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Exégesis del texto Ap 12, 1-18 Jesus Tora Guillén A.- ESTUDIO LITERARIO. 1.- Delimitación de la perícopa. A esta perícopa le precede un pasaje (11, 15-19) que se introduce con el toque de la séptima trompeta con un himno de acción de gracias que viene desde el cielo. Asimismo, le sigue una perícopa (13, 1-18), donde se ve personificado el mal en tres siniestros personajes: en un gran dragón y en dos bestias, los cuales configuran una especie de diabólica antitrinidad, que tiene como pretensión combatir a la Iglesia. 2.- Contexto. Desde un punto de vista literario, esta perícopa pertenece a la segunda parte del libro del Apocalipsis, la cual podemos catalogarla como la Interpretación profética de la historia (4, 1- 22,5). Dentro de esta parte, se encuentra concretamente en la cuarta sección (Ap 11, 15-16,16), que contiene tres signos. Para centrarnos aún más en el contexto literario y comprender el significado de esta perícopa, hemos de señalar que en el prólogo el autor advierte que los destinatarios de este libro son los cristianos perseguidos. Estamos ante una revelación concedida por Dios a través de Jesucristo y de un ángel a su siervo Juan –el autor-, quien tendrá la misión de comunicarla a la comunidad. De esta manera, en la primera parte se nos presenta un proceso penitencial que el autor presenta a la Iglesia antes de desvelarle el sentido de la historia. Y finalmente, en esta segunda parte, ya la asamblea está preparada para escuchar lo que va a suceder. Situados ya frente a esta perícopa, se nos presenta a una mujer, a un dragón con sus ángeles, y a Miguel con sus ángeles. Pero esencialmente, el lenguaje simbólico que presenta el texto pone de relieve una batalla entre la mujer y 1

Apocalipsis.la Mujer y El Dragón

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Exégesis del texto Ap 12, 1-18 Jesus Tora Guillén

A.- ESTUDIO LITERARIO.

1.- Delimitación de la perícopa.

A esta perícopa le precede un pasaje (11, 15-19) que se introduce con el toque de la séptima trompeta con un himno de acción de gracias que viene desde el cielo. Asimismo, le sigue una perícopa (13, 1-18), donde se ve personificado el mal en tres siniestros personajes: en un gran dragón y en dos bestias, los cuales configuran una especie de diabólica antitrinidad, que tiene como pretensión combatir a la Iglesia.

2.- Contexto.

Desde un punto de vista literario, esta perícopa pertenece a la segunda parte del libro del Apocalipsis, la cual podemos catalogarla como la Interpretación profética de la historia (4, 1- 22,5). Dentro de esta parte, se encuentra concretamente en la cuarta sección (Ap 11, 15-16,16), que contiene tres signos.

Para centrarnos aún más en el contexto literario y comprender el significado de esta perícopa, hemos de señalar que en el prólogo el autor advierte que los destinatarios de este libro son los cristianos perseguidos. Estamos ante una revelación concedida por Dios a través de Jesucristo y de un ángel a su siervo Juan –el autor-, quien tendrá la misión de comunicarla a la comunidad. De esta manera, en la primera parte se nos presenta un proceso penitencial que el autor presenta a la Iglesia antes de desvelarle el sentido de la historia. Y finalmente, en esta segunda parte, ya la asamblea está preparada para escuchar lo que va a suceder.

Situados ya frente a esta perícopa, se nos presenta a una mujer, a un dragón con sus ángeles, y a Miguel con sus ángeles. Pero esencialmente, el lenguaje simbólico que presenta el texto pone de relieve una batalla entre la mujer y el dragón. A continuación analizaremos cada uno de los personajes con sus correspondientes atributos.

- En primer lugar, la mujer. Está vestida de sol –elegida por Dios-, con la luna bajo sus pies –que regula el transcurrir del tiempo-y doce estrellas sobre su cabeza –símbolo de las doce tribus de Israel-, que quieren simbolizar que esta mujer pertenece al cielo, es decir, a la realidad del bien. Además, está encinta de un hijo varón que tiene un cetro o una vara de hierro –símbolo del poder frente al diablo-. Pero presenciamos un símbolo que nos indica que estamos ante algo más que una mujer; como en la perícopa anterior se ha indicado la Alianza, ahora se quiere señalar que esta mujer es el arca nueva. Desde un punto de vista exegético podríamos observar en esta mujer cuatro realidades distintas:

1.- Eva es la primera identificación. De ella es de quien debe salir una descendencia (Gn. 3, 20). Contra ella, la serpiente desarrollará un incesante combate. Eva aquí se manifiesta de lado del cielo. En este sentido, existía un cuento religioso que decía que Eva, tras la muerte de Adán, suplicó a Dios que le concediera la muerte también a ella. Pero Dios al ver una obra tan bella proveniente de sus manos, la tuvo en reserva junto a él, a fin de que pudiera concebir algún día, pero esta vez al Mesías. En consecuencia, esta mujer-señal será Eva restaurada.

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2.- También podríamos identificar a esta mujer con la Hija de Sión, es decir, con Israel, a quien Dios había elegido como un esposo escoge a su novia. Sus atributos lo ponen de manifiesto: el sol, la luna, los dos astros, las doce estrellas –símbolo de las doce tribus-. En consecuencia, Israel está a punto de dar a luz al varón hacia el cual tiende toda la historia; el Mesías.

3.- También, a la largo de la historia, se ha identificado con María. Sin embargo, Ugo Vanni, objeta que esta interpretación es algo que cae por su propio peso, aunque dice que es cierto que toda alusión a Jesús trae consigo, al menos implícitamente, cierta referencia a su madre. Sin embargo, esta figura de la mujer es meramente un símbolo para expresar, como en Jn 19, 26, otra realidad: el misterio de Israel y la misión propia del Pueblo de la Alianza, ejecutada a través de grandes sufrimientos para llegar a un buen parto.

4.- Del mismo modo, se ha identificado con la Iglesia de Cristo. Sin embargo, aquí Ugo Vanni descarta rotundamente esta hipótesis, diciendo que la Iglesia de Cristo no se encuentra en condiciones de estar revestida de sol, ni de producir la encarnación La encarnación primero; la Iglesia viene después. En el texto aparece ciertamente la Iglesia, pero cuando se alude al resto de la descendencia (12, 17).

- El animal monstruoso, es el otro personaje que aparece en el texto. Su nombre Dragón, lo asocia a los monstruos marinos; su color de fuego subraya su carácter devorador; y su gran talla acentúa el vigor de sus ataques. Es el rival de Dios, a quien le planta la cara –las siete cabezas- y su realeza se arroga con sus siete coronas. Está dotado de una fuerza colosal –los cuernos-, y el número diez simboliza la fuerza humana.

Este personaje espera el nacimiento de un niño –hijo de la mujer, a quien se identifica como el Mesías esperado, con una única intención: devorarlo. La mujer ha de huir del desierto para protegerse. Posteriormente, se da una lucha en el cielo entre el arcángel Miguel –protector de Israel- (Dn 10, 13.21) y este monstruo, donde fue derrotado y arrojado del cielo para siempre. Allí recibió tres nombres significativos: serpiente, la cual es presentada en el relato del Génesis como rival de Dios, teniendo la reputación de conferir la vida, la sabiduría y la inmortalidad; diablo, que etimológicamente significa aquel que divide, queriendo destruir toda alianza; Satanás, que significa acusador o denunciador, quien intenta provocar el pecado y, con este, la ruptura entre el hombre y Dios, para llevarlo hasta la muerte. En consecuencia, estos tres nombres han formado una triple etiqueta, que simbolizan una parodia de la realidad trinitaria.

En conclusión, el dragón representa al extraviador, o sea, a aquel que hace confuso los caminos al viajero y le da las pistas erróneas para que no alcance su destino. Pero a lo largo del relato se verá que sus propósitos fallan y, por ello, se observará en el texto una liturgia de aclamación donde se dice que el poder es de Cristo, aunque existe un lamento, un ay, porque el diablo ha bajado a la tierra.

3.- Género literario.

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Nos encontramos ante un género literario denominado apocalíptico, palabra que significa revelar o desvelar. Este género tiene como características primordiales la pregunta por el fin del mundo, sobre el sentido de la historia y sobre el hombre en el mundo. Asimismo, este libro aúna la profecía, la cartas y el drama. Y concretamente, en este texto, se puede contemplar una narración articulada con un himno.

4.- Dificultades textuales.

Como ya hemos visto en el punto 2 lo sustancial de este texto es la gran lucha dada entre la mujer y el dragón. En la comprensión de este último personaje, gracias a la gran variedad de términos con sus respectivas terminologías, nos hace descartar cualquier tipo de dificultad en su comprensión. Este animal monstruoso es una nítida representación del mal, que ya no está en el cielo, pero que desgraciadamente fue precipitado a la tierra con sus ángeles.

La monumental dificultad la podríamos hallar en la mujer, debido a la diversidad de interpretaciones que se han dado a lo largo de la historia y al poco consenso que existe en la actualidad. Para la elaboración de este trabajo he optado por fundamentarme en exegetas como Ugo Vanni y Xavier Pikaza, autores actuales que tienen desarrollada la hermenéutica del Apocalipsis. Ellos expresan abiertamente que la hipótesis de reconocer a esa mujer como madre de Jesús cae por su propio peso. No obstante, Ugo Vanni es más moderado y advierte posteriormente que, en realidad, toda alusión a Jesús indica implícitamente una alusión a María.

Dado que estos exegetas solo identificaban a la mujer con Eva y sobre todo con Israel, si quisiéramos contemplar otras interpretaciones que actualmente se dan. Podríamos acudir a otro comentario exegético –como el de la editorial Eunsa- para examinar la interpretación que este da. Nos podemos topar, pues, con las dos interpretaciones por las que los autores anteriores apuestan, pero la amplían a otras dos más. Esto lo hace, acudiendo a la Tradición de la Iglesia, sobre todo a la patrística. Mientras que San Bernardo identifica abiertamente este personaje con María; San Gregorio de Nisa, lo hace con la Iglesia. Y para fundamentar aún más estas interpretaciones, el comentario exegético bebe de dos textos de la Constitución Dogmática Lumen Gemtium, cuando especula acerca de la Virgen, después de la Ascensión (nº 59), y cuando contempla a María como Madre de la Iglesia (nº 63)

En mi opinión, comparto la idea de Ugo Vanni cuando dice que el autor del Apocalipsis quiere ir más allá de María, siendo claramente Israel aquello que se quiere simbolizar. Sin embargo, no rechazo que este personaje sea claramente María, que es la nueva Eva, y simboliza así el pueblo de Israel. Creo, por tanto, que ambas ideas no tienen porqué ser disociadas.

En cuanto a la interpretación de la Iglesia, aunque la reflexión teológica haya mantenido que la nueva Israel o Jerusalén es la Iglesia, sostengo parte de la interpretación de Ugo Vanni, pues creo que habría que matizar la hipótesis de que esa mujer sea la Iglesia. El argumento es que Cristo nunca ha podido nacer de la Iglesia, todo lo contrario; la Iglesia es la que ha nacido gracias a Cristo y es ella un medio que apunta hacia Él. No obstante, creo que en el texto aparece la Iglesia, pero en otra situación que conecta con el tema de la persecución,

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que tanto habla el Apocalipsis: la Iglesia es ese resto de la descendencia (12, 17), el cual tendrá que luchar contra la persecución del diablo. Desde mi punto de vista, si de alguna manera podemos identificar a esa mujer con la Iglesia, habríamos de hacerlo en el momento en el cual ya ha nacido ese Hijo, es decir a partir del v. 13, donde la mujer no solamente sería símbolo meramente del pueblo judío, sino que también del pueblo judío converso, es decir, de la Iglesia.

5.- Fuente de la perícopa.

Esta perícopa no se puede analizar de manera aislada, sino que con todo el libro del Apocalipsis forma un amplio conjunto donde convergen: profecía, carta y drama. Por tanto, para referirnos a la fuente de esta perícopa, hemos de observar directamente la fuente de este libro. Esencialmente es un escrito realizado por un profeta cristiano que gozó de gran autoridad en las comunidades de Asia Menor. Los últimos investigadores han descartado que sea un escrito realizado por Juan el Apóstol el hijo del Zebedeo, pero sin embargo si sostiene la tesis de que perteneció a una misma escuela comunitaria. La intención de este escrito es la de alentar frente a la persecución del peligro del mal, que se simbolizara mediante el diablo. Estos peligros se patentaban especialmente en el cansancio de las comunidades causado por la persecución a los cristianos, por parte de los romanos y de los judíos.

6.- Recuersos literarios y estilísticos.

- Temas tradicionales representados en las imágenes, que entrañan una compleja simbología –la angeología y la demonología, el esoterismo, el Mesías, la visión, las calamidades- .

- Referencias cruzadas: se alude de forma implícita a textos veterotestamentarios como el Génesis –Eva, serpiente-; la mujer cuando huye al desierto (Ex 14, 5); antiguas leyendas teológicas como el combate en el cielo (Gn 6). También existe cierta conexión con el Nuevo Testamento.

- Formato poético: con la liturgia oracional.- Paralelismo antitético: el contraste entre la mujer y su hijo con el dragón, clara

referencia a la realidad del bien y del mal.- Los números: siete -perfección, diez –humanidad-, doce –pueblo de Israel-

7.- Vocabulario significativo.

Mujer, sol, luna, doce estrellas, dragón, siete cabezas, diez cuernos, una diadema en cada una de sus siete cabezas, hijo, vara de hierro, Miguel, ángeles, cielo, serpiente, Diablo, Satanás, dos alas de águilas. El significado de este vocabulario lo encontramos en el punto 2.

8.- Estructura.

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Recapitulando las obras de Xavier Pikaza y Ugo Vanni podemos llegar a la siguiente división:

1.- La gran señal o introducción (12, 1-2). Este pasaje es catalogado como texto de transición.

2.- La señal del mal (12, 3). 3.- La presentación del hijo (12, 4-5). 4.- La mujer en el desierto y la batalla (12, 6-9)5.- Liturgia de aclamación. (12, 10-12).6.- El fracaso del dragón. (12, 13-18).

B.- ESTUDIO TEOLÓGICO.

1.- Mensaje y enseñanza.

En este punto trataremos de ver, de manera general, el mensaje teológico que este texto pretende transmitir al lector. Posteriormente se intentará desarrollar, de manera particular, toda esta enseñanza en un único mensaje.

- Comentario general.

Es inmensamente profunda la reflexión teológica de esta perícopa Como en el primer libro de las Sagrada Escritura, se acontece esa aguda lucha entre el bien y el mal. Son dos fuerzas antagónicas que intentan poseer el dominio del Universo. El mal, personalizado en el Dragón, intenta por todos los medios coartar el nacimiento del Mesías y, puesto que no lo consigue, su misión ha sido reducida a intentar que la humanidad no se adhiera a Dios y, de esa forma, dominarla. Pero igual que el Diablo va a querer hacerse presente en la vida humana, en esa mujer –la Iglesia- o en ese resto –la humanidad-, Dios es nos librará de sus villanas garras y nos ofrecerá su amistad.

- Comentario particular.

1.- La gran señal o introducción (12, 1-2). He aquí donde se presenta una introducción del texto y un personaje que va a tener una importancia crucial: la mujer. Todos sus atributos, y especialmente la corona de doce estrellas, nos hace pensar que ella es la representación del pueblo de Israel. Este pueblo ha sido escogido por Dios –atributo del sol- a lo largo de la historia de la salvación. Ahora, la promesa que Dios hizo a través de sus profetas va a verse realizada: el nacimiento del Mesías. Esto unirá el Antiguo con el Nuevo Testamento. Por tanto, Israel, a pesar de las vicisitudes y los dolores que va a provocarle el parto, va a dar a luz.

2.- La señal del mal (12, 3). Pero en el cielo apareció otra señal: un dragón. Él es el rival de Dios, a quien le planta la cara –las siete cabezas- y su realeza se arroga con sus siete coronas. Está dotado de una fuerza monumental –los cuernos- y el número diez simboliza la fuerza humana. Este monstruo ha actuado siempre en la historia de la salvación y, por ende, en las vidas humanas, queriéndole hacer competencia al bien. La actuación de este monstruo

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simboliza el intento de manifestarse en la vida del cristiano, persiguiéndole y estando al acecho.

3.- La presentación del hijo (12, 4-5).

He aquí dónde se presenta el nacimiento del hijo. Él es el Mesías, es decir Jesucristo, y su destino es regir a todas las naciones de la tierra. El símbolo del cetro de hierro tiene una peculiar carga teológica, puesto que simboliza el poder de Cristo sobre todo y, especialmente, sobre todas las naciones de la tierra. Este cetro de hierro simboliza que el poder de Cristo está incluso por encima que el de aquella bestia.

Un elemento que imprime un profundo significado teológico es el esfuerzo que hace esa mujer, o sea Israel, para que ese varón naciera. Le ha costado mucho trabajo, puesto que ha padecido una inmensidad de vicisitudes. Estas las podemos ver reflejada en la larga historia sagrada del pueblo de Israel. Pero, a pesar de las veces que el pueblo se ha apartado de Israel, siempre ha quedado ahí un resto, que ha mantenido una sorprendente esperanza (Is 66, 7). Y ahora, la esperanza se ha visto cumplida y, finalmente, ha nacido el Mesías.

4.- La mujer en el desierto y la batalla (12, 6-9).

Pero ante el acecho del dragón, la mujer tiene que marchar al desierto. Este lugar siempre ha tenido un enorme significado espiritual. Eminentemente, el desierto es un periodo de prueba (Mt 4, 1 –11) que lo experimentó el propio Jesús. Aquí, es utilizado mediante el símbolo numérico de los 1260 días. Pero también el desierto ha de identificarse con un tiempo de transición (Ex 14, 5) y, por consiguiente, de alimento espiritual. Por tanto, Israel necesitaba ser preparada por Dios para librarse del diablo y recibir pues al único que le proporcionará la verdadera vida.

Por otro lado, se presenta una gigantesca y simbólica lucha, dándose dos campos de combate. Por un lado Miguel, cuyo nombre clama indignación, cuya traducción es ¿quién se atreve a pretenderse como Dios? Él es, por antonomasia el arcángel protector de Israel (Dn 10, 13.21). Por otra parte, situaríamos al Dragón, cuyo único objetivo es la aniquilación de Emmanuel para ser el que domine la tierra. De este modo, el combate queda situado en el cielo, como las antiguas leyendas teológicas, y se produce el gran choque de la luz con las tinieblas. La gran carga simbólica y teológica de este ser monstruoso viene expresada en los términos serpiente, diablo, y Satanás, indican la perfecta antítesis de Dios. Pero sin embargo, este acusador es vencido y precipitado fuera del cielo. Aquí se pone de manifiesto la realidad teológica del exorcismo, ejercido por el tribunal de Dios.

5.- Liturgia de aclamación. (12, 10-12).

Ante esto, una voz anónima en forma de coro celebra la victoria de Dios sobre el Diablo; del bien sobre el mal; y de la vida sobre la muerte. Pero esta celebración va mucho más allá ten cuanto a que no solamente afirma que el hombre se ha librado de las garras del mal. Esto es denominado por algunos teólogos como sentido negativo de la salvación. La salvación que va mucho más allá, y de esta manera el hombre alcanza un sentido positivo que sería acampar junto al lado de Dios y disfrutar feliz y alegremente junto a él. Esto es unirnos a Él y entrar en una profunda relación interpersonal.

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No obstante, en esta liturgia se da un lamento; un ay, que significa que el Diablo ha bajado con gran excitación a la tierra, y que está el acecho de todo ser humano.

6.- El fracaso del dragón. (12, 13-18).

Estando, pues, el Dragón en la tierra, y habiendo sido vencido por el propio Emmanuel, siguió persiguiendo a la mujer, que es símbolo del pueblo de Israel y según muchas reflexiones teológicas podría ser símbolo de la humanidad entera, e incluso de la propia Iglesia, tan perseguida en esos momentos. Pero Dios da a la mujer dos alas de águila, que significa la realeza de los espacios celestas, con la finalidad de escapar al desierto y huir nuevamente del fatídico mal, personificado en ese terrorífico monstruo. Ahora, se precisa de otra manera el significado del desierto con la palabra tiempo, ya que el desierto es un momento, como ya hemos indicado más arriba, por el cual hay que pasar para no solamente huir del mal y de todo tipo de tentaciones, sino para encontrar a Dios que es el garante de nuestra felicidad.

Pese a la táctica de la serpiente de lanzar un río de agua en el desierto para ahogar a la mujer –estrategia radicalmente contrapuesta a la del Dios del Éxodo-, la empresa de este monstruo sale mal y Dios socorre a la mujer. Así, irritado ahora el Dragón se fue a hacer la guerra al resto de su linaje. Y es aquí, donde con mayor claridad podríamos interpretar no solamente a la Iglesia sino a toda la humanidad. Ahora el dragón está al acecho del hombre y él es el que tendrá la opción de librarse o de arrojarse a ese cruel peligro.

2.- Mensaje actualizado.

La conclusión más nítida que podemos sacar de esta perícopa es que hoy día sigue actuando ese llamado Dragón. En la presente cultura posmoderna, decir esto pude resultar novelesco, por tanto, teólogos y pastores deberán hacer un ingente esfuerzo para transmitir esta realidad revelada. Esta verdad está incluso revelada, misteriosamente, en el escenario de la cultura. Exponentes de ello son El Señor de los anillos (R. Tolkien) y la trilogía Crónicas de Narnia (W. Lewis), literatura llevada al cine recientemente, donde se nos presenta al humano en la encrucijada del bien y del mal.

Cuanto más se abrace el hombre al mal, aunque aparentemente parezca muy seductor, el corazón humano acumulará una descomunal suciedad que va a ser reflejada en la propia vida. Esto es lógico que suceda, pero contamos con la gran ayuda de Jesucristo, quien se ha encarnado para ofrecernos su mano y para sacarnos de esa suciedad. Esta redención de Jesús no solamente supone un asegurarse y estar protegidos frente al mal, sino que comprende la vivencia de la auténtica y genuina felicidad. En el Señor de los anillos, Frodo, experimenta esto hasta tal magnitud que emprende una lucha contra el poder del mal y, como un portentoso discípulo del bien, consigue derrotarlo para que nadie lo experimente y en todo ser acampe la felicidad.

BIBLIOGRAFÍA:

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- Ugo Vanni, Apocalipsis,Verbo Divino, Estella 1980. - Ugo Vanni, Lectura del Apocalipsis. Hermenéutica, exégesis, teología, Verbo

Divino, Estella 2005.

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