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ESCUELA SUPERIOR DE INGENIERIA Y ARQUITECTURA “UNIDAD TECAMACHALCO” ARQ. AGUSTIN HERNANDEZ ALUMNA: LORETO VELAZQUEZ ELIDE GRUPO: 2AV8 FECHA: 09/ABRIL/2012 PROFESOR: MONTAÑO RODRIGUEZ HECTOR FEDERICO

Agustin Hernandez Teoria de La Arquitectura

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ESCUELA SUPERIOR DE INGENIERIA Y ARQUITECTURA “UNIDAD

TECAMACHALCO”

ARQ.AGUSTIN HERNANDEZ

ALUMNA: LORETO VELAZQUEZ ELIDEGRUPO: 2AV8FECHA: 09/ABRIL/2012

PROFESOR: MONTAÑO RODRIGUEZ HECTOR FEDERICO

“En un país dominado –en lo arquitectónico– por influencias extranjeras, no sorprende que la referencia a la arquitectura pre-colonial cumpla funciones normativas en la construcción de la identidad nacional.

En la genealogía virtual de arquitectos que exploraron y procesaron en su propia obra la herencia construida de Mesoamérica, destaca, como caso extremo, aunque al mismo tiempo significativo, Agustín Hernández”.

La referencia prehispánica casi se convirtió en una obligación para los arquitectos que querían vender sus fantasías creativas arquitectónicas como productos mexicanos.

Proyecto para la Nueva Sede del Senado de la República, 2003.

Agustín Hernández, es uno de los arquitectos latinoamericanos más famosos al desarrollar un discurso propio en la arquitectura moderna que, deslindándose de la tradición europea, busca establecer un lenguaje contundente y único.

Sus propuestas lindan en lo escultórico, traduciendo elementos de la propia idiosincrasia cultural e histórica a un ámbito contemporáneo.

Corporativo Calakmul

Este arquitecto mexicano, nacido en 1924, ha dado luz a una arquitectura que, si bien algunos tildan de formalista, es plena de una personalidad contundente, de una expresión futurista y de un alarde tecnológico avezado.

Amigo personal de Diego Rivera, a quien le enseñara su tesis, Agustín Hernández “rompe claramente con la prohibición de cualquier referencia histórica en la arquitectura moderna ortodoxa, difundida, por ejemplo, por Gropius”. Sin embargo Hernández “no pretendió componer un falso neo-histórico ni tampoco un collage postmoderno, sino una fusión conceptual con identidad estructural propia”. Maquetas del taller del arquitecto y del Conjunto

habitacional Bosque Real.

Su obra combina brillantemente un sentido de libertad casi etéreo de los volúmenes que la componen con un cuidadoso patrón geométrico al que están sujetos.

Por ejemplo, el Centro de meditación de Cuernavaca, una composición trabajada con círculos y cuadrados, que se dice hace referencia a la arquitectura hindú para otros al Jantar Mantar de la arquitectura mogol entre varias interpretaciones como “una cabeza de serpiente con sus fauces abiertas”.

Sus propuestas lindan en lo escultórico, traduciendo elementos de la propia idiosincrasia cultural e histórica a un ámbito contemporáneo.

Maqueta del centro de meditación de Cuernavaca

Centro de meditación de Cuernavaca

Sin embargo, críticos como Krieger y Beatriz De la Fuente resaltan que “Hernández no adquirió su conocimiento de la arquitectura mesoamericana por medio de estudios académicos, sino de manera más directa, explorando los sitios arqueológicos con una mirada interesada, abierta, posteriormente transformada en innumerables series de dibujos”.

“Tlatico, Teotihuacán, Chichén Itzá para Agustín Hernández son remotas referencias pero para proyectar sus volúmenes y claroscuros deben estar presentes como vibraciones sensibles en la piel o quizá en la memoria, pero no para copiar soluciones formales, sino para provocar un acto de esencial importancia, trascender el presente”.

Centro Corporativo Calakmul, apodado “La

Lavadora".

Centro Corporativo Calakmul, apodado “La

Lavadora".

Algunas de sus obras más representativas incluyen la Escuela de Ballet Folklórico de México (1965), el Taller del propio arquitecto (1972) el Heroico Colegio Militar (1974) , el pabellón mexicano en la Expo de Osaka de 1970, Casa en el aire (Bosque de las Lomas, 1991) , Centro Corporativo Calakmul (1994).

Esta impresionante obra, que se apuesta sobre un par de bloques de concreto generando espectaculares vistas, es una de las más reconocidas de Hernández y de la propia arquitectura mexicana.

La casa volada

“La casa volada”

Para muchos esta obra es portadora de una estética que parece extraída de una novela de

ciencia ficción a lo que el arquitecto Agustín Hernández respondió: la casa esta dentro de la

arquitectura de nuestro siglo, dentro de la corriente optimista.

Para Agustín Ramírez la idea de una casa es un concepto abstracto de espacios

interrelacionados para poder vivir en ellos; una estructura de necesidades donde

imperen el bienestar y la comodidad del ser humano en su propio microcosmos,

dentro de su habitable universo”

El acceso a la casa se hace desde un pasillo de treinta metros de largo, conformado por vidrios y recubierto en su totalidad por domos. Esta solución permite el contraste entre luces y sombras para lograr la refracción de la luz dentro del espacio, en el que el color predominante es el violeta.

“La casa volada”

El soporte de la casa esta conformado por lo que parecen dos sólidos muros, que en realidad son al

interior espacios habitables. Dos vigas de acero son el soporte de la estructura. Uno de los lugares

más hermosos de la casa es la cava, espacio que esta ubicado dentro de uno de esos sólidos

muros. A este espacio se accede por una espectacular

escalera de caracol que se comunica con la alberca mediante un puente tubular.

Se dice que el arquitecto ideó esta obra en la playa, inspirándose en un árbol de palapa y en general en la geometría y organización funcional de los árboles para crear su composición.

Taller del arquitecto Agustín Hernández

Exteriormente la composición se basa en la relación de cuatro elementos en forma de T girados 60 grados

respecto a la horizontal y engarzados en torno a una columna central, dando la impresión de que fueran

dos pirámides superpuestas.

La T o Tau, presente en otras obras del arquitecto, es también un referente

prehispánico, en contraposición a la cruz cristiana .

Ambas pirámides, símiles en tamaño y color (concreto con agregados de mármol), generan una tensión y dinamismo importante, pero al mismo tiempo transmiten un sentido de equilibrio basado en su dualidad: la pirámide normal se asienta en la tierra, trabaja a la tensión y su acabado es de concreto pulido. La pirámide invertida se eleva hacia el cielo, trabaja a la compresión y su acabado es martillado.

El ingreso, sin embargo, se da por la parte superior del edificio y tenemos que ascender por una vía serpenteante para llegar a él. Desde aquí comprobamos la extraordinaria sensación de libertad que transmite el edificio, orondamente soportado por su maciza columna (empotrada firmemente en el subsuelo) y comunicándose al mundo únicamente mediante un puente. Algunos balcones y terrazas externos otorgan la posibilidad de contemplar los bosques circundantes como si se estuviera flotando en el aire.

El centro principal de su taller es, como en muchas de sus obras, la circulación. En este caso, se trata de una escalera en espiral, un elemento que se halla también presente en la arquitectura mesoamericana.

Esta escalera de peldaños metálicos triangulares, carece de barandal, lo cual le

da una extraordinaria sensación de ligereza Sin embargo, por esta carencia de una

columna central, la gente se pregunta ¿como se sostienen los peldaños?

Hernández diseñó un ingenioso sistema de soportes y muelles que parecen invisibles desde arriba, pero que forma parte de la estética de la propia escalera, presente ya desde el ingreso al taller. Al fondo, una ventana circular enmarca nuevamente el frondoso paisaje exterior.

En la parte inferior se ubican los talleres mientras que la oficina del arquitecto se halla, como no

podría ser de otra manera, en la pirámide superior invertida. Cabe resaltar que mientras el lado de la

oficina que da hacia el ingreso es totalmente opaco, hacia el bosque existe un gran ventanal,

como si el arquitecto hubiera optado intencionalmente por desligarse del mundo para

concentrarse en sus creaciones.

El área de taller se desarrolla en torno al núcleo central y alterna áreas de exposición de maquetas con áreas de taller, suficientemente iluminado por las ventanas horizontales o triangulares. Para los que trabajan ahí les resulta ser un espacio tan estimulante.

Al igual que un revolucionario Frank Lloyd Wright muchos años antes, Hernández quiso hacer de su taller su mejor tarjeta de presentación.

Las escaleras al interior del taller, trabajadas con liviandad y simpleza, en un estilo limpio y

que contrasta con el alarde estructural y formal de otros elementos de la casa.

"Este taller llena todo lo que se busca en la arquitectura, “que la estructura, forma y función sean una unidad”. Desde cuando se esta diseñando una estructura, esa estructura va a dar espacios, espacios diferentes, espacios invitan a la acción, otros nos invitan al reposo. El espacio se apodera de nosotros, nosotros de él; si estamos en un cuarto cúbico, somos cubo, si estamos en un espacio esférico, nos sentimos esfera; Ahí se aprecia la relación que existe entre el espacio y el hombre"