Alfonso PÚBLICO

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  • 7/31/2019 Alfonso PBLICO

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    alfonso canoEl Comandante de las FARC

    responde al diario espaolPBLICO

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    Con mis disculpas para el diario espaol PBLICO, por la demora en responder sobre tan variados y cardinalestemas. Innumerables veces, estando en disposicin detrabajar las respuestas, deb suspender mi labor paraatender otras, militares, de menor importancia pero demucha urgencia. Mis agradecimientos de antemano,

    Alfonso

    Montaas de Colombia, mayo 21 de 2011

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    Cules son las razones por las que luchan las FARC?Nuestros objetivos son la convivencia democrtica

    con justicia social y ejercicio pleno de la soberananacional, como resultado de un proceso de participa-cin ciudadana masivo que encauce a Colombia haciael socialismo.

    Son la guerrilla ms antigua del mundo. Siguen vigen-tes los motivos por los que iniciaron su lucha armada ostos han cambiado con el tiempo?

    En estos 47 aos se desat una vertiginosa trans-formacin en la ciencia y en la tecnologa, se elevaronlos ndices de crecimiento econmico en muchos pa-ses, colaps el modelo sovitico de construccin socia-lista e irrumpi incontenible la Repblica China, sinembargo, pese a todo ello y a muchas otras novedades

    trascendentes, el hambre creci en el planeta, las in-

    justicias, las brechas sociales y los conflictos persis- tieron y aumentaron mientras que cerca de 10000 in-dividuos espantosamente adinerados deciden la suertede miles de millones de personas. Las FARC nacimosresistiendo a la violencia oligrquica que utiliza siste-mticamente el crimen poltico para liquidar a la opo-sicin democrtica y revolucionaria; tambin como

    respuesta campesina y popular a la agresin latifun-dista y terrateniente que inund de sangre los camposcolombianos usurpando tierras de campesinos y colo-nos, y nacimos tambin, como actitud digna y beli-gerante de rechazo a la injerencia del gobierno de losEstados Unidos en la confrontacin militar y en la po-ltica interna de nuestra patria, tres razones esencialesque gestaron a las FARC tal como se seala en el Pro-grama Agrario de Marquetalia elaborado y difundidoen 1964. Una somera mirada sobre la realidad colom-

    biana de mayo del 2011, nos muestra que, a pesar delcontexto internacional reseado, estos tres factoresgerminales persisten e incrementan en la actualidad.

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    Cree que es posible abrir un proceso negociador con elpresidente Juan Manuel Santos?

    Con el esfuerzo mancomunado de muchos sectoresprogresistas y democrticos interesados en una solu-cin incruenta del conflicto, siempre ser posible cons-

    truir escenarios e iniciar conversaciones directas de horizontes ciertos, con cualquier gobierno, incluyendoal actual, pese a que este, empezando su mandato, re-dujo posibilidades al imponer una ley que cierra puer-

    tas a dilogos dentro del pas. Pero somos optimistassobre la eventualidad de lograrlo.

    Ante la negativa del Gobierno a aceptar canjes derehenes por guerrilleros presos, qu planes tiene paralos secuestrados que siguen en poder de las FARC?

    Le entiendo que usted se refiere a los prisioneros deguerra que tenemos en nuestro poder, porque una

    aproximacin desapasionada, rigurosa y objetiva al te-ma, en una confrontacin poltica, social y militar decerca de 47 aos, que enfrenta a dos adversarios debealudir a prisioneros de guerra que las partes capturanen el devenir de esa confrontacin, cierto? La negativaactual del gobierno al canje no tiene por qu arredrar-nos en la aspiracin de tener con nosotros, libres, a loscamaradas presos en la actualidad y a que regresen asus hogares, los prisioneros, militares y policas captu-rados en combate, que tenemos en nuestro poder, a

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    quienes sus familias tambin aspiran a tener de nuevoen su seno. Por encima de la indiferencia del Estado

    sobre sus propios soldados, vamos a perseverar. Sesabe que mientras perdure una confrontacin habrprisioneros en poder de las partes.

    El Comit Internacional de la Cruz Roja es un organis-mo neutral encargado de velar por el cumplimiento delderecho internacional humanitario. En su ltimo infor-me indica que "mientras las partes en conflicto adelan-tan los enfrentamientos armados en zonas rurales, lapoblacin que habita estas reas vive en permanentepeligro y est expuesta a violaciones del DIH como:homicidios y/o ataques a personas protegidas por elDIH; desapariciones forzadas; violencia sexual; toma derehenes; reclutamiento forzado; malos tratos fsicos y/opsicolgicos; y desplazamiento forzado. La falta de res-peto al principio de distincin entre combatientes y ci-viles, las presiones para colaborar generando repre-salias directas contra los civiles, la ocupacin de bienesciviles privados o pblicos y la contaminacin por ar-mas son otros factores agravantes que afectan la vidade las comunidades". Cules de estas violaciones co-mete las FARC?

    Para ser rigurosos habra que referir uno a uno los

    casos informados por el CICR y como este no es el espa-cio adecuado, le puedo comentar que para nosotros, loprimero y ms importante de nuestra lucha es lapoblacin, no solo por razones de principios polticos eideolgicos, sino prcticos de la guerra. nicamente enla medida que respondamos a las necesidades objetivasde la poblacin en cada rea, podemos resistir, crecer y avanzar. De lo contrario es imposible.

    Hace aos y dada la intensidad de los combates,difundimos unas normas de comportamiento para quela poblacin civil no permitiera su utilizacin como es-cudo por parte de la fuerza pblica que construye cuar-

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    teles en medio de los poblados, utiliza el transportepblico para sus movimientos, entrevera caravanas de

    vehculos militares en medio del transporte civil parasus desplazamientos por carreteras, pernocta en lasescuelas y colegios, etc., prcticas que la fuerza pblicautiliza, crendole peligrosos riesgos a la poblacin.

    Eventualmente unidades nuestras pueden violentarnormas, pero como estamos regidos por unos Estatu-

    tos, unas Normas y unos Reglamentos de Rgimen Dis-ciplinario estrictos, cimentados en una concepcinrevolucionaria de la vida, que armonizan las relacionesentre combatientes y tambin, las nuestras con la po-

    blacin civil garantizando una profunda, sincera, ar-mnica y slida relacin, tomamos los correctivos quesealan nuestros documentos.

    Respecto al DIH y a sus Protocolos adicionales,mantenemos algunas reservas porque, en ocasiones,dificultan la aproximacin a ciertas situaciones, dadoque fue concebido y diseado para conflictos entre na-ciones y, pese a los protocolos adicionales, no siempreproporciona el justo equilibrio. Por ejemplo, calificarcomo "ejecuciones extrajudiciales" la homicida, crimi-nal y sistemtica prctica de las Fuerzas Armadas ofi-ciales de Colombia durante los 63 ltimos aos, de

    asesinar civiles, vestirlos con ropa militar y colocararmas a sus cadveres para hacerlos pasar como gue-rrilleros "dados de baja" en combate, en un pas que seufana de ser un Estado de Derecho y cuya legislacin nocontempla la pena de muerte, posibilit un trato benig-no y celestino a los criminales, que ha escamoteado unacondena drstica, vertical, difana y oportuna al terrordesarrollado por el Estado colombiano desde hace msde 47 aos.La norma sobre el uso de armas no convencionales, esuna reglamentacin para la guerra entre naciones queno puede abarcar a movimientos populares como el

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    nuestro que se arm desde un comienzo con palos y machetes para defenderse de una agresin ges-

    tada y ejecutada por el Estado, con la contribu-cin militar, financiera y tecnolgica de la CasaBlanca. Equivale a recriminar al bbli-co David porque utiliz piedras paradefenderse de la agresin del colosoGoliat. Valdra la pena trabajar unescenario internacionaldonde analizar, desdediferentes pticas,estas situaciones y otras del mismo

    tenor e intercambiar conceptos sobre la"neutralidad" que por encima de cualquier considera-cin, deben mantener quienes se reclaman sus garan-

    tes.

    Las FARC hacen uso de minas antipersona, entre otrascosas contra operaciones de erradicacin manual decultivos de hoja de coca. Por qu continan usando unarma prohibida por el derecho humanitario y que todo elmundo acord en 1998 erradicar en el Tratado de Ottawa

    o la Convencin sobre la prohibicin de minas anti-personales?Le reitero que acerca del armamento utilizado por la

    guerrilla en su lucha de resistencia, en la irregularidadde su tctica y como consecuencia de la asimetra quecaracteriza una confrontacin como la colombiana,ser necesario que en un escenario internacional am-pliamente representativo, con la presencia de la gue-rrilla revolucionaria por supuesto, nos ocupemos deabordar este tema con objetividad, sin mentiras, bus-cando unas conclusiones realistas que todos podamosacatar rigurosamente, incluyendo a los gobiernos. Es

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    prctica cotidiana y universal.

    Tienen futuro las FARC si se mantienen al margen delnarcotrfico? Qu relaciones tienen ahora con el cul-tivo y trfico de drogas? Es hoy en da su principalfuente de financiacin? Cunto dinero ingresan al aopor este concepto?

    Nuestra lucha por permanecer al margen del narco- trfico no ha sido fcil ya que en los ltimos 30 aosColombia ha sido permeada y contaminada, de pies acabeza, por los dineros del narcotrfico: las institu-ciones del Estado sin excepcin, la industria, la banca,el comercio, la poltica, el deporte, el agro, la farndu-la, las fuerzas militares y de polica, la Iglesia y en ge-neral, el conjunto del tejido social.

    La guerra contra las drogas decretada por la CasaBlanca ha sido un fracaso, especialmente en Colombia

    pues ha dejado una enorme estela sangre, desinte-gracin social y prdida de valores sustantivos de latica y la moral, mientras que el rea sembrada de cocaoscila pendularmente entre las 90 mil y las 180 mil

    hectreas y el pas contina a la cabeza del trficomundial, segn informes de diversos organismos in-

    ternacionales.De tiempo atrs, hemos manifestado nuestro acuer-

    do con la legalizacin o con la despenalizacin que,desde las pocas del premio nobel norteamericano Mil-

    ton Friedman hasta hoy incluyendo a 4 ex presidenteslatinoamericanos y a gran cantidad de personalidades

    y organizaciones del mundo entero, se promueve comosalida realista para liquidar definitivamente las enor-mes ganancias de este trfico, manejar su crecienteconsumo como un problema de salud pblica y desa-rrollar estrategias preventivas con la certeza de susuperacin definitiva.

    En pocas del Cagun, en sesin especial ante emba-

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    jadores y representantes de diversos pases y orga-nismos multilaterales, presentamos un plan detalladopara experimentar en un rea delimitada una estrate-gia de sustitucin de cultivos que desestimulara a loscampesinos cultivadores de coca y les contribuyera enla creacin de alternativas econmicas ciertas. Muchosnarcotraficantes y dirigentes polticos de los partidosde gobierno se atravesaron a la propuesta y la frus-

    traron.El narcotrfico no es un problema de las FARC. Es un

    fenmeno nacional, latinoamericano y mundial al quese le debe hacer frente con una estrategia racional y convergente encabezada por los primeros responsa-

    bles y tambin grandes vctimas de este cncer: los pa-ses desarrollados.

    Quisiera serle taxativo en esto: ninguna unidad faria-na, de acuerdo a los documentos y decisiones que nos

    rigen, puede sembrar, procesar, comerciar, vender oconsumir alucingenos o sustancias psicotrpicas.Todo lo dems que se diga, es propaganda.

    Al margen del narcotrfico, cmo se financian lasFARC?

    Las FARC-EP tenemos tres fuentes bsicas de finan-ciacin: aportes de amigos y simpatizantes que creensinceramente en el compromiso revolucionario de lasFARC y en la causa por la que luchamos; impuestos quecobramos a los ricos a travs de la Ley 002 y, rentasgeneradas de inversiones que mantenemos.

    Las FARC han sufrido sus golpes ms duros durante elGobierno de Uribe, como la Operacin Jaque, la Opera-

    cin Fnix, la Operacin Camalen... En qu situacinse encuentra la guerrilla? Cules son sus efectivos yqu territorio controla?

    Para ser sinceros el golpe ms serio y de mayor caladolo recibimos luego de la segunda conferencia guerrille-

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    ra realizada en 1966, en el departamentodel Quindo, donde perdimos gran cantidad

    de combatientes y el 70% de las armas. Solo hasta la quinta conferencia, despus demuchos aos, pudo decir el comandanteMarulanda: "Por fin nos hemos repuestodel mal que casi nos liquida".

    Operativos como Jaque, desarrollado apartir de la traicin del jefe de la unidadguerrillera que vendi los prisioneros de guerra bajosu custodia, no tienen las connotaciones promocio-nadas por el gobierno. Innumerables veces hemos res-catado nuestros presos de las crceles del Estado. Son

    hechos de guerra que llaman a las partes a tomarnuevas medidas de seguridad. No modifican ni la con-cepcin, ni los diseos operacionales ni mucho menosla estrategia de nuestra fuerza.

    En los ltimos 9 aos, y como consecuencia de lamayor injerencia militar de Washington en los asuntosinternos de Colombia, la guerra se ha intensificado.Hemos sufrido golpes. Las muertes de Ral, de Jorge,de Ivn Ros y de muchos camaradas, nos duelen y nosgeneran ese dolor revolucionario que desata, incon-

    tenible, mayor compromiso con nuestros ideales de

    socialismo. Ya las hemos asimilado. Con el legado y ejemplo de nuestros hroes y mrtires, las nuevas pro-mociones toman su lugar y trinchera, nuevas promo-ciones de revolucionarios dispuestos, como los msantiguos, a darlo todo, hasta la vida, por los objetivosde la Nueva Colombia.

    Pero, se sabe que en toda guerra hay muertos, deambos bandos, y la colombiana no es la excepcin.

    Tambin estos 9 aos, han demostrado el tamao y lacalidad del compromiso de las FARC con nuestros idea-les de cambio y de transformacin revolucionaria.Como es evidente en los partes militares tambin

    Los primeros farianos

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    Qu hay de cierto en el supuesto contenido del orde-nador de Ral Reyes?

    Los elementos que pudieron haber quedado funcio-nando, luego del bombardeo sobre la humanidad delCamarada Ral y de su guardia, fueron manipulados alamao del gobierno. Ni la propia INTERPOL quisocomprometerse con las truculencias de lvaro Uribe y manifest pblicamente, luego de un detallado anli-sis, que haba sido quebrada la Cadena de Custodia, lo

    que significa, en buen romance, que luego de la muertede Ral se manipularon los contenidos del disco duro"sobreviviente", si fue que lo hubo, luego de semejanteinfierno de explosivos. Se trataba de inventar y re-

    torcer acontecimientos para chantajear a las FARC y amuchos amigos de la paz de Colombia con ese estilomuy particular que caracteriza al seor lvaro Uribe y

    que impuso a toda su administracin. Esta semana que termina, la Corte Suprema de Justicia declar comoilegal cualquier prueba levantada sobre los llamadoscomputadores de Ral Reyes, precisamente porque semanipularon los materiales supuestamente encontra-dos y adems se desvirtuaron los procedimientos judi-ciales.

    Curiosamente, no han trascendido informes que nosllegaban y que el Comandante Ral deba de conservar,por ejemplo, alrededor de los pagos a altos oficiales dela polica, hoy generales, que hizo el narcotraficante

    Wilber Varela y que coment personal y detalladamen- te a uno de nuestros comandantes en el Valle del Caucael coronel Danilo Gonzlez, quien an en servicio acti-

    vo, busc a las FARC pretendiendo la liberacin deunos sospechosos que habamos retenido; tampoco semencionaron informes precisos alrededor de la utiliza-cin plena del DAS por parte del paramilitarismo con la

    total anuencia del Presidente de entonces, ni de los

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    dcadas del 70, articul con el naciente narcotrficodando origen al narcoparamilitarismo, ensalzado y

    consentido socialmente por los poderosos durantelargos aos, quienes ahora luchan por zafarse delestigma y por lavar sus propias porqueras.

    A los narcos que creyeron en sus palabras, los exhi- bieron y promocionaron como grandes jefes contra-insurgentes y luego, los extraditaron a los Estados Uni-dos con el fin de silenciarlos. Tiempo despus, cuandodesde all y por la presin de las vctimas procedieron aconfesar villanas, a mencionar a sus compinches, so-cios, contactos, mecenas polticos y militares, la oli-garqua utiliz sus medios para sembrar la duda: cmocreerle a un criminal y no a un aristcrata, a un po-ltico tradicional o a un prestigioso general de las Fuer-zas Militares?

    La ley de justicia y paz, ha sido una gran farsa, quepas por la venta de ttulos como "comandantes para-militares" a sicarios narcotraficantes, pas tambinpor las fotos de grandes "desmovilizaciones" de desem-pleados y bandidos contratados para la ocasin, confusiles y armas compradas para la fotografa, y ter-minar con la absolucin de lvaro Uribe, en la comi-sin de acusaciones de la Cmara de Representantes

    del Parlamento colombiano, salvo que los millones deafectados por esta criminal estrategia le impriman unamayor dinmica a sus esfuerzos y luchas y se recibamayor solidaridad mundial. Solo as en Colombia, co-mo sucedi en la Argentina y otros pases, se podrcondenar tambin a losresponsables materia-les e intelectuales de lasnegras y sangrientasnoches en que hundie-ron al pas.

    El narcotraficante alias Gordo Lindoposando de jefe paramilitar, juntoa Jorge 40 Y Don Berna.

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    Por qu tiene sentido la lucha armada para las FARC y

    no la defensa a travs de vas democrticas de losideales polticos y las transformaciones socioecon-micas que consideran necesarias?

    Porque en Colombia a la oposicin democrtica y revolucionaria, la asesina la oligarqua. La masacre dela Unin Patritica es la muestra palmaria.

    A todo lder, a cualquier organizacin no oligrquicaque amenace los poderes establecidos, lo asesinan o lamasacran como parte de una estrategia oficial de Segu-ridad Nacional. Los poderosos la han instituido comocaracterstica de su cultura poltica y ahora la hanincrustado en la concepcin del Estado.

    Extensos pasajes de la historia nacional que datandesde septiembre de 1828 cuando las facciones pro-gringas colombianas de entonces atentaron contra el

    Libertador Simn Bolvar, hasta estos aos, pasandopor el asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho Anto-nio Jos de Sucre, del lder liberal Rafael Uribe Uribe,de Jorge Elicer Gaitn, de Jaime Pardo Leal, de LuisCarlos Galn, de Bernardo Jaramillo Ossa, de ManuelCepeda Vargas y de centenares de lderes ms, pare-cieran ratificar un viejo y descarnado aserto popular:

    la oligarqua colombiana no entiende sino el lenguajede los tiros.Aqu en las FARC pensamos que a pesar de esa

    histrica agresin antipopular que caracteriza el deve-nir nacional, es realista e inaplazable trabajar la cons-

    truccin de espacios de convergencia, donde entre to-dos los colombianos construyamos los acuerdos quecimenten la convivencia democrtica. El comandanteJacobo Arenas insisti en que el destino de Colombiano poda ser la guerra civil, en consecuencia hemosluchado, una y otra vez, por encontrar con los distin-

    tos gobiernos, la salida poltica al conflicto colombia-no. No se ha logrado porque la oligarqua piensa en

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    rendiciones y nosotros en cambios de fondo, democr- ticos, a la vida institucional y a las reglas de convi-

    vencia, pero no por ello, cejaremos de luchar la solu-cin incruenta como esencia de nuestra concepcinrevolucionaria y sustento de la Nueva Colombia.

    Qu lecciones sacaron de la creacin del partido UninPatritica?

    Fue una experiencia tan llena de riqueza como dolo-rosa, que debemos analizar y referenciar permanente-mente. Dentro de sus muchas lecciones le podra men-cionar algunas como lo difcil que es avanzar en unproceso de solucin poltica, cuando la oligarqua co-lombiana mantiene sus estrategias de paz de los sepul-cros y Pax Romana, pues frente a este proyecto mostrsu mezquindad y fue esencialmente sanguinaria y cruel. Prefiri el asesinato de cerca de 5000 dirigentesdemocrticos y revolucionarios en una razzia de corte hitleriano, que abrir espacios a todas las vertientes dela izquierda, hecho que de haberse logrado hubiese ge-nerado una nueva dinmica en la confrontacin polti-ca y posibilitado la concrecin integral de los Acuerdosde La Uribe hace ms de 25aos.

    Con el exterminio de la UPno solo se perdi una gene-racin casi completa de di-rigentes revolucionarios, lamayora de ellos de grandimensin pol-tica einmensos valo-resticos, cuya ausen-cia

    hoy es notoria en elescenario pblico tanto de la na-cin como del conti-nente, tambin se frustr por muchos aos, la posi-

    bilidad de firmar un acuerdo de convivencia.

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    La experiencia de la UP nos ense que cualquieravance hacia la paz que surja de acuerdos exige

    transparencia, que todo tropiezo debe clarificarse an- tes de emprender un nuevo escaln, pues los Acuerdosde La Uribe, origen de la UP, fueron saboteados por el

    Alto Mando militar desde el primer momento a pesar delo cual, todos los comprometidos con dichos acuerdos,luchamos como Quijotes, por sacarlos adelante.

    Pero lograr la firma de acuerdos de paz en La Uribeen 1984 y garantizar su cumplimiento total hasta cul-minarlos, fue imposible. As que los colombianos queemprendimos con gran optimismo y mayor entusiasmouna histrica jornada por la convivencia, perdimos esa

    batalla civilizada frente a los "enemigos agazapados dela paz", que hoy ya no se esconden tanto.

    Un proceso de paz exitoso, tiene como premisa inelu-dible, el respaldo pleno, decidido, transparente y acti-

    vo, de la mayora de la poblacin.No me cabe la menor duda que las nuevas genera-ciones de colombianos, en un futuro cercano, rendirn

    honores y harn reconocimiento a los mrtires de laUnin Patritica que "a pecho descubierto" lucharonpor un mejor pas para sus hijos, por la democracia y laconvivencia, con una generosidad, un desprendimien-

    to y una valenta ejemplares.Destacados lderes polticos de izquierdas colombianoshan dicho a PBLICO que creen que la existencia comoguerrilla de las FARC es la responsable de la "dere-chizacin extrema" de la sociedad colombiana, ya que"izquierda" se asocia a guerrilla. Est usted de acuer-do?

    Digamos genricamente, que se est a la izquierda sise prioriza lo social, la democracia popular y los cam-

    bios revolucionarios, en oposicin a quienes privile-gian la ganancia econmica, el hegemonismo burgus y la defensa del statu quo. No se trata solo de estar al lado

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    izquierdo de la derecha, sino de defender integralmen- te intereses de clase, populares. Integralmente.

    Puntualizo para comentarle que no he escuchado aningn destacado dirigente, de izquierda, afirmar loque menciona en su pregunta.

    En Colombia los hay, bastantes, muy importantes y muy consecuentes, que con enorme responsabilidad y altura discrepan de la lucha armada revolucionaria, seapartan de ella, pero entendiendo sus circunstancias

    histricas, trabajan por encontrar los caminos de lasolucin poltica respetando el compromiso de quienescombatimos desde la insurgencia y, priorizando susdebates contra la oligarqua y contra el neo coloniajeimperial, verdaderos generadores de la violencia enColombia.

    De pronto existan quienes han militado en la iz-quierda y ya no defiendan sus posiciones originalessino las del rgimen, como sucede en muchas partes delmundo. Habr que respetar sus nuevas posturas, perosin inscribirlos como defensores de los intereses popu-lares ni ubicarlos a la izquierda en el ajedrez de lapoltica.

    Tambin puede darse el caso de quienes pretendenocultar sus propias fallas, tras el esfuerzo ajeno.

    La lucha nuestra desde Marquetalia es por la demo-cracia, por la posibilidad cierta de desarrollar unaaccin de masas, abierta, por los cambios revoluciona-rios y el socialismo. Y esta opcin, es la que ha sabo-

    teado a tiros la oligarqua colombiana.Asesinaron a Jorge Elicer Gaitn, legislaron con el

    anti comunismo como soporte durante la dictadura mi-

    litar, crearon el Frente Nacional bipartidista para ex-cluir y perseguir a los revolucionarios, y aprobaronuna Constitucin en 1991, con elementos positivos ensu diseo y textos, que dej intacta la concepcin de

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    Seguridad Nacional del enemigo interno que campeadesde hace un poco ms de 47 aos en nuestro pas, la

    misma del paramilitarismo y los falsos positivos.La derecha, en Colombia y en todo el mundo, propa-gandiza y difunde sus pretextos, reales o ficticios, paraconfundir, atacar y desvirtuar las luchas populares por

    bienestar y progreso social. Y utiliza variedad de for-mas para ello, incluyendo a muchos quienes algn dafueron activistas de la izquierda.

    En los tiempos que corren, con el desarrollo de losmedios de comunicacin, no hay confusin posible.Quienes defienden el orden existente, no lo puedenocultar.

    La confrontacin en Colombia se ha prolongadodemasiado. Luchar y clamar por la paz es expresin deun sentimiento profundamente popular y revoluciona-rio.

    Las FARC firmaron un pacto de no agresin con laguerrilla del ELN en diciembre de 2009. Qu obstculosha habido en su implementacin?

    Tanto el Comando Central del ELN como el Secre- tariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP, he-mos reconocido con sentido autocrtico, el error que

    signific no detener drstica, tajante y oportunamentelos roces que se fueron dando en diversas reas delpas, entre combatientes de las dos fuerzas, de tiempoatrs.

    Ahora, trabajamos con enorme conviccin revolu-cionaria en todas esas reas por superar, definitiva-mente, las asperezas, los mal entendidos, las emulacio-nes mal hechas y los enfrentamientos. Es un procesocomplejo, teniendo en cuenta la coyuntura actual, deintensa confrontacin poltica y militar con el Estado.Pero vamos avanzando con solidez.

    La autocrtica es a fondo y en eso estamos. Falta tiem-

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    po, hay mucho terreno por recorrer pero avanzamosen firme haciendo conciencia, a todos los niveles de

    nues-tras organizaciones, que somos parte del mismocon-tingente de lucha popular, revolucionaria,antiimpe-rialista, bolivariana y socialista. Y que ello eslo que fundamenta la forma de relacionarnos, lasconver-gencias que debemos trabajar y luchar paraelevar a nuevos niveles la necesaria estrategia unitariade los revolucionarios colombianos.

    Recogimos el legado del gran revolucionario, el sacer-dote Camilo Torres Restrepo de enfatizar lo que nosune. Las divergencias las debemos ventilar y airear enmecanismos que estamos creando para ello.

    Estamos obligados a ser ejemplo de unidad. Y demadurez. As tambin le contribuiremos a la unidadpopular de los colombianos, proyectando en los hechosla prioridad "del bien comn" por encima de cualquierinters particular.Nos falta un buen trecho, pero ya lo empezamos. Y eso es lo estratgico. Segn un auto de la Audiencia Nacional, dos testimo-nios de antiguos miembros de las FARC implican alEjrcito de Hugo Chvez en los cursillos de adiestra-

    miento que ETA imparti a los guerrilleros colombianosen suelo venezolano. Los relatos de los arrepentidosforman parte de un informe de la Comisara General deInformacin de la Polica. En el apartado del auto dedi-cado a los "hechos" se describe cmo en agosto de 2007dos presuntos miembros de ETA impartieron en la selvavenezolana dos cursos sobre manejo de explosivos aguerrilleros de las FARC. Han tenido en el pasado las

    FARC relacin con la banda ETA? Mantienen relacinen la actualidad y, en caso afirmativo, en qu consiste?La experiencia de las FARC en materia de explosivos

    tanto de su fabricacin, como de su almacenamiento y utilizacin es larga y abundante, lo que desde hace

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    mucho tiempo nos permite autoabastecernos sin recu-rrir a ningn tipo de ayudas, simplemente porque no lo

    hemos necesitado. Tenemos nuestros propios instruc- tores. As de simple. Esto para rechazar las afirmacio-nes sobre tales cursillos con personal extranjero quesolo pretenden afectar al gobierno bolivariano de

    Venezuela.En Colombia, a partir del ofrecimiento de dineros,

    viajes a Europa y rebaja considerable de penas, algunosdesertores, se prestaron para atestiguar en contranuestra y favorecer polticas nacionales o internacio-nales del gobierno de lvaro Uribe. Pero como la men-

    tira no perdura, los montajes que fabricaron a partir demiles de falsos testimonios se estn desmoronando.Todos caern como castillos de naipes.

    Por ejemplo: actualmente cursan investigacionespenales y administrativas, de la Fiscala y tambin de laProcuradura General de la Nacin, contra altos fun-cionarios del gobierno Uribe y contra altos mandosmilitares de la poca, por las comedias que montaron,farsas, falsas deserciones llenas de infames afirma-ciones como parte de su ofensiva contra las FARC.

    El mundo se est enterando cmo en el departamentodel Tolima se reclutaron bandidos y desocupados, con

    quienes "formaron" una columna guerrillera, los vis- tieron con uniformes militares, les dotaron algunosfusiles viejos y otros muchos de palo, llamaron a losperiodistas, les tomaron fotos, peroraron una diatribainsulsa, les dieron algn dinero a los farsantes, difama-ron sobre muchos ciudadanos a quienes encarcelaron

    y, luego, felices ratificaron que el fin del fin estaba cer-ca, incluyendo al presidente de entonces.

    Dijramos que esa fue una tnica general del gobier-no colombiano anterior: buscando imponer sus polti-cas fascistas, levant todo tipo de aduanas morales,legales, ticas, discrecionalmente, para otorgarse la li-

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    cencia de calumniar, difamar, mentir e inventar. Val-dra la pena que la justicia espaola verificara y con-

    frontara a fondo las informaciones que le fueronproporcionadas en ese entonces.Nuestras relaciones, que en este momento tienen

    carcter clandestino, con gran cantidad de organiza-ciones democrticas y revolucionarias del mundo, ar-madas y civiles, estn regidas por las conclusiones delas Conferencias Guerrilleras que, como ya seal,orientan sobre el no desarrollo de acciones militares enotros pases, respetando la soberana de cada pas y lasluchas de cada pueblo.

    Es cierto que las FARC pidieron apoyo a ETA paraatentar contra varias personas, entre ellas el presidente,lvaro Uribe, cuando visitara Espaa o la UE?

    Esa es la propaganda que se haca el mismo Uribe, en

    Colombia y en el exterior, para proyectar una imagende vctima.

    Las fuerzas de seguridad espaolas detuvieron a Reme-dios Garca Albert, a quien consideran vinculada con lasFARC. Tienen las FARC vnculos con Remedios GarcaAlbert? En caso, afirmativo, en qu consisten?

    No conozco vnculos de Remedios Garca con lasFARC. A ella, la referencio exclusivamente por unamencin periodstica de las autoridades colombianas,durante el periodo de incontinencia propagandstica

    que sufri el gobiernoalrededor del supues-

    to ordenador del Co-mandante Ral Reyes.Nunca antes ni nuncadespus la escuchnombrar. Podra afir-mar, si de algo sirve,que en los tiempos de

    Alfonso Cano en tiempos de los dilogos del Cagun

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    las con-versaciones de paz en el Cagun, gran cantidadde personas venidas del mundo entero, a ttulo indi-

    vidual o como representantes de organizaciones demuy diversa ndole o de gobiernos, hicieron presenciae intercambiaron opiniones con nuestros represen-

    tantes alrededor del proceso que se adelantaba. Nopodra agregar nada ms al respecto.

    Qu relacin mantienen con los gobiernos de Cuba,Venezuela y Ecuador?

    Si usted me lo permite, preferira abstenerme de unarespuesta alusiva a nuestras relaciones con cualquiergobierno del mundo.

    Creen que Espaa puede jugar algn papel en lasolucin del conflicto colombiano? Cul?

    Siempre hemos percibido positivamente la partici-

    pacin de la comunidad internacional en la solucinpoltica del conflicto. Pero, dadas sus caractersticasactuales y las permanentes y agresivas declaracionesoficiales, es necesario que le demos tiempo al tiempo.

    Qu sabe de los falsos positivos? Por qu las FARCno han difundido ms revelaciones sobre ese tema?

    El asesinato sistemtico de civiles en estado de inde-fensin por parte de militares y policas, y su posteriorpresentacin como "guerrilleros dados de baja en com-

    bate", es una prctica institucional en Colombia, desdeel ao de 1948.

    No es algo novedoso ni mucho menos. Hace parte deuna guerra sucia desarrollada por el Estado colom-

    biano contra "el enemigo interno" que tambin concibe y ejecuta el asesinato selectivo de lderes polticos de laoposicin, de dirigentes sindicales comprometidos conlos trabajadores, la desaparicin de activistas revo-lucionarios, las torturas, el terror y las masacres queintimiden y generen miedo, parlisis, pnico y despla-

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    zamiento.Todo ello se ha denunciado y se con-

    tina denunciando. Existen centena-res de libros, miles de denuncias, mi-llares de evidencias y de pruebas quedemuestran la responsabilidad del Es-

    tado colombiano en el desarrollo deesta estrategia, solo que hasta ahora,la comunidad internacional acepta la

    tesis oficial que seala como hechos aislados, bajo laresponsabilidad de algunas manzanas podridas, estacriminal prctica institucional.

    Son centenares de miles las vctimas civiles de laguerra sucia que el Rgimen ha emprendido, segnafirma, en "defensa de las instituciones y del Estado deDerecho".

    A mediados de los aos setentas, la estrategiaoligrquica de terror fundi sus prcticas paramili- tares con el narcotrfico, bajo la direccin y jefatura depoderosos empresarios, destacadas personalidades dela poltica tradicional y altos mandos militares, con elobjetivo de intensificar sus crmenes y atesorar dinerosprovenientes del narcotrfico, pero ocultando a sus

    verdaderos jefes y orientadores.

    Hoy, muchas evidencias empiezan a salir a flote,desde las farsas de las crceles asignadas a los militares y polticos responsables de crmenes atroces, pasandopor la usurpacin masiva de tierras por parte de ha-cendados, militares, industriales y dirigentes de lospartidos tradicionales, acuerdos polticos empapadosde sangre entre gamonales y narcos, enriquecimientodesmesurado e inusitadamente rpido de un reducidosector social vinculado a los distintos gobiernos de es-

    tos aos, institucionalidad permeada casi sin excep-cin por dineros mafiosos y al servicio de estos, hastalos nexos del alto gobierno con esta estrategia que porlo pronto visibiliza a dos de sus "eminentes" cabezas, el

    La denuncia de Calle 13

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    seor Narvez y lvaroUribe Vlez.

    Y, aunque hasta hoy no hay militares condena-dos por los llamados"falsos positivos", la so-ciedad avanza en la lu-cha por llegar al fondodel problema, por deter-minar cada situacincon precisin, castigar a

    los autores materiales y tambin a los autores inte-lectuales y determinadores, lo que inevitablemente al-canzar la reglamentacin militar existente, inspira-da, concebida y diseada bajo la ptica de La SeguridadNacional pregonada por Washington desde los tiemposde la guerra fra, que fue uno de los temas tab en laConstituyente de 1991 y causa de fondo de los miles y miles de muertos de todos estos aos. Colombia perdimucho tiempo por ese veto que impuso la oligarqua enlos concilibulos de aquellos aos.

    Tamaa equivocacin, no puede repetirse. Las solu-ciones que requiere el pas son estructurales, si que-remos la reconciliacin sobre bases ciertas y no zurcir

    otro remiendo como aquel de 1991. Por eso tambin es trascendente, que si logramos construir un nuevo es-cenario en funcin de la solucin incruenta, en algnmomento puedan participar representantes de la fuer-za pblica, donde seguramente muchos de sus inte-grantes, sin responsabilidades en las bajezas de la gue-rra sucia, tambin estarn clamando por la reconcilia-cin y la reconstruccin nacional.

    A raz de la muerte de Jorge Briceo en un bombardeo el22 de septiembre, el presidente Santos reiter que seahora s se vislumbraba el fin del fin de las FARC. Quopina sobre esto?

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    Desde 1964 hemos conocido tal declaracin oficial en boca de distintos presidentes y ministros de guerra, en

    ocasiones haciendo de agoreros, otras veces en formade promesa y otras a manera de amenaza, siempre conla pretensin de ocultar las races del conflicto que

    hicieron necesaria la existencia de las FARC.As, han justificado la violencia terrorista del Estado.As, han incrementado ao tras ao el presupuesto

    militar y policial, para solaz de los generales y de losseores de la guerra.

    As, han ocultado desde hace tiempo su propia inca-pacidad, su intransigencia y la profunda corrupcinque corroe las instituciones oficiales.

    As, pretenden cubrir su vergonzoso y humillantearrodillamiento frente al Pentgono Norteamericano y a la Casa Blanca.

    Mientras no aboquemos seriamente, entre todos, la bsqueda de soluciones a los problemas estructuralesdel pas, la confrontacin ser inevitable. Unas vecesms intensa, otras no tanto. En algunos momentos conla iniciativa militar del Estado, en otros, con la ini-ciativa popular, en una trgica ciclotimia que debemossuperar, inteligentemente, con grandeza histrica.

    Como prosigue la confrontacin, habr ms muertos.

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    De lado y lado. Ms tragedias para el pueblo. Y no llega-rn la paz ni la convivencia para Colombia.

    No se trata de la muerte de uno o de otro comandanteguerrillero. El conflicto no es tan sencillo ni tan sim-ple. Las circunstancias histricas del pas son muy particulares. La existencia de guerra de guerrillas re-

    volucionarias en Colombia no es consecuencia del vo-luntarismo de un puado de valientes o de unos aven-

    tureros, o de unos "terroristas" o de unos "narcote-rroristas", tales calificativos podemos dejrselos a lapropaganda oficial. La insurgencia colombiana es re-flejo del sumun de una serie de factores estructuralesque los distintos gobiernos no pueden empecinarse,

    terca y criminalmente, en desconocer.La oligarqua colombiana ha conformado una fuerza

    pblica armada de ms de 500 mil hombres, en un pasde alrededor de 45 millones de habitantes con enormesnecesidades y carencias. Inaudito! Cerca de la quintaparte del presupuesto nacional del ao entrante hasido aprobada para gastos militares. Se invirtieron casi$10.000 millones de dlares de ayuda norteamericanaen el Plan Colombia, para una guerra fracasada. Sinembargo la confrontacin prosigue.

    Cuando bombardearon el campamento del coman-

    dante Jorge Briceo, con casi un centenar de aerona- ves que dejaron caer miles y miles de toneladas de ex-plosivos durante muchos das, en un dantesco in-fierno, instalaron en la periferia del lugar

    tiendas de campaa con espejitos y re-galos, comida y ropa nueva, zapatosReebock y Nike invitando a los guerri-lleros a travs de altoparlantes durantesemanas, a la traicin y a la deser-cin.

    Todo lo que obtuvieronfue una heroica res-puesta militar de la

    Comandante Jorge Briceo

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    guerrillerada, colmada de moral y de concienciarevolucionaria, que produjo centenares de bajas en la

    fuerza de ocupacin oficial y la solicitud masiva deingreso de nuevos guerrilleros en la regin y enmuchas otras zonas del pas.

    La cercana de la paz democrtica, de la convivencia y de la justicia social no se puede medir en litros desangre. Eso lo sabe el pas y por supuesto el presidenteSantos.

    En su ltimo informe la ONG colombiana Nuevo ArcoIris, que hace seguimiento al desarrollo del conflictomilitar cruzando informaciones oficiales y de analistas,aunque reconoce la supremaca area del gobierno, hadicho que los combates en tierra le son notoriamenteadversos. Cules son los resultados reales de estalarga confrontacin?

    Al respecto tan solo quisiera anotar que diariamente hay combates y hechos de guerra entre la guerrillarevolucionaria y la fuerza pblica institucional y parainstitucional en la mayora de los 32 departamentosdel pas, donde se obtienen victorias y en ocasiones

    tambin se reciben golpes, en una confrontacin que seprolong en el tiempo y en la que la iniciativa militar sealtera, se modifica, cambia en el tiempo y en las di-ferentes reas, pero no estratgicamente. Los partesmilitares que hacemos pblicos, cuantifican alrededorde los efectos de la guerra en nuestro adversario y ennuestras propias filas con cifras irrebatibles.

    Quisiera destacar que la ofensiva oficial actualiniciada desde hace algo ms de 11 aos, a partir delllamado Plan Colombia, diseado en el Pentgono nor-

    teamericano, dirigido y financiado por ellos y alimen- tado sin descanso por armamento de ltima gene-racin desde Washington, fracas. Es la ms grande y prolongada operacin contrainsurgente adelantada en

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    el continente y es tambin la ms grande demostracinque la solucin del conflicto en Colombia no pasa por la

    Pax Romana.Qu condiciones exigen ustedes hoy para desmovi-lizarse?

    Desmovilizarse es sinnimo de inercia, es entregacobarde, es rendicin y traicin a la causa popular y alideario revolucionario que cultivamos y luchamos porlas transformaciones sociales, es una indignidad quelleva implcito un mensaje de desesperanza al puebloque confa en nuestro compromiso y propuesta boli-

    variana.No tenemos ninguna dubitacin, ninguna duda so-

    bre nuestra obligacin de luchar permanentemente y sin desmayo, con conviccin y optimismo, por acer-carnos con certeza a la solucin poltica, incruenta, delconflicto. Los colombianos, con la contribucin depases amigos, debemos construir un escenario dedilogo donde hilvanar y tejer mancomunadamenteun proceso que concluya en acuerdos, cuya materiali-zacin incida contundente e irreversiblemente en laliquidacin de las causas que en su momento origi-naron el conflicto armado y que hoy lo nutren abun-

    dantemente.Una vez erigido el escenario, en un proceso que tambin debe trabajar la reconstruccin de la confian-za entre las partes, tendremos que conversar sobre losprisioneros de guerra, militares, policas y guerrillerosen poder de las partes, como un aspecto poltico y

    humanitario que reclama prelacin. Y, en funcin deobjetivos de largo aliento, contamos como punto departida con una herramienta excepcional cual es la

    Agenda Comn por el cambio hacia una Nueva Co-lombia, firmada como acuerdo entre el Estado Colom-

    biano y las FARC-EP, en El Cagun.

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    Por supuesto que lo importante es construir elescenario, con voluntad y decisin poltica, pensando

    en el pas y en su futuro, haciendo abstraccin de lasmentiras inventadas por la propaganda oficial quealejan la solucin definitiva porque hace pensar alestablecimiento con sus propios deseos. Y, en estosprocesos es indispensable mantener la antena en tie-rra.

    Los dolorosamente frustrados intentos que hemos hecho desde La Uribe en 1984 por encontrar caminoscivilizados, son evidencia de las enormes dificultadesque conlleva encontrar el camino correcto sin que elloimplique resignacin.

    Colombia atraviesa una coyuntura crtica porquerecin termin el periodo del gobierno ms violento y corrupto de la historia nacional encabezado por lvaroUribe. Decenas de los congresistas y dirigentes polti-cos que le hicieron campaa presidencial y participa-ron de su gestin estn en la crcel condenados comodeterminadores del narcoparamilitarismo, otros mu-chos enfrentan investigacin preliminar por parte dela Fiscala y de la Corte Suprema de Justicia, varios desus ministros tambin estn sindicados o son investi-gados mientras que decenas de mandos medios de esa

    administracin ya estn encarcelados todos por co-rrupcin y/o por paramilitarismo.El velo est cerca de caer. La capa de tefln construida

    por los amigos de Uribe posibilitando el enriqueci-miento desmesurado de ese crculo mafioso como frutode una inconmensurable corrupcin administrativa, lacontemporizacin complaciente de muchos con la es-

    trategia y prctica paramilitar que ya se le conoca y sufascistoide rechazo visceral a una solucin poltica delconflicto, todo ese vergonzoso velo, est a punto decaer, lo que abrir nuevas perspectivas a la civilidad y ala democracia verdadera.

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