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    Lucha por la vivienda y politizacin de las

    trayectorias individuales*

    Nicols Angelcos Gutirrezcole des Hautes tudes en Sciences Sociales, Pars, Francia.

    Email: [email protected]

    Resumen: El presente artculo busca interrogar las formas y mecanismos que adoptan los procesos de politizacinen los sectores populares chilenos. Para ello, se analiza el caso del comit de vivienda MPL - Franklin1 organizadosemanas despus del pasado terremoto del 27 de Febrero del 2010. La tesis que se desarrolla versa sobre la necesidad de

    problematizar la relacin entre subjetivacin individual y subjetivacin colectiva para comprender la politizacin de lasdemandas, en principio instrumentales, que articula el movimiento. A partir del concepto de afeccin poltica se intentareconstruir el vnculo entre la lucha por la vivienda y las trayectorias individuales de los vecinos miembros del comit.Las preguntas de investigacin son las siguientes: cmo se puede explicar la politizacin de ciertos individuos en unmedio social donde la pasividad reina?; cmo se puede comprender la afeccin de ciertos individuos por la poltica decara a una desafeccin generalizada?

    Palabras clave:subjetivacin, politizacin, vivienda.

    Struggle for housing and politicization of individual trajectories

    Abstract:This article seeks to examine the ways and mechanisms adopted by the processes of politicization in thepopular sectors in Chile. To this end, we analyze the case of the housing committee MPL-Franklin created weeks afterthe last earthquake of February 27, 2010. The thesis developed concerns the need to problematize the relationship betweenindividual subjectivity and collective subjectivity to understand the politicization of demands, instrumental at first, whichcoordinate the movement. The concept of political affection is used to rebuild the link between the struggle for housingand the individual trajectories of the committee members. The research questions are: how the politicization of certainindividuals in a social environment where passivity reigns can be explained?; How can we understand the affection ofsome individuals in politics, in a setting of general disaffection?

    Key words:subjectification, politicization, housing.

    Luta por moradia e politizao das trajetrias individuais

    Resumo: Este artigo procura analisar as formas e os mecanismos a adoptar nos processos de politizao dossetores populares no Chile. Para isso, analisamos o caso da comisso da habitao MPL-Franklin, organizado nasemana passada aps o terremoto de 27 de fevereiro de 2010. A tese que desenvolvida aborda a necessidade de

    problematizar a relao entre subjetivao individual e subjetivao coletiva para entender a politizao das demandas, emprincpio, instrumentais, que coordena o movimento. Usando o conceito de condio poltica destina-se a reconstruir aligao entre a luta pela habitao e as trajetrias individuais dos membros da comisso de vizinhos. As questes de

    pesquisa so: como explicar a politizao de certos indivduos em um ambiente social onde rainha a passividade? como sepode compreender a afeio de certos indivduos pela poltica entre um descontentamento generalizado?

    Palavras-chave:subjetivao, politizao, habitao.

    * * *

    Introduccin

    El 27 de Febrero del ao 2011 se conmemor un ao de la tragedia que sacudi el centro- sur denuestro pas. Si bien la catstrofe natural que implic el terremoto era en gran medida inevitable, para nadieresulta extrao que la gestin poltica de sus consecuencias haya sido completamente ineficaz2 . As, nos

    parece insuficiente hablar de una catstrofe natural cuando diversos factores sociales y polticos nos hablan deuna crisis social de bastante mayor alcance.

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    El terremoto devel diversas aristas en la construccin del orden social chileno. Por una parte, unnmero elevado de personas -sin ningn antecedente delictivo- sali a la calle y, en conjunto, protagonizverdaderos pillajes en distintos centros comerciales. Por otro lado, la poblacin normalizada y los mediosde comunicacin organizaron una activa respuesta. Los vecinos, movilizados por un temor difcilmenteexplicable, se articularon para conformar patrullas ciudadanas en los mrgenes de sus poblaciones, cuidandoaquellos bienes que parecan amenazados por la turba. Por su parte, los medios de comunicacin, aparte deinstalar el miedo entre la poblacin, efectuaron una fuerte condena moral hacia aquellos individuosimplicados en los saqueos, arguyendo su carcter excesivo, o sea, que rompe con los lmites de lo necesario.

    Este panorama ya nos muestra una triple cara del orden social chileno. Unos, ante la imposibilidad deacceder a bienes materiales lujosos (televisores de plasma u otros), se aprovechan del caos que sigui alterremoto y roban. Otros, ms leales con la propiedad y las normas, se arman dispuestos a defender conviolencia lo que les pertenece. Ellos, establecen el lmite entre lo lcito y lo ilcito, lo moral y lo inmoral. Lastres caras, sin embargo, muestran la misma importancia de los bienes materiales en la construccin de laidentidad personal y el carcter absolutamente privado de esa construccin. Frente a esto, saqueadores,

    patrullas ciudadanas y medios de comunicacin no vacilan en saltarse los canales formales que nuestrosistema democrtico ha definido para legitimar el orden social, ya sea robando, golpeando o llamando a losmilitares.

    Ahora bien, el terremoto ha develado otra cara de nuestra sociedad. La reconstruccin material y social

    an en curso muestra cmo la sancin normalizadora acta hacia aqullos que burlan la propiedad privada,base del modelo, pero no para aqullos que lo sostienen, para quienes normalizan. El tema de la vivienda hasido particularmente sensible a este respecto.

    El dficit habitacional en Chile alcanzaba a 543 mil unidades hasta el ao 2010. Si bien durante losveinte aos de gobierno de la Concertacin se redujo a casi la mitad el nmero de familias sin casa, el dficitnunca dej de ser preocupante, esto sin contar la calidad y ubicacin de las nuevas viviendas sociales. Postterremoto esta cifra subi a 900 mil casas (Ziga, 2010) tornando el problema habitacional alarmante yevidenciando la ineficacia de las polticas de vivienda llevadas a cabo por la Concertacin, donde searticulaba la subvencin estatal, con el ahorro privado y la construccin entregada a las empresasinmobiliarias.

    El gobierno de Sebastin Piera no lo ha hecho mejor. Por una parte, ha sido incapaz de resolver el

    problema de la reconstruccin, sobre todo para aqullos que no eran propietarios antes del terremoto, fueranallegados o arrendatarios permanentes. Por otra parte, ante una supuesta ineficiencia en la asignacin yfocalizacin de los recursos pblicos, se intenta reformar las polticas de vivienda anteriores, reduciendo elFondo Solidario 1 (ahorro mnimo 10 U.F.), correspondiente a las familias ms pobres. Con ello, se buscasubrayar la necesidad de un mayor ahorro privado (Fondo Solidario 2, ahorro mnimo 30 U.F.) y ladisminucin de los gastos pblicos en subsidios (Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2010).

    Si a esto le agregamos la intencin de terminar con las EGIS (Entidad de Gestin Inmobiliaria), esdecir, con las formas colectivas de postulacin a subsidios, y la eliminacin del subsidio de inters territorial,cuestin que hara imposible la adquisicin de una vivienda social en la comuna actual de residencia, lafragmentacin y segregacin social podran agudizarse de forma dramtica.

    Harloe (Desjardins, 2008) distingue dos modelos de polticas de vivienda social, a saber: el modelo demasa y el modelo residual. El primero refiere a la concepcin de la vivienda en tanto beneficio universalotorgado a las clases trabajadoras como participantes activas del contrato social; el segundo, por su parte, estdirigido a los sectores ms pobres y opera a partir de una descentralizacin de la gestin y el financiamiento.Siguiendo esta distincin, el modelo chileno busca profundizar la poltica de vivienda residual, cuyos costossociales son enormes: en el modelo residual, el sector social es estigmatizado porque concentra a los gruposmarginalizados, polticamente, econmicamente y socialmente (Desjardins, 2008: 32-33).

    Todas estas aristas hacen del problema de la vivienda un asunto extremadamente complejo. Elmovimiento de deudores habitacionales que ha constituido la cara ms visible de este conflicto debiera, deesta forma, ser capaz de articular la lucha por la condonacin de las deudas, con la permanencia territorial, la

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    aumentacin del Fondo Solidario 1, la necesidad de la postulacin colectiva, la lucha contra la exclusin, etc.Esta complejidad explica una gran parte de las constantes divisiones y reagrupaciones del movimiento.

    Ahora bien, como hemos querido enfatizar, la crisis social que sigui al terremoto puso en tela dejuicio ciertos consensos normativos en torno a la legitimidad del modelo chileno. Primero, mostr que laestabilidad de nuestro orden est expuesta a una fragmentacin sbita en el caso de enfrentarse a una nuevacrisis. Segundo, la credibilidad del empresariado chileno qued en entredicho cuando construcciones

    pertenecientes a la clase media se derrumbaron, an cuando su costo era elevado. Finalmente, el gobierno y lapoltica en general se revelaron una vez ms estar completamente distanciados de las necesidades del mundopopular. Frente a este escenario, el problema de la vivienda y la capacidad de respuesta de los actores socialeses un asunto de vital relevancia.

    En este marco, nuestra investigacin intenta comprender el proceso de politizacin que vivi un grupode habitantes sin techo del barrio Franklin de Santiago. Esta politizacin comprende diversas etapas: 1) lainscripcin en el comit de vivienda formado por el Movimiento de Pobladores en Lucha; 2) la

    participacin regular en ste; y 3) la incorporacin militante en el movimiento. La particularidad de estecomit es que nace como consecuencia del terremoto y es conformado por vecinos y vecinas sin ningncapital poltico anterior. Quisiramos mostrar en esta ponencia, a partir del anlisis de este comit, cmo la

    poltica afecta la identidad de los individuos involucrados y de qu forma esto determina el devenir de laorganizacin.

    Insensibilidad de lo pblico. De la demanda democrtica a la demanda popular

    Acaecido el terremoto el 27 de Febrero del ao 2010 y superados los impasses provocados por lossaqueos y la respuesta militar, comenz el difcil proceso de reconstruccin material y social de nuestro pas.La comuna de Santiago, al igual que las dems comunas, fue elaborando un catastro de los sectores yconstrucciones ms afectados, intentando dar una pronta solucin a las vctimas. Para ello, se constituyeroncomits de reconstruccin que actuaron como mediadores entre las autoridades municipales y los vecinosafectados.

    En este proceso, sin embargo, se llam a participar solamente a los propietarios 3 . De este modo,allegados y arrendatarios de la comuna debieron resignarse ante una ayuda estatal y disear, en la medida de

    lo posible, alguna estrategia individual que les permitiera enfrentar la difcil situacin que estaban viviendo.En este marco, el Movimiento de Pobladores en Lucha, cuyo mayor trabajo poltico est situado enPealoln4 , organiz un comit de reconstruccin en el histrico barrio Franklin para aquellos olvidados porlas autoridades, intentando ofrecer una dinmica de trabajo colectivo como herramienta de lucha en lademanda por una vivienda.

    Al entrevistar a varios miembros del comit (principalmente mujeres), ellas muestran cmo la eleccinde inscribirse en l fue el resultado de la situacin problemtica en que vivan dada la falta de casa (anterior alterremoto) y la oferta propuesta por el movimiento. El MPL les relat la experiencia de lucha que vienendesarrollando hace varios aos en Pealoln y los resultados que han obtenido (dos solucioneshabitacionales5 ) en dicha comuna. El terremoto, en este sentido fue la excusa para que, demandas yaexistentes pero desarticuladas, se organizaran alrededor de un comit y formaran una demanda colectiva.

    En trminos de Ernesto Laclau, nosotros podemos interpretar este proceso como el paso de unademanda democrtica a una demanda popular. Para Laclau, una demanda democrtica es aqulla quesatisfecha o no, permanece aislada () aisladas de qu? Slo con respecto al proceso equivalencial ()una demanda que se satisface no permanece aislada; se inscribe en una totalidad institucional diferencial(Laclau, 2010: 99-103). Esta paradoja significa que una demanda al ser satisfecha no se inscribe dentro delconjunto de demandas que conforman una articulacin hegemnica; por ello, permanece aislada de las demsdemandas, pero integrada en la institucionalidad vigente.

    La reduccin del dficit de vivienda durante los veinte aos de gobierno de la Concertacin se inscribeen esta dinmica. Demandas por vivienda, fruto de la reorganizacin espacial que realiz la dictadura en la

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    ciudad de Santiago, fueron satisfechas mediante la asignacin de subsidios individuales para la compra decasas nuevas o usadas en los mrgenes de la capital, continuando as la erradicacin de los sin casa hacia la

    periferia de la ciudad, esta vez bajo la racionalidad del mercado.

    Dado que la poltica de vivienda articula subsidios pblicos con ahorro privado esta formademocrtica de satisfaccin de las demandas tiene su lmite, en la medida que no todas las personas soncapaces de ahorrar el dinero suficiente para optar a un subsidio. Al mismo tiempo, stos son limitados y notienen una cobertura universal.

    Frente a esta insensibilidad de la institucionalidad poltica respecto a la demanda por vivienda de unnmero considerable de familias, los vecinos del barrio Franklin construyen, voluntariamente o no, unademanda colectiva de carcter popular, es decir, que articula distintos elementos correspondientes a lasdistintas necesidades. A la pluralidad de demandas que, a travs de su articulacin equivalencial, constituyenuna subjetividad ms amplia, las denominaremos demandas populares (Laclau, 2010: 99).

    As, la demanda democrtica por vivienda, se transform al interior del comit en una demandapopular por una vivienda digna, lo que signific la articulacin de diversas demandas, a saber: una viviendacuyo tamao excede los lmites de la vivienda social; una solucin habitacional colectiva; y la permanencia enla comuna.

    Biografa individual y lucha colectiva por la vivienda digna

    Al entrevistar a algunos miembros, principalmente mujeres jvenes (25- 36 aos), del comit devivienda pudimos integrar en nuestro anlisis los principales rasgos biogrficos que determinan su vidacarente en dnde se inserta el problema de la casa propia.

    Ante una pregunta abierta sobre sus historias de vida, la mayor parte de las entrevistadas iniciaba surelato con la descripcin de algn padecimiento. Los principales problemas individuales registrados fueron:alcoholismo del padre o cnyuge, drogadiccin de algn miembro de la familia, incapacidad de formar unafamilia propia, hacinamiento, problemas de relacin con las personas que los acogen (en general la familia deuno de los cnyuges), enfermedad de un hijo, depresin, etc. A continuacin un ejemplo:

    Yo pienso que el problema de mis hijos, lo nervioso que son, lo inquietos, proviene todo de micondicin de allegada. Porque ya es un nio que necesita su metro cuadrado para l solo y es el nicohombre entre tres hermanas, entonces l se siente siempre compitiendo con ellas, siempre est comocompitiendo por el espacio con sus hermanas. Es por eso que necesito irme de aqu, porque estamosmuy mal, muy mal, est todo amontonado porque no tenemos espacio, en mi pieza dormimos los seis.Yo hace poquito me hice el esfuerzo de mandar a hacer un camarote de tres pisos porque ya no poda.Yo prcticamente no tena donde dormir, yo dorma casi a los pies de la cama estirada y, gracias a esoque pudimos hacer ahora, duermen mis tres nios ms grandes en el camarote y mi guagita nomsduerme con nosotros en la cama de dos plazas. (Mara, 36 aos, MPL Franklin)

    Estos distintos elementos mencionados actuaban en sus relatos como un trauma, es decir, como lafijacin inconsciente en un acontecimiento determinante para el conjunto de su biografa individual (Freud,1965). La lucha por una vivienda digna, en este sentido, cobra el significado de una solucin, no solamente

    material, sino, por sobre todo, al ser-deficiente que los define. La plenitud de la comunidad esprecisamente el reverso imaginario de una situacin vivida como ser deficiente (Laclau, 2010: 113). Surealizacin personal, que nunca es estrictamente individual, est ntimamente ligada a la obtencin de la casay, en sus relatos, explica su participacin regular en el comit, pese a las constantes dudas y decepciones queconfiesan, incluso respecto a familiares suyos que tambin participan.

    Teniendo en cuenta los postulados tericos de Axel Honneth, podramos decir que la lucha por lavivienda es una lucha por el reconocimiento individual en un espacio colectivo. Es a travs de las luchas quelos grupos sociales se libran en funcin de mviles morales, es por su tentativa colectiva por promover en elespacio institucional y cultural formas ms amplias de reconocimiento mutuo que se opera en prctica la

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    transformacin normativa de las sociedades (Honneth, 2010: 114). Esto no significa que la demanda seacultural y no social, sino que la demanda social afecta la identidad del individuo. As, entendemos elcarcter libidinal del lazo social que une al individuo con el colectivo y la construccin de la demanda

    popular.

    En consonancia con los planteamientos de Chantal Mouffe (2007) y Ernesto Laclau (2010) llamaremosafeccin poltica a la articulacin entre la identidad individual y la estructuracin subjetiva de la comunidadque comporta el comit. El objeto de la investidura puede ser contingente, pero ciertamente no es indiferente,no puede ser cambiado a voluntad. Con esto logramos una explicacin completa de lo que significainvestidura radical: el hacer de un objeto mtico la encarnacin de una plenitud mtica. El afecto (es decir, elgoce) constituye la esencia misma de la investidura, mientras que su carcter contingente da cuenta delcomponente radical de la frmula (Laclau, 2010: 148).

    El trauma constituyente de la subjetividad individual puede ser interpretado as como un sentimientopre- poltico y sntoma de un reconocimiento errneo, donde los obstculos materiales cobran una profundarelevancia en la biografa individual y familiar. Todas las emociones negativas suscitadas por la experienciadel desprecio de las exigencias de reconocimiento comportan, en efecto, la posibilidad de que el sujetoconcernido tome claramente conciencia de la injusticia que le es cometida, y encuentre ah un motivo deresistencia poltica (Honneth, 2010: 144).

    La lucha por la vivienda digna, adems de articular los elementos ya reseados, permite la elaboracinde una semntica compartida, una gramtica moral del conflicto, tal cual lo entienden E.P. Thompson (1971)y Axel Honneth. Entre los objetivos impersonales de un movimiento social y las ofensas privadas sufridas

    por los individuos que lo componen, debe existir una pasarela semntica lo suficientemente slida parapermitir el desarrollo de una identidad colectiva (Honneth, 2010: 195).

    De este modo la demanda por la vivienda y la participacin en el comit, en principio, instrumentales,se transforman en compromisos morales donde la identidad de los individuos se encuentra totalmenteimplicada6 . La subjetivacin poltica implica as una articulacin, en permanente tensin, entre la identidad y

    biografa individual con la construccin de una comunidad de pertenencia.

    Llamaremos subjetivacin poltica individual a los procesos de auto-transformacin llevados a cabopor las propias personas. Cada uno es, desde este punto de vista, el actor o el autor, o el sujeto de su propia

    subjetivacin (Wieviorka, 2008: 39). El deseo de conducir su propia vida significa para el sujeto el llamadoa valores y la definicin de obstculos para su cumplimiento. El pasado, la dominacin y el ordenobstaculizan la realizacin de ese sujeto () La toma de distancia crtica implica una adhesin previa, elretorno de los valores proclamados contra el orden de cosas (Dubet, 1994: 148- 149).

    La subjetivacin poltica colectiva ser entendida como la produccin mediante una serie de actos deuna instancia y de una capacidad de enunciacin que no eran identificables en un campo de experiencia dado,as la identificacin va de la mano con la reconfiguracin del campo de la experiencia (Rancire, 2007: 59).Rancire intenta mostrar cmo la construccin de una identidad colectiva implica necesariamente unasubversin respecto a las condiciones de posibilidad de la experiencia, en la medida que la estructuracin deuna nueva identidad necesita un nuevo campo sensible de inscripcin. En trminos de Laclau, las demandas

    populares, al articularse en un proyecto contra-hegemnico, son significadas al interior de una comunidadmtica, antagnica a la totalidad institucional diferencial que define a las demandas democrticas.

    De la gramtica moral a la pragmtica poltica del conflicto

    Hasta el momento hemos podido evidenciar una participacin instrumental y moral en el comit devivienda, sin embargo, an nos falta descifrar su contenido poltico.

    En la mayor parte de las entrevistas realizadas, incluso en militantes del MPL ajenos al comit quellevan aos en la lucha por sus viviendas en Pealoln, los individuos se declaran apolticos. Esto significavarias cosas, segn las razones esgrimidas por los mismos actores: primero, no se sienten identificados con

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    ningn partido poltico, ni de izquierda ni de derecha, es ms, el clivaje izquierda-derecha no los interpela enlo ms mnimo; segundo, ven a la institucionalidad poltica como algo excesivamente lejano, tal como larealidad lo indica, insensible a sus demandas e inquietudes; tercero, por el mismo motivo anterior, un cambiode gobierno les es casi indiferente, de hecho, la mayora no estn inscritos en los registros electorales. Ensntesis, estn completamente distanciados de la poltica institucional.

    Sea el presidente que haya que se ponga, a las finales igual uno tiene que sacrificarse pa tener susgastos (Claudia, 34 aos, MPL Franklin).

    Esta constatacin emprica parece respaldar la tesis general acerca de la apata, la desafeccin polticao la despolitizacin de la sociedad chilena. Muchos autores dan cuenta de este fenmeno, poniendo especialnfasis en el desinters que suscita la poltica en aquellos jvenes y adultos que pertenecen a la generacin

    post-plebiscito, es decir, que no participaron en el plebiscito de 1988 (Aranda y Cuevas, 2008; Bao, 1995;Gonzlez, et. al., 2005; Ruz, 2008; Toro, 2008).

    A partir de lo siguiente, no quisiramos desmentir esa tesis, simplemente nos gustara mostrar cmo lasactividades que se realizan al interior del comit implican una prctica poltica, consciente aunque noenunciada. El comit Franklin se rene una vez a la semana en la sede de la junta de vecinos. En dichasreuniones, se dan distintas dinmicas. En algunas hay espacios para el esparcimiento, desde la elaboracin orealizacin de rifas hasta la venta y consumo de alimentos; si bien el objetivo de estas actividades es recaudar

    dinero (objetivo instrumental) tambin permiten la conformacin de una comunidad (objetivo cultural). Msall de estas actividades, en todas las reuniones el presidente del comit (vecino del barrio) y un representantedel MPL de Pealoln dan cuenta de los avances de la lucha y los nuevos objetivos a perseguir; al mismotiempo, uno o dos representantes de cada comisin formada (comunicacin externa e interna, bsqueda deterrenos, contactos con el municipio, tesorera, etc.) hacen un reporte de sus acciones. En tres reuniones que

    participamos, fueron representantes de la poltica institucional, contactados directamente por el presidente dela junta de vecinos, dos concejales (UDI y PPD) 7 y un diputado del distrito (PPD). Asimismo, asistimos

    junto a los vecinos a una sesin del concejo municipal donde los concejales invitados a las reuniones, ademsde la concejala comunista, pusieron en el debate el problema de allegamiento de los vecinos del comit.

    Tambin, la mayor parte de los vecinos acude a las manifestaciones de la Federacin Nacional dePobladores, de la cual el MPL es parte. En fin, entre reuniones, relaciones con el municipio, contactos conautoridades polticas, manifestaciones, etc., los vecinos van adquiriendo un capital poltico que no posean.

    Pese a que ellos no vean en el movimiento un ente poltico, se declaren incompetentes en poltica, la dinmicade la lucha les lleva inevitablemente a un accionar poltico. De hecho, algunos miembros nos declararon sudeseo de transmitir ese capital adquirido a personas que estn en la misma situacin de carencia que ellos.

    Yo creo que es por el objetivo que es el de la casa y de vivir dignamente, como dicen los chiquillos,pero si se necesitaran o alguna persona necesitara un consejo o algo, yo podra hacer lo mismo quehicieron conmigo. Explicarles y guiarlos sobre cmo hacerlo (Patricia, 33 aos, MPL Franklin).

    En consecuencia, la pragmtica poltica en la que se ven envueltos los miembros del comit nospermite descentrar la reflexin sociolgica de la poltica respecto a su manifestacin estrictamenteinstitucional (Angelcos, 2010a; 2010b; 2011). La poltica llevada a cabo por el comit es el resultado de laarticulacin de sentimientos pre-polticos individuales, con una semntica moral compartida al interior delcomit y una cierta orientacin prctica de parte de los miembros del MPL. A continuacin, mostraremoscmo los dirigentes buscan construir una ideologa que permita darle una enunciacin poltica a esta

    pragmtica y cmo esto tiene repercusiones en la construccin identitaria de los individuos participantes.

    Vida digna y politizacin de las trayectorias individuales

    Un elemento central en el proceso de politizacin que estamos describiendo es la ideologa con lacual el MPL busca interpelar la subjetividad de los individuos insertos en el comit. Tal cual como ellos lodefinen, la vida digna es el horizonte poltico hacia el cual apuntan las distintas demandas populareselaboradas. La vida digna no es vivir mejor que otros o vivir mejor que antes, sino una opcin que se

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    expresa en el reconocimiento del comportamiento, de la diversidad y de la experiencia de vida de nuestrospueblos. Esta no representa un ideal externo, sino un horizonte construido desde la propia gente, de sussueos, deseos y anhelos de vivir bien (Movimiento de pobladores en lucha, 2009).

    El concepto de vida digna, elaborado por el movimiento, funciona como un significante vaco.Cualquier identidad popular requiere ser condensada, como sabemos, en torno a algunos significantes(palabras, imgenes) que se refieren a la cadena equivalencial como totalidad. Cuanto ms extendida es lacadena, menos ligados van a estar estos significantes a sus demandas particulares originales. Es decir, lafuncin de representar la universalidad relativa de la cadena va a prevalecer sobre la de expresar el reclamo

    particular que constituye el material que sostiene esa funcin (Laclau, 2010: 125). Vida digna es unatotalidad que constituye un horizonte y no un fundamento (Laclau, 2010: 95) de la accin colectiva.

    Al entrevistar a los participantes del comit y preguntarles por la idea de vida digna, la gran mayoratuvo la capacidad de definir, aun sin rigurosidad, a qu es lo que se refera el movimiento. Lo particular deesto es que prcticamente todas las definiciones fueron distintas, en relacin a los problemas y traumas desdelos cuales los individuos narraban sus vidas. En este sentido, la vida digna era aquel lugar donde las distintasexpectativas individuales encontraran un espacio o margen de realizacin. Si bien la vivienda constitua unelemento central en la definicin que los participantes del comit hacan respecto a la vida digna, la totalidaden la cual sta se inscriba sobrepasaba ampliamente los lmites de la vivienda.

    Nosotros estamos en unprimer plano peleando, luchando por la vivienda digna, pero ms all de lavivienda digna, hay algo que es ms importante, que es la vida digna. Porque la vivienda digna, claro,tendr 4 paredes, tendr techo, tendr una ventanita pa mirar, tendr un pa tio con algunas plantitas,

    pero eso no hace una vida digna, la vida digna la hace esto que estamos haciendo nosotros, juntarnos,organizarnos y luchar porque seamos una mejor sociedad, eso es digno. Si al final, la casa es lo demenos. Bueno, yo tengo 57 aos, quizs por eso pueda decirlo con bastante certeza, yo puedo vivirdebajo de un puente y no tendra ningn problema si me tocara en un momento, eso no me va a quitarmi vida digna. Mi vida digna no nace por la vivienda, a lo mejor por medio de la vida digna puedollegar a la vivienda, porque lo nuestro no es solamente la vivienda, la vivienda no es lo nico que nosamarra: nos amarra la organizacin, el deseo de formar una comunidad diferente (Hctor, 57 aos,MPL Franklin)

    Por esto, la politizacin del comit consisti, desde un punto de vista pragmtico, en la creacin de

    espacios comunitarios orientados a suplir las carencias que afectan al conjunto de los vecinos y que no seresuelven directamente en el problema de la casa. Concretamente, el movimiento gener un taller de lectura yescritura para los nios y nias menores de diez aos, realizado los das sbado fuera de las reuniones

    peridicas del comit. Asimismo, se intent organizar actividades de recreacin (asados, fiestas para losnios, celebraciones, etc.) que permitieran ir practicando estas nuevas relaciones sociales entre los vecinos delas cuales habla el concepto de vida digna. Finalmente, para motivar las tareas de autogestin y combatir los

    problemas de cesanta que afectan al comit, el movimiento ofreci una capacitacin gratuita en labores deconstruccin, competencias que aseguraran a los interesados trabajar en la construccin del proyecto devivienda MPL1 en Pealoln, previsto para principios del ao 2011.

    Siguiendo los planteamientos de Ernesto Laclau (2010), se puede entender la politizacin del comitcomo la asignacin del nombre vivienda a un conjunto de demandas populares, inicialmente fragmentadas,que se articulan en la elaboracin de un proyecto colectivo orientado a subvertir las condiciones de vidaexistentes. Encarnar algo slo puede significar dar un nombrea lo que est siendo encarnado; pero como loque est siendo encarnado en una plenitud imposible, algo que carece de una consistencia independiente

    propia, la entidad encarnadora se convierte en el objeto pleno de investidura catctica. El objeto encarnanteconstituye, as, el horizonte ltimo de aquello que es alcanzable, no porque exista un ms all, sino porqueese ms all, al no tener entidad propia, slo puede estar presente como el exceso fantasmtico de un objeto atravs del cual la satisfaccin puede alcanzarse (Laclau, 2010: 152-153).

    El ser carente que define la condicin ontolgica de los individuos implicados slo podra dejar deserlo en un horizonte poltico llamado vida digna. Importante de este horizonte es que la politizacin yarticulacin de las demandas implica desde ya la realizacin del proyecto poltico, en tanto se busca practicar

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    aquellas relaciones buscadas. Tal cual afirma Michel Foucault, no se trata de afirmar una condicin negada,sino experimentar los lmites posibles de esa condicin carente y construir en conjunto un nuevo modo devida (Foucault, 2008).

    La ideologa de la vida digna permite interpelar la subjetividad individual de los vecinosintegrndolos a un proyecto de subjetivacin poltica colectiva, de cuya consolidacin depende gran parte delxito del comit, al menos en cuanto al problema de la vivienda. La articulacin entre subjetivacinindividual- deseo de ser actor (Touraine y Khosrokhavar, 2000) -y subjetivacin colectiva- litigio por laigualdad (Rancire, 2007)- es un problema de tamao mayor que debe enfrentar el movimiento si buscatransformar la afeccin poltica en militancia.

    El concepto de vida digna, dada su vacuidad esencial, cumple el rol de traducir polticamente lasdemandas individuales de los distintos vecinos. En este sentido, no es una ideologa externa a los miembrosdel comit, sino que se significa al interior de ste. La significacin de la vida digna permite construir unarelacin antagnica con los actores hegemnicos de la sociedad chilena. Por ejemplo, no poder salir de lacondicin de allegado o superar el alcoholismo de alguno de los miembros de la familia ya no es producto decarencias privadas, cuyo mbito de resolucin es estrictamente individual.

    Ahora, dichas condiciones carentes se enfrentan a una institucionalidad insensible respecto a lasdistintas dimensiones que componen la vida digna y que otorgan un significado colectivo a los malestares

    individuales. El populismo requiere la visin dicotmica de la sociedad en dos campos -uno que se presentaa s mismo como parte que reclama ser el todo- () esta dicotoma implica la divisin antagnica del camposocial, y que el campo popular presupone, como condicin de su constitucin, la construccin de unaidentidad global a partir de la equivalencia de una pluralidad de demandas sociales (Laclau, 2010: 110).

    La vida digna funciona como un referentenormativo de la vida buena (Honneth, 2006a), donde lasexpectativas de reconocimiento se comportan de forma contra-fctica ante la vida daada (Adorno, 2004),

    permitiendo realizar un ejercicio crtico sobre el estado de cosas existentes. De este ejercicio crtico y de laposibilidad de generar una semntica compartida en torno a los significados del desprecio, de los cualeshablamos anteriormente, depende, a juicio de Honneth (2010), la estructuracin del conflicto social.

    Problemas de participacin y comunicacin en el comit

    A partir de las categoras de anlisis que hemos empleado, podemos cruzar distintos elementos que serevelan como problemas en el funcionamiento y en la conformacin de una identidad colectiva en el comit.Debemos destacar que, al momento de nacer el comit, se inscribieron alrededor de 120 familias. Sinembargo, a poco iniciado el proceso, este nmero se redujo drsticamente, llegando a la participacin de unas30 familias, aproximadamente un cuarto respecto a la primera inscripcin. Con ello, quisiramos mostrar quela inscripcin en el comit est lejos de ser un acto poltico, sino ms bien es una accin instrumentalorientada a la obtencin de una solucin respecto al problema de la vivienda. De hecho, la construccin de un

    proceso reivindicativo de ms largo alcance fue motivo suficiente para que la mayora de las familias inscritasdecidiera desertar de la lucha.

    Ahora bien, el porqu algunas familias permanecieran activas en el comit y otras desertaran es unproblema difcil de resolver si consideramos las demandas y las trayectorias de forma individual, sin ningn

    trabajo poltico de significacin previo. Lo que s es ms posible responder es por qu una de cada cuatrofamilias inscritas s decidi seguir participando. En esto las categoras hasta ahora empleadas son muy tiles yse trata de comprender la articulacin de la subjetivacin individual con una subjetivacin poltica de carctercolectivo. En otras palabras, debemos ser capaces de comprender cmo las trayectorias individuales vanincorporando en el proceso de lucha elementos que pertenecen al colectivo y que no definen la identidad denadie en especfico y cmo el comit de vivienda es capaz de seguir interpelando las distintas vidas

    personales, incorporando en la demanda por vivienda significados, en principio, ajenos a ella.

    A este respecto, son dos los principales problemas identificados por los miembros del comit, a saber:la participacin (subjetivacin individual) y la comunicacin (subjetivacin colectiva). Por participacin nos

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    referimos a la constancia respecto a las actividades del colectivo y el sacrificio de cierta identidad individualen pos de la consecucin de ciertos objetivos precisos. Por ejemplo, adems de la poca constancia en laasistencia a las reuniones del comit, los miembros ms activos reclaman con cierta molestia y desazn cmo,ante la necesidad de apoyar manifestaciones reivindicativas (funa en terrenos baldos, reparticin devolantes informativos, asistencia a marchas, etc.), algunos vecinos alegan condiciones personales particularesque les impiden participar, an cuando sus ocupaciones no difieren en demasa de las de los dems. Si bien

    pudiera parecer trivial, el realizar actos fcilmente identificables con la reivindicacin poltica es un paso muydifcil de dar para los vecinos, pues enfrenta de forma directa su identidad individual. Cmo puede alguienafirmar la completa ineficacia de la poltica, la total insensibilidad de las autoridades respecto a las demandasy, al mismo tiempo, la necesidad de presionar para combatirlas. Asimismo, hay que considerar que la historia

    poltica -en trminos amplios la identificacin izquierda/derecha de los individuos- es muy divergente; variosentrevistados nos comunicaron el desafo familiar que implica el comprometerse en actividades polticas,sobre todo en familias autodefinidas como de derecha y que ven con malos ojos toda organizacinreivindicativa.

    En este sentido, como muestra Yvon Le Bot respecto al movimiento indgena, la participacin poltica,an cuando se inserte en un contexto comunitario, siempre porta el impulso modernizante de combate contrala tradicin. La subjetivacin individual comporta as un cuestionamiento de los roles tanto a nivel familiar(principalmente cuando los miembros son mujeres) como a nivel de la comunidad, ya que participar significaromper con la cotidianeidad pasiva que caracteriza a la mayora de la sociedad. Significa afectarse con

    aquello que es incapaz de movilizar a los dems.

    La politizacin se expresa, de esta manera, como una ruptura de la continuidad respecto a lacomunidad de pertenencia y un cuestionamiento de la identidad individual derivada de los procesos desocializacin. La lgica de accin que caracteriza la subjetivacin implica as un distanciamiento y crticarespecto a los roles que la sociedad le asigna a los individuos. El sujeto no se da directamente, no aparecems que en la liberacin o en el exceso, cuando el actor no es reductible ni a sus roles, ni a sus intereses. Elsujeto no es el yo (moi), no es tampoco la identificacin de un movimiento social a las leyes naturales ysociales. No se percibe ms que en el rechazo de la evidencia de las cosas, en la distancia y la crtica (Dubety Wieviorka, 1995: 9). El nuevo modo de vida debe ser lo suficientemente atractivo y protector para que la

    persona decida voluntariamente devenir vulnerable, es decir, poner en tensin su identidad individual.

    El otro problema, ntimamente ligado al primero, es la difcil formacin de la nueva comunidad de

    pertenencia que albergar a los sujetos en formacin. Tal como indicamos hace un momento, la politizacinde las trayectorias individuales implica la adopcin de elementos definitorios del colectivo. As, la vidadigna, tal como los propios actores la imaginan, significa un cambio en sus relaciones individuales, apelandoa un sentido de solidaridad que identifican propio de la familia. Es preciso constatar que la condicin deallegados muchas veces conlleva la fragmentacin de los lazos familiares que van ms all de la familianuclear. Se puede interpretar, de este modo, la necesidad de la comunidad como la intencin de reconstruir, enun horizonte distinto, las relaciones familiares daadas.

    Hay distintos ejemplos que grafican esta demanda por comunidad. Un caso corresponde a Mara de 36aos, casada con 4 hijos, que vive en una pieza al interior de la casa de sus suegros. El relato de su vida searticula en torno a la necesidad de salir de esa pieza, dados los problemas que se han generado con los dueosde la casa, y darle una nueva vida a sus hijos, ms all incluso de los estudios y de las expectativas demovilidad social. En este contexto, su comportamiento cotidiano parece particularmente patolgico, puestiene una suerte de agorafobia que le impide salir de casa; sin embargo, cada mircoles sale con sus dos hijasms grandes a las reuniones del comit, donde tambin van su hermana, su cuado y dems vecinos.

    Otro caso es Claudia de 34 aos, conviviente y sin hijos, que vive en la casa de sus padres, allegadajunto a otros familiares y que ve impedida la posibilidad de tener hijos y construir una familia propia, declaraen la entrevista que le encantara que el comit generara una guardera para los nios donde ella podraofrecerse como monitora voluntaria.

    En ambos casos, el comit se revela para los entrevistados como un espacio comunitario donde esposible desarrollar facetas propias de la personalidad que no son reconocidas al interior de sus hogares. En

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    este sentido es que la demanda por vivienda- orientada a superar una necesidad material- se expresaindividualmente como una demanda por reconocimiento, es decir, como la lucha por conquistar una identidadlograda- orientada a superar el reconocimiento errneo (Honneth, 2006b). Por ello, el comit, si bien nace a

    partir de la articulacin de demandas instrumentales equivalentes, mediante el proceso de subjetivacincolectiva, deviene en un espacio de resistencia comunitario para las identidades individuales amenazadas.

    La difcil formacin de esta comunidad ideal refiere principalmente a problemas de comunicacin,no solamente en un sentido habermasiano (Habermas, 2003) de incapacidad de alcanzar acuerdos, sinotambin en relacin a la dificultad de expresar la afeccin comn por la poltica y la comunidad. En otras

    palabras, a los vecinos les resulta muy complicado reconocer su falta de reconocimiento, cuando estosignificara el compromiso identitario en la formacin del colectivo y, como en el caso anterior, un devenir-vulnerable de la personalidad individual (Giddens, 1996).

    Devenir militante y poltica popular

    Como mencionamos anteriormente, la inscripcin de un vecino en el comit de vivienda es un datoinsuficiente para hablar de un gesto poltico. El trabajo reivindicativo, que se da al interior del comit, implicauna progresiva afeccin poltica de la subjetividad de los vecinos. Esto significa que la politizacin de sustrayectorias individuales constituye la interiorizacin del conflicto que est a la base de sus condicionessociales, es decir, la incorporacin del antagonismo en la interpretacin de sus biografas. Chantal Mouffeconcibe lo poltico como la dimensin de antagonismo que considero constitutiva de las sociedadeshumanas (Mouffe, 2007: 16).

    Al interpretar los discursos de los distintos miembros del comit, encontramos dos dimensionescentrales que expresan el grado de politizacin individual, a saber: la pobreza y la centralidad de la lucha.Muchos individuos de origen popular niegan su condicin social, esto porque aspiran a conformar parte de laclase media y porque quieren distanciarse de los segmentos de la poblacin ms pobres que son beneficiariosde la ayuda social (Angelcos, 2010a; Martnez y Palacios, 1996). Las condiciones de marginalidad y pobrezaque los afectan les producen un sentimiento de vergenza social que les impide acudir a los organismos deasistencia estatal o buscar ayuda solidaria en sus propios vecinos. Sin embargo, pudimos ser testigos de cmoel proceso de subjetivacin individual est acompaado de una revalorizacin de la pobreza, en el sentido questa no tiene por qu ser motivo de vergenza ni de distanciamiento entre los pobladores. Al contrario, puede

    ser una fuente de identificacin individual y colectiva (Chaumont, 2001). Reproducimos textualmente eldiscurso de una joven pobladora del comit, pues expresa de forma muy clara la subjetivacin de la queestamos hablando:

    Nosotros nunca reconocemos que somos pobres, uno piensa que ser pobre es como vivir en la calle,siendo que no tenemos casa, no tenemos una buena educacin, pero uno nunca reconoce que uno es

    pobre, entonces yo creo que me hicieron ver que yo s soy pobre y yo necesito tener mi casa, necesitoeducarme, necesito educar a mis hijos, pensar en un futuro, no pensar en una casita, se me abrieron losojos. (Claudia, 28 aos, MPL Franklin).

    Al sentirse reconocidos como pobres y parte de un mundo injusto en el que s hay gente que tiene casay buena educacin, la lucha social deviene un factor central en la proyeccin de sus vidas. Ya no basta conpadecer las consecuencias negativas del sistema, ahora es preciso revertirlas.

    Entonces, yo de ellos fui aprendiendo que, no poh!, hay que luchar y hay que ponerle el hombronoms. Porque nadie va a hacer las cosas por ti y si te ca te volv a levantar. Yo me haba inscritoantes para vivienda en SERVIU y era siempre lo mismo, tiene que esperar y yo haca eso. En cambioconoc a los chiquillos, los fui escuchando, los fui conociendo cmo eran, y que son igual a uno y fuientendiendo cmo realmente pasan las cosas, y por eso me fui convirtiendo de a poquito en dirigente,sacando la voz, tratando de ayudarles y hasta que me gan la confianza de los vecinos, y ellos meeligieron la presidenta del comit de nosotros, el MPL I lo que fue un proceso igual largo. (Sindi, 24aos, proyecto MPL1).

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    En fin, pasados nueve meses (abril-diciembre 2010) el proceso de politizacin del comit y susintegrantes est evolucionando. Personas como Claudia ya han dado ese paso y estn dispuestas a seguir conla movilizacin. Reproducimos tambin el discurso de Sindi pues ella, al igual que Claudia, no posea ningncapital poltico y la orientacin de su familia es ms bien pinochetista. Sin embargo, al cabo de cinco aos de

    participacin en el comit de Pealoln ha devenido dirigente del proyecto MPL1. Si bien el proceso depolitizacin que hemos estado describiendo no es lineal y no determina que todos los miembros del comitterminen siendo militantes del Movimiento de Pobladores en Lucha s es un proceso que afecta al conjuntode los vecinos y que, eventualmente, pudiera ser un motivo suficiente para iniciar una trayectoria militante.

    En este sentido, la comprensin sociolgica de la conexin entre trayectorias individuales ypolitizacin colectiva nos puede orientar hacia la identificacin de un problema central de la poltica popular,a saber: cmo una minora politizada es capaz de afectar la subjetividad de aqullos que comparten unconjunto de necesidades objetivas. Esto no debe confundirse con la necesidad de una vanguardia organizadaque actuara como conciencia de los sin conciencia. Ms bien lo que se trata es de generar un mecanismo derepresentacin popular capaz de interpretar y dar contenido a aquellos sentimientos pre-polticos nomovilizados por el sistema institucional. En trminos de Laclau, la poltica popular debe ser capaz denombrar el conjunto de necesidades y malestares de los individuos convirtindolos en demandassusceptibles de ser dirigidas hacia un adversario social, reconstruyendo una fuerza poltica que incida en lasrelaciones de poder que dan forma a nuestra sociedad.

    Conclusin

    En el presente artculo hemos querido plantear algunos problemas relativos a la poltica popular enChile; esto no implica suponer que esa poltica existe de forma unificada y enfrenta obstculos definidos, sinoentender que lo popular tiene una poltica y que sta se manifiesta, an de forma fragmentada, en distintasorganizaciones de pobladores en Chile.

    Esta idea implica desde ya una problematizacin del concepto de poltica, buscando su desplazamientodesde la esfera institucional hacia los mbitos de produccin social. Con esto los lmites de la poltica sevuelven difusos, pero no por ello inexistentes. Tal como plantea Antonio Gramsci el obrar siempre es unobrar poltico (Gramci, 1970: 16), lo que significa que la construccin de una voluntad colectiva implica, almismo tiempo, la elaboracin de un poder contra- hegemnico que cuestiona la dominacin imperante. En

    este sentido, la politizacin de las trayectorias individuales al interior del comit contribuye a la formacin deuna fuerza poltica orientada a subvertir las relaciones de poder existentes.

    El comit de vivienda formado por el MPL es un espacio donde los vecinos construyen una comunidadde intereses y se articulan en pos de la construccin de una demanda colectiva. Lo particular de la poltica

    popular, ya desde los sesenta, es la combinacin de una demanda instrumental con una soc ializacin de cortecomunitario, cuestin profundamente estudiada por Rodrigo Bao (1985) en el movimiento de los aosochenta. La articulacin entre una subjetivacin poltica individual y una colectiva es la principal apuesta quedebe ganar el comit si pretende integrarse a un movimiento ms amplio.

    Si bien consideramos que las variables estructurales (debilitamiento de la accin sindical,autonomizacin de los partidos polticos tradicionales, reduccin del aparato estatal, hegemona del mercado,

    presencia de enclaves autoritarios, etc.) son muy tiles para comprender la desmovilizacin, nos parecen

    insuficientes para explicar el nacimiento de una organizacin colectiva. La pregunta no es, de este modo, porqu individuos que comparten las mismas condiciones sociales no se involucran en una accin poltica8 , sinopor qu vecinos, ante distintas opciones de acceso a la vivienda, prefieren permanecer en el comit, cuyanica promesa es luchar los aos que sea necesario para lograr el objetivo, considerando los esfuerzos,decepciones y fracasos que eso implica. Nuestra respuesta es que la politizacin del comit trae consigo unaestrecha articulacin entre la definicin de una demanda colectiva (darle un nombre en el vocabulario deLaclau) y la redefinicin de las trayectorias individuales de los distintos miembros. En otras palabras, la

    poltica afecta a tal punto la identidad de los vecinos que el conflicto y la lucha pasan a ser elementosconstitutivos de su personalidad.

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    Notas

    *El presente artculo forma parte de mi investigacin doctoral en la EHESS de Pars y fue presentado en el Pre- Alas, VI Congresochileno de sociologa: Sociologa y sociedad en Chile. Escenarios y dilogos contemporneos, Universidad de Playa Ancha,Universidad de Valparaso, Chile SOCIORED, Valparaso, 2011.

    1 Nota Metodolgica: El trabajo de campo que da origen a las reflexiones precedentes fue realizado entre los meses de Agosto yDiciembre del ao 2010. Agradezco los contactos a Henry Renna del Movimiento de Pobladores en Lucha.El trabajo de campo consisti en la ejecucin de 28 entrevistas en profundidad, ya sea a polticos profesionales, funcionarios pblicos,miembros de ONG, dirigentes sociales y militantes de base. En total, 18 fueron realizadas a miembros del Movimiento de Pobladores enLucha; de las cuales 10 corresponden a integrantes del comit formado en Franklin. Las entrevistas consistieron principalmente historiasde vida.Paralelamente a este trabajo, se realizaron 9 observaciones participantes, de las cuales 6 fueron reuniones del comit de vivienda situadoen Franklin.El anlisis de entrevista est en una fase inicial de descripcin e interpretacin de acuerdo a los procedimientos correspondientes alanlisis crtico del discurso teorizado por Teun Van Dijk.

    2El 20 de diciembre del 2010, la ministra de vivienda Magdalena Matte fue interpelada formalmente ante el parlamento, dada la lentitude ineficacia de la reconstruccin. (La Nacin, 2010)

    3Esta realidad abre directamente sobre el debate acerca de quines son hoy da legtimos habitantes de la ciudad (Bertho, 2005).

    4Fruto de este trabajo es la eleccin del concejal Lautaro Guanca, militante del movimiento, en las ltimas elecciones municipales.

    5El proyecto MPL 1, en espera del permiso de edificacin, logr una solucin habitacional para 32 familias en la poblacin Lo Hermidade Pealoln. El proyecto habitacional MPL 2, en proceso de construccin, comprende una solucin para 120 familias en la poblacinLas Parcelas de la misma comuna. (Corporacin Poblar del Movimiento de Pobladores en Lucha, 2011, en proceso de publicacin)

    6Esto no quiere decir que la demanda deje de ser instrumental, sino que se va integrando en un mbito de significacin mucho msamplio.

    7La UDI, Unin Demcrata Independiente, es el principal partido de derecha en Chile de fuerte ideologa conservadora y heredero de latradicin pinochetista. El PPD, Partido Por la Democracia es el tercer partido en importancia de la Concertacin de Partidos por laDemocracia, coalicin de centro izquierda gobernante entre 1990 y 2010, la que est integrada adems por la Democracia Cristiana, elPartido Socialista y el Partido Radical Socialdemcrata.

    8Recordemos nuestro nfasis respecto a que la inscripcin en el comit est lejos de ser un acto poltico, de hecho, esto explica que elnmero de familias implicadas descendiera de 150 a 30 en un perodo corto de tiempo.

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    Recibido: 01.09.2011 Aceptado: 11.03.2012