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José Manuel González Campa médico psiquiatra, considerado como uno de los más significativos científicos europeos en el ámbito de la salud mental. ALCOHOLISMO Y DEPRESIÓN Recientemente dentro del campo de la salud mental y de la psiquiatría de las adicciones, se utiliza la expresión comorbilidad psiquiátrica para indicar la presencia simultánea de un trastorno mental y de problemas causados por el uso de alcohol y otras drogas; denotando con ello la coexistencia de dos tras- tornos independientes, pero invariablemente interactuantes. Es indispensable tomar en consideración la evidencia de que estos pacientes, independiente- mente del diagnóstico de intoxicación o dependencia, con regularidad cursan con otros trastornos psiquiátricos adicionales. En consecuencia una primera aproximación para estructurar una propuesta para identificar cuál condición puede ser considerada como el “problema primario”, si el trastorno psiquiátrico o el uso de sustancias, es indispensable para realizar una historia clínica com- pleta que posibilite esclarecer esta situación, e identificar las posibles causas del trastorno psiquiátrico primario; es decir establecer un correcto diagnóstico que permita discriminar si la sintomatología se correlaciona con el uso de alco- hol y otras drogas, o bien, si corresponde a otra entidad nosológica. En el sentido anteriormente indicado se viene insistiendo, en que cada vez existen pruebas más evidentes, que ponen de manifiesto un nexo muy estrecho entre alcoholismo y depresión, señalando que estas dos entidades se pre- sentan frecuentemente en el mismo paciente. Se asevera que los síntomas de depresión son predominantes en los alcohólicos en comparación con varias categorías diagnósticas de pacientes psiquiátricos. “Los ejemplos más comunes de comorbilidad psiquiátrica incluyen las co- rrelaciones de depresión mayor y adicción a la cocaína; adicción de al- cohol y trastorno de pánico (TA); adicción a diversas sustancias y esquizofrenia, así como trastorno limítrofe de la personalidad y abuso episódico de diversas sustancias” (Dr. Lino Díaz Barriga Salgado). “A juicio de diversos expertos en alcoholismo y toxicomanías, “la pato- logía dual” ha experimentado un intenso crecimiento en los últimos años. Se prevé que para el año 2010 más del 70% de la población psiquiátrica presen- tará algún tipo de drogodependencia. Teniendo en cuenta estas perspectivas psicopatológicas a devenir en un futuro tan cercano “resulta fundamental dife- renciar si los trastornos psíquicos asociados al consumo del alcohol son prima- rios o si son drogo-inducidos”. Se considera que la prevalencia de pacientes con patología psiquiátrica que presentan comorbilidad es del 19,8%; el 55% de los pacientes alcohólicos poseen trastornos psíquicos complemen- tarios y el 64% de los toxicómanos no alcohólicos presentan patología psíquica concomitante. De los pacientes alcohólicos, el 13,4% registraban trastor- nos afectivos, el 3,8% esquizofrenia, el 14,3% presentaban trastornos de personalidad antisocial, más del 19% mostraban trastornos de ansiedad, y el 36,6% presentaba otro trastorno psiquiátrico” (Dr. M. Casas Brugué).

ALCOHOLISMO Y DEPRESIÓN - josemanuelgonzalezcampa.es · Para el autor de este trabajo el alcoholismo es siempre una enfermedad cuya acción deletérea desestructura integralmente

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José Manuel González Campamédico psiquiatra, considerado como uno de los más significativos científicoseuropeos en el ámbito de la salud mental.

ALCOHOLISMO Y DEPRESIÓN

Recientemente dentro del campo de la salud mental y de la psiquiatría delas adicciones, se utiliza la expresión comorbilidad psiquiátrica para indicarla presencia simultánea de un trastorno mental y de problemas causados porel uso de alcohol y otras drogas; denotando con ello la coexistencia de dos tras-tornos independientes, pero invariablemente interactuantes. Es indispensabletomar en consideración la evidencia de que estos pacientes, independiente-mente del diagnóstico de intoxicación o dependencia, con regularidad cursancon otros trastornos psiquiátricos adicionales. En consecuencia una primeraaproximación para estructurar una propuesta para identificar cuál condiciónpuede ser considerada como el “problema primario”, si el trastorno psiquiátricoo el uso de sustancias, es indispensable para realizar una historia clínica com-pleta que posibilite esclarecer esta situación, e identificar las posibles causasdel trastorno psiquiátrico primario; es decir establecer un correcto diagnósticoque permita discriminar si la sintomatología se correlaciona con el uso de alco-hol y otras drogas, o bien, si corresponde a otra entidad nosológica.

En el sentido anteriormente indicado se viene insistiendo, en que cada vezexisten pruebas más evidentes, que ponen de manifiesto un nexo muy estrechoentre alcoholismo y depresión, señalando que estas dos entidades se pre-sentan frecuentemente en el mismo paciente. Se asevera que los síntomas dedepresión son predominantes en los alcohólicos en comparación con variascategorías diagnósticas de pacientes psiquiátricos.

“Los ejemplos más comunes de comorbilidad psiquiátrica incluyen las co-rrelaciones de depresión mayor y adicción a la cocaína; adicción de al-cohol y trastorno de pánico (TA); adicción a diversas sustancias yesquizofrenia, así como trastorno limítrofe de la personalidad y abusoepisódico de diversas sustancias” (Dr. Lino Díaz Barriga Salgado).

“A juicio de diversos expertos en alcoholismo y toxicomanías, “la pato-logía dual” ha experimentado un intenso crecimiento en los últimos años. Seprevé que para el año 2010 más del 70% de la población psiquiátrica presen-tará algún tipo de drogodependencia. Teniendo en cuenta estas perspectivaspsicopatológicas a devenir en un futuro tan cercano “resulta fundamental dife-renciar si los trastornos psíquicos asociados al consumo del alcohol son prima-rios o si son drogo-inducidos”. Se considera que la prevalencia de pacientescon patología psiquiátrica que presentan comorbilidad es del 19,8%; el 55%de los pacientes alcohólicos poseen trastornos psíquicos complemen-tarios y el 64% de los toxicómanos no alcohólicos presentan patología psíquicaconcomitante. De los pacientes alcohólicos, el 13,4% registraban trastor-nos afectivos, el 3,8% esquizofrenia, el 14,3% presentaban trastornos depersonalidad antisocial, más del 19% mostraban trastornos de ansiedad, yel 36,6% presentaba otro trastorno psiquiátrico” (Dr. M. Casas Brugué).

“Referente a la comorbilidad entre alcoholismo y depresión, diversos estudiosrealizados hablan de que “la prevalencia de alcoholismo / depresión está pocodefinida”, y la sitúan entre un 30% y un 90% durante el consumo activo. Despuésde 3 4 semanas de abstinencia se experimentaría una reducción significativa eneste porcentaje, llegándose a valores de prevalencia del 6-25%. En estudios re-cientes se insiste en que se debe de abordar esta problemática tratando de estu-diar la patología depresiva previa al alcoholismo, la inducida por el consumo dealcohol y la desencadenada por el síndrome de abstinencia, así como la producidapor alteraciones orgánicas (encefalopáticas) derivadas de la ingesta crónica de al-cohol etílico” (Dr. M. Casas Brugué).

Hasta aquí algunas de las consideraciones que en los últimos tiempos sevienen teniendo sobre la problemática de la comorbilidad psiquiátrica y de ma-nera más específica y concreta sobre la psicopatología dual alcoholismo / de-presión.

Antes de seguir analizando de una manera más incisiva y pormenorizada lapatología alcoholomanígena - depresiva, considero una cuestión epistemoló-gica fundamental o hermenéutica - científica plantearse la siguiente pregunta: ¿Elalcoholismo es un síntoma o una enfermedad? La respuesta a este interro-gante puede contribuir a resolver una serie de contradicciones que hoy tienenplena vigencia en el campo de la psicopatología y de la praxis clínica psiquiátrica.Para el autor de este trabajo el alcoholismo es siempre una enfermedad cuyaacción deletérea desestructura integralmente a la persona que la padece. El al-coholismo crónico produce en los seres humanos trastornos somático s, y psí-quicos que avocan al enfermo/a a padecer alteraciones orgánicas,psicoemocionales, psicoafectivas, sociofamiliares, sociolaborales, psicosociales,psicopatológicas, morales y espirituales (noéticas).

El comité de expertos de la OMS desde 1955 asimila el alcoholismo a lasotras formas de dependencia física y psíquica de las drogas. Hablando de la alco-holdependencia es conveniente tener en cuenta el significado etimológico de lostérminos toxicomanía, habituación, adicción, dependencia y capacidad de absti-nencia y capacidad de control.

Se define como dependencia un estado psíquico, y a veces físico resultantede la interacción de un organismo vivo y una sustancia o fármaco. Este estadopuede acompañarse o no de tolerancia (necesidad de aumentar la dosis de drogapara conseguir los mismos efectos farmacodinámicos).

La dependencia psíquica, que habla de la necesidad psicológica de una sus-tancia, se equipararía al término habituación.

La dependencia física constituiría lo que definimos como adicción (es un es-tado de adaptación, de un organismo a una sustancia toxicomanígena que se ma-nifiesta por intensos trastornos físicos que se presentan cuando se suspende laadministración de dicha droga o cuando su acción es afectada por la administra-ción de un antagonista específico).

La capacidad de abstinencia consiste en la posibilidad que tienen todos losseres humanos de abstenerse del consumo de sustancias que crean dependencia;en el caso concreto que nos ocupa la capacidad de abstinencia de un enfermo/aalcohólico/a consistiría en la posibilidad volitiva de esa persona para abstenersedel consumo de bebidas alcohólicas sin tener que sufrir ninguna lucha o confron-tación dialéctica angustiosa en la esfera de su intimidad.

La capacidad de control consiste en la capacidad que tienen la casi totalidadde los seres humanos de interrumpir la ingesta de una sustancia toxicomanígena(drogas) en el momento que la persona lo decide; en el caso del consumo de be-bidas alcohólicas se trataría de poder interrumpir la ingesta etílica de manera vo-

luntaria sin esfuerzo alguno por parte de la persona que estuviera consumiendouna bebida alcohólica.

El término toxicomanía expresa toda relación patológica con las drogas.Para realizar un diagnóstico de alcoholismo crónico es necesario tener en

cuenta la significación de los términos analizados a la luz de los trastornos psicopa-tológicos y clínicos que el paciente presente.

Volviendo al problema de la comorbilidad psiquiátrica y específicamente al diag-nóstico dual alcoholismo / depresión, voy a exponer a continuación algunas delas clasificaciones más importantes que se han venido manejando en las últimasdécadas.

Philip Solomon y Vernon D. Patch en su Manual de Psiquiatría, distinguentres tipos de alcoholismo:

1) Alcoholismo social2) Alcoholismo neurótico 3) Alcoholismo psicótico, y dentro de este último apartado:

a) Alcoholismo esquizofrénico b) Alcoholismo maníaco - depresivo.

Esta clasificación, como cualquier otra que pudiera hacerse, contiene elementospsicopatológicos y clínicos de un valor incuestionable; pero en cualquier caso tengoque manifestar que no es posible clasificar de manera rígida a los enfer-mos/as alcohólicos/as en departamentos estanco rígidos y cerrados. La re-alidad psicológica, psicopatológica y existencial de los pacientes alcohólicostrasciende todos los encasillamientos casuísticos que hasta el presente se han idoelaborando. Cualquier paciente que padece un problema de alcoholismo crónicopuede devenir su existencia toxicomanígena con alteraciones sociopáticas, neuro-páticas, psicopáticas y psicóticas.

La clasificación de Philip Solomon y Vernon D. Patch podría ser asimilada a laelaborada por el Profesor Alonso Fernández y que se expone en diversas obrassuyas.

El alcoholismo social se correspondería con el bebedor habitual excesivo. El alcoholismo neurótico se correspondería con el bebedor alcoholómano. El alcoholismo psicótico se correspondería con el bebedor enfermo psíquico. Volviendo sobre mis consideraciones analítico - críticas debo de manifestar que

cualquier enfermo/a alcohólico/a se puede convertir en un bebedor habitual exce-sivo, que busca la ingesta de bebidas alcohólicas para gratificar deseos insatisfechosa nivel consciente o inconsciente y que por consiguiente existen elementos neuró-ticos que juegan un papel importante en su ingesta etílica; por otro lado es bienconocido que el alcoholismo crónico conduce a la larga a alteraciones psicopatoló-gicas (psicoafectivas, psicoemocionales o psicóticas) de la personalidad.

A la luz de todo lo anteriormente expuesto creo que se puede llegar a la si-guientes conclusiones:

1) El alcoholismo crónico debe reconocerse como una enfermedad; esdecir, como una entidad nosológica concreta y específica.

2) Dicha enfermedad se instaura cuando la persona afectada por la ingestade bebidas alcohólicas pierde su capacidad de control, su capacidad de absti-nencia o ambas.

3) Es necesario no confundir, en el caso de la enfermedad alcohólica, el sín-toma con la enfermedad. Explicitaré mejor este concepto:

Una persona puede comenzar su ingesta etílica (en un primer momento de sudevenir toxicomanígeno) condicionada por factores peristáticos pertenecientes a superimundo o entorno psicosocial en el que vive inmersa; de tal manera que la in-fluencia de hábitos toxicomanígenos sociales, familiares, etc. pueden influir en que

un ser humano empiece a ingerir con determinada frecuencia bebidas alcohólicas.Asimismo pueden surgir pulsiones procedentes de los estratos inconscientes de supersonalidad que le lleven a la ingesta de alcohol etílico para satisfacer el principiodel placer. Existe también la posibilidad de que la persona sufra alteraciones de susalud mental (neurosis o psicosis) que le induzcan a la ingesta de alcohol etílico paracontrarrestar sentimientos de ansiedad, angustia, tristeza, frustración, etc. En todosestos casos la ingesta de bebidas alcohólicas, en el principio de la carrera toxicoma-nígena, seria Un Síntoma, pero la reiteración en el tiempo del consumo de alcoholetílico llegaría a producir alteraciones del funcionamiento bioquímico cerebral de lapersona, y cuando esta realidad sucediera se produciría una dependencia física poradaptación de los productos finales del metabolismo del alcohol etílico a determinadaszonas cerebrales que son receptores de los denominados opiáceos endógenos (en-dorfinas y encefalinas). Llegada esta realidad bioquímica - cerebral el paciente habríaestablecido una dependencia psíquica, una dependencia física y habría perdidosu capacidad de control y en la inmensa mayoría de los casos su capacidad deabstinencia; en otras palabras: el Síntoma se habría convertido en Enferme-dad.

4) Hoy en día en las diversas clasificaciones nosológicas de las enfermedadesmentales (DSM III - DSM IV - CIE) se suele abordar la problemática del alcoholismocrónico diagnosticándole con la calificación de Dependencia al Alcohol. Aunque escierto que en un enfermo/a alcohólico/a existe siempre una dependencia al alcoholetílico, esta realidad no explica, por si misma, todos los factores psicodinámicos, etio-patogénicos, psicopatológicos y clínicos que se dan en el Alcoholismo Crónico.

El Alcoholismo Crónico constituye una entidad nosológica clara y com-pleja. La sintomatología de esta enfermedad es abigarrada y múltiple y se pone demanifiesto por una serie de síntomas que son expresión de las alteraciones fisiopa-tológicas, neurológicas, bioquímicas, psicoemocionales, psicoafectivas y noógenas oneumáticas que se dan en la persona afectada por dicha enfermedad.

5) Cuando se realiza en un enfermo/a alcohólico/a una buena exploración clí-nica, lo cual implica realizar una investigación anamnésica profunda y detallada, seencuentran siempre alteraciones de la esfera psicoemocional y psicoafec-tiva; es decir se encuentran alteraciones de la esfera timopática (esfera afectiva)que se ponen de manifiesto por padecer la siguiente sintomatología: ansiedad, an-gustia y manifestaciones depresivas (tristeza, pena, remordimientos, sentimien-tos de culpa, labilidad psicoemocional con tendencia al llanto y, en múltiplesocasiones, crítica autopunitiva con posible descarga catártica de tipo autolítico).En cuanto a los síntomas depresivos se dice que se ponen más de manifiesto entrelos bebedores altos y abstinentes y menor entre los bebedores moderados.Esta última aseveración hay que considerarla con muchísima prudencia, aunque nosea más que por tener en cuenta la denominada niebla alcohólica (situación de unestado de conciencia obnubilada en la cual el sujeto enfermo no es capaz de vivenciar su propia situación anímica y existencial con suficiente nitidez para poder expre-sar al investigador los sentimientos que experimenta en cuanto a su estado deánimo).

Continuando con las consideraciones sobre la comorbilidad alcoholismo/de-presión, voy a exponer a continuación mi concepción sobre esta realidad psicopa-tológica. En mi experiencia científica y clínica la relación alcoholismo / depresiónse deviene de la siguiente manera:

a) La DEPRESIÓN como SÍNTOMA del ALCOHOLISMO b) La DEPRESIÓN como CAUSA del ALCOHOLISMO c) La DEPRESIÓN como SECUELA del ALCOHOLISMO

En esta clasificación, que establezco, la depresión la considero fundamental-

mente desde el punto de vista de la clasificación nosológica establecida y estructuradapor el Dr. Víctor Frankl. Este autor establecía las siguientes modalidades clínicasdesde el punto de vista timopático:

1) Depresión somatógena: se trataría de aquellos síndrome s depresivosque tendrían como infraestructura etiopatogénica alteraciones de la esfera somáticadel organismo humano. El Alcohol etílico, como anteriormente hemos dejado ex-puesto es capaz de actuar desestructurando el organismo a nivel físico - orgánicohasta llegar a producir alteraciones bioquímicas profundas en la esfera de su intimi-dad; como consecuencia de dichas alteraciones bioquímicas a nivel cerebral, y de lostrastornos hormonales que se pueden producir por la actuación del alcohol etílicosobre diversas glándulas de secreción interna (tales como el hígado, hipotálamo, tes-tículos, ovarios y cápsulas suprarrenales) el enfermo alcohólico puede llegar a pade-cer como síntoma de su Alcoholismo Crónico una verdadera Depresión. Porconsiguiente la depresión en este caso no constituiría una entidad nosológica (clí-nica) añadida o superpuesta al problema toxicomanígeno, sino que sería una conse-cuencia psicopatológica y psicoemocional del mismo.

2) Depresión Psicógena: se trataría de alteraciones psicoemocionales y psi-coafectivas de naturaleza psíquica desde el punto de vista causal y que estarían pro-ducidas por trastornos intrapsíquicos vivenciados a nivel consciente e inconsciente;dichos trastornos impulsarían al individuo al consumo de bebidas alcohólicas conla finalidad de resolver los deseos, traumas o contradicciones surgidos en la esferade la intimidad del paciente. En este caso la depresión podría constituir una entidadprimaria que avocase a un problema de alcoholismo o ser un síntoma más de la to-xicomanía alcohólica padecida por una persona, dado que el alcohol etílico, ac-tuando en la esfera de la intimidad psicofísica de un ser humano, puede producirtrastornos tanto psicológicos como orgánicos que se expresen en forma de un sín-drome depresivo.

3) Depresión noógena: se trataría de un síndrome depresivo gestado a par-tir de la problemática existencial, moral y espiritual de una persona. El paciente quese encuentra en una situación de depresión noógena tendería a buscar la realiza-ción de deseos profundos, de naturaleza metafísica, que se devienen en los estratosmás inaccesibles de la esfera de su intimidad. Entre los impulsos o deseos que surgende dicha esfera se encuentra lo que el autor del libro de Eclesiastés en su capítulo3 y verso 11 denomina “el deseo vehemente por la eternidad o el deseo por lavivencia del tiempo indefinido”. No sólo la Revelación Bíblica, sino que tambiénlos contenidos de La Mitología (como ejemplo más paradigmático podemos tener encuenta la mitología griega) ponen de manifiesto que el ser humano necesita satisfacerdemandas surgidas de lo más profundo de su corazón para intentar conseguir su re-alización; en este sentido debemos tomar en consideración una frase lapidaria pro-nunciada por el gran filósofo español José Ortega y Gasset, cuando afirmó: “Antes,mucho antes de que el VINO fuese considerado un problema administrativo,fue el VINO un DIOS”. Es bien conocido en el campo de la psicología y psicopato-logía de las adicciones que muchas sustancias toxicomanígenas son consumidas porlos seres humanos, desde tiempos inmemorial es, para buscar la realización de de-seos y sentimientos de naturaleza místico - religiosa.

El entorno psicosocial, sociolaboral y sociofamiliar en el que los seres humanosnos devenimos no es capaz en la mayoría de las ocasiones de satisfacer los impulsoso demandas que surgen de la esfera de nuestra intimidad y que demandan una gra-tificación inmanente y trascendente. Muchos enfermos y enfermas alcohólicas,aunque no tengan consciencia de estos impulsos o deseos, consumen alcohol etílicocon el fin de alcanzar una realización de sus frustraciones metafísico - existenciales.Aun en este caso en que la ingesta de bebidas alcohólicas constituye un síntoma

de la depresión noógena, cuando la persona que la padece llega a establecer unadependencia psíquica y/o física del alcohol etílico, el síntoma se trasforma en en-fermedad; y el enfermo con un alcoholismo crónico experimenta sentimientos deangustia, ansiedad, culpa y frustración que le lleva a padecer un síndrome depre-sivo como expresión sintomatológica de su alcoholismo crónico.

La depresión como secuela del alcoholismo es aquella que se pone de ma-nifiesto cuando el enfermo/a alcohólico/a deja de consumir bebidas etílicas despuésde haber realizado un tratamiento de desintoxicación y deshabituación y de estar in-tegrado/a en un grupo psicoterapéutico de autoayuda. Este síndrome secuelar defenomenología depresiva puede deberse a alteraciones encefalopáticas por la ac-ción deletérea que el alcohol etílico ejerce sobre determinadas estructuras del cerebrohumano, y especialmente sobre su corteza cerebral ( encefalopatía de Wernike, en-cefalopatía Minor, atrofia cerebral de tipo córtico subcortical, infartos cerebrales, etc.).También la depresión postalcohólica puede deberse a alteraciones encefalopáticasy bioquímicas que ponen de manifiesto en el paciente un síndrome patológico que seexpresa psicoafectivamente como lo hace una Psicosis Maniaco - depresiva; este sín-drome evoluciona con fases depresivas y maniacas de tipo ciclotímico.

Por otro lado tenemos que tener en cuenta que la vida de un enfermo/a alcohó-lico/a gira alrededor del alcohol etílico y que esta droga regula y orienta toda la vidadel paciente, de tal manera que al desaparecer, el alcohol, de la experiencia vivencialdel mismo, deja una gran vacío existencial en la esfera de su intimidad. Para llenareste vacío el paciente intenta sustituir la ingesta etílica por otras sustancias toxico-manígenas (tranquilizantes, ansiolíticos, antidepresivos o psicoestimulantes de tipocafeínico y nicotínico). Aunque parezca extraño un sustituto de “la gratificación al-cohólico - toxicomanígena” puede ser el desarrollo de un síndrome depresivo,mediante el cual el paciente intenta redimir los sentimientos de culpa que sehacen conscientes en su esfera yóica (YO) al tomar conciencia de todas lasconsecuencias negativas a las que le ha conducido su enfermedad alcohó-lica”. Es por esta causa que con bastante frecuencia, e incluso después de dos o tresaños de abstinencia el paciente experimenta tendencias autolíticas llegando en oca-siones a la consumación suicida.

Desde el punto de vista de la Rehabilitación de un paciente alcohólico, y en fun-ción de lo anteriormente expuesto tenemos que interrogamos de esta manera: “¿Aque precio vende el alcohólico su abstinencia?”. La respuesta a este interrogantees compleja, pero fundamental, para poder hacer una interpretación adecuada a lahora de valorar y evaluar el pronóstico y la evolución de un paciente. En múltiplesocasiones el paciente alcohólico que toma conciencia de su enfermedad toxicomaní-gena y que sigue las indicaciones terapéuticas adecuadas para su desintoxicación yrehabilitación desarrolla una ganancia secundaria de naturaleza inconscienteque le puede avocar a sufrir un síndrome depresivo, una neurastemia o psicas-temia postalcohólica (Rudolph Brun y Pierre Janet) o una neurosis de conversióno trastornos psicosomáticos.

En definitiva comprobamos en la práctica clínica la estrecha relación que existeentre el alcoholismo y la depresión; de tal manera que en la actualidad, y de unamanera especial en el mundo occidental, podemos hablar de una sociedad depri-mida y tanática. Teniendo en cuenta que en dicha sociedad el alcoholismo crónicoafecta desde un 10% a un 20% de los miembros que la componen, podemos entendercomo esta enfermedad influye en las depresiones y en el índice de suicidios que elmundo occidental padece. Así hoy en día podemos hablar de:

a) Alcoholismo y depresión en niños. b) Alcoholismo y depresión en jóvenes adolescentes. c) Alcoholismo y trastornos de angustia en jóvenes.

d) Alcoholismo y depresión en adultos. e) Alcoholismo y depresión en ancianos. f) Alcoholismo y depresión en el cónyuge o compañero/a del paciente

alcohólico/a. Esta última situación se produce cuando al cabo de un tiempo de abs-tinencia del paciente alcohólico se desencadena en el cónyuge un síndrome depresivocomo expresión catártica de todo el sufrimiento reprimido durante el tiempo que elpaciente alcohólico estuvo consumiendo bebidas etílicas y desarrollando su enferme-dad toxicomanígena.

Finalmente diremos que es necesario prestar la máxima atención al problema decomorbilidad psiquiátrica que expresa la patología dual alcoholismo / depre-sión, pero siempre teniendo en cuenta que en la inmensa mayoría de las ocasionesla depresión no constituye más que un síntoma de otra entidad nosológica yclínica que denominamos alcoholismo crónico; de tal manera que el tratamientofundamental del síndrome depresivo que sufre un alcohólico/a no se debe basar enla ingesta de psicofármacos, sino en la rehabilitación y abstinencia, continuada en eltiempo, del paciente con esta problemática toxicomanígena.

En cuanto a la rehabilitación del paciente alcohólico/a es fundamental la inte-gración del mismo en un grupo de autoayuda. Las terapias de grupo para pacientesalcohólicos tienen como finalidad alcanzar las siguientes metas:

1) Desarrollar una conciencia de daño (es decir que el paciente tome con-ciencia de que el alcohol es una sustancia peligrosa para su salud, tanto psíquicacomo física; dado que se trata de una droga que puede lesionar los diversos tejidosde su organismo desde la piel al cerebro y que también puede desestructurar el equi-librio psicoemocional de la esfera de su intimidad).

2) Tomar conciencia de enfermedad (el paciente debe comprender que elalcohol etílico no solamente es un veneno tóxico que puede dañarle, sino que cons-tituye una sustancia toxicomanígena respecto de la cual puede desarrollar una de-pendencia psíquica y física; dependencia que hará inviable el desarrolloequilibrado de su personalidad y que le avocará a una vivenciación catastrófica desdeel punto de vista existencial, ético y espiritual. La alteración fundamental que condi-ciona todos los trastornos aquí mencionados es aquella que se produce a nivel de lasalteraciones bioquímicas cerebrales que se dan en el paciente alcohólico y quehacen desde este punto de vista que su enfermedad sea necesario considerarlairreversible. Es decir el paciente alcohólico/a mantiene, a pesar de años de absti-nencia, una alteración en el funcionamiento bioquímico de su cerebro quehace que si vuelve a ingerir bebidas etílicas su enfermedad vuelva a ponerse en mar-cha de nuevo como si el periodo de abstinencia no hubiera tenido lugar).

3) Una vez cumplidos los dos objetivos anteriores, se debe actuar sobre elpaciente para que en este se despierte una motivación adecuada y suficiente paraque pueda llevarse adelante una rehabilitación integral de su persona con di-mensiones psiconeumáticas, psicosociales, sociofamiliares, y sociolaborales, de talmanera que a la larga no solamente consiga la plena realización de su persona y deaquellas demandas más profundas que surgen de la esfera de su intimidad, sino queal mismo tiempo se vaya convirtiendo en un agente de salud que redunde en be-neficio de toda la comunidad en la que vive y deviene su existencia.

Fdo: Dr. J. M. González Campa Especialista en Psiquiatría Comunitaria, Alcoholismo y Toxicomanías. Ha sido Director Médico ­ Administrativo de los Servicios de Salud Mentaldel Principado de Asturias.