Albert Vanhoye - Culto Antiguo y Culto Nuevo en Hebreos

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  • 8/13/2019 Albert Vanhoye - Culto Antiguo y Culto Nuevo en Hebreos

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    ALBERT VANHOYE

    CULTO ANTIGUO Y CULTO NUEVO EN LACARTA A LOS HEBREOS

    Culto antico e culto nuovo nell'Epistola agli Ebrei, Rivista Liturgica, 65 (1978) 595-608

    En qu textos bblicos podemos encontrar los fundamentos de la teologa litrgica?

    Los textos ms largos y explcitos en materia de culto se encuentran en el AT. Enefecto, la Ley de Moiss es, en gran parte, una ley cultual. Libros como el Exodo y el

    Levtico son muestras claras de ello. En los escritos del NT, no hay nada parecido: enellos la organizacin del culto cristiano no se expresa como algo orgnico; a lo msaparecen unos pocos vestigios relacionados con el culto, pero que se resisten a ser

    incluidos en un cuadro completo.

    Segn esto, podra parecer natural el servirse de los textos explcitosveterotestamentarios y llenar as las lagunas del NT. Pero tambin puede razonarse a la

    inversa y afirmar que las lagunas del NT no son fruto de un olvido, sino que expresanun rechazo positivo del culto antiguo y que sera, por tanto, un error buscar en el ATmodelos y directrices que puedan inspirar la liturgia cristiana, cuando de lo que se trata

    es de una ruptura completa entre AT y liturgia cristiana.

    Qu posicin escoger? Renunciar a hablar de fundamentos bblicos de la teologalitrgica y hacerlo solamente de fundamentos evanglicos o neotestamentarios? O bien

    buscar la inspiracin en toda la Biblia para ser fieles al conjunto de la revelacin? Aestos interrogantes pretende dar respuesta este artculo.

    I. LAS TRES DIMENSIONES DEL CUMPLIMIENTO CRISTIANO

    No sera difcil hallar en el NT dos posturas encontradas. La una (Rm 6, 14; Gal 5,18)podra definirse como "rupturista": Segn esta lnea, el AT no tiene valor alguno tras lavenida de Cristo; ha sido abrogado como incompatible con la nueva fe. La otra postura,

    ms judaizante o "continuista", sealara la continuidad entre los dos testamentos (Rm3,31; Mt 5,17-19 ... ).

    Sin embargo la realidad es mucho ms compleja. Si queremos expresar correctamente la

    relacin entre el AT y el NT no podemos hablar ni de abrogacin ni de continuidad sino

    ms bien de cumplimiento. El NT constituye el pleno cumplimiento del designio deDios anunciado y trazado en el AT. Veamos a continuacin cmo este cumplimiento

    corresponde en realidad a una gran complejidad de relaciones:

    1) Semejanza y continuidad

    Para que un acontecimiento pueda ser reconocido como cumplimiento de unaprediccin o una accin como fruto de una prescripcin legal es indispensable queexista una correspondencia entre acontecimiento y prediccin, entre accin y

    prescripcin legal. Supongamos, por ejemplo, que un evangelista presentase como

    Salvador a un hombre salido del mundo pagano y ajeno a la tradicin bblica. Elmensaje de este "evangelio" constituira un hecho completamente nuevo, no preparado y

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    no verificable. Por el contrario gracias a sus relaciones de correspondencia y de

    continuidad con la tradicin mesinica del AT, la existencia y la persona de Jesspueden ser situadas en el proyecto de Dios.

    2) Diferencia

    La simple repeticin de lo antiguo no significa cumplimiento; para que se d unverdadero cumplimiento, es necesario un "cambio" profundo. La realeza de Cristo, por

    ejemplo, es cumplimiento de la de David. Pero el nivel es diferente. Un cumplimientodivino comprende siempre un aspecto de novedad imprevisible y, por lo tanto, deruptura con lo anterior.

    3) Progreso

    Para que el cumplimiento sea autntico es preciso que las diferencias observadascaminen hacia un progreso decisivo; si no, tendramos solamente una variante de un

    valor muy discutible. Cuando la reconstruccin del Templo, por ejemplo, los israelitasms ancianos, al observar las diferencias, recordaban el templo de Salomn con tristeza

    y constataban la poquedad de la nueva construccin. En este caso no se trataba delcumplimiento definitivo del proyecto de Dios; era solamente una obra humana. Elcumplimiento divino, en cambio, se sita a un nuevo nivel y constituye una obra en la

    cual se manifiesta la potencia creadora del Espritu.

    Continuidad, ruptura, trascendencia, o sea, semejanza, diferencia, superioridad son lostres tipos de relaciones necesarias para que se d un verdadero cumplimiento. Son, pues,

    elementos imprescindibles para relacionar los dos Testamentos.

    II. DISCERNIMIENTO NECESARIO

    El problema consiste en discernir cules son los lmites de la continuidad, cundo se dauna verdadera ruptura y cmo se manifiesta la trascendencia. Tal discernimiento no fue

    fcil para la Iglesia primitiva y suscit apasionadas discusiones en su seno. Gracias aestos esfuerzos, el discernimiento resulta hoy ms fcil pero no es algo automtico, ya

    que se dan nuevos problemas que piden constantemente una nueva reflexin. Es por ello

    preciso no desviarse ni en el sentido de un retroceso simplista al AT ni en el de unaruptura esterilizante.

    En la primitiva Iglesia la clave de la discusin no fue el problema del culto sino el de laobservancia de la "Ley" Cul era la posicin cristiana ante la Ley de Moiss? Estacuestin empez a serlo cuando el cristianismo se propag por el mundo paga-no. Qu

    deba exigirse a los paganos convertidos? La controversia fue encarnizada entreaquellos que propugnaban la primaca de la Ley y los defensores de la libertad cristiana

    (Hch 15; Gal 2). El mismo Pablo, en el ardor de la disputa, dio la impresin, ms de unavez, de propugnar una ruptura completa con la Ley, presentando a sta como unainstitucin deficiente y provisional (Gol 3,10.19.23-25). Pero en otras ocasiones la

    valor positivamente remarcando la continuidad, aunque en una perspectiva decumplimiento superior. (Rm 8,4; Gal 5, 14).

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    En lo concerniente al "culto" la situacin fue menos tensa ya que el culto judaico tena

    su centro en Jerusaln y no poda celebrarse de un modo total en ningn otro sitio. Losneocristianos, provenientes del paganismo, cuando en sus reuniones seguan el modelo

    de las sinagogas locales podan imitar sin dificultad la lectura litrgica de la Escritura.Eran, en este sentido, continuistas. La diferencia estaba en el modo de referir dicha

    lectura a Cristo; diferencia muy profunda de la cual la iglesia ha sido siempre muyconsciente.

    III. EL CULTO CRISTIANO SEGUN LA CARTA A LOS HEBREOS

    El contenido de esta carta ilumina de un modo particular el problema de la relacinentre el culto antiguo y el nuevo. Su autor pretende, evitando simplificaciones, dar uncriterio vlido para solucionar el problema, asumiendo las lneas de continuidad y de

    ruptura. "El culto cristiano tiene su centro en Cristo y, precisando ms, en su muerte yresurreccin". La liturgia cristiana, pues, debe mantener con fidelidad esta referencia

    clave y adaptarla como criterio para determinar el uso que puede y debe hacer de lastradiciones antiguas.

    1. La idea de sacrificio

    El AT daba mucha importancia al culto sacrificial. En el Levtico se dedican captulosenteros a especificar con todo lujo de detalles el cmo de los sacrificios. En este sentidoel "sacrificio" de Jess no fue un acto estrictamente ritual, celebrado en un lugar santo y

    realizado por un hombre consagrado; no fue una accin festiva y glorificante como lossacrificios del AT. La muerte de Jess fue ms bien la ejecucin de una sentencia

    jurdica fue la muerte de un condenado, muerte no glorificante sino infamante, muerte

    que llenaba de maldicin y oprobio (Hb 11,26).

    Desde esta perspectiva resultara fcil afirmar la ruptura completa entre los dossacrificios y sacar la, lgica consecuencia de que el culto cristiano no tiene nada que ver

    con los sacrificios antiguos. Sin embargo, en la carta se habla tambin de una profundacontinuidad: en la muerte de Cristo se dio un autntico sacrificio de una vctimainmolada, de una sangre derramada y ofrecida a Dios.

    El culto antiguo ayuda, por lo tanto, a comprender la nueva situacin. El escndalo de la

    muerte en el Calvario queda, sin perder su realismo, iluminado desde las tradicionesculturales del AT. Es imprescindible para ello comparar los diversos tipos de sacrificios

    rituales con el acontecimiento muerte-resurreccin de Cristo. De este modo ste seinterprete como:

    -"sacrificio de expiacin", porque obtiene la remisin de los pecados (Hb 9,28; 10,12)

    -"sacrificio de alianza", porque instituye una mediacin perfecta (Hb 9, 15-24; 13,20)

    -"sacrificio de consagracin", porque transforma al hombre hasta el fondo y lo une con

    Dios (Hb 5,8-9; 10,10. 14; 13,12)

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    -"sacrificio de accin de gracias y de alabanza" por la salvacin obtenida (Hb 2,12;

    13,15).

    As pues, la fe y la liturgia cristianas necesitan los textos del AT para autocomprendersecon toda su plenitud. Todo ello, sin embargo, no debe hacer perder de vista la

    importancia de la ruptura entre los dos testamentos de la cual es muy consciente el autorde la carta a los Hebreos. En efecto el culto antiguo era ritual, externo, convencional y,

    por todo ello, ineficaz. Cristo lo sustituy por un culto real, personal, existencial yeficaz.

    2. Los dos sacrificios

    La concepcin antigua del culto propona una santificacin simblica, ya que ningnhombre estaba en condiciones de efectuar una santificacin real. A travs del fuego delaltar la vctima se transformaba en "perfume agradable a Dios" y suba simblicamente

    al cielo, pasando del mundo profano al divino. El sacerdote no poda, por s mismo,acceder al mundo divino ya que era terrestre, pecador e indigno de un contactoinmediato con Dios e incapaz de ofrecerse a s mismo con una generosidad perfecta.

    Deba recurrir a las inmolaciones rituales.

    El autor de Hebreos observa que todo ello conduca a una relacin de separacin entreDios y el pueblo, entre el sacerdote y la comunidad. Slo el sumo sacerdote estaba

    autorizado a entrar en el santuario. La separacin producida entre el sacerdote y lavctima se produca tambin, y sobre todo, entre la vctima y Dios, pues cmo podra

    entrar en comunin un animal muerto con la santidad del Dios vivo? Ya en el AT sehaba manifestado la repugnancia de Dios por este tipo de culto. (Is 1,11; Am 5,21; Sal

    40=Hb 10,5-6).

    El sacrificio de Cristo es de un gnero totalmente diverso. En lugar de inmolaciones de

    animales ofreci su obediencia personal hasta la muerte (Hb 10,4-10), se ofreci a smismo (Hb 9,14). Poda hacerlo porque era vctima "sin mancha", absolutamente digno

    de Dios y lleno de la plenitud del Espritu Santo (Hb 9,14). Su ofrecimiento constituyeel culto perfecto a travs del cual Dios es verdaderamente glorificado y el hombreverdaderamente santificado. Este culto es ms don de Dios que actuacin del hombre.

    Realiza la nueva alianza, introduciendo al pueblo en una comunin ntima con Dios. Laentrega de Cristo en obediencia filial completa hacia Dios es, pues, a la vez un acto de

    misericordia hacia nosotros, sus hermanos.

    En vez de separarse de los pecadores, Cristo tom sobre s mismo su muerte para as deeste modo salvarlos. Ya durante su vida pblica se mostraba favorable a la

    preponderancia de la misericordia por encima de los actos rituales. (Os 6,6, citado en Mt

    9,13; 12,7). Por eso su ofrecimiento no fue un sacrificio ritual sino la aceptacin de lasolidaridad completa con los miserables, para de este modo lograr la comunin de todos

    en el amor.

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    3. El "culto" cristiano

    El culto cristiano, pues, no consiste en el cumplimiento exacto de ciertas ceremonias,sino en la transformacin de la propia existencia por medio del amor divino. Este cultodebe ser real, personal, existencial como lo fue el sacrificio de Cristo: adhesin concreta

    a la voluntad de Dios (Hb 10,4-10.36; 13, 21) y dedicacin al servicio de los hermanos(Hb 13,16), en una actitud de accin de gracias continua (Hb 13,15), pues todo es don

    de Dios. Por todo ello la celebracin litrgica no constituye toda la realidad del cultocristiano, pero est al servicio del culto total que consiste en el ofrecimiento de la vida.

    Los profetas reaccionaron a menudo contra el exceso de preocupacin por la purezaritual externa. Es lgico, pues, que el NT retome el mensaje proftico y que ste se

    manifieste ms en la vida cristiana litrgica.

    Hoy da algunos grupos de cristianos insisten tanto en la diferencia y en la ruptura querechazan cualquier celebracin litrgica, incluida la Eucarista. Afirman que el

    verdadero culto cristiano se sita en la vida concreta y que no hay, pues, necesidad deninguna ceremonia. En vez de celebrar la Eucarista, dicen, es mejor comer juntos y

    poner en comn las propias vidas: de este modo se efecta una comunin real ms fiel a

    la enseanza de Cristo.

    Sin embargo esta postura es ilusoria. Han comprendido la diferencia, pero han perdidolos aspectos de continuidad y trascendencia. No han entendido que la Eucarista no es

    un rito en el sentido antiguo de la palabra. Es una celebracin en la cual entran encomunin existencias reales, la de Cristo y la de los cristianos. No tiene valor en s

    misma ya que todo su valor le viene de su relacin con un ofrecimiento existencialperfecto, es decir, el sacrificio de Cristo, y de la posibilidad dada a los cristianos de

    transformar su existencia por medio de la unin con aquel ofrecimiento perfecto. Por

    ello al rechazar el valor de la celebracin litrgica cristiana, Cristo queda reducido a unmodelo tico, puramente horizontal. No caen en la cuenta de que sin la relacintranscendente, el amor humano solidario no es capaz de extenderse a todos sin

    distincin de raza o de clase. Solamente la cruz de Cristo ha realizado la unin perfectade las dos dimensiones del amor. En esto consiste la transcendencia del sacrificio de

    Cristo.

    Por lo tanto el culto cristiano no consiste en imitar a Cristo con las propias fuerzas sinoms bien en el acoger en nosotros al mismo Cristo en su total docilidad al Padre y en el

    dejarnos tomar por el dinamismo de su sacrificio, el cual nos llevar a transformarnuestra existencia real por medio de la caridad divina.

    IV. LA CASA DE DIOS

    Como ejemplo de la dialctica del cumplimiento cristiano del AT veamos el tema de "lacasa de Dios" tan importante en el AT.

    Para entrar en relacin con Dios es necesario encontrarle y el encuentro se realiza, en elAT, en un lugar santo. Este lugar que fue, en un primer momento, la tienda de la

    reunin y, posteriormente, el Templo de Jerusaln fue la expresin de las aspiracionesreligiosas de Israel (cfr. Sal 84; Si 35,1013; Tb 13,510-12). El ideal de los judos era la

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    reunin de todos en la casa de Dios, edificada en Jerusaln. Pues bien, la tradicin

    litrgica cristiana conserva estos valores: las iglesias son la casa de Dios entre loshombres, de un modo mejor todava que el templo de Salomn.

    Sin embargo en el NT lo ve de un modo todava ms profundo: el proyecto de Dios de

    habitar en medio de los hombres se ha cumplido de un modo inesperado en el misteriode la Pasin de Jess. El nuevo santuario no construido por la mano del hombre (cfr Me

    14,58) es el Cuerpo de Cristo resucitado (cfr. Jn 2,19-21). En l habita corporalmentetoda la plenitud de la divinidad (Col 2,9). As como los israelitas anhelaban habitar en lacasa de Yahv, los cristianos encuentran su gozo "morando" en Cristo (Jn 15,1-11). El

    Cuerpo de Cristo es tambin casa abierta a todos los creyentes y, por ello, verdadera"tienda de la reunin", ms perfecta que la de Moiss (Hb 9, 11). Cristo ha conquistado

    la capacidad de acoger en su Cuerpo a todos los hombres, incorporndolos a suhumanidad glorificada de modo que sean ellos mismos templos vivos de Dios. (cfr. 1Co 6,15; 12,27; 3,16; 2 Co 6,16; Hb 3,6).

    Para la liturgia cristiana el lugar santo es, ante todo, el Cuerpo de Cristo. Por esta raznla cuestin del lugar concreto de la celebracin no tiene ya una importancia esencialcomo la tenia en el caso de los sacrificios de los judos. Lo importante es, por ello, la

    situacin espiritual de la comunidad porque quien dice Cuerpo de Cristo dice tambincomunidad de creyentes.

    CONCLUSIN

    La bsqueda de los fundamentos escritursticos de la teologa litrgica debe extendersea toda la Biblia. Toda su riqueza es necesaria para la plena comprensin y actualizacin

    de la liturgia cristiana. El discernimiento continuado es un elemento imprescindible para

    ir encontrando la dialctica del cumplimiento cristiano.

    Para ello, la carta a los Hebreos traza tres dimensiones: la continuidad en los puntosfundamentales, la ruptura con las expresiones deficientes y la trascendencia del nivel

    alcanzado.

    Esto significa que, a la luz del misterio de Cristo, se iluminan todos los textos einstituciones del AT y al revelar su sentido profundo se pone de manifiesto suinagotable plenitud.

    Tradujo y extract: PERE BORRAS