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DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA Notas introductorias 2008 Por: Pbro. Gustavo Irrazábal 1 NATURALEZA DE LA DSI................................. 1 1.1 LA ORIGINALIDAD DE LA DSI EN EL PENSAMIENTO SOCIAL CATÓLICO 1 1.2 EL CONCEPTO DE JUSTICIA SOCIAL.........................3 1.3 LA DENOMINACIÓN «DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA»..........4 1.4 CONCEPTO DE DSI.....................................5 1.5 ¿POR QUÉ UNA DSI?...................................5 1.6 ESTATUTO EPISTEMOLÓGICO...............................6 1.7 ESTRUCTURA Y MÉTODO DE LA DSI.........................8 1.8 DISCERNIMIENTO......................................11 2 CONTENIDO DE LA DSI................................. 13 2.1 LA PERSONA HUMANA Y SUS DERECHOS......................13 2.2 PRINCIPIOS PERMANENTES DE REFLEXIÓN....................15 2.2.1 El principio del bien común.................................................................15 2.2.2 El principio de subsidiaridad...............................................................16 2.2.3 Participación..........................................................................................17 2.2.4 El principio de solidaridad...................................................................18 2.2.5 Destino universal de los bienes...........................................................18 2.3 LOS VALORES FUNDAMENTALES............................19 2.4 CRITERIOS DE JUICIO.................................20 2.5 ORIENTACIONES PARA LA ACCIÓN..........................21 3 DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA DSI.......................23 3.1 DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA DSI EN LAS ORIENTACIONES.......23 3.2 EVOLUCIÓN DE LA DSI................................ 23 3.3 CONTINUIDAD Y DESARROLLO.............................24 3.4 PERIODIFICACIÓN DE LA DSI............................25 3.5 FORMACIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE LA DSI............28

Apunte DSI 2008

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Doctrina Social de la Iglesia

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Dimensin histrica de la DSI en las Orientaciones

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DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Notas introductorias 2008Por: Pbro. Gustavo Irrazbal

11Naturaleza de la DSI

11.1La originalidad de la DSI en el pensamiento social catlico

31.2El concepto de justicia social

41.3La denominacin Doctrina social de la Iglesia

51.4Concepto de DSI

51.5Por qu una DSI?

61.6Estatuto epistemolgico

81.7Estructura y mtodo de la DSI

111.8Discernimiento

132Contenido de la DSI

132.1La persona humana y sus derechos

152.2Principios permanentes de reflexin

152.2.1El principio del bien comn

162.2.2El principio de subsidiaridad

172.2.3Participacin

182.2.4El principio de solidaridad

182.2.5Destino universal de los bienes

192.3Los valores fundamentales

202.4Criterios de juicio

212.5Orientaciones para la accin

233Dimensin histrica de la DSI

233.1Dimensin histrica de la DSI en las Orientaciones

233.2Evolucin de la DSI

243.3Continuidad y desarrollo

253.4Periodificacin de la DSI

283.5Formacin del patrimonio histrico de la DSI

283.5.1Contexto ideolgico del siglo XIX. Aclaraciones conceptuales

293.5.2Len XIII, Rerum novarum (1891)

303.5.3Po XI, Quadragesimo anno (1931)

303.5.4Po XII

313.5.5Juan XXIII. Mater et magistra (1961)

313.5.6Pacem in terris (1963)

323.5.7Gaudium et spes (1965, Concilio Vaticano II)

323.5.8Contenido general

353.5.9Pablo VI. Populorum progressio (1967)

353.5.10Octogesima adveniens (1971)

363.5.11Juan Pablo II. Laborem excercens (1981)

363.5.12Sollicitudo rei socialis (1987)

373.5.13Centesimus annus (1991)

373.6Conclusin

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Notas introductorias

1 Naturaleza de la DSI

1.1 La originalidad de la DSI en el pensamiento social catlico

La doctrina social hunde sus races en la historia de la salvacin y encuentra su origen en la misma misin salvfica y liberadora de Jesucristo y de la Iglesia. En efecto, la Iglesia, a lo largo de los siglos, ha desarrollado los principios y orientaciones contenidos en las Sagradas Escrituras y especialmente en el evangelio, relativas a la ordenacin de la comunidad humana segn la ley de Dios. La reflexin de los padres sobre temas sociales evolucion a partir de la Edad Media hacia una elaboracin ms cientfica. Santo Toms redacta un tratado sobre la justicia, y a partir de los siglos XVI y XVII se multiplican los tratados de Iustitia et de Iure.

Pero por Doctrina Social de la Iglesia se entiende, en sentido propio, el pensamiento social contenido en los documentos pontificios a partir de la encclica Rerum Novarum de Len XIII, en el ao 1891. Cabe entonces preguntarse qu originalidad tiene la enseanza social que se perfila progresivamente a partir de este documento frente a toda la enseanza precedente, como para justificar una denominacin especial.

Santo Toms, en su tratado de la justicia, siguiendo a Aristteles, trata en primer lugar acerca de la justicia como virtud general, es decir, como virtud que ordena los actos de los individuos al bien comn de la sociedad. En este sentido, se trata de una virtud arquitectnica, ya que construye la comunidad. Esta justicia general, (tambin llamada legal, ya que las exigencias del bien comn se plasman en leyes), que es la debida por los particulares a la sociedad, se distingue de la justicia particular, debida a los particulares (individuos o grupos). Esta ltima tiene dos formas: la justicia conmutativa, que rige las relaciones entre particulares y se expresa en los contratos; y la justicia distributiva que regula las relaciones entre la sociedad y los individuos en la distribucin de beneficios y cargas. Ambos aspectos de la justicia particular deben ser entendidos a la luz de la justicia general que los ordena al bien comn.

Pese a su valiosa intuicin de la importancia capital de la justicia general como justicia del bien comn, Santo Toms desarrolla su tratado de la justicia en categoras formales, poco aptas para tener una real incidencia en la vida social. Al carcter formal del tratado de la justicia se suman problemas de orden filosfico.

Con el advenimiento del voluntarismo, para el cual la ley no es ya un ordenamiento de la razn sino una manifestacin de la voluntad del soberano, la justicia general o legal pierde su referencia al bien comn y se identifica tendencialmente con el orden establecido, consistiendo entonces en la obediencia a la ley. Con ello, la justicia legal pierde su potencial crtico frente a la realidad social. Adems, la influencia del individualismo y el liberalismo llev a los moralistas a privilegiar la justicia conmutativa, como la justicia por excelencia, abstrada del marco de referencia de la justicia general. Con ello se busca responder a las necesidades del desarrollo del comercio, ocupndose de los contratos y los problemas anexos (fraude, usura, etc.), pero se tiende a concebir la justicia exclusivamente en trminos de igualdad objetiva de prestaciones mutuas entre sujetos no solidarios.

As, la doctrina moral del siglo XVI en adelante, adolece de graves defectos: formalista, conservadora, centrada en el intercambio (con olvido del bien comn), reducida a la justicia conmutativa y con poca incidencia en la realidad. Ello la hace inadecuada para afrontar la problemtica que produce el desarrollo del capitalismo liberal.

En efecto, en la Edad Media, el rgimen corporativo estableca un sistema de promocin por el cual, lejos de haber oposicin entre patrones y obreros, todo aprendiz siguiendo las etapas correspondientes poda llegar a ser maestro a su tiempo. La relacin entre unos y otros era personal. Por otro lado normas estrictas regulaban las diferentes actividades productivas (incluyendo cuotas de produccin y precios). El fin del rgimen de las corporaciones medievales y el advenimiento del capitalismo liberal cambian bruscamente el panorama. El obrero y el patrn se enfrentan por un irreductible conflicto de intereses: el patrn es el propietario de los medios de produccin, mientras que el obrero (proletario) slo dispone de su fuerza de trabajo que presta a cambio de un salario; la competencia salvaje y el afn de lucro en un contexto de ausencia de toda legislacin laboral, coloca al obrero en una situacin de total indefensin. A mediados del s. XIX los informes Ashley (Inglaterra) y Villerm (Francia) describen la situacin sobrecogedora en que viven las masas proletarias.

Esta situacin sobrepasa las estrechas categoras en que la reflexin de la Iglesia abordaba el tema de la justicia. Se trata de fenmenos sociales y estructurales, que no se dejan resolver desde la conducta individual ni desde la estricta justicia conmutativa. La DSI, en sentido propio, surge y se desarrolla como respuesta a este desafo, desde una nueva perspectiva: la de la justicia social.

1.2 El concepto de justicia social

Hasta entonces, por los motivos explicados, la justicia social era considerada como una justicia de segunda clase, cuyas obligaciones no contaban con la fuerza de aqullas que emanan de la justicia conmutativa, entendida como la verdadera justicia. El magisterio de la Iglesia invirti est ptica, afirmando la primaca de la justicia social y de sus exigencias, que deben jugar un papel concreto en la determinacin del contenido de las relaciones de justicia particular, sea sta conmutativa o distributiva. Objeto, en efecto, de la justicia social es conjuntamente el bien de todos y de cada uno, porque ella tiende, en trminos directos e inmediatos al bien comn humano, y en trminos mediatos, al bien particular de cada uno.

La justicia social constituye una llamada a la justicia legal a que vuelva a encontrar el carcter y el papel de justicia general que, con visin moderna, le haba reconocido santo Toms. Se trata de devolver a la justicia legal a su objeto especfico, el bien comn, y de repensar y re-codificar la ley en relacin al mismo.

El trmino, fue incorporado por el magisterio social a partir de Po XI, referido casi siempre al tema de la equitativa distribucin de la renta, como una superacin de la justicia conmutativa, a travs de la consideracin de los fenmenos globales de la vida socioeconmica.

En cuanto a su naturaleza, hay diferentes posiciones. Para algunos, siendo lo propio de la justicia social exigir a los individuos cuanto es necesario al bien comn, cumple la funcin especfica de la justicia legal: se identificara pues con la justicia legal, integrada y completada con la distributiva, o con la justicia sin ms, de la cual las distintas formas de justicia particular son nicamente especificaciones. Para Cozzoli no se trata de una cuarta forma de justicia, adems de las tres tradicionalmente conocidas, ni de una justicia que coincida con la legal, sino de una justicia dinmica y dialcticamente correlativa de la legal en calidad de conciencia crtica e innovadora de la misma.

En cuanto conciencia crtica la justicia social denuncia las leyes que, o bien desde su origen son injustas, o bien lo llegan hacer por insuficiencia o inadecuacin, debido al cambio del contexto socio-econmico que les dio sentido. Como conciencia innovadora, interpreta las exigencias de justicia de la cambiante realidad social, las cuales, una vez incorporadas al ordenamiento jurdico, pasan a formar parte de la justicia legal.

Sin entrar en el detalle de la discusin, baste con indicar que, a travs del concepto de justicia social, el bien comn con sus contenidos permanentes y sus exigencias variables e histricas se erige en la perspectiva normativa de toda la vida social, de cuya fecundidad da testimonio la DSI.

Pero esto no es todo. Un rasgo tambin caracterstico de la justicia social es que su sujeto primario no es el individuo sino los grupos sociales:

Quizs el rasgo ms tpico de este nuevo concepto deriva del contexto en que nace: los grandes conflictos entre capital y trabajo en la sociedad industrial. En relacin con esto, la justicia social alude a las exigencias debidas a toda una clase social, la clase obrera. Esto significa que la justicia social no piensa en primer trmino en las relaciones interindividuales, sino en las relaciones colectivas o sociales. El sujeto primario no es el individuo sino el grupo, cosa que se entiende mejor si se tiene presente la dinmica que preside las relaciones en una sociedad compleja y estructurada.

Hoy posiblemente el concepto de justicia social est perdiendo vigencia, por motivos teolgicos y sociales, ante el concepto de solidaridad:

(E)l concepto de justicia social no se ha mantenido con el mismo vigor hasta nuestros das. Si pudo ser una buena expresin del ideal social en la poca de la industrializacin, a partir de los aos 60 ha sufrido dos modificaciones interesantes, que reflejan nuevos enfoques de la Doctrina Social, derivados de los problemas ms propios de nuestro tiempo y de la eclesiologa del Vaticano II. Por una parte, se configura un concepto de justicia de mayor inspiracin evanglica, que, por esa razn, aparece ms vinculado a la misin de la Iglesia; por otra parte, ese ideal de justicia va dejando lugar al de solidaridad, que es presentada por Juan Pablo II como la respuesta ms adecuada a la situacin y los problemas de un mundo cada vez ms interdependiente. Sin embargo, la complementacin entre justicia y solidaridad exige precisar el sentido de este ltimo concepto para que no aparezca como una forma debilitada de justicia, que desactiva las exigencias ms estrictas de sta.

1.3 La denominacin Doctrina social de la Iglesia

Doctrina: subraya el aspecto terico del Magisterio social. Frente a ella surge la denominacin enseanza, que subraya el aspecto histrico y prctico. Mientras que doctrina sugiere un sistema cerrado de verdades, enseanza alude a un conjunto ms abierto, dinmico y flexible.

Por ello, el trmino doctrina, utilizado por Po XII, no aparece en el Concilio Vaticano II, ni el los documentos de Pablo VI. Se quiso resaltar la concepcin ms dinmica e histrica del pensamiento social. Siendo hoy esta idea ampliamente aceptada, doctrina y enseanza pueden tomarse sin peligro como sinnimos. Juan Pablo II utiliza profusamente el trmino doctrina.

Social: el concepto de cuestin social ha ido ganando desde la RN una creciente extensin. En esta encclica, la cuestin social era sinnimo de cuestin obrera: consista en la relacin econmica entre obreros y patrones. Con la QA de Po XI, la cuestin social se ampla para abarcar la totalidad del orden social de la nacin, con una especial referencia a la estructuracin racional de la economa. A partir de Juan XXIII y la MM la cuestin social se internacionaliza: ahora se extiende al problema del subdesarrollo del Tercer Mundo. Con la GS y la PT se incorpora a la cuestin social el mbito poltico y familiar. Hoy la cuestin social se conecta con el problema de la marginacin de sectores enteros de la poblacin de la vida social y econmica.

de la Iglesia: el sujeto de la DSI no es slo el papa o los obispos sino toda la comunidad cristiana bajo la gua de sus pastores. Sealaremos ms adelante el rol decisivo de los laicos en la elaboracin de la DSI.

1.4 Concepto de DSI

El texto de las orientaciones nos permiten entender el concepto de DSI en diferentes sentidos parcialmente coincidentes.

En un sentido estricto, se denomina DSI a los pronunciamientos oficiales del magisterio sobre la cuestin social, trtese del magisterio pontificio (Or. 3), o del magisterio pontificio y local (cfr. Or. 52; CA 56.1).

En un sentido amplio, puede llamarse as a la disciplina acadmica que ordena sistemticamente y desarrolla el magisterio pontificio, ejercida por especialistas, bajo su propia responsabilidad (cfr. Or 3).

Todava, en un sentido que podemos denominar extensivo, DSI alude a la reflexin de toda la comunidad cristiana en unin y bajo la gua de sus pastores (Or. 4, en relacin a los sujetos de la DSI).

En esta progresiva ampliacin del concepto reconocemos una doble evolucin: desde el punto de vista eclesiolgico, el paso de una Iglesia sociedad jerrquica y centralizada a una Iglesia comunin, en la que se redescubre el rol de las Iglesias locales y del laico en la evangelizacin; desde el punto de vista epistemolgico, el paso de un pensamiento social ms abstracto y cerrado, a uno ms cercano a la realidad concreta y a su dinamismo.

1.5 Por qu una DSI?

Para la Iglesia no basta alcanzar con su anuncio evanglico al hombre individual en la sociedad, sino de fecundar y fermentar la sociedad misma con el Evangelio (CDS 62).

La vida social genera las condiciones en las cuales la persona se comprende a s misma, decide acerca de s y de su vocacin. Por ello la Iglesia no puede ser indiferente frente a dimensin humana y humanizadora de la vida social, y aquello que puede amenazarla.

La sociedad y con ella la poltica, la economa, el trabajo, el derecho, la cultura no constituyen un mbito meramente secular y mundano, y por ello marginal y extrao al mensaje y la economa de salvacin. La sociedad, en efecto con todo lo que en ella se realiza, atae al hombre que es el camino primero y fundamental de la Iglesia (ibid; cf. RH 14).

Con su doctrina social, la Iglesia no se aparta de su misin sobrenatural, sino que es estrictamente fiel a ella (CDS 64). En efecto, la dimensin sobrenatural no es una expresin limitativa, sino integral de la salvacin: lo sobrenatural no debe ser concebido como una entidad o un espacio que comienza donde termina lo natural, sino como la elevacin de ste, de tal manera que nada del orden de la creacin y de lo humano es extrao o queda excluido del orden sobrenatural y teologal de la fe y de la gracia, sino ms bien es en l reconocido, asumido y elevado (ibid.)

Pero la Iglesia no se hace cargo de la vida en sociedad bajo todos sus aspectos sino con su competencia propia, que es el anuncio de Cristo Redentor (CDS 68). Por ello no entra en cuestiones tcnicas y no instituye ni propone sistemas o modelos de organizacin social (cf. ibid.).

1.6 Estatuto epistemolgico

Como hemos explicado, la DSI surge como complemento del tratado moral sobre la virtud de la justicia, y a partir de all, a travs del desarrollo orgnico y sistemtico de la reflexin moral sobre los nuevos y complejos problemas sociales, va adquiriendo una progresiva autonoma.

La DSI tiene una naturaleza teolgica. Ello es as por dos motivos. En primer lugar, porque nace del encuentro del evangelio y sus exigencias ticas con los problemas que surgen de la vida de la sociedad. En segundo lugar, porque su finalidad no es puramente terica sino prctica pastoral, atenta a estimular la promocin integral del hombre mediante la praxis de la liberacin cristiana, en su perspectiva terrena y trascendente. La DSI es algo que pertenece a su misin evangelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano, situndose no tanto en el campo doctrinal cuanto en el de la evangelizacin.

La afirmacin del carcter teolgico de la DSI realizada por Juan Pablo II en la SRS n. 41, supone una novedad: desde Len XIII hasta Juan XXIII, la DSI era situada, aunque con matices, en el mbito de la filosofa. No debemos, sin embargo, interpretar este giro como un cambio de naturaleza, sino ms bien como una clarificacin epistemolgica de un presupuesto implcito desde el principio.

Se podra suponer que semejante cambio pone en peligro la universalidad del mensaje social cristiano, que desde el principio se concibi como una reflexin racional al alcance de los no creyentes, y desde Juan XXIII va dirigido expresamente no slo a los creyentes sino a todos los hombres de buena voluntad. Pero Juan Pablo II, pese a poner de relieve el carcter teolgico de la DSI, no se siente obligado a renunciar a esta modalidad. Precisamente lo que permiti la explicitacin del carcter teolgico de la DSI ha sido una comprensin nueva de la relacin entre fe y razn: ya no se ve necesario dejar en un segundo plano la inspiracin evanglica para dirigirse a todo el gnero humano: es Cristo quien manifiesta plenamente el hombre al propio hombre (GS 22).

Como disciplina teolgica, la DSI pertenece especialmente al mbito de la teologa moral (SRS 41). A este respecto hace notar la SRS que los temas afrontados por ese documento (y debemos entender tambin: por la DSI en general), son ante todo morales. Ello no significa negar que el anlisis y la solucin de dichos problemas tenga una vertiente tcnica, pero no se puede prescindir de la dimensin moral como una dimensin esencial, en el sentido de que dicha dimensin no se yuxtapone simplemente a la consideracin cientfica, sino que la constituye internamente: en los saberes referidos al hombre no existe la neutralidad antropolgica. Se puede recordar lo dicho en OA 34 acerca de la relacin entre el anlisis marxista con la ideologa misma.

El carcter moral de la DSI subraya su finalidad operativa. Adems, permite comprender una diferencia fundamental de la misma en relacin a las ideologas: mientras que en la utopa ideolgica el estmulo para la accin proviene de un futuro cientficamente previsto, en la utopa tica (y la DSI lo es), el llamado a la accin proviene del presente, interpretado a la luz del valor de la persona humana.

As se entiende la afirmacin de la SRS de que la DSI no pertenece al mbito de la ideologa sino al de la teologa moral, es decir, a ese momento del proceder teolgico en el que, presuponiendo la totalidad del mensaje cristiano, se aspira a poner de manifiesto lo que, hoy y ahora reclama un existir realmente cristiano. De ah que los documentos que formulan esta doctrina no se detengan en la descripcin de situaciones, o la formulacin de principios o valores, sino que desemboquen siempre en una apelacin a la accin y a la responsabilidad.

A partir de esta consideracin de la naturaleza teolgica de la DSI es posible comprender su relacin con las dems ciencias.

En relacin a la filosofa es importante sealar que junto a los datos derivados de la Revelacin, la doctrina social asume, reclama y desarrolla tambin varios principios ticos fundamentales de carcter racional, mostrando la coherencia entre los datos revelados y los principios de la recta razn reguladores de los actos humanos en el campo de la vida social y poltica (Orientaciones 9.2).

En relacin a las ciencias, hasta Juan XXIII, la DSI tuvo un carcter predominantemente deductivo, con una falta o un insuficiente recurso a las ciencias humanas. En el extremo opuesto, con posterioridad al Vaticano II ciertas corrientes de la teologa consideraron que los contenidos del pensamiento social y de la praxis deban recabarse en las ciencias, mientras que la fe quedaba relegada a una funcin de denuncia de las absolutizaciones de lo mundano o una motivacin meramente formal para la accin.

Tomando distancia de ambos extremos, la DSI se sirve hoy de las ciencias como un instrumento importante aunque no el nico. De ah la necesidad de un dilogo provechoso, que no implica por parte de la Iglesia la renuncia a la propia competencia. Al mismo tiempo, el recurso a las ciencias requiere un cuidadoso discernimiento, con una oportuna mediacin filosfica para evitar la influencia de determinadas ideologas contrarias a la fe y la razn.

1.7 Estructura y mtodo de la DSI

La DSI comporta una triple dimensin (Or 6), terica, histrica y prctica relacionadas entre s e inseparables (ibid.). La dimensin terica: se refiere a los principios ticos permanentes y universales, que no deben confundirse con los juicios histricos, que son variables, ni con las cuestiones tcnicas respecto de las cuales (el magisterio) no posee los medios proporcionados ni misin alguna (QA 41).

En segundo lugar, el magisterio social tiene una dimensin histrica: dado que el uso de los principios est encuadrado en una visin real de la sociedad, e inspirado en la toma de conciencia de sus problemas (Or 6) . Se vale para ello de todos los medios proporcionados por la ciencia, llegando as a juicios sobre situaciones histricas concretas

En tercer lugar, el magisterio social tiene una dimensin prctica: pues el mismo tiene por finalidad traducir lo anterior en cursos de accin adecuados a las circunstancias. La expresin regulae operandi (OA 4), que se puede traducir como directrices u orientaciones para la accin, es significativa: la DSI en cuanto invitacin a la accin, no se expresa mediante consignas ni programas es decir, mediante proyectos perfilados por entero e inmediatamente operativos , pero tampoco en el extremo opuesto mediante exhortaciones indeterminadas o genricas.

Como hemos dicho, desde Len XIII hasta Po XII hubo un predominio de la deduccin, a partir de los principios del derecho natural. Desde Juan XXIII la DSI adquiere un carcter ms inductivo, atento a los signos de los tiempos (GS 4). La metodologa, pues, va adquiriendo el carcter de un proceso dinmico inductivo-deductivo.

Este mtodo se desarrolla en tres tiempos (Or 7):

1) Ver: percibir los problemas reales y sus causas, en cuyo anlisis es preciso recurrir al auxilio de las ciencias humanas y sociales.

2) Juzgar: interpretar la realidad a la luz de las fuentes de la doctrina social, que determina el juicio que se pronuncia sobre los fenmenos sociales y sus implicancias ticas. Aqu se sita la funcin propia del Magisterio.

3) Obrar: se refiere a la ejecucin de la eleccin, en una actitud de disponibilidad a la Voluntad de Dios.

En relacin a la segunda etapa: cmo juzga la DSI los fenmenos sociales? Para responder a esta pregunta es preciso tener presente que la DSI se compone de principios de reflexin, normas de juicio y directrices de accin (OA 4; SRS 41). Las Orientaciones han retomado estos conceptos para exponer los contenidos de la DSI.

Conviene aclarar que el ver, juzgar y obrar no debe interpretarse como una sucesin estricta de pasos, sino en el sentido de una circularidad entre doctrina, anlisis social y experiencia de la accin, lo que se ha dado en llamar el crculo hermenutico, que lleva de la fe a la praxis histrica y viceversa.

La estructura y la metodologa de la DSI pueden visualizarse en paralelo, como la anatoma y la fisiologa, respectivamente. En efecto, la metodologa no es otra cosa que una puesta en marcha de la estructura.

ESTRUCTURA (anatoma) Or. 6MTODO (fisiologa) Or. 7

Dimensin histricaVer

Dimensin tericaJuzgar

Dimensin prcticaObrar

Como puede apreciarse, en este cuadro se introduce una alteracin en el orden que las Orientaciones asignan a las dimensiones. La dimensin histrica corresponde al momento del ver, porque en l se busca la comprensin de la realidad social, histrica y concreta. La dimensin terica corresponde al juzgar, porque los principios permanentes y los criterios de juicio, tienen por fin llegar a una valoracin evanglica de la realidad vista. La dimensin prctica surge del momento metodolgico del obrar, en el cual a travs de las orientaciones prcticas se llega a las decisiones operativas.

El momento metodolgico del ver, si bien requiere un slido recurso a las ciencias humanas para la comprensin adecuada de la complejidad de los fenmenos sociales, no consiste en una utilizacin acrtica de las mismas, en orden a una aprehensin puramente tcnica de la realidad. Por el contrario, se trata de un ver desde la fe:

1. El mismo consta de un nivel teolgico, en el cual la teologa valindose de un adecuado instrumental filosfico, reflexiona sobre la precomprensin del hombre subyacente en las ciencias que se aplican al estudio de la realidad, y que nunca son axiolgicamente neutras, lo cual es ms claro en las ciencias ms hermenuticas (poltica, historia, antropologa cultural, etc.) pero tambin alcanza a las ciencias ms analticas (como la sociologa, economa).

2. A su vez, el ver se desenvuelve tambin en un nivel sapiencial prctico, que a la luz de la experiencia humana y cristiana conoce el sentido humano de la realidad social, en un nivel pre-cientfico que necesita ser completado por la reflexin terica.

Si en el momento del ver predomina el movimiento inductivo, en el siguiente momento metodolgico, el juzgar, el movimiento es descendente, deductivo, en el sentido de que se aplican los principios permanentes y los criterios de juicio a la realidad conocida, para valorarla a la luz del Evangelio. Ello no significa que se proceda de un modo silogstico, dado el carcter abierto y analgico que tienen dichas formulaciones.

Finalmente, la dimensin prctica. Ella constituye la ltima etapa de una mediacin descendente, que va desde el juicio hacia la praxis. En primer lugar, la mediacin de la racionalidad tica expresada en los valores fundamentales (43ss.), en los cuales se originan criterios ms formales (cf. las prioridades de Or 44), de los cuales el discernimiento cristiano podr extraer otros ms operativos. Sigue luego la mediacin de la racionalidad hermenutica prctica (comunicativa, pedaggica, poltica), ya que las decisiones operativas no pueden tomarse sino como resultado de un dilogo ordenado al logro de un consenso pblico entre todos los sujetos implicados. Finalmente, viene la mediacin de la racionalidad instrumental prctica (estratgica y tcnica), en busca de una eficacia prctica, que no pierda por ello su carcter humano. Las mediaciones prcticas, en s mismas, ya no son objeto de la DSI sino de la poltica y la tcnica.

1.8 Discernimiento

Si el magisterio tiene este carcter abierto en el sentido de no tener una aplicacin unvoca a la accin Cmo se llega finalmente a la eleccin de cursos de accin concretos? La respuesta es la siguiente. tanto los principios universales, como los criterios de juicio y las orientaciones para la accin, estn al servicio del proceso de discernimiento, que compete a toda la comunidad cristiana y a cada uno en particular. El fin del mismo es llegar, a la luz de los principios permanentes, a un juicio objetivo sobre la realidad social y a concretar, segn las posibilidades y oportunidades ofrecidas por las circunstancias, las opciones ms adecuadas que eliminen las injusticias y favorezcan las transformaciones polticas, econmicas y culturales necesarias en cada caso particular.

Lo dicho nos permite entender que, si bien la DSI, en cuanto doctrina, incluye un amplio cuerpo de verdades, no se define tanto por la doctrina considerada en s misma, sino en cuanto la misma sirve para interpretar las situaciones sociales y orientar la praxis. La DSI es sobre todo un estilo, escuela o modo de pensar. A lo que esa doctrina y esos documentos aspiran no es slo a trasmitir unas verdades o principios, ni tampoco, al menos de forma predominante o exclusiva, a proponer soluciones para alguno o algunos de los problemas concretos aunque, de hecho, realicen una y otra funcin - , sino a fomentar entre sus destinatarios cristianos y, con ellos, todo hombre o mujer de buena voluntad la tendencia y la capacidad para analizar la propia coyuntura social a fin de captar sus dimensiones profundas y percibir las implicaciones o exigencias que de ah derivan. En coincidencia con esta afirmacin, I. Camacho sostiene, a partir de OA 4 y 42, que Pablo VI no concibe la enseanza social de la Iglesia prioritariamente como una doctrina sino como un complejo proceso de anlisis, juicio y discernimiento para la accin; un proceso en el que participa toda la comunidad cristiana y en el que la jerarqua acta como animadora y como especialmente encargada de la dimensin doctrinal.

En resumen: principios permanentes, criterios de juicio y orientaciones para la accin estn al servicio del discernimiento de toda la Iglesia, que se realiza en diversos niveles de concrecin: la Iglesia universal, las Iglesias particulares, a travs de obispos y conferencias episcopales, que adaptan el magisterio universal a sus respectivos contextos, (Or 52), a lo cual debemos agregar el discernimiento llevado a cabo por las diferentes comunidades particulares.

2 Contenido de la DSI

En Or. 3, al hablar de los elementos constitutivos de la DSI, se nos dice que: (La DSI) Basndose sobre principios siempre vlidos lleva consigo juicios contingentes ya que se desarrolla en funcin de las circunstancias cambiantes de la historia y se orienta esencialmente a la accin o praxis cristiana. A partir del cap. III el documento se aboca al anlisis de estos tres contenidos de la DSI.

2.1 La persona humana y sus derechos

Toda la DSI brota del principio personalista (CDS 105-107), que reconoce en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo, por haber recibido de l una incomparable e inalienable. En esto se funda la centralidad de la persona humana en la vida social. Or 31-34 brinda un breve desarrollo de este principio, que puede verse ms desarrollado en CDS 108 y ss.

1. La persona humana

El hombre - persona es sujeto y centro de la sociedad, de modo que las estructuras y funciones de sta tienen que estar a su servicio.

El fundamento de esa dignidad estriba en que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, como ser inteligente y libre, y ha sido elevado por l a un fin sobrenatural y trascendente.

Este principio, de naturaleza antropolgica, constituye la fuente de todos los dems principios de la DSI, y como veremos, es parte esencial en la definicin de su contenido.

2. Los derechos humanos

Derivan por una lgica intrnseca de la misma dignidad de la persona humana, como su dimensin operativa.

La Iglesia ha tomado conciencia de la importancia de estos derechos como parte de su misin salvfica. En implcita respuesta a la idea de que esta toma de conciencia ha sido notablemente tarda (slo con Juan XXIII, en la encclica PT, se los asume de un modo explcito), el documento sostiene:

que la Iglesia siempre ha reconocido tales derechos en su praxis de servicio concreto a la humanidad, aunque no los hubiera formulado sistemticamente;

pero el fundamento de dicha praxis y su formulacin sistemtica se dan en un contexto histrico diferente al del Iluminismo: su inspiracin no es poltico revolucionaria sino teolgica, es decir, la consideracin del Derecho inscrito por el Creador en la naturaleza humana (32.1). En el n. 33 desarrolla esta afirmacin.

Destaca a continuacin la especial jerarqua que, en el conjunto de esos derechos, ostenta la libertad religiosa. En efecto, ella alcanza el mbito ms ntimo del espritu, y se revela por consiguiente como punto de referencia y, en cierto modo, parmetro de los dems derechos fundamentales. All donde la libertad religiosa no es respetada, difcilmente hallen una suerte distinta las restantes libertades.

Hay un reconocimiento de que la nueva comprensin de la importancia de este derecho (que alcanza su formulacin actual recin en DH), forma parte de una nueva sabidura teolgica y moral, que es fruto de la reflexin sobre los derechos humanos (32.2).

En el punto siguiente encontramos como a trasluz los motivos que hicieron tan trabada y fatigosa la recepcin de la doctrina de los derechos humanos:

Juan XXIII corrige un cierto aspecto individualista de dicha doctrina, afirmando la reciprocidad de derechos y deberes, y los pone en referencia a las exigencias del orden comunitario, particularmente la solidaridad.

Pablo VI pone en evidencia el fundamento cristiano de tales derechos, mostrando cmo la fe transforma su misma dinmica interna. Juan Pablo II profundiza el planteo al presentar ese fundamento cristiano como la verdad ntegra del hombre en sus tres dimensiones: dignidad del hombre en cuanto tal, como imagen y semejanza de Dios y como insertado en el misterio de Cristo.

As los derechos humanos son purificados de los resabios ideolgicos individualistas y agnsticos que los acompaaban desde su origen.

3. Sociabilidad natural del hombre

La dignidad de la persona humana y sus derechos no puede ser adecuadamente comprendida y respetada sin una correcta comprensin de la relacin de la persona con la sociedad. Afirma el documento que la sociabilidad (natural) humana es el fundamento de toda forma de sociedad y de las exigencias ticas inscritas en ella (34.1).

Esta sociabilidad natural tiene un aspecto negativo: la natural indigencia del hombre; pero tambin un aspecto positivo: su natural tendencia a comunicar con los dems. Resulta claro que la justicia de la vida social se mide por su capacidad de responder a estas necesidades y aspiraciones.

A partir de esta afirmacin el documento alude a concepciones equivocadas de la sociedad humana. sta debe ser vista como algo que no est ni fuera (individualismo) ni por encima (colectivismo) de los hombres (35). La sociedad no es, entonces, ni un mero agregado de individuos, ni un sujeto colectivo del cual los individuos son meros productos. La sociedad existe por los hombres y para ellos, y en la medida en que esto es as la persona logra desarrollar toda la fuerza y dinamismo de su condicin social (bid.).

De estos tres principios en los que se expresa la dignidad de la persona humana hallan su fundamento los dems principios de la DSI (36). El CDS, de un modo ms claro, incluye estos tres principios en el mencionado principio personalista, para diferenciarlos de los principios y valores permanentes que brotan del mismo.

2.2 Principios permanentes de reflexin

Vamos a seguir la enumeracin y desarrollo que hace el CDS 160-196. El principio de la dignidad de la persona humana funda el de bien comn, el de subsidiaridad (del cual deriva el de participacin) y el de solidaridad. Ellos constituyen el primer y fundamental parmetro de referencia para la interpretacin y valoracin de los fenmenos sociales (CDS 161). Se nos advierte adems, que dichos principios deben ser apreciados en su unidad, conexin y articulacin, evitando una acentuacin de un principio aislado en perjuicio de los dems (CDS 162).

2.2.1 El principio del bien comn

El primer principio que se deriva de la dignidad de la persona humana, es el del bien comn (BC), al cual debe referirse todo aspecto de la vida social para encontrar su pleno sentido. GS 26 lo define como el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro ms pleno y ms fcil de su propia perfeccin.

:

1. Conjunto de condiciones. Se contrapone a una concepcin objetivista del bien comn segn la cual este podra ser un conjunto de bienes perfectamente determinado. Esta determinacin, adems de ser imposible, supondra una autoridad capaz de realizar e imponerla, privando a las personas de la libertad para encontrar y realizar su propio proyecto. Se trata, en cambio, de que las personas gocen de las condiciones necesarias para ello.

2. Condiciones de la vida social. CDS 164 advierte que el BC no es la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social, sino que por su naturaleza permanece comn, porque es indivisible y slo juntos es posible alcanzarlo. Se trata de la dimensin social del bien moral. Se contrapone a una visin individualista, que hara del bien comn sea un concepto puramente formal: hacer mi vida sin molestar al vecino. La concepcin del bien de cada uno como algo puramente individual, no es ms que una abstraccin que desconoce nuestra naturaleza social.

3. que hace posible a las asociaciones y cada uno de sus miembros. Se promueve as la subjetividad social, evitando hacer del Estado el actor excluyente de la vida social. La finalidad del BC es permitir que cada integrante de la sociedad ser protagonista en la consecucin de su propio bien.

4. El logro de la propia perfeccin. Contra una visin subjetivista, que vincula el BC a la posibilidad de fijar arbitrariamente los fines de la propia vida. Ello explica que la definicin haga referencia al logro de la propia perfeccin, con un sentido ms objetivo que el sentido usual de felicidad.

Dos afirmaciones ms completan este concepto:

1. Sobre el contenido:

El BC posee un contenido objetivo, inseparable del bien de la persona, y exigen por consiguiente, el respecto, la tutela y la promocin, por parte de la autoridad, de los derechos humanos.

Pero, al mismo tiempo, el contenido del BC no se agota en su aspecto esencial y permanente, ya que tambin debe tener en cuenta las exigencias de las circunstancias histricas, cuya atencin es indispensable para la autntica justicia social (cf. Or 37; CDS 166).

Pero una visin puramente histrica y materialista, terminara por confundir el BC con un simple bienestar socioeconmico. Por el contrario, el BC no es un fin autrquico sino que est abierto al logro de los fines ltimos de la persona (cf. CDS 170). Tal es la dimensin trascendente del BC que excede, y, al mismo tiempo, da cumplimiento a la dimensin histrica (cf. ibid).

2. Sobre el sujeto:

El BC es un deber de todos los miembros de la sociedad, segn las propias capacidades. La motivacin no puede ser exclusivamente la bsqueda de ventajas individuales: en la bsqueda del BC se expresa una de las inclinaciones ms elevadas del hombre, la inclinacin a la vida en sociedad, y la capacidad de buscar el bien del otro como si fuera propio, que es perfeccionada por la virtud de la justicia (cf. CDS 167).

Adems de las personas particulares, la responsabilidad por el BC compete tambin al Estado, porque el BC es la razn de ser de la autoridad poltica (CDS 168). Slo el Estado, a travs de las instituciones polticas es capaz de garantizar la cohesin, unidad y organizacin de la sociedad civil, para que se logre el BC con la colaboracin de todos los ciudadanos (cf. ibid).

2.2.2 El principio de subsidiaridad

Definido el bien comn como fin de la sociedad, el documento pasa a tratar dos principios relativos al modo de alcanzar dicho fin: los principio de subsidiaridad y de solidaridad.

El principio de subsidiariedad es el complemento necesario de la solidaridad, ya que protege el mbito de legtima autonoma de individuos, comunidades locales y sociedades intermedias, en orden a hacer posible su participacin en el bien comn (38.2). Ellas constituyen la expresin originaria de la sociabilidad que es la sociedad civil, el tejido social bsico, sobre el cual se pueden fundar formas ms elevadas de sociabilidad (ej., la sociedad poltica).

Su contenido puede enunciarse de dos modos:

Positivo: todas las sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda (subsidium) -por tanto de apoyo, promocin, desarrollo- respecto a las menores (CDS 186). De este modo, los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente sus funciones sin ser absorbidos por las instancias superiores.

Negativo: El Estado debe abstenerse de cuanto restringira, de hecho, el espacio vital de las clulas menores y esenciales de la sociedad (CDS 186)CDS 187, contiene importantes indicaciones sobre el funcionamiento correcto del principio de subsidiaridad:

Con l contrastan las formas de centralizacin, de burocratizacin, de asistencialismo, de presencia injustificada y excesiva del Estado y del aparato pblico, problemas caractersticos del Estado asistencial.

A l corresponden: el primado de la persona y la familia, la valoracin de las organizaciones intermedias, el impulso de la iniciativa privada, el pluralismo social, la descentralizacin burocrtica y administrativa, el equilibrio entre la esfera pblica y privada, la responsabilizacin del ciudadano.

2.2.3 Participacin

Se trata de una consecuencia caracterstica de la subsidiaridad. Ella responde a una aspiracin profunda del hombre, manifestacin de su dignidad y su libertad (Or 39). La participacin se expresa por una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano ... directamente o a travs de los propios representantes, contribuye a la vida cultural, econmica, poltica y social de la comunidad civil a la que pertenece (CDS 189).

La participacin justa, proporcionada y responsable (Or 39) de todos los miembros y sectores de la sociedad en el desarrollo de la vida socio-econmica, poltica y cultural, es esencial para la gestin adecuada del BC.

En particular, la participacin del ciudadano en la vida comunitaria es uno de los pilares del ordenamiento democrtico y la garanta de su vigencia . Toda democracia debe ser participativa (CDS 190). La superacin de los obstculos culturales, jurdicos y sociales que con frecuencia se interponen a la participacin solidaria de los ciudadanos en los destinos de su propia comunidad requiere un esfuerzo activo, a travs de una obra informativa y educativa (CDS 191).

2.2.4 El principio de solidaridad

Segn el principio de solidaridad toda persona, como miembro de la sociedad, est indisolublemente ligada al destino de la misma y, en virtud del Evangelio, al destino de salvacin de todos los hombres (Or 39). Ese vnculo se manifiesta histricamente en una creciente interdependencia entre los hombres y los pueblos, que est afectada por fortsimas desigualdades, lo cual reclama un crecimiento en el plano tico-social igualmente intenso (CDS 192).

La solidaridad se presenta, por lo tanto, bajo dos aspectos complementarios:

Como principio social ordenador de las instituciones, por el cual las estructuras de pecado (SRS 36-37) que afectan las relaciones entre las personas y los pueblos, sean reemplazadas por estructuras de solidaridad, mediante leyes, reglas de mercado y ordenamientos.

Como verdadera y propia virtud moral, es decir, no como un sentimiento superficial, sino como la determinacin firme y perseverante de empearse por el bien comn; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que seamos verdaderamente responsables de todos (SRS 38, subrayados del texto). Constituye as una virtud social fundamental.

A la luz de la fe, por ltimo, la solidaridad tiende a superarse a s misma, y se reviste de dimensiones especficamente cristianas: de gratuidad total, perdn y reconciliacin. Por ella se ve al ser humano no slo como sujeto de derechos sino como imagen viva de Dios, rescatado por Jesucristo y bajo la accin permanente del Espritu Santo (SRS 40).

2.2.5 Destino universal de los bienes

Es una de las implicaciones inmediatas del principio del bien comn. Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene al uso de todos los hombres y todos los pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos, en forma equitativa, con justicia y caridad (CDS 171).

Surge de all el derecho universal al uso de los bienes: todo hombre debe tener la posibilidad de gozar del bienestar necesario para su pleno desarrollo. Se trata de un derecho natural, inscrito en la naturaleza del hombre, y originario, pues no deriva de ningn otro. Por lo tanto, es prioritario respecto de cualquier intervencin humana sobre los bienes, incluyendo el derecho de propiedad privada (CDS 172).

Ciertamente, la propiedad privada y otras formas de dominio privado, aseguran a cada cual una zona absolutamente necesaria para la autonoma personal y familiar, amplan la libertad humana, estimulan la responsabilidad, y son condicin para el ejercicio de las libertades civiles (cf. GS 71). Pero la tradicin cristiana no ha considerado nunca el derecho a la propiedad privada como absoluto e intocable (CDS 177). La misma constituye un medio o instrumento para el respeto del principio del destino universal de los bienes, no un fin. Por ello la propiedad privada est afectada por una funcin social, que comporta vnculos sobre el uso de los bienes por parte de los legtimos propietarios (por ej., no tener inoperantes los bienes posedos y destinarlos a la actividad productiva, cf. CDS 178).

2.3 Los valores fundamentales

Los principios de reflexin de la DSI son inseparables de los valores fundamentales inherentes a la dignidad de la persona humana: verdad, libertad, justicia, solidaridad, paz, caridad o amor cristiano (43). CDS 197 los resume en verdad, libertad, justicia, amor.

4. Los valores y la eficacia prctica de los principios

Los valores constituyen la repercusin prctica de los principios que hemos descrito. Y ello es as porque incorporan el componente afectivo, esencial para transformar los principios tericos en praxis concreta. Vivir los valores es, pues, el camino seguro para la transformacin social (Or 43), porque son la referencia imprescindible para llevarla a cabo adecuadamente.

5. Los valores y la aplicacin de las leyes sociales

El mbito de la vida social es autnomo (GS 36): en l el hombre descubre y aplica leyes para el bien de la sociedad (pensemos, por ej., en las leyes del mercado). Pero dichas leyes no cumplen este cometido mecnicamente: su aplicacin debe ser guiada por los valores que derivan de la dignidad de la persona humana (Or 44).

Por ello, aunque el respeto de la legtima autonoma de las realidades terrenas lleva a la Iglesia a no asumir competencias especficas de orden tcnico o temporal, pero ello no le impide intervenir a los efectos de mostrar en qu medida las opciones concretas afirman o niegan aquellos valores (CDS 197).

6. Valores: sabidura ante los conflictos

Or 45 reconoce que hay situaciones en las que determinados valores son negados directa o indirectamente, haciendo difcil el poder acatarlos a todos en modo coherente y simultneo.

Es importante este reconocimiento de la existencia objetiva de conflictos de valores, que no son simple producto de la perplejidad subjetiva sino que son provocados por las situaciones mismas.

Asimismo es significativo que se afirme que en tales casos, la solucin no se encuentra por simple aplicacin de normas, sino por un discernimiento, que tome en cuenta las diversas circunstancias a la luz de los valores cristianos. Se trata, pues, del ejercicio de la virtud de la prudencia, llamada aqu sabidura.

7. Formacin en los valores

Ante las exigencias del desarrollo autntico en las complejas condiciones de la vida social actual, se hace indispensable la formacin de los individuos y la opinin pblica en los valores fundamentales de la persona humana (Or 46).

En todos los aspectos reseados, el tema de los valores demuestra la importancia del desarrollo de una sensibilidad social cristiana (cfr. 54, 58, 62).

8. Los valores en particular. La caridad

Para el estudio de los valores en particular, remitimos a CDS 198 ss.

Una mencin especial merece la relacin entre justicia y caridad. La justicia, como voluntad firme y constante de dar a Dios y al prjimo lo que les es debido constituye el criterio determinante de la moralidad en el mbito social (CDS 201). Pero la caridad, es el criterio supremo y universal en dicho mbito. Ello es as, porque si bien la justicia es apta para servir de arbitro entre los hombres en la recproca particin de los bienes, necesita la permanente correccin del amor misericordioso, para no endurecerse y transformarse en injusticia (cf. CDS 206; DiM 12-14).

La caridad se convierte en caridad social y poltica, que lleva a buscar el BC, como bien de todas las personas, consideradas no slo individualmente, sino tambin en la dimensin social que las une (CDS 207). Para amar realmente al prjimo, hay que amarlo tambin en sociedad, lo cual implica servirse de las mediaciones sociales para mejorar su vida, o bien eliminar los factores sociales que causan la indigencia. La caridad se expresa no slo en la ayuda inmediata, sino tambin en el esfuerzo dirigido a organizar y estructurar la sociedad (CDS 208).

2.4 Criterios de juicio

La DSI no es slo un saber terico, sino tambin prctico y orientador de la accin pastoral. Por ello, adems de los principios permanentes de reflexin, ofrece criterios de juicio sobre las situaciones histricas. Entre los valores y principios permanentes de una parte y la realidad social concreta e histrica de la otra, es necesario mediar sea con un conocimiento cientfico de la situacin como la perciben las ciencias sociales, pero ms an con un juicio histrico de tipo moral.

Ello requiere, pues, el recurso a las ciencias humanas, pero sobre todo, la aproximacin a las realidades sociales a travs de los valores fundamentales, que iluminan el discernimiento cristiano (Or 47).

Al parecer, nos encontramos aqu con dos modos de entender los criterios de juicio. En primer lugar, esta expresin podra entenderse en un sentido material: los juicios del magisterio (ver ejemplos en Or. 49), que en su carcter genrico, constituyen a su vez criterios para realizar juicios ms especficos sobre realidades particulares. Para la continuacin y concrecin de esta actividad judicativa se requiere un tipo de competencia que corresponde de modo particular a los laicos (Or 48).

En segundo lugar, la expresin puede tener un sentido ms formal, sin contenidos materiales, y de tal naturaleza son los criterios que se detallan a continuacin.

En la utilizacin de las ciencias humanas, en particular, el anlisis sociolgico, es preciso estar prevenidos contra las visiones ideolgicas que pueden filtrarse, lo cual se refiere tanto al anlisis marxista (50.2) como a cierto anlisis sociolgico inspirado en la ideologa liberal (50.3).

No dejarse atrapar por una alternativa pretendidamente ineludible entre capitalismo y socialismo. Los proyectos de sociedad son mltiples: posibilidad de otras alternativas (50.3).

Las mismas se buscarn a travs de un dilogo con los movimientos histricos. La Iglesia no formula un proyecto de sociedad alternativo. Esa misin corresponde a los cristianos a travs del discernimiento de las opciones histricas (51.1).

El cambio de situaciones puede exigir la modificacin de un juicio anterior, aunque en continuidad con los principios (53).

Se invita a las Iglesias particulares a realizar la valoracin de las situaciones en que se encuentran, siempre a la luz de los principios y criterios de juicio vlidos para la Iglesia universal (52).

2.5 Orientaciones para la accin

En cuanto a la accin concreta, sta no se deduce a priori de consideraciones filosficas y ticas, sino que se concreta cada vez por medio del discernimiento cristiano de la realidad (Or 54).

Para efectuar este discernimiento, se requiere una conciencia bien formada segn las exigencias ticas del evangelio, y una sensibilidad social verdaderamente cristiana (54).

Como dijimos en relacin a los criterios de juicio, la DSI contiene diferentes orientaciones materiales para la accin (p.ej., recomendacin de buscar formas de copropiedad de los medios de produccin, LE 14). El documento ha querido, sin embargo, enunciar orientaciones de tipo ms formal, con el claro propsito de auxiliar la actividad misma del discernimiento.

1. La dignidad de la persona humana, no slo como norma de juicio sino tambin de accin. La moralidad de cualquier iniciativa depende de su conformidad con el respeto de la dignidad de la persona humana (55).

2. El dilogo respetuoso con todos los hombres de buena voluntad como mtodo idneo para llegar a soluciones consensuadas (56 y 62).

3. La lucha por la justicia y la solidaridad sociales. Lucha noble y razonada (57). El carcter racional de esa lucha lleva a considerar el tema de la formacin y la experiencia, contenido de otras tantas orientaciones.

4. Formacin de las competencias necesarias (en los laicos: cientficas, polticas). La competencia de los laicos en este campo es originaria, no delegada: su condicin de bautizados y confirmados. De ah la importancia de que formen su conciencia y su sensibilidad. Formacin de los pastores al servicio de la formacin de los laicos (58 y 62).

5. Uso de la doble experiencia: de las realidades temporales y de la fe. Ellas no pueden sustituirse recprocamente, sino que encuentran su unidad en la Palabra de Dios (59).

6. Apertura a los dones del Espritu. La Iglesia no ofrece su propio modelo de vida social sino que permanece abierta a un pluralismo de proyectos y de hiptesis para la accin segn los carismas y dones que el Espritu concede a los laicos para cumplir su misin (60).

7. La prctica de la misericordia que concede prioridad a los pobres (61).

La relacin estrecha entre la DSI y la praxis cristiana, especialmente la praxis pastoral, reclama de los Pastores la formacin en las competencias necesarias para el dilogo de la Iglesia con el mundo y su presencia en l: estudio serio de la DSI y desarrollo de la correspondiente sensibilidad (62).

La fe cristiana valora la dimensin poltica de la vida humana. De ello se deduce que su presencia en el campo poltico es una exigencia de la fe misma, a la luz de la realeza de Cristo, que lleva a excluir la separacin entre la fe y la vida diaria, uno de los errores ms graves de nuestra poca (GS 75). La Iglesia tiene la misin de evangelizar el mbito poltico. Pero el compromiso poltico se reserva a los laicos (63.3).

El desarrollo de las Orientaciones demuestra el carcter dinmico de la DSI: aunque sea un cuerpo suficientemente delineado y consolidado, tiene todava ante s muchas etapas que recorrer, segn el dinamismo del desarrollo de la sociedad humana en la historia (65).

3 Dimensin histrica de la DSI

3.1 Dimensin histrica de la DSI en las OrientacionesEn Or 14.1 se rechaza la acusacin a la DSI de ser abstracta, deductiva y carente de fuerza crtica. Sin embargo, implcitamente concede algn grado de razn a la crtica, al afirmar que el actual Magisterio de la Iglesia ha impreso a la DSI un dinamismo nuevo (Or 14.2).

Segn Or 18.1, la DSI no podra haber tenido otra finalidad que la de iluminar la situacin real (=histrica) de la sociedad. sta constituye una perspectiva dinmica e histrica, que apunta a dar indicaciones relativas a los problemas histricos concretos que reflejen las exigencias del evangelio (Or 18.2).

Para comprender el desarrollo histrico de la DSI es preciso ahondar en el contexto socio-cultural de cada documento, y comprender las condiciones econmicas, sociales, polticas y culturales en las que se public (Or 18.3). De este modo es posible descubrir mejor la intencin pastoral de la Iglesia, ante la situacin social que se examina (ibid.)

El criterio histrico de interpretacin de la DSI es obligatorio:

sobre estos supuestos (concepcin ms moderna y dinmica de la forma en la que la Iglesia deba estar presente en la sociedad) se apoya la DSI desde entonces (s.XIX) hasta nuestros das. Es pues en esta perspectiva en la que han de leerse y comprenderse los documentos del magisterio social (Or 19).

3.2 Evolucin de la DSI

La dimensin histrica de la DSI implica que la misma se vea sometida a un constante proceso de evolucin. Segn Or 11, la DSI, por su carcter mediador entre el Evangelio y la realidad concreta del hombre y la sociedad, necesita ser actualizada continuamente y responder a las nuevas situaciones del mundo y de la historia (Or 11.1; EN 29).

Un ejemplo de esta evolucin es el concepto de cuestin social, que en el s.XIX designaba el conjunto de problemas socio-econmicos surgidos en determinadas reas del mundo europeo y americano como consecuencia de la revolucin industrial, y hoy constituye un problema de dimensiones mundiales, que abarca una multiplicidad de aspectos, incluso polticos, relativos a la transformacin de la sociedad.

Aun as, la DSI sigue siendo un cuerpo doctrinal de gran coherencia, no como sistema cerrado, sino abierto a los nuevos problemas, rasgo que se hace ms evidente despus del Vaticano II (Or 11).

3.3 Continuidad y desarrollo

La evolucin de la DSI no compromete su identidad sustancial ni su unidad. Por el contrario, existe una continuidad entre los diferentes documentos, aunque cada uno responda a los problemas de su tiempo (Or 12).

Or 12.1 cita como ejemplo el concepto de pobre, que para RN eran los proletarios y para QA eran los parados, mientras que hoy designa al conjunto, muchsimo ms numeroso de los que estn excluidos del disfrute de los bienes de la tierra.

Sin contradecir lo anterior, es preciso reconocer que la evolucin histrica del Magisterio social tambin presenta discontinuidades. As por ejemplo, en relacin al concepto de propiedad privada, mientras que la RN busca en ella el fundamento de todo el orden social, en la LE la propiedad, sea privada o colectiva, no es ms que un instrumento al servicio del trabajo. Cabe entonces preguntarse: evolucionan los contenidos de la DSI?

A este interrogante responde I. Camacho: Ms bien habra que decir que evoluciona el conjunto de las enseanzas, la forma como los distintos principios se articulan en un todo orgnico. En efecto, los principios no funcionan aisladamente sino formando parte de un sistema. En el caso de la propiedad privada, la evolucin apuntada no conduce a negar que la propiedad privada sea un derecho natural, sino que lo subordina a otros principios de orden superior. En consecuencia la evolucin consiste en una continua remodelacin de la DSI como consecuencia de la reflexin que se hace desde la fe sobre una realidad en permanente cambio.

Podramos agregar que no slo se trata de cambios en la realidad, sino tambin de una historicidad que afecta las mediaciones conceptuales a travs de las cuales se lee dicha realidad. As, por ejemplo, la doctrina escolstica del derecho natural, de ndole ahistrica y deductivista, no debe identificarse con la doctrina del derecho natural entendida en un sentido amplio, que se refiere a existencia de principios de justicia universales y absolutos.

En realidad, si tenemos presentes las consideraciones acerca de los cambios en el mtodo de la DSI, se puede entender que el mismo incida intrnsecamente en su contenido, sin afectar, sin embargo, la continuidad fundamental.

3.4 Periodificacin de la DSI

Como hemos visto, las Orientaciones hablan de diferencias de planteamiento, de procedimiento metodolgico y de estilo en los documentos que desde la RN han expresado el pensamiento social catlico. Es importante procurar la comprensin de estas variaciones, identificando las etapas que atraviesan. Segn Illanes, a los efectos de una periodificacin de la DSI, debe considerarse el Vaticano II como punto de inflexin fundamental (preparado en Juan XXIII, sobre todo en PT y madurado en Pablo VI, OA). As, es posible distinguir las siguientes etapas:

1. Antes del Vaticano II: resistencia a abandonar el centro de la sociedad, actitud polmica y defensiva frente a la sociedad moderna, nostalgia del pasado, dificultad para aceptar el mundo surgido del renacimiento y la ilustracin. Perodo con diferencias:

1.1. La Iglesia frente al liberalismo y al socialismo. Len XIII

1.2. La Iglesia frente a los totalitarismos. Po XI Po XII

2. Juan XXIII y el Vat. II: el nuevo enfoque de la DSI

En relacin a Juan XXIII, dicen las Orientaciones:

El estilo y el lenguaje de las encclicas del Papa Juan XXIII confieren a la doctrina social una nueva capacidad de aproximacin y de incidencia en las nuevas situaciones, sin romper por ello la continuidad con la tradicin precedente. No se puede, pues hablar de cambio epistemolgico. Es cierto que aflora la tendencia a valorar lo emprico y lo sociolgico, pero al mismo tiempo se acenta la motivacin teolgica de la doctrina social. Esto es tanto ms evidente si se confronta con los documentos anteriores, en los que predomina la reflexin filosfica y la argumentacin basadas sobre principios del derecho natural (Or 23.3)

En referencia a GS dice Orientaciones:

Se debe reconocer que la atencin prestada en la Constitucin a los cambios, sociales, sicolgicos, polticos, econmicos, morales y religiosos ha despertado, cada vez ms, en los ltimos veinte aos, la preocupacin pastoral de la Iglesia por los problemas de los hombres y el dilogo con el mundo (Or 24.6).

3. Despus del Concilio Vaticano II: la DSI en dilogo con el mundo contemporneo:

3.1. La Iglesia enfrenta simultneamente los problemas de la secularizacin y la pobreza.

3.2. Desarrollo magisterio social local (Conferencias Episcopales)

Una periodificacin que asume y desarrolla esta evolucin de un modo particularmente ilustrativo, es la que propone B. Sorge

EtapaIdeologa catlica

1891 (RN) 1931 (QA)

Nueva Cristiandad

1931 (Po XI, QA) 1958 (Po XII)Dilogo

1958 1978 (Juan XXIII Pablo VI)Profeca

1978-2005 (Juan Pablo II)

DesafoEnfrentamiento con liberalismo y socialismo / cuestin obreraEnfrentamiento con modelos de Estado NacionalMundializacin, crisis de las ideologas, movimientos histricosCrisis de valores: dignidad persona, vida, trabajo, verdad, etc.

sujetoJerarqua

(laicos: ejecucin)......Vaticano II: rol de los laicos..

FuenteLey natural

Escasa atencin a las ciencias..

Mayor atencin a las cienciasCrisis de la articulacin fe razn: problema de la especificidad moral cristianaAcentuacin dimensin teolgica

MtodoDeductivo

..

Inductivo

Signos de los tiempos..

Relacin Iglesia - mundoMundo: orden distinto pero subordinado..Autonoma de las realidades terrenas (GS 36)..

CaracterizacinApologtica de la cristiandad

Condenacin mundo modernoBsqueda de una 3 va, como nuevo modelo de Cristiandad:

Po XI: corporativismo

Po XII: democraciaDilogo con el mundo y cooperacin

Aceptacin plena del pluralismoMinisterio de evangelizacin en el mbito social

Ecumenismo de los valores

9. La ideologa catlica (1891-1931)

Para resolver la cuestin obrera, se recurre a los principios filosficos y ticos de una visin cristiana de la sociedad, frente al socialismo y al liberalismo. El retorno a los principios perennes del derecho natural, se realiza a travs de los esquemas del pensamiento neo-escolstico, esencialista y deductivista, que concede escasa importancia a las ciencias humanas positivas, y que propicia una concepcin privatstica de las relaciones sociales.

La RN tiene una referencia a la situacin histrica concreta, pero parece ms bien ocasional. Se considera que el verdadero nudo de la cuestin es de naturaleza filosfica y tica.

El contexto de esta primera etapa del discurso social de la Iglesia es el choque frontal de la Iglesia con el mundo moderno.

10. La Nueva Cristiandad (1931-1958)

Con la revolucin rusa, la ideologa marxista deja de ser una elaboracin terica para convertirse en una realidad, mientras que en los pases capitalistas se impone una economa mixta, intervensionista, que mantiene en sus rasgos fundamentales la ideologa liberal. Po XI propone una especie de Tercera Va entre socialismo y capitalismo, un modelo de sociedad alternativo. En el fondo, se trata del sueo nostlgico de reestablecer la cristiandad medieval, de carcter corporativista. Po XII volver sobre este intento, con la esperanza de construir una nueva cristiandad, ya no sobre la base del corporativismo, sino del sistema democrtico.

Si bien prevalece la reflexin terica, se va dando mayor lugar a la ciencia positiva, a la consideracin de las reformas estructurales, y a la competencia de los laicos, aunque bajo la firme direccin de los pastores.

11. El dilogo (1958-1978)

El proceso de mundializacin y de la crisis de las ideologas es claramente perceptible cuando asume el papado Juan XIII. Esta crisis alcanza la misma ideologa catlica. PT 159 introduce la distincin entre las ideologas y los movimientos histricos, de modo que, si en el plano terico, las ideologas permanecen equivocadas, en el plano histrico es posible y necesario el dilogo (cf. GS 21), acompaado por un atento discernimiento, en el cual los laicos deben decidir con autonoma el grado de compromiso posible (cf. OA 26).

Este progreso es posible debido a que el Vaticano II introduce una nueva teologa del laicado, y afirma la autonoma de las realidades temporales (GS 36).

12. La profeca (1978-2005)

La cuestin social, que a nivel cuantitativo ya en tiempos de Juan XXIII haba adquirido dimensiones planetarias, ahora adquiere un carcter cualitativo: se convierte en un problema de "calidad de vida". La DSI adquiere un tono ms marcadamente proftico, en el anuncio del evangelio de la vida, del trabajo y de la caridad. En este giro, los problemas relativos a los sistemas econmicos y polticos van cediendo lugar a la atencin al hombre "en s". Se trata de defender, en los mbitos mencionados, el primado absoluto de la persona humana.

De este modo "la evolucin del discurso social de la Iglesia parece haber alcanzado su madurez. No es ms una reflexin filosfica y teolgica sobre las ideologas, no es ms la elaboracin de un modelo prefabricado, una "tercera va"; pero tampoco se limita a ser una mera invocacin de algunos principios generales. Es -como lo define Pablo VI- "una reflexin, conducida en contacto con las situaciones mudables de este mundo, bajo el impulso del evangelio como fuente de referencia" (OA 42)

Se ha convertido, a su vez, en un discurso ecumnico, en el sentido etimolgico de la palabra, es decir, de alcance universal, como es universal la naturaleza de la crisis. En efecto, el problema de la calidad de vida, tiene una raz cultural, es decir, implica una visin del hombre, la sociedad y el mundo, y por ello es cualitativamente universal. Su respuesta, por tanto, no puede ser sino universal: una apelacin al sentido moral y religioso de los hombres.

Vamos a ver a continuacin con ms detenimiento el desarrollo histrico de la DSI.

3.5 Formacin del patrimonio histrico de la DSI

Luego de habernos referido a la dimensin histrica de la DSI y sus etapas, nos queda describir, de un modo forzosamente esquemtico, el desarrollo histrico de aqulla.

3.5.1 Contexto ideolgico del siglo XIX. Aclaraciones conceptuales

Segn Or 19, la nueva situacin creada en el s. XIX en Europa y en parte de Amrica es consecuencia de la revolucin industrial, del liberalismo, del capitalismo y del socialismo. Vamos a precisar estos conceptos.

El capitalismo industrial es un sistema econmico fundado en la propiedad privada de los medios de produccin. El obrero, que carece de ella, y slo dispone de su fuerza de trabajo, es el asalariado. Segn la teora marxista de la plusvala, el capitalista se enriquece pagando menos al asalariado que el valor que produce con su trabajo, y logra as una acumulacin creciente de capital. La consecuencia de este sistema econmico es el conflicto entre clases, con intereses contrapuestos.

El capitalismo es, en s mismo, un sistema econmico, no una ideologa. Cul es, pues, la ideologa del capitalismo? El capitalismo nace bajo el impulso de la ideologa del liberalismo econmico: libertad, individualismo, afn de lucro como motores de la economa; el Estado como gendarme que garantiza el respeto de la libre competencia.

La ideologa del liberalismo econmico debe distinguirse cuidadosamente del liberalismo poltico: este ltimo est referido a la limitacin del poder del Estado, a travs de la divisin de poderes y el reconocimiento de garantas individuales.

Pero el capitalismo podra funcionar con otras ideologas: el capitalismo liberal fue sustituido, luego de la crisis de 1929 por un capitalismo intervencionista (ej. USA con F. Roosvelt y el New Deal), e incluso autoritario (ej. China).

Frente al capitalismo liberal del s. XIX se alz el socialismo cientfico. Se llam cientfico por contraposicin al socialismo utpico (Owen, Saint Simon, Proudhon, Blanc, etc.), menos elaborado, y ms reformista que revolucionario.

Carlos Marx (1818-1883), desarroll en la primera etapa de su obra (hasta 1850) la doctrina del materialismo histrico. La causa del conflicto social no es moral sino estructural: radica en las estructuras econmicas (fuerzas productivas y las relaciones de produccin que generan), sobre las cuales descansa la super-estructura de la poltica, la religin, el arte, etc. Los cambios en las fuerzas productivas presionan al cambio en las relaciones de produccin y la superestructura, pero para que ello se materialice es preciso que el hombre tome conciencia de la contradiccin y la secunde con su obrar. Tal es la misin que correspondera a la clase explotada del capitalismo: el proletariado.

En la segunda etapa de su obra, Marx elabora su obra El capital, en la cual vaticina la autodestruccin del capitalismo debido a sus contradicciones internas, y el advenimiento del socialismo, con la eliminacin de la propiedad privada y la desaparicin de las clases.

3.5.2 Len XIII, Rerum novarum (1891)

Con este documento, Len XIII procura responder a la cuestin obrera, es decir, al conjunto de problemas derivados de la deplorable situacin en que se encontraba el proletariado industrial (Or 20).

En primer lugar, reafirma frente al socialismo, su adversario explcito, la propiedad privada como derecho natural (RN 3-11). Tambin rechaza la ideologa de la lucha de clases.

Frente al liberalismo, por su parte, seala:

El rol del Estado: debe tener iniciativa en lo social, sin invadir. Debe procurar la difusin de la propiedad privada, verdadera respuesta a la cuestin social (RN 16.22-33)

La libertad de asociacin: prohibida por el liberalismo. Preferencia por las asociaciones mixtas, de patronos y obreros, como modo de fomentar el acercamiento entre clases (RN 34)

3.5.3 Po XI, Quadragesimo anno (1931)

Su contexto es el de la aparicin de dinamismos contrarios al libre mercado: los sindicatos obreros, en referencia al mercado del trabajo; la concentracin del poder empresario, fruto de la competencia salvaje, en el mercado de bienes. Estas contradicciones hacen eclosin en la crisis de 1929. A partir de ella se pasa a un capitalismo mixto, intervencionista.

La QA tiene el mrito de haber procurado un planteamiento global del orden social, a diferencia de la concentracin de la RN en la cuestin obrera. Sus aspectos ms importantes son:

1) La justicia social: entendida como la distribucin justa de la propiedad, que debe realizarse a travs del salario justo (QA 63-75)

En comparacin con RN, presenta un mejor equilibrio entre la dimensin individual y social (su problema es ms el capitalismo que el socialismo). Ello se percibe en el tema de la propiedad (QA 45) y del salario (QA 63-75)

2) Restauracin del orden social. La misma debe verificarse a travs de:

las instituciones: Estado (principio de subsidiaridad), asociaciones intermedias (corporativismo), mercado (regulacin por la justicia social y la caridad) (QA 76-96)

la transformacin de las costumbres: por la moderacin cristiana (uso de los bienes materiales slo como medios) y por la caridad (QA 97-98)

Tener presente tambin las encclicas de Po XI contra el totalitarismo: contra el nazismo (Mit brennender Sorge, 1937; Non abbiamo bisogno, contra el fascismo; y Divini redemptoris, 1937, contra el comunismo).

3.5.4 Po XII

El contexto histrico est marcado por la Segunda Guerra Mundial y los comienzos de la llamada Guerra Fra. Frente a la crisis de la economa clsica para garantizar el pleno empleo, surge en los pases occidentales la concepcin del Estado del bienestar (J.M. Keynes, Lord Beveridge). Ante ellos se alza el bloque comunista, formado en torno a la URSS, la cual se excluye a s misma y a sus satlites del sistema econmico internacional.

La doctrina social de Po XII debe ser recabada principalmente en sus radiomensajes:

En La solennit (LaS, 50 aniversario de la RN, 1941), se refiere a los bienes materiales (LaS 12-18): corrige interpretaciones unilaterales de la RN, afirmando que el uso de los bienes materiales es un derecho primario y fundamental, mientras que la propiedad privada es un derecho subordinado al primero. Los argumentos que en la RN fueron utilizados para fundamentar la propiedad privada son aplicados aqu a la justificacin del destino comn de los bienes.

En el radiomensaje de Navidad de 1944, expresa, por primera vez en el Magisterio Universal, una clara preferencia por la democracia, como forma de Estado contraria al totalitarismo, compatible con la monarqua y con la repblica. Pero esa democracia poltica implica una democracia social rica en estructuras de participacin.

3.5.5 Juan XXIII. Mater et magistra (1961)

Su contexto histrico es el del Estado del bienestar. ste se propone como meta compensar las fluctuaciones econmicas que jaquearon el capitalismo clsico, a fin de lograr un crecimiento sostenido; asumiendo tambin la satisfaccin de las necesidades bsicas de la poblacin en materia de salud, educacin, seguridad social, etc.

La encclica, innovando en relacin a los anteriores documentos sociales, va a prestar atencin central a los cambios en el mbito socio-econmico:

1) Las desigualdades internas e internacionales, que dan lugar a nuevos enfrentamientos ms all del clsico conflicto capital trabajo (p.ej. enfrentamiento entre regiones, campo ciudad, pases ricos y pobres, etc.), cf. MM 123-204

2) La socializacin: el proceso de agrupacin de los hombres en busca de fines comunes, y que lleva desde la familia, pasando por las asociaciones intermedias, hasta el Estado y la comunidad de naciones (MM 59-67). Dicho proceso conlleva ventajas y riesgos. El concepto de socializacin supone una visin evolutiva y pluralista de la sociedad, lo que significa un definitivo alejamiento de las nostalgias corporativistas del magisterio precedente.

3) Evolucin de la propiedad. Va teniendo menor importancia la propiedad del capital: cada vez ms se separa dicha propiedad de la gestin efectiva, que queda en manos de los dirigentes de empresa; la seguridad de las personas depende ms del sistema de seguridad social que del patrimonio privado; tambin la profesin se convierte fuente de seguridad. Se podra decir que se va descubriendo de un modo nuevo el valor del trabajo por encima de la posesin de bienes exteriores (MM 107)

3.5.6 Pacem in terris (1963)

Ante el peligro de una guerra nuclear, Juan XXIII public PT, que es un llamamiento urgente a construir la paz basada en el respeto de las exigencias ticas que deben regir las relaciones entre los hombres y los estados (Or 23.2).

Podemos resumir su temtica en tres puntos:

1) El reconocimiento de los derechos humanos (PT 8-45). Hasta entonces su recepcin haba sido dificultada por la ideologa laicista e individualista que los inspir. PT subraya el carcter natural y no consensual de los mismos; la correspondencia entre derechos y deberes, lo cual incluye la idea de co-responsabilidad: el deber de contribuir a su efectiva realizacin para todos.

2) Frente a los sistemas polticos, reafirma la actitud de indiferencia, aunque relativa, ya que manifiesta su apoyo a la forma de Estado republicana (divisin de poderes, respeto de los derechos humanos), y democrtica (participacin de todos en la vida poltica, no reducida al mero derecho de voto), PT 67-74.

3) En relacin a la comunidad internacional, afirma que sta tiene un bien comn especfico, que reclama la existencia de una autoridad mundial, dada la insuficiencia de los Estados nacionales para responder a las exigencias de aqul.

3.5.7 Gaudium et spes (1965, Concilio Vaticano II)

El Concilio Vaticano II concreta lo que podemos denominar la reconciliacin con la modernidad, de donde surge el mensaje nuevo y estimulante que el mundo esperaba (Or 24)

En GS, en sintona con la renovacin eclesiolgica, se refleja una nueva concepcin de ser comunidad de creyentes y pueblo de Dios (Or 24). Dicha concepcin constituye una radical alternativa al rgimen de la cristiandad, en el cual el Estado es un instrumento al servicio de los fines religiosos. La Iglesia ya no es la cspide de la sociedad, sostenida por el Estado a travs de una relacin institucional privilegiada. Su misin en el mbito temporal ser la inspiracin cristiana de la sociedad. El fundamento de este nuevo modo de relacin con la comunidad poltica consiste en que la Iglesia ya no se entiende a s misma como una presencia frente al mundo sino en el mundo, como sacramento de Cristo para el servicio del mundo.

3.5.8 Contenido general

Se trata (caso indito en la historia de la teologa) de una constitucin pastoral, es decir, no centrada en la doctrina sino en sus aplicaciones (un conjunto directrices, K. Rahner). Podemos elencar algunas de sus contribuciones fundamentales:

1) La Iglesia reconoce al mundo y lo acepta tal como es hoy, superando las nostalgias del pasado (GS 4-10)

2) Se abandona la visin de cristiandad, que supone la subordinacin del mundo. Se acepta, en cambio, la autonoma del mundo (GS 36)

3) La Iglesia y el mundo tienen como meta la realizacin del hombre, aunque en niveles y con medios diferentes

4) La Iglesia est al servicio del mundo, no slo con el fin de convertirlo al Evangelio, sino tambin para servirlo en cuanto mundo (GS 42)

5) La Iglesia claramente diferenciada del mundo, liberada del peligro de ser una instancia de poder sobre toda la sociedad.

5) El estilo de la Iglesia se hace ms marcadamente pastoral: su Magisterio se impone no por autoridad sino por la fuerza de la verdad.

13. Eclesiologa

En esta evolucin tiene una importancia central del cambio de eclesiologa que se produce con el Concilio Vaticano II.

En la eclesiologa pre-conciliar, la Iglesia era definida como sociedad perfecta, desigual y jerrquica:

sociedad: en el sentido de sociedad visible contra la espiritualizacin del concepto de Iglesia operado por la Reforma.

perfecta: en el sentido de autnoma frente a los Estados Modernos (esta doctrina sustituye en el s. XVIII a la de una sociedad con dos poderes, religioso y secular).

desigual y jerrquica: frente a las modernas ideas democrticas e igualitarias.

Se trata as de una idea jurdica, cerrada, atemporal, que separa miembros de no miembros, jerarqua de laicos.

El cambio introducido por el Concilio es resumido por Y. Congar, diciendo que una estructura sacramental deja atrs una estructura jurdica:

por un lado, la idea de Pueblo de Dios subraya como dato primario la comn pertenencia a dicho Pueblo por el bautismo, aunque la misma se despliegue en una pluralidad de servicios. Se recupera la visin histrica y dinmica de la Iglesia como pueblo que camina hacia una meta; y todo ello con un sentido misionero, que aparece ms ntidamente en un otros conceptos:

la Iglesia como misterio de salvacin: en el Vaticano II este concepto busca superar la visin exclusivamente institucional sociolgica. A la visin exclusivamente cristocntrica que tenda a acentuar el juridicismo (Cristo fundador de la institucin, sus medios y su jerarqua) se sustituye una visin trinitaria que acenta la dimensin pneumatolgica: la experiencia de la presencia del Espritu que crea la comunin y reparte los carismas al servicio de la comunidad.

la Iglesia como sacramento de salvacin. Si Trento defini los sacramentos como forma visible de la gracia invisible, la Iglesia como tal se aplica ahora este concepto: en ella se realiza el misterio de Dios, es decir, su proyecto de un modo incipiente pero real, haciendo visible a modo de signo o sacramento, dicho proyecto para toda la humanidad. De ah que la Iglesia no pueda entenderse adecuadamente sino en funcin de su misin.

La misin de la Iglesia en lo poltico, econmico y social, corresponde directamente a los laicos, con su competencia profesional y con su sentido de responsabilidad frente a las opciones concretas que tienen que hacer (teniendo en cuenta el legtimo pluralismo que existe aun en el interior de la comunidad cristiana). En contraposicin, a la jerarqua corresponde una tarea indirecta: la de iluminar la actividad temporal de los fieles con el mensaje de Cristo.

14. Plano social

GS expone una concepcin ms dinmica del hombre y de la sociedad y, en particular, de la vida socio-econmica,elaborada segn las exigencias y la recta interpretacin del desarrollo econmico (Or 24.2)

En relacin a este ltimo tema, GS afirma que la eliminacin de las desigualdades sociales y econmicas se puede establecer ... slo sobre una justa comprensin humanista del desarrollo (Or 24.3). Frente al capitalismo y socialismo, la Iglesia propone una concepcin del desarrollo que mira a promover el bien del hombre integralmente considerado (GS 64-65).

15. Plano poltico:

El captulo IV hace una distincin fundamental entre comunidad civil (individuos y grupos que persiguen sus fines particulares y sus mutuas relaciones) y la comunidad poltica (marco global de convivencia que regula derechos y deberes que permite a la comunidad procurar su propio bien comn), GS 74.

A su vez, el fin de la autoridad no es simplemente el servicio del bien comn (PT 54), sino el servicio de la comunidad poltica, cuyo fin es el bien comn (GS 73b). Es la comunidad poltica, entonces, la protagonista de su propio bien.

No llega a emplearse el trmino democracia (renuencia de la Iglesia a ser ligada con un sistema poltico particular, adems de la ambigedad del trmino). Pero se mencionan todos los elementos de la democracia republicana: participacin de los ciudadanos como derecho y deber (democracia), divisin de poderes y garanta de los derechos humanos (repblica).

En cuanto a la relacin entre la Iglesia y la comunidad poltica (es decir, no slo el Estado), se da una aceptacin sin reservas del pluralismo social. La Iglesia reafirma el carcter religioso de su misin, y no pone su esperanza en los privilegios del poder civil, GS 76d

Para concluir, dice Or 24 en relacin a la trascendencia de este documento: es la primera vez que un documento del Magisterio solemne de la Iglesia se expres tan ampliamente sobre aspectos directamente temporales de la vida cristiana.

3.5.9 Pablo VI. Populorum progressio (1967)

El contexto de su papado es la creciente diferencia de desarrollo entre pases, debido a las debilidades de los mecanismos internacionales comerciales y financieros. Frente a la teora del desarrollo (que interpretaba el subdesarrollo como fase previa del desarrollo, que poda superarse con slo recurrir a las polticas adecuadas), la teora de la dependencia, prestando atencin al contexto ms amplio del sistema econmico mundial, presenta el subdesarrollo como la consecuencia del desarrollo.

PP tiene el propsito de profundizar lo que dice la GS sobre el desarrollo integral y solidario. Este desarrollo no se reduce al simple crecimiento econmico (PP14), sino que debe ser integral, es decir, debe promover a todos los hombres y a todo el hombre, procurando condiciones de vida ms humanas (PP 20); y solidario, pues se trata del desarrollo de toda la humanidad.

Esta encclica responde a un contexto histrico particular:

En poco tiempo (desde GS), en efecto, haba ido creciendo posteriormente la toma de conciencia de las diferencias que discriminaban y sometan a situaciones de injusticia y marginacin a muchos Pases del Tercer Mundo. Este problema se agravaba por circunstancias particulares, como el crecimiento del desequilibrio existente entre los Pases pobres y los ricos y el aumento demogrfico del Tercer mundo. En las regiones y en los pueblos ms pobres y marginados, el anlisis del subdesarrollo y de sus causas provoc escndalo e hizo estallar la lucha contra la injusticia (Or 25.2).

Por ello, este nuevo planteo de la cuestin social es llevado al plano internacional (2 parte), recordando el rol que corresponde a los pases desarrollados (PP 48-51), la necesidad de reforma del comercio internacional (PP 56-60), y de que se constituya al efecto un orden jurdico internacional reconocido por todos (PP 78)

3.5.10 Octogesima adveniens (1971)

En ella efecta el paso de lo econmico a lo poltico social, abordando los nuevos problemas generados por la sociedad post-industrial.

OA 4 y 42, innova en la concepcin de la DSI, a la que presenta ms que como una doctrina, como un proceso de discernimiento (leit motiv del documento: 4, 15, 31, 35, 36, 48, 49).

OA 24: presenta la sociedad democrtica como aquella que mejor responde a las aspiraciones de igualdad y participacin.

Reafirma la distincin entre sociedad civil y sociedad poltica, siendo esta ltima ms vasta y ordenada al bien comn.

OA 25 se refiere al pluralismo. El Estado no debe imponer ideologas (=convicciones ltimas), sino que debe favorecer el libre desarrollo de las ideologas en el seno de la comunidad civil. Los cristianos no deben adherirse a la ideologa marxista o liberal, pero s a los movimientos histricos (ms cercanos a la realidad), para lo cual se requiere un adecuado discernimiento.

Se inicia as una nueva reflexin para la comprensin de la dimensin poltica de la existencia y del compromiso cristiano, estimulando a la vez el sentido crtico con relacin a las ideologas y utopas subyacentes en los sistemas socioeconmicos vigentes (Or 25.4).

3.5.11 Juan Pablo II. Laborem excercens (1981)

Su pontificado se inicia en el contexto de la crisis mundial del 75, caracterizada por la suba incontrolada del precio del petrleo, la desocupacin y la deuda externa de los pases en vas de desarrollo.

Todo el sistema de la distribucin internacional del trabajo y de la estructuracin de la economa mundial entraba en profunda crisis; y como consecuencia, se exiga una revisin radial de las mismas estructuras que haban llevado a un desarrollo econmico tan desigual (Or 26.1)

LE aborda el tema del trabajo, poniendo en claro que la clave central de la cuestin social se encuentra en el trabajo humano (LE 3), el punto de referencia ms adecuado para analizar todos los problemas sociales. No slo la renta y la riqueza deben ser distribuidos ms equitativamente, sino el trabajo mismo, con el fin de lograr ocupacin para todos. Destacamos tres puntos:

1) Define el concepto de trabajo distinguiendo entre un sentido objetivo (el dominio progresivo de la tierra) y un sentido subjetivo, la realizacin del hombre). Este ltimo es el ms importante (LE 4). Esta revisin del sentido del trabajo alcanza su ltima profundidad a la luz de la fe, en el Evangelio del trabajo (LE 24-27).

2) El conflicto trabajo-capital es un conflicto real, histrico, pero no tiene su origen en la estructura del proceso de produccin (LE 13), ni puede convertirse en un programa poltico. La encclica afirma la prioridad del trabajo sobre el capital, fundada en la prioridad del hombre sobre las cosas (LE 12). Desde ella debe ser superada la antinomia entre ambos conceptos.

3) La propiedad. Se afirma la subordinacin de la propiedad privada al uso comn (LE 14). Toda propiedad conlleva una hipoteca social. Aplicando estas ideas a la propiedad de los medios de produccin, se afirma que el capital est al servicio del trabajo, siendo su condicin pblica o privada un tema de importancia relativa.

3.5.12 Sollicitudo rei socialis (1987)

Retoma la consideracin de la PP sobre las dimensiones mundiales de la cuestin social. Pasa aqu del conflicto capital trabajo, al conflicto pases ricos pases pobres. En los 20 aos transcurridos desde PP, percibe un agravamiento de las diferencias, en un contexto de creciente interdependencia y de divisin del mundo en bloques antagnicos.

En este contexto, profundiza el concepto de desarrollo, diferencindolo de la idea del progreso ilimitado, pues no consiste en la mera multiplicacin de bienes y servicios, sino que debe contribuir a la plenitud de ser del hombre. Mostrando una acentuacin del carcter