8
APRENDIZ DE SEDUCTORA Michelle Marcos Traducción de Scheherezade Surià Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 5

Aprendiz de seductora

Embed Size (px)

DESCRIPTION

First chapter of one of my translated books

Citation preview

Page 1: Aprendiz de seductora

APRENDIZ DE SEDUCTORA

Michelle Marcos

Traducción de Scheherezade Surià

Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 5

Page 2: Aprendiz de seductora

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de lacubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningúnmedio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin la autori-zación escrita de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual.

Título original: Wickedly Ever AfterTraducción: Scheherezade Surià López

© 2009 Michelle Marcos. Reservados todos los derechos© 2010 ViaMagna 2004 S.L. Editorial ViaMagna. Reservados todos los derechos.© 2010 por la traducción Scheherezade Surià López. Reservados todos los derechos.

Primera edición: Mayo 2010

ISBN: 978-84-92967-19-3

Depósito Legal: M-19738-2010

Impreso en España / Printed in Spain

Impresión: Brosmac S.L.

© [email protected]

Editorial ViaMagnaGran Vía de Carlos III, 84Entresuelo 3ªBarcelona, 08028www.editorialviamagna.comemail: [email protected]

Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 4

Page 3: Aprendiz de seductora

Prólogo

No tenía aún veinte años y se estaba muriendo.Yacía en una calle de Londres cuyos adoquines mojados

estaban impregnados del perfume del tiempo. Vacía e inhós-pita, la fría noche se hacía eco de su soledad.

No todo el mundo lo echaría de menos. Al menos, nola mayoría de mujeres y algunos hombres respetables.

Pero en su día lo amaron hombres de riqueza e influencia,hombres de alta cuna y bajas pasiones. Y él les había correspon-dido… por un precio adecuado.

Se hallaba en un lugar que había exhalado el alientodel placer. En sus salones, las reinas del ocio se reunían,dispuestas a hacer realidad las fantasías de los hombres. Ensus habitaciones, el placer se buscaba y se obtenía. Entre susmuros, las mujeres dominaban a los hombres.

Pero le había llegado la hora. El cartel de «SE VENDE»estaba clavado sobre la puerta.

El Imperio del Placer había disfrutado de su último cliente.Como una cama sin hacer después de una noche de

pasión, el burdel yacía ahora desolado y olvidado. Sábanasblancas cubrían los muebles, las ventanas estaban cerradas yla puerta, antaño siempre abierta, tenía la llave echada. Lascortesanas hacía tiempo que se habían ido; los clientes sehabían esfumado. Habían desaparecido todas las personasalegres de vida disoluta…

9

Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 9

Page 4: Aprendiz de seductora

Pero él se negaba a marcharse. Como el cartel de maderaque se balanceaba en un clavo oxidado, también en su vidasentía esa oscilación típica de un péndulo. Como sucedía conlas mujeres despechadas, el Imperio del Placer no permaneceríacallado por mucho tiempo.

Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 10

Page 5: Aprendiz de seductora

Uno

En dos ocasiones, Athena McAllister pensó que habíaencontrado al hombre de su vida.

La primera vez que ocurrió tenía quince años. Él teníadieciséis, el pelo rubio y era muy apuesto. Era el hijo de unvizconde que estaba de vacaciones de un internado en el ex-tranjero. Estuvo hablando con ella con educación, como debeser en un joven caballero pero, por encima de su melena peli-rroja, miraba a una jovencita más hermosa en el baile.

A los diecinueve conoció a otro hombre, un vizcondehecho y derecho. Tenía veinte años, era rubio y atractivo y notuvo más que palabras de admiración por el intenso color desu pelo. Le habló de sus viajes a Italia y a América, y cuandoempezó a sonar la música, rodeó sus generosas curvas y se fuea bailar con una muchacha más linda en el baile.

Por lo tanto observaba, no sin cierta inquietud, al rubioy atractivo Calvin Bretherton, cuyas maneras y atuendo indi-caban generaciones de la riqueza de la que ella ahora carecía.A los veintiocho, a Athena ya se le había pasado la edad casa-dera y todo el mundo esperaba que viviera su vida en unacierta penuria aristocrática. Pero el conde iba buscando unaesposa y Athena sucumbió a esa esperanza frustrante a la vezque persistente de que quizá él fuera su última oportunidadde casarse bien o de casarse a fin de cuentas.

11

Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 11

Page 6: Aprendiz de seductora

Hester miró a su amiga mientras le daba una copade vino.

—Tienes la mirada de un gato que acaba de ver a unpajarillo confiado. ¿A quién miras?

Athena le dio un sorbo y el vino le dejó en la boca, quenotaba algo seca, un estallido de dulzor.

—A nadie.Hester frunció los labios mientras echaba un vistazo al

grupo de hombres que había en la sala de baile.—Ahí está el general Thomason, lord Ryebrook, el

obispo… no puede ser el obispo.Athena sonrió y puso los ojos en blanco.—Detrás de él.Hester entrecerró los ojos.—Mmm. Lord Stockdale. Muy apuesto, sí señor.

Conozco mucho a su familia. Es el ojito derecho de su ma-dre, ¿sabes?

Athena sonrió, satisfecha.—Seguro que es el ojito derecho de muchas mujeres.Hester soltó una carcajada.—Siempre he tenido debilidad por los hombres de ojos

azules. Sentémonos. Quizá se acerque y se presente.Athena tomó asiento al lado de su amiga en el conjunto

de butacas dispuestas junto a la chimenea —el rincón delpopurrí, como lo llamaba ella— donde se reunían viudas,solteronas y otras mujeres marchitas. Sonrió sin mucho afánal escuchar la conversación entre la baronesa Basinghall, unamujer rotunda, y su última hija soltera, una muchacha igualde aburrida que su madre, que versaba sobre qué tés eran lamejor cura para los dolores de cabeza y cómo hacer cataplasmaspara los juanetes.

Pero ella seguía mirando al objeto de su cada vezmayor anhelo. Entonces Calvin echó la cabeza hacia atrás y serió por algo que había dicho el general. Ella sonrió. Las mejillasse levantaban sobre una hilera de dientes blancos y perfectos

12

MICHELLE MARCOS

Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 12

Page 7: Aprendiz de seductora

y, por un instante, Athena imaginó que era a ella a quiensonreía. El abrigo Burdeos se le ajustaba al cuerpo como unasegunda piel y dejaba prácticamente al descubierto unos bra-zos largos y musculosos que la harían sentir en el séptimocielo si la abrazasen. Y esos ojos azul celeste, tan carismáticosy hermosos, mirándola con deseo… Athena espiró, gozandode ese placer que imaginaba.

De repente, Calvin miró en su dirección y el corazón ledio un vuelco. El sueño se hizo realidad cuando se separó delgrupo de hombres y empezó a acercarse a ella. Al verle andarle pareció que el tiempo discurría con mayor lentitud y se leaceleraba el pulso. Nerviosa, respiraba entrecortadamente.

Él sonrió aún más al acercarse y Athena parpadeó tímida-mente. Era increíblemente delicioso… como una porción depastel de mazapán. Toda la seguridad se hacía añicos bajo esahermosa mirada. Su habitual presunción de que no necesitabaa ningún hombre, sobre todo dirigida a las matronas más pe-sadas, se evaporaba con la llama de la expectativa a medidaque el cuerpo perfecto de Calvin se le iba acercando.

Y en un abrir y cerrar de sus tímidos ojos verdes, elcuerpo perfecto de Calvin pasó de largo. Se detuvo frente a dosmuchachas, francesas y esbeltas, que había al otro extremo dela sala de baile y les hizo una reverencia.

A Athena se le partió el corazón. De adolescente, quela ignoraran de esa forma habría destruido su frágil confianzadurante meses. Pero ahora era una mujer. Su confianza ya nose basaba en la belleza. Al fin y al cabo era una mujer culta einteligente. Si Calvin Bretheton se dignara a hablar con ella,quizá pudiera convencerle de que era digna de su atención.

—Por favor, excúsenme, señoras. —Athena dejó lacopa en una mesa y se levantó.

—¿Dónde vas? —susurró Hester.—Como él no viene hacia mí, yo iré hasta él.Hester se le plantó en frente y le bloqueó la salida.

13

APRENDIZ DE SEDUCTORA

Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 13

Page 8: Aprendiz de seductora

—¿Estás loca? ¡No puedes ir hasta un hombre y pre-sentarte! ¡No deberías ser tan atrevida!

—No tengo esperanzas de pescar un marido si me quedopegada a la pared como una fregona vieja.

—Athena, hace mucho que no asistes a un baile enLondres. Existen ciertas reglas de conducta a las que debes ce-ñirte. Tienes que comportarte con el decoro que corresponde a tuedad y a tus estrecheces.

—Oye, con ese comentario me haces parecer una mulade carga. Aún queda vida en mi interior, Hester.

Hester frunció el ceño y sus delicadas cejas negrasmientras miraba alrededor, nerviosa.

—Solamente te pido que pienses en lo que pueda decirluego la gente. Para alguien como tú, la línea que separa lasolterona de la prostituta es muy borrosa.

Athena suspiró. Hester tenía razón: la reputación eraalgo importantísimo. Como solterona, al menos la invitaban afiestas como ésa. Si perdía la baza de la respetabilidad, la vidasería mucho más solitaria. Las buenas maneras dictaban quese sentara en silencio, en compañía de otras damas viudas,solteras y sin compañía hasta que un caballero se le acercara.Ocurría muy pocas veces y nunca era el hombre al que queríaconocer de verdad. Y ésa había sido su suerte en la vida…condenada por la decencia y la falta de experiencia.

Observó a las dos hermanas morenas que hechizaban aCalvin con su sonsonete de acento francés. Mientras las da-miselas parpadeaban y se reían con coquetería tras sus abanicosde madreperla, ella estaba sentada en el grupo de mujeresvestidas de negro y con los pies llenos de juanetes.

Prostituta sería, pues.Ojalá.

Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 14