Apuntes Para El Cine Cubano de Ficcion. Ambrosio Fornet

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Ambrosio Fornet

no. 27: 4-16, La Habana, octubre-diciembre de 2001.

Apuntes para la historia del cine cubano de ficcin.La produccin del ICAIC produccin (1959-1989)

Ambrosio Fornet Ambr osio Fornet

Crtico y editor. UNEAC.

A

l ser fundado, en 1959, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematogrficos (ICAIC) tena por delante una tarea gigantesca: la de crear y promover un movimiento cinematogrfico partiendo virtualmente de cero. Haba que comenzar transformando no solo el carcter de un producto el tipo mismo de pelculas que realizar, sino de todo un proceso, el sistema de produccin y exhibicin de pelculas tal como operaba en los marcos de la vieja sociedad.

En busca del interlocutorEn 1960 se produjo la nacionalizacin de las grandes empresas de distribucin y exhibicin cinematogrficas, coronada en los cinco aos siguientes con la compraLa primera versin de este trabajo apareci en francs en Le cinema cubain, editado por Paulo Antonio Paranagua (Pars, Centre Georges Pompidou, 1990). La estructura de esa compilacin en la que se dedicaban estudios especficos a Toms Gutirrez Alea y Humberto Sols, por ejemplo determin la escasa presencia de ambos directores en este panorama. Una versin abreviada se public como separata en la revista Encuadre, de Caracas, en 1993.

de las salas que pertenecan a pequeas empresas o propietarios individuales. En 1965, el ICAIC posea ya todo el sistema de distribucin y exhibicin del pas, y entretanto se haba ido planteando una estrategia de desarrollo centrada en la bsqueda de un nuevo interlocutor1 capaz de apreciar y exigir formas de comunicacin descolonizadas y participativas. He llamado fase de exploracin a la que se extiende de 1959 a 1965, que en cuanto a largometrajes de ficcin produjo dos filmes, ambos en 1960: Cuba baila e Historias de la Revolucin, de Julio Garca Espinosa y Toms Gutirrez Alea, respectivamente, estrenadas en orden inverso porque la segunda pareci ms atractiva desde el punto de vista temtico. En el marco de un nuevo tipo de comedia costumbrista, donde el humor y la msica contribuan a poner de manifiesto la intencin de crtica social (dirigida hacia formas de conducta pequeoburguesas y colonizadas), Cuba baila inaugur una corriente temtica que todava no parece haberse agotado. Desde el punto de vista estilstico, ambas pelculas pagaban tributo al neorrealismo, no solo por la formacin acadmica de sus directores, sino tambin y quizs

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sobre todo porque en ese momento de tanteos y urgencias expresivas la esttica neorrealista pareca indicar un camino, dado su estrecho vnculo con la realidad inmediata, lo que a su vez se traduca en formas de produccin menos costosas y en una dramaturgia ajena a lo espectacular. La participacin de Otello Martelli el fotgrafo de Rosellini en Paisa en la pelcula de Alea, y de Zavattini en El joven rebelde, la segunda pelcula de Garca Espinosa, contribuy tal vez a reforzar la orientacin esttica de los directores cubanos.2 Hubo tambin un aporte en el plano de la estructura narrativa. La divisin por cuentos y episodios casi siempre unidos entre s por un simple nexo temtico provena justamente de Paisa; fue vista como una solucin providencial, y empleada con desigual fortuna en varias pelculas de esta etapa.3 La otra solucin fue hacer coproducciones u ofrecer la direccin de pelculas a cineastas extranjeros para que nuestros artistas y tcnicos, integrados a los equipos de filmacin, pudieran entrenarse como asistentes u operarios. Solo dos de las ocho pelculas realizadas entre 1961 y 1963 fueron dirigidas totalmente por cubanos; y nicamente Alea hizo prometedoras incursiones en ms de un gnero con Las doce sillas (1962) y Cumbite (1964). Lo dems se disolva en la ancdota, el amateurismo, los intentos de aclimatar la Nueva Ola, y los balbuceos de una dramaturgia que no acababa de hallar el punto de equilibrio entre la pica y el drama. Era un problema de ptica, no de inexperiencia, pues lo mismo les ocurra a los directores extranjeros el uruguayo Ugo Ulive, en Crnica cubana, el francs Armand Gatti, en El otro Cristbal , el sovitico Mijal Kalatozov, en Soy Cuba que apelaron a las ms diversas modalidades dramticas para tratar de dar una nueva visin de Cuba o Amrica Latina el drama psicolgico, la stira fantstica, la epopeya socialista y todo result ser tan esquemtico o extico que no lograron convencer a nadie.

El despegue (1966-1969)Con raras excepciones, nuestros filmes argumentales haban venido dando la visin de un mundo eminentemente urbano, centrado en los conflictos individuales o en la condena moral de la sociedad prerrevolucionaria. El mbito rural, en su costado pico lucha de los guerrilleros en la Sierra Maestra, formacin de la conciencia revolucionaria entre los campesinos no haba vuelto a aparecer en el gnero desde que Alea y Garca Espinosa lo introdujeron a principios de la dcada. Prevaleca entonces en los filmes de ficcin un lenguaje que ya empezaba a ser irremediablemente arcaico desarrollo lineal de la

historia, cmaras casi inmviles, modos de actuar y de iluminar convencionales y que se haba ido transformando gradualmente, tanto en la obra de los veteranos como de los principiantes, por la influencia de la Nueva Ola, del Free-Cinema y, sobre todo, de nuestro propio movimiento documentalstico, que en su vertiginoso desarrollo comenzaba a proponer una esttica ms espontnea (y que se haba hecho tcnicamente viable con la adquisicin de nuevas cmaras). El vuelco era, por tanto, previsible; no obstante, el mediometraje Manuela (1966) de Humberto Sols, produjo el impacto de lo inesperado. Sols apenas tena veintitrs aos y alguna experiencia compartida en la direccin de cortos argumentales.4 Aunque la historia de Manuela no era nada del otro mundo una joven campesina de la Sierra Maestra que se rebela contra la injusticia y a travs del amor a un guerrillero asume la tica revolucionaria, sus contextos, por s solos, aportaban una gran carga semntica. Aquella atmsfera inslita, el acento tpicamente serrano de la improvisada actriz (Adela Legr), la belleza salvaje de su rostro anguloso, esa mezcolanza nunca antes vista en la pantalla, produjo una especie de anagnrisis colectiva, el reconocimiento de una esttica mestiza profundamente arraigada en la idiosincrasia popular. Factor importante del xito fue, pues, la fotografa de Jorge Herrera, de quien puede decirse que en esta etapa transform literalmente hablando la imagen del cine cubano.5 Un crtico observa, con razn, que el encanto visual del filme se impone desde el principio gracias al acertado empleo del lente y los encuadres, el cuidado del ritmo y, sobre todo, el hbil manejo de la cmara en mano; y aade que al compararse con las primeras pelculas del ICAIC, Manuela muestra la distancia que, en trminos de evolucin lingstica, recorri el cine cubano en unos pocos aos.6 Dos comedias de asunto contemporneo completan la exigua produccin de 1966: Papeles son papeles, de Fausto Canel, y La muerte de un burcrata, de Alea. La primera acab frustrndose por falta de coherencia narrativa, aunque parta de una idea promisoria: el sbito cambio de moneda que se realiz en 1961 para desvalorar los billetes de banco sacados clandestinamente del pas; la segunda, en cambio, tuvo un xito espectacular de crtica y de pblico y ha pasado a ser un clsico del gnero. Algo parecido ocurri al ao siguiente con Las aventuras de Juan Quinqun, de Garca Espinosa, cuyos millones de espectadores la convirtieron en una de las ms populares pelculas cubanas, hecho en el que sin duda han influido amplios sectores del pblico adolescente y de provincias. Basada en una novela de aliento picaresco, escrita por Samuel Feijo, el filme cuenta, a su modo, la historia de un avispado

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campesino que trata de sobrevivir en un medio hostil desempeando los oficios del hambre o de la suerte: monaguillo, torero, Cristo crucificado o faquir de circo, y por ltimo despus de un intento de trabajar la tierra como aparcero, frustrado por la codicia del terrateniente, jefe de una guerrilla tan audaz como pintoresca. Lo curioso, por inusual, es que gracias a la frescura de sus propuestas formales el filme se convirti tambin en un favorito de los cinfilos. En efecto, Juan Quinqun es al mismo tiempo una divertida comedia de enredos y aventuras, apta para todos los pblicos, y un tipo de cine que por su capacidad de parodiarse a s mismo poniendo en evidencia el carcter estereotipado y la funcin hipntica de sus recursos expresivos, sobre todo los que provienen del western, ejerce una extraa fascinacin sobre la crtica erudita. Con espritu muy brechtiano y muy carnavalesco a la vez,7 Garca Espinosa revela sobre la marcha aquellos mecanismos que en sentido literal y figurado cautivan al espectador y ayudan a mantenerlo intelectualmente en cautiverio, operacin que equivale a mencionar los trucos del mago en el momento mismo en que saca el conejo de la chistera. Los efectos de distanciamiento que se emplean en las interminables aventuras del filme observa con razn Anna Marie Taylor, obligan al espectador a tomar plena conciencia de que la ilusin cinemtica es inseparable de las convenciones del gnero.8 Claro que una cosa es poner en guardia al espectador, demostrndole que no hay lenguaje neutro o inocente, y otra muy distinta ganarlo para la propia causa utilizando el lenguaje culpable, pero con un signo ideolgico inverso. En Juan Quinqun, esa mutacin no lleg a producirse orgnicamente; sin embargo, la propuesta conceptual quedara en pie y sera retomada en otro nivel en los aos 70. Haba formas igualmente imaginativas, aunque menos jocosas, de abordar una realidad marcada por el soplo de la epopeya, y bast una simple coyuntura histrica para que los cineastas las descubrieran espontneamente. Dicha coyuntura fue el centenario del inicio de las guerras de independencia, hecho que adquiri vigencia inusitada al ser colocado en una nueva perspectiva: la de la continuidad de las luchas revolucionarias del pasado y el presente. El espritu de la poca gener todo un campo semntico que aluda con orgullo a ese fenmeno de continuidad, de sucesin, de relevo; se habl entonces de los Cien Aos de Lucha (1868-1968), de una segunda independencia, de los revolucionarios de hoy como mambises del siglo XX... El ICAIC haba puesto en marcha distintos proyectos orientados no solo a conmemorar el centenario, sino sobre todo a rescatar la verdadera imagen de la nacin, encubierta, adulterada o neutralizada por los idelogos

burgueses.9 Humberto Sols aludira aos despus a la sintona que se produjo entonces entre lo social y lo creativo, tal vez porque la demanda misma resuma otras urgencias: la bsqueda de un lenguaje descolonizado y la consiguiente afirmacin de una identidad cultural cuyos trminos ya haba formulado Mart, casi un siglo antes, en Nuestra Amrica. Haba, por ltimo, el intento de reflexionar sobre una experiencia colectiva que molde espiritualmente a toda una generacin, la necesidad de construir el marco de referencia conceptual que permitiera orientarse en el torbellino de los acontecimientos. La socorrida idea de que toda historia es historia contempornea aunque solo sea porque no puede organizarse ideolgica y narrativamente ms que desde la ptica actual, se concret de pronto en trminos audiovisuales con filmes como Hombres de Mal Tiempo (1968), notable docudrama del argentino Alejandro Saderman, y los largometrajes de ficcin Luca, de Sols, La odisea del General Jos, de Jorge Fraga, y La primera carga al machete, de Manuel Octavio Gmez, los dos primeros de 1968 y el ltimo de 1969. Memorias del subdesarrollo (1968), de Alea cuyo protagonista, como buen burgus, es un declarado antihroe debe colocarse en sitio aparte, aunque dentro del mismo contexto.10 Un filme como La ausencia (1968), de Alberto Roldn drama existencial contado a la manera de Hiroshima mon amour toca tambin el tema de la historia, aunque tangencialmente. Lo que en Manuela haba sido, dos aos antes, la insinuacin de una promesa, en Luca se revelaba como una esplndida madurez; esa historia nica y sucesiva de tres generaciones de mujeres era, obviamente, el resultado de una saludable comunin entre la experiencia revolucionaria y el acto de creacin artstica segn apunt alguna vez el propio director y fue vista como una gran metfora de la historia de la nacin y de las luchas por su definitiva independencia. Un crtico ha credo hallar en la Orestada, de Esquilo, el ms remoto antecedente de este filme, en el que la historia, la poltica y las relaciones amorosas se mezclan indisolublemente.11 La primera carga al machete, en cambio, introduce la historia en bruto y con un nivel de violencia visual que por momentos resulta irresistible. El filme cuenta, apelando a un puntual recurso metonmico, cmo el machete se transform, un da de abril de 1869, en arma de combate de los mambises, cuyas cargas de caballera se hicieron legendarias, precisamente por el terror que inspiraba el machete. En esta curiosa modalidad de docudrama, ciertos recursos como la puesta en escena, el uso de la cmara en mano y el sonido sincrnico le imprimen a la reconstruccin de poca la vertiginosa inmediatez del reportaje o el noticiero. Nunca el pasado haba sido visto y trasmitido con tanta presencia. La fotografa de Herrera muy

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contrastada, para evocar documentos grficos y flmicos de otros tiempos y la edicin de Nelson Rodrguez contribuyeron a dar a los distintos componentes de la pelcula una alucinante coherencia esttica. La sucesin de esos planos tan cercanos, de esos mosaicos de sombras y luces, de esa continua movilidad dentro de la imagen comentaba Michel Capdenac en Les Lettres Franaises, confieren al filme un dinamismo desacostumbrado, un poder expresivo y plstico que concuerda con su aliento pico y tambin con su estilo de romancero popular.12 El movimiento de experimentacin y bsquedas que haba comenzado a cuajar tres aos antes llegaba ahora a su madurez y permita sealar dos rasgos distintivos del nuevo cine cubano. Uno era su profunda historicidad, es decir, su manera de insertarse creativamente en un proceso de afirmacin de la conciencia nacional afincado no solo en la doctrina, sino tambin en la prctica revolucionaria; el otro era su tendencia a abolir las fronteras entre el documental y la ficcin para lograr as que los filmes de este ltimo gnero, adems de su tradicional funcin recreativa, cumplieran una funcin concientizadora dando al espectador una visin dinmica y compleja de su propia realidad.13 La sbita explosin de creatividad y audacia lingstica tendra tambin, a la larga, un aspecto negativo: fij en la mente de sus admiradores la imagen de un cine experimental, de vanguardia, ajeno por completo a las convenciones del gnero (en especial las de la dramaturgia y la narrativa tradicionales, precisamente las que permiten atraer y sostener el inters de grandes sectores del pblico). Si el ICAIC admita, desde su propio nombre, que el cine era a la vez arte e industria; si quera evitar que en esa contradiccin, inherente a la naturaleza misma del cine, uno de los polos prevaleciera a costa del otro; y si adems estaba claro que el gusto promedio nicamente podra diversificarse en un proceso gradual y sostenido, sin tratar de imponer nuevas preferencias, entonces era obvio que haba que desarrollar estrategias de produccin capaces de conciliar los distintos intereses. Por otra parte, el xito de aquellos filmes en varios festivales europeos similar al que, pocos aos antes, haban tenido los del Cinema Novo brasileo llev a Garca Espinosa a asumir el papel de aguafiestas con su famoso y polmico ensayo Por un cine imperfecto (1969),14 en el que formulaba esta pregunta crucial: Por qu nos aplauden?. Garca Espinosa nunca lleg a responder cabalmente la pregunta, aunque todo parece indicar que solo se propona alertar sobre el peligro de que los objetivos estratgicos del nuevo cine tanto cubano como latinoamericano pudieran ser desvirtuados, al cambiar de contexto, por un discurso

cultural cuya vocacin hegemnica eurocentrista, claro est era conocida desde siempre.15 Para este lcido abanderado de la descolonizacin cultural,16 los aplausos de las antiguas metrpolis sonaban a cantos de sirenas.

Hacia nuevas propuestas (1970-1972)Alguna vez he llamado quinquenio gris al perodo que se extiende de 1971 a 1976; y a mi juicio concluye este ltimo ao con la creacin del Ministerio de Cultura. Claro que ese perodo tuvo sus antecedentes, relacionados con lo que vendra a llamarse despus el caso Padilla. El proceso, sin embargo, no afect directamente al cine: primero, porque siendo el ICAIC un organismo autnomo, tena su propia poltica interna; segundo, porque el origen y los modos de produccin del cineasta eran distintos, de entrada, a los de otros trabajadores de la cultura. Ya en 1969, Alea trat de explicarlo alegando que los cineastas, en su inmensa mayora, se haban hecho y desarrollado con la Revolucin y por tanto no se conceban profesionalmente a s mismos ms que en estrecha relacin con ella.Por eso, quizs, cuando en el mundo de la cultura los fantasmas de Zdhnov y de Pasternak son agitados recprocamente por unos y otros, levantan viejos miedos y dan lugar a tendencias aberrantes que nada tienen que ver con el sentido profundo de la Revolucin, en el pequeo mundo del cine, donde no habitan otros fantasmas que no sean los que se proyectan en las pantallas mediante un ingenioso artificio, se producen obras que [...] van desde la exaltacin hasta el punto de vista crtico, desmistificador, sin perder nunca de vista la realidad en que nos movemos.17

Para Alea, esa relacin dialctica con el medio era la que alimentaba el espritu revolucionario y lo preservaba de caer en esquemas vacos. Es de suponer que la ecuacin incluyera, entre sus miembros, al pblico. Los documentalistas ya haban logrado establecer con l una relacin viva y sistemtica: en la segunda mitad de la dcada realizaron, como promedio, unos treinta documentales anuales, entre cortos y largos. La produccin de largos de ficcin, en cambio un modestsimo promedio de tres por ao apenas se haca sentir en las quinientas salas de cine del pas, donde cada mes se estrenaban entre diez y doce pelculas extranjeras, como promedio. Esa demanda insatisfecha pareca constituir el desafo del ICAIC para la dcada de los 70. Pero, entretanto, las bsquedas continuaban en la doble direccin del lenguaje y los temas. En 1971 y 1972 aparecieron pelculas de un barroquismo exuberante en el plano escenogrfico o narrativo, en las que era difcil no percibir el sensualismo de la plstica cubana y el pathos de ciertos filmes brasileos

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(los de Glauber Rocha, por ejemplo): Una pelea cubana contra los demonios, de Alea, y Los das del agua, de Manuel Octavio Gmez; y junto a ellas, pelculas que seguan buceando en la memoria colectiva a travs de experiencias personales, como Pginas del Diario de Jos Mart y Un da de noviembre, de Jos Massip y Sols, respectivamente. La ltima abordaba la realidad ms inmediata desde una ptica inusual marcada por el desconcierto y la nostalgia del protagonista, vctima al parecer de una enfermedad incurable y pona sobre el tapete un tema clave para el desarrollo de la dramaturgia revolucionaria: el tratamiento de los conflictos individuales y sociales ligados, por una parte, a la historia ms reciente, y por la otra, a la vida cotidiana. En el extremo opuesto, una pelcula como Los das del agua deba sus principales virtudes y defectos al desenfado con que incorporaba tanto a nivel de la dramaturgia como de la puesta en escena los elementos ms heterogneos de la cultura popular. Basado en hechos verdicos, ocurridos en 1926, el filme, adems, enlazaba por primera vez la denuncia de la corrupcin poltica con la mentalidad mgico-religiosa prevaleciente en las zonas rurales, estableciendo as un dramtico nexo entre las estructuras de poder burguesas y el desamparo de las masas campesinas, tradicionalmente mantenidas en la ignorancia. El personaje protagnico Antoica Izquierdo, una de las tantas acuticas del folklor latinoamericano es interpretado por la esposa del realizador, la actriz Idalia Anreus, quien ya en Tulipa (1967) segundo largometraje de Gmez, injustamente olvidado18 haba dado sorpresivas muestras de su talento histrinico.

Para todos los gustos (1973-1982)Las principales pelculas de los ltimos cinco aos haban sobrepasado de tal modo el horizonte de expectativas del pblico y la crtica que, como todo deslumbramiento, produjo un efecto de ceguera momentnea, que en algunos casos se hizo permanente. Tal vez se explique as el escaso inters que suscit y an suscita un fenmeno importantsimo ocurrido en el trienio 1973-1975: el de la bsqueda consciente y sistemtica de una diversidad de opciones narrativas y estticas. El proceso se orient en tres direcciones fundamentales: explorando los lmites de una dramaturgia de lo cotidiano con fuerte carga de crtica social; elaborando nuevos modos de rescatar la historia y de reflexionar sobre ella; y apelando abiertamente a los gneros tradicionales con el doble fin de aprovechar su eficacia comunicativa y de transformarlos desde adentro. En la primera lnea se

inscriben Ustedes tienen la palabra, de Manuel Octavio Gmez y De cierta manera, de Sara Gmez; en la segunda, El otro Francisco, de Sergio Giral, Cantata de Chile, de Sols, y Mella, de Enrique Pineda Barnet; y en la tercera El extrao caso de Rachel K y El hombre de Maisinic, de Oscar Valds y Manuel Prez, respectivamente. Salvo Manuel Octavio y Sols, todos los otros formados en la prctica del documental debutaban como directores de largometrajes de ficcin. Para el cine cubano esa era una buena y una mala noticia a la vez: lo primero, por razones obvias; lo segundo, porque haca entre cinco y siete aos que se haban hecho las ltimas promociones, y los flamantes directores ya tenan treintisis aos de edad promedio (sin contar a Valds un experimentado documentalista, que sobrepasaba los cincuenta). La vida cotidiana de los ltimos aos an no haba sido abordada con xito, salvo en las comedias de Alea y en el ltimo episodio de Luca. En Un da de noviembre Sols haba intentado explorar ms a fondo el laberinto de la contemporaneidad y de pronto, segn confiesa l mismo, se sinti perdido por falta de referencias y asideros.19 Pudo haberlos encontrado, quizs, en los documentales o en los juzgados de instruccin, que fue donde los buscaron sus colegas. Es el caso de Sara Gmez, por ejemplo. De cierta manera explora un mundo donde se entrecruzan, y acaban chocando, el marginalismo, la delincuencia y la nueva moral. A principios de los aos 60, en el marco de un plan urbanstico destinado a erradicar los barrios marginales de La Habana, la poblacin de uno de ellos se muda para un reparto recin construido, donde todo, por consiguiente, es nuevo menos la gente misma, con sus hbitos y su mentalidad. All, en ese micromundo de normas inviolables y valores en crisis el machismo pudiera servir de ejemplo en ambos casos, Sara Gmez descubre y va rehaciendo una compleja trama de situaciones, conflictos y personajes inslitos que, sin embargo, resultan extraamente familiares por su profunda raigambre popular. Esta visceral representacin de la eterna lucha entre lo nuevo y lo viejo se intensifica por la fuerza persuasiva de un estilo que lo permea todo situaciones, actuaciones, atmsferas, dilogos... y que en su obstinada sencillez revela un profundo dominio de los mtodos de investigacin y representacin dinmicas de la realidad. Sara Gmez20 que haba apostado a la autenticidad desde que abandon, a los veinte aos, sus estudios de msica porque no quera ser, segn sus propias palabras, una negra de clase media que toca el piano, sino una mujer de su tiempo mostr fehacientemente que la nueva dramaturgia, afincada en los conflictos cotidianos, no poda eludir de ninguna manera los mltiples caminos del documental. Si el cine imperfecto es aquel

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que est dispuesto a suplir las deficiencias tcnicas con imaginacin y autenticidad,21 esta descarnada opera prima debe verse en el mbito de dicha propuesta como un pequeo clsico. Ya un ao antes, algunos de esos rasgos contribuyeron a darle fisonoma propia a Ustedes tienen la palabra, filme con el que De cierta manera comparte adems un modo de produccin (el rodaje en 16 mm) encaminado a lograr un estilo visual ms espontneo. En 1967, en una zona de desarrollo forestal, se celebra un juicio contra cuatro terroristas acusados de sabotaje (un incendio que ocasiona varias muertes y cuantiosas prdidas materiales). Desde el primer momento sobreviene, en la reconstruccin judicial de los hechos, un vuelco inesperado: a travs de constantes flash-backs, la intriga se desplaza al terreno del cmo, pero no del delito en s mismo, sino de las condiciones objetivas y subjetivas que favorecieron su ejecucin. Va apareciendo as, pieza a pieza, un oscuro trasfondo de ignorancia, desidia, improvisacin, descontrol... Era la primera vez que el cine argumental abra un debate pblico de esa naturaleza, enjuiciando con tanto rigor la irresponsabilidad e ineficiencia de jefes y subordinados y advirtiendo, por tanto, que el enemigo no siempre estaba enfrente, sino tambin adentro, en nuestras propias filas, en nuestros propios actos. El ttulo era una dramtica exhortacin a la conciencia de los espectadores, y todo el filme una denuncia y a la vez un riguroso ejercicio de autocrtica. En el tratamiento de asuntos contemporneos, Ustedes tienen la palabra y De cierta manera pese a sus intenciones o implicaciones didcticas abrieron caminos inexplorados para el desarrollo de un cine poltico y militante.22 Habamos repetido hasta el cansancio que el arte, a travs de su funcin cognoscitiva, tambin poda contribuir a transformar la realidad; pero fueron estos dos filmes los que, pasando de la teora a la prctica, mostraron lo que poda llegar a ser un movimiento de cine crtico y popular en el contexto de la sociedad socialista. La connotacin peyorativa que en el campo del arte tienen los trminos didctico y poltico entra en crisis cuando se descubre que ambos pueden aplicarse estrictamente a un filme como Cantata de Chile, verdadero acto de solidaridad y de poesa que sobrecoge por su fuerza emotiva, alegrica y plstica. En esta especie de auto sacramental revolucionario, el tratamiento sincrnico de la Historia la coexistencia de tiempos distintos en el mismo escenario geogrfico, fundamento de lo real-maravilloso aporta un elemento realmente innovador a las estructuras narrativas del cine cubano. Aqu se trata no solo de rescatar otra historia (la chilena) desde otra perspectiva (la revolucionaria), sino adems de rescatarla ntegramente

como una majestuosa y dolorosa epopeya protagonizada por las clases populares. El otro Francisco comienza impugnando desde su propio ttulo la imagen del esclavo y, por extensin, de los conflictos sociales en la Cuba de principios del siglo XIX tal como se presenta en Francisco (1839), novela que el joven Anselmo Surez Romero escribi por encargo de su mentor literario, Domingo del Monte, para que sirviera de testimonio al abolicionista ingls Richard Madden, quien a su vez se hallaba en La Habana, en misin oficial, para velar por el cumplimiento del acuerdo sobre la supresin de la trata, firmado con Espaa veinte aos antes. La novela se inicia en una plantacin azucarera con las apremiantes preguntas que el nio Ricardo hijo de la duea absentista, residente en La Habana le dirige a su obsecuente mayoral: Lo despach usted? Le ha chorreado la sangre? Lo dej a medio morir?. Esta brutal curiosidad la suscita el esclavo Francisco, quien por sostener relaciones clandestinas con la mulata Dorotea, esclava predilecta de su ama, ha sido enviado a la hacienda para recibir su merecido: incontables azotes y doce o quince horas diarias de trabajo en los caaverales. Todo este universo de intereses en pugna amos y esclavos, abolicionistas y esclavistas, Espaa e Inglaterra es reducido por Surez Romero, supuesto discpulo de Balzac, pero sentimentalmente ms cercano al precoz autor de Bug-Jargal,23 a un conflicto entre buenos y malos, es decir, a la modesta dimensin de un melodrama. En nombre de su amor, Francisco sufre con infinita mansedumbre los peores castigos imaginables, pero cuando descubre que Dorotea ha sido deshonrada por el nio Ricardo, no puede ms y se suicida colgndose de un rbol. Ni por su ideologa ni por su raza, Giral estaba dispuesto a aceptar una visin tan lacrimosa y simplista de la realidad. Y lo que hace, con la ayuda de su guionista, es ilustrarla no sin algunos comentarios para luego oponerle la visin histrica con sus mltiples condicionamientos econmicos y sociales. Gracias a esa estructura bifronte, la sociedad esclavista de la poca se muestra, por su otra cara, como un sistema implacable dominado por las leyes de la produccin azucarera, la agresiva expansin ultramarina del mercantilismo britnico y los antagonismos de clase.24 Al restaurar de ese modo el mbito real de la novela, como se restaura un esqueleto a partir de unos huesos aislados, el filme abre una nueva alternativa para el tratamiento de la historia y la participacin de los espectadores en su rescate: de un lado, la visin romntica, del otro, la visin testimonial,25 y que sea el pblico una vez ms quien diga la ltima palabra. Una mirada retrospectiva permite situar El otro Francisco como un filme precursor desde el punto de vista temtico: es la primera pelcula de Giral y del

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Solo dos de las ocho pelculas realizadas entre 1961 y 1963 fueron dirigidas totalmente por cubanos; y nicamente Alea hizo prometedoras incursiones en ms de un gnero con Las doce sillas (1962) y Cumbite (1964). Lo dems se disolva en la ancdota, el amateurismo, los intentos de aclimatar la Nueva Ola, y los balbuceos de una dramaturgia que no acababa de hallar el punto de equilibrio entre la pica y el drama.ICAIC que tiene como centro el fenmeno de la esclavitud26 y el personaje del esclavo figura esta ltima, por cierto, que introdujo de pronto una contradiccin latente en el proceso de rescate de la historia y, por tanto, en el tema de los nexos entre la realidad testimonial y la imaginaria. Otras tensiones, aunque de naturaleza distinta, introdujo Pineda Barnet al contar la vida de Julio Antonio Mella con excesivo rigor historiogrfico, utilizando efectos de distanciamiento que, en ese contexto, demostraron ser contraproducentes. Mella es, en nuestra historia, una figura de leyenda. Quizs en esos casos, el Efecto V sea improcedente o exija otro tratamiento: no es fcil neutralizar el mecanismo de identificacin cuando el espectador, de antemano, se siente tan apegado al personaje. Pero tanto el director como Garca Espinosa, su guionista, se atuvieron estrictamente a los principios de este ltimo: no debe engaarse al espectador hacindole creer que Marlon Brando es Zapata,27 es decir, que la pelcula que se le muestra es la realidad y no una pelcula. La falla dramatrgica de Mella, sin embargo, no disminuye su valor didctico, que descansa en una esmerada reconstruccin de poca. La ltima propuesta de la etapa (la primera en el tiempo, pues data de 1973) es la que intenta nacionalizar los gneros tradicionales y ponerlos en funcin de nuevos contenidos, como ya lo haba hecho Garca Espinosa en Las aventuras de Juan Quinqun. Dos directores Oscar Valds y Manuel Prez aceptan el reto. Garca Espinosa haba descubierto, en la prctica que uno no puede criticar eficazmente una determinada realidad sin antes someter a crtica el gnero que se utiliza para abordarla lo que equivale a descubrir que las formas cristalizadas arrastran sus propios cdigos de lectura, y ahora, como guionista de El extrao caso de Rachel K, deba resolver ese dilema: cmo hacer un policiaco legtimo sin quedar atrapado en los alienantes mecanismos del gnero. Basndose en un hecho verdico, ocurrido en La Habana en 1931 el asesinato de una corista francesa durante una fiesta de la alta burguesa, El extrao caso... se las arregla para denunciar la corrupcin de las clases dominantes y las turbias manipulaciones de una prensa diseada para encubrir los verdaderos problemas sociales con campaas sensacionalistas; pero en trminos de lenguaje, todo transcurre de modo ms bien convencional aunque en un tono levemente pardico y la potica de la ruptura no llega a hacerse visible. En otras palabras, el mensaje explcito cambia, pero el implcito se mantiene, puesto que el modelo de comunicacin sigue siendo, bsicamente, el mismo. Algo semejante ocurre en El hombre de Maisinic, con la diferencia de que esta vez la opcin funciona al ciento por ciento. Basada tambin en una historia verdica, aunque mucho ms reciente la de un agente secreto que a principios de los aos 60 se infiltra en los grupos armados que operan contra la Revolucin en las montaas del Escambray y logra desarticular sus planes antes de ser descubierto, El hombre de Maisinic toma elementos del policial y del western y los integra a un discurso convencional, pero a la vez sumamente novedoso por el mbito en que se desarrolla la ancdota. Ms que de un mbito geogrfico, se trata de un contexto poltico muy cercano a la sensibilidad del pblico. Gracias a una serie de factores el ms importante de los cuales era el apoyo logstico de la CIA, las bandas contrarrevolucionarias del Escambray se mantuvieron activas de 1960 a 1965, lapso durante el cual decenas de miles de milicianos participaron escalonadamente en las operaciones de contrainsurgencia. Poda preverse que un filme con ese asunto y que cumpla, adems, algunos de los requisitos bsicos del gnero hroe interpretado por actor carismtico, dosis adecuada de intriga, accin y violencia, suscitara el inters e incluso el entusiasmo del espectador, sobre todo porque al asumir de entrada un tono testimonial elemento clave de su concepcin dramatrgica, permita que el marco histrico actuara como una caja de resonancia en el nimo del pblico. Lo que nadie poda prever era que la pelcula se convirtiera, de la noche a la maana, en un xito sin precedentes28 y que no tardara en servir de modelo a otros filmes y aun a seriales televisivos. La mayora de los crticos extranjeros, en cambio, se mostraran alarmados ante lo que pareca ser una imperdonable concesin al populismo a travs de los esquemas narrativos hollywoodenses. El asunto

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amerita un anlisis concienzudo, pero es obvio que operan aqu diferentes cdigos socioculturales o lo que me atrevera a llamar partiendo de una aguda observacin de Michael Chanan el sndrome del espacio intermedio. Chanan hace notar que aunque las pelculas, como objetos materiales, no cambian porque cambien de pas, no hay dudas de que ese cambio influye en la manera en que cada uno las ve. La imagen proyectada es la misma dondequiera precisa Chanan, pero el espacio entre la pantalla y nuestros ojos es distinto.29 Todo parece indicar que en el espacio cubano que es donde debe producirse, por razones obvias, la recepcin ms concreta del filme el inters no apuntara tanto a la autenticidad del discurso como del referente; antes de preguntarnos si el cineasta cubano tiene derecho o no a hacer ese tipo de pelculas, nos preguntaramos si la poca est produciendo o no ese tipo de hroes. Solo a partir de ah la discusin cobrara sentido en nuestro medio.30 Un alto porcentaje de los filmes producidos entre 1976 y 1982 y luego, en el curso de esta ltima dcada responden, con sus diferencias especficas, a los patrones temticos o estticos desarrollados en el trienio 1973-1975. La bsqueda de una dramaturgia de lo cotidiano con elementos de crtica social se renueva en numerosos filmes de desigual valor artstico y poltico, entre los que cabra mencionar Retrato de Teresa (1979), de Pastor Vega; Polvo rojo (1981), de Jess Daz, y Techo de vidrio (1982) de Sergio Giral. Me atrevera a decir que la verdadera batalla de Hernani de esta opcin dramatrgica se produjo con Retrato de Teresa, aunque solo sea porque no hay nada ms cotidiano que la vida domstica y el filme la aborda con una estrategia narrativa convencional, pero resuelta y descarnadamente para plantearse, a travs de ella, el tema del derecho a la igualdad de la mujer y las dramticas consecuencias del machismo o falocentrismo en las relaciones de la pareja. El impacto social de la pelcula que desat en los medios masivos de difusin un intenso debate en el que participaron psiclogos, socilogos, maestros, trabajadores sociales y espectadores de ambos sexos sobrepas con creces su propuesta esttica. Polvo rojo entrelazaba por primera vez, de un lado, la epopeya del triunfo revolucionario y el enfrentamiento con los monopolios norteamericanos que operaban en la Isla en este caso, una gran compaa minera, productora de nquel, y del otro, el drama de las familias que comenzaban a separarse cuando uno o varios de sus miembros convencidos, por lo dems, de que no tardaran en volver decidan marcharse a los Estados Unidos. (Daz abordara este mismo asunto, con mayor profundidad, en Lejana (1985)).31 Techo de vidrio era la primera pelcula de Giral que abordaba

conflictos contemporneos. Un obrero y un ingeniero trabajadores de la misma empresa y ambos involucrados, por distintos motivos, en sendos delitos de malversacin no se ven expuestos, sin embargo, al mismo tratamiento judicial, como si el ingeniero, por su jerarqua, pudiera delinquir impunemente. Considerada en su momento una pelcula necesaria, pero totalmente fallida, no se estren sino hasta seis aos despus y suscit entonces opiniones contrapuestas: para unos, Giral no escap de la receta triunfalista y moralizante del viejo cine sovitico a la hora de hurgar en las contradicciones surgidas en el socialismo;32 para otros, la pelcula no era mejor ni peor que el promedio, y en cambio tena una gran virtud: proponer una reflexin sobre la tica.33 La lnea del rescate de la historia est representada en esta etapa por dos filmes de Giral, Rancheador (1976) y Maluala (1979); por La ltima cena (1976), de Alea, Aquella larga noche (1979), de Pineda Barnet y en un nivel ms complejo de relacin entre lo histrico y lo imaginario, dado en parte por sus fundamentos novelescos Cecilia (1981), de Sols. Juan Padrn enriquece esta lnea con un elemento totalmente nuevo. Respondiendo a las crecientes expectativas suscitadas por sus pequeos dibujos animados sobre el mismo tema, realiz en 1979 Elpidio Valds, primer largometraje de animacin latinoamericano, cuyo protagonista es un intrpido, habilidoso y simptico mamb que gana inslitas batallas por la independencia de Cuba y que ya forma parte de nuestra mitologa infantil. En los filmes para adultos, salvo el de Pineda Barnet que aborda desde un nuevo ngulo el tema de la lucha contra Batista, los dems tienen que ver directamente con los conflictos sociales y raciales de la poca colonial, es decir, con el tema de la esclavitud. Rancheador es la historia documentada de un cazador de cimarrones al servicio de los grandes hacendados o terratenientes; Maluala evoca la lucha de un palenque casi legendario contra las tropas colonialistas. Con ambos filmes, Giral complet una triloga sobre la esclavitud que, en 1986, sera reforzada con Plcido, la trgica historia del famoso poeta mulato fusilado en 1844 por el gobierno colonial, bajo el falso cargo de haber promovido un movimiento antiesclavista, la llamada Conspiracin de la Escalera. La lnea de las pelculas de gnero y sus diversas modalidades34 es quizs la ms nutrida: a ella pertenece casi la mitad de los filmes cubanos de esta etapa. Pelculas de contraespionaje como Patty-Candela (1976), de Rogelio Pars y de aventuras, con personajes adolescentes y asuntos contemporneos como El brigadista (1977) y Guardafronteras (1980), ambas de Octavio Cortzar no tardaron en sobrepasar el milln de espectadores y situarse en la lista de las ms populares aunque no siempre de las ms

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significativas de los primeros treinta aos del ICAIC (ver Tabla 1). Con gran xito de pblico y un rotundo fracaso de crtica, Manuel Octavio Gmez intent, con Patakn (1982), reivindicar la comedia musical, a la que el ICAIC no haba vuelto en los ltimos quince aos.35 Fue por esa poca que algunos crticos tanto nacionales como extranjeros empezaron a preguntarse a dnde se diriga nuestro cine, si es que, en efecto, se diriga a alguna parte.Tabla 1: LAS PELCULAS MS POPULARES*Ttulo 1. Las aventuras de Juan Quinqun 2. Los pjaros tirndole a la escopeta 3. Guardafronteras 4. Se permuta 5. Elpidio Valds 6. El hombre de Maisinic 7. El brigadista 8. De tal Pedro tal astilla 9. Las doce sillas 10. Retrato de Teresa 11. Una novia para David 12. La muerte de un burcrata 13. Cuba 58 14. Cuba baila 15. Luca 16. Patty-Candela 17. Clandestinos 18. Polvo rojo 19. En tres y dos 20. Historias de la Revolucin 21. El joven rebelde 22. Los das del agua Director J. G. Espinosa R. Diaz O. Cortzar J. C. Tabo J. Padrn M. Prez O. Cortzar L. F. Bernaza T. G. Alea P. Vega O. Rojas T. G. Alea J.M. Ascot/J. Fraga J. G. Espinosa H. Sols R Pars F. Prez J. Daz R. Daz T. G. Alea J. G. Espinosa M. O. Gmez Ao 1967 1984 1980 1983 1979 1973 1977 1985 1962 1979 1985 1966 1962 1960 1968 1976 1987 1981 1985 1960 1961 1971 Espect. 3,2 2,8 2,5 2,2 1,9 1,9 1,8 1,8 1,7 1,5 1,4 1,4 1,3 1,2 1,2 1,1 1,1 1,1 1,0 1,0 1,0 1,0

cuerpo legislativo, y el Consejo de Ministros o cuerpo ejecutivo. En el plano econmico, esas transformaciones deban favorecer dos objetivos bsicos que en la prctica venan a ser el mismo: mayor racionalidad, mayor rentabilidad. Por ltimo aunque no, para nosotros, en orden de importancia se cre el Ministerio de Cultura y el ICAIC perdi en parte su autonoma: su presidente, aunque mantena las funciones propias del cargo, pasaba de oficio a ser viceministro de Cultura responsabilizado con la esfera del cine. En una palabra, para salir adelante ya no bastaban los cantos y las consignas. Alea lo haba advertido aos atrs:La Revolucin ha dejado de ser ese hecho simple que un da nos vio en la calle agitando los brazos, desplegando banderas, gritando nuestros nombres y sintiendo que se confundan en uno solo. Ahora empieza a manifestarse, como la vida misma, en toda su complejidad.36

* En millones de espectadores (salas de cine). No incluye la asistencia a las proyecciones de Cinemvil. Fecha de cierre: 31 de diciembre de 1988.

La crisis de desarrolloEra evidente que el cine cubano estaba aumentando su capacidad de comunicacin a costa de su audacia temtica o lingstica. No se trataba solo de decisiones o fallas personales: el contexto sociopoltico en que operaban los cineastas ya no era exactamente el mismo. Entre las dcadas de los 60 y los 70 se haba producido un trnsito hacia nuevas formas de organizacin que tendan a reforzar lo que se conoci como proceso de institucionalizacin del pas. Entre 1975 y 1976, se celebraron el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba y las primeras elecciones a los rganos del Poder Popular; se aprob, en referendo, la nueva Constitucin de la Repblica; se realiz una divisin poltica y administrativa del territorio nacional y se constituyeron las mximas instancias gubernamentales del pas: la Asamblea Nacional del Poder Popular o

Por otra parte, el nmero de largometrajes de ficcin estaba por debajo de las demandas del pblico y aun de las capacidades de la industria. En la dcada de los 70 se produjeron, como promedio anual, 35 documentales incluyendo largometrajes, 52 noticieros,37 siete dibujos animados y solo tres largos de ficcin (el mismo promedio que en los 60). Cuando en 1975, Garca Espinosa despus de referirse a la actitud aristocrtica de quienes desdeaban olmpicamente el cine comercial sostuvo la necesidad de desarrollar una dramaturgia de lo cotidiano para dar respuestas legtimas a las exigencias del pblico tanto en el terreno ideolgico como artstico,38 estaba pensando tambin, sin duda, en el modo de aumentar la productividad de los cineastas para dar respuestas racionales a los requerimientos de la industria. Pese a que el nfasis siempre se pona en lo cualitativo, el ICAIC se jactaba de su capacidad para autofinanciarse; no solo no dependa del presupuesto del Estado para subsistir, sino que, por el contrario, en sus primeros veinte aos, por ejemplo, dej ganancias modestas, pero significativas de medio milln de pesos anuales, como promedio.39 Nadie poda ver con malos ojos, por tanto, que las pelculas cubanas atrajeran masivamente al pblico. El fenmeno, por otra parte, comenzaba a hacerse habitual: los primeros filmes de ficcin de los directores ms jvenes comedias como Los pjaros tirndole a la escopeta (1984), de Rolando Daz, y Se permuta (1983), de Juan Carlos Tabo emulaban ventajosamente con sus predecesores40 y, al mismo tiempo, proponan una mirada crtica sobre la realidad cotidiana. Como dijimos, por esta misma poca empez a gestarse un debate en torno a esos dos aspectos, el de la popularidad y la profundidad en las ltimas pelculas cubanas. Aqu no podemos detenernos en l; baste decir que se manifestaron, sobre todo, tres posiciones crticas. Algunos opinaban que exista un agotamiento temtico, y que la consigna de no dar

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armas al enemigo haba producido formas de censura o autocensura que ahora impedan un tratamiento audaz de los conflictos propios de la sociedad socialista (para estos, la escasez de buenos guiones deba colocarse en el centro de la crisis); otros afirmaban que se haba perdido el aliento creador para caer en un chato naturalismo; que, como fenmeno esttico, el cine cubano ya no tena nada que ofrecer porque, tratando de complacer al pblico, se haba convertido, simplemente, en artesana de rutina; y otros, en fin, aconsejaban esperar antes de hacer un diagnstico demasiado tajante, pues al parecer se estaba ante una crisis de desarrollo que no era privativa del cine, sino que abarcaba otros campos de la cultura y, en general, de la vida del pas.41 La crisis tambin podra analizarse desde la perspectiva de la produccin y la exhibicin. En el perodo 1980-1988, ambos inclusive, se logr duplicar la exigua produccin de largos de ficcin, para un promedio de casi seis anuales, aunque de ellos solo cuatro correspondan a directores cubanos. 42 Tambin el nmero promedio de documentales (cuarenta) y de dibujos animados (nueve) aument ligeramente, en comparacin con la dcada anterior; el noticiero sigui saliendo cada semana. Toda esta produccin se realiz con 44 directores (18 de largometrajes de ficcin, 23 de documentales y 3 de dibujos animados). Ahora bien, en lo que atae a largos de ficcin, hubiera sido necesario aumentar la produccin interna hasta diez o doce anuales y mantenerla como promedio estable para que los documentalistas ms talentosos pudieran realizar sus primeros largos de ficcin de acuerdo con el sistema de promociones establecido en el ICAIC antes de cumplir los treinta o treinticinco aos. En cuanto a la exhibicin, es un ngulo del problema que nos remite de nuevo a los espectadores, aunque a un nivel muy superior al de antes.

Nuevo interlocutor, nuevas opcionesEn las salas de cine, el nmero de estrenos de pelculas extranjeras segua siendo el mismo diez o doce mensuales, como promedio,43 pero en conjunto, la oferta se haba ampliado y diversificado a travs de la televisin y, ms tarde, de las salas de video. Ciertos eventos como las retrospectivas y Semanas de cine, dedicadas a determinados autores y pases, y otros como el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano,44 que convoca centenares de miles de espectadores todos los aos, dan al pblico de La Habana y de algunas capitales de provincia la posibilidad de disfrutar, juzgar y comparar una muestra representativa en el caso del cine latinoamericano, tal vez la ms representativa que exista de diversas cinematografas nacionales. Los sesenta millones de

espectadores que en 1987 asitieron a proyecciones cinematogrficas (32 millones en las salas de cine y 28 en las instalaciones de cinemviles) indicaban que hasta entonces el cubano promedio sala de su casa a ver cine unas seis veces al ao. Este nivel de frecuencia, pese a ser el ms bajo de los ltimos decenios, estaba muy lejos de indicar que el cubano de entonces vea menos cine que el de antes. En efecto, segn datos del ltimo censo, casi seis millones de personas (el 61,4% de la poblacin) dispona de televisores en sus hogares,45 y la televisin nacional adems de los programas especializados en cine sola proyectar varias pelculas por semana,46 una de las cuales, por lo menos, era de estreno absoluto. El video haba ampliado, como es lgico, las posibilidades de eleccin del cinfilo. Las videocaseteras todava eran escasas fuera de La Habana donde exista un servicio de videoteca muy activo, con fondos que incluan desde las novedades hasta los clsicos del cine latinoamericano y mundial, pero desde principios de 1987 comenz a funcionar en todo el pas un sistema de salas de video en el que se estrenaban semanalmente dos pelculas. Patrocinadas por la Federacin Nacional de Cine Clubes y atendidas por la Distribuidora Nacional de Pelculas del ICAIC, las salas de video constituyeron una interesante alternativa para ciertos sectores del pblico, y en especial para quienes residan en las zonas montaosas, donde hasta entonces solo haba llegado el Cinemvil. Construir una sala apuntaba el director de la Distribuidora resulta ms barato que trasladar los equipos de 16 mm a lomo de mulo: el video es una cajita que se transporta en el bolsillo.47 Lo ms curioso es que dentro de este sistema, la cajita poda llegar a convertirse en una cinemateca ambulante: al terminar su ciclo de rotacin por las doscientas salas de video que existan entonces en el pas, una pelcula de poco pblico haba sido vista por quince o veinte mil espectadores. Veinte aos atrs haba comenzado a vislumbrarse el surgimiento de un pblico histricamente nuevo y cualitativamente distinto 48 que, segn todos los pronsticos, deba servir de base social y estmulo creador al movimiento cinematogrfico cubano. Aunque an estuviera en minora, ese pblico ya se haba hecho sentir en distintos aspectos de la produccin artstica y literaria. Tal vez el gusto del espectador pasivo siguiera siendo el mismo, pero todo pareca indicar que el del espectador activo, capaz de elegir, entre varias opciones posibles, la menos convencional, tenda a enriquecerse y diversificarse. A falta de investigaciones concretas que, por lo dems, suelen ser bastante discutibles, podra intentarse una caracterizacin que sirviera para ir delimitando algunos rasgos sociolgicos del pblico de la poca. El cubano promedio tena entonces 30 aos de edad, vivia 73, y estudiaba o trabajaba: no conoca el analfabetismo ni el desempleo,

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lo que poda favorecer, a la larga, sus aficiones cinematogrficas y sus exigencias de calidad. Contra esto conspiraba su nivel escolar, que todava era relativamente bajo (seis aos de primaria terminados). La poblacin del pas casi diez millones de habitantes creca a ritmo lento (se calculaba que sera de unos doce millones en el 2000) y resida mayoritariamente en zonas urbanas (69%). Pero el indicador ms sugestivo era la dinmica educacional: en 1985 casi el 36% de la poblacin econmicamente activa (15-64 aos) estaba constituido por trabajadores intelectuales, y de estos un 56% era de profesionales y tcnicos. Si a eso aadimos la poblacin estudiantil de los niveles medio y superior de enseanza, estaramos delimitando el nmero de ese pblico cualitativamente distinto, que poda ser capaz de establecer mayores exigencias en su dilogo implcito con los cineastas.

revolucionaria esta posibilidad de no aceptar ms arbitrajes que los que provengan del pblico y la crtica especializada.51 Se supona que cada Grupo fuera capaz de reproducir como una necesidad de su propio desarrollo la dinmica de trabajo y el clima de creacin que hicieron posible la consolidacin del movimiento cinematogrfico cubano. La emulacin entre los Grupos deba garantizar la diversidad de opciones estticas y temticas. Todo ello se esperaba con un optimismo cauteloso, segn admiti Manuel Prez, uno de los tres jefes de Grupo, como ya vimos. Es lo que se expresaba tambin en un documento interno del ICAIC:Las ventajas de los Grupos de Creacin son evidentes, pero los riesgos, en esta fase inicial, no pueden subestimarse. El Grupo de Creacin es, por un lado, una unidad productiva y, por el otro, un pequeo taller donde se ponen a prueba modos de desarrollo artstico, organizacin del trabajo y, sobre todo, ejercicio de la responsabilidad desconocidos hasta ahora entre nosotros. Al aumentar el margen de iniciativa y la libertad de eleccin de los cineastas, puede enriquecerse el dilogo entre ellos, crearse un clima de debate artstico e ideolgico, y estimularse, en fin, el trabajo colectivo en los distintos niveles de produccin. Ser posible conciliar, como hasta ahora, el rigor ideolgico con la mxima amplitud esttica y temtica? Existen condiciones favorables para ello, pero en ningn caso se lograr como un proceso automtico, sino solo si el Grupo en pleno responde a nuestros objetivos comunes. Para eso se precisa dinamismo, rigor, constancia, capacidad de organizacin y flexibilidad, factores todos que exigirn un gran esfuerzo de todos los participantes en este experimento artstico y laboral.

Otras bases para el nuevo dilogoEl ICAIC comenz a desarrollar una nueva estrategia basada en la descentralizacin, o si se quiere, en la bsqueda de una mayor autonoma en sus distintas esferas productivas y organizativas. Se dira que, en el contexto cubano, esa bsqueda resultaba natural: Para ser consecuentes con el hecho de vivir en un pas revolucionario observaba Sols, aludiendo a los cambios inminentes, el cine debe ser igualmente revolucionario, empezando por sus propios fundamentos, por su base material y su estructura organizativa.49 De hecho, el organismo haba vuelto a ser un instituto autnomo, despus de doce aos de subordinacin estructural al Ministerio de Cultura a travs del viceministerio encargado de la esfera del cine.50 Pero el aspecto ms novedoso e incitante del proceso fue el establecimiento de los llamados Grupos de Creacin. En ellos se reunan, por afinidades personales o estticas, aquellos directores de cortos y largometrajes que lo desearan y que, al mismo tiempo, hubieran sido invitados por el Grupo (los pocos realizadores que no estaban en ese caso discutan directamente sus proyectos con ejecutivos del ICAIC). Dirigidos por Alea, Sols y Manuel Prez, respectivamente, los grupos contaban con sus propios presupuestos y tenan facultades para aprobar todo el trabajo de sus documentalistas y, en el caso de los filmes de ficcin, los guiones en todas sus fases (la Presidencia del ICAIC se reservaba el derecho de aprobar la sinopsis y la pelcula terminada). Es decir, el nivel de autonoma de los Grupos era considerable; decidan qu, cmo y cundo se filmaba en el ICAIC, mientras que este, por su parte, se limitaba a organizar la relacin de los Grupos con sus propias empresas de produccin y servicios. Sols describa como una solucin

Deca Alea, en conversacin, que no deban esperarse milagros de los Grupos, pero s cambios significativos y, lo que es igualmente importante, a corto plazo. Ese era el desafo que tenan planteado los cineastas en vsperas del trigsimo aniversario de la fundacin del ICAIC. Y todo haca pensar que a corto plazo el cine cubano lograra mantener la preferencia del pblico y renovarse estticamente. En 1986 se haba estrenado Un hombre de xito, de Sols, y en el ltimo trienio de la dcada apareceran algunas de las pelculas ms populares o significativas del ICAIC, posteriores a los 60: Clandestinos (1987), de Fernando Prez; Cartas del parque (Alea) y Plaff o Demasiado miedo a la vida (Juan Carlos Tabo), ambas en 1988; La bella del Alhambra (Enrique Pineda Barnet) y Papeles secundarios (Orlando Rojas), ambas en 1989. Las condiciones no podan ser ms favorables para quienes apostaban por un nuevo despegue.52 Una nueva etapa se iniciara en 1990, a raz de la polmica suscitada por la pelcula Alicia en el pueblo de Maravillas, de Daniel Daz Torres, pero sobre todo de la situacin nacional e internacional que estren la ltima dcada del siglo XX.

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Apuntes para la historia del cine cubano de ficcin. La produccin del ICAIC (1959-1989)

Notas1. Susana Velleggia, La teora cinematogrfica en Cuba, Cine: entre el espectculo y la realidad, Claves Latinoamericanas, Mxico, D. F., 1986, p. 124. 2. Alea discrepaba de esta opinin en lo concerniente a la fotografa de su pelcula. Segn l, Martelli se senta por entonces ms identificado con la esttica de su ltimo trabajo La dolce vita, de Fellini que con la de Paisa u otras obras del neorrealismo. Vase Silvia Oroz, Toms Gutirrez Alea: los filmes que no film, Ediciones Unin, La Habana, 1989, pp. 41-2. 3. Los cuentos ms logrados son sin duda La batalla de Santa Clara, de Historias de la Revolucin, y Ao Nuevo, de Cuba 58 (1962), dirigido por Jorge Fraga. 4. Vase ficha bio-filmogrfica en Mara Eulalia Douglas, Diccionario de cineastas cubanos (1959-1987), Cinemateca de Cuba, La HabanaMrida, 1989, p. 61. 5. Con filmes como Luca, de Sols, y La primera carga al machete, de Manuel Octavio Gmez. En los aos 70 dirigi tambin la fotografa de Los das del agua y Cantata de Chile, de Gmez y Sols, respectivamente. Herrera (1930-1981) muri de un infarto mientras filmaba, en Nicaragua, Alsino y el cndor, del chileno Miguel Littn. 6. Michael Chanan, The Cuban Image, LFI, Londres, 1985, p. 206. 7. Esa aparente contradiccin responde a otra, la de que es necesario hacer un espectculo de la destruccin del espectculo. Vase Julio Garca Espinosa, Carta a la revista chilena Primer Plano, Una imagen recorre el mundo, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1979, p. 27. 8. Anna Marie Taylor, Imperfect Cinema, Brecht and The adventures of Juan Quinqun, Jump Cut, n. 20. (Citado por Michael Chanan, ob. cit., p. 210). 9. Vanse, en Cine Cubano, el trabajo de Jorge Fraga Nota sobre el cine, la cultura y los mambises (n. 56-57, mayo de 1969) y la entrevista colectiva a los realizadores directa o indirectamente involucrados en el proyecto (n. 68, abril de 1971). Una visin exhaustiva y polmica del tema puede verse en John G. Mraz: Film and History in Revolutionary Cuba: 1965-1970 (tesis de doctorado). 10. Sobre el tema, vase la seccin correspondiente en Alea: una retrospectiva crtica, seleccin, prlogo y notas de Ambrosio Fornet, 2 ed., actualizada, Letras Cubanas, La Habana, 1998. 11. Vase Peter W. Rose, The Oresteia and Lucia: The Politics of the Trilogy Form (indito). Rose hace notar, primero, que la triloga de Esquilo abarca un lapso que desborda con mucho la conciencia individual y, por tanto, instaura en la trama la dialctica de las generaciones; y segundo, que en ella se establece tambin la dialctica de los gneros, por cuanto lo sexual y lo poltico tienden a fundirse en una estructura pica. Tal vez se explique as aadimos nosotros el grado de inters que debi suscitar en Sols un filme como La cada de los dioses, de Visconti, ejemplo brillante de esa doble dialctica. El ensayo completo de Rose, titulado La poltica de la forma trilogstica. Luca, la Orestada y El padrino, ha sido publicado en Revolucin y Cultura, en los dos primeros nmeros del ao 2000, traducido por Lourdes Arencibia. 12. Michel Capdenac, La primera carga al machete, Les Lettres Franaises, 19-25 de noviembre de 1969. (Se reproduce en Cinemateca de Cuba, Manuel Octavio Gmez: la agona de hacer cine, Universidad de los Andes, Mrida, 1988, pp. 37-9). Sobre la fotografa del filme vanse, en Cine Cubano (n. 56-57, 1969), la entrevista de Enrique I. Colina con el realizador (pp. 1-9) y los trabajos de Daniel Daz Torres (pp. 14-9) y el propio Herrera (pp. 10-3). 13. La influencia fue recproca, como puede verse en algunos documentales de la poca, entre los que sobresalen David (1967), de

Enrique Pineda Barnet, Muerte y vida en el Morrillo (1971), de Oscar Valds, y Girn (1972), de Manuel Herrera. Vase Vctor Casaus, El gnero testimonio y el cine cubano, en Cine, literatura, sociedad, ob. cit., pp. 85-108. 14. Este y otros ensayos escritos entre 1972 y 1976 pueden consultarse en Julio Garca Espinosa, Una imagen recorre el mundo, ob. cit. 15. A juicio de Edward Said, lo que caracteriza ese discurso no es su adecuacin al objeto que describe, sino su intento de incorporar esquemticamente dicho objeto a un espacio escnico donde todos espectadores, gestores, actores... actan para Europa y solo para ella. Vase Edward E. Said, Orientalism, Vintage Books, Nueva York, 1979, pp. 71-2. 16. Adems de sus numerosos escritos sobre el tema, Garca Espinosa tiene una pelcula-ensayo (Son... o no son, 1980) y dos ambiciosos proyectos: uno sobre Tarzn, en el que este, integrado a la cultura africana y casado con una nativa, decide participar en las luchas de liberacin del continente; y otro (Instrucciones para hacer un film en un pas subdesarrollado), donde se explica en el captulo dedicado a la fotogenia, por ejemplo cmo cambiar el rostro a los cuatro mil millones de habitantes del Tercer mundo para que respondan al canon de belleza requerido por el cine. Garca Espinosa advierte que, para que el mtodo resulte econmico y seguro, hay que concentrarse en la nariz. Vase Julianne Burton, Film and Revolution in Cuba, en Sandor Halebsky y John M. Kirk, eds., Cuba: Twenty-Five Years of Revolution, Praeger, Nueva York, 1985, p. 151, y Alejandro Ros, Veinte aos s son algo (entrevista con Julio Garca Espinosa), La Gaceta de Cuba, La Habana, enero de 1989. 17. Toms Gutirrez Alea, Vanguardia poltica y vanguardia artstica, Cine Cubano, n. 54-55, 1969. Se reproduce en Alea: una retrospectiva crtica, ob. cit., p. 307. 18. En una encuesta llevada a cabo para conmemorar el trigsimo aniversario del ICAIC, no fue escogida entre las treinta mejores pelculas cubanas. 19. Vase Wilfredo Cancio Isla, Sols en tiempo de sinceridad (entrevista con Humberto Sols), Revolucin y Cultura, n. 11, noviembre de 1988, p. 4. 20. Ingres al ICAIC en 1961. En 1963 trabaj con Agns Varda, como asistente de direccin, en el rodaje del documental Saludos cubanos. En los aos siguientes, ella misma realiz numerosos documentales: fue la primera directora de cine que hubo en Cuba. Muri a los 31 aos, mientras editaba De cierta manera, de un ataque de asma. (El ms completo anlisis de su obra puede verse en Michael Chanan, ob. cit., pp. 281-92.) 21. Tomo el trmino de Garca Espinosa, pero aplicndole, retrospectivamente, la connotacin que le dio Fernando Birri a su propia prctica al decir, en 1958, que prefera un contenido a una tcnica, un sentido imperfecto a una perfeccin sin sentido. Vase Fernando Birri, La escuela documental de Santa Fe, Instituto de Cinematografa de la UNL, Santa Fe, Argentina, 1964, p. 51. 22. Inexplorados, aunque no exclusivos: ya dijimos que algunas pelculas de Alea y el ltimo episodio de Luca ofrecan otras opciones vlidas. Por lo dems, De cierta manera, como hecho pblico, no pertenece a esta etapa: por razones tcnicas (deterioro del negativo al ampliarse), no se pudo estrenar hasta 1977. 23. Primera novela de Vctor Hugo, publicada en 1818, cuando el autor solo tena diecisis aos. Probablemente el protagonista sea el fundador de la estirpe literaria del negro bueno o negro-que-tenael-alma-blanca, a la que pertenece Francisco. Ambos se mueven, a su vez, en la rbita del buen salvaje rousoniano. Como testimonio de la ideologa antiesclavista, Francisco tiene, sin embargo, sus propios mritos.

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Ambrosio Fornet

24. Dennis West, Slavery and Cinema in Cuba..., The Western Journal of Black Studies, v. 3. n. 2, Indianpolis, verano de 1979, p. 129. (Se reproduce parcialmente en Alea: una retrospectiva crtica, ob. cit., pp. 183-96). 25. Como hallazgo expresivo, Chanan considera brillante el momento en que ambos planos se funden: al visitar una hacienda, Madden conoce a los personajes de la novela, que de pronto han cobrado vida, es decir, han pasado a ser reales en el filme. Vase Michael Chanan, ob. cit., p. 40. 26. Se calcula que a mediados del siglo XIX haba en Cuba cerca de medio milln de esclavos de origen africano, concentrados especialmente en las plantaciones de caa del occidente de la isla. La esclavitud, como institucin social, no fue abolida hasta 1886. 27. Alusin al filme de la Twentieth-Century Fox Viva Zapata! (1952), en el que Brando interpreta al famoso lder agrarista mexicano. (Aqu habra que sustituir ambos nombres por sus equivalentes, lo que, de hecho, hace el propio actor en la secuencia de precrditos al aclarar que l es Sergio Corrieri y no Julio Antonio Mella.) 28. En 1989, con casi dos millones de espectadores, ocupaba el quinto lugar entre las ms populares del ICAIC y el primero de la dcada de los 70. 29. Michael Chanan, ob. cit., p. 2. 30. En la dialctica del rescate de la historia, el momento negativo, orientado a desmitificar los valores del panten burgus, no puede aislarse del positivo, que tiende a mitificar los de las clases populares, sobre todo aquellos ligados a las virtudes del herosmo y la resistencia. Si al analizar esta ambigua relacin se pasa por alto el contenido de los nuevos esquemas, se corre el riesgo de caer en esquemas similares, aunque de signo inverso. 31. Desde diversos ngulos, ya el tema haba sido tratado por Alea en Memorias..., por Sols en Das de noviembre, y por el propio Daz en el documental 55 hermanos (1978). Daz retomara el tema en Lejana (1985), donde el drama de la familia dividida se convirti, por primera vez en el principal motivo de reflexin de una pelcula. 32. Arturo Arias Polo, Techo de vidrio: decepcin de la espera, Revolucin y Cultura, n. 12, La Habana, diciembre de 1988, p. 71. 33. Lourdes Pasalodos, Techo de vidrio, El Caimn Barbudo, La Habana, noviembre de 1988, p. 31. 34. Tal vez convenga acuar el trmino gnero impuro para designar esas variantes que, sin responder a los patrones clsicos de uno u otro gnero, se apoyan, no obstante, en sus estructuras narrativas. 35. En 1965 se haba estrenado Un da en el solar, de Eduardo Manet, basada en una coreografa de Alberto Alonso. Garca Espinosa, uno de sus guionistas, expuso ms tarde, en Son...o no son, algunas ideas sobre lo difcil que es hacer una comedia musical, como Dios manda, en las condiciones del subdesarrollo. 36. Toms Gutirrez Alea, Vanguardia poltica y vanguardia artstica, en Alea: una retrospectiva crtica, ob. cit., p. 303. 37. El famoso Noticiero ICAIC Latinoamericano, dirigido por Santiago lvarez, duraba diez minutos y sala todas las semanas, en blanco y negro. Uno de sus mayores mritos, en opinin de los espectadores, era que no pareca un noticiero; el otro, en opinin de uno de sus camargrafos, era su capacidad de hacer cine informativo de calidad con equipos de museo. (Sobre ambos criterios vanse, respectivamente, Jorge Fraga, El Noticiero ICAIC Latinoamericano: funcin poltica y lenguaje cinematogrfico, Cine Cubano, n. 71-72, 1971, y Azucena Plasencia, Arturo Agramonte: el hilo de la memoria, Bohemia, a. 80, n. 7, 12 de febrero de 1988, p. 39). 38. Vase Julio Garca Espinosa, Una imagen recorre el mundo, ob. cit., pp. 54-5.

39. Vase Alfredo Guevara, En tensin hacia el comunismo, discurso pronunciado en la celebracin del vigsimo aniversario del ICAIC, Cine Cubano, n. 95, diciembre de 1979, p. 10. 40. De hecho, en 1989, ocupaban el segundo y el cuarto lugares, respectivamente en la lista de las pelculas ms populares del ICAIC (ver Tabla 1). Otros cuatro filmes de realizadores de esta nueva generacin (tres de 1985 y uno de 1987) clasificaban entre los primeros veinte de la lista. Lo ms notable es que este nivel de popularidad se mantuviera en momentos en que el promedio de asistencia a las salas de cine haba cado a la mitad de lo que era, por ejemplo, en 1972. 41. La frase entrecomillada pertenece al crtico alemn Peter B. Schumann (vase su Historia del cine latinoamericano, Col. Cine Libre, Legasa, Buenos Aires, 1987, p. 175.)Sobre el tema pueden verse, entre otros, Rolando Prez Betancourt, En la encrucijada del arte, Granma, La Habana, 20 de mayo de 1988, y Alejandro Ros, Cambio de senda del cine cubano?, El Caimn Barbudo, n. 246, La Habana, mayo de 1988, y Cinco estrenos del cine cubano, La Gaceta de Cuba, La Habana, julio de l989. 42. El ICAIC destinaba parte de sus capacidades tcnicas e industriales a patrocinar largometrajes de ficcin de realizadores de Amrica Latina, como una muestra de solidaridad con el movivmiento del Nuevo Cine Latinoamericano. Entre 1981 y 1987 asumi la coproduccin de diecisis proyectos de este tipo, ms de la tercera parte de su produccin total de esos aos. 43. Para un desglose por aos y pases vase Anuario estadstico 1985, Comit Estatal de Estadstica, La Habana, 1985, p. 506. 44. Un recuento minucioso y profusamente ilustrado de las diez primeras ediciones puede verse en el volumen Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano 1979-1988, Centro de Informacin Cinematogrfica, La Habana, 1988. En 1986, el Festival incorpor a sus actividades, con carcter permanente, la televisin y el video; y ese mismo ao, en el marco del evento, se inauguraron la sede de la Fundacin del Nuevo Cine Latinoamericano, presidida por Gabriel Garca Mrquez, y la Escuela Inernacional de Cine y Televisin (San Antonio de los Baos), perteneciente a la citada Fundacin y dirigida por Fernando Birri. 45. Vase Censo de poblacin y vivienda 1981, v. 16, Comit Estatal de Estadsticas, La Habana, 1981, p. 461. 46. El tiempo que los canales de televisin dedicaban a proyectar materiales flmicos [sic] haba descendido considerablemente, pero no bajaba de las veinte horas semanales. Vase Anuario estadstico 1985, ob. cit., p. 511. 47. Benigno Iglesias, entrevistado por Azucena Plasencia, Video: popularidad y razones, Bohemia, a. 81, n. 15, 14 de abril de 1989, p. 30. 48. Alfredo Guevara, Sobre el cine cubano, Cine Cubano, n. 41, 1967, pp. 1-2. 49. Citado por Paulo Antonio Paranagu, News from Havana: A Restructuring of the Cuban Cinema, Framework, p. 30. 50. En 1982, Garca Espinosa sustituy a Alfredo Guevara, quien como presidente del ICAIC, haba ocupado ese cargo desde su creacin. 51. Citado por Paulo Antonio Paranagu, ob. cit., p. 30. 52. Y no solo para los directores del ICAIC. En 1987, Toms Piard, el ms destacado activista del movimiento de aficionados, filma su largometraje Ecos, y la productora ECITV-FAR estrena Como nosotros, dirigido por Roberto Daz. Al ao siguiente la ECITV-FAR producira el serial televisivo La gran rebelin, de Jorge Fuentes.

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