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APUESTA POR EL VALOR DE USO. POTENCIA Y CONFIGURACIÓN HISTÓRICA. APROXIMACIONES A LA ARQUITECTÓNICA DEL PENSAMIENTO DE BOLÍVAR ECHEVERRÍA Resumen: En este ensayo, producto de una investigación en curso sobre la obra de Echeverría y sus derroteros hacia el horizonte de una modernidad no capitalista, nos detenemos en lo que consideramos el fundamento de la arquitectónica de su pensamiento, que centramos en el lanzamiento de un concepto orgánico de “cultura” vinculado con la problemática que desarrolla desde Marx sobre la “forma social -natural”, para reconocer las contradicciones esenciales de la forma de ser del ser social. Nos referimos a su teoría de los ethe de la modernidad, pero sólo para indagar en este posicionamiento las claves de lo que llamamos los anclajes de una modernidad no capitalista. Particularmente, nuestra lectura de su obra quiere relevar la politicidad que ella contiene al poner en el centro de la discusión teórica la tensión entre valor de uso-valor que se valoriza, que desplaza sin omitirla- la contradicción trabajo-capital del centro del paradigma de la crítica de izquierda y de la idea de revolución. La insistencia en la persistencia del valor de uso, de las dimensiones cualitativas del mundo de la vida, con y a pesar del dominio del valor nos parece una clave central. Queremos pues, orientar nuestro pensar, ahí donde descubrimos esa persistencia. Palabras clave: valor de uso, forma natural, ethos histórico, riqueza social, modernidad no-capitalista Hablamos de la necesidad de recuperar y reasumir nuestra tradición; de volver a buscar en la multifacética obra de Marx y en la variadísima producción de los marxistas del siglo XX los trazos fundamentales y los elementos que pueden ser revividos en una reconstrucción abierta del discurso crítico sobre la vida moderna… Bolívar Echeverría, “Modernidad y revolución” La invectiva generalizada contra el marxismo dogmático o heterodoxo durante la segunda mitad del siglo XX fue acompañada del desarrollo de lo que hoy se reconoce como teoría cultural. 1 La teoría cultural intentó dominar el lugar de la crítica, como alternativa discursiva que respondía a las necesidades sociales del mundo occidental, exacerbadas después del multiforme 68. Considerar “otros” elementos de la organización de la vida social se convirtió en un postulado, en especial la atención por la diferencia y por las formas singulares de existencia. La teoría cultural abría horizontes epistemológicos cerrando caminos para entender y transformarlas formas de vida en el capitalismo. La omisión de la crítica de la economía política dejaba coja a la teoría cultural, al no hacer mención de la “dimensión material” de la existencia y sólo centrarse en la “dimensión simbólica”. Los marxismos críticos respondieron y actualizaron la tradición de análisis cultural inaugurada por Lukács, Gramsci, Benjamin, Bloch, Kósik, Korch, entre otros, quienes construyeron interpretaciones de la realidad social mediando las dimensiones económicas y culturales. A esta respuesta se sumaron viejos marxistas y una nueva generación de pensadores críticos, que intentaron hacer un cruce entre la crítica de la economía política y la crítica cultural, rescatando una larga tradición e inaugurando una nueva. 2 Este doble proceso, de recuperación y creación, se hizo en diálogo con otras teorías y filosofías, distantes del materialismo histórico. 3 1 La tensa relación entre teoría cultural y marxismo ha sido ampliamente explicada (Anderson, 1986), (Jameson, 1998) y (Eagleton, 2005). 2 Por ejemplo, Herbert Marcuse o Henri Lefebvre. Al mismo tiempo surgía una generación de críticos culturales como Raymond Williams, E.P. Thompson, Stuart Hall, Fredric Jameson. 3 La cualidad autocrítica del marxismo lo que lo hace una teoría vigente, particularmente por su capacidad de dialogar con otras formulaciones teóricas para autocompletarse, como en su momento fue el psicoanálisis, la lingüística, la teoría literaria, etc. (Anderson, 1979) Uno de los diálogos más difíciles, pero a la vez más productivos fue con la filosofía de Martin Heidegger, aparentemente contrapuesta a la teorización marxista. Fueron pensares como Karel Kosik o Lucien Goldman quienes lograron hacer este diálogo para ampliar los caminos de la crítica al capitalismo.

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Inclan, Linsalata, Millan, sobe la obra de Bolívar Echeverría

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  • APUESTA POR EL VALOR DE USO. POTENCIA Y CONFIGURACIN HISTRICA. APROXIMACIONES A LA ARQUITECTNICA DEL PENSAMIENTO DE BOLVAR ECHEVERRA Resumen: En este ensayo, producto de una investigacin en curso sobre la obra de Echeverra y sus derroteros hacia el horizonte de una modernidad no capitalista, nos detenemos en lo que consideramos el fundamento de la arquitectnica de su pensamiento, que centramos en el lanzamiento de un concepto orgnico de cultura vinculado con la problemtica que desarrolla desde Marx sobre la forma social-natural, para reconocer las contradicciones esenciales de la forma de ser del ser social. Nos referimos a su teora de los ethe de la modernidad, pero slo para indagar en este posicionamiento las claves de lo que llamamos los anclajes de una modernidad no capitalista. Particularmente, nuestra lectura de su obra quiere relevar la politicidad que ella contiene al poner en el centro de la discusin terica la tensin entre valor de uso-valor que se valoriza, que desplaza sin omitirla- la contradiccin trabajo-capital del centro del paradigma de la crtica de izquierda y de la idea de revolucin. La insistencia en la persistencia del valor de uso, de las dimensiones cualitativas del mundo de la vida, con y a pesar del dominio del valor nos parece una clave central. Queremos pues, orientar nuestro pensar, ah donde descubrimos esa persistencia.

    Palabras clave: valor de uso, forma natural, ethos histrico, riqueza social, modernidad no-capitalista

    Hablamos de la necesidad de recuperar y reasumir nuestra tradicin; de volver a buscar en la multifactica obra de Marx y en la variadsima produccin de los marxistas del siglo XX los trazos fundamentales y los elementos que pueden ser revividos en una reconstruccin abierta del discurso crtico sobre la vida moderna Bolvar Echeverra, Modernidad y revolucin

    La invectiva generalizada contra el marxismo dogmtico o heterodoxo durante la segunda mitad del siglo XX fue acompaada del desarrollo de lo que hoy se reconoce como teora cultural.1 La teora cultural intent dominar el lugar de la crtica, como alternativa discursiva que responda a las necesidades sociales del mundo occidental, exacerbadas despus del multiforme 68. Considerar otros elementos de la organizacin de la vida social se convirti en un postulado, en especial la atencin por la diferencia y por las formas singulares de existencia. La teora cultural abra horizontes epistemolgicos cerrando caminos para entender y transformarlas formas de vida en el capitalismo. La omisin de la crtica de la economa poltica dejaba coja a la teora cultural, al no hacer mencin de la dimensin material de la existencia y slo centrarse en la dimensin simblica.

    Los marxismos crticos respondieron y actualizaron la tradicin de anlisis cultural inaugurada por Lukcs, Gramsci, Benjamin, Bloch, Ksik, Korch, entre otros, quienes construyeron interpretaciones de la realidad social mediando las dimensiones econmicas y culturales. A esta respuesta se sumaron viejos marxistas y una nueva generacin de pensadores crticos, que intentaron hacer un cruce entre la crtica de la economa poltica y la crtica cultural, rescatando una larga tradicin e inaugurando una nueva.2 Este doble proceso, de recuperacin y creacin, se hizo en dilogo con otras teoras y filosofas, distantes del materialismo histrico.3

    1La tensa relacin entre teora cultural y marxismo ha sido ampliamente explicada (Anderson, 1986),

    (Jameson, 1998) y (Eagleton, 2005). 2 Por ejemplo, Herbert Marcuse o Henri Lefebvre. Al mismo tiempo surga una generacin de crticos

    culturales como Raymond Williams, E.P. Thompson, Stuart Hall, Fredric Jameson. 3 La cualidad autocrtica del marxismo lo que lo hace una teora vigente, particularmente por su capacidad de dialogar con otras formulaciones tericas para autocompletarse, como en su momento fue el psicoanlisis, la lingstica, la teora literaria, etc. (Anderson, 1979) Uno de los dilogos ms difciles, pero a la vez ms productivos fue con la filosofa de Martin Heidegger, aparentemente contrapuesta a la teorizacin marxista. Fueron pensares como Karel Kosik o Lucien Goldman quienes lograron hacer este dilogo para ampliar los caminos de la crtica al capitalismo.

  • Este debate se ensombreci en Europa por el fracaso del 68 y el triunfo de la socialdemocracia. La amarga derrota del 68 europeo no se vivi en otras latitudes, el llamado tercer mundo viva un distinto proceso emancipatorio, los triunfos de los movimientos de descolonizacin y de las revoluciones sociales locales permitan mirar desde otra perspectiva. Hasta la dcada de los aos 80 el mundo no europeo experimentar la derrota, al mismo tiempo que el mundo viva la cada del bloque sovitico.

    La produccin intelectual marxista no europea antes que pensar en reformas polticas pensaba en la construccin real de alternativas, conjuntando la crtica a la economa poltica y la crtica a las formas de dominacin cultural, ledas en clave histrica. Se asumi que toda emancipacin social es una emancipacin cultural, sin sta slo haba ejercicios burdos e incompletos. Esta forma de mirar lo cultural estaba marcada por la necesidad de transformar lo real, ms all de simplemente criticarlo. Para tal efecto era necesaria una teorizacin de la vida cultural que no se limitara a la problematizacin de la diferencia, para incidir en la metamorfosis de las formas de socialidad para prefigurar mundos no-capitalistas.

    Podemos ubicar al pensamiento de Bolvar Echeverra en el cruce de necesidades histricas que plante a la teora crtica establecer su distancia tanto del socialismo real como de la modernidad capitalista, para dar respuesta al reto poltico que de su poca, como un intento de construir una teora que permitiera criticar la realidad capitalista al mismo tiempo que proyectar alternativas. Su pensamiento rescata los marxismos crticos y suma a ellos otras aproximaciones analticas para entender el mundo moderno, en un cruce de la crtica entre la economa poltica y la crtica cultural. La crtica de la economa poltica como punto de partida

    El legado del pensamiento de Bolvar Echeverra es doble: radica tanto en su contenido preciso, por lo que dice de la modernidad y lo que est en juego en el tiempo presente, como en el cmo lo dice, los sus recursos analticos y de enunciacin que pone en juego, por la arquitectnica de su pensamiento. En respuesta a las demandas histricas de una poca, construye un entramado analtico que se extiende ms all de las necesidades que le dieron origen, gracias a su creatividad y a la forma en la que elabora problemas analticos.

    Esto le confiere a su crtica de la modernidad una densidad particular, que despliega la clave heurstica presente en la obra de Marx, en dilogo con otras formulaciones analticas, como la antropologa, la lingstica, la historia. Su politicidad viene de un desplazamiento que ocurre al poder de la discusin la tensin entre valor de uso y el valor que se valoriza. Sin omitir, la contradiccin capital-trabajo del centro del paradigma de la crtica marxista y de la misma idea de revolucin. Este desplazamiento coloca a la crtica en el valor de uso, en el mundo cualitativo de la vida y las diversas formas culturales que le dan vida. Este trnsito permite dos cosas: 1) no reducir la problemtica ni la actualidad de la revolucin a un determinado sujeto histrico; y 2) no perder el anclaje de la crtica a la modernidad capitalista, lo que le permitir decir en el momento de radical desorientacin de la izquierda, que ella se encuentra donde se defiende el valor de uso. Este esfuerzo intelectual buscaba ser un aporte a la reconstruccin de esa concepcin de la forma natural de las cosas como valor de uso, concepcin implcita en la crtica de la economa poltica y sin cuyo esclarecimiento ella queda incompleta y en muchos sentidos enigmtica. (Echeverra, 1998: 155) La insistencia en la persistencia del valor de uso, de las dimensiones cualitativas del mundo de la vida, con y a pesar del dominio del valor valorizado, es una clave central en su pensamiento, que le permite formular problemas analticos de las mltiples dimensiones de la realidad social.

    Es en ese desarrollo, que va del entendimiento profundo de la dinmica del capital a la comprensin de las formas culturales que le acompaan, donde se despliega la intencionalidad crtica de la obra de Echeverra. Para ello construye una teora general de la cultura que es al mismo tiempo una teora de la reproduccin social, que le permite entender lo que conecta y

  • articula a las diferencias histricas, lo que hay de comn en las formas humanas de existencia.4 Este procedimiento recupera la materialidad de lo social en su totalidad-prctica, como una relacin entre physis e hybris, entre objetualidad y significacin mltiple, y no como un agregado de mbitos. Esto va ms all del afn inter o trans disciplinario, es una verdadera indisciplina frente a la academia, que logra recuperar para el proceder crtico la totalidad orgnica el ser social, evidenciando lo que recorre y anuda los distintos mbitos bio-socio-simblicos, sin reduccionismos. En su criticidad desencubre una serie de contradicciones de la multidimensionalidad de la vida social, y logra articula dinmicamente lo que se suele mirar como parcializado y separado: economa, poltica, cultura, sujetidad social. En este procedimiento crtico construye una nocin de historicidad que permite reconstruir el nudo gordiano de la contradiccin y ambigedad social, sin determinismo alguno. Historia y crtica: Benjamin y Marx

    La teora general de la cultura presupone una teora de la historia, que tiene como principio entender al presente como un tiempo histrico en disputa. Histrico en tanto sntesis de mltiples temporalidades, reales o potenciales, existentes o deseables, en las que se juega la construccin de formas de socialidad en las que se desplieguen o cancelen las potencias creativas de lo humano. Condicin que no es exclusiva del presente capitalista, pero que en la crisis civilizatoria que enfrenta este sistema social se hace ms aguda, la disputa por el presente es tambin una disputa por los pasados que contiene.5

    Para describir el lugar de enunciacin que permea la obra de Bolvar Echeverra, y siguiendo su mtodo para leer el presente, se puede usar la metfora del afuera del adentro. El presente es visibilizado en este discurso crtico con un cierto grado de in-actualidad, que resulta de la paradjica actualidad de mltiples pasados en el tiempo del ahora. El reconocimiento de esta contradiccin inaugura un procedimiento para pensar el presente, ms all de lo dado y encontrar en lo realmente existente la pervivencia de tiempos histricos que llaman por ser recuperados, en la medida en que viven como actuales en el mundo del ahora.6El presente, el adentro, es slo una configuracin particular de una multiplicidad de posibilidades, que constituyen su afuera, la posibilidad de ser de otra manera. El presente determinado, es habitado por la indeterminacin que motivan los pasados existentes en l, en tanto potencias como posibilidad de forma en tensin constante con la configuracin histrica determinada. Es importante reconocer que lo que es no tiene ms derecho a ser que lo que no fue pero pudo

    4El concepto de produccin en general que Marx emplea en su crtica de la economa poltica implica la idea de que la misma, ampliada hasta sus propios lmites, es decir, considerada como un proceso completo de reproduccin social, posee una estructura esencial, trans-histrica, supra-tnica, cuya presencia slo adquiere actualidad o realidad en la medida en que se encuentra actualizada o dotada de forma dentro de un sinnmero de situaciones particulares o conjuntos especficos de condiciones tnicas e histricas. Cada una de las formas en las que se ha actualizado esa estructura constituye la identidad o figura concreta de una sociedad. Para Marx, el modo en que esta actualizacin tiene lugar en la situacin capitalista difiere radicalmente del modo en que aconteca en pocas anteriores de la historia y debera diferir tambin del modo que podr tener en un futuro deseable. Mientras en las situaciones precapitalistas la formacin de la estructura era simple, en la poca capitalista es doble y por tanto compleja: no obedece nicamente al condicionamiento "natural" a partir de lo tnico y lo histrico, sino que se somete tambin a un condicionamiento "seudo-natural", que proviene de la organizacin econmica constituida en sujeto." (Echeverra, 1998: 157) 5 Este posicionamiento recuerda a la tesis VI de Benjamin sobre la historia, Encender en el pasado la chispa de la esperanza es un don que slo se encuentra en aquel historiador que est compenetrado con esto: tampoco los muertos estarn a salvo del enemigo, si ste vence. Y este enemigo no ha cesado de vencer. (Benjamin, 2008: 22). 6 Bolvar cita a Leibniz para dar cuenta de esta idea, todo lo que es real puede ser pensado tambin

    como siendo an slo posible. (Echeverra, 1995: 137)

  • ser (Echeverra, 1995: 144), que nada de lo que tuvo lugar alguna vez debe darse por perdido para la historia (Benjamin, 2008:37).

    Este posicionamiento permite a Bolvar Echeverra pensar desde lo no-pensado, desde lo aparentemente inactual del pasado. As se mira a la realidad social como resultado de una serie de contradicciones histricas, en las que se juega la posibilidad de desarrollar las potencias humanas en funcin de las necesidades sociales especficas. La reproduccin de la sociedad humana en general puede ser vista como dotada de una consistencia doble: la primera puramente operativa o material y la segunda, coextensiva a ella, semitica o espiritual. Se trata de una descripcin que encaminada a romper la dicotoma que postula una heterogeneidad substancial entre la prctica material y la gua espiritual de la vida humana.(Echeverra, 2001: 51) Valor de uso y riqueza social Los planteamientos de Bolvar Echeverra permiten pensar a la riqueza social como el conjunto

    material (tanto objetual como simblico) que garantiza la reproduccin de una forma

    especfica de sociedad. En este conjunto articulado de bienes y significaciones se expresan de

    manera concreta los valores de uso, en tanto relaciones que permiten la produccin y

    reproduccin de las formas de organizacin interconectadas en funcin de un proyecto de

    sociedad (Echeverra, 2001: 49ss). La riqueza social es el asiento material para la reproduccin

    de la identidad, una forma singular y actualizada de las capacidades de produccin y disfrute

    inscritas en la condicin humana. No es la acumulacin de objetos (expresiones

    de riqueza material abstracta), sino la conjuncin de cualidades, relativas a las capacidades y

    necesidades, que aseguran la reproduccin de las formas sociales especficas; que permiten un

    empleo especial del tiempo social en diversas actividades prcticas, que oscilan entre el

    tiempo de trabajo necesario y el tiempo de ocio, las cuales actualizan las formas sociales en

    respuesta permanente a la escasez.

    Las fuentes de la riqueza social inician en la naturaleza y, posteriormente, en el trabajo-til

    (el creador de valores de uso) que adapta y transforma las formas naturales a las necesidades

    sociales, estableciendo una relacin metablica entre la creacin del trabajo y las fuentes

    naturales de la riqueza.7En esta relacin, la riqueza se expresa como el desarrollo de potencias

    y creatividades sociales para construir un mundo de vida y disfrutarlo de manera colectiva.

    La riqueza social mantiene una relacin con el horizonte de escasez. La escasez no es la

    falta cuantitativa, la ausencia numeraria de cosas necesarias para la reproduccin; es, por el

    contrario, una falta cualitativa, que amenaza la reproduccin de la riqueza social. En primera

    instancia la escasez se da como absoluta en la relacin que se establece entre lo humano y lo

    natural, en donde lo segundo es un lugar incierto para asegurar la reproduccin de la

    socialidad humana. Se presentan dos formas generales de enfrentarse a este problema: una

    que asume su condicin de liga interminable con lo natural y decide establecer una relacin de

    cooperacin con lo natural; y otra, que pretende luchar contra esta para dominar a la

    naturaleza y establecer un orden fundado en un principio blico. (Adorno y Horkmeimer, 1969)

    7 El proceso de trabajo es, en primer trmino, un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en el que ste realiza, regula y controla mediante su propia accin su intercambio de materias con la naturaleza. En este proceso el hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en accin las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos y las piernas, la cabeza y la mano, para de ese modo asimilarse, bajo una forma til para su propia vida, las materias que la naturaleza de brinda. (Marx, 1986: 130)

  • Es aqu donde interviene la relacin de la tcnica, tan importante en la explicacin de

    Bolvar Echeverra. La tcnica no es un bien hacer, sino una forma particular de des-encubrir el

    valor y las verdades que subyacen en las cosas, en la medida que el sujeto prctico las

    transforma, transformndose l mismo. (Heidegger, 2007: 123) La tcnica es el proceso

    mediante el cual se dota de forma la relacin social natural, permitiendo su reproduccin

    material (objetual y simblica); dispone desde un lugar una forma especfica, que resulta del

    desarrollo y articulacin de las fuerzas creativas de la sociedad, cristalizada en bienes y

    productos, los cuales son reconocidos como propios no slo por su forma, sino por el proceso

    que sintetizan (material y comunicativo).

    La tcnica est en el centro de la relacin con la escasez y las necesidades, que puede

    fundar una interaccin de reciprocidad relativa o una interaccin de violencia absoluta, ambas

    expandidas de la correspondencia con la naturaleza a la relacin entre humanos. (Sartre: 1995,

    254ss). La tcnica permite hacer de la escasez algo relativo, ya no dependiente slo de la

    respuesta contingente de la naturaleza, sino es resultado de la interaccin entre lo humano y

    lo natural. En el capitalismo esta relacin se vuelve artificial en dos niveles: primero, porque la

    relacin entre escasez y necesidades se resuelve para garantizar la reproduccin de la

    valorizacin del valor, de manera que ya no responde a la relacin contingente entre lo

    humano y lo natural, sino a la relacin artificial con el valor. El segundo nivel corresponde a la

    construccin artificial de bienes que no eran escasos y que al volverse escasos se convierten en

    mercancas.

    Un concepto materialista de cultura

    Al mismo tiempo que Bolvar Echeverra haca un estudio profundo de lo que llam el discurso crtico de Marx, intentaba comprender las expresiones culturales que se desplegaban en la modernidad. Para ello construy un intento de teora general de la cultura que le permitiera hacer una crtica de las formas de socialidad de la vida moderna. Desarrolla un entramado analtico centrado en un concepto orgnico de cultura, vinculado con lo que Marx llama forma natural. Desarrolla lo que slo est expuesto sin ser desarrollado por Marx. A esta forma social natural, contrapone una teorizacin sobre otro tema no del todo desarrollo por Marx: la teora del valor de uso.

    En la base de la interpretacin de la categora de valor de uso se encuentra una idea central: la socialidad humana se constituye en un proceso continuo de transnaturalizacin de la gregariedad animal; es decir, en un proceso constante de re-conformacin del conjunto de las funciones que caracterizan al proceso natural de reproduccin de la vida animal. Como todo animal, el ser humano persiste en la forma de su existencia, vivir y sobrevivir, al ejercer una accin transformadora sobre la naturaleza (la produccin) y al consumir las transformaciones que realiza.8A diferencia del proceso de reproduccin animal en general, el humano tiene algo especfico, que lo constituye como tal: es un proceso libre, despliega la existencia mediante un proyecto que actualiza las formas de socialidad. Libre porque para el

    8Como trascendencia que es de lo otro natural, y particularmente como trans-animalizacin del

    animal proto-humano, esta humanizacin del ser en general o de lo otro es necesariamente una negacin determinada; es una separacin respecto de lo animal pero es tambin, en igual medida, una animalizacin de aquello que se separa de l: una animalizacin de la sujetidad. Es re-formacin de lo natural, pero es tambin naturalizacin de la forma; es cosmificacin que violenta a lo otro, pero es tambin reactualizacin de la otredad a travs del cosmos. La trascendencia, como trans-naturalizacin no es una accin violenta que slo pertenezca al pasado; es una accin que est siempre sucediendo o teniendo lugar en presente, que no termina nunca. (Echeverra, 2011: 48)

  • ser humano reproducirse, producir y consumir la forma de su existencia, no equivale a perpetrarla automticamente, sino a crearla y reinventarla constantemente, a travs de un proceso, siempre renovado, de codificacin de su socialidad.9 Proceso que requiere, por parte del sujeto social, una apropiacin tambin semitica de la naturaleza y de s mismo: un acto de significacin del mundo. Para el ser humano, en efecto, vivir su naturalidad, su sustancia natural, implica necesariamente transcenderla, dotarla de un sentido y crear a parir de ella un orden social autnomo. La sociedad es, por tanto, la cabal unidad esencial del hombre con la naturaleza, la verdadera resurreccin de la naturaleza, acabado naturalismo del hombre y acabado humanismo de la naturaleza. (Marx, 1968: 116)

    Es en la creacin de un orden social donde se despliega lo que Echeverra entender como lo estrictamente cultural, como el cultivo crtico de una identidad singular producto de una forma de socialidad especfica. En este proceso es donde tienen existencia los valores de uso, no como expresiones tiles o pragmticas de la produccin social singular, sino como cristalizaciones que aseguran la reproduccin de esa socialidad. El valor de uso sintetiza y garantiza la existencia de una forma-natural concreta de ser social, en los valores de uso se juega la identidad.

    La identidad no es la actualizacin de un ncleo substancial, ni las caractersticas derivadas de usos y costumbres. La identidad, por el contrario, reside en una coherencia interna puramente formal y siempre transitoria de un sujeto histrico de consistencia evanescente; coherencia que se afirma mientras dura el juego dialctico de la consolidacin y el cuestionamiento, de la cristalizacin y disolucin de s misma. (Echeverra, 2001: 170) Esta coherencia se establece con la forma de socialidad desde la cual se despliega la fuerza del sujeto social, como actualizacin de la libertad que funda a esa forma, con el momento originario desde el que acontece una forma singular de la existencia humana. La identidad acontece en tanto que siempre se somete a un proceso de metamorfosis, que responde al movimiento interno y externo de la forma de socialidad. La identidad es en situacin, en un riesgo constante de dejar de ser ella misma y por tanto de renovarse para seguir siendo de manera siempre actualizada. La identidad se constituye en la interaccin con mltiples identidades, presentes y pretritas.

    La identidad es el compromiso del sujeto consigo mismo, con su proyecto de historicidad, en dos sentidos posibles: uno por la auto-conservacin, al margen de las transformaciones internas o externas, otro por la auto-puesta en peligro de dicho proyecto para hacerlo actual, congruente con el movimiento interno y con los cambios externos. En ambos casos se busca la perseverancia de una forma de socialidad que caracteriza al sujeto, en uno se despliega la fuerza creativa para seguir siendo idntica a s misma aun transformndose; en el otro se cancela la fuerza creativa para permanecer fiel en un acto de inmanencia; en una se construye como abierta a lo indeterminado de la historia, la otra se asume como clausura a la contingencia. Esto se expresa en una disposicin de interaccin o en una reaccin de control y dominio. La identidad no es un acontecer neutral, siempre positiva, en su devenir no siempre se permite el despliegue de las potencias de la fuerza del sujeto, ya que puede cancelar su caracterstica principal que es su mutabilidad.10

    9Toda produccin es apropiacin de la naturaleza por parte del individuo en el seno y por intermedio de una forma de sociedad determinada Toda forma de produccin engendra sus propias instituciones jurdicas, su propia forma de gobierno. (Marx, 1982: 7-8) 10

    El primer modo de perseverar en el propio ser comienza con un desafo que respeta la sujetidad otra de lo otro en la vigencia que esto otro mantiene al estar presente como fysis (natura) o creacin perpetua; avanza por la afirmacin del carcter contingente y aleatorio de la identidad del sujeto y de su cosmos en medio de lo otro. El segundo modo avanza por la anulacin de la otredad de lo otro y su conversin en un caos o naturaleza salvaje por conquistar y domesticar; pasa por la afirmacin del carcter absolutamente necesario de la identidad del sujeto y su cosmos y por la subordinacin de la realidad de lo otro a esa necesidad. El primero se encamina a encontrar para el sujeto y su cosmos un

  • La identidad acontece porque se cultiva de manera dialctica, en una relacin siempre conflictiva entre la sujecin o la resistencia a una forma singular de socialidad, una versin especfica del cdigo general del comportamiento humano. (Echeverra, 2001) La cultura, como actualidad crtica de la identidad, es todo lo contrario a un proceso de conservacin; es, ms bien, un actividad prctica en la que siempre se pone en riesgo lo caracterstico de una forma de socialidad, en la medida que dentro de s contiene momentos de excepcionalidad que cuestionan, deforman o revolucionan las formas especficas y las formas en las que estas se hacen concretas. Es en estos espacios de excepcionalidad donde tiene cabida lo poltico, como una dimensin de la realidad social en la que un conglomerado decide sobre la organizacin de los asuntos de la vida diaria en la que se cultiva la identidad. Este proceso de dacin de forma a una socialidad especfica se reproduce cotidianamente, adems de construir instituciones, en la produccin y consumo de valores de uso que estn cargados de un debate por la forma y direccin de la vida en colectivo.

    Es en el nivel cotidiano donde subyace el momento autocrtico de lo poltico, en el que se pone en peligro la identidad, identidad que se politiza y se convierte en un espacio de disputa. Lo poltico no se reduce al nivel institucional de la poltica, se hace concreto en la posibilidad de reproducir o no una forma de socialidad, en la produccin y consumo de los valores de uso que garantizan a esa forma social. Lo poltico no es una caracterstica entre otras del proceso de reproduccin de la vida humana, sino el carcter constitutivo y especfico del mismo, que para conservarse como tal se asume como un momento excepcional. La politicidad constitutiva de la socialidad natural, la capacidad de sintetizar la forma de su vida social: de proyectar, crear y modificar constantemente las reglas de la convivencia, es lo que permite al sujeto dotar su vida de un valor de uso, de construir un mundo de vida para s que asegure la reproduccin de su existencia.

    La politizacin de la identidad como cultivo crtico de la misma, es siempre un proceso en situacin histrica, que no se reduce a la expresin singular, sino interconectado de manera articulada con mltiples realidades y temporalidades histricas.

    Ethos histrico, configuracin de lo comn de existencias singulares El concepto de ethos histrico es una reformulacin de corte materialista que Bolvar Echeverra hace al concepto de habitar de Heidegger.11 Este concepto le sirve para responder crticamente a Max Weber (Weber, 2003) y su idea de la tica protestante cmo la expresin ms acabada de la modernidad capitalista; la aparente generalizacin de la conexin entre la tica protestante y el espritu del capitalismo es cuestionada por el reconocimiento de otras formas de existencia que viven en el capitalismo sin responder afirmativamente a este. A esto llamar Echeverra el cudruple ethe de la modernidad. Esta es una formulacin para leer de manera histrica las potencias y las actualidades existentes en la modernidad capitalista, en las que se integra, en la construccin espontnea del mundo de la vida, lo contradictorio e inevitable del hecho capitalista, para hacer posible la vida cotidiana sin reproducir afirmativamente la lgica del valor valorizado que subyace al modo capitalista de existir.

    lugar propio en medio del lo otro mientras el segundo se dirige a someter lo otro al sujeto y a integrarlo dentro del cosmos. (Echeverra, 2011: 51) 11 Un dicho de Herclito, que slo se compone de tres palabras, dice algo tan importante que de l

    aparece en forma inmediata la esencia del ethos. El dicho de Herclito reza: . Se suele generalmente traducir su carcter, es para el hombre su demonio. Esta traduccin piensa a la moderna, pero no al modo griego. El trmino significa estancia, lugar donde se mora. La palabra nombra el mbito abierto donde mora el hombre. Lo abierto de su estancia deja aparecer lo que le viene reservado a la esencia del hombre y en su venida se detiene en su proximidad. La estancia del hombre contiene y preserva el advenimiento de aquello que le toca al hombre en su esencia. (Heidegger, 2000: 75)

  • Detrs de esta lectura histrica est el concepto general de ethos histrico en el que Echeverra ampla las formulaciones de Heidegger con dos categoras del pensamiento marxiano: la produccin y la historicidad. Produccin en un sentido amplio, no slo como manufactura, sino como construccin de materialidad (objetual y significativa). Historicidad no como un devenir acumulativo de sucesos, sino como la construccin de temporalidades por la transformacin o la conservacin de las formas de socialidad existentes. El ethos histrico designa ms que el habitar del ser humano en general, ya que refiere a un momento pleno de historicidad, en el que se construyen proyectos que se habitan para resolver la contradiccin a la que est condenada toda forma de socialidad: entre el trabajo y el ocio. Se trata de un proceso para hacer vivible la condena de la humanidad a su libertad, en la que se despliegan las relaciones entre los sistemas de capacidades (potencias creativas de formas sociales) y los sistemas de necesidades (determinaciones sociales de lo mnimo para la vida).12

    El ethos histrico conjuga la habitabilidad del mundo, su reproductibilidad por hbitos y prcticas recurrentes, con la idea de refugio, espacio de resguardo de la comunitariedad (el lenguaje como morada del ser, su demarcacin o templum en Heidegger13).Este concepto designa, entonces, no slo la capacidad generativa de la significacin de lo comn, sino su construccin para su habitabilidad en el mundo de la vida. Habitabilidad que mantiene una constante tensin con la naturaleza de la que ha sido arrojada la humanidad y de la que no puede salir, por lo que constituye un proceso de transnaturalizacin, de transformacin del mundo natural en mundo social para ser habitado. Dice Echeverra al respecto que la ventaja que ofrece este concepto es que permite hablar de morada, refugio, al mismo tiempo que de costumbre (Echeverra, 1998: 37):

    Ubicado lo mismo en el objeto que en el sujeto, el comportamiento social estructural al que podemos llamar ethos histrico puede ser visto como todo un principio de construccin del mundo de la vida. Es un comportamiento que intenta hacer vivible lo invivible; una especie de actualizacin de una estrategia destinada a disolver, ya que no a solucionar, una determinada forma especfica de la contradiccin constitutiva de la condicin humana: la que le viene de ser siempre la forma de una sustancia previa o inferior (en ltima instancia animal), que al posibilitarle su expresin debe sin

    embargo reprimirla. La contradiccin especfica de la existencia social que el ethos histrico est destinado a

    disolver el drama inscrito la condicin humana: la condena del ser humano a tener que hacer de s siempre algo ms de lo que el proceso animal de su reproduccin exigira de l; la condena a tener que darse una forma social, y por lo tanto cultural, a su existencia; a tener que codificar su existencia fsica, a travs de la creacin de una forma cultural de estar en el mundo.

    El sujeto social se enfrenta a la necesidad de superar esta contradiccin, todas las veces que se ve obligado a reactualizar cotidianamente el cdigo cultural, a partir del cual va conformando histricamente su existencia social. Todas las veces que se ve obligado a recrear (o resustancializar) su identidad cultural frente al riesgo (casi cotidiano) de perderla,

    12

    En su parte central -en un intento de ampliar la crtica de la economa poltica elaborada por Karl Marx hacia una teora crtica de la vida moderna-, el ensayo propone un concepto referido a la necesidad en que est el discurso reflexivo de pensar coherentemente la encrucijada de lo que se entiende por historia econmica y lo que se conoce como historia cultural; un concepto mediador, que sera el de ethos histrico. Descrito como una estrategia de construccin del mundo de la vida, que enfrenta y resuelve en el trabajo y en el disfrute cotidiano la contradiccin especfica de la existencia social en una poca determinada, el ethos histrico de la poca moderna desplegara varias modalidades de s mismo, que seran otras tantas perspectivas de realizacin de la actividad cultural, otros tantos principio de particularizacin de la cultura moderna. (Echeverra, 1998: 12) 13

    El lenguaje es la demarcacin (templum), esto es la casa del ser. La esencia del lenguaje no se limita a la significacin, ni tampoco es slo algo que tiene que ver con signos y cifras. Dado que el lenguaje es la casa del ser, llegamos a lo ente andando constantemente a travs de esa casa. (Heidegger, 2004: 86).

  • perdindose a s mismo. En este sentido, el ethos histrico es aquel comportamiento espontneo, una estrategia de vida, que permite al sujeto vivir el conflicto inscrito en este proceso necesario de re-invencin constante de su identidad.

    El ethos histrico no es una prerrogativa slo de los modernos. La contradiccin de la existencia social se concreta de forma diferente segn la poca histrica en la que se presenta y segn la sociedad particular y el sujeto que se encuentran en la situacin de tener que solucionarla. La estrategia que el sujeto adopte para solucionarla ser diferente segn el momento histrico y situacin particular en la que terminar por concretarse. Lo peculiar de esta configuracin conceptual, es que remite a una existencia social ms all de las formas singulares de ser en el mundo; es decir, no hay tantos ethe como formas singulares.14Esto permite rastrear lo que hay de comn a ciertas formas de habitabilidad, lo que las articula y permite identificarlas como comunes, en tanto que representan una respuesta compartida a la condena a la libertad. Una respuesta que se hace singular al actualizarse concretamente, pero que en su estructuracin y articulacin comparte un proyecto de habitabilidad con otras formas que le son cercanas.

    El ethos histrico permite problematizar la historicidad de la realidad social, haciendo ms compleja la reconstruccin de lo que se entiende por hecho histrico y las formas de inteligibilidad que le son propias. Ethos histrico es a su vez subjetivo y objetivo, da forma al mundo, a la vez que el mundo se imprime en el sujeto. Ethos barroco: resistencia desde el valor de uso

    La contradiccin que el ethos histrico debe disolver se configura de una manera singular en la modernidad capitalista. Se trata del conflicto permanente entre la vida social como un proceso de trabajo y disfrute referido a valores de uso, y la de la reproduccin de su riqueza, que ocurre como un proceso de valorizacin del valor abstracto, conflicto en el que el primero es una y otra vez sacrificado por el segundo, el cual existe y se reproduce colonizando ese su sustrato natural, el mundo concreto de la vida, el valor de uso. Esta tensin es descrita tambin como la contradiccin entre la tendencia creativa, que emerge en el cuerpo social, y la voluntad destructiva inherente a la valorizacin del valor de las cosas. (Echeverra 2002). Se trata del proceso de vivir esa configuracin histrica capitalista de la forma social-natural, donde la forma social est articulada en torno al proceso de valorizacin de valor.15

    Una forma de entender la teora del cudruple ethe de la modernidad es vincularlo directamente a la cultura poltica (Echeverra, 2002). En esta relacin el ethos realista neutraliza la contradiccin anulndola, convirtiendo al valor de uso en valor de cambio. Su geografa cultural y poltica es el protestantismo nrdico y el sueo norteamericano. Es una afirmacin identitaria agresiva y expansiva. Es la fuerza del golem, la sujetidad clonada por el capital, que en su momento exige su blanqueamiento. El ethos romntico, el del estado-nacin, el nacionalismo revolucionario, y el socialismo que realmente existi, tambin efecta

    14 Esta manera de proceder sigue el modelo de Marx. Todas las pocas de la produccin tienen ciertos rasgos en comn, ciertas determinaciones comunes. La produccin en general es una abstraccin, pero una abstraccin que tiene un sentido, en tanto poner realmente de relieve lo comn, lo fija *+ Lo general o lo comn, extrado por comparacin, es a su vez algo completamente articulado y que se despliega en distintas determinaciones. Algunas de stas pertenecen a todas las pocas; otras son comunes slo a algunas. [] Sin ellas no podra concebirse ninguna produccin, pues si los idiomas ms evolucionados tienen leyes y determinaciones que son comunes a los menos desarrollados, lo que constituye su desarrollo es precisamente aquello que los diferencia de estos elementos generales y comunes. (Marx: 1982: 5) 15 Echeverra hablar de sujeto automtico que sustituye al sujeto social, sealando as al proceso mediante el cual la centralidad del proceso de reproduccin social est ocupada por la lgica del valor valorizndose, proceso que conlleva el fetichismo de la mercanca y la enajenacin de la capacidad autoconstituyente del sujeto.

  • un borramiento de la contradiccin pero en sentido inverso, como si subsumiera el valor de cambio al valor de uso, viviendo la neutralizacin de dicha contradiccin como si fuera el triunfo de la forma natural de la vida humana sobre la dinmica de la valorizacin, y no su derrota. Su consistencia es voluntariosa, porque afirma que de manera soberana puede cambiar lo malo de la vida moderna y su concrecin. El elemento activo no est situado en el capital sino en la nacin. Los capitales son capitales nacionales, instrumentos de los pueblos en su aventura de autoafirmacin en calidad de estados, de grandes personajes colectivos en medio del concierto internacional. (Echeverra, 2002) En el ethos clsico se ubica en la socialdemocracia, donde la contradiccin no puede ser borrada, es inexorable; slo puede aminorarse. Frente a esta tragedia inevitable hay que sobreponer el nimo correctivo, tratar bien a los obreros, siendo altruista con la fortuna que ellos mismos le producen.

    El ethos barroco tambin reconoce la contradiccin pero no la experimenta como inevitable. El ethos barroco promueve la reivindicacin de la forma social-natural de la vida y su mundo de valores de usoincluso en medio del sacrificio del que ellos son objeto a manos del capital y su acumulacin. Promueve la resistencia a este sacrificio; un rescate de lo concreto que lo reafirma en un segundo grado, en un plano imaginario, en medio de su misma devastacin. (Echeverra, 2002)Una puesta en escena absoluta, una teatralizacin excesiva, una imitacin exagerada que termina recreando otra cosa.

    Hay que insistir en la azarosa singularidad histrica que permiti el desarrollo de estrategias de los eth de la modernidad capitalista. La manera realista goz de condiciones ilimitadas territoriales, humanas y tcnicas- que empataron, a la vez que promovieron, la expansin agresiva, sostenida e imparable de la economa industrial, experiencia que consolida una ilusin de omnipotencia y de dominio. En cambio, el ethos barroco se gest en la experiencia excntrica de la modernidad, particularmente la latinoamericana, y en el momento catastrfico que implic la desaparicin de los referentes simblicos de las culturas prehispnicas. Se trata de una reconstruccin desde un momento de debilidad, donde uno, el subordinado, sabe que decir no equivale a su desaparicin. Se trata de las tretas del dbil, del trasvestismo, la simulacin exagerada, el decir si para decir no. Caracterizado como el arte de la contra-conquista como lo caracteriza Lezama Lima.16

    Bolvar Echeverra crea que si el discurso crtico de Marx tiene alguna actualidad respecto al problema de la emancipacin, esta descansa en la comprensin de un concepto poco aclarado por Marx, pero fundamental para el entendimiento del contenido crtico de su obra: el concepto de valor de uso del mundo de la vida o de forma natural de la misma. Si la relacin de dominacin capitalista se basa en un hecho fundamental: la subsuncin y deformacin del valor de uso de la vida por la lgica de valorizacin del valor, para liberar y potenciar a esta dimensin de la vida humana hay que entender en qu consiste ella misma; es decir, cul es el contenido y la densidad histrica de las determinaciones del valor de uso y en qu medida el valor de uso que impone la modernidad capitalista es en verdad el nico valor de uso imaginable.

    La capacidad revolucionaria del ser humano en el mundo hecho a la imagen del capital no puede ser por tanto una irrupcin redentora, salida de la nada: tiene que resultar del propio mundo enajenado, [tiene] que ser ella misma una ruptura con la metamorfosis que la mantiene traducida a los trminos impuestos por el sujeto que la enajena. (Echeverra, 1995: 110). Difcil exterioridad que no lo puede ser del todo, pero que a la mirada crtica ofrece los indicios de esa forma natural: *+que slo puede ser descrita a partir de los lapsus de lo que existe, de lo establecido, de lo dado, en lo que ella est, pero irreconocible, deformada por su

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    Frente a una versin liviana del barroco, la del mundo mgico latinoamericano, Echeverra apuntala una dimensin profunda de una voluntad de forma que afirma incluso con la muerte la valencia del valor de uso, afirma la vida incluso con la muerte.

  • condicin de sometida y reprimida tal vez indocumentable en trminos empricos pero claramente reconocible a la vista de un discurso crtico (Echeverra: 2009: 48). Bibliografa Adorno, Theodor y Max Horkheimer (1969). Dialctica del iluminismo. Buenos Aires:

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