Apuntes Para Una Reflexión

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    155N :0 2 14-0314Cuadernosd eTrabajo Social1999, 12:141-158

    Apun t es p a ra u n a r e f lex i n ter ico-prct ica d e la re lacin d eayu d a

    Beln ARIJA GISBERT

    Y o nopuedo dartems

    n o soymsque loque soy

    Pedro Salinas

    R e s u m e n A bs t rac t Este artculo pretendeseruna llamadaa la

    reflexin sobre algunos elementos que ejercen

    recprocamente un agran influencia en la relacindeayuda. Estos son:la institucin, elclientey elprofesional. Estos tressistemas sern objeto deanlisis. No obstante, en esta ocasin vamos a

    ponerun amirada m satenta en e/sistemaprofe-sionalAspectoscomo elnarcisismo, elmanejo delpoderye lmiedosern desarrollados co nespecial

    atencin,Endefinitiva, este trabajo esuna invitacin

    a la observacin y a la autoobse,vacin, aldarsecuenta,Adems delrol-tarea,debemos tenerm uyencuentaque detrsdecada trabajadorsocia/hayun apersonacon suspeculiaridades.

    I n t r o d u c c i n

    Soy pr imero persona y despustrabajadora social. Quiero co-menzar as este artculo para

    expresar que detrsdel ro l est siem-pre un serhumano con una determina-

    Thispapera/msfob eacalIfo rreflection o,,someofth e e/ementsthat exercise, ina rec,rocalway a great amount ofinfluence in th e aid-rea-t ionship. T heseare: the institub~n, the clienta ndth eprofessional figure.

    mese threesystems v v / I I b e Ih e objectofouranalysis, Howeve, this time, closeraltentionv v / I I b e paid fo fh a professional sysfem. Certainaspects sud~ es narcissism, powermanagementan d fearwillb elookatmoreclose/y

    In fact, this v v o r k isan invitation toobser-vafion and selt-obsa,vation. fo bacome aware,Resides lbs fask-role, yeshould not forget thatbehind every social vrorker fhere is a person,someonevv / t i , bisovn idiosyncracies,

    da e xper iencia vital, con sus limitacio-

    nes ycapacidades,co nsu carcter

    y suestilo, con sus recursos ysus lagunas.

    Trabajo desde hace 6 aos conpersonas sin hogar e n la AsociacinReal idades. Por lotanto, lo que puedo

    Dip lomadaenTrabaje Social. Esp ecialistaUniversitariaene lenfoque Rogeriano p or la upco.Est finali-zando tormacin enTerapia Gestall en la Escuela Madri lea deTerapia Gestai l . Desarrollasu actividadp ro tes i ona lc o n p e r s o n a ss in h o g a rdesde 1993e nlaAsociacin Realidades.

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    BelnA ri ja Gisbert Apuntes para una reflexin terico-prctica del ar e l ac i n d eayuda

    transmitir desde mi conocimientoy miexperiencia parte en gran medida de ltrabajo desarrolladoc on ellosy alavezcon u n recurso (e l M I> que, indudable-mente, influye e n la re lacin. E n estaocasin vo y a refer i rme al trabajo indi-vidual. Uno de los p royec tos que lleva-mosa cabo esun proyecto M l.Lasper-sonas sin hogar se caracterizanpor lacarencia de apoyos emocionales sli-dos,por la faltad e trabajoy vivienda, yen muchos de los casos muestran u nfrgil sentido vital

    Mi formacin desde que acabTrabajo Social ha sido sobre todo den-trod el marcode la psicologa humanis-ta , E l mode lo Rogeriano y Gestlticoson impor tan tes marcos de referenciatanto en mi modo de pensarcomo enmimodo deproceder. Miterapiaperso-nal tambinm eha ayu-dado a poner luz a distintos aspectosde m ividay a comprenderlo s procesos

    de las personas que at iendo. M iforma-cinha sido tericay vivencial, de ta lforma, que he podido ir haciendo unaintegracin comprehensivad el conoci-miento adquir ido. Soy consciente deque todo modelo psicolgico hay quecontextualizarloa lserutl izado fuera de lmbito estr ic tamente psicoteraput ico.N o se tratad e aplicaru n modelode u nmodo estricto. Lo s trabajadores socia-

    l es no hacemos psicoterapia, aunquepretendamos que lo s resultados delencuentro sean teraputicos. Se tratams biend e recrear lo s modelosy deextraer sus enseanzas adecundolasalm bito de l trabajosoc ial,

    En otra direccin, e l enfoqueecolgico me ha aportado la posibili-

    Cuadernosd eTrabajo Social

    dad de tener una mirada circular, yaque dicho modelo muestra una v is incompleja y holstica de la realidadsocial. Conceptos como interrelacin,intercambio entre e l individuo y e lmedio fsico y soc ia l son manejadosdesde esteparadigma. Es la lgica dela tela de anaa y la interconexind elos hilos.

    Actuamossegn en tendemos lascosas.Es importanteque seamos con-cientes de cmo construimos la reali-dad, paraevitaras, e n la medida de lo

    posible,q uetanto los pre juicios com o larigidez presidan nuestras acciones.

    Aspues, partodemi propio mar-co de referencia, de m is valores, posi-cionamientos polticos,visin del hom-bre y de la sociedad, comprensin dela profesin, mi experiencia laboral yformativa en e l campo de l trabajosocial y de la psicoterapia, mi expe-

    riencia vital;y estos, inevitablemente,empaan mi discurso, que, comotodos los discursos, pecan de l sesgoideolgico, formativo y vivencialcorrespondiente. Quiero dejar claro apriori que en este artculo se puedeobservar la carenciade anlisis socio-lgicos en pro de un abundante anli-sis psicolgico. N o obstante, procurorevisar mi modo de comprender las

    cosas, e l cual se va reescribiendo, aligual que la propia biografa,gracias alcuestionamientoy a la reflexin.N o seno s puedeolvidarque e l conocimien-to y la experiencia sonu n abismo don-de siempre se abren nuevas puertasdonde poder adentrarse. Dice JessHernndez que es precisamente laconciencia de la relatividad de nue stro

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    Beln Arja Gisberf Apuntes parau n areflexinterico-prctica d e la r e l ac i n d e ayuda

    conocimiento,de donde surge,o debesurgir la humildad (Hernndez Aristu,1991:102>.

    A este respecto, Garca Rocaseala que e l pensamiento complejono apuntaalo elemental sino alo radi-cal, en dondeaparecen incertidumbresy antinomias. La tarea de la interven-cin social no consiste en eliminar laparadoja sinoen trabajarcon ella, consu s incertidumbres y su desorden(Garca Roca, 1987:34>. L a concienciade la incertidumbre no s lleva, inevita-

    blemente,a situarnos antelo s desafosde nues t ra p ro fes in con una actitudcauta y a lavezabierta.

    En definitiva, con este articuloquiero hacer una invitacin a todos lo sque intervenimos en e lm bito del tra-bajosocial para que nos atrevamos aponer la mirada en nosotros mismos.Tendemos a reflexionar y a escribir

    sobre e lcl iente, aveces por pura pro-yeccin; sobre qu in es y cmo hacercon l , y ev i tamos de ese modo hacernuestra propiaautoo bservacin.

    E n e l trabajo que presento acon-t inuacin sevaa reflexionarsobre algu-no s de los elementosque ejercen rec-procamente una gran influencia en larelacin deayuda. Estos son:e ls is tema

    institucional, e ls is tem a clientey e lsis-tema p ro fes iona l ; pondremos en estelt imo una especialatencin.Tratarp orseparado estoselementos no es tareafcilporque estn ntimamente relacio-nados; es necesario pues realizar e lintento, aunqueno siempreseconsiga,para poder darun ciertoordeny estruc-turaaldiscurso.

    1 . A lgun os s is tem as qu ei n te rv ienen en lare lac in d e a y u d a

    Como he sealado, hay sob retodotressistem asque ejercen unagranin fluencia recproca dentro de la rela-cinde ayuda, estosson:la institucin,e l profesional y e l cl iente. A su vez,estos sistemas es tn inmersos dentrode u n suprasistemaquee s lasociedad ,lacualse sirve de las institucionesparaconseguir sus objetivos. Dentro de

    estasinstituciones estn lasdedicadasal campo de losserviciossociales,cadaunacon su idiosincrasia.

    1.1. Sistema institucIonal

    Eltrabajosocial se realiza dentrodel marcode las instituciones.Porello,en primerlugarlo s profesionales debe-

    mos pararnos a observar y areflexionarsobre la institucin en la qu e n osencontramos: su ideologa y valores,intereses, f inesy objetivos,jerarquasysistemas de poder,mediosy carencias,mtodos y tcnicas, normas, recursosde los que dispone,contextos de inter-vencin, d ependenc ia econmicae ins-titucional, relacin con otras institucio-ne s y calidad de la misma, potenciali-

    dades y l imitaciones, relaciones en e lequipo de trabajo,e lmanejo de la per-tenencia,e lpodery e lafecto dentrod e lequipo, conflictos que surgen por pro-blemas de comunicacinyde relacin,disensiones ideolgicas y operativas,criterios compartidos,alianzas, manejoy propiedad de la in formacin, modosdetomadede cis iones, roles, funciones

    Cuadernos deTrabajoSocial

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    BelnAijaGisbert Apuntes para una reflexin terico-prcticad e la r e l ac i n d e ayuda

    ytareas, calidad y cantidaddeltrabajo,capacidades delo s miembrosdel equi-P O , etctera.Adems, tendremos tam-binq ue autoobservarnose n ella: cules nuestra vivencia de la institucin ydel equipo, nuestras posibilidades yl imitaciones, quines somos dentro dela institucin, qu representannuestroscompaeros, cmo nos relac ionamos,cualess on nuestras tareas y cmo lasdesarrollamos...Por lo tanto, reflexionaracerca de la institucin donde trabaja-mosy de nuestro estaren ella es unatarea fundamental que debemos reali-z a n . Seria de gran ayuda para muchasinstituciones que lo s equipos de traba-jo dedicaran algo de su t iempo pararealizaruna supervisino comprensinconjunta del estado de la institucin ydel equipo de trabajo.

    Son pocas las pginas quevoyadedicara lsistema institucional, pero squiero centrarme brevemente en losrecursos institucionales.

    A este respecto seal TeresaZamanil lo en una conferencia, que daralgo es la fantasa de todo trabajadorsocial, y fo rma parte d e este modo deejercer la profesin.Porque detrs este l convencimiento y e l estereot ipo deque la gente slo vienea ldespacho apedir, sin poder comprenderhasta qu

    punto lademandaesinducida por lapro-piainstitucin (losq uefacil i tamo se l M I,comida,cama, beca, residencia,etc.). E lrecurso determinala posibilidadde inter-vencin, de ah tambinla cantidad dederivaciones que se hacen porque loquepiden n o se lespuededare ne lcen-troa lqueacuden. As,e lobjeto del tra-bajosocial formuladocomo las necesi-

    Cuadernos deTrabajo Social

    dades e n relacin con lo s recursos apli-cablesalas mismash adevenidoen u nainstrumentalidad tal q ue h a vaciado decontenido la relacin co n las personas(Zamanil lo, 199 9> .

    Si e l recurso pasa a ser figura,casi lonico,aserlo ms visibley rele-vante, e l encuentro humano pasar aun plano secundario. De estemodo ten-deremosa convertir la relacin de ayu-da e n un acto condicionadoy empapa-do de miedosy desconf ianzas.

    Tambin es importante e n estepunto distinguir la diferencia entredemanda y necesidad. La personademanda loq ue sabe quela institucinpuededa r y esto puedeo no coincidircon lanecesidad.Lanecesidad la cons-truyeunomismo. Unejemploclarod e ladistincin, es e l de aquel las personasque se acercan con una notab le fre-cuencia a lo s centrosde salud pidin-dole al mdico u n medicamento, y e nrealidad la necesidadreal es de comu-nicacin, compaa, escucha, conten-clon. Igual sucede en l o s serviciossociales.L as personas pueden deman-dar prestacionesy recursos quela ins-titucin ofrece y que les s irven paracubrir algunas de su s necesidades.Existen otras necesidades que puedenteneryque no suelen d emandar, comoson laescucha, la aceptacin, elapoyo,e lreconocimiento.

    En estal nea Garca Roca sea-la que en lo s servicios a laspersonashay tres componentes sustantivos:a) lo s elementos instrumentales quepueden satisfacerse a travs de unaprestacin (...), b ) los elementosexpre-sivos que estn v inculados a la identi-

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    Beln Arija Gisbert Apuntes p ara una reflexinterico-prcticad e la r e l ac i n d e ayuda

    dad,a la biografapersonal, alo s mun-dosvitales; com o elementosunidosa lasubjetividad trasciendenla mercancayslo

    surgen en e l interior de una inte-

    raccin personal, y c) por lt imo, unareaccinsocia l que alunir ambos ele-mentosproduce forzosamente unagrandiferenciacin en las respuestas Como prestacin puede seradministra-da e incluso mercantilizada (...>secon-sume cone luso,como significacinsenecrea a travs de los encuentroshumanos, tiene que ser una realidad

    prxima

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    Beln Arija Gisber Apuntesp ar a una reflexin terico-prctica de l a relacin de ayuda

    Los profesionales no estamosexentos de c ierta responsabi l idad, por-que observamos co n frecuencia estadejacin de funciones de la administra-cinypoco hacemosalrespecto.Hemosperd ido esa funcin de denuncia y rei-vindicacin ques m ostraronlostrabaja-doressocialesdela reconce ptualizaciniberoamericanad e lo saos 60.Hay qui-z por u n lado exceso de trabajo y deburocracia, impotencia, desinters yapata; y por otro lado, como afirmabauna trabajadora social de Real idades,Rosal a

    Martnez:puede que, enparte,

    e ltemor no sinhibaa lser la propiaadmi-nistracin la que nos aporta la finan-ciacin para realizanlos proy ectos.

    Para finalizar estabreve reflexin,quiero hacen notar que nuestras institu-ciones aparecen en muchos mapas yguiasperopresen tan lad ificultadd e con-forman redes.Avecesnosvemos enfras-cados e n luchasdepo der quese enmas-

    caran detrs de si lencios, discusionessordas,enfrentamientos ideolgicos aca-lorados,etc.Es ciertoq uepodemostenerplanteamientosdistintosymuchasvecesincompatibles,pero creotambin que esaveces lafaltadeescucha y lasrivalida-des loq ue no sdificultae lacercamiento.Es una reproduccin re f lela de lo quesucede, enocasiones, entree l trabajadorsocial ye lcliente;merefiero alas situa-ciones e n las que se da u n juego depoder, exentode escucha,q ue nosllevaa distanciarnos msquea acercarnos.

    1.2 . Sistema cliente

    Como he venido diciendo vo y aser breve tambin e n este apartado.

    Cuadernos deTrabajosocial

    Suele ser del cliented e quien ms sehabla y se escribe. E n gran medida eslgico porque nuestro trabajo escon e lcliente, pero tambin es cierto quedetrsde los anlisis realizadossobrelos c l ien tes escudamos aspectos quetienenque vercon los profesionales.

    Cada persona que acude a u nservicio so cial trae su historia suspro-blemasy di f icul tades, sus capacidade sy recursos, su s sentimientos, sus cre-encias yvalores, sus her idasdel pasa-do, sus expectativas, una demanda

    concreta, sus mot ivaciones, sus nece-sidades, una propuesta de relacindeterminada, sus resistencias, sus mie-dos y deseos, sus contradicciones yvacos, su culpa y su rabia, su dolor, sucarcter (ms menta les, ms orienta-dos a laaccin, ms emocionales, msextrovert idos, ms introvert idos, msintrospectivosy menos.. .).

    El clientel lega a u n lugar desco-nocido, la institucin, donde le va arecibir u n trabajador social al que noconoce y con qu ien puede conectar ono conectar.Viene en una posicind evulnerabilidad porque acude general-mentea demandar algoq ue le falta yque supuestamente nosotros le pode-mos ofrecen Segn Bleichmar la repre-sentacin internad e l encuentrocon e l

    otro est cargadad e temor: s e n invadi-dos, avasallados, culpabilizados, per-seguidos, castigados, entristecidos,

    sobreexcitados, contagiados con ansie-dad forzados a hacen lo que no dese-an, perturbados e n sus ritmos, desor-ganizadoscognit ivame nte, etc.Esdecirviolentados corporal, afectiva, ins-trumental o cognitivamente (Bleich-

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    Beln Anja Gisber! Apuntes p a ra un a reflexinterico-prctica d e la r e l ac i n d e ayuda

    mar, 1 9 g g > ~ A l igual q ue pueden lo sclientes acudir con sus miedos, traentambinsus deseo s de ser bienatendi-dos, comprendidos,ayudadosy no vio-lentados e incluso, en algunasocasio-nes, e l deseo fantasioso de que le sresolvamos por completo sus proble-mas.

    E n muchoscasos lo sclienteshantenido una ampliae xper iencia de rela-cin con servicios sociales que nosiempre h a sido satisfactoria. Hay per-sonas que son atendidas por seis pro-fesionales distintos, lo s cualesa vecesof recen apoyos divergentes. Hay per-sonas que aceptancon gusto manteneruna relacinde ayuda pero hay genteque no desea dicha relacin. L a para-doja este n quea vecesnos empea-mosen establecenyforzar unarelacinque la persona no desea. Aunque estoque voy a decir a continuacin tiene

    msq ue v e n con e lhacer d e l profesio-nal, me parece adecuado sealarlo e neste momento:en e l caso d e l M l hayuna obligatoriedad respecto al estable-cimientod el contacto y estoen ocasio-nes me h a hecho entrar en profundascontradicc ionesticas sobretodocuan-do las personas no desean la relacin.La experienciaa lrespecto me dicequehay personas co n quienesse consigue

    establecen un vnculo de confianza yhay personasco n lasque no se puede.Hay que asumir que e l encuentro pue-de darse o n o , pero que es nuestratarea intentar que se produzca. Poresto,es muy importantedialogarcon e lclientesobre cmo estv ivenciando e lcontacto. E n relacin con esto sealaBleichmar, respecto a la pareja tera-

    putica, que ese saber sobre uno y e lotro es ya una forma de encuentro.Incluso, e l saber que uno de los inte-grantes de la parejabusca la int imidadye lotro la rehuye, ambos por las legi-timas razones que puedan tener . E nalgunoscasose lnico encuentro posi-ble consiste en compartir e l conoci-miento delasprofundasdiferencias queseparan(Rleichmar, iggg>.

    Cada individuo tienesu r i tmoy esmuy importante respetarlo y a la vezsaber diferenciarnosde

    ellos.C on esto

    quiero decir que lo que la personadeseao neces ita parasi puede serdis-tinto a lo que yo crea que l necesita.Entender la dilenenciacinimplica reco-nocen la individualidad, ver a la perso-na con sus pecul iaridades. Cada per-sona tienes us ritmos, sus deseos, suscapacidades y d i ficu l tades . Sabemosque aquel lo quese fuerzase sueleque-

    brar, porelloel r i tmo d el proceso lo ten-dr que ponere lotro. He de decir , tam-bin,que respetarel r i tmo no significasercomplacientescon e lestancamien-to o con la tendenciaa la dependenciayaldeter ioro. Pero creoq ue slo servi-r la confrontacin si previamente hahabido respetoyapoyo. He de decir quecuandohay un recurso que mediatizapuede ayudarque se formulen acuer-

    dos (concretos , realistas y decididosdesde la persona), con e l fin de otor-garle responsabilidady protagonismo ala personasobre su situacin.Creoquecada uno ha de elegir qu contenidoquiere darle a su vida. Victor Franklseala al respecto queal hombre se lepuedearrebatan todosa lvo unacosa:lalt ima de las l iber tades humanas, la

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    BelnA rija Gisbert Apuntes para una reflexin terico-prctica dela relacin de ayuda

    eleccind e la actitud personal ante u nconjunto de circunstancias para decidirsu propio camino(Frankl:69) .

    E n mi exper iencia con personassin hogar observo a menudo enmuchaspersonas la falta de metas, desentido, una profundasoledad y desi-lusin, u n quedarsealborde del cami-no esperando aque algosuceda, algoajeno que d la vuelta a su situacin.Ante estounos se ane stesian, otros sedeprimen, otros se abandonan lenta-mente y esperan a que sea e l apoyo

    externo e lq ue sustituya por entero supropioautoapoyo, e incluso en ocasio-nes ya no esperan ni siquiera eso por-que han pendido la esperanza. SegnErikson la esperanza es la primera y lams indispensablede lasvirtudesinhe-rentesa lhechode estarvivo.Otroshanllamado confianzaa esta profunda cua-l idad, y yo h e utilizado este trminopara refer i rme a la actitud psicosocial

    posit iva ms temprana, pero para quelavida persistala esperanzadebe man-tenerse, an cuando la confianza sevea menoscabada (Erikson, 1993:90>.

    Tambin observamos personas

    que han articulado su vida en torno adiferentes servicios y que muestranactitudes enormemente dependientes

    y muestran tambin muchas resisten-

    ciasal cambio.E n principioparecequesu pretensin es que los serviciossociales les garanticen las mnimas

    condiciones para su subsistencia.

    Observamos otras personas que, en e lmomento en e lq ue estn, luchan porda r sentido a su vida y afianzar suseguridad; probablemente tengan unamenor fragilidaden lo s vnculos y apo-

    Cuadernosd eTrabajo Social

    yos, ms recursos personales. Estaspersonas si ve n la provisionalidadde laayuda y pretenden abrirse camino e nuna sociedad enormemente co mpetiti-va yexcluyente.En ningnmomentosenos puede olvidar que hay aspec tosestructuralesque n o favorecen e ldesa-rrollo de lo s individuos, por e jemplo lasituacindel empleo(escasezy preca-riedad> y de la vivienda(precios abusi-vos, carenciade polticas socialesade-cuadas, etc. ) . Aun as tengo que decirque no creo que debamos mirar a lagente desde tipologas cerradas, msbien mirarlas dentro de su momento .Afortunadamentee l serhumano es unser e n cambio. Creoque es ms ade-cuadomirara la personaensu momen-to de l proceso, mirarlasno con expec-tativas sino con esperanza , sea cualseasu situacin.

    E l cliente trae sus expectativas.Podrn ser muyaltasocasi inexistentes

    en funcin de diversos factores: expe-r iencias previascon serviciossociales,grado de ans iedad que le suscite susituacin, expectativas que l e hayangenerado otras personas sobre lascaractersticas del servicio.. . Debemosestar a tentosasus e xpectativasy tam-bin tendremos que tener mucho cui-dado con la expectativasquenosotrosdepositamos sobre su s procesos, por-que la expectativa llevaaparejada cier-to grado de exigencia.

    Para finalizarestebreve apartadoquiero decirque la intervencincon e lclientedebe sujetarse a procesos msque a p lazos. Decir proceso es decircamino y e n e l camino hay llanuras yprecip ic ios, desiertos yoasis, avances

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    Beln ArijaGisbert Apuntespa ra unareflexin terico-prctica de la relacind e ayuda

    y retrocesos.Estar ene l proceso impli-ca tambin acompaarenlas crisisquetengan las personas. Es absurdo ima-ginarque los caminossiemprehandeseguir una lnearecta hacia la autono-ma. L a bsqueda de autonoma aca-rrea miedos, dudas contradicciones,

    incertidumbres. Quiz esto tambin losepamos po r la vivencia de nuestrospropiosprocesos, porqueco mo deca alinicio, lo que no s iguala es que todos,trabajadores sociales y clientessomospersonas y por ello todos estamosinmersos en nuestro propio procesovital.

    12. Sistema profesional

    Quisiera a partirde aquponerlamirada en e l profesional. Tendemoscomo deca al pr incipio, por defensaymiedo, tambin por la marcada influen-ciaque e lmode lo mdico ha tenidoen

    e l trabajosocial, a analizar a lasperso-nas que atendemos olvidndonos denuestra propia autoobsenvacin. Noscuestamenos hablarde lo sdems quede nosotros mismos.

    Creo que los profesionales ade-msde contarcon nuestro bagaje ins-trumental, nuestros conocimientos tc-nicos y metodolgicos, tambin conta-

    mos con nuestro carcter, nuestrahistoria de vida ypor e l lo debem os serconscientesde que nuestras act i tudesy sentimientos influyen y estn presen-te s en la relacin de ayuda. Es muyimportantetomar conciencia d enuestrainf luencia e n la re lacin para poder lamanejar adecuadamente. Obviamente

    dependiendo de l vnculo la influencia

    puedesermayoro menorpero en cual-quier caso creo que hay que conside-rarlo con ser iedad.

    Tantolo s cl ientes comolo s traba-jadores sociales tenemos la capacidaddegozan yde padecer, podemos expe-rimentar las mismas emociones < e ldolor, larabia, laalegra, la impo tencia,e lmiedo...) .Esto puede parecerdema-siado obvio perocomo nos dicela ges-talt lo obvio es importante ponerlo demanifiesto. Notenere n cuenta la igual-dad en este aspecto no s hablae ngran

    medida de temores que es loq ue no sl levaa adoptar posicionesd e superiori-dad y por consiguiente a abusar denuestraautoridad.

    E n la misma l nea deca M . Rich-mond que la vida misma adquiere susignificacin y su alcance (...>por lasgrandes experiencias comunesa todaslas razas: e lnacimiento y la muer te , e l

    afecto satisfechoy co ntrariado,lo s ries-gos y oportunidades que la existenciadiar ia reserva a todos lo s seres huma-nos.

    A este respecto aade TeresaZamanillo que en una soc iedad alta-mente dualizada se va adquiriendo

    cadavez ms un sentimiento de desi-gualdadentree lprofesional ye lotro, e lcliente,cuyarepresentacinene lplanode losimblicolaencontramosen lauti-l izacinde un lenguajec laramente dife-renciado en un ellos y u n nosotros(Zamanil lo, 1999>.

    P o n lo tanto hay algo q u e n o sigualay tambin hay algoque no s dife-rencia y es e l rol- tarea. Tenemo s res-ponsabilidades distintas, cada cual las

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    Beln ArijaOisbert Apuntespara una reflexin terico-prcticade la relacin de ayuda

    nuestras, nue stratarea estratard e ser-virde ayuda. Pero esto no implica queseamos ms o mejores personas quelos clientes.

    Losprofesionales venimosde unaexperiencia de vida determinada. N oshemos configurado un carcter.Tenemos, como no s dice la gestalt,situaciones inconclusas, no cerradas,her idasde nue stra h istoria. Somos fru-to de un procesoalcualen muchosdelos casos n o se le ha puesto concien-cia. Con sus actitudes, las personas

    nos tocan f ibras sensib les y esto no shace responderdesde nuestras caren-cias e ideales, nue stros miedos, nues-tros prejuiciosy nuestrassituacionesnoresueltas. Por esto hablar de neutrali-dad en la relacin es complejo. Al res-pecto seala Lpez-Yarto que Nadieque entraen contactoconotrose sneu-tral.P en o sloe lque hacedesu faltadeneutralidad una situacin consciente(...> permitir a los que reciben su ayu-da y su gua la libertadde explotarconespontaneidad sus propias act i tudes,opinionesy conductas,.: < Lpez-Yarto,1997 :211> .

    1.3.1. N a rc i s i smo yma n e j o d e l

    poder

    Annie Chevreux considera que elmito de narciso simboliza e l enamora-miento de la propia imagen,la incapa-cidad demadurar (nopoderamanaotrosery unirsea l) (...) Entrelas interpre-taciones del mito, Jos Luis Trecheraresalta la faltade conciencia de la pro-pia realidad y la negacin de l mundoexterior, un desinters po r e l entorno

    Cuadernos deTrabajo Social

    que se t raduce e n falta de empata . Afirma Lowen en lamisma lneaque los narcisistas mues-tran una faltade inters e n lo s dems ,p en o igualmenteson insensibles asu spropias necesidades reales (Lowen,

    1987:33>.

    Entendido as, creo que ningunode nosotros estamoslibres de un cier-t o g rado de narc is ismo. Se trata depoderlo v e n para saberlo manejar.SealaAnnie Chevreu x que enG esta ltmsq ue hablarde narcisismose habla

    de un no estare n la actitudcorrecta, noestar e n contactocon uno y porconsi-guiente n o estar co n e l otro (no podercomprender y acercarse a la realidaddel o t r o> . Se considera que e l terapeu-ta narcisista es aquel que abusade sup o de n . lnterpreta, diagnostica,invade elespacio del paciente, invalidndole ensu necesidadd edesarro llarauto-apoyo .De estemodo la persona queda anula-

    da - E n e l otro extremo estara e l tera-peuta con f luyen te e lexcesivamenteem pt ico, e lquese anu-la a s i mismo. A l erigirseambos com osalvadores, representan las dos carasde una misma moneda, e l exceso depermisividad del terapeuta excesiva-menteem pat ico puede ser entendidotambincomo narcisismo, aunque setrate de u n nancisimo msbondadosoyayudador (Chevreux, 199 8> .

    L o que se acaba de exponen sepuede aplicara los trabajadores socia-les. Creo que todos nosotros s i hace-mose lesfuerzo podemos recordarnosen alguna ocasin o confluyendooexi-giendo, esdecirsinvernosysin ver, sin

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    Beln Arija Gisberf Apuntesp ara una r e f l ex in terico-prcticad e la r e l a c i n deayuda

    escucharnos ys in escuchar.Hay vecesque lo que no s sale es ser madressobreprotectonas, otras veces ser

    padresautoritarios y exigentes, otrasveces abandonamos ignorando. Sonactos,en definitiva, cargadosd e narci-smo.

    S e n trabajadora social me abocairremediablemente a reflexionan sobrem is propias act itudes e n e l encuentrocon las personas. Entre otras cosascreo que es importante y enormemen-te necesario que reflexionemos sobree l

    poder,sobre e l manejodel poden en larelacin. E labuso de poder y e l narci-sismo tienemucha relacin entre si.

    Esindudable quelos trabajadoressociales tenemos poder. Como profe-sional,como trabajadoraso cial tengo e lpoderde decidirs ivoya facilitar o no unrecurso,con larespon sabilidad qu e esoconleva. Es u n poder que me viene

    dado por la instituciny que yo tengoqueejecutar, tengo e lpoderdeintentarfavorecer un encuentro basado en laconfianzaocrearms bienun arelacinpseudopolicialTengo elpodendehaceruna derivacin correctamente o demandar a a la persona a laderiva. ParaTeresa Zamanil lo la profesin del tra-bajo sociales fiely constante a su fun-cin de reproduccin de los mecanis-

    mosd e control socia l nacidos en lossiglosXVIII y X IX sobre las clases des-favorecidas;estoe s , neutralizarla mise-- r iay controlarla, no tratard e resolverla(Zamanillo, 1997>. Venimos viendocmo muchas veces se ponen paoscalientes para f renar la protesta de lagente, no interesa polticamente n i lamala prensani la rebelda.

    Por lo tanto, podemos caer en latrampa deasumir que nuestra misinescontrolary de ahque juguemos a utili-zarmale l poder. Podem osponernospo rencima, presuponiendo la incapacidaddel otro y anulndolo, purgando nues-tros com plejosd einferioridad, salvando ,imponiendo y controlando,siendo auto-r i tar ios, quedndonos impasibles antelasconductas autodestructivas.

    Escuch decir a F . Pearrubia,psicoterapeutagestlt ico, que e l poderinternoes la afirmacin deu no mismo,de lo que me gustara o no me gusta-ra, de loq ue puedoy no puedohaceruofrecer,d e lo q ue quiero y n o quiero;y e lpoder externoa lude a loq ue vienedado desdefuera < s i meel igen o n o , s ime mandan, s i mequitan omedan unaayuda). Esta distincin es importanteP O ue otorga responsabilidad a laspe rbonasa lconsiderar e lpoder interno.Esto impl ica que comprendamos quecorno profesionales tenemos, indepen-dietemente de la institucin y de losclier~tes,nuestro propiopoder.

    Segn Garca-Monge E l proble-ma de l poder es la carrera fantsticahacia una pretendida omnipotencia.E lseris como dioses , o la ambicin decaro, nos hablan del desafortunadomanejo de esa pretendida omnipoten-cia. Esa fantasa de poder lo todo (desaberlo y controlarlo t o d o > desorientau n c rec imien to persona l medido con-creto y real (1997:86 > .

    La omnipotencia est vinculada aaspectos com o la fantasadelideal delyo y de la perfeccin, lo s mandatosinternos, e ldebo ser y la consiguiente

    Coademos de T r1ba j o Social

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    super exigencia interna. Querer s e nomnipotentes es u n l egado que no sviene del narcisismo infantily que nosimpide ver

    nuestras l imitacionesy nues-

    tras capacidades co n ni t idez. E n oca-siones me h e visto, en la relacin conlas personas, atrapada en esta omni-potencia creyndome inconsciente-mente lasa lvadora de l otro, movilizn-dome ms que la propia persona. Endefinit iva, no e ra otra cosa que mi pro-pia necesidadde sentirmevliday tam-bine ra una tapaderao compensacin

    de mi propia impotencia. Ene lotro polode la omnipotencia est la fantasa dela impotenciaque no s lleva a veces aadoptar actitudes cargadas de queja,desidiay pasividad o bien a actuarcom-pulsivamenteysin conciencia.

    Como dec a an tes e l narcisismohay que observar lo, tomar concienciade cmo lo p royec tamos y desdedn-de lo hacemospara as poder lo mane-

    jar evitandoque afecte alcliente de unmodo negat ivo.

    Aclarar e lpoden implica desvelarqu depende de nosotrosyqu no ,cules nues t ro poder rea l y cmo lo mane-jamos, cules e lpoden de la persona.Hay trabajadoressocialesq uep or tenerel poden de da r y quitan una ayuda seven en la legitimidad de invadir la inti-

    midad de las personas sin ningnpudor, entran e n las her idas hurgandoen losdetallescon un ta lante m orboso.N o dejode asombrarme y de irritarmecuandome enterode que alo sclientes,sin tener graves problemas mentales,le s controlan las cartillas bancarias ocontactan con susfam ilias en contra desu voluntad, o le s hacen ahorran una

    Cuadernos deTrabajo Social

    parte del dinero del Ml a cambio deuna cama, entre otros ejemplos. Unacosa es confrontara las personasyotra

    cosa muy distinta es invadir Invadirimplica tambin estableceru narelacinen la que se coloca al cliente e n unasituacin infantil, presuponiendo deantemano su incapacidad. Se trata deponer conciencia aluso que hacemosde nuestro poder, debemos saber cu-le s son nuestras capacidades y limita-ciones, qu puedo y qu no puedohacer.

    Tambines importanteabordarlacuestin d e l poder e n la re lacin deayuda. Deja r clara la re lacin. Comodeca, no somos sus amigos, n i su smadres , n i sus padres , n ipo licias.

    Somos profesionales que pretendemosapoyar un procesode mejora,e l proce-so delotro. P o nlo tantodebemos expli-citarparaquestamos antee l otro, cules nuestra intencin; y a la vez esimportanteque la persona expresequle suponela relacin.

    Tratan la relacin y aclarare l po-der pasapor hablar, entreot ras cosas,acerca de lo que le supone venir a laentrevista, qu espera denosotros,q ule podemosofrecen, dndeestn nues-tros lmites, donde estn los suyos, aqu se condiciona la ayuda. Esto es

    ponernosen una posicind e igualdad,de vulnerabilidad, de transparencia.Optar por esta actitud puede producirtemores porque nos exponemos aquela persona no s diga que n o le sirve larelacin, o que se siente cansado devernos, o que n o desea tocar ciertostemas, o que se s iente in terrogado yexigido, oq ue se veen lao bligacin de

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    dar explicaciones.Cneo que la confian-za se crea con la transparenciay asertransparentes estamos poco acostum-brados, no slo enla relacin de ayuda

    sino tambine n lavidacotidiana.Seria,como bien explica la gestalt, o comopropone e l filsofo existencialistaM . Ruber, hacer explicitoel yo-t en e laqu y ahora. La transparencia noscuesta a todos, a profesionales y acl ientes, pero creo que estaactitud esenormementetily ayudaaequ ilibrare lpoder Creo, adems, que cuando hayu n recurso por medio queconleva una

    exigencia en la re lacin es an msimportante hablartanto del recurso, dela obligatoriedad,como de l poder y delos sentimientos que se suscitan detodo ello.

    E n mie xper ienciahe comprobadocmoa veces expresaremoc ionesvivi-das ene l aqu y ahora h a servidoparaaclararaspectos de la relacin, lo cual

    ha po sibili tado trabajanc on ms hones-tidad y realismo. Quiero aclarar bienesta cuest in para evitar mal entendi-dos y quiero instruirlo con u n e jemplo.Comenc a atender a una persona.Mantuvedos entrevistascon ly yoper-ciba ene lambienteunagran tensin eincomodidad. lse relacionaba conmi-go explicndome con detalle lo quehaca d iar iame nte y justif icando cons-tantementeenq u ibaa emplearel M l.Decid ponerde manifiesto latensin ycontrastara con l, esto facilit quepudiramos hablardela relacin. lmeconfesq uese sentaincmodo porqueen realidad no saba de qu hablarmey qu sentido tena venir a yerme.Haba sido atendido anteriormente en

    otro servicio y e ra la dinmica quedesarrollaba con la otra trabajadorasocial . Me confes quepara l era muyduro tenerque recurrir

    a un serviciosoc ial, porque eso le evi-denciaba su sensacin de fracaso,Comenza hablarme de su dolor, desusprdidas.L aexpresind e latensinsirvi para poder aclarar la relacin ypodergeneran u n encuentro de mayorproximidad y confianza. Pudimos co-menzar a abordaraspectos de su vidamuy dolorosos. Aclarar la relacintantas veces como sea necesario ayu-

    da a trabajarconla persona co n mayorconf ianzay alaveznos perm iteverco nclaridad lo quee lotro puedey no pue-de dary lo que est dispuestoa asumiry lo que no.Lo que planteo s q ue noes tareafcilpero creo a lavez que esalgo enormemente necesario. Estoimpl ica que no s bajemos del pedestalen e l que no s hemos subimos al que-darnos atrapados en u n ro l excesiva-menteprepotente, en e l cuale l vinculoque se crea no es basado e n la con-f ianza y sien e lcontrol.

    E n estesentido, Carl Rogers nosproponeco n su enfoque centrado e n lapersona una v is in de la re lacin deayuda enormemente respetuosa

    (Rogers, 1 9 6 1 y 1973) . Por las limita-ciones d ee xtensin n o puedo detener-

    me en estepunto pero s quiero sea-la r que Rogers, al proponernos unasdeterminadas act itudes (em pat a, acep-tacin, y congruencia>, no s est mos-t rando, a mimodo de v e r , untalanteale-

    jado a priori del abuso de poder

    Por lotanto, enla relacin de ayu-datengo e lpoderde s e n sincerao tram-

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    posa, e l poder de estar presente oausente, e lpoder de intentar servir deayuda o de manipularal otro. Tengo e lpoderdeelegir e luso que le voya dar

    al poder.Para cerrar este apartado he de

    decir que segne lcarcter manejamosel poder de diversas formas. Hay per-sonas enormementedependientes quehipotecan su poder y su autoapoyoporla miraday ladireccinexterna, no con-f an en sus capacidades.Otras perso-nas, en relacin con la autoridad, se

    muevenmejor en e l dominio que e n lasumisin. Otrosdesde lasumisin con-trolan.Hay gen te que controla intelec-tua l izando, loshay com placientes, com-bativos, rebeldes sutiles y abiertamen-te confrontativos e incluso violentos.Hay personas que tienenun gran con-flicto con los l mites, se ret i ran por noinvadir y para que no les invadan, otrosen cambio no respetanlos lmites aje-

    no s y s e relacionan invadiendo. Haypersonas que estn mucho en laqueja,la cualcump le dos funciones: deman-dar, agredir y generar impotencia,manipulan desdee l vict imismo. Todos,trabajadoressocialesy clientes, mane-

    jam os de a lguna manera e lpoder y laautoridad.Cmo ejercemos la autori-dad y cmo nos re lac ionamos con laautoridad? Cmo hacemos con e l

    poder?

    1 . 3 ? 2 . Los miedos

    Garca-Monge seala que unode los peligros del ejercicio social delpoder es e lautoritarism o. Estriste tenermiedo a alguien pero no lo es menos

    Cuadernos deTrabajo Social

    constatarque alguien se relacionacon-tigo slo desde e l miedo (Garca-Monge, 1997 :82). Sabemos que estosucede a veces en la relacin de

    ayuda.Como venimosobservando, ayu-

    dar agenerar autoapoyo implica dejarala personaque e lija sucamino y confiare n qu e sea el la laque desb loquee suscapacidadespara quererse yapoyarse.Podemosorientar desde sumotivacin,no desde la nuestra. Lo s objetivos sedebernmarcar enfuncin del cl iente.

    Como d i j o en una conferencia T . Za-manillo: setiende aponerlamirada ene l clientecone lafn decambiarle apli-cndole unos objetivos que son real-mente msdel Trabajadorsocial, alosque e l cliente se aviene aunque n osiemprepor no perder la ayuda quese le ofrece:H ay veces quelas perso-nas siguen nuestras recom endac ionesyexigencias portemor aperderla ayu-

    daq ue lesbr indam os.Creoq ue estoenrealidadnoes provocar cambios reales,sino m odif icaciones condicionadas portenero no tener una ayuda y esto n ocreo que seaperdurable en e lt iempo.

    Hay veces que los temores sonnuestros, que lasituacin de las perso-nas noscrea ansiedad y temor, lo cualno s empuja a actuar sin conciencia.V o y aponerune jemploque nacede m iexperiencia: Experimento con lo s pro-blemasfsicosuna ansiedad mayor quecon otro t ipo de problemas. He podidodarme cuenta de cmo mi miedo aveces m e h a l levadoa actuaranteesosproblemascon ansiedad, movilizndo-me demasiadorpido o inhib indom eyb loquendome, e n otroscasostransmi-

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    tiendomi angustiaa laspersonas.Creoque todos a lguna vez hemos ob radopor miedo, por nuestro propio miedo.Esto es lo peligroso, porque es cuando

    deamosde ver lo que nos sucede y alavez perdemos la referencia de loq uele pasa al otro, dejamos de estar pre-sentes. Actuar con miedo es distinto,siendo conscientes de que e l miedoest y esa h cuandopodemos comen-zaramanejarlo- Norberto Levy definee lmiedo como la sensacin de angustiaque se produce ante la percepcindeuna amenaza o u n peligro .

    Nadie nos librad e a lgn miedo,miedo al si lencio, miedo al confl icto,miedoal deterioro, miedoa lvacio, mie-do ala locura, m iedo alabandono, mie-doaldolor, miedoa daar nuestra pro-pia imagen, miedoa reconocerq ue nosabemos qu hacer o qu decir, miedoa perdere lcontrol,miedo alcaos, mie-do al rechazo, miedo a nuestra propiaagresividad,miedo almiedo. Es impor-tante que reconozcamos y aceptemosel miedo y que no s lo t rabajemos, que

    veamos loq ue hay de nosotros en esetemorE l miedopor lo tanto no s sirveenla vida para defendernos de peligrosreales, no s salva la vida; pero a veces

    se convierte en algoque nos paralizayno s desconecta o biennoshace poner-nos temerarios alsaltrnoslop or que-rerlo negarE lmiedoespues u na sealque hay que escuchar.

    Quisiera en este apartado dedi-cadoalmiedo otorgarle unas l neas alvaco yaltemor que creo que nos sus-cita. E n e l caso de las personas sin

    hogar observamos con frecuencia u ngran vaco existencial. A veces obser-vamos que es un vaco infrtil, enor-mem ente da ino para la persona,auto-punit ivo; por ejemplo, ela lcohol ismo noasumido. E n otros casos aparece unvacofrtilq uees cuandola personasesiente perdida y as lo asume, se dacuenta de que tienemiedo, de que nosabe qu hacercon su vida, y esene satierna de nadie donde puede surgiralgonuevo.H ayvecesq ue n o podemospermanecer en su s vacosporque no sinterpelany nos tocan lafibra de nues-tros propios vacos,apatas y carencias.E l activismo ha marcado considerable-mente desde sus inicios al trabajosocial. La cultura del hacer impregnala profesin.Detodos es sabida la ten-dencia a poner ahacen al otro cosastales comou n curso o u n taller, porquesu inactividad nos cuestiona y nosasus ta . Quiz no hayamos pensadoquee l hechode estaracompaando enel vaco y en e l sinsentido puede serenormemente importante para las per-sonas. A veces poner le nombre a laexperienciaes loq uela persona puede

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    y quiere hacer.E n ocasiones he escu-chadom i temorantee lvacoycreo quecon conciencia de estemiedo se pue-de acompaar E lpeligro es forzar a lapersona a que haga cosas,para lsinsentido, porque su vacio no sd miedo.Dice Rnaumgandnerq ue experimenta-mos u n terror t remendo cuando senti-mosla nada.E n nuestracultura, la nadaes la inconsciencia,es el equivalente a lvaco...Para evitaresevaco llenamos elhuecoart i f ic ialme nte, con todaclased ecompensacionesexcesivas, con verbo-rrea.,. (Rraumgardner, 1994:144).

    1.33. Transferencia y

    contratransferencia

    Me parece importante dedicanunas breves l neasal tema de la trans-ferencia,

    H . H . PerIman, una de las repre-

    sentantes de la escuela funcional decasos dePe nsilvania,y aen lo saos 60in t roduce en su discurso trminos psi-colgicos.Entreellos incorpora loscon-ceptosde transferencia ycontratranste-renca.

    Blegen explica d e u n modo muyclaro estos trminos en su libro sobretemasde psicologa:la transferenciaseref iere a la actualizacin en la entrevis-ta d e sentimientos, actitudesy conduc-ta s inconscientes por parte d e l entre-v is tado, que corresponden a pautasHUe steh aestablecido e n e lcurso de ldesarrol lo, especia lmenteen la relacinin terpersonal con su medio familiar. Sedistingue entre t ransferencia posi tiva ynegativa, p en o ambasson siemprecoe-

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    xistentes

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    se resientep or ms profesionalopseu-do genuina que parezca . E n la misma lneaClaudioNaranjo diceque cualquierlibro puede

    describiruna tcnica, pero una actituddebe ser transmitidapor una persona(Naranjo, 1990:13).

    P o n esto creo que es importanteque no s cuestionemosacerca de nues-tros sentimientos y actitudes.Podemospreguntarnos: A quin me cuestaescuchar? Qu me cuesta e scuchar?Quinm eproduce rechazo?Qu es

    lo que me produce rechazo? A quincomplazco? A quin temo? Cundomesiento cu lpable? Ques lo q ue melleva a sentirme culpable? Con quinme enganchoa fect ivamente? Qu eslo que me lleva a engancharme?Cundo y cmo me desconecto? Aquin abandono? A qu in impongo?Qu me pasa a mi con la autoridad?A qu in sus t i tuyo? Cmo respondoante ladependencia, las agresiones, e lvacio, la impotencia? Qu me pasacon mi agresividad, mi impotencia, midependencia o mi vacio? Cmo memanejocon los l mites? Ques loqu eme lleva aresponder as?Porqu meempeo e n abordar ta l situacin o ledoy tantsima importancia a estetemay la persona apenasse loda? P orquvivo co n tanta ansiedad la situacin deesta persona? Me hago responsabledeaspec tos que no so n de mi respon-sabi l idad? Cmo hago con mi narci-sismo? Por qu a esta persona msque intentan entenderla me pongo acontrolarla? Qu mepasaamiconsucaos? Qu hayde mihistoria?Suelodecidir por e l otro, cmo hago? Qu

    temas me suponen una amenaza?Yas podemos seguir aumentando la lis-ta de preguntas. Se trata de que no spreguntemos qu hay de nosotros y

    cmo hacemos. A estas preguntaspuede responder cada uno desde suexperiencia. Creoque es enormemen-te sanoque no s atrevamosa reposeenlas proyecciones que trasladamos aveces a nuestros clientes.

    Portodo lo dicho, pensarque enuna relacin de ayuda slo se ha detenere n cuentaa lotro esdejarlamitad

    de l contexto sin atender, e lan lisis denosotros mismos. Kurt Lewin y otrosgestalt istas no s recuerdan que cuandono s excluimosd elcampo deinteraccin(tanto e nla autoobsenvacincomoe nlapresencia) se neunotiza al menos e l50% de dichocampo.

    De u n modo u otro los profesio-nales debemos observan y observar-nos.Escuch una vez decir au na per-sona que lo s profesionales de ayudason los quemenos se dejan ayudar.Lasupervisin es u n instrumento muyvalioso para comprenden, para mejorarnuest ro hacer y para cuidan nuestrasalud.Me produceciertatristeza escu-chan cada ve z con ms frecuencia quealgunos trabajadores sociales se venabocados acogersebajas por stnessydepresin.A veces hacernoscango enexceso de los problemas de los indivi-duos no s ahoga. Tambines justo decirque hay instituciones (obviamente, for-madas por personas> que expr imen alo s trabajadores y que adolecen msde enfermedad que de sa lud. Nuestraprofesin en s i es d u n a porque nospone delanteconstantemente e l dolor

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    humano y esto nos remueve y noscuestiona, por el lo con ms motivo esimportante que no s cuidemos y quesepamos pedir apoyo cuando lo vea-

    mos necesario. N i somosperfectos, n iautosuficientes. Somos fuertes y a lave z somos frgiles, por tanto somossusceptibles tambinde necesitarayu-da del exterior

    A veces escucho que e l trabajosocial este n decadencia,q ue espuragest in, m ero control,queva perdiendoel sent ido. Creo que esta afirmacintienesu parted everdad,

    pero tambin

    creo queexisten muchos profesionalesque da a da desdesu m bitotrabajanpara que e stas profecas n o se cum-plan y con un talante responsablesiguen contribuyendoaq uelaprofesindel trabajosocial rescate una identidadbasada en e lacompaamiento.

    Quisiera terminarestetrabajoconun hermoso cuento de Eduardo

    Galeano, que para mi es smbolo deparadojay deesperanza:

    Ella est en e l horizonte. Meacerco dos pasos, ella se aleja dospasos. Camino diez pasos ms y e lhorizonte se corrediezpasos ms all.P o n mucho que yo camine , nunca laalcanzan. Para qu s i rve la utopa?Para esosirve:para caminar.

    8ibliografa r e c o m e n d a d a

    AA.JV (1997) . Catorceaprendizajesvitales. DDE.Bilbao.

    BLEGER, J .