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Alexis Fhilonenko: Reivindicación del filósofo trágico* «Schopenhauer es el último de los grandes filósofos del idealismo ale- man. Hemos querido describir siguiendo un esquema preciso y cargado de significación, en este caso la espiral, el movimiento interno y ascensío- nal del pensamiento que constituye la intuición orgánica del pensamiento de Schopenhauer. El punto de partida estará constituido por el estudio de la Dianoiología, ciencia del entendimiento; a continuación el análisis se extenderá al examen de la Metafísica de la Naturaleza, seguido por el de la Metafísica de lo Bello. A través de estas etapas se edificará lenta- mente la filosofía de la tragedia que se verifica en el desarrollo de la Fenomenología de la vida ética la cual, al permitir encontrar la quietud en la renuncia, desvela a la postre, en lo más profundo del dolor del mundo, el único optimismo razonable, término abierto de la espiral»’. Estas palabras de Philonenko expresan con claridad el propósito de su libro, poner de relieve el pensamiento trágico de la filosofía de Schopen- hauer. En la introducción (La Probevorlesung de Las Lecciones de Berlín, PP. 13-39) Philonenko pone de manifiesto que el pensamiento de Schopen- hauer, aunque revela una progesión interna que sólo puede reflejar la imagen de una espiral, se apoya sobre una intuición que no se transformó jamás. En efecto, la Vórlesung ucher dic gesamnnile Philosop/¡ie afirma que la filosofía posee una unidad y una coherencia interna semejante a la de un organismo, imagen que le sirve para caracterizar su propia filosofía como partiendo de una intuición que no tiene principio ni fin. Insiste también, en este sentido, sobre la insuficiencia de cada momento de su filosofía separado de los otros. Philonenko. A., Schopenhauer Une Phiksophi~’ dc la ¡ragodie. Ed. J. vrin. París. 1980, 267 págs. Texto correspondiente a la contraportada de la obra que comcntamus, [no/es del Seminario de Mema isica. N.’23.1989/2 19.226. ¡987-8889. Ed. Universidad complutense. Madrid

Alexis Philonenko - Reivindicación del filósofo trágico

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  • Alexis Fhilonenko: Reivindicacin delfilsofo trgico*

    Schopenhauer es el ltimo de los grandes filsofos del idealismo ale-man. Hemos querido describir siguiendo un esquema preciso y cargadode significacin, en este caso la espiral, el movimiento interno y ascenso-nal del pensamiento que constituye la intuicin orgnica del pensamientode Schopenhauer. El punto de partida estar constituido por el estudiode la Dianoiologa, ciencia del entendimiento; a continuacin el anlisisse extender al examen de la Metafsica de la Naturaleza, seguido por elde la Metafsica de lo Bello. A travs de estas etapas se edificar lenta-mente la filosofa de la tragedia que se verifica en el desarrollo de laFenomenologa de la vida tica la cual, al permitir encontrar la quietuden la renuncia, desvela a la postre, en lo ms profundo del dolor delmundo, el nico optimismo razonable, trmino abierto de la espiral.Estas palabras de Philonenko expresan con claridad el propsito de sulibro, poner de relieve el pensamiento trgico de la filosofa de Schopen-hauer.

    En la introduccin (La Probevorlesung de Las Lecciones de Berln, PP.13-39) Philonenko pone de manifiesto que el pensamiento de Schopen-hauer, aunque revela una progesin interna que slo puede reflejar laimagen de una espiral, se apoya sobre una intuicin que no se transformjams. En efecto, la Vrlesung ucher dic gesamnnile Philosop/ie afirma quela filosofa posee una unidad y una coherencia interna semejante a la deun organismo, imagen que le sirve para caracterizar su propia filosofacomo partiendo de una intuicin que no tiene principio ni fin. Insistetambin, en este sentido, sobre la insuficiencia de cada momento de sufilosofa separado de los otros.

    Philonenko. A., Schopenhauer Une Phiksophi~ dc la ragodie. Ed. J. vrin. Pars. 1980,267 pgs.

    Texto correspondiente a la contraportada de la obra que comcntamus,

    [no/esdel Seminario de Mema isica. N.23.1989/2 19.226. 987-8889. Ed. Universidad complutense. Madrid

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    El estilo de Schopenhauer nos muestra que toda deduccin intelec-tual, por abstracta que parezca, despierta siempre en el hombre senti-mientos profundos cuando es verdaderamente filosfica. Es obvio, elhombre es un animal metafsico; adems, es el nico ser que pasa a travsdel mundo con la certeza de su muerte, pero lo esencial es menos lamuerte que el saber de sta que todo hombre posee sin tener experienciade ella, pues este saber introduce una ruptura irremediable entre la viday la conciencia: cuando adquiere el saber de la muerte, la conciencia nopuede adherirse completamente a la vida. Y as el rbol del conocimientono es el de la vida, A juicio de Philonenko, las reflexiones que se apoyanen esta intuicin sern pesimistas pero sc trata de un pesimismo fundadoen la conciencia trgica. Es decir, en la certeza ontolgica de su muerte,certeza que es un saber, el hombre ve derrumbarse las murallas serenasde la existencia y de la vida siempre empezando de nuevo. De ah unafilosofa que, sin artificios, se propondr, en su cumbre, no domesticar elabsoluto, sino trascender la muerte procurndonos un calmante. La cues-tin es cmo llegar a este saber trgico y explorarlo en sus profundidades.La respuesta est en la consideracin del mundo como representacin ycomo voluntad. Nos colocamos as ante el primer bucle de la espiralcuya exposicin constituye la verdadera introduccin al sistema: la Dio-notologa (Pp. 40-68).

    El comienzo del Mundo como Voluntad y Representacin es inequvo-co: Dic Uelt ist meine Vorste/lungx, el mundo es mi representacin, ytoda filosofa seria parte de esta proposicin. El mundo no es sino unconocimiento, depende de un sujeto cognoscente que se manifiesta comola base del mundo, como la condicin previa de todo objeto perceptible:el ser de las cosas es idntico a su ser conocido o percibido.

    Tras haber proclamado la presencia universal de la dualidad sujeto-objeto en el seno del mundo de la representacin Schopenhauer buscaadems la ley fundamental que rige este mundo de fenmenos, y la en-cuentra en el principio de razn, el cual nos hace preguntar sobre elporqu de todas las cosas, de todos los efectos: nada hay sin razn porla cual existe: se trata de un principio sinttico a priori que radica enel entendimiento. Y como hay cuatro modos diferentes bajo los cualesaparece la unidad sujeto-objeto, tambin puede hablarse de una cudru-ple raiL del principio de razn suficiente: la del devenir, la del cono-cer, la del ser y la del actuar, que vienen a ser como cuatro manerasde representarse el mundo todo sujeto. Pero Philonenko no las explicadejando al lector que deseubra su sentido en la obra de Schopenhauer conese ttulo: De la cuadruple raz del principio de razn su/~cienlet y pasan-do a explicar cmo el hombre posee una facultad superior al entendi-mtento, la razn, capaz de formar nociones generales y abstractas. El

    2 lay traduccin al castellano de Leopoldo-Eulogio Palacios. Ed. Gredus. Madrid, 1981.

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    objeto de la razn es la verdad expresada en el juicio, y mientras que enla intuicin son dadas representaciones de objetos, la razn obtiene con-ceptos que son, en ltima instancia, representaciones de representacio-nes. En ello reside la principal diferencia entre el conocimiento intuitivoy el abstracto. Como veremos en el segundo bucle de la espiral ni elentendimiento ni la razn nos permitirn acceder al mundo como volun-tad, al en s del mundo donde ya no tiene lugar ni sentido el principio derazn. En efecto, en su Metajisica de/a Naturaleza (pp. 69-114) parte deuna tesis fundamental: el mundo no es slo representacin, pues tambines fuerza, vida, voluntad. Este es precisamente el camino que hay quecoger para la comprensin del mundo y del hombre.

    En el pargrafo titulado Descripcin provisional de la identidad delcuerpo r del querer (pp. 7 1-75> Philonenko analiza la doctrina de Scho-penhauer sobre el cuerpo. El primer ttulo de la Metafsica de la Naturale-za es que yo soy hombre; el hombre es un individuo terrestre, hecho decarne y de sangre, y por eso representacin entre las representaciones. Laidea fundamental es que el cuerpo no es solamente donacin de sentidosino tambin de realidad. Para entenderlo hay que convencerse de quenuestro cuerpo nos es apropiado, pensado, vivido. Vivido, es decir, queri-do y querer. Slo as el cuerpo aparece como voluntad, aunque comofragmento y parte de una Voluntad nica. Ah est e! gran secreto. elssamo de la Metafsica.

    Tras describir los grados de objetivacin de la voluntad Philonenkohace hincapi en el mundo como contienda. El camino de la voluntadsigue una lnea ascendente que recorre en el combate, y cuanto ms avan-za hacia la individualidad, ms conciencia toma de la oscuridad crecientede ese combate. La naturaleza entera vive esta universal contienda, quese patentiza tanto en el mundo minera! a travs de las fuerzas contrapues-tas de la naturaleza, como en el animal, que lucha con el mundo vegetalal que quiere convertir en alimento y presa. Se trata, en suma, de mante-ner la existencia a costa de las existencias de los otros. La disputa culminaen el seno mismo de la humanidad, en donde vemos el enfrentamiento yla violencia a lo largo de la historia. Esta vida como combate va a ser lacausa del mundo como dolor, tal corno se puede advertir en la filosofaprctica. En una palabra: la voluntad de vivir, desde lo inorgnico hastael hombre, es el texto de este puro infierno que es el mundo, texto sin pre-texto.

    A continuacin vamos a analizar brevemente el tercer movimiento dela reflexin schopenhaueriana. El movimiento es claro: en la espiral delpensamiento de Schopenhauer los dos primeros momentos estn determi-nados por la representacin (Dianoiologa) y la voluntad (Metafsica dela Naturaleza) fundada sobre la norma del inters. Con la Metafsica delo Bello (pp. 115-176) recogemos el tema de la representacin, pero sinestar guiados por esa norma; quien nos conducir ser el valor desintere-sado. Para su comprensin hemos de tener siempre presente que para

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    Schopenhauer conocer como individuo no es lo mismo que conocer comoartista; el individuo est determinado por la relacin de su cuerpo con losotros cuerpos, relacin guiada por el inters y cuya orientacin consisteen no conocer sino relaciones capaces de servir a su voluntad: recorre sudestino bajo la ley del principio de razn. La cuestin es cmo desligarsede la potencia de la voluntad que nos hunde sin cesar en el mundo delinters. En el individuo que conoce se funden dos individualidades, la delsujeto cognoscente y la del objeto conocido; suprimindolas se podr ac-ceder al verdadero en s del mundo, posibilidad que slo se hace realidada travs del genio, el cual haciendo abstraccin de lo til. supera el campoen el que se ejerce el principio de razn; no se preguntar para qu existenlas cosas sino lo que son. Y as, para que un hombre individual sea artistaes necesario que se salga de lo corriente y de lo vulgar, de su sometimien-to a la voluntad de vivir que le impide mirar la vida, de su aptitud porlas matemticas, que rompa con su singularidad de hombre particular yse olvide de s mismo como individuo. Slo aqul que es capaz de superarel principio de individuacin a que est sometido el conocimiento inte-lectual tanto en s mismo como sujeto cuanto en el objeto que trata deconocer (que toma como objeto de su arte) ser, pues, artista, viendo enlas cosas nicamente la manifestacin de una Idea, y las contemplarcomo la voluntad misma.

    Schopenhauer ha sido etiquetado como pesimista, pero es ms bienun filsofo de la tragedia. Sin embargo, en este punto de la espiral pode-mos todava hablar de pesimismo. Sabemos que el mundo es combate.que todos luchamos por la existencia con la certeza, que nunca confesa-mos. de que seremos vencidos. El nico medio de salvarnos consiste.pues, en romper los mareos de la representacin, o ms bien darles unanueva dimensin: cuando una circunstancia exterior o nuestro mismoestado de nimo nos arranca de improviso al torrente sin fin de la volun-tad y emancipa nuestro conocimiento de la esclavitud del deseo, la aten-cin ya no se dirige a los motivos de la voluntad, sino que concibe lascosas libres de sus relaciones con el querer, por consiguiente, de un mododesinteresado, sin subjetividad, de una manera puramente objetiva, en-tregndose a ellas plenamente, en cuanto son puras representaciones y nomeros motivos: entonces la tranquilidad, buscada antes por el camino delquerer y siempre huidiza, aparece por primera vez y nos coima de dicha(El inundo como voluntad y representacin, 38). Semejante estado se daen el arte, en donde el artista no tiene conciencia ni de la intencin ni delfin de su obra: el artista no obedece al criterio de utilidad y lo insignifi-cante que para muchos tiende a lo intil puede poseer para l valor.Para Schopenhauer el objeto ms insignificante puede ser contempladode una manera puramente objetiva, con independencia de la voluntad, ypor ello mismo adopta el carcter de la belleza. El arte salva los fenme-nos. El genio sabe concebir las Ideas en la brutal realidad de la vida. LaMetafsica de lo Bello constituye, pues, el fundamento de la filosofa del

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    arte; a travs de su obra, a travs de su arte, el genio nos presta en ciertomodo sus ojos. Es, en suma, un mdico que nos ayuda a elevarnos porencima del torbellino de las apariencias. Si estuviera solo en el mundo, elgenio no hara nada pues obra para nosotros: la obra de arte es medicinamentis. Pero es algo ms que eso: es una palabra; lo que la naturalezabalbucea lo expresa el artista: el artista comprende a la Naturaleza amedia palabra y expresa de un modo acabado lo que ella slo balbucea( 45). Por eso es razonable decir que para nosotros la creacin genialsupera a la naturaleza. El arte es el espritu que da a luz en las Ideas labelleza hacia la que tiende la naturaleza.

    Pero Schopenhauer reconoce que la Metafsica de lo Bello no es eltrmino de la metafsica. El arte nos eleva ms all de las matemticas yde las ciencias de la naturaleza pero quiz no pueda ir ms lejos: habrque seguir caminando. Inmersos en el momento superior de la espiralcaminaremos hacia una verdad que nos procurar otra luz, la que tieneel bello nombre de paz; como veremos el hombre asctico posee una grancalma pues ha hallado el camino hacia la paz del Nirvana.

    En la Fenomenologia dc la vida tiea (pp. 177-258) cuarto y ltimo delos momentos fundamentales del pensamiento de Schopenhauer, niegatoda finalidad tica; la voluntad no est animada por ningn ideal tras-cendental y tiende a confundirse con el deseo superior, que es deseo dela ausencia de deseos, aspiracin a la renuncia; la vida tica es una apa-riencia donde el hombre se sumerge guiado por palabras tan oscurascomo el derecho o la justicia. La pretensin del filsofo es asignar a lavida tica su verdadero fin, que no es un fin, sino una ausencia de fin.Cabe decir entonces que la voluntad, en todos los grados de su manifesta-cin, desde el ms bajo hasta el ms alto, carece de objetivo final, porquesu esencia es querer, y este querer no tiene nunca fin: la vida de la plantaes tambin una tendencia incesante que se realiza por formas ascendenteshasta el momento en que la meta, o sea la semilla, se convierte en puntoinicial. Y esto se repite indefinidamente; en ninguna parte encontramosun fin, una satisfaccin definitiva, un punto de reposo ( 56). Con estasafirmaciones. naturaliza la tica ya que reune en un mismo pensamientoel destino como ausencia de fin de la planta, del animal y del hombre.

    Ahora bien, en otros lugares se afirma que el hombre es el ser en elcual la voluntad se objetiva mejor. Como esta voluntad es necesidad,deseo, se revelarn en el hombre con una fuerza incomparable: el hombrees, entre todos los seres, el que siente ms la necesidad. Por eso la vidano es sino un tormento en que nos hundimos sin cesar para escapar a unamuerte inevitable. Precisamente aqu se funda el egosmo, el cual nace denuestra preocupacin por la existencia, y es el punto de partida de todalucha por la vida. En efecto, todo ser que conoce se considera como laesencia del mundo y como la condicin complementaria del mundo comorepresentacin: por lo tanto, un microcosmos que tiene el mismo valorque el macrocosmos. Por ello el individuo se considera como el centro

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    del universo y no se preocupa ms que de su conservacin siendo capazincluso de destruir el mundo con tal de prolongar un instante su propioser cuando en realidad es como una gota de agua en el mar ( 61). Estesentimiento es el egosmo inherente en todos los seres de la naturaleza.

    Lo importante, empero, es que nos revela de una manera trgica elconflicto interior de la voluntad consigo misma. En efecto, tal egosmodebe su esencia a que la voluntad aparezca en todos los seres en sus dosfacetas: as como cada individuo ve en s toda la voluntad y todala representacin los dems slo le son dados como mera representa-cin (...). Cada uno de nosotros considera su muerte como el fin delmundo, mientras mira a los dems como la cosa ms balad del mundo( 61). Y as, como hemos dicho, lo que a todo ser vivo le ocupa y le poneen movimiento es la lucha por la vida. Pero con la vida una vez aseguradano hemos hecho nada an; necesitamos sacudir la carga del hastio, hacer-la insensible, matar el tiempo, es decir, matar el aburrimiento: la muerte,el miedo al vaco que es el aburrimiento, se convierte en la triste melodaque apoya la Fenomenologa de la vida tica.

    Por otro lado, las reflexiones sobre la libertad y el carcter del hombreestn estrechamente unidas a la afirmacin de que el en s del mundo esla voluntad. La voluntad es la base del ser del hombre: cada hombre eslo que es por su voluntad. Por el conocimiento que despus adquiere enel curso de su vida aprende lo que es l. es decir, llega a conocer sucarcter. Por consiguiente, el hombre no puede decidir tener este u otrocarcter, ni cambiar el que ya tiene; es lo que es de una vez para siempre.Por ello la libertad no consiste en un poder hacer o no hacer, sino en seruna persona, un estilo. Pero hay que distinguir entre el carcter inteligi-ble. el emprico y el adquirido. El carcter inteligible es la propia consti-tucin metafsica del hombre, esto es, la voluntad misma. Cabe definirlo.parafraseando el 55, como un acto voluntario extratemporal y por lotanto indivisible e invariable, por el cual se halla determinado de unmodo invariable, cuanto hay de esencial en nuestra vida, o sea, su conte-nido moral. El carcter emprico no es ms que el desarrollo en el tiempodel carcter inteligible extratemporal: todas las acciones del hombre sonla manifestacin siempre renovada, y que slo vara ligeramente en laforma. de su carcter inteligible, y la induccin resultante de la suma deestas acciones es lo que nos da su carcter emprico; ste, en cuantofenmeno del inteligible, es invariable y consecuente consigo mismo,como todo fenmeno natural.

    Junto al carcter inteligible y al carcter emprico hay un tercer carc-ter diferente de ambos, al que nos referimos cuando decimos que el hom-bre tiene buen carcter o carece de l: el carcter adquirido, el cual seobtiene en el curso de la vida por el comercio con el mundo. Por supuestoel hombre siempre permanece idntico pero Schopenhauer arguye que amenudo se desconoce a s mismo hasta que ha adquirido cierto grado deautoconocimiento. FI filsofo insiste en que el hombre es una Idea de

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    algn modo por lo que le compete inevitablemente una ardua tarea:conocerse a si mismo, llegar a la intuicin de s y conseguir, en conse-cuencia, sentir lo que los otros son. Lo importante es constatar que elconocimiento de m mismo, en cuanto sea posible, conduce a una filoso-fa de la reserva ya que, en el fondo, conocerse es emitir reservas sobreuno mismo: Cuando hemos llegado a conocer a fondo, de una vez parasiempre, nuestras buenas y malas cualidades, cuando hemos ordenadonuestra vida en consecuencia y hemos renunciado a lo que para nosotroses inaccesible, nos libramos seguramente, en cuanto lo permite nuestrapropia individualidad, del ms amargo de los dolores, del disgusto denosotros mismos, que es el resultado inevitable de la ignorancia o de lafalsa opinin que tenemos de nosotros y de la presuncin que de esto sederiva ( 55). Lo que soy es preciso que lo soporte, y no transformare-mos el cv~ por mediacin del conocimiento; lo sufriremos sencillamentecon algo menos de pena. Pero para alcanzar este resultado ser precisoque yo intente, a travs de la inteligencia, hacer la conquista de m mis-mo. Este carcter adquirido nacido de la dolorosa experiencia del mundova a poseer tambin una significacin metafsica. Cuando nos acecha unadesgracia lo que nos atormenta es el pensamiento de las circuntancias quehubieran podido evitarla; lo que nos calma es considerar todos los acon-tecimientos como instrumentos de un Destino soberano; en una palabra,refugiarnos en el fatalismo. Pues bien, cuanto ms tomamos este calman-te, ms compendemos que la voluntad es una potencia maligna; el hom-bre debe saber que est dominado por un querer (o un destino) nebulosoy oscuro, de ah la medicina mentis: viajar al interior de nosotros mis-mos para convertirnos en extraos para nosotros mismos. Se trata de unaenfermedad metafsica que no se puede curar, slo se le puede suminis-trar al hombre un calmante: esta constatacin constituye la columna ver-tebral de la filosofa de la tragedia.

    En la Fenomenologa de la vida tica (Pp. 177-258) cuarto y ltimo delos momentos fundamentales del pensamiento de Schopenhauer, niegatoda finalidad tica; la voluntad no est animada por ningn ideal tras-viaje interior que nos volver extraos a nosotros mismos encontramosla exacta definicin de la tragedia: es la escisin de la vida y la conciencia,cayendo una fuera de otra. No hay tragedia ms grande que la de tenerque concluir semejante viaje, que no nos quede ms que llegar a ser elespectador impasible de una vida de la que somos, a pesar nuestro, losactores. As pues, aceptarse a si mismo no es lo mismo que afirmarse;aceptarse es consentir en soportarse, en separarse de s mismo en tantoen cuanto uno se convierte en espectador y no en verdugo. Sobre estefundamento podr desplegarse el pesimismo pero no habr que olvidarnunca que la tragedia es la meloda mientras que el pesimismo no es sinola armona.

    En la obra de Schopenhauer se nos muestra que el mundo, que esvoluntad, es dolor, contienda, ansiedad, dolor que descubrimos tanto en

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    la naturaleza sin conciencia como en el eterno conflicto de la vida animal,y cuanto ms avanzamos hacia la razn ms violento es ese dolor. Puesbien, el hombre intenta superarlo recurriendo al arte, a la supersticinpero intilmente. Slo lo conseguir por medio de la asctica; ni con elarte ni con la justicia ni con la compasin se logra ahuyentar el dolor,porque todava no se ha eliminado la misma voluntad, fuente de la des-gracia. La nica redencin consiste en aniquilar la voluntad por mediode la asctica mediante la cual nos suprimimos a nosotros mismos enuna voluntad de total indiferencia. Con ello el sujeto humano se anula:el asceta slo afirma su pertenencia al fondo comn de la voluntad; seniega como individuo y niega a los dems como tales. Todos ellos quedandiluidos en la homogeneidad de un todo, haciendo imperceptible la cuali-dad entitativa de cada ser. Entonces la voluntad se reduce, una vez supri-mida ascticameate en el hombre, a nada. Y as, lo que queda delmundo, de sus dolores y de sus miserias, slo en apariencia cubierto defelicidad y satisfacciones, no es ms que la nada ( 71).

    Gemma MUOZ-Alonso LPEZ