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AMANECER Integrantes: De La Torre Medina Jesús Guadalupe. Hernández Muñoz Daniel Itzel. Martínez Muñiz Daniel Alejandro. Solano Gonzales Jesús Adrian. Valenzuela Lara Lizbeth

Amanecer

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Page 1: Amanecer

AMANECER

Integrantes:

De La Torre Medina Jesús Guadalupe.

Hernández Muñoz Daniel Itzel.Martínez Muñiz Daniel

Alejandro.Solano Gonzales Jesús Adrian.

Valenzuela Lara Lizbeth Monserrat.

Venegas Cabrera Ana Jocelyn.

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AMANECER

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"Amanecer", de Stephenie MeyerSe me empezó a acelerar de nuevo la respiración y me temblaban las manos a pesar del efecto calmante de la ducha. Comencé a sentirme algo mareada, a punto de sufrir un ataque de nervios en toda regla. Me senté en el frío suelo de baldosas envuelta en la gran toalla y puse la cabeza entre las rodillas. Recé para que no se le ocurriera venir a buscarme antes de que recuperara mi autocontrol. Me imaginaba lo que pensaría si me veía caerme a pedazos de ese modo. No le resultaría nada difícil convencerse de que estábamos cometiendo un error.Y a mí no se me estaba yendo la olla, no es que pensara de repente que estábamos equivocándonos. Para nada. El problema estaba en que no sabía cómo hacerlo y tenía miedo de salir de aquella habitación y encararme a lo desconocido. Especialmente vestida con lencería francesa. Para eso seguro que no estaba preparada todavía.

Me sentía como si tuviera que caminar por el escenario de un teatro lleno de miles de personas sin tener ni idea de mi texto.

¿Cómo podía la gente hacer esto, tragarse todos sus miedos y confiar en otra persona sin reservas, con todas sus imperfecciones y sus miedos, con menos que el compromiso total que Edward me había ofrecido? Si no fuese él quien estuviera ahí fuera, si no fuese consciente hasta la última célula de mi cuerpo de que me amaba tanto como yo a él, de forma incondicional e irrevocable y, siendo sincera, incluso de modo irracional, no sería capaz de levantarme del suelo.

Pero era Edward quien estaba allí fuera, así que susurré las palabras no seas cobarde entre dientes y me arrastré hasta ponerme en pie. � �Me apreté la toalla con fuerza bajo los brazos y me dirigí llena de decisión hacia la playa. Pasé al lado de la maleta repleta de encaje y de la enorme cama sin echarles ni una ojeada siquiera y salí por la puerta de cristales abierta hacia la arena fina como el polvo.

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Todo estaba bañado en negro y blanco, desprovisto de color por la luz de la luna. Caminé lentamente por la cálida arena haciendo una pausa al lado del árbol torcido donde él había dejado sus ropas. Apoyé la mano contra la rugosa corteza y comprobé mi respiración para asegurarme de que era regular. O al menos no del todo irregular.

Exploré las bajas ondas de la arena, negras en la oscuridad, buscándole.

No fue difícil de encontrar. Estaba de pie, dándome la espalda, sumergido hasta la cintura en el agua del color de la medianoche, con la mirada clavada en la luna de forma oval. La luz pálida del satélite confería a su piel una blancura perfecta, como la de la arena, y la de la misma luna, haciendo que su cabello mojado tomara el tono oscuro del océano. Estaba inmóvil, con las palmas de las manos descansando boca abajo sobre en agua. Las débiles olitas rompían contra su cuerpo como si fuera de piedra. Me quedé mirando las suaves líneas de su espalda, sus hombros, sus brazos, su cuello, su forma intachable...

El fuego dejó de ser un rayo que me cruzaba la piel para convertirse ahora en algo sordo y profundo, consumiendo en su ardor toda mi cobardía y mi tímida inseguridad. Me quité la toalla sin dudar, dejándola en el árbol con su ropa y caminé hacia la luz blanca, que también me transformó en algo pálido como la misma arena.

No pude oír el sonido de mis pasos mientras caminaba hacia la orilla del agua, pero supuse que él sí, aunque no se volvió. Dejé que las suaves olitas rompieran contra los dedos de mis pies y encontré que tenía razón respecto a la temperatura del agua, que era cálida, como la del baño. Di varios pasos, avanzando con cautela por el suelo invisible del océano, aunque mi precaución era innecesaria, porque la arena seguía siendo igual de suave, descendiendo levemente en dirección a Edward. Vadeé por la corriente ingrávida hasta que llegué a su lado, y después coloqué mi mano con ligereza sobre la mano fría que yacía sobre el agua.

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- Qué hermoso dije, mirando también hacia la luna.�- No está mal contestó él, como si no fuera nada del otro mundo.�

Se volvió con lentitud para enfrentarse a mí y su movimientos produjo leves olas que rompieron contra mi piel. Sus ojos tenía un brillo plateado sobre su rostro del color del hielo. Retorció la mano hasta que entrelazó sus dedos con los míos bajo la superficie del agua. Estaba tan caliente que su piel fría no me puso la carne de gallina.

- Pero yo no usaría la palabra hermoso continuó él. -. No cuando tú estás aquí al lado para poderte comparar.� � �

Sonreí a medias, y después alcé la mano libre, que ahora no temblaba y la coloqué sobre su corazón. Blanco sobre blanco, por una vez, encajábamos bien. Él se estremeció ligeramente a mi cálido contacto y su respiración se volvió áspera.

- Te prometí que lo intentaría me susurró él, de repente tenso- . pero si... hago algo mal, si te hago daño, debes �decírmelo corriendo.

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Asentí con solemnidad, manteniendo mis ojos fijos en los suyos. Di un paso más hacia delante a través de las olas e incliné la cabeza contra su pecho.

- No tengas miedo susurré-. Somos como una sola persona.�

De pronto me abrumó la realidad de mis palabras. Ese momento era tan perfecto, tan auténtico. No dejaba lugar a dudas. Me rodeó con los brazos, me estrechó contra él y hasta la última de mis terminaciones nerviosas cobró vida propia.- Para siempre concluyó él y después nos sumergimos suavemente en el agua profunda.�__

Fragmento de Amanecer que me vino ayer a la cabeza, por cierto motivo...

Quería ponerlo porque... no sé, en cierto modo, refleja mi inseguridad hacia ciertos aspectos de la vida... :S

Bueno, supongo que llegado el momento, todos perdemos el miedo y la cobardía...