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el perfume de la boda de una esposa muerta... Nestor ovilla 2011
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El vino verde se derramo sobre tus pechos, tu mirada cerrada, simulaba tranquilidad y la nieve
incremento en la ventana...
Nunca olvidare esa tarde, tu sangre caía en las escaleras, el teléfono sonaba, la nieve
incremento hasta que por fin el sol se desprendió del cielo. una sonrisa en las nubes marco mi excitada presencia de tu muerte inolvidable.
Quizás no guarde tus fotos, quizás te ame con una profunda paciencia, pero hay algo que
olvido...
quizás ya lo olvide...
El contraste de tu esencia se desvaneció, se desvaneció frente a tu estatua favorita, esa estatua que reflejaba tu influencia y pestañeabas millones de veces al verla. era para ti un santo, (carcajeo, gargajo) un santo que se ira en tu entierro junto a ti, por que quizás ese era tu ultimo deseo, no lo se...
Esas noches junto a ti, sobre las sabanas, siempre cantabas esa canción, tu lengua se ponía morada hasta que dormías, y sin darte
cuenta yo siempre me levantaba. me levantaba y con pasos de ladrón me sentaba a observar del otro lado de la cama los dedos de tus pies. ESOS
PIES!
miserable madre que dio a luz y te heredo esos suaves y desconocidos pies. pero el punto es que desde que te conocí un cometa de deseos pasaban en la sombra de mi mente (perturbado pero asombrado) casi siempre me inclinaba a observar tus pies en las noches y al amanecer
despertaba durmiendo en el piso y con esa tierna vos de doncella decías: oye carlós, ¿de nuevo el
piso?
pero claro, ella jamás imagino la verdadera razón de por que siempre tenia relaciones con el piso... (jamás lo sabrá, carcajada seguida de dos sorbos
de un cigarro Montana)
Ahora mírate, tan delicada junto a mis zapatos... blanca y muy pálida, tu sangre formo caminos estructurados hasta la cocina, donde cocinabas
para mi. esos pescados que tanto odie.
antes de limpiar la escena de sangre y perturbados pensamientos, decidí colocarte
flores rojas en tu rostro, también te a perfumé. al final me enamore una ves mas (pero esta ves definitivamente) y los cuervos temblaron ante
nuestra presencia: Querida.
Los ojos de los cuervos fueron servidos como aperitivos en nuestra boda. tu tan pálida, tan
verde, tus ojos ya no padecían de esa estúpida nostalgia por la cual tu siempre te quejabas. esta ves firmaríamos juntos los nuevos papeles, ahora
de nuevo esa eterna esfera de emociones y deseos estallaría en el sótano.