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7/23/2019 Apuntes sobre el arte mesopotámico
http://slidepdf.com/reader/full/apuntes-sobre-el-arte-mesopotamico 1/3
El arte en Mesopotamia
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1. Contexto histórico
El arte mesopotámico depen-
de de las características geográficas
del territorio. El país entre los ríosTigris y Éufrates es una llanura aluvial
de gran riqueza que pronto conoció el
desarrollo de importantes culturas
desde el Neolítico, que generaron las
primeras ciudades del mundo. Las
posibilidades económicas de la zona y
su carácter de encrucijada de cami-
nos en el Próximo Oriente provoca-
ron que se sucedieran las invasiones
y colonizaciones de diferentes pue-blos que dieron como resultado una
cultura compleja.
Además, la religión animista,
más cercana al pueblo que los com-
plicados dioses egipcios, contribuyó a
la creación de una cultura próxima a
la realidad, en cuanto que los dioses
podían garantizar la benignidad o no
de las cosechas, pero no la vida de ultratumba.
Por eso, el arte se convirtió en el medio empleado para transmitir ideas de poder y autori-dad, para consolidar la estructura social, en el marco de la primera civilización urbana.
2. La arquitectura.
Al igual que el resto del arte mesopotámico se encuentra condicionada por el marco ge-
ográfico en que se desarrolla, incluso en los propios materiales con los que se construye.
Mesopotamia es un territorio de depósitos aluviales (sedimentarios), es decir, no existen
canteras de las que poder extraer piedra, así como tampoco grandes bosques cuya madera sirva
para construir soportes o cubiertas. En estas circunstancias, el arquitecto mesopotámico no podía
realizar edificaciones adinteladas, puesto que el único material abundante, el barro (utilizado en
forma de ladrillo de adobe –secado al sol-), presentaba una débil consistencia. Como solución se
utilizará el arco y la bóveda, y con ellos la arquitectura abovedada. Como soporte se utilizarán
simples muros fabricados también de ladrillo en talud, para aguantar el peso de la cubierta.
La cultura mesopotámica combinaba el fervor religioso con la exaltación real. Por eso, sus
construcciones más significativas son los templos y los palacios.
2.1. Los templos
La llegada a Mesopotamia de los sumerios coincide con el desarrollo definitivo de las acti-
vidades agrarias y con la prosperidad de las ciudades. Las necesidades de organización social y
económica recaen en la casta sacerdotal y derivan en el templo como centro de culto, pero tam-
bién de todo tipo de actividades sociales. Se convierte así en el primer gran edificio de la civiliza-ción mesopotámica como demuestran los restos del templo de Eridú (considerada como la prime-
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ra ciudad de la humanidad) construido en el IV milenio a. C., y el de El Eanna o “Casa del Cielo”
consagrado a la diosa Inanna en la ciudad de Uruk .
Pero, sin duda, el edificio religioso por antonomasia surgirá durante el periodo Neosume-rio: el zigurat o torre escalonada, cuyo origen hay que buscarlo en la tradicional sobreelevación de
los templos sumerios y en el hecho de que sea frecuente la renovación de dichos templos sobrelas ruinas de los anteriores, generando una sucesión de escalones en altura. En este tipo de cons-
trucciones se percibe la voluntad de acercamiento del templo, sede terrenal de la divinidad, al
cielo, donde se encontraba su auténtica morada, y a la vez, la intención de marcar la jerarquía
existente entre Dios y los hombres. El más significativo es el construido en la ciudad de Ur, que se
convirtió en prototipo de todos ellos hasta la invasión de los persas.
2.2. Los palacios
La entrada del segundo milenio (2000 a. C.) supone un cambio radical en la forma de en-
tender el estado mesopotámico. De la dominación de los sumerios, basada en un conjunto de ciu-
dades independientes, deja paso a los grandes imperios con la llegada de los babilonios, domina-dores de un amplio territorio sustentado en un poderoso ejército y una férrea autoridad real. Este
cambio político tiene su correspondencia en la arquitectura, donde el templo deja paso al palaciocomo principal edificación mesopotámica.
Sin embargo, la preeminencia de la arquitectura palacial se constata definitivamente bajo
la dominación de los asirios (s. XIV-VII aC.), pueblo guerrero por excelencia y sometido al poder
absoluto del soberano. El arte se convierte en una manifestación de la realeza y el palacio en el
símbolo definitivo de la preeminencia del rey, incluso sobre el orden religioso . Quizá el ejemplo
más interesante en este sentido sea el palacio de Sargón II , construido en su nueva capital Korsa-
bad a finales del s. VIII a. C. Se configura como un gigantesco castillo, delimitado por una poderosa
muralla con torres cuadrangulares muy próximas entre sí.
El resurgir de Babilonia tras la caída de los asirios a fines del s. VII a. C. no comporta un
cambio significativo en lo arquitectónico: el palacio y su templo, siguen siendo las construcciones
más significativas. La ciudad fue embellecida con edificaciones emblemáticas como los Jardines
Colgantes y el nuevo zigurat (la torre de Babel bíblica). Algunas reconstrucciones de este momento
han llegado hasta nosotros, la más significativa: la puerta de Ishtar , realizada en ladrillo vidriado y
decorada con animales mitológicos que aluden a una simbología protectora o divina.
2.3. La arquitectura persa
La conquista de Mesopotamia por los persas supone un cambio radical en las estructuras
políticas del territorio que se traducen, obviamente, en una importante modificación cultural. El
pueblo persa, sin bagaje cultural anterior, domina en poco tiempo un vasto territorio desde el In-
do al Mediterráneo que favorecerá la existencia de un arte ecléctico, influido por culturas someti-
das, como la mesopotámica, o fronterizas, como la egipcia y la griega. La arquitectura persa vuel-ve a ser adintelada (de líneas rectas), condicionada por la existencia de importantes canteras de
piedra en la llanura iraní. La piedra de sillería se convierte en el material más empleado en las
construcciones persas y la columna en el elemento arquitectónico más representativo: de gran
esbeltez y con un capitel muy complejo, síntesis de lo egipcio, lo griego y lo mesopotámico.
Los edificios más representativos, al igual que en la Mesopotamia conquistada seguirán
siendo los palacios. Además, y condicionada por la nueva religión mazdeísta (Zarathustra), la ar-
quitectura de templos se reduce a simples patios abiertos al exterior para el culto a Aura Mazda,
resurgiendo las construcciones funerarias, hasta entonces de escasa relevancia en la región.
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Ciro el Grande (fundador de la dinastía) construyó el palacio de Pasargada, a base de dis-
tintos edificios independientes. Sin embargo, el palacio más emblemático corresponde al erigido
por Darío I a fines del s. VI a. C. en la nueva capital: Persépolis. Se levantaba sobre una terraza
preparada al efecto y volvía a la disposición de edificios aglutinados en torno a patios, siguiendo
los modelos mesopotámicos. Especial relevancia adquirían las estancias públicas donde se levan-taban dos salas majestuosas: la sala apadana, para las audiencias reales, y la sala hipóstila, conce-
bida como salón del trono. Y todo ello, decorando los muros con relieves de tradición asiria. Espe-
cial atención merecen también las tumbas persas. Primero la de Ciro, un sobrio y original mauso-leo construido en Pasargada. Sobre un alto basamento a modo de escalinata se construye la tum-
ba, en forma de casa cuadrangular con techo a doble vertiente, recuerdo de lo griego. Sus suceso-
res –desde Darío- prefirieron una vieja fórmula importada de Egipto, la del hipogeo (NaqsIRustem,
cerca de Persépolis). Se trata de tumbas excavadas en la roca, que adoptan al exterior forma de
cruz, con un pórtico tallado en la zona central y relieves relativos al poder del rey.
3.
La escultura.
Conoce en Mesopotamia un gran desarrollo, derivado, en primer lugar, de su carácter voti-vo inicial, pero sobre todo de la finalidad propagandista que irá adquiriendo el arte progresiva-
mente, como transmisor del poder político y social. Se cultiva tanto el bulto redondo (escultura
exenta) como el relieve, en todo tipo de materiales aunque preferentemente piedra.
Las esculturas exentas se reducen a la producción de imágenes del poder: bien de los ad-
ministradores sumerios y acadios o bien de retratos reales. En casi todas ellas, que suelen ser de
pequeño tamaño debido a la ausencia de piedra, se observan las mismas características: disposi-
ción frontal, rigidez y ausencia de movimiento. Dentro de estas esculturas, los ejemplos más signi-
ficativos son: la escultura del Ebih-iI de Mari y un nutrido grupo de esculturas de Gudea, patesi ogobernador de la ciudad de Lagash. Dentro de este mismo género de escultura exenta podríamos
incluir a los lamasus asirios (de cuatro patas) y persas (de cinco patas), grandes toros alados con
cabeza humana, que servían de guardianes en la entrada de los palacios.
El relieve será más utilizado, en especial cuando el poder de los monarcas se consolida y se
forman los grandes imperios, pues sirven para ensalzar su figura. Desarrolla una gran variedad de
temas, desde la guerra o las hazañas de los reyes, hasta escenas cotidianas, como trabajos domés-
ticos o labores agrícolas. En todos ellos destaca su carácter narrativo, relatando a veces exhausti-
vamente todas las actividades. En cuanto a las técnicas, se aprecia la utilización de numerosos
convencionalismos, como la perspectiva torcida (ya se realizaba por los egipcios – cabezas y pier-
nas de perfil y cuerpo de frente-), la repetición de los personajes –
sellos-, cierta esquematización ysimetría. Entre los relieves más antiguos se encuentra la estela de Naramsin (III milenio aC).
Pero donde el relieve alcanza sus mayores cotas de perfección es en la decoración de los
palacios, como complemento de la arquitectura, en especial en el período Asirio y Neobabilonio.
Son los relieves de Nínive (leona herida) donde las hazañas de caza de los reyes tienen su mayor
expresión. Babilonios y persas desarrollarán esencialmente una escultura que a diferencia de la
escultura asiria no se trata aquí de narrar escenas de enorme verismo a mayor gloria del rey, sino
de elaborar un repertorio simbólico que recrea a través de imágenes monótonas el boato de la
corte y su prestigio a través del mismo.
Por otro lado, los artesanos sumerios dieron también muestra de su pericia para la crea-
ción de artes suntuarias, en objetos como el casco de oro de Meskalandug, o el ajuar –tocados,
instrumentos musicales, etc.- de la reina Puabi.