A.rama.La Biblioteca Ayacucho y La Integración Cultural

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RAMA, ngel

RAMA, ngel. La Biblioteca Ayacucho como instrumento de integracin cultural latinoamericanaEn: Carteles Crticos para Latinoamrica: jueves 26 de julio de 2007. 30 aos de la Biblioteca Ayacucho. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 2004, pp. 63-93. La integracin cultural es fundamento y legitimacin de los diversos proyectos de integracin econmica o poltica que se han venido diseando en Amrica Latina. Si es por un lado recuperacin de los orgenes comunes, es por otro reintegracin en el sueo utpico que, vez tras vez, ha resurgido en los libertadores en todas las ocasiones en que operaron transformaciones ingentes de las sociedades latinoamericanas. De tal modo que siendo una vasta recuperacin de pasado, en gran parte perdido u olvidado, la integracin cultural es un intento revolucionario que, en cuanto tal, se propone un futuro, construyendo la visin utpica de un continente y de una sociedad ideal. En estas condiciones, el pasado no es recuperado en funcin de archivo muerto, sino como un depsito de energas vivientes que sostienen, esclarecen y justifican el proceso de avance y transformacin revolucionaria. Esto ha sido desde Tupac Amaru hasta Ernesto Guevara, pasando por ese momento privilegiado que represent Simn Bolvar, quien junto con la libertad de las colonias y la convocatoria del Congreso Anfictinico, no dejaba de proponer la lectura de los Comentarios Reales del Inca Garcilaso, como fuente de informacin sobre la realidad original de Amrica. No es casualidad que en todos esos momentos vertiginosos de una transformacin proyectada al futuro (insurrecciones del XVIII, emancipacin, revoluciones mexicana o cubana, as como en los mltiples momentos de reformismo acelerado que testimoniaron cambios sociales y econmicos considerables) las sociedades hayan vuelto a considerar sus ms remotos orgenes en las civilizaciones indias o hayan revalorizado la aportacin cultural de los seores preteridos y hondamente enraizados en el decurso histrico autctono, trtese de criollos, mestizos, campesinos, marginales, urbanos, ltimamente obreros, reconocindolos como portadores de un sentimiento, an ms que nacional, continental, y por lo mismo capaces de reinstaurar el persistente afn de integracin cultural de la comarca que mal llamamos latinoamericana.

En otros trminos, el impulso de integracin cultural nace de la visin ideal del futuro (por lo tanto de la insatisfaccin por el presente y del reconocimiento de la capacidad para modificarlo), y se legitima en una lectura selectiva de la tradicin cultural pasada.

El diseo del futuro es, simultneamente, el del pasado, aplicndose a cada uno de los campos dismiles la misma capacidad de invencin: no es menor la originalidad puesta en la construccin del pasado que la invertida para elaborar la visin del futuro y nunca se afirmar suficientemente cun indispensables son ambos territorios para el pleno ejercicio de la libertad y la accin creadora del hombre. No sera posible visualizar el mundo por venir si no se contara con el respaldo y la legitimacin que proporciona la leccin, histrica, y sta carecera de toda significacin si no respondiera a la iluminacin de que la dota la resplandeciente visin de lo futuro.

Esta ptima conjugacin de los dos polos que rigen el campo de fuerzas tropieza con dos diferentes tipos de escollos, los que a su vez remiten a una misma carencia cultural: los proyectos futuristas de transformacin proceden en su mayora de teoras generadas fuera de la regin, las que son aplicadas mecnicamente a las condiciones internas latinoamericanas sin suficiente atencin hacia sus peculiares caractersticas; y en cuanto a la aportacin del pasado al mejor conocimiento del comportamiento de las poblaciones se encuentra dificultada por una notoria falta de memoria que ha hecho naufragar en el olvido vastos paneles de la historia. Por ambos lados se registra un empobrecimiento cultural que pone en peligro el necesario proceso de transformacin y la indispensable interrelacin cultural del continente, por lo cual resulta urgente reponer las criteriosas formulaciones hechas por Jos Mart hacia fines del XIX, alarmado por las funestas consecuencias del libro importado y por la ignorancia de la historia y la realidad americanas que perciba en el funcionamiento de la intelligentsia. Efectivamente, la incorporacin de los corpus ideolgicos europeos de una manera mecnica se ha pagado con verdaderas catstrofes sociales y con muy largos padecimientos, tratndose de errores cuya repeticin da motivo para las mayores inquietudes. El brutal desmantelamiento de las sociedades autctonas por la imposicin del modelo europeo trado por los conquistadores, se reitera en el siglo XIX con la incorporacin del modelo liberal que acarre un siglo de guerras y descomposicin social y puede temerse que los diferentes proyectos en juego contemporneamente, desde el plan desarrollista hasta el socialista, funcionen sobre la misma peligrosa mecanicidad que no atiende a la singularidad latinoamericana. Esta desatencin est reforzada por la prdida de memoria de la colectividad, la cual, como ya se ha observado, lleva a tropezar varias veces en las mismas piedras y a rehacer fantasmagricamente y trgicamente, lo que ya se ha vivido en otros tiempos.

Esa historia de Amrica que, segn Mart, deba conocerse al dedillo, sigue siendo la gran ausente en el debate intelectual de la poca y este debilitamiento del que llamaramos polo tradicional donde se superponen las experiencias creativas cumplidas por los hombres de la regin, afecta al funcionamiento del entero campo de fuerzas y no hace sino reforzar la fuerza impositiva del polo externo que trasmite las pulsiones internacionales, las que entonces tienden a aplicarse desnudamente segn sus cnones originarios, sin reconocer la especificidad del nuevo territorio al cual arriban. Dentro del proceso de construccin de lo que ha llamado Wallerstein una economa-mundo y cuyas bases se echan con la conquista europea del continente americano, es impensable toda solucin de la convivencia latinoamericana que no asuma como necesaria la incorporacin, no slo econmica sino ampliamente cultural tambin, en una esfera internacional. Pero el papel que en ella habr de desempear Amrica Latina ser meramente ancilar y carente de autonoma y creatividad, si ese polo externo no es compensado por otro interno que lo equilibra y regula. Este polo interno est representado, ante todo, por las necesidades actuales de los pueblos latinoamericanos, por la demanda hacia una plena expansin productiva; pero, en el nivel de la vida espiritual, el respaldo, la energa, la potencialidad de esas demandas, revierten a la acumulacin que se ha ido haciendo a lo largo del tiempo y constituye la historia comn.

En la medida en que la regin ya no est constituida por sociedades de tipo tradicional que conservan y trasmiten internamente una memoria mtica de s mismas, el pasado slo puede asumirse como leccin intelectual, consciente y reflexiva. Es una voluntad del conocimiento y es por lo tanto una incorporacin criteriosa y selectiva de la actividad cumplida por la colectividad, a la luz de las necesidades del presente. Es, por lo tanto, un discurso intelectual coherente que interpreta el conjunto muy variado.

A esta dialctica de la integracin cultural, ha respondido el establecimiento de la Biblioteca Ayacucho, que fuera creada por decreto No. 407 del presidente de Venezuela Carlos Andrs Prez en el ao 1974, dentro del marco de los actos conmemorativos del sesquicentenario de la Batalla de Ayacucho, en la que los ejrcitos patriotas al mando del gran Mariscal Antonio Jos de Sucre, culminaron la larga guerra de la independencia de Amrica del Sur. Desde 1978 se constituy en una Fundacin patrocinada por el gobierno de la Repblica de Venezuela, concedindosele autonoma de funcionamiento bajo la presidencia del Dr. Jos Ramn Medina. Fue concebida inicialmente como una biblioteca cerrada cifrada en unos quinientos tomos, que recogiera la vigencia del legado civilizador de Amrica Latina, desde los textos precolombinos hasta nuestros das mediante una seleccin de autores y de obras fundamentales en las variadas disciplinas de las letras, la filosofa, la historia, el pensamiento poltico, la antropologa, el arte, el folklore y otras.

Desde el inicial Seminario de la Cultura Latinoamericana, que se celebr en Caracas en 1976 reuniendo un conjunto de especialistas de diversas disciplinas para disear el plan general de la coleccin, la Biblioteca Ayacucho se ha regido por algunos principios bsicos que normativizan sus publicaciones, las que ya se encuentren cerca de los cien volmenes en este ao de 1980.

1. Es ante todo una Biblioteca concebida con un criterio culturalista latinoamericano que intenta recoger las aportaciones centrales de construccin de una cultura original que se han ido cumpliendo en el continente desde sus orgenes. Eso significa que junto al aporte central representado por las letras en sus diversos gneros, se atiende igualmente a la filosofa como a la historia o al pensamiento poltico; a la esttica o la teora de las artes como a la antropologa, a la economa y a la sociologa. Este rasgo la distingue ntidamente de los proyectos similares anteriores, de los cuales la Biblioteca Ayacucho es continuadora y perfeccionadora. Con el mismo nombre, el venezolano Rufino Blanco Fombona public en los aos veinte una coleccin en Madrid consagrada exclusivamente a textos de historia, realizando una tarea notable de difusin del pensamiento de los libertadores y de su magna tarea militar y poltica. Ms vasta y estructurada fue la Biblioteca Americana que Pedro Henrquez Urea dise para el Fondo de Cultura de Mxico y ste ha publicado como homenaje de su memoria, la cual fue centrada en las obras, literarias hasta los aos veinte aproximadamente, aunque recogiendo para el perodo colonial numerosas obras de historia. Por ltimo cabe consignar la ms dinmica Coleccin Latinoamericana de la Casa de las Amricas, de Cuba.

La Biblioteca Ayacucho procura llevar a cabo una vista panormica ms amplia que los prestigiosos modelos anteriores, reuniendo mltiples disciplinas como ya se ha visto en los volmenes publicados donde junto a la obra literaria de Rubn Daro o Jos Mart, se encuentran los escritos doctrinales de Simn Bolvar o el ideario poltico de Fray Servando Teresa de Mier, el pensamiento de la emancipacin o el pensamiento conservador del siglo XIX. Las grandes obras de la antropologa del siglo XX debidas a Gilberto Freyre o Fernando Ortiz, las ideas econmicas de los ilustrados del siglo XVIII o a la filosofa de los positivistas.

Esta concepcin no slo responde a la importancia que las plurales disciplinas han tenido en la constitucin de una cultura peculiar latinoamericana y a la necesidad de reintegrarlas en un solo corpus que muestra el proceso creativo desarrollado a lo largo de la historia por los hombres del continente, sino tambin a la particular situacin en que se han mostrado los gneros literarios a lo largo de los siglos en Amrica Latina, mezclndose de una manera imprevista y ricamente inventiva segn las necesidades culturales de las sociedades donde se producan. Textos capitales como el Facundo de Sarmiento u Os Sertes de Euclides Da Cunha, han unificado el anlisis sociolgico, poltico y aun antropolgico con las formas estilsticas de la narrativa, y del mismo modo el continente dispone de una voluminosa produccin de materiales autobiogrficos, de Fray Servando a Jos Vasconcelos, donde la historia, la narrativa, los documentos justificativos y la polmica poltica se dan mancomunados. Situacin sta an ms compleja cuando se examina la produccin colonial de textos claves cono los de Pero Vaz de Caminha, Cristbal Coln, Hernn Corts, Inca Garcilaso de la Vega o Bernal Daz del Castillo, rebasan los lmites genricos en que se forjaron y ya son reconocidos como testimonios literarios con un involuntario alcance artstico en algunos de los casos.

2. Por las mismas razones culturalistas, la Biblioteca Ayacucho no se limita a recoger los productos intelectuales emanados de los estratos cultos latinoamericanos, sino que rinde homenaje a la creatividad de la sociedad toda y trata de registrar su produccin en sus diversos estratos sociolgicos. La atencin para los grandes cronistas cultos, que podrn quedar representados en la obra del Inca Garcilaso de la Vega o de Francisco Lpez de Gmara, va de la mano con la atencin para los cronistas-soldados o para los cronistas-mestizos que manejaban con dificultad el recin aprendido espaol, a lo cual se debe la publicacin de la Nueva Cornica y Buen Gobierno del peruano Felipe Huamn Poma de Ayala, en su primera edicin completa, incluyendo la totalidad de sus dibujos, o el proyecto de nueva edicin de la Verdica Historia de Bernal Daz del Castillo. En estos casos no estamos ante escritores profesionales, sino privilegiados testigos del acontecer histrico, que lo cuentan apelando a sus recursos escasos pero con una frescura, reciedumbre y verdad que prueban la capacidad para construir obras permanentes a partir de niveles no cultivados del conocimiento y las letras.

Esta concepcin de la produccin escrita realizada en el continente permite incorporar a la coleccin numerosas obras nacidas en humildes cunas. Algunas ya han sido incorporadas pacientemente a las letras por el discernimiento crtico de varias generaciones precedentes, como es el caso de la poesa gauchesca, de la obra periodstica de Fernndez de Lizardi, de textos dieciochescos como El lazarillo de ciegos caminantes de Carri de la Vandera, pero muchos otros materiales an esperan su dignificacin artstica y cultural. Es bastante reciente la atencin, en ese plano, por la produccin oral de tipo tradicional que han recogido antroplogos en las ltimas dcadas en el seno de comunidades indgenas o negras. El volumen Literatura guaran del Paraguay o el de Literatura quechua, este ltimo haciendo una recorrida de la produccin oral desde la conquista hasta perodos recientes, y el primero atendiendo a una produccin slo conocida en este siglo, son algunas muestras del inters por la creatividad de esos sectores sociales oprimidos o dejados de lado.

Es obvio que por esta misma va sern reconocidos como partes importantes de la cultura latinoamericana de todos los tiempos, los repertorios folklricos de las distintas reas que ya han tenido parciales recopilaciones. Esos materiales sirvieron de precioso instrumento cognoscitivo para que amplios grupos sociales, preferentemente campesinos, expresaron su concepcin del mundo. La dominante tradicionalista y conservadora que los distingue, no impidi sin embargo que dentro de su cauce se registraran los sucesivos cambios histricos, los que fueron adaptados a las lneas rectoras de interpretacin del mundo que esos grupos conducan. La valoracin artstica de este voluminoso material es ya antigua y se remonta a la poca romntica. Pero ella no se ha extendido suficientemente a la similar produccin de los sectores urbanizados, ya letrados ya analfabetos, que se incorporaron a la modernizacin de fines del siglo pasado a travs de las nuevas corrientes ideolgicas procedentes de Europa. Un libro como Utopismo socialista, no slo registra los proyectos utpicos que intentaron ponerse en prctica entre 1830 y 1893 en Amrica Latina, sino tambin las concepciones morales y artsticas con que conceban la sociedad futura los grupos de obreros educados. Este volumen, como el proyectado sobre Pensamiento anarquista que lo prolongar hasta entrado el XX, implica la revalorizacin y dignificacin de esta productividad intelectual de estratos no cultos, la cual productividad intelectual de estratos no cultos, se ha continuado y ampliado a lo largo del siglo actual.

3. En la medida en que la comarca que llamamos Amrica Latina es un producto mestizo con plurales aportaciones, autctonas o importadas, surgida de la expansin de la civilizacin europea, la cultura que ha proporcionado no fue slo la obra de los nativos sino tambin de numerosos extranjeros que se integraron definitivamente al medio o compartieron temporalmente sus vicisitudes, contribuyendo en uno y otro caso a una construccin colectiva y universal, donde la obra de Alonso de Ercilla, La Araucana, sobre los episodios de la conquista de Chile, como la obra de Juan Ruiz de Alarcn desarrollada toda en Madrid y no referida a temas americanos en general, se consideran parte indispensable de la creatividad americana e hitos destacados de su evolucin histrica.

Estos principios se han aplicado en la Biblioteca Ayacucho en forma sistemtica, no slo para el perodo colonial, sino tambin para pocas ms recientes. Si en el primero se ha reconocido el inters que presenta la obra de cronistas de origen extranjero, que escribieron en sus lenguas nativas, como es el caso de Frezier o Schmidel, entre tantos otros, en los subsiguientes siglos se ha reconocido la jerarqua de estas contribuciones: as en el siglo XVIII ya ha sido incorporado un primer ttulo del sabio alemn Alejandro de Humboldt, las Cartas americanas, a las que seguirn otras de sus obras claves y en el siglo XIX se ha procedido a la publicacin de nuevas traducciones espaolas de la novelas inglesas de William Hudson. La tierra purprea y All lejos y hace tiempo, capitales para el mejor conocimiento del campo rioplatense.

Es bien sabido que la realidad americana ha sido investigada, descrita o traducida en obras de ficcin, por numerosos autores extranjeros que para ello utilizaron sus propias lenguas. Algunas de sus contribuciones han tenido honda huella formativa en la evolucin de las distintas reas latinoamericanas y han sido muchas veces tiles para objetivarlas a los ojos de sus ciudadanos o, en los casos en que comportaron gruesas distorsiones, para enfrentarlas y proceder a la propia autodefinicin en oposicin al discurso externo. En ambos casos ha habido una utilizacin eficaz del desafo propuesto desde los centros del poder econmico y cultural cuyas pulsiones recogi, modific y reelabor el continente a lo largo de los siglos.

En estas tareas debe reconocerse la integracin de Amrica Latina a la cultura universal, en su vertiente ibrica primeramente, romntica o latina subsiguientemente y por ltimo en una perspectiva ms amplia que conjuga plurales focos de influencia (Estados Unidos, Japn, Rusia) segn los autores, reas diferentes de la regin, momentos histricos. El reconocimiento de esta pertenencia, ya defendida por Antonio Caso, nada resta a la peculiaridad original de sus manifestaciones ni a los sabores propios y especficos de sus variadas zonas internas. Testimonia, sin embargo, que esta cultura no est segregada del conjunto universal, ni puede abarcarse fuera de los parmetros del pensamiento desarrollado en sus diferentes metrpolis. La tendencia autrquica no es slo inviable sino tambin suicida y en ltimo anlisis corresponde a una actitud retrgrada o conservadora. La importancia cuantitativa y cualitativa de la aportacin cultural latinoamericana deriva no slo de sus fuentes interiores sino tambin de su manera desenvuelta de apropiarse de las invenciones externas, trasmutndolas y consustancindolas consigo misma.

4. Publicar una biblioteca de la cultura latinoamericana implica desarrollar, objetivamente a travs de los volmenes, un discurso intelectual sobre la regin. Uno de sus puntos centrales es el afn de integracin que, para llevarse a cabo, obliga a luchar contra una fragmentacin e incomunicacin que ha durado siglos. Debido al evolutivo sistema administrativo de la colonia, al rgimen monoplico de la Corona espaola y de la portuguesa, a los conflictos entre ambas, a la subsiguiente fragmentacin derivada de las guerras de independencia, a la intervencin imperial dirigida a consolidar las divisiones internas y a fortalecer las separaciones, y por ltimo a las intervenciones econmicas monopolistas, en Amrica Latina todo ha conspirado desde los orgenes para dificultar la comunicacin interna y desarrollar un comn espacio cultural. Debe agregarse a eso que la vastedad y variedad del continente y las singularidades zonales derivadas de mltiples factores (tnicos, geogrficos, econmicos, etc.), han propiciado la formacin de reas culturales especficas, perfectamente legtimas, cuya aproximacin no es fcil a pesar de disponer de lazos histricos, lingsticos, religiosos o polticos bastante considerables.

Todo esto ha contribuido a frenar la construccin de un discurso cultural integrador, sustituido por otros de tipo nacional o regional, y si en ciertas disciplinas como economa o sociologa, se ha avanzado visiblemente en las ltimas dcadas, no ha ocurrido lo mismo en disciplinas humansticas, en el arte, en la msica, etc. Quizs el mejor ejemplo de esta elusiva integracin, est representado por el Brasil: siendo el pas ms extenso del continente, el que por su poblacin representa la tercera parte de los hombres latinoamericanos y un pas que ha desarrollado con sorprendente armona desde el siglo XVIII una evolucin cultural constante, amplia y original, se ha mantenido al margen de los pases hispanoamericanos con muchos de los cuales mantiene fronteras comunes, que lo han visto con sentimientos oscilantes, de distancia, de temor, de reticencia. Ha habido notorios avances en la integracin econmica o cultural de diversas reas, como la de los pases centroamericanos o los andinos, favorecida por la comunidad de lengua y de costumbres. No la ha habido igual entre el Brasil e Hispanoamrica, que son los dos hemisferios capitales de Amrica Latina.

De ah que la Biblioteca Ayacucho haya concedido especial atencin a la cultura brasilea, actuando en varios casos como introductora al espaol de autores (Mario de Andrade, Oswald de Andrade, Lima Barreto, entre los del siglo XX) y procurando que una produccin tan extensa, diversificada y calificada como la del Brasil tenga en la coleccin una representacin acorde a esos mritos. Este esfuerzo busca enriquecer la cultura hispanoamericana dentro de la cual se difunde la Biblioteca Ayacucho, acercndole productos de alta jerarqua de la zona vecina (y desconocida) de habla portuguesa, y al mismo tiempo funciona como un desafo a la cultura brasilea, la que debera intentar una tarea semejante de difusin sistemtica de las letras, la filosofa, la historia hispanoamericana, respecto a las cuales se encuentra en mora. Los organismos oficiales del Brasil han cumplido una tarea de tipo tradicional, consistente en la difusin de las producciones intelectuales del pas dentro de los pases hispanoamericanos, pero no han encarado la autntica tarea integradora que implica difundir conjuntamente las aportaciones de toda la Amrica Latina colocndolas en un mismo nivel.

Si la Biblioteca Ayacucho se propone un esfuerzo integrador al Brasil, con ms razn debe llevarlo a cabo respecto a pases o regiones de la propia Hispanoamrica que no han disfrutado de una comunicacin intelectual intensa con el resto de la comarca. Es el caso de Puerto Rico que debido a las condiciones polticas en que ha vivido desde la ocupacin norteamericana de 1898, se ha encontrado escindido del ambiente cultural al que pertenece y que es, obviamente, el hispanoamericano. Las dos obras ya publicadas, La charca de Zeno Ganda y la primera edicin de Poesa completa de Luis Pals Matos, a las que seguir prximamente un volumen resumiendo los ensayos de Antonio Pedreira y Toms Blanco, bajo el ttulo Interpretaciones de Puerto Rico, testimonian esta atencin por la recuperacin para la gran comarca hispanoamericana, de la cultura puertorriquea.

Pero hay otro nivel ms complejo en que se sita este afn de integrar el discurso cultural latinoamericano. Consiste en la presentacin conjunta de vastos movimientos intelectuales o polticos que fueron vividos contemporneamente por todos los pases del continente aunque a la vez separadamente, sin percibir la conexin en que actuaban. Dos ejemplos ilustran este esfuerzo intelectual para integrar, retrospectivamente, las tareas intelectuales que fueron vividas por separado, dentro de los campos regionales o nacionales, a pesar de que se trataba de vastos procesos que afectaban por igual a prcticamente todos los pases: se trata del pensamiento de La Emancipacin, dos tomos preparados por el historiador Jos Luis Romero y el Pensamiento positivista, dos tomos preparados por el filsofo Leopoldo Zea. Son dos momentos claves del siglo XIX, en que toda Amrica Latina enfrent un desafo externo y procur encontrar dentro de ese cauce la va propia y original de avanzar, reforzando sus estructuras nacionales. La lectura de muchos de esos textos, ms en el primero que en el segundo de los casos, permite medir la incomunicacin en que se encontraban hombres que trabajaban simultneamente para un mismo fin. Su reunin, ahora, acta como una leccin para las generaciones presentes, acerca de la considerable cuota de problemas comunes que mexicanos y argentinos, venezolanos y brasileos, estn encarando, a veces sin saberlo. Esta lnea de volmenes que realizan, prcticamente, el principio de integracin de la cultura latinoamericana, no es de fcil realizacin. An se cuenta con escasos estudiosos capaces de visiones conjuntas, documentadas y solventes.

Adems, existen reas donde la fragmentacin ha alcanzado a los mayores extremos, debido a condiciones histricas especialmente aciagas. Es el caso del rea antillana o carbica que ha sufrido ms que otras las exacciones imperiales y donde el rosario de islas se duplica con otro rosario de lenguas y culturas, dificultando enormemente la factibilidad de un discurso coherente y global capaz de abarcar culturas de lengua espaola, francesa, inglesa o neerlandesa, a pesar de los esfuerzos que de Arciniegas a Knight han procurado la reunificacin histrica.

5. La visin panormica de la historia cultural del continente en estos casi cinco siglos, revela un constante enfrentamiento de sectores sociales portadores de distintas propuestas culturales. Sus luchas, triunfos y derrotas, componen un complejo campo de fuerzas de donde emerge la zigzagueante lnea que va trazando el perfil original de Amrica Latina. Aunque con una concepcin binarista, ms propia del funcionamiento mental que de la variedad de proposiciones culturales que objetivamente actuaron en las sociedades del continente, se han reducido estos enfrentamientos a juegos dicotmicos (criollos vs. peninsulares. liberales vs. conservadores, etc.), la historia de la cultura americana se nos aparece como una resultante donde la invencin original de las nuevas generaciones o corrientes de pensamiento se asienta sobre poderosas tradiciones y acumulaciones del pasado.

Eso exige el reconocimiento de la pluralidad de contribuciones que conforman esta cultura original, por lo cual el testimonio que del pasado ofrece la Biblioteca Ayacucho es igualmente plural, buscando dar una visin equilibrada de las enfrentadas propuestas ideolgicas, artsticas, educativas. Una divisin tan gruesa como la testimoniada por el siglo XIX, exige tanto la presencia del Pensamiento liberal como la del Pensamiento conservador, aunque al mismo tiempo, para completar la riqueza del cuadro, tambin el pensamiento del utopismo y anarquismo o el poderoso conjunto del pensamiento positivista. Y del mismo modo, en la conclusin del siglo y en el comienzo del XX, tanto la lnea revolucionaria que propugnan Jos Mart o Manuel Gonzlez Prada, como la atemperada de los arielistas, de Jos Enrique Rod a Francisco Garca Caldern y la empeada en la lucha social que representa cabalmente Rafael Barrett. Ninguna de ellas ha agotado enteramente su vigencia y, en una u otra vertiente o transformacin, siguen componiendo el tejido contradictorio de las actuales sociedades.

El reconocimiento de este amplio espectro de proposiciones, que deben ser atendidas e incorporadas por la representatividad que tuvieron en su tiempo y por la incidencia que conservan en la composicin cultural latinoamericana, no impide la deteccin de algunos caminos centrales, dominantes, del pensamiento latinoamericano, los cuales sostienen su misma existencia y desarrollo. En ese sentido, algunas grandes polmicas del pasado, marcaron lneas tendenciales bsicas de la construccin cultural latinoamericana, rotando la mayora de ellas sobre la situacin de los pueblos autctonos americanos, sus derechos y cualidades, que sirvieron de piedra de toque para afirmar tanto la viabilidad como la dignidad de una cultura propia. Las tesis contrapuestas de Juan Gins de Seplveda y de Bartolom de Las Casas en el XVI, como las de De Pauw y de Xavier Clavijero en el XVIII, van constituyendo una doble vertiente: la del cauce donde se afirme la personalidad americana y la de aquel donde se la niega o denigra. Es obviamente el primero el que asume un proyecto cultural como es el de la Biblioteca Ayacucho, lo que determina el encuadre general de la coleccin: por variadas que sean las contribuciones culturales que el proyecto recoge, todas ellas quedan dentro de la afirmacin de Amrica Latina tanto en cuanto objetiva realidad cultural como en su carcter de voluntaria proyeccin al futuro.

Quedan fuera los discursos denigratorios y los sucesivos intentos de los imperios para someter su soberana y su impulso creativo, en tanto que s, son incorporados los ms variados discursos intelectuales, los cuales, a pesar de sus divergencias, coinciden en una afirmacin positiva de la cultura latinoamericana.

Estos cinco puntos no agotan los rasgos definitorios de la Biblioteca Ayacucho pero s sirven para disear el papel que pretende desempear como instrumento de integracin cultural latinoamericana, tal como lo reclaman los considerados de su decreto de creacin.