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APARTADAS PARA EL MINISTERIO Una perspectiva bíblica sobre la ordenación Editores Daniel Alberto Mora Miguel Ángel Núñez

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  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO

    Una perspectiva bblica sobre la ordenacin

    EditoresDaniel Alberto MoraMiguel ngel Nez

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO Una perspectiva bblica sobre la ordenacin

    Editores: Daniel Alberto Mora y Miguel ngel Nez

    Traductora principal: Luz Haydee Ruiz-Tenorio

    Traductores asociados: Sara I. Silvia, Margarita Biaggi y Karina Bresla

    Diseo de tapa: Emerson Maldonado

    Diseo interior: Oscar S. Mendoza y Miguel ngel Nez

    Es propiedad. Copyright de la edicin en ingls 2013-2014 por cada miembro del Theology of Ordination Study Committee (USA), y de Ministry Magazine 2013. Todos los derechos reservados. Esta edicin en castellano se publica con permiso expreso de los dueos del copyright.

    Daniel Alberto Mora y Miguel ngel Nez

    ProhIbda la reproduccin total o parcial de esta publicacin (texto, imgenes y diseo), su manipulacin informtica y transmisin ya sea electrnica, mecnica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo de los editores.

    En esta obra las citas bblicas han sido tomadas de la versin Reina-Valera revisin de 1960 (RVR60) por las Sociedades Bblicas Unidas. Derechos reservados. La Santa Biblia, Nueva Versin Internacional (NVI) 1999 por la Sociedad Bblica Internacional. Todos los derechos reservados.

    Editado por:

    E-mail: [email protected]

    Hecho el Depsito Legal en la Biblioteca Nacional del Per N 2015-08771

    Daniel Alberto Mora y Miguel ngel Nez. Apartadas para el ministerio: Una perspectiva bblica sobre la ordenacin / Daniel Alberto Mora y Miguel ngel Nez / Lima: Fortaleza Ediciones, 2018. Traduccin Luz Haydee Ruiz-Tenorio.

    16,99 x 24,41 cm. 474 pginas.

    1. Ordenacin. 2. Ministerio pastoral. 3. Iglesia Adventista.

  • 3

    En memoria deLeona Glidenn Running

    Dra. Leona Glidden Running, profesora emrita de idiomas bblicos en Andrews University, Berrien Springs, Michigan, EE.UU. Falleci a los 97 aos el ao 2016, despus de casi seis dcadas de servicio al Seminario Teolgico Adventista en la Universidad Andrews. Ella fue pionera en estudios que para su poca slo podan realizar varones.

    Muri, como muchas mujeres adventistas, esperando que algn da se hiciera justicia y que la iglesia entendiera la importancia de considerar que los dones, incluido el del pastorado, son dados por Dios y l los otorga a quin l desea, sin distincin de ningn tipo. Lstima que no vio aprobado en sus das algo que nunca debera haberse puesto en duda, que Dios llama al ministerio tanto a varones como a mujeres.

  • 5

    Dedicado aLuz Hayde Ruz-Tenorio

    Luz Hayde Ruiz-Tenorio muri el 25 de diciembre del ao 2016. Cuando la invitamos a participar en este proyecto se comprometi de manera incondicional, lamentablemente, el libro no alcanz a estar mientras ella viva. Fue ella la que consigui la mayora de las autorizaciones para que los paper de este libro fueran traducidos.

    Luz naci el 30 de enero de 1958 en Miraflores, Per. Hija de Esteban Clodomiro Ruiz Rodrguez y Wilfrida Tenorio Bendez. Ella viva en Berrien Springs, Michigan desde el ao 1989. Recibi un ttulo de Master of Arts en Trabajo Bblico y Ministerio Personal de la Universidad de Loma Linda y una Licenciatura en Teologa y una Maestra en Divinidades del Seminario Teolgico Adventista en la Universidad Andrews.

    Como muchas mujeres adventistas, que alguna vez soaron con el pastorado, muri esperando que se hiciera justicia con un tema de equidad pendiente.

  • Contenido

    Agradecimientos .......................................................................................9Abreviaturas ............................................................................................10Colaboradores .........................................................................................12

    Introduccin: Progresando sobre el tradicionalismo adventistaDaniel Alberto Mora ..............................................................................13

    1. El debate de la ordenacin: Cmo abordar cuestiones teolgicas. Ekkehardt Mueller ..................................................................................25

    2. Trayectorias de la ordenacin de la mujer a travs de la historiaJohn Reeve ...............................................................................................35

    3. Autoridad del lder cristianoDarius Jankiewicz ...................................................................................65

    4. Mujeres pastoras del siglo xix en la iglesia adventista del sptimo daDaniel Alberto Mora ..............................................................................97

    5. Elena de white, mujeres y la ordenacin de la mujer.Denis Fortin ......................................................................................... 139

    6. Igualdad desde el principio: la mujer en la historia de la creacin. Gerhard F. Hasel .................................................................................. 187

    7. Febe fue ella una lder en la iglesia primitiva?Darius Jankiewicz ................................................................................ 205

    8. Junia, la apstolNancy Vyhmeister ............................................................................... 217

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO8

    9. 1 Corintios 11:2-6 y la ordenacin de la mujer al ministerio pastoralTeresa Reeve ......................................................................................... 229

    10. Liderazgo y gnero en la iglesia de feso: un examen sobre 1 de TimoteoCarl P. Cosaert...................................................................................... 263

    12. Evaluacin de los argumentos usados por aquellos que se oponen a la ordenacin de mujeres al ministeriongel M. Rodrguez ............................................................................ 289

    13. La ordenacin de la mujer en la Iglesia Adventista del Sptimo Da y el homosexualismoOscar S. Mendoza ................................................................................ 373

    14. El origen de la doctrina de la cabeza, el clamor de la predestinacinDaniel Alberto Mora ........................................................................... 389

    15. Vasos frgiles?: De qu est hablando Pedro? Miguel ngel Nez .......................................................................... 407

    Apndice A: Una declaracin del seminario teolgico adventista del sptimo da sobre cristo como nica cabeza en la iglesia Seminario Teolgico Adventista de la Universidad Andrews ....... 431

    Apndice B: Elena de White y el movimiento a favor de los derechos de las mujeresDaniel Alberto Mora ........................................................................... 443

    Apndice C: La manipulacin de la poliza: Eleccin y ordenacin de mujeres al cargo de AncianaDaniel Alberto Mora ........................................................................... 465

  • 9

    AgrAdeCimientos

    La edicin de un libro implica un arduo esfuerzo y dedicacin. Sin embargo, este no es el resultado del trabajo de una sola persona, sino de varias. Sin el apoyo de cada una de ellas, este volumen no sera una realidad y no estara accesible.

    Agradecemos de manera especial al Comit de Estudio de la Teologa de la Ordenacin (en ingls TOSC), por haber provisto investigaciones para el anlisis y reflexin del asunto en estudio. Estamos en deuda con los autores de cada uno de los captulos de esta obra, por sus investigaciones en beneficio de la Iglesia y de la Investigacin teolgica; y tambin con ngel M. Rodrguez, George Knight y Cindy Tush, quienes nos apoyaron decididamente desde un principio.

    El apoyo de las traductoras fue inmenso, entre ellas Luz Hayde Ruiz-Tenorio, Sara I. Silvia, Margarita Biaggi y Karina Bresla. Agradecemos tambin a otras personas que nos ayudaron, pero por vivir en pases donde hablar de estos temas no es polticamente correcto, prefirieron mantenerse en silencio, lo que corrobora el gran dilema de que an en pleno siglo XXI, pensar es considerado peligroso por algunos. Es terrible que esto ocurra en una iglesia que naci precisamente por la necesidad de buscar la verdad y defenderla.

    Damos las gracias a la editorial Fortaleza Ediciones, por su inters en publicar este libro y su apoyo decidido en todo el proceso.

    Por supuesto, nuestro agradecimiento al Creador, porque siempre est presente y activo. Por medio de la direccin del Espritu Santo, hemos podido culminar este volumen. A l sea la gloria y la honra.

  • 10

    AbreviAturAsAA Adventist ArchivesAC Antes de CristoACB Comentario bblico adventistaAF Adventist FaithAR Adventist ReviewASV American Standard VersionAT Antiguo TestamentoAUP Andrews University PressAUSS Andrews University Seminary StudiesBDAG A GreekEnglish Lexicon of the New Testament and Other Early Christian

    LiteratureBRI Biblical Research InstituteCBQ Catholic Biblical QuarterlyCEV Contemporary English VersionCS Conflicto de los siglosDC Doctrina de la cabezaDTG Deseado de todas las gentesES Escogidas para servirESV The English Standard VersionGN Good New BibleHA El hogar adventistaInt InterpretationJBL Journal of Biblical LiteratureJBMW The Journal For Biblical Manhood and WomanhoodJAAR Journal of the American Academy of ReligionJTS The Journal of Theological StudiesKJV The King James VersionLPGM Palabras de vida del gran maestroLSJ Liddell-Scott-Jones Greek-English LexiconLXX SeptuagintaMR Manuscrit ReleaseMBSC Comit de estudio sobre los mtodos bblicosNAB New American BibleNASB New American Standard BibleNEB The New English BibleNIBC New International Biblical CommentaryNIGTC The New International Greek Testament Commentary

  • 11

    NIV The New International VersionNLT The New Living TranslationNT Nuevo TestamentoNTS New Testament SeriesPP Patriarcas y profetasPr PastorRH Review and HeraldRV The Revised VersionRV60 Versin Reyna y Valera, 1960RV95 Versin Reyna y Valera, 1995RSV Revised Standard VersionSAT Sermons and TalksSEP Stanford Encyclopedia of PhilosophyST Sing of the TimesT Testimonios for the ChurchTDOT Theological Dictionary of the Old TestamentTM Testimonios para los ministrosTMK A fin de conocerleTNTC Tyndale New Testament CommentariesTOSC Theology of Ordination Study CommitteeWBC Word Biblical CommentaryYLT Youngs Literal Translation

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO12

    ngel Manuel Rodrguez Ex-director, Instituto de Investigacin Bblica de la Asociacin General de los Adventistas del Sptimo Da. EE.UU.

    Carl P. Cosaert Profesor de Estudios Bblicos, Universidad Walla Walla, EE.UU.

    Daniel Alberto Mora Estudi en SETAVEN.Darius Jankiewicz Profesor de Teologa Histrica y Jefe del

    Departamento de Teologa y Filosofa Cristiana, Universidad Andrews, EE.UU.

    Denis Fortin Profesor de Teologa Histrica, Universidad Andrews, EE.UU.

    Denis Kaiser Candidato doctoral, Universidad Andrews, EE.UU.Ekkehardt Mueller Vicedirector, Instituto de Investigacin Bblica de la

    Asociacin General de los Adventistas del Sptimo Da. EE.UU.

    Emerson Maldonado Diseador grfico. Mxico.Gerhard F. Hasel Ex-decano, Seminario Teolgico Adventista del

    Sptimo Da, Universidad Andrews. EE.UU.Luz Haydee Ruiz-Tenorio Teloga. Universidad de Andrews, EE.UU.John Reeve Profesor asistente de Historia Eclesistica,

    Universidad Andrews, y co-editor de Andrews University Seminary Studies, EE.UU.

    Karina Bresla Traductora, egresada de la Universidad Adventista del Plata. Taiwan.

    Margarita Biaggi Traductora. Argentina.Miguel ngel Nez Doctor en Teologa Sistemtica. Escritor

    y conferenciante internacional. Terapeuta matrimonial. Espaa.

    Nancy Vyhmeister Jubilada, Universidad Andrews. EE.UU.Oscar Mendoza Pastor en Per.Sara I. Silvia, Idiomas modernos, Universidad de los Andes,

    Venezuela.Teresa Reeve Profesor asistente de Nuevo Testamento y decana

    asociada, Universidad Andrews, EE.UU.

    ColAborAdores(Ordenados estrictamente en orden alfabtico)

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    INTRODUCCIN

    ProgresAndo sobre el trAdiCionAlismo AdventistA

    Daniel Alberto Mora1

    Los adventistas suelen reconocer que el error del catolicismo medieval fue la imposicin de la tradicin avalada por la autoridad de la estructura organizacional. Sin embargo, los adventistas son incapaces de reconocer que muchas de sus prcticas se basan en tradiciones propias sin ningn fundamento escritural. Mientras los primeros adventistas pudieron analizar sus creencias y hasta modificarlas, al no encontrar un apoyo bblico; el adventismo actual se niega a realizar una revisin de sus tradiciones. Lo ms grave de esto, es que se emite juicios contra los creyentes que no sienten simpata por esas tradiciones o que sencillamente se oponen por considerar que no son normativas.

    El progreso de la verdad

    En un artculo titulado Open the Heart to Light, publicado en la Review and Herald en 1889, Elena de White escribi:

    Un espritu de farisasmo se ha estado apoderando del pueblo que pretende creer la verdad para estos ltimos das. Se sienten satisfechos. Han dicho: Tenemos toda la

    1Daniel Alberto Mora ha sido co-editor de los libros Apartadas para el ministerio: Una perspectiva bblica sobre la ordenacin (Lima: Ediciones Fortaleza, 2018) y Elena G. de White: Manteniendo viva la visin (Venezuela: Ediciones SETAVEN, 2015). Estudi en SETAVEN.

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO14

    verdad. No hay ms luz para el pueblo de Dios. Pero, si no aceptamos nada ms que lo que ya hemos aceptado como la verdad, no estaremos seguros. Deberamos investigar cuidadosamente la Biblia por nosotros mismos y cavar profundamente en la mina de la Palabra de Dios buscando la verdad.1

    La afirmacin de Elena de White esta en armona con el espritu fantico que debi enfrentar en 1888, una poca que marc el adventismo al intentar imponerse la interpretacin tradicional contra la nueva interpretacin teolgica de J. Waggoner y A. T. Jones. El 25 de marzo de 1890, ella volvi a escribir: No debemos pensar: Bien, tenemos toda la verdad, comprendemos los pilares fundamentales de nuestra fe, y podemos descansar sobre este conocimiento. La verdad es progresiva y debemos caminar en su luz creciente.2 Elena de White fue enftica sobre la obligacin de cada creyente en investigar e internalizar mediante la reflexin, la informacin que se le etiqueta como verdad, escribi: Nadie llegue a la conclusin de que no hay ms verdad para ser revelada. El que busca la verdad con diligencia y oracin hallar preciosos rayos de luz que an han de resplandecer de la Palabra de Dios.3

    Aunque el adventista promedio se considera muy versado en las Escrituras, es comn verlo impasible ante las tradiciones de su entorno, las acepta sin cuestionarlas. Para Elena de White esto era inaceptable: vivimos en tiempos peligrosos y no es apropiado que aceptemos todo lo que se pretende que sea verdad sin examinarlo minuciosamente.4 El adventismo desciende del anabaptismo del siglo XVI, y como parte del movimiento de la Reforma protestante la autoridad de las Escrituras est por encima de cualquier tradicin.

    As como los anabaptistas no creyeron en la infalibilidad, tampoco lo hicieron los primeros adventistas, White resalt la

    1Ellen White, The Necessity of Dying to Self, RH, 18 de junio de 1889. 2Ellen White, Open the Heart to Light, RH, 18 de junio de 1889. 3Ellen White, Open the Heart to Light, RH, 25 de marzo de 1890. 4Ellen White, Christ Our Hope, RH, 20 de diciembre de 1892.

  • Mora: Progresando sobre el tradicionalismo adventista 15

    siguiente idea: No hay excusa para que alguno tome la posicin de que no hay ms verdades para ser reveladas, y que todas nuestras exposiciones de las Escrituras carecen de errores.1 Al escribir esto, ella dej en claro que el adventismo no sostiene una idea de que sus interpretaciones sean exactas, inamovibles o que estn libres de errores. Las tradiciones tampoco son infalibles, y el tiempo no las libera de estar en el error: Que ciertas doctrinas hayan sido sostenidas como verdades durante muchos aos no es una prueba de que nuestras ideas son infalibles.2

    Entonces, por qu el adventista promedio se niega a revisar su tradicin? Es claro que las ve como infalible y aceptar que son erradas es debilitar el sistema. No hay ms nadie entre los cristianos que sepa ms de todo que el adventista. Dgale usted a un adventista que esta errado, para uno es prcticamente inaceptable: somos el remanente, la iglesia verdadera, quin ms que nosotros sabe de la verdad? Esta actitud tambin es retroalimentada por la organizacin. Mientras los pioneros adventistas alentaban a todos los miembros a investigar, reflexionar y progresar sobre la verdad; no sucede as en la actualidad.

    Avanzar en la verdad no significa destruir la verdad, sino reconocer prcticas erradas amparadas en esa supuesta verdad. Los pioneros adventistas, por ejemplo, guardaban el sbado fijando un horario. Pero al progresar sobre la verdad del sbado, dejaron esa prctica, estaban errados. El sbado se disfruta desde la puesta del sol hasta la puesta del sol. No desecharon el sbado, sino la prctica errada del horario.

    La tradicin cuando se quiere imponer como norma, termina destruyendo la verdad. En este sentido Elena de White escribi: Las opiniones sostenidas durante mucho tiempo no han de ser consideradas infalibles. La falta de disposicin para abandonar las tradiciones por largo tiempo establecidas fueron la ruina de los judos.3 Solo el anlisis y la revisin de las tradiciones permitirn avanzar a la iglesia, as fue la vivencia de

    1Ibd. 2Ibd. 3Ellen White, Search the Scriptures, RH, 26 de julio de 1892.

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO16

    los primeros adventistas, White record ese espritu de reflexin: Los que sinceramente desean la verdad no vacilarn en abrir sus posiciones para la investigacin y la crtica, y no se sentirn turbados si sus opiniones e ideas fueren contradichas. Este era el espritu que compartamos hace cuarenta aos.1

    Cuando se intente usar el autoritarismo para imponer la tradicin a particulares o a grandes grupos de adventistas, como lo estn intentando hacer algunos con la ordenacin de las mujeres, traer divisin:

    Tenemos muchas lecciones que aprender, y muchas, muchas, que desaprender. Slo Dios es infalible. Los que piensan que nunca tendrn que abandonar una posicin favorita, ni tener ocasin de cambiar una opinin se vern chasqueados. Mientras nos aferremos a nuestras propias ideas y opiniones con decidida persistencia, no podremos tener la unidad por la cual or Cristo.2

    Elena de White era consiente de la misin y la importancia de todos los miembros incluidos en la predicacin del evangelio. Ella advirti sobre como Satans intentar obstruir el progreso para el bien de la obra:

    Si fuera posible, el enemigo obstruira las ruedas del progreso y evitara que las verdades del evangelio circularan por todas partes. Con este fin l induce a los hombres a sentir que es su privilegio controlar las conciencias de sus semejantes de acuerdo con sus propias ideas pervertidas. Ellos despiden al Espritu Santo de sus juntas, y entonces, bajo el poder y en nombre de la Asociacin General, inventan reglamentos por medio de los cuales obligan a los hombres a ser gobernados por sus propias ideas y no por el Espritu Santo.3

    1Ibd. 2Ibd. 3Elena G. de White, Liderazgo cristiano (Buenos Aires: Asociacin Casa

    Editora Sudamericana, 2003), 71.

  • Mora: Progresando sobre el tradicionalismo adventista 17

    La ignorancia como base de la tradicin

    Sobre el asunto de la ordenacin de las mujeres al ministerio pastoral, se ha demostrado, tanto por las Escrituras como la historia, que no existe ningn impedimento para que una mujer sea ordenada. Entonces porque no se les ordena? Una vez ms volvemos al asunto de la tradicin. Es habitual que el adventista promedio en las latitudes hispanas, responda con nunca ha habido una mujer pastora. Pero esta afirmacin la hacen porque tradicionalmente nunca han visto en su congregacin a una mujer pastor o en el cargo de Anciano. Si usted le pregunta s sabe de las mujeres pastoras en los inicios del adventismo, ms de uno queda perplejo.

    La falta de estudio en el adventista promedio es tan alarmante, como en el cuerpo pastoral. Recuerdo que la primera vez que escuche una ponencia sobre las primeras pastoras en los inicios del adventismo, fue la que yo estaba dando en el Seminario, para la materia de historia denominacional. Algunas veces me encuentro con adventistas que dicen: yo no s nada del tema pero y emiten opinin sin preocuparse por estudiar la informacin recibida. Recuerdo una vez que le mostr a un dirigente el libro Nuestra iglesia, de la coleccin de historia de George Knight, este historiador del adventismo dedic unas pocas pginas sobre las primeras pastoras. Algunos dirigentes haban decidido tener una semana de oracin en una iglesia sobre la historia adventista, le pregunte al dirigente s hablaran de las pastoras. La respuesta recibda fue que se le haba pedido a otro hablar del tema, y segn l aclar esto. Evidentemente alter el conocimiento de la historia del ministerio femenino en los inicios del adventismo y termin diciendo que estas mujeres nunca fueron pastoras, sino que cumplieron roles pastorales. Se termin distorsionado la historia adventista y lo que el libro oficial de historia contena. Como dice un refrn: la ignorancia es atrevida.

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO18

    El progreso de Elena de White sobre la ordenacin de la mujer

    Elena de White emiti opinin en cuanto al ordenar mujeres pastoras. C. Crisler, el asistente de White escribi: A menudo ella habl de los peligros a los que estara expuesta la iglesia por esta prctica, frente a un mundo opuesto a esto.1 El mundo opuesto, se refiere a la sociedad en esa poca, ella vea que la prctica de ordenar mujeres sera rechazada por la cultura de su poca.

    Crisler escribi que Elena de White consider esto de no ordenar mujeres como una costumbre:

    No estoy sugiriendo con estoy mucho menos declarando, que las mujeres no estn capacitadas para la obra pblica, y que no debieran ser ordenadas jams. Simplemente estoy diciendo que, de acuerdo a mi conocimiento, la Hna. White nunca recomend a los dirigentes de la iglesia separarse de la costumbre general de la iglesia en este asunto.2

    Por las conclusiones del mismo C. Crisler, Elena de White no estaba prohibiendo el ordenar mujeres, solo que en su poca ella aconsej a los lderes no separarse de la costumbre popular por asuntos de rechazo. Hace ms de un siglo que la visin general sobre el liderazgo femenino ha cambiado poco a poco, en la actualidad no se puede sostener esa tradicin de antao. Y puedo decir con propiedad que los pioneros adventistas desafiaron a los religiosos de su poca al otorgarles licencias ministeriales a las mujeres desde 1871. Las mujeres adventistas del siglo XIX en el adventismo, fueron apoyadas por el liderazgo contra el teln de fondo de su poca. Estas pastoras aunque no eran ordenadas, tenan distritos, oficiaban bodas, bautismos y la cena del Seor.

    Sin embargo una cosa es clara, Elena de White pese a las cargas de las tradiciones reconoci y alent a las mujeres para ser, no solo dirigentes locales, sino tambin pastoras as como lo hizo su esposo James White-: Es el acompaamiento del Espritu Santo de Dios lo que prepara a los obreros, sean hombres

    1Elena de White, Hijas de Dios, 252-253. 2Ibd.

  • Mora: Progresando sobre el tradicionalismo adventista 19

    o mujeres, para apacentar la grey de Dios. Es el acompaamiento del Espritu Santo de Dios lo que prepara a los obreros, sean hombres o mujeres para ser pastores del rebao de Dios.1 Durante su ministerio, White anim a las mujeres pastoras de su poca e inclusive protest contra el liderazgo de la Asociacin General cuando vea que no se les pagaba el mismo salario que un pastor ordenado.2

    Algo interesante, es que Elena de White avanz progresivamente sobre el tema de la ordenacin de la mujer. Aunque ella an senta que el adventismo no estaba preparado para ordenar pastoras en su poca, si impulso la ordenacin a cargos como Diacono y Anciano. En un artculo con fecha del 09 de julio de 1895, titulado: The Duty of the Minister and the People, ella escribi:

    Aquellas damas que tienen voluntad de consagrar algo de su tiempo para el servicio a Dios debieran ser encargadas para visitar a los enfermos, atender a los jvenes y ministrar a los pobres. Debieran ser separadas para esta tarea por la oracin y la imposicin de manos. En algunos casos necesitarn el consejo de los dirigentes de la iglesia o del pastor. Pero si son mujeres consagradas que mantienen una comunin vital con Dios, sern un poder para el bien en la iglesia. Este es otro medio para fortalecer y hacer crecer la iglesia. Necesitamos agregar nuevos mtodos de labor.3

    La declaracin de Elena de White era novedosa, los adventistas tradicionalmente no haban ordenado a ninguna mujer desde 1871. Pero en 1895, unos 24 aos despus de haberle otorgado licencias ministeriales a las mujeres, ahora White estaba avanzando a otra esfera. Sus contemporneos

    1Ellen White, Testimonies for the Church, 6:322. 2no se equivoquen en descuidar y corregir el error de dar a los ministros

    menos de lo que debieran recibir El diezmo debe ir a aquellos que trabajan en la pa-labra y doctrina, sean hombres o mujeres. Ellen White, Manuscrit Realse, 1:263; Este asunto no deben resolverlo los hombres. El Seor ya lo ha resuelto. Debis cumplir vuestro deber con las mujeres que trabajan en el evangelio, cuya obra testifique que son indispensables para llevar la verdad a las familias. dem, El evangelismo, 360.

    3Ellen White, The Duty of the Minister and the People, RH, 09 de julio de 1895. nfasis aadido.

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO20

    entendieron lo que ella quiso decir, porque se registr que en se mismo ao, tanto Corliss y McCullagh apartaron al anciano, los diconos y las diaconisas por la oracin y la imposicin de manos,1 en la iglesia de Ashfield en Sidney, el 10 de agosto de 1895. El 07 de enero de 1900 su hijo, W.C. White orden a otras mujeres el pastor White orden e impuso las manos sobre los ancianos, diconos y diaconisas,2 en la misma iglesia. John N. Loughborough, en enero 01 de 1899, orden como Anciana a Leta Silkwood en la Iglesia de Santa Ana.3

    Pero lo ms intrigante es que esa declaracin de Elena de White de 1895, se traspapel y no vio ms la luz de da, sino 90 aos despus. Qu sucedi con la prctica de ordenar mujeres? Se perdi por muchos aos; ya para la dcada de 1930 los adventistas desconocan que alguna vez se orden a mujeres para los cargos locales. Por ejemplo, el primer Manual de la iglesia que sali en 1932, al hablar de las diaconisas expone: No hay registro, por lo tanto, de que estas mujeres fueron ordenadas, por lo que la prctica de ordenar a las diaconisas no es seguida por nuestra denominacin.4 En las prximas ediciones se mantuvo el mismo tono. No fue sino hasta 1974 que diversos campos de la Divisin Norteamericana solicitaron la ordenacin de las mujeres a estos cargos y as comenzaron a hacerlo por su cuenta. Pero fue en 1984 que la Asociacin General impuls esta prctica.

    Las siguientes generaciones adventistas de 1930 en adelante, crecieron con la idea de que nunca una mujer fue ordenada en el adventismo. Hasta que un salido se encontr con el manuscrito de Elena de White de 1895 y decidi hablar. Arthur Patrick, public el artculo completo en 1996; por supuesto, el impacto debi ser devastador para aquellos que argumentaron contra la ordenacin en base a la tradicin; a fin de cuentas la

    1Ellen White, Hijas de Dios, 267.2Ibd. 3Bryan Strayer, J. N. Loughborough: The Last of the Adventist Pioneers

    (Washington: Review and Herald, 2013), 362. 4Asociacin General de los Adventistas del Sptimo Da, Church Manual

    (Washington: Asociacin General de los Adventistas del Sptimo Da, 1932), 34.

  • Mora: Progresando sobre el tradicionalismo adventista 21

    misma Asociacin General demostr una ignorancia magistral (posiblemente voluntaria). Y aun con todo eso, en la actualidad, en las latitudes hispanas uno sigue topndose con esa misma argumentacin a la hora de abordar la ordenacin de Diaconisas y Ancianas.

    Lo que permiti a Elena de White avanzar en la prctica de ordenar mujeres, fue precisamente el progreso. Para ella, apartar mujeres para ministerios de tiempo parcial, terminara fortaleciendo a la iglesia. Ella vio que la ordenacin de las mujeres es otro medio para fortalecer y hacer crecer la iglesia. La iglesia no puede estancarse por la tradicin, para White era imperante la necesidad de agregar nuevos mtodos de labor.1 Cunto de esa visin necesitamos en el liderazgo actual!

    La imposicin del silencio para proteger la tradicin

    Las tradiciones al no tener sustento bblico, buscan imponerse mediante el silencio y la manipulacin de datos. Es el liderazgo local quien termina imponiendo un silencio. En este sentido Elena de White reprocho la autoridad de la Asociacin General: El hecho de que estos hombres debieran estar en un sitial sagrado, como si fueran la voz de Dios al pueblo, como creamos que la Asociacin General lo era, es un asunto del pasado. Lo que queremos ahora es una reorganizacin. Queremos comenzar en la fundacin y construir sobre un principio diferente.2 Esta declaracin la hizo en 1901, cuando ella pidi a los delegados impulsar la creacin de Uniones para descentralizar el poder de la Asociacin General. Ella vena de Australia, haba sido exiliada por el liderazgo de esa institucin, y tena su corazn cargado. Las cosas que White dijo en ese congreso de 1901 marcaron los pilares de la reorganizacin. No se guard nada, y cuando habl a los delegados descargo todos sus pensamientos.

    El silencio ha sido muy comn en las regiones hispanas,

    1Ellen White, The Duty of the Minister. 2Ellen White, Address by E. G. White, en The General Conference Bulletin, 3

    de abril de 1901, 25. Traducido parcialmente en dem, Eventos de los ltimos das, 47.

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO22

    inclusive yendo contra lo ya establecido. Por ejemplo, cuando en 2005 la Divisin Interamericana decidi incorporar la eleccin y ordenacin de Ancianas, muchos campos no informaron a sus feligreses. Aunque estaba en el Manual de la iglesia, ciertos lderes decidieron no informar a sus regiones, sino mantenerlos en la ignorancia. Ellos esperaron que los feligreses comenzaran a reaccionar para llenarlos de dudas. A fin de cuentas se termin distorsionado el reglamento.

    Otra situacin sucedi en una prestigiosa universidad de Sudamrica. Estaba conversando con un compaero sobre lo que haba conseguido sobre las mujeres en el ministerio pastoral. Este colega que estaba en su ltimo ao de cursado en teologa no crea porque nunca le ensearon eso, y ante su duda le dije: anda y pregntale a quien te dio historia adventista, ese profesor estudi en Andrews y su doctorado es en Estudios Adventista. As lo hizo, cuando le pregunt a su antiguo mentor, quedo sin palabras. Ese profesor no solo afirm lo que yo le haba dicho a mi colega, sino que le sac la lista de las mujeres pastoras desde 1884 hasta 1975. Aquel profesor tena el libro de Josephine Benton, Called by God (Llamadas por Dios) publicado en 1990, el que yo le haba recomendado a mi colega.1 Como ambos hablan el ingls a la perfeccin el libro contena informacin privilegiada. La reaccin de mi colega era natural, haba cursado la materia de historia adventista y su profesor nunca les dijo nada. Sencillamente ese profesor decidi que la tradicin estaba por encima de los hechos histricos.

    Un caso ms reciente fue despus de la votacin en San Antonio Texas en 2015. Israel Leito emiti una carta en fsico para todos los pastores y administradores de la Divisin Interamericana.2 En ella contena cinco puntos sobre el liderazgo femenino, reafirmando la ordenacin de ancianas y la contratacin de pastoras comisionadas. Pero, esta informacin

    1Josephine Benton, Called by God: Stories of Seventh-day Adventist Wom-en Ministers (Smithsburg MD: Blackberry Hill Publishers, 1990). Vase www.sdanet.org/atissue/books/called/benton-apx-b.htm

    2Israel Leito, Pastores y administradores, Divisin Interamericana, Carta, 01 de octubre de 2015. Disponible en Escogidas para servir, http://www.escogidasparaservir.com/carta-del-presidente-de-la-division-interamericana-so-

  • Mora: Progresando sobre el tradicionalismo adventista 23

    nunca lleg a la hermandad. No se les dijo a los miembros de la Divisin que antes del congreso se hizo un sondeo y 51% de las Uniones en Inter-amrica apoyaban la ordenacin de las mujeres al ministerio pastoral. Ese silencio es lo que permite la confusin entre las iglesias. Aun hoy algunos feligreses se alarman porque ven mujeres pastoras en su propia Divisin, mujeres Ancianas bautizando y oficiando la cena del Seor.

    Las tradiciones solo pueden ser superadas mediante la educacin. Es imperante que el adventista promedio en las regiones hispanas comience a informarse. No es posible que a estas alturas aun existan iglesias que siguen desconociendo el liderazgo femenino, la mayora por no informarse. S seguimos permitiendo que las tradiciones se eleven al nivel de las Escrituras, entonces estamos reproduciendo la imagen del catolicismo medieval.

    Conclusin

    Estamos a un paso de progresar sobre la tradicin. Ya existen pastoras comisionadas desde 1990, y son miles las mujeres que tienen distritos a su cargo, ofician bodas, bautizan y celebran la cena del Seor. En ms de 5 Divisiones, incluyendo la Divisin Interamericana, las mujeres son pastoras. La nica diferencia entre una mujer pastora con un pastor varn, es que no se le impone las manos. Y solo se le restringen algunos cargos administrativos. Es lgico mantener esa diferencia entre un comisionado y un ordenado solo por una tradicin sin sustento bblico?

    He llegado a la plena conviccin de que las tradiciones no pueden ser nuestra gua, por ms que sean votadas en concilios o acobijadas por la mayora. No podemos seguir con el tradicionalismo, lo dice alguien que fue tradicionalista. Los cinco aos que he dedicado para investigar a profundidad este tema del liderazgo femenino, y a su vez aportado diversos escritos acadmicos, tengo la plena seguridad de que es Dios el que otorga los dones y ministerios sin restriccin de gnero (Romanos 12:4-8; 1 Corintios 12:9-11, 27-28; Efesios 4:8, 11-16),

    bre-la-ordenacion-de-la-mujer/

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO24

    creo que el Espritu Santo se derram sobre toda carne (Joel 2:28-32). l es quien llama y as como llama, tambin capacita. Lo dice uno que estuvo contra la ordenacin de las mujeres.

  • 25

    CAPTULO 1

    el debAte de lA ordenACin: Cmo AbordAr Cuestiones teolgiCAs

    Ekkehardt Mueller

    Introduccin

    La ordenacin de la mujer es un asunto discutido apasionadamente no solo en la Iglesia Adventista del Sptimo Da (IASD), sino tambin en otras iglesias. Para los adventistas, surge un nmero de preguntas: Qu es la ordenacin? Qu ensea la Biblia sobre la ordenacin? Qu ensea la Biblia sobre la ordenacin de la mujer? Es la ordenacin de la mujer una cuestin cultural? Es la ordenacin no tanto un asunto bblico sino eclesistico? Es recomendable ordenar a las mujeres en el caso de que la ordenacin sea posible desde una perspectiva bblica?

    Mientras se discute la ordenacin, debemos tener en mente que, probablemente, hay una lista de cuatro diferentes grupos en la IASD: (1) aquellos que estn a favor de la ordenacin de la mujer, (2) aquellos que se oponen a la ordenacin de la mujer, (3) aquellos que son indiferentes y no les importa de cualquier manera, (4) aquellos que se oponen o no a la ordenacin de la mujer; pero, que estn dispuestos a seguir cualquier decisin que la IASD tome en una Sesin de la Asociacin General.

    La ordenacin de la mujer no es simplemente un asunto entre los as llamados adventistas conservadores y liberales. Los adventistas conservadores se encuentran en ambos lados

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO26

    importantes de la discusin los que apoyan y se oponen a ella. Esto tiene serias implicaciones. Tenemos que ser cautelosos. Debemos escucharnos los unos a los otros y tratarnos como hermanos y hermanas, pese a tener diferentes perspectivas. Tenemos que estudiar la Escritura cuidadosamente y sopesar los argumentos. Tenemos que ser cuidadosos con las ideas preconcebidas y mantenerse alejados de las generalizaciones. Es ms recomendable declarar Yo creo que la Escritura se opone a la ordenacin de la mujer o Yo estoy convencido de que la Biblia no se opone a la ordenacin de la mujer, en vez de declarar La Biblia se opone/no se opone a la ordenacin de la mujer. Las afirmaciones generales permiten que otros aparezcan como herejes. En este asunto, que encontramos incomparable a las creencias fundamentales, debemos evitar lastimarnos y culparnos los unos a los otros. Hemos sido llamados a controlar nuestros sentimientos y a nosotros mismos, y ser agentes de reconciliacin. Vayamos a un posible proceso de participacin en el debate de la ordenacin.

    Deliberaciones hermenuticas y exegticas

    Base hermenutica. Para los adventistas, la Biblia es normativa. Pero, antes de empezar a estudiarla, necesitamos recordar nuestro enfoque comn para la exposicin de la Escritura. Aceptamos el testimonio que da de s misma. Por tanto, creemos que Dios se ha revelado a s mismo en la Escritura e inspir a sus profetas. Sus escritos son la Palabra de Dios. Nosotros usamos un mtodo histrico-bblico (gramatical) para interpretar la Escritura. Esto incluye los principios de la sola Scriptura (la Escritura sola es para determinar los asuntos de fe), tota Scriptura (la Biblia como la proporcional Palabra de Dios con un lado humano y divino, ligadas inseparablemente; el uso de la Escritura en su totalidad), la Escritura como su propio intrprete y la direccin del Espritu Santo en el proceso de la interpretacin.

    Labor exegtica y teolgica. Despus de que hemos acordado una base comn concerniente a la Escritura, podemos

  • Muller: El debate de la ordenacin 27

    involucrarnos en la exgesis, la teologa bblica y la teologa sistemtica.

    La exgesis se ocupa de la interpretacin de versculos y pasajes de la Escritura, e incluye un estudio cuidadoso de los contextos histricos y literarios, y del pasaje bajo investigacin, antes de aplicarlos a nuestra situacin.1 Los estudios exegticos deben, tambin, ser distinguidos cuidadosamente entre las de-scripciones bblicas y las prescripciones bblicas. Las descrip-ciones bblicas pintan una imagen de lo que sucedi en un cierto tiempo; pero, no siempre son necesarias y, a veces, no se de-ben seguir (e.g., la embriaguez de No). Esto es diferente de las prescripciones bblicas. Los mandatos divinos ya sea positivo (e.g., para hacer algo) o negativo (e.g., para no hacer ciertas co-sas) se deben seguir, a menos que se les haya dado solo a un individuo o un grupo especfico en un tiempo determinado (e.g., el mandato de Jess para el joven rico de renunciar a sus pose-siones).

    La teologa bblica estudia temas en todos los libros bblicos y la Biblia en su totalidad. Esta observa trayectorias, cambios y avances.

    La teologa sistemtica no solo discute los temas principales de la Biblia, proveyendo un sistema global de la teologa, sino que tambin se ocupa de asuntos contemporneos y cuestiones que no estn directamente explicados en la Biblia.

    Diferentes categoras de preguntas que los creyentes en-cuentran. Esto nos lleva a la cuestin de que no todas las pre-guntas que los cristianos plantean o encuentran, son de la misma naturaleza. Hay diferentes categoras de preguntas que los crey-entes enfrentan: (1) preguntas sobre textos bblicos (e.g., Daniel 7 o 8), (2) preguntas sobre temas bblicos (e.g., el sbado), (3) preguntas sobre conceptos bblicos (e.g., la Trinidad), y (4) pre-

    1Ver, por ejemplo, Richard M. Davidson, Biblical Interpretation, en Handbook of Seventh-day Adventist Theology, Commentary Reference Series 12, ed. Raoul Dederen (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000), 58104; Gerhard Pfandl, The Authority and Interpretation of Scripture (Wahroonga, Australia: South Pacific Division of Seventh-day Adventists, n.d.); Ekkehardt Mueller, Pautas para interpretar las Escrituras, ed. Merling Aloma, trad. Joel Iparraguirre (Lima, Per: Idemerjos Editores - Universidad Peruana Unin, 2015).

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO28

    guntas teolgicas y ticas no mencionadas en la Escritura (e.g., la clonacin humana o la cuestin de que si los cristianos hoy pueden involucrarse de alguna u otra forma con la esclavitud, puesto que la Biblia claramente no la prohbe). Parece que la ordenacin de la mujer pertenece, en gran parte, a la cuarta categora.

    Aproximaciones para preguntas que no pueden ser respondidas con uno o ms textos. Cmo manejamos las preguntas que estn en la cuarta categora preguntas sobre conceptos bblicos que no tratan directamente con la Escritura? Hay cuatro enfoques principales que se puede hacer en estos casos:

    Primer enfoque: Lo que la Escritura no prohbe, est permitido. Mientras este enfoque suena bien a primera vista, tiene grandes debilidades y, por ejemplo, permitira el uso de drogas narcticas, fumar y participar en juegos de azar y ver pornografa.

    Segundo enfoque: Lo que la Escritura no permite, est prohibdo. Este enfoque no es tan amplio como el primero; pero, tambin enfrenta algunos problemas y es muy exclusivo. Por ejemplo, esto prohibira el uso de todos los medios principales de transporte y comunicacin, medicina moderna y la estructura organizacional de la IASD, incluyendo la mayor parte de sus instituciones.

    Tercer enfoque: Escoger los dos enfoques mencionados de forma simultnea. Esto, sin embargo, es un camino inconsistente para hacer frente a cuestiones que no se tratan directamente en la Escritura. Aunque suena ilgico, estas cuestiones se encuentran an con los creyentes. Bajo el primer enfoque, uno puede mirar televisin, y bajo el segundo enfoque, uno puede oponerse a las velas o flores en el santuario. En tales casos, la Escritura no acta como la gua, sino la autoridad del agente humano para determinar qu incluir y qu excluir.

    Cuarto enfoque: Usar principios bblicos para determinar cmo se deben decidir las cuestiones sobre asuntos teolgicos. Una mirada a nuestras creencias fundamentales y a otros principios de

  • Muller: El debate de la ordenacin 29

    nuestro sistema de creencias, revela que los adventistas han decidido usar este cuarto enfoque; es decir, emplear principios bblicos para determinar cmo las cuestiones sobre asuntos teolgicos no abordados directamente en la Biblia deben ser decididos. Este es tambin el enfoque bblico (ver, por ejemplo, Jess y el divorcio en Mateo 19).1

    El enfoque del uso de principios bblicos. El cuarto enfoque no elimina una compresin literal de los textos bblicos (a menos que encontremos parbolas, metforas, smbolos, etc.), con una sana exgesis ni el descubrimiento de temas bblicos. Todo esto est incluido. Sin embargo, la cuestin sera: Cmo encontramos los principios bblicos y los aplicamos a los asuntos que enfrentamos? Aqu estn algunas recomendaciones: Leer la Escritura ampliamente para reconocer los principios bblicos que se pueden emplear para un caso especfico. Pedir al Espritu Santo que te gue a los principios correctos. Estar dispuesto a escuchar a la iglesia como un todo, y no basarse nicamente en sus propias deliberaciones.

    El asunto de la ordenacin

    Una vez aclarado cmo entendemos la Escritura y la interpretamos, estamos listos para abordar el asunto de la ordenacin y hacer algunas preguntas pertinentes.

    Qu es la ordenacin? Tpicamente, las iglesias cristianas tienen una teologa de la ordenacin. La Iglesia Catlica sostiene un punto de vista sacramental. Los diconos (diferente de los diconos adventistas), sacerdotes y obispos son ordenados. La ordenacin no solo produce un cambio ontolgico en la persona ordenada, sino que es un asunto de sucesin. El papa se encuentra en la sucesin apostlica y la comparte con los obispos.

    Los protestantes tienen una comprensin ms funcional de la ordenacin, y no lo consideran un sacramento y, sin embargo,

    1Para una discusin ms detallada de estos enfoques, ver Ekkehardt Muel-ler, Hermeneutical Guidelines for Dealing with Theological Questions, Reflec-tionsThe BRI Newsletter (October, 2012), 17.

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO30

    la ordenacin mantiene un carcter algo semi-sacramental. La ordenacin se entiende como siendo representativa. En algunos aspectos, las personas ordenadas representan al cuerpo de creyentes.

    Los adventistas tienen que preguntar qu es la ordenacin si se encuentra en la Escritura y/o si seguimos una cierta tradicin que no se encuentra necesariamente en la Escritura; si es sacramental y mueve a las personas en un mbito especfico que los hace diferentes del resto de la gente, y les permite funcionar de un modo que el resto de los miembros de la iglesia no pueden hacerlo (bautismo, Cena del Seor, matrimonio, predicacin, etc.); cmo se relaciona con el sacerdocio de todos los creyentes, por qu ordenar diconos, ancianos de iglesia y pastores y no otras personas; si la ordenacin es un mandato bblico o una decisin de la iglesia, para que la iglesia tenga la autoridad para tomarla; si hay diferentes clases de ordenacin, y as sucesivamente.

    Cmo estudiar el tema de la ordenacin? El trmino ordenacin se encuentra en varias traducciones al ingls; pero, solo en el Antiguo Testamento. El verbo ordenar aparece en varias traducciones al ingls, principalmente en el AT; pero, tambin, en el Nuevo Testamento (NT). Algunas traducciones no la emplean en absoluto en el NT. Ordenar se usa para frases y palabras como consagrados (Levticos 8:33), imposicin de manos (1 Timoteo 5:22), establecer (Tito 1:5). A menudo, sucede en un sentido general (el Seor ordena/establece paz [Isaas 26:12]; Pablo ordena/dirige en todas las iglesias [1 Corintios 7:17], y Porque algunos hombres haban sido destinados [ordenados] para esta condenacin [Judas 4]).1 Entonces Qu debemos hacer?

    1. Estudie el vocabulario que pueden sealar a la ordenacin (imposicin de manos, consagrar, establecer, ungimiento). Cada palabra o frase puede tener diferentes significados, dependiendo del contexto. Por ejemplo,

    1Para un mayor estudio sobre el trmino ordenacin en el NT, ver Ek-kehardt Mueller, Ordination in the New Testament, Journal of Asia Adventist Seminary 15/2 (2012): 127-147.

  • Muller: El debate de la ordenacin 31

    la imposicin de manos tiene varios significados, que incluye la bendicin de nios. Por tanto, uno debe tener cuidado de no leer demasiado sobre estos trminos. Las preguntas que se deben abordar, son: Cul es el significado del trmino? Quin experiment este tipo de procedimientos? Qu significan? Cul es el contexto?

    2. Estudie los conceptos teolgicos ms amplios que estn involucrados, tales como: Hay una diferencia entre el AT y el NT cuando se trata de la ordenacin (ver, por ejemplo, el sacerdocio)? Qu significa el sacerdocio de todos los creyentes? Cul es la relacin entre liderazgo, oficios y dones espirituales? Qu tipo de autoridad tiene la iglesia? La consideracin de estas y otras preguntas similares, debe conducir para desarrollar una teologa consistente.

    3. Aplique los resultados a la prctica en la IASD. En la ordenacin se est apartando para un ministerio especfico? Quin, entonces, debe ser ordenado? Cmo ordenamos? Debemos tener diferentes tipos de ordenacin? Cules son las funciones de los ordenados? Estas funciones estn limitadas a lo ordenado?

    El asunto de la ordenacin de la mujer

    Esto nos lleva al ltimo paso. Cmo abordamos el estudio de la ordenacin de la mujer? Aqu hay una serie de sugerencias.

    1. Cuente con una teologa de la ordenacin que sea general, comprensiva y consistente, que aclare los asuntos importantes.

    2. Despus de haber comprobado que a los varones se los menciona en relacin con la ordenacin, investigue si la Biblia dice algo sobre la ordenacin de la mujer. La Biblia permite la ordenacin de la mujer? La Escritura prohbe la ordenacin de la mujer? Qu principios ayudaran en el debate? No hay que confundir los textos que hablan sobre el papel y las funciones desempeadas por las mujeres con la cuestin de la ordenacin, aunque indirectamente puedan contribuir a la discusin.

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO32

    3. Estudie la ontologa del gnero femenino. Hay igualdad bsica entre los gneros o no hay nada en absoluto, o la igualdad est limitada a ciertas reas? Cmo se debe entender la subordinacin? Si hay subordinacin Se la debe limitar al matrimonio, o toda mujer debe someterse a todos los hombres? Entonces Qu lugar tienen las mujeres en el matrimonio, en la iglesia y en la sociedad? En todo caso Cmo afect la vida, la muerte y la resurreccin de Jesucristo en la vida, el papel y las funciones de las mujeres?

    4. Estudie la trayectoria bblica de la ontologa y las funciones del gnero femenino. Notamos un cambio desde el AT hasta el NT?

    Algunas de estas cuestiones y asuntos deben ser abordadas exegticamente, es decir, aquellos que tratan con la interpretacin de textos y pasajes bblicos. Algunos no se pueden abordar exegticamente, porque la Escritura no habla directamente de ellos. Deben ser parte de una teologa general bien integrada de la ordenacin que haga justicia a toda la Escritura.

    Con el propsito de estar bien informados, tambin hay que leer los argumentos, ya sea en pro o en contra, respecto a la ordenacin de la mujer y artculos sobre la historia del debate de la ordenacin de la mujer. Esto nos obliga a estudiar ms a fondo la Escritura.

    Conclusin

    El asunto de la ordenacin en general y la ordenacin de la mujer en particular, no solo es un gran desafo, sino tambin una gran oportunidad para la IASD mundial; para escucharse unos a otros, orar y estudiar la Escritura intensamente. En este tema, no es suficiente seguir una mera corazonada o un hbito anclado en la tradicin adventista solamente, y tampoco es lo suficiente para discutir con las adaptaciones necesarias a la cultura y la sociedad. La cultura puede ser opuesta a Dios, al evangelio y a las enseanzas bblicas.

    Los adventistas estn dispuestos a mantener su fidelidad a la Escritura. Un estudio sincero y profundo de la Palabra de

  • Muller: El debate de la ordenacin 33

    Dios por quienes ya participan, y quienes deseen participar, si se sigue un espritu de humildad, puede ayudarnos a estar ms unidos. Los pioneros adventistas no tuvieron miedo tratar temas difciles. Ni debemos hacerlo nosotros.

  • 35

    CAPTULO 2

    trAyeCtoriAs de lA ordenACin de lA mujer A trAvs de lA historiA

    John Reeve

    Introduccin

    El telogo del siglo XII, Peter Lombard, es mejor conocido por su coleccin de sentencia, hechas a partir de citas de autoridades en el tpico de sus argumentos sistemticos. Como compilador y exgeta, reforz sus argumentos con evidencias y ejemplos tanto de los textos cannicos como de los padres de la Iglesia.1 Como resultado de su trabajo, los cuatro libros de The Sentences,2 se convirtieron en el fundamento y currculo de los estudios teolgicos en las universidades emergentes europeas en los siglos que siguieron.3 The Sentences de Pedro Lombard, fueron el fundamento y modelo para Tomas de Aquino en su Summa Theologica. Tambin, fueron el currculo

    *El presente estudio es una adaptacin del artculo que se public por pri-mera vez en John Reeve, Trajectories of Womens Ordination in History, Jour-nal of Asia Adventist Seminary 15/2 (2012): 197-220. Usado con permiso.

    1Marcia L. Colish, Peter Lombard, en The Medieval Theologians, ed. G. R. Evans (Oxford: Blackwell, 2001), 169.

    2Lombard, Sentences.3Marcia L. Colish, Medieval Foundations of the Western Intellectual tradition:

    400-1400 (New Haven, CT: Yale University Press, 1997), 282.

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO36

    principal en Oxford, donde Juan Wyclif escribi su primer trabajo cristolgico, como un comentario sobre el tercer libro de The Sentences.1 Incluso, Martn Lutero hizo una disertacin sobre The Sentences como parte importante en su educacin en Erfurt.2 The Sentences de Lombard se hicieron fundamento curricular, no porque tuviese siempre la razn tomando posicin dentro de la teologa escolstica, sino por su coherencia y presentacin sistemtica de los temas, as como en la amplitud de sus citas respecto a los primeros padres.3 Lombard era considerado, a veces, ms til que correcto. Por lo que Juan Calvino, quien usualmente se refera a Lombard como ejemplo negativo, lo cit muchas veces en Institutes of the Christian Religion.4 Adems, Lombard fue tratado, por muchas generaciones de acadmicos que le siguieron, como depositario de la tradicin teolgica de la iglesia cristiana, incluyendo su descripcin de la teologa sacramental. Los primeros tres libros de The Sentences abarcan la Trinidad, la creacin y la encarnacin. El cuarto libro, acerca de los sacramentos y la ordenacin, ser el centro de nuestro estudio.

    Los principios fundamentales de la teologa sacramental de Pedro Lombard, son detallados en su libro The Sentences, que se componen de 50 mritos o asuntos, que necesitan explicacin. Aqu, despus de una primera distincin, diferenciando el smbolo del sacramento, organiza los siete sacramentos del sistema sacramental de salvacin, desarrollados en la tradicin cristiana; de los cuales, cinco pertenecen a todos los cristianos y solo dos conciernen a algunos cristianos. Presenta y analiza los primeros cinco sacramentos, pertenecientes a todos los cristianos, siguiendo la secuencia en la que los cristianos de sus

    1Gillian Evans, John Wyclif: Myth and Reality (Downers Grove, IL: InterVarsity, 2005), 211.

    2Martin Brecht, Martin Luther: His Road to Reformation 1483-1521; trans. James L. Schaaf (Philadelphia: Fortress, 1985), 93.

    3Colish, Peter Lombard, 182; Colish, Medieval Foundations, 286.4Calvino cit a los escritores de la Iglesia primitiva a travs de Lombard,

    al menos 45 veces; y al menos 43 veces, cit las palabras del propio Lombard. Anthony N. S. Lane, John Calvin: Student of the Church Fathers (Grand Rapids, MI: Baker, 1999), 59, 65.

  • Reeve: Trayectorias de la ordenacin de la mujer 37

    das los reciban: El bautismo (distincin 2 al 6), la confirmacin (distincin 7), la Eucarista (distincin 8 al 13), la Penitencia (distincin 14 al 22) y la extrema uncin (distincin 23). Los ltimos dos sacramentos, Orden Eclesistico (distincin 24 al 25) y el Matrimonio (distincin 26 hasta el 42), son puestos al ltimo, porque no incluyen a todos los cristianos. Las distinciones restantes (43 al 50) tratan de asuntos escatolgicos, o cosas pertenecientes a las realidades del juicio y post juicio.

    En la primera distincin, al igual como en el tratamiento de varios de estos sacramentos, Lombard dirige su definicin de la naturaleza y funcin del sacramento. l percibe que cada sacramento cambia a los cristianos a lo largo de su viaje del mbito de pecado (regio dissimilitudinis, la regin disparidad con Dios y el yo)1 de regreso a la semejanza de Dios. Este progreso en gracia es posible, para Lombard, porque la gracia est contenida y trasmitida en los sacramentos.2 Pero, Peter Lombard inicia con la comprensin de la seal (sacramentum tantum, solo el sacramento) y el sacramento (res sacramentum, lo del sacramento); o precisamente, con el medio (accidente) y lo (res) del sacramento. En otras palabras, l nota que el medio, que es la manipulacin fsica y el habla con el labio, son meramente indicadores del sacramento. Lo real, el cambio espiritual que no puede ser visto fsicamente, es el aspecto espiritual del rito: lo que l llama el res, o lo del sacramento.

    La distincin 24 de Lomarbard, pone su atencin a las rdenes clerigales y la ordenacin sagrada. Seis rdenes son reconocidas (cap. 3). Ellas son descritas en la jerarqua creciente o rangos clerigales: portero, lector, exorcista, aclito, sub dicono, dicono y sacerdote (caps. 5-11). Las dos rdenes sobresalientes, los diconos y sacerdotes, estn en una diferente categora que las inferiores, porque ellas tratan las cosas asociadas con el altar. El sacerdote consagra y realiza los sacramentos, mientras que el dicono dispensa y asiste. As, el captulo 12 resume que solo dos son llamados sagrados, y sugiere que esto es porque la Iglesia primitiva tuvo solo dos rdenes, y que los apstoles

    1Vase, Agustn, Confessions, 7.10.2Colish, Peter Lombard, 178.

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO38

    solo ordenaron estas dos. El captulo 13 impulsa para definir el carcter sagrado de las rdenes ms elevadas como teniendo alguna marca, que es, lo sagrado, por el cual el poder espiritual y el oficio son concedidos al ordenado. Y as, el carcter espiritual, cuando una promocin de poder es hecha, se le denomina un grado o una orden. Luego, aclara que se llaman sacramentos, porque algo sagrado (res) es conferido en la recepcin de ellos, es decir, la gracia, que las acciones y palabras llevaron a cabo el significado de la ordenacin. As, las mociones actuales de la ordenacin de un dicono o sacerdote/anciano se la entiende para significar lo sagrado; pero, el res, lo sagrado, es conferido porque la ordenacin es un sacramento, porque cambia el carcter de un ordenado hacia un ser de elevado poder espiritual.

    El obispo es considerado dentro del orden de los sacerdotes, especficamente en el tope del orden como sumo sacerdote (cap. 11). Adems, los obispos estn divididos en cuatro categoras (cap. 17), siendo el pontfice el ms alto nivel de la jerarqua (caps. 16, 17) como el sumo sacerdote. Es interesante denotar que estos altos niveles del obispado no son el modelo del sacerdocio y santuario del Antiguo Testamento (AT), en la forma en que los diconos, sacerdotes y obispos son contemplados como los levitas: sacerdote y sumo sacerdote. Ms bien, estn organizados segn el sacerdocio romano de Jupiter, llamados flamines. Lombard cita a Isidoro (cap. 17.3), describiendo que la distincin entre altos obispos parece haber sido introducido por los paganos, quienes llamaban a algunos de los sacerdotes simples flmenes; otros arzo-flamen, inclusive primer-flamen. El modelo jerrquico sacerdotal cristiano molde esta jerarqua pagana.

    La distincin 25 est dirigida al tema del sacramento, conferido por un hereje. Cipriano, Jernimo, Len I, Gregorio I e Inocencio I, son citados, puesto que sugieren que tal sacramento es invalidado, debido al carcter moral de aquel que realiza la ordenacin (caps. 1-6). Sin embargo, el argumento de Agustn, que tiene influencia, dice que el sacramento, a pesar de ser conferido por un hereje, debe ser vlido por el ordo, el carcter espiritual de aquel que ordena (caps. 7-10). La ordenacin (ordo) contiene el objeto espiritual (res).

    Durante los siglos XII y XIII, el desarrollo total del sistema sacramental del Catolicismo Romano fue completado. Peter

  • Reeve: Trayectorias de la ordenacin de la mujer 39

    Lombard fue un colaborador importante en este proceso. Fue en 1215, en el Cuarto Concilio de Letrn en Roma, donde el trmino transustanciacin fue el primero en ser votado dentro de la ley cannica como parte del credo en un concilio ecumnico.1 La transustanciacin describe el cambio ontolgico de los elementos del pan y del vino que se ven y se sienten fsicamente incambiables. Es un cambio espiritual que no puede ser percIbdo por percepciones fsicas. Con la transustanciacin, se termina de completar la entera conceptualizacin ontolgica sacramental del falso sistema de salvacin, y el entendimiento del cambio ontolgico de los sacerdotes en el sacramento de la ordenacin en una clase espiritual distinta, espiritualmente por encima del laicado en forma completa. La ordenacin concebida como un sacramento, como parte de los siete sacramentos del sistema sacramental catlico romano y como parte de la jerarqua romana, se convirti en una parte slida de la tradicin catlica-cristiana hasta la actualidad.

    Cmo hizo este sistema sacramental de salvacin, regida por un cambio mistaggico sacerdotal que se aleja del entendimiento bblico de salvacin o la conceptualizacin del liderazgo de la iglesia cristiana del NT? Hay una vasta diferencia y distancia entre las enseanzas de la Biblia y este sistema sacramental jerrquico. Contra este falso sistema de salvacin, es esencialmente por lo que la Reforma Protestante luch. Qu dio comienzo a estas trayectorias que terminaron en este punto? Cmo hacen estas trayectorias para diferir de las trayectorias de la Biblia concernientes a las mujeres y al liderazgo cristiano?

    Este trabajo busca resaltar las trayectorias bblicas relacionadas a las mujeres y al liderazgo cristiano, que contrasta

    1Cuarto Concilio de Letrn, Canon 1: Hay una Iglesia universal de los fie-les, fuera de la cual definitivamente no hay ninguna salvacin. En la que no es lo mismo sacerdote y sacrificio, Jesucristo, cuyo cuerpo y sangre verdaderamente estn dentro del sacramento del altar bajo las formas del pan y vino; el pan se trasforma (transustanciacin) por el poder divino en el cuerpo; y dentro del vino esta la sangre, por lo que para realizar el misterio de la unidad podemos recibir de l lo que l ha recIbdo de nosotros. Y este sacramento no se puede efectuar a excepcin del sacerdote que ha sido debidamente ordenado de acuerdo con las llaves de la Iglesia, que el mismo Jesucristo dio a los apstoles y sus sucesores. Citado en The Canons of the Fourth Lateran Council, 1215, en Medieval Source-book: Twelfth Ecumenical Council: Lateran IV 1215, Fordham University website, http://www.fordham.edu/halsall/basis/lateran4.asp (consultado: julio de 2013).

  • APARTADAS PARA EL MINISTERIO40

    con el antiguo entendimiento cultural del liderazgo de la mujer, comparndolas con las trayectorias de la temprana tradicin cristiana, para luego buscar una respuesta a la pregunta compleja de las causas de la formacin de las trayectorias en la tradicin cristiana. El estudio est dirigido para ayudar a una conclusin de la pregunta sobre la ordenacin de mujeres en la Iglesia Adventista del Sptimo Da.

    Trayectoria bblica hacia el liderazgo de la mujer

    El estatus de la mujer en el Antiguo Testamento superior al de las culturas circuncidantes

    Aunque se describen muchos elementos patriarcales, el AT contiene correctivos a la actitud evidente contra la mujer en las culturas circuncidantes. Una rpida comparacin de algunas frases de Moiss con las resoluciones que estn en el cdigo de Hammurabi, ilustran la distancia entre las dos comprensiones del estatus de la mujer en ambas sociedades. Por ejemplo, en la ley mosaica, la mujer se le permita poseer o heredar una propiedad y (salvo los casos en que fuera esclava) no podan ser vendidas.1 Incluso, la particularidad de que los sacerdotes del santuario fueran hombres en el AT, pudiese ser intencional como una polmica contra el culto sexual de las sacerdotisas en las culturas circundantes.2

    Mas indicativo de trayectorias hacia una relacin igualitaria entre hombres y mujeres, especficamente en lo que se refiere a liderazgo, es la prctica ocasional en el AT de mostrar a las mujeres en un liderazgo activo. Desde la labor de profeta y liderazgo de Mara (xodo 15:20-21), hasta el liderazgo de Dbora como jueza y comandante militar (Jueces 4-5, especialmente 4:4, 5, 14 y 5:7), el AT tiene numerosos ejemplos de mujeres tomando roles

    1Ver, por ejemplo, las leyes 177 y 178 del cdigo Hammurabi. W. W. Da-vies, The Codes of Hammurabi and Moses (New York: Eaton and Mains, 1905), 80, 81.

    2John H. Otwell, And Sarah Laughed (Philadelphia: Westminster, 1977), 155.

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    de liderazgo.1 La mujer ideal de Proverbios 31 no solo se ocupa por el bienestar de su hogar, sino que por su funcin en la esfera pblica se le confa la compra y venta de terrenos, y administrar los bienes (Proverbios 31:16, 18, 24).

    Estatus alto de la mujer en el Nuevo Testamento a diferencia de la cultura greco-romana

    Aunque Jess no incluy ninguna mujer entre los doce discpulos, las mujeres eran realmente importantes para su ministerio y, de hecho, eran el respaldo financiero de su ministerio (Lucas 8:1-3). Mara, Juana y Susana estaban especficamente llamadas por nombre, conjuntamente con los doce que estaban con Jess cuando viaj a Galilea. Ellas se quedaron con l durante su ministerio y estuvieron, incluso, en su muerte; se compilan dos menciones por Lucas en contraste con la ausencia de los once en la crucifixin y sepultura (Lucas 24:49, 55, 56). Fue tambin a estas mujeres a las que Jess se les apareci despus de la resurreccin (Mateo 28:9, 10; Marcos 16:9-11). Fue a travs de estas mujeres que Jess envi la verdad de su resurreccin a los once incrdulos (Lucas 24:9-11; Juan 20:18). Estas mujeres aparecen, tambin, entre los 120 que estaban unidos en oracin (Hechos 1:14) y que fueron llenos del Espritu Santo (Hechos 2:4), en cumplimiento de la profeca de Joel (Joel 2:28-32; Hechos 2:17-21).

    Tambin, Pablo se refiere a las mujeres lderes y obreras para la iglesia. Nueve mujeres son nombradas en Romanos 16,2

    1Jo Ann Davidson, Women in Scripture: A Survey and Evaluation, en Women in Ministry, ed. Nancy Vyhmeister (Berrien Springs, MI: Andrews Uni-versity Press, 1998), 157-186.

    2La impresin general que se obtiene de Romanos 16 es que no solo eran una gran variedad de mujeres que participaron en la obra de la iglesia, sino que tambin estaban haciendo una gran variedad de cosas, incluyendo el traba-jo misionero, llevando cartas, sirviendo en tareas caritativas como diaconisas, prestando ayuda o refugio para apstoles viajeros aqu vemos la imagen de una Iglesia vibrante, de mltiples facetas usando los dones y disposicin de los hombres y las mujeres para difundir el evangelio (Ben Witherington, Women in the Earliest Churches, Society for the New Testament Studies Monograph Series 59

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    incluyendo a Febe,1 Priscila y Junia,2 desempeando ellas tres un rol particular de liderazgo. En Filipenses, a Evodia y Sintique se les implora estar de acuerdo; al mismo tiempo, son llamadas compaeras de trabajo, quienes forman parte junto a Pablo en la causa del evangelio (Filipenses 4:2, 3).

    Otro lugar del NT, donde la participacin de las mujeres como lderes en la iglesia cristiana es evidente, es en las epstolas de Juan. La seora escogida, nombrada en la segunda carta de Juan (2 Juan 1:13), puede ser muy bien la lder de la iglesia local en la provincia de Asia (actualmente, en el este de Turqua). Como en el AT, hay muchos autores diferentes representando a muchas mujeres en diversos roles de liderazgo en el NT.

    Liderazgo en la Iglesia del NT

    En el NT, el liderazgo de la iglesia es reconocido por el cuerpo de la iglesia en la forma de dones otorgados por el Espritu Santo, para cumplir funciones necesarias en la iglesia. Los dones son dados a todo el cuerpo de Cristo, sin clasificacin o distincin de gnero (1 Corintios 12:7). Por mandato de Jess, aquellos que acepten funciones de autoridad entre la cristiandad, no estn para mandar por encima de los dems, sino para servir (Mateo 20:25-26). Pablo concuerda con esto, refirindose a s mismo y a otros lderes cristianos, de ambos gneros, usando la terminologa del servicio y compaerismo (1 Corintios 3:5; Filipenses 1:1; 4:3; Romanos 16). En esta conceptualizacin de liderazgo, el NT presenta una trayectoria muy diferente en el desarrollo del liderazgo, en comparacin con la circundante cultura greco-romana. El don de liderazgo dado por Espritu Santo no es segn el rango o gnero, ni una cualidad para dominar o ser una autoridad sobre los dems. En el mundo greco-romano, el liderazgo de gobierno deba poseer ambas cualidades. Solo

    [New York: Cambridge University Press, 1988], 116).1Darius Jankiewicz, Febe: Fue ella una lder en la iglesia primitiva?, en este

    volumen.2Nancy Vhymeister, Junia, la apstol, en este volumen.

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    los hombres de la clase senatorial podan gobernar provincias o estar en el senado romano, y la cualidad de la autoridad era jerrquica sobre/por encima de los ciudadanos y gente de las provincias.

    Pero, en el liderazgo cristiano visualizado en el NT, Cristo es la nica cabeza de la iglesia. El nico sumo-sacerdote y sacerdote particular. Todos los dems roles sacerdotales son compartidos por todos los creyentes. No existen indicios en el NT de que el ministerio cristiano, el liderazgo de la iglesia cristiana, siguiese el modelo sacerdotal del AT. Esto fue disuelto decisivamente por Dios en la muerte de Cristo, cuando la cortina del templo se rasg de punta a punta (Mateo 27:51).

    Las mujeres en la era temprana de la iglesia

    En el NT, las mujeres son claramente registradas en posicin de liderazgo dentro de la iglesia. Todava, para fines del siglo IV, el liderazgo de la mujer era escaso y relegado a posiciones bajas en la emergente jerarqua de la estructura sacerdotal. Esto trae a colacin la pregunta de qu caus este cambio en el liderazgo de la mujer.

    Haba al menos dos grandes presiones sociales en los siglos II y III, que influenciaron a los cristianos a alejar a las mujeres del liderazgo de la iglesia: (1) Vista mundial: presin directa contra la toma de roles de liderazgo de las mujeres en la sociedad; (2) Sacerdotalismo y sacerdocio: la conceptualizacin del ministerio cristiano como una jerarqua sacerdotal, continuando el sacerdocio particular del AT.

    Presin cultural directa contra el liderazgo de la mujer

    De iglesias locales a estructuras pblicas: mujeres y apologtica

    La presin cultural directa contra la mujer en el liderazgo de la iglesia, empez a sentirse a finales del siglo I y a principios del

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    siglo II, cuando la cristiandad super sus estructuras de iglesias locales, y comenz a desarrollarse en instituciones pblicas con edificios pblicos.1 Tambin, porque la cristiandad era una religin que creca a pasos agigantados a travs del tiempo, y qued bajo mayor exposicin pblica y sospecha. Como tal, el mayor motivador de este cambio fue su naturaleza apologtica. Los cristianos no queran traer vergenza pblica a la Iglesia. En los siglos II y III, los cristianos apologistas escribieron un gnero de defensa literaria dirigida a presentar la cristiandad con una luz positiva a sus vecinos, y a todo el pblico que era el objeto de la verdad evangelstica.

    Muchos cambios importantes se hicieron a la cristiandad en respuesta a las acusaciones pblicas, cambios que se convirtieron en una parte integral de la tradicin cristiana. En lo que se refiere a estos tempranos cambios, desviados de la enseanza y prcticas bblicas, Mervyn Maxwell comenta, la velocidad con la que la Iglesia Primitiva se desliz a la apostasa puede quitar el aliento.2 Tres de estos cambios en particular, son cambios fundamentales a las enseanzas de la Biblia.

    Tres desviaciones en las prcticas y enseanzas del NT

    El primer ejemplo de desviacin a partir del NT, que forma parte de la tradicin cristiana, es el sbado. No hay ninguna sugerencia en el NT, por parte de Jess o de Pablo, que diga que el domingo es el reemplazo del sbado. Sin embargo, alrededor del 150, vemos al menos dos iglesias metropolitanas diferentes que ilustran tal cambio. La epstola de Barnabs, en el captulo 15, argumenta contra el sbado semanal a favor de guardar el 8vo da, el da despus del sbado en honor de la resurreccin de Jess. Justino Mrtir, en su primera apologa, en el captulo 67, describe por escrito para su pblico y para el emperador romano, lo que l representa como un tpico servicio de adoracin cristiana en el primer da de la semana. Justino, tambin, argumenta contra el sbado semanal y su vigencia en

    1Carolyn Osiek y Margaret Y. MacDonald, A Womans Place: House Church-es in Earliest Christianity (Minneapolis: Fortress, 2006).

    2The Mystery of Iniquity doth already Work, RH 145, 14 (1968), 1.

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    su dilogo con Trifo (12, 18, 21-24). El argumento se deriva en cuan representativo fue Justino y la epstola de Barnabs para la prctica de la iglesia primitiva, incluso en sus ciudades natales de Roma y Alejandra. Tambin, existe evidencia clara que, siglos despus, muchos cristianos guardaron ambos das: sbado y domingo.1 An el domingo, no el sbado como el sptimo da, se convirti en el da estndar de adoracin cristiana alrededor del mundo, con algunas excepciones y, actualmente, es bien conocida como una tradicin cristiana. Es muy revelador notar lo lejos que van los evanglicos protestantes para encontrar una enseanza en el NT a favor de la observancia del domingo como da de adoracin, y en contra del sbado como da de adoracin, defendiendo una tradicin cristiana contra la Biblia.2

    Entonces Por qu el cambio del sbado por el domingo en la tradicin cristiana es un ejemplo de la presin social y cultural? Porque la relacin cristiana con los judos fue cambiada por el vuelco del sentir pblico despus de las tres rebeliones judas, ocurridas en los aos 70, 118 y 135. La ley romana protega a la religin juda como una antigua y respetada religin antes de dichas rebeliones. Despus de la rebelin de Bar Kokhba, alrededor de 135, este sentimiento cambi. Adriano hizo leyes para evitar que los judos habitaran en Jerusaln de nuevo, y el sentir pblico relacionaba a los judos como lo que equivale a ser un traidor de Roma y mal agradecidos de las ventajas que se les dio. El sbado, junto con la circuncisin y el no consumo de cerdo eran caractersticas bien representativas del judasmo. El sbado funga como frontera entre los judos y las culturas circuncidantes. Dejar de lado el sbado fue un acto defensivo de separacin de los judos, y no se basaba en el miedo de la crcel o la muerte. Puede no parecer lgico que los cristianos que estn dispuestos a morir por su fe en Cristo, tal como Justino Mrtir, rechazaran el sbado por temor a morir. Esta separacin

    1Kenneth A. Strand, The Sabbath and Sunday in the Second Through the Fifth Centuries, en The Sabbath in Scripture and History, ed. Kenneth A. Strand (Washington, DC: Review and Herald, 1982), 323-332; Ibd., Some Notes on the Sabbath Fast in Early Christianity, AUSS, 3 (1965): 172.

    2Ranko Stefanovic, The Lords Day of Revelation 1:10 in the Current Debate, AUSS 49/2 (2011): 261-284.

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    cristiana del sbado de los judos parece estar ms basada en el miedo de traer vergenza pblica a la cristiandad (y a ellos mismos).

    El segundo ejemplo de una desviacin de las enseanzas y principios del NT que vinieron a ser parte de la tradicin cristiana, consiste en el infierno y la inmortalidad del alma. La Biblia ensea que los humanos dependen continuamente de Dios para vivir, y que nosotros, como humanos, tenemos una antropologa unificada: no tenemos almas, sino que somos almas vivientes. Sin embargo, incluso antes del fin del siglo I, despus del nacimiento de Cristo, encontramos que Clemente de Roma, en el captulo 5 de su carta a los Corintios (conocida como 1ra de Clemente) presenta a Pedro y Pablo viviendo en el cielo. Esto sugiere una recepcin temprana de cristianos hacia una vista platnica de humanos dignos, ganando un acenso inmediato del alma al reino divino, despus de la muerte. Posiblemente, an ms significativo es el desarrollo del concepto sobre el infierno entre la cristiandad. Tatian, en su Oracin a los griegos, alrededor de 170, insista en dos cosas que parecan incompatibles, que el alma humana no es inmortal (13:1), y que, despus de la resurreccin de los malvados, estos quedaran en un estado constante de castigo, lo que el denominaba muerte eterna (14:5). Tefilo de Antioqua e Ireneo, dos de sus contemporneos, tienen puntos de vista similares de la dependencia humana en Dios para vivir; aun, parece que ven el castigo eterno como una necesidad para no ser considerado suave con el pecado.1 En estos tres libros A Autolico, Tefilo argumenta que poetas y filsofos griegos tomaron sus ideas acerca del juicio de los profetas hebreos (2:37), y ensalza el castigo eterno de retribucin de los malvados, descrito por Sybil como cierto, til, justo y provechoso para todos (2:36). En vista de la doctrina del perdn de la cristiandad, la presentacin de un fuerte juicio del pecado despus de la muerte, podra disipar la percepcin pblica de los cristianos como inmorales y, por lo tanto, como malos ciudadanos.

    Similar al sbado, el infierno y la inmortalidad del alma

    1John W. Reeve, The Theological Anthropology of Theophilus of Antioch: Immortality and Resurrection in the Context of Judgment. (Tesis doctoral, Uni-versity of Notre Dame, 2009), 236.

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    terminan siendo la abrumadora tradicin de la cristiandad. Se necesita cuidado y atencin a los detalles para demostrar la verdadera enseanza de la Biblia contra esta tradicin cristiana, compartida por casi todos los cristianos, especialmente aquellos que son bblicamente conservadores. De nuevo, no era miedo a ser castigados lo que caus que los cristianos aceptaran el infierno y la inmortalidad del alma, sino miedo de dispersin del cristianismo, siendo sealados como inmorales y tolerantes con el pecado.

    Una tercera desviacin de la prctica y enseanza del NT que puede ser usada para demostrar que, en los siglos II y III, se alej del NT hacia la tradicin cristiana, es la prctica de las mujeres en el liderazgo cristiano. El NT muestra muchas mujeres en roles de liderazgo. Desde Mara, llevando el mensaje del Seor resucitado de la tumba a los discpulos reunidos; y la mujer junto al pozo, quien habl del Mesas a los habitantes de su ciudad; a Priscila, Lidia, Junia, Febe, Evodia y Sintique, elogiadas y corregidas por Pablo como ministros, apstoles y diconos. Todos estos son ejemplos de mujeres cristianas lderes y maestras que se registran en el NT. Aun as, cada una de ellas fue meticulosamente minimizada en importancia por los cristianos a lo largo de la historia, tratando de defender las tradiciones de la iglesia.

    Entonces, las tempranas desviaciones de la Iglesia cristiana, lejos de las enseanzas y prcticas de la Biblia, concernientes al sbado, el infierno y las mujeres en puestos de liderazgo, en las bases de las tradiciones no bblicas, necesitan correccin.

    Visin greco-romana de las mujeres como sujetas por naturaleza

    La primera de las dos presiones sociales que guiaron hacia la tradicin cristiana de impedir a las mujeres roles de liderazgo en la Iglesia, era que la cultura greco-romana vea a la mujer como un tipo de clase diferente del hombre, y sujeta por naturaleza a ser gobernada. Esto causaba una presin social directa contra el liderazgo de la mujer, lo que hizo que ella, en la estructura institucional cristiana, fuese vista negativamente por la sper cultura greco-romana. Esta presin directa contra los roles de la mujer en el liderazgo a travs de la sociedad, forma parte de la

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    visin del mundo de la cultura patriarcal greco-romana. Esto es lo asumido correcto con bases multigeneracionales. En los das de Pablo, para los romanos simplemente pareca una parte de la naturaleza en la que los hombres, ms que las mujeres, deberan estar a cargo.

    Una fuente que demuestra una razn fundamental para esta vista patriarcal del liderazgo desde la esfera acadmica y filosfica, es la jerarqua del ser de Aristteles. La parte inferior de la jerarqua es materia pura: rocas y minerales. Le siguen las plantas vivas, seguidas de los bajos animales que nadan, se arrastran y trepan. Encima de ellos estn los animales erectos, como los cuadrpedos. Sobre estos, estn los animales que pueden caminar en dos pies en una posicin erguida. Los humanos estn en el nivel ms alto, con los daemons por encima de ellos en el mbito semi-divino. En el pinculo de la jerarqua del ser, viene el motor inmvil, la primera causa, El trascendental o Dios. Aristteles, junto con varios filsofos de su tiempo, era monotesta y su principal Autor encabezaba la jerarqua. Dentro de esta jerarqua, hay otra divisin de niveles que se escribe hacia afuera, basado en el gnero masculino y femenino, con los hombres por encima de las mujeres en la jerarqua. Esto es considerado una ley natural, basada en la observacin de la dominacin masculina en la mayora de los ms grandes animales. Tambin, el sistema de clases dentro de la jerarqua de los humanos: esclavos en el fondo, masas, ambas superadas o sometidas por las clases reinantes. Esta compleja jerarqua de humanos dentro de la jerarqua del ser, est mejor ilustrada por un pasaje en el libro de Aristteles Poltica, 1.5.3-8 (1260a),1 donde discute el propio manejo de la casa por el hombre y jefe de los esclavos, de las mujeres y de los nios.

    Aristteles pregunta si un esclavo tiene mucho valor ms all

    1En primer lugar, habra que preguntarse respecto al esclavo, si tiene alguna otra virtud propia, aparte de los instrumentales y serviles, que sea ms valiosas que estas como la prudencia, el valor, y la justicia, o cualquiera otra disposicin moral, o bien si no tiene ninguna aparte de las que le permiten realizar las tareas fsicas. Am-bas posibilidades plantean dificultades. Pues si posee alguna virtud propia En qu se diferencian de los hombres libres? Pero, tambin resulta extrao que siendo hombres y participando de la razn, no la posean.

    Se puede plantear la cuestin casi en los mismos trminos tanto para la

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    de ser una herramienta. Concluyendo despus que s lo tienen; como

    mujer como para el nio; es decir, si tienen virtudes propias, si la mujer ha de ser prudente, valerosa y justa, o si el nio debe ser intemperante o prudente, o no. Esta cuestin ha de ser examinada de modo general desde la perspectiva del que obedece por naturaleza y del que manda, por si tienen la misma virtud u otra distinta. En primer lugar, si ambos deben participar del ideal de perfeccin, por qu motivo uno debe mandar y otro obedecer? No es posible que la distincin resida en la mayor o menor participacin en este ideal, pues, hay diferencia es-pecifica entre obedecer y mandar; pero, no la hay entre el ms y el menos. Sera sorprendente, por otro lado, que este ideal de perfeccin conviniese a uno y no a otro, pues si el que manda no es prudente y justo Cmo mandar bien? Y si no lo es el que obedece, Cmo obedecer bien? El que es intemperante y vil no har nada de lo que deba hacer.

    Entonces, es evidente que necesariamente ambos han de participar de la virtud; pero, existen tambin diferencias en esta como las hay entre los que obe-decen por naturaleza. Y esto, a su vez, nos lo indica nuestra investigacin sobre el alma: en esta existe por naturaleza algo que manda y algo que obedece que, como decamos all, tienen virtudes diferentes, pues lo uno est dotado de razn y lo otro carece de ella. Es evidente, por tanto, que lo mismo ocurre en los dems casos. As, por naturaleza en la mayora de los casos, hay partes que mandan y partes que obedecen. Es distinto el mando que el libre ejerce sobre el esclavo, el varn sobre la mujer y el hombre sobre el nio. Y todos poseen las diversas par-tes del alma; pero, de distintas maneras: el esclavo carece totalmente de la fac-ultad deliberativa; en cambio, la mujer la posee, pero sin autoridad; y el nio la tiene, pero es imperfecta. Por tanto, el que manda debe poseer virtud intelectual en totalidad (para cualquier trabajo, tomado absolutamente, pertenece al mae-stro, y el principio racional es un maestro); mientras que cada una de las otras partes debe tener esa cuota de esta virtud, que es adecuada para ellos.

    As pues, hay que admitir que necesariamente sucede lo mismo con las vir-tudes ticas, de las que todos deben participar; pero, no del mismo modo, sino en la medida que le basta a cada uno para cumplir su funcin. Por ello, el que manda debe poseer la virtud tica en su perfeccin (pues su funcin es, en una palabra, arquitectnica y la razn viene a ser el arquitecto) y cada uno de los dems, en la medida en que le corresponde. Es evidente que la virtud tica es propia de todos los mencionados; pero, no es la misma la prudencia de la mujer que la del varn, ni tampoco es el mismo valor, ni la justicia, como crea Scrates, sino que hay un valor para mandar y otro para servir, y del mismo modo ocurre con las dems virtudes.

    Y esto es evidente cuando tratamos el asunto con ms detalle, pues se engaa al dar una definicin general de virtud, como algunos hacen, que dicen que la virtud es es-tar en buenas condiciones en cuanto al alma o la rectitud de conducta o algo semejante; quienes enumeran las virtudes de diferentes personas separadamente, como Georgias, estn ms en lo correcto que quienes definen la virtud de esa manera. Por tanto, se debe admitir que todas estas personas tienen sus correspondientes virtudes, como el poeta dijo de la mujer: El silencio da gracia a la mujer se puede aplicar a todos, excepto al varn, Aristteles, Politics, 1.5.3-8 (Rackham, LCL).

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    seres humanos tienen virtudes morales. Luego, Aristteles hace la misma pregunta sobre una mujer o un nio. De nuevo, concluye que como humanos, ella tambin tiene virtudes morales. La siguiente pregunta lgica, dada la conceptualizacin aristotlica de clases y gnero, es la virtud lo mismo para el dirigente natural y el sujeto? Entonces, Aristteles hace la penetrante pregunta: Si es correcto que ambos participen en nobleza de carcter, cmo podra ser propio para alguien gobernar, y para el otro ser gobernado incondicionalmente?. En nuestro mundo, muchos podran responder esta pregunta con un fuerte, No, no est bien!. Pero, para Aristteles, y aquellos que por ms de 2000 aos siguieron sus conclusiones por naturaleza, la respuesta era calificada como S, est bien, a causa de diferencias en la composicin de sus almas. Aristteles contina argumentando que hay una diferencia de especie entre las almas de aquellos que reinan naturalmente, es decir, la clase reinante masculina; de aquellos que son naturalmente subyugados, llamados, esclavos, mujeres y nios. Para el libre al esclavo, el hombre a la mujer y el hombre al nio. Los dirigentes/reinantes tienen las virtudes de los racionales, mientras que las almas de los subyugados tienen virtudes de los irracionales. Una explicacin ms a fondo detalla que el esclavo no tiene en absoluto parte deliberativa, ella s; pero, sin la autoridad completa, mientras que el nio la tiene; pero, en una forma sin desarrollar. As, la jerarqua aristotlica del ser incluye los detalles de la jerarqua entre clases humanas que l define como diferentes especies, y termina con pocos dirigentes y muchas personas subyugadas. Como el esclavo est subyugado por la clase dominante, la mujer es subyugada por el hombre, debido a su falta de alma racional y las partes deliberativas; por lo tanto, naturalmente es una raza/especie para ser gobernada.

    Esto va bien con las diferencias entre hombre y mujer en los escritos del maestro de Aristteles, Platn, quien acenta la naturaleza intelectual del hombre y la naturaleza sensual de la mujer. Mientras es obvio que hay diferencias entre hombres y mujeres, es un paso difcil de aceptar esta filosofa platnica de las diferencias como jerarquizadas. En su dilogo de la Repblica, 431c, Platn acorrala a Scrates, diciendo: Por otra parte, los placeres, dolores y los apetitos que son numerosos y multiforme son cosas que puede uno encontrar en los nios, mujeres, esclavos de la casa y en los as llamados miembros libres de las masas, es decir, gente comn.

  • Reeve: Trayectorias de la ordenacin de la mujer 51

    En la siguiente oracin de Scrates, el contraste de los pocos de la clase reinante se da como aquellos que son guiados por el clculo racional. Esto siguiere que la clase reinante, constituida por unos pocos altos hombres, eran ms intelectuales por naturaleza que los esclavos y mujeres. Uno puede resumir el punto de vista platnico sobre el hombre y la mujer, como el hombre siendo intelectualmente por naturaleza (orientado hacia el mundo inteligible y lo divino), mientras que la mujer es de naturaleza sensual (orientada hacia los sentidos de percepcin terrenal y emocional). Adems, agrega el valor del juicio terrenal siendo inferior al celestial; as, la mujer es inferior al hombre. As que, las mujeres, segn Platn y Aristteles, son una especie o clase distinta y estaran subyugadas al hombre por naturaleza.

    Cmo hizo el pensamiento y la creencia del el siglo VI AC, para afectar la trayectoria en la Iglesia primitiva a medida que desarrollan su liderazgo de la Iglesia