Agatha Christie - Asesinato en el Orient Express.pdf

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  • Asesinato en elOrient Express

    AGATHA CHRISTIE

    Traduccin: E. Machado-Quevedo

  • Gua del lectorA continuacin se relacionan en orden alfabtico los principalespersonajes que intervienen en esta obra:

    ANDRENYI (conde) y esposa: l, diplomtico hngaro; ambos,pasajeros del Orient Express.

    ARBUTHNOT: Coronel del ejrcito ingls en la India y viajero delcitado ferrocarril.

    BOUC: Belga, director de la Compagnie Internationale des WagonsLits y muy amigo de Poirot desde aos atrs.

    CONSTANTINE: Mdico, otro de los viajeros del mencionado tren.

    DEBENHAM (Mary): Compaera de viaje de los citadosanteriormente.

    DRAGOMIROFF: Princesa rusa, tambin viajera del Orient Express.

    FOSCARELLI (Antonio): Vendedor de la Ford, otro de los viajerosdel mismo tren.

    HARDMAN (Cyrus): Norteamericano, viajante, uno ms de lospasajeros de dicho ferrocarril.

    HUBBARD: Anciana norteamericana, maestra, y tambin viajeracomo los dems.

    MACQUEEN (Hctor): Secretario de Ratchett.

    MASTERMAN: Criado de Ratchett.

    MICHEL (Pierre): Encargado del coche cama del Orient Express.

    OHLSSON (Greta): Enfermera sueca, viajera del mismo ferrocarril.

    POIROT (Hrcules): Detective, protagonista de esta novela.

    RATCHETT (Samuel): Un millonario, viajero del Orient Express,asesinado en uno de los coches.

    SCHMIDT (Hildegarde): Doncella de la princesa, de viaje con lamisma.

  • Primera parte

  • IEl pasajero del Taurus Express

    Eran las cinco de una madrugada de invierno en Siria. Junto al andnde Alepo estaba detenido el tren que las guas de ferrocarrilesdesignan con el nombre de Taurus Express. Estaba formado por uncoche con cocina comedor, un coche cama y dos coches corrientes.Junto al estribo del coche cama se encontraba un joven tenientefrancs, de resplandeciente uniforme, conversando con unhombrecillo embozado hasta las orejas, del que slo podan verse lapunta de la nariz y las dos guas de un enhiesto bigote.Haca un fro intenssimo, y aquella misin de despedir a undistinguido forastero no era cosa de envidiar, pero el teniente Duboscla cumpla como un valiente. No cesaban de salir de sus labios frasescorteses en el ms pulido francs. Y no es que estuviesecompletamente al corriente de los motivos del viaje de aquelpersonaje. Haba habido rumores, naturalmente, como siempre loshay en tales casos. El humor del general de su general haba idoempeorando. Y luego haba llegado aquel belga, procedente deInglaterra, al parecer. Durante una semana rein una extraaactividad. Y luego sucedieron ciertas cosas. Un distinguido oficial sehaba suicidado, otro haba dimitido; rostros ensombrecidos habanperdido repentinamente su expresin de ansiedad; ciertasprecauciones militares haban cesado. Y el general el general delpropio teniente Dubosc haba parecido de pronto diez aos msjoven.Dubosc se haba enterado de parte de una conversacin entre su jefey el forastero.Nos ha salvado usted, mon cher dijo el general, emocionado,temblndole al hablar el blanco bigote. Ha salvado usted el honordel Ejrcito francs. Ha evitado usted mucho derramamiento desangre! Cmo agradecerle el haber accedido a mi peticin? El habervenido desde tan lejos...A lo cual el forastero por nombre monsieur Hrcules Poirot habacontestado afectuosamente, incluyendo la frase: Cmo olvidar queen cierta ocasin me salv usted la vida?. Y entonces el generalhaba replicado rechazando todo mrito por aquel pasado servicio, ytras mencionar nuevamente a Francia y Blgica, y el honor y la gloriade tales pases, se haban abrazado calurosamente, dando porterminada la conversacin. En cuanto a lo ocurrido, el tenienteDubosc estaba todava a oscuras, pero le haban comisionado paradespedir a monsieur Poirot al pie del Taurus Express, y all estabacumplindolo con todo el celo y ardor propios de un joven oficial que

  • tiene una prometedora carrera en perspectiva.Hoy es domingo dijo el teniente. Maana, lunes, por la tarde,estar usted en Estambul.No era la primera vez que haba hecho esta observacin. Lasconversaciones en el andn, antes de la partida de un convoy, seinclinan siempre a la repeticin.As es convino monsieur Poirot.Piensa usted permanecer all algunos das?Mais oui. Estambul es una ciudad que nunca he visitado. Sera unalstima pasar por ella... comme a. Monsieur Poirot chasque losdedos despectivamente. Nada me apremia. Permanecer all comoturista unos cuantos das.Santa Sofa es muy hermosa dijo el teniente Dubosc, que nuncala haba visto.Una rfaga de viento fro recorri el andn. Ambos hombres seestremecieron. El teniente Dubosc se las arregl para echar unasubrepticia mirada a su reloj. Las cinco menos cinco. Solamentecinco minutos ms!Al notar que el otro hombre se haba dado cuenta de su subrepticiamirada, se apresur a reanudar la conversacin.En esta poca del ao viaja muy poca gente dijo, mirando lasventanillas del coche cama detenido a su lado.As es convino monsieur Poirot.Esperemos que la nieve no se interponga en el camino del Taurus!Sucede eso?Ha ocurrido, s. No este ao, sin embargo.Espermoslo, entonces dijo monsieur Poirot. Los informesmeteorolgicos de Europa son malos.Muy malos. En los Balcanes hay mucha nieve.En Alemania tambin, segn tengo entendido.Eh bien! dijo el teniente Dubosc apresuradamente al ver queestaba a punto de producirse otra pausa. Maana por la tarde, a lassiete cuarenta, estar usted en Constantinopla.S dijo monsieur Poirot, y aadi distrado: He odo decir queSanta Sofa es muy bella.Magnfica, segn creo.Por encima de sus cabezas se corri la cortinilla de uno de losdepartamentos del coche cama y se asom una joven al cristal.Mary Debenham haba dormido muy poco desde que sali de Bagdadel jueves anterior. Ni en el tren de Kirkuk, ni en el Rest House deMosul, ni en la ltima noche de su viaje haba dormidotranquilamente. Ahora, cansada de estar despierta en la clidaatmsfera de su departamento, excesivamente caldeado, se habalevantado para curiosear.Aquello deba ser Alepo. Nada para ver, naturalmente. Slo un largoandn, pobremente iluminado. Bajo la ventanilla hablaban doshombres en francs. Uno era un oficial del Ejrcito, el otro un

  • hombrecillo con enormes bigotes. La joven sonri ligeramente. Nuncahaba visto a nadie tan abrigado. Deba de hacer mucho fro all fuera.Por eso calentaban el tren tan terriblemente. La joven trat de bajarla ventanilla, pero no pudo.El encargado del coche cama se aproxim a los dos hombres. El trenestaba a punto de arrancar, dijo. Monsieur hara bien en subir. Elhombrecillo se quit el sombrero. Qu cabeza tan ovalada tena! Apesar de sus preocupaciones, Mary Debenham sonri. Un hombrecillode ridculo aspecto. Uno de esos hombres insignificantes que nadietoma en serio.El teniente Dubosc empez a despedirse. Haba pensado las frases deantemano y las haba reservado para el ltimo momento. Era undiscurso bello y pulido.Por no ser menos, monsieur Poirot contest en tono parecido.En voiture, monsieur dijo el encargado del coche cama.Monsieur Poirot subi al tren con aire de infinita desgana. Elconductor subi tras l. Monsieur Poirot agit una mano. El tenienteDubosc se puso en posicin de saludo. El tren, con terrible sacudida,arranc lentamente.Por fin! murmur monsieur Hrcules Poirot.Brrr! resopl el teniente Dubosc, sacudindose para quitarse elfro.

    Voil, monsieur. El encargado mostr a Poirot con dramticogesto la belleza de su compartimiento y la adecuada colocacin delequipaje. El maletn del seor lo he colocado aqu.Su mano extendida era sugestiva. Hrcules Poirot coloc en ella unbillete doblado.Merci, monsieur. El encargado acentu su amabilidad. Tengo losbilletes del seor. Necesito tambin el pasaporte. El seor terminarsu viaje en Estambul?Monsieur Poirot asinti.No viaja mucha gente, verdad? pregunt.No, seor. Tengo solamente otros dos viajeros..., ambos ingleses.Un coronel de la India y una joven inglesa de Bagdad. El seornecesita algo?El seor pidi una botella pequea de Perrier.Las cinco de la maana es una hora horrorosamente intempestivapara subir a un tren. Faltaban todava dos horas para el amanecer.Consciente de ello y complacido por una delicada misinsatisfactoriamente cumplida, monsieur Poirot se arrebuj en unrincn y se qued dormido.Cuando se despert eran las nueve y media y se apresur a dirigirseal coche comedor en busca de caf caliente.Haba all solamente un viajero en aquel momento, evidentemente lajoven inglesa a que se haba referido el encargado. Era alta, delgada

  • y morena; quiz de unos veintiocho aos de edad. Se adivinaba unaespecie de fra suficiencia en la manera con que tomaba el desayuno,y el modo que tuvo de llamar al camarero para que le sirviese mscaf revelaba conocimiento del mundo y de los viajes. Llevaba untraje oscuro de tela muy fina, particularmente apropiada para lacaldeada atmsfera del tren.Monsieur Hrcules Poirot, que no tena nada mejor que hacer, seentretuvo en observarla sin aparentarlo.Era, opin, una de esas jvenes que saben cuidarse de s mismasdondequiera que estn. Haba prestancia en sus facciones y delicadapalidez en su piel. Le agradaron tambin sus ondulados cabellos deun negro brillante, y sus ojos serenos, impersonales y grises. Peroera, decidi, un poco demasiado presuntuosa para ser una joliefemme...Al poco rato entr otra persona en el restaurante. Era un hombrebastante alto, entre los cuarenta y los cincuenta aos, delgado,moreno, con el cabello ligeramente gris en las sienes.El coronel de la India, se dijo Poirot.El recin llegado salud a la joven con una ligera inclinacin.Buenos das, miss Debenham...Buenos das, coronel Arbuthnot.El coronel estaba en pie, con una mano apoyada en la silla frente a lajoven.Algn inconveniente? pregunt.Oh, no! Sintese.Bien, usted ya sabe que el desayuno es una comida que no siemprese presta a la charla.Por supuesto, coronel. No se preocupe.El coronel se sent.Boy! llam de modo perentorio.Acudi el camarero y le pidi huevos y caf.Sus ojos descansaron un momento sobre Hrcules Poirot, perosiguieron adelante, indiferentes. Poirot comprendi que acababa dedecirse: Es un maldito extranjero.Teniendo en cuenta su nacionalidad, no eran muy locuaces los dosingleses. Cambiaron unas breves observaciones y, de pronto, la jovense levant y regres tranquilamente a su compartimiento.A la hora del almuerzo ambos volvieron a compartir la misma mesa yotra vez los dos ignoraron por completo al tercer viajero. Suconversacin fue ms animada que durante el desayuno. El coronelArbuthnot habl del Punjab y dirigi a la joven unas cuantaspreguntas acerca de Bagdad, donde al parecer ella haba estadodesempeando un puesto de institutriz. En el curso de laconversacin ambos descubrieron algunas amistades comunes, lo quetuvo el efecto inmediato de hacer la charla ms ntima y animada. Elcoronel pregunt despus a la joven si se diriga directamente aInglaterra o si pensaba detenerse en Estambul.

  • No, har el viaje directamente contest ella.No es una verdadera lstima?Hice este camino hace dos aos y entonces pas tres das enEstambul.Entonces tengo motivos para alegrarme, porque yo tambin hardirectamente el viaje.El coronel hizo una especie de desmaada reverencia enrojeciendoligeramente.Es sensible nuestro coronel pens Hrcules Poirot con ciertoregocijo. Los viajes en tren son tan peligrosos como los viajes pormar!Miss Debenham dijo sencillamente que era una agradable casualidad.Sus palabras fueron ligeramente fras.Hrcules Poirot observ que el coronel la acompa hasta sucompartimiento. Ms tarde pasaron por el magnfico escenario delTaurus. Mientras contemplaban las Puertas de Cilicia, de pie en elpasillo uno al lado del otro, la joven lanz un suspiro. Poirot estabacerca de ellos y la oy murmurar:Es tan bello...! Deseara...Qu?Poder disfrutar ms tiempo de este magnfico espectculo.Arbuthnot no contest. La enrgica lnea de su mandbula pareci unpoco ms rgida y severa.Yo, por el contrario, deseara verla ya fuera de aqu murmur.Cllese, por favor. Cllese.Oh!, est bien. El coronel dispar una rpida mirada en direccina Poirot. Luego prosigui: No me agrada la idea de que sea usteduna institutriz... a merced de los caprichos de las tirnicas madres yde sus fastidiosos chiquillos.Ella se ech a rer con cierto nerviosismo.Oh!, no debe usted pensar eso. El martirio de las institutrices esun mito demasiado explotado. Puedo asegurarle que son los padreslos que temen a las institutrices.No hablaron ms. Arbuthnot se senta quizs avergonzado de suarrebato.Ha sido una pequea comedia algo extraa la que he presenciadoaqu, se dijo Poirot, pensativo.Ms tarde tendra que recordar aquella idea.Llegaron a Konya aquella noche hacia las once y media. Los dosviajeros ingleses bajaron a estirar las piernas, paseando arriba yabajo por el nevado andn.Monsieur Poirot se content con observar la febril actividad de laestacin a travs de una ventanilla. Pasados unos diez minutosdecidi, no obstante, que un poco de aire puro no le vendra mal.Hizo cuidadosos preparativos, se envolvi en varios abrigos ybufandas y se calz unos chanclos. As ataviado, descendicautelosamente al andn y se puso a pasear. En su paseo lleg hasta

  • ms all de la locomotora.Fueron las voces las que le dieron la clave de las dos borrosas figurasparadas a la sombra de un vagn de mercancas. Arbuthnot estabahablando.Mary...La joven le interrumpi.Ahora no. Ahora no. Cuando termine todo. Cuando lo dejemosatrs..., entonces.Monsieur Poirot se alej discretamente. Se senta intrigado. Le habacostado trabajo reconocer la fra voz de miss Debenham.Es curioso, se dijo.Al da siguiente se pregunt si habran reido. Se hablaron muy poco.La muchacha pareca intranquila. Tena ojeras.Eran las dos y media de la tarde cuando el tren se detuvo. Seasomaron unas cabezas a las ventanillas. Un pequeo grupo dehombres, situado junto a la va, sealaba hacia algo, bajo el cochecomedor.Poirot se inclin hacia fuera y habl al encargado del coche cama, quepasaba apresuradamente ante la ventanilla. El hombre contest yPoirot retir la cabeza y, al volverse, casi tropez con MaryDebenham, que estaba detrs de l.Qu ocurre? pregunt ella en francs. Por qu nos hemosdetenido?No es nada, seorita. Algo se ha prendido fuego bajo el cochecomedor. Nada grave. Ya lo han apagado. Estn ahora reparando lospequeos desperfectos. No hay peligro, tranquilcese.Ella hizo un gesto brusco, como si desechase la idea del peligro comoalgo completamente insignificante.S, s, comprendo. Pero el horario...!El horario?S, esto nos retrasar.Es posible... convino Poirot.No podremos ganar el retraso! Este tren tiene que llegar a las seiscincuenta y cinco para poder cruzar el Bsforo y coger a las nueve elSimplon Orient Express. Si llevamos una o dos horas de retraso,desde luego perderemos la conexin.Es posible, s volvi a convenir Poirot.La mir con curiosidad. La mano que se agarraba a la barra de laventanilla no estaba del todo tranquila, sus labios temblabantambin.Le interesa a usted mucho, seorita? pregunt.Oh, s! Tengo que coger ese tren.Se separ de l y se alej por el pasillo para reunirse con el coronel.Su ansiedad, no obstante, fue infundada. Diez minutos despus eltren volva a ponerse en marcha. Lleg a Hapdapassar slo con cincominutos de retraso, pues recuper en el trayecto el tiempo perdido.El Bsforo estaba bastante agitado y a monsieur Poirot no le agrad

  • la travesa. En el barco estuvo separado de sus acompaantes deviaje y no los volvi a ver.Al llegar al puente de Galata se dirigi directamente al hotelTokatlian.

  • II

    El Hotel Tokatlian

    En el Tokatlian, Hrcules Poirot pidi una habitacin con bao. Luegose aproxim al mostrador del conserje y pregunt si haba llegadoalguna correspondencia para l.Haba tres cartas y un telegrama esperndole. Sus cejas se elevaronalegremente a la vista del telegrama. Era algo inesperado.Lo abri con su acostumbrado cuidado, sin apresuramientos. Lasletras impresas se destacaron claramente.

    Acontecimiento que usted predijo en el caso Kassner se hapresentado inesperadamente. Srvase regresar en seguida.

    S que es una complicacin murmur Poirot, consultando sureloj. Tendr que reanudar el viaje esta noche aadi,dirigindose al conserje. A qu hora sale el Simplon Orient?A las nueve, seor.Puede usted conseguirme una litera?Seguramente, seor. No hay dificultad en esta poca del ao. Todoslos trenes van casi vacos. Primera o segunda clase?Primera.Tres bien, monsieur. Para dnde?Para Londres.Bien, monsieur. Le tomar un billete para Londres y le reservaruna cama en el coche Estambul-Calais.Poirot volvi a consultar su reloj. Eran las ocho menos diez minutos.Tengo tiempo de comer?Seguramente, seor.Poirot anul la reserva de su habitacin y cruz el vestbulo paradirigirse al restaurante.Al pedir el men al camarero, una mano se pos sobre su hombro.Ah, mon vieux, qu placer tan inesperado! dijo una voz a suespalda.El que hablaba era un individuo bajo, grueso, con el pelo cortado acepillo. Le sonrea extasiado. Poirot se puso apresuradamente en pie.Monsieur Bouc!Monsieur Poirot!Monsieur Bouc era un belga, director de la Compagnie Internationaledes Wagons Lits, y su amistad con el que fuera astro de las Fuerzasde Polica Belga databa de muchos aos atrs.Le encuentro a usted muy lejos de casa, mon cher dijo monsieurBouc.

  • Un pequeo asunto en Siria.Ah! Y cundo regresa usted?Esta noche.Esplndido! Yo tambin. Es decir, voy hasta Lausana, donde tengounos asuntos. Supongo que viajar usted en el Simplon Orient.S. Acabo de mandar reservar una litera. Mi intencin era quedarmeaqu algunos das, pero he recibido un telegrama que me llama aInglaterra para un asunto importante.Ah! suspir monsieur Bouc. Les affaires..., les affaires! Perousted..., usted est ahora en la cumbre, mon vieux!Quizs he tenido algunos pequeos xitos. Hrcules Poirot tratde aparentar modestia, pero fracas rotundamente.Bouc se ech a rer.Nos veremos ms tarde dijo.Poirot se dedic a la mproba tarea de mantener los bigotes fuera dela sopa.Ejecutada aquella difcil operacin, mir a su alrededor mientrasesperaba el segundo plato. Haba solamente media docena depersonas en el restaurante y, de la media docena, slo dos personasinteresaban al detective Hrcules Poirot.Estas dos personas estaban sentadas a una mesa no muy lejana. Elms joven era un caballero de unos treinta aos, de aspectosimptico, claramente un norteamericano. Fue, sin embargo, sucompaero quien ms atrajo la atencin del detective.Era un hombre entre sesenta y setenta aos. A primera vista, tena elbondadoso aspecto de un filntropo. Su cabeza, ligeramente calva, sudespejada frente, la sonriente boca que dejaba ver la blancura deunos dientes postizos, todo pareca hablar de una bondadosapersonalidad. Slo los ojos contradecan esta impresin. Eranpequeos, hundidos y astutos. Y no solamente eso. Cuando elindividuo, al hacer cierta observacin a su compaero, mir hacia elotro lado del comedor, su mirada se detuvo sobre Poirot un momento,y durante aquel segundo sus ojos mostraron una extraamalevolencia, una viva expresin de maldad.El individuo se levant.Pague la cuenta, Hctor dijo a su joven compaero.Su voz era desagradable y speramente autoritaria.Cuando Poirot se reuni con su amigo en el escritorio, los doshombres se disponan a abandonar el hotel. Los mozos bajaban suequipaje. El caballero ms joven vigilaba la operacin. Una vezterminada sta, abri la puerta de cristales y dijo:Ya est todo listo, mister Ratchett.El individuo de ms edad rezong unas palabras y atraves la puerta.Eh bien!dijo Poirot. Qu opina usted de esos dos personajes?Son norteamericanos dijo monsieur Bouc.Ya me lo supona. Pregunto qu opina usted de sus personalidades.El joven pareca muy simptico.

  • Y el otro?Si he de decirle la verdad, amigo mo, no me gust. Me produjo unaimpresin en grado sumo desagradable. Y a usted?Hrcules Poirot tard un momento en contestar.Cuando pas a mi lado en el restaurante dijo al fin tuve unacuriosa impresin. Fue como si un animal salvaje..., una fiera!..., mehubiese rozado.Y, sin embargo, tiene un aspecto de lo ms respetable.Prcisement! El cuerpo..., la jaula..., es de lo ms respetable, peroel animal salvaje aparece detrs de los barrotes.Es usted fantstico, mon vieux ri monsieur Bouc.Quiz sea as. Pero no puedo deshacerme de la impresin de que lamaldad pas junto a m.Ese respetable caballero norteamericano?Ese respetable caballero norteamericano.Bien dijo jovialmente monsieur Bouc, quiz tenga razn. Haymucha maldad en el mundo.En aquel momento se abri la puerta y el conserje se dirigi a ellos.Pareca contrariado.Es extraordinario, seor dijo a Poirot. No queda una sola literade primera clase en el tren.Comment? exclam monsieur Bouc. En esta poca del ao?Ah!, sin duda viajar una partida de periodistas..., de polticos...No lo s, seor dijo el conserje, y se volvi respetuosamente. Elcaso es que no hay ninguna litera de primera clase disponible.Bien, bien. No se preocupe usted, amigo Poirot. Lo arreglaremos dealgn modo. Siempre hay algn compartimiento..., el nmerodiecisis, que no est comprometido. El encargado se ocupar de eso.Consult su reloj y aadi: Vamos, ya es hora de marchar.En la estacin, monsieur Bouc fue saludado con respetuosacordialidad por el encargado del coche cama.Buenas noches, seor. Su compartimiento es el nmero uno.Llam a los mozos y stos aproximaron sus carretillas cargadas deequipajes al coche cuyas placas proclamaban su destino: ESTAMBUL-TRIESTE-CALAIS.Tengo entendido que viaja mucha gente esta noche, es cierto?Es increble, seor. Todo el mundo ha elegido esta noche paraviajar!As y todo tiene usted que buscar acomodo para este caballero. Esun amigo mo. Se le puede dar el nmero diecisis.Est tomado, seor.Cmo? El nmero diecisis?S, seor. Como ya le he dicho, vamos llenos... hasta, hasta lostopes.Pero, qu es lo que ocurre? Alguna conferencia? Asamblestas?No, seor. Es pura casualidad. A la gente parece habrsele antojadoviajar esta noche.

  • Monsieur Bouc hizo un gesto de disgusto.En Belgrado dijo engancharn el coche cama de Atenas, ytambin el de Bucarest-Pars..., pero no llegamos a Belgrado hastamaana por la tarde. El problema es para esta misma noche. No hayninguna en segunda clase que est libre?Hay una, seor...Bien, entonces...Pero es un compartimiento para mujer. Hay ya en l unaalemana..., una doncella.La, la, no nos sirve rezong monsieur Bouc.No se preocupe, amigo mo dijo Poirot. Viajar en un cocheordinario.De ningn modo. De ningn modo monsieur Bouc volvi adirigirse al encargado del coche cama. Ha llegado todo el mundo?Slo falta un viajero.El empleado habl lentamente, titubeando.Qu litera es?La nmero siete..., de segunda clase. El caballero no ha llegadotodava y faltan cuatro minutos para las nueve.Para quin es esa litera?Para un ingls. El encargado consult la lista. Un tal misterHarris.Segn Dickens, nombre de buen agero dijo Poirot. MisterHarris no llegar.Ponga el equipaje del seor en el nmero siete orden monsieurBouc. Si llega ese mister Harris le diremos que es demasiadotarde..., que las literas no pueden ser retenidas tanto tiempo...,arreglaremos el asunto de una manera u otra. Para qu preocuparsepor un mister Harris?Como guste el seor dijo el encargado.El empleado habl con el mozo de Poirot y le dijo dnde deba llevarel equipaje. Luego se apart a un lado para permitir que Poirotsubiese al tren.Todo arreglado, seor anunci. El penltimo compartimiento.Poirot avanz por el pasillo con bastante dificultad, pues la mayorade los viajeros estaban fuera de sus compartimientos. Los cortesespardons de Poirot salieron de su boca con la regularidad de un reloj.Al fin lleg al compartimiento indicado. Dentro, colocando un maletn,encontr al joven norteamericano del Tokatlian.El joven frunci el ceo al ver a Poirot.Perdneme dijo. Creo que se ha equivocado usted. Y repititrabajosamente en francs: Je crois que vous avez un erreur.Poirot contest en ingls:Es usted mister Harris?No, me llamo MacQueen. Yo...Pero en aquel momento la voz del encargado del coche cama se dejor a espaldas de Poirot.

  • No hay otra litera, seor. El caballero tiene que acomodarse aqu.Mientras hablaba levant la ventanilla del pasillo y empez a subir elequipaje de Poirot.Poirot advirti con cierto regocijo el tono de disculpa de su voz. Eraevidente que le haban prometido una buena propina si podareservar el compartimiento para el uso exclusivo del otro viajero.Pero hasta la ms esplndida propina pierde su efecto cuando undirector de la Compaa est a bordo y dicta rdenes.El encargado sali del compartimiento despus de dejar colocadas lasmaletas en las rejillas.Voil, monsieur dijo. Todo est arreglado. Su litera es la dearriba, la nmero siete. Saldremos dentro de un minuto.Desapareci apresuradamente pasillo adelante. Poirot volvi a entraren su compartimiento.Un fenmeno que he visto rara vez coment jovialmente. Unencargado de coche cama que sube l mismo el equipaje! Esinaudito!Su compaero de viaje sonri. Evidentemente haba conseguidovencer su disgusto... y decidi que convena tomar el asunto confilosofa.El tren va extraordinariamente lleno coment.Son un silbato y la mquina lanz un largo y melanclico alarido.Ambos hombres salieron al pasillo.En voiture grit una voz en el andn.Salimos dijo MacQueen.Pero no salieron todava. El silbato volvi a sonar.Escuche, seor dijo de pronto el joven. Si usted prefiere lalitera de abajo, a m me da lo mismo.No, no protest Poirot. No quiero privarle a usted...Nada, queda convenido.Es usted demasiado amable.Hubo corteses protestas por ambas partes.Es por una noche solamente explic Poirot. En Belgrado...Oh!, baja usted en Belgrado?No exactamente. Ver usted...Hubo un violento tirn. Los dos hombres se acodaron en lasventanillas para contemplar el largo e iluminado andn, que fuedesfilando lentamente ante ellos.El Orient Express iniciaba su viaje de tres das a travs de Europa.

  • III

    Poirot renuncia a un caso

    Al da siguiente, monsieur Hrcules Poirot entr un poco tarde en elcoche comedor. Se haba levantado temprano, haba desayunado casisolo, y haba invertido casi toda la maana en repasar las notas delasunto que le llevaba a Londres. Apenas haba visto a su compaerode viaje.Monsieur Bouc, que ya estaba sentado, indic a su amigo la silla delotro lado de la mesa. Poirot se sent y no tardaron en servirles losprimeros y escogidos platos. La comida fue desacostumbradamentebuena.Hasta que no empezaron a comer un delicado queso crema, monsieurBouc no dedic su atencin a otros asuntos que no fuera el alimento.Despus empez a sentirse filsofo.Ah! suspir. Quisiera poseer la pluma de Balzac! Cmodescribira esta escena!Es una buena idea murmur Poirot.Verdad que s? Nadie lo ha hecho todava. Y, sin embargo, sepresta para una novela. Nos rodean gentes de todas clases, de todaslas nacionalidades, de todas las edades. Durante tres das estasgentes, extraas unas a otras, vivirn reunidas. Dormirn y comernbajo el mismo techo, no podrn separarse. Al cabo de los tres dasseguirn distintos caminos para no volver, quizs, a verse.Y, sin embargo dijo Poirot, supongamos que un accidente...Ah, no, amigo mo!...Desde su punto de vista sera de lamentar, estoy de acuerdo. Perosupongmoslo por un momento. Entonces todos nosotros seguiramosunidos... por la muerte.Un poco ms de vino dijo monsieur Bouc, y llen las copasapresuradamente. Se siente usted melanclico, mon cher? Quizsea la digestin.Es cierto convino Poirot que los alimentos de Siria no eran muyapropiados para mi estmago.Bebi su vino a pequeos sorbos. Luego se recost en su asiento ypase una pensativa mirada por el coche comedor. Eran trececomensales en total, y, como monsieur Bouc haba dicho, de todasclases y nacionalidades. Empez a estudiarlos.En la mesa opuesta a la de ellos haba tres hombres. Eran, sospech,simples viajeros colocados all por el inefable juicio de los empleadosdel restaurante. Un corpulento italiano se escarbaba los dientes convisible placer. Frente a l, un atildado ingls tena el rostroinexpresivamente desaprobador de un criado bien educado. Junto al

  • ingls se sentaba un norteamericano de traje chilln..., posiblementeun viajante de comercio.No hemos comido mal dijo con voz nasal.El italiano se quit el mondadientes para gesticular con ms libertad.Cierto dijo. Es lo que he estado diciendo todo el tiempo.El ingls se asom por la ventanilla y tosi.La mirada de Poirot sigui adelante.En una pequea mesa estaba sentada, muy seria y muy erguida, unavieja dama de una fealdad jams vista. Pero era la suya una fealdadde distincin, que fascinaba ms que repeler. Rodeaba su cuello uncollar de grandes perlas legtimas, aunque no lo pareciesen. Susmanos estaban cubiertas de sortijas. Llevaba el abrigo echado haciaatrs sobre los hombros. Una pequea toca negra, horrorosamentecolocada, aumentaba la fealdad de su rostro.En aquel momento hablaba con el camarero en un tono tranquilo ycorts, pero completamente autocrtico.Tendr usted la bondad de poner en mi compartimiento unabotella de agua mineral y un vaso grande de zumo de naranja? Hagaque me preparen para la cena de esta noche un poco de pollo sinsalsa y algo de pescado cocido.El camarero contest respetuosamente que sera complacida en sudemanda.La dama asinti con un gracioso movimiento de cabeza y se puso enpie. Su mirada tropez con la de Poirot y la rehuy con la indiferenciade una aristcrata.Es la princesa Dragomiroff dijo monsieur Bouc en voz baja. Esrusa. Su marido obtuvo todo su caudal antes de la Revolucin y loinvirti en el extranjero. Es muy rica. Una verdadera cosmopolita.Poirot dijo que ya haba odo hablar de la princesa Dragomiroff.Es una personalidad aadi monsieur Bouc. Fea como unpecado, pero se hace notar. Cierto?Poirot se mostr de acuerdo.En otra de las mesas estaba sentada Mary Debenham con otras dosmujeres. Una de ellas de mediana edad, alta, con una blusa y unafalda a cuadros. Una masa de cabellos de un amarillo algo desvado,recogidos en un gran moo, encuadraba su rostro ovejuno, al que nofaltaban los indispensables lentes. Escuchaba a la tercera mujer, stade rostro agradable, de mediana edad, que hablaba en tono claro ymontono, sin dar muestras de pensar hacer una pausa, ni siquierapara respirar.... y entonces mi hija dijo: No se pueden implantar en este paslos mtodos norteamericanos. Es natural que la gente de aqu seaindolente. No tiene por qu apresurarse. Esto es lo que mi hija dijo.Quisiera que viesen ustedes lo que est haciendo all nuestro colegio.Tenemos que aplicar nuestras ideas occidentales y ensear a losnativos a reconocerlas. Mi hija dice...El tren penetr en el tnel. La montona voz qued ahogada por el

  • estruendo.En la mesa contigua, una de las pequeas, se sentaba el coronelArbuthnot... solo. Su mirada estaba fija en la nuca de MaryDebenham. No se haban sentado juntos. Sin embargo, podranhaberlo conseguido fcilmente. Por qu no lo hicieron?Quiz, pens Poirot, Mary Debenham se haba resistido. Unainstitutriz aprende a tener cuidado. Las apariencias son muyimportantes. Haba tambin una doncella. Alemana o escandinava,pens Poirot. Probablemente alemana.Despus de ella vena una pareja que hablaba animadamente, muyinclinados sobre la mesa. El hombre vesta ropas inglesas de tejidoclaro..., pero no era ingls. Aunque slo era visible para Poirot laparte posterior de su cabeza. De pronto volvi la cabeza y Poirotpudo ver su perfil. Un admirable varn de treinta aos con un granbigote rubio.La mujer sentada frente a l era una verdadera chiquilla..., veinteaos a lo sumo. Tena un bello rostro, piel muy plida; grandes ojososcuros y pelo negro como el azabache. Fumaba un cigarrillo con unalarga boquilla. Sus cuidadas manos tenan pintadas las uas de unrojo muy vivo. Luca sobre el pecho una gran esmeralda montada enplatino. Haba coquetera en su mirada y en su voz.Elle est jolie... et chic murmur Poirot. Marido y mujer... eh?Monsieur Bouc asinti.De la Embajada hngara, segn creo dijo. Una soberbia pareja.Quedaban solamente otros dos comensales: el compaero de viaje dePoirot, MacQueen y su jefe mister Ratchett. ste estaba sentado decara a Poirot, y el detective estudi por segunda vez aquel rostrodesconcertante, en el que contrastaban la falsa benevolencia de laexpresin con los ojos pequeos y crueles.Indudablemente, monsieur Bouc vio algn cambio en la expresin desu amigo.Mira usted a su animal salvaje? le pregunt.Poirot hizo un gesto afirmativo.Cuando servan el caf, monsieur Bouc se puso en pie. Habaempezado a comer antes que Poirot y haba terminado haca algntiempo.Me vuelvo a mi compartimiento dijo. Vaya luego por all ycharlaremos un rato.Con mucho gusto.Poirot sorbi su caf y pidi una copa de licor. El camarero pasaba demesa en mesa, con una bandeja de dinero cobrando en billetes. Lavieja dama norteamericana elev su voz chillona y montona.Mi hija me dijo: Lleva un talonario de tickets y no tendrs molestiaalguna. Pero no es as. Recargan un diez por ciento por el servicio yhasta me han incluido la botella de agua mineral. Por cierto que notienen ni vian ni Vichy, lo que me parece extrao.Es que estn obligados a servir el agua del pas explic la dama

  • del rostro ovejuno.Bien, pero me parece extrao. La mujer mir con disgusto elpequeo montn de monedas colocado sobre la mesa frente a ella.Miren lo que me dan aqu. Dinars o algo por el estilo. Unos discos queno tienen valor alguno. Mi hija deca...Mary Debenham empuj hacia atrs su silla y se retir con unapequea inclinacin de cabeza a las otras dos mujeres. El coronelArbuthnot se puso en pie y la sigui. La dama norteamericana recogisu despreciado montn de monedas y se retir igualmente, seguidapor la seora de rostro ovejuno. Los hngaros se haban marchadoya. En el coche comedor quedaban solamente Poirot, Ratchett yMacQueen.Ratchett habl a su compaero, que se puso en pie y abandon elsaln. Luego se levant l tambin, pero en lugar de seguir aMacQueen se sent inesperadamente en la silla frente a Poirot.Me hace usted el favor de una cerilla? dijo. Su voz era suave,ligeramente nasal. Mi nombre es Ratchett.Poirot se inclin ligeramente. Luego desliz una mano en el bolsillo ysac una caja de cerillas, que entreg al otro. ste la cogi, pero noencendi ninguna.Creo prosigui que tengo el placer de hablar con monsieurHrcules Poirot. Es as?Poirot volvi a inclinarse.Ha sido usted correctamente informado, seor.El detective se dio cuenta de que los extraos ojillos de suinterlocutor le miraban inquisitivamente.En mi pas dijo entramos en materia rpidamente, monsieurPoirot: quiero que se ocupe usted de un trabajo para m. Las cejas demonsieur Poirot se elevaron ligeramente.Mi clientela, seor, es muy limitada. Me ocupo de muy pocos casos.Eso me han dicho, monsieur Poirot. Pero en este asunto hay muchodinero repiti la frase con su voz dulce y persuasiva. Muchodinero.Hrcules Poirot guard silencio por un minuto.Qu es lo que desea usted que haga, mister... mister Ratchett?pregunt al fin.Monsieur Poirot, soy un hombre rico..., muy rico. Los hombres demi posicin tienen muchos enemigos. Yo tengo uno.Slo uno?Qu quiere usted decir con esa pregunta? replic vivamentemister Ratchett.Seor, segn mi experiencia, cuando un hombre est en situacinde tener enemigos, como usted dice, el asunto no se reduce a unosolo.Ratchett pareci tranquilizarse con la respuesta de Hrcules Poirot.Comparto su punto de vista dijo rpidamente. Enemigo oenemigos... no importa. Lo importante es mi seguridad.

  • Su seguridad?Mi vida est amenazada, monsieur Poirot. Pero soy un hombre quesabe cuidar de s mismo. Su mano sac del bolsillo de la americanauna pequea pistola automtica que mostr por un momento. Nosoy hombre a quien pueda cogerse desprevenido. Pero nunca est dems redoblar las precauciones. He pensado que usted es el hombreque necesito, monsieur Poirot. Y recuerde que hay mucho dinero...,mucho dinero.Poirot le mir pensativo durante unos minutos. Su rostro eracompletamente inexpresivo. El otro no pudo adivinar qupensamientos cruzaban su mente.Lo siento, seor dijo al fin. No puedo servirle.El otro le mir fijamente.Diga usted su cifra, entonces.No me comprende usted, seor. He sido muy afortunado en miprofesin. Tengo suficiente dinero para satisfacer mis necesidades ymis caprichos. Ahora slo acepto los casos... que me interesan.Le tentaran a usted veinte mil dlares? dijo Ratchett.No.Si lo dice usted para poder conseguir ms, le advierto que pierde eltiempo. S lo que valen las cosas.Yo tambin, mister Ratchett.Qu encuentra usted de mal en mi proposicin?Poirot se puso de pie.Si me perdona usted, le dir que no me gusta su cara, misterRatchett.Y acto seguido abandon el coche comedor.

  • IV

    Un grito en la noche

    El Simplon Orient Express lleg a Belgrado a las nueve menos cuartode aquella noche. Y como no deba reanudar el viaje hasta las nuevey cuarto, Poirot baj al andn. No permaneci en l, sin embargo,mucho tiempo. El fro era intenssimo, y aunque el andn estabacubierto, caa en el mucha nieve. Volvi, pues, a su compartimiento.El encargado, que haba bajado tambin y se palmoteabafuriosamente para entrar en calor, se dirigi a l.Seor, su equipaje ha sido trasladado al compartimiento nmerouno, al de monsieur Bouc.Pero dnde est monsieur Bouc?Se ha acomodado en el coche de Atenas que acaban de enganchar.Poirot fue en busca de su amigo. Monsieur Bouc rechaz susprotestas.No tiene importancia. No tiene importancia. Es ms convenienteas. Como usted va a Inglaterra, es mejor que contine en el mismocoche hasta Calais. Yo estoy muy bien aqu. En este coche vamossolamente un doctor griego y yo. Ah, amigo, qu noche! Dicen queno ha cado tanta nieve en muchos aos. Esperemos que no nosdetenga. Si he de decirle la verdad, no estoy muy tranquilo.El tren abandon la estacin a las nueve y cuarto en punto, y pocodespus Poirot se puso en pie, dio las buenas noches a su amigo yavanz por el pasillo en direccin a su coche, que se hallaba acontinuacin del coche comedor.Durante aquel segundo da de viaje haba ido rompindose el hieloentre los viajeros. El coronel Arbuthnot estaba en la puerta de sucompartimiento hablando con MacQueen.MacQueen interrumpi algo que estaba diciendo al ver a Poirot.Pareci muy sorprendido.Cmo! exclam. Cre que nos haba usted dejado. Dijo quebajara en Belgrado.No me comprendi usted bien replic Poirot. Recuerdo ahoraque el tren sali de Estambul cuando estbamos hablando del asunto.Pero su equipaje ha desaparecido.Lo han trasladado a otro compartimiento. Eso es todo.Ah, ya!Reanud su conversacin con Arbuthnot, y Poirot sigui adelante.Dos puertas antes de su compartimiento encontr a la ancianaamericana, mistress Hubbard, hablando con la dama de rostroovejuno, que era una sueca. Mistress Hubbard pareca muyinteresada en que la otra aceptase una revista ilustrada.

  • Llvesela, querida deca. Tengo otras muchas cosas para leer.No es espantoso el fro que hace?La dama sonri amistosamente al pasar Poirot.Es usted muy amable dijo la sueca.No se hable ms de ello. Que descanse usted bien y que maana sesienta mejor de su dolor de cabeza.No es ms que fro. Ahora me har una taza de t.Tiene usted una aspirina? Est usted segura? Dispongo debastantes. Bien, buenas noches, querida.Cuando se alej la otra mujer, se dirigi a Poirot con ganas deentablar conversacin.Pobre criatura! Es sueca. Por lo que tengo entendido es unaespecie de misionera, una maestra. Es muy simptica, pero hablapoco ingls. Le interes muchsimo lo que le cont de mi hija.Poirot saba ya todo lo referente a la hija de mistress Hubbard. Todoslos viajeros que hablaban ingls lo saban! Que ella y su maridopertenecan al personal de un gran colegio americano en Esmirna;que aqul era el primer viaje de mistress Hubbard a Oriente, y lo queella opinaba de los turcos y del estado de sus carreteras...La puerta inmediata se abri y apareci la plida y delgada figura delCriado de mister Ratchett. Poirot vio un instante al caballeronorteamericano, sentado en la litera. l tambin vio a Poirot y surostro palideci de ira. Luego la puerta volvi a cerrarse.Mistress Hubbard llev a Poirot un poco a un lado.Me asusta ese hombre murmur. Oh, no me refiero al criado,sino al otro..., al amo! Hay algo siniestro en l. Mi hija dice siempreque soy muy intuitiva. Cuando mam tiene una corazonada, siempretiene razn, me dice a cada paso. Y ese hombre me da mala espina.Duerme en el compartimiento inmediato al mo y no me gusta.Anoche atranqu la puerta de comunicacin. Me pareci orle queandaba por el pasillo. No me sorprendera que resultase un asesino...uno de esos ladrones de trenes de que hablan tanto los peridicos. Sque es una tontera, pero no hay quien me lo quite de la cabeza. Nopuedo remediarlo. Me da miedo ese hombre! Mi hija dijo que tendraun viaje feliz, pero no me siento muy tranquila. Ver usted cmoocurre algo. No s cmo ese joven tan amable puede ser susecretario.El coronel Arbuthnot y MacQueen avanzaban hacia ellos por el pasillo.Entre en mi cabina iba diciendo MacQueen. Todava no la hanpreparado para pasar la noche. Me interesa lo que me estabadiciendo usted sobre su poltica en la India...Los dos hombres pasaron y siguieron por el pasillo hasta elcompartimiento de MacQueen.Mistress Hubbard se despidi de Poirot.Voy a acostarme y a leer un poco dijo. Buenas noches.Buenas noches, madame.Poirot entr en su compartimiento, que era el inmediato al de

  • Ratchett. Se desnud y se meti en la cama, ley durante media horay luego apag la luz.Se despert sobresaltado unas horas ms tarde. Saba lo que le habadespertado... Un largo gemido, casi un grito. Y en el mismo momentoson un timbre insistente.Poirot se incorpor en el lecho y encendi la luz. Observ que el trenestaba parado... presumiblemente en alguna estacin.Aquel grito vibraba todava en su cerebro. Record que era Ratchettquien ocupaba el compartimiento inmediato. Salt de la cama y abrila puerta en el preciso momento en que el encargado del coche camaavanzaba corriendo por el pasillo y llamaba a la puerta de Ratchett.Poirot mantuvo ligeramente abierta la puerta, observando. Son untimbre y se encendi la luz de una puerta ms all. El empleado miren aquella direccin.En el mismo momento sali una voz del compartimiento de misterRatchett.No es nada. Me he equivocado.Bien, seor.El encargado se dirigi a llamar a la puerta donde se haba encendidola luz.Poirot volvi a la cama, ya ms tranquilo, y apag la lmpara. Antesconsult su reloj. Era la una menos veintitrs minutos.

  • VEl crimen

    No consigui volverse a dormir inmediatamente. En primer lugar,echaba de menos el movimiento del tren. Era una estacincuriosamente tranquila. Por contraste, los ruidos dentro del trenparecan desacostumbradamente altos. Oy a Ratchett moverse en elcompartimiento inmediato; un ruido como si hubiese abierto el grifodel lavabo; luego el rumor del agua al correr y despus otra vez elchasquido del grifo al cerrarse. Sonaron unos pasos en el pasillo, losapagados pasos de alguien que caminaba calzado con zapatillas.Hrcules Poirot sigui despierto, mirando al techo. Por qu estabatan silenciosa la estacin? Senta seca la garganta. Haba olvidadopedir su acostumbrada botella de agua mineral. Consult de nuevo sureloj. Era la una y cuarto. Llamara al encargado y le pedira el aguamineral. Su dedo se alarg para pulsar el timbre, pero se detuvo alor otro timbrazo. El encargado no poda atender todas las llamadas ala vez.Riing... Riing... Riing...Sonaba una y otra vez. Dnde estaba el encargado? Alguien seimpacientaba.Riing...Quien fuese no separaba su dedo del pulsador.De pronto se oyeron los pasos apresurados del empleado. Llam auna puerta no lejos de Poirot.Llegaron hasta Poirot unas voces. La del encargado, amable,apologtica; la de la mujer, insistente, voluble.Mistress Hubbard!Poirot sonri para s.El altercado, si tal era, sigui durante algn tiempo. Sus proporcionescorrespondan en un noventa por ciento a mistress Hubbard y en unhumilde diez por ciento al encargado. Finalmente, el asunto pareciarreglarse.Bonne nuit, madame oy distintamente Poirot al cerrarse lapuerta.Apoy entonces su dedo en el timbre.El encargado lleg prontamente. Pareca excitado.Agua mineral, si hace el favor.Bien, monsieur.Quizs un guio de Poirot le invit a la confidencia.La seora norteamericana...Qu?El empleado se enjug la frente.

  • Imagnese lo que he tenido que discutir con ella! Insiste en quehay un hombre en su compartimiento. Figrese el seor. En unespacio tan reducido. Dnde iba a esconderse? Hice presente a laseora que es imposible. Pero ella insiste. Dice que se despert y quehaba un hombre por all. Y cmo pregunt yo iba a salirdejando la puerta con el pestillo echado? Pero ella no quiso escucharmis razones. Como si no tuviramos ya bastante con qupreocuparnos. Esta nieve...Nieve?Claro, seor. No se ha dado cuenta? El tren est detenido.Estamos en plena ventisca, y Dios sabe cunto tiempo estaremosaqu. Recuerdo una vez que estuvimos detenidos siete das.En dnde estamos?Entre Vincovci y Brod.L, l dijo Poirot, disgustado.El hombre se retir y volvi con el agua.Bonsoir, monsieur.Poirot bebi un vaso y se acomod para dormir.Iba quedndose dormido cuando algo le volvi a despertar. Esta vezfue como si un cuerpo pesado hubiese cado contra la puerta.Se arroj del lecho, la abri y se asom. Nada. Pero a su derecha unamujer envuelta en un quimono escarlata se alejaba por el pasillo. Alotro extremo, sentado en su pequeo asiento, el encargado trazabacifras en unas largas hojas de papel. Todo estaba absolutamentetranquilo.Decididamente padezco de los nervios, se dijo Poirot, y volvi a lalitera. Esta vez durmi hasta la maana.Cuando se despert, el tren estaba todava detenido. Levant unacortinilla y mir al exterior. Grandes masas de nieve rodeaban el tren.Mir su reloj y vio que eran ms de las nueve.A las diez menos cuarto, muy atildado, como siempre, se dirigi alcoche comedor, donde le acogi un coro de voces.Las barreras que al principio separaban a los viajeros se habanderrumbado por completo. Todos se sentan unidos por la comndesgracia. Mistress Hubbard era la ms ruidosa en suslamentaciones.Mi hija me dijo que tendra un viaje feliz. No tienes ms quesentarte en el tren y l te llevar hasta Pars. Y ahora podemosestar aqu das y ms das se lamentaba. Y mi buque zarparpasado maana. Cmo voy a cogerlo ahora? Ni siquiera puedotelegrafiar para anular mi pasaje.El italiano deca que tena un asunto urgente en Miln. Elnorteamericano expres su esperanza de que el tren saliese de suatasco y llegase todava a tiempo.Mi hermana y sus hijos me esperan dijo la sueca echndose a llorarQu pensarn? Creern que me ha sucedido algo grave.Cunto tiempo estaremos aqu? Lo sabe alguien? pregunt

  • Mary Debenham.Su voz tena un tono de impaciencia, pero Poirot observ que no dabamuestras de aquella ansiedad casi febril que haba mostrado duranteel trayecto en el Taurus Express.Mistress Hubbard volvi a dejar or su voz.En este tren nadie sabe nada. Y nadie trata de hacer algo. Somosuna manada de intiles extranjeros. Si estuvisemos en mi pas nofaltara alguien que tratase de poner remedio.Arbuthnot se dirigi a Poirot y le habl en francs.Usted, segn creo, es un director de la lnea. Usted podrdecirnos...No, no contest Poirot en ingls, sonriendo. No soy yo. Ustedme confunde con mi amigo.Oh, perdone!No es nada. Es muy natural. Estoy ahora en el compartimiento quel ocupaba antes.Monsieur Bouc no estaba presente en el coche comedor. Poirot mir asu alrededor para ver quin ms estaba ausente.Faltaba la princesa Dragomiroff y la pareja hngara. TambinRatchett, su criado y la doncella alemana.La dama sueca se enjug los ojos.Estoy loca dijo. Hago mal en llorar. Que suceda lo que Diosquiera!Este espritu cristiano, no obstante, estuvo lejos de ser compartidopor los dems.Eso est muy bien dijo MacQueen. Pero podemos estar aqudetenidos algunos das.Sabe alguien, al menos, en qu pas estamos? pregunt, llorosa,mistress Hubbard.Y al contestarle que en Yugoslavia, aadi:Oh, uno de esos rincones de los Balcanes! Qu podemos esperar?Usted es la nica que tiene paciencia, mademoiselle dijo Poirot,dirigindose a miss Debenham.Ella se encogi de hombros.Qu otra cosa se puede hacer?Es usted una filsofa, mademoiselle.Eso implica una actitud distinta. Creo que la ma es ms egosta. Heaprendido a ahorrarme emociones intiles replic la joven.Hablaba ms para s misma que para l. Ni siquiera le miraba. Tenalos ojos fijos en una de las ventanillas, donde la nieve ibaacumulndose en grandes masas.Tiene usted un carcter enrgico, mademoiselle aadi,galantemente, Poirot. La ms fuerte de todos nosotros!Oh, no lo crea! Conozco a alguien ms fuerte que yo.Y es...?La joven pareci volver repentinamente en s, a la realidad de queestaba hablando con un extrao, un extranjero con quien hasta

  • aquella maana slo haba cambiado media docena de frases. Seech a rer con risa un poco forzada.Pues... esa anciana seora, por ejemplo. Usted probablemente sehabr fijado en ella. Es fea; pero tiene algo que fascina. No tiene msque levantar un dedo y pedir algo con voz suave... y todo el tren seecha a rodar.Tambin rueda por mi amigo monsieur Bouc repuso Poirot. Peroes por ser uno de los directores de la lnea, no porque tenga uncarcter dominador.Mary Debenham sonri.La maana iba avanzando. Algunas personas, Poirot entre ellas,permanecieron en el coche comedor. Por el momento se pasabamejor el tiempo haciendo vida en comn. Mistress Hubbard volvi aextenderse en largas divagaciones sobre su hija y sobre la vida ycostumbres de su difunto marido desde que se levantaba por lamaana y desayunaba cereales hasta que se acostaba por las noches,puestos los calcetines que la misma mistress Hubbard confeccionabapara l.Escuchaba Poirot un confuso relato de los fines misionales de la damasueca cuando uno de los encargados del coche cama entr en elcoche y se detuvo a su lado.Pardon, monsieur.Qu desea?Monsieur Bouc agradecera que tuviese usted la bondad de ir ahablar con l unos minutos.Poirot se puso de pie, dio excusas a la dama sueca y sigui alempleado. ste no era el encargado de su coche, sino un hombremucho ms corpulento.Atravesaron el pasillo de su propio coche y el del inmediato. Elempleado llam a una puerta y se apart para dejar pasar a Poirot.El compartimiento no era el de monsieur Bouc. Era uno de segundaclase, elegido presumiblemente a causa de su mayor tamao. Daba laimpresin de estar lleno de gente.Monsieur Bouc estaba sentado en uno de los asientos del fondo.Frente a l, junto a la ventanilla, un individuo bajo y morenocontemplaba la nieve a travs de los cristales. De pie, y comoimpidiendo el paso a Poirot, estaba un hombre de uniforme azul (eljefe del tren) y a su lado el encargado del coche cama.Ah, mi buen amigo! exclam monsieur Bouc. Entre. Tenemosnecesidad de usted.El individuo de la ventanilla se corri un poco en el asiento ymonsieur Poirot pas por entre los dos empleados y se sent frente asu amigo.La expresin del rostro de monsieur Bouc le dio, como l habradicho, mucho que pensar. Era evidente que haba ocurrido algoinusitado.De qu se trata? pregunt.

  • Cosas muy graves, amigo mo. Primero esta nieve..., estadetencin. Y ahora...Hizo una pausa, y de la garganta del encargado del coche cama saliuna especie de gemido ahogado.Y ahora qu?Y ahora un caballero aparece muerto en su cama..., cosido apualadas.Monsieur Bouc hablaba con una especie de resignada desesperacin.Un viajero? Qu viajero?Un norteamericano. Un individuo llamado..., llamado... consultunas notas que tena delante de l. Ratchett... no es eso?S, seor contest el empleado del coche cama con tranquilidad.Poirot le mir. Estaba tan plido como el yeso.Mejor ser que mande usted sentar a este hombre dijo a suamigo. Est a punto de desmayarse.El jefe del tren se apart ligeramente y el empleado se dej caer enel asiento y hundi la cabeza entre las manos.Bonita situacin! coment Poirot.Y tan bonita! Para empezar, un asesinato, que ya de por s es unacalamidad de primera clase, y luego esta parada, que quiz nosretenga aqu horas, qu digo horas!... das! Otra circunstancia. Alpasar por la mayora de los pases tenemos la polica del pas en eltren. Pero en Yugoslavia... no, comprende usted?S que es una situacin difcil convino Poirot.Y an puede empeorar. El doctor Constantine... Me olvidaba. No selo he presentado a usted... El doctor Constantine, monsieur Poirot.El hombrecillo moreno se inclin y Poirot correspondi a lareverencia.El doctor Constantine opina que la muerte ocurri hacia la una de lamadrugada.Es difcil puntualizar en estos casos aclar el doctor; pero creopoder decir concretamente que la muerte ocurri entre la medianochey las dos de la madrugada.Cundo fue visto mister Ratchett por ltima vez? preguntPoirot.Se sabe que estaba vivo a la una menos veinte, cuando habl conel encargado contest monsieur Bouc.Es cierto dijo Poirot. Yo mismo o lo que ocurra. Eso es loltimo que se sabe?Poirot se volvi hacia el doctor, quien continu:La ventana del compartimiento de mister Ratchett fue encontradaabierta de par en par, lo que induce a suponer que el asesino escappor all. Pero en mi opinin esa ventana abierta no es ms que unapantalla. El que sali por all tena que haber dejado huellas bienntidas en la nieve y no hay ninguna.Cundo fue descubierto el crimen? pregunt Poirot.Michel!

  • El encargado del coche cama se puso de pie. Estaba todava plido yasustado.Dgale a este caballero lo que ocurri exactamente ordenmonsieur Bouc.El criado de mister Ratchett llam repetidas veces a la puerta estamaana. No hubo contestacin. Luego, har una media hora, lleg elcamarero del coche comedor. Quera saber si el seor queradesayunar. Le abr la puerta con mi llave. Pero hay una cadenatambin, y estaba echada. Dentro nadie contest y estaba todo ensilencio... y muy fro, con la ventana abierta y la nieve cayendodentro. Fui a buscar al jefe del tren. Rompimos la cadena y entramos.El caballero estaba... ah, c'tait terrible!Volvi a hundir el rostro entre las manos.La puerta estaba cerrada y encadenada por dentro repitipensativo Poirot. No ser suicidio..., eh?El doctor griego ri de un modo sardnico.Un hombre que se suicida, puede apualarse en diez..., doce oquince sitios diferentes? pregunt.Poirot abri los ojos.Es mucho ensaamiento coment.Es una mujer intervino el jefe de tren, hablando por primeravez. No les quepa duda de que es una mujer. Solamente una mujeres capaz de herir de ese modo.El doctor Constantine hizo un gesto de duda.Tuvo que ser una mujer muy fuerte dijo. No es mi deseo hablartcnicamente..., eso no hace ms que confundir..., pero puedoasegurarles que uno o dos de los golpes fueron dados con tal fuerzaque el arma atraves los msculos y los huesos.Por lo visto no ha sido un crimen cientfico coment Poirot.Lo ms anticientfico que pueda imaginarse. Los golpes fuerondescargados al azar. Algunos causaron apenas dao. Es como sialguien hubiese cerrado los ojos y luego, en loco frenes, hubiesegolpeado a ciegas una y otra vez.C'est une femme repiti el jefe de tren. Las mujeres son as.Cuando estn furiosas tienen una fuerza terrible.Lo dijo con tanto aplomo que todos sospecharon que tenaexperiencia personal en la materia.Yo tengo, quizs, algo con que contribuir a esa coleccin de detallesdijo Poirot. Mister Ratchett me habl ayer y me dijo, si no lecomprend mal, que su vida peligraba.Entonces el agresor no fue una mujer. Sera un gngster o unpistolero, ya que la vctima es un norteamericano opin monsieurBouc.De ser as dijo Poirot, sera un gngster aficionado.Hay en el tren un norteamericano muy sospechoso aadimonsieur Bouc insistiendo en su idea. Tiene un aspecto terrible yviste estrafalariamente. Mastica chicle sin cesar, lo que creo que no

  • es de muy buen tono. Sabe a quin me refiero?El encargado del coche cama hizo un gesto afirmativo.Oui, monsieur, al nmero diecisis. Pero no pudo ser l. Le habravisto yo entrar o salir del compartimiento.Quiz no. Pero ya aclararemos eso despus. Se trata ahora dedeterminar lo que debemos hacer aadi, mirando a Poirot.Poirot le mir a su vez fijamente.Vamos, amigo mo sigui monsieur Bouc. Adivinar usted loque voy a pedirle. Conozco sus facultades. Encrguese de estainvestigacin! No se niegue. Comprenda que para nosotros esto esmuy serio. Hablo en nombre de la Compagnie Internationale desWagons Lits. Ser hermoso presentar el caso resuelto cuando lleguela polica yugoslava! De otro modo, tendremos retrasos, molestias,un milln de inconvenientes! En cambio si usted aclara el misterio,podremos decir con exactitud: Ha ocurrido un asesinato..., ste esel criminal!.Suponga usted que no lo aclaro.Ah, mon cher! La voz de monsieur Bouc se hizo francamenteacariciadora. Conozco su reputacin. He odo algo de sus mtodos.ste es un caso ideal para usted. Examinar los antecedentes de todaesta gente, descubrir su bona fide..., todo eso exige tiempo einnumerables molestias. Y a m me han informado que le han odo austed decir con frecuencia que para resolver un caso no hay ms querecostarse en un silln y pensar. Hgalo as. Interrogue a los viajerosdel tren, examine el cadver, examine las huellas que haya y luego...,bueno, tengo fe en usted! Recustese y piense..., utilice (como sque dice usted) las clulas grises de su cerebro... y todo quedaraclarado!Se inclin hacia delante, mirando de modo afectuoso a su amigo.Su fe me conmueve, amigo mo dijo Poirot, emocionado. Comousted dice, ste no puede ser un caso difcil. Yo mismo..., anoche,pero no hablemos de esto ahora. No puedo negar que este problemame intriga. No hace unos minutos estaba pensando que nosesperaban muchas horas de aburrimiento, mientras estemosdetenidos aqu. Y de repente... me cae un intrincado problema entremanos.Acepta usted, entonces? pregunt monsieur Bouc con ansiedad.C'est entendu. El asunto corre de mi cuenta.Muy bien. Todos estamos a su disposicin.Para empezar, me gustara tener un plano del coche. Estambul-Calais, con una lista de los viajeros que ocupan los diversoscompartimientos, y tambin me gustara examinar sus pasaportes ybilletes.Michel le proporcionar a usted todo eso.El conductor del coche cama abandon el compartimiento.Qu otros viajeros hay en el tren? pregunt Poirot.En este coche el doctor Constantine y yo somos los nicos viajeros.

  • En el coche de Bucarest hay un anciano caballero con una piernaintil. Es muy conocido del encargado. Adems, tenemos los cochesordinarios, pero stos no nos interesan, ya que quedaron cerradosdespus de servirse la cena de anoche. Delante del coche Estambul-Calais no hay ms que el coche comedor.Parece, entonces dijo lentamente Poirot, que debemos buscar anuestro asesino en el coche Estambul-Calais. No es eso lo queinsinuaba usted? pregunt dirigindose al doctor.El griego asinti.Media hora despus de la medianoche tropezamos con la tormentade nieve. Nadie pudo abandonar el tren desde entonces.El asesino contina, pues, entre nosotros dijo monsieur Boucsolemnemente.

  • VI

    Una mujer?

    Antes de nada dijo Poirot me gustara hablar unas palabras conel joven mister MacQueen. Puede darnos informes valiossimos.Ciertamente dijo monsieur Bouc.Se dirigi al jefe de tren.Diga a mister MacQueen que tenga la bondad de venir.El jefe de tren abandon el compartimiento.El encargado regres con un puado de pasaportes y billetes.Monsieur Bouc se hizo cargo de ellos.Gracias, Michel. Vuelva a su puesto. Ms tarde le tomaremosdeclaracin.Muy bien, seor.Michel abandon el vagn a su vez.Despus de que hayamos visto al joven MacQueen dijo Poirot,quizs el seor doctor tendr la bondad de ir conmigo alcompartimiento del hombre muerto.Ciertamente. Estoy a su disposicin.Y despus que hayamos terminado all...En aquel momento regres el jefe de tren, acompaado de HctorMacQueen.Monsieur Bouc se puso de pie.Estamos un poco apretados aqu dijo amablemente. Ocupe miasiento, mister MacQueen. Monsieur Poirot se sentar frente austed... ah.Se volvi al jefe de tren.Haga salir a toda la gente del coche comedor dijo y djelo librepara monsieur Poirot. Celebrar usted sus entrevistas all, moncher?S, sera lo ms conveniente contest Poirot. MacQueen paseabasu mirada de uno a otro, sin comprender del todo su rpido francs.Qu'est-ce qu'il y a? empez a decir trabajosamente.Pourquoi...?Poirot le indic con enrgico gesto que se sentase en el rincn.MacQueen obedeci y empez a decir una vez ms, intranquilo:Pourquoi...? De pronto rompi a hablar en su propio idioma.Qu pasa en el tren? Ha ocurrido algo?Poirot hizo un gesto afirmativo.Exactamente. Ha ocurrido algo. Preprese a recibir una granemocin. Su jefe, mister Ratchett, ha muerto.La boca de MacQueen emiti un silbido. A excepcin de que sus ojosbrillaron un poco ms, no dio la menor muestra de emocin o

  • disgusto.Al fin acabaron con l se limit a decir.Qu quiere usted decir exactamente con esa frase, misterMacQueen?ste titube.Supone usted insisti Poirot que mister Ratchett fueasesinado?No lo fue? Esta vez MacQueen mostr sorpresa. Cierto dijolentamente. Eso es precisamente lo que crea. Es que muri demuerte natural?No, no dijo Poirot. Su suposicin es acertada. Mister Ratchettfue asesinado. Apualado. Pero me agradara saber sinceramente porqu estaba usted tan seguro de que fue asesinado.MacQueen titube de nuevo.Hablemos claro dijo. Quin es usted? Y qu pretende?Represento a la Compagnie Internationale des Wagons Lits hizouna pausa y aadi: Soy detective. Me llamo Hrcules Poirot.Si esperaba producir efecto, no caus ninguno. MacQueen dijomeramente:Ah, s? y esper a que prosiguiese.Quiz conozca usted el nombre.Parece que me suena... Slo que siempre cre que era el de unmodisto.Hrcules Poirot le mir con disgusto.Es increble! murmur.Qu es increble?Nada. Sigamos con nuestro asunto. Necesito que me diga ustedtodo lo que sepa del muerto. Estaba usted emparentado con l?No. Soy... era... su secretario.Cunto tiempo hace que ocupa usted ese puesto?Poco ms de un ao.Tenga la bondad de darme todos los detalles que pueda.Conoc a mister Ratchett har poco ms de un ao, estando enPersia.Poirot le interrumpi.Qu haca usted all?Haba venido de Nueva York para gestionar una concesin depetrleo. Supongo que no le interesar a usted el asunto. Mis amigosy yo fracasamos y quedamos en situacin apurada. Mister Ratchettparaba en el mismo hotel. Acababa de despedir a su secretario. Meofreci su puesto y lo acept. Mi situacin econmica era muy crticay recib con alegra un trabajo bien remunerado y hecho a mi medida,como si dijramos.Y despus?No hemos cesado de viajar. Mister Ratchett quera ver mundo. Perole molestaba no conocer idiomas. Yo actuaba ms como intrpreteque como secretario. Era una vida muy agradable.

  • Ahora contine usted dndome detalles de su jefe.El joven se encogi de hombros y apareci en su rostro una expresinde perplejidad.Poco puedo decir.Cul era su nombre completo?Samuel Edward Ratchett.Ciudadano norteamericano?S.De qu parte de los Estados Unidos?No lo s.Bien, dgame lo que sepa.La verdad es, mister Poirot, que no s nada. Mister Ratchett nuncame hablaba de s mismo ni de su vida en los Estados Unidos.A qu atribuy usted esa reserva?No s. Me imagin que quizs estuviese avergonzado de suscomienzos. A mucha gente le sucede lo mismo.Considera esa explicacin satisfactoria?Francamente, no.Tena parientes?Nunca los mencion.Poirot insisti sobre aquel asunto.Tuvo usted que extraarse de tanta reserva, mister MacQueen.Me extra, en efecto. En primer lugar, no creo que Ratchett fuesesu verdadero nombre. Tengo la impresin de que abandondefinitivamente su pas para escapar de algo o de alguien. Y creo quelo logr... hasta hace pocas semanas.Por qu lo dice?Porque empez a recibir annimos... annimos amenazadores.Los vio usted?S. Era mi misin atender su correspondencia. La primera cartalleg hace unos quince das.Fueron destruidas esas cartas?No, tengo todava un par de ellas en mis carpetas. Otra la rompiRatchett en un momento de rabia. Quiere que se las traiga?Si es usted tan amable...MacQueen abandon el compartimiento. Regres a los pocos minutosy puso ante Poirot dos hojas de papel algo sucio y arrugado. Laprimera carta deca lo siguiente:

    Creste que podras escapar de nuestra venganza, verdad?En tu vida lo logrars. Hemos salido en tu busca, Ratchett,y te cogeremos!

    No tena firma.Sin hacer otro comentario que alzar ligeramente las cejas, Poirotcogi la segunda carta.

    Vamos a llevarte a dar un paseo, Ratchett. No tardaremos.

  • Preprate para el acto final.

    El estilo es montono coment Poirot, dejando la carta. Muchoms que la escritura.MacQueen se le qued mirando.Usted no lo notara dijo Poirot amablemente. Requiere el ojo dealguien acostumbrado a tales cosas. Esta carta no fue escrita por unasola persona, mister MacQueen. La escribieron dos o ms... y cadauna puso una letra cada vez. Adems, son caracteres de imprenta.Eso hace mucho ms difcil la tarea de identificar la escritura.Hizo una pausa y aadi:Saba usted que mister Ratchett me haba pedido ayuda ayer?A usted?El tono de asombro de MacQueen dijo a Poirot, sin dejar lugar aduda, que el joven no lo saba.S. Estaba alarmado. Dgame, cmo reaccion cuando recibi laprimera carta?MacQueen titube.Es difcil decirlo. Se ech a rer con aquella risa tan suya. Pero medio la impresin de que debajo de aquella tranquilidad se ocultaba ungran temor.Poirot hizo una pregunta inesperada.Mister MacQueen, quiere usted decirme, pero honradamente, ques lo que senta usted por su jefe? Le apreciaba usted?Hctor MacQueen se tom unos breves momentos para contestar.No s dijo al fin. No le apreciaba.Por qu?No lo puedo decir exactamente. Era siempre muy amable en sutrato.Hizo una pausa y aadi:Le dir a usted la verdad, mister Poirot. Me era francamenteantiptico. Era, estoy seguro, un hombre peligroso y cruel. Deboconfesar, sin embargo, que no tengo razones en las que apoyar miopinin.Muchas gracias, mister MacQueen. Una pregunta ms... Cundovio usted por ltima vez a mister Ratchett, seor MacQueen?La pasada noche a eso de... Reflexion un minuto. A eso de lasdiez. Entr en su compartimiento a pedirle unos datos.Sobre qu?Sobre mosaicos y cermica antigua que compr en Persia. Lo que leentregaron no era lo que haba comprado. Con ese motivo hemossostenido una enojosa correspondencia con los vendedores.Y fue sa la ltima vez que fue visto vivo mister Ratchett?Supongo que s.Sabe usted cundo recibi mister Ratchett el ltimo annimoamenazador?La maana del da que salimos de Constantinopla.

  • Una pregunta ms, mister MacQueen. Estaba usted en buenasrelaciones con su jefe?Ratchett y yo nos llevbamos perfectamente bien contest eljoven sin titubear.Tiene usted la bondad de darme su nombre completo y direccinen Estados Unidos?MacQueen dio su nombre Hctor Willard MacQueen y unadireccin de Nueva York.Poirot se recost contra el almohadillado del asiento.Nada ms por ahora, mister MacQueen dijo. Le quedara muyagradecido si reservase la noticia de la muerte de mister Ratchett poralgn tiempo.Su criado, Masterman, tendr que saberla.Probablemente la sabe ya repuso Poirot. Si es as, trate de quecierre la boca.No me ser difcil. Es muy reservado, como buen ingls, y tiene unapobre opinin de los norteamericanos y ninguna en absoluto sobre losde cualquier otra nacionalidad.Muchas gracias, mister MacQueen.El norteamericano abandon el lugar.Bien? pregunt monsieur Bouc. Cree usted lo que le ha dichoese joven?Parece sincero y honrado. No fingi el menor afecto por su patrn,como probablemente habra hecho de haber estado complicado en elasunto. Es cierto que mister Ratchett no le dijo que haba tratado decontratar mis servicios y que fracas, pero no creo que sta searealmente una circunstancia sospechosa. Me figuro que misterRatchett era un caballero reservado en sus asuntos.As, pues, descarta usted una persona, por lo menos, comoinocente del crimen dijo monsieur Bouc jovialmente.Poirot le lanz una mirada de reproche.Yo sospecho de todo el mundo hasta el ltimo minuto contest.No obstante, debo confesarle que no concibo a este sereno y reflexivoMacQueen perdiendo la cabeza y apualando a la vctima doce ocatorce veces. No est de acuerdo con su psicologa.Es cierto dijo, pensativo, monsieur Bouc. Es el acto de unhombre casi enloquecido por un odio frentico. Sugiere ms eltemperamento latino. O, como dijo nuestro jefe de tren, la mano deuna mujer.

  • VII

    El cadver

    Seguido por el doctor Constantine, Poirot se dirigi al cocheinmediato y al compartimiento del hombre que haba sido asesinado.El empleado le abri la puerta con su llave.Entraron los dos hombres, y Poirot mir interrogativamente a sucompaero.Han tocado algo en el compartimiento?No hemos tocado nada y no mov el cuerpo al examinarlo.Lo primero que le llam la atencin fue el fro intenssimo que reinabaen el reducido compartimiento. El cristal de la ventanilla estababajado y levantada la cortina.Brrr! se estremeci Poirot.El otro sonri comprensivamente.No quise cerrarla dijo.Poirot examin cuidadosamente la ventanilla.Tena usted razn dijo. Nadie abandon el carruaje por aqu.Posiblemente, la ventanilla abierta estaba destinada a sugerir talhecho, pero si es as, la nieve ha burlado el propsito del asesino.Examin cuidadosamente el marco de la ventana y, sacando unacajita del bolsillo, sopl un poco de polvo sobre ella.No hay huellas dactilares dictamin. Pero aunque las hubiese,nos diran muy poco. Seran de mister Ratchett o de su criado o delencargado. Los criminales no cometen torpezas de esta clase enestos tiempos. Podemos, pues, cerrar la ventana. Aqu hace un froinaguantable.Acompa la accin a la palabra y luego desvi su atencin porprimera vez a la inmvil figura tendida en la litera.Ratchett yaca boca arriba. La chaqueta de su pijama salpicada demanchas negruzcas, haba sido desabotonada y echada hacia atrs.Comprender usted que lo tuve que hacer para ver la naturaleza delas heridas explic el doctor.Poirot asinti. Se inclin sobre el cadver. Finalmente, se incorporcon un ligero gesto de disgusto.No es nada agradable dijo. El asesino se ensa de un modorepugnante. Cuntas heridas cont usted?Doce. Una o dos pueden calificarse de erosiones nada ms. Y tresde ellas son mortales de necesidad.Algo en la manera de hablar del doctor llam la atencin de Poirot. Lemir fijamente. El griego contemplaba perplejo el cadver.Qu encuentra usted de extrao?Lo ha adivinado usted contest el otro.

  • De qu se trata?Vea usted estas heridas dijo el doctor, sealndolas. Sonprofundas; cada corte tuvo que interesar vasos sanguneos y, sinembargo, los bordes no se abren. No han sangrado como cabaesperar.Y eso indica...?Que el hombre estaba ya muerto..., llevaba algn tiempo muertocuando se las causaron. Pero esto es seguramente absurdo.As parece dijo Poirot pensativo. A menos que nuestro asesinose figurase que no haba ejecutado debidamente su tarea y volviesepara terminarla. Pero es manifiestamente absurdo! Algo ms?Solamente una cosa.Qu?Vea usted esta herida... bajo el brazo derecho... cerca del hombro.Tome usted este lpiz. Podra usted descargar este golpe?Poirot imit el movimiento con la mano.Ya veo repuso. Con la mano derecha es excesivamente difcil...,casi imposible. Tendra uno que descargar el golpe del revs, como sidijramos. En cambio, empleando la mano izquierda...Exactamente, monsieur Poirot. Es casi seguro que ese golpe fuecausado con la mano izquierda.De manera que nuestro asesino es zurdo? Sera demasiadosencillo, no le parece, doctor?Como usted diga, monsieur Poirot. Algunas de esas heridas hansido causadas, con toda evidencia, por una mano normal.Dos personas. Volvemos a la hiptesis de las dos personasmurmur el detective. Estaba encendida la luz? preguntbruscamente.Es difcil saberlo. El encargado la apaga todas las maanas a eso delas diez.Los conmutadores nos lo aclararn dijo Poirot. Examin la llavede la luz del techo y la perilla de la cabecera. La primera estabaabierta; la segunda, cerrada.Eh bien! exclam, pensativo. Tenemos aqu una hiptesis delprimero y segundo asesinos, como dira el gran Shakespeare. Elprimer asesino apual a su vctima y abandon la cabina, apagandola luz; el segundo asesino entr a oscuras, no vio que lo que sepropona ejecutar estaba ya hecho y apual, por lo menos dosveces, el cuerpo del muerto. Que pensez vous de a?Magnfico! dijo el doctor con entusiasmo.Los ojos del otro parpadearon.Lo cree usted as? Lo celebro. A m me sonaba un poco a tontera.Qu otra explicacin puede haber?Eso es precisamente lo que me pregunto. Tenemos aqu unacoincidencia o qu? Hay algunas otras incongruencias que sugieranla intervencin de dos personas?Creo que s. Algunas de estas heridas, como ya he dicho, indican

  • debilidad..., falta de fuerza o de decisin. Pero hay otras, comosta... y sta seal de nuevo que indican fuerza y energa. Hanpenetrado hasta el hueso.Fueron hechas, en opinin suya, por un hombre?Es casi seguro.No pudieron ser hechas por una mujer?Una mujer joven y atltica podra haberlas hecho, especialmente sise senta presa de una gran emocin; pero eso es, en mi opinin,altamente improbable.Poirot guard silencio un momento.Comprende usted mi punto de vista? pregunt el otro conansiedad.Perfectamente contest Poirot. El asunto empieza a aclararsealgo! El asesino fue un hombre de gran fuerza; tambin pudo serdbil, pudo ser igualmente una mujer, o una persona zurda, o unaambidextra..., o una... Ah! C'est rigolo tout a!Poirot hablaba con repentino nerviosismo.Y la vctima, qu papel desempe en todo esto? Qu hizo?Grit? Luch? Se defendi?Poirot introdujo la mano bajo la almohada y sac la pistolaautomtica que Ratchett le haba enseado el da anterior.Completamente cargada, como usted ve observ.Siguieron registrando. La ropa de calle de Ratchett colgaba de lasperchas de una pared. En la pequea mesa formada por la taza dellavabo haba varios objetos; una dentadura postiza en un vaso deagua; otro vaso vaco; una botella de agua mineral; un frasco grandey un cenicero que contena la punta de un cigarro y unos fragmentosde papel quemado, dos cerillas usadas...El doctor cogi el vaso vaco y lo olfate.Aqu est la explicacin de la inactividad de la vctima dijo.Narcotizado?S.Poirot recogi las dos cerillas y las examin cuidadosamente.Estas dos cerillas dijo son de diferente forma. Una es ms planaque la otra. Comprende?Son de la clase que venden en el tren contest el doctor.Poirot palp los bolsillos del traje de Ratchett y sac de uno de ellosuna caja de cerillas, que compar cuidadosamente con las otras.La ms redonda fue encendida por mister Ratchett observ.Veamos si tiene tambin de la otra clase.Pero un nuevo registro de ropas no revel la existencia de mscerillas.Los ojos de Poirot asaetearon sin cesar el reducido compartimiento.Tenan el brillo y la vivacidad de los ojos de las aves. Daban lasensacin de que nada poda escapar a su examen.De pronto, se inclin y recogi algo del suelo. Era un pequeocuadrado de batista muy fina. En una esquina tena bordada la inicial

  • H.Un pauelo de mujer dijo el doctor. Nuestro amigo el jefe detren tena razn. Hay una mujer complicada en este asunto.Y para que no haya duda, se deja el pauelo! replic Poirot.Exactamente como ocurre en los libros y en las pelculas. Adems,para facilitarnos la tarea, est marcado con una inicial.Qu suerte hemos tenido! exclam el doctor.Verdad que s? dijo Poirot con irona.Su tono sorprendi al doctor, pero antes de que pudiera pedir algunaexplicacin, Poirot volvi a agacharse para recoger otra cosa delsuelo.Esta vez mostr en la palma de la mano... un limpiapipas.Ser, quiz, propiedad de mister Ratchett? sugiri el doctor.No encontr pipa alguna en su bolsillo, ni siquiera rastros detabaco.Entonces es un indicio.Oh, sin duda! Y qu oportunamente lo dej caer el criminal!Observe usted que ahora el rastro es masculino! No podemosquejarnos de no tener pistas en este caso. Las hay en abundancia yde toda clase. A propsito, qu ha hecho usted del arma?No encontr arma alguna. Debi llevrsela el asesino.Me gustara saber por qu murmur Poirot.El doctor, que haba estado explorando delicadamente los bolsillos delpijama del muerto, lanz una exclamacin:Se me pas inadvertido dijo. Y eso que desaboton la chaquetay se la ech hacia atrs.Sac del bolsillo del pecho un reloj de oro. La caja estabahorrorosamente abollada y las manecillas sealaban la una y cuarto.Mire usted! dijo Constantine. Esto nos indica la hora delcrimen. Est de acuerdo con mis clculos. Entre la medianoche y lasdos de la madrugada; es lo que dije, y probablemente hacia la una,aunque es difcil concretar en estos casos. Eh bien!, aqu est laconfirmacin. La una y cuarto. sta fue la hora del crimen.Es posible, s. Es ciertamente posible murmur monsieur Poirot.El doctor le mir con curiosidad.Usted me perdonar, monsieur Poirot, pero no acabo decomprenderle.Yo mismo no me comprendo repuso Poirot. No comprendo nadaen absoluto y, como usted ve, me intriga en extremo.Suspir y se inclin sobre la mesita para examinar el fragmento depapel carbonizado.Lo que yo necesitara en este momento murmur como para ses una sombrerera de seora, y cuanto ms antigua mejor.El doctor Constantine qued perplejo ante aquella singularobservacin. Pero Poirot no le dio tiempo para nuevas preguntas y,abriendo la puerta del pasillo, llam al encargado. El hombre seapresur a acudir.

  • Cuntas mujeres hay en este coche? le pregunt Poirot.El encargado se puso a contar con los dedos.Una, dos, tres..., seis, seor. La anciana norteamericana, la damasueca, la joven inglesa, la condesa Andrenyi y madame, la princesaDragomiroff y su doncella.Poirot reflexion unos instantes.Tienen todas sus sombrereras?S, seor.Entonces trigame..., espere..., s, la de la dama sueca y la de ladoncella. Les dir usted que se trata de un trmite de aduana..., loprimero que se le ocurra.Nada ms fcil, seor. Ninguna de las dos seoras est en sucompartimiento en este instante.Dse prisa, entonces.El encargado se alej y volvi al poco rato con las dos sombrereras.Poirot abri la de la dama sueca y lanz un suspiro de satisfaccin. Ytras retirar cuidadosamente los sombreros, descubri una especie dearmazn redonda hecha con tejido de alambre.Aqu tenemos lo que necesitamos. Hace unos quince aos, lassombrereras eran todas como sa. El sombrero se sujetaba pormedio de un alfiler en esta armazn de tela metlica.Mientras hablaba fue desprendiendo hbilmente dos de los trozos dealambre.Luego volvi a cerrar la sombrerera y dijo al encargado que lasdevolviese a sus respectivas dueas.Cuando la puerta se cerr una vez ms, volvi a dirigirse a sucompaero.Vea usted, mi querido doctor, yo no confo mucho en elprocedimiento de los expertos. Es la psicologa lo que me interesa, nolas huellas digitales, ni las cenizas de los cigarrillos. Pero en este casoaceptar una pequea ayuda cientfica. Este compartimiento estlleno de rastros, pero podemos estar seguros de que son realmentelo que aparentan?No le comprendo a usted, monsieur Poirot.Bien. Voy a ponerle un ejemplo. Hemos encontrado un pauelo demujer. Lo dej caer una mujer? O acaso fue un hombre quiencometi el crimen y se dijo: Voy a hacer aparecer esto como sifuese un nmero innecesario de golpes, flojos muchos de ellos, ydejar caer este pauelo donde no tengan ms remedio queencontrarlo? sta es una posibilidad. Luego hay otra. Lo mat unamujer y dej caer deliberadamente un limpiapipas para que parecieseobra de un hombre? De otro modo, tendremos que suponerseriamente que dos personas..., un hombre y una mujer...,intervinieron aisladamente, que las dos personas fueron tandescuidadas que dejaron un rastro para probar su identidad. Es unacoincidencia demasiado extraa!Pero, qu tiene que ver la sombrerera con todo esto? pregunt

  • el doctor, todava intrigado.Ah! De eso trataremos ahora. Como iba diciendo, esos rastros, elreloj parado a la una y cuarto, el pauelo, el limpiapipas, pueden serverdaderos o pueden ser falsos. No puedo decirlo todava. Pero hayaqu uno que creo aunque quiz me equivoque que no fuefalsificado. Me refiero a la cerilla plana, seor doctor. Creo que esacerilla fue utilizada por el asesino y no por mister Ratchett. Fueutilizada para quemar un documento comprometedor. Posiblementeuna nota. Si es as, haba algo en aquella nota, alguna equivocacin,algn error, que dejaba una posible pista hacia el verdadero asesino.Voy a intentar resucitar lo que era ese algo.Abandon el compartimiento y regres unos momentos despus conun pequeo mechero de alcohol y un par de tenacillas.Las utilizo para el bigote dijo refirindose a las ltimas.El doctor le observaba con gran inters. Aplan los trozos de telametlica y coloc cuidadosamente el fragmento de papel carbonizadosobre uno de ellos. Luego lo cubri con el otro trozo y, sujetndolotodo con las tenacillas, lo expuso a la llama del mechero.Veremos lo que resulta dijo sin volver la cabeza.El doctor observaba atentamente sus manipulaciones. El metalempez a ponerse incandescente. De pronto, vio dbiles indicios deletras. Las palabras fueron formndose lentamente..., palabras defuego.Era un trozo de papel muy pequeo. Slo caban en l cinco palabrasy parte de otra:

    ...cuerda a la pequea Daisy Armstrong.

    Ah! exclam Poirot.Le dice a usted algo? pregunt el doctor con curiosidad.A Poirot le brillaban los ojos. Dej cuidadosamente las tenacillassobre la mesa.S dijo. S el verdadero nombre del muerto. S por qu tuvoque abandonar los Estados Unidos.Cmo se llamaba?Cassetti.Cassetti Constantine frunci el entrecejo. Me recuerda algo.Hace aos. No puedo concretar... Fue un caso que sucedi en esepas, no es cierto?Poirot no quiso dar ms detalles sobre el asunto. Mir a su alrededory prosigui:Luego hablaremos de eso. Asegurmonos primero de que hemosvisto todo lo que hay aqu.Rpida y diestramente registr una vez ms los bolsillos de las ropasdel muerto, pero no encontr nada de inters. Luego empuj lapuerta de comunicacin con el compartimiento inmediato, peroestaba cerrado por el otro lado.

  • Hay una cosa que no comprendo dijo el doctor Constantine. Siel asesino no escap por la ventana, y si esta puerta de comunicacinestaba cerrada por el otro lado, y si la puerta que da al pasillo no sloestaba cerrada, sino que tena echada la cadena, cmo abandon elcriminal el compartimiento?Eso es lo que dicen los espectadores cuando meten a una personaatada de pies y manos en un armario... y desaparece.No comprendo...Quiero decir explic Poirot que si el asesino se propusohacernos creer que haba escapado por la ventana, tenanaturalmente que hacer parecer que las otras dos salidas eranimposibles. Como ve, es un truco... como el de la persona quedesaparece en un armario. Nuestra misin es, pues, descubrir cmose hizo ese truco.Poirot cerr la puerta de comunicacin por el lado del compartimientoen que se encontraban.Por si a la excelente mistress Hubbard dijo se le antoja meter lanariz para buscar detalles.Mir a su alrededor una vez ms.No hay nada ms que hacer aqu, me parece. Vayamos a reunimoscon monsieur Bouc.

  • VIII

    El caso Armstrong

    Encontramos a monsieur Bouc terminando una tortilla.Pens que era mejor hacer servir inmediatamente el almuerzo en elcoche comedor dijo. De este modo quedar libre de gente ymonsieur Poirot podr seguir all sus interrogatorios. Entretanto, heordenado que nos traigan aqu nuestra comida.Excelente contest Poirot.Ninguno de los tres hombres tena apetito y la comida terminpronto, pero hasta que no empezaron a tomar el caf no mencionmonsieur Bouc el asunto que ocupaba sus imaginaciones.Eh bien? pregunt.Eh bien, he descubierto la identidad de la vctima. S los motivosque lo obligaron a salir de los Estados Unidos.Quin era?Recuerda usted haber ledo algo del beb Armstrong? Este es elindividuo que asesin a la pequea Daisy Armstrong... Cassetti.Ahora caigo. Un asunto sensacional..., aunque no puedo recordarlos detalles.El coronel Armstrong era mitad ingls y mitad norteamericano,pues su madre era hija de Van der Halt, el millonario de Wall Street.El coronel se cas con la hija de Linda Arden, la ms famosa trgicanorteamericana de aquella poca. Vivan en Estados Unidos y tenanuna hija..., una chiquilla... a quien idolatraban. La chiquilla fuesecuestrada cuando tena tres aos y pidieron una suma exorbitantecomo precio del rescate. No le cansar a usted con todas lasincidencias que siguieron. Me referir al momento en que, tras haberpagado la enorme suma de doscientos mil dlares, fue descubierto elcadver de la nia, que llevaba muerta por lo menos quince das. Laindignacin pblica adquiri caracteres apocalpticos. Pero lo peor fuelo que sucedi despus. Mistress Armstrong esperaba otro hijo y, aconsecuencia de la emocin, dio a luz prematuramente una criaturamuerta, y ella tambin muri. Desesperado, su marido se peg untiro.Mon Dieu, qu tragedia! exclam monsieur Bouc. Ahorarecuerdo que hubo tambin otra muerte, no es cierto?S..., una desgraciada niera suiza o francesa. La polica estabaconvencida de que aquella mujer saba algo del crimen. Se resistierona creer sus histricas negativas. Finalmente, en un ataque dedesesperacin, la pobre muchacha se arroj por la ventana y semat. Despus se descubri que era absolutamente inocente de todacomplicidad en el crimen.Jams o cosa tan horrible coment monsieur Bouc.

  • Unos seis meses despus, fue detenido este Cassetti, como jefe dela banda que haba secuestrado a la chiquilla. Haban utilizado losmismos mtodos en otros casos. Mataban a sus prisioneros,ocultaban los cadveres y procuraban entonces sacar todo el dineroposible antes de que se descubriese el delito.Y, ahora, fjese en lo que voy a decirle, amigo mo. Cassetti eraculpable! Pero gracias a la enorme riqueza que haba conseguidoreunir y a las relaciones que le ligaban con diversas personalidades,fue absuelto por falta de pruebas. No obstante, le habra linchado lagente de no haber tenido la habilidad de escapar. Ahora veoclaramente lo sucedido. Cambi de nombre y abandon EstadosUnidos. Desde entonces, ha sido un rico gentleman que viajaba por elextranjero y viva de sus rentas. Ah! Quel animal! exclam monsieur Bouc. No lamento lo msmnimo que haya muerto!Estoy de acuerdo con usted.Pero no era necesario haberle matado en el Orient Express. Hayotros lugares...Poirot sonri ligeramente. Se daba cuenta de que monsieur Bouc eraparte interesada en el asunto.La pregunta que debemos hacernos ahora es sta dijo. Es esteasesinato obra de alguna banda rival, a la que Cassetti habatraicionado en el pasado, o un acto de venganza privada?Explic el descubrimiento de las palabras en el fragmento de papelcarbonizado.Si mi suposicin era cierta, la carta fue quemada por el asesino.Por qu? Porque mencionaba la palabra Armstrong, que es laclave del misterio.Vive todava algn miembro de la familia Armstrong?No lo s, desgraciadamente. Creo recordar haber ledo algoreferente a una hermana ms joven de mistress Armstrong.Poirot sigui relatando las conclusiones a que haban llegado l y eldoctor Constantine. Monsieur Bouc se entusiasm al or mencionar lodel reloj roto.Eso es darnos la hora exacta del crimen.S, han tenido esa amabilidad dijo Poirot.Hubo en el tono de su voz algo que hizo a los otros mirarle concuriosidad.Dice usted que oy a Ratchett hablar con el encargado a la unamenos veinte?Poirot cont lo ocurrido.Bien dijo monsieur Bouc: eso prueba al menos que Cassetti... oRatchett, como continuar llamndole, estaba vivo a la una menosveinte.A la una menos veintitrs minutos, para concretar ms corrigi eldoctor.Digamos entonces que a las doce treinta y siete mister Ratchett

  • estaba vivo. Es un hecho, al menos.Poirot no contest y qued pensativo, fija la mirada en el espacio.Son un golpe en la puerta y entr el camarero del restaurante.El coche comedor est ya libre, seor anunci.Vamos all dijo monsieur Bouc, y se levant.Puedo acompaarles? pregunt Constantine.Ciertamente, mi querido doctor. A menos que monsieur Poirottenga algn inconveniente.Ninguno, ninguno dijo Poirot.Y, tras alguna corts discusin sobre quin haba de salir primeroAprs vous, monsieur... Mais non, aprs vous..., abandonaron elcompartimiento.

  • Segunda parte

    LAS DECLARACIONES

  • IDeclaracin del encargado del cochecama

    En el coche comedor estaba todo preparado.Poirot y monsieur Bouc se sentaron juntos, a un lado de la mesa. Eldoctor se acomod al otro extremo del pasillo.Sobre la mesa de Poirot haba un plano del coche Estambul-Calais,con los nombres de los pasajeros escritos en tinta roja.Los pasaportes y billetes formaban un montn a un lado. Habatambin papel de escribir, tinta y lpices.Excelente dijo Poirot. Podemos abrir nuestro tribunal deinvestigaciones sin ms ceremonias. En primer lugar tomaremosdeclaracin al encargado del coche cama. Usted, probablemente,sabr algo de este hombre. Qu carcter tiene? Puede fiarse uno desu palabra?Sin dudarlo un momento declar monsieur Bouc. Pierre Michellleva empleado en la Compaa ms de quince aos. Es francs...Vive cerca de Calais. Perfectamente respetuoso y honrado. Quiz nodescuelle por su talento.Vemoslo, pues dijo Poirot.Pierre Michel haba recuperado parte de su aplomo, pero estabatodava extremadamente nervioso.Espero que el seor no pensar que ha habido negligencia por miparte dijo, paseando la mirada de Poirot a monsieur Bouc. Esterrible lo que ha sucedido. Espero que los seores no me atribuirnninguna responsabilidad.Calmados los temores del encargado, Poirot empez suinterrogatorio. Indag, en primer lugar, el apellido y direccin deMichel, sus aos de servicio y el tiempo que llevaba en aquella lneaen especial. Aquellos detalles los conoca ya, pero las preguntassirvieron para tranquilizar el nerviosismo de aquel individuo.Y ahora agreg Poirot hablemos de los acontecimientos de lanoche pasada. Cundo se retir mister Ratchett a descansar?Casi inmediatamente despus de cenar, seor. Realmente, antes deque salisemos de Belgrado. Lo mismo hizo la noche anterior. Mehaba ordenado que le preparase la cama mientras cenaba, y encuanto cen se acost.Entr alguien despus en su compartimiento?Su criado, seor, y el joven norteamericano que le sirve desecretario.Nadie ms?

  • No, seor, que yo sepa.Bien. Y eso es lo ltimo que vio o supo usted de l?No, seor. Olvida usted que toc el timbre hacia la una menosveinte... poco despus de nuestra detencin.Qu sucedi exactamente?Llam a la puerta, pero l me contest que se haba equivocado.En ingls o en francs?En francs.Cules fueron sus pa