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ALGUNOS ELEMENTOS SOBRE LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA HISTORIA COMO MÉTODO DE INVESTIGACIÓN RESUMEN Desde una conexión inicial, soportada sobre unos elementos históricos, entre universidad, investigación y educación, se desarrolla una crítica a las visiones que sobre la investigación, privilegian lo cotidiano como lugar de la “construcción de lo real”, ponen a la problematización como “creadora” de problemas, y cierran la puerta a la potencia de la ciencia desde una “incompletitud” de la realidad, que tiene más de contenido moral que científico. En dicho escenario de crítica se desarrolla un planteamiento que pone a la concepción materialista de la historia como alternativa. Dicho planteamiento se hace a nivel descriptivo, recorriendo algunas fases de comprensión del método en Marx, cerrando con unos elementos para la comprensión de la dialéctica como método. Prof. Luis Enrique Millán Universidad Bolivariana de Venezuela 1 La investigación como actividad histórica El problema de la investigación es, al final de la línea, el problema de la actividad histórica y social del hombre. Es equivocado entender a dicha actividad humana como una “regularidad” que va tomando forma mediante acumulación lineal de conocimientos y superación de absolutos puntos de vista, distinguiendo uniformemente a lo largo de los siglos a iluminados que aportan su granito de arena al gran almacén de teorías y sistemas. Desde dicha perspectiva que consideramos equivocada, la actividad investigativa, cuya forma actual, asalariada y conservada dentro de parámetros disciplinarios es un concreto reciente; el conocimiento y la educación, como conceptos íntimamente relacionados, serían un producto transhistórico de la vocación humana por la divulgación el celo por el conocimiento, el progreso, el desarrollo, entre otros; tal cuestión –en la línea de tensión entre los conceptos de investigación y universidad– podemos verla en la popularización y naturalización del concepto de las casas de estudio modernas, como el lugar donde el conocimiento, universal, claro está, se desarrolla sin límites y es protegido de la barbarie externa. Pero hay algo de cierto en esta pretención de universalidad en la perspectiva equivocada que mencionamos; muchas veces lo que aparece a nuestra vista como superficie de la realidad, aún equivocada, tiene algo de la realidad misma. La universidad es, al igual que la actividad que se comprende dentro de lo que la investigación significa, un producto social e histórico. Y tal “universalidad” pretendida, –en lo establecido como conocimiento y su guarda tras las paredes del campus– no es sino la misma que emana del desarrollo de las clases y sectores sociales que logran, con la naturalización –léase universalización– de sus formas ideológicas y de sus concepciones de mundo, la reproducción de los procesos que garantizan el dominio sobre los procesos productivos y sociales de la sociedad actual. Sólo mediante la comprensión de la evolución material e histórica de la sociedad feudal y su dramático proceso de transición a un modo productivo más poderoso y abarcante, como es el capitalismo, es que podemos entender el papel que han jugado las

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A nivel descriptivo son puestos algunos elementos para el debate sobre la investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela

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ALGUNOS ELEMENTOS SOBRE LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA HISTORIA

COMO MÉTODO DE INVESTIGACIÓN

RESUMEN Desde una conexión inicial, soportada sobre unos elementos históricos, entre

universidad, investigación y educación, se desarrolla una crítica a las visiones que sobre la

investigación, privilegian lo cotidiano como lugar de la “construcción de lo real”, ponen a

la problematización como “creadora” de problemas, y cierran la puerta a la potencia de

la ciencia desde una “incompletitud” de la realidad, que tiene más de contenido moral que

científico. En dicho escenario de crítica se desarrolla un planteamiento que pone a la

concepción materialista de la historia como alternativa. Dicho planteamiento se hace a

nivel descriptivo, recorriendo algunas fases de comprensión del método en Marx, cerrando

con unos elementos para la comprensión de la dialéctica como método.

Prof. Luis Enrique Millán Universidad Bolivariana de Venezuela

1 La investigación como actividad histórica

El problema de la investigación es, al final de la línea, el problema de la actividad histórica y social del hombre. Es equivocado entender a dicha actividad humana como una “regularidad” que va tomando forma mediante acumulación lineal de conocimientos y superación de absolutos puntos de vista, distinguiendo uniformemente a lo largo de los siglos a iluminados que aportan su granito de arena al gran almacén de teorías y sistemas.

Desde dicha perspectiva que consideramos equivocada, la actividad investigativa, cuya forma actual, asalariada y conservada dentro de parámetros disciplinarios es un concreto reciente; el conocimiento y la educación, como conceptos íntimamente relacionados, serían un producto transhistórico de la vocación humana por la divulgación el celo por el conocimiento, el progreso, el desarrollo, entre otros; tal cuestión –en la línea de tensión entre los conceptos de investigación y universidad– podemos verla en la popularización y naturalización del concepto de las casas de estudio modernas, como el lugar donde el conocimiento, universal, claro está, se desarrolla sin límites y es protegido de la barbarie externa.

Pero hay algo de cierto en esta pretención de universalidad en la perspectiva equivocada que mencionamos; muchas veces lo que aparece a nuestra vista como superficie de la realidad, aún equivocada, tiene algo de la realidad misma. La universidad es, al igual que la actividad que se comprende dentro de lo que la investigación significa, un producto social e histórico. Y tal “universalidad” pretendida, –en lo establecido como conocimiento y su guarda tras las paredes del campus– no es sino la misma que emana del desarrollo de las clases y sectores sociales que logran, con la naturalización –léase universalización– de sus formas ideológicas y de sus concepciones de mundo, la reproducción de los procesos que garantizan el dominio sobre los procesos productivos y sociales de la sociedad actual.

Sólo mediante la comprensión de la evolución material e histórica de la sociedad feudal y su dramático proceso de transición a un modo productivo más poderoso y abarcante, como es el capitalismo, es que podemos entender el papel que han jugado las

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universidades, desde su nacimiento a imagen y semajanza de los antiguos gremios medievales, hasta las actuales formas corporativas asimiladas a la dinámica productiva y reproductiva del capital en sus fases más avanzadas.

Esto es fundamental entenderlo. La relación esencial entre las formas de comprender la investigación y la universidad como institución son dos formas correlativas de entender el lugar del conocimiento, lo pedagógico, y todos los procesos que hacen unidad en nuestra formación social capitalista. Podemos identificar en tal idea el flanco, la debilidad de los planteamientos falaces que ponen a lo epistemológico como contenido “director” de los procesos de investigación, a la vez que construyen sus propuestas “emergentes” desde una aparente “construcción” de la realidad. Vamos a tratar de ampliar un poco esta crítica desde una revisión histórica del desarrollo de la universidad como concreto social, revisión que echará luz sobre nuestra actual valoración del conocimiento, y, por último, nos abrirá el camino para una caracterización del método al que denominaremos –como Marx lo hizo en la Ideología Alemana– Concepción Materialista de la Historia (Marx & Engels, 2007).

2 La universidad como concepto en movimiento

La universidad es un concepto problemático. Las situaciones históricas que le dieron inicio son profundamente complejas. Hacer un gran concepto que abarque, más allá de los siglos, sin atender a las diferencias históricas, a las formas sociales productivas y las relaciones sociales que, en relación a la producción, se han establecido, para que quepan en él las formas en que el conocimiento se organizó en las antiguas civilizaciones precolombinas –como hizo el profesor Dussel en su corta intervención en el salón Simón Bolívar en la UBV– ocultando moralmente la verdad al identificar las instituciones incas y mayas con las universidades europeas y americanas de los siglos recientes, desapareciendo de la vista del estudioso, y del estudiante, las conexiones determinantes que ponen el acento material e histórico en su constutición, es, más que una violenta falsación, un pase de ilusionista que engaña y compromete la lucha dentro del ámbito universitario.

La universidad europea no tiene nada que ver con las formas en que las antiguas civilizaciones organizaban la producción y reproducción de los conocimientos. Es necesario hacer algunas referencias históricas para poner en el escenario unos factores genéticos de las universidades modernas: 1) el proceso fundamental en el que dicha forma toma cuerpo; 2) las formas ya desarrolladas que la determinan en sus inicios.

2.1 El proceso de cambio en la propiedad de la tierra

Durante los siglos IX, X y XI se lleva a cabo un proceso de unificación y cohesión de las formas legales en Europa, esto, claro está, se relaciona con el progreso del comercio y la necesidad de “unificar” criterios, anteriormente de carácter consuetudinario, respecto a los conflictos que van surguiendo, escribe Henry Pirenne:

Desde muy pronto, a más tardar desde principios del siglo xi, se creó bajo la presión de las circunstancias, un jus mercatorum, es decir, un derecho mercantil embrionario. Consistía en un conjunto de usos surgidos de la práctica, una especie de derecho consuetudinario internacional que los mercaderes aplicaban entre ellos en sus transacciones. Como carecía de sanción legal, era imposible invocarlo

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ante las jurisdicciones existentes. Por eso, los mercaderes se pusieron de acuerdo para elegir entre ellos árbitros que tuvieran la competencia necesaria para comprender y resolver sus litigios. Tal vez en esto hay que buscar el origen de los tribunales que el derecho inglés designa con la expresión pintoresca de courts of piepowders, es decir, "tribunales de los pies polvorientos", porque los pies de los mercaderes que recurrían a ellos estaban aún cubiertos con el polvo del camino. (Pirenne, 1975, pág. 45).

En el seno de dicho proceso se operó un cambio de mucha profundidad. En torno a la

posesión de tierras como noción histórica de la riqueza en las formaciones sociales feudales, el hecho de haber desarrollado originalmente unas normativas, a partir de la revisión de la codificación legal, que permitían el paso de la posesión –mayordomía- de la tierra, a su propiedad o dominio absoluto –más adecuada al futuro uso burgués–, hizo que una cantidad de “estudiantes” acudiera a Bolonia durante los siglos XII y XIII a conocer de cerca ese hecho. Su posterior entendimiento con la autoridad civil de las recientemente conformadas comunas medievales, con el objeto de permanecer el tiempo necesario, trajo consigo el nacimiento de la universitas, modo de corporación, entendida como la “asociación de todos” (Lamanna, 1960, pág. 129).

Podemos señalar como tesis el fundamento material del nacimiento de las universidades a partir del hecho histórico del cambio de concepción sobre la propiedad de la tierra. Dicho cambio no puede dejarse aislado del proceso de decadencia feudal y de la adecuación del mismo al desarrollo del sector social –el arrendatario feudal– que, a partir del desarrollo gradual de su poder económico, no sólo romperá las cadenas del yugo servil del feudo, sino que empujará a la producción textil a romper el encerramiento de la forma gremial de producción, no en balde las primeras “ciencias” que se desarrollan en el período manufacturero son la química y la mecánica. Todos estos fenómenos y procesos son el contenido fundamental del nacimiento de la clase que unificará a las formas capitalistas que encontramos en la usura y el intercambio comercial, muy débiles para conformar con sus prácticas el carácter de modo productivo dominante, y que vendrá a colocarse en la historia posterior en una de las “esquinas” de la lucha de clases: el capitalista industrial (Marx, 1975 I).

2.2 La universidad toma forma

Ningún proceso histórico se concreta autonomamente de la realidad circundante. La universidad no se consolida como un “ente” original, su forma es tomada de dos estructuras que la anteceden en el proceso de consolidación histórica de un específico sector social: la comuna medieval y el gremio.

Es necesario mencionar que ya antes se habían desarrollado experiencias de “masificación” de la enseñanza. No podemos dejar de considerar a las escuelas patrísticas, las arzobispales, las antíguas escuelas romanas y las, para entonces, recientes experiencias de las escuelas caballerescas medievales. Sin embargo, lo que acabamos de describir en trazos gruesos es un fenómeno diferente. La universidad europea, la medieval, nace en el seno de la comuna medieval. Toma su aliento de las primeras formas que se desarrollan de los bolsones villanos que huyeron del yugo feudal; de hecho, la misma autonomía debe su genética a la base social de la inmunidad de la comuna (Lamanna, 1960). Leamos de Anibal Ponce:

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Pero bajo la influencia de la nueva burguesía que exigía su parte en la instrucción, la escuela catedralicia fue en el siglo XI el germen de la universidad. La fundación de la universidad equivalió en el dominio intelectual a una nueva “carta de franquicia” de la burguesía. (Ponce, 2004, pág. 63).

La universidad se constituye a la manera corporativa del gremio feudal, se da normas

y procedimientos, se organiza como ente distinto de la comuna misma, y empieza su proceso de progresiva incorporación a lo histórico-social. Es interesante la relación de esta corporación y los conflictos entre la autoridad del feudatario y la iglesia, fenómeno que va a ir expandiendo a la universidad por la geografía europea. El proceso de consolidación de la autonomía de las universitates entra en contradicción con la autonomía de la comuna, en parte por los privilegios que los “estudiantes” obtenían de las autoridades extracomunales, como la exención de impuestos, contribuciones, entre otros. Similares conflictos se sucedieron en París, cuya universidad fue decretada por el Rey de Francia en 1200. Uno de los conflictos más graves de esta naturaleza se sucede en Bolonia, donde los estudiantes, asumiendo el derecho consuetudinario de abandonar en masa la escuela trasladándose a otra parte, dio origen a la Universidad de Padua (1222); uno similar de París da origen a la Universidad de Oxford; idéntica emigración de Salerno origina la Universidad de Nápoles en 1224 (Lamanna, 1960). Empezamos a ver en esta dinámica los gérmenes –no son los únicos– no sólo de la histórica conformación de la clase burguesa como resultado de un conflicto generalizado contra las clases feudales decadentes (Marx & Engels, 1973, pág. 64), sino del nacimiento de futuras ideas y conceptos liberales. No en balde dichos estudiantes eran representantes de emergentes castas de comerciantes, terratenientes y productores (Cobban, 1975).

Todavía falta recorrer un largo trecho hasta la actual institución corporativa, aún sus formas iniciales no acusan algo más allá que su nacimiento concomitante con un sector social que aún no es clase. La burguesía no quiere poder, sólo convivir con un sistema con el que todavía no tiene conflictos. Sin embargo, pudiendo saltar los siglos como un gigante, anticipamos su carácter presente de corporación asimilada por completo al sistema capitalista; la misma suerte corren, en la misma argumentación, las concepciones relacionadas a la investigación. Revisemos un poco este asunto.

3 Investigación y sociedad

No pretendemos hacer una revisión exhaustiva de las concepciones que sobre la investigación existen, sin embargo, una cosa es fundamental: entender que hay elementos históricos-materiales que al incorporarse como elementos de explicación, nos ponen en contacto con una universidad entendida como institución que toma forma en la medida y dirección de la consolidación de una clase como es la burguesa. La universidad es un fenómeno burgués.

Los procesos de desarrollo de las fuerzas productivas, el logro de cada vez mejores y más avanzadas técnicas que se direccionan a mejores y más profundas formas de explotación, son las trazas históricas sobre las que la universidad construye su asimilación a la sociedad que se construye en el seno de la formación social capitalista.

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La historia nos va poniendo a la vista los grandes saltos cualitativos en los que la universidad configura sus aristas sociales. Desde sus primeras formas vinculadas al desarrollo de la novedosa reinterpretación del derecho canónico las primeras organizaciones de conocimiento organizan su enseñanza en relación con: 1) posesión de la tierra en forma de propiedad privada, (Derecho), 2) conocimiento del cuerpo humano, en especial, aquel conocimiento que permite dirimir entre una muerte natural y una causada por medios no naturales –necesario para determinar sucesiones y herencias–, (Medicina), y 3) posibilidad del control social que tradicionalmente realizaba la iglesia a través de las escuelas patrísticas y catedralicias, (Teología).

En la dinámica histórica, un hecho relevante, es la aparición del concepto de clase como unidad grupal en el que se centra el proceso formativo y el concepto de currículum, ambos en el escenario de la aparición y desarrollo de la Reforma luterana. El currículo es un desarrollo posterior, en términos históricos, sin embargo, forma hoy una unidad “naturalizada” con la universidad. Su aparición está vinculada al progreso y adecuación del pensamiento reformista que surge en Europa en el siglo XVI, adecuación que lo hace coherente con el desenvolvimiento del “arsenal imaginario y material del capitalismo” que ganará la costa y hará concreción en la América del Norte. Desde la perspectiva que asumimos, y como parte de una investigación en proceso, arriesgamos una caracterización histórico-política del concepto de currículum: El currículum burgués, el currículum dominante al cabo del proceso de asimilación al sistema capitalista, lo entendemos como el producto de un desarrollo histórico que ha devenido en tres direcciones específicas: uno, como forma concreta de organizar la mercantilización de la educación; dos, una forma de controlar el acceso, utilización y beneficio de los acervos universales, las objetivaciones necesarias del conocimiento humano; y tres, universalización a la vez de una visión de mundo que se orienta, como la forma de la ideología (Broccoli, 1975), a naturalizar y justificar las relaciones sociales de producción que posibilitan la dominación.

Uno de los procesos más interesantes en los que la universidad marca su esencial asimilación con el desarrollo de las formas capitalistas de explotación se relaciona a la adecuación de ésta a la división social del trabajo; no es de extrañar que en nuestra universidad haya un conflicto de pequeña intensidad respecto al cierre de algunos programas de formación por la baja demanda y la dificultad de conseguir empleo. Pero volvamos a Europa, y en relación a esta vinculación entre universidad y división social del trabajo, leamos unas líneas escritas por I. Kant, que ponen en escena un proceso del cual el pensador alemán es testigo e ideólogo:

Todas las industrias, oficios y artes han ganado mucho con la división del trabajo; por la cual no lo hace todo una sola persona, sino que cada sujeto se limita a cierto trabajo, que se distingue notablemente de otros por su modo de verificarse, para poderlo realizar con la mayor perfección y mucha más facilidad. Donde las labores no están así diferenciadas y divididas, donde cada hombre es un artífice universal, allí yacen los oficios aún en la mayor barbarie. (Kant, 1998, págs. 15-16).

Ojo, Kant no está disertando sobre economía política, el filósofo busca en procesos

sociales en marcha, en dinámicas en desarrollo –vale mencionar a la luz de los orígenes escoceses de Kant, que su vida se desarrolla durante el desarrollo de la Gran Industria en

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Inglaterra– lo que él considera fundamental en el pensamiento, y por demás en la investigación: el desarrollo de las formas puras como esenciales dentro del avance de las ciencias. Podemos entender esto como un punto en el que la consolidación de la división social del trabajo determina un cambio en las formas de acción de la ciencia y la universidad.

El argumento se compone. La investigación no es una actividad ajena a la estructura de la universidad asimilada, no puede pretender “construir” la realidad que al final la determina, ni ser dirigida por lo epistemológico, como es comprendida por los apologistas del socio-constructivismo; sus métodos responden a una realidad material y social ante la que debe responderse contra-teóricamente. El reduccionismo postmoderno que destaca la cotidianidad como el “lugar” de las problematizaciones no es sino el reducto a donde se distraen las miradas para ocultar la realidad. Las hipócritas utopías trans, post, inter, relativas a lo disciplinario se estrellan contra la pared de la sociedad capitalista: Es necesario entender la función social de la universidad a través del currículum. No es posible resolver el problema de la visión disciplinar de las ciencias, ni forzando modos abstractos centrados en objetos complejos, ni trasladando el asunto a la visión disciplinar de la formación: ambos son el mismo problema. La explicación histórica de la organización disciplinar del conocimiento tiene su fundamento en la forma en que la universidad se adapta a la división social del trabajo, y para eso, es necesario entender las dinámicas y relaciones sociales vinculadas al sistema capitalista. Acabar con las disciplinas involucra un cambio radical y revolucionario de la sociedad.

4 Las confusiones en torno a la investigación

El problema de la investigación es imposible entenderlo sin comprender la actividad histórico-social del hombre. Sin adentrarnos en las especificidades de las distintas vertientes, podemos adelantar algunas generalidades sobre las que volcamos nuestra crítica. Haremos a tal fin un esfuerzo de síntesis, una suerte de agrupamiento –no sin alguna violencia- para abordar algunas características que se suman a lo dicho anteriormente. En otras palabras, no sólo son contenidos erróneos o concepciones falsas lo que condena a la visión algo-disciplinaria, o la intención de construir desde lo subjetivo, ya sea inter o no, o la pretención de negar lo real –sea social o material– como una construcción histórica y material donde los deseos personales no son sino fantasías elevadas a supuesta teoría; hay además unas regularidades –inspiradas en lo que plantea (Kolakowski, 1988)– que enumeraremos a continuación:

4.1 La regla del “fenomenalismo”

Podemos entender tal regla como la negación de la diferencia entre esencia y fenómeno. Pero no señalamos tal cosa como un asunto de conflicto entre posturas fenomenológicas o contrarias, es más una problemática reduccionista. El sujeto investiga y “produce” conocimientos desde la más profunda subjetividad. Su observación, su “esfuerzo” hermenéutico lo pone en capacidad de descifrar la realidad por encima de los elementos ideológicos que ocultan la realidad.

A este nivel opera una condena que en nuestra universidad se concreta de diversas maneras: desaparece la ciencia, pero no según el planteamiento marxista de un caso

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hipotético en el que el fenómeno no oculta la realidad esencial; lo hace como consecuencia de su ocultamiento. La ciencia no sólo desaparece, es suplantada por una construcción que sólo por ser aceptada por simple aritmética intersubjetiva, por simple superioridad numérica, toma la generalidad que en algún momento se concibió como respuesta a la “hegemonía” del “saber occidental”.

4.2 La regla del “nominalismo”

Tal regla niega la existencia de conceptos, no digamos universales o generales, más bien, las formas abstractas, y por consecuencia, desdeña la abstracción como proceso fundamental de la investigación, no simplemente en las ciencias abstractas, peor aun, de las ciencias sociales.

Tal tendencia podemos verla reflejada, por ejemplo, en la visión de los procesos de cambio social desde la perspectiva del cambio personal e individual. La sociedad no muestra abiertamente los conflictos, las luchas de clases, los procesos diversos vinculados con la explotación, las relaciones sociales de contenido productivo, entre otros. La visión y enfoque que recoje lo cotidiano, que se centra en la singularidad, en el objeto desconectado historica y socialmente, es el pequeño nicho donde la ciencia se escamotea como particularidad.

4.3 Las falacias moral y normativa de la investigación

La incorporación de valoraciones morales y elementos normativos en calidad de conocimiento es un asunto delicado del desarrollo de la investigación, sobre todo en nuestra universidad. Al referirnos a tales falacias –entendida aquí la falacia como falso

razonamiento, como forma argumental erróneamente generalizada o elevada a regularidad– debemos ser claros y no aportar más confusión de la que hay. Vamos a desarrollar cada una por separado.

Primero, consideremos el asunto de las valoraciones morales. Vivimos en una sociedad que organiza, en torno a la producción y apropiación privada de trabajo no pagado, esto es, plusvalía, la cíclica y constante valoración del valor. El sujeto victima de tal situación, y que con su trabajo ha producido históricamente la riqueza que disfruta toda la sociedad, y en especial la clase que explota y que ejerce una dominación de hecho sobre los restantes sectores de la sociedad, está excluido de los beneficios que él mismos posibilita con su trabajo: educación, salud, entre otros. Esta situación nos impele a señalar moralmente como excluidos, explotados, dominados a los sectores de la sociedad que no tienen acceso a los bienes producidos. Sin embargo, esta valoración no puede emplearse como contenido que refuerza una postura teórica. En otras palabras, el conocimiento que produce un trabajador en el ámbito de su acción cotidiana investigativa, la “realidad social” que supuestamente “construye”, no es cierta, no es verdadera, por la simple situación en la que se encuentra. No es el hecho de ser explotado, dominado, excluido, lo que da valor de verdad al conocimiento que produce.

Formas de tal falacia la vemos a diario en nuestras aulas, en los debates, en los procesos de investigación. Los enunciados morales que señalan al que pretende “poseer” la verdad, los escrúpulos que se manifiestan en los debates sobre la “prepotencia” de quien sabe, son señales de la visión falaz de la moral como argumento científico. Lo mismo

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sucede con la segunda falacia, la que señala la visión absolutizadora de los contenidos normativos.

La incorporación dentro del ejercicio de investigación de interdicciones normativas, por ejemplo, confundir investigación con “el derecho a investigar”, conocimiento con “el derecho a conocer”, es otra de las formas falaces muy presentes en los escenarios de debate investigador. Una verdad “…porque la constitución lo dice…” no puede instituirse como un argumento más allá de la discusión que se centra sobre “¿Qué dice la constitución?”.

Otros muchos elementos se constituyen como características de la diversidad “metodológica” o diversidad conceptual sobre la investigación. Vamos a pasar de las diferentes perspectivas consideradas erróneas y concretemos algunos elementos sobre una concepción de la investigación: la específica marxista.

5 La investigación en Marx

Marx nunca se dedicó a escribir una obra especializada en investigación, algo así como “El Método”, como un previo estudio a “El Capital”. No quiere decir esto que no podamos encontrar líneas definidas sobre la cuestión metodológica en Miseria de la

Filosofía, El capital, Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, entre otros; pero, una obra dedicada al asunto no. Dos razones pueden esgrimirse al respecto, por una parte, una razón política: el desarrollo de los acontecimientos obligaba a poner al alcance de los espacios de lucha las nociones y consecuencias importantes en los términos más claros posibles; no sólo el desarrollo de las sitematizaciones, también, el estudio constante de los documentos y teorías. Otra razón tiene un sesgo más “epistemológico”; en Marx podemos identificar un criterio de acción investigativa fundamental, podemos enunciar así: lo ontológico tiene prioridad sobre lo metodológico. Esto no debe entenderse como un desdén a lo metodológico, es más bien, la puerta de entrada a su concepción metodológica. Vamos a leer un poco del mismo Marx:

Claro está que el método de exposición debe distinguirse formalmente del método de investigación. La investigación ha de tender a asimilarse en detalle la materia investigada, a analizar sus diversas normas de desarrollo y a descubrir sus nexos internos. Sólo después de coronada esta labor, puede el investigador proceder a exponer adecuadamente el movimiento real. Y si sabe hacerlo y consigue re-flejar idealmente en la exposición la vida de la materia, cabe siempre la posibilidad de que se tenga la impresión de estar ante una cons-trucción a priori. (Marx C. , 1975 I, pág. XXIII).

Este fragmento tiene mucho contenido. La separación de los dos momentos nos da

claves para comprender la relación ontología-metodología. En tal dualidad destaca el concepto de ontología, sobre el cual se puede tener comprensiones erróneas. Lo ontológico en Marx debe entenderse desde la perspectiva de la totalidad, pero dicha totalidad tiene un desarrollo interno, esto es, pertenece a un orden histórico y material, tiene, por lo tanto, compromiso con una formación social específica. Esta perspectiva se contrapone a las visiones ontológicas metafísicas que asumen una totalidad externa, es decir, completa y acabada.

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No podemos confundir este planteamiento con las voces postmodernas que pregonan la incompletitud de la realidad. Marx es claro al mencionar los nexos de desarrollo, el tránsito de formas que logran el desarrollo de sus posibilidades históricas y transitan a su ocaso. La incompletitud postmoderna es estática, porque supone, paradójicamente el fin del movimiento.

Este orden de conceptualización de la ontología debe poder comprenderse en la unidad de lo lógico y lo histórico. En un seminario sobre El Capital, llevado a cabo en la Universidad Bolivariana de Venezuela, durante los primeros meses del año 2011, donde fueron invitados profesores de la Universidad Autónoma de México, entablé una diatriba con el profesor Armando Bartra, quien, partiendo de la separación en Marx entre lo lógico y lo histórico, llamó la atención sobre lo que asumió como una limitante de la investigación marxiana: el recurso a la historia para explicar la renta de la tierra es la prueba de una “exterioridad” de El Capital, exterioridad que funciona para introducir –moralmente– al campesino como el sujeto histórico; cuestión que se encuentra de frente con todo el razonamiento y exposición del sistema capitalista que Marx desarrolla.

Tal “exterioridad” la encontramos también en Enrique Dussel como un ataque a la categoría de totalidad en Marx. Sin embargo, Dussel emplea otra táctica para la misma estrategia bartriana: la exterioridad se halla en un “no-capital” que supone la utopía anticapitalista, para tal efecto, el hombre –en general, no la clase trabajadora– se vale de su “fuerza de trabajo viva”, como una categoría totalmemte hegeliana, un replanteo del espíritu absoluto, para dar el salto social; otro esfuerzo moral por torcer la realidad afectando la acción política.

5.1 Método y sistema

Es importante tener presente las ideas que han sido desarrolladas. En la tensión histórico-social sobre la que desplegamos unas críticas a unas formas específicas de entender la investigación –constructivismo social, subjetivismo, entre otras tendencias postmodernas–, pusimos en el escenario la relación fundamental entre investigación, universidad, conocimiento, educación y otros. Esto nos pone en un aprieto: investigar en una universidad que conserva las formas adaptadas a una sociedad capitalista, no por capricho, sino por ser una universidad de una sociedad específica, nos obliga a dar razones para asumir una forma de entender y desarrollar la investigación.

La concepción que hemos asumido es la marxista, y las razones se encuentran en cuatro elementos fundamentales –tomados en parte de una idea propia del profesor brasilero José Paulo Netto, profesor jubilado de la Universidad Federal de Rio de Janeiro– que caracterizan al método desarrollado por Marx: 1) el método dialéctico; 2) la teoría del valor que desarrolla a partir de la economía política clásica; 3) la perspectiva contra-teórica y 4) la perspectiva de revolución.

Estos elementos fundamentales podemos entenderlos en el escenario de una comprensión de la sociedad capitalista. El método dialéctico como forma de comprensión de la realidad y su movimiento concreta una visión de las dinámicas históricas que aventajan a las visiones estáticas o de dinámica monótona de la sociedad. La teoría del valor desarrollada a partir de los trabajos de David Ricardo y Adam Smith es redireccionada desde una crítica específica al desenmascaramiento de la apropiación del trabajo excedente, redimensionando el enfoque económico en términos de las crisis

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cíclicas, conecuencia de la imposibilidad de mantener ciclos de valoración del valor, proceso fundamental del sistema capitalista.

Por último, las dos perspectivas de confrontación; una, la contra-teoría es el desarrollo de la actividad investigativa dentro de la institucionalidad burguesa, tomando distancia crítica –un crítica específica, no la institucionalizada en nuestra universidad–, de los contenidos teóricos, tomando en cuenta criterios que privilegian los espacios de práctica, fundamentalmente los que pretenden una tranformación de la realidad social, más allá de la simple problematización. Dos, la perspectiva de revolución, significando esto, ni más ni menos, que el objetivo del conocimiento, en la dirección de la revolución social, debe estar al servicio de una clase y de su proceso de lucha.

Luego de organizar los dos momentos, investigación y exposición, y de poner en el escenario los elementos constitutivos del método marxista, vamos a una clarificación importante: la diferencia entre método y sistema en Marx, asunto que fue expuesto magistralmente por el más serio estudioso del marxismo venezolano del siglo XX, Ludovico Silva, leamos un poco:

Esa noción filosófica de “sistema” no es la que nos interesa cuando pensamos en Marx. En Marx, el vocablo sistema significa algo muy específico y concreto. Significa, ni más ni menos, teoría general de la

historia. Esta teoría tiene como particularidad su carácter materialista, entendiendo por ello que, en la historia, el principal y último motor de todo cuanto ocurre no son las ideas o ideologías que los hombres se hacen para explicarse a sí mismos, sino los modos como producen y reproducen realmente su vida, su existencia diaria. (Silva, 1978, pág. 177).

Dicha noción retoma y resume en sí la concepción materialista de la historia. La

noción de sistema debe poder relacionarse con la consideración que sobre el método desarrolla Marx, leemos más de ludovico:

En cuanto al método, debemos entender por tal vocablo lo siguiente. El método, en Marx, es la vía u orden seguidos para demostrar la verdad de los resultados generales que constituyen el sistema. El sistema nos dice que la historia humana ha evolucionado hacia la forma capitalista de producción, y que de ahí evolucionará hacia una forma socialista y una comunista. El método consiste en demostrar, por la vía del análisis y de la abstracción, el funcionamiento real de las sociedades, muy en especial de la sociedad capitalista. (Silva, 1978, pág. 178).

Según Ludovico, al hablar de método en Marx, es necesario hablar del principal

soldado: la dialéctica. Dice Silva al respecto:

(…) la esencia del método dialéctico de marx era su comprensión de la historia y la formulación de la misma en términos de ciencia social. (Silva, 1978, pág. 191).

En el Postfacio a la Segunda Edición Marx revisa algunas críticas hechas al método

empleado. Varias tratan de acertar en sus ataques, de todas, se destaca una en ruso; “El Wiestnik Ievropi ("Mensajero Europeo"), en un artículo dedicado exclusivamente al

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método de El Capital (número de mayo de 1872, pp. 427 a 436)” (Marx C. , 1975 I, pág. XXI), el autor de dicha crítica hace una extensa exposición en la que describe y señala las intenciones, los objetivos perseguidos por la investagación de Marx. Al final de la reseña, Marx comenta: “Pues bien, al exponer lo que él llama mi verdadero método de una manera tan acertada, y tan benévolamente además en lo que se refiere a mi modo personal de aplicarlo, ¿qué hace el autor sino describir el método dialéctico?” (Marx C. , 1975 I, pág. XXIII). Echemos un vistazo a la dialéctica como corazón del método marxista.

5.2 La dialéctica, para cerrar

La dialéctica es el punto más complicado del edificio metodológico marxista. Si miramos atrás en la historia, podremos descubrir su estirpe griega, y volviendo la mirada a la antigüedad Helena, nos frustrará su diversidad y multivocidad. Para Platón, por ejemplo, la dialéctica se refiere a 1) la investigación conjunta; guiada por 2) el método de división. Algo inmediato de comprobar en los diálogos, por ejemplo, Menón, Kratilos, entre otros.

En Aristóteles en cambio, y al alcance del concepto de silogismo, la dialéctica se refiere a las argumentaciones que versan sobre lo posible, no sobre lo necesario, cuestión tratada con profundidad sistemática en los Tópicos (Aristóteles, 1993); si avanzamos un poco más, veremos como la cosa cambia con los Estoicos, quienes asumen la dialéctica como el razonamiento en general, no ya exclusivamente de lo posible o verosímil.

La edad media se desarrolla sin muchos cambios al respecto con los trabajos de Santo Tomás, quien retoma la idea aristotélica y San Agustín que recoge la platónica, si avanzamos un poco más deprisa, y llegamos a Kant, podremos identificar en él, si bien una noción de dialéctica más propia del conocimiento y fuera de lo real en sí, podremos acceder a un concepto central que luego hegel retomará para su construcción: el juicio sintético a

priori (Vásquez, 1982). En Hegel encontramos el nivel más desarrollado del concepto de dialéctica, de hecho,

es la fuente principal de la que Marx bebe para el desarrollo de su método. Al respecto escribirá:

Mi método dialéctico no sólo es fundamentalmente distinto del método de Hegel, sino que es, en todo y por todo, la antítesis de él. Para Hegel, el proceso del pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo de lo real, y esto la simple forma externa en que toma cuerpo. Para mí, lo ideal no es, por el contrario, más que lo material traducido y tras-puesto a la cabeza del hombre. (…) El hecho de que la dialéctica sufra en manos de Hegel una mistificación, no obsta para que este filósofo fuese el primero que supo exponer de un modo amplio y consciente sus formas generales de movimiento. Lo que ocurre es que la dialéctica aparece en él inver-tida, puesta de cabeza. No hay más que darle la vuelta, mejor dicho ponerla de pie, y enseguida se descubre bajo la corteza mística la semilla racional. (Marx C. , 1975 I, págs. XXIII-XXIV).

No desarrollaremos aquí sino unos elementos, en tono superficial –de vuelo a altura

media, como diría Nietzsche–, para un abordaje comprensivo del método dialéctico.

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5.2.1 La relación método-sujeto

En esta relación nos enfocamos en las acciones que el sujeto está en posibilidad de hacer en función de su razonamiento. Lo descrito y comentado en torno a lo comprendido por Marx en relación a los momentos de investigación y de exposición, lo referente al método como forma de demostración de los elementos del sistema, presuponen a un sujeto que puede realizar la tarea.

Las funciones básicas del entendimiento que se comprenden como coherentes con los momentos mencionados son: 1) análisis, entendido como diferenciación, separación, identificación, separación, entre otros; 2) síntesis, a pesar de ser un proceso en la dirección inversa, esto es, compone, vincula, conecta, relaciona, entre otros, supone en su acción recíproca con el análisis una producción de nuevos contenidos. 3) Crítica, aquí seremos cautelosos, la crítica no significa necesariamente lo mismo según se dice en diferentes circunstancias. La crítica no es solidaria con una clase, o con un sector específico. La burguesía puede desarrollar procesos críticos, entre otros. La crítica a la que hacemos referencia es específicamente: la que desenmascara contenidos ideológicos que

comprometen los procesos de lucha de clase.

5.2.2 La relación fenómeno-esencia

Lo importante de esta relación no es comprenderla desde la falsedad de que hay cosas verdaderas y falsas; lo fundamental es entender la unidad histórica entre lo fenoménico, es decir, lo que está en la superficie, en la fachada de la realidad, y su contenido esencial, que por esencial no puede ser separado de su superficie fenoménica. La unidad fenómeno esencia es la unidad de lo real (Kosík, 1967).

5.2.3 La tensión historia-coyuntura

También podemos comprenderla como la tensión entre el movimiento histórico estructural y la singularidad coyuntural. En el movimiento de lo histórico existen posibilidades de anticipar desarrollos presentes y a la vez negarlos, esta tensión comprende no sólo al movimiento de lo histórico sino también al movimiento, antagónico, de lo presente (P. Sweezy).

5.2.4 La tensión sujeto-relación social

Es fundamental comprender y tratar de acceder a la naturaleza de los acontecimientos en el orden de lo social e historico. Mucha de las confusiones en la valoración e investigación en el ámbito de lo social surgen de esta confusión. Atribuímos a los sujetos el poder sobre los acontecimientos, sin tomar en cuenta que cada proceso histórico necesitó acumular posibilidades materiales, dinamicas que se acumularon para el salto cualitativo, procesos de profundización de contradicciones en las luchas, entre otros.

Estas tensiones y relaciones sirven de ámbito y escenario para la comprensión de la dialéctica como método. El carácter de dicho método se corresponde con una realidad que se desarrolla problemáticamente y a través del motor de lucha desde donde se concibe. El método marxista no es una receta ni una metódica específica que anticipa los problemas u objetos, es más bien, una actitud en la que la realidad se manifiesta desde la comprensión

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propia de la movilidad y la dinámica sobre la que los conceptos y categorías se conciben en la medida en que la realidad muestra sus formas y procesos vivos.

6 Bibliografía

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Kosík, K. (1967). Dialéctica de lo Concreto. México: Grijalbo.

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