Alma de Los Brutos en El Diccionario de Filosofía

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Alma de los brutos en el Diccionario de filosofa de Jos Ferrater Mora / 1979Jos Ferrater Mora, Diccionario de filosofa Alianza Editorial, Madrid 1979tomo primero pginas 109-113 Alma de los brutos El problema de la naturaleza de los animales y de la diferencia (esencial o de grado) entre el animal y el hombre, ha ocupado con frecuencia a los filsofos; referencias al mismo se hallan en Alma, Antropologa y Hombre (vanse). En el presente artculo nos ocuparemos de un aspecto de tal problema: el conocido con el nombre de problema del alma de los brutos. Nos referiremos principalmente a las discusiones habidas sobre el particular entre cartesianos y anticartesianos durante el siglo XVII y buena parte del siglo XVIII, cuando la cuestin pareci afectar a la totalidad de la filosofa. Trataremos (I) la concepcin aristotlico-escolstica ms difundida en aquella poca; (II) la concepcin cartesiana y las discusiones sobre ella, y (III) el problema de si Descartes [110] recibi o no la influencia directa de Gmez Pereira. La importancia dada a la cuestin en dicha poca se manifiesta no slo en el nmero crecido de escritos en torno a ella, sino tambin en la atencin que le prestaron los repertorios enciclopdicos que reflejaban los intereses intelectuales del tiempo: el Dictionnaire historique et critique, de Bayle (desde la primera edicin de 1695-97), con sus artculos sobre Gomesius Pereira y Rorarius (en este ltimo tambin sobre la cuestin de si los brutos usan de la razn mejor que el hombre, un tema tratado por Anselmo Turmeda); y la Encyclopdie (desde la primera edicin de 1751; vase enciclopedia), cuyo largo artculo me des Btes comienza diciendo: La cuestin que concierne al Alma de los brutos era un tema digno de inquietar a los antiguos filsofos; sin embargo, no parece que se hayan atormentado por esta materia, ni que, divididos entre s por tan diferentes opiniones, hayan convertido la cuestin de la naturaleza de esta alma en pretexto de querellas. Despus del siglo XVIII la cuestin no ha sido totalmente abandonada, pero se ha tratado con diferentes supuestos y propsitos. No podemos, pues, referirnos a ella bajo el mismo epgrafe. En la actualidad, la determinacin de la diferencia entre el hombre y el animal es en filosofa un problema de antropologa filosfica, auxiliada no slo por la biologa, por la psicologa y por todas las ciencias del hombre, sino tambin por lo que se llama la teora analtica de la vida humana. Observemos, adems, que en poca reciente las investigaciones cibernticas (vase comunicacin) han vuelto a plantear con gran radicalismo el problema: Qu significa propiamente pensar?, cuestin que no puede desligarse de las antes sealadas y que inclusive constituye un prometedor acceso a ellas. I. Las concepciones aristotlicas y escolsticas. Aristteles pareca a la vez afirmar (De an., 432 a 15) y negar (ibid, 434 b 12) que hubiese un alma en los animales. Sin embargo, no debemos considerar sus ideas al respecto como contradictorias. En primer lugar, tenemos varias definiciones aristotlicas del alma, entre ellas la que figura en De an., II 1, 412 a 27-b 5 el alma es el acto primero del cuerpo fsico orgnico y la que consta en De an., II 1, 414 a 12 el alma es aquello por lo cual vivimos, sentimos y entendemos. Aun cuando ambas definiciones se aplican a todos los vivientes (los escolsticos interpretan la segunda no como algo que se refiere a nosotros, los hombres, sino como algo que concierne a nosotros, cuerpos vivientes), es obvio que en la segunda se apunta a la clasificacin que, propuesta por Aristteles, fue elaborada por muchos escolsticos. Hay, segn ella, tres almas correspondientes a tres gneros de seres vivientes: el alma vegetativa, qreptikh1, sensitiva, asqhtikh1, e intelectiva, nohtikh1. Con esto puede definirse al hombre como ente que posee alma intelectiva (y, de un modo formal-eminente, alma sensitiva y alma vegetativa), a diferencia de las plantas (que poseen slo alma vegetativa) y de los animales con exclusin del hombre (que poseen alma sensitiva y, de un modo formal-eminente, alma vegetativa). As, ciertas cuestiones afectan unvocamente a toda alma, mientras otras (como la llamada extensin y divisibilidad del alma) conciernen slo al alma humana. La divisin de los animales en racionales y en brutos coincide con la divisin de los seres vivientes entre los que poseen y los que carecen de intelecto. O, como dicen los escolsticos, las almas de los brutos no son subsistentes por s mismas. Con esto pareca afirmarse que puede aplicarse el concepto de alma, en tanto que concepto unvoco, al hombre y al animal, sin que se olvidaran las diferencias sealadas. Anlogamente, Leibniz pensaba que hay tres conceptos del alma: uno, muy amplio, segn el cual el alma es lo mismo que la vida o el principio vital, es decir, el principio de accin interna existente en la mnada y al que corresponde la accin externa; otro, ms estricto, segn el cual alma designa una especie noble de vida; otro, ms estricto an, segn el cual alma designa una especie de vida ms noble. En el primer concepto el alma es atribuida a todos los seres percipientes; en el segundo, a los que no solamente perciben, sino tambin sienten; en el ltimo, a los que no slo perciben y sienten, sino tambin piensan, es decir, poseen la facultad de razonar sobre verdades universales. Slo en el ltimo sentido puede hablarse de alma humana (Carta a Wagner, 1710; Erdmann, pginas 279-84). II. La concepcin cartesiana y las discusiones sobre ella. Contra lo anterior. Descartes afirm el automatismo de los brutos. Tal afirmacin se halla en varios textos. El ms famoso de ellos es la Parte V del Discurso del mtodo. Aqu nos referiremos, sin embargo, a otro texto que, aunque menos conocido, es, a nuestro entender, ms explcito: una carta a Henry More (1649), en la cual el filsofo francs indic que el [111] creer que los brutos piensan es el mayor de los prejuicios que hemos retenido de la infancia. Es un prejuicio originado en una comparacin meramente superficial de los movimientos de los animales con los de nuestro cuerpo. Como se supone que nuestro espritu es el principio de nuestros movimientos, se imagina a la vez dice Descartes que los brutos deben de poseer un espritu similar al nuestro. Ahora bien, como hay dos realidades irreductibles el pensamiento y la extensin, hay tambin dos distintos principios de nuestros movimientos: el uno, enteramente mecnico y corpreo, que depende slo de la fuerza de los espritus animales y de la configuracin de las partes corporales (espritu que podemos llamar alma corporal); el otro, completamente incorpreo, que es espritu o alma propiamente dicha y que consiste en una substancia que piensa. Los movimientos de los animales proceden slo del primer principio. Cierto, dice Descartes, que no podemos demostrar que los brutos piensan. Pero tampoco se puede demostrar que no piensan. Por lo tanto, la tesis de que los brutos carecen de alma es slo una tesis plausible. Ahora bien, la plausibilidad aumenta cuando tenemos presente no slo la separacin entre la substancia pensante y la substancia extensa, sino tambin el hecho de que los animales carecen de lenguaje articulado, pues la palabra es el nico signo y la nica marca verdadera de la presencia de pensamiento en el cuerpo. As, los animales son autmatas, es decir, sus movimientos pueden explicarse mediante principios mecnicos. Sin embargo, es injusto atribuir a Descartes la idea de que los animales son insensibles; el filsofo no negaba la sensibilidad en tanto que depende slo de los rganos corporales y, por consiguiente, rechazaba que se le acusase de crueldad para con los animales. Su opinin segn confesin propia no era tanto menospreciar al animal como enaltecer al hombre. Pues se trataba de subrayar la naturaleza pensante de ste y el hecho de que solamente tal naturaleza pensante equivala al alma inmortal. Se ha hecho observar que la tesis cartesiana puede tener dos motivos ntimamente emparentados: (1) el dualismo de pensamiento y extensin; (2) el extremo mecanicismo con que es concebido cuanto no es pensamiento. A ello se ha agregado un propsito: el de salvar la tesis de la inmortalidad del alma. Lo ltimo es lo que ha sido ms destacado por los autores de la poca. Ahora bien, la oposicin a Descartes no significaba, por lo comn, negacin de la tesis de la inmortalidad, sino adopcin de otros argumentos, considerados mejores. Por tal motivo, el propsito cartesiano, si bien importante histricamente, es menos decisivo sistemticamente. Albert G. Balz ha indicado que, de acuerdo con los textos de la poca, la adhesin a la doctrina del automatismo de los brutos constitua una prueba de la fidelidad al cartesianismo: se era un cartesiano autntico si se proclamaba que los animales son mquinas y, a la vez, si se afirmaba ser discpulo de Descartes y se negaba el automatismo, tal discipulado era una burla (Dilly, Trait de l'me et de la connaissance des btes, Amsterdam, 1691, apud. Balz, op. cit.. en la bibliografa, pg. 107). Esto explica por qu la negacin de alma a los brutos era en el cartesianismo una posicin metafsica, y por qu fue tan abundantemente discutida desde 1650 a 1780 aproximadamente. El nmero de tratados publicados al respecto es muy crecido. Algunos de ellos son mencionados en la bibliografa de este artculo. Pero, adems, debe tenerse en cuenta que todos los autores significados de la poca se ocuparon del asunto; as, entre otros, Leibniz, Locke, Cudworth, More, Shaftesbury, Rgis, La Forge, Cordemoy, Fontenelle y, desde luego, Bayle. Toda clase de argumentos se utilizaron. Algunos eran de ndole metafsica (naturaleza del alma y de la relacin alma-cuerpo, con las distintas soluciones bien conocidas: dualismo, ocasionalismo, monismo, pluralismo). Otros, de ndole emprica (existencia de movimientos naturales involuntarios lo que probara el automatismo del cuerpo y la superfluidad de un alma; negacin de tales movimientos, o afirmacin de que el argumento anterior ignora la distincin tradicional entre el alma vegetativa, el alma sensitiva y el alma intelectual). Decenas de pruebas y contrapruebas fueron aducidas. Aqu nos interesa slo, sin embargo, destacar que el sentido ltimo de la doctrina cartesiana dentro de su sistema era el apoyo de la metafsica dualista, y fuera de su sistema el deseo de hallar una nueva prueba de la naturaleza irreductible y, por lo tanto, inmortal del alma humana. III. Descartes y Gmez Pereira. La doctrina cartesiana sobre el automatismo animal se parece mucho a la de Gmez Pereira. Si acaso, la del ltimo es an ms radical que la del primero, pues deniega inclusive la sensibilidad a los brutos. Parece, pues, natural que se haya planteado el problema (muy discutido en el siglo XVII y parte del [112] XVIII) de si la teora del filsofo francs al respecto haba sido influida por la Antoniana Margarita (1 edicin en Madrid, 1554; 2 edicin en Frankfurt, 1610), del filsofo espaol. Ahora bien, cuando se llam la atencin de Descartes sobre este punto, el autor del Discurso del mtodo (vase Carta a Mersenne del 23 de junio de 1641; A. T., III, 386) neg haber recibido tal influencia y hasta haber ledo a Gmez Pereira. Ms an: indic que no consideraba necesario ver el libro (una indicacin ciertamente muy cartesiana). La mayor parte de los autores de los siglos citados se atuvieron a ella; en todo caso, destacaron que la conexin entre las dos doctrinas era muy problemtica. Y ello por dos causas: (1), porque, de hecho, no pareca haber habido tal influencia; (2), porque se consideraba que la teora cartesiana era una consecuencia de su metafsica general, en tanto que la de Gmez Pereira no dependa de ningn principio filosfico previo. Hasta se indic (ejemplos: el bigrafo de Descartes, Adrien Baillet, en su Vie de Descartes; Bayle, en los artculos mencionados del Dictionnaire; Feijoo, en el Teatro Crtico, Disc. IX; el historiador del cartesianismo, Francisque Bouillier, I, 1868, 3 ed., pg. 153) que esto mostraba claramente la superioridad de la tesis cartesiana y la incomprensin por Gmez Pereira del alcance de su propia doctrina una opinin harto curiosa, pues no se ve por qu una tesis es superior a otra cuando es una derivacin directa de un principio metafsico. Entre los autores espaoles que se han ocupado del asunto, algunos (Francisco Alvarado, Eloy Bulln, Jos Mara Guardia) afirman que ha habido influencia directa; otros (el citado Feijoo, Jos del Perojo, Narciso Alonso Corts) la niegan; otros (Marcial Solana) sostienen que hay una analoga. La opinin de Menndez Pelayo al respecto es ambigua. Por un lado afirma que Descartes glos la tesis de Gmez Pereira, aunque expresndola de manera menos ingeniosa que el filsofo espaol. Por otro considera incierta una influencia directa y se inclina por otra indirecta (a travs de la Philosophia sacra, de F. Valls). Ahora bien, la cuestin de las relaciones entre Gmez Pereira y Descartes es slo una parte de la cuestin ms general acerca de los precedentes que pudiera haber para uno y otro en los filsofos antiguos. Ya a fines del siglo XVII se opinaba que haba precedentes de la paradoja. Huet, por ejemplo, indicaba en su Censura philosophiae cartesianae (1689) que hay un precedente en el tratado De abstinentia, de Proclo. Lo cual es dudoso, pues si bien hay en Proclo (In Platonis Theologiam, III, i) la afirmacin de que las almas animales son simulacros o imgenes de las almas humanas, ello debe entenderse en el sentido de la relacin entre la copia y su original. Lo mismo cabe decir de otros textos mencionados por Bayle (Sneca, De ira, I, ii: De brevitate vitae, XIV) o Baillet (San Agustn, De quantitate animae, c. 30; Plutarco; Macrobio); cuando se examinan los textos no se ve de qu modo pueden relacionarse con la tesis de referencia. En cambio, hay dos textos de Aristteles a los que no parece haberse prestado atencin suficiente: el que se halla en De an, 434 b 12, al decir que un animal es un cuerpo sin un alma en l, y el que se encuentra en De motu animalium, 701 b 1-14, segn el cual los movimientos animales pueden ser comparados con los de los muecos animados o autmatas, strblai. Cierto que, cuando se piensa que la citada comparacin es un mtodo utilizado para comprender la naturaleza del movimiento de los animales, es menester emplear mayores cautelas antes de establecer una relacin demasiado directa entre la tesis del Estagirita y las de Gmez Pereira y Descartes. En efecto, mientras en los autmatas no hay dice Aristteles cambio de cualidad, en el animal pueden aumentar o disminuir de tamao o cambiar de forma los rganos de que se sirve para ejecutar los movimientos. En suma, la conclusin ms plausible sobre el asunto es la de que ni ha habido precedentes claros de la doctrina en cuestin ni han existido de hecho relaciones entre el filsofo espaol y el francs. Ahora bien, no puede ignorarse que hay un aspecto en el cual coinciden los dos filsofos: el aspecto extrasistemtico, segn el cual la tesis del automatismo animal es especialmente adecuada, como lo ha advertido B. A. G. Fuller (Cfr. infra), para evitar ciertas dificultades que creaba la existencia de los animales inferiores en los problemas del alma y de la inmortalidad humana. Referencias al problema en los historiadores del cartesianismo (vase), especialmente en el libro de Francisque Bouillier. El trabajo aludido de Balz es Cartesian Doctrine and the Animal Soul. An Incident in the Formation of the Modern Philosophical Tradition, en sus Cartesian Studies, 1951, 106-157. Entre los libros de los siglos XVII y XVIII que trataron extensamente el problema (adems de los textos referidos en el captulo presente) mencionaremos algunos de los ms destacados: De la Chambre, Trait de la [113] connoissance des animaux, o tout ce qui a est dit, pour, & contre le raisonnement des bestes est examin, Pars, 1664. Padre Posson, Commentaires ou Remarques sur la Mthode de M. Descartes, Pars, 1671 (favorable a la tesis cartesiana). J. B. du Hamel, De corpore animato, libri quatuor, seu promotae per experimenta philosophiae, specimen alterseum, Pars, 1673 (du Hamel es el autor, referido en Ontologa [vase], que quera conciliar la filosofa tradicional con la cartesiana). Padre Pardies, Discours de la connaissance des btes. Pars, 1696 (si Descartes tiene razn, quiz los hombres sean tambin mquinas). Essai philosophique sur lme des btes, o lon traite de son existence & de sa nature et o lon mle par occasion diverses rflexions sur la nature de la libert, sur celle de nos sensations, sur lunion de lme & du corps, sur limmortalit de lme, & et o lon rfute diverses objections de Monsieur Bayle, Amsterdam, 1728 (obra atribuida por Francisque Bouillier a un tal Boullier y en la cual se defiende el principio inmaterial en los brutos). M. labb Macy, Trait de lme des btes, 1737 (a favor de Descartes). G. Daniel, Voyage du Monde de M. Descartes, La Haya, 1739 (contra los cartesianos). Amusement philosophique sur le langage des bestes, Pars, 1739 (atribuido al abb Bougeant; reed. por H. Hastings, Genve, 1954). M. Guer, Histoire critique de lme des btes, contenant les sentiments des philosophes anciens & ceux des modernos sur cette matire, Amsterdam, 1749 (se mantiene neutral frente a las tesis opuestas). Los textos de comentaristas referidos en el apartado III y no detallados en el texto del artculo son: Francisco Alvarado, Cartas, 1825. Eloy Bulln, Los precursores espaoles de Bacon y Descartes, 1905. Jos Mara Guardia, en Revue philosophique, 28 (1889), 270-79, 382-407, 607-34 (apud Joaqun Iriarte, S. J., Menndez y Pelayo y la filosofa espaola, 1947, pg. 249). Jos del Perojo, Ensayos sobre el movimiento intelectual en Alemania (apud Iriarte, op. cit., pg. 153). Narciso Alonso Corts, Gmez Pereira y Alonso de Mercado: datos para su biografa, Revue Hispanique, 31 (1914), 1-62, especialmente 1-29. Marcial Solana, Historia de la filosofa espaola. poca del Renacimiento. Siglo XVI, 1941, I, 266 sigs. M. Menndez y Pelayo, La Ciencia espaola, ed. M. Artigas, 1933, I. d., id., Heterodoxos, Libro V, cap. ii. Informaciones complementarias sobre estas opiniones en Jos Ferrater Mora, Existe una filosofa espaola?, Revista de filosofa, 2, N. 1 (1951), 46-64. El artculo aludido de Fuller es The Messes Animals Make in Metaphysics, Journal of Philosophy, 46 (1949), 829-38. Adems del libro de Balz vase: G. Boas, The Happy Beast, 1933. H. Hastings, Man and Beast in French Thought of the Eighteenth Century, 1936. Leonora Cohen Rosenfield, From Beast-Machine to Man Machine, 1940; Animal Soul in French Letters from Descartes to La Mettrie, 1940, nueva ed., 1968. M. Chastaing, Le Trait de labb Macy et la vieille repons cartsienne du problme de la connaissance dautrui, Revue philosophique de la France et de lEtranger, Ao 78 (1953), 76-88. Heiki Kirkinen, Les origines de la conception moderne de lhomme-machine: Le problme de lme en France la fin du regne de Louis XIV (1670-1715). tude sur lhistoire des ides, 1960. Proyecto filosofa en espaol 2000 www.filosofia.org Ferrater Enciclopedias