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74 Cuadernos de Pedagogía / N. 0 272 / Septiembre O TRIBUNA S e puede considerar a Gramsci, del cual se cumplió el aæo pa- sado el 60 aniversario de su muerte (27 de abril de 1937), como uno de los grandes pensadores e in- telectuales mÆs incisivos de la teo- ría marxiana. No obstante, el olvi- do cuando no la omisión de los conceptos y propuestas educativas desarrolladas por Øl ha sido una constante en las publicaciones pe- dagógicas. TambiØn podemos con- siderarlo como uno de los autores que mÆs profundamente advirtió la relación entre educación y política y, dentro de ella, la necesidad de unificación entre intelectuales y tra- bajadores, entre cultura y trabajo. Atendiendo a dicha relación, aporta elementos de anÆlisis para la com- plejidad de problemas educativos dentro del conjunto de cuestiones culturales y políticas que subyacen en la vida social; en este sentido, sus tex- tos nos aproximan al principio mar- xiano segœn el cual la teoría correcta es una conciencia de la prÆctica diri- gida a la transformación del mundo. Es por todo ello que, si se nos per- mite una «licencia teórico-educati- va», podríamos caracterizar a Grams- ci como el teórico de la pedagogía de la transformación. Con ello pre- tendemos tanto destacar la impor- tancia de su obra como recuperar al- gunas de las claves mÆs significativas de su pensamiento pedagógico; pe- ro, sobre todo, animar a leer o releer la obra de un autor que, tal y como nos recuerda SolØ-Tura (1968, p. 14), es todo un programa político-fi- losófico de «formación del espíritu pœblico». Contra los postulados neoliberales Recordar la obra gramsciana resulta, en la actualidad, todo un recurso conceptual que puede servir para ar- gumentar contra los discursos «apolí- ticos» en los que se asientan los pos- tulados neoliberales. Éstos, bajo una aparente «neutralidad» y «eficacia» de las instituciones pœblicas que diri- gen, fundamentan sus actuaciones en una economía de mercado y en las «libertades» defendidas desde esta œltima. Frente a la imagen de una so- lidez económica se ocultan cuando no se proyectan por parte de los me- dios de comunicación otras reali- dades «necesarias»; a saber, las im- prescindibles ventas de las «joyas de la corona» (empresas pœblicas cuyos beneficios o servicios ofrecían un delicado equilibrio entre el principio de «sin Ænimo de lucro» y el precario mantenimiento de un Estado de bie- nestar o asistencial). Y es que, como machaconamente se nos dice, la prio- ridad es el mercado œnico europeo, y no ninguna política social de conso- lidación de la sociedad democrÆtica y solidaria. Las propias contradicciones y paradojas creadas desde el merca- do llevan a desinstitucionalizar las prestaciones y distribución de los servicios bÆsicos para poder mante- ner la hegemonía de una clase social frente a otras; así, las prioridades de esa clase social (mantenimiento de un sistema capitalista, que nunca ha so- lucionado el problema del paro) se convierten en necesidades para el conjunto de la población. Gramsci, al exigir una comunica- ción entre los intelectuales y la clase trabajadora, se propone construir una unidad que haga de esta œltima una in- telectualidad hegemónica, que no quede reducida a grupos o sectores de intelectuales. Trata, pues, de apor- tarle una conciencia teórica, en la cual teoría y prÆctica conforman un mismo bloque histórico. En sus anÆ- lisis, resalta la relación entre la hege- monía del poder político, cultural y económico de las clases dominantes y cómo es implantada y desarrollada en los conocimientos y significados Por una pedagogía de la transformación La obra de Antonio Gramsci estÆ repleta de propuestas educativas que, desde una visión transformadora del mundo, denuncian el carÆcter clasista de la escuela y reclaman mayor rigor intelectual. El artículo hace un repaso de los postulados de este político y pensador italiano, que entiende el concepto de libertad como el resultado de la educación, ligada al trabajo, y de un conocimiento comprensivo y compartido. Agustí Pascual Cabo* «Recordar la obra gramsciana puede servir para argumentar contra los discursos apolíticos en los que se asientan los postulados neoliberales» cultura, Antonio Gramsci, hegemonía, libertad

Antonio Gramsci - Cuadernos de Pedagogia

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Obra de Gramsci

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  • 7O

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    es todo un programa poltico-fi-losfico de formacin del espritu

    ridad es el mercado nico europeo, y

    ramsci est repleta de propuestas educativas que, madora del mundo, denuncian el carcter clasista de

    ayor rigor intelectual. El artculo hace un repaso ltico y pensador italiano, que entiende el concepto de

    ultado de la educacin, ligada al trabajo, y de un iento comprensivo y compartido.

    Recordar la obra gramsciana

    tendiendo a dicha relacin, aporta

    lementos de anlisis para la com-lejidad de problemas educativosentro del conjunto de cuestionesulturales y polticas que subyacen ena vida social; en este sentido, sus tex-os nos aproximan al principio mar-iano segn el cual la teora correctas una conciencia de la prctica diri-ida a la transformacin del mundo.s por todo ello que, si se nos per-ite una licencia terico-educati-

    a, podramos caracterizar a Grams-i como el terico de la pedagogae la transformacin. Con ello pre-endemos tanto destacar la impor-ancia de su obra como recuperar al-unas de las claves ms significativas

    ltima. Frente a la imagen de una so-lidez econmica se ocultan cuandono se proyectan por parte de los me-dios de comunicacin otras reali-dades necesarias; a saber, las im-prescindibles ventas de las joyas dela corona (empresas pblicas cuyosbeneficios o servicios ofrecan undelicado equilibrio entre el principio

    trabajadora, se propone construir unaunidad que haga de esta ltima una in-telectualidad hegemnica, que noquede reducida a grupos o sectoresde intelectuales. Trata, pues, de apor-tarle una conciencia terica, en lacual teora y prctica conforman unmismo bloque histrico. En sus an-lisis, resalta la relacin entre la hege-

    puede servir para argumentar contra los

    discursos apolticos en los que

    se asientan los postulados neoliberalesSe puede considerar a Gramsci,del cual se cumpli el ao pa-sado el 60 aniversario de sumuerte (27 de abril de 1937), comouno de los grandes pensadores e in-telectuales ms incisivos de la teo-ra marxiana. No obstante, el olvi-do cuando no la omisin de losconceptos y propuestas educativasdesarrolladas por l ha sido unaconstante en las publicaciones pe-daggicas. Tambin podemos con-siderarlo como uno de los autoresque ms profundamente advirti larelacin entre educacin y polticay, dentro de ella, la necesidad deunificacin entre intelectuales y tra-bajadores, entre cultura y trabajo.

    Por ude la t

    La obra de Antonio Gdesde una visin transfor

    la escuela y reclaman mde los postulados de este po

    libertad como el resconocim

    Agust Pascual Cabo*

    cultura, Antonio Gramsci,hegemona, libertad4 Cuadernos de Pedagoga / N.0 272 / S

    e su pensamiento pedaggico; pe-o, sobre todo, animar a leer o releera obra de un autor que, tal y comoos recuerda Sol-Tura (1968, p. 14),pblico.

    Contra los postulados neoliberales

    Recordar la obra gramsciana resulta,en la actualidad, todo un recursoconceptual que puede servir para ar-gumentar contra los discursos apol-ticos en los que se asientan los pos-tulados neoliberales. stos, bajo unaaparente neutralidad y eficacia delas instituciones pblicas que diri-gen, fundamentan sus actuacionesen una economa de mercado y enlas libertades defendidas desde estaT R I B U N A

    na pedagransformeptiembre

    de sin nimo de lucro y el precariomantenimiento de un Estado de bie-nestar o asistencial). Y es que, comomachaconamente se nos dice, la prio-no ninguna poltica social de conso-lidacin de la sociedad democrtica ysolidaria. Las propias contradiccionesy paradojas creadas desde el merca-do llevan a desinstitucionalizar lasprestaciones y distribucin de losservicios bsicos para poder mante-ner la hegemona de una clase socialfrente a otras; as, las prioridades deesa clase social (mantenimiento de unsistema capitalista, que nunca ha so-lucionado el problema del paro) seconvierten en necesidades para elconjunto de la poblacin.

    Gramsci, al exigir una comunica-cin entre los intelectuales y la claseoga acinmona del poder poltico, cultural yeconmico de las clases dominantesy cmo es implantada y desarrolladaen los conocimientos y significados

  • La conciencia y especialmentela poltica constituyen la fase previade autoconciencia crtica en la queteora (intelectuales) y prctica (cla-ses populares) se unen en un deve-nir histrico.

    Adems de esta concepcin depersona, resulta necesario compren-der que, para Gramsci (1981), la cul-tura es la organizacin de las activida-des personales y sociales para poder

    experimentan y se internalizan en laspropias vidas, en las realidades. Esahegemona constituye un sentido dela realidad para las personas; un sen-tido que, por otra parte, determina alos miembros de la comunidad y susrelaciones. La escuela acta comoun agente de la hegemona social atravs de la constante seleccin cul-tural (currculos), de las prcticas edu-cativas y de la organizacin.

    R O P I N I N Rdistribuidos en la escuela. La oposi-cin a esa hegemona ideolgica y lacreacin de una nueva, estructuradade acuerdo con las necesidades de laclase trabajadora y de una cultura hu-manstica transformada, nos acerca ala conciencia revolucionaria. En otraspalabras, sus propuestas estn enrai-zadas en la consecucin de la hege-mona de las clases populares, a travsde la creacin de una nueva culturaemancipadora que libere a la pobla-cin de los proyectos del sistema deexplotacin y de opresin.

    La codificacin del lenguaje y lateoricidad y abstraccin de sus es-critos han hecho difcil, en algunoscasos, su comprensin e interpreta-cin, posiblemente por la utilizacinde un sistema criptogrfico (Mana-corda, 1977) que superaba los con-troles y la censura carcelaria (duran-te sus aos en la prisin); una lecturapaciente y como dira l sis-temtica permite acercarnos a su vi-sin transformadora del mundo. Atravs de dicho sistema criptogrfi-co, realiza una crtica de la educa-cin burguesa y nos aproxima a laperspectiva de la educacin socialis-ta, mediante la bsqueda de la orga-nizacin cultural y, dentro de ella, porlo que respecta a la pedagoga, delprincipio educativo y su estructurasubyacente. Constituye, pues, unabsqueda racional de oposicin a lasconstantes contradicciones creadasdesde una sociedad y una educacinque fomenta la divisin clasista entreel trabajo manual e intelectual (cien-cia-trabajo).

    Intelectuales y clases populares

    La consideracin gramsciana segnla cual toda persona es intelectual,poltica y filsofa no en sentidoprofesional, sino desde una concep-cin espontnea se fundamentaen la necesidad de ascenso de las cla-ses populares hacia su autonoma oprogreso intelectual, en el cual eldesarrollo del pensamiento aportarlos criterios para corregir las defor-maciones que proporciona la hege-mona cultural sobre el sentido co-mn. Este ltimo, aunque constituya

    el punto de partida, es necesario quesea superado de forma crtica para lle-gar a aquel progreso intelectual. ParaGramsci (1985, p. 41) el comienzode la elaboracin crtica es la conciencia deintervenir en el desarrollo poltico yeconmico. De esta raz nacen susdiscursos crticos sobre las institucio-nes existentes, a travs de los cualesrealiza la denuncia del carcter clasis-ta de la escuela. La apariencia de unapedagoga dogmtica en Gramsci tie-ne que ver con la necesidad de quitarlas telaraas y construcciones idealis-tas con las cuales se ha construido eldiscurso pedaggico, delante de fala-cias clasistas sobre la igualdad deoportunidades. La necesidad de ma-yor rigor intelectual y de disciplina,como base de las propuestas pedag-lo que realmente es, un conocerse a smismo como producto del procesohistrico desarrollado hasta hoy [...](la cursiva es ma). Para esta tarea,Gramsci propone la colaboracinentre los intelectuales y las clasespopulares, para poder hacer polti-camente posible un progreso inte-lectual de los sectores ms depriva-dos y no slo de los grupos reducidosde intelectuales. Responsabiliza a s-tos de organizar y de dirigir todo es-te proceso dentro de los partidos,aunque como dice: [...] el error del

    intelectual consiste en creer que sepuede saber sin comprender y es-pecialmente sin sentir y ser apasio-nado [...] (Gramsci, 1981, p. 82).

    T R I B U N A

    Gramsci plantea u

    y unitaria qu

    clasismo y cree nuev

    trabajo intelectuSeptiembre

    gicas, ser una constante y una in-sistencia que posee plena vigenciacomo objetivo en aspectos tales co-mo la organizacin didctica, elcurrculo, el lenguaje, los mtodos oDe la concepcin de hegemonase llega a la de libertad, en tanto quesupone una contestacin a la peda-goga innatista y espontanesta, queentienden la naturaleza humana deuna manera abstracta y metafsica.Gramsci, por el contrario, defiendeuna naturaleza humana constituidapor el conjunto de relaciones so-ciales histricamente determinadas(Gramsci, 1980, p. 16). De esta ma-nera, la libertad ha de ser examina-da junto con el concepto de auto-noma, como forma consciente de losdeberes y derechos de los ciudadanos.el aprendizaje; en definitiva, todauna poltica pedaggica de la filo-sofa de la praxis.

    Hegemona y libertadUna de las aportaciones ms signifi-cativas de Gramsci es el nfasis y laimportancia que concede al concep-to de hegemona como elementoimbricado en la sociedad, en las ex-periencias cotidianas. Hegemonaque se pone de relieve en la con-ciencia social y, por tanto, en los he-chos de la dominacin, que proce-

    den de las desigualdades econmicas,culturales y de justicia social; a travsde ella, se llegan a comprender las di-ferentes prcticas y significados que se

    na escuela pblica

    e elimine el

    as relaciones entre

    al y prctico / N.0 272 / Cuadernos de Pedagoga 75

    Esta libertad nace del resultado de laeducacin: de la disciplina organi-zativa y de su orden normativo. Elinterrogar nuestra realidad es unamanera de desarrollar nuestro dis-

  • competencias cientfico-culturales(Gramsci, 1968 y 1972). Adems, re-

    O

    La educacin,

    ligada al

    trabajo, ha de

    llegar a ser la

    base del nuevo

    intelectualcernir, nuestro poder de percatarnosde nosotros mismos, de poder sersujetos que se autodeterminan. Enotras palabras, el proceso de actuali-zar las potencialidades nos permiteacercarnos a la libertad, a la razn; esdecir, el poder dar forma a la reali-dad de acuerdo con el conocimien-to comprensivo y compartido. Sibien el entorno determina al hombre,la libertad le permite transformarlo,cambiar las relaciones hegemni-cas; por eso considera que todo alum-no es maestro y todo maestro es unalumno.

    La escuela como elemento activono ha de entrar en oposicin y encontradiccin con la comunidad so-cial, sino que ha de ser capaz de unir-se a un ideal de transformacin social,junto a otros elementos que se deter-minan mutuamente. Gramsci plan-tea la escuela como institucin p-blica y unitaria ante la necesidadsocial de difundir los valores huma-nos, de crear una ciudadana de inte-lectuales y de aportar las condicionespara el desarrollo de la personalidad.Este planteamiento se fundamentaen el rechazo y la eliminacin delclasismo en la escuela, en la idea decreacin de nuevas relaciones (en-tre trabajo intelectual y prctico). Enotras palabras, en elevar a las clasespopulares a los niveles ms altos de lacultura, convirtiendo la escuela enun instrumento en la lucha por lahegemona. As, aqulla debe apor-tar las condiciones para que la ciu-dadana pueda gobernar, fundin-dose su concepcin humanstica ydemocrtica con la del hombre mo-derno.

    Pero la propuesta gramsciana notermina en la escuela nica, sinoque las personas que continan en laespecializacin universitaria, y sobretodo aquellas que se dirigen hacia eltrabajo, no han de quedar aisladas.La sociedad ha de crear las organiza-ciones culturales adecuadas para quelos trabajadores posean los mediosnecesarios para comenzar cualquieractividad cultural dirigida al desa-rrollo y cultivo de su formacin. Lafinalidad es orientar y mantener eltrabajo intelectual de aquellas perso-76 Cuadernos de Pedagoga / N.0 272 / S

    nas que dejaron los estudios despusde la escuela nica; y es que, comonos recuerda, no hay ninguna activi-dad humana de la que pueda excluir-se toda intervencin intelectual, nosulta necesario enunciar el papel tansignificativo que Gramsci concede ala Universidad como organizacinrectora de la vida intelectual, porqueve en ella el punto de referencia y derelacin de la estructura cultural.

    En la actualidad, las rigideces ideo-lgicas de los aparatos educativosse manifiestan en el secuestro deldiscurso de la propia naturaleza pol-tica, como historia activa (Gramsci,1977), de la educacin y, sobre to-do, por lo que respecta a los currcu-los, en una falta de debate entre laconstruccin social de los conoci-mientos y la construccin acadmi-ca de los mismos. Debate que, comopodra admitir Gramsci, correspon-dera a las posibilidades hegemni-se puede separar el Homo faber del Ho-mo sapiens (Gramsci, 1974, p. 160).Las organizaciones culturales de-beran crear un mbito de compren-sin y de dilogo entre los trabajos(intelectual e industrial) y fomen-tar una serie de relaciones, con el ob-jetivo de establecer un vnculo entrela cultura y la vida. Las organizacionesse convertiran as en centros de acti-vidad intelectual, de discusin de losproblemas, las necesidades e intere-ses vividos, as como en lugares derelacin con la vida colectiva. El or-denamiento de estas organizacio-nes tambin es tratado por Gramsci,cuando sugiere tanto la unificacinde centros perifricos y centrales co-mo la subsiguiente divisin segn las

    T R I B U N Aeptiembre

    cas y contrahegemnicas de la insti-tucionalizacin educativa. A travsde sus Cartas a Yulca, y refirindosea la educacin de sus hijos, afirmabaque la educacin debera encaminar-se [...] hacia una conjugacin armo-niosa de todas las facultades intelec-tuales y prcticas, pues a su tiempo yaencontrarn la forma de especializar-se, sobre la base de una personalidadvigorosamente configurada en senti-do globalizador e integral (Grams-ci, 1989, p. 180). En este sentido,propugna una educacin humansti-ca, a la manera de los hombres delRenacimiento, la formacin de unapersona moderna tipo Leonardo daVinci. Una educacin global, gene-ral, libre, no parcializada y mecani-cista. Existe, pues, una preocupacinconstante por lo formativo comodira l, por lo desinteresado, porencima de la satisfaccin prctica delos intereses inmediatos de tipo pro-fesional. Propugna, por tanto, una pe-dagoga del desarrollo universal de lapersona y la integracin universali-zada de la educacin y de la cultura.

    Trabajo y escuelaSi bien Marx ya haba consideradocon suficiente precisin la necesi-dad de enlazar la educacin con eltrabajo productivo no tanto pormotivos de incremento de la pro-duccin, sino sobre todo para for-mar hombres completos, Grams-ci extrae del concepto de trabajo elprincipio educativo de la escuelanica. A travs del trabajo, la escue-la adquiere un significado polticoy social que huye de la abstraccin yque entra en consideraciones y pro-blemas que afectan a la sociedad: lasvaloraciones y limitaciones de las en-seanzas. Pero el trabajo, como prin-cipio educativo, no constituye laalternativa opuesta al principio hu-manstico, sino ms bien a los erro-res de la pedagoga idealista queen aquella poca y por qu nodecirlo en la presente tambinsubsisten, si bien transformados ycambiados de nombre.

    La educacin, ligada al trabajo, ensu ms amplia concepcin, ha dellegar a ser la base del nuevo inte-lectual. ste va transformndose enel constructor, en el organizador, en elgobernante, en el dirigente polticoque se conecta con los grupos socia-les. Pero, si bien resulta importante

    la defensa de la escuela nica y p-blica, an lo es ms determinar el ti-po de institucin escolar que se nece-sita; y es aqu donde el pensamientogramsciano nos subraya la necesidad

  • do la unidad del trabajo intelectual ymanual; Gramsci destaca de esta vi-da cultural las adaptaciones psicof-sicas a las condiciones histricas deltrabajo. La escuela no es ningn re-cinto cerrado, neutral e inmaculado,sino ms bien una organizacin cul-tural que se dinamiza y se desarrolladesde su sentido de coordinadora deactividades culturales.

    La libertad de eleccin, el libre

    bo una repolitizacin de la vida, unademocratizacin de la convivencia. Yes que la pretensin del fiscal fascistacuando dijo, refirindose a Gramsci,hemos de impedir que este cerebrofuncione durante 20 aos, se queden una tortura fsica que lo llev a lamuerte, pero no pudo impedir la pro-duccin de una obra, una manera depensar y de trabajar intelectualmenteque no tiene lmites en el tiempo y,

    R O P I N I N Rmercado, el libre cambio, resultanactualmente concepciones tan bsicasy elementales que, incluso, se identi-fican como el sustento del concep-to de democracia; es decir, que stadepende de la propia existencia deaqullas. Esta identificacin no re-sulta caprichosa, como tampoco loes la distincin que se realiza, desdeel neoliberalismo, entre la sociedadpoltica y la sociedad civil: esta dis-tincin establece que la actividadeconmica es propia de esta sociedadcivil y en ella la sociedad poltica (laAdministracin) no ha de intervenir.Como dice Gramsci (1980, p. 15):Puede haber una reforma cultural,es decir, una elevacin civil de losde una escuela [...] nica inicial decultural general, humanstica, for-mativa, que equilibre justamente eldesarrollo de la capacidad de traba-jar manualmente (tcnicamente, in-dustrialmente) y el desarrollo de lascapacidades del trabajo intelectual(Gramsci, 1972, p. 112). En este sen-tido, propone la necesidad de crearuna nueva sociedad y busca en la es-cuela el medio de unir el saber y losvalores del humanismo.

    La institucin escolar, como partede la estructura de la cultura, debecoordinar toda la vida cultural y pro-ductiva de la sociedad, restablecien-

    T R I B

    La obra de Gram

    de pensar y de traba

    que no tiene lm

    y que ha quedado estratos ms bajos de la sociedad, sinuna precedente reforma econmicay un cambio en la posicin social yen el mundo econmico? Una re-paradjicamente, ha quedado para laeternidad (fr ewig). w

    Referencias bibliogrficasGramsci, A. (1968): Cultura y literatura, Bar-

    celona: Pennsula (segunda edicin). (1972): Los intelectuales y la organizacin de

    la cultura, Buenos Aires: Nueva Visin. (1974): Pequea antologa poltica, Barcelona:

    Fontanella. (1977): Pasado y Presente, Barcelona: Gra-

    nica Editor. (1980): Notas sobre Maquiavelo, sobre la pol-

    tica y sobre el Estado moderno, Madrid: Nue-va Visin.

    (1981): La alternativa pedaggica, Barcelona:Fontamara.

    (1985): Introduccin al estudio de la filosofa,Barcelona: Crtica.

    (1989): Cartas a Yulca, Barcelona: Crtica.Manacorda, A. (1977): El principio educativo

    en Gramsci, Salamanca: Sgueme.Sol-Tura, J. (1968): Prlogo, en Grams-forma intelectual y moral no puededejar de estar ligada a un programade reforma econmica o, mejor, elprograma de reforma econmica esprecisamente la manera concreta depresentarse toda reforma intelectualy moral. La distincin entre ambassociedades nos ha de inducir a pen-sar en la potencialidad contraria, esdecir, en la importancia de la poli-tizacin de la sociedad civil desdelas diferentes organizaciones, entreellas la escuela, como uno de los es-pacios de lo pblico. Cuando nossentimos implicados en los asuntospblicos contribuimos a llevar a ca-

    U N A

    sci es una manera

    jar intelectualmente

    ite en el tiempo

    para la eternidadSeptiembre / N.0 272 / Cuadernos de Pedagoga 77

    ci (1968): Cultura y literatura, Barcelona:Pennsula (segunda edicin), pp. 5-24.

    * Agust Pascual Cabo es profesor deEducacin de Personas Adultas.