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Aprender a Conversar 2

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Habilidades sociales

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Hablar en cualquier tipo de reunin social o de trabajo resulta sencillo para la mayora de las personas, aunque no siempre lo hagamos de forma correcta

Hablar en cualquier tipo de reunin social o de trabajo resulta sencillo para la mayora de las personas, aunque no siempre lo hagamos de forma correcta. En algunas ocasiones hablamos sin preocuparnos demasiado por el vocabulario utilizado y por como decimos las cosas. Deca el Seor Carnegie en una de sus conferencias: "que la capacidad de hablar bien es el camino ms corto hacia la distincin de una persona". Debemos preocuparnos de lo que decimos.

Antes de hablar, hay que pensar lo que se va a decir. Algo que se dice no tiene marcha atrs (al igual que la flecha disparada no se puede parar). Debemos dirigirnos al resto de forma educada y cordial, procurando no hablar de personas que no estn presentes (y mucho menos si es para hablar mal de ellos). Hablaremos de forma pausada, clara, sin alzar demasiado la voz. La voz es algo innato en nosotros pero educarla es solo cuestin de disciplina.

No es lo mismo mantener una conversacin entre dos personas que hablar en un grupo o corrillo. Una conversacin entre dos personas suele ser ms seria e incluso ms personal. Una conversacin en grupo suele tener un carcter ms social y hablar de temas comunes de trabajo, aficiones o temas de actualidad. Aunque veremos ms en profundidad en el tema temas de conversacin.

Un buen conversador no solo habla, sino que tambin sabe escuchar. Una conversacin no es un monlogo. Deje hablar, aunque el tema le sea muy interesante o sea un autntico experto en la materia. Tampoco hable en exceso de si mismo. Hable de temas que interesen a sus interlocutores. Si sabe hablar y escuchar crear un buen clima para una perfecta conversacin entre todos los presentes.

En algunas conversaciones nos podemos encontrar con gente excesivamente reservada o tmida. Lo mejor que podemos hacer es tratar de involucrarlo en la conversacin, para que se sienta integrado. Evite que haya personas aisladas en una conversacin. La mayora de los tmidos son grandes y prudentes conversadores, solo hay que darles una oportunidad. Procure tantearle para conocer los temas que le resultan de inters. Haga todo lo posible para evitar no dejar al margen a nadie en ninguna conversacin.

Las conversaciones se pueden desarrollar en distintos ambientes: entre amigos que no suelen presentar ningn problema al ser todos bien conocidos. De trabajo: en este tipo de conversaciones se suelen tratar temas profesionales, no dando lugar, salvo pequeos incisos, a temas o ancdotas personales. Almuerzos y cenas: depender mucho del tipo de celebracin y de los invitados que tengamos cerca. Pero nunca se habla solamente con vecinos de mesa (la derecha y la izquierda). Si la mesa lo permite se har una conversacin general para todos.

Cuidado si acudimos con nuestra pareja.

No podemos conversar solamente con ella, sera una descortesa. Adems que pasara si todo el mundo hiciese lo mismo ?. Por eso el Protocolo no sienta nunca juntos a las parejas, trata de "dividirlas" para integrarlas en el grupo. Si ve que nadie comienza la conversacin puede lanzar alguna "sonda" para averiguar cual puede ser un buen tema a tratar ( temas de conversacin). En todo caso, el anfitrin deber ser quien procure iniciar la conversacin. Y si hay varios grupos hacer lo mismo en los que pueda o los que vea poco activos.

Para ser un correcto conversador respete unas reglas bsicas tales como: respete la opiniones ajenas, aunque no est de acuerdo con ellas. Rebtalas pero no descalifique. Procure sonreir y mostrarse amable con todos sus interlocutores, mirando a todos ellos. No viole su intimidad con preguntas o alusiones demasiado personales. Tampoco monopolice la conversacin. Hay que escuchar a todas las personas. No hable de forma contnua sobre usted, sus logros o lo que tiene, y mucho peor, no haga de menos a nadie. En definitiva respete las mnimas normas de cortesa y buena educacin.

Aprender a conversar

"Con-versar" equivale a versar juntos sobre un mismo tema, asunto o argumento. La conversacin -el dilogo- es de dos, o ms. Pero juntos y sobre una misma cosa. Si hay dos o ms hablando de cosas distintas ya no estamos en una conversacin ni en un dilogo, sino quiz en una olla de grillos, o tal vez, ms probablemente, como con su habitual buen humor seala Jos Luis Olaizola, estemos metidos en una tertulia de espaoles.

En estos tiempos que corren suele suceder que o renes o te renen. La reunin es un deber frecuente. Y esto es muy bueno cuando de veras la reunin es lo que su nombre parece indicar: "re-unir", unir de nuevo -es de suponer- para estar ms unidos que antes.

No siempre, sin embargo, se incrementa la unidad en las reuniones, incluso las pensadas para estrechar vnculos, enriquecer ideas, comprender un poco ms a los otros, cooperar al bien comn de la sociedad.

Por qu esos fracasos, al menos aparentes? No siempre, o casi nunca se debe a complejidad de los problemas que se debaten. Tengo para m que casi siempre o muchas veces se debe a la complejidad de las conciencias.

El orgullo fue la causa de la confusin que se produjo en Babel. Juan Pablo II afirma que estamos en una civilizacin bablica. A menudo no nos entendemos, aun exponiendo ideas muy simples. Oscar Wilde deca -muy suyamente- que a ingleses y norteamericanos una misma lengua los separaba. Hablamos en el mismo idioma de cosas sencillas, y sin embargo a veces no nos entendemos. Por qu?

En su divertido pero serio libro "Lo malo de lo bueno", Paul Watzlawick aporta una posible respuesta: precisamente la misma lengua produce la impresin de que el otro tiene que ver la realidad evidentemente "tal como es, es decir, tal como yo la veo". Y si sucede que no lo ve as, entonces es que est loco o es un malvolo.

Tambin ofrece Watzlawick el ejemplo histrico contado por John Locke en su "Ensayo sobre el entendimiento humano": En una reunin de mdicos ingleses muy eruditos se discuti durante largo tiempo si en el sistema nervioso fluye algn "liquor". Las opiniones divergan, se pusieron los argumentos ms diversos y pareca imposible de todo punto llegar a un consenso. Entonces Locke pidi la palabra y pregunt si todos saban con exactitud lo que entendan por la palabra "liquor". La primera impresin fue de sorpresa: ninguno de los asistentes crea no saber en detalle lo que se estaba debatiendo y tomaron la pregunta de Locke casi por frvola. Pero al fin se acept la propuesta, se entretuvieron en fijar la definicin del trmino, y pronto cayeron en la cuenta de que el debate haba pasado a versar sobre el significado de la palabra. Unos entendan por "liquor" un lquido real (como agua o sangre) y por esto negaban que en los nervios fluyera algo as. Otros interpretaban la palabra en el sentido de fluido (de una energa, cosa parecida a la electricidad) y en consecuencia estaban convencidos de que por los nervios fluye un "liquor". Se explicaron las dos definiciones, convinieron en elegir la segunda y en breve tiempo finaliz el debate con un acuerdo unnime.

Tambin Paul Watzlawick recuerda la tcnica de Anatol Raport para solucionar problemas: en caso de conflicto, en vez de que cada partido d su propia definicin del problema, el partido "A" debe exponer de un modo exacto y detallado la opinin del partido "B", hasta que ste (B) acepte la exposicin y la declare correcta. Despus, el partido "B" ha de definir la opinin de "A" de un modo que resulte satisfactorio a ste (A). Dice Watzlawick que aplicando esta tcnica sucede no pocas veces que una de las dos partes en litigio diga asombrada a la otra: "Nunca hubiese pensado que usted pensara que yo pienso as".

El mtodo quiz parezca lento. Pero es ms eficaz discutir sin saber exactamente cul es el objeto del que se est hablando? No convendra reimplantar los antiguos estudios de Dialctica, en el sentido clsico de la palabra, como arte de discurrir o argumentar correctamente?

Quiz sea verdadero todava el diagstico de Eugenio d"Ors: "la ms grande limitacin de la gente hispana estriba en algo vergonzoso, en algo que es, por definicin, un vicio de esclavo: en la incapacidad especfica para el ejercicio de la amistad". A ella se le aade un corolario -que de la misma enfermedad se deriva- y que llama "una suerte de trgica ineptitud para el dilogo".

Vale la pena no arrojar la toalla y cultivar sin desmayos "el santo dilogo, hijo de las nupcias de la inteligencia con la cordialidad". A mi me sirve de examen de conciencia el tambin d"orsiano "Declogo para todo dialogante":

I. Escucha a todos, sobre todas las cosas.II. Honrars la educacin que has recibido.III. No desears atropellar la palabra de tu prjimoIV. No te acalorars.V. No equivocars.VI. No pronunciars palabras agresivas.VII. No desears tu monlogo frente al prjimo.VIII. Celebrars la inteligencia de los dems.IX. No dialogars en vano.X. Vence en el dilogo, pero convence.

UN EJEMPLO A IMITAR (SUCEDIDO EN LA CARCEL MODELO DE MADRID)

Por contrarse con nuestro ancestral proceder, es significativo el episodio sucedido entre los aos 1932 y 1933 en la Crcel Modelo de Madrid. All haban ido a parar jvenes "rebeldes" del intento de sublevacin militar del 1 de agosto de 1932, protagonizada en Sevilla por el general Sanjurjo. En enero de 1933 fueron ingresados en la misma crcel algunos anarcosindicalistas pertenecientes a unos grupos que haban asesinado a varios guardiaciviles.

A unos y a otros les hicieron compartir el mismo patio, cosa que disgust profundamente a los primeros, que mantuvieron con los recin llegados una agresiva distancia. Cuenta Peter Berglar, en su interesante biografa "Opus Dei. Vida y obra del Fundador Josemara Escriv de Balaguer" (pp. 133-134), que el beato Josemara iba a visitar con frecuencia a aquellos jvenes -sin que le preocupara "significarse" y ser fichado por la polica-; conversaba con ellos, en grupos o ms personalmente y en el sacramento de la penitencia, siempre a travs de la reja del locutorio de presos polticos, sin hacer distincin entre personas "de derechas" y "de izquierdas". "En contra de las tendencias reinantes -dice el historiador- que pretendan obligar "en conciencia" a todos los catlicos a apoyar un determinado partido, pona de relieve que tambin los catlicos tienen derecho a la libertad poltica, siempre y cuando permanezcan fieles a la doctrina de la Iglesia" (Ibid., p. 134)

Pues bien, como consecuencia de estas conversaciones, unos y otros decidideron jugar al ftbol juntos, en equipos "mixtos", "y jugar con ilusin y con correccin, lo que, desde el punto de vista humano, dara mejores resultados que largas discusiones en un ambiente de disputa" (Ibid., p. 134).

Era vivir a la letra el punto 953 de Forja: "Cuando el cristiano comprende y vive la catolicidad, cuando advierte la urgencia de anunciar la Buen Nueva de salvacin a todas las criaturas, sabe que -como ensea el Apstol- ha de hacerse "todo para todos, para salvarlos a todos"".

"La propaganda cristiana no necesita provocar antagonismos, ni maltratar a los que no conocen nuestra doctrina. Si se procede con caridad -"caritas omnia suffert!", el amor lo soporta todo-, quien era contrario, defraudado de su error, sincera y delicadamente puede acabar comprometindose. -Sin embargo, no caben cesiones en el dogma, en nombre de una ingenua "amplitud de criterio", porque, quien as actuara, se expondra a quedarse fuera de la Iglesia: y, en lugar de lograr el bien para otros, se hara dao a s mismo" (Surco 939). "No se puede ceder en lo que es de fe: pero no olvides que, para decir la verdad, no hace falta maltratar a nadie" (Forja 959). "El error no slo oscurece la inteligencia, sino que divide las voluntades. -En cambio, "veritas liberabit vos" -la verdad os librar de las banderas que agostan la caridad" (Surco 842).

Los defectos nunca son un timbre de gloria o una manifestacin de "personalidad". Al revs, son manifestacin de una personalidad defectuosa o deficiente. Por eso me parece que ganamos mucho cuando vamos desprendindonos de la arrogancia de postura o de la intemperancia de lengua, que si bien nos han llegado con la herencia, podemos vencer con nuestra personal libertad y la ayuda de Dios, que nunca falta.