Américo - La Teoría de Los Cuatro Humores

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  • 8/16/2019 Américo - La Teoría de Los Cuatro Humores

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    La teoría de los cuatro humores, un avance científico convertido en inagotable

    fuente de pseudociencias

     Américo Schvartzman

    Es aceptado como un hecho que en la historia de la ciencia, las etapas del saber no sesuceden en un simple orden lineal, sino que cada período se presenta como unareorganización de conocimientos “heredados”. Si lo corriente fuera la linealidad podrían

    descartarse las etapas iniciales, ya que por su carácter elemental no tendrían importanciaen el desarrollo ulterior. No obstante, diferentes concepciones acerca de lo que es laciencia, dan relevancia a aspectos disímiles, y en consecuencia, al establecer lasestructuras temporales o categorías bajo las cuales estructurarán su historia de laciencia, aparecen alternativas diversas, cada una de las cuales entraña limitaciones queobligan a considerarlas – hasta cierto punto –  complementarias si a lo que se aspira es auna mirada integral del progreso del conocimiento.

    Algunas se interesarán sobre la ciencia como patrón de conducta para dominar lanaturaleza, con lo cual se enfocarán en lo tecnológico, considerando aportessignificativos del pasado a aquellos que permitieron avances en áreas específicas comola metalurgia o la cirugía. Otro enfoque podrá centrarse en aquellas teorías que cumplancon un criterio epistemológico diferenciador, que más allá de su aplicación, contenganun fundamento teórico del tipo que caracteriza a las creencias científicas. Laslimitaciones de cada enfoque (en los casos dados, las dificultades para discriminarciencia y tecnología, o el disenso sobre qué fundamentos caracterizan a las creenciascientíficas) llevan al historiador de la ciencia a utilizar un criterio amplio, que coordinelos abordajes posibles, tomando como ciencia a la “filosofía natural” en cada períodosignificativo, es decir, la búsqueda de explicaciones causales racionales, identificando elorigen de los fenómenos de la naturaleza en otras cosas naturales y no en causas míticaso religiosas.

    Aunque esta definición pueda objetarse como “helenofílica” lo cierto es que permite

    establecer una continuidad metodológica entre aquellas prácticas englobadas en elconcepto “ciencia antigua” con las que llevan a cabo los científicos contemporáneos.

    Siguiendo estos criterios, analizaremos los aspectos principales de la “teoría de los

    cuatro humores”, que con diferentes contribuciones y matices, fue “exitosa” en términos

    de su vigencia como modelo explicativo, desde la ciencia griega hasta la Edad Media, ycon ramificaciones que persisten hasta las pseudociencias actuales.

    La idea de que existen cuatro elementos constitutivos de las cosas se atribuye aEmpédocles y aparece como reacción a la negación del conocimiento sensible por partede los pensadores eleáticos (Parménides, Zenón). El pluralismo materialista deEmpédocles reconoce influencias de las distintas corrientes filosóficas de la época, quese aprecian en los siguientes rasgos:

    -  de los eleáticos toma la noción de que no hay cambio en los elementos básicos,sino en la forma en que se unen o separan. El cambio es superficial, no

     profundo.

    De los pitagóricos, el esquema explicativo de que las combinaciones entre loselementos siguen una proporción determinada

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    -  De Heráclito, la teoría de que el cambio se basa en la contraposición de loselementos por acción de las cualidades contrarias (lo frío y lo caliente, etc).

    La doctrina de los cuatro elementos (que se estructuran en correspondencias: tierra,agua, fuego, aire, expresándose con pares de cualidades: sólido y líquido, seco y

    húmedo) tuvo gran influencia en la Antigüedad y hasta principios de la ÉpocaModerna.

    Empédocles, según se afirma, había sido médico. Al parecer de allí toma Hipócrates laidea de los cuatro elementos, pero no lo hace desde una posición especulativa: la

    apuesta epistemológica hipocrática es que la medicina debe ser una disciplinaexperimental y en ese sentido recoge sus abundantes experiencias y las doctrinas que deellas se derivan, en correspondencia con el esquema explicativo adoptado. De esaaplicación surge la teoría humoralista, según la cual el organismo humano contienecuatro humores o líquidos, de cuya armonía (en calidad y proporciones) depende elestado de salud del individuo: si hay desequilibrio (discrasia) habrá enfermedad. Todaslas afecciones de la persona son consencuencia de los cambios de estado de esossupuestos fluidos corporales: la flema proveniente del cerebro, la bilis negra del bazo,la bilis amarilla del hígado y la sangre que procede del corazón. Así, los conceptos delos contrarios se insertan en el modelo explicativo, incorporándose a las causas de lavariación: mayor o menor cantidad, modificación en su estado (caliente o frío), etc. La

     proporción numérica no se revelaba importante sólo en las cantidades sino también enlos días necesarios para restablecer el equilibrio entre los humores.

    La potencia explicativa de la teoría “tetraelemental” se revela en el modo en que se

    amplía de doctrina clínica a explicación general de la conducta humana(“temperamentos”), de la vinculación del ser humano con el ambiente (vínculo con las

    cualidades o con las estaciones del año) e incluso de una relación explicativa natural dela conexión entre el funcionamiento del macrocosmos (universo) con el microcosmos(organismo humano). Si para Hipócrates lo importante de este esquema teórico – al queconsideraba coherente con su experiencia –  era la relación de los humores con las

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    enfermedades, y por tanto lo que permitía abordarlas terapéuticamente, otros pensadorescontinuarán construyendo doctrinas más abarcativas a partir de esas tesis1.

    Así, a Platón y Aristóteles se debe en buena medida, la aplicación de la teoríahumoralista al comportamiento humano. Según ella, la predominancia o el desequilibrio

    entre los humores, era constitutivo de la personalidad del individuo. De ese modo, acada líquido le corresponde un temperamento: el sanguíneo, el flemático, el colérico (bilis amarilla) y el melancólico (bilis negra). La notable persistencia de este esquema alo largo de los siglos se expresa en diferentes aspectos, por ejemplo en el uso de la

     palabra “humor”, etimológicamente “líquido”, que pasó a aplicarse al carácter de las

     personas; asimismo, el término “temperamento” en un sentido similar (en latín,

    combinación de elementos), del cual el diccionario etimológico da una definicióninsuflada de la teoría humoralista: “constitución particular de cada individuo, que

    resulta del predominio fisiológico de un humor, como la bilis o la linfa”.

    En otro sentido, el esquema de los cuatro elementos muestra sencillez y eficaciaexplicativa, que le permite ser trasladado a otros sistemas de nociones, permitiendo lavinculación con la explicación astrológica de la influencia planetaria en lostemperamentos (y merced a la cual se clasifican signos de tierra, de aire, de fuego y deagua). Del mismo modo, la combinación de las polaridades y los contrarios se extiendenhasta la actualidad, en la forma de pseudociencias, las que cada tanto redescubren el

     poder explicativo de estos esquemas.

    Si la teoría humoralista dominó la práctica de la medicina casi hasta entrado el sigloXVIII (lo que se expresa en prácticas hoy entendidas como absurdas tales como elsangrado o la aplicación de calor para tratar los “excesos humorales” de sangre o bilis

    respectivamente), distintas corrientes pseudocientíficas continúan utilizando modelos

    1 Por otro lado es interesante mencionar que en otros ámbitos, aparentemente sin incidencia directa en lamedicina griega, se estructuraron esquemas explicativos similares. Por ejemplo, en el Nei Tsing chino,del emperador Hong Ti (2.600 a.C) se presenta una teoría completa de las afecciones internas, en dondedominan dos criterios centrales: el principio de la complementariedad de los contrarios (yin y yang) y lafísica de los elementos, que en este caso son cinco (agua, tierra, fuego, madera y metal). El resultado es

    una fisiología “deductiva” en la que la salud es definida como el equilibrio de los elementos y el libre paso del aire por los canales del cuerpo. De estas ideas, al parecer, derivan prácticas aún vigentes como laacupuntura.

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    derivados de la atracción de esos cuatro elementos, que en la Edad Media, por ejemplo,implicaban la búsqueda de correspondencia con los Evangelios. En el inagotable

     panorama de los tests de personalidad al uso, manuales de autoayuda, tratados deastrología práctica y predicciones anuales, y demás expresiones comerciales oseudocientíficas, el modelo de los cuatro humores sigue tan vigente que es capaz de

    aportar a éxitos de ventas como los de Tim LaHaye o Florence Littauer.2

     

    Tras la digresión, volvamos a Aristóteles, que es quien combina la teoría médica y psicológica de los cuatro humores con la física, añadiéndole su propio modelo defilosofía natural, la concepción hilemórfica (toda sustancia está compuesta de materia yforma). Las dificultades para vincular ambas explicaciones dan origen a las tesisaristotélicas del calor vital y del pneuma, que revelan – según Freudenthal –  que el propioestagirita percibió las limitaciones de la interpretación metafísica hilemórfica y buscóotras nociones que le permitieran superar esa insuficiencia.

    Las ideas que luego se plasmarían en los intentos de Galeno por sustentar el esquema

    humoralista se consolidan en términos de la relación entre los elementos, las cualidades,los humores, las estaciones y se extienden a las personalidades y su vinculaciónzodiacal, con una tipología hermenéutica que al decir de R. W. Coan, “ha gozado de

     popularidad por más de 2.000 años”, y que – añadimos –  parece destinada a perdurar.

    Starobinsky expresa de manera ilustrativa la forma en que operaba esa tipología: “El

     papel que Galeno (...) atribuye al pneuma, no le impide desarrollar una amplia teoríahumoral de la enfermedad, como desequilibrio de los líquidos, que deben mezclarseconforme a una justa medida. También se requiere que las cualidades opuestas (frío ycalor ...) se repartan convenientemente”. Así se elabora una lista de enfermedades enuna terapéutica deductiva con recomendaciones: “en las discrasias ‘calientes’ seadministrarán remedios refrescantes; para las enfermedades ‘frías’ se recurrirá a

    remedios calientes...”, etc.

    Lo cierto es que en la ciencia griega, el esquema explicativo de los cuatro elementostuvo un rol central en el distanciamiento progresivo del pensamiento mágico,contribuyendo a mostrar que las enfermedades – lejos de ser castigos de los dioses –  soninteligibles, que sus causas podían encontrarse en los fenómenos naturales, y por endeeran pasibles de ser tratadas y curadas. En ese sentido, aquello que hoy nos pareceabsurdo, tal como aplicar calor o sanguijuelas, constituyó un enorme avance en sucontexto, en la búsqueda de avanzar en la comprensión de que los fenómenos naturales

    (como las enfermedades) forman parte de una totalidad en la que cada una de susfacetas tenía causas físicas que podían ser abordadas sin requerir de la magia, delencanto ritual o de las purificaciones.

    2 Algunos de los esfuerzos de las corrientes psicológicas para clasificar los temperamentos (“estructurasde la personalidad”) parecen corresponder a la misma inspiración, lo que motiva fuertes embates por partede epistemólogos críticos de esas disciplinas. La búsqueda de rasgos estructurales bipolares o estructurasde carácter no parecen diferenciarse de las pseudociencias en cuanto a sus métodos y resultados. Unacuriosa muestra de ello lo constituye la disposición de los defensores y divulgadores de los trabajos de

    Hans Eysenck y su modelo PEN a asimilarlos al tradicional esquema de los cuatro temperamentos delhumoralismo.

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      La potencia explicativa de los cuatro elementos. 

    Bibliografía utilizada

    -  Ferrater Mora, J. Diccionario de filosofía. Sudamericana, 1975. Entrada“Elemento”. Págs. 128 y 129 

    -  Starobinsky, Jean. Historia de la medicina. Ed. Continente. 1965. Págs. 16, 36,37.

    -  Corripo, Fernando. Diccionario etimológico abreviado. Bruguera, 1974. Pági.147 y 282.

    -  Wikipedia, entradas: Hans Eysenck; Tim La Haye; Teoría de los cuatrohumores.

    Imágenes

    1-  cuatroele.jpg (Fuente: Educ.Ar)2-  2antologiaesoterica.gif (Fuente: Antología Esotérica)3-  Elaboración propia