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xvI APICULTURA ° La colmena. La colmena ' no puede ser otra.cosa que el corral, albergue en que viven las abejas. z Y has visto tú en algún sttio que un establo, un redil, una zahurda, sean locales çerrados donde nunca entre el labriego para ver lo que allí hubiera. Pues en ,ese plan están las colmenas que de antiguo en el apiario tú Auardas. Nunca sabes si el pienso que el ganado tiene le basta, si hay alguna enfermedad que haga presa en ias abejas que pudiera serles ^rave, si la reina, alma de todo aquel pueblo, contínúa su labor o tnurió, sin q ue haya nadié ^que propague ya su estirpe. No pue- des ver si los zanganos abundan en demasía, perju- dicando a la pasa con su demasiada holganza ; si la pvlilla, enemigo encarnizado en los panales, se instala ; m si existe la hmpieza que eii cualquier local pecúa- rio de los que forn^an tu hacíenda, por desidioso que seas, alguna vez ya le alcanza. Todo eso y mucho. más se cvrrige utilizando col- menas c^ue la Cien^cia ha diseñado, y a las rualés las abejas agradecerr el trasiego, y ma1 harás si no cam- bias esos cubiles astrosos ^en que tienes albergados a aquellos pobres insecto^, que sóla aseo desean para vtvir con pu^anza. , E^

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xvI

APICULTURA

° La colmena.

La colmena 'no puede ser otra.cosa que el corral,albergue en que viven las abejas. z Y has visto tú enalgún sttio que un establo, un redil, una zahurda, seanlocales çerrados donde nunca entre el labriego paraver lo que allí hubiera. Pues en ,ese plan están lascolmenas que de antiguo en el apiario tú Auardas.Nunca sabes si el pienso que el ganado tiene le basta,si hay alguna enfermedad que haga presa en iasabejas que pudiera serles ^rave, si la reina, alma detodo aquel pueblo, contínúa su labor o tnurió, sinque haya nadié ^que propague ya su estirpe. No pue-des ver si los zanganos abundan en demasía, perju-dicando a la pasa con su demasiada holganza ; si lapvlilla, enemigo encarnizado en los panales, se instala ;m si existe la hmpieza que eii cualquier local pecúa-rio de los que forn^an tu hacíenda, por desidioso queseas, alguna vez ya le alcanza.

Todo eso y mucho. más se cvrrige utilizando col-menas c^ue la Cien^cia ha diseñado, y a las rualés lasabejas agradecerr el trasiego, y ma1 harás si no cam-bias esos cubiles astrosos ^en que tienes albergadosa aquellos pobres insecto^, que sóla aseo desean paravtvir con pu^anza. ,

E^

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La castracíón de colmenas.Svn ]os días en que estau^os los clu^ se juzgan

propicios para sacar del apiario la mtel por la cas-tración, y e] labriego se prepara para hacerlo sindemoia, antes que los fuertes fríos malogren la ohe-ración.

El colmenero que sabe tnanejar bien las ^,olme-nas hace la cata de modo que ningún insecto muera,retirando los panales con los rnayores cuic(ados, y asílogtar que ]os vasos que maneja lleguen a la l^nma-vera conteniendo dentro de ellos abundante pobla-ción. Hay, no obstante, apicultores que olvidan sus .intereses y tratan a las abejaŝ sin la menor delica-deZa, y como médio expedito para aprovechar su fru-to, las asfixian con et huma o las rneten en el agua,revelando de ese tnodo la brutalidad extrema queanida en su corazón.

A1 causante de ese estrago debería castigarse, •ycoma la pena existe en el actual código apícola, bastase haga la denuncia de los bárbaros que así obran,txara.que se haga éfectivo el castigo del culpablc conla oportuna sanción. Que cunda el miedó hace ;altaentre aquéllvs que olvidaron que al animal se le tratacomo noble servidor, y que pasén la vergiienza deqtte tengan. sus acciones general condenación.

La barbá en la colmena.En verano es muy frecu^ente ver los vasos dé]

apiario que el apicultor coritempla adornados con labarba que forman miles de abc'as, al suspenderse.en racimo del tablero donde se ha^la la piquera. zQué

. pasa dentro de aquéllos para que así los insectosabandonen el álbergue y vengan a estacionarse amontories en la puezta?

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1'ues que el calor e^^esivo que dentro de la col-mena se produce a ciertas horas en que es :"uertela insolación de la ardorosa canícula acomete :^ lasahejas, troeanclo su activiclacl en enervante indolen-cia, El recinto limitado donde aquéllas ecíifican_suspan<iles se llen^^ de una atmósfera nui}• densa, ^• ^_^]trabajo no es posible que prosígan, pues los iñsec-tos se asfixian.

Fn las cajas que se usan por la apicultura anti-gua no hay metlio de buscar ventilación quc disipeaquellos vahos^que en los vasos se ĉoncentran, puess^ólo hay una rendi ja que al exterior comunica. Enlos modernos, en cambio, basta para conseguirloque bien la tapa o lá puerta se levanten o se dejenentreabíertos, y así la corriente de ,aire, que ya seacle abajo arriba o de atrás para adelante, el interiorpurifica, libra del molesto ambíente a la colonia deapicíos, que ya no forman la barba, que indica, biena las claras, deficientes condiciones ĉle la casa dondehabitan.

E1 ventyrero.

Es un ardid que utilizan los que quieren aumentaren sus apiarios el número de colmenas cón los en-jambres que salen de otros lugares distintos de don-,de suelen tenerlas. A1 Ilegar la primavera es frecuen-te en las colanenas que por falta de local o por otrascircunstancias, que aun no es dado el ronocerlo, lareina vieja se marcha con una porción de zánganosy algunos miles de obreras, dejando en la ĉasa an-tigua a otra r,.eina más moderna con el restó de in-dividuos que poblaba la colmena. De las que han sa-lido fuera se a,comodan toda^ juntas en algún lugar,paĉientes a que unas cuantas abejas e.scudriñen los

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contornos para encontrar un albergue donde puedaninstalarse esas colonias que etnigran, y en cuantovuelve una de ellas a dar cuenta del hallazgo deun local qae les convenga, el enjambre se disgregáy se lanza presuroso detrás de ]a, abeja aquella, queva marcando el camino para dar con la vivtenda, Sien estc momento crítícó repartes cajas divcrsas porlos campos colindantes en que se hallan las colme-nas, al tnarch^r a la ventura las abejas destacadaspara hacer•la exploración, fácil es elijan alguna deellas, y de aqttí les viene el nombre de ventureros,con que designa la gdnte a esas cajas que el azarpuede hacer te las encuentres convertidas' en col-menas.

' Una razia singular.Cuando se iniéia eii el campo una floración inten-

sa en los días témpraneros del tiempr^ primavéral,las abejas, afanosas, comienzan con gran empuje a in-crementar la colonia criando muchos inseçtos que re-cojan la cosecha qtte presumen ímportante, y nadaquede en el campo sin Ilevar al coimenar: Pero eltietnpo es capríchoso, y a lo mejor, tras los díasde bonanza anticipados, se producen temporales comolos que aquí hemos, visto y tenido que aguantar; ylas pobres abejillas, sorprendidas de improvisa enla labor emprendida con un brío iñsaspechado en po-blar el cotmenar, se encuentran sin subsistencias quepoder dar a sus crías, y can peligro evidente de ^zatener alimento para el censo tan enorme con queen plazo perentorio ]a casa se va a encontrar..

Y antes de qtte el hambre sea motivo .de gran ago-bia en la población futura,. con igual actividad se de-dicari a sacar miles de larvas y ninfas que en sus

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cunas espcraban cl momento cle a^^i^^ar. Y ^5a ^^sla causa cle observar en lá piqucra, cuando ayuello seproduce, muchos gus^^tnitos blancos que ]as abejasarrastran y que el labriego ignural^a c^^m^, la ,^ausa^^xplicar.

]'uede evitar esa razia si acu^lc pronto a;3uYiliar-las, dándoles el alimento que creen les va a faltar.

, EI obrero apícola.

Al paladear la miel recogid,a en los panales Twr' lalaboriosa abeja, muy pocos hay que mediten el tra-bajo que ha costado almacenarla en las celdas. Esproducto de gotitas con afán recuperadas en mon-tón de florecillas, que al llegar su floración quedanen el campo abiertas. Cada una no destila más demiligramo y medio de dulce y sabroso néctar, y parallenar su buche esa abeja necesita recorrer, a]o me-nos, diez nectarios en su producción completa. Conjornada de diez horas, y en toda su vida entera unaabeja trabajando sin dejar un solo día, sólo puedeálmacenar, a lo sumo, 2o gramos de esa miel dulccy selecta, lo que supone a su vez que r3.ooo de esasfiores reciban de aquel insecto la más temprana vi-Sltá. ^

11^ira, pues, cómo es pósible que un kilo de aquellamiel, que tanto a ti te deleita,^ ha consumido en ha-cerse 5o vidas de abejas, que, agotadas, péracieronpor darte satisfacción de saborear el líquid,o queafañosas transportaron de las flores a 1as celdas.

Vigilaneia en las colmenas.La ausencia de intensos fríos en esta e'apa inver-

nal. hace que en núestras colmenas .el insecto ^abo-

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rtoso .,^. ,citerrumpa su labor. En efecto, Ln rrutchussitios, doude cs corricnte qtie ahora no haya puesta^- Ia reina esté entregada al reposu, cíescansando detni trat^jo agatacíor, ^este añ^, siga putiiendv, y yuedé por resultado se encuentren en muchas celdashuevecillos; y que en otras muchas se hallen éstos ennori2tal evolución. ^

Tal circunstancia produce que el consumo de re-servas se ace}ere, y se hallen ya en estas fechas muymermadas, con el consiguiente riesgo de que faltea 7os enjamhres el alimento preciso que sostenga enla colmena al pueblo trabajador. Dc ayuí que se hagapreciso estar al tanto de este hecha y acudir congran presteza a reponer.los residuos de la mie} c}u^allí dejamos, pensando que 6astaría para pasar el in-vierno, y no obstante se halla casi consum'ida, atne-nazando al enjambre con falta de subsístencias, has-ta que en el campo pródigo empíece a darse la flor.

Vea, pues, el colmenero s^, cuando hizo la cata, dejóla n^ie} abundantc, puesto que, en caso contrario, esteaño más que otros, puede encontrarse con bajas etilos vasos del apiario c}ue se lo dejen diezmado, poresa ŝencilla c^usa de no haher sido previsor'.'

Trasiego de población.

Para lograr que las ^ajas del coluienar tnovilista leproduzcan gran cosecha al experto apicultor necesita.que los insectos que alberguen sean muchos, pararecoger zon pnsa el néctar que está ofrendando enel campo tanta flor. Y ocurre en muchos apiariosque ynas colmenas se encuentran co^í exceso en susabejas, y otras, en cambio, flaquean' en et censo dcindividuos y desperdícían el tiempo en que pudierai^"hacerse con provisión abttndante y vivir con esplen-

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dor. Función es del colmenero atender a esas colo-nias que no han podido crearse con la intensidaddehida el pueblo trabajador, y para esto, de las queson populosas, quitará unos cuantos cuadros que ten-^an cría naciente y los pondrá en esas otras que asíverán niuy de prisa completar sus efectivos, permi-tiendo en corto plazo intrementar su labor.

Si se cuida en esa forma de uniformar sus col-menas en la proporción de insectos que es precisa,para que en todas se veá la actividad necesaria enlos tiempos en que el campo da la flor, es segurocj ue consiga, cuando llegue la otóñada, recoger en to-das ellas cosecha ^bien abundante, que compensará,sin duda, la átención que les prestara, para, i^acerde sus enjambres colomas fuertes y sanas ^:n las quenunca el fracaso amenguará su abundante prcxlucción,

:^aa abejas dormitan. '

Son fechas ya de diciembre, y, a la vista de lascajas del apiano, es chocante la soledad y el silen-cio que. en aquel lugar se observa. Parece que todoha muerto ^ due en aquellas colmenas ya no exis-ten las abe^as, si no fuera porque á veces, cuandoe1 sol manda. sus rayós sobre tapas y piqueras; seasoman al borde de éstas unas cuautas entumecidasobreras. Es que aprovechan ^ la hora en la que el solmás calienta, para- salir y hacer fuera lo que dentrode la casa por higiene no se aĉepta. Ese hecho : xosdemuestra, sm embar^o, que en aciuella estación fríano es letargo lo que tienen las abe^as, sino sólo som-nolencia, y quien se encuentra despierto ha de comerpoco o mucho para que de hambre no muera, y p^arello es necesario, si han de pasar la invernada, al-gunos kilo5 de miel que la avaricia del hombre mtt-

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chas veces les disputa, siendo causci esa codicia deque allá en la primavera la muerte se haya cebadosobre colonias enteras.

Vea, pues, el colmenero cómo tiene que ^uidarlas,si no quiere que el descuido ocasiune en el apiariodesastrosas consecuencias.

Signo de orfandad.

A1 reanudarse la vida en Ias pródigas colmenasacaece con frecuencia que la madre pereció víctimade1 clrudo invierno y sus rudas inclemencías, de-ando a muchas colomas sin el insecto fecundo que

^a de perpetuár la especie, y en orfandad, por lo tan-to, de fatales consecuencias. .

Conocerlo es sencillísimo en las colmenas moder-nas, puesto que basta para ello examinar los pana-les y ver si en ellos hay puesta, o si ; se tiene exr,e-riencia, dar por fuera un golpecito y atender cómocontestan, pues si la orfandad es cierta, un quejidolastimero dan aquéllas por respuesta. En lás colme-nas antiguas nada de esto puede hacerse, y el col-menero anda a oscuras sobre un hecho que le expone^ tan graves contingencias.

Si es atento y examina sus apiarios, sín embargo,con premura y diligencia, un detalle puede hacer queto cQnozca casi casi a ciencia cierta. Tal es el quelas abejas, que andan ya reeolectando en las floresque hay abiertas, apenas transportan polen, cuandoes ésta la materia que denotá en 1a vivtenda una po-blación Iarvaria precursora de abundantes nacimi^n-tos y esperainza en la casecha de futuras opulencias.

Examine las £aenas qtze los insectos realizan, ysi se ve que al 12egar a la piquera llevan vacías susrestas,, apresúrese , a dotarlas de _ la madre, que ^as

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probable ya no tengan, salvando así la colonia de que .'piercía su existencia.

La reina de las abejas.

Es el ser privilegiado en la colmena. De él depen-de que la colonia perpettíe su existencia, pues, sifalta, ha perecido con ella la fuerza procreadora, por-que es la única que tiene la facultad de paier dar-nos los huevos que darán lugar a obreras. Eso ex-plica por qué en la sociedad apícola extrémanse loscuidados para defender la reina.

Lás abejas le preparan un alimento especial quemantenga su salud y le dé fuerza bastante para cum-plir su agobiante y ágótadora tarea. Niás de 3.aoohuevos diarios deposita en las celdas del panal, ^r esehecho nos demuestra por qué ha de estar somet idaa un régimen . excepcional en la colonia que íormacon los zánganos y obreras. Su vida és tan recatada,que nuñca sale del alcázar donde la miel se alma-cena, so pena que circunstan^ias adverŝas le obliguena emigrar en. busca de nueva casa donde formar nue- ^va prole, y cón ellá otra colmena. Aun eñtonces, todoel ^cortejo que haya seguido a la reina la defiendecontra accidentes posibles de larga travesía, pues, simiiere, la colonia esté perdida, no tendrá continua-ción, y las abejas que queden, cuando mueran, :iodejarán más que ruinas. .

Cuando ttn azar originá la orfandad de una ^_oJoniade abejas, el trabajo cesa ál punto, pues se dancuenta en seguida que sobran ya sus tareas ; no iieneobjeto niñ^uno el laborar para un pueblo cu^a ex-tinción esta próxima, pues la muerte de la rema, se-ñala un plazo muy corto en la vida de una sociedadaplcola.

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^ Pasados unos dos rnese5 y°a no quedará ni rastrode las que cntonces a^ívían. Sí, no obstante, algtínotro ser htrbiera que le^s diese una ]arva dc su ra^ade solamente tres días, yu ingenio fuera bastante }^arstcrears^ otrs reina, y por rso el apicultor c{ue ]ievc•pollo reciente, trans}rortando tm panal de otra col-

' mena, está se^uro dc remediar la orfanc3ad que pre-sagiaba la ruma de esa colonia de abej^s. -

Si es antiguo el sístema qtYe tú llevas, no preten-das salvación de esa colmena donde tai co^a ^rcu-rriera.

La nodriza en la co2mena.

--Escucha, Eufrasio, Io que acaba de ocurrirmecon esa colmena nueva, de esas que se abren y cie-

° rran como el baúl de mi abuela: A1 mirarla el otrodía vi que no tenía reina, y siguiendo la enseñanzaque en esas "Luĉes del agro" el papel suele traer Qalos hijos de la aldea, le puse un panal con huevosde otra igual que el tío Pedro en su cohnena tenía. .Llevo ya cuatro semanas esperarido que hagan rei-na, y que si quieres, •no hay ni trazas de que pien-sen en hacerla. Voy creyendo que es mentira lo queel papel nos decía.

-No lo creas, Indalecio: es que olvidaste una ^osa^que yo apretidi en el cursillo que tuvimas hace días.Las abe^as, cuando nacen, se ocupan en sus princi-.pios, sin salir de la colmena, ert tarea de nodrizas,y luega dejan el cargo para que sigan haciéndololas qtre son más jovencitas.

-La que te ha pasado a ti es que hacía largoplazo desde que murró la reina, y no habiendo abe-jas jóvenes, se acal^ron las nocjrizas. ^ Cámo van amcubar reina si no existe quien pueda darle ei man-

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jar quc en su infancia necesita : Pvnle vtro aluevupanal quc tenga huevo en sus celdas, t• verás quépronto mtc^rtan cc>nstruir ^la celda real,^ porque delotro, del primero que pttsiste, nacerán lo qac ialta-ba : las nodrizas.

Recogida de enjambres.

Allá por la primavera, cuando la flora sé inicia ylos recursos melíferos se producen eñ cantidad muyintensa, la reina de las colmenas centupliĉa stt labor,çon el fin de que la casa se llene pronto cíe abejas.Este hecho determina que el personal en exceso pre-pare la emigración para• buscar nuevas tierras, y esel momentb oportuno que al colmenero se ofrece paraaiatnentar con ,más vasos el apiario de s^i hacienda.

Dicen los apicultores que cuando el enjambre sehalla posado en el colmenar, antes de emprender lamarcha, si se dispone una colmena vacía y se armaun estruenda grande con gritos, latas y piedras, elenjambre desertor se cabija dentro de elia. Pocosvasos amp^iará si hace caso a tal monserga.

El sistema bien seguro para recoger enjambresen sistema movilista es de sencillez pasmosa y quecasi nunca yerra. Se toma un cajón estrecho, perode amplitud bastante para que dentro de él quepancuatro cuadros del sistema que él emplea. Se le dis-pone con tapa y provisto de piquera, y^. los cuadrosempleados se .les coloca la cera.

Puesto el cajón sin la tapa bajo la piña de abejas,basta dar un golpe fuerte en la rama donde se hallasuspendida, para que entren a la fuerza la mayoríade aquéílas, y poniéndole la tapa, se • esperan unosminutos, y las que quedaron fuera acudep a la pi-

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quera atraídas por el toque de las que }^a han com-prendido que ]a re^na está con cllas.

Trasladado a] coltnenar, basta transírrir lo^ cua-dros a la caja destinada a retenerlas, v si un cua-dru con pollo retirado.de otra ĉaja lo introducitnosen ésta, no hay cuidado que se escapeti, }^ la ^_apturaestá hecha.

La pecorea.

Si alguna vez te paraste un día primaveral irente'a la entrada que tiene una colmena habitada por in-dustriosas abejas, habrás visto un ajetreo ;n.esantede insectos que sin parar salen y entran ; son las quehacen lá labor de acarrear materiales para dar vtday^aliento a las que dentro sostíenen la futura des-cendencia. Y muy pronto se te ocurre preguntar : z dedónde vendrá ésta con ^olen v aduella atr_t con lacosecha de néctar? I7ifíctl es lo averig ŭes, pizes nin-guna manifiesta al exterior su fatiga, aunque. sea demuy lejos de donde traen la carga que en las celdasdepositan. La abeja es un incansable obrero cuandose trata de mantener en su casa la op}ilencia, y pa-rece se dan cuenta que hay que aprovechar de prtsael producto que la flora les produce, pttes n'lo mejorcircunstaucias fartuitas cierran de golpe las fuentésdonde ellas liban el néctar. No se paran, pues, muycerca, pues suponen ya explorada esa zona c^ue ala colmena rodea, y no qweren percter el ttempoen visitas de utilidad problemática, marchan ĉío envuelo directo a tres o cuatro kilómetros, si juzganque allí la abundancia en materiales les permite ha-llarse pronto de vuelta. ^ .

Aunque marchan •muy de prlsa, el réndimientoes mayor si se halla cerca el lugar donde van de pe-

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corea ; por eso el apicultor colocará la colmena ensitio que acorte el Nuelo donde la abeja ha de :ra ejecutar sus trabajos cíe recoleccióri de néctar.

Las guardianae.

De los diversos oficios que realizan las abejas,uno es el de defe^isoras del recinto en que se alber-^an. La puerta que aquéllas tienen para entrar enla colmena es la que en lenguaje té.nico se deno-mina piqu^ra. Sitio es éste en que la abeja suele li^^

^ brar las batallas más cruenta ŝ. Siempre se . halla vi-^ilado por un número de abe.jas que se encuentrahaciendo guardi^a para evitar lo^ peiigros de un ata-que por sorpresa. z Quién no ha vrsto merodear cercade aquellos contornos muchas veces las avispas?Pues otras, sin que te havas dado cuenta, pretendenentral• por ella abeja ŝ cle otras colmenas, y si laguardia no se encuentra muy alerta, se cuelan alalmacén, arramplando con la miel que se guarda enceldas nuevas. De ordinario, eri cuanto alguna seacerea, se lanzan sobre la intrusa tres o cuatro 1elas que guardan la puer.ta, arrastrándola a em-pujones hacia la parte de afuera o usando del agui-.jón si persiste en el asalto que intenta. Prefierenque haya uná baja en la guardia que dcfieride la col-mena, antes de dejar entrar a una abeja que vinode otra colonia con el propósito firme de robar laxniel de aquélla.

Pero si, como a veces oĉurre, por diversas circuns-tancias no está la guardia dispuesta y el asalto iorealizan en ĉuadrilla, la situación es .grave, y lo pa-sará,n muy mal si el apicultor no acud^ presuroso a,defenderlas. Así suele suceder cuando se hacen los

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trasiegos, poryue e[ l^ariillo que se arma les impideeu algún t^empo orl;anizar la clefensa, y también enel invierno, cuando se halla la fiolonia adormecida.

El remedío es achícarles Ia piquera, para que enangosta entracla sólo quepa una, ^ a lo sumo, dosabe j as.

El aguijón. ^

Es eí arñia que utilizan las abejas contra el quecreen, dispuesto a causarles algún dáño que no tengaposiblé reparacíón, ya que el uso de la misma esla causa dc su pront^ defuuĉíón. Y que así se hallenprovístas de un órgano de defensa, ^ a quíén puedecausar asombro, ni siquiera admiración ?^ No sonmedios defensivos que otros animales usan el mor-disco, la cornada, el arañaza o la coz ? Pero ya queno hay remedio de - evitar la picadura, como na seaen la cara, si usa siempre útil velo protector, vea-mos de qué manera puede amenguarse el dolor queaquélla causa en el miembro donde el aguijón amar-go nuestca piel atravesó. Cuando una abeja a picarse decidió, deja unido en el órgano enquistado laliolsita del veneno, que es la causa que produce lahinchazón, y es frecuente que al lanzar los manotazospara ahuyentar el insecto que aquel acto cometió,comprimiendo la bolita, ha^a entrar más cantidad deveneno dentro de aquellos tejidos que sufrieron lainyeeción.. Lejos de ello, si con cuidado se arrancala motita quç allí existe prendida del aguijón, pre-sionando con la uña la zona de alrededor, y se mojaaquella parte con un poco de amoníaco en solución,el dolor queda ajiviado y se evita en el trozo le5iona-do due pro^rese já hinchazón.

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I^a pilladora.

_Quién no ha oído ^onderar las,virtudes que ate-soran las abejas, mode^o de previsión? ^'o hay quienles gane en el amor al trabajo, en democracia fe-cunda, espíritu de sacrificio y en afáií de emulación.1'ero al lado de taii raras cualidades tienc un vicioque a menudo le hace bajar un peldaño en la escalade la justa estimación, y es cuando pierde el decoroy se convierte en ladrón. Dedícase al trabajo íntensode recolectar el néctar marchando de flor en flor;pero si circunstancia cualquiera le hace descubrir unsitio donde exista miel ya hecha, lánzase en seguidaal robo cón espécial fruición. Si en el apiariq en quevive logra ver una colmena que se encuentra conmermados habitantes, prepara un asaltc> en regla, yen poĉo má.s de unas horas le roba cuanto tenía, sinninguna compasión. Por esó es muy peligroso el haceroperaciones en las cajas del apiano con ^la miel cielos panales, sea ponerla o quitarla, dar de comer alas débiles u otra operación análoga sin tomar ladebida preca.ución.

Esta ha de ser realizada cuando ya se pone elsol, pues la abeja, que ningún escrúpulo muestra enágravar el delito, bien'sea con alevosta o con la pre-meditación, se detfene ante la noche y modera susinstintos para haĉer tan mala acc.7án.

Ten presente, por lo mismo, que el tener colmenasdébiles es incrtar a las otras a la razia ^ al asalto,exponiéndolas sin duda a se^ura perdicioñ.

El zángano. -

En la sociedad apícola que nos ^uebla las colme-nas hay una clase de seres`los mas grandes en ta-

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maño, que no saben lo que es trabajo, porque siem-pre están en huelga. No disponen de utensilios co-rrientes en las obreras, como son el buche, apto paraalmacenar el néctar, trocándolo en selecta miel, nide cestas que les sirva para acarreo del polen, sus-tento del pollo o larvas que en la colmena se crían.Sin embargq, puedes verlos m^ry ufanos, salen yentran, metiendo mucho más ruido que las` sencillasobreras. El aspecto es formidable, pero no es másque fachada lo que a la vista presentan, ya que sonmofensivos, pues ni siquiera les queda el agu^jón,que distingue a sus otras compañel-as. Su existenciaes dura carga para esa sociedad que tanto el traba-jo estima, y al profano le sorprende cómo a anosvagos como esos la sociedad los respeta. El instintoextraordinarío, sin embargo, " que distingue a Iasabreras es la salvación del zángano, único ser queallí goza de verdadera opulencia. Saben que sólocon ellos será fecunda su reina, y aunque uno soloha de ser elegidó para ser padre de la prole que ala colonia ha de dar continuidad cuando ellas yaperezcan, ignoran cuál ha de ser el que cumpla esámisión, y a ello deben esa colección' de zán^anosel seguro en su existencia. Es tan cierta esa razón,que en cuanto queda cumplido el fin que la abejaespe^a, la matanza es general, y ningún macho que-dará en aquella sociedad que hasta entonces con-sintió su forzada convivenc^a.

Hoy se sabe a cieucia cierta que la reina de unenjambre puede ^quedar fecundada por un zánganocualquiera, aunque no sea habitante de aquella mismacolmena, y esto da al apicultor un medio que es muvsencillo para mejorar la 'raza de las abejas que cuidá.Le es suficiente para ego que destruya en los pa- -nales todás las celdas de zá.nganos que produxcan

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stts colmenas, a excepción cíe los de aquella que ensu apiario se distinga por rendimientos más ;randesy por ^^icla más intensa.

Maduración de la miel.

Si el apicultor que hoy saca las reservas yuc laabe ja almacenó en los panales mientras la buenaestación se da demasiada prisa y los envasa en se-guida sin precaución necesaria, corre riesgo de per-derse, porque la miel asi puesta tarda poco ert alte-rarse, entrzndo en fermentación. ^

El producto réco^ido de los panales que castradebe estar en reciptentes destapados ^_ierto tiempo,sufriendo la acción del aire, para que era^wre agua yse complete el proceso de total maduracton. Can ^llono hace el labriego sino ímitar a la abeja ^uandoen el panal colcrca el producto acarreadb en su durapecorea, pues no opercula las celcías hasta ^a-sado algún tiempo, que ella sabe es necesario st elprodttcto ha de guardarse en buena eonservación.

Pasados los treinta días de reposo en el envaseen que clebió colocarlo comó. meclída corriente ^leelemental precaución, puede ya sin miedo algttnoencerrarlo en recipientes con el cierre más hermé-tico, pues ya no hay causa ninguna que determíneel agriado, al que hubiera estado expuesto de haberhecho el embotado sin atender el detalle que apren-dió en esta lección.

_ La miel edulcorante.

La leche que las perspnas consumen es im ealdode cultivo para microbios sin cuento, y es tetnible,por lo tanto, que entre aquéllos se deslice al orga-

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nismo el que pueda infeocionarttos, causandv dañosque, desde luego, es difícil corregirlos. Por esv esnorma seguida, y gue el médico repite, no se in-jiera leche cruda, stendo prudente emplear opvrtunococimiento, con lo cual esos microbivs quedaron ani-quiladvs y rl producto pierde entonces esos gérme-nes, con los cuales los peligros de infección es másfácil evitarlos. - •

Ahora bien : pvr ese medio pierde la Icche sus-tancias de earácter vitamínieo, y como asimismo fal-tan al azúcar que se emplea para. hacer su condi-mento, por ser producto industrial cíue las perdióal productrlo, serta dé alta importancta que el pro-ducto edulcorante devolviera a aquella leche tan ím-portantes sustancias, y hay un producto, la miel,que permite conseguirlo,

El empleo de la miel consigue hacer de la lech^un alimento completo, y en los niños sobre todo,empleada por costumbre, tnantiene bien lá salud, , yel riesgo de enfermedad permite así reducirlo.

Mieles ^diversas.

Hay quien estima és rareza el fijar sus preferen-ciás por la miél recolectada en un país o regíón, su-poniendo que el .producto que se obtiene sea de cual-quiera de ellas; miel es, en definitiva, y, por tanto,unas y ottas han ^ dé ser muy similares en aspectoy calidad. En cierto modo ast ocurre ; pero debede fijarse, por ejemplo, que las aguas minerales iv-das son agua, en efecto; pero según el terreno pordonde las vetas pasan, son diversas propiedades lasque alcanzan, y a esto , deben su múltiple variación.

I^ual ocurre en las míeles : la de Ias flores de pinvson balsámícas, quítan la tos y moderan afecciones

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que sufrer^ lo^ al^^aratos de ^uala respiración. I.a ^le.brezo, no obstante su tono ascura, •^s rec^^nstitu^^en-te, pues lleva fosfato y hierro cn mucha .nás pro-lx^rción ; la de romera y espliego, ntucho m<ís ecíiil-^•orant^s, y la cíe flores de azahar, par su, perfumeesyuisito, sttele ser más codiriada para postre>, ha^-telería y turrón.

T..a calidad, pues, depende de la ?ona en que ^^liusecto recogicí el jugaso néctar, y caruc^ éste es •^li-ferente, segítn la flora que integra el ca^Ytpa •^ondesur^ió; de aquí que no es caprichoso el tener suspreferencias ]x^r la míel que se produce cu esta ^^esa región. '

La gran mielada.

En la flaración clel campa hay interntitencias ;ran-des que dependen de condiciones ^limáticas, v st]lama gran mielada cuando aquéllas son pro^piciaspara que tadas las piantas de una vez alirau sus ;lo-res y produzcan casi a ríos su oloroso y cíulce :^éc-tar. 5i el apicultor entattces •a maestra ?n conducirsus colmenas, apravecha ese momento para hacer ^luesus apiarios le rinclan ^tales cosechas, co^na ^tunca•hubo sañado que pudieran producirlas.

Durante ese período se •°xacerba el afán traba ĵa-dor de las colonias apicolaŝ, y por ella, si en cŭantoIlerian las alzas el colmenero les pane entre aquéllasy lo que es nido de cría otras alzas campletamentevacías, verá casi con asombro cómo en paquisimotieinpo las ábejas se 12s llenan por , cotnpleto y^^anuna miel finísima. Pero si al hacer *al cosa.la ;ranmielada pasó, lo que acurre es que de prisa las at^-jas quitan la tniel de las alzas que se pusieron •^n-cima y la trasladan activas a la que aquél ^^olo:rí,

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cubriendo el nido de cría. Y es que el Iaborioso :n-secto se esfuerza siempre en teuer subre ]as cunasque cuiila abundantes provisiones, y si por ese.rrtilugio sc las quitamos de cncima, procura prontollenarlas, llegancío hasta el parosismo a actic-ar su lae-corea, y si en ella no ia encuentran, l,uscan en iasotras aizas la que •^stá depositada, para no • lesposeera las que hacen de nodrizaŝ de provisiones ,_ercanasa'las cunas en que alimentan sus crias•

^ea, pues, cámo el labriego puede, si se encuen-tra alerta, hacer que sus colmenares cuadrupliquensus cosechas.

Materiales ilel panal.

Quienes entienden de abejas sostuvieron que, paraque aquéllas hagan labor perfecta y cumplida ai cs-tirar los dihujos que en la cera en forma de hojasle pone el apicultor, es preciso que ellas sean de ;na-terial puro y íimpio, sín que rnezclas de otr`as ^;ra-sas alteren las cualidades del producto que ^°llas ila-cen, y con el cual eleborán el panal con gran primor.Lo mejor sería esto, desde luego; pero resulta ^luesi sólo cera pura emptea e1 que las estampe, las láminasque elabora son duras y quebradizas y se rompencon frecuencia cuando tienen que ponerlas sujetasat bastidar. Por eso suelen hacerse mezclando a lacera pura parafina en 'proporciones casi dé aopor ioo, ^^on lo que las hojas salen dé elastieidadmarcada, y no hay peligro inmediato de que se quie-bren y rompan cuando son manipuladas por cualquierapicultar.

^n calidad nada pierden, pues hemos visto 31 in-secto estirar hien^ esta mezcla sin mostrar ^lingúndesvío, y que esa mezcla resiste los calores del ve- •

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rano cuandu se halla en la colmena, ^in que se :undauí ahlande, c•oiu^> aseguran algunos^ que hablan porsuposi^iones, pero nc^ porque la práctica cíemuestrecosa. coutraria, pues aquí se ha cqu^pruba<ío, y antelos hechos con pruc^bas no se puede ^^poner nada qucmerezca aigíu^ ^•alor.

La cera de abejas.

Producto es• éste conocído desde muy antigua ^e-cha •3 cuyo consumo cada día está acusado por máselevadas cifras. La mejor por sus concliciones físicasy químicas es la cera que pr.oduĉen las abejas, y dela que en todo el mundo se hace usa •_n gran escalapara fabricar las velas. Toda religión cristiana, y^_nespecial la católica, exige para sus ritos y cultos ^^uelos cirios estén fabricados con esta clase de cera. Pue-de ser ello debido a quc la de tal procedencia '^uesela primera de que se tuvo noticia; pero al :nsistiral cabó de tantós siglos en •que la ._e^a que se usetenga esa procedencia, cabe pensar s^ pres^de esa or-den tan severa el que los místerios que la religióncelebra estén alumbrados por el puro resplandor quéda. una materia que también es misteriosa en el pro-ceso que emplean para hacerla ]as abejas.

EI empleo que, sin embargo, se hace de ian pre-ciada materia exigirá que la autoriaación que hpyrige de emplear para clertas ceremonias la cera conun tanto por ciento de iiiezcla se amplíe, pues la ^^o-secha que de aquélla los apiarios nos ofrezcan irácada día en descenso a medida que.se extienda paraexplotarlos el sistema movilista. Sabido es que enél se emplea exclusivamente la cera estampada, yesto hace que el rendimiento de ese producto de-

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crerca cle una ^uanera alarmantt^ 'c_ el cc^i^iterciv seresícnta. ^

En España, atmque en cantídad pc:qucña, ]a ^.cracle abejas se cxporta, y apoyánclose en csa cléhil par-ticia, }wclría crearse un importartte comercio si ;nc-j^^ra la prc,duccíón de su es}^lota^ión ^^picola. í^u_.para los utros usus, .cunir^ iabricar bettutes y^_reiirds,lu> rnejunges de farmacia, los encáusticos y para fi-guras plásticas, entren las otras clases de ^^era, cvmc:^son la vegetal cle la pahna hrasifeña, - la esperntacetio blanco de ballena y la cera mineral o fósil, clue separece mucho a la áuténtica.

En España conservemos la produccián de esta úl-tima, que aquí, como no exísten de Ias otras, ven-drán a buscarla quienes la deseen pura y^^on el olormielado que distingue a la que hafen lás abejas.

La miel.

Es uno de los productos que na^ rinden las al^e-jas. Por su origen, es cle wi valor tuya importan^iamuy pocos hay^la conciban, por no pensar un poc^úituen el proceso profundo que origina ta] materia. Esél néctar cíe Ias flores, re ĉogido por el lahorioso in-secto que gulula en las colmenas, y ese néctar se des-tila por las plantas con usura., pues no en baídé ago-tarán su energía para producir ]a flor, cuya corolaes el vaso que como efímera prenda. sólo encerraráa]o sumo una gota de tan estímada esencia. La co-secha, sin^ ernbargo, es abundante, pues al año sonmillones de corolas que nuestros campas presentan,y que tras corta existexicia perderán el delicado per-fume due les prestan esas lágrím^as ocultas que !ospétalos ^sncierran.

Z Y cómo harás uñ acopio bien lucido y acelérarás

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el ritmo de tan ímliroba tarea, evitando que las per-las de aquel néctar se evaporen y se pierdan ?

Pues forzando en población las colonias del insectoque nuestros campos sustentan. Si en h^gar de ^^sosrefugios de traxa antigua y molesta se les pone am-plias colmenas con múltiples adelantos que hoy laapicultura enseña, el número de operarios crecerá,y al amparo de su febril impaciencia, la cosecha, sinque un ápice se pierda, podrá versc almacenada den-tro de los blancos odres de. una ,^olmena opulenta.Los kilos que muy escasos te rinden los apiarios yue.hoy conservas ,podrán verse tripjicados, si aprendescómo es la itídustria con sistema movilista, pues conél se simplifica el trabaja a las abejas, puedes reco-ger la miel sin causar ninguna víctima y utilizar iosescarzos para fúturas coseehas.

La ligat^aza.

El más selecto producto qué de las plantas obtie-.^en las laboriosas abejas es, como se sabe, el néctar.Pero éste no es de una fuente continua; sŭfre lasaltera^ciones de floración de las plantas, va que tales el momento en que esas lo segregan. fl.hora bien;ese insecto sus afanes de trabajo no modera ^_uandoel néctar escasea; y cualquier, matería dulce que pue^de encontrar a mano en su activa pecorea la recogey la transporta, a falta de otra mejor, para surtir iadespensa de la casa en que se alberga. Esas sustan-cias constituyen la llamada ligamaza, y se dan ^.nciertas épocas, con preferencia en las especíes ar-bóreas.

Las hojas de de^erminados árboles, fresno, arce,tilo, encina, serhal, abedul y otras muchas, exudanen ciertas épocas una viscosa materia de sabor azaea-

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rero, y atras ^^eces los pulgones, que parásitos en tuu-chas de ellas ^e encueutran, escretati ina.eria ^lulccen cantidad tan intensa que de las plantas gotean.I'recisarnente catus fenbntenus se ^>roducen cn 1^c-ríodos dc e^traordiuaria seqtria, <{ur ^s ctian^lu ;asflores faltan, como si t}uísieran clar uu recurso a lasabejas, mientras cluran circunstancias impeditivasde la mielada que con afán desmeclicio huscan en supecorea.

L^ miel que con ligamáza hacen no :;s de •^alídadmuy buena, pero sirve para sustentar ^n las colme-nas la cría que sustenga sin descenso grande hobla-ción obrera.

Así se explica que aun en sitios de inhospitalarioaspecto las abejas se mantienen y llegan a dar cosecha;can extrañe^a del d^ueño, que no sabe de dónde saiela tl^iel que al ^atar se lleva.

El breza.

Esa tierra negra oscura, mantillosa, que en lossitios montañosos suele habcr, se produce en los bre-zales, arbustos achaparrados que dan profusión deflores cuando el otoño comienza su nostalgia ;t ^^ii-fundir.

Las colinas donde existe toman tinte nurpurino,dando tonoŝ sorprendentes al policromado aspectoque la otoñada en los c.arnpas siempre suele produ- ,cir. Los "casheros" la conocen con el nombre vasco"af'tarra", y es un recurso melífero de importanciadestacada, porque rinden mucho né ĉta.r, y la abejalo recage para hacer sus provisiones,: las del últimopertodo, para pasar Ia invernada en que el encie-rro obiiga,da sólo permite consuxno sin que puedapt-oducir.

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La tttiel que ^^un ese néctar los ittse^c:os nos :abri-can nada ticuc de scaecta, sin ettti^argo ; es^ os^cura,po^^:o grata al paladar, tnuy espesa y, por ]o ,anto,muy <lifícil extraerla clel panaL Por esc; eu aquellossitios es ntejor wta cata antut}>^tcla al final cle prirna-vera, con lo cual_ aprovechaulos lo seleito de 1a obrayue las abejas han hecho antes que se abran las ;loresque se den en el brezaL

La cautela es, no obstante, nec:esaria cuando sesigue este plan, pues si se quita en exceso de la :nielalmacenada se compromete la vida de las coloniasque pueblan las cajas del cohnenar.

. Otra plaga en los apiarios.No voy a hablaros ahora de las varias afecciones

que atacan a esos insectos, pues con daridad irro-toria se exponen en muc}^os libros, las que, Coll10 tnáscorrientes, distinguen ojos expertos.

Es nueva la t^ue yo descubro, y de la cual ^^uierodarte ^ algunos srntomas ciertos, y el primero y dis-tintivo es que sólo suele haberla en los apiarios :^^o-dernos. •

No afecta a los individuos, sino a la casa en queviven; realizando sus labores con afataes bien ^íes-piertos. ^ EI enemigo terrible que hace estragos :ri-dudables impidiendo oportunos rendimientos . es elearpintero torpc^ que hace colmenas peores que losducos y cajortes de los apiarios antiguos.

Y en los momentos actuales ha salido un ^^njam- ,bre numeroso de artesanos en madera que amenazadestruir de esta industria: los pragresos.

5i a montar un colmenar te decidieras, labriego,pide un modelo correcto, sin fiarte de la obra delcarpintero que estima que para el alcázar de abejasno deben guardarse reglas nr excesivos miramientos: