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AGRICULTURA GENERAL DE GABRIEL ALONSO DE HERRERA, CORREGIDA SEGÚN EL TESTO ORIGINAL DE LA. PRIMERA EDICIÓN PUBLICADA EN l5l3 POR EL MISMO AUTOR, Y ADICIONADA POR LA REAL SOCIEDAD ECONOMICA MATRITENSE. MADRID EN LA IMPRENTA REAL AÑO DE I 8 19.

AGRICULTURA GENERAL · sadas para en que se sienten cuando hace calor en la sombra, ... pasa alg doe tiemp eon medio y, si no ha nidoy piérdess muche castaa - Edic. de i¿¡2,8y

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A G R I C U L T U R A G E N E R A L

D E

GABRIEL ALONSO DE HERRERA,

C O R R E G I D A SEGÚN E L TESTO ORIGINAL DE LA. PRIMERA

E D I C I Ó N P U B L I C A D A E N l 5 l 3 POR EL MISMO A U T O R ,

Y ADICIONADA

POR LA REAL SOCIEDAD ECONOMICA MATRITENSE.

M A D R I D EN L A IMPRENTA R E A L

AÑO DE I 819.

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de los viejos; y como los corderos son dañosos por particm mucho de la flegma, no es menester, pues todos lo saben to se puede decir, y con verdad afirmar, que la carne del carnero nuevo y gordo castrado para contina se puede ante, poner á todas las otras carnes.

ADICIÓN.

Respecto al contenido de este capítulo me remito á la adición al xiv. P .

C A P I T U L O X X X I I L

De las f alomas y f alomares.

N"o hay en las aves otra que tantas veces multiplique como es la paloma, que la gallina aunque es de mas poner, no se encoba tantas veces; aunque en una vez pueda sacar mas pollos que palominos la paloma en muchas. D e las palomas hay tres maneras: las unas torcazas, y destas no entiendo decir, porque no se pueden amansar para criar. Otras son palomariegas; otras caseras, y estas son las mejores; mas estas dos postreras casi son de una manera, y por eso se han de tratar unas como otras; mas primero conviene decir del palomar qué tal ha de ser. El palomar es cosa de ganancia si es tratado como debe, y de po­ca costa, porque las palomas lo mas se mantienen buscándolo ellas, salvo ciertos tiempos en que no hallan que comer. Los palomares se hacen ó en casa ó en el campo. Si se hacen en poblado es mejor en edificio alto, de onde puedan entrar y salir libremente, y por eso en los semejantes lugares los hacen en torres; mas muy mejores son en el campo que en poblado. Para palomar se ha de escoger lugar raso de árboles, porque en ellos se asientan mucho los gavilanes, buharros y otras aves de rapiña que hacen mucho daño á las palomas; sea ha­cia el sol, que con solano crescen mucho los palominos. Ten­ga cerca agua corriente, para en que se bañen y laven, que en la que beben no se metan, que hace daño á los palominos y hu evos, y por esto han de tener los tiestos de la hechura que dije que los habien de tener las gallinas para que puedan be­ber, y no entrar dentro, que si fuera se lavan, con el volar

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( 4 6 9 ) ¡enen enjutas al nido. Tengan un buen cercado al derredor

Je la casa, porque en él les echen de comer y beber, y aun le tjembren de algo que coman. Algunos hacen los palomares sobre pilares ó columnas, y encima, ó forman su bóveda ó enmaderamiento, y los pilares sean tales que puedan zufrir el p e So del edificio, y sean redondos y muy lisos; porque por ellos no puedan subir las sabandijas, que dañan mucho, y destruyen los palomares, como son culebras, lagartos, ratones, comadrejas, garduñas y gatos: otros semejantes son hechos á manera de casa sencilla ó doblada, porque en lo alto ha de ser la habitación de las palomas, y sea toda la obra de ladrillo muy junto con cal; de manera que entre un ladrillo y otro no haya mas cal de cuanto frogue; porque ansi no habrá so-caveñas de sabandijas dañosas; sean las paredes bien blanquea­das por de dentro y por fuera, y muy lisas, porque lo uno por ellas no pueda gatear ni sobir nada, y aun porque con lo blanco se huelgan mucho las palomas, y vienen mas á los pa­lomares; y siendo las paredes muy lisas no puede subir nada que les dañe; viven mas seguras y sin temor, que son muy temerosas, y asi vienen mas. Lo alto sea asimismo muy liso, abrigado, y tenga muchas hornillas bien grandes en que pue­dan bien caber los padres y los hijos. No sean mas altas de cuanto las puedan alcanzar á catar un hombre con un escalera de cuatro ó cinco pasos, que las palomas de mejor gana crian en los altos que en los bajos, porque piensan que alli están mas seguras. Tenga la cámara alta algunos apartados como re­tretes, que no sea toda un cuerpo. Tenga algunas vigas trave­sadas para en que se sienten cuando hace calor en la sombra, ó cuando llueve ó nieva, porque estén en enjuto; mas las ta­les vigas no estén juntas con el tejado, porque si algund ratón ó comadreja hobiere en él , no pueda decender á la viga á las palomas. Las hornillas tenga cada una un ladrillo algo fuera en que se puedan asentar las palomas, porque no entren de vuelo en el nido. Tenga sus ventanas hacia el oriente y medio­día, por donde el invierno les entre el sol, y aun hacia el cierzo para que les entre frescura en el estío; mas las tales ciér­renlas al invierno; y encima de los tejados haya sus lumbreras y entraderos, y todo con sus puertas, de tal suerte ordenadas, que todas se puedan abrir y cerrar con sus cuerdas juntamente,

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.( 4 7 ° ) . porque tordos ni buhos, ni grajas ni lechuzas, puedan enr que comen las palomas, y huevos y palominos, y los tordos ̂ han hambre, y no hallan que comer, horadan los papos á la' palomas, y cómenles lo que tienen dentro, y ellas con su sin/ plicidad éstanse quedas, que no saben hacer mal á ningU nj cosa, salvo á lo sembrado, y á ellas todas las mas de las otras animalias les hacen daño, que no se saben defender; y muchas veces de noche sóbito cierren todas las ventanas, y asi suban v tomarán todos los tordos que alli hobiere, y aun otros pájaros Ha de tener el palomar una portecita en lo alto por donde entre el que tiene cargo con su llave, y con escalera movedi­za que la pueda poner y quitar. Muchos hacen que los palo­mares tengan finiestras por defuera, digo sus hornillas, para que en ellas crien; mas los tales no saben lo que hacen, por­que si ansi lo hacen los grajos comen los huevos. Los palo" minos quieren volar antes de tiempo, que ver aire y largura los convida á volar, y ver cómo vuelan las otras aves, y asi se pierden muchos; son difíciles de alcanzar, y aun piérdese el estiércol, que es muy bueno, y de mucho precio para la labor del campo, mayormente de huertas, y para muchas medici­nas, que cocido en vino ó vinagre, y puesto sobre algunas hinchazones, ó nascidos los disuelve ó madura presto, mayor­mente junto con harina de cebada, y puesto cocido en vino ó agua sobre el rostro ó cualquier otra parte, da buen color al cuero; y aun conviene que los rincones del palomar de la parte de dentro no sean agudos, que podrían por ellos des-cendir y sobir las sabandijas al palomar *; Han de barrer el palomar cada mes una vez, que las palomas quieren mucha limpieza, y asi estarán mas sanas y limpias de piojos, y por un agujero echen abajo el estiércol onde esté guardado, y si los nidos tovieren piojos quítenselos, que ellas harán otros de nuevo, y pónganles por alli algunas pajas de que le hagan; y esto es lo que del palomar se puede decir. Bien pienso que sabria mejor ordenarle; mas esto es lo principal, que en nin­guna cosa se pueden decir todas las particularidades: dejo de

i Como quiera que sea el palomar tenga muchas hornillas y ponede­ros , porque pocas veces cria una paloma donde ha criado una vez, si no pasa algo de tiempo en medio, y si no hay nidos piérdese mucha casta-Edic. de i¿¡2,8y siguientes.

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( 4 7 1 ) decir algunas otras cosas que me parecen vanas, aunque las dicen singulares personas, empero tovieron principio de los mágicos, y por tanto no son para que las ejercite cristiano al­guno. Mas si en el palomar hallaren que crian cernícalos, dé-fenlos, que ellos no hacen daño, ni comen el cebo de las pa­lomas, antes dellos huyen los gorriones y tordos, y hacen huir aun á los gavilanes, buharros, grajas y milanos, y tienen

c on ellos amistad las palomas; y aun si en el palomar cuelgan ruda por muchas partes no entran ansi cosas ponzoñosas.

A D I C I Ó N .

Sin embargo de que sea indifinida la variedad que se observa de palomas todas se aparean, y producen hijos semejantes á los pa­dres que se reproducen, de modo que constituyen una especie ún i ­ca , cuyo origen parece ser la paloma llamada torcaz ó montisca.

Pero esta especie se puede dividir, con relación al aprecio y uso que se hace de ella, en tres clases, que son torcazes ó montiscas, zuritas ó de torre, y caseras.

Las torcazes son sumamente furas; pero al fin se logra domes­ticarlas, y aun aparearlas con las zuritas; algunos naturalistas sub-dividen esta clase en tres especies, que solo se distinguen por los c o ­lores; y que no hay ningún inconveniente en que las confunda el labrador, pues de ellas apenas puede sacar ningún provecho.

Las zuritas 6 de torre, que constituyen la segunda clase, son harto conocidas de todos para que me detenga en su descripción: el principal carácter que las distingue es el que ellas mismas ocurren á su sustento sin necesidad de que se les suministre, teniendo tanto amor á la libertad, que muchas vezes huyen de los palomares para vivir solitariamente en los agujeros de las paredes altas ó en las tor­res poco frecuentadas.

Las palomas caseras, de las que apenas hace mención Herrera, son todas aquellas razas esclavas, tanto mas perfeccionadas para n o ­sotros, cuanto están mas degeneradas y viciadas para la naturaleza, e n tre las cuales hay algunas variedades que están, como dice Buffon, cautivas para siempre; pues se dejan morir de inanición antes de tascar por sí mismas su subsistencia, porque acostumbradas á reci­birla de la mano del hombre, y siempre en el mismo sitio, no saben V I V 'T sino para comer, y no hallan ninguno de los recursos que la necesidad inspira á todos los animales.

Entre todas las aves la paloma ha sido desde tiempo inmemorial l a mas amada del hombre; no ya por sus despojos y productos,

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( 4 7 2 ) pnes en esto la aventaja la gallina, sino por particular inclinación-y asi en el mercado público se ve muv amenudo ofrecer un preció exorbitante por una paloma de tal o tal casta, que no tiene pro­porción con su valor intrínsico. Este mismo amor ha hecho, á fin de perfeccionar las formas esteriores, que en las palomas domésticas haya tantas razas, variedades y mezclas, que es casi imposible nu­merarlas ; pero siendo tan grande la afición que se las tiene, princi­palmente en las ciudades populosas, y tan importante su cria en las cercanías de estas; espondré las castas mas notables, con arreglo á lo que han escrito los mas célebres naturalistas, y á lo que me ha he­cho observar mi afición á estas aves.

Respecto á la estimación que hacen los apasionados las palomas domésticas se pueden dividir en dos grandes órdenes que son los si­guientes : palomas finas y palomas ordinarias.

ORDEN I . °

Palomas finas.

Todas estas se parecen á las zuritas en el tamaño, en el vuelo sostenido mas ó menos rápido, y en que no han perdido enteramen­te el instinto de su origen, pues cuando no las conviene la habita­ción , ó las incita el amor se desertan y se establecen con las zuritas: de las que se distinguen por la brillantez é infinita diversidad de sus colores, por tener el pico mas corto y grueso, y la cabeza mejor proporcionada.

i . a CASTA. Paloma ladrona, que en Madrid llaman por esce-lencia de casta. (Columba aeques, de Lineo.)

Tiene el pico corto, la cabeza amartillada, los tubérculos de la mandíbula superior muy abultados, los ojos sin membranas circu­lares. Generalmente todas las de esta casta tienen el manto cenicien­to , porque es el que mas se estima, y por consiguiente el que se procura conservar; aman y reconocen tanto el sitio donde empeza­ron á volar, que es difícil acostumbrarlas á otra habitación libre: á esta propiedad, y al ardiente amor que las abrasa deben el empleo que se les confia de seductoras, para que recorriendo las torres don­de se refugian y crian las zuritas, las atraigan con halagos á la casa de su dueño. Para este fin se tienen pareadas desde Mayo hasta fines de Octubre; y á principios de Noviembre se les quitan todos los machos ó todas las hembras según el capricho de los dueños, que las destinan al corso. Privadas asi de sus consortes, y estimuladas naturalmente á propagar la especie, acuden inquietas á las torres para contraer nuevos enlaces, lo que consiguen fácilmente por ha­llarse allí multitud de palomas sin consortes, ó lascivas, y dispuestas

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( 4 7 3 ) i amor. Cuando este las unió vuelven las palomas á sus casas en

Lsca del alimento que hallan preparado, y las zuritas que las siguen

3 f a este fin, ó bien para anidar , caen en el l azo , y quedan presas, pótase que á vezes ceden las zuritas á los halagos de las ladronas;

o e r o esquivas ó amantes de su libertad, jamas entran en la habita­ron de su consorte. E n tales casos el macho ladrón se establece con

su compañera en una torre , y viene á comer mientras cria los p i ­chones ; y cuando estos comienzan á volar los conduce sin intención

3I cautiverio. 2. a CASTA. Paloma buchona (Gutturosa de Lin . ) . M u y seme­

jante a la precedente; pero se diferencia notablemente en la facilidad que tiene de inspirar mucho aire , y de hinchar de tal manera su buche, que le abulta mas que el resto del cuerpo. Se pueden a d m i ­tir dos variedades de buchonas, que se distinguen en el pico ; pues unas, y son las que en Madrid llaman andaluzas, lo tienen muy-corto, grueso, y casi siempre negro ; y otras largo, delgado , y casi, siempre blanco. E n Andaluzía y la Mancha se sirven para ladronas de la primera variedad.

3. a CASTA. Paloma mensagera 6 de la raza (Tabellarla de L . ) . Llamada asi porque servia en otro tiempo para enviar cartas de una parte á otra. Se parecen á las ladronas; son esquivas, y huyen cuan­do alguno se acerca á ellas, y tienen tanta fuerza en las alas que cuando tomadas en la mano se les estiende alguna, al instante la re­cogen con violencia. E n Va lenc i a por diversión las hacen servir de correos, para lo cual se trasportan al sitio donde debe ocurrir a lgu­na novedad, y verificada se escribe en una cinta de pape l , que se envuelve en.la pierna de la pa loma , y se sujeta con seda: suéltase luego el ave , la que levanta el vue lo , y dando dos ó tres vueltas al sitio donde la soltaron, emprende el camino de su casa con tal v e ­locidad , que Cavanilles dice que vjó volver alguna de ocho leguas de ocho mil varas cada una en menos de tres cuartos de hora.

4. a CASTA. Volteadora ó refiladora [Columba giratrix de Lin.). Las palomas de esta casta son en el tamaño y demás caracte­res muy parecidas á las precedentes: se distinguen en la facultad' que tienen de remontarse y dejarse caer de bastante altura, dando vueltas como una pelota en línea casi perpendicular, cayendo m u ­chas vezes tan distraídas, que sin advertir el riesgo llegan hasta los ajados, y dando contra ellos se lastiman.

5- s CASTA. Con repelón ó chorrera {Columba turbita de Lin. Conocidas en Madr id con el nombre de valencianas: son del ta-j toaño de las zuritas, y tienen la cabeza aovada , el pico corto y cónico, los tubérculos poco hinchados, los ojos br i l lantes , c e r ­cados casi siempre de una membrana circular encarnada, y las pi.er-üas sin pluma. Muchas tienen una especie de corona de plumitas,-

TOMO I I I . 0 0 0

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qne en vez de bajar unas sobre otras se levantan en la parte o ¡ p i t a l , y casi todas tienen desde la mandíbula inferior hasta la D a

C l ~ inferior del pecho un surco formado de plumitas e r izadas , llamad 6

repelón, chorrera ó venera. Son m u y bonitas y a i rosas , y casándolas con las tórtolas p r o

ducen híbridas. Aventajan á todas en la diversidad y regularidad d e los colores de su p lumage . E n V a l e n c i a las prefieren á las de-m a s ; y Cavani l l es , que con tanta complacencia se detenia en l a

descripción de todo lo perteneciente á su p a i s , en su tratado sobre las p a l o m a s , inserto en el número 2 . 0 de los Anales de historia na­tu ra l , forma de ellas una sola c l a se , que coloca al frente de todas dividie'ndola en tres ó rdenes , y estos en quince cas tas , deduciendo las diferencias únicamente de la diversa distribución de sus colores.

6 . a CASTA. Flamenquillas. Estas son m u y parecidas á las p r e . cedentes , aunque de m a y o r t a m a ñ o ; algunas son enteramente ne­g ra s , otras b l a n c a s , y muchas ma t i zadas , c u y o s colores no guardan s imet r ía : tienen los ojos cercados de una membrana circular encar­n a d a , los tubérculos a b u l t a d o s , el pico c o r t o , la cabeza menos pro­l o n g a d a , y carecen d e repelón.

ORDEN 2 . °

Palomas ordinarias.

E l vuelo c o r t o , y á vezes dif íci l , es el carácter distintivo de las que inc luyo en este o rden , en el cual pueden hacerse dos-divisio­nes ; las de la primera se diferencian por su fecundidad , pues suelen hacer al año hasta once ó doce c r i a s ; y c o m o solo se aprecian por esto y por el sabroso manjar q u e nos p roporc ionan , los aficionados han mirado con indiferencia los co lores , y no pocas vezes el tama­ñ o , mezclándolas promiscuamente hasta destruir en gran parte los tipos p r imi t ivos , por lo cual es m u y difícil y apenas útil describir todas las variedades que se conocen de estas cas tas , que por ser tan sumamente fecundas l lamó Buffon mundanas ó carnales.

Primera división.

i . a CASTA. Paloma calzada (Columba dasipus de L i n . ) . Se distinguen en tener las patas cubiertas de p luma hasta la estremidad de las uñas. Tienen el inconveniente de llenarse las patas de lodo y de cuerpos estraños, que enfrian los huevos , ó los rompen muchas vezes .

2 . A CASTA. Paloma moñuda 6 coronada (Columba cris tata 4 e L i n . ) . Difieren en las plumas de su cabeza , que están levantadas

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forma de penacho; de estas hay algunas que son también cal­

das l i ñ 3 C A S T A . Paloma de capilla. E l pico muy corto, las plu-

Jj de la cabeza y de la parte superior del cuello remangadas h a ­cia arriba, formando una especie de capilla de fraile: estas no sue­len ser muy fecundas.

4.a C A S T A . Paloma mongin [Columba galeata de Lin.) . Se

diferencia en que su cabeza, las plumas de su cola y las grandes de jas alas son siempre del mismo color, aunque diferentes del del resto del cuerpo; de manera que si el cuerpo es blanco, la cabeza, j3 c ola y las plumas grandes de las alas son negras ó de algún otro color, y asi mutuamente.

j . a C A S T A . Paloma común (Columba domestica de Lin.) . De

untamaño regular, de color vario; pero con la parte inferior del lomo casi siempre blanco, el pico feo, largo, las patas coloradas, y las unas negras.

Segunda división.

Estas se distinguen de las precedentes en que su vuelo es toda­vía mas corto y mas difícil, y son las menos fecundas de todas las variedades de palomas que se conocen, inclusas las zuritas.

i. a C A S T A . Flamencas. Muy semejantes á las que Burlón lla­

ma polacas: son pesadas, y tan grandes como gallinas; tienen el pico corto y bien proporcionado, con tubérculos mas ó menos hin­chados en la nariz, y una membrana encarnada al rededor de los ojos: vuelan poco y con estrépito: las hay blancas, negras, bayas y rojas; pero comunmente con matizes de muchos colores sin or­den ni simetría; observándose muchas vezes que los hijos degeneran del color de los padres, volviendo á sacar los que tuvieron sus pro­genitores.

2. A C A S T A . Paloma común grande. Se distingue solo de la precedente en que tiene los ojos desnudos y el pico largo.

3 . a C A S T A . Rizadas (Columba crispa de Lin.) . En las pa­lomas de esta casta las hebras ó rayos paralelos de que se compo­nen las plumas no están pegados unos á otros, como sucede en

demás palomas, sino libres y mas ó menos rizados. Esta confor­mación estraña se opone á que vuelen, porque sus alas forman un cuerpo destruido, por cuyas aberturas pasa el aire que debia soste­nerlas. Varían en el modo, colores y tamaño: las hay blancas algo Mayores que tórtolas, las cuales tienen tan rizados y desunidos °s rayos de las plumas, que no pueden volar absolutamente: otras

1QStienen menos desunidos: son del tamaño de las zuritas, de va-"os colores y con corona. Pero todas se mantienen mas por su es-'rañeza que por la utilidad, pues malogran con frecuencia las crias,

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( 4 7 6 ) y por esto para perpetuar la casta los aficionados suelen poner 1 huevos de las rizadas á algunas de las criadoras que puso los s U v °

S

en el mismo dia, y cria después robustos los pichones que resultan

S

4. a C A S T A . Colipavas. (Columba laticauda.) Estas para serrjr

ciosas deben tener treinta y seis plumas en la cola; también se esti­man las de veinte y ocho á treinta y cuatro. Su ancha cola las ¡m" pide volar con libertad; pero les suministra un adorno peculiar cuando están paradas, y mucho mas cuando el macho y la hembra procuran agradarse. Abrenla entonces en forma circular como los pavos, y la inclinan hacia adelante, doblando al mismo tiempo el cuello y la cabeza hasta tocar con la cola: esta postura violenta produce un cierto temblor en todo el cuerpo, que cesa cuando las partes vuelven a su estado natural. El color varía mucho en esta casta, que como la precedente desgracia muchas crias.

Caracteres sexuales y consorcio de las palomas.

En todas las castas de palomas se distingue la hembra del ma­cho en tener las piernas mas delgadas, la cabeza mas pequeña, y las plumas mas menudas, delgadas y estrechas; pero estas señales de comparación solo las pueden distinguir los que están acostumbra­dos á examinar estas aves. Hay otra menos equívoca en las agujas ó huesos puntiagudos que se estienden hasta el ano en dirección casi paralela á la rabadilla ú ovispillo: estos huesos están casi unidos en los machos, y bien separados en las hembras, aunque cuando estas están mucho tiempo sin macho es menos sensible la diferencia. En este caso no hay otro arbitrio que poner la paloma en libertad, y ver si tiene la arrogancia y arrullo del macho, y principalmente si persigue con tesón y hahgos las hembras.

Una vez unido el macho á la hembra, permanecen sin separarse hasta la muerte de uno y otro, en cuyo caso el que enviuda se vuelve á casar de nuevo; á pesar de su decantada fidelidad los ma­chos adulteran si los incita alguna hembra soltera y provocativa, y aun las hembras, aunque raras vezes ceden á las instancias de los machos á presencia de sus maridos; y yo he tenido una hembra ca­sada con dos machos tan bien avenidos entre s í , que criaban los hi­jos sin reñir y como si les perteneciesen esclusivamente. P.

CAPITULO X X X I V .

Qué tales han de ser las palomas para criar, y de sus mante­nimientos, y algunas otras -particularidades.

Q u i e n hobiere de poblar palomar debe procurar la mejor

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. ( 4 7 7 , ) t

casta que pudiere, que asi es en las palomas como en las otras aniínalias, que lo uno sean grandes de cuerpo, no muy nue­vas, ni tanto viejas que y a no sean para criar; que sean m u y castizas, de muchas crias, que en las palomas unas hay que ponen mucho, otras que no tanto, como en las gallinas y otras aves. En los colores de que han de ser no se puede dar regla cierta, que todos son buenos, salvo las blancas, no porque ellas no sean muy buenas, y aun los palominos mas lindos para comer que los prietos, mas porque de lejos se parescen mucho; y mas aina las toman los gavilanes y aves de rapiña, que á las otras, como dije de las gallinas; mas onde las tienen encerradas para engordar tan buenas son ellas como las otras, y las ca­seras. Porque quieren reposar en la nueva posada es muy bien poblarla en la primavera cuando comienzan á empollar, y tener alli antes algunas caseras, para que viéndolas comer ellas se amansen; y ténganlas todas encerradas, y echen alli tantos machos como hembras, y no abran las ventanas hasta eme tengan casta; y entre tanto échenles bien de comer y be­ber, porque con el buen mantenimiento se harán mas; y des­que hayan enpollado y sacado una v e z , que estén los palomi­nos chicos, abran las ventanas que puedan salir, y quiten las caseras, que son de mas pesado v u e l o , y no pueden andar en vanda con las otras, y piérdeme mucho , y aun mas presto las toman las aves rap iegas I . Las palomas son de grande provecho, porque son de poca costa, que como he dicho ellas se ayudan mucho, que buscan de comer, allende deso ponen muchas ve ­ces , que unas hay que seis y siete veces sacan hijos al año, y otras mas, y otras solamente cesan cuando hace los grandes hielos del invierno; y la verdad es que no hay ave que tantas veces crie en el año, y mas la casera que las palomariegas, y mas las palomariegas que las torcaces; y siempre procuren po­blar los palomares de las que nascieron al verano, que es por Marzo, Abril y M a y o , que las que nascen por el estío son muy peores que las que nascen por el otoño, porque son des­medradas para casta, y las que nascen en tiempo muy callente valen poco. Por la mayor parte las hembras ponen dos hue-

1 Hay otra casta de palomas que son coronadas; estas ponen mas, y son m U y mansas; destas y de todas las que son asi mansas es bien tener en casa. Edic. de 1528y siguimtes.

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( 4 7 » ) vos, y algunas veces tres; mas el uno dellos no vale nada del uno sale macho, y del otro hembra; y si estos dos dejan juntos para casta, muy mejor multiplican que si no fuesen hermanos, y mas se quieren; y aun el primer huevo que p 0 . nen es macho, y el segundo hembra; y porque son malos de conoscer cual es macho ó cual hembra, es bien que los dejen pareados como nascieren, pues como he dicho nascen macho y hembra. Machos y hembras trabajan mucho en empollar los huevos, en criar los hijos, y aun están presentes en el nido mucho tiempo. Al tiempo que crian débenles dar bien de co­mer, que cuanta mas abundancia tovieren, tanto criarán los palominos mejores y mas gordos; y para que haya muchas en el palomar, dice Paladio que es bien dalles á comer algunas veces cominos, y aun anís, y con ello vienen muchas palomas, que unas traen á otras. En verano no es menester dalles mu­cho de comer, porque entonces ellas hallan grano por muchas partes, mayormente en tiempo de la cosecha del pan en los rastrojos; y entonces usen darles de comer á las tardes, porque con el uso del cebo tornen á la querencia del palomar; y cuan­do no crian es buen mantenimiento cualquiera que les den, tr igo, cebada, yeros, habas, arvejas; mas nunca les den cen­teno, que las depone, y no crian tantas veces. Hacen grande error los que les dan granos de casca, que con ello se despo­nen como las gallinas, y si les dan bien de comer de otros cebos no irán á buscar cascas, que mas las comen con hambre que por ser buenas ni de buen sabor. Si les dan cebada tosta­da ponen mucho, y aun lo mismo es en las gallinas. En in­vierno pueden tener cerrado el palomar, y alli dentro les den de comer y beber.

Sea el agua muy clara como no la puedan ensuciar; y por­que cuando hay nieves ó recias heladas no hallan que comer en el invierno, y entonce les hacen cebaderos en muchas par­tes , y las toman, es bien que en los corrales, que hacen cabo el palomar, les echen paja de trigo y espigas á vueltas y gra­nos de cebada y trigo, porque alli comen y gastan tiempo en escarbar la paja y partir las espigas, y no van onde las maten. Al tiempo que crian el mejor mantenimiento es el mijo ó pa­nizo, porque con ello engordan mucho los palominos; y mu­chos usan ya cuando están bonicos tomarlos y darles de comer

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. ( 479 ) aparte, teniendo muchos juntos en un canasto con paja; y por-y 6 ellos no saben comer por sí les dan bollos, como dije en las

gallinas. En Roma los engordan segundque vi, que hacen unos embuditos de madera cuanto les pueden caber los picos á los pa­lominos, y métanselos bien en los picos, y hínchenlos de mijo, y con un poco de agua hacen colar el mijo, y esto digerido, danles otra vez, y desta manera engordan bien; mas muy me­jor engordan so las madres, y por eso conviene darles mas á comer, porque tanto tiempo mantienen los padres á los hijos hasta que salen á volar, y en el nido engordan mas; y por esto algunos les quiebran las piernas, y esto se ha de hacer cuando son bonitos, y tengan abundancia de comer los padres, porque den bien á comer á los hijos. Otros solamente les pelan algu­nas plumas de un ala, y asi no pueden volar ni salir del nido, porque haberles de quebrar las pernecitas dales dolor, y no hay cosa que mas enflaquesce que el dolor; mas segund dice Columela, aquel dolor no pasa de dos dias: otros les atan las piernas; mas con esto poco engordan, que porfían de soltarse, y con el trabajo enflaquecen; y si á los palominos que se crian, como dije, sin madre les dan el mismo mijo ó panizo mojado primero tres ó cuatro horas en agua miel, engordan mucho mas, y hácense mas sabrosos, ó hinchirles los papos con buen pan tierno; mas siempre para casta dejen los que nascen á la primavera, que son muy mejores; y para que las palomas tengan que comer, y escarbar algo, y asi se ocupen, y no va­yan fuera á buscar onde las maten, es bien que allende déles echar paja y trigo en corral del palomar, siembren asimismo trigo ó cebada, ó cualquier otra buena semilla, con tal que vaya muy poco cubierto, porque lo puedan hallar presto, que lo que está muy hondo so tierra no lo pueden sacar, esto es cuanto al mantenimiento. Debe siempre el que tiene cargo <kl palomar entrar en él cada semana á requerirle; verá si hay socabeñas ciérrelas; si alguna culebra entra aguárdela, ó con Vallesta, ó ármele algún lazo. Es bueno ponerle un cántaro en tiesto á la boca del agujero, y un palomino en él , que en­trando por él no podrá salir; pongan algo por donde pueda s ubir á entrar. Si hobiere algund palomino caido del nido ál­cele. Los que se hobieren muerto que los eche fuera; y cuan­do entre écheles de comer, porque le tomen amor y le conoz-

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( 4 8 o )

can, y no se espanten; verá las que crian, ó las que son esté riles, y aquellas puede poner á engordar en alguna cámara cerrada, ó venderlas; y engordarán bien, poniéndolas en lu­gar callente y algo escuro, que no tenga mas claridad de cuanto vean al comer y beber; y tengan sus dormideros altos-y sobre todo estén limpias, y alli les den de comer trigo Ü m ' p ió, habas quebradas, y centeno cocido ó mojado en agua miel. Y porque aqui se puede decir, pueden criar alli junta-mente tórtolas para engordarlas para vender, que ellas eneordan mucho, y son de mucho prescio, y nunca ó por maravilla en­gendran estando presas; y por eso engordan tanto, y engor­dan mas por Jun io y J u l i o que en otro tiempo alguno, y en­tonce son ellas las mejores: tómanlas con redes ó lazos, y luego las meten en sus cámaras callentes y limpias, onde ten­gan sus perchas para dormir: no sea la cámara muy clara ni grande porque no vuelen mucho. Tengan el agua fresca, y de comer; y aunque con el trigo engordan mucho, muy mejor comen el mijo. Columela y Crecentino dicen que sea enjuto: Paladio que sea mojado en agua miel , aunque no sea siempre; y sean muy bien mantenidas, que engordan mucho, principal­mente en el estío, que en el invierno aunque mas les den de comer enflaquecen; y barran mucho la cámara, y aun á vuel­tas de la comida les pongan alguna escudilla de arena; y aun en los arenales las toman mas á ellas con lazos, y el estiércol dellas júntenlo con lo de las palomas; mas si en el invierno les dan á comer algunas veces pan mojado en v ino , engordan mas que con otro cebo; y siempre para engordar han de escoger las nuevas, que las viejas no engordan. Conóscense las viejas que tienen el pulpejo del pie mas duro, y los pies mas colorados. Es vianda muy sabrosa si están gordas, y confortan mucho y dan grande sustancia; restriñe el vientre, y por eso conviene mucho á los que tienen flujo del vientre. Esta ave es espejo de castidad, y grande egemplo á las mugeres, que después que ha muerto el macho, la hembra no se junta con otro, y aun es común opinión que no se sienta en árbol verde. Tienen k s palomas algunas enfermedades; mas las principales son per­secuciones de aves de rapiña, las cuales se han de procurar de matar, y colgarlas por alli cerca, que con el temor de la p&* na no vienen las otras. Tienen piojos: para esto es el remedio la

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( 4 8 1 ) , limpieza, asi del palomar como de los nidos, y quemar algunos

olores, y ponerles en los nidos, lo que dije contra los piojos

je gallinas. Ciegan algunas veces , ó náscenles como vi rue­

las ó granos en la cabeza, las que tovieren quítenlas, no lo

peguen á las otras. Las palomariegas viven hasta ocho años, y

lo mismo las tortolillas; mas las caseras son de mas larga vida,

que viven quince y veinte , y aun treinta años, y aun cua­

renta, y son aun buenas para hacer generación á los quince

años. Siempre guardan la compañía, que aunque estén muchas

juntas no se mezcla ningún macho con la paloma agena ; y si

alguna vez hacen adulterino son castigadas y heridas por sus

machos. Tan to cuidado tiene el macho como la hembra de los

hijos, lo cual acaesce en pocos animales: carescen estas aves

de hiél; son mesangeras de p a z ; y aun fue la paloma fiel men-

sagera cuando después del di luvio N o e la echó del arca, q u e

tomó con un ramo verde de oliva en el p ico ; y en muchas

partes las tienen por mensageras, que quien quiere que en su

casa sepan presto lo que pasa, l leva una paloma de las mas

viejas consigo, y les atan una carta so el a la , y la sueltan, y

torna á casa, como se lee en Marco Antonio Sabelico en el

cerco de Ant ioqu ía , y en otras muchas historias, porque natu­

ralmente atinan al lugar do son criadas. Son aves muy com­

pañeras entre sí , huelgan ansimismo de la compañía de los pa­

vones. Son las palomas aves de mucha sustancia , y las palomas

caseras mucho mas que las palomariegas, y ayudan mucho al

acto de generación, y mas los palominos nuevos antes q u e

vuelen, q u e las torcazas no tienen aquel calor que las otras,

y por eso no ayudan como ellas, como dice el Marcial. L o s

palominos son callentes y húmidos , y su proprio comer es con

algo de ag raz , y desta manera es bueno para cualquier ma­

nera de complexión; q u e las palomas viejas si no son m u y

gordas no son buenas para comer , y aun dan mal nutri­

miento al cuerpo. D i c e Platina que si toman un palomino, y

kmatan y pelan , y sacan todo lo interior, y le tienen ansi

un dia y una noche en vinagre fuer te , y le rehinchen con especias y buenas yerbas, y le cuecen ó asan, q u e hallarán

1°$ huesos tan tiernos como si no toviese ningunos. L a san-

S r e de la paloma y mucho mas del palomino sacada de so el ata diestra, y echada en los ojos , quita mucho el dolor dellos;

TOMO I I I . PPP

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CAO y la sangre derramada en ellos, y toda bermejura; y porq U e

los palominos son muy callentes, es bueno ahogarlos en agu a

fria para que tiemplen aquel calor.

A D I C I Ó N .

Del modo de cuidar las palomas zuras.

Las palomas de torre ó zuritas son mucho mas titiles para el la­brador que las caseras, por cuanto se alimentan por sí mismas la mayor parte del año , y asi todo el cuidado que hay que tener con ellas está casi reducido á formarles un palomar (sobre poco mas ó menos como lo detalla nuestro autor en el capítulo antecedente) en el campo ó en poblado, en las torres ó edificios altos.

Ha sido cuestión muy controvertida si son ó no convenientes al labrador las palomas zuritas, y entre nosotros con tanto ardor, que se ha tratado de ella en cortes.

Se les atribuia que solo se alimentaban en el campo con el grano sembrado por la mano del hombre, sin reparar que se morirían de hambre un mes ó dos después de la siembra, porque desde esta época hasta la cosecha se pasan ocho meses ó mas según los climas, y aun durante la siembra si causan algún perjuicio es mientras se tarda en envolver la semilla; porque hecha esta operación no pueden causar ninguno, pues la paloma no escarba la tierra, sino que la corre co­miendo solamente el grano que quedó manifiesto; y que sobre no nacer, habia de ser comido, ó por las aves del campo, ó por las hormigas ú otros insectos. Estas razones y otras espuestas al reino de Navarra congregado en sus penúltimas cortes, le obligaron á dar li­bertad por ley á las palomas de que hablo, las cuales se mantienen de las semillas de todas las plantas de flores cruciformes y papiloná-ceas, y de las de la numerosa familia de las gramíneas silvestres; aunque es verdad que prefieren el t r igo, el centeno, la cebada, la avena, el maiz y el trigo sarracénico, y sobre todo las vezas.

Para poblar un palomar se debe elegir hacia fines de invierno una cantidad proporcionada de palomas nuevas del año precedente, y de las primeras nidadas, si es posible, y echarlas en el palomar; el que tendrá en la ventana una reja de alambre para que no puedan salir. Se les pondrá diariamente agua nueva, dándoles bastante grano. Luego que se ve que han hecho su postura y comienzan á salir sus pichon-cillos se abre la ventana, y el macho ó la hembra impelidos por su primera educación, van á buscar al campo el alimento para sus hi­juelos; pero se continúa aun por algún tiempo suministrándoles grano, aunque disminuyendo poco á poco la ración, hasta que se suprime enteramente pasada la segunda postura: se han de traer á lo menos

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. ( 4 8 3 ) , , jos ó tres leguas los primeros pares de palomas que se hayan de char en el palomar, para evitar que la prosimidad del sitio "en que

han nacido despierte en ellas el deseo de volver á él. Aunque estas palomas solo exijen que se les suministre algún a l i ­

ento en el rigor del invierno, y cuando reinan lluvias largas y continuas, todo el que mantenga bien sus palomas atraerá sin astu­cias las de los vecinos que estén mal alimentadas. Una de las causas

q l i e contribuye mas á ahuyentarlas es el mal olor que exhalan sus es-crementos cuando se dejan por mucho tiempo en el pa lomar; y asi conviene quitarlos cada ocho dias en verano, ó cada mes cuando mas, según el mayor ó menor número de palomas.

Si los palomares están muy distantes de arroyos ó manantiales, conviene poner en ellos uno ó muchos bebederos, cuidando de la­varlos y renovar el agua lo menos cada dos ó tres d ias , porque las palomas beben mucho, y necesitan que el agua esté limpia.

Ademas del aseo, de la abundancia de agua l impia, y de un a l i ­mento adecuado, en la mala estación hay todavía que observar una precaución muy ú t i l , y que fija las palomas en su primera morada. Se observa que acuden muchas vezes de mas de dos ó tres leguas á las orillas del mar á comer los cristalillos de sal que se forman en los es­carpados y entre las piedras, sal que no es enteramente como la co­mún, sino un poco nitrosa. Se les ve también ir á picar en las pare­des, principalmente si están enlucidas con yeso . E l instinto de estos animales nos indica sus necesidades; y pues las hemos domesticado, es preciso satisfacérselas. Tómense á este efecto veinte libras, de vezas, ó cualquier otro grano farináceo, échense en una vasija, y amásense con arcilla ablandada con agua, en que se habrán desleído ocho libras de sal común, ó mejor todavía nitro ó salitre, y amásense los g ra ­nos con esta arc i l la , de manera que queden bien engastados y sepa­rados en ella. Háganse con esta mezcla unos conos, que se pondrán á secar al sol , ó en un horno medianamente caldeado, hasta que se les disipe toda su humedad, y guárdense después en un sitio bien seco para irlos poniendo tres ó cuatro de cada vez en el pa lomar , á fin de que las palomas piquen en ellos.

De la cria de las palomas caseras.

E l que quiera formar un palomar sin mas objeto que surtirse de buenos y abundantes pichones, debe prescindir de los colores y d e -mas atributos que hacen á estas palomas bajp otros respetos tan apre­ciabas, y elegir las ordinarias, y entre estas las mas pequeñas, pues son siempre las mas fecundas.

Las hembras principian á poner á los cinco ó seis meses, según e l mayor ó menor calor del clima. E l que cuide de ellas debe apun-

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C 4 8 4 )

tar el día. que pone cada pa loma, á fin de registrar á los once ó d dias los huevos, con la mira de quitárselos sino están empollados6

para que no pierdan t iempo, ó si lo estuviese uno solo quitar el otro' y agregarle el de otra paloma que se hallase en el mismo caso y e á el mismo tiempo de incubación.

Se conocerán si los huevos están empollados a los dichos dias en que mirados al sol están negros, á escepcion de una coronita vacía que tendrán al lado mas ancho.

Aunque asienta Herrera que del primer huevo que ponen las pa­lomas sale macho, y hembra del segundo, la esperiencia prueba que esto no es verdad; pues salen muchas vezes ó dos hembras ó dos machos de una empollada.

E l encargado del palomar debe conocer todas sus palomas para separar las hembras ó machos sueltos: una sola hembra soltera basta para inquietar á todos los machos, á los que va á provocar hasta en las horas que se encargan de la incubación; bien es verdad que mu­chas vezes encuentra quien la tome por concubina, y satisfechos sus deseos p o n e y se dedica á empollar; pero su amante, que prefiere su consorte legítima, no cuida de ellos, y por lo regular se pierden; si hay dos palomas es muy común el amancebarse, y á fuerza de co­natos por saciar su ardor , ponen cuatro huevos, que por lo regular salen hueros, digo por lo regular, porque y o las he visto sacar cua­tro pichones de resultas de haberse entregado las amancebadas á los machos. Uno de estos soltero es todavía mas perjudicial, siempre persiguiendo á las esposas de sus compañeros, escita los zelos de to­d o s , y destierra la paz , siendo un perpetuo camorrista, siempre dispuesto á defenderse y acometer.

También cuidará de que tengan la comida con abundancia, pro­curando variársela si hay proporción, porque gustan mucho de que se la varíen, renovándoles el agua lo menos cada dos dias, lavando antes el bebedero, que estará dispuesto de modo que no puedan em­porcar el agua, y el comedero de suerte que no puedan esparramar la comida, pues si no desperdician mucho , por lo cual nunca se les echará en el suelo; y en el caro de que asi se haga, no se les sumi­nistrará otra nueva hasta que la necesidad les obligue á comer la que desparraman y ensucian. Es también muy bueno colocar en la pri­mavera y verano una ó dos cazuelas en medio del palomar de dos o tres pulgadas de altura y llenas de agua, porque las palomas gustan de bañarse, y es el mejor medio para preservarlas de los piojcs que las incomodan tanto, sin detenerse en el inconveniente que cree Ca-vanilles, de queenhueran los huevos volviendo al nido mojadas, por­que ellas tienen buen cuidado de secarse antes.

Se debe cuidar mucho de que esté limpio el palomar, y s ° b r e

todo asi que acaben una cria de tirar la cama del n ido, y limpiar-

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( 4 $ 0 t

\o bien, pues sin esta precaución se engendran en ellos unos insec-5 e

j q U e taladran el vientre á los pichones, y los matan. t 0 5 'Como la limpieza les es tan necesaria, al paso que ellas ensucian tanto, se deben preferir los palomares abiertos á los cerrados, pues unque s e V1QY^a a ' g u n a palomina, se las liberta de las incomodida­

des anejas al encierro, y viven mas sanas; es verdad que están es­cuestas á perderse y á ser robadas por las palomas ladronas; pero si |e tiene el palomar tan alto que no oculten su salida los edificios cir­cunvecinos, y esta reúne las comodidades que propone Herrera en el capítulo precedente, como no les falte la comida y bebida no se debe temer que se pierdan, ni tampoco que sean robadas si no se permite salir á las solteras.

Al abrirlas es preciso que hayan estado ya algún tiempo en el palomar, y es bueno que tengan pichones para que las llame su amor, cuidando de que el primer dia no las molesten ni espanten; porque siendo sumamente tímidas huyen espantadas, y como no re­conocen la salida no saben volver. L o seguro es empezar por p icho­nes bien emplumados, y después de algunos dias de encierro soltar­los: una vez acostumbrados á salir, cuando se quiera poner otras palomas nuevas basta arrancarlas las plumas de las alas de modo que no puedan volar, y cuando les crecen, que es al mes, ya se han olvidado de su primera habitación, y salen y entran con las de-mas , á no ser que sean de las castas que he llamado finas; pues estas rara vez olvidan su primera morada, como hayan tenido en ella l i ­bertad. Cuando no se les conceda esta, se debe al menos poner una jaula en la ventana del palomar, cuya base debe ser de tablas, y los costados, el frente y la parte superior de alambre, la cual sirve pa ­ra que las palomas salgan á tomar el aire, y. á calentarse al sol. La abertura del palomar tendrá una vidriera, que se cerrará cuando haga frió.

ENFERMEDADES DE LAS PALOMAS.

Viruelas.

*fft.tl ¡fon• ¿pi 'io¿tó*o¡ 'Xii'i líuíjttyia AOII apiado- ui .2f"b

Son unos granos que aparecen en las piernas, alas é inmediacio­nes de los ojos: son contagiosas y mortales, y por lo tanto conviene separar la paloma enferma de las sanas.

Calentura continua.

Ardor escesivo, que las enflaquece y pone tristes, y suele curar­se con alimentos frescos, como aechaduras y maíz , y prohibiéndo­les los cañamones y las habas, introduciéndoles en el buche un p i ­cadillo de cebolla y aceite, ó tres ó cuatro bolitas de acíbar del t a -

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( 4 8 6 ) maño de un grano de maíz. También es iltil arrancarles la cola reventarles un grano que tienen en la punta de la rabadilla p a r a , ^ espela el pus que contiene. ^ U e

Pepita.

Esta enfermedad se cura lo mismo que la de las gallinas, véase 1 8

pág. 398. La muda.

La muda común á todas las aves empieza en las palomas entre Setiembre y Octubre, y se termina en Noviembre. Si la paloma no muda en dicho tiempo es prueba de estar enferma; y es preciso un­tarle el cuerpo dos ó tres vezes con aceite tibio, arrancándole antes las plumas para que curen y arrojen otras nuevas.

Piojuelo.

Insectillo apenas de media línea de longitud, y tan delgado co­mo un cabello fino, y el contrario mas cruel que tienen las palomas. Se multiplica sobremanera depositando sus huevecillos ó liendres en la parte inferior del eje de las plumas. La numerosa prole subsiste á espensas de la paloma, principalmente en sus sobacos y cabeza, y agitándola, y no bastándola el pico contra ellos, se ve obligada á abandonar sus huevos, y buscar algún sosiego. El modo de precaver esta incomodidad es el agua como queda dicho; y el remedio mas eficaz es untarles los sobacos y cabeza con agua y aceite batidos, y frotarles las partes untadas después de secas para que se caigan los cadáveres de los piojos.

Hinchazón del buche.

Cuando á la paloma ó pichón se le hincha el buche con la esce-siva comida que ha tomado, y hay peligro de que mueran sofoca­das , se les hace una abertura en la parte inferior, se les saca la co­mida, y se vuelve á coser.

Tórtolas.

Las tórtolas, no obstante de constituir una especie distinta, tienen los mismos caracteres genéricos que las palomas, y también en gene­ral las mismas costumbres; aunque se las haya considerado como el modelo de la fidelidad conyugal, es falso que se la guarden á su difun­to marido, pues los agudos arrullos que se las oye cuando quedan viudas, mas que espresiones de dolor lo son de amor para atraer a los machos á fin de contraer nuevo enlaze. Hay muchas variedades;

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¿ i S se domestican , y las blancas se avienen m u y bien con las pa -1 mas» P e r 0 e s m e n e s t e r n o permitirlas salir del palomar.

Cualquiera que sea la importancia que dé Herrera á la cria de estas aves, es preciso convenir que nunca será realmente m u y út i l , especto á que siendo casi de la misma calidad los productos de las

bmas, Son estos mas abundantes y fáciles de obtener; y aunque ¡a domestícidad podria con el trascurso del tiempo variar esta espe­je como lo ha hecho con la de la paloma, nunca creo se lograría una ventaja. El que las tenga afición debe observar para criarlas lo que dice Herrera de e l las , y lo que queda dicho respecto á la cria de las palomas caseras. P.

CAPITULO X X X V .

De los pavones.

L o s pavones mucho mas pertenescen á personas de cibdad que á labradoras, aunque si hay en ellos buen recabdo, son, según dice Varron, de mas provecho que las gall inas, por ser ellos por su hermosura de grande prescio y valor; mas mi fe créa­me el labrador, y aun quien ganancia busca, y antes tenga gallinas que pavones. La vista dellos es tan notable y hermosa, que por ella sola son dignos de ser tenidos en las casas de gran­des y en los monesterios, que su hermosura mas paresce celes­tial que del suelo, tanto que es refrán entre las viejas haber salido esta ave del paraíso terrenal. Quieren onde se han de criar largura y campo, que dentro de los poblados, como son villas ó cibdades, mal se crian, aunque después de criados se hacen buenos; son aves de larga v ida , que viven á veinte y veinte cinco años, mayormente los machos; solamente es de procurar que si las pavas crian en las labranzas y granjas, de las guardar mucho de las raposas, porque muchas veces se echan sobre los huevos en el campo; y por esto en la Italia cerca de la marina los crian en algunas islas dentro en la mar, onde no puedan entrar raposas; mas onde no hay tal aparejo procuren y tengan mucha vigilancia en ellas; y porque los pa­vones ganosos de lujuriar les quiebran los huevos cuando se echan ellas, se esconden dellos, y se van entre las matas, por ende es bien que al tiempo que ellas se encoban las pongan e n lugar escondido de los machos, y aun si están sin los ma-