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SAN JOSÉ - TESTIGO DEL MISTERIO DE VIDA Y AMOR. REFLEXIONES FILOSÓFICO-TEOLÓGICAS P. Andrzej Latoń El tema que me ha servido de inspiración para este simposio es el deseo de profundizar la cuestión del “misterio de José” en el pensamiento de beato Juan Pablo II. La Exhortación Apostólica Redemptoris Custos empieza con el siguiente texto del Evangelio, considerado por el papa polaco como el núcleo central de la verdad bíblica sobre san José (RC, 2): «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 20-21). Desde el momento de la anunciación, José, junto con María, se encontró en cierto sentido en la intimidad del misterio escondido desde siglos en Dios, y que se encarnó – escribe Papa (RC, 15) ¿Qué significado tiene que José se encuentre en la intimidad del misterio in medio ipso arcano 1 , es decir “dentro del mismo misterio”? Me parece que el pensamiento de Juan Pablo II es fundamental para la josefología. En base de esto quisiera exponer el papel fundamental de San José en la historia de salvación, el “misterio de José” y su participación en el Misterio de Dios, un misterio de Vida y Amor. San Juan Apóstol escribe “la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó; lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1J 1,2-3). Si los Apóstoles fueron testigos de vida, también lo fue San José. El testimonio nace por la participación en la realidad atestiguada. “Participación” es la palabra clave usada por Juan Pablo II en relación a San José. 1 Ab illo annuntiationis tempore cum Maria simul Iosephus certo quodam modo invenitur in medio ipso arcano a saeculis in Deo abscondito quod carne tandem est vestitum: “Verbum caro factum est et habitavit in nobis” (Io 1,14).

Andrzej Latoń-Testigo del misterio de Vida y Amor · esto aquel que supera nuestra capacidad, que es incomprensible, invisible, se hace visible y comprensible ... José como el testigo

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SAN JOSÉ - TESTIGO DEL MISTERIO DE VIDA Y AMOR. REFLEXIONES FILOSÓFICO-TEOLÓGICAS

P. Andrzej Latoń

El tema que me ha servido de inspiración para este simposio es el deseo de profundizar la cuestión del “misterio de José” en el pensamiento de beato Juan Pablo II. La Exhortación Apostólica Redemptoris Custos empieza con el siguiente texto del Evangelio, considerado por el papa polaco como el núcleo central de la verdad bíblica sobre san José (RC, 2): «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 20-21). Desde el momento de la anunciación, José, junto con María, se encontró en cierto sentido en la intimidad del misterio escondido desde siglos en Dios, y que se encarnó – escribe Papa (RC, 15)

¿Qué significado tiene que José se encuentre en la intimidad del misterio – in medio ipso arcano1, es decir “dentro del mismo misterio”?

Me parece que el pensamiento de Juan Pablo II es fundamental para la josefología. En base de esto quisiera exponer el papel fundamental de San José en la historia de salvación, el “misterio de José” y su participación en el Misterio de Dios, un misterio de Vida y Amor.

San Juan Apóstol escribe “la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó; lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1J 1,2-3).

Si los Apóstoles fueron testigos de vida, también lo fue San José. El testimonio nace por la participación en la realidad atestiguada. “Participación” es la palabra clave usada por Juan Pablo II en relación a San José.

                                                                                                                         

1 Ab illo annuntiationis tempore cum Maria simul Iosephus certo quodam modo invenitur in medio ipso arcano a saeculis in Deo abscondito quod carne tandem est vestitum: “Verbum caro factum est et habitavit in nobis” (Io 1,14).

 

San Ireneo escribe: “La claridad de Dios vivifica y, por lo tanto, los que ven a Dios reciben la vida. Por esto aquel que supera nuestra capacidad, que es incomprensible, invisible, se hace visible y comprensible para los hombres, se adapta a su capacidad, para dar vida a los que lo perciben y lo ven. Vivir sin vida es algo imposible, y la subsistencia de esta vida proviene de la participación de Dios, que consiste en ver a Dios y gozar de su bondad”2.

A la luz de esto vamos a intentar profundizar en las palabras de Juan Pablo II sobre San José, las cual “se encontró en la intimidad del misterio escondido desde siglos en Dios, y que se encarnó”. ¿Quién es este hombre, a quien Dios mismo «confió la custodia de sus tesoros más preciosos y más grandes»? (RC, 32)

José como el testigo de Misterio de Dios

Al pensador francés Gabriel Marcel le debemos la reflexión filosófica sobre la esencia del “misterio”. El mismo señaló la diferencia entre “un problema” y “un misterio”.

Sobre esto escribe: “Parece que entre un problema y un misterio se da esta diferencia fundamental: un problema es algo que se me plantea, se presenta ante mí en su totalidad, algo que puedo determinar y delimitar, , por el contrario el misterio es algo en lo que yo mismo estoy comprometido, y en consecuencia es un ámbito que excluye -en su manera de concebirlo- la diferencia entre lo que está dentro de mí y lo que está fuera de mí, pues esa manera de pensar pierde su sentido y su valor original. . Mientras que un problema auténtico es susceptible de un cierto análisis técnico, según el cual se determina el problema, un misterio trasciende, por definición, toda posible aplicación técnica concebible”3.

“Para mí – dice Marcel – el misterio da (refleja) una cierta luz que no es la luz de la ciencia,, sino que yo diría términos metafóricos que favorece el desarrollo de la ciencia, como la luz del sol permite el crecimiento de un árbol o el desarrollo de una flor”4.

                                                                                                                         

2 S. Irenaeus, Adversus haereses, lib. 4, 20, 5. 3 G. Marcel, Etre et Avoir, 169 : «Il semble bien en effet qu’entre un problème et un mystère il y ait cette différence

essentielle qu’un problème est quelque chose que je rencontre, que je trouve tout entier devant moi, mais que je puis par là même cerner et réduire – au lieu qu’un mystère est quelque chose en quoi je suis moi-même engagé, et qui n’est par conséquent pensable que comme une sphère où la distinction de l’en moi et du devant moi perd sa signification et sa valeur initiale. Au lieu qu’un problème authentique est justiciable d’une certaine technique appropriée en fonction de laquelle il se définit, un mystère transcende par définition toute technique concevable».

4 G. Marcel, Du Refus à l’Invocation, 79 : «Pour moi – dit Marcel – le mystère dégage une certaine lumière qui n’est point celle du connaître, mais dont je dirais métaphoriquement qu’elle favorise l’éclosion de la connaissance, comme celle du soleil permet la croissance d’un arbre ou l’épanouissement d’une fleur».

 

El misterio no se debe entender como “un camino sin salida”, “un prohibido tocar”, “prohibido contemplar”, “prohibido todo intento de comprensión”, etc. No se debe confundir el misterio con aquello que es irracional. El misterio es un misterio siempre con la condición de que sea una forma de luz5.

Un problema se puede solucionar, pues un problema es algo que está delante de mí, pero en un misterio es algo en lo que participamos, estamos en su interior, estamos atraídos por él. Podemos ser únicamente testigos de misterio por nuestra vida vivida exteriormente.

Juan Pablo II escribe que San José se convirtió en el depositario singular del misterio «escondido desde siglos en Dios» (cfr. Ef 3, 9) (RC, 5). El depositario del misterio de Dios (RC, II: lat.: Mysterii Dei Custos).

Ser “depositario del misterio” significa ser el testigo del misterio.

¿Qué significa ser testigo en sentido esencial? Nos aprovecharemos otra vez de la filosofía de Gabriel Marcel, para el cual el término “testimonio” pasa ser una categoría filosófica.

El testimonio no es un simple eco, es una participación y una confirmación; testificar es contribuir al crecimiento y advenimiento de aquello que se da testimonio6. El testimonio implica fidelidad a la luz, es decir, a la gracia, al don7.

Ser testigo, en su significado más profundo, es ofrecer la vida en servicio, para que otra realidad más grande pueda revelarse al mundo.

El mismo nombre “José” nos expresa que la vocación del Patriarca de Nazaret es ser testigo en este preciso sentido. “José” en el idioma hebreo significa “Dios añadirá”.

Gracias al desarrollo de josefología actualmente San José no se presenta como un mero observador del Misterio de la Encarnación, sino como alguien que cumple un importante papel en relación con el Misterio de Cristo y de la Iglesia8.

                                                                                                                         

5 Cfr. G. Marcel, «Mystère et existence», in: Le Mystère, Semaine des Intellectuels Catholiques (18-25 novembre 1959), Editions Pierre Horay, Paris 1960, pp. 199-200: «Le mystère n’est tel qu’à condition d’être éclairant»

6 G. Marcel, Homo Viator. Prolégomènes à une métaphysique de l’espérance, Aubier, Paris, 1945, p. 297 : «Le témoignage n’est pas un simple écho, c’est une participation et une confirmation; témoigner, c’est contribuer à la croissance ou à l’avènement de ce dont on témoigne».

7 Cfr. G. Marcel, Le témoignage comme localisation de l’existentiel, in: Nouvelle Revue Théologique, 68 (1946), p. 188. 8 W. Hanc, Józefologia, [w:] Encyklopedia Katolicka, t. VIII, Lublin 2000, p. 185.

 

A San José se le denomina minister salutis, ministro de la salvación, y ser ministro de la salvación consiste en dar testimonio del misterio de la salvación.

Así pues, si Juan Pablo II escribe que san José se encuentra en el centro del misterio, esto significa que la participación de san José en la historia de la salvación, como también la participación de María, es indispensable, única y excepcional. José fue servidor de la Vida, la cual se reveló gracias a que él mismo fue participante de esa vida, es decir tuvo una verdadera relación con Dios Padre, porque como escribe San Hirineo “vivir sin vida es algo imposible, y la subsistencia de esta vida proviene de la participación de Dios, que consiste en ver a Dios y gozar de su bondad”9.

Con frecuencia se representa a San José como a un anciano, como por ejemplo en los apócrifos, sin embargo podemos verlo de otra manera.

San José en el momento de anunciación era con seguridad un hombre joven. Sin embargo en la iconografía está representado como un anciano, pues se quiere de este modo explicar una verdad más profunda. En la iconografía se representa a Dios Padre como a un anciano, ya que la vejez en la Biblia significa la experiencia y la sabiduría. José es parecido a Dios Padre pues se da una relación excepcional entre Dios Padre y José.

San José es él mismo una figura de Dios Padre, como lo explica muy bien Jean-Jacques Olier: “La admirable figura de San José fue dada a la tierra para expresar sensiblemente la gran perfección de Dios Padre. Dentro mismo de la persona de José se contiene la belleza de Dios Padre, su pureza y su amor, su sabiduría y su prudencia, su misericordia y su compasión. Solamente un Santo fue destinado para representar a Dios Padre, mientras que es necesario un sinfín de criaturas, una multitud de santos, para representar Jesucristo… Dios Padre eligiendo este Santo para hacerlo en la tierra su imagen, le da la semejanza de su naturaleza invisible y oculta…”10.

José nos muestra todo lo que tendría que tener cada uno de nosotros. Somos creados a imagen y semejanza de Dios. Hay que hacer que esta verdad de nuevo tome carne, es decir hay que restablecer la relación Padre - hijo.

                                                                                                                         

9 S. Irenaeus, Adversus haereses, lib. 4, 20, 5. 10 J.-J. Olier, La journé chrétienne, in: A. Doze, Le mystère de Saint Joseph…, op. cit., p. 386. “L’admirable Saint Joseph

fut donné à la terre pour exprimer sensiblement les perfections adorables de Dieu le Père. Dans sa seule personne il portait ses beautés, sa pureté, son amour, sa sagesse et sa prudence, sa miséricorde et sa compassion. Un seul saint est destiné pour représenter Dieu le Père tandis qu’il faut une infinité de créatures, une multitude de saints pour représenter Jésus-Christ… Le Père s’étant choisi ce Saint pour en faire sur la terre son image, il lui donne avec lui une ressemblance de sa nature invisible et cachée…”

 

Dicha relación no la conoce otra criatura. Esa excepcional experiencia en el Universo no la conoce tampoco satanás.

Dicha relación es de una forma de generación. Todos las criaturas están llamadas por Dios como desde “fuera”. Solamente dentro de nosotros hay algo propio de Él: el Aliento de Su Espíritu. Sobre dicha relación escribe un filósofo francés Michel Henry11.

El más grande dolor del hombre es la ruptura de esa relación con el Padre – Fuente de Vida. Los hombres no tienen vida, cuando no están junto a la Fuente de Vida. ¡Lo que el mundo llama vida no es propiamente vida; lo que llama amor no es propiamente amor!

¿Por qué Dios Padre ha confiado a José sus más preciosos tesoros? Porque José tiene corazón de hijo, por eso ha podido defender la Vida y el Amor ante satanás y el mundo.

La Biblia señala que José fue HIJO cuando le llama “justo”, es decir totalmente obediente al Padre. Ser obediente es tener los sentimientos de hijo…, los mismos que Jesucristo (cf. Filip 2, 5: Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús).

Santa Teresa de Ávila decía: ¿quiéres aprender la oración interior? ¡Vete a José! Él tenía corazón de verdadero hijo. ((Szukałem po hiszpańsku tego tekstu i nie mógłem znaleźć, najbardziej zbliżony tekst to: Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro y no errará en el camino, Libro de la Vida de santa Teresa, cap.6 número 6))

Decimos de la Virgen, que fue “la Hija de su Hijo”. Del mismo modo podemos decir que José fue “el hijo de su Hijo”.((Tego nigdy nie słyszałem, trzeba będzie dać przynajmniej jedno źródło lub cytat, ewidentne Maryja jest Córką Boga Ojca, ale Córką Boga Syna nigdy tego słyszałem i według mnie brzmi nie dobrze, to problem comunicatio idiomarum))

A menudo admiramos en José su generosidad y disponibilidad; y ciertamente nos asombra pero lo esencial del misterio de José es más profundo.

En la relación de José hacia Dios no se trata solamente de actitudes externas o de lazos emocionales, sino del corazón. Sabemos que con frecuencia nos portamos externamente de forma correcta, pero el corazón tiene envidia, no ama a los enemigos, busca venganza. . Celebramos unos ritos pero falta la presencia de Cristo entre nosotros. No tenemos un corazón no formado según el Corazón de Cristo. Tener el corazón del verdadero hijo quiere decir ser obediente a Padre, y si tenemos que ser obedientes a los hombres, lo hacemos PARA obedecer a Dios. Ser hijo es aceptar la propia historia biográfica,                                                                                                                          

11 Cfr.: C’est moi la vérité. Pour une philosophie du christianisme, Seuil, Paris 1996; Incarnation. Une philosophie de la chair, Seuil, Paris 2000; Paroles du Christ, Seuil, Paris 2002.

 

algunas veces dura, marcada por el sufrimiento, pero siempre entendida como un bien para mi salvación, y para dar testimonio al mundo, pues es la historia de nuestro retorno a la Casa del Padre.

Ser hijo es “estar atento al Ángel”. Esto tendría que ser una característica de cada cristiano. Comparto la idea de los que afirman que José recibió un nuevo corazón vigilante gracias al encuentro con el Ángel (durante la anunciación), en previsión y de acuerdo con los futuros méritos de Jesucristo. Su Sagrado Matrimonio, la Sagrada Familia, es la primera realidad salvada por Jesucristo, es la primera Iglesia – constituida aún antes de la Pascua de Cristo, de Pentecostés y del sacrificio de la Cruz.

José es figura de cada uno de nosotros. El es una nueva criatura, que se formó durante la anunciación. Mateo escribe: «despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer» (Mt 1, 24). Este “despertar del sueño” el Evangelista lo denomina con el termino que la “resurrección de Cristo” - egeiro12. Esto parecería indicar que José en la anunciación recibió un diferente estado de existencia. Su vida fue renovada y le permitió experimentar la plenitud gracia de la redención, según el modo apropiado en este mundo.. No fue un sueño normal sino la experiencia de la redención del pecado original y la victoria de la muerte del pecado. Ese sueño fue el anuncio profético de la resurrección de Cristo, pero también la participación en la resurrección13.

¿Por qué pues Dios confía la Virgen María y su Hijo a José? ¡Porque José era hijo! Eso quiere decir que fue participe de la vida, ya que solamente en la relación “Padre - hijo” se da la vida. Por eso José estaba en disposción de servir a Aquel que es la Vida. Tenia la naturaleza de padre, que ama a buenos y malos, por eso acepta el sufrimiento de Belén, la huida ante Herodes en vez de exigir su muerte. José es aquel que participa en el Amor de Dios Padre.

Se puede ser padre, pero antes hay que ser hijo. José, por ser verdaderamente el hijo de Dios supo cómo esconder a su Familia ante satanás. Satanás no puede hacer nada ante esa relación “Padre - hijo”, ya que no la conocía.

En Nazaret, en la casa de José, encontramos la figura de José en pie junto a la de Jesús. Jesús tiene en sus manos un libro abierto, donde puede verse la inscripción “Ite ad Joseph”. Jesús parece decir: ¿quiéres vivir mi Evangelio? ¡Mira a mi Padre! Por eso tenemos que ser como José. Jesús en la cruz dice a Juan: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora Juan la acogió en su casa. Encontramos aquí una analogía con la anunciación de José. “José se despertó, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa”. Juan, que es un modelo de cada discípulo de Jesús, comparte la vocación de José. Santo Hermano Andrés (Alfred Bessette) – “”amigo de José” amaba los oficios a la Virgen                                                                                                                          

12 ἐγερθεὶς δὲ [ὁ] Ἰωσὴφ ἀπὸ τοῦ ὕπνου ἐποίησεν ὡς προσέταξεν αὐτῷ ὁ ἄγγελος κυρίου καὶ παρέλαβεν τὴν γυναῖκα αὐτοῦ. Cfr. Mt 16, 21; Mt 28, 6; Mt 17, 9. 23, Mt 20,19. También J 21, 14.

13 A. Pelanowski, Sen Józefa, Kaliskie Studia Teologiczne 7 (2008), p. 106.

 

María y la Vía Crucis, los testigos decían que cuando Andrés celebraba la Vía Crucis se unía a él, San José. Beato Juan Pablo II cada día celebraba la Vía Crucis y a la Virgen María decía Totus Tuus. La vocación de José fue la preparación de Jesús para Su misión de salvar el mundo, del sacrificio de Cruz, de donde nacerá la Iglesia de Dios. Acoger a la Virgen María en la propia vida es amar a la Iglesia, en la cual renacemos de nuevo. La Cruz se hizo Árbol de Vida y la muerte fue vencida definitivamente. ¡Cristo ha resucitado!

¡Mientras vivamos en la tierra, no nos puede suceder nada más bello que encontrar el don la Iglesia de Dios! Por esto entendemos porque Juan Pablo II quería, que san José fuera el patrono de Nuevo Milenio Cristiano (cf. RC, 32), de la Nueva Evangelización (cf. RC, 29).

«Patrono de la Iglesia de nuestro tiempo»

Así se titula el último capítulo de la Exhortación Apostólica Redemptoris Custos, en donde Juan Pablo II escribe: “Hace ya cien años el Papa León XIII exhortaba al mundo católico a orar para obtener la protección de san José, patrono de toda la Iglesia. […] Aún hoy tenemos muchos motivos para orar con las mismas palabras de León XIII: «Aleja de nosotros, oh padre amantísimo, este flagelo de errores y vicios... Asístenos propicio desde el cielo en esta lucha contra el poder de las tinieblas…; y como en otro tiempo libraste de la muerte la vida amenazada del niño Jesús, así ahora defiende a la santa Iglesia de Dios de las hostiles insidias y de toda adversidad»” (RC, 31). “Esta plegaria – escribe el Papa – y la misma figura de José adquieren una renovada actualidad para la Iglesia de nuestro tiempo, en relación con el nuevo Milenio cristiano (RC 32). Dios en nuestros tiempos descubre el último misterio de José, para enseñarnos cómo ser testigos de la Vida y Amor para el mundo actual. En el año 1997 Juan Pablo II acudió como peregrino al Santuario de San José de Kalisz, en Polonia, en donde dijo unas palabras muy importantes para toda la Iglesia. Fueron palabras proféticas, suplicantes a San José, para que ayudase a la Iglesia en su lucha por la defensa de la vida y el amor.

DEFENSA DE LA VIDA DESDE SU CONCEPCIÓN HASTA SU MUERTE NATURAL

Extraordinariamente fuerte sonaron las palabras de Juan Pablo II proclamadas en el Santuario de Kalisz cuando llamaba a defender la vida según el ejemplo de San José. Decía: „José de Nazaret, que salvó a Jesús de la crueldad de Herodes, se nos presenta en este momento como un gran promotor de la causa de la defensa de la vida humana, desde el primer instante de la concepción hasta su muerte natural. Por

 

eso, queremos, en este lugar, encomendar a la divina Providencia y a san José la vida humana, especialmente la de los niños por nacer, en nuestra patria y en el mundo entero”14. Dios Padre que anteriormente encargó a San José la custodia de su Hijo, el cual es la Vida y Donador de cualquier vida, actualmente tenemos que confiarle otra vez la defensa de la vida amenazada por la civilización moderna, ya que „una civilización que rechace a los indefensos merecería el nombre de civilización bárbara, aunque lograra grandes éxitos en los campos de la economía, la técnica, el arte y la ciencia” – decía el Papa15.

El Santo Padre recordó en su homilía las palabras de la Beata Madre Teresa de Calcuta, la cual dirigiéndose a los participantes de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, que tenía lugar en el Cairo en el año 1994, decía: „la vida es el mayor don de Dios. Por esto es triste ver lo que acontece hoy en tantas partes del mundo: la vida es deliberadamente destruida por la guerra, por la violencia, por el aborto. Y nosotros hemos sido creados por Dios para cosas más grandes: amar y ser amados”. La Madre Teresa subrayó: „que el mayor destructor de la paz en el mundo de hoy es el aborto. Si una madre puede matar a su propio hijo, ¿qué podrá impedirnos a ti y a mí matarnos recíprocamente?”16.

DEFENSA DE LA FAMILIA

Juan Pablo II dijo en Kalisz, que „la familia cristiana, fiel a su alianza sacramental, se transforma en auténtico signo del amor gratuito y universal de Dios a los hombres”17. No es de extrañar, que el Adversario de Dios quiera destruir la familia y también negar al mismo Dios, un Dios que ha querido revelarse en la familia y por ella manifestar su amor hacia el hombre.

En nuestro Santuario de Kalisz la maravillosa Imagen presenta de forma teológica la Sagrada Familia, es decir la imagen de la misión y la vocación de cada familia. San José, aunque era joven, en nuestera imagen esta representado como eun hombre anciano a semejanza de Dios Padre, representa esto lo que he dicho antes: Él es hijo en su imagen y semejanza de Padre. El vinculo íntimo de la “Trinidad de la Tierra” con la “Trinidad del Cielo” es un mensaje para todas familias sobre su vocación, sobre la misión quetienen que cumplir para el mundo, la misión de procreación apoyándose en el mismo Dios-Vida (Jesús dijo: Yo soy la vida – J 14, 6).

                                                                                                                         

14 Homilía del Santo Padre Juan Pablo II. Misa en el santuario de san José. Kalisz, miércoles 4 de junio de 1997 [http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/homilies/1997/documents/hf_jp-ii_hom_19970604_ kalisz_sp.html]

15 Ibídem. 16 Ibídem. 17 Ibídem.

 

La imagen de Kalisz muestra en primer lugar el amor de Dios hacia el hombre. Dios ofrece a su Hijo para la salvación del hombre, ya que mira al mundo con amor. En la Biblia la relación de Dios hacia su pueblo está frecuentemente ilustrada por la metáfora de noviazgo o del matrimonio (ver: Iz 62, 5). Cada hombre es amado por el Padre. El Padre, ofreciendo a su Hijo, nos ofrece a sí mismo como un don. El hombre acepta este Don, participando en el amor, descubriendo la felicidad, él mismo está habilitado para amar a Dios y el prójimo. Cada uno de nosotros puede ser un don para otros y esto puede ocurrir especialmente en la familia, ya que ellas -las familias cristianas- pueden salvar el mundo actual.

El matrimonio de José y María es un retorno a la historia del “bello amor” el cual tiene su comienzo junto con Adam y Eva. Los dos fueron y son para la humanidad evolución del “sacramento” de amor inicial, que significa pureza y gratitud, don de si mismo. Juan Pablo II pidió a los matrimonios, que cumplan la misión a la cual fueron llamados: «el sacramento que os une, os une en Cristo. Os une con Cristo. «¡Gran misterio es éste!» (Ef 5, 32). Dios «os dio su amor». Viene a vosotros, está presente en medio de vosotros y habita en vuestras almas, en vuestras familias, en vuestras casas. Lo sabía muy bien san José. Por eso, no dudó en encomendarse a Dios él mismo y a su familia. En virtud de ese abandono, cumplió a fondo su misión, que Dios le confió con respecto a María y a su Hijo. Sostenidos por el ejemplo y la protección de san José, dad un testimonio constante de entrega y generosidad. Proteged y rodead de cariño la vida de cada uno de vuestros hijos, de toda persona, especialmente de los enfermos, de los débiles y de los minusválidos. Dad testimonio de amor a la vida y compartidla con generosidad »18.

El mensaje principal de la homilía de Juan Pablo II, en Kalisz, fue un llamamiento para defender la vida desde su concepción, y para proponer el modelo cristiano de la familia. Pero al principio de la homilía el Papa se refirió a una de las oraciones que el mismo rezaba cada día antes de la Misa19. Es esta: «Oh Dios, que nos has concedido el sacerdocio real, haz que, como san José, que mereció tocar y llevar con respeto en sus brazos a tu Hijo unigénito, nacido de María Virgen, obtengamos la gracia de servir en tus altares con pureza de corazón e inocencia de obras, para recibir hoy dignamente el sacratísimo Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, y así merecer el premio eterno en el mundo futuro». Y el Santo Padre hace este comentario: „Estas palabras son muy elocuentes. Las manos del sacerdote que tocan el Cuerpo eucarístico de Cristo quieren obtener de san José la gracia de una castidad y de una veneración igual a la que el santo carpintero de Nazaret tenía con respecto a su Hijo adoptivo”20.

                                                                                                                         

18 Ibídem. 19 Ibídem. 20 Ibídem.

 

Pienso que el Papa en su homilía presenta dicha oración ya que, en primer lugar, los pastores tienen que ser el don de Cristo para los otros. Ellos deben dar testimonio sobre la civilización de la vida y amor, siendo célibes, totalmente vinculados con Aquel que es la Vida, para que muchos otros estén abiertos a la vida en las familias verdaderas.

El Evangelio lo puede proclamar con fuerza quien lo ha experimentado en su vida cotidiana; quien ha entendido que vivir sin la enseñanza de Cristo en el mundo actual conduce hacia la muerte; que esto que llamamos comúnmente la vida no lo es, la vida la tiene aquel que conoce al Padre y cumple Su voluntad, como Jesús, como San José. Los primeros evangelizadores, como Pablo o Pedro, no podrían hablar de Jesús sin hablar al mismo tiempo de cómo han sido personalmente salvados.

Esa oración dice, que san José “tocaba y llevaba con respeto en sus brazos a Jesús”. El termino “tocar” tiene su origen en el Evangelio cuando Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? (Łk 8, 42-48). La situación bastante rara ya que andando entre la muchedumbre todos se apretaban a Él, pero solamente „una mujer que había tenido un flujo de sangre por doce años… se acercó a Jesús por detrás y tocó el borde de su manto” y fue sanada. La sangre es un símbolo de la vida, como vemos de esta mujer “fluía” la vida y solamente el mismo Cristo manifiesta la posibilidad de devolver la vida.

Proclamar el Evangelio es donar a la muchedumbre la Vida. Desde la casa de José de Nazaret salió el Pan de Vida, sin el cual no se puede vivir. De esto san José es un patrono excepcional para los sacerdotes21, los cuales “disponen” del Pan Eterno. Pero hay que tener en cuenta que podemos tener este Pan, estar cerca de Él como la muchedumbre en las calles de Jerusalén, celebrar tantas Eucaristías y finalmente no tocar a Jesús, por lo tanto no tenemos la Vida. Por eso Beato Juan Pablo II nos recuerda que debemos pedir a San José, para que tengamos una espiritual intimidad con Jesús, como él mismo la he tenido y, de esta manera, seremos testigos de la Vida y Amor.

                                                                                                                         

21 Cfr. T. STRAMARE, Święty Józef a kapłan, Kaliskie Studia Teologiczne 2 (2003), p. 39-41.