ha empobrecido de niños: lo que-remos todo para nosotros mismos, y tal vez no confiamos demasiado en el futuro”, expresó el pontífice.

Más adelante, consideró que un mundo sin Dios, que “no puede ni siquiera distinguir entre el bien y el mal”, enfrenta la terrible amenaza

de la destrucción del hombre. “La tierra –dijo– care-cerá de futuro si se apagan las fuerzas del corazón huma-no y de la razón iluminada por el corazón, si el ros-tro de Dios deja de brillar sobre la tierra. Donde está Dios, hay futuro”.

Con la mirada puesta en la Vir-gen de Mariazell, Benedicto XVI denunció también

la extrema pobreza en que malvi-ven millones de niños del mundo entero, y el triste fenómeno de la explotación infantil en las diversas guerras que azotan al planeta.

Después de la Celebración Eu-carística, el Papa saludó en varios idiomas a los peregrinos venidos de distintos países de Europa cen-tral y oriental.

El origen de este antiquísimo santuario mariano se debe a un monje benedictino llamado Mag-nus, enviado a aquella localidad para evangelizar a la población. El monje, que llevaba consigo la ima-gen de la Virgen con el Niño Je-sús en los brazos –una pequeña es-tatuilla de madera de 48 cm–, en-contró el camino cortado por una gran piedra y pidió ayuda a la San-tísima Virgen para proseguir. En ese momento la piedra se partió en dos. En ese mismo lugar se edificó el santuario.

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El Papa Benedicto XVI reza frente a la imagen de

la Virgen de Mariazell

Después de la misa solemne en la Catedral de San Esteban, Viena, el Santo Padre recitó en Ángelus

ante la numerosa multitud

44 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Sarkozy, que se declara católico, pide reflexionar a los profesores so-bre la grave responsabilidad que tie-nen en “guiar y proteger espíritus y sensibilidades que todavía no se han formado por completo, que no han llegado a su madurez, la cual están buscando, y son todavía frágiles y vul-nerables”.

El presidente francés explicó que este renacer sólo será posible con una reforma del sistema educativo del país, “premiando lo bueno, sancio-nando las faltas, cultivando la admira-ción hacia lo bueno, justo, bello, gran-de, verdadero y profundo, y rechazan-do lo malo, injusto, feo, insignificante, falso, superficial y mediocre”.

El jefe de Estado cuestionó el se-cularismo, que rechaza la presencia religiosa en las escuelas y programas de enseñanza franceses. “Estoy con-vencido de que no deberíamos dejar el tema de la religión fuera de la es-cuela”, afirmó, aclarando que no de-fiende el proselitismo en los estable-cimientos de enseñanza.

rectoras de Música Católica de Igle-sia en Brasil).

Dicho evento lo organizan la Con-ferencia Episcopal Brasileña, el San-tuario y el canal de TV Aparecida.

Según el departamento de prensa del santuario mariano, éste será un momento relevante de la expresión musical de la Iglesia en Brasil, pues-to que, junto con hacer posible la re-unión de las personas ligadas a la mú-sica litúrgica, pretende ser el último encuentro de liturgia de la Conferen-cia Episcopal para el presente año.

se harían tan famosas, causando lar-gas filas ante la puerta del Monaste-rio de la Luz, en Sao Paulo (Brasil). Después que Fray Galván fue cano-nizado en mayo, las religiosas llega-ron a distribuir casi treinta mil píldo-ras por día. También en otros monas-terios de la misma orden se puede te-ner acceso a las milagrosas píldoras, como por ejemplo en Guaratingue-tá, donde la cantidad mensual distri-buida alcanza la cifra de 150.000. La “fórmula” de las inocentes píldoras es extremadamente sencilla: consis-ten nada más que en una frase de ala-banza a la virginidad de María Santí-sima (“Después del parto, permane-ciste virgen”).

Vacaciones más cerca de Dios

Roma (ACI) – Muchos italianos, cansados de la rutina y del ruido de la ciudad, optan por pasar sus vaca-ciones en monasterios y conventos, lugares donde encuentran momen-tos de reflexión y contacto con la na-turaleza.

Los religiosos y religiosas que han abierto sus monasterios –muchos de ellos de clausura– comparten sus ac-tividades y oraciones diarias con jó-venes y familias, de quienes oyen también sus inquietudes y los orien-tan espiritualmente.

“En estos tiempos en que la ora-ción y la reflexión pasan inadvertidas, las hermanas agustinianas del mo-nasterio de Lecceto, cerca de Siena, ofrecen esa oportunidad”, según in-dicó la Madre Sofía. Los huéspedes pueden participar en las oraciones de las religiosas y algunos, inclusive, se ofrecen para ayudar en los trabajos de artesanía y carpintería requeridos por la manutención del convento.

A su vez, la encargada de las reser-vas en el Santuario Mariano de Oro-pa, Graziella Ferraris, indicó que el templo, localizado en los Alpes italia-nos a 1.200 metros de altura, es uno de los alojamientos más imponentes, siendo buscado anualmente por cer-ca de 36.000 personas.

Aparecida prepara festival de música

Aparecida (RV) – El santuario brasileño de Aparecida está prepa-rando un encuentro de músicos que tendrá lugar al finalizar este año y que reunirá a directores de música católica de la Iglesia en todo el país.

Entre los días 29 de noviembre y 2 de diciembre de 2007, los músi-cos brasileños podrán participar en el evento “Voces de la Iglesia” (En-cuentro Nacional de Directores y Di-

El Señor de Luren se salva del terremoto

Lima (ACI) – A pesar de la des-trucción que sufrió el templo del ve-nerado Señor de Luren, localizado en Ica (Perú) –la región más afecta-da por el terremoto del 15 de agosto– la imagen del Cristo venerada por los iqueños salió ilesa, hecho que los fie-les locales atribuyen a un nuevo “mi-lagro” de la popular invocación.

El santuario del Señor de Luren, erigido en el siglo XVI, sufrió suce-sivas destrucciones y reconstruccio-nes como resultado de incendios y te-rremotos. En todas esas ocasiones, la imagen del Cristo permaneció intacta.

Las píldoras de Fray Galván

El humilde fraile franciscano ja-más debió pensar que sus píldoras

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Vuelo inaugural Roma-Lourdes

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 45

Roma – El pasado 27 de agosto, el cardenal Camillo Ruini, vicario del Papa para la diócesis de Roma, inauguró el vuelo directo Roma-Lour-des acompañando a la tradicional peregrinación diocesana rumbo al santuario mariano francés.

La Obra Romana de Peregrinaciones (ORP), en colaboración con la compañía aérea Mistral Air, firmó un acuerdo de cinco años con el fin de faci-litar el acceso de los fieles a los principales centros católicos de peregrinación, entre los cuales se in-cluyeron Fátima, Santiago de Compostela, Guada-lupe, Tierra Santa, Czestochowa y el Sinaí.

La ORP está presente en 395 puntos de Italia y de otros países, disponiendo de casi 900 sacerdotes que brindan asistencia espiritual a las peregrinacio-nes, y 400 agentes pastorales laicos.

La página oficial de la ORP es www.orpnet.org

También los monjes benedictinos, que tienen entre sus normas el de-ber de acoger a los huéspedes, reci-ben a los turistas en su monasterio de Subiaco, en la región del Lazio, y les permiten participar en las oracio-nes diarias que incluyen cantos gre-gorianos.

A ellos se suman los franciscanos del Sacro Convento de Asís, que ofre-cen a los huéspedes la visita a los lu-gares donde vivió san Francisco, como el convento de San Damián, la capilla Porciúncula y su tumba localizada en la basílica de Asís. Además, según seña-ló el padre Vicenzo Coli, organizan du-

rante el mes de agosto actividades se-manales dirigidas a adolescentes con edades entre 14 y 17 años, desde “un punto de vista espiritual y cristiano”.

Las reservas para las casi tres mil abadías, monasterios y conventos ita-lianos pueden hacerse en www.hospi-tes.it

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Santuario de Nuestra Señora de Lourdes

APOSTOLADO DEL ORATORIO MARÍA REINA DE LOS CORAZONES

Sea Ud. también Un coordinador del oratorio del inmacUlado corazón de maría

ArgentinA: (011) 4433 12 76BoliviA: (4) 428 81 88Chile: (2) 207 54 53

ColomBiA: (1) 594 86 86CostA riCA: (506) 235 54 10

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niCArAguA: 277 01 10PArAguAy: (21) 66 03 07

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¡No te atrevas a encender estos cirios!

Ana Lucía Castañeda

46 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Esa noche fría tenía muchas sorpresas reservadas para el tranquilo Estanislao, que no estaba preparado para ninguna de ellas…

erminada la misa, los últimos fieles dejaban poco a poco la iglesia matriz de San Alexan-der, en una villa cerca

de Białystok, al este de Polonia. Afue-ra caía la noche, mientras el viento frío arremolinaba los copos de nieve. Es-tanislao, el pacato sacristán, estaba a punto de cerrar las puertas cuando un hombre alto y corpulento entró rápi-damente al atrio del templo. Se sacu-dió un poco la nieve amontonada en su abrigo y lo saludó con cortesía.

Su acento lo delataba: era extran-jero, tal vez ruso, lo que no sería ex-traño porque la frontera estaba cer-

ca. Se disculpó por llegar tan tarde y ex-

plicó:

–Voy de viaje y mañana tempra-no tengo que negociar un asunto muy importante para mí. Por eso decidí hacer una promesa a la Virgen. Mire, aquí tengo dos cirios y quiero encen-derlos muy cerca de esa imagen de Nuestra Señora de la Paz, porque co-nozco la devoción que le tiene la gen-te deaquí.

Estanislao, un poco contrariado, le respondió que no se acostumbra-ba a encender velas en ese altar. Pe-ro el forastero fue insistente, y para zanjar la situación sacó de su bolsi-llo tres monedas de plata. Una ofer-ta difícil de rechazar para un padre de familia pobre y con muchos hi-jos.

–Bueno, creo que podría hacer una excepción… Mire, se las dejaré encendidas toda la noche, pero ma-ñana temprano usted tendrá que re-cogerlas, porque al Padre Lozinskij no le gustará mucho verlas ahí.

El extranjero concordó, y des-pués de cerciorarse de que las velas habían sido puestas en el lugar re-querido, partió tan rápido como ha-

bía llegado. Al sacristán le pareció un poco raro que alguien tan ansio-so por hacer una promesa no reza-ra nada frente al altar o no hiciera la señal de la cruz al salir. Pero se encogió de hombros y pensó en otra cosa. Al fin y al cabo, el hombre pa-recía tener verdaderamente mucha prisa…

Terminado el arreglo, Estanis-lao se dispuso a cerrar bien la igle-sia y luego marcharse, cuando frente al altar de la Virgen recordó que no había rezado todavía su último rosa-rio. “Bueno –pensó–, tal vez sea me-jor terminar el rosario en casa, don-de al menos habrá calor”. Sin em-bargo sintió un inesperado deseo de quedarse ante el altar de la imagen. Además se veía muy bonita ilumina-da con esas dos velas, que por cierto eran enormes.

El frío aumentaba cada vez más en la iglesia vacía, ante lo cual Esta-nislao se cubrió con la chaqueta y el sombrero de piel para luego sentarse cerca del altar y empezar a rezar. La baja temperatura le daba un poco de

Historia Para niños... o Para aduLtos LLenos de fe

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 47

sueño y se distraía entre avemarías y padrenuestros. Ya con la vista un po-co nublada, creyó ver a uno de los án-geles del retablo inflando sus mejillas y soplando con fuerza los cirios del extranjero.

–¡Estoy soñando con los ojos abiertos!

Pero no obstante las velas se ha-bían apagado. ¿Cómo era posi-ble? Miró en busca de una venta-na abierta sin encontrar nada. ¿De dónde había salido el viento que apagó los cirios? Volvió a prender-los sin entender bien lo sucedido, y para evitar la modorra decidió re-zar de pie el resto del rosario. An-tes de terminar la siguiente decena vio al mismo ángel –y ahora con to-da claridad– soplando las velas por segunda vez. Las dos se apagaron al instante, dejando sólo un ondulante hilo de humo.

Estanislao se atragantó mientras un escalofrío subía por su espalda. Hizo la señal de la cruz varias veces y dio tres pasos hacia atrás, pero en se-guida recordó que estaba en una igle-sia, y además frente a una imagen de la Virgen rodeada de ángeles. No, no podía ser cosa del maligno.

–¡Parece que el frío me hace ver visiones!

Una vez más encendió las velas y acabó de rezar lo más rápido que pu-do. Después se preparó para dejar la iglesia, pero antes se acercó titubean-do hasta el ángel para observarlo me-jor. Para su asombro, la pintura pa-reció llenarse de vida, y mientras lo miraba fijamente, sopló sobre las ve-las una tercera vez. Apenas se apaga-ron, el ángel le dijo con voz suave pe-ro muy firme:

–¡Estanislao, no te atrevas a en-cender estos cirios!

El pobre hombre soltó un grito y cayó hacia atrás, se levantó y sa-lió corriendo despavorido hasta la casa del párroco. Tartamudeando y con los ojos desorbitados le con-tó lo ocurrido. Volvieron juntos al templo (el sacristán casi escondi-

do atrás del sacerdote) y se detu-vieron frente al misterioso altar. El Padre Lozinskij, una persona pia-dosa y al mismo tiempo muy firme, miró fijamente la imagen, los án-geles pintados y finalmente los ci-rios apagados. Una repentina sos-pecha vino a su mente, recogió las tales velas y se puso a examinar-las. Comprobó que pesaban mucho más que lo normal. Con una nava-ja cortó uno de los costados para descubrir, atónito e indignado, que los grandes cirios escondían un po-deroso explosivo. Girando hacia el sacristán con el rostro muy serio, le dijo:

–¡Mira, Estanislao! Este mila-gro nos enseñó lo vigilantes que de-bemos ser. Es bueno mostrar bue-na voluntad y caridad con todos, pe-ro siempre hay que guardar una dis-tancia prudente, ya que todo hombre tiene un lado malo. Además, por des-gracia existen personas que hacen el mal deliberadamente, y eso no lo po-demos negar.

“Así que mi querido Estanislao, tengamos los ojos siempre muy abier-tos. Prestemos atención a los pruden-tes recados e inspiraciones que mu-chas veces el Buen Dios nos envía, pero no siempre tomamos en cuen-ta.”

“Para su asombro, la pintura pareció llenarse de vida, y mientras lo miraba fijamente, sopló sobre las velas una tercera vez”

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Los santos de cada día ________________________ noviembre

48 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

1. Solemnidad de Todos los San-tos.

Beato Pablo Navarro, presbítero, Dionisio Fujishima y Pedro Onizuka Sandayu, religiosos jesuitas, y Cle-mente Kyuemon, catequista († 1622). Quemados vivos en Shimabara, Ja-pón, por odio a la fe cristiana.

2. Conmemoración de todos los fieles difuntos.

Beato Pío de San Luis Campidelli, religioso († 1889). Ingresó como pa-sionista a los 14 años; se preparaba para el sacerdocio cuando fue ataca-do de tuberculosis, falleciendo a los 21 años de edad. Ejemplo de resigna-ción y serenidad, ofreció su vida por la Iglesia, por el Papa y por la conver-sión de los pecadores.

3. San Martín de Porres, religioso († 1639).

San Berardo, obispo († 1130). Des-cendiente de los condes de Marsi y San-gro, se hizo benedictino en Montecas-sino. Con 30 años de edad fue eleva-do a la dignidad episcopal de la diócesis de Marsi en los Abruzzos, Italia, donde combatió la simonía, restauró la discipli-na eclesiástica y protegió a los pobres.

4. San Carlos Borromeo, obispo († 1584).

5. Beata Bertilla, abadesa († 705). Primera superiora del monasterio de Chelles, Francia, fundado por la rei-na santa Batilde.

6. Santos Calínico, Himérico, Teo-doro, Esteban, Pedro, Pablo, otro Teo-doro, Juan, otro Juan y otro de nom-bre desconocido, mártires († 638). Soldados hechos prisioneros por los sarracenos que sitiaban la ciudad de Gaza, que alentados por el obispo san Sofronio, confesaron a Cristo y

fueron decapitados.

7. Beato Vicente Grossi, pres-bítero († 1917). Fundó en Cre-mona, Italia, el Instituto de las Hijas del Oratorio.

8. San Adeodato I, Papa († 618). Gobernó la Santa Iglesia con sabiduría y simplicidad, de-mostrando un gran amor y dedi-cación por el clero y los fieles.

9. Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán.

Beato Jorge Napper, presbíte-ro y mártir († 1610). Durante el reinado de Jacobo I de Inglate-rra, ejerció clandestinamente su ministerio. Arrestado, siguió cui-dando a las almas fieles desde la cárcel hasta ser martirizado.

10. San León I, llamado Mag-no, Papa y doctor de la Iglesia († 461).

San Justo, obispo († 627). Religio-so benedictino enviado por san Gre-gorio Magno para auxiliar a san Agus-tín en la evangelización de los anglos. Se convirtió en el primer obispo de Rochester, y posteriormente fue nom-brado arzobispo de Canterbury.

11. San Martín de Tours, obispo († 397).

Beata Alicia Kotowska, virgen y mártir († 1939). Religiosa de la Con-gregación de las Hermanas de la Re-surrección del Señor. Durante la Se-gunda Guerra, por no renegar de la fe, fue fusilada en las cercanías de Wejherovo, Polonia.

12. San Josafat, obispo y mártir († 1623).

San Millán de la Cogolla, presbí-tero († 574). Abandonó el pastoreo para llevar una vida de anacoreta. Por su fama de santidad, el obispo de Tarazona, España, lo ordenó sacer-dote. Ejerciendo santamente sus fun-ciones, despertó mucha envidia, obli-gando al obispo a devolverlo a la so-ledad de las montañas, donde fundó una comunidad.

13. Beatos Pedro Vicev, Dzidzov y Josafat Siskov, presbíteros y mártires († 1952). Religiosos de la Congrega-ción de los Agustinos de la Asunción. Durante el régimen comunista en Bul-garia, acusados de espionaje y conspi-ración contra el “poder del pueblo”, fueron arrestados y fusilados en Sofía.

14. San Rufo, obispo († s. IV). Pri-mer jefe de la comunidad católica de Avignon, Francia.

15. San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia († 1280).

San José Mkasa Balikuddembé, mártir († 1885). Prefecto del palacio real en Mengo, Uganda. Tras reci-bir el bautismo, convirtió muchos jó-venes a Cristo y los protegió del rey

“Santa Cecilia” – Domenico Zampieri – Museo del Louvre, París

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Los santos de cada día ________________________ noviembre

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 49

Mwenga. Por este motivo, a los 25 años fue degollado por orden real.

16. Santa Margarita de Escocia, reina († 1093).

Santa Gertrudis, virgen († 1301).Santos Roque González y compa-

ñeros, presbíteros y mártires († 1628).

17. Santa Isabel de Hungría, reina y religiosa († 1231).

Beato Lupo Sebastián Hunot, presbítero y mártir († 1794). Durante la Revolución Francesa, fue encarce-lado a causa de su dignidad sacerdo-tal en el barco-prisión del puerto de Rochefort, donde consumó su marti-rio después de muchos sufrimientos.

Santa Filipina Duchesne, religiosa († 1852). Monja francesa de las Her-manas del Sagrado Corazón de Jesús, partió en misión a los Estados Uni-dos, donde ejerció un intenso aposto-lado y fundó varias escuelas.

18. Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo, apóstoles.

Beatas María del Refugio Hino-josa y Naveros y 15 compañeras, vír-genes y mártires († 1936). Religiosas de la Orden de la Visitación de Santa María, capturadas y fusiladas duran-te la Guerra Civil Española.

19. Santa Inés de Asís, virgen († 1253). Hermana de santa Clara, si-guió sus pasos y asumió de corazón la vida de pobreza franciscana.

San Abdías, profeta. Después del exilio del pueblo elegido, anunció la ira de Dios contra los enemigos de Israel.

20. San Silvestre, obispo († 520/30). Obispo de Chalons-sur-Saône en Borgoña, Francia.

21. Presentación de la Santísima Virgen María.

Beata María de Jesús del Buen Pas-tor, virgen († 1902). Inmigrante polaca

que fundó, en Roma, el Instituto de las Hermanas de la Santa Familia de Na-zaret para ayuda de los inmigrantes.

22. Santa Cecilia, virgen y mártir († 250).

Beatos Salvador Lilli, presbítero, y compañeros, mártires († 1192). Mar-tirizados en las proximidades de Ma-rasc, actual Turquía, por no acatar la orden de los soldados otomanos para renegar de la fe.

23. San Clemente I, Papa y mártir (s. I)

San Columbano, abad († 615).Santa Lucrecia, mártir (s. IV).

Martirizada en Mérida, España, du-rante las persecuciones romanas.

24. San Andrés Dung-Lac y 116 compañeros, mártires (siglos XVI y XIX).

San Alberto de Lovaina, obispo y mártir († 1192). Obispo de Lieja, ac-tual Bélgica, exiliado por defender los dere-chos de la Iglesia. Murió en Reims, Francia.

25. Solemnidad de Je-sucristo, Rey del Univer-so.

Santa Catalina de Alejandría, virgen y már-tir († 305).

26. San Conrado, obispo († 975). Obispo de Constanza, Alemania. Eximio pastor de su grey, distribuyó generosamen-te sus bienes a favor de la Iglesia y de los pobres.

Beatos Hugo Taylor, presbítero, y Marma-duke Bowes, mártires († 1585). Ejecutados du-rante el reinado de Isa-bel I de Inglaterra.

27. San Acario, obispo († 640). Mon-je de Luxeuil, elegido obispo de Noyon y Tournay, Francia, donde evangelizó al pueblo con gran dedicación.

28. San Jacobo de Piceno, presbí-tero Religioso franciscano en Nápo-les, Italia, que se distinguió por sus fervientes predicaciones y la austeri-dad de su vida.

29. San Saturnino, obispo y mártir († c. 250). Cartaginés muy persegui-do en su tierra natal. Enviado a Ro-ma, convirtió al prefecto Graciano y fue decapitado en tiempos del cónsul Decio.

30. San Andrés apóstol.Beato Federico de Ratisbona, re-

ligioso († 1329). De la orden de los eremitas de san Agustín, donde ejer-ció el oficio de carpintero; brilló por su fervor en la oración, obediencia y caridad.

“Presentación de la Virgen en el Templo” – Iglesia de San Miguel, Dijon (Francia)

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Kilimanjaro, el monte de la esperanza

PArão Naif Mazive

50 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

¿En qué más podemos pensar, además del consuelo y la esperanza, cuando contemplamos ese majestuoso monte nevado que se levanta en la tórrida sabana africana?

ara el común de los hombres occidentales, “África” es un nombre asociado casi siempre a imágenes fuertes, ta-

les como carnívoros formidables (leo-nes, leopardos y hienas), que represen-tan una amenaza continua para los via-jeros incautos.

Y no solamente fieras. También el medio ambiente africano, casi siem-pre hostil, opone tremendos desafíos al hombre; y de éstos, las despiada-das y periódicas sequías figuran en-tre los más terribles. Buena parte del continente africano padece este fla-gelo que acarrea también la tragedia del hambre, puesto que gran parte de la población depende directamente de la agricultura para sobrevivir.

Las escenas de esas calamidades marcan para siempre a quienes las han vivido: plantaciones que se secan irremediablemente una tras otra; el suelo agrietado bajo el sol inclemen-te, atravesado por miles de hombres y mujeres errantes, descalzos, sedien-tos, hambrientos y escuálidos; los ojos atentos de los ancianos escrutando el horizonte, a la espera de alguna nu-be promisoria que nadie sabe cuándo vendrá, o siquiera si vendrá…

* * *¿Pero África sólo ilustra el infortu-

nio? Felizmente no. También hay es-cenarios maravillosos, de una belleza difícil de encontrar en otros lugares. Uno de estos sitios, del que no me ol-vidaré jamás, es el grandioso monte Kilimanjaro.

Ubicado al noreste de Tanzania, cer-ca de la frontera con Kenia, esta sober-bia cumbre de 5.895 metros es la más al-ta del continente. Su altiva silueta, coro-nada de nieves eternas, contrasta con la abrasadora llanura que la rodea. Inclu-so a gran distancia el monte ofrece una visión sublime, tanto que los wachagas, habitantes de la región, lo llaman con reverencia “Kibo”, que en su lengua quiere decir “Esperanza”.

La denominación dada por el anti-guo pueblo africano contiene un fon-do de verdad. Pues, al avistar esa ma-jestuosa cima cubierta de un blanco in-maculado dominando la sabana, la pri-mera idea que vuela a la mente es la de consuelo y esperanza.

Los panoramas grandiosos tienen el admirable don de elevar nuestros

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Kilimanjaro, el monte de la esperanza

corazones a realidades sobrenatura-les. Cuando vi el Kilimanjaro por pri-mera vez, me vino a la memoria algo inmensamente mayor: la Iglesia Ca-tólica. Ella, como el monte, se levan-ta por encima de la tierra señalan-do el cielo, indicando el lugar donde se encuentra el remedio para todos nuestros males.

En realidad, entre tantas dificulta-des y carencias que azotan a este su-frido continente, la presencia recon-fortante de la Iglesia es semejante a la del monte Kilimanjaro en medio de la aridez. Más todavía, la Iglesia no es un mero símbolo, sino que de hecho es portadora de esperanza, de vida y de un futuro mejor para África.

Es cierto que la acción evangeliza-dora y civilizadora de tantos misione-ros les trajo dignidad a muchos afri-canos que la habían perdido, o inclu-so nunca la habían tenido; pero no se trata de eso, o al menos eso no es to-do. La Iglesia les proporcionó el pre-

cioso auxilio sobrenatural y, a través de los sacramentos, les abrió a incal-culables almas las puertas del Cielo, en donde Dios, el Padre de todos, es-pera a cada uno de nosotros.

Pensar en todas estas cosas al ad-mirar el soberbio monte nevado en plena sabana, ¿habrá sido una exa-geración? Creo que no. Es difícil no

tomar la belleza fascinante del mon-te Kilimanjaro como un símbolo de la esperanza de que todos los pueblos de África, y del mundo entero, pue-dan estar unidos un día bajo el man-to protector de Nuestro Señor Jesu-cristo, en cumplimiento de su divina promesa: “Y habrá un solo rebaño y un solo pastor” (Jn 10, 16).

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ageEl monte Kilimanjaro

visto desde Kenia en la estación de las lluvias

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Inmaculada Concepción – Iglesia de la Orden Tercera de San Francisco de la Penitencia, Río de Janeiro

ve María! Mar y Cielo descansan, En todas las torres

Repican las campanas. ¡Ave María! Dejen sus Quehaceres terrenales. Recen a la Virgen, recen Al Hijo de la Virgen. El mismo ejército celestial Se arrodilla en este instante Portando lirios delante Del Trono del Padre. Y a través de nubes rojizas Descienden, santos, Solemnemente a la Tierra los himnos De los espíritus ¡Oh ceremonia sagrada Que todos los corazones Traspasa maravillosamente Como suave rocío! ¡Oh santa fe, Que subes rumbo al Cielo En las blancas alas de la oración! El dolor se disuelve En lágrimas dulces Mientras el gozo vibra alegre Con suavidad ¡Ave María! Cuando suenan las campanas La Tierra y el Cielo sonríen Dulcemente reconciliados.

(Canción mariana tradicional de Alemania)