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APUNTES DE LIBRO LA MENTE DIVIDIDA http://txt-libros.blogspot.com.ar/2013/11/la-mente-dividida-john-e-sarno.html La Mente Dividida - John E. Sarno La “mente dividida” trata sobre los principios y la práctica de la medicina psicosomática. Quiero señalar que vamos a usar los términos psico-somatico y mente-cuerpo de forma intercambiable. La medicina psicosomática se refiere específicamente a los trastornos físicos del organismo mente-cuerpo, trastornos que pueden aparentar ser únicamente físicos pero que tienen su origen en las emociones inconscientes. Hoy en día, cuando los médicos y muchos psiquiatras se enfrentan a un trastorno psicosomático, no lo reconocen por lo que es y casi siempre se limitan a tratar los síntomas. He titulado este libro "La mente dividida" porque los trastornos psicosomáticos se originan en la interacción de la mente inconsciente con la mente consciente. Lo que yo he llamado el síndrome de miositis tensional (SMT), es un doloroso trastorno psicosomático que aflige a millones de personas. Los trastornos psicosomáticos se dividen en dos categorías: - 1. Aquellos trastornos que son inducidos directamente por las emociones inconscientes, tales como los problemas de dolor (SMT) y los trastornos gastrointestinales comunes como el reflujo, las úlceras, el síndrome de colon irritable, las afecciones de la piel, las alergias y muchos otros. - 2. Aquellas enfermedades en que las emociones inconscientes pueden ser un agente causal, pero no el único. Entre ellas se encuentran las enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, algunos trastornos cardiovasculares y el cáncer. Los procesos psicosomáticos comienzan en el inconsciente. Las emociones inconscientes son un factor importante en prácticamente todos

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La Mente Dividida

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APUNTES DE LIBRO LA MENTE DIVIDIDA

http://txt-libros.blogspot.com.ar/2013/11/la-mente-dividida-john-e-sarno.html

La Mente Dividida - John E. Sarno

La “mente dividida” trata sobre los principios y la práctica de la medicina psicosomática.

Quiero señalar que vamos a usar los términos psico-somatico y mente-cuerpo de forma intercambiable.

La medicina psicosomática se refiere específicamente a los trastornos físicos del organismo mente-cuerpo, trastornos que pueden aparentar ser únicamente físicos pero que tienen su origen en las emociones inconscientes.

Hoy en día, cuando los médicos y muchos psiquiatras se enfrentan a un trastorno psicosomático, no lo reconocen por lo que es y casi siempre se limitan a tratar los síntomas.

He titulado este libro "La mente dividida" porque los trastornos psicosomáticos se originan en la interacción de la mente inconsciente con la mente consciente.

Lo que yo he llamado el síndrome de miositis tensional (SMT), es un doloroso trastorno psicosomático que aflige a millones de personas.

Los trastornos psicosomáticos se dividen en dos categorías:- 1. Aquellos trastornos que son inducidos directamente por las emociones inconscientes, tales como los problemas de dolor (SMT) y los trastornos gastrointestinales comunes como el reflujo, las úlceras, el síndrome de colon irritable, las afecciones de la piel, las alergias y muchos otros.- 2. Aquellas enfermedades en que las emociones inconscientes pueden ser un agente causal, pero no el único. Entre ellas se encuentran las enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, algunos trastornos cardiovasculares y el cáncer.

Los procesos psicosomáticos comienzan en el inconsciente.

Las emociones inconscientes son un factor importante en prácticamente todos los trastornos físicos no traumáticos.

 Aguellos rasgos que residen en el inconsciente, son producto de una parte primitiva del

cerebro, localizada en las profundidades de este órgano, justo por encima del tronco cerebral. La evolución ha agregado lo que se llama el neocórtex, el cerebro más reciente, el de la razón, del intelecto, de la comunicación y de la moral. Parece haber una lucha entre estas dos partes del cerebro. A veces se impone la razón y en ocasiones la parte más infantil y bestial de la naturaleza humana. Esta dualidad es una de las razones de la existencia de los trastornos psicosomáticos, como quedará demostrado más adelante.

Con los trastornos mente-cuerpo un médico no puede «curar» al paciente. Es el propio paciente el que tiene que llegar a comprender su enfermedad… y, al comprenderla, eliminarla.

Una cosa es aceptar la idea de que la mente ejerce un gran poder sobre el cuerpo y otra muy distinta es interiorizar ese conocimiento y comprenderlo en un nivel profundamente personal.

Las personas se muestra incapaces de aceptar la realidad de su propia ira enterrada, y totalmente perplejos ante el hecho de que su propia mente pueda tomar decisiones de las que no son conscientes.

Los trastornos psicosomáticos pertenecen al grupo de los trastornos psicogénicos. Éstos pueden ser definidos como cualquier trastorno inducido o modificado por el cerebro debido a razones psicológicas. Algunas de estas manifestaciones son muy conocidas y todo el mundo está familiarizado con ellas, como el hecho de sonrojarse o de ponerse a sudar al ser el centro de atención, o la sensación de mariposas en el estómago.  Un segundo grupo de trastornos psicogénicos incluye aquellos casos en que el dolor de un trastorno fisico es intensificado por ansiedades y preocupaciones que no están directamente relacionadas con el trastorno.  A pesar de que la medicina convencional tiende a ignorar casi todas las manifestaciones psicogénicas, generalmente suele admitir este tipo, reconociendo que los síntomas pueden empeorar si el paciente se siente angustiado.

En los trastornos psicosomaticos, el cerebro produce verdaderos cambios físicos en el cuerpo.

 Un ejemplo de esto sería el síndrome de miositis tensional (SMT). En este trastorno, el cerebro ordena una reducción del flujo de sangre hacia un determinado lugar del cuerpo, dando lugar a una leve deficiencia de oxígeno que causa dolor y otros síntomas, dependiendo de qué tejidos se hayan visto afectados.

 Uno de los aspectos más intrigantes de los trastornos psicosomáticos es que tienden a propagarse entre la población de forma “epidémica”. Por muy extraño que parezca, la gente con una necesidad psicológica inconsciente de síntomas tiende a desarrollar dolencias que sean muy conocidas, como el dolor de espalda, la fiebre del heno o el eccema. Ésta no es una decisión consciente. Una segunda causa de tales epidemias suele surgir cuando un trastorno psicosomático es mal interpretado por la profesión médica y atribuido a una anormalidad estructural, como un espolón óseo, una hernia de disco, etcétera. Una tercera condición que fomenta estas epidemias: el simple hecho de que el tratamiento médico esté fácilmente disponible.

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¿Cuál es la génesis de un trastorno psicosomático? Hay que buscar la causa en las regiones inconscientes del cerebro, y su objetivo es distraer deliberadamente a la mente consciente.

Ocasionalmente, la elección de la localización del síntoma puede incluso facilitar la maniobra de distracción, algo que es común en los trastornos psicosomáticos.

Pero un síntoma puede perder con el tiempo su poder de distracción. En ese momento, la psique guarda otra estrategia en la manga. Encontrará otro síntoma para tomar el lugar del anterior, uno que sea considerado «físico» tanto por el paciente como por el médico, es decir, sin un origen psicológico. A esto lo he llamado el imperatívo del síntoma.

El trastorno más común es el síndrome de miositis tensional (SMT). La alteración de la fisiología en los casos de SMT parece ser una leve reducción local en el flujo de sangre hacia una pequeña región o hacia una determinada estructura corporal, como un nervio espinal, lo cual da lugar a un estado de leve deficiencia de oxígeno. El resultado es dolor, el síntoma principal del SMT. Además del dolor, la implicación de un nervio acarrea la posibilidad de sensaciones de entumecimiento y hormigueo o debilidad muscular. Como son tan pocos los miembros de la profesión médica que reconocen los trastornos mente-cuerpo como lo que son, el dolor del SMT es generalmente atribuido a una anormalidad estructural.

Otros trastornos psicosomáticos incluyen:-El reflujo gastrointestinal.-La úlcera péptica (a menudo agravada por los antiinflamatorios).-espasmo esofagico.-La hernia de hiato.-El síndrome de colon irritable.

-La colitis espástica.-La cefalea tensional.-La migraña.-La micción frecuente (cuando no está relacionada con problemas médicos como la diabetes).-La mayor parte de los casos de prostatitis y de disfunción sexual.-Tinitus (zumbido en los oídos)-Mareos no relacionados con alguna enfermedad neurológica.

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La epidemia de dolor crónico existe hoy en día debido a una falta similar de conocimientos. La persistencia del dolor —el hecho de que se prolongue durante meses o incluso años— la explican mediante una ingeniosa idea concebida por los psicólogos hace muchos años. Según su teoría, el dolor persiste porque cumple una función que ellos llaman beneficio secundario, es decir, un deseo inconsciente del paciente por beneficiarse de alguna forma del síntoma, sea mediante la obtención de comprensión, compasión, apoyo o ganancias monetarias, o porque gracias al síntoma el paciente pueda evitar algún a responsabilidad o trabajo difícil.

Como veremos, la verdadera causa del dolor, el síndrome de miositis tensional, cumple una función de beneficio primario, es decir, evita que la mente tome conciencia de sentimientos inconscientes como la ira o el dolor emocional.

Como señalé anteriormente, los trastornos mente-cuerpo tienden a propagarse de forma epidémica:a) si están de moda;b) si han sido diagnosticados erróneamente, es decir, si el dolor ha sido falsamente atribuido a algún fenómeno puramente «físico», como una hernia de disco o una bacteria en el estómago; c) si el tratamiento se encuentra al alcance de todos y lo cubre el seguro médico.

Fibromialgia es un término médico que se viene usando desde hace bastante tiempo. De hecho, es un tipo agudo de SMT. Significativamente, los pacientes con Fibromialgia también padecen otros trastornos mente-cuerpo, como la jaqueca y el colon irritable, y presentan síntomas de tipo emocional como la ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño.

Es muy significativo que la rápida propagación del Síndrome del Túnel Carpiano (STC) haya coincidido con el espectacular crecimiento de la industria informática. Lo que

fomentó la divulgación del STC fue la creencia de que el problema era causado por el hecho de trabajar continuamente con un teclado de ordenador.

De nuevo, la medicina carga con la responsabilidad de estas epidemias por dos razones. Primero, por no haber realizado el diagnóstico correcto, y segundo, por haber atribuido la epidemia a causas estructurales y a otras igualmente dudosas. De este modo, la medicina ha contribuido a prolongar y a agudizar los síntomas. Esto es importante porque respalda la estrategia de la mente, que consiste en distraer la atención de aquello que está sucediendo en el inconsciente y centrarla en un síntoma corporal.

La triste realidad es que la mayoría de la gente que padece dolor crónico, fibromialgia o STC no acepta un diagnóstico psicosomático.

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Muchos médicos, incluyendo a los psiquiatras, se niegan ahora a creer que las úlceras sean psicosomáticas porque se ha descubierto laexistencia de una bacteria en las personas que padecen úlcera péptica.  En mi opinión, la presencia de la bacteria en el estomago de algunos pacientes no es mas que una parte del proceso.

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No existe ninguna prueba de laboratorio que demuestre que la cefalea tensiona y el dolor de cabeza sean psicosomáticos, pero la experiencia clínica al tratarlos como tales es impresionante. Ya en la década de los treinta y de los cuarenta, destacadas autoridades médicas publicaron numerosos estudios sobre la base psicológica de la migraña, y todos indicaban que ésta guarda relación con la ira reprimida.

La ira en el inconsciente es crucial para la comprensión de prácticamente todas las reacciones psicosomáticas.

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No se sabe qué es lo que determina que el inconsciente elija tal o cual sistema o síntoma, pero eso no importa demasiado dado que el objetivo de todos los síntomas es el mismo —distraer a la mente consciente.

En relación al Sistema Inmunológico, el trastorno puede ser producido tanto por una falta de reacción como por una reacción excesiva. Esta última causa:- Fenómenos alérgicos (rinitis alérgica, conjuntivitis, sinusitis, asma…).- Una gran cantidad de problemas dermatológicos (eccema, urticaria, angioedema, acné,

psoriasis...).

Esta excesiva sensibilidad del sistema inmunológico no es para protegerte de sustancias extrañas, sino para mantener tu atención centrada en el cuerpo.

La mente inconsciente también puede hacer lo contrario: reducir la eficacia del sistema inmunológico y aumentar la vulnerabilidad ante una infección. Esto también le sirve para desviar la atención de sí misma. Las infecciones recurrentes de cualquier tipo suelen ser una indicación de este proceso.

Las reacciones psicosomáticas y, por lo tanto, las emociones que las causan son universales. Es importante reconocer que no son enfermedades, sino parte de la vida, parte de la condición humana.

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Existe un medio mas para transferir los trastornos mente-cuerpo desde la mente hasta el cuerpo. Se trata del sistema endocrino que gobierna la distribución hormonal del cuerpo. Los trastornos asociados a él :- La bulimia.- La anorexia nerviosa.- La neurastenia (hoy conocida como fatiga crónica)

La experiencia indica que la ansiedad, la depresión y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), todos trastornos puramente emocionales, también son equivalentes del SMT. La psicología que se encuentra detrás de los trastornos tanto afectivos como físicos es la misma, y la gente cuyo dolor es sustituido por ansiedad o depresión también está experimentando el imperativo del síntoma. Se está sugiriendo que los estados afectivos, al igual que los síntomas psicosomáticos, también son reacciones ante poderosas emociones que residen en el inconsciente y que amenazan con acceder a la conciencia. Tratar la ansiedad o la depresión con medicamentos y sin recurrir a una psicoterapia profunda es simplemente mala medicina, y puede ser incluso peligroso si el imperativo del síntoma lleva a un trastorno grave, como una de las muchas enfermedades autoinmunes o el cáncer.

El proceso psicosomático, también explica el efecto placebo, es decir, cómo la fe ciega puede llevar a una, mejoría de los síntomas. Los placebos pueden tomar muchas formas: la cirugía, una variedad de tratamientos físicos o los fármacos.

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Únicamente entre un 10 y un 20% de la gente con trastornos psicosomáticos es capaz

de aceptar el hecho de que sus síntomas tengan un origen emocional. Existe una vergüenza relacionada con la idea de que uno pueda padecer síntomas psicológicamente inducidos.

El estrés es otro asunto. La mayoría de la gente acepta sin problema la idea del estrés porque la encuentra menos amenazadora. Cree que el estrés proviene de «factores externos» que te están afectando, así que no implica ningún fallo personal. Una buena parte de las investigaciones de psicología realizadas en la actualidad están relacionadas con los efectos del estrés sobre la salud y la enfermedad.

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Los problemas de dolor se han convertido en una epidemia. Los trastornos gastrointestinales, dermatológicos y alérgicos son cada vez más comunes, y todo porque, contrariamente a lo que cree la clase médica, las causas de estos trastornos no pueden ser identificadas en el laboratorio. Los factores emocionales deberían estudiarse como agentes de riesgo, y no lo hacen.

La neurociencia puede ser enormemente importante pero lo que se aprende respecto al cerebro físico puede ser perjudicial o irrelevante para la medicina clínica. Un ejemplo es la tendencia casi universal a tratar la depresión con fármacos como si ésta fuese el producto de alteraciones químicas, cuando de hecho su motivo es un conflicto psicológico  inconsciente, y el cambio químico no es mas que el mecanismo queproduce el síntoma de la depresión. El hecho de tratarla únicamente con  medicamentos, sin psicoterapia, no es sólo mala medicina sino que además es peligroso. El imperativo del síntoma nos dice que eliminar éste mediante el uso de un placebo o de un antidepresivo no hará más que crear otro síntoma, que puede estar relacionado con algo más grave, como el cáncer.

Cuando estoy trabajando con un paciente que padece un dolor producido por la ira reprimida, no sirve de nada saber qué zonas del cerebro están implicadas en ese proceso. Tengo que ayudar al paciente a comprender los orígenes de la ira. La experiencia ha demostrado que normalmente esa comprensión lo va a curar.

La idea de que poderosas emociones inconscientes son las responsables de los trastornos mente-cuerpo está basada en el historial medico, en el conocimiento de la psique, en exámenes físicos, en deducciones lógicas y en experimentaciones terapéuticas.

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Como señalé antes, la psiquiatría oficial no ha aceptado a la medicina psicosomática

desde hace muchos años. El propio término psicosomático ha sido eliminado del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, fourth Edition (DSM) (Manual de diagnóstico y estadística de los trastornos mentales) y sustituido por el término somatoforme. Las características esenciales de este grupo de trastornos son síntomas físicos indicativos de algún trastorno físico (de ahí la palabra somatoforme) para el cual no existe ningún hallazgo orgánico ni ningún mecanismo fisiológico conocido, pero sí claras evidencias, o una fuerte presunción, de que los síntomas estén relacionados con factores o conflictos psicológicos.

Para decirlo claramente, las opiniones de la psiquiatría respecto a la existencia o la inexistencia de los trastornos psicosomáticos son irrelevantes. Los psiquíatras no poseen los conocimientos necesarios en elcampo de Los trastornos físicos para poder opinar sobre si un determinado conjunto de síntomas representa un trastorno producido estructuralmente o uno psicosomático. La gente con síntomas físicos como el dolor de espalda o el reflujo gastroesofágico no va al psiquiatra.

Por lo visto, la psiquiatría moderna ha retrocedido al siglo XIX, cuando la visión predominante sobre los trastornos mentales consistía en creer que éstos eran hereditarios o debidos a una enfermedad del cerebro.

Uno no puede sino sospechar que una gran parte de todo esto es simplemente un repudio hacia Freud, un repudio que puede ser peligroso y corto de vista. Es verdad que puede haberse equivocado en algunos detalles, pero sus ideas básicas sobre el funcionamiento y la importancia del inconsciente son válidas.

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Existe el hecho de que una misma psicología pueda dar lugar a una variedad de síntomas psicogénicos. Generalmente, la gente hoy en día suele tener o bien un síntoma físico o bien uno afectivo —es decir, o bien el SMT (o uno de sus equivalentes) o bien manifestaciones emocionales como ansiedad, depresión, obsesiones o fobias—.

Es menos común, pero un paciente puede tener síntomas físicos y emocionales de forma simultánea. La presencia de dos manifestaciones psicogénicas indica claramente la necesidad de psicoterapia. La gravedad de un síntoma, emocional o físico, o la existencia de dos o más al mismo tiempo es una indicación del poder del inconsciente conflicto interior. Y enfermedades más graves como los trastornos autoinmunes, cardiovasculares o neoplásicos indican la existencia de fenómenos reprimidos más profundos.

Todos los síntomas afectivos o fisicos, histéricos o psicosomáticos, cumplen una misma función: ser una defensa contra las poderosas emociones inconscientes que luchan por acceder a la conciencia o que han sido reprimidas a causa de su dolorosa naturaleza emocional.

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Casi todos los trastornos de dolor más comunes son psicosomáticos.

Freud tomó la importante decisión de concentrarse más en el estudio de la psicopatología que en el de la neuropatología. Esto quiere decir prestarle más atención al estudio de la mente que al del sistema nervioso.

El amigo de Freud, Josef Breuer, fue el padre del psicoanálisis.

En tiempos de Freud, el tratamiento de los síntomas histéricos incluía lo que él denominaba métodos estesiogénicos, como la electricidad, la aplicación de metales (por ejemplo, brazaletes de cobre) y el empleo de imanes. Freud observó que los pacientes tratados con estos métodos parecían «curarse», pero poco después desarrollaban síntomas nuevos. Hizo algún comentario sobre el fenómeno de la sustitución de síntomas —lo que hemos llamado el “imperativo del síntoma”—, pero no comprendió su importancia psicológica.

Como el “imperativo del síntoma” es muy importante, voy a repetir los fundamentos en los que se basa. Si la psique ha producido un síntoma físico (como el dolor de espalda) o emocional (como una depresión), y éste experimenta un alivio transitorio SIN que se aborde la dinámica emocional subyacente, la psique simplemente creará otro síntoma para tomar su lugar. Por ejemplo, si se usa la cirugía para aliviar un dolor de espalda debido al SMT, el resultado será sólo una «curación» de tipo placebo. De la misma forma, si se usa el Prozac para tratar la depresión, el resultado será sólo una «curación» de tipo químico. En ambos casos, el paciente no tardará en desarrollar nuevos síntomas. El SMT y la depresión no son trastornos en sí mismos; son síntomas de conflictos inconscientes y deben ser tratados con psicoterapia para evitar el inevitable regreso de otros nuevos.

 Freud observó otro ejemplo de la similitud clínica entre la histeria y los procesos psicosomáticos actuales —el hecho de que la histeria estuviese a menudo acompañada de la neurastenia, o de lo que hoy se conoce como fatiga crónica—. La similitud entre los pacientes del siglo XIX con síntomas histéricos y los actuales con SMT es muy llamativa. Charcot, Breuer y Freud comprendían que estos trastornos se originaban en la psique.

La creencia de que los humanos poseemos dos mentes es muy importante para la

comprensión del SMT. Está claro que somos dos personas muy diferentes —una de ellas consciente y la otra inconsciente. ¿Cómo pudieron Breuer y Freud ver esta mente dividida? Aa los dos hombres les desconcertaba el hecho de que una idea inconsciente, aunque no lo suficientemente intensa como para hacerse consciente, pudiese ser lo bastante fuerte como para producir una parálisis motora. ¿Cómo era posible gue una débil idea pudiese tener efectos tan fuertes? Para responder a esto, sugirieron que el placer o el desagrado provocado por la idea —es decir, la naturaleza de su contenido emocional— podría determinar si ésta iba a poder o no acceder a la conciencia.

La observación de que un síntoma fisico pueda absorber la atención de la persona es muy importante. Los síntomas psicogénicos pretenden ser distracciones protectoras.

Mi conclusión es que como todo el mundo experimenta síntomas psicosomáticos, la escisión de la mente es un rasgo humano universal, y no algo asociado exclusivamente a las neurosis. O, para decirlo de otra manera, todos somos «neuróticos». 

El síndrome de miositis tensional presenta dolores en los músculos, nervios y tendones de la gente normal. No es «orgánico» sino claramente psicosomático.

Éste es uno de los mayores errores de Freud en el campo de la medicina psicosomática. Creía que los dolores asociados a la psicosomatica eran «orgánicos», y que el cerebro, que no había desempeñado ningún papel en producir los dolores, simplemente los usaba para sus propios propósitos neuróticos. Freud no se dio cuenta de que esos dolores fueron realmente producidos por el cerebro para cumplir una función de protección psicológica. Existe un mundo de diferencia entre estas dos teorías.

A pesar de sus errores, Breuer y Freud hicieron contribuciones fundamentales para la comprensión de los fenómenos psicogénicos:- Descubrieron y exploraron el inconsciente, estableciendo así la idea de la mente dividida y del conflicto que existe entre la mente consciente, más inteligente, ética y moral, y la primitiva e infantil mente inconsciente.- Fueron los primeros en describir lo que he llamado el imperativo del síntoma, la tendencia de los síntomas a desplazarse a otro lugar cuando han recibido un alivio legítimo o engañoso, como en el caso de un placebo.- Fueron conscientes de la naturaleza exagerada de los síntomas psicogénicos físicos.- Observaron el fenomeno clinico mediante el cual la psique amenudo elige localizar los síntomas en un lugar donde ya ha existido una lesión.- Informaron sobre el hecho de que un paciente pueda tener simultáneamente más de un tipo de síntomas psicogénicos.- Hicieron la importante observación de que los síntomas psicogénicos alcanzan su objetivo atrayendo totalmente la atención de la persona.- Y lo que es más importante para la comprensión de los procesos psicogénicos físicos,

Freud y Breuer comprendieron que la psique reprime las emociones indeseables. Desgraciadamente, no se dieron cuenta de que el propósito de la represión es evitar que las emociones problemáticas accedan a la conciencia.

Freud fue el primero en señalar que únicamente somos conscientes de una porción de nuestras actividades mentales, y que una buena parte de nuestros pensamientos y sentimientos tiene lugar fuera de nuestra conciencia, en lo que él llamó el inconsciente.

Freud también definió tres componentes de la mente humana: el Id, el ego y el superego. El Id es la parte infantil, egoísta y primitiva. Se podría describir al ego como el capitán de la mente, el gerente general, el encargado de tornar Las decisiones. Freud veía al superego como el elemento moral, responsable y ético. El ego y el superego operan tanto en las áreas conscientes de la mente como en las inconscientes. En otras palabras, somos conscientes de una buena parte —pero no de la totalidad— de las actividades asociadas a estos elementos. El id, que es nuestra parte infantil, egoísta y primitiva, opera enteramente en el inconsciente, y no tenemos ninguna conciencia de el. La mente, sin embargo, actúa como una unidad y su acción representa la suma de todos los factores que operan en ella en un momento dado. Deberíamos referirnos a esta unidad como el yo, el individuo. Si lo hacemos así, el Id puede ser visto como el núcleo evolutivo del individuo, mientras que el ego y el superego representan desarrollos posteriores.

El neocórtex, o corteza cerebral, refleja la evolución de nuestra especie desde nuestros primitivos orígenes. Las partes más antiguas del cerebro, se encuentran en las profundidades de la masa cerebral, justo encima del tronco cerebral. El único lenguaje del que es capaz esta parte del cerebro es automático y primitivo.

Una batalla está teniendo lugar en el inconsciente de cada uno de nosotros. Es una batalla entre el primitivo niño residual, que Freud llamó el íd, y los representantes de la razón y la moral, que denominó el ego y el superego. Este conflicto es el responsable de los síntomas psicosomáticos. Como dijo en una de sus conferencias, «en lenguaje coloquial, podríamos decir que el ego representa la razón y el sentido común, y el Id las pasiones sin domar.

El conflicto que estamos viendo en los humanos de hoy corresponde a un cerebro en transición, no gobernado plenamente por la inteligencia, y aún bajo el control de impulsos y deseos primitivos e infantiles. Estos atributos negativos son lo que podríamos llamar los residuos de la evolución.

Freud basó sus conceptos del Id en un estudio sobre los sueños de sus pacientes y en una exploración de sus neurosis. El factor tiempo es muy importante para la comprension de la psicología de los trastornos mente-cuerpo. La rabia inconsciente

engendrada en la mente de un niño a menudo seguirá viva y con la misma intensidad cuarenta años después.

Freud: «Debemos atribuirle a las ideas reprimidas un poderoso impulso ascendente, un impulso por irrumpir en la conciencia». Parecería que la mente inconsciente quiere unirse a la consciente.

Nuestros estudios con el SMT nos han llevado a concluir que la represión tiene una función protectora, ya que si tomásemos conciencia de las emociones reprimidas, éstas serían peligrosas para nuestra vida normal o demasiado dolorosas para que pudiésemos encararlas.

Es esencial reconocer la naturaleza violenta y ensimismada del inconsciente, e igualmente importante comprender cómo llegó a ser así.

Freud comprendió la necesidad de observar y analizar el ego. Él lo llamó «el órgano sensorial de todo el sistema». El ego interpreta el mundo para el id y lo protege de este mundo. Para cumplir su función, debe ser racional, lógico y tener conciencia del tiempo. Y por si las cosas no fuesen lo suficientemente complicadas, la mente ha desarrollado otro aspecto más —el superego— que Freud definió en términos morales. Según él, para el superego no sólo tienes que sobrevivir sino que, además, debes hacerlo teniendo éxito como individuo.

Todo lo que el narcisista id quiere es satisfacer sus deseos de confort, placer y dependencia, pero en lugar de eso se le presiona para que sea un adulto responsable. El resultado puede ser dolor, tristeza, ira y rabia.

Al dolor y la rabia generados en la infancia se le agregan las emociones provenientes del conflicto entre el primitivo niño residual que reside en todos nosotros y las presiones impuestas por la vida —relaciones personales, trabajo, obligaciones sociales y demás— y el superego.

Mientras que el id es totalmente inconsciente, el ego y el superego funcionan tanto en las dimensiones conscientes de la vida mental-emocional como en las inconscientes.

Es el ego, quizá a petición del superego, el que decide sobre la estrategia protectora de la represión, que es luego reforzada por los síntomas psicosomáticos. Para decirlo de otra forma, los dolorosos síntomas psicosomáticos tienen por objetivo la autopreservación y no la autoflagelación.

En mi opinión, los sentimientos reprimidos son peligrosos y dolorosos antes que inmorales y censurables, y el impulso por reprimirlos se debe a la necesidad de proteger

a la totalidad del individuo. Los síntomas psicosomáticos —dolor, molestia, depresión o lo que sea— son activados únicamente para reforzar la represión y proteger a la persona del sufrimiento y el dolor mental.

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El estado de ansiedad que es percibido por el individuo como un malestar psicológico es una reacción a aquello que está siendo reprimido y ha sido creado por el individuo como una maniobra de distracción, al igual que puede crear, con el mismo  propósito, una depresión o un dolor físico.

La ansiedad es un equivalente del dolor y de la depresión, y también actúa para ayudar en la represión. El dolor y la depresión pueden alternarse con la ansiedad, dejando claro que cumplen la misma función psicológica.

Lo repetiré una y otra vez, el objetivo de los síntomas psicosomáticos es proteger y no castigar.

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Una de las ideas más importantes de Adler, con la que estoy totalmente de acuerdo, es que los sentimientos de inferioridad inconscientes son innatos y universales, característicos tanto de los «neuróticos» como de las personas normales.

Adler postulaba que los sentimientos de inferioridad estimulaban a la gente a esforzarse en busca de la superioridad, la perfección y los grandes logros. Él incluso consideraba esta tendencia como una especie de evolución social, en la que Dios representa el Fin Último. «En la naturaleza de Dios la gente religiosa percibe el camino hacia las alturas», escribió Adler.

La psicología psicosomática está basada en la psicoterapia psicodinámica y la neurofisiología: el superego contra el id, el neocórtex contra el tronco cerebral y el hipotálamo.

Freud, el maestro de Adler, afirmó que los síntomas físicos como el dolor, la tos y los trastornos gastrointestinales eran «orgánicos», es decir, estaban basados en algún tipo de enfermedad y eran simplemente usados por la psique para algún propósito neurótico. Las ideas de Adler sobre este tema indican que fue el primero en reconocer que la psique podía producir síntomas físicos iniciando una patología fisiológica.

Observó Adler: «El cuerpo, a través del sistema nervioso autónomo el nervio vago y las variaciones endocrinas, experimenta unos cambios que pueden manifestarse como

alteraciones en la circulación de la sangre, en las secreciones, en el tono muscular y en casi todos los órganos». Ahí lo tienes: la patofisiología del SMT y sus equivalentes descrita por Alfred Adler.

 En su análisis sobre los trastornos psicosomáticos, Adler identificó una variedad de estados físicos y dolencias, incluyendo:— Reacciones inmediatas, como sonrojarse, la sudoración y una frecuencia cardíaca elevada.— Un grupo en el que se incluyen los dolores de cabeza, la irregularidad intestinal y la micción frecuente.— La sensación de tener una bola en la garganta.— Trastornos autoinmunes, como las enfermedades de la tiroides.— Aberraciones estructurales, como la curvatura lateral de la columna (escoliosis).

Adler nos deja esta maravillosa cita: «Generalmente encontraremos ira no reconocida o humillación detrás de los ataques de migraña o de los habituales dolores de cabeza, y, en algunas personas, la rabia produce neuralgia trigeminal o episodios de naturaleza epiléptica».

Me pareció muy interesante que Adler pensara que el estado neurótico era generado por una necesitad de evitar un «mal mayor», es decir, para no descubrir nuestra propia insignificancia  y falta de valor. Nuestra práctica con miles de pacientes con SMT nos lleva a creer que la mente considera que el mal mayor sería la experiencia consciente del dolor emocional y de la ira. Otra interpretación sería que los sentimientos conscientes de falta de valor estimulan el impulso por ser perfecto y bueno, el cual estimula a su vez la ira inconsciente, dando lugar a un estado neurótico.

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Franz Alexander, quien había sido alumno de Freud y fue el fundador del Instituto de Psicoanálisis de Chicago. En su libro, Medicina psicosomática (1950), Alexander señala con optimismo la existencia de una creciente conciencia de la realidad psicosomática entre la comunidad médica y profetiza un gran futuro para lo que considera una importante nueva herramienta para el progreso de la medicina. Desgraciadamente, ese gran futuro nunca llegó, y la nueva herramienta diagnóstica que imaginaba nunca fue desarrollada.

El alcance de la obra de Alexander es impresionante. Estudió el papel de las emociones en los trastornos gastrointestinales, respiratorios, cardiovasculares, dermatológicos, metabólicos y endocrinos, así como en la artritis reumatoide.

Alexander creía que las emociones desempeñaban un papel en todas las enfermedades,

incluso en los casos en que no eran su causa, e insistía en que era tan importante identificar con precisión los componentes emocionales de un trastorno como los fisiológicos.

El término rabia reprimida fue usado por muchos autores al describir a los pacientes con hipertensión y migraña. Otros médicos de la época señalaban que los pacientes con migraña tendían a ser perfeccionistas, ambiciosos, competitivos, rígidos e incapaces de delegar responsabilidades. Otro mencionaba el comportamiento inhibido y «angelical» de los pacientes con migraña.

Nuestros propios estudios respaldan estos hallazgos y confirman que el perfeccionismo y el «buenismo» (afán de ser bueno) son los dos factores principales en la génesis del SMT y sus equivalentes, y que éstas son las mismas características que producen ira y rabia en el inconsciente.

En nuestra clínica no vemos a esta gente como unos indeseables hostiles y agresivos, sino como víctimas de ¡as circunstancias, víctimas de las presiones de la vida y de las presiones que se imponen a sí mismos. Si parecen ser agresivos se trata de una reacción frente a sentimientos de impotencia o la necesidad de descargar su ira inconsciente. Es probable que si expresan su rabia se trate de lo que los psicólogos llaman «rabia desplazada», no de la ira que ha sido reprimida.

Alexander dice: «El trasfondo psicodinámico general en todos estos casos es un estado crónico de agresividad inhibida, una rebelión contra cualquier forma de presión externa o interna, contra el hecho de ser controlado por otras personas o contra la influencia inhibidora de sus propias conciencias hipersensibles».

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El tratamiento de Walters es bastante similar al mío. Comienza por enseñarles a los pacientes que su dolor es el resultado de un proceso esencialmente inofensivo iniciado por el cerebro, y luego los ayuda a comprender la psicología de cómo y por qué el cerebro hace lo que hace.

Las características de los síntomas nos permiten diferenciar los síntomas histéricos de los psicosomáticos.- Si son realmente extraños, según la descripción del paciente o en sus manifestaciones anatómicas, son histéricos. Estos síntomas incluyen la ceguera histérica, la pérdida de la voz (afonía), la parálisis o el entumecimiento de una extremidad (anestesia).- En cambio, los psicosomáticos son lógicos y están claramente relacionados con ciertos músculos, nervios o tendones, o con determinados órganos o sistemas (por ejemplo, el estómago, el colon, la vejiga o la piel).

Los fenómenos psicosomáticos no son un tipo de enfermedad. Deben ser juzgados como parte de la condición humana, y todo el mundo puede desarrollarlos. Incluyen una amplia gama de trastornos, algunos muy graves e incluso potencialmente letales, pero mi opinión es que todos tienen su origen en el conflicto primigenio entre nuestras dos mentes, la consciente y la inconsciente, entre el id y el ego y el superego, entre la antigua «mente mamífera» y la moderna «mente humana». Cada una de ellas reacciona de la única forma que sabe frente a las presiones de la vida cotidiana.

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Wordsworth escribió: «El Niño es el padre del Hombre». Las experiencias de la infancia y el niño que todos tenemos dentro —la intemporal y primitiva mente inconsciente que opera completamente fuera del ámbito de nuestra conciencia— continúan influenciando, e incluso moldeando, nuestra personalidad adulta.

Stanley J. Coen, psicoanalista de la Universidad de Columbia, fue el primero que sugirió que los síntomas físicos psicosomáticos eran con toda probabilidad una defensa contra perniciosos fenómenos emocionales inconscientes. Esta idea fue presentada en un ensayo publicado en 1989.

Una de las primeras ideas de Freud era que los seres humanos albergan una gran cantidad de ideas inaceptables en el inconsciente, ideas que deben ser mantenidas allí, lo cual lo llevó a proponer el concepto de la represión para lograr ese fin.

Los síntomas psicosomáticos son creados para ayudar en la represión de la ira y otros sentimientos inaceptables. La ira de la que estoy hablando aquí es una acumulación de la rabia generada diariamente a lo largo de muchos años y mantenida reprimida por la razón dada anteriormente. La rabia está ahí, en el inconsciente, y ahí se queda. Se va acumulando y es permanente porque no hay sentido del tiempo en el inconsciente. El encargado de las decisiones del cerebro ha determinado que la expresión ostensible de la ira desatada arruinaría la vida del individuo, y para evitar que esto ocurra produce automáticamente síntomas físicos en el cuerpo sin consultar a la mente consciente y racional.

Aunque es fácil ver por qué es importante evitar que la ira acceda a la conciencia, ¿qué hay de factores como la tristeza y el dolor emocional,dado que ellos también pueden participar en el proceso psicosomático?   Mientras que la represión de la ira nos protege del peligro, la represión de otros intensos sentimientos negativos nos protege del dolor emocional.

Pero ¿por qué los síntomas toman la forma de dolor, de trastornos gástricos, de afecciones de la piel, o incluso de ansiedad o depresión? Parecería que todos estos trastornos tienen por objeto distraer, mantener nuestra atención centrada en lo físico, en el cuerpo.

La hipocondría es un ejemplo extremado de reacciones físicas ante intensas emociones inconscientes. Define un estado mental caracterizado por una extrema preocupación por el cuerpo. El paciente tendrá múltiples síntomas y estará seguro de padecer una enfermedad grave. Algunos síntomas pueden ser psicosomáticos, otros histéricos, otros fóbicos, perosu clasificación no es importante. La hipocondría debería ser tratada mediante el tipo de psicoterapia que explora el funcionamiento de lamente inconsciente, es decir, una psicoterapia de orientación analítica o psicodinámica.

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Hace muchos años que sabemos que existe una clara conexión entre las tendencias perfeccionistas y el desarrollo del SMT. Aunque algunos de nuestros pacientes se niegan a reconocer que son perfeccionistas, sí admiten ser trabajadores, responsables, ambiciosos, buscadores perpetuos de nuevos desafíos, sensibles a las críticas y muy críticos consigo mismos.

Aunque tanto las tendencias perfeccionistas como el impulso por ser bueno están presentes en la mayoría de los pacientes, este último suele predominar. Estas personas son conscientes de que sienten una gran necesidad de gustar y de que están siempre buscando la aprobación en todo lo que hacen y realizando grandes esfuerzos por ayudar, a menudo en perjuicio de su propia comodidad y conveniencia.

El impulso por ser perfecto y bueno es una reacción frente a sentimientos de inferioridad que son siempre inconscientes.  Estadísticamente, estas tendencias se encuentran entre los mayores contribuidores al depósito de ira, que es el factor primordial en la génesis de los síntomas psicosomáticos.

Puedes estudiar la anatomía, la fisiología y la química del cerebro hasta el fin de los tiempos, pero esto no te va a enseñar nada sobre los fenómenos psicosomáticos, ni tampoco sobre los trastornos emocionales como la depresión.

Como ya he dicho, son las emociones las que dirigen la química cerebral, y no al revés.

Las alteraciones de la serotonina no constituyen un trastorno; se trata de una reacción química producida emocionalmente y que es producto del verdadero síntoma —la depresión.

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La reacción frente al miedo consciente es intentar superarlo, controlarlo o racionalizarlo. Pero no somos conscientes de nuestro miedo inconsciente y de los sentimientos que engendra, un miedo que alimenta nuestro depósito de dolor emocional hasta tal punto que se hace inevitable que se produzcan nuevos síntomas.

Se desprende de aquí una lección importante. Si, como teorizó Freud, los síntomas psicosomáticos son un castigo, ¿por qué habríamos de ser castigados por el hecho de tener miedo? No hay ninguna razón. Pero si, por otro lado, los síntomas son diseñados para protegernos de dolorosas y peligrosas emociones, como he demostrado, el exceso de sentimientos negativos tendrá que ser mantenido en el inconsciente, y de ahí la necesidad de los síntomas.

Aquellos de nosotros con tendencia a desarrollar síntomas psicosomáticos tenemos una fuerte necesidad de controlar totalmente nuestro entorno.

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Vivimos en el mundo de lo consciente, y la mayoría de nosotros cree que es el único mundo que existe. Solo reconocernos aquello de lo que somos conscientes, aquello que sentimos conscientemente.

El proceso está completamente fuera del control del intelecto. Se trata sin duda de una reacción subcortical, porque la lógica indica que si la razón pudiese participar en la decisión, probablemente diría algo como: «Esto es ridículo, prefiero lidiar con los sentimientos amenazadores que tener que aguantar el dolor».

Pero el proceso psicosomático no nos deja elegir. La amenaza para el ego debe de parecer mortal, y no se le permite al intelecto que participe en la decisión. Se le deja fuera de juego. El ego actúa con decisión y rapidez, y produce síntomas.

El objetivo de los síntomas es distraer a la mente consciente y protegerla así de las emociones peligrosas. Los nuevos síntomas son necesarios para garantizar la continuación de la misión protectora.

Los síntomas psíquicos y físicos son intercambiables; ambos cumplen la misma función psicológica.

La práctica de la medicina psicosomática identifica a un nuevo grupo de gente que necesita psicoterapia, y la mayoría nunca habría sabido que la necesitaba si no fuera por

el dolor. Como la práctica totalidad de la comunidad médica no comprende los síntomas psicosomáticos, los médicos se han convertido en meros técnicos del cuerpo en lugar de tratar a la totalidad de la persona.

Recuerdo el comentario del novelista irlandés Thomas Flanagan: «Poseemos ideas, pero somos poseídos por los sentimientos. Estos tienen su propia vida secreta, se esconden a demasiada profundidad para que podamos comprenderlos, y nos arrastran consigo».

La ansiedad también era una reacción ante el dolor interno y la ira.

La arteriosclerosis coronaria está vinculada a factores emocionales.

El objetivo del síntoma es ser una defensa contra los sentimientos dolorosos y peligrosos, y evitar que éstos irrumpan en la conciencia, algo que el ego no puede permitir bajo ninguna circunstancia.

Recordémoslo, la psique considera que los síntomas físicos son el menor de dos males. Es mejor pasar dolor que dejar que la manifestación de la ira desatada y de dolorosos sentimientos te arruine la vida.

Desde el punto de vista de la estrategia del cerebro, uno debe concluir que el impulso por producir síntomas y alejar nuestra atención de los sentimientos inconscientes es tan fuerte que el cerebro va a usar todo tipo de trampas para engañarnos. Después de una autentica lesión, como un esguince de tobillo, el cerebro a veces continuará generando dolor en la zona hasta mucho después de que el tobillo se haya curado. A menudo situará el dolor en el lugar de una antigua lesión, como por ejemplo una fractura anterior. Si sabe que hay una anormalidad de disco, iniciará el dolor en las zonas adyacentes al abultamiento o la protrusión discal. A menudo no lo hace demasiado bien, y el médico puede darse cuenta de que la anormalidad no explica los síntomas del paciente. Una de las características principales del SMT es que la gente experimentará el tipo de síntomas que ha aprendido a esperar de sus experiencias.

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Es algo tan obvio que no debería ser necesario repetirlo, pero el tratamiento exitoso depende de un diagnóstico correcto.

La comprensión es capital en el tratamiento de los trastornos psicosomáticos.

Por mucho que puedan ser necesarios otros tratamientos —la psicoterapia, por ejemplo—, el paciente tiene que conocer la anatomía, fisiología y psicología del SMT, y cómo

estos factores están relacionados. La persona no sólo debe comprender la naturaleza del proceso, sino también ser capaz de aceptarlo. «La negación del síndrome es parte del síntoma».

Además de crear dolor, la psique genera dudas para perpetuar el síndrome.

Si los pacientes no le prestasen atención a los síntomas físicos y se centrasen en los fenómenos psicológicos, estarían de hecho socavando la estrategia inconsciente del cerebro.

Por lo visto, la información adquirida produce una reacción  positiva en el inconsciente, ya que los síntomas generados inconscientemente desaparecen.

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Las anormalidades estructurales más comunes a las que se les achaca erróneamente el dolor son, además de la patología discal, problemas como los cambios degenerativos en la columna, la estenosis espinal, la espondilosis, la espondilolistesis y la escoliosis.

Los equivalentes comunes del SMT, son los omnipresentes trastornos gastrointestinales, las afecciones dermatológicas y alérgicas, los dolores de cabeza, los mareos y el tinitus, todos los cuales son generalmente psicosomáticos cuando se han descartado otros trastornos más graves.

Es posible que tengas anormalidades que aparezcan en radiografías o en resonancias magnéticas, pero éstas no son la causa de tus síntomas. Concéntrate en comprender el SMT. ¡Tu espalda, cuello, pierna o brazo son normales! Todos sus síntomas se deben a una leve deficiencia de oxígeno, una deficiencia que es inofensiva pero que puede producir síntomas muy intensos.

-La rabia, el resentimiento, el dolor emocional y la tristeza generados en la infancia seguirán contigo durante toda tu vida.-La excesiva disciplina y las expectativas exageradas también dejarán cicatrices emocionales.

-En la mayoría de la gente con SMT, ciertos rasgos de la personalidad contribuyen enormemente al dolor emocional interno y a la rabia.

-La hipersensibilidad ante las críticas y los arraigados sentimientos de inferioridad son muy comunes y también contribuyen a incrementar la rabia interior.

-Si tienes una gran necesidad de agradar a la gente, de caer bien, si tienes tendencia a ayudar a todo el mundo o si eres el tipo de persona híper-responsable que siempre está preocupad o por su familia, sus amigos y sus parientes, estas tendencias van a generar mucha ira interior, porque así es como funciona la mente.

Este programa ha sido diseñado para impedir que el cerebro produzca dolor porque teme que la ira, el dolor emocional o la tristeza se manifiesten y sean experimentados conscientemente a menos que haga algo para distraer tu atención. Tienes que sentarte y pensar en esto cada día.

Cuando el dolor desaparezca, o casi, comienza a realizar las actividades físicas que has tenido miedo de hacer hasta entonces. Para que puedas convencer a tu mente de que tienes una espalda normal (o un hombro, un cuello o cualquier otro órgano en el que sientas dolor). No te rindas. Tienes que dedicar tiempo y esfuerzo para hacer que esto funcione. Intenta no prestarle atención a tu dolor. Cuando te des cuenta de que estás pensando en él, oblígate a reflexionar sobre los factores psicológicos de tu lista.

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El hecho de que el conocimiento «cure» los trastornos psicosomáticos está fuera de toda duda.

En el caso de los pacientes con síntomas leves, el mero hecho de saber que estos síntomas son psicosomáticos ya es curativo en sí mismo y sin duda explica muchas de las «curaciones» producidas por la lectura de mis libros.

El conocimiento sobre la naturaleza del proceso patofisiológico, el funcionamiento del inconsciente, la existencia de sentimientos internos y la consideración de factores que contribuyen a producir esos sentimientos, especialmente las características de nuestra propia personalidad, todos tienen un gran poder terapéutico.

La creación del SMT es un «truco» del cerebro, y que una vez uno conoce el truco éste ya no funciona.

 El conocimiento, la conciencia y la introspección son la piedra angular de la psicoterapia de orientación analítica desde los tiempos de Freud, de modo que no nos debería sorprender que sean la clave para tratar los trastornos psicosomáticos.

Es los casos más leves, el mero hecho de reconocer que el dolor tiene un origen psicológico y no «físico» es suficiente para revertir el proceso. Cuanto más intenso sea el dolor, mayor es la necesidad de intervenir en el proceso.

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He mencionado en otro lugar que para que el paciente acepte el diagnóstico es esencial que éste lo realice un médico. Es igualmente importante que exista una comunicación permanente entre el médico y el psicoterapeuta a lo largo de todo el tratamiento.

El énfasis principal está en dejar al descubierto las defensas y Las emociones reprimidas.

La exploración que el psicólogo realizará sobre la fuerza del ego del paciente, su capacidad cognitiva, sus mecanismos de defensa, su comportamiento no verbal y su capacidad de relacionarse con el terapeuta. La presión aplicada por el psicólogo y la capacidad del paciente de tolerar el estrés del proceso sirven para identificar sus puntos fuertes y débiles. Éstos, a su vez, determinarán qué tipo de terapia —ninguna, individual o de grupo— es la indicada para cada uno.

El trabajo del terapeuta consiste en ayudarlo a desarrollar una mejor comprensión de la estructura defensiva que está protegiendo a su yo consciente de los aspectos destructivos de su ira inconsciente, y a aumentar su conciencia emocional global.

El tratamiento debe centrarse más en la psicología del paciente que en sus síntomas físicos.

Algunos pacientes informan que sus síntomas (generalmente se trata de dolor) han comenzado a desplazarse de un lugar a otro. Esto puede considerarse una señal de que la terapia está teniendo un efecto positivo.

Los pacientes a menudo acuden al tratamiento con un sentimiento de culpa respecto a su dependencia, rabia ante la falta de comprensión mostrada por los demás en lo que se refiere a sus síntomas, que son invisibles, y frustrados por lo poco que han mejorado con los tratamientos médicos convencionales.

En general, los pacientes psicosomáticos con los que hemos trabajado padecen una gran ansiedad y tienen mucho miedo. En muchas ocasiones se sienten víctimas y algunos, de hecho, han sido víctimas. A menudo, a causa de su historia personal, muchos son muy sensibles a las necesidades de los otros. Tienen una baja autoestima y se sienten impulsados a tener éxito y a cuidar de los demás. Necesitan sentir que controlan situaciones sobre las cuales luego sienten no tener control alguno. Esto sucede muchas veces porque perciben que sus propios cuerpos los han traicionado. Suelen tener un historial de trastornos psicosomáticos variados. Algunos han perdido a uno de sus progenitores o han sufrido la dominación de un padre muy exigente.

Los individuos psicosomáticos a menudo arrastran una historia problemática con otros

profesionales de la salud. Han tenido que enfrentarse a su propia frustración y a la de aquellos que han intentado en vano curarlos.

La mayoría de las veces se han encerrado en sí mismos, evitando el contacto social o han pasado a depender más de los otros, especialmente miembros de la familia.

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Como es obvio, el sufrimiento físico sólo puede ser una solución factible cuando es la única alternativa al hecho de desatar una ira lo suficientemente destructiva para poner en peligro la propia supervivencia.

No tenemos control sobre lo que sentimos, pero podernos y debemos dominar la forma en que respondemos a ello.

Aunque muchas personas sean plenamente conscientes de experimentar emociones, una parte de su ser, lucha contra sentimientos considerados tabú.

La gente con SMT necesita ser capaz de experimentarse a sí misma en el momento en que reprime una emocion. Esta experiencia les permite observar el cuerpomente en acción, de modo que puedan comenzar a integrar las emociones difíciles y facilitar la curación.

Cuando un paciente puede observarse a sí mismo en el acto de reprimir una determinada emoción y casi al mismo tiempo comenzar a experimentar la propia emoción, esto le permite tener más confianza en la experiencia cuerpomente, lo cual a su vez facilita la curación.

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No existe una causa única para la hipertensión, sino una amplia gama de causas. Los estudios muestran que este problema está determinado hasta en un 40% por la genética, y entre un 30 y un 40% por los factores asociados al estilo de vida, como la dieta, el peso, el consumo de sal, la falta de ejercicio y el abuso de alcohol. Creo que está determinada entre un 20 y un 25% por los factores psicológicos. Un número significativo de gente tiene presión sanguínea alta debido a las emociones reprimidas inconscientes.

Según el viejo y popular paradigma, la gente que tiende a ser tensa o irascible, o que se enfrenta a mucho estrés en su vida cotidiana, tiene un mayor riesgo de desarrollar

hipertensión.

Si la tensión o la ansiedad prolongadas causan repetidas elevaciones de la presión sanguínea que acaban produciendo hipertensión, las técnicas de relajación y de control de la ira pueden reducir la reacción de nuestra presión sanguínea ante el estrés y evitar la hipertensión.

Mucha gente no se da cuenta de que es normal que nuestra presión sanguínea fluctúe y que estas fluctuaciones no causan daño ni dan lugar a enfermedades. Las emociones que percibimos pueden tener efectos físicos, como un aumento transitorio de la frecuencia cardíaca o de la presión sanguínea, una cefalea tensional, diarrea y otros efectos. Las fluctuaciones de la presión sanguínea en respuesta al estrés no son más que otro efecto transitorio de las emociones conscientes. No dan lugar a una hipertensión continua.

Lo que lleva a la hipertensión no son las emociones negativas que sentimos, sino las emociones que hemos reprimido de las que no tenemos conciencia. El Proceso mediante el cual impedimos que las emociones dolorosas y amenazadoras accedan a la conciencia, causa una persistente estimulación del sistema nervioso simpático (SNS), lo cual da lugar a una persistente elevación de la presión sanguínea.

Es más bien la falta de conciencia de las emociones dolorosas la que aumenta nuestra susceptibilidad de desarrollar hipertensión. Las emociones que reprimimos son mucho más poderosas y dolorosas que las que experimentamos conscientemente.

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Cuando hablo de represión, me estoy refiriendo al inconsciente. Reprimimos las emociones sin saber que lo hacemos.

Lo más saludable desde un punto de vista psicológico es usar nuestras defensas conscientes e inconscientes para contener las emociones que son demasiado intensas para nosotros, lo que nos permite asimilarlas a nuestro propio ritmo, afrontarlas y, finalmente, curar nuestras heridas.

La represión es una valiosa defensa para lidiar con emociones relacionadas con algún severo trauma.

La represión puede acabar produciendo hipertensión, pero la hipertensión puede ser tratada, y, en mi opinión, es preferible a una vida de tormento emocional.

Estoy afirmando que alguien que nunca se siente deprimido, sin importar lo que esté

ocurriendo en su vida, tiene una mayor propensión a desarrollar hipertensión que alguien que se siente deprimido de vez en cuando. La actitud defensiva emocional, la tendencia a no tener conciencia de las emociones, es la medida psicológica más vinculada a la hipertensión.

Estos tres factores de riesgo —la genética, el sobrepeso y una carga de emociones reprimidas— parecen ser aditivos en el desarrollo de la hipertensión.

Si alguien ha sobrevivido a un trauma especialmente grave sin que esto deje ninguna secuela psicológica, eso de por sí indica represión, el aliado que nos ha permitido seguir adelante con nuestras vidas. El que afirma estar siempre muy tranquilo, con buen ánimo o no hallarse nunca deprimido, sin importar lo que haya sucedido, probablemente es un represor.

La hipertensión episódica casi siempre está vinculada a las emociones reprimidas. La hipertensión episódica que estoy describiendo difiere en que los episodios se producen de manera imprevisible y no parecen estar relacionados con la angustia emocional.

Aunque la hipertensión episódica encaja con los síntomas típicos del feocromocitoma, menos de un 2% de los casos presentan este tumor, sobre el 98% restante de los casos que no lo tienen.

En algunos casos, un cambio de conciencia puede, por sí mismo, detener la reaparición de los ataques. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el tratamiento con éxito requiere medicación.

La identificación de la hipertensión producida psicológicamente es, pues, muy importante para la selección de un tratamiento que corresponda a su causa.

Por otro lado, la relajación y las técnicas de control del estrés, según propone el viejo paradigma, aunque útiles para controlar la ansiedad y la ira, son de poca ayuda en el tratamiento de la hipertensión, como he señalado anteriormente.

Aunque soy partidario de reconocer la relación mente-cuerpo que existe en la hipertensión, me inclinaría por evitar presionar a los pacientes, cuya supervivencia emocional es atribuible a la represión, para que sigan un tratamiento psicoterapéutico y luchen contra esa represión.

Es recomendable respetar la preferencia del paciente de no explorar su pasado. Por otro lado, cuando la represión está fracasando, cuando las alarmas internas están sonando sin que exista una causa evidente, pueden manifestarse fuertes síntomas psicológicos y

algunas veces también físicos. Este tipo de paciente parece encaminarse hacia serios problemas. Aquí, la psicoterapia puede ser extremadamente importante, aunque incluso aquí viene sin garantías.

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El sistema nervioso simpático (SNS) conecta el cerebro con el corazón y el sistema arterial.

El SNS actúa como mediador de los efectos transitorios del estrés y la emoción sobre nuestra presión sanguínea.

 Los factores estresantes como el miedo o la ansiedad estimulan principalmente al miembro suprarrenal, manifestándose con taquicardia, un mayor gasto cardíaco y una presión sistólica más elevada.

Los estímulos emocionales (por ejemplo, la ira) tienden a estimular tanto los miembros suprarrenales como los neurales.

Sabemos que los transitorios efectos de las emociones que sentimos sobre nuestra presión sanguínea están mediados por el SNS. Es lógico que los efectos de las emociones reprimidas también lo estén.

Los procesos emocionales de los que no somos conscientes tienen un efecto más duradero sobre el SNS que las emociones conscientes.

Si un paciente puede comprender que el trastorno está vinculado a las emociones reprimidas, y experimenta un cambio de conciencia, aquél puede literalmente desaparecer.

Un antidepresivo puede fortalecer la barrera contra las amenazadoras emociones reprimidas.

La hipertensión episódica presenta muchas características en común con el trastorno de pánico.

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Las personas de edad avanzada que tienen SMT, no sólo tienen más marcados los rasgos de la personalidad que contribuyen a la necesidad de los síntomas sino que, además, el paciente tiene que convivir con el espectro de la incapacidad y la mortalidad.

Inconscientemente, estos factores producen ira, por mucho que conscientemente intentemos tomárnoslos con filosofía.

Uno tiene que distinguir entre los síntomas causados por anormalidades estructurales legítimas y los síntomas provocados por el SMT, y tratar cada tipo como corresponde.

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Identificación de un proceso psicosomático:Los síntomas son a menudo desencadenados por un insignificante incidente físico que podría ser considerado parte de la actividad física normal. Aunque el paciente pueda creer que ha sufrido una lesión, no existe ninguna evidencia objetiva que confirme este hecho.-la zona afectada no está magullada, ensangrentada, inflamada, enrojecida o excepcionalmente caliente al tacto.-El problema físico no se resuelve con el tiempo como sucede con una verdadera lesión, sino que continúa. Además, el paciente no tiene ningún problema fisiológico que le impida una curación normal, ya que sus heridas y golpes se curan con normalidad.-Los pacientes a menudo notarán una mejoría en las zonas sensibles después de un masaje, y la movilidad mejorará después de haber realizado unos estiramientos.-Los exámenes de sangre son normales y no presentan ninguna señal de inflamación o de alguna enfermedad crónica. No indican ninguna enfermedad grave ni que ponga en riesgo la vida.-Los cambios detectados mediante radiografías, resonancias y otras pruebas no son muy buenos para predecir los síntomas. A menudo, éstos son muy agudos y las pruebas son totalmente normales.-El dolor a menudo desaparece sólo para reaparecer en otro lugar. Los síntomas físicos parecen saltar de un lugar a otro o a veces se acumulan uno sobre otro, hasta que todo parece doler.

¿Qué ocurriría si la causa del dolor crónico no fuese estructural? ¿Qué sucedería si el dolor fuese iniciado por factores psicológicos? Esta es una idea poco convencional, pero explicaría el fracaso de los tratamientos basados en causas estructurales.

Los pacientes con fibromialgia deben estar psicológicamente abiertos al diagnóstico para mejorar. Han de estar dispuestos a desechar la idea de que su curación depende del empleo de métodos estructurales o químicos.

No se dejen dominar por sus dolores y molestias, y continúen haciendo ejercicio.

Es como si las personas con fibromialgia tuviesen tantos problemas que necesitan acumular dolor en muchos lugares como mecanismo de defensa (los dolores les sirven para distraerlos de esos problemas). Estos síntomas, el dolor general, la sensibilidad en ciertas partes del cuerpo, el dolor de cabeza, la fatiga, los trastornos del sueño y el síndrome de colon irritable han sido reunidos para definir esta enfermedad.

Los pacientes se presentan con muchas quejas físicas, pero al médico le parecerán personas en buen estado de salud.

Como sucede con otros pacientes con SMT, las personas con fibromialgia pueden ser ayudadas si están dispuestas a aceptar que su dolor tiene una causa psicológica.

Es importante reconocer que el SMT es un síntoma de que la vida no va bien y de que se ha perdido el control de las circunstancias y las emociones.

Mis pacientes suelen ser muy duros consigo mismos. Albergan unas elevadísimas expectativas respecto a sí mismos y a la gente que los rodea, y a menudo se sienten decepcionados o indignados ante lo que consideran sus propios defectos o los de los demás. Siempre intentan hacerlo todo lo mejor posible, sin comprender lo difícil que esto puede resultar.

Hacer las cosas lo mejor posible todo el tiempo es extremadamente difícil y puede llevar a la frustración y la ira enterrada.

Mis pacientes a menudo se sienten decepcionados cuando los demás no se dan cuenta de todo lo que han trabajado. La baja autoestima necesita la permanente admiración de los demás.

La mejoría en los casos de SMT :- Consiste en aprender a no necesitar el reconocimiento de los demás y a cubrir uno mismo esa necesidad.- Consiste en ser más amable y benevolente contigo mismo de lo que fueron tus padres durante tu infancia.- Consiste en aprender a reducir las expectativas respecto a ti mismo y a los demás, y que las relaciones humanas son más fáciles, genuinas y crean vínculos más fuertes bajo estas circunstancias.- Consiste en aprender que si alguien parece estar enfadado contigo, ese enfado suele ser una «rabia desplazada» y tú no tienes ninguna una culpa. Ademas tampoco pasa nada porque alguien esté enfadado contigo.-  Consiste en aprender a no tener miedo de cuidar psicológicamente de ti mismo y a decir «no» cuando quieres decir que no.- Consiste en aprender que casi todas las veces en que te sientes culpable estás

cometiendo un error, porque no puedes responsabilizarte de los sentimientos de todo el mundo.La gente precisa aprender a hacer eso por sí misma.

Me parece curioso que la gente relacione sin problema el sentimiento de vergüenza con el rubor en las mejillas y el nerviosismo con las manos sudorosas, pero que no pueda o no esté dispuesta a establecer una conexión entre la rabia y el dolor.

La literatura médica ha señalado conexiones entre el estrés crónico y Los problemas de salud. Demostraron la existencia de una clara conexión entre el estrés crónico y los cambios en los telómeros, áreas específicas de los cromosomas que están relacionadas con la longevidad de la célula el envejecimiento. Es críticamente importante para la salud humana que nos libremos del estigma que acompaña a todo lo que es de naturaleza emocional. Reprimir o enterrar los sentimientos problemáticos y vivir bajo estrés pueden llevar al dolor físico y a la disfunción, y sobre todo, a serios problemas médicos.

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Un historial social inadecuado puede ser considerado la razón principal por la cual la mayoría de los médicos no toman en cuenta los verdaderos factores psicológicos que causan el dolor crónico.

Existen tres fuentes de emociones desagradables en el inconsciente: la rabia infantil, el dolor emocional y la tristeza; rasgos de la personalidad como el perfeccionismo y el «buenismo», y por último, las realidades de la vida.

Algunos se sienten ofendidos cuando les digo que su problema es psicosomático, término que evito usar durante la entrevista inicial (a menos que se me haga una pregunta específica sobre el tema) porque algunas personas creen que quiere decir que el dolor está «totalmente en la cabeza». Yo hago hincapié en que el dolor es físico y real, que está en el cuerpo. Pero pese a mis mejores esfuerzos por clarificar este punto, algunasparecen escuchar sólo la mitad de lo que digo. Escuchan que la mente está implicada en el SMT, pero parecen creer que esto significa que tienen algún tipo de enfermedad mental, y rechazan el diagnóstico.

Explico que el estrés, la tensión, la ansiedad y la rabia pueden producir dolor en los músculos, los tendones y los nervios. Intento tranquilizar al paciente asegurándole que su trastorno es inofensivo y que es posible que mejore sin mucho tratamiento.

La reflexión diaria es importante.

Siento un gran respeto por los que inician un tratamiento de psicoterapia. Hace falta coraje para encarar problemas que mucha gente preferiría evitar.

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Por el mero hecho de comprender el origen psicosomático de mi dolor y las razones psicológicas que lo habían producido, y desactivar todas las maneras en que fui programado para tener dolor de el  ¡quedé libre de él!

El término inflamación es usado comúnmente para explicar el dolor a pesar de que no hay ninguna prueba científica de su existencia. Se suele decir que un músculo o tendón aquejado de un dolor persistente está inflamado.

El dolor en la planta del pie (fascitis plantar), en el codo (codo de tenista), en el hombro (pinzamiento) y en la cadera (bursitis del trocánter) son ejemplos comunes de dolor de origen psicosomático en los tendones que es atribuido a alguna anormalidad estructural (inflamación, desgarro, desgaste, degeneración...).

Las reacciones psicosomáticas son universales, normales y parte de la condición humana.

No es infrecuente desarrollar una enfermedad viral (el típico resfriado) en una época de estrés emocional. Esta enfermedad es producto de un debilitamiento del sistema inmunológico. Estoy hablando de cambios fisiológicos que ocurren en varios tejidos y órganos del cuerpo, y que son producidos por las emociones. Éste es el significado de la palabra «psicosomático».

Las curas debidas al efecto placebo (quirúrgicas o no quirúrgicas) no son buena medicina porque no tratan la causa. Si los resultados fuesen permanentes, no habría problema, pero no lo son. Si se produce un alivio del dolor, existen tres posibilidades: o bien el dolor regresará, o bien el cerebro lo localizará en otro lugar, o bien el cerebro elegirá otro órgano o sistema para producir síntomas. A veces será reemplazado por una reacción emocional como la ansiedad o la depresión.

Los desencadenantes físicos son uno de los catalizadores más comunes del proceso psicosomático.

La propensión a desencadenar el proceso psicosomático no esta únicamente relacionada con el estímulo físico, sino también con el entorno en que tiene lugar este

desencadenante físico.

Los medios de comunicación representan otra importante influencia cultural que afecta al proceso psicosomático. La población en general se ve expuesta a una cantidad cada vez mayor de información y publicidad sobre la salud, algo sin paralelo en la historia de la humanidad. Por ejemplo, la intensa campaña publicitaria de un nuevo medicamento llevada a cabo por una empresa farmacéutica a menudo aumentará el poder del «efecto placebo».

No existe ninguna prueba de sangre, ninguna radiografía, ningún tipo de resonancia magnética, ni ningún otro examen de la tecnología médica que pueda establecer el diagnóstico de un trastorno psicosomático.

La mejor herramienta que un médico puede usar es un historial exhaustivo y un examen físico. Una vez que esto se ha hecho, se establece un diagnóstico diferencial que consiste en hacer una lista de los posibles trastornos que encajan con las señales y los síntomas presentados. La tecnología, como las pruebas de laboratorio o los estudios de imagen, puede ser necesaria para eliminar algunas posibilidades.

Existen muchos sintomas y señales que sirven para establecer la presencia de un trastorno psicosomático:El historial del paciente:— Un historial de otros trastornos psicosomáticos.— La presencia de un trastorno psicosomático actual.— Las circunstancias que han rodeado el inicio de los síntomas.— Historial de depresión y ansiedad.— El momento en que surgen los síntomas.— Síntomas que no tienen una buena explicación anatómica.— Síntomas que cambian de lugar.— Síntomas intermitentes.— La localización de los síntomas.

El examen Físico:— Presencia de puntos de activación muscular.— Hipersensibilidad a la palpación de los tejidos blandos.— Disfunción neurológica (parestesia, debilidad) en una distribución no anatómica.— Respuesta exagerada ante el dolor.

Los trastornos psicosomáticos surgen en el inconsciente, que es donde residen las emociones de las que, en su mayor parte, no tenemos conciencia. No sólo no es posible acceder directamente a estas emociones, sino que tampoco es necesario para el éxito

del tratamiento. El tratamiento exitoso sólo requiere que uno reconozca la existencia de estas dolorosas, desagradables y a menudo amenazadoras emociones.

El estrés es inevitable y forma parte de la vida. La aceptación, por lo tanto, no sólo quiere decir aceptar que el dolor es psicosomático, sino entrar en contacto con nuestro auténtico yo, tanto con las partes que nos gustan de nosotros mismos como con las que no nos gustan. La aceptación de nuestras emociones inconscientes como parte de lo que somos no es sólo un paso hacia el éxito del tratamiento, sino un paso hacia una mayor integración de nuestro ser.

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Como le sucede a la mayoría de los médicos de familia, suelo ser la primera persona a quien acuden cuando tienen algún síntoma. La capacidad para reconocer un proceso psicosomático en sus inicios tiene un gran valor práctico porque les evita tratamientos innecesarios o inadecuados que generalmente fracasan y sólo prolongan sus molestias y su invalidez.

Siempre suele haber unos tres o cuatro pacientes con síntomas crónicos o intermitentes, que se quejan de dolor en la espalda, el cuello, los hombros, los brazos, las muñecas, las manos, las caderas, las rodillas, los pies, el abdomen, los genitales —en cualquier parte—. A menudo vienen con la idea de que tienen artritis, hernia discal, tendinitis, bursitis, ciática, desgarro del manguito rotador, síndrome de la banda iliotibial, migraña, síndrome de colon irritable, dispepsia, reflujo gastroesofágico, síndrome del túnel carpiano, fascitis plantar, síndrome de la articulación temporomandibular o fibromialgia, por nombrar unos pocos. En muchas ocasiones creen que la culpa la tiene su trabajo. Otras veces, que se trata de una «antigua lesión» que nunca se curó totalmente o que simplemente han envejecido. Muchos han probado todo tipo de tratamientos, sin resultado en algunos casos y con alivio transitorio en otros (efecto placebo). Estos tratamientos han incluido medicamentos orales, inyecciones, masajes, cirugía, dispositivos ortopédicos, etcétera.

Tratar un síntoma de origen psicológico mediante métodos físicos está destinado al fracaso.

Mientras los médicos no sean conscientes del importantísimo papel que desempeñan los factores psicológicos en la generación de síntomas físicos, se verán seriamente obstaculizados en sus esfuerzos por alcanzar una cura.

Además de los problemas para usar los protocolos científicos tradicionales, nos enfrentamos al hecho de que el tratamiento del SMT ocupa mucho tiempo. Es mucho más simple recetar una píldora o recomendar sesiones de fisioterapia o una cirugía que

explicarle a alguien cómo sus muy reales síntomas físicos pueden tener una causa psicológica.

Además cuando los pacientes escuchan que sus síntomas son de origen psicológico, muchos creen que se les está diciendo que no son reales, que son imaginarios. O peor aún, pueden pensar que se está afirmando que son hipocondríacos, que están «locos» o que todo «está en su cabeza». Esto puede crear problemas en la mejor relación médico-paciente.

Nos estamos convirtiendo en individuos tan pasivos que sólo queremos ser los receptores del tratamiento, en lugar de participantes activos en nuestro estado de salud y bienestar.

Somos seres sensibles. Tenemos la capacidad de pensar y sentir. Esto nos permite alcanzar logros extraordinarios —obras de arte, descubrimientos científicos, literatura, tecnología, etc.—. Pero esta capacidad también es nuestra perdición. El pensamiento y el sentimiento nos permiten experimentar emociones tanto positivas como negativas. Todos buscamos dicha y felicidad, pero la realidad se interpone y experimentamos tristeza y decepción, rabia y frustración. La capacidad de prever el futuro acarrea consigo la de preocuparse por ese futuro.

Si tenemos altas expectativas respecto a nosotros mismos, si somos ambiciosos y nos exigimos mucho, si intentamos siempre dar lo mejor de nosotros, todas estas tendencias perfeccionistas serán causa de estrés. Si nos desvivimos por ayudar a los demás, llegando incluso al autosacrificio, estas tendencias crearán estrés en la medida en que subordinemos nuestras necesidades a las de la gente que nos rodea. Estos rasgos no son indeseables —nos hacen ser personas exitosas, amables y consideradas—. Pero es esencial comprender cómo estas cualidades pueden contribuir a la acumulación de estrés, ira y conflictos.

Dada la forma en que funciona nuestro cerebro, reprimimos estos pensamientos y emociones desagradables, que quedan alojados en el inconsciente. Este es un excelente mecanismo de defensa —nos permite seguir con nuestra vida y ser personas amables que los demás aprecian y respetan—. Desgraciadamente, sólo podemos alojar una cierta cantidad de pensamientos y emociones desagradables en el inconsciente. La rabia y el estrés acumulados se convierten en ira. Esta ira quiere acceder a la consciencia, pero generalmente no dejamos que esto ocurra. Si sucediera, podríamos enfurecernos y hacer cosas inaceptables, cosas que harían que los demás no tuviesen una buena opinión de nosotros. Para distraernos de estos desagradables pensamientos y emociones, nuestro cerebro produce dolor, un dolor físico absolutamente real.

 En nuestra sociedad, tener ciertos síntomas (dolor de espalda o de cabeza, reflujo

gastroesofágico, etc.) es algo perfectamente aceptable, e incluso puede estar «de moda». Cuando le prestamos atención al dolor, nos distraemos de las causas de la ira. Ésta es una estrategia brillante por parte del cerebro. ¿Por qué ocurre esto? Nadie lo sabe con seguridad, pero percibimos que tiene lugar porque, al estudiar este proceso, podemos detenerlo. Podemos detenerlo y de esta forma eliminar el dolor.

Regresemos al depósito de ira. Siempre hay estrés, ¡incluso cuando la vida es estupenda! Todos nos preocupamos en cierta medida, y todos tenemos el eterno conflicto interno entre el id y el superego. Como la gota que colma el vaso, un pensamiento, una emoción desagradable o algún acontecimiento estresante va a parar al depósito, y éste amenaza con desbordarse. El cerebro no va a permitir que esto suceda y, para distraernos con otra cosa y mantener estos contenidos en el inconsciente, crea un dolor. Y tal vez, sólo tal vez, al crear dolor, el cerebro no produce únicamente una distracción, sino también una expansión del depósito. Ahora comprendes cómo funciona el depósito de ira.

Estos desagradables pensamientos y emociones «intentan acceder a la conciencia», lo cual es absolutamente inaceptable. Para evitar que esto ocurra, el cerebro crea un dolor a modo de distracción. Y en nuestra sociedad estamos muy centrados en el cuerpo, preocupados por cada molestia y dolor. Al centrar nuestra atención en los síntomas físicos, mantenemos reprimidos estos dolorosos pensamientos y emociones. Ésta es una estrategia muy eficaz, y la gran epidemia de trastornos mente-cuerpo en nuestra sociedad es una buena prueba de ello.

Hemos sido condicionados para tener ciertas creencias sobre nosotros mismos. Este condicionamiento es producto de las explicaciones y comentarios de bien intencionados profesionales de la salud, familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y medios de comunicación. Escuchamos una y otra vez que los síntomas físicos han de tener una causa física, que somos frágiles por naturaleza, que ciertas «lesiones» pueden producir dolor crónico, que la curación puede tardar mucho tiempo y que tenemos que aprender a vivir con ciertos tipos de dolor. Si creemos todas estas suposiciones, aceptaremos ciertos tipos de dolor como resultado de nuestras actividades.

Las personas que se curan rápidamente son de alguna manera más capaces de dejar de lado todo lo que se les ha dicho en el pasado e integrar plenamente la información acerca del SMT.

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Es imposible saber qué se esconde en tu inconsciente (de ahí la palabra inconsciente), pero es posible pensar en lo que podría estar allí. Al reconocer la presencia de estos

pensamientos y emociones desagradables, puedes frustrar la estrategia del cerebro. Como ya sabes, esta estrategia consiste en crear dolor, un dolor que sirva de distracción. Centrarse en él constituye una especie de mecanismo de defensa —evita que pensemos en todas aquellas cosas que nos molestan, nos preocupan o nos hacen enfadar—. El dolor físico ayuda a mantener escondido el depósito de ira. Cuando reconozcamos que está ahí y lo que puede contener, el dolor ya no será necesario, porque la maniobra de distracción no será precisa.

Deshazte de tus soportes lumbares, plantillas, almohadas especiales y otros dispositivos ortopédicos. Estos dispositivos no pueden resolver el problema y tú no los necesitas. No sirven para eliminar síntomas que tienen un origen psicológico. Su uso es parte del antiguo condicionamiento y sólo va a servir para perpetuar los síntomas.

Si estás tomando medicamentos para el dolor, tienes que acostumbrarte a dejar de usarlos, bajo supervisión médica. De la misma forma, también deberías dejar de tomar benzodiazepinas (como Klonopin, Ativan, Valium, Xanax, etcétera). Estos medicamentos sólo enmascaran los síntomas y no pueden curarlos. Además, son física y psicológicamente adictivos y únicamente servirán para perpetuar los síntomas. Por otro lado, dificultarán tu cognición e interferirán en sus esfuerzos de autoeducación.

La vigilancia continua es la mejor prevención. Por eso es necesario dedicarle un momento cada día a la reflexión.

No te desanimes si el dolor vuelve o se presenta en otro lugar. Recuerda, tu cerebro no quiere abandonar su estrategia de distraerte mediante el dolor —así es como estamos hechos.

Intenta prestarle la mínima atención posible al dolor. Hay que aprender a centrarse en otro asunto (éste es el proceso de reprogramación).