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Ambiguedad y Vaguedad Ambiguedad y Vaguedad. La ambigüedad y la vaguedad se parecen en que ambas son muestras de lenguaje impreciso. Sin embargo, hay una diferencia entre ellas. Palabra o expresión ambigua es la que tiene más de un significado. Palabra o expresión vaga es aquella cuyo significado no es claro. El lenguaje ambiguo nos enfrenta a varios significados, entre los que no es fácil determinar el correcto. La vaguedad nos enfrenta con la tarea de ir en búsqueda del significado. La frase “¡Ese libro es tremendo!”, sería ambigua. “¡Qué libro!… ”, Sería vaga. La ambigüedad se debe a veces a la falta de un contexto conocido. Pero una vez establecido éste, el significado se hace claro (“Le entregó la carta” es una expresión ambigua hasta que sabemos que es el cartero el que realiza la acción y no el mozo del restaurante). Distinto es el caso de las palabras vagas, algunas de las cuales son siempre vagas, independientemente del contexto en el cual se encuentran, porque su significado no es solamente indeterminado (la definición de la palabra “rico”, por ejemplo, no establece cuánto dinero o bienes debe tener una persona para ser calificada correctamente como una persona rica) sino indefinidos. En muchos casos la vaguedad no se debe a la falta de claridad de la palabra o expresión, sino al uso que ha tenido en diferentes épocas “finas”, “elegantes”, “grandes”. Otras palabras son vagas porque han ido adquiriendo muchos significados, por lo que han perdido la precisión que una vez tuvieron (“arte”, “democracia”, “progreso”, “cultura”). Finalmente existen algunas palabras que son a la vez ambiguas y vagas, como por ejemplo “artista”. Vaguedad.

Ambiguedad y Vaguedad

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ambiguedad y vaguedad como problema del lenguaje

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Ambiguedad y VaguedadAmbiguedad y Vaguedad.

La ambigüedad y la vaguedad se parecen en que ambas son muestras de lenguaje impreciso. Sin embargo, hay una diferencia entre ellas. Palabra o expresión ambigua es la que tiene más de un significado. Palabra o expresión vaga es aquella cuyo significado no es claro. El lenguaje ambiguo nos enfrenta a varios significados, entre los que no es fácil determinar el correcto. La vaguedad nos enfrenta con la tarea de ir en búsqueda del significado. La frase “¡Ese libro es tremendo!”, sería ambigua. “¡Qué libro!… ”, Sería vaga.

La ambigüedad se debe a veces a la falta de un contexto conocido. Pero una vez establecido éste, el significado se hace claro (“Le entregó la carta” es una expresión ambigua hasta que sabemos que es el cartero el que realiza la acción y no el mozo del restaurante). Distinto es el caso de las palabras vagas, algunas de las cuales son siempre vagas, independientemente del contexto en el cual se encuentran, porque su significado no es solamente indeterminado (la definición de la palabra “rico”, por ejemplo, no establece cuánto dinero o bienes debe tener una persona para ser calificada correctamente como una persona rica) sino indefinidos.

En muchos casos la vaguedad no se debe a la falta de claridad de la palabra o expresión, sino al uso que ha tenido en diferentes épocas “finas”, “elegantes”, “grandes”. Otras palabras son vagas porque han ido adquiriendo muchos significados, por lo que han perdido la precisión que una vez tuvieron (“arte”, “democracia”, “progreso”, “cultura”). Finalmente existen algunas palabras que son a la vez ambiguas y vagas, como por ejemplo “artista”.

Vaguedad.

(La) falta de precisión en el significado (designación) de una palabra se llama vaguedad: una palabra es vaga en la medida en que hay casos en los que su aplicabilidad es dudosa; o, por decirlo en términos lógico-matemáticos, no es decidible sobre la base de los datos preexistentes, y sólo puede resolverse a partir de una decisión lingüística adicional. Si nos proponemos hacer una lista de palabras vagas, probablemente tardaremos mucho: como la piedra de toque de la vaguedad consiste en imaginar algún caso dudoso y la imaginación es inagotable, veremos que prácticamente todas las palabras son vagas en alguna medida.

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Tomemos como ejemplo una palabra bien conocida, como “libro”, que se refiere (más o menos, y aquí está la dificultad) a un conjunto de muchas hojas impresas, encuadernadas juntas y con cubierta. Y empecemos a imaginar problemas:

a) ¿Muchas hojas? ¿Cuántas? Un conjunto de dos hojas no sería llamado libro, pero, claro está, dos hojas no son muchas. ¿Cinco hojas, entonces? ¿Diez? Doscientas hojas pueden hacer un libro. ¿Y ciento cincuenta, ochenta, sesenta? Un conjunto de cincuenta hojas ¿es un libro o un folleto? Si es un folleto, ¿qué tal si suponemos cincuenta y cinco? Aquí llegaremos inexorablemente a algún número que nos parezca dudoso.

b) ¿Impresas? En la Edad Media había libros escritos a mano. Claro que ésta también es una forma de imprimir, en sentido amplio. ¿Y si es perforado en sistema Braile para ciegos? ¿O sino todas las hojas están escritas, sino sólo la mitad? Además, ¿no existen también libros en blanco, donde las hojas están dispuestas para ser llenadas por su dueño con un diario personal, por ejemplo?

c) ¿Encuadernadas? Esto no quiere decir necesariamente cosidas: hay libros en los que las hojas van unidas con ganchos. Un conjunto de trescientas hojas con una perforación en la esquina y unidas por un simple alambre ¿sería un libro? ¿Y si las hojas estuviesen sueltas, pero debidamente numeradas y contenidas en un estuche de cuero con el nombre de la obra en la cubierta?

d) El requisito de llevar cubierta da lugar para reflexiones semejantes, que dejaremos al lector imaginar por su cuenta.

Ambigüedad.

Si la designación de las palabras suele resultar insuficiente en gran número de casos, la situación se complica cuando una palabra tiene dos o más designaciones. La condición de una palabra con más de un significado se llama polisemia o, más comúnmente ambigüedad. “Vela”, por ejemplo, puede designar un cilindro de cera con un pabilo en su interior que sirve para iluminar, un lienzo que se ata al mástil de una nave para aprovechar la fuerza del viento, o bien la actitud de alguien que cuida a una persona o cosa durante la noche.

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Desde luego, la ambigüedad de una palabra no constituye una vacuna contra la vaguedad, sino que tiende a multiplicarla. Una palabra ambigua puede ser vaga (y generalmente lo es) en cada una de sus distintas acepciones. En el ejemplo ya apuntado, podríamos dudar sobre si una camisa, amarrada por un náufrago al mástil de su improvisada balsa, es una vela; o si un cirio, habida cuenta de su gran tamaño, puede ser llamado vela; o si corresponde decir que pasó la noche en vela un juerguista que llega a su casa a las nueve de la mañana, borracho y con una media de mujer colgando de un bolsillo.

La ambigüedad proviene muchas veces de la extensión de un nombre a diversos aspectos o elementos de una misma situación. Así, por ejemplo, llamamos corte al acto de cortar e incluso al filo de la herramienta con la que cortamos. O tras veces la polisemia es un accidente en la evolución de las palabras a partir de distintas etimologías: las acepciones de “corte” que acabamos de señalar provienen del verbo latino curtare; pero el significado de “corte” como séquito del rey, o como tribunal de justicia, proviene del latín cors, cortis, o cohors, cohortis. Cada uno de estos vocablos evolucionó a su modo en el idioma castellano y ambos coincidieron finalmente en la forma corte.

Pero la voluntad del hombre colabora también en la producción de ambigüedades a través del lenguaje figurado. Así podemos dar a alguien una mano sin necesidad de extender la diestra, correr un riesgo sin pretender alcanzarlo y aclarar algún punto oscuro sin gastar en electricidad. El colmo del lenguaje figurado es la metáfora, figura que parece decir una cosa para que se entienda otra, creando entre ambas un sutil y acaso fugaz vínculo de significado a la vez que sugiere vagas semejanzas.

Anfibología. es el nombre que recibe la ambigüedad en gramática, y se la trata bien como vicio del lenguaje, cuando se debe a una construcción incorrecta, bien como una figura retórica, cuando es un efecto intencionado.

TIPOS DE AMBIGÜEDAD Ambigüedad léxica y polisemiaLa ambigüedad léxica de una palabra o una frase consiste en los múltiples significados que tiene una palabra, tal como puede quedar reflejado en un diccionario; la multiplicidad de significados se llama polisemia. Un ejemplo

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es el de banco, dado más arriba. Un caso especial es la enantiosemia de palabra que tiene sentidos opuestos.

El contexto en el que se utiliza una palabra ambigua a menudo pone de manifiesto cuál de los significados es el que se pretende dar. Si, por ejemplo, alguien dice

Lavó la ropa en la pilaLa pila del juguete se ha gastado

Queda claro que en el primer caso pila es un recipiente de agua, mientras que en el segundo es un pequeño generador químico de electricidad.

Sin embargo, hay situaciones en las que no hay un contexto lingüístico que proporcione información suficiente para eliminar la anfibología de una palabra. Este es el caso de los titulares de periódicos.Muchas personas consideran que la ambigüedad léxica, con palabras que pueden conducir a una comunicación errónea, se debe evitar siempre que sea posible, ya que el receptor generalmente tiene que dedicar un tiempo, esfuerzo y capacidad adicionales de atención para determinar qué se ha de entender cuando se usan. La ambigüedad léxica se puede abordar por métodos algorítmicos que asocian automáticamente el significado apropiado de la palabra en su contexto, en una tarea a que se refiere como desambiguación del sentido de la palabra.

El uso de palabras polisémicas implica que el autor deba aclarar el contexto, y en ocasiones deba dar más detalles sobre su significado específico (en cuyo caso, se debería usar un término menos ambiguo). El objetivo de la comunicación clara y concisa es que el receptor no tenga ninguna equivocación sobre lo que se quería transmitir. Una excepción a esto podría incluir a un político que intencionadamente juega con las palabras para así conseguir apoyos basado en deseos múltiples e incluso contradictorios. La ambigüedad es una herramienta importante en la política.

Más problemáticas son las palabras cuyos sentidos expresan conceptos estrechamente relacionados. Bueno, por ejemplo, puede significar ‘útil’ o ‘funcional’ (es un buen martillo), ‘ejemplar’ (es una buena estudiante), ‘agradable’ (la sopa está buena), ‘que tiene honradez’ (es una buena persona), ‘que tiene un buen tipo’ (su novio está muy bueno), etc. Así, no está claro qué se quiere decir con:

Tengo una hija buenaAmbigüedad sintáctica

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La ambigüedad sintáctica aparece cuando una frase o una oración compleja se pueden analizar de varias formas:

Compró los libros baratos

Aquí baratos puede ser el adjetivo de libros, en cuyo caso significa que había libros caros y baratos y que se compraron los últimos, pero también puede ser un complemento predicativo, en cuyo caso se quiere decir que los libros que compró los consiguió baratos.Es frecuente en los adjetivos que pueden funcionar como adverbios. Un caso prototípico es solo, pero no el único:

Arregló el camión rápido

Puede ser que hubiera varios camiones y de ellos arreglara el rápido, o puede ser que arreglara el camión con rapidez.Otro caso ambiguo si no hay contexto es:

La fotografía

La puede ser artículo, y por tanto fotografía es un nombre, pero puede ser un pronombre, de modo de significaría ‘la está fotografiando’. Ambigüedad fonéticaLa lengua hablada puede contener muchos más tipos de ambigüedad, cuando hay más de una forma de componer un conjunto de sonidos en palabras, por ejemplo, ¿Qué es de Pilar? se podría interpretar igualmente como ¿Qué es depilar? Otro ejemplo es ¿Me diste la caja? frente a ¿Mediste la caja? La identidad en la pronunciación de una o varias palabras se denomina homofonía. Casos así suelen resolverse con el contexto. Ambigüedad semánticaLa ambigüedad semántica ocurre cuando una palabra o concepto tiene un significado de por sí difuso que se basa en el uso informal o generalizado. Este es el caso, por ejemplo, de giros y construcciones con significados no bien definidos y que se presentan en el contexto de un argumento más amplio que invita a una conclusión.Por ejemplo:

Le compró flores

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Tiene un complemento indirecto (le) que puede referirse al destinatario de las flores (una persona a la que se regalan por ser su cumpleaños) o bien a la persona que las vende (el floristero).

Otro ejemplo es:

Solo pueden opositar personas con ambos títulosPueden participar personas de ambos sexos

En el primero se entiende que cada persona de modo individual ha de tener los dos títulos. En el segundo, se entiende que en el conjunto de las personas las hay bien de un sexo, bien de otro. Un error habitual es seleccionar de todo los sentidos aquellos que carece de lógica y considerar que, por tanto, se trata de un error; por ejemplo, cuando se considera que de ambos sexos es incorrecto porque solo se ha seleccionado el sentido de la oración anterior: que una persona individual ha de tener ambos sexos a la vez.

La ambigüedad léxica se diferencia de la semántica en que la primera implica la elección entre un número finito de significados que dependen de un contexto conocido e informativo, mientras que el segundo es una elección entre un número de posibles interpretaciones, ninguna de las cuales tiene un sentido conocido de antemano. Esta forma de ambigüedad está relacionada con la vaguedad.

  DESAMBIGUACIÓNLa ambigüedad se puede evitar con diversos métodos. ComplementoEn el caso de ambigüedades léxicas que no quedan resueltas por el contexto, se puede añadir un complemento que aclare a qué significado concreto nos referimos. En los diccionarios, suele especificarse alguna aplicación concreta que se suele dar por entendida, como avalancha, que normalmente es de nieve; si por el contexto quedara claro que nos referimos a las avalanchas de nieve, no es necesario especificar más, pero en caso contrario se puede añadir el complemento: una avalancha de tierra, una avalancha de gente, una avalancha de nieve.

El uso indiscriminado de este recurso puede ser el origen de redundancias; según el tipo de escrito o las intenciones de claridad puede ser adecuado asumir ese riesgo. AcentuaciónEste mecanismo es meramente convencional y está fijado en algunos pocos casos con la tilde diacrítica. En algunos casos la tilde basta para eliminar

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ambigüedades, pero en otros (en especial solo) es insuficiente y puede ser necesario recurrir a un cambio. PuntuaciónLas comas pueden servir tanto para separar los elementos de una enumeración como para delimitar un inciso. En ciertos casos puede no quedar claro cuál de esos posibles usos es el que corresponde:

Entre los entrevistados estaban sus dos exesposas, María y Elena.

Aquí pueden ser cuatro personas (comas de enumeración) o dos (comas de inciso). En el primer caso a veces se puede cambiar el orden o añadir «así como», mientras que en el segundo bastaría con usar paréntesis:

Entre los entrevistados estaban sus dos exesposas, así como María y Elena.Entre los entrevistados estaban sus dos exesposas (María y Elena).Cambio de construcciónUn cambio en la construcción, con la adición, por ejemplo, de artículos o preposiciones puede ayudar a eliminar o reducir la ambigüedad o evitar equívocos. Por ejemplo:

Golpe dado con el pie o la pata de un animal

Aquí se puede interpretar que de un animal afecta a la coordinación el pie o la pata, por lo que se puede interpretar que no se aplica a las personas. Con la adición de una preposición es posible separar la coordinación de otro modo:

Golpe dado con el pie o con la pata de un animal

De este modo, se separa con el pie y con la pata de un animal. Aún se puede dejar más claro con:Golpe dado bien con el pie, bien con la pata de un animal

También un cambio en el orden ayuda a la desambiguación. Es el caso típico de

Se venden abrigos para niño de lanaSe venden abrigos de lana para niños

Obsérvese que, incluso con el cambio de orden, puede seguir habiendo alguna ambigüedad (¿hay una lana específica para niños?). No obstante, parece que los hablantes tienden a dar preferencia a las uniones con de frente a las de otras preposiciones.

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En el ejemplo de arriba de Compró los libros baratos, puede anteponerse baratos si es el complemento predicativo:

Compró baratos los libros

Cuando hay dos complementos de persona (directo e indirecto) se dan anfibologías como la siguiente:

Mi padre recomendó a Felipe a mi hermano

La norma admite prescindir en casos como este de la preposición a en el complemento directo:

Mi padre recomendó Felipe a mi hermano [si el recomendado es Felipe]

En español, el sujeto puede seguir al verbo, por lo que en ocasiones puede no distinguirse del complemento directo:

Mandó que se entregasen los prisioneros al enemigo

La ambigüedad se puede resolver, según el sentido, como

Mandó que los prisioneros se entregasen al enemigoMandó que los prisioneros fueran entregados al enemigo  Cambio y adición de palabrasEn:Tomó un café solo

Hay tres sentidos: dos de ellos sin tilde diacrítica (o bien el café es sin leche o bien lo tomó sin nadie que lo acompañara) y uno que se puede deshacer con tilde (sin un bollo, por ejemplo). Para distinguir uno de los primeros sentidos, no solo se puede recurrir a un cambio de orden (Tomó solo un café), sino también a cambiar la redacción: Tomó un café sin leche, Tomó un café sin nadie, Tomó un café únicamente.

Una de las partículas que más fácilmente da lugar a ambigüedades es su:

Cuando Simón se casó con Águeda, sus hijos lo llevaron mal

Puede añadirse algún texto que aclare a qué hijos se refiere, como el primero y el segundo, este y aquél; en este caso, podría decirse:

Cuando Simón se casó con Águeda, los hijos de él lo llevaron mal [o de ella, según el caso]

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El leísmo puede ser causa de ambigüedad en algunos casos:

Dale pienso al caballo y luego dale al amo

Así, parece que hay que dar pienso al amo. Con el pronombre lo no se da la anfibología:

Dale pienso al caballo y luego dalo al amo

Algunos tiempos verbales coinciden en la primera persona y la tercera:

Teresa y yo estábamos allí, y cuando tocaba el piano llegaron los invitados.

¿Quién tocaba el piano? Si lo tocaba Teresa, puede decirse:

 Teresa y yo estábamos allí, y cuando ella tocaba el piano llegaron los invitados.