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En sus instrucciones sobre la segunda venida de Cristo en Mateo capítulos 24 y 25, Jesús urge a sus oyentes acerca de la necesidad de estar preparados, porque no se sabe “el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (25:13; cf. 24:44).La parábola de las diez vírgenes ilustra mejor esta urgencia (25:1-13). La palabra “vírgenes”, en griego, es parthenoi, la misma palabra usada para María, la madre de Jesús, cuando fue descubierta con un hijo en su vientre (1:23). Estas diez vírgenes eran damas de honor. La descripción de ellas como vírgenes enfatiza que tampoco se habían casado todavía.
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Segunda venida
| Noviembre 2013 • rA4
Por Glúder QuispeDoctor en Teología, profesor universitario y director del Centro de Investigaciones White de la Universidad Peruana Unión.
@GluderQuispe
“¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!”
En sus instrucciones sobre la segunda
venida de Cristo en Mateo capítulos
24 y 25, Jesús urge a sus oyentes acerca
de la necesidad de estar preparados, porque
no se sabe “el día ni la hora en que el Hijo
del Hombre ha de venir” (25:13; cf. 24:44).
La parábola de las diez vírgenes ilustra
mejor esta urgencia (25:1-13). La palabra
“vírgenes”, en griego, es parthenoi, la mis-
ma palabra usada para María, la madre de
Jesús, cuando fue descubierta con un hijo
en su vientre (1:23). Estas diez vírgenes
eran damas de honor. La descripción de
ellas como vírgenes enfatiza que tampoco
se habían casado todavía.
A los ines de entender la misión del
tiempo del in, los milleritas (surgidos en la
década de 1840) consideraban la parábola
de las diez vírgenes de Mateo 25 como un
llamado inal; especialmente el versículo 6:
“A medianoche oyeron el clamor. ‘¡Ahí viene
el esposo! ¡Salid a recibirle!’” Ellos fueron
denominados con ese nombre debido a su
fundador: Guillermo Miller (1782-1849).
La Iglesia Adventista del Séptimo Día
reconoce su origen en el movimiento mi-
llerita. Guillermo Miller, quien llegó a ser el
líder del movimiento que lleva su nombre,
predicaba fervorosa y apremiantemente el
inminente retorno de Jesús por segunda vez
a la Tierra: “¡Aquí viene el esposo; salid a
recibirle!” El eco de la predicación de quien
ha sido llamado “el estadounidense más
famoso de la historia del milenio”, se había
extendido por todo Estados Unidos de aquel
entonces, con su mensaje de que Cristo
retornaría “alrededor de 1843”, basado en
la profecía de los 2.300 días de Daniel 8:14.
La exégesis de Miller prestó atención
detallada a las fracciones más diminutas
de la Biblia, incluyendo sus números. El
mensaje de Miller fue promovido de varias
maneras, que fueron también típicas de
aquel período. Joshua V. Himes (1805-1895),
su principal publicista, fue un genio de las
comunicaciones, que popularizó los puntos
de vista de Miller en, aproximadamente,
cinco millones de piezas literarias.
En un congreso campestre celebrado
en Exeter, New Hampshire, a mediados de
agosto de 1844, Samuel S. Snow argumentó,
de acuerdo con su estudio tipológico, que los
cómputos de una secta de judíos ortodoxos
indicaban que el décimo día del séptimo mes
correspondería al 22 de octubre de 1844. Es
decir, Cristo retornaría en esa fecha. Aunque
no abiertamente, Miller ya había sostenido
esto anteriormente. Sin embargo, Miller, al
igual que Himes, dudó en aceptar esta fecha
hasta el 6 de octubre de 1844. Sin embargo,
Cristo no vino en aquella fecha.
Había llegado el “Gran Chasco”.
Después de esto, muchos de ellos abando-
naron su fe adventista; no pocos regresaron
a sus iglesias anteriores; y otros retornaron
a su pasado mundo secular. Fue tan grande
la diversidad de ideas que Miller, Himes y
algunos otros dirigentes sintieron que era
necesario convocar a una reunión general,
con el propósito de armonizar las diferen-
cias y traer unidad entre los seguidores.
La conferencia de adventistas se reunió
en Albany, New York, el 29 de abril de 1845.
Entre quienes se mantuvieron en la fe
respecto del evento de la segunda venida
de Cristo, podemos identiicar tres grupos
distintivos. El primero, liderado por Himes,
comprendió que no ocurrió el evento y que
los cálculos de la fecha estaban errados. A
ellos se los podría denominar “adventistas
evangélicos”.
Un segundo grupo, guiado por Joseph
Turner, de Maine, creía que el Novio había
venido de forma espiritual, y que “la puerta”
se había cerrado el 22 de octubre de 1844.
Ellos son conocidos como los “adventistas
espiritualizadores”, y surgió el fanatismo
entre sus ilas. Lentamente, desaparecieron.
El tercer grupo, denominado “adventistas
sabatistas”, creía que algo ocurrió de hecho
el 22 de octubre, pero no fue la segunda
venida personal de Cristo. De este último
grupo nace lo que más tarde será conocido
como la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Este año, nuestra iglesia cumplió 150 años
como entidad organizada, después de aquel
21 de mayo de 1863. Es el grupo religioso
que más crecimiento mundial ha tenido
de entre los que antaño eran denominados
milleritas. Un pueblo preocupado por seguir
las verdades eternas de las Escrituras.
Ellos consideran que su misión es advertir
a todo el mundo que Cristo viene pronto:
“¡Prepárate!” Ellos siguen proclamando:
¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!